jacobo siruela - quimera n.º 362 - sergi bellver

6
Q 5 Entrevista a Jacobo Siruela El salón de los espejos . EN LAS TRES ÚLTIMAS DÉCADAS, Jacobo Sirue- la (Madrid, 1954) ha descrito una de las trayectorias editoriales más singulares y prestigiosas del mundo hispanoame- ricano. En 1980 editó su primer libro, La muerte del rey Arturo, un anónimo del siglo XIII del que bien podría haber salido el propio Jacobo Siruela como personaje caballeresco, noble paladín de causas literarias y perseguidor de varios griales. Lo que sucedió en las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo, con la revista El Paseante y, sobre todo, la consolidación de la editorial Sirue- la, forma ya parte de la historia de la edición española. Pero Jacobo Siruela es, decididamente, un editor del nuevo siglo, un tahúr que encara estos tiem- pos extraños con el as en la manga de Atalanta, sello con el que apuesta por religar el saber de nuestros ancestros a la necesidad de imaginar un horizonte para el hombre actual. Entusiasmado con sus últimos libros, Jacobo Siruela nos recibe en su casa del Ampurdán, distendido pero con el ánimo dispues- to a arrancar a Excalibur de cualquier roca y hacer que ruede la cabeza del materialismo. Imagino al joven Jacobo como un lector entusiasta, luego explorando su vocación de artista y finalmente sabiéndose editor. En esa transformación fue clave la figura de Jorge Luis Borges. ¿Cómo recorriste ese camino? ¡Puf! Hablemos un poco del siglo pasa- do... En los años setenta yo era pintor abstracto y un poco artista conceptual. En aquella época leía mucho, escucha- ba mucha música y visitaba muchos museos y galerías de arte. Sin duda, Borges marcó mi orientación literaria. Entonces, a finales de los años seten- ta descubrí la literatura medieval y la profundidad de su lenguaje simbólico, y ahí empezó todo. En 1982 decidí co- menzar a publicar libros medievales, cuidadosamente editados, con buen papel, etcétera. Libros que, contra todo pronóstico, comenzaron a funcio- nar muy bien. Vamos a pasar de largo, si te parece, por tu larga trayectoria al frente de la editorial Siruela, de la que ya hay registro suficiente, no sólo en hemerotecas y otros medios, sino sobre todo en la mente y en los anaqueles de tantos lectores que, en cierto modo, nos he- mos formado también con colecciones como El Ojo sin Párpado. Cuéntanos cómo y por qué nace el proyecto de Atalanta. En 1998 vendí Siruela y me compré una casa de campo en el Ampurdán. Había llegado al acuerdo de dejar en manos de los nuevos dueños todo el aspecto empresarial para dedicarme a dirigir seis colecciones de literatura y ensayo, prácticamente desde mi casa ampurdanesa. Viajaba a Madrid todos los meses, pero el trabajo lo hacía en casa. De modo que me di cuenta de que hoy en día se puede llevar una editorial desde el campo. En realidad, desde cualquier sitio. Así que empecé a ver que necesitaba un gran cambio en mi vida y que esta mutación pasaba por fundar una nueva editorial e imaginar- me de nuevo a mí mismo, de modo que en el 2004 decidí romper con Siruela y emprender un nuevo proyecto edito- rial. Pero empezar de nuevo no debe significar volver a hacer lo mismo que antes, sería grotesco. Entonces, pensé que una empresa pequeña era lo idó- neo para estos tiempos. El objetivo a cumplir debía ser tener pocos gastos fi- jos, publicar pocos libros al año y llevar «TODO EL QUE AÚN SIGUE CREYENDO EN EL MITO DEL PROGRESO ES UN REACCIONARIO» ENTREVISTA A JACOBO SIRUELA Por Sergi Bellver Fotografías: Inka Martí

Upload: sergi-bellver

Post on 16-Mar-2016

235 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Entrevista al editor Jacobo Siruela a cargo del escritor y crítico Sergi Bellver, en el número 362 de la revista Quimera. Enero de 2014.

