jam - el hombre que elige cuando no tiene elección

2
EL HOMBRE QUE ELIGE CUANDO NO TIENE ELECCIÓN Por Jacques-Alain Miller Psicoanalista Mientras que Valérie Trierweiler estaba knock-out, el presidente se mostraba en la cima, contento de sí mismo y de humor juguetón. Pensamos en el epíteto que Raymond Poincaré, su predecesor, hubo señalado en otro tiempo: “El hombre que ríe en los cementerios.” Sin embargo, François Hollande no tiene más que la palabra “respeto” en la boca. No falta jamás ocasión de ofrecer y de reclamar respeto. El respeto mutuo, tal es la piedra angular de su filosofía moral y política. Éste reúne la más pura tradición de las Luces, ya que Emmanuel Kant no dijo otra cosa: todo hombre tiene, en tanto que tal, derecho al respeto. Los dos pensamientos están no obstante enfrentados. Allí donde Kant tiene por inmoral aquello que yo tramo en privado sin poder reconocerlo en público, Hollande profesa por el contrario que “los asuntos privados se arreglan en privado”. Entiéndase: “aquello que es clandestino está llamado a permanecer como tal.” El respeto según Hollande no tiene nada de kantiano: está destinado a tener al otro a raya, a distancia. ¿Qué es aquello que suscita, dice él, su “indignación total”? La revelación de sus escondrijos. Si el culto de la transparencia se presta a desviaciones totalitarias, Hollande, él mismo, respeta la autonomía del individuo al punto de impedir el matrimonio, y de no dejar mostrar nada ni de sus pensamientos (él es “inasequible”, dijo su hijo), ni de sus emociones (él es “desafectivizado”, dijo un allegado). Eso que llama respeto es de hecho su remarcable capacidad de atrincherarse, de apartarse del otro. Ese fondo de indiferencia que transparentan sus asuntos privados explican su habilidad en los asuntos públicos: frío, desapasionado, manipula incluso mejor las pasiones de los otros. Tanto en privado como en público, deja a los protagonistas ir hasta el límite de sí mismos, aplaza concluir antes de que estén

Upload: lore-buchner

Post on 30-Jan-2016

216 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

JAM - El Hombre Que Elige Cuando No Tiene Elección

TRANSCRIPT

Page 1: JAM - El Hombre Que Elige Cuando No Tiene Elección

EL HOMBRE QUE ELIGE CUANDO NO TIENE ELECCIÓN

Por Jacques-Alain Miller

Psicoanalista

Mientras que Valérie Trierweiler estaba knock-out, el presidente se mostraba en la cima, contento de sí mismo y de humor juguetón. Pensamos en el epíteto que Raymond Poincaré, su predecesor, hubo señalado en otro tiempo: “El hombre que ríe en los cementerios.”

Sin embargo, François Hollande no tiene más que la palabra “respeto” en la boca. No falta jamás ocasión de ofrecer y de reclamar respeto. El respeto mutuo, tal es la piedra angular de su filosofía moral y política. Éste reúne la más pura tradición de las Luces, ya que Emmanuel Kant no dijo otra cosa: todo hombre tiene, en tanto que tal, derecho al respeto. Los dos pensamientos están no obstante enfrentados. Allí donde Kant tiene por inmoral aquello que yo tramo en privado sin poder reconocerlo en público, Hollande profesa por el contrario que “los asuntos privados se arreglan en privado”. Entiéndase: “aquello que es clandestino está llamado a permanecer como tal.” El respeto según Hollande no tiene nada de kantiano: está destinado a tener al otro a raya, a distancia. ¿Qué es aquello que suscita, dice él, su “indignación total”? La revelación de sus escondrijos.

Si el culto de la transparencia se presta a desviaciones totalitarias, Hollande, él mismo, respeta la autonomía del individuo al punto de impedir el matrimonio, y de no dejar mostrar nada ni de sus pensamientos (él es “inasequible”, dijo su hijo), ni de sus emociones (él es “desafectivizado”, dijo un allegado). Eso que llama respeto es de hecho su remarcable capacidad de atrincherarse, de apartarse del otro. Ese fondo de indiferencia que transparentan sus asuntos privados explican su habilidad en los asuntos públicos: frío, desapasionado, manipula incluso mejor las pasiones de los otros.

Tanto en privado como en público, deja a los protagonistas ir hasta el límite de sí mismos, aplaza concluir antes de que estén agotados, ratifica entonces el estado de situación, y da un golpecito para pasar de página. Elige solo cuando no tiene elección. Juega solo cartas forzadas. Es su fuerza. Así ha esperado la situación creada por Closer para separarse de un compañero que le pesaba. Y la opinión pública ha resollado con él.

Sin duda la mujer despechada le negó un “consentimiento mutuo” de fachada, si no ¿habría él aceptado asumir la ruptura en primera persona? Pero ha tenido cuidado de hormigonar su “yo” mencionando en el enunciado el sujeto de la enunciación (“yo hago saber que…”), cerrando así con doble llave la única frase que le fue arrebatada. Esta frase no tiene la poesía de un “Adios mi concubina”. Es de puro estilo burocrático: “Puse fin…” ¿Es el hombre que habla como un presidente o lo contrario? Es confuso. Pero el mensaje no puede ser más claro: “¡Circulen! Aquí no hay nada que ver.” Hollande se eclipsó. Se enfila con su moto. Hacia 2017.