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    CRITICN,

    84-85, 2002, pp. 101-122.

    Cmo se escriban los sermones

    en el Siglo de Oro.

    Apuntamientos en algunas homilas

    de la Circuncisin de Nuestro Seor

    Jean Croizat-Viallet

    LEMSO, Universidad de Toulouse-Le Mirail

    L A A N T E C M A R A D E L P U L P I T O

    En estas pginas nos proponemos estudiar la oratoria sagrada desde la perspectiva

    de su fabricacin, a partir de una seleccin de sermones publicados entre 1577 y 1645

    que tratan del mismo tema: la Circuncisin de Nuestro Seor. Este tema no es, ni

    mucho menos, el ms difundido entre los asuntos tratados por los predicadores del

    Siglo de Oro. Quizs esta escasez relativa nos permita destacar unos cuantos hechos

    notables, que puedan servir de base para un estudio ms amplio de la oratoria urea. El

    objetivo final es entender mejor en qu consista la labor del predicador, teniendo en

    cuenta su formacin universitaria y pastoral, y las condiciones precisas en las que

    pronunciaba su sermn .

    Considerar los sermones como textos en los que se puede intuir el proceso mismo de

    su fabricacin plantea, desde un principio, un problema de mtodo y postula una

    manera de leer especfica.

    Con un poco de perspicacia crtica, podemos descubrir, en los sermones

    seleccionados, y que conocemos hoy bajo su forma publicada (es decir, como textos

    definitivos o definitivamente cerrados), los elementos discursivos que evidencian el

    proceso de fabricacin del sermn dentro del sermn, y manifiestan tambin la

    conciencia irnica a veces, del que lo ha elaborado. En otras palabras, podemos leer los

    sermones en cuanto son textos que dejan transparentar en su misma escritura la historia

    de su creacin, las lecturas, las dudas de su auto r, sus preferencias estilsticas y tambin

    su ideologa. Todas estas circunstancias reunidas en el sermn tienen cabida en el

    studium del predicador, en la antecmara del pulpito, donde medita el tema y los

    medios pertinentes para su predicacin.

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    102 JEAN CR OiZA T-viAL LET Criticn,84-85,2002

    Nuestro estudio ser, pues, un ensayo de gnesis textual: en un p rimer mom ento, se

    recordar el sistema general de las fuentes utilizadas por los oradores sacros, que

    compartan todos la voracidad erudita urea

    1

    ; en un segundo momento, se centrar el

    anlisis sincrnico de los sermones elegidos a modo de ilustracin particu lar. V ayamos

    pues por partes, distinguiendo, en las varias fuentes utilizadas por el predicador, entre

    las clsicas (comentarios y sermones) y las constituidas por herramientas como las

    concordancias y

    los

    excerpta.

    Las fuentes clsicas: los comentarios y los sermone s

    El sermn es la explicacin o exgesis de un texto bblico, en la que han de

    prevalecer la preocupacin doctrinal y la buena inteligencia de la palabra evanglica. El

    tema de la homila viene impuesto por el ao litrgico.

    2

    Por eso, todos los sermones de

    la Circuncisin de Nuestro Seor manan de la misma fuente, una escueta percopa del

    Evangelio de san Lucas.

    3

    Esta primera capa textual fue comentada a lo largo de los

    siglos, de tal forma que su sentido teolgico, o por decirlo as, su verdad doctrinal,

    queda totalmente esclarecida y asentada. El predicador ureo no hace sino repetir una

    misma y nica interpretacin del texto bblico y, por lo tanto, su capacidad de

    invencin se ve limitada. A lo sumo tiene que combinar con esmero y primor los varios

    sentidos autorizados que entraa la percopa.

    4

    Para ello, se puede valer de los

    comentarios de los Padres de la Iglesia sobre el Evangelio de san Lucas, pero tambin

    los tratados y comentarios escolsticos.

    Tambin y quizs sobre todo, puede echar mano de la nutridsima biblioteca de

    sermones publicados, desde las homilas de los Doctores de la Iglesia, hasta los

    sermones de san Bernardo, de san Vicente Ferrer o del beato Alonso de Orozco, por dar

    ejemplos bien conocidos y ms cercanos a nuestros textos. La lista no se acaba con

    estos ltimos nombres ya que la vuelta del tiempo litrgico trae cada ao ms y ms

    sermones. Es fcil imaginar, pero imposible desentraar, la tupida red de

    intertextualidad que se adivina en el sermn, desde la conspicua p rctica de la cita hasta

    el plagio descarado. Si es escritor concienzudo, el predicador ureo editor de sus

    sermones pone en el margen las referencias bibliogrficas de la cita, la cual reproduce

    en letra itlica en el cuerpo del texto. A continuacin, la traduce o la parafrasea en

    romance porque, en la mayora de los casos, se trata de citas en latn.

    Sera un error de interpretacin considerar que lo importante para l es hacer gala de

    su erudicin. En realidad, las referencias no son ms que la denominacin de origen del

    material utilizado. Van dirigidas a los futuros predicadores q ue las ap rovecharn a su

    1

    R emito el lector al sugestivo artculo de Gal, 199 8.

    2

    Entendemos sermn en el sentido estricto de hom ila, a saber un texto que expone la letra del Evangelio

    del da litrgico y lo comenta. Incluso cuando le toca al predicador tratar de un tema distinto impuesto por

    las circunstancias, como las exequias de una persona principal, debe respetar la lectura evanglica. En este

    caso,

    todo su arte consiste en establecer una concordancia entre el acontecimiento y el texto bblico.

    3

    Una percopa es un extracto de las Escrituras que constituye una unidad de sentido.

    4

    La afirmacin de que existe una sola lectura autorizada del texto bblico no excluye en absoluto que

    sean varios los sentidos que se puedan hacer de dicho texto. Conocidas son las categoras clsicas de los

    cuatro sentidos, el sentido literal, el espiritual, el tropolglco y el anaggico. Vase, Cerdan, 2000, p. 91,

    nota 12.

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    CMO SE ESCRIBAN LOS SERM ONES 103

    vez para elaborar otro sermn. Son como el andamiaje textual, el esqueleto de un

    sermn predicable. Lo dems, que no es lo de menos, depende del talento literario del

    artfice quien deber componer su sermn partiendo de los mismos elementos pero

    modificando su disposicin.

    Las concordancias

    A la serie inacabable de comentarios y sermones conviene aadir dos fuentes que,

    por ser herramientas vinculadas con la memoria, remiten directamente al

    modus

    scribendi

    del predicador ureo. Nos referimos a las

    concordancias

    bblicas, y a los

    excerpta.

    Las

    concordancias

    de la Biblia hacen dialogar la percopa de san Lucas con

    otros lugares del texto sagrado. No son comentarios, sino ndices lxicos y temticos

    que recogen los lugares de la Biblia donde aparecen las mismas palabras o conceptos.

    5

    En el caso que nos ocupa, la palabra

    circuncisio,

    por ejemplo, proporcion a al

    predicador todos los lugares donde dicha palabra aparece, con lo cual puede establecer

    paralelos, formar smiles y aducir comparaciones entre el texto a com entar y los lugares

    segundarios en cuestin, sea el libro del Gnesis, el Levtico, o la Epstola a los Glatas.

    Es de subrayar que la intertextualidad primera, notificada por la concordancia,se

    ramifica a su vez en otras posibles concordancias, ya que los lugares segundarios

    remiten a hechos, conceptos e imgenes que los entroncan con lugares terceros, y stos

    con lugares cuartos y quin tos, de tal forma que la lectura intratextua l de los libros de la

    Biblia es circular e inacabable.

    Tal y como las estamos presentando, las

    concordancias

    parecen una herramienta

    puramente retrica y su consulta sirve para adornar el sermn con cultas referencias

    bblicas o para enhebrar dos pasajes bblicos. En realidad, las

    concordancias

    se cien a

    la forma peculiar que tiene la Iglesia de leer las Escrituras. Su razn de ser no es de tipo

    retrico , sino interpretativo . La Iglesia afirma que el Viejo Testam ento encierra bajo la

    forma de figuras, la verdad revelada en el Nuevo Testamento. Segn esta lectura

    tipolgica, los tres das que pas Joas en el vientre de la ballena (Jon 2, 1-11)

    prefiguran los tres das que pas Jesucristo en el sepulcro antes de resucitar. La vara de

    Arn que florece milagrosamente (Nm 17, 16-24) es figura de la concepcin virginal

    de la Virgen. Del mismo modo, la circuncisin de Jesucristo se interpreta como la

    prefiguracin del bautismo cristiano, o como una anticipacin de la P asin.

    Con las

    concordancias,

    el predicador dispone, pues, de suficientes argumentos o

    lugares teolgicos para construir su sermn, entablando un dilogo entre varios textos

    bblicos que se explican y comentan mutuamente. Puede asimismo cruzar los textos del

    eje horizontal (los comentarios y sermones que glosan, en nuestro caso, el texto de san

    Lucas),

    con el eje vertical de las

    concordancias,

    que arranca de los libros del Antiguo

    Testamento hasta los ltimos libros del Nuevo Testamento.

    En todo caso, es de recalcar que el modus scribendi del predicador viene

    determinado por un modus legendi cuyas reglas y prcticas aprendi en las facultades

    de teologa. Fuerte es la tentacin de afirmar que el movimiento inverso que va de la

    5

    El

    Diccionario de A utoridades

    define la palabra concordancias como: las tablas de lugares

    semejantes en razones o dicciones, como son las concordancias de la Biblia.

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    104 JEAN CR OIZA T-VIALLE T Criticn,84-85,2002

    escritura a la lectura, tambin tiene su imp ortanc ia en lo que respecta a los sermones.

