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Universidad de Colima Facultad de Ciencias Políticas y Sociales J. Trinidad Alamillo: gobernador maderista y huertista Tesis que presenta Julia Esther Preciado Zamora para optar al grado de Maestría en Historia Regional Colima, Col., septiembre de 1996.

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Universidad de Colima Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

J. Trinidad Alamillo: gobernador maderista y huertista

Tesis que presenta Julia Esther Preciado Zamora

para optar al grado de Maestría en Historia Regional

Colima, Col., septiembre de 1996.

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UNIVERSIDAD DE COLIMA Centro de Investigaciones Sociales

Programa de Estudios Regionales Lic. Fernando Hugo Alcaraz Iñiguez Director Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Universidad de Colima Presente Estimado Licenciado Alcaraz:

Fungiendo como Asesor de la alumna Julia Esther Preciado Zamora, miembro de la Segunda Generación de la Maestría en Historia Regional, he leído y analizado la Tesis que presenta para optar al grado correspondiente, cuyo título es: “J. Trinidad Alamillo, gobernador maderista y Extiendo mi voto aprobatorio, para que se pase a la réplica oral que la alumna deberá llevar a cabo.

Considero que el trabajo de tesis reúne los requisitos académicos establecidos del nivel de Maestría, por las siguientes razones: 1 .- El tema original, casi inédito en la historiografía estatal; 2.- Se plantea un problema de investigación que la sustentante resuelve mediante la descripción y el análisis históricos con suficiencia; 3 .- La tesis establece un nuevo historiográfico para el análisis del alamillismo en Colima, en los primeros años del proceso revolucionario, realizando una historia bien hilvanada y recreada, necesaria para la comprensión de la historia regional; 4.- La sustentante consultó materiales históricos de primera mano, en la ciudad de México, Colima y Guadalajara, rescatando fuentes nunca antes consultadas sobre el tema, recreando una historia casi inédita en la historiografía local;.

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5. - El texto se encuentra bien escrito, argumentado y es suficiente investigación del nivel de Maestría, como se establece por el CONACYT y la Universidad de Colima; y 6.- La aplicación de la teoría y la metodología, con un fenómeno empírico, se encuentra suficientemente desarrollada en el cuerpo del trabajo, lo que le permite, a la resista, cumplir con sus objetivos de investigación planteados en el proyecto original.

Igualmente, doy mi aprobación para que el jurado sea compuesto por la Dra. Hilda Iparraguirre, como secretaria, y el Mtro. Ramón León Morales, como vocal, fungiendo yo mismo como Presidente.

Sin más, reciba mis saludos afectuosos.

Atentamente

Dr. Pablo Serrano Álvarez

Colima, Col .Septiembre 5 de 1996. c.c.p. Archivo..

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Índice Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .1 Capítulo 1

¿De prefecto político a político perfecto? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Capítulo 2

El crimen de Tepames y la guerra contra Enrique 0. de la Madrid. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . 50 Capítulo 3

La lucha por la gubernatura del Estado: cómo J. Trinidad Alamillo “derrotó” al Profesor Gregorio Torres Quintero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Capítulo 4

Si la vida es un jardín . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 Capítulo 5

La educación integral: educación del pueblo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . .116 Capítulo 6

La Exposición Costefia: el pretexto político de Alamillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .138 Capítulo 7

La Exposición Costeña: jun himno al progreso’. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .164 Capítulo 8

Cuando llegó la hora de partir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191 Conclusiones . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216 Bibliografía .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 232.

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Resumen de tesis “J. Trinidad Alamillo. gobernador maderista y huertista” de Julia Preciado Zamora.

En la tesis titulada “J Trinidad Alamillo. gobernador maderista y huertista” la autora aborda la biografía política del gobernador J. Trinidad Alamillo. Fue el desencadenamiento de la guerra civil en nuestro país, que llamamos la Revolución Mexicana. la que permitió a Alamillo gobernar Colima Y en un episodio primigenio de corrupción electoral, donde el candidato perdedor fue el profesor Gregorio Torres Quintero. Alamillo se adjudic6 el derecho y la obligación de llevar las riendas del estado colimense por un tiempo. de noviembre de 191-l a abril de 1913, por razones políticas no terminó su periodo de gobierno. Alamillo fue un hombre producto de su tiempo. Un hombre que vivió y actuó bajo condiciones y circunstancias tan extraordinarias y laberínticas como las ocurridas durante la época revolucionaria.

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introducción Los primeros pasos Esta es la historia de un hombre que nació en 1857, el año en que Colima se con-

virtió en estado de la república. La presente es la biografía de José Trinidad

Alamillo, un hombre que nació en la ciudad de Colima con la estrella de la po1ítica.l

Desde muy joven y quizá siguiendo a esa misma estrella, encaminó sus pasos por

la senda que lo llevaría a empeñarse y a desempeñarse en los quehaceres políticos

de su terruño. J. Trinidad Alamillo, como era conocido, casó con Paula Guisar. La

pareja no tuvo hijos, pero don Trinidad crió y quiso como si lo fuera, a un sobrino

suyo llamado Adonai --hijo de su hermano Manuel--. Adonai le dio a don Trinidad

1. Gabriel Agraz García de Alba, Vil bibliografía de los escritores de Jalisco (México, Universidad Nacional Autónoma de

México, 19801, Tomo 1. p. 142. Véase también Francisco R. Almada. Diccionario de historia, geografía y biografía del

estado de Colima (Colima. Tipografía Moderna, 1939), p. 12. Hay toda una discusión en torno al lugar y año en que Alamillo

nació. Agraz García de Alba y Almada coinciden al decir que fue oriundo de la ciudad de Colima. En cambio el Diccionario

histórico y biográfico de la Revolución Mexicana afirma que Alamillo nació “en Almoloya (hoy Villa de Álvarez)“. En cuanto al

año de su nacimiento, Agraz García de Alba dice que fue en 1857 mientras que el Diccionario se pregunta si fue en 1856 y

Almada afirma que fue en 1847. Dadas las cercanías de fechas en dos de las fuentes mencionadas, decidí aceptar la de

1857 como la válida. Consúltese el Diccionario histórico y biográfico de la Revolución Mexicana (México. INEHRM, 1 SSO),

pp. 502-503..L

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dos sobrinos, que él consideró como nietos: Graciela y Benjamín, conocedores del

rostro privado de don Trinidad.2

En enero de 1885, J. Trinidad Alamillo fue nombrado director de la imprenta

del gobierno del estado de Colima.3 Fue también director del periódico oficial El

Estado de Colima, mismo que abandonó en marzo e 1 8874 para entrarle de lleno a

la vida pública. Alamillo se desempeñó como regidor del ayuntamiento de Colima

en 1887 y en 1888. Fungió como prefecto político de 1887 a 1893, durante el

gobierno de Gildardo Gómez. Fue diputado en el Congreso del Estado en las Legis-

laturas XI (1888-l 891) y XII (1891-1894), también en tiempos de la

administraci8n de Gómez. Permaneció muy activo en la escena política local hasta

que el disfavor de don Porfirio sacó a Gildardo Gómez de la jugada y éste último

se llevó a Alamillo entre las patas.