TRANSCRIPT

Page 1: Jacobo Siruela - Quimera n.º 362 - Sergi Bellver

Q5Entrevista a Jacobo SiruelaEl salón de los espejos

.En las trEs últimas décadas, Jacobo Sirue-la (Madrid, 1954) ha descrito una de las trayectorias editoriales más singulares y prestigiosas del mundo hispanoame-ricano. En 1980 editó su primer libro, La muerte del rey Arturo, un anónimo del siglo XIII del que bien podría haber salido el propio Jacobo Siruela como personaje caballeresco, noble paladín de causas literarias y perseguidor de varios griales. Lo que sucedió en las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo, con la revista El Paseante y, sobre todo, la consolidación de la editorial Sirue-la, forma ya parte de la historia de la edición española. Pero Jacobo Siruela es, decididamente, un editor del nuevo siglo, un tahúr que encara estos tiem-pos extraños con el as en la manga de Atalanta, sello con el que apuesta por religar el saber de nuestros ancestros a la necesidad de imaginar un horizonte para el hombre actual. Entusiasmado con sus últimos libros, Jacobo Siruela nos recibe en su casa del Ampurdán, distendido pero con el ánimo dispues-to a arrancar a Excalibur de cualquier roca y hacer que ruede la cabeza del materialismo.

Imagino al joven Jacobo como un lector entusiasta, luego explorando su vocación de artista y finalmente sabiéndose editor. En esa transformación fue clave la figura de Jorge Luis Borges. ¿Cómo recorriste ese camino?¡Puf! Hablemos un poco del siglo pasa-do... En los años setenta yo era pintor abstracto y un poco artista conceptual. En aquella época leía mucho, escucha-ba mucha música y visitaba muchos museos y galerías de arte. Sin duda, Borges marcó mi orientación literaria. Entonces, a finales de los años seten-ta descubrí la literatura medieval y la profundidad de su lenguaje simbólico, y ahí empezó todo. En 1982 decidí co-menzar a publicar libros medievales, cuidadosamente editados, con buen papel, etcétera. Libros que, contra todo pronóstico, comenzaron a funcio-nar muy bien.

Vamos a pasar de largo, si te parece, por tu larga trayectoria al frente de la editorial Siruela, de la que ya hay registro suficiente, no sólo en hemerotecas y otros medios, sino sobre todo en la mente y en los anaqueles de tantos lectores que, en cierto modo, nos he-

mos formado también con colecciones como El Ojo sin Párpado. Cuéntanos cómo y por qué nace el proyecto de Atalanta.En 1998 vendí Siruela y me compré una casa de campo en el Ampurdán. Había llegado al acuerdo de dejar en manos de los nuevos dueños todo el aspecto empresarial para dedicarme a dirigir seis colecciones de literatura y ensayo, prácticamente desde mi casa ampurdanesa. Viajaba a Madrid todos los meses, pero el trabajo lo hacía en casa. De modo que me di cuenta de que hoy en día se puede llevar una editorial desde el campo. En realidad, desde cualquier sitio. Así que empecé a ver que necesitaba un gran cambio en mi vida y que esta mutación pasaba por fundar una nueva editorial e imaginar-me de nuevo a mí mismo, de modo que en el 2004 decidí romper con Siruela y emprender un nuevo proyecto edito-rial. Pero empezar de nuevo no debe significar volver a hacer lo mismo que antes, sería grotesco. Entonces, pensé que una empresa pequeña era lo idó-neo para estos tiempos. El objetivo a cumplir debía ser tener pocos gastos fi-jos, publicar pocos libros al año y llevar

«todo El quE aún siguE crEyEndo En El mito dEl progrEso Es un rEaccionario»

EntrEvista a Jacobo siruElaPor Sergi Bellver

Fotografías: Inka Martí

Page 2: Jacobo Siruela - Quimera n.º 362 - Sergi Bellver

Q6

a cabo una idea distinta y coherente. Los barcos medianos pueden hundir-se en la tormenta, en cambio, un pe-queño trozo de corcho puede sortear cualquier ola sin irse al fondo. Las grandes compañías, esas fuerzas anó-nimas que siguen ciegamente las leyes del mercado, quieren crear un mundo de monopolios, un mundo uniforme a la imagen de sus propios apetitos. Pero lo humano siempre demanda pluralis-mo, y para compensar la balanza han surgido de forma natural un montón de pequeñas editoriales que ofrecen matices, color y espíritu al inmenso su-permercado del libro.