    6

    En efecto, el orador ureo lee para escribir, y escribe para un pblico avezado al cdigo

    de lectura tipolgica imperante, el cual tiene poco que ver con nuestras modernas

    prcticas de lectura. A nuestro entender, gran parte del placer que produca lapredicacin entre los oyentes cultos dependa de su familiaridad con estas prcticas de

    escritura y lectura.

    Los excerpta

    La cultura moderna ha arrinconado de forma quizs definitiva el continuado dilogo

    entre el lector y el escritor, transformando aqul en puro consumidor de un producto

    desechable. Casi nadie, exceptuando el intelectual de profesin, lee con la pluma en la

    mano y mantiene esta nutritiva relacin que vincula la lectura con la escritura. El

    intelectual del Siglo de Oro entablaba tres formas de dilogo ntimo y fructfero con el

    libro: los

    m arginalia,

    notas ga raba teada s en el m argen de los ejemplares de su librera;

    las

    annotationes,

    numeradas y recopiladas en cuadernos, que siguen paso a paso el

    texto; y por fin, los excerpta que son como los morceaux choisis de la lectura

    inteligente y fina.

    7

    George Steiner explica la diferencia entre los dos primeros actos de

    lectura activa: los

    m arginalia

    son la respuesta inmediata y libre al te xto ledo. Son el

    resultado de un acto intelectual y afectivo que dialoga con el texto escrito, mientras que

    las annotationes son notas aclaratorias.

    8

    Ambos ejercicios forman parte del quehacer

    normal del intelectual del Seiscientos, sea cual sea su formacin universitaria. El tercer

    acto de lectura no es ni una respuesta ni un com entario al texto sino una apropriacin,

    un honroso latrocinio hecho con el fin de reutilizar las citas en otro texto. Los excerpta

    son florilegios de pasajes que el predicador ha ido coleccionando desde sus aos de

    estudiante. Suelen ser sentencias morales espigadas en los libro- >acros, y destinadas a

    alimentar las consideraciones tropolgicas del se rm n.

    9

    Una paradoja insoluble hace que estos florilegios sean fruto de las lecturas

    personales del predicador, y al mismo tiempo, el rasgo ms estereotipado de su modus

    scribendi.En el captulo X III de laRe trica eclesistica en el que tra ta de la m anera de

    ado rnar el sermn, Fray Luis de Granada da e stos consejos al predicador novel:

    El primer trabajo consiste en hallar lo que digas. A cuyo hallazgo o invencin contribuirn el

    caudal y tesoro de sentencias recogido de antemano; [...] y a ms de esto, [haz] una diligente y

    estudiosa leccin, con lo cual se acrecientan los tesoros de la invencin.

    10

    6

    Como lo subraya P elletier, 199 6, p. 108, la tipologa no nace de la nada, sino que es un hecho patente

    en la redaccin misma de la Biblia hebraica: [...] la tipologa no es slo un m odo de lectura, sino realmente

    un principio de escritura (La typologie [...] est non seulement un mode de lecture, mais vritablement un

    principe d'criture). La traduccin es nuestra.

    7

    La expresin francesa

    morceaux choisis

    indica q ue los extractos copiado s son el resultado de una

    eleccin exquisita hecha con fruicin por el lector.

    8

    Steiner, 1997, pp. 18-19.

    9

    La abundante produccin de polianteas en el Siglo de Oro ha sido estudiada por Cerdan, 1987, por

    Infantes, 1988, y por Lpez Poza, 1990. Remito asimismo a la edicin de T rece por docenade Valentn de

    Cspedes, 1998.

    1 0

    Retrica eclesistica, Libro seis: De la accin o pronunciacin y de otras ciertas ayudas para predicar,

    p.63 9. LaRetricaeclesisticase public por primera vez en latn en 1576.

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    CMO SE ESCRIBAN LOS SERMONES 105

    El autor alude

    a la

    memoria frtil

    que

    acumula

    un

    tesoro

    de

    citas cogidasin utraque

    lectione,esdecir,en la Biblia y la Patrstica.Elestudiantelas vaapuntando en un

    cuaderno pequeo

    que

    puede llevar consigo. Cuando vuelve

    a su

    studium,

    copia

    y

    ordenasuoloco

    las

    citas

    del

    cuaderno

    en un

    fichero

    que

    consta

    de un

    ndice alfabtico

    y

    temtico.De esta forma, cada sentencia entraen unacategoray se leasignaunttulo

    como:

    Avaria, Mors

    o

    Peccatum.

    Fray Luis de Granada confiesa que fue steel

    mtodo

    que

    utiliz para confeccionar

    su

    propio florilegio:

    Todolo que, enambas lecturas,sepresentaba dignode sernotado,yo locopiabaal pie de la

    letra para ponerlo posteriormenteen sulugaren elficherodelugares comunesypara,deesta

    forma, encontrarlacitacon msfacilidad, cuando fuera necesario.

    11

    El fichero manuscritoes un grueso in-folio rubricadode usorestringido,a no ser

    que,como

    lo

    hizo Fray Luis

    de

    Granada,

    el

    autor decida publicarlo.

    Es as

    como

    lo que

    era fruto de un trabajo personalseconvierteenpatrim onio comnde lospredicadores.

    La dedicatoria

    de la

    Silva locorum

    de

    donde hemos sacado

    la

    cita anterior, insiste

    mucho en la finalidad utilitaria de estos ndices: sirven para escribir sermonesy

    nutrirlos

    de

    citas selectas. Existe,

    de

    hecho,

    un

    amplio abanico

    de

    libros

    de

    citas

    y

    lugares comunesde que se puede valerel orador para laelaboracin de su sermn.

    Estos manuales proporcionanlagran m ayorade lasfuentes identificablesde laoratoria

    yson elreflejo de unaprcticadeescrituraque seextiendea lossermonarios editados,

    yaquestos tambin co nstandetablas copiosasdesentenciasyotras cosas notables.

    Nuestro recorridopor laantecmara de lahomelstica nosera completo sinotro

    instrumento incomparable

    que es la

    misma memoria

    del

    predicador sacro: esta memoria

    quenoocupa lugary es ni ms nimenosque la familiaridad renovada adiariocon la

    liturgiay losoficiosde la Iglesia Catlica,susoraciones,sushimnos,suscnticosy sus

    secuencias.^ sta

    es

    quizs

    la

    fuente menos visible

    de

    todas

    las que

    hemos citado hasta

    ahora, y a buen seguro, una de las msactivas y presentes en los sermones.

    13

    Al

    compartircon elpredicador lamisma cultura religiosa,elpblico escuchabaelsermn

    con renovado inters

    y

    poda apreciar

    las

    perfecciones

    de su

    composicin. Reconoca

    las

    alusiones, perciba ecos lejanosdeliturgias, recordaba cnticos, identificaba pordecirlo

    as,

    referencias omnipresentes que son como el tejido conjuntivo de todos los

    sermones.

    1

    ''

    1 1

    Silva locorum...,

    DedicatoriaalinquisidordeToledo, Antonio Zapata Mendoza: Quicquid veron

    utraque lectione notatu dignum ocurrisse, litteris consignabam, quae postea

    in

    comunes locos

    suo

    ordine

    reponerem,quofacilius,cumesset opus, invenirem.

    1 2

    Lassecuenciassonoracionesenprosaoversificadasque secanta n despusde lalecturade laEpstola.

    El

    Dies

    ir atribuido

    a

    Toms

    de

    Celano

    es una

    secuencia

    de la

    misa

    pro defuncts.

    1 3

    Para

    un

    acercamiento

    a la

    influencia

    del

    ritual catlico sobre

    una

    obra literaria, remito

    al

    estudio

    pionero

    de

    Philippe Sellier, quien estudia

    la

    tragedia

    de

    Jean R acine

    Phdre a

    partir

    de las

    reminiscencias

    del

    Dies irte

    queafloranenesta tragedia. Vase Sellier,1979.

    1 4

    Al mismo tiempo, perciba sutiles consonancias entrela predicaciny lacelebracinde lamisa.La

    configuracin

    del

    templo,

    los

    objetos

    del

    culto,

    los

    cuadros

    y las

    imgenes

    tal vez

    ayudaran

    a

    hacer

    del

    sermn predicadolo que la lectura silenciosaesincapazderestituir:unactodecomunicacin completoque

    postula

    la

    participacin intelectual

    y

    afectiva

    del

    oyente

    y en el que

    ste percibe

    en

    cada m omento

    su

    carcter

    ritualosagrado.

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    106 JEAN CR OIZAT-VIA LLET Criticn, 84-85,2002

    Com o acabamos de ver, la intertextualidad obsesiva de la oratoria urea no es puro

    alarde de erudicin sino herramienta y tcnica para elaborar discursos. Como muchos

    textos producidos en gran escala en el Siglo de Oro, el sermn es el resultado de una

    escritura codificada y estereotipada.

    15

    No pretende ser original ni en la forma ni en el

    fondo, sino ms bien en la dispositio, en la renovada combinacin de elementos

    conocidos de antemano. Por esencia, y por exigencia litrgica tambin, el sermn es un

    texto reciclable.

    16

    Para confirmar esta afirmacin, conviene ahora acudir ahora a los

    textos que hemos seleccionado.

    L A S H O M I L A S D E L A C I R C U N C I S I N D E N U E S T R O S E O R

    Y S U C O N T E X T O

    Los ocho sermones que hemos utilizado para este estudio fueron publicados entre

    1577 y 1614. El primero es de Fray Luis de Granada.

    17

    Vienen luego en el orden

    cronolgico de su publicacin: un sermn de Juan de Luna, publicado en 1608; dos

    sermones de Alonso de de Cabrera, publicados en 1609; dos sermones del obispo

    astorgano Antonio de Cceres y Sotomayor, publicados en 1611; dos sermones del

    dom inico Baltasar Arias, publicados en 1614.