Como no hay mal que por bien no venga, Alamillo se olvidó por un tiempo de

la vida pública y se dedicó a la fructífera labor de la agricultura. Compró el rancho

El Naranjo (cerca de Ciudad Guzmán, Jalisco), y ahí estuvo algunos años

cosechando lo que sembraba. En 1900 llegó a la ciudad de Guadalajara convertido

en jefe político del primer cantón de Jalisco. Su actuación no terminó allí: con-

siguió una que otra diputación en algunos estados de la república. Después de

andar brincando de estado a estado, su vocación periodística lo llevó a radicar

en la perla tapatía. En 1904 compró en sociedad con otras dos personas el heb-

domanario La Gaceta, que semana a semana mantenía informados a los tapatíos

de los pormenores políticos y sociales más importantes de Guadalajara y su región.

Las energías de Alamillo pronto lo llevaron a comprar su parte a sus socios en el

2. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996.

3. Periódico oficial 8 Estado de Colima (Colima), 30 de enero de 1885, p. 20.

4. En la edición del 4 de marzo de 1887, del periódico oficial E/ Estado de Colima, de apareció por última vez el nombre de

Alamillo como director..3

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periódico. A tan sólo dos años de haber adquirido el hebdomanario, Alamillo se

había convertido en su dueño absoluto. Pero la suerte no siempre estuvo de su

lado: cuatro años más tarde el fuego hizo cenizas su editorial, sin que pudiera

hacer algo para evitarlo. Pero esto no lo derrotó:

A causa de un incendio que destruyó la editorial, [Alamillo] moderniza y amplía los talleres, dotándolos de varias prensas, gran cantidad de tipo movible, encuadernación, estereotipia, prensa rotativa y luz eléctrica propia, producida por maquinaria alemana; pero sobre todo, dota el señor Alamillo a las artes tipográficas tapatías con varios linotipos, que por primera vez [existieron] en Guadalajara.5

Al estrenar equipo, Alamillo cambió la periodicidad su publicación. En vez de

aparecer una vez a la semana, su periódico se distribuyó ahora todos los días y se

llamó La Gaceta de Guadalajara. Desde la trinchera de su prensa, Alamillo

emprendió la cruzada en pro de su candidatura al gobierno de Colima. La etapa

más apasionante de la vida de don Trinidad como actor regional, puedo afirmarlo

sin lugar a dudas, comenzó en 1909, año fatídico manchado de sangre en la his-

toria colimense. El doble y brutal asesinato de los hermanos Suárez (Bartolo y Mar-

ciano), en un pueblo viejo y mustio llamado Tepames, le brindó a Alamillo la

oportunidad de organizar una gran campaña nacional de desprestigio en contra del

entonces gobernador de Colima, licenciado Enrique 0. de la Madrid, logrando

achacarle la autoría intelectual del crimen. Esta hazaña política no tardó en traerle

problemas políticos y personales con don Porfirio Díaz, quien le dio una cucharada

de “estate quieto” y Alamillo no tuvo otra más que tragarse la receta amarga de

Díaz: J. Trinidad Alamillo, en respuesta a las presiones de Díaz, se vio forzado a

informarle del traspaso de su negocio periodístico: “Por fin he logrado traspasar

mis Talleres tipográficos”, le dijo al presidente, “y el negocio periodístico de la

5. Gabriel Agraz García de Alba, Biobibliografía de IOS escritores de Jalisco (México, Universidad Nacional Autónoma de

México, 1980). Tomo 1, p. 143..4

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‘Gaceta de Guadalajara’ que me tenían obligado á estar permanentemente en esta

ciudad [de Guadalajara”].6

El hombre público

Corría el año de 1910, año en se vivía plenamente la agonía de la ahora llamada

dictadura de Díaz y Alamillo, quien se encontraba entonces en la ciudad de

México, quiso de una vez por todas lanzarse a la lucha por el asiento de palacio de

gobierno de Colima. Pero De la Madrid, el último gobernador porfirista, no se dejó

arrebatar fácilmente la gubernatura. A Alamillo no le quedó de otra que aguardar --

y dirigiendo de nueva cuenta La Gaceta de Guadalajara-- el favor de Díaz, que

podía o no llegar --eso nunca lo sabremos--. Pero la oportunidad de gobernar

Colima le vino por donde menos esperaba. Fue el desencadenamiento de la guerra

civil en nuestro país, que llamamos la Revolución Mexicana, la que permitió a don

Trinidad señorear por estas tierras. Y en un episodio primigenio de corrupción elec-

toral, don Trinidad se adjudicó el derecho y la obligación de llevar las riendas del

estado colimense por unos años.

Su contrincante en las lides políticas en 1911, el profesor Gregorio Torres

Quintero, tuvo que conformarse con dejar para la posteridad el testimonio de los

vencidos.7 Por su parte, Alamillo, siguiendo los avatares de la política nacional, se

convirtió en gobernador maderista. Con la energía que lo caracterizaba, empezó su

obra reconstructora en Colima el miércoles 1 de noviembre de í91 1, obra que, por

6. México, DF. Universidad Iberoamericana Archivo Porfirio Díaz (en adelante APD). Caja 12. Legajo 34. Documentos

#0057/1-0057/12. Carta de J. Trinidad Alamillo a Porfirio Díaz. Guadalajara, 28 de abril de 1909. Véase también Servando

Ortoll, “La vendetta de San Miguel”, mecanos criíto inédito, p. 170.

