jorge luis borges y henry james o la soledad mestizada de do

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Jorge Luis Borges y Henry James o la soledad mestizada de dos escritores intranjeros Jean François Daveti Université Paris VIII Borges enseñó la literatura norteamericana a los estudiantes porteños e inició al joven público norteamericano en los placeres de los textos argentinos. Simboliza un cosmopolitismo que durante más de 80 años lo llevará a frecuentar un sinnúmero de literaturas y de autores, antes de terminar su vida en Ginebra, su Ginebra, la de El Otro, la que acoge en sus años de adolescencia, sus amistades, sus amores frustrados, pero también la de Los Conjurados, donde se mezclan el desencanto de los últimos instantes, la búsqueda confusa y febril de un modelo de hermandad a la vez utópico, desusado y conmovedor. Escritor paradójico, casi indiferente a las simbiosis raciales que han podido conocer ciertos países de América, Borges, en su visión a veces anacrónica del mundo, no habrá cesado de identificar casi exclusivamente Estados Unidos con Nueva Inglaterra, dando la impresión, con razón o sin ella, de vivir en un universo reducible al solo mundo occidental, a imagen de aquellos griegos antiguos que limitaban el cosmos a Grecia. Niega el influjo del contexto (político e histórico) en la literatura, citando a menudo la frase de Whistler, «Art happens», afirmando que el arte es independiente de toda contingencia. Sin embargo, a imitación del Mark Twain de Huckleberry Finn (1885), quien asienta definitivamente la escritura norteamericana en su especificidad, Borges intentará afirmar con fuerza, en su juventud, su americanismo. Es la época de Inquisiciones, El Tamaño de mi esperanza, El Idioma de los Argentinos y Evaristo Carriego. No logra verdaderamente imponer su modelo, basado en un criollismo urbano y en la figura del compadre. Recupera las isotopías del duelo y del coraje constitutivos del gaucho e intenta quitarle su importancia a éste en el proceso de identificación nacional. Al mismo tiempo, anuncia con perspicacia la hora de los escritores sudamericanos. Recalca «la influencia irrecusable que los norteamericanos

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Jorge Luis Borges y Henry James o la soledad mestizada de dos escritores intranjeros

Jorge Luis Borges y Henry James o la soledad mestizada de dos escritores intranjerosJean Franois Daveti

Universit Paris VIIIBorges ense la literatura norteamericana a los estudiantes porteos e inici al joven pblico norteamericano en los placeres de los textos argentinos. Simboliza un cosmopolitismo que durante ms de 80 aos lo llevar a frecuentar un sinnmero de literaturas y de autores, antes de terminar su vida en Ginebra, su Ginebra, la de El Otro, la que acoge en sus aos de adolescencia, sus amistades, sus amores frustrados, pero tambin la de Los Conjurados, donde se mezclan el desencanto de los ltimos instantes, la bsqueda confusa y febril de un modelo de hermandad a la vez utpico, desusado y conmovedor. Escritor paradjico, casi indiferente a las simbiosis raciales que han podido conocer ciertos pases de Amrica, Borges, en su visin a veces anacrnica del mundo, no habr cesado de identificar casi exclusivamente Estados Unidos con Nueva Inglaterra, dando la impresin, con razn o sin ella, de vivir en un universo reducible al solo mundo occidental, a imagen de aquellos griegos antiguos que limitaban el cosmos a Grecia. Niega el influjo del contexto (poltico e histrico) en la literatura, citando a menudo la frase de Whistler, Art happens, afirmando que el arte es independiente de toda contingencia. Sin embargo, a imitacin del Mark Twain de Huckleberry Finn (1885), quien asienta definitivamente la escritura norteamericana en su especificidad, Borges intentar afirmar con fuerza, en su juventud, su americanismo. Es la poca de Inquisiciones, El Tamao de mi esperanza, El Idioma de los Argentinos y Evaristo Carriego. No logra verdaderamente imponer su modelo, basado en un criollismo urbano y en la figura del compadre. Recupera las isotopas del duelo y del coraje constitutivos del gaucho e intenta quitarle su importancia a ste en el proceso de identificacin nacional. Al mismo tiempo, anuncia con perspicacia la hora de los escritores sudamericanos. Recalca la influencia irrecusable que los norteamericanos han ejercido y ejercen en la literatura europea (1) as como el alcance universal de Emerson , Walt Whitman y Poe.