    Tambin echaremos mano de dos sermones del jesuita Manuel de Njera, de 1645,

    que forman un grupo aparte, ya que el primero fue predicado ante el rey Felipe IV en el

    Colegio Im perial de Madrid el mismo ao de su publicacin, y el otro en la casa profesa

    de la Compaa, estando patente el Santsimo.

    18

    Las circunstancias exactas de estas

    dos ltimas predicaciones nos servirn para matizar los resultados de nuestro anlisis

    sincrnico.

    La coincidencia temporal de la mayora de los sermones estudiados habra podido

    justificar una contextualizacin que tuviera en cuenta la situacin de Espaa en los

    primeros aos del reinado de Felipe III. No lo hemos hecho porque creemos que, en este

    caso, resulta arriesgado interrelacionar, con alguna posibilidad de acierto, la

    produccin de unos sermones de un solo tema con la poca en que fueron escritos. La

    principal razn es que dichos sermones repiten el mismo fondo doctrinal, sin que las

    preocupaciones circunstanciales del pblico s ean, en algn m odo , perceptibles en ellos.

    Su enseanza moral consiste en algunas recomendaciones y amonestaciones generales

    que valen para cualquier poca. Bien es verdad que este contenido podra verse

    notablemente modificado por acontecimientos imp ortantes como una victoria m ilitar, o

    la muerte del rey. En el caso que nos ocupa, una feliz coyuntura hizo que, entre 1608 y

    1614, no pas nada digno de ser mencionado en los sermones de la Circuncisin. Quiz

    esta bonanza circunstancial permita entender mejor y sin peligro de interferencias,

    cm o trabajaba el predicador en el ejercicio norm al de sus funciones.

    1 5

    Es el caso, por ejemplo, de las dedicatorias, censuras y aprobaciones que adorna n los sermonarios que

    hemos consultado. Vase Cayuela, 1996.

    1 6

    Pese al carcter decididamente tcnico del vocablo, mantenemos la metfora: el sermn puede

    descomponerse en unidades de sentido, en lugares comunes aprovechables para confeccionar otros sermones.

    1 7

    Concionum de Tempore, quatuor volumina: I, de Adventu usque ad quadragesimam, publicado en

    1577 por la imprenta de Plantino. Desconocemos la fecha de la primera traduccin al castellano, pero es

    prob able que sea de la ltima dcada del Quinientos.

    1 8

    Es decir, Jesucristo sacram entado o la hostia consagrada y presentada en la custodia.

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    7/22

    CMO SE ESCRIBAN LOS SERMONES 107

    Aun

    as, no

    negamos

    que un

    sermn

    sea de un

    tiempo

    y un

    lugar.

    Fue

    pronunciado

    en

    un

    templo preciso, ante

    un

    pblico determinado,

    con el fin de

    despertar

    la

    devocin

    y fortalecer

    la fe de los

    oyentes.

    La

    funcin pragmtica

    del

    sermn incide, pues,

    de

    forma notable

    en su

    elaboracin,

    ya que no es lo

    mismo escribir

    un

    sermn

    si se

    sabe

    que

    lo va a

    escuchar

    el rey, que

    para

    una

    parroquia

    de

    M adrid. H asta

    tal

    punto

    que se

    podra afirmar

    que la

    inscripcin

    de

    cada sermn

    en su

    contexto particular

    de

    elocucin

    llega

    a ser un

    elemento decisivo

    a la

    hora

    de

    acercarse

    a la

    oratoria sagrada como

    una

    de

    las

    formas

    de

    expresin,

    o

    como caja

    de

    resonancia

    de la

    sensibilidad religiosa

    de los

    espaoles

    del

    Siglo

    de Oro.

    Por dnde empezar?

    Como cualquier homila,

    el

    sermn

    de la

    Circuncisin

    de

    Nuestro Seor tiene

    que

    respetar

    una

    serie

    de

    reglas impuestas.

    Lo que nos

    interesa aqu

    es ver

    cmo

    los

    predicadores

    las

    aplican

    en sus

    textos, cada

    uno a su

    manera. Para entender este

    proceso,

    no

    hemos encontrado mejor mtodo

    que

    imaginar

    las

    pautas

    que un

    predicador poda seguir para escribir

    su

    sermn. Ahora bien, tenemos

    que

    hacer

    la

    advertencia siguiente:

    el

    orden

    que

    hemos seguido

    no se

    corresponde

    con

    ninguna

    situacin real,

    ni

    pretende reconstituir

    el

    modus scribendi

    de

    todos

    y

    cada

    uno de los

    autores citados

    en

    este artculo .

    La primera obligacin

    del

    predicador

    es

    explicar

    el

    texto evanglico.

    La

    festividad

    de

    la Circuncisin

    de

    Nu estro Seor

    se

    celebra ocho das despus

    de la

    Natividad

    y

    est

    vinculada

    con la

    festividad

    del

    Dulcsimo Nombre

    de

    Jess. Esta unin procede

    directamente

    de san

    Lucas,

    el

    nico evangelista

    que

    refiere este acontec imien to.

    He

    aqu

    el versculo, fuente

    de

    todos nuestros sermones:

    Cuando

    se

    hubieron cumplido

    los

    ocho das para circuncidar

    al

    Nio,

    le

    dieron

    el

    nombre

    de

    Jess,

    impuesto

    por el

    ngel antes

    de ser

    concebido

    en el

    seno.

    19

    El sentido literal

    del

    versculo

    se

    puede descomponer

    en

    tres secuencias:

    el

    rito

    de la

    circuncisin propiamente dicho, presentado como

    un

    precepto

    de la ley

    mosaica; luego

    viene

    la

    imposicin

    del

    nombre Jess

    al

    recin nacido;

    por fin, un

    tercer elemento

    rompe

    la

    secuencia cronolgica

    y

    recuerda

    que la

    eleccin

    del

    nom bre Jess responde

    a

    una decisin divina tomada

    y

    manifestada

    a

    Jos

    y

    M ara

    por el

    ngel.

    Tan escaso material narrativo

    no

    promete mucho,

    si lo

    comparamos

    con

    otros

    episodios

    de la

    infancia

    de

    Jess.

    En

    primer lugar, Mara

    y

    Jos

    no

    desempean ningn

    papel relevante,

    y

    tampoco

    se

    cuenta mucho

    de la

    ceremonia, presentada

    de

    manera

    muy elusiva. Esta imprecisin

    no

    haba escapado

    al

    telogo Francisco Surez, quien,

    en

    fechas

    muy

    cercanas

    a las de la

    elaboracin

    de los

    sermones

    que nos

    ocupan, restablece

    una cohesin narrativa ausente

    del

    texto bblico:

    Aunque

    el

    Evangelista, hecha mencin

    del da

    sealado para

    la

    circuncisin, parece pasar

    a la

    imposicin

    del

    nombre

    y no

    afirma expresamente

    que

    Cristo

    fue

    circuncidado,

    sin

    embargo

    el

    verdadero sentido

    de

    aquel lugar

    es:

    despus

    que

    hubieron pasado ocho das, esto

    es,

    despus

    19

    Le 2,

    2 1 :

    Et

    postquam consummati sunt dies octo,

    ut

    circumeideretur, vocatum

    est

    nomen eius Jess,

    quod vocatum

    est ab

    angelo, priusquam

    in

    utero conciperetur

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    8/22

    108 JEAN CROIZAT-VIALLET Criticn,84-85,2002

    que lleg el octavo da sealado para la circuncisin de los nios, y despus que el nio fue

    circuncidado, le fue impuesto el nombre de Jess.

    20

    La glosa de Francisco Surez es interesante no por su pertinencia exegtica, sino porque

    propone tres posibles consideraciones para el predicador. Primero, justifica el que se

    represente la circuncisin del nio Jess con los detalles y adhrentes que se pueden

    pintar. Luego, insiste en el carcter ritual de la ceremonia juda, lo que plantea nos

    pocas dudas en cuanto a su significado en el caso del nio Dios. Por fin, reafirma el

    vnculo un tanto enigmtico entre la circuncisin de Jess y la imposicin de su

    nombre.

    21

    Estas tres consideraciones no constituyen ningn orden para el predicador.

    Tan slo es un posible guin argumentativo y temtico del que se puede valer.

    Veamos cmo los predicadores tratan el primer punto sugerido por Francisco Surez

    en sus sermones: la ceremonia de la circuncisin. Dadas las dimensiones de este

    artculo, tan slo haremos algunas referencias a los dos puntos siguientes.

    En el portal de Beln: un apunte iconogrfico

    El exegeta Juan Gutirrez de Estremara pinta la escena con un boato poco acorde

    con la humildad y soledad del portal navideo que es, segn venerable tradicin, el

    lugar donde se hizo la circuncisin:

    A esta solemnidad se hallaron presentes Jess[sic],Mara y Jos, los judos y los parientes de

    la Madre Virgen, los cuales circuncidaron al nio, como era mandado en la Ley y usado entre

    ellos desde el tiempo de Abram, y llamronle Jess.

    22

    En todos los sermones, la imaginacin suple el silencio textual de la percopa o sigue

    el ejemplo de los pintores que representaron la escena. Frente a escasos artistas que

    ambientan la ceremonia en el portal de Beln

    23

    , son muchos los que sitan la ceremonia

    en un templo. Hacia 1530, Joan de Joanes pint el

    Retablo de la Trinidad,

    encargo del

    gremio de los pelaires, para la parroquia valenciana de san Pedro mrtir y san Nicols

    obispo. En este retablo represent en su tabla central al mohel del templo de Jerusaln,

    sentado en una mesa cubierta de un mantel blanco. Est circuncidando al nio Jess

    con la presencia de Mara y Jos y siete personas ms. Las tres tablas de la predela

    representan la Anunciacin, el Nacimiento y la Adoracin de los reyes magos. A ambos

    lados de la tabla central, el pintor represent tambin, en tablas simtricas, a los santos

    2 0

    Francisco Surez, Obras,

    Disputatio

    XV,Delmisteriode laCircuncisin,p. 419.