7. A propósito del profesor Gregorio Torres Quintero, cuenta la señora Graciela Alamillo que años después fue muy amigo

de don Trinidad: “don Gregorio llegó a ir a la casa a comer y todo”. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo

Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996..5

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razones políticas vino a terminar al lunes 7 de abril de 1913. Mientras se

encontraba instalado en la ciudad de Colima, Alamillo vivió en la calle de Independ-

encia # 74, en una casa hecha de “adobe y ladrillo techada de azotea y teja con

zaguán a la calle, varias habitaciones, corredor interior y otras dependencias”.B

Alamillo compró la casa a Manuel R. Álvarez en 3,000 pesos.

Una vez de gobernador, Alamillo se aprestó a trabajar “para levantar

Colima”.s Enseguida se advirtió el gusto del gobernante por los jardines, los

árboles y las plantas,10 sin dejar a un lado las bandas de música. El nuevo

gobernador se mostró preocupado por la educación y aceptó su responsabilidad de

salvaguardar’ la seguridad pública. Pero su vida tenía al menos otra faceta ligada a

su ambición de fama, poder y dinero. En poco tiempo se vislumbró su pericia por

concertar alianzas y por poner en marcha potenciales buenos negocios --como la

Exposición Costeña--. Pronto notaron sus amigos y adversarios lo camaleónico de

sus posturas políticas; su triunfo y su infortunio (con el maderismo y con el

huertismo); sus verdades y sus mentiras.

J. Trinidad Alamillo fue un hombre producto de su tiempo. Un hombre que

vivió y actuó bajo condiciones y circunstancias tan extraordinarias y laberínticas

como las ocurridas durante la época revolucionaria. A lo largo de esta

investigación, don Trinidad se me reveló como un actor con diferentes matices. Y

digo esto porque sé que la vida de los hombres no está teñida tan sólo de blanco y

negro, ni de tonos sepia. La de don Trinidad, fue una vida entintada de colores

8. Colima, Colima. Archivo del Registro Público de la Propiedad del Estado de Colima. Tomo 24, fojas 92-93. La escritura.

fechada en Colima el jueves20 de junio de 1912. aparece a favor de doña Paula Guisar de Alamillo.

9. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996.

10. Relata Graciela Alamillo que a don Trinidad le gustaban mucho las plantas. Me dijo que en su casa de Guadalajara –que

curiosamente se encontraba domiciliada en Juan N. Cumplido e Independencia-- que ocupaba una manzana completa,

Alamillo tenía una “huertita” de árboles que él mismo había plantado: “tenía de todos los árboles, había membrillos, había

higos, aguacates, duraznos, granadas”. Entrevista de La autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto

de 1996..6

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fuertes y tenues, variados y contrastantes. Porque según la ocasión lo ameritaba

era el color en que se pintaba --por algo recibió el mote, por parte de don Gregorio

Torres Quintero, de “hombre de siete colores’*--. Lejos de sorprenderme, creo que

esta característica de su personalidad, lejos de ser un defecto, debió ser una

destreza en aquellos aciagos y mutantes tiempos.

Entonces, el rostro que emergió de los documentos que encontré a mi paso --

en mi recorrido por archivos colimenses, tapatíos y capitalinos-- fue el del actor

que le imprimió su sello característico a todo lo que tocaba. Fue un político “con

mucho colmillo” como ahora se le dice. También fue enérgico y duro en sus

determinaciones. Fue un hombre que aprovechó las oportunidades, por aquello de

que solamente se presentan una vez. Como sólo una vez se le presentó el negocio

de la Exposición Costeña, convertida después en dos oportunidades políticas que

lo pusieron en bien primero con Francisco 1. Madero y luego con Victoriano Huerta.

El hombre que encontré en las fotografías, se me antojó arrogante y agresivo. La

descripción física que de él hizo Manuel Velásquez Andrade, me dio otra pauta

para adivinar la figura del caballero que debió ser don Trinidad: “alto, de con-

formación esbelta, de porte elegante y distinguido. Cuidaba en demasía y con

nimios detalles el acicalamiento de su persona”.” Otro retrato hablado de Alamillo

--o mejor dicho escrito-- lo hizo el periodista colimense Manuel Sánchez Silva:

Por aquel tiempo, don Trinidad frisaba los cuarenta años y era un hombre grueso, sin llegar a la obesidad, de imponentes mostachos y gran calvicie, cubierta con peluca. Tenía el gesto enérgico y el ademán autoritario. Era inteligente, activo y organizador. Poseía el sentido de la importancia --a pesar de que en aquellas lejanas épocas la política provinciana se deslizaba plácidamente- por el plano, apenas inclinado, del romanticismo-- y conocía, más por intuición natural que por experiencia, las ventajas de la teatralidad,

1 1. Manuel Velazquez Andrade, “Hombres del pasado: J. Trinidad Alamillo”, en Manuel Velásquez Andrade, Remembranzas

de Colima. 1895-1901 (México. Páginas del Siglo XX, 1949). pp. 67-72. en esp. p. 69..7

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por lo que vivía preocupado en cuidar los efectos que su presencia causara en cada ocasión. 12

Ahí no se detiene la descripción de Sánchez Silva:

Su natural inclinación a la espectacularidad armonizaba perfectamente con su estrategia política, inspirada en el principio básico de impresionar a sus gobernados. Usaba una carretela descubierta, de la que tiraban dos fogosos caballos de pelaje absolutamente negro, a los que dirigía, con mano férrea, un auriga de cara dura, palaciegamente vestido de librea y sombrero alto. En el asiento del fondo se acomodaba el señor gobernador, siempre trajeado de levita, cubeta y bastón con puño de oro; el pequeño asiento del frente era para un perrazo buldog, de expresión feroz.13

Tuve en mis manos entonces, dos versiones de otros tantos autores que con-

ocieron bien a bien el físico de Alamillo, y que por lo tanto coincidieron entre sí.