Unos cuarenta aos ms tarde, en Introduccin a la literatura norteamericana, insiste en los fundamentos teolgicos y puritanos de la nacin americana; subraya la importancia de una aproximacin esttica y la preeminencia del individuo, mientras celebra Estados Unidos como primera democracia de los tiempos modernos. Se detiene en el Transcendentalismo, en su carcter polifactico que abarca teologa, poesa, educacin, utopas comunitarias. El movimiento, cuyo mascarn de proa es Emerson, brota en reaccin contra la escuela de teologa de Harvard, acusada de reflejar la imagen de una sociedad petrificada, alejada de las realidades democrticas del momento y de los ideales revolucionarios frente a la ola del capitalismo naciente. Desemboca sobre una antinomia ambigua que junta poltica y mstica, solipsismo y universalismo, edificacin de las masas y ejemplaridad de los hroes del pensamiento. Tambin vuelve a encontrar la inspiracin alegrica de los telogos del siglo XVII. Procede de aquella Nueva Inglaterra predilecta de Borges y que tanto tiene que ver con la Old England. Tal es, en parte, el mantillo sobre el cual crecen las obras de Borges y James. En su prlogo a La Humillacin de los Northmore de James, Borges destaca el cosmopolitismo de este neoyorquino educado sucesivamente en Inglaterra, Francia e Italia, la multiplicidad de sus centros de inters, el fracaso de sus tentativas de escritura teatral y la relativa indiferencia con que la crtica britnica acoge su produccin literaria. Seala que se radic en Inglaterra a los veintisis aos; los viajes casuales que emprendi hacia Amrica lo llevaron a lo mximo hacia Nueva Inglaterra. En sus dilogos con Osvaldo Ferrari (2), Borges hace recordar a su interlocutor que James, si bien nunca fue considerado por sus contemporneos como un americano, tampoco fue aceptado como un europeo de pleno derecho. Esa ambigedad infiltra toda la obra, compuesta sobre la oposicin entre la moral convencional artsticamente estril de Estados Unidos y el bullicio intelectual de las metrpolis europeas amenazadas insidiosamente por la decadencia moral.

Hecho revelador, Borges incluye a James en su Introduccin a la literatura inglesa en la que le dedica una pgina y quien vuelve a figurar en Introduccin a la literatura norteamericana donde se hace hincapi en los relatos cortos, juzgados superiores a las novelas. Borges describe de manera sinttica un trayecto que va desde las relaciones entre europeos y americanos hasta una temtica ms universal, la de la perplejidad humana ante el universo (3). Ese dilema, en el que se debati James lo asemeja a Borges. El escritor argentino se encuentra tambin apartado dentro del mbito literario latinoamericano. Pobl su soledad con Poe, Emerson, Melville, Thoreau, anteriores a la novela, al realismo. Celebr el culto a los antepasados y cultiv la pica durante toda su vida. Recibi una educacin inglesa marginal en el Ro de la Plata, donde las lites tradicionales solan impregnarse de cultura francesa. Se puede decir de Borges que es un escritor americano en el sentido de que a imitacin de aquellos, tiene que asumir su condicin de expatriado del interior; se mueve en un espacio intelectual que poco tiene que ver con el mundo referencial, si no es para invertirlo, subvertirlo o pervertirlo. Acechado por el infinito, se refugia en una literatura del solipsismo. Borges y James son paradigmticos de esta soledad del escritor americano, debida a la ausencia de un entorno cultural estable que constituyera una referencia comn:

Hemos nacido americanos- hay que aceptarlo. Considero que es una gran ventaja, y pienso que ser americano es un medio excelente para adquirir cultura. Como raza, poseemos excepcionales disposiciones y me parece que superamos a las razas europeas ya que podemos, de un modo ms independiente que ninguna de ellas, interesarnos por formas de civilizacin ajenas, podemos ser exigentes, en fin (en el mbito esttico) podemos reivindicar nuestro bien sea donde sea que lo encontremos. (4)

Al estar en posicin acentuada de desfase con respecto a una sociedad que no corresponde a sus mayores aspiraciones, se niegan a pintarla. Entonces, arman un mundo ficticio de alcance metafsico, moral, allegado a los mitos bblicos y cristianos, a una actitud transcendentalista y alejada de todo realismo. Cada texto encierra su enigma, su paradoja, su bsqueda espiritual.

Cmo no pensar aqu en los relatos alegricos de Hawthorne -verbigracia Wakefield- condicionados por la huella puritana en un mundo de castigos enigmticos y de culpas indescifrables? (5). Cmo no pensar tampoco, y sobre todo, en el prefacio de Un retrato de mujer, en que James compara la ficcin a un edificio dotado de un nmero infinito de ventanas, a las que se asoma el escritor, pero al que le hace falta una puerta callejera para liberarse? Las biografas de Borges y James comparten esa soledad esencial del escritor americano. A una toma de conciencia desde el interior en el caso de Borges, corresponde un estatuto de expatriado para James. Quisiramos ahora averiguar cmo ambos transcienden en un plano esttico su condicin propia.