    2 1

    Desde fechas

    muy

    remotas,

    la

    liturgia asocia

    los dos

    acontecimientos,

    lo que

    explica

    que los

    sermones

    constan generalmentede dospartes:laexplicacindelritode lacircuncisiny laconsideracin delnombre

    de Jess. Esta imposicin litrgica exige

    de

    parte

    del

    predicador cierta habilidad

    que no

    todos dominan.

    Otros, sencillamente, renuncian a enhebraren el mismo sermn las dosconsideraciones yproponendos

    sermones distintos.

    2 2

    Juan Gutirrez

    de

    E stremara,

    Libro delas grandezas delnombre dejess,p. 241.

    Sobre

    la

    iconografa

    de laCircuncisin, remitimosa latilsima guadeSuchet-DuchauxyPastoureau,1994, pp. 92-93.

    2 3

    Es el

    caso

    de

    Francisco Rizi,

    en un

    lienzo fechado

    en 1673.

    Rizi sita

    la

    ceremonia

    en el

    portal

    de

    Beln,con gran concurso de pastores, mujeres y aclitos.Un rabino lleva al nio Jessen susrodillas,

    mientras

    que un

    aclito arrodillado

    se

    dispone

    a

    cortar

    el

    prepucio (Catlogo

    de la

    exposicin: Coleccin

    de

    pintura antiguaespaolayflamenca de lossiglosxvi y xvn,

    1999).

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    9/22

    CMO SE ESCRIBAN LOS SER MONES 109

    apstoles, a santos m rt ires , santos varones y santas vrgenes, todo s co n inscripciones

    que aluden a la imposicin del nombre Jess.

    2 4

    En las mismas fechas, el pintor flamenco

    Adriaen Isenbrant represent la escena en el cuadro La Virgen de los Siete Dolores.

    25

    El

    lienzo del pintor flamenco se ambienta tambin en un templo, pero la tabla pertenece a

    la iconografa de la Dolorosa, mientras que los sermones de la Circuncisin hacen

    hincapi en el nio Jess. Aun as, varios motivos adyacentes, y fcilmente deducibles

    del contexto permiten imaginar parale los entre los dos. En efecto, la c ircuncisin

    aparece siempre com o u n acto doloroso. Tod os los sermones drama tizan e l sufrimiento

    del nio e invitan a com padecerse de l, en comp aa de la Virgen y de san Jos.

    2 6

    Sirva

    el sermn de la Circuncisin de Luis de Granada como primer eslabn de una serie

    temtica con incontables reescrituras:

    Qu sinti la Virgen cuando vio correr el cuchillo o navaja por la carne del nio tan querido

    Con cunto dolor de sus en traas, con cuntas lgrimas de sus ojos se esforzara por acallar a

    su hijo, juntndole a su rostro y ponindole en la boca el pecho Qu sentira el santo Jos,

    que fue por ventura el ministro de esta circuncisin? Con cunta compasin ejercitara este

    oficio, viendo por una parte correr la sangre del nio, y por otra las lgrimas de la madre, los

    cuales l tanto amaba

    27

    Treinta aos despus, Alonso de de Cabrera , con escasas modif icaciones, injer ta e l

    excerptum de Granada en su propio sermn:

    Qu dolor padecera la Virgen cuando viese aquel cuchillo correr por las carnes de su hijo tan

    querido y tan delicado, y con cuntas lgrimas de sus ojos se esforzara a halagar y a acallar el

    nio, tomndolo en sus brazos y arrullndolo en sus virginales pechos y dndole a mam ar Y

    que sentira otros el santo Jos, si por ventura fue el ministro de esta circuncisin? Con qu

    compasin ejercitara este oficio y con qu entraas sentira este dolor y vera correr por un

    cabo la sangre del nio, y por otro las lgrimas de la madre, a los cuales l amaba con tan

    grande amo r?

    28

    No es posible leer estas lneas sin que venga a la memoria el tierno patetismo del Stabat

    Mater en el que el poeta medieval invita a compadecerse del dolor de la virgen ante el

    suplicio de su hijo.

    29

    Tambin es notable el aprovechamiento de una tradicin

    documentada en los Padres de la Iglesia: la posibilidad de que, por ventura, fuese el

    mismo san Jos el ministro de la circuncisin. El paso al modo condicional: con qu

    2 4

    Catlogode laexposicinJoan

    de

    Joartes,

    un

    maestro

    del

    Renacimiento, 2000,p .112-115.

    25 Brujas,O.L. Vrouwekerk (iglesiadeSanta Mara).

    2 6

    La Circuncisinde Orazio Gentileschi, fechada entre1605 y 1607,representa co n mucha ternura la

    escena:elnio Jess mira entre atemorizado yconfiado a sumadre mientras elmohel le est circuncidando.

    (Ancona, ChiesadelGes,indeposito alia Pinacoteca Comunale).

    2 7

    Sermn

    de la

    Circuncisin,p . 1.

    2 8

    Alonso Cabrera,

    Consideraciones

    en los

    Evangelios...,p . 37. La

    negrita

    es

    nuestra.

    2 9

    Nosreferimos enespecial a lasestrofas 5 y 13 de este himno: Qu hombre no lloraraal ver a la

    madre de Cristo sufrir este suplicio? y: permteme [madre deDios] qu e llore contigo al lado de la cruz

    mientras yoviva. El Stabat Mater condensa para el Occidente cristiano buena parte de lapercepcin del

    dolor materno.No es el nico. Otro modeloes la figura deRaquel (Jr. 3 1 , 15), quellora la muertede sus

    hijos.

    A

    partir

    de san

    Mateo (2,18),

    la

    tradicin cristiana relaciona

    la

    figura

    de

    R aquel

    con la

    matanza

    de los

    nios inocentes.

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    110 JEAN CR OIZAT-VIALLE T Criticn,84-85,2002

    compasin eje rcitar a,... con qu entraas sentira ... n o debe interpretarse como una

    simple apdosis retrica. Tal y como lo sugiere el adverbio otros, el predicador

    apunta aqu un derrotero temtico para el sermn, pero no se atreve a continuar,

    seguramente po r razones de decoro.

    3

    "

    En cambio, la sustitucin de san Jos por un sacerdote judo como ministro del rito

    implica otra inflexin temtica que puede interesar al predicador. En efecto, la

    presencia del mohel da a la circuncisin su carcter de rito claramente judo, cuyo

    significado puede parecer enigmtico e incluso escandaloso para los oyentes. En este

    caso,

    el sermn se recompone en torno a la oposicin entre la circuncisin como signo

    de pertenencia al pueblo elegido, signo ya caduco, y la circuncisin espiritual que es su

    lectura neotestamentaria.

    31

    Volveremos a enc ontra r este tema predicable. De momento,

    no hemos agotado toda la riqueza de la primera escena que presenta, entre sus

    circunstancias, un elemento de gran importancia: la efusin de sangre.

    La efusin de sangre

    Sirva el sermn de Juan de Luna de botn de muestra. Pr imero, el predicador

    dramatiza la circuncisin, presentndola desde la perspectiva de un testigo de vista con

    el que se identifica el oyente:

    Consideremos a la Virgen con el nio en los brazos que lo trae a circuncidar, cmo el

    sacerdote saca su cuchillo depu tado para ello y comienza a cortar las carnes delicadsimas del

    Salvador y el nio a sentir grandsimo dolor, encogerse y llor ar.

    32

    Acto seguido y sin transicin, Jua n de Lu na se dir ige a la vctima con estas pala bras:

    Oh, Nazareno de mi alma, que ya en vos, como en la cabeza de toda la Iglesia, veo [que]

    entra [la] navaja y comienza el nio a llorar y hacer pucheritos, y derramar unas gticas de

    sangre, precio de nuestra redencin, y el P adre etern o, mirndole

    33

    La invocacin al nazareno no pertenece a la l i turgia del t iempo de Adviento sino a la

    Pasin. A partir de esta referencia ausente de la percopa, el sermn de Juan de Luna

    cambia de rumbo. La Circuncis in es la pref iguracin del verdadero y def ini t ivo

    sacrif icio de Cristo. Las gticas de sangre vertidas por el nio Jess anuncian las

    cinco llagas del crucificado.

    Sabemos que esta lectura tipolgica no es original. Lo es en cambio la manera de

    insertarla en el sermn. Original es, por ejemplo, la ruptura creada por el adverbio de

    t iempo ya que se enuncia desde la perspect iva de la Pasin venidera de Cr is to

    3 4

    , y

    3

    0 No hemos encontrado ningn lienzo que represen te a san Jos circuncidando al n ioJess.Deba de

    ser choca nte para la sensibilidad de los devotos.

    3 1

    Aunq ue la metfora ap arece en Jeremas (Jr 4,4 ), la referencia m s utilizada po r los predicadores es

    sa nP ablo (Rm 2 ,28-29): P orque no es judo el qu e lo es en lo exterior, ni es circuncisin la circuncisin

    exterior de la c arne ; sino que es judo el qu e lo es en lo in terior , y es circuncisin la del co razn, segn el

    espritu,no segn la

    letra.

    3 2

    Adviento, Nacimiento,Circuncisin y Epifana de N uestro Redentor,p. 95.

    3 3

    Juan de Luna,Adviento,p . 95 . La negrita es nuestra.

    3 4

    Este futuro se entiende en funcin del tiemp o litr gico , no del tiem po escatolgico, ya que en

    ste,

    la

    Pasinya tuvo lug ar y no puede repetirse.

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    CM O SE ESCRIBAN LOS SERM ONES 111

    vaca de contenido el rito judo, un rito en el que ahora predomina el significante y se

    borra el significado, donde vibra la emocin y enmudece el sentido. La sangre y el

    dolor, eso es todo lo que queda de la ceremonia instituida por Dios como signo de

    santificacin para el pueblo elegido. El pronombre personal vos se dirige al

    crucificado, no al nio de ocho das.

