jornada psicologia en la uca

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 JORNADA PSICOLOGÍA EN LA UCA. MISIÓN Y P ROPÓSITOS. 10 diciembre de 2009 Marco antropológico para la carrera de Psicología Psicología y persona 1) La Psicología, com o tod a dis ciplina pa rtic ula r, se nut re de ciertos pri nci pios filosóficos. Le es esencial esta relación con la Filosofía, que clásicamente se llama “subalternación”. o !a e"istido escuela psicológica sin ella. #uando en apariencia no e"iste esta relación, lo que sucede es sólo que es “inconsciente” . $ no !a% peor filosofía que la inconsciente& 'n nuestra Facultad se intenta que estos fundamentos filosóficos de la Psicología sean e"plícitos. o deben ser entendidos como una serie de condiciones restricti(as para su eercicio o como una especie de “contrato” a cumplir por los profesores, quienes al menos deberían respetar ciertos principios. 'n alg*n caso particular podrían funcionar de esta manera, pero no sería lo deseable porque, en esa situación, se !abría perdido lo más importante. La tradición filosófica en la que se enmarca una carrera es, más bien, una fuente (ital, que no restringe sino que guía % alimenta. 'sta fundamentación es particularmente importante no sólo por tratarse de una uni(ersidad católica como la nuestra, sino por corresponder a una carrera de  psicología. 'n efecto, asistimos a la coe"istencia, en distintos lugares, de modelos de psicología mu% dis tintos % !as ta opu estos entre sí. “'s tud iar psi col ogí a” pue de sig nif icar acti(idades mu% diferentes seg*n cuál sea el lugar % el punto de (ista con el que se lo !aga. 'n la práctica, se trata casi de “carreras distintas”. Los modelos psicoanalítico, e"istencialista % cogniti(o, entre otros, con(i(en en la práctica % en ocasiones pretenden in(alidarse mutuamente. 'n buena medida, las crisis % desafíos de las distintas escuelas psicológicas son de naturale+a filosófica. Por este moti(o, refle"ionar sobre los fundamentos filosóficos de la carrera no implica sólo buscar un principio regulador e"terno sino una a%uda % orientación intrínseca indispensable en un momento de desorientación como el actual. Por una feli+ circunstancia, recurrir a la tradición filosófica propia de la carrera de Psicología en esta ni(ersidad no implica sólo remitirse a las inagotables fuentes antiguas o medie(ales, sino tambi-n apro(ec!ar el “giro personalista” de la filosofía contemporáne a, posterior al idealismo % al positi(ismo del siglo anterior. ) 'n efecto, el siglo // comien+a con un (ariado despertar del inter-s filosófico % cultural por la persona, por lo que se retoman en forma e"plícita o implícita, en un conte"to distinto que implica perspecti(as tambi-n distintas, tesis de 0an gustín, 0anto 2omás de quino, Pico della 3irandola, Pascal, etc. 'l “personalismo” en sentido estricto comen+ó a desarrollarse en las d-cadas del 4 % del 54 por la iniciati(a del filósofo franc-s '. 3ounier. 3ounier proponía un “pe rso nalis mo com uni tar io” opu esto tan to al ind i(i dualism o ca pit alista como al colecti(ismo mar"ista. 'ntre sus seguidores, se destaca 6. Lacroi". 'ste personalismo inicial, cercano a las cuestiones políticas % sociales, entra en crisis al cabo. 0in embargo, esto no supuso su muerte. P. 7icoeur !a escrito que “muere 1

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Psicología general

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JORNADA PSICOLOGA EN LA UCA

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JORNADA PSICOLOGA EN LA UCA. MISIN Y PROPSITOS.

