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Run, run, se fueron pal norte •• Javier Perucho Hijos de la patria perdida Pachucos, chicanos e inmigrantes en la narrativa mexicana del siglo xx Conaculta-INsAlVerdehalago {Vagaluz} México, 2001, 123 págs. José Francisco Zapata Existen diversos motivos para emigrar: extrema pobreza, aventura, nuevos aires, desamor, asesinato, etcétera. En México hemos visto que parte de su población ha migrado al norte. Casi todos conocemos a alguien que "se fue pal norte" o "pal otro lado". Por más de un siglo los mexicanos han cruzado la frontera de cristal con Estados Unidos de América en busca de mejores oportunidades y muchos llegaron a las ciudades gabachas para quedarse. Se instalaron con todas sus chivas, idioma, religión, costumbres, rencores, extra,ñamientos, odios y amores en aquel país como quien regresó a un terruño " propio. Han nacido, crecido y hecho hombres a sus hijos, generado una cultura que oscila entre el país de origen y en el que ahora radican. Este híbrido que ahora pide su hot tamale o su champurrado cold se escabulle a interpretaciones sociológicas como pez en el agua. Complicado es asir la terminología pachuco, chicano, pocho, cholo, así como definir qué es un chontal, un rarámuri o un chilango. Aun así, la proximidad de estas comunidades, la simpatía que se les profesa, permite una aproximación. Y esto es precisamente lo que hace Javier Perucho al abordar el tema, sólo que él lo hace a través de la literatura mexicana, concretamente la narrativa. En el "Liminar del outsider" (me imagino siempre al outsider en el umbral del abismo) el autor nos informa: Pocho es el hijo de migrantes de ascendencia mexicana, asimilado a las tradiciones anglosajonas, que se siente más de "allá" que de "acá" . En la actualidad, definirse como chicano implica una postura política que reivindica la mexicanidad como origen y destino. El pachuco era un individuo que se distinguía por su com- portamiento social, indumentaria y lenguaje singulares (¿remember a Tin Tan?) distintivos por lo que fue excluido, relegado, encarcelado, hostigado por la policía o entrampado en la telaraña de la violencia callejera. Los rasgos distintivos del cholo son el uso icónico de la Virgen de Guadalupe (casi Guadalumpen), los colores patrios yel intenso reciclado de motivos indígenas, así como el graffit. Una existencia difícil la de estos carnales allende la frontera. Enfrentados a tratos humillantes, vejaciones, discriminación ra- cial, marginación, golpizas, encarcelamientos y asesinatos. (Nótese cuántos seres de origen mexicano y mexicanos están en capilla ardiente.) Sin embargo, aun ante estos deplorables, l' O estas comunidades han ejercido desde la década de los cincuenta una peculiar manera de expresarse, una presencia cultural importante en el alucinante crisol del arte en Estados Unidos de América, y por supuesto, han logrado cohesionar un movimiento político y social que suena hasta las cúpulas de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Estos brothers, además, han sido objeto de una vasta gama de miradas desde finales del siglo XIX hasta nuestros días por nuestros muy ilustres escritores. Desde aquella que los mira como caricaturas, "sorprendo a tal o cual mexicano" recorriendo las calles "pero [hablando] tan innoble que no me acerco, porque que de sus labios sólo han de surgir frases patibularias, y no quiero ver profanado el armonioso tesoro de mi vieja lengua latina": el vate Amado Nervo. Y la otra, que mira al otro, su paisano, aunque sea con máscara de estambre, como "ciudadano con plenos derechos políticos, con fobias y filias, que esperarían un acercamiento proselitista acorde con sus expectativas de una vida plena, digna, jurídicamente ase- gurada": el autor de este libro. Javier Perucho, interesado en dar a conocet; y muy a su manera, hacer justicia a los carnales del "otro lado", ha construido su libro a partir de "un detenido espigar en la literatura mexica- ..

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Page 1: Javier - Revista de la Universidad de México · Complicado es asir la terminología pachuco, chicano, pocho, cholo, así como ... porque sé que de sus labios sólo han de surgir

Run, run, se fueron pal norte ••

Javier PeruchoHijos de la patria perdidaPachucos, chicanos e inmigrantes en la narrativa mexicana del siglo xxConaculta-INsAlVerdehalago {Vagaluz}México, 2001, 123 págs.