    35

    En consonancia con el cambio de persona, es

    notable tambin la dramatizacin que Juan de Luna da a su discurso: mediante el

    apostrofe, el predicador invita a Jess a contem plar la escena de su propia circuncisin,

    y recrimina a Dios Padre por consentir semejante crueldad: Para slo vuestro hijo

    faltan las entraas?

    36

    No nos dejemos engaar: estos efectos teatrales sirven para ocultar la ausencia de

    transicin lgica entre el tema del sermn y la Pasin de Cristo. Sospechamos incluso

    que el predicador quiere om itir una pregunta que sigue en pie: por qu Jess acept ser

    circuncidado?

    Juan de Luna opta por dejar la respuesta en el tintero. Le interesa ms la rbrica de

    la sangre vertida por el nio Jess que la letra del comentario escolstico.

    37

    La

    visualizacin de esta sangre inocente le da motivo para escenificar el sacrificio de la

    Pasin en su homila, antes de celebrar la Eucarista unos minutos despus. De esta

    forma, la lectura del da, la predicacin y la liturgia forman una unidad de sentido y el

    predicador puede concluir su sermn con la seguridad de haber conmovido y

    adoctrinado a su pblico con una correcta exposicin de la fe catlica. El sermn de

    Juan de Luna nos permite entender tambin las relaciones no tan conflictivas que

    mantienen la doctrina con la retrica. La Biblia es la palabra de Dios, lo cual no es

    contradictorio con la idea que su escritura se valga de un lenguaje potico y sugestivo.

    San Agustn insista mucho en la belleza intrnseca de las Escrituras, afirmando que no

    tenan nada que envidiar a la literatura profana latina. Si existe cierta tensin entre la

    predicacin com o acto de adoctrinamiento y la finalidad de la retrica que es ado rnar el

    pensamiento, esta tensin debe entenderse en un sentido positivo, como la explotacin

    legtima de todos los instrumentos de persuasin del lenguaje sacro y profano, para que

    la verdad se haga sensible. La retrica adorna la teologa, no la disfraza. Un ltimo

    apuntamiento en este dilatado captulo permitir confirmar nuestro aserto.

    Del hilo se saca el ovillo

    Este conocido refrn aparece en un sermn de Alonso de Cabrera en el que explica

    cmo el hilo de sangre vertido por el nio Jess el da de la Circuncisin se convierte en

    fuente de preciossima sangre el Viernes Santo. Escribe el predicador:

    3 5

    No nos parece descabellado afirmar qu e, al llegar a este pu nto d e su sermn , Juan de Luna sea l con

    eld edo algn crucifijo colgado en la iglesia. Muchos predicadore s interrumpen su sermn para llamar la

    atencin de los oyentes sobre un objeto de culto situado en el tem plo, una estatua, un lienzo o incluso a

    Cristosacram entado. El gesto acomp aa a la palabra.

    3 6

    Adviento,

    p . 95 . N o tiene desperdicio esta recriminacin. Bien es verdad que Juan de Luna reconviene

    al

    D ios del Antiguo Testam ento, no al del Nuevo Testame nto.

    3 7

    El

    Diccionario de Autoridades

    define as la palabra r bric a: entre los canonistas y legistas, el

    epgrafeo inscripcin de los ttulos de d erecho, comnmente estam pado s en los libros con letras encarnadas.

    La

    m etfora de la rbrica com o sangre derra ma da, y en especial, com o sangre de los mrtires, es com n en la

    literaturasacra desde la Edad M edia. Vase Curtius, 1991 , pp .

    490-491.

    RITIC N. Nms. 84-85 2002 . Jean CROIZAT-VIALLET. Cmo se escriban los sermones en ...

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    112 JEAN CR OIZAT-VIALLET Criticn, 84-85,2002

    Por estehilo se sac el ovillo y estas gticas de sangre fueron indicio y seal manifiesta de

    que la fuentese haba de descubrir.

    38

    Hay mejor frmula que sta para declarar cmo se organiza la materia predicable? La

    sangre del nio trae a la memoria la sangre de Cristo. El hilo conduce al ovillo. Una

    referencia bblica, una palabra sugestiva entraan otras asociaciones posibles

    portadoras de otras sugerencias. La verdad doctrinal ha de desprenderse de la

    capacidad asociativa del escritor.

    Como convence ms el ejemplo que la teora, invitamos al curioso lector a participar

    en un juego retrico en el que pueda hacer gala de su ingenio e inventiva. Se trata de

    escribir una consideracin predicable para el sermn de la Circuncisin, cuyo asunto es

    el siguiente: Considerad, hermanos, lo que va de la circuncisin a la sangra. Veamos

    cmo salir airosos de este empeo.

    En primer lugar, hemos de buscar la conveniencia o similitud entre la sangra y la

    circuncisin. Los adhrentes y dems circunstancias no plantean ningn problema. La

    lanceta es el cuchillo de piedra ritual, el barbero es el sacerdote. A lo mejor el

    predicador piensa que la palabra barbero podra ser cambiada por la de mdico,

    aunque un mdico de verdad no se digna sangrar a los pacientes y deja tan vil oficio a

    otros menos sabios. Pero tambin se pone a pensar que las palabras mdico y

    medicina que ha apuntado en su fichero de excerpta o ha visto en algn sermonario

    ofrecen abundan tes referencias de hondo calado dogm tico y mo ral, que c onsultar, si

    hace falta.

    Entre las circunstancias, la tradicin admite que la circuncisin se hizo en el portal

    de Beln, que es como una casa privada a la que acude el barbero. Tambin parece

    verosmil que la madre y el padre asistan a la sangra de su hijo y lo consuelen despus

    de la operacin. Ahora bien, la razn de la sangra ofrece c ierta dificultad. P or ser quien

    es,

    el nio Jess goza de excelente salud. Si la sangra es remedio para la replecin de

    humores o para las calenturas, qu enfermedad tendr la criatura para que se le

    aplique la cura? Y si no hay tal enfermedad, para qu efectuar tan arriesgada

    operacin? Enfrentado a este reparo gravsimo

    39

    , no le queda al predicador ms

    solucin que echar mano de su biblioteca y leer, por ejemplo en Baltasar Arias, cmo

    los telogos resolvieron esta cuestin.

    El yugo y pesadumbre de la Ley mosaica

    Baltasar Arias no gusta de adornar demasiado sus sermones con agudezas y smiles

    como la lancetada que hemos propuesto.

    40

    Ms atiende al provecho espiritual de sus

    oyentes que a su gusto. En su literalidad, comenta el predicador, el texto evanglico

    presenta la circuncisin de Jess como un rito impuesto por la Ley mosaica que tiene

    que celebrarse ocho das despus del alumbramiento. Ahora bien, el versculo

    evanglico no insiste tanto en el significado del rito como en su carcter puramente

    3

    "

    Alonso Cabrera,Consideraciones

    en los Evangelios,p. 11 .

    3 9

    El

    Diccionario

    de

    Autoridades define

    el

    reparo como [una] duda, dificultad

    o

    inconveniente

    que

    ocurre sobre

    la

    materia

    qu e se

    trata.

    4 0

    Discursos predicables,

    pp .110-120.

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    13/22

    CMO SE ESCRIBAN LOS SER MONES 113

    preceptivo. Por eso, siguiendo los comentaristas cristianos ms autorizados, es

    oportuno separar en el rito de la circuncisin la forma y el fondo. El nio Jess fue

    circuncidado por pura forma, a sabiendas de que, con l, caducaba el rito y desapareca

    su significado.

    Por otra parte, la doctrina de santo Toms de Aquino establece que Jesucristo no

    estaba obligado a circuncidarse, porque la circuncisin fue instituida para remedio del

    pecado original y el nio Jess naci sin tacha de pecado. Adems, la circuncisin se

    aplica taxativamente a todos los nios judos nacidos por obra de varn. No es

    tampoco el caso de Jesucristo que fue engendrado por obra del Espritu Santo.

    Y sin embargo, Jess tuvo a bien ser circuncidado. La explicacin de este gesto

    gratuito, Baltasar Arias la encuentra en la Epstola a los Glatas donde el apstol

    afirma: Envi Dios a su Hijo [...] nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban

    bajo la Ley.

    41

    En resumidas cuentas, la teologa afirma que Jesucristo cumpli con la ley mosaica

    para librar a los cristianos de la obligacin de circuncidarse. Traducido en el lenguaje

    figurado de nuestra consideracin predicable, Jess tom una medicina que no le estaba

    reservada, para que nadie ms volviera a tomarla.

    42

    Obviamente, la doctrina constante

    de la Iglesia no allana la dificultad de nuestro predicador. La Circuncisin es salvacin

    para los pecadores pero no puede ser al mismo tiempo salvacin de quien es, por

    antonomasia, el Salvador.

    Lo que va de la sangra al amor

    El razonamiento que hemos resumido es el trabajo preparatorio del predicador,

    calcado sobre el modelo de la controversia escolstica. Lo curioso es que, en no pocos

    casos,

    esta clase de reflexin se plasma a la letra en los sermones, como si fuera un

    adorno retrico. En vez de quitar el andamiaje conceptual que le permite construir su

    sermn, el predicador lo pone en evidencia.

    43

    De todos modos, nuestro smil mdico

    parece tener un futuro limitado, a no ser que la palabra replecin apuntada

    anteriormente, nos traiga a la memoria el sinnimo exceso, con lo cual, tras una

    secreta asociacin de ideas, damos con una solucin que viene de perlas: si Dios excede

    en algo, es en el amor; un amor ardiente y gratuito, que pide por necesidad la sangra

    para desahogarse. El predicador coge la pluma y apunta algo parecido a lo que escribi

    Alonso de de Cabrera: La enfermedad [del nio Jess] es de amor, y amor es el que

    4

    1 Gal. 4,4-5: Misit Deus Filium suum [...] factum sub Lege, ut eos qui sub Lege erant redimeret

    (... envi Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para redimir a los estaban bajo la Ley). Esta

    referencia aparece en muchos sermones.