10 diciembre de 2009Marco antropolgico para la carrera de Psicologa

Psicologa y persona

1) La Psicologa, como toda disciplina particular, se nutre de ciertos principios filosficos. Le es esencial esta relacin con la Filosofa, que clsicamente se llama subalternacin. No ha existido escuela psicolgica sin ella. Cuando en apariencia no existe esta relacin, lo que sucede es slo que es inconsciente. Y no hay peor filosofa que la inconsciente

En nuestra Facultad se intenta que estos fundamentos filosficos de la Psicologa sean explcitos. No deben ser entendidos como una serie de condiciones restrictivas para su ejercicio o como una especie de contrato a cumplir por los profesores, quienes al menos deberan respetar ciertos principios. En algn caso particular podran funcionar de esta manera, pero no sera lo deseable porque, en esa situacin, se habra perdido lo ms importante. La tradicin filosfica en la que se enmarca una carrera es, ms bien, una fuente vital, que no restringe sino que gua y alimenta.

Esta fundamentacin es particularmente importante no slo por tratarse de una universidad catlica como la nuestra, sino por corresponder a una carrera de psicologa. En efecto, asistimos a la coexistencia, en distintos lugares, de modelos de psicologa muy distintos y hasta opuestos entre s. Estudiar psicologa puede significar actividades muy diferentes segn cul sea el lugar y el punto de vista con el que se lo haga. En la prctica, se trata casi de carreras distintas. Los modelos psicoanaltico, existencialista y cognitivo, entre otros, conviven en la prctica y en ocasiones pretenden invalidarse mutuamente.

En buena medida, las crisis y desafos de las distintas escuelas psicolgicas son de naturaleza filosfica. Por este motivo, reflexionar sobre los fundamentos filosficos de la carrera no implica slo buscar un principio regulador externo sino una ayuda y orientacin intrnseca indispensable en un momento de desorientacin como el actual.

Por una feliz circunstancia, recurrir a la tradicin filosfica propia de la carrera de Psicologa en esta Universidad no implica slo remitirse a las inagotables fuentes antiguas o medievales, sino tambin aprovechar el giro personalista de la filosofa contempornea, posterior al idealismo y al positivismo del siglo anterior.2) En efecto, el siglo XX comienza con un variado despertar del inters filosfico y cultural por la persona, por lo que se retoman en forma explcita o implcita, en un contexto distinto que implica perspectivas tambin distintas, tesis de San Agustn, Santo Toms de Aquino, Pico della Mirandola, Pascal, etc.

El personalismo en sentido estricto comenz a desarrollarse en las dcadas del 20 y del 30 por la iniciativa del filsofo francs E. Mounier. Mounier propona un personalismo comunitario opuesto tanto al individualismo capitalista como al colectivismo marxista. Entre sus seguidores, se destaca J. Lacroix.

Este personalismo inicial, cercano a las cuestiones polticas y sociales, entra en crisis al cabo. Sin embargo, esto no supuso su muerte. P. Ricoeur ha escrito que muere el personalismo, vuelve la persona. En efecto, los aos siguientes nos muestran un creciente y multiforme inters por la persona que, claro est, influy en la Psicologa.

Sin pretender agotar la enumeracin de autores ni realizar una clasificacin muy precisa, cabra citar, en primer lugar, a los cultores de un personalismo dialgico, como F. Ebner, G. Marcel, M. Buber, M. Nedonclle, E. Levinas, Roseznweig, A. Lpez Quints.

Asimismo, han desarrollado un personalismo desde la fenomenologa, M. Scheler, E. Stein, K. Wojtyla, G. Seifert, J. Crosby, D. v. Hildebrandt. P. Ricoeur y L. Pareyson han asumido una perspectiva hermenutica. J. Maritain, R. Guardini y X. Zubiri (como tambin los citados E. Stein y K. Wojtyla) han hecho explcitos los fundamentos metafsicos que todo personalismo reclama.

3) Puede hallarse un denominador comn a esta variedad de enfoques y tradiciones. Estos principios comunes constituyen el fondo filosfico que puede nutrir -y de hecho, en parte ha nutrido- a la psicologa contempornea. Al mismo tiempo, brindan la clave interpretativa de toda una serie de encrucijadas que ella enfrenta.