Hay en todo el catálogo de Atalanta una concepción transversal de la cultura, más parecida a un tejido vivo y atemporal que a una sucesión progresiva de hitos. Convi-ven en sus colecciones la «conversación con los difuntos» y una atención libre de prejui-cios hacia nuevas ideas.Sí, a pesar de existir muchas editoria-les, la verdad es que casi todas buscan lo mismo: publicar novelas de éxito. Por eso quise hacer algo distinto o

transversal, como dices. Cuando me ofrecen novelas y contesto que noso-tros no publicamos novelas, se sorpren-den. Tenemos una colección dedicada al cuento. Las novelas que publicamos son antiguas, como La historia de Genji o la novela china del siglo XVIII Jin Ping Mei. Pero, como dice uno de nuestros más preclaros autores, Nicolás Gómez Dávila, para un buen lector todas las obras son contemporáneas. Porque una obra que resiste el severo juicio del tiempo y no envejece tiene mucho que decir a un lector de nuestra época. La sustancia literaria siempre está más allá de las apariencias.

Vivimos un tiempo de olvido, un tiempo todavía fascinado por la vieja idea del progreso. ¿Le toca al siglo XXI recuperar la sabiduría antigua, la que no puede asentarse sólo en la acumulación aséptica de conocimientos? ¿Crees que esa regenera-ción es posible?Para mí, todo el que aún sigue creyen-do en el mito del progreso es un reac-cionario. Alguien que no ha reflexio-nado mucho sobre las consecuencias

naturales, morales e incluso sociales en cuanto a alienación del llamado pro-greso que, en esencia, ya se ha conver-tido en una progresión hacia nuestra propia autodestrucción. Pero volvien-do al terreno de la cultura, sí, desde luego, nuestra época debería intentar recuperar la sabiduría antigua. Vivimos el momento de mayor conocimiento de la historia, y sin embargo la sabiduría brilla por su ausencia. La sabiduría an-tigua es aquello que nos falta, el tesoro que hemos perdido. Más de uno pen-sará que soy yo el reaccionario, pero lo único que sucede es que reacciono contra las mentiras instauradas, contra los eslóganes establecidos. Actualmen-te existe una enorme superstición con lo nuevo. Pongamos por caso a aque-llas novelas de hoy en día que buscan ser «modernas» o «nuevas»: yo me pregunto por qué se llama con tanto aplomo «vanguardia» al manierismo, si casi todo lo que pretende pasar hoy por nuevo lo hicieron con mayor inten-sidad nuestros abuelos hace ya ochenta años. Se escribe a la manera de tal o cual autor contemporáneo. Casi todo es manierismo, y lo más curioso es que el establishment acepta como un color nuevo lo que sólo es un nuevo barniz. El eslogan de las vanguardias está tan metido en nosotros que ya no distin-guimos la verdad: que todo eso se hará viejo en menos de diez años; que es una pura convención, que ya no hay nada de riesgo en ello, sino que sólo sigue las necesidades del mercado de la misma forma que lo hacían los pintores de floreros en 1915, porque hoy lo que

Page 3: Jacobo Siruela - Quimera n.º 362 - Sergi Bellver

Q7Entrevista a Jacobo SiruelaEl salón de los espejos

Las renovaciones más ra-dicales de nuestra historia se basaron siempre en el pasado. Lo nuevo siempre surge de lo antiguo.

se aplaude es lo joven y aparentemente nuevo. Las renovaciones más radicales de nuestra historia –el Renacimiento y el arte moderno– se basaron siempre en el pasado. Lo nuevo siempre surge de lo antiguo. El Renacimiento de la cultura clásica de Grecia y Roma. El arte abstracto de las cuevas de Lascaux y del arte simbólico oriental antiguo. Paul Klee utiliza jeroglíficos. Rothko estudia a fondo las teorías estéticas me-dievales de la luz. El Ulises de Joyce tie-ne siempre presente a Homero. Es por eso que hemos dedicado una colección a la memoria. Porque la memoria tiene algo más nuevo y renovador que con-tarnos.