Curiosamente, la descripción de ambos autores correspondió también con la que

me dieron sus parientes: “Era una persona que andaba impecable. En todo su

modo de ser era una persona que demostraba su educación, en todos los aspectos

era un hombre muy decente, muy culto”.14

El esposo de doña Paula y el abuelo de sus sobrinos Hasta aquí sólo he mostrado al hombre público y su tipo físico. He expuesto sólo

lo que las fuentes primarias y secundarias me permitieron entrever. Pero ¿y qué de

Alamillo el esposo, el hombre privado, el tío o el abuelo, el vecino? Ese otro, el J.

Trinidad Alamillo que yo no conocía, por más que en mis alucinaciones literarias

quise evocar sin conseguirlo, ese hombre enigmático, se me presentó una tarde

lluviosa de agosto, en una humilde casa de la colonia Fátima en la ciudad de

12. Manuel Sánchez Silva, “La exposición costeña colimense (15 de noviembre de 1959)“. Viñetas de la Provincia (Colima.

Diario de Colima, 19931, Tomo 1, pp. 267-269, en esp. p. 267.

13. Ibíd.. pp. 267-268.

14. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996..8

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Colima, a través de la viva voz y los recuerdos de los hermanos Benjamín y

Graciela Alamillo Arzola, sobrinos de don Trinidad. A través de ellos conocí la cara

oculta del hombre que, desde hace tiempo, viene quitándome el sueño. Supe

entonces que el gobernador J. Trinidad Alamillo no sólo fue un político, sino que

también fue el esposo abnegado de doña Paula Guisar. Supe también que si en la

vida pública fue enérgico y autoritario, y no tenía más protección que sus pistolas,

con su esposa era otro:

-¿Paula, qué me pusiste ahí en mi cabecera? -¿Qué quieres que te haya puesto Trinidad?, ¡el Sagrado Corazón de Jesús para que te cuide! -Pero ¡si yo tengo ahí pistolas y tengo con qué defenderme! -Pero las pistolas no te van a defender y Dios Nuestro Señor sí te cuida... -¡Ay Paula! Está bien, está bien. Ahí déjalo.15

El siguiente es otro ejemplo de cómo las creencias de doña Paula ablandaron

al hombre que no se tentó el corazón para reprimir la insurrección de los

quinteritas el sábado 5 de abril de 1913: “Tenía un campanita de consagrar mi

abuelita” recordó doña Graciela Alamillo,

y se llamaba la campanita María Teresa, porque bautizan esas campanitas. Entonces un día cayó un tormentón en Guadalajara y dijo mi abuelita: “Chela voy a sacar a Maria Teresa y tú que estas chiquita la vas a sonar, no la vayas a sacar de la caja”. “¡No mamá!” Y la empecé a sonar. Ahí iba mi abuelo cuando oyó la campanita. “¡Ay Paula!, pero ¿a quién se le ocurre sacar a María Teresa a sonarla? Todos los árboles del jardín se cayeron. Había unos pinos grandes que adornaban todo el jardín... Se cayeron como seis, y ya se quedó mi mamá que no hallaba qué decir. Y dijo: “tú has dicho Trinidad, todos los árboles se cayeron, pero los de nuestra casa no se cayeron” ¡Ah que Paula!: Está como en Colima el día que tembló: ¡el día que sacaste a María Teresa todas las casas se cayeron! Dice mi abuelita: “pero la de nosotros no, Trinidad”. El ya no dijo nada. Mejor dio media vuelta como diciendo: “¡a esta mujer ni quién le quite su creencia!“16 15. Ibíd.

16. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996..9

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Como abuelo de sus sobrinos, don Trinidad fue un hombre enérgico pero

bondadoso. Querido y respetado por vecinos y por amigos: “le decían ‘señor

Alamillo’, donde quiera y con todo respeto”. Y a una pregunta mía de la versión

del Alamillo público, su sobrina dijo tajante: “mi abuelo no era así, no era así”.

Tiene razón, porque su “papá Trini” “no era así”. Escuché con atención y ner-

viosismo las palabras de los hermanos Alamillo. Estuve muy atenta a su versión de

los hechos. Traté de entender, desde su perspectiva, los sucesos cotidianos que

vivió don Trinidad. Hice un esfuerzo inaudito por no perder ninguno de esos

detalles domésticos que la historia no registra en los documentos de archivo. Los

hombres públicos, como las monedas, tienen dos caras: a algunos les toca ver

i siempre el águila, mientras otros sólo ven el sol; porque algunos no son moneditas

de oro, o porque otros de repente muestran el cobre. De la enseñanza de la his-

toria aprendí bien la lección que ahora quiero compartir: los historiadores no

podemos erigirnos en jueces de los actores que estudiamos. Por lo tanto, quizá me

toque a mí pronunciar la última palabra sobre este personaje, pero nunca el

veredicto final sobre su persona.17

Las herramientas

El concepto de “actor social” desarrollado por el sociólogo francés Alain Touraine,

es el que guía mi trabajo de investigación. Para Touraine, “el actor social es ante

todo un ciudadano, su desarrollo personal es inseparable del progreso social. La

libertad del individuo y su participación en la vida colectiva aparecen como

17. No sé si hago bien en confesar que J. Trinidad Alamillo (como Saturnino Cedilla “el último rebelde” de Carlos Martínez

Asad) se me antoja como personaje de novela. Y de hecho J. Trinidad Alamillo es el protagonista de la primer “novela” que

i f he escrito (y que llamé El diario inacabado de una viuda de Colima) para participar en un concurso de novela corta convocado

/ por la Universidad de Guadalajara. Con El diario inacabado de una viuda de Colima. en esa oportunidad no gané ni las gracias

’ por parte de los jueces del certamen..10

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indisociables”.18 A la luz de este concepto analizo a J. Trinidad Alamillo. Y lo

hago, obviamente, sin desligar al actor social de la época y el lugar en que vivió y

actuó --en el buen sentido de la palabra--. Para situar a Alamillo como actor social

regional, indagué y me zambullí --tal como lo recomienda Touraine-- en las diversas

situaciones históricas en las que mi personaje participó:

Actualmente se descalifica la visión de la historia y progreso heredada de las Luces y el evolucionismo del siglo XIX. Pero su agotamiento, en lugar de des- viar La atención de los movimientos sociales debería hacer surgir la necesidad de un análisis que en vez de ubicar al actor en la historia, indague sobre la producción de situaciones históricas por actores. l g