    4 2

    En la Ley de Gracia, el bautismo sustituye a la circuncisin como nico y verdadero sacramento para

    remedio del pecado original.

    4 3

    Buen ejemplo de esta prctica es el siguiente silogismo de Juan de Luna en el que opone el sacrificio de

    Jess prefigurado en la Circuncisin con los sacrificios rituales de animales: Pues ahora, atencin: si Jess

    quiere decir el que quita pecados, y los pecados no se perdonan sino derramando sangre, y la sangre de

    animales no puede prestar para quitarlos, necesario es [que] la derrame Jess, que l solo y su sangre los

    puede quitar, y as no hay cosa ms propia de Jess y que ms cerca est que derramar sangre y derramar

    sangre. O Ni o de mi alma, derrame Vuestra Majestad sang re...

    ,Adviento,

    p . 93 . La negrita es nuestra.

    RITIC N. Nms. 84-85 2002 . Jean CROIZAT-VIALLET. Cmo se escriban los sermones en ...

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    14/22

    114 JEAN CR OIZA T-VIALLE T Criticn,84-85,2002

    pide la sangra.

    44

    Luego, como mdico aventajado de una junta, despeja las ltimas

    dudas en un dilogo fingido:

    Pues,

    veamos: daba [la sangre del nio Jess] muestra dealgnmalhumor o dealguna

    corrupcin

    o

    enfermedad oculta

    que

    haya

    de ser

    causa

    de su

    muerte? Ninguna muestra

    de mal

    humor, sino

    de

    excesivo amor;

    no

    est corrompida, sino enamorada,

    no es

    enfermedad

    de

    cuerpo, sino aficindelalma.

    45

    Despus

    de

    este infalible diagnstico,

    no le

    cuesta

    al

    p red icador p ro longar

    el

    smil

    con

    t o d o s los adhrentes imaginables , entre loscuales no faltan lassolcitas alegorasque

    sirven

    de

    aclitos

    a san

    Jos :

    La humildad

    da la

    venda

    con que le han de

    sajar como

    a

    herido;

    la

    obediencia

    le

    extiende

    el

    brazo para sufrir

    el

    golpe,

    la ley

    rigurosa sirve

    de

    lanceta,

    y el

    barbero debi

    de ser el

    santo

    Jos. Hcese pues

    la

    sangra

    y

    ejectase

    la

    circuncisin

    y

    sale

    la

    sangre deseosa

    de

    regar

    la

    tierra.

    46

    El smil ganar mucha coherenciasi seelige cuid ado sam ente lasp a l ab r a s : el participio

    h e r id o ,

    por

    ejemplo, admite

    un

    comp lemento com o herido

    de

    a m o r ,

    de

    h o n d o

    calado espir i tual , mientras que enfermo hubiera quedadomsa n o d i n o .

    4 7

    Por fin, la

    metfora mdica

    de

    Alonso

    de

    Cabrera culmina

    con

    este certero pronstico:

    Quien

    en la

    sangre

    de

    Cristo nio

    ve

    seales certsimas

    del

    inmenso amor

    que le

    sujeta

    a la

    circuncisin, tngalasporevidentesque noacabarhasta ponerloen lacruz.

    48

    C on

    lo

    cua l ,

    la

    consideracin predicable

    de la

    sangr a entronca otra

    vez con el

    tema

    de

    la Pasin.

    E L W O R K N P R O G R E S S C O M O A D O R N O R E T R I C O

    Ya es tiempo de retomar el hilo inicial de nuestro ovillo. La consideracin predicable

    de la que hemos reconstituido a nuestra manera el proceso de elaboracin temtica, es

    buen ejemplo de cmo un smil sencillo como lo es el de la sangra puede ser ncleo

    activo de un proceso de escritura abierto a muchas posibilidades. En otros sermones,

    por ejemplo, el mismo smil sirve de motivo para consideraciones tropolgicas. Es as

    como Antonio de Cceres y Sotomayor invita a los oyentes a aplicarse la lancetada de

    hoy,para evacuar

    4 4

    Consideracionesen losE vangelios,

    p. 36.

    4 5

    Ibid., p .

    36.

    4

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    15/22

    C M O SE E S C R I B A N L O S S E R M O N E S 1 15

    todas las superfluidades y aun parte de las cosas muy necesarias para consagrarle] todos a

    Dios con nuevo espritu y un particular despego y menosprecio de las cosas temporales.

    49

    Es evidente que la inventiva del predicador se lleva la palma en este tipo de ejercicio.

    Sospechamos incluso que esta pericia alentada por la cultura escolstica, tiene a veces

    un origen humilde, quizs inconfesable: pensamos en las disputationes de bachilleres,

    los retos en forma de ridculos debates con los que se entretenan los estudiantes y se

    preparaban para el pulpito o la ctedra. El juego inocente que hemos propuesto al

    lector da cierta idea del carcter ldico (e intelectualmente limitado) de estos ejercicios.

    Empero, no hay burlas sin veras, y los malabarismos retricos de algunos

    predicadores son, a la postre, parodia de una realidad mucho ms seria. No se puede

    negar en efecto que los sermones respondan a un autntico esfuerzo de escritura, a una

    labor casi literaria. Por eso los predicadores se muestran tan preocupados por la

    invencin y la composicin de sus homilas y no paran de afirmarlo en sus textos. Por

    eso tambin plasman en sus sermones su reflexin acerca de la escritura y de las

    condiciones especficas del gnero hom ilstico.

    Aun as, y quizs a causa de este empeo en notificar el trabajo de la escritura, las

    alusiones almodus scribendi acaban por convertirse en lugares comunes de la oratoria

    sagrada. Veamos dos ejemplos.

    En el primero, el predicador se convierte en

    dramatis persona y,

    delante de un

    pblico de condiscpulos p redicadores, razona en voz alta:

    He hallado siempre, padres, muy gran dificultad en declarar este misterio de la Circuncisin

    del Seor porque, para no dejarme llevar del pensamiento ordinario de los que tratan aqu de

    la circuncisin espiritual, o de otros que viendo sangre de Cristo, hablan de la Pasin del

    Seor, ni solamente de los nombres de Dios en que gastan algunos todo el tiempo del sermn,

    o de otros diferentes argumentos ms generales y que no tocan de cerca el misterio de este da,

    veo muy dificultosa la entrada y salida en querer entender en sentido propio, legtimo y literal,

    lo mucho que la Iglesia santa nos representa en estas pocas palabras del Evangelio de hoy.

    50

    El predicador descarta (y al mismo tiempo enumera) los socorridos temas del

    predicador al uso. Trillada le parece la asociacin que algunos ven entre la sangre de

    la Circuncisin y las llagas de la Pasin. Estos pretenden transformar un sermn

    navideo en homila anticipada de Semana Santa. Tampoco le convencen la solucin

    tipolgica que hace hincapi en la glosa paulina del corazn circuncidado, o la

    meditacin sobre los nombres de Cristo. No es que busque una interpretacin nueva de

    la percopa; ni siquiera aboga por una vuelta a la exposicin literal del texto, ya que

    reconoce tambin que las pocas palabras del Evangelio no dan para mucho. En este

    prtico de sermn, el lector habr reconocido la figura retrica llamada precaucin

    oratoria. Pero a pesar de lo que pretende evitar, el predicador se cie estrictamente a lo

    que exige la hermenutica tradicional del texto bblico.

    4 9

    Segunda parte de los sermones

    p.

    69 .

    La negrita es nuestra. La palabra superfluidad designa los

    humores crasos del cuerpo hum ano que se evacan m ediante la sangra.

    S"

    lbid.,p.

    69 .

    La negrita es nuestra.

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    16/22

    116 JEAN CR OIZAT-VIALLET

    Criticn,

    84-85,2002

    La letra con la sangre entra

    En otro sermn, Antonio Cceres de Sotomayor propone una metfora que a todas

    luces util iza el

    modus scribendi

    como mot ivo r e t r ico . E l p red icado r abord a la

    consideracin de los nombres de Cr is to , y no encuentra mejor forma de exponer es te

    tema que la de valerse del ejemplo del lector que entra en el

    studium

    y recorre los t tulos

    de los libros:

    Para entender un libro, lo primero que hacemos es mirar el ttulo que en pocas palabras

    contiene toda la sustancia que encierra en s el cuerpo del libro. Y as veris por la mayor

    pa rte los ttulos escritos con diferentes letras y diferente tin ta, con unas letras gticas grandes

    y coloradas, que todo ello arguye no ser acaso, sino que hubo cuidado en medir y sealar

    esas palabra s.

    51

    El t tulo declara el tema, y el l ibro da el comentario. La aplicacin teolgica de este

    ejemplo viene a continuacin: los nombres que la Biblia da a Cristo son como los ttulos

    de l ibros en los que se declaran los sent idos y las propiedades de cada nombre,

    conforme a la lectura t ipolgica.

    5 2

    Hoy, como lo indica el calendar io l i trgico, toca

    abrir el l ibroJess y leer el captulo de la Circuncisin:

    Los n ombres que el Seor pone, qu pensis qu son, sino un breve ttulo del libro que se ha

    de escribir en toda la vida, contadas y sealadas las letras, y puestas con acuerdo del Cielo? Y

    as,

    n o es maravilla que tengan misterios divinos. P oner Dios a su hijo nom bre de Jess en la

    Circuncisin cuando est derram ada sangre, fue para que todas las letras del nombre saliesen

    coloradas, como ttulo de un insigne libro.Y aqu es necesario aprovecharnos de un dicho

    comn de los legistas: Si vis intelligere nigrunt, lege rubrum [si quieres entender lo que est

    imp reso en negro, lee lo que viene en

    rojo].