Siempre en el prlogo a La Humillacin de los Northmore, Borges nota la extraeza de esta obra. Ubica a James al lado de los profesionales de lo irreal que son Kafka, Melville y Lon Bloy. Segn l, la especificidad del texto jamesiano estriba en una extraeza a primera vista insignificante, debida a omisiones perfectamente calculadas, que fomentan ambigedad y prdida de identidad.

En La Esquina alegre (The Jolly Corner), un hombre, Spencer Brydon vuelve a Nueva York tras 33 aos de ausencia en Europa y se pregunta con insistencia quin hubiera podido ser al quedarse en la ciudad. Su casa nativa de Manhattan, espacio aislado, pronto se transforma en un espantoso espacio laberntico, en el que yerra su doble. El protagonista duda constantemente de su presencia al mismo tiempo que el lector ignora si las visiones invaden el mundo referencial o si por lo contrario, Brydon est penetrando un mundo de fantasmas. De esta red de incertidumbres, concretada por un sinnmero de puertas del que consta la casa, nace lo fantstico. ste a su vez permite preguntarse sobre el fenmeno de la identidad.

La coyuntura que sostiene el relato de James, es un elemento estructural que revela las mltiples visiones metafricas del destino. James deja que su personaje se encierre dentro de su propio mundo imaginario. La asombrosa multiplicacin de puertas debida, como lo seala no sin humor James, a un fenmeno de moda en la poca de la construccin de la casa, prepara el estado de alucinacin del protagonista. Estas puertas, suerte de ajuste simblico del paso progresivo de lo real hacia lo super numerario, del exterior hacia el interior, acompaan un lento proceso de cosificacin de la persona, un vrtigo de la conciencia. Brydon est totalmente sometido a la configuracin espacial, a esta esquina alegre, en la que las puertas, proyecciones de su conciencia acaban por apostrofarlo cmicamente. La lucha interior desemboca primero sobre una renuncia. La imposibilidad de penetrar este mundo fantasmal impide el acceso a la memoria y se traduce por una contraccin, un estrechamiento del tiempo que figura el decurso de una vida fatalmente limitada. Espacio, tiempo e identidad flaquean y se desvanecen. Como Borges, James cree en un pasado y un futuro modificables que intenta dramatizar. La aparicin de su doble, en el que no se reconoce, que lo espanta, confirma la inexistencia de una identidad propia. La onirognesis, (recordemos que la misma visin ocupa, en el mismo momento, el sueo de Alicia Staverton, amiga de Brydon), refuerza la incertidumbre en cuanto a la naturaleza de la interpenetracin entre mundo virtual y real, entre el mundo fantasmal y el humano. Brydon encarna la oposicin entre lo accidental y lo esencial, entre ser y devenir. Intenta sitiar, rodear a su propia alteridad que acaba por acosarlo, por arrinconarlo literalmente. Llevndolo hacia un estado avanzado de alucinacin, su bsqueda lo deja sin respuesta. El desvanecimiento de Brydon, que marca el final de su odisea acerca de la identidad, sugiere esa misma Nadera de la personalidad borgeana.

En este artculo, Borges intenta demostrar la incongruencia de la nocin de personalidad para sacar algunas consecuencias estticas. Afirma la negacin del yo como conciencia unificadora, considerndolo como un estado presente, determinado por una situacin particular, en un momento particular. Adems, la memoria es incapaz de asentar al yo, ya que slo produce olvido y deformacin del pasado. No es en absoluto una estratificacin exhaustiva de momentos presentes y de estados anmicos aleatorios procedentes de la contingencia. Esta oposicin entre lo uno y lo mltiple, Borges piensa resolverla uniendo las paradojas, fusionando los contrarios y presentando la individualidad movediza, inestable, huidiza y, de hecho condenada a tambalear segn las circunstancias. Echada afuera de un pasado imposible de alcanzar, fuese por intermedio de la memoria, proyectada sin cesar hacia un futuro igualmente ilusorio, la individualidad participa de un movimiento perpetuo que es preciso abarcar bien que mal. Luego, volviendo sobre la esttica del siglo XIX, Borges reafirma que fue la de la subjetividad triunfadora, de la ilusoria aprensin por intermedio de la palabra, de una realidad una e indivisible, a la que opone irnicamente un espacio meta ficticio, procedente de la lectura. Considera al hroe realista como una individualidad ametafsica, cuya sombra basta para aplastar el espacio limitado de una sociedad que pretende ser el nico cosmos posible. Antes que inscribir a su protagonista dentro de una esfera sociolgica, prefiere el campo metafsico, en el que ya no es ms la duracin, el tiempo devorador, sino el instante fugaz, incierto, lbil el que podra en rigor revelarle de manera milagrosa su razn de ser.