También atendí a los llamados de Carlos Martínez Assad. Mario Ramírez Ran-

caño y Ricardo Pozas Horcasitas, sobre cómo “torear” a “la persona-personaje”,

en la medida en que todos ellos concuerdan con lo propuesto por Touraine de:

Hacer de la persona-personaje un actor histórico que interactúa en su tiempo y expresa, en el ejercicio del poder, no sólo un acto de vocación sino un fenómeno social. [Los personajes] adquieren una dimensión diferente al ser tratados como actores (principales, pero actores) y no como creadores de la historia u objeto de las circunstancias.20

La anterior afirmación me llevó a descubrir en J. Trinidad Alamillo a un “actor

principal” que adquirió relevancia e importancia, al menos, durante los primeros

i años revolucionarios, en su natal Colima,

18. Véase Alain Touraine, El regreso del actor (Buenos Aires, EUDEBA, 1987). p. 15.

19. Ibíd.. p. 32.

20. Carlos Martínez Assad, Mario Ramírez Rancaño y Ricardo Pozas Horcasitas, Revolucionarios fueron todos (México. SEP

Ochentas-F.C.E. 1982). p. 7. Citado en Dora Elvia Enríquez Licón, “El paraíso perturbado: Colima en la posrevolución (Tesis

de maestría. Universidad de Colima, 19941, p. 7..l l

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Allá en las fuentes había.. .

El último año de mi vida lo he pasado buscando la historia escondida de J. Trinidad

Alamillo en archivos locales, regionales y también nacionales. No fue fácil. Las cor-

rerías de don Trinidad fueron muchas. Me deslicé por las amarillentas planas del

periódico oficial El Estado de Colima y abrí cajas debidamente etiquetadas en el

Archivo Histórico del Municipio de Colima. Les soplé a los legajos empolvados y

fuertemente amarrados en el Archivo General de Gobierno del Estado de Colima.

En el Registro Público de la Propiedad, esperé con la paciencia de Job a que los

encargados ‘se aparecieran por la ventanilla de servicio.

En el Archivo del Congreso del estado de Colima, pasé la mejor parte de mis

vacaciones de semana de Pascua. En la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco

revisé diferentes periódicos, en diferentes tamaños: en su gran mayorías están

hechos pedazos. En la ciudad de México en el Archivo Personal de Porfirio Díaz, de

la Universidad Iberoamericana, consulté materiales epistolares a través de la micro-

ficha. Fue entonces que añoré fuerza la presencia de los viejos papeles. Lamento

reportar que no experimenté en el Archivo de Porfirio Díaz ese contacto casi

“sensual” que produce al investigador la textura, el color y el olor de los pliegos de

archivo. Finalmente, por el Archivo General de la Nación, logré encontrar lo que

me faltó en el de Díaz: papeles, colores, olores y demás información.

Decir-es acerca de don Trinidad

Encontré en mis muchos meses de investigación que sobre J. Trinidad Alamillo no]

se ha escrito mucho. Tengo a la mano unos escritos de Gregorio Torres Quintero

que relatan los trucos de Alamillo (y sus seguidores) en las elecciones de 191 1. Es.

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allí donde el profesor Torres Quintero pinta a un Alamillo “de siete colores”.21

David Dueñas le rindió un homenaje póstumo a través de cariñosas letras de amigo

de muchos años.22 Manuel Velásquez Andrade, quien se fue por el camino

anecdótico, dijo de Alamillo que él fue un personaje pintoresco de Colima.23

Manuel Sánchez Silva, por su parte, lo concibió como un tipo ceremonioso y

adicto a la teatralidad,24 mientras que para Gabriel Agraz García de Alba fue el

mismo personaje fue “un quijote en bien de sus semejantes”.25 Servando Ortoll lo

descubrió urdiendo la campaña de desprestigio en contra de Enrique 0. de la

Madrid,26 y Juan Carlos Reyes lo concibió como un tipo ambicioso y presa fácil de

aduladores.27 Yo partí de estas etiquetas endilgadas a don Trinidad como una ruta

medianamente fácil para entenderlo, pero al final de este trabajo comprendí que

Alamillo fue todo eso y mucho más.

En la investigación y elaboración de esta tesis he tenido que tomar decisiones

que, en algunas ocasiones, se tornaron en sacrificios. Escribí por ejemplo sobre

Alamillo el prefecto político pero, por cuestiones de tiempo y de falta de finan-

cimiento, no me fue posible investigar ni redactar nada sobre su vida como jefe

político del primer cantón en Jalisco, ni sobre sus correrías como diputado en

diferentes estados de la república. Después de mucho considerarlo, dejé que el

Alamillo jefe político antecediera, de golpe y porrazo, al Alamillo periodista,

candidato a la gubernatura, gobernador y negociante.

21. Véase Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral. La revolución falseada. El actual gobierno

de Colima es anticonstitucional (México, Imprenta de A. Carranza e hijos, 1911). Consúltese también Gregorio Torres

Quintero, Las veleidades de Alamillo (México. Tipografía Guerrero Hermanos, 1916).

22. David Dueñas, Póstumo? homenaje al Sr. J. Trinidad Alamillo (México, Impresores Mexicanos, 1938). Agradezco a don

Benjamín y a doña Graciela Alamillo Arzola, el que me facilitaran una fotocopia de este importante documento.

23. Véase Manuel Velásquez Andrade “Hombres del pasado: J. Trinidad Alamillo”, pp. 67-72.

24. Véase Manuel Sánchez Silva, “La exposición costeña colimense (15 de noviembre de 1959)“. pp. 267-269.

25. Véase Gabriel Agraz García de Alba. Biobibliografía de los escritores de Jalisco. p. 144.

26. Véase Servando Ortoll. “La vendetta de San Miguel”.

27. Véase Juan Carlos Reyes, El mercado “de la Madrid’: un ejemplo de arquitectura porfirista en Colima (Colima,

Universidad de Colima, 1991)..13

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Es mi pensar que el entender al joven Alamillo en sus primeras experiencias

añade mucho al comprender al Alamillo maduro de la época revolucionaria.