    Es menester la rbrica para entender el texto. La

    rb rica y el color colorado del nombre de Jess, es la circuncisin.

    53

    El sentido de la agudeza f inal puede expresarse de esta manera: como para entender un

    libro es necesario leer primero la rbrica o el t tulo, as, para entender los misterios del

    nombre de Jess, ser necesario contemplar la sangre que verti en la circuncisin. La

    metfora se justif ica al nivel teolgico porque, en la percopa, el r i to de la circuncisin

    es anterior a la imposicin del nombre.

    Para r izar el r izo, prolonguemos la metfora libresca hasta su ltima consecuencia.

    Si, como buenos lectores que somos, abrimos el insigne libro al f inal, daremos con la

    tabla copiosa de las sentencias y cosas notables que cont iene. Encontraremos en el

    orden alfabt ico los t tu los que nos in teresan para escr ibir el sermn de hoy:

    Circuncisin, Jess , Pasin y tambin Rbrica. As es como las metforas del

    libro y del t tulo, que pertenecen a una rancia tradicin retrica, se ven reactivada de

    forma quizs involuntaria por el predicador : la retrica revela el proceso de fabricacin

    de la homila.

    5 1

    Ibid.,

    p. 86. Lanegritaesnuestra.

    5 2

    Es de recordar queFray Luis deLen public por primera vez suobra

    Los

    nombres

    de

    Cristo en

    1583.

    En lasegunda edicinde 1585 , elautor aadisucomentario acercadelnombre Jess.

    5

    3

    Segunda parte,

    pp .

    86-87.

    La

    negrita

    y la

    traduccin

    son

    nuestras.

    Se

    percibe

    en

    esta cita

    un

    remoto

    ec ode la teologadelnombre quedebe muchoa latradicin rabnica.

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    17/22

    CMO SE ESCRIBAN LOS SERMONES 117

    E L S E N T I D O P O L T I C O Y T R O P O L G I C O

    L O S S E R M O N E S D E L A C I R C U N C I S I N

    Nuestro estudio sera incompleto

    sin el

    anlisis

    de la

    intencionalidad ideolgica

    y

    moral

    de los

    sermones seleccionados.

    En

    efecto,

    las

    pginas anteriores pueden dejar

    la

    impresin

    de que el

    sermn responde

    a un

    puro ejercicio formal, cuando

    en

    realidad

    es

    pieza imprescindible

    de un

    acto

    de

    comunicacin ritualizado

    en la

    liturgia

    de la

    misa.

    La razn

    de ser de

    dicho acto

    no es

    literario

    ni

    gratuito.

    El

    sermn

    es

    enseanza.

    El ideario poltico

    y

    moral aceptado

    por la

    sociedad deja

    su

    impronta

    en los

    sermones.

    Es el

    trasfondo mismo

    de la

    predicacin. Tres

    son los

    elementos

    que

    merecen

    nuestro inters:

    el

    pensamiento poltico,

    la

    enseanza tropolgica

    y la

    sensibilidad

    religiosa. Empezaremos

    por el

    ideario poltico.

    Con

    mucha razn,

    el

    profesor Francis

    Cerdan subraya

    que el

    sermn

    es un

    medio

    de

    adoctrinamiento poltico

    y

    social,

    un

    instrumentum regni:

    De manera general

    el

    clero

    se

    mantuvo fiel

    a una

    actitud ideolgica

    que

    defenda

    el

    rgimen

    poltico

    y

    social imperante.

    Los

    oradores sacros participaron

    en la

    elaboracin

    de una

    teora

    poltica

    y

    fueron eficaces agentes

    de la

    propagacin

    de una

    cultura dirigida

    y

    conservadora.

    54

    Ahora b ien , hemos

    de

    confesar

    que la

    presencia

    de una

    ideologa militante claramente

    definida

    es

    escasa

    en los

    sermones estudiado s.

    La

    razn

    es que la

    percopa evanglica

    no

    se presta

    a

    este tipo

    de

    discurso,

    a no ser que lo

    pidan

    las

    c ircunstancias.

    Es el

    caso

    del

    Sermn

    de la

    Circuncisin predicado

    a Su

    Majestad

    en

    Nuestro Colegio Imperial

    de

    Manuel

    de

    Njera.

    5

    -

    5

    La

    asistencia

    del rey y de

    muchos miembros

    de la

    Corte obligaba

    al predicador

    a

    adaptar

    su

    sermn

    al

    pblico congregado.

    De

    hecho,

    las

    siete

    consideraciones

    que

    articulan

    el

    sermn

    del

    confesor regio giran

    en

    torno

    a un

    tema

    poltico

    que

    tiene

    muy

    poco

    que ver con el

    misterio

    de la

    Circuncisin. Obviamente,

    el

    predicador

    se

    inspira

    de la

    advertencia bblica:

    Et

    nunc intellegite reges,

    que

    abarca

    toda clase

    de

    advertencias sobre

    el

    modo

    de

    reinar.

    Si damos

    un

    repaso ahora

    a la

    interpretacin tropolgica

    de la

    percopa,

    la

    conclusin

    es la

    misma.

    No hay

    enseanza moral especfica

    de la

    fiesta

    de la

    Circuncisin,

    por lo que las

    advertencias pueden pasar

    de un

    sermn

    a

    otro

    con

    algn

    que otro retoque.

    Un

    ejemplo bastar.

    En

    su

    segunda homila, Manuel

    de

    Njera invita

    a los

    fieles

    a

    circuncidar

    superfluidades

    es

    decir destinar

    ms

    limosnas para darlas

    a los

    necesitados.

    De

    paso

    arremete, contra

    el

    lujo

    y la

    falta

    de

    piedad

    de sus

    contemporneos, reactivando

    el

    socorrido tema

    de que

    cualquier tiem po pasado

    fue

    mejor:

    En viviendo

    al

    antojo,

    a la

    vanidad,

    a la

    ostentacin,

    a la

    pompa,

    no hay

    renta

    que no sea

    escasa, pero

    en

    circuncidando superfluidades, sobran para repartir

    a los

    pobres bienes.

    Si en

    una valona

    de

    aquestos tiempos dicen

    se

    emplean cien escudos;

    si en un

    vestido

    se

    consume

    un

    patrimonio;

    si una

    joya

    da que

    hacer

    a una

    familia

    por

    muchos das, cmo

    ha de

    haber para

    Vase Cerdan, 1998,

    p. 37.

    Sermones

    panegricos,

    1645.

    RITIC N. Nms. 84-85 2002 . Jean CROIZAT-VIALLET. Cmo se escriban los sermones en ...

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    118 JEAN CR OIZA T-VIAL LET

    Criticn, 84-85,2002

    crceles, para hospitales, para hurfanos, para mendigos? Quiera Dios se cumplan

    obligaciones, ya que no se ejercitan piedades.

    56

    Semejantes comentar ios son hermanos gemelos de los incontables sermones que

    denuncian los abusos de los poderosos y proponen como al ivio de los problemas

    sociales, la prctica de las obras de misericordia. Ante tanta escasez de originalidad,

    entendemos que las consideraciones tropolgicas constituyen la parte ms reciclable de

    los sermones.

    Un antijudasmo convenc ional

    Ms sorprendente quizs es la ausencia de referencias antijudaicas en los sermones

    estudiados. Podemos considerar como anti judaica la dist incin que establece Juan

    Gutirrez de Estremara entre la Sagrada Familia y los judos presentes en la ceremonia

    de la c ircuncisin?

    5 7

    En real idad, la cr is t ianizacin de Mara y de Jos , y su

    correlativa prdida de identidad juda es un hecho que se remonta a la redaccin de los

    Evangelios y a la const i tucin de las pr imeras comunidades cr is t ianas.

    5 8

    Na da nos

    permite afirmar que esta diferenciacin hubiese cobrado relevante importancia en la

    Espaa del Seisc ientos, ni s iquiera por especia l inquina hacia los judeoconversos.

    Tampoco nos parece significativo un smil encontrado en un sermn de Baltasar Arias,

    que contrapone la puer ta estrecha de la c ircuncisin mosaica con la puer ta ancha y

    espaciosa del bautismo cristiano:

    Entre otros fueros y leyes de Castilla, uno de ellos dicen que es que, si acaso, entrando el

    prncipe por alguna puerta de la ciudad, por ser estrecha o baja, se descabalase y se hiciese

    sangre, hirindose en alguna pied ra, luego se cerrase a piedra lodo y no se usase ms de ella.

    As pues, la circuncisin era puerta de la sinagoga, por donde entraban los que haban de ir al

    Cielo;pero puerta estrecha y angosta, por donde no caba ms que el judo, porque fue dada

    para slo aquel pueblo. Entr por ella el prncipe Cristo y descabalse y verti sangre al

    pasar. Y as manda el Cielo que se cierre esta puerta y que no se use ms esa ley:

    Si

    circuncidamini,dice el glorioso apstol san P ablo,Christus nihil vobis prodest.

    S9

    Como lo indica la cita paulina que da su sentido al smil, el predicador insiste en la

    prescr ipcin del r i to judo por la ley de Gracia . De la c ircuncisin se conserva

    nicamente el estigma sangriento. La puerta estrecha de la sinagoga causa una herida

    innecesaria al prncipe Jess, por lo que merece ser sellada a cal y canto. El r ito judo

    que celebra e l ingreso del varn en la comunidad se interpreta aqu como un r i to

    excluyeme. Pero el predicador no considera que el r ito judaico careca de sentido, antes

    bien, recuerda que era la nica puerta para los judos fieles a los mandamientos de

    Dios , hasta la instauracin de la Ley de Gracia. Adems, una razn de peso impide a

    5 6

    Ibid.,p. 82 . La

    negrita

    es

    nuestra.