Estas virtualidades jamesianas, estas soluciones imaginarias (recordemos que se trata del hombre que Brydon hubiera podido ser, al haberse quedado en Nueva York), Borges las explota de manera hiperblica, desde un punto de vista personal y autobiogrfico en "Borges y yo" y "El Otro". A la coyuntura de James, corresponde la conjetura de Borges. Con El Otro, Borges, imagina un encuentro entre el joven y el viejo Borges, y despoja su fantstico de todo espanto. Fiel a su concepcin elstica del tiempo, escoge una forma de dilogo que acerca dos ocurrencias efectivamente realizadas. Superando la extraeza que experimenta para el adolescente que fue en aquellos aos, logra transformar el relato en un lugar de conversacin refinado que gira en torno a un conflicto de generaciones. Humor distanciado e irona, permiten exponer de manera difractada una axiologa y una esttica. Desengaan el concepto de texto sagrado e imponen un relativismo mordaz, que se repite con una incansable regularidad a lo largo de toda la obra. Relato seudo etiolgico, El Otro bebe en las fuentes del mito personal para denunciar mejor su naturaleza quimrica. Es la crnica de un intento abortado de juntar dos fragmentos de una misma persona. Espacio textual en el que la alegora le gana de mano al smbolo, enuncia con brillo la nulidad y la insignificancia del yo, del continuum ontolgico. Para Borges, slo la literatura puede colmar esta grieta enorme. Es lo que lo justifica.

La leccin del maestro (1888), trata de los tormentos propios a la creacin literaria. Expone la relacin entre el escritor y la crtica o el pblico. Plantea el problema de la posicin econmica y social del escritor. Siguiendo los consejos de un maestro, Henry St George, incapaz de contentarse con un pblico limitado, y que reconoce haber sacrificado su obra a cambio de una vida mundana dirigida del todo por su mujer, un joven escritor, Paul Overt renuncia a la mujer que ama, Mrs Fancourt y se aleja de Londres dos aos para dedicarse plena y enteramente a su obra. Al regresar, Overt se entera de que se han casado Saint George y Mrs Fancourt. Este guin, que no supera una mera obra de teatro ligero, vale por la escenificacin de la ilusin, de lo oculto. Socava los cimientos de la percepcin. Relato costumbrista, denuncia la superficialidad de la vida londinense que no permite profundizar la meta artstica. Nos ensea a un Saint George veleidoso que va de inauguraciones en exposiciones y confiesa ser acaparado por lo mundano. Demasiadas cosas! Demasiadas cosas!, exclama y repite St George. La cosa, palabra clave del lxico jamesiano, (6) metaforiza ese especie de perdido-recuperable que infiltra el texto con insistencia. Se adentra a hurtadillas, inquieta al personaje y se cierne sobre la integridad del texto, amenazado continuamente con la dlitescence fuera de lo fantstico, y con la revelacin de que constituye su propio secreto. Tambin es cuestin aqu, de la renuncia a cierta existencia posible, a ciertos accidentes. El lector tiene la impresin de que al aconsejar la ascesis a su discpulo, adems de urdir una intriga que lo aleja de Mrs Fancourt, St George concreta de manera oculta y por poderes, a semejanza del mago de Las Ruinas circulares de Borges, uno de sus posibles destinos, que no pudo nunca realizar. Es emblemtico de la situacin del escritor no slo con respecto a sus personajes, sino tambin de la figura del propio autor, que est perfilndose detrs de la mscara de la ficcin. Saint George es la exacta inversin de James, que en Borges, ilustra la puesta en tela de juicio de la concepcin bohemia del artista y del triunfo fcil; Flaubert y Henry James nos han acostumbrado a suponer que las obras de arte son infrecuentes y de ejecucin laboriosa (7), afirma el comentarista de Examen de la obra de Herbert Quain.