Podran enumerarse estos fundamentos en forma tentativa:

a) Incomunicabilidad ontolgica: no todos los personalismos contemporneos han hecho explcito su fundamento metafsico. En general porque, en ocasiones, su oposicin a los racionalismos conduce a algunos autores a rechazar la metafsica en bloque. No obstante esto, permanece en pie que existe un fundamento metafsico indispensable. Los personalismos que lo han negado han padecido perplejidades y contradicciones. Una de las caractersticas de la filosofa de nuestra universidad es la posibilidad de hacer explcito ese fondo ontolgico. La tradicin tomista -y, en general, la propia de la Filosofa Cristiana- cumple una funcin invalorable en este sentido.

El ser de la persona tiene la mxima incomunicabilidad ontolgica por ser espiritual. En efecto, un ser espiritual es el resultado de una decisin definitiva de Dios. Segn Sto. Toms, su ser es necesario, no contingente. El ser de una substancia material tiene algo de provisorio: fue otorgado por Dios a un compuesto material de tal forma que, cuando ese ser material sufre un cambio substancial, se pierde dicho ser. El ser espiritual, en cambio, que no puede dejar de ser por un cambio substancial, es el resultado, por lo tanto, de una eleccin divina irreversible. Por eso, toda persona es nica e irrepetible y, en cierto sentido, eterna. Este querer definitivo de Dios convierte al hombre en un dios segundo, milagro del Dios primero, segn palabras del filsofo renacentista T. Campanella.b) Estructura: la persona humana es un espritu encarnado. Esto no significa que el espritu sobrevenga al cuerpo como una capa superficial sobre un fondo oscuro o animal. Por el contrario, lo superior del hombre es, tambin, lo ms profundo. El centro de la persona es espiritual e ilumina todas sus otras dimensiones. Lo catico o desordenado que pueda darse en un hombre concreto no es lo ms profundo u originario, sino el resultado de una cierta prdida de unidad, en la cual una dimensin del hombre se desva al independizarse de su propio centro. La tradicin religiosa y filosfica llam corazn a este centro en el que se unen lo vegetativo, lo sensitivo y lo espiritual y, por otro lado, lo afectivo y lo cognoscitivo. El hombre, por lo tanto, es una unitas multiplex (la expresin es de V. Frankl). Posee distintas dimensiones ntimamente relacionadas. La dimensin psicolgica se distingue de la espiritual. Los problemas psicolgicos no son problemas morales. Pero, como lo psicolgico est relacionado con lo espiritual, todo psiclogo debe ser en cierta medida tambin pneumatlogo.

La corporeidad humana, a su vez, no consiste en una mera mquina material a disposicin de una mente, sino que es penetrada por la espiritualidad, de tal modo que es ms que material. Posee dimensiones simblicas, expresivas, ticas. Los problemas psicolgicos no se reducen a problemas fsicos. Pero, como tambin estn relacionados, todo psiclogo ser en parte somatlogo.

El modelo antropolgico del siglo XIX, por el contrario, identific lo profundo del hombre con lo inferior y, a su vez, a lo superficial con lo superior. Algunas corrientes psicolgicas, an valorando ms lo superior que lo inferior, sin embargo lo ubicaron en una capa cortical del hombre. De esta forma, asumieron en el fondo la postura que pretendan criticar.

c) Comunicabilidad operativa: esta unicidad e irrepetibilidad de la persona humana es el fundamento de que las relaciones que entabla posean la mxima hondura. Si un ser nico e irrepetible se comunica con otro, esta relacin poseer un carcter especialsimo y no ser determinada slo por caractersticas genricas o especficas, sin sobre todo individuales.

La creacin de la persona humana por parte de Dios es una apelacin o llamado individual y nico. El hombre es dialgico en su ser ms profundo. Est llamado, pues, a realizarse en el dilogo. Posee una mxima interioridad -desarrollando una intimidad- que necesita del contacto con otra interioridad.El personalismo dialgico ha estudiado de forma particular esta dimensin del hombre.

Tngase en cuenta que para un modelo antropolgico en el que lo ms profundo del hombre no sea individual y espiritual sino, por el contrario, lo genrico y pulsional, el dilogo no podra constituir una dimensin esencial. Por el contrario, en este supuesto las relaciones humanas son una amenaza exterior difcil de asumir, que modifica al hombre slo en su superficie.