    5 7

    Vase Suchet-Duchaux yP astoureau, 1994, pp.92-93.

    5

    Un claro hitoen la creacin de una identidad cristiana fue la polmica entre sanPabloy sanP edro

    acerca

    de la

    obligatoriedad

    de la

    circuncisin para

    los

    nefitos gentiles.

    5 9

    Discursos predicables,

    p p .

    112-113.

    La

    cita

    es de la

    Vulgata

    (Gal. 5, 2): Si os

    circuncidis, Cristo

    no

    os aprovechar denada.L anegrita esnuestra.

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    19/22

    CMO SE ESCRIBAN LOS SER MONES 119

    Baltasar Arias vilipendiar este rito: el mismo nio Jess se prest de forma gratuita a ser

    circuncidado.

    En resumidas cuentas, la imagen que del judo se desprende de los sermones de la

    Circuncisin se corresponde al tpico del judo cansado, que respeta escrupulo-

    samente los preceptos de su religin, ignorando que, para los cristianos, el Mesas ya

    lleg.

    El antijudasmo tan difundido en la sociedad, con la infamia de los estatutos de

    limpieza de sangre, no parece haberse difundido con especial encono desde el pulpito.

    En todo caso, ninguno de los sermones que hemos ledo muestra especial recelo hacia

    los judos o los judeoconversos.

    60

    M S A L L D E D E L A I D E O L O G A : E L S E R M N C O M O C A J A

    D E

    R E S O N A N C I A D E L A S E N S I B I L I D A D R E L I G I O S A

    A falta de testimonios escritos, no sabemos casi nada sobre la recepcin de nuestros

    sermones, pero sospechamos que el sermn ureo es la caja de resonancia de

    sensibilidades dtectables tambin en otras producciones escritas del per iod o.

    Varios indicios textuales nos llevan a pensar que los predicadores privilegian ante

    todo la emocin. Para ellos, el camino ms directo para fortalecer la fe del oyente son

    los afectos. La preceptiva afirma muy a menudo que la adhesin fervorosa de los fieles

    a un contenido dogmtico depende en buena medida de la manera como el predicador

    lo dramatiza en su homila. El tono de voz, los gestos, la expresin de la cara no slo

    ayudan a entender el sermn sino que permiten hacer sensibles lo que, expresado sin

    conviccin y con la frialdad de un silogismo, no llega al corazn ni conmueve.

    En el caso de los sermones de la Circuncisin, el crisol en el que se funden la fe

    cristiana y la sensibilidad es el dogma de la Encarnacin. La predicacin de Alonso de

    Cabrera es un buen ejemplo. Primero explica que la Encarnacin es la manifestacin de

    la profunda humildad de la divinidad. Acto seguido pregunta a los feligreses presentes:

    Si hacerse semejante en la humanidad a los hombres, y vestirse a su manera y traje es tanta

    baja de aquella suprema alteza, qu ser tomar vestido, traje y apariencia de pecador, siendo

    circuncidado, como si lo fuera? Esto es lo nfimo donde Dios pudo bajar y lo sumo adonde el

    hombre pudo subir.

    61

    La humildad de Dios que se rebaja hasta encarnarse reaparece con tanta frecuencia en

    los sermones de la Circuncisin que deba de ser un elemento esencial de la pastoral de

    la octava de la Natividad. El hecho que la Encarnacin sea un misterio ms

    representable y, por lo tanto ms representado que los dems, como lo muestran los

    cuadros, las imgenes, los belenes y los villancicos, ayuda a anclar este motivo en la

    sensibilidad colectiva. Un misterio de carne y hueso, en figura de nio indefenso,

    llena ms la imaginacin y conmueve.

    6 Tampoco aparecen rasgos antijudaicos en los autos sacramentales de Caldern que aluden a la

    Circuncisin. Vase Reyre, 1998, p. 223. En estas alusiones, el rito judo est presentado como una

    prefiguracin del bautismo cristiano.

    6 1

    Consideraciones en los Evangelios,

    p. 7.

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    120 JEAN CROIZAT-VIALLET

    Criticn,

    84-85,2002

    Por otra parte, la humildad de Dios realza la dignidad del hombre. Alonso de

    Cabrera afirma que el nio Jess, al compartir las mismas vivencias que los recin

    nacidos, considera un honor revestir nuestra humanidad:

    [Dios] no quiso sino honrar nuestra infancia y niez, e ir creciendo como nio. [...] no quiso

    sino autorizar nuestras penas y fragilidades tomndolas sobre s. En naciendo, derrama

    lgrimas y siente el rigor del fro y le da pena la helada y tiene gana de mamar y necesidad de

    que le envuelvan y arrullen y le traigan en brazos.

    62

    Llegado a este punto de la homila, el predicador invita al oyente a descubrir en las

    miserias del vivir humano un motivo para enorgullecerse de ser hombre, precisamente

    porque Cristo dignific nuestras miserias desde los primeros das de su vida terrestre.

    La exhortacin moral que concluye el sermn resume

    este

    pensamiento heredado del

    humanismo cristiano y que converge hacia la figura esencial del crucificado:

    [Que el hombre] aprenda no slo a sufrir con paciencia los trabajos, sino a gloriarse con san

    Pablo en las tribulaciones, y hacer casos de honra las adversidades, los dolores, disciplinas,

    cilicios, mortificaciones, enfermedades; recibirlos con los brazos abiertos, como negocio

    honrossimo, ennoblecido y autorizado en la carne lastimada del Hijo de Dios.

    63

    Ms all de la fascinacin por el dolor, hay una evidente exaltacin del sufrimiento,

    cuyas irrisaciones en la cultura religiosa y profana del Siglo de Oro mereceran un

    copioso estudio. Tambin es posible que, transportada en la esfera de la vida pblica, la

    llamada a la paciencia ante la adversidad sirva como de blsamo para aliviar las

    tensiones sociales y mantener la paz y concordia dentro de la repblica. Pero una

    lectura global de los sermones de la Circuncisin manifiesta la presencia de un estrato

    anterior, capaz de unificar todas estas lecturas: la imitacin de Jesucristo.

    En efecto, la humildad, el dolor y el sufrimiento del nio Jess el da de la

    Circuncisin son imagen de la humana condicin. Suavizan, o mejor dicho humanizan,

    el gran reto que se ofrece al cristiano del Siglo de Oro: imitar a Jesucristo. Los sermones

    que hemos estudiado no valoran tanto el exigente ideal de la imitacin como la

    disposicin de espritu con la que el cristiano debe enfocar este reto. Al hacer hincapi

    en la humanidad de Jesucristo, los predicadores ureos enmarcaban este ideal de

    perfeccin en el horizonte humilde, limitado pero esperanzador del cristiano para quien,

    segn la pertinente y optimista frmula de Alonso de Cabrera que nos servir de

    eplogo: Ni la bajeza de la humanidad apoca, ni menoscaba la grandeza de la

    divinidad.

    64

    62

    Ibid.,

    pp. 5 y 7.

    6 3

    Ibid.,

    p. 8.

    6 4

    Ibid.,

    p. 30. El

    texto sigue

    as: ni por el

    contrario

    la

    alteza

    de la

    divinidad consum e

    y

    oprime

    con su

    glorialapequenezdenuestra humanidad.

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    CMO SE ESCRIBAN LOS SERMONES 121

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    concionatoribus: cum primis utilis et necesaria. In quam tam multa et Veterum Patrum

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    22/22

    122 J EA N C R O I Z A T - V I A L L E T Criticn, 8 4 - 8 5 , 2 0 0 2

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    CROIZAT-VIALLET, Jean. Cmo

    se

    escriban

    los

    sermones

    en el

    Siglo

    de Oro.

    Apuntamientos

    en algunas homilasde laCircuncisindeNuestro Seor.En

    Criticn

    (Toulouse),84-85,2002,

    pp . 101-122.

    Resumen.Eneste trabajo, tratamosdesometerunconjuntodesermones ureos cuyo temaes laCircuncisin

    de Jesucristo,

    a una

    lectura

    que

    permite

    ver

    cmo

    el

    modus scribendi

    del

    predicador

    es un

    elemento

    constitutivo

    de la

    invencin

    y de la

    retrica

    de la

    homila. Pero

    no

    deja

    de ser al

    mismo tiempo reflejo

    de la

    formacin universitaria

    y de

    laspreocupaciones pastorales

    de

    lospredicadores.

    Rsum. L'objet

    de cet

    article

    est de

    soumettre

    un

    corpus

    de

    sermons

    du

    Sicle

    d Or

    ayan t pour thme

    la

    CirconcisionduChristunelecture perm ettantdevoir com mentle modus scribendiduprdicateurest un

    lment constitutifdel'inventionet del'ornement rhtoriqu edel'hom lie.Parailleurs,ceprocessus d'criture

    est aussi

    le

    reflet

    de la

    formation universitaire

    etdes

    proccupations pastorales

    des

    prdicateurs.

    Summary.Inthis article,we aimatsubjectinga corpusofspanish GoldenAgesermons, wh ich hvefortheir

    subject Christ's Circumcision to a reading which enable us toascertain how the

    modus scribendi

    of the

    preacher

    is a

    constituent lment

    of

    both

    the

    inventio

    andthe

    rhetorical ornamentation

    ofthe

    homily. Also,

    this process

    of

    writing reflects

    a

    training acquired

    in

    the

    U niversity

    and

    a

    pastoral interest

    in

    preaching.

    Palabras clave. Circuncisin. Concordancias. Excerpta.Sermonarios. Sermones. Tipologa. ARIAS,Baltasar.

    CABRERA,Alonso de. CCERESYSOTOMAYOR,Antonio de. GRANADA,Luis de. GUTIRREZDE ESTREMARA,

    Juan. LUNA,Juan de.NJERA,Juan de.SUREZ,Francisco.