Vives conectado al mundo pero aparte del ruido general, cerca del silencio, para po-der volver a escuchar el latido de las cosas y el tuyo propio. ¿Cómo te ha ayudado a ganar perspectiva elegir ese margen?Una de las características más notorias de nuestro tiempo es el ruido que pro-duce. Nuestras ciudades son ruidosas. El exceso de oferta de todo tipo y la ingente dosis de información que nos golpea a cada momento es también una metáfora del runrún del ruido que se extiende por todas partes. Y eso no te deja escuchar las melodías sutiles que suenan al fondo del barullo. Por-que también se hacen cosas extraordi-narias. Mantenerse al margen es para mí la única manera de vivir en el mun-do de hoy. Como escribió Breton en su primer manifiesto: la vida está en otra parte. ¿Pero qué queda de todas esas ideas de la vanguardia clásica? Nada.

Aunque esto es también aparente. Los medios de comunicación nos hacen creer que lo importante es lo efímero, la noticia, el libro en las listas de ven-tas, cuando lo que debemos buscar es lo verdaderamente vivo. Pero esto pue-de parecer un poco «ingenuo» hoy en día. Hay que estar de vuelta de todo, es decir, cubrirse obedientemente con ese vano escudo de cinismo con el que se protegen los cobardes.

Eres un editor con un criterio literario muy definido, pero también intuitivo, no un clásico editor técnico al modo anglosajón. También eres consciente de que un editor transforma siempre la obra que tiene entre manos.Generalmente, se cree que un buen editor es el que descubre a nuevos au-tores o talentos. Pero todo eso resulta siempre azaroso. La gente no percibe que un editor «transforme» una obra, y no me refiero sólo a los editors, en ese sentido anglosajón del término, que editan el texto y sugieren cambios, sino a las cubiertas y solapas del libro, al estilo de edición o al prestigio de una editorial. Todo eso da una cualidad distinta a la obra. El continente debe potenciar al contenido. Editar es una especie de culto por la obra en tanto contenido y continente.

Los tres grandes pilares de Atalanta son lo bre-ve, la memoria y la imaginación. Me resulta chocante que, a estas alturas, el lector medio aún no termine de identificar tu editorial con el cuento, cuando en la colección Ars Brevis hay verdaderas joyas del relato universal.

Gracias. La idea consistió en escoger un canon de cuentos de países y épo-cas distintas, siempre prologados. De la antigua Roma tenemos el mito escrito más largo que se conserva de la época pagana, Eros y psique. Precioso. O un cuento libertino paradigmático del si-glo XVIII, Sin mañana. El volumen de Wells guarda una pequeña sorpresa: los dos finales de El país de los ciegos. O también el texto magistral de Tournier sobre el suicidio de Kleist en su volu-men de cuentos. Los cuentos de Tsutsui son de culto, pero tampoco se venden mucho. Quizá se pirateen sin parar, quién sabe. El libro que más éxito ha tenido es El arte de conversar, de Wilde. Curiosamente, los «descubrimientos», es decir, Robert Aickman, Francisco Tario, Nayer Masud o Liudmila Petrus-hévskaia, como no se conocen, tienen una salida mucho menor. En general la gente prefiere reconocer a conocer. Y, desgraciadamente, aún no se identifica a Atalanta con los cuentos.

Llama la atención que eso suceda tam-bién con autores hispanoamericanos tan genuinos y especiales como el mencionado Francisco Tario o, por ejemplo, Salvador Elizondo.El libro de Salvador Elizondo es lite-rariamente extraordinario. Su estilo y originalidad son formidables, pero la crítica fue parca. Y Elizondo en México era algo parecido a Benet en España, un autor de referencia para una gene-ración de jóvenes escritores que esta-ban deseando superar la tradición li-teraria nacionalista mexicana. Tario es

Page 4: Jacobo Siruela - Quimera n.º 362 - Sergi Bellver

Q8 dossier: Iván Humanes. Los olvidados

el raro, el escritor oculto, también muy original para su tiempo, y no ha perdi-do nada de vigor. Ha funcionado bien, pero Elizondo ha pasado sin pena ni gloria. En fin, riesgos del oficio. Esto es una tómbola.