José Francisco Zapata

Existen diversos motivos para emigrar: extrema pobreza, aventura, nuevos aires,desamor, asesinato, etcétera. En México hemos visto que parte de su población hamigrado al norte. Casi todos conocemos a alguien que "se fue pal norte" o "pal otrolado". Por más de un siglo los mexicanos han cruzado la frontera de cristal con EstadosUnidos de América en busca de mejores oportunidades y muchos llegaron a las ciudadesgabachas para quedarse. Se instalaron con todas sus chivas, idioma, religión, costumbres,rencores, extra,ñamientos, odios y amores en aquel país como quien regresó a un terruño "propio. Han nacido, crecido y hecho hombres a sus hijos, generado una cultura que oscilaentre el país de origen y en el que ahora radican. Este híbrido que ahora pide su hottamale o su champurrado cold se escabulle a interpretaciones sociológicas como pez enel agua. Complicado es asir la terminología pachuco, chicano, pocho, cholo, así comodefinir qué es un chontal, un rarámuri o un chilango. Aun así, la proximidad de estascomunidades, la simpatía que se les profesa, permite una aproximación. Y esto esprecisamente lo que hace Javier Perucho al abordar el tema, sólo que él lo hace a travésde la literatura mexicana, concretamente la narrativa. En el "Liminar del outsider" (meimagino siempre al outsider en el umbral del abismo) el autor nos informa:

Pocho es el hijo de migrantes de ascendencia mexicana,asimilado a las tradiciones anglosajonas, que se siente más de"allá" que de "acá" . En la actualidad, definirse como chicanoimplica una postura política que reivindica la mexicanidadcomo origen y destino.

El pachuco era un individuo que se distinguía por su com­portamiento social, indumentaria y lenguaje singulares(¿remember a Tin Tan?) distintivos por lo que fue excluido,relegado, encarcelado, hostigado por la policía o entrampadoen la telaraña de la violencia callejera.

Los rasgos distintivos del cholo son el uso icónico de laVirgen de Guadalupe (casi Guadalumpen), los colores patriosyel intenso reciclado de motivos indígenas, así como el graffit.

Una existencia difícil la de estos carnales allende la frontera.Enfrentados a tratos humillantes, vejaciones, discriminación ra­cial, marginación, golpizas, encarcelamientos y asesinatos.(Nótese cuántos seres de origen mexicano y mexicanos están encapilla ardiente.) Sin embargo, aun ante estos hech~ deplorables,l'O estas comunidades han ejercido desde la década de los cincuenta

una peculiar manera de expresarse, una presencia culturalimportante en el alucinante crisol del arte en Estados Unidos deAmérica, y por supuesto, han logrado cohesionar un movimientopolítico y social que suena hasta las cúpulas de la Secretaría deRelaciones Exteriores. Estos brothers, además, han sido objetode una vasta gama de miradas desde finales del siglo XIX hastanuestros días por nuestros muy ilustres escritores. Desde aquellaque los mira como caricaturas, "sorprendo a tal o cual mexicano"recorriendo las calles "pero [hablando] tan innoble que no meacerco, porque sé que de sus labios sólo han de surgir frasespatibularias, y no quiero ver profanado el armonioso tesorode mi vieja lengua latina": el vate Amado Nervo. Y la otra, quemira al otro, su paisano, aunque sea con máscara de estambre,como "ciudadano con plenos derechos políticos, con fobias yfilias, que esperarían un acercamiento proselitista acorde consus expectativas de una vida plena, digna, jurídicamente ase­gurada": el autor de este libro.

Javier Perucho, interesado en dar a conocet; y muy a su manera,hacer justicia a los carnales del "otro lado", ha construido sulibro a partir de "un detenido espigar en la literatura mexica-

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Page 2: Javier - Revista de la Universidad de México · Complicado es asir la terminología pachuco, chicano, pocho, cholo, así como ... porque sé que de sus labios sólo han de surgir

na vigesímica" con el fin de registrar"los hitos de esa presencia através de ciertas narraciones escritas a lo largo del siglo. Centuriaque inicia con Amado Nervo (a quien ya citamos) y concluyecon Luis Arturo Ramos". Veamos, a vuelo de pájaro, y guiadospor el autor, lo que dicen algunos de nuestros célebres escritoresacerca de los chicanos, pochos, cholos, pachucos y demás.

José Juan Tablada: De agringado entre las gentesJusto renombre alcanzóy al cabo, Domingo FuentesSunday Fountains se llamóMas si sigue en su maníaAy del pocho! Ay del fifí!Al face garUc cualquier díaLo mandarán CODl

José Vasconcelos: "[Pocho] palabra que se usa en Californiapara designar al descastado que reniega de lo mexicano aun­que lo tiene en la sangre y procura ajustar todos sus actos almimetismo de los amos actuales de la región".

Agustín Yañez: "El hijo de doña Eufrosia quedó en la sillaeléctrica porque no quiso dejarse de un gringo abusivo, RamónLópez tiene 15 años de cárcel y está sentenciado a 90 años".

Salvador Novo: "Con el estallido de la Segunda Guerra Mun­dial, miles de mexicanos encontraron motivos para enlistarse.En parte, su integración al ejército [estadunidense) era el reflejode una comunidad que todavía creía que podía disfrutar de losprivilegios de una cultura dominante -si solamente estuvierandispuestos a pagar el precio".