La verdad de un hombre estriba en primer lugar en lo que oculta afirma un viejo dicho annimo que hubiera podido ser el epgrafe de La imagen en la alfombra (The Figure in the Carpet). El relato evoca, ms all de las relaciones entre el escritor y la crtica, el misterio del proceso creativo. Un joven crtico, el narrador de la ficcin, se asombra cuando se entera, de la propia boca del gran novelista Hugh Vereker, de que el artculo que le dedic a su ltimo libro, prescinde por completo de lo esencial. Luego Vereker le explica que su obra se basa en un pequeo hallazgo, un motivo desarrollado de libro en libro, que le parece evidente, pero que la crtica nunca ha notado. La entrevista entre Vereker y el narrador-crtico registra sobre el modo humorstico, la impotencia del periodista y su insistencia fuera de lugar frente al secreto que preside a la elaboracin de toda obra de arte. Esa bsqueda de verdad exagerada asimila el crtico a una forma hiperblica de lector ms cercana del perro rastreador o del detective que del esteta. Le niega toda dimensin hedonista a la lectura, la reduce al simple ejercicio de la racionalidad, del logos. Notemos de paso que una banal historia de crtica literaria es capaz, bajo la pluma de un Henry James, de provocar muchos estragos. Poco despus de la mitad del relato, el ritmo se acelera. Tras un largo viaje iniciador a las Indias, Corvick, amigo del narrador, quien ha penetrado el secreto, y su mujer a quien lo ha comunicado, se mueren sin trasmitirlo a nadie y dejando al narrador en el ms profundo estado de desesperacin. Afirmando la primaca de una forma de verdad, no una verdad coherente y central, sino ms bien lateral y dividida, para retomar las palabras de Thomas de Quincey, el texto jamesiano arguye el fracaso de toda revelacin absoluta. Refuta de antemano su carcter mstico y se refugia dentro del esoterismo, entendido como enseanza reservada a una minora de discpulos. De la misma manera que Saint George le propona a Overt escribir slo para un puado de personas (dos o tres), Vereker considera que slo puede comentar su obra un crculo limitado cuyo acceso permanece supeditado a la aprobacin del maestro. Ms que una crtica, James instaura aqu una metafsica del texto, una teora del conocimiento de ste, intuitiva y suprarracional, trascendental. Su philosophia perennis somete a discusin la realidad del secreto entendido como aclaracin a toda costa. Admite la impotencia del pensamiento, la necesidad de callar lo indecible. Entonces, la derrota del narrador, en ese timo que lo opone al autor intratextual, consiste esencialmente en creer que ignorar el secreto - si es que hay un secreto nico!- equivale a la incapacidad de legitimarse como lector.

En su Eplogo a El Hacedor, Borges relata la alegora de un hombre que se propone dibujar el mundo y al que antes de morir le est revelado que slo ha dibujado su rostro. Como los de James, los textos de Borges son metaficticios, son discursos sobre el lenguaje, lo inefable. Demuestran que es el habla la que condiciona, en ltima instancia, la ndole fantstica de la ficcin. En El espejo y la mscara, la absoluta, la infinita belleza que encierra un poema provoca el suicidio del poeta y la huida del rey que de repente se vuelve vagabundo. Este texto, metafrico del recorrido literario de Borges, escenifica las muertes simblicas del joven ultrasta o del escritor nacionalista que encontraremos dramatizado de nuevo en El Sur. El personaje realiza dentro del texto, la cristalizacin de unas mscaras de orgenes diversos (literarias, espaciales, temporales, metafsicas) entendidos como los diferentes modos de actuar de su autor, portador de una verdad que lo destruye y que enfrenta por medio de la literatura. Dahlmann, en El Sur, asume una dimensin autobiogrfica. Simboliza el Borges de la poca de ensayos tales como La Pampa y el suburbio son dioses por poco que dentro del trozo siguiente, se quiera sustituir Borges a Dahlmann y el espacio literario borgeano de los aos veinte y treinta al paisaje del Sur:

Alguna vez durmi y en sus sueos estaba el mpetu del tren. [...] Tambin el coche era distinto; no era el que fue en Constitucin, al dejar el andn: la llanura y las horas lo haban atravesado y transfigurado. Afuera la mvil sombra del vagn se alargaba hacia el horizonte. No turbaban la tierra elemental ni poblaciones ni otros signos humanos. Todo era vasto, pero al mismo tiempo era ntimo y, de alguna manera, secreto. En el campo desaforado, a veces no haba otra cosa que un toro. La soledad era perfecta y tal vez hostil, y Dahlmann pudo sospechar que viajaba al pasado y no slo al Sur. (8)

Entonces, nos parece que la muerte de Dahlmann significa el entierro del escritor del criollismo urbano. El Sur representa la imposible aproximacin y la no menos imposible reconstitucin de un pasado caduco que sera acrnico querer exhumar, como lo atestigua la imagen hiertica y atemporal del protagonista, en medio de la llanura, como un daguerrotipo de antao (9). Es una de las posibles significaciones de la muerte de Dahlmann, especie de fantasma literario que hubiera podido ser Borges, al no haber optado por un cambio de rumbo.

Se puede afirmar con fuerza la existencia muy temprana de una literatura americana cuya peculiaridad consiste en trabajar en la mezcla para entregar un texto teratolgico, trabajado por lo infinito:

El recurso al relato de fundacin, en el esquema puritano [...], significa la voluntad de reformar, regenerar la literatura europea en Amrica a partir del fragmento textual separado de ella. Esa recomposicin del lenguaje europeo inadecuado -alejado de la Palabra- exige que se retome sin cesar una actualizacin de la experiencia original e imposible de representar de la Fundacin: la exgesis infinita del texto en tanto como espacio y del espacio dentro del texto. (10)