Por los motivos apuntados, el lenguaje pasa a ser visto como una realidad de una densidad propia y coesencial al hombre. Si el ser del hombre es dialgico, el lenguaje lo reflejar en forma privilegiada. d) Mtodo: el mtodo adecuado para acceder a la realidad de la persona en tanto tal no puede reducirse al propio para conocer slo una de sus dimensiones, como la corporal. En lenguaje del personalismo, no debe tomarse como modelo nico el conocimiento propio de lo csico. El mtodo, por el contrario, debe permitir relacionarse con una interioridad sin deformarla ni quitarle su propia subjetividad. En otras palabras, debe consistir en una objetividad de lo subjetivo -y tambin de lo intersubjetivo.Distintas corrientes contemporneas representan un intento de acceder a esta dimensin de la persona. La fenomenologa y al hermenutica, por ejemplo, pueden ser vistas desde esta perspectiva.

e) Inteligencia: a un ser necesario, que vale por s mismo, corresponde una capacidad de conocimiento de las cosas por s mismas. La inteligencia puede ser vista como el ncleo profundo de las potencias humanas de conocer, que brota del mismo ser personal. Para ser entendida de esta forma, debe retomarse la idea clsica de intuicin o intellectus, y no ser reducida a sola razn discursiva o ratio. El reconocimiento de este alcance de la inteligencia humana permite entender su funcin existencial y directiva de la vida, as como integrarla sin oposiciones a la afectividad y a la sensibilidad. Un conocimiento apasionado no ser por ello menos objetivo; si esa pasionalidad est penetrada por el conocimiento que le brinda su medida, se tratar de un conocimiento ms penetrante, en el que est involucrado. Tanto el racionalismo como su reaccin, el irracionalismo, por el contrario, implicarn cierto nivel de desintegracin en la persona. f) Voluntad: a un ser que vale por s mismo y que se despliega en un conocimiento de las cosas por s mismas, tambin le corresponde una capacidad de querer las cosas -y en particular a las personas- por s mismas. Este poder de amar es la voluntad. As como la inteligencia no deba reducirse a razn, la voluntad tampoco debe ser identificada con la sola voluntad efectiva o fuerza de voluntad, sino que tambin existe en los hombres una voluntad afectiva, previa a la anterior. El amor, por tanto, como acto de esta voluntad -adems de serlo tambin, a otro nivel, integrado a ste, de las potencias sensitivas- ocupa el lugar central en el obrar humano y en la realizacin de la persona. Los problemas psquicos y espirituales ms de fondo suelen estar relacionados con el desorden o la falta de amor. g) Libertad: si el ser de la persona vale por s, si por la inteligencia conoce a las cosas por s mismas y si por la voluntad las ama por s mismas, el obrar propio de la persona debe ser un obrar por s misma. Esta propiedad de la persona de obrar por s misma, de tener su vida entre sus manos, es la libertad. La existencia humana tiene, por lo tanto, su dramatismo. Puede cumplirse o evadirse. El desarrollo humano -incluido el psicolgico- no es la sola consecuencia de factores externos o biolgicos internos. En buena medida, depende de una serie de decisiones.

h) Historicidad: este dramatismo de la vida nos abre a su historicidad, tanto individual como social. Tanto nuestra vida como la de la sociedad tienen un curso, son dinmicas. No se encuentran en la situacin ideal, sino que sta es un punto de llegada al cual se tiende, a veces en medio de tensiones, obstculos y sufrimientos. La confianza en el fin bueno de la existencia ms all del mal que a todos aqueja es distinta del optimismo superficial que minimiza la terribilidad del mal (defecto en el que pueden incurrir ciertas psicologas positivas no muy fundamentadas). Se diferencia tambin esta postura de la visin trgica, que sostiene que todo va a ir mal, porque el mal es la misma realidad humana. El mal, en otras palabras, sera aqu ontolgico en lugar de histrico. La postura personalista ofrece una esperanza madura, conciente del dramatismo de la vida y equidistante del optimismo superficial y de la mentalidad trgica.4) Una prueba de que estos fundamentos filosficos -aqu apenas esbozados- constituyen una referencia ineludible para la psicologa, es que las distintas corrientes psicolgicas pueden ser evaluadas a su luz. Estas ideas constituyen un criterio indispensable, que cobra mayor relevancia en la actual crisis de paradigmas.