El último gran título de la colección ha sido la Antología universal del relato fantástico, una edición a tu cargo que, sin duda, va a quedar como referente.Eres muy amable. Esta antología es mi homenaje a la literatura fantástica. Contiene cincuenta y cinco cuentos de autores del XIX y XX de tres continen-tes, Europa, América y Asia. Para mí, la literatura fantástica no es solamente un género asociado al terror. Es una cate-goría estética universal que trata de de-volvernos la experiencia interior con el misterio del mundo que nos arrebató el racionalismo de la Ilustración, una vez que sentó las bases de la ciencia. El mundo de los hechos quedó exento de poesía, vacío de contenido interior, y la literatura fantástica nos devuelve a ese sentimiento original de perplejidad ante los eternos misterios que fascinan al ser humano: la muerte, el mal, el tiempo, etcétera. Todos los territorios en los que ahonda el cuento fantástico son metafóricos, y si piden una suspen-sión del juicio es porque todo el signifi-cado del texto descansa en lo que Keats calificó como «la verdad de la imagina-ción», que es eterno deleite.

El segundo pilar de Atalanta, la memoria. Esa «conversación con los difuntos», pero también un registro de lo vivo en la colec-

ción Memoria Mundi, con referencias a las fuentes más remotas del pensamiento y la historia universal, y a la vez con títulos tan apasionantes como la Historia de mi vida de Casanova.Sí, hay grandes textos literarios de nues-tra cultura como los de Casanova o Gib-bon, el Jin Ping Mei o el Ramayana. Pero también hay otras obras que plantean una manera diferente de ver el mundo, como el I Ching o los libros de Kingsley sobre Parménides y Empédocles, o los de Tarnas sobre el pensamiento occi-dental y las cualidades psíquicas del cosmos. En general, el mundo literario se aparta de ellas, o incluso las desde-ña, porque generalmente se desdeña aquello que se desconoce. Pero, en rea-lidad, si uno penetra en estas visiones, resultan fascinantes. Otra música. Me interesa romper los compartimentos estancos. El siglo XXI es pluriversal. Y Atalanta se opone al relato que nos ha contado la cultura materialista. Se en-frenta a su dogmatismo. El mundo se ha vuelto demasiado seco, demasiado hueco, demasiado descarnado y caóti-co, y, de algún modo, necesitamos dar un giro, un ensanchamiento de miras, una nueva claridad interna, y esto nos lo otorgan las sabidurías antiguas con su serena mirada espiritual. Pero claro, aunque tenemos muchos seguidores, a partir de aquí comienza la tórrida tur-bulencia de malentendidos subjetivos...

Sorprende que uno de los «bestseller» de la editorial sea precisamente La historia de Genji. ¿A qué crees que se debió el fenó-meno?

Desde luego, es asombroso. Quizá sea debido a la moda de todo lo japo-nés, que nos pilló por sorpresa. Pero La historia de Genji es extraordinaria. Resulta conmovedor que esta mujer del siglo XI, perteneciente a una de las cortes más refinadas que han exis-tido, escribiera una obra de más de mil páginas, la obra de toda su vida, para un público tan reducido como la emperatriz y sus noventa cortesanas. El asunto tiene moraleja e ironía, por-que Murasaki Shikibu inventa la nove-la gracias a una prohibición. Como en aquella época no se permitía a las mu-jeres acceder a la instrucción de las letras, puesto que en ese tiempo los escritores japoneses seguían modelos chinos muy estrictos y convenciona-les, Murasaki se pone a narrar el mun-do en el que vive en la corte Heian, y así se inventa la novela. ¡Gracias a una prohibición!

Y llegamos al tercer pilar de la editorial, tal vez el de un potencial más insospecha-do: la imaginación. Tres títulos recientes, y también dos de vuestros autores actuales más importantes, son Las extensiones in-teriores del espacio exterior, de Joseph Campbell, La tradición oculta del alma, de Patrick Harpur, y Una historia secre-ta de la consciencia, de Gary Lachman. No se me ocurre qué otra editorial podría haber realizado una apuesta semejante. Imaginatio Vera es una de las colecciones más audaces aparecidas en el panorama en español en los últimos años.Bueno, generalmente se piensa que la imaginación es una forma de escapis-

La literatura fantástica nos devuelve a ese sentimiento original de perplejidad ante los eternos misterios que fascinan al ser humano.