Oetavio Paz: "El pachuco es un clown impasible y siniestro,que no intenta hacer reír y que procura aterrorizar. Esta actitudsádica se alía a un deseo de autohumillación, que me parececonstituir el fondo mismo de su carácter: sabe que sobresalir espeligroso y que su conducta irrita a la sociedad; no importa,busca, atrae la persecución y el escándalo. Sólo así podráestablecer una relación más viva con la sociedad que provoca:víctima, podrá ocupar un puesto en ese mundo que hasta hacepoco lo ignoraba; delincuente, será uno de sus héroes malditos".

José Revueltas: "Este 'México de fuera', del que tanto se habla,es amargo y áspero: tiene el espíritu lleno de rencor y resen­timiento y está como aturdido por cosas que aún no se explicacabalmente, como si le hubiesen arrebatado algo oscuramenteinmaterial pero necesario, indispensable, querido y sórdido. Mepregunté si eso que el mexicano de Los Ángeles añora -in­consciente y sin que él mismo se dé cuenta- es la patria. Pero elsentido que tienen ciertos mexicanos de Los Ángeles acerca dela patria, es monstruoso. Aman lo negativo de México, hiper­rrofiándoloj y la 'valentía' y el 'machismo', la actitud salvaje,son para ellos el signo definidor" .

José Emilio Pacheco: "Los mexicanos -decía Edwin Weiner,nuestro patrón- no son hombres. Están por debajo de las mulasy de los cerdos. No tienen cerebro. Son imbéciles, flojos, puercos,ladrones, viciosos, insensibles. Antes me daban lástima. Ahorame dan asco. Cuando menos tienen la ventaja de darse cuenta:

no tratan de competir con los anglosajones, que por derechodivino son superiores" (del cuento "Por derecho divino").

Francisco Hinojosa: "Con ello la cultura chicana [...] ha rei­niciado -al parecer- una nueva etapa de rescate, autodefensa ysupervivencia, capaz de enfrentar a los cucarachicidas raciales[pete Wilson y los demás senadores demócratas impulsores deuna más de las cíclicas campañas antünmígrante]".

La problemática de las cómunidades chicanas ha llegado alrojo subido entre dos naciones vecinas, y tal vez su situación notenga muy buenos augurios; dado el terror y desinformaciónque ha ejercido sobre la población anglosajona el gobierno delfundamentalista George W. Bush después de los avionazosdel 11 de septiembre. El malvado enemigo ya no sólo es eleje del mal, ahora también lo es el inmigrante, el extraño queentra al santo territorio gabacho con sus deseos y hambre deuna vida prometedora.

Hasta aquí hemos visto cómo los escritores mexicanos nostraen el cuento de los chicanos, pochos, cholos, pachucos einmigrantes, y su particular modo de nombrar o deformar unacomunidad a la que ya no pertenecen, a la que ven con buenostelescopios. Será por esto que Javier Perucho se pregunta ¿quétanto saben los intelectuales de literatura chicana? y que selamenta por la total apatía de las instituciones culturales delpaís por lo que acontece a la raza de allá, el "otro lado". Quienesto escribe se pregunta: ¿acaso el gobierno mexicano se ha preo­cupado con seriedad de la problemática chicana o de los mexi­canos que allá viven?, ¿no cambiaron al secretario de Relaciones ~ ~

Exteriores por su infortunada labor en pro de los migrantes?,¿sabe la población que vive en México el nombre de algúnescritor chicano?, ¿a qué patria se acogen estas comunidades sila cacareada aldea global ha barrido con estas sacrosantasdenominaciones?

El libro Hijos de la patria perdida es un trabajo que no sóloregistra el cómo, qué, cuándo, porqué de las comunidadeschicanas y su presencia en la narrativa mexicana, aporta tam­bién muchos datos acerca de la escritura chicana, cuándoempezó, qué autores sobresalen y cómo se ven a sí mismos através de ella: poesía, teiltro, narrativa, cine, música, en fin, sucultura. Si bien es cierto que no existe en la literatura chicanaun autor de peso universal, es justo decir que su empuje hagenerado una auténtica literatura entre dos orillas muy loablede conocer, gustar y difundir. Javier Perucho lo sabe muy bien.A través de la escritura los espantajos comienzan a disiparparvadas negras del panorama.

El autor agrega una documentada cronología de la literaturachicana y una bibliografía acerca del tema para quien decidaguachar un poco más allá lo que nuestros más entrañablesvecinos proponen en su escritura.

Para no desafinar, quisiera recordar unos versos del poetaMario Santiago;

Mi patria es este jugoso cactoa flor de tierra: Lophophora williamsi. O'

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