Borges no dice otra cosa cuando intenta definirse como europeo: Nosotros somos unos europeos exiliados y adems exiliados lo suficientemente lejos [Subrayado nuestro] como para tener la visin de Europa (11). Se trata pues de la definicin de una americanismo estrictamente cultural y que sabe no poder prescindir de un pasado de una riqueza excepcional, al mismo tiempo que se otorga el derecho, sino el deber de una mirada crtica sin concesin hacia esa misma Europa. Asimismo Borges no elige entre Valry y Whitman sino que considera a ambos como smbolos de su continente con sus calidades y deficiencias, carencias que parodia en Pierre Mnard, autor del Quijote o El Aleph. El nacimiento del gnero fantstico americano corresponde a una prdida de puntos de referencia espaciales y temporales, culturales y a la bsqueda de un orden nuevo. Su misin consiste en dar cuenta de la ausencia considerada como objeto. Ensear la nadera, tal es la proeza del texto fantstico. Almotasim no revela nada, sino unos tenues reflejos de reflejos rebuscados de manera accidental; Pierre Mnard, el plagiario escapa de la ley y del tribunal; nadie ve a Hldick en El Milagro secreto terminar su drama y Aureliano, en Los Telogos perpetra una denuncia cuyos mviles quedarn para siempre desconocidos para sus contemporneos. Ms cerca de nosotros, Borges inscribe a Carriego dentro de la ecclesia invisibilis de las letras. Toma a broma ciertas prcticas pleitistas y echa a perder el todo interpretable ante el cual el texto se retracta. El estallido del espacio y del tiempo origina y favorece las utopas polimorfas del continente. Aislado, fragmentario y fragmentado, inasible por su tamao mismo, implica una subversin del orden europeo ordinario, al que se sustituye lo extraordinario, lo desmesurado de las Amricas que encarna Buckley, ese millonario megalmano y desdeoso, deseoso de sustituirse a la divinidad, creando un universo inverso al nuestro, y atormentado por la obsesin del secreto.

James construye Otra Vuelta de Tuerca (The Turn of the Screw), alrededor de una multiplicidad de misterios que envuelven a cada uno de los personajes. La discrecin es la norma que recorre todo el relato y condiciona su existencia. A partir del momento en que la narradora autodiegtica, un aya, rompe el pacto de buena conducta que reside en proteger a los nios, a partir del momento en que los interroga de manera brusca, el relato se desvanece, desaparece. La muerte del nio, Milton, al final de la ficcin dramatiza la desaparicin del texto, bajo el ataque de la interpretacin. Muerte del personaje y final de un texto que remite sin cesar a su propio funcionamiento coinciden perfectamente. Ya en el prlogo, el texto promete al lector, bajo el modo irnico del overstatement, ms y ms en cuanto a fantstico. Esa insistencia anuncia un texto autotlico que desenmascara la letra es decir el lenguaje como nico proveedor de lo fantstico. James prefigura a Borges, el cual sealar la frontera entre realidad y ficcin en un cosmos pensado de entrada como literario, y en el que la referencia bibliogrfica, real o apcrifa, condiciona la duda del lector. Otra Vuelta de Tuerca, con sus atosigadoras visiones de espectros, plantea tambin el asunto del conocimiento de la mirada ajena (en el caso la de los dos nios) y del punto de vista, constitutivos del relato. La bsqueda del aya se limita a dilucidar -sin lograrlo nunca- el grado de inteligencia, entre los nios y los espectros: de ah el sinfn de preguntas.Tal vez sean los nios seres sobrenaturales? Intentan juntarse con los espectros que les inculcaron el mal y podran destruirlos en cualquier momento? El lector encuentra de nuevo como en La leccin del maestro o La imagen en la alfombra la idea de que un individuo puede manipular a otro, pero retomada aqu de manera abismal. Manipularn los dos nios al aya, como sta lo piensa a veces? O ella ser objeto de sus propias alucinaciones? Acaso esas neurosis no traicionan un amor secreto e imposible de confesar? Existen realmente los espectros? Tantas preguntas que en ltima instancia recaen sobre el lector, convidado a despecho suyo a participar de este universo teratolgico donde el monstruo de lo indecible acecha en cada pgina. Comparte esta distancia insondable entre l y el mundo que experimenta el personaje y que materializan la ausencia y el duelo.