Podran considerarse desde este punto de vista las distintas lneas psicolgicas imperantes en nuestra Facultad en la actualidad.

Por una parte, la doctrina que podramos llamar, en trminos generales, existencialismo o logoterapia, es la ms explcitamente filosfica y adopta, segn los casos, algunos o la mayora de los principios de la antropologa y de la metafsica personalista. Sus riesgos son los mismos que los del personalismo mismo. ste posee una esplndida y temible ambigedad, en palabras de Alfonso Lpez Quints. Esplndida, porque ninguna consideracin de una creatura libre debe pretender obtener el tipo de certeza propio de las ciencias naturales. Esta ambigedad es signo de la trascendencia de la persona. Temible, porque se corre el riesgo de que estas doctrinas se transformen en una prdica inespecfica, espiritualista, vivencialista o vaga. Por este motivo, uno de los desafos de estas corrientes es el de desarrollar un mtodo cientfico autntico, que no traicione su objeto y d cuenta de la riqueza del sujeto.

Es muy probable que el futuro del psicoanlisis dependa, en gran parte, de la superacin de la filosofa del siglo XIX (romanticismo, positivismo materialista) a la que se encontr unido desde su nacimiento. Podra verse la historia del psicoanlisis postfreudiano como un proceso de tensin y purificacin de ese lastre negativo, que permiti redescubrir y utilizar con mayores frutos los elementos personalistas que existan -debilitados por la filosofa- en algunos aspectos de la clnica psicoanaltica.

La psicologa cognitiva hace su aparicin como un nuevo paradigma de la psicologa cientfica, con pretensiones de reemplazar a los anteriores. Sin embargo, esta novedad y esta frescura podran ser slo aparentes en la medida en que recaiga en el materialismo del siglo XIX que el mismo psicoanlisis estaba superando. Puede tener consecuencias muy negativas este error epistemolgico de confundir con lo cientfico lo que, en realidad, es una filosofa implcita superficial. Le cabe a la psicologa cognitiva, entonces, el desafo de integrarse a una reflexin antropolgica y metafsica profunda, que permita alimentar -en lugar de esterilizar- sus importantes desarrollos y descubrimientos.5) En resumen, puede decirse que disponemos de una tradicin filosfica de gran riqueza, que se ha revitalizado y desarrollado en la poca contempornea, en el conjunto de doctrinas que podramos llamar personalismo. La conciencia de esa relacin con los fundamentos filosficos siempre ha sido una de las fortalezas de nuestra carrera. El cultivo de esa reflexin puede ser la piedra de toque de su desarrollo futuro.

RICOEUR P. (1983), Meurt le personnalisme, revient la personne: Esprit, enero.

Esto implica que existe aqu una causalidad desde arriba hacia abajo y otra desde abajo hacia arriba. El aristotelismo (asumido por Sto. Toms de Aquino) explicaba esta relacin en base a su teora hilemrfica y a la distincin entre causalidad material y causalidad formal. El reconocimiento de esta doble causalidad tiene consecuencias clnicas muy importantes.

Santo Toms llamaba a estas dos dimensiones de la voluntad voluntas ut ratio (voluntad racional) y voluntas ut natura (voluntad natural).

Sigmund Freud ha recibido esta cosmovisin de autores como Schopenhauer y Nietzsche. Su doctrina de la pulsin de muerte obedece, en buena medida, a una motivacin filosfica.

Lpez Quints A., El pensamiento dialgico y su fecundidad: BURGOS J.M., CAAS J.L. et al. (eds.) (2006), Hacia una definicin de la filosofa personalista. Madrid: Palabra, p. 117.