Page 5: Jacobo Siruela - Quimera n.º 362 - Sergi Bellver

Q9Entrevista a Jacobo SiruelaEl salón de los espejos

mo. Y la verdad es que debemos distin-guir entre la fantasía, que corresponde a un subjetivismo sin sustancia, y la imaginación que, tal como la enten-dieron Keats, Coleridge, Blake o Yeats, los creadores de mitos, o Corbin, nos revela verdades interiores. Lo mismo que el psicoanálisis descubrió que los relatos oníricos tienen un significado, las creaciones imaginales están plenas de sentido y se comportan como un ór-gano psíquico de conocimiento. Si uno analiza los mitos o ciertas novelas sim-bólicas, obtiene una segunda lectura que va profundizando en diferentes ca-pas de sentido. Esta es la imaginación verdadera.

Háblanos un poco de ese otro gran proyec-to que ha cristalizado en la publicación del primer tomo de los Libros proféticos de William Blake, con sus ilustraciones origi-nales, y precedida por esos ocho ensayos de Kathleen Raine sobre el genio.Este año es para nosotros el año Blake. Se habla mucho de Blake, pero poca gente sabe en realidad qué sig-nifica su obra ni hasta qué punto sus poemas son indisociables de la ima-gen. Por primera vez se presentan todos los poemas proféticos, en ver-sión bilingüe, junto a sus láminas en color. Blake se veía como un miniador medieval, escribiendo códices, en los cuales la imaginación es la fuente de toda su lúcida visión del mundo. Es un autor fascinante, fue la mente más moderna de su época y, a la vez, la que ejerció la crítica más profunda sobre la modernidad.

Volviendo al tema de la sabiduría posible en este tiempo, el mito tiene una importan-cia caudal en la propuesta de Atalanta, el mito como fábula pero también sabiduría eterna, encriptada tal vez, mas al alcance del buscador.Desde un punto de vista exterior, los mitos son fábulas, pero desde el án-gulo interior son verdades sobre el ser humano. Como dice Campbell, los he-chos míticos religiosos no son literales ni históricos. Se han de ver como sím-bolos, como metáforas vivas de nuestra realidad interior. Para él, su función es abrir la mente y el corazón a lo que llama «la suprema maravilla del ser». Es el arte más bello y profundo. Sería maravilloso descubrir en nuestra época cuáles son los mitos que se están crean-do bajo la alfombra.

Tu libro El mundo bajo los párpados fue como el machete que abre camino en un terreno vedado y esquivo: la historia no contada de los sueños, un trabajo al que me consta que dedicaste no sólo ocho años de tu vida, sino también una implicación por el tema que te acompaña ya a diario.Estuve investigando el mundo onírico a fondo durante seis años y la ejecu-ción del libro duró otros dos. Me pro-puse la osada y extemporánea idea de escribir una historia de los sueños, una historia de los hombres que duermen. Un ensayo narrado en el que nada de lo expuesto fuese subjetivo ni inventa-do, pero que, por otro lado, constitu-yera el cuerpo de un relato narrativo que, de alguna manera, aunara cuatro de las propuestas que Calvino propu-so para el próximo milenio: ligereza,

Page 6: Jacobo Siruela - Quimera n.º 362 - Sergi Bellver

Q10

rapidez, exactitud y multiplicidad. Es decir, quería profundizar pero a través de una forma que lo hiciera leve. Que-ría ser rápido y ágil, pero con exacti-tud, y quería encarar el tema desde una multiplicidad de perspectivas cru-zadas: históricas, mitológicas, metafí-sicas, científicas, metafóricas y demás, pero siempre evitando las vaguedades. El libro no trata sobre la interpreta-ción de los sueños sino sobre lo que es el fenómeno de soñar en relación con la historia, lo sagrado, el tiempo, el espacio onírico y la muerte. Así que, a pesar de ser un rosario de relatos, pretende llegar a un sentido, porque en realidad es una investigación, una osada meditación sobre los límites de la realidad.