En Borges planea la presencia inquebrantable de los muertos y de sus secretos que quedan por desenterrar: Quain, Mnard, Hldick, Cartaphilus son unos cuantos espectros que ocupan el campo textual y se corresponden al aya o a los domsticos de Otra vuelta de tuerca, al retrato de la novela El sentido del pasado o al recuerdo de Corvick quien descifra, en La imagen en la alfombra un misterio esttico perdido para siempre. Depositario del manuscrito del aya de Bly, Douglas consiente a exhumarlo -no sin rodeos- para leerlo cun ceremoniosamente! a sus invitados. Un doble movimiento que tiende a toda costa a alcanzar el secreto y que al mismo tiempo lo protege, anima el texto. Douglas, intermediario entre el mundo de los espectros y de los vivientes, mediatiza la relacin al igual que los narradores-comentaristas de Borges, encargados de cultivar la memoria de los difuntos, pero tambin de extirpar su secreto. Existe sin embargo una diferencia esencial entre los dos universos. En Borges, el personaje no tiene en absoluto conciencia de la atmsfera fantstica en la que est sumergido. Es el punto de partida de situaciones aberrantes que l considera a priori usuales y que se empea en provocar y luego en prolongar, sin ningn lmite. La irnica sagacidad de un narrador con un grado de omnisciencia mudable, ayuda a entender sus actos, juzgados fantsticos slo por el lector. Por el contrario en James, el personaje se inquieta y se interroga continuamente -y con l el lector- por la condicin sobrenatural o no de su entorno. A la connivencia ms o menos natural entre el narrador y el lector que establece Borges, a despecho del personaje, James opone una identidad de situacin entre lector y protagonista.

* * *

En lo que atae al concepto de Amrica, se nota en Borges un desfase ntido. Aunque no tenga trminos bastante duros y excesivos para estigmatizar la falta de madurez poltica del continente sudamericano (12), es perfectamente consciente, y esto muy temprano, de la realidad de una vida cultural fidedigna: En El otro Whitman, denuncia la primaca de Europa y de Pars en el mbito artstico: Los hombres de las diversas Amricas permanecemos tan incomunicados que apenas nos conocemos por referencia, contados por Europa (13). Clausurar la serie de relatos cortos de Historia Universal de la Infamia con Hombre de la esquina rosada es afirmar de modo implcito la presencia real y deseable de una pica argentina dentro de la literatura universal. El texto que yo considero fundador de la potica borgeana, Sentirse en muerte, donde Borges afirma tutear la eternidad, remite claramente a un espacio americano: "La vereda era escarpada sobre la calle, la calle era de barro elemental, barro de Amrica no conquistado an". Es decir que aqu coinciden texto originario y continente de los orgenes. En El fin, cuento que rescribe el Martn Fierro, Recabaren acepta los rigores y las soledades de Amrica. El viaje que emprende Dahlmann hacia el Sur significa conquista y bsqueda de identidad. El infierno en el que se mueve, su estada en una clnica por unos das que se confunden con siglos, la indeterminacin entre sueo y realidad, la nebulosidad espacial, todo contribuye a borrar y a duplicar el esquema actancial y a inscribir el relato dentro de lo simblico alegrico. Pasamos del actor al arquetipo, del relato al mito. Al fin me encuentro con mi destino sudamericano piensa Francisco Laprida en medio de las balas que zumban. El Sur significa barbarie, orillas de la ciudad y cuchilleros cultores de coraje, pero tambin encuentro con el arriesgado destino propio y colectivo (14), desprendimiento de Europa considerados como una perspectiva lejana, difcil de aceptar, un reto que puede resultar mortal. El nacionalismo popular y el peronismo, que ya estn preparando de antemano la toma del poder, expresan alejamiento y aislamiento con respecto a las democracias sajonas. Poema cifrado, El poema conjetural asienta a Borges en tanto como opositor tenaz a Pern si no con las armas, por lo menos con el verbo. Dahlmann y Laprida permiten escrutar pasado y porvenir. Encontrarse con su destino sudamericano significaba para todos los argentinos la necesidad urgente de enfrentarse con la realidad poltica confusa de estos aos cuarenta y cincuenta. Significaba tambin para todo el continente, ubicarse de manera decente en un tablero poltico internacional que slo ofreca unas perspectivas dramticas e inciertas. Significaba en fin, un proceso de maduracin poltica en un continente que Borges, desconsolado, juzgaba predestinado a producir caudillos.

Segn Edel, En 1904-05, Henry James vuelve a ver a Estados Unidos tras una ausencia de veinte aos. Descubre otra vez Nueva York.[...] Nueva Inglaterra [...] Acude a Washington Place [...] donde un nuevo edificio haba provocado la desaparicin de su antigua casa [...] Inspeccion la Quinta Avenida en la que haba jugado en su niez (15). Espejo de tinta, La Esquina alegre recuerda desde un punto autobiogrfico, la identidad del escritor minada por la diferencia creciente entre Europa y Amrica. Se puede considerar como un relato mtico-fantstico inspirado en parte por el alegrico Rip Van Winkle, de Washington Irving. Qu representan para Brydon sus orgenes norteamericanos? Un punto de partida, para conquistar nuevos e inmensos horizontes que se renuevan al infinito o por lo contrario un redil, el hogar hacia el cual replegarse a imitacin del recorrido de Ulises. Brydon sac durante ms de tres dcadas unos recursos sustanciales de sus casas neoyorquinas pero se considera como un modesto rentista. Hombre del pasado, quiere cumplir tardamente con su destino americano, con el afn de modernidad, de desarrollo capitalista, que anima al pas. La Esquina alegre, en ingls, The Jolly Corner. Ya el ttulo, polismico fomenta cierta ambigedad. Corner significa tambin en el dialecto de Wall Street el monopolio, el acaparamiento, el trust, los malos negocios. La visin monstruosa que acosa al protagonista es dual. El espectro se llena de una carga simblica insospechada. Brydon se encuentra descuartizado entre su repulsin pasada, heredada de sus antepasados, y su fascinacin presente por el Sueo Americano que se vuelve pesadilla. Es una especie de resucitado, de intranjero para retomar el neologismo de Jean Bellemin-Nol. Plantea no slo el problema de la identidad sino tambin de la ubicacin, del lugar y derechos de los expatriados. La amistosa presencia de Alicia Staverton, que nunca dej su paraso, su pas de las maravillas de Irving Place permitir un regreso decente (16).