Durante su periodo gubernamental, decidí analizar con detenimiento lo que llamé,

haciendo eco a la terminología de la época, las “mejoras materiales” y la llamada

“educación integral”. Por diversas razone, escribí dos capítulos sobre el asunto de

la Exposición Costeña: uno relacionado con los problemas políticos de trasfondo, y

el segundo relacionado con los problemas políticos y administrativos reales. Los

sangrientos días de abril de 1913, iniciados por una revuelta quinterita que

dejaron varios muertos tras de sí, es el tema central de otro de los capítulos de

esta tesis. Toco en las últimas páginas de esta obra la vida de Alamillo a su salida

de Colima: su estancia en la ciudad de México, su permanencia en más de una

cárcel, su supuesta entrevista con el general carrancista Álvaro Obregón y, por

último, sus intentos por reelegirse como gobernador de Colima en 1923. Que este

escrito sirva para entender mejor a uno de los personajes más caracterizados y

enigmáticos de Colima, así como el torbellino político que fue su entorno, es el

más ardiente de mis deseos.

Nota aclaratoria

Los materiales que he consultado, tanto publicados como inéditos, están llenos de

lo que podría llamarse “anacronismos ortográficos”, que responden a los tiempos y

al hecho de que no existía entonces una forma reglamentada que unificara la

forma de escribir de nuestros abuelos y bisabuelos. Con el afán de no perder el

sabor de la época, he mantenido intacta la ortografía según aparece en los

diversos documentos consultados, salvo en los casos de que se trate de un simple

error mecanográfico. Para evitar a mis lectores la constante de repetición del “sic”

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que llame la atención sobre las diferentes formas de escribir, lo he evitado. Sólo en

los casos en que partes del escrito sean pertinentes, he acudido al uso del “sic”.

Gratitudes

A Servando Ortoll, por sus lecturas, comentarios y sugerencias, por facilitarme su

mecanos criíto “La vendetta de San Miguel”, y por permitirme usar materiales que

ha obtenido de bibliotecas y archivos mexicanos y norteamericanos; a Pablo Ser-

rano Álvarez, por su paciencia infinita y por orientarme en el curso de esta

investigación a José Miguel Romero de Solís, por su apoyo y comprensión durante

el tiempo que cursé la maestría, mismo que se extendió hasta la realización de este

trabajo; a Benjamín y Graciela Alamillo, por la entrevista que amablemente me con-

cedieron y que me permitió conocer el otro rostro de J. Trinidad Alamillo..

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Capítulo 1

¿De prefecto político a político perfecto?

Los primeros pasos (con huarache)

J. Trinidad Alamillo se inició en las lides políticas de su estado en 1887, cuando

fue regidor propietario del ayuntamiento de Colima presidido por Gerardo Hurtado.

Junto con otros regidores, Alamillo estuvo comisionado durante ese año en los

rubros de abastos y panaderías, cárceles y diversiones, y paseos.2 La primera de

sus acciones dentro de la regiduría del ayuntamiento de Colima, según consta en

las Actas de Cabildo, fue aportar quince pesos para plantar árboles y realizar

“obras de ornato’13 en la Plaza de la Concordia, de la ciudad de Colima.

En marzo de ese mismo año, afloró la preocupación de Alamillo por embel-

lecer la ciudad. Así, el regidor propuso a los cabildantes remozar el Jardín Núñez y

1. Los siguientes fueron regidores propietarios del Ayuntamiento de Colima: Francisco Robles, Victoriano Medina. Antonio

Dueñas, Ignacio D. Gutiérrez, J. Trinidad Alamillo y Mariano Riestra. Véase Colima, Colima. Archivo Histórico del Municipio

de Colima (en adelante AHMC). Actas de Cabildo. Año 7 887. Foja 00007.

2. La comisión de abastos y panaderías la formaron J. Trinidad Alamillo. Ignacio D. Gutiérrez y Remigio Rodríguez; la de

cárceles y diversiones, J. Trinidad Alamillo, Victoriano Medina y Remigio Rodríguez: la de paseos, J. Trinidad Alamillo,

Antonio Dueñas y Remigio Rodríguez. Véase AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Foja 00002.

3. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 11 de enero de 1887. Fojas 00013-00014..

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la Plaza Principal, pues eran los únicos paseos de esta capital: “Las banquetas, los

barandales, las cañerías, demandan gastos para ponerse en igual estado de ser-

vicio y el suscrito deseo de ir paulatinamente cubriendo las principales necesidades

de dichos paseos, según lo vayan permitiendo las circunstancias, de la tesorería

municipal.”.4

En consecuencia, Alamillo propuso facultar al presidente de la Comisión de

Paseos --quien resultaba ser el propio Alamillo-- para que hiciera los gastos que

demandaban imperiosamente los jardines Núñez y el de la plaza principal.5 El

cabildo aprobó La propuesta de Alamillo. No cabía duda que ejercía bien su papel

de regidor. Él día martes 8 de marzo de 1887, Alamillo presentó, junto con el

cabildante Ignacio D. Gutiérrez, un reporte sobre las lamentables condiciones en

que se encontraba el rastro municipal. Esto, debido a que su encargado, Camilo

Martínez, no le prestaba la suficiente atención al establecimiento. Alamillo, el más

vocal de los dos cabildantes, demandó que Martínez fuera removido de su cargo.

Y como nunca falta quién lo haga, hubo quien abogó a favor del empleado, pero

Alamillo, contundente, expresó: “será inútil esperar la enmienda del empleado

referido, después de haber sido insuficientes las diversas amonestaciones que se le

han hecho”.” El señor Martínez, siguiendo la solicitud de Alamillo, perdió el puesto

por decidirlo así, de manera unánime, el cabildo. Para el martes 5 de abril de 1887,

Alamillo, quien ya daba muestras de su incansable madera política, propuso el

“Reglamento sobre rótulos y pinturas en el exterior de las casas de la ciudad”.

Con algunas modificaciones, el cabildo aprobó el proyecto en su sesión ordinaria

del 5 de abril de .1887. Los siguientes cuatro puntos dan cuenta del tenor del

reglamento:

4. AHMC. Caja D-177, posición 1, expediente 57. Carta de J. Trinidad Alamillo a los munícipes. Colima, 1 marzo de 1887.

5 . Ibíd.

6 . AHMC. Actas d e Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 8 d e marzo d e 1887, foja 00055..17

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Art. lo. Se prohíbe ensuciar las paredes de las fincas de esta capital y ejecutar en ellas toda clase de inscripciones, rótulos, pinturas, etc. por cualesquier motivo. El infractor de esta disposición será castigado por la prefectura con multa de 2 á 50 $ 6 en su defecto de 8 á 30 días de prisión, sin perjuicio de exigir se borre cuanto hubiere pintado.

Art. 2’. Los comerciantes é industriales en general antes de poner en el frente de sus respectivos establecimientos los rótulos, pinturas, etc. que desearen, concurrirán á la inspección Municipal solicitando licencia.

Art. 3’. Dicha Inspección exigirá precisamente lo que los rótulos sean escritos con la debida propiedad, y 2” que tanto éstos como las pinturas y demás objetos que se intente colocar no ofendan e manera alguna la moral ni pequen contra el buen gusto.

Art. 4’. La infracción del artículo 2’ será castigado por la misma prefectura con multa de 1 á 10 $ ó en su falta, de 2 á 8 días de prisión, quedando además, los infractores á cumplir con los requisitos marcados en el artículo anteriores

Ese mismo martes 5 de abril, durante la sesión en que se aprobó el citado

reglamento, Alamillo aprovechó para proponer las reparaciones al techo de la

cárcel principal, reparación que representaría un gasto de ochenta pesos. El

cabildo aceptó que se reparara el edificio, quedando Alamillo encargado del

asunto, por excusarse de la tarea el regidor Remigio Rodríguez.* Alamillo, quien

para entonces parecía estar a la caza permanente de desperfectos, los encontró

ahora en los servicios de debían prestar los carros de la “limpieza.” Alamillo

informó al cabildo que algunos individuos “distraían” las labores de dichos carros,

al solicitarlos para su servicio particular. A Alamillo le molestaba en particular que

se empleara a dichos carros --y a sus conductores-- para que sacaran la basura

acumulada de las casas de los solicitantes. Su argumento era sencillo. Si los carros

trabajaban para particulares, se desatendía, casi por definición, el servicio público,

es decir, aquél que debía prestarse a la población en general. Remigio Rodríguez --

quien formaba parte de las tres comisiones en las que se desempeñaba Alamillo y

7 . AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 5 d e abril d e 1887, fojas 00062-00063. 8 . Ibíd., foja 00063..

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cuyo papel al parecer consistía en siempre contradecirlo-- objetó una vez más a la

propuesta de Alamillo. Pero esta vez, y aunque Rodríguez pidió que no se negara

el servicio a los particulares, Alamillo logró convencer al cabildo de la importancia

de su propuesta. 9 Así terminó el mes de mayo: con un triunfo pequeño para

Alamillo y otro, aparente, para el pueblo de Colima. Pero como habría de verse en

menos de lo que canta un gallo, no todo resultó en victoria para los desposeídos.

Veintiocho días más tarde, frente a la sala del cabildo y siguiendo la pub-

licación de otros bandos similares en otras partes de la República, Alamillo propuso

la publicación local de un bando que prohibía el uso, dentro de la ciudad de

Colima, de lo que “vulgarmente lleva el nombre de calzoneras ó pantalonera”.

Según el bando, la obligación de usar pantalón dentro de la capital del estado

recaía en “todo varón sea cual fuere su condición y fortuna”. De insistir los

colimenses en seguir usando calzón de manta dentro de los límites de la ciudad, se

harían acreedores a la multa de “un peso a ocho días de reclusión con destino a

los trabajos públicos”. Según el autor del bando, el dinero obtenido de las multas

se utilizaría para comprar pantalones “para los culpables que se juzgara más

menesterosos”. Para que nadie pudiera alegar ignorancia al ser sorprendido en

calzón de manta dentro de la ciudad, Alamillo propuso se diera la mayor publicidad

posible al multicitado documento.

El bando, que se publicó el miércoles 6 de julio de 1887,lO es interante en

más de un sentido, pues nos habla de la forma de pensar de su autor y de sus

prejuicios. Al obligar a sus conciudadanos a usar pantalón dentro de Colima,

Alamillo daba muestras de su gran interés porque la capital del estado se

engalanara junto con todos sus habitantes y visitantes (más o menos) distinguidos.

9. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 37 de mayo de 1887, foja 00084-00084 (bis).

10. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 28 de junio de 1887, fojas 00091-00092. “Bando para hacer

obligatorio el uso en público del pantalón”. Caja D-l 76, posición 11, exp. A-2..19

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De esta manera, quien pusiera pie dentro de la capital del estado, podría también

hablar del adelanto y cultura en que encontraba la ciudad de Colima. Adelanto y

cultura, por cierto, que ya daban muestra de tener otras ciudades de la

república.1l Es por ello curioso que esto mismo lo expresara (y creyera fer-

vorosamente) el redactor del periódico oficial, El Estado de Colima. Una vez puesto

en marcha el plan de Alamillo, el mismo redactor expresó, Colima dejaría de estar a

la zaga de lo moderno:

Debido á la actividad y energía del C. J. Trinidad Alamillo, prefecto político del Centro, así como al celo que manifiestan los agentes de seguridad pública en el cumplimiento de su deber, se ha logrado llevar á efecto el bando que prohíbe el uso en público del calzoncillo blanco, condenado ya como inmoral en los Estados más importantes de la República. Desarraigado pues ese hábito en nuestros jornaleros, de hoy en más su aspecto será más digno de la culta sociedad de que forman parte.‘2

Quizá no sea tan importante el notar que esta nueva moda --que coincidía en

su afán por erradicar lo nuestro y tradicional de la mente de la gente de nuestro

pueblo--, era bien recibida por los intelectuales locales. Lo que sí parece relevante

es recalcar el afán con el cual el propio Alamillo intentó que se cumpliera al pie de

la letra con el bando propuesto. A nadie que rompiera las nuevas reglas del juego,

estaba dispuesto Alamillo a perdonar. Hasta a Higinio Sánchez, el encargado del

buen funcionamiento del reloj público, le llegó la hora: Sánchez sufrió puntual-

mente por no cumplir con las nuevas normas del buen vestir. Alamillo, sin tocarse

siquiera el corazón, lo relevó de su puesto.13

Si por sus propuestas y acciones hemos de juzgar a Alamillo, concluiremos

sin discusión que para 1887 el regidor se perfilaba como el más concienzudo guar

En otras palabras y contrario a lo que comúnmente se cree, Alamillo no fue quien propuso que se dejara de utilizar el

calzón de algodón blanco dentro de los confines urbanos más importantes de la república mexicana.

12. Véase “El uso del pantalón”. Periódico oficial EI Estado de Colima (Colima), 7 0 de marzo de 1888, p. 40.

13. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 12 de julio de 1887, foja 00096..

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dián de la imagen pública y el más celoso generador de cambios en su natal

Colima, cayera quien cayera. Quizá no sea novedoso decir que muchos de

nuestros políticos --anteriores y posteriores a Alamillo-- han visto con envidia el

“progreso” emanado de la vecina Guadalajara. Lo que sí apenas es que haya sido

justamente Alamillo quien, desde sus primeros años en la política local, se

embelesara por lo dicho (y hecho) en la capital del estado de Jalisco. Para muestra

un botón, o quizá sea preferible mencionar una rosa. Con el pretexto de su gran

preocupación por las flores de los jardines colimenses recibieran el mejor de los

posibles tratos, Alamillo declaró en la sesión de cabildo del martes 16 de agosto

de 1887, que “deseando contar con una persona instruida para atender los jar-

dines de esta ciudad”, le había “suplicado” al Sr. Gildardo Gómez, gobernador del

estado, “la solicitara en Guadalajara”. ‘4 Para el momento de su declaración, sin

embargo, la persona indicada para arreglar los jardines de la ciudad capital, ya

estaba contratada (por veinte pesos para viáticos de viaje). Olvidó Alamillo men-

cionar, en sus declaraciones frente al cabildo, que el jardinero Patiño, hasta

entonces encargado de los jardines de Colima, sería despedido de su empleo, al

llegar a esta ciudad su relevo proveniente de Guadalajara.

De prefecto politice.. .

Atareado como estaba el joven Trinidad en poner al tiro todos los desarreglos que

encontraba a su paso en la regiduría del ayuntamiento, tuvo tiempo para hacerse

responsable del periódico El regenerador político, “destinado a la defensa de los

derechos é intereses del pueblo”, como rezaba su lema. Publicación quincenal, que

costaba medio real, El regenerador político se vendía en la botica de don Ignacio

14. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 16 de agosto de 1887, Foja 00106..

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Fuentes. La redacción se encontraba físicamente en el Portal de Portillo. Sus

redactores, todos importantes miembros de la élite política local, eran: Severo

Campero, Manuel Rivera, Atanasio Orozco, Miguel G. Topete, J. Trinidad Alamillo,

Ignacio G. Vizcarra, Enrique 0. de la Madrid y Trinidad Padilla. El domingo 31 de

julio de 1887, El regenerador político, periódico que se decía órgano del Partido

Radical Colimense, publicó a ocho columnas la siguiente noticia: “Se postula para

gobernador constitucional del estado en el próximo cuatrienio al distinguido

patriota C. Gildardo Gómez”.15 La campaña que El regenerador político emprendió

en pro de Gildardo Gómez, tuvo importantes repercusiones para todos sus

colaborador, en particular después de que Gómez fue elegido como gobernante.

El joven Trinidad, uno de los beneficiarios del nuevo orden de cosas, se hizo

acreedor al puesto de prefecto político, mismo que le brindaría nuevas experiencias

y le permitiría ejercer su don de mando.

El martes primero de noviembre de 1887, J. Trinidad Alamillo se hizo cargo

de la Prefectura Política del primer distrito del Estado.‘6 Una vez en el puesto de

prefecto político, Alamillo tuvo como secretario al historiador don Ignacio G. Viz-

carra.17 Como prefecto Alamillo pronto empezó a meter en cintura a sus sub-

alternos. Entre una de sus primeras acciones políticas, el prefecto mandó una

iniciativa al cabildo municipal --iniciativa que por cierto fue aprobada—para

destituir al “capataz de presos” por “conducirse mal” y por recibir dinero de ellos

15. Colima, Colima. Archivo del Congreso del Estado de Colima. Recorte de periódico. Caja 65, posición 1, sin fecha.

16. Aunque J. Trinidad Alamillo no dimitió de su puesto de regidor, su nombre ya no aparece mencionado en las actas de

cabildo. De ahí deduzco que Alamillo ya no participaba en sus reuniones.

17. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 4 de noviembre de 1887, foja 00130. Días después de ser

nombrado prefecto político, Alamillo enfermó y el periódico oficial E/ Estado de Colima, desde sus páginas, le envió sus

mejores deseos de pronto restablecimiento: “Nuestro distinguido amigo [...] se encuentra enfermo. Mucho lo sentimos y

deseamos que pronto se restablezca para que vuelva al desempeño de sus importantes funciones”. Estas palabras dan

muestra de la imagen que como político tenía Alamillo. Véase Periódico oficial El Errado de Colima (Colima). 1 de noviembre

de 1887, p. 200..

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por exceptuarlos del trabajo que les correspondía. l8 Alamillo también se dedicó a

hacer cumplir las disposiciones emitidas por el ayuntamiento de Colima. Un

ejemplo de esto fue el reglamento inicial que mandó publicar como prefecto

político el jueves primero de diciembre de 1887: el “Reglamento para la

administración de la vacuna”. Dicho documento, formado por nueve artículos,

entre otras cosas, aclaraba que la administración de la vacuna, tanto en la capital

como en el municipio de Colima, era incumbencia del ayuntamiento. Además, el

Reglamento establecía que en otros de sus artículos lo siguiente:

Art. 2O ,La propagación del pus vacuno se hará por un facultativo ó práctico en cirugía nombrado por el Ayuntamiento y con el sueldo que le señale el presupuesto municipal.

Art. 3O Todos los padres de familia, tutores, encargados de orfanato ríos ó de establecimientos de instrucción, están obligados á permitir que los niños que tengan á su cargo sean vacunados y que se tome de ellos el virus para su transmisión de brazo á brazo.19

Seguramente que esta última afirmación crispará los pelos de más de uno de

mis lectores, hijo de fines del siglo veinte. Pero lo importante aquí es percatarnos

de dos cuestiones fundamentales de la época en que vivió J. Trinidad Alamillo:