Junto a tu ensayo, el Cuaderno de noche de Inka Martí, tu compañera de viaje vital y editorial, delata cierta poética del sueño en Atalanta.Inka y yo compartimos esta poética. Mi libro es un ensayo filosófico na-rrativo. El suyo son sus propios sue-ños. Escogió unas decenas de sueños de un total de casi un millar. Al con-trario de mí, ella recuerda casi cada noche sus sueños y los registra al día siguiente. Lo interesante, lo particu-lar, lo distinto de este libro es que sus narraciones poéticas vienen del otro lado. Son relatos que vienen de ese otro lado del espejo. Pero Inka no intervino en ellos y los relató con una limpieza y claridad de estilo que los hace doblemente poéticos. Sus sueños son extraordinarios, por eso quise publicarlos. Soy onirólogo, y la

verdad es que ha reunido un corpus maravilloso. Fue una suerte que va-rios buenos críticos de España y Mé-xico repararan en este precioso men-saje poético y lo sacaran del terreno del exotismo.

Contra lo que pudiera pensar el lector más apegado a sus prejuicios, Jacobo Siruela es un editor del siglo XXI, también por su fidelidad al papel y al modelo de edición tradicional, pero no desde lo tradicionalis-ta, sino precisamente después de atender con curiosidad en los últimos años, y con sentido crítico hoy en día, al lento desmo-ronamiento de la panacea digital.Me alegra escuchar esto. La verdad es que el griterío dice otra cosa. No estoy en contra del ebook, me parece muy fun-cional. Estoy en contra de la necia reve-rencia hacia la tecnología. El libro elec-trónico tiene ventajas prácticas de uso, pero la biblioteca digital es un fiasco. Pasado mañana cambiarán los sopor-tes y sucederá como con las discotecas de vinilo o las videotecas: te quedas sin nada. La tecnología es demasiado cam-biante y frágil. El libro, la biblioteca de papel, es más consistente, y me sigue pareciendo el mejor vehículo de trans-misión cultural para este siglo. ¡Basta ya de tantas virtualidades! Estoy a favor del objeto real y sensual. Del libro útil, bello y riguroso. Y estoy convencido de que el libro de hoy es el libro tipo Atalanta. Cuando hace unos años vi que Penguin, la editorial que inventó el libro de bolsi-llo, sacaba una colección con un diseño y un papel sofisticadísimo, me dije: he aquí la constatación de que el libro de hoy y de mañana es el libro cuidado.

Sin embargo, a mi modo de ver, lo que re-vela de forma más clara a Atalanta como una editorial del siglo XXI es su audacia a la hora de aceptar y estudiar ideas, su interés por la ciencia, la cultura, el arte y las potencias de la imaginación como medios para que el ser humano recupere todas esas partes de su naturaleza que el materialismo y la velocidad de este tiempo le han ido mutilando.Después de las paradojas de la física cuántica, de la elegante teoría de cuer-das y su propuesta de varios universos paralelos, después de la psicología ana-lítica de Jung sobre la fenomenología de la psique y después de la concien-cia participativa de Husserl, ya no po-demos contemplar el mundo desde el estrecho ángulo de visión del mate-rialismo decimonónico. Las fronteras se han ensanchado a pesar de que los celosos guardianes de las viejas verda-des traten desesperadamente de cerrar las compuertas. El mundo se está des-moronando, las viejas verdades se han marchitado bajo el ala siniestra del pro-greso aniquilador. ¿Acaso no debemos reaccionar? ¿Acaso no debemos buscar otros caminos? Para mí los nuevos ca-minos pasan por el redescubrimiento de los antiguos. Pasan, como decía Me-yrink, por mirar las viejas formas con ojos nuevos, en lugar de seguir miran-do las formas nuevas con ojos viejos. ·Sergi Bellver es escritor y guionista. Ha tra-

bajado como editor, periodista cultural, críti-

co literario y profesor de narrativa. Es autor

del libro de relatos Agua dura (Ediciones del

Viento, 2013) y uno de los fundadores del

movimiento Nuevo Drama.