Borges y Henry James, Henry James y Borges, dos destinos literarios, dos soledades construyen su prctica de la escritura fantstica, en parte sobre el origen mtico e imposible de representar de la Independencia del continente americano. Los espectros de James establecen que el sueo americano no es el sueo estadounidense; Borges, plenamente instalado en la cultura occidental, trabaja para forjar un europesmo que segn dijo Octavio Paz, no sin astucia y perspicacia, es muy americano.

Notas

(1). "Guillermo de Torre. Literaturas europeas de Vanguardia in Martn Fierro,segunda poca, Buenos Aires, Ao 2,nmero 20, 5 de Agosto de 1925.

(2). "Sur Henry James", in Nouveaux dialogues avec Osvaldo Ferrari, Pocket, "Agora", Paris, 1990, p 56-62.

(3). Jorge Luis Borges, Obras Completas en Colaboracin, Buenos Aires, Emec Editores, 1997, p 1019.

(4). Carta a Perry, citada por Lucette Veza, Henry James, le champ du regard, Paris, La Table Ronde, 1989, p 294.

(5). Jorge Luis Borges, Obras Completas 2, Emec, Buenos Aires, 1989, p 55.

(6). Vase Bernard Terramorsi, Henry James ou le sens des profondeurs. Essai sur les nouvelles fantastiques, LHarmattan, Paris, 1996, p 287.

(7). Jorge Luis Borges, Obras Completas 1,op cit p 461.

(8). Jorge Luis Borges, Obras Completas1,op cit p 527-528.

(9). Maryse Renaud, "El gaucho en los cuentos de Borges o de los ritos de la memoria a la celebracin de lo pasional" in Amrica, p 211.

(10). Bernard Terramorsi, Le Mauvais Rve amricain. Les origines du fantastique et le fantastique des origines aux Etats-Unis,LHarmattan, Paris, 1994, p 28. Traduccin nuestra.

(11). Jorge Luis Borges, Borges A/Z, Seleccin, prlogo, y notas de Antonio Fernndez Ferrer, Ediciones Siruela, coll La Biblioteca de Babel, Madrid, 1988, p 95

(12). Lo que se ha hecho en Amrica del Sur puede importarnos a nosotros y a Espaa tambin. El modernismo, por ejemplo. Pero al resto del mundo, no. Es decir, que si no existiera Amrica del Sur no ocurrira nada...El descubrimiento, claro. Si Amrica del Sur no hubiera sido descubierta no existiramos ni usted ni yo -le deca a Mara Kodama. Pero, al mismo tiempo, es ms importante el descubrimiento del Oriente. [...] Creo que todava somos un espejo bastante plido de Europa y de los Estados Unidos, desde luego, s. Hasta ahora la historia sudamericana es tan rara! : por un lado, las personas que se hacen llamar el supremo, el supremo entrerriano, el salvador de las leyes; en mi tiempo Pern era el primer trabajador, su mujer oficialmente el hada rubia. No creo que se den esos excesos en otras partes del mundo, no? in Jorge Luis Borges, Borges A/Z, op cit, p 253-254.

(13). Publicado por primera vez en La Vida literaria en enero de 1929. Luego integra Discusin. Vase Obras Completas1,Buenos Aires, Emec, 1989, p 206.

(14). Vase Horacio Salas, Borges. Una biografa, Buenos Aires, Editorial Planeta, 1994, p 209 y passim.

(15). L. Edel, Prlogo a The Jolly Corner, in The Ghostly Tales of Henry James, citado por Bernard Terramorsi, Henry James ou le sens des profondeurs. Essai sur les nouvelles fantastiques. LHarmattan, Paris, 1996, p 164 y passim.

(16). Vase el anlisis de Bernard Terramorsi, Henry James ou le sens des profondeurs. Essai sur les nouvelles fantastiques, op cit, p 164, passim.. Essai sur les nouvelles fantastiques. LHarmattan, Paris, 1996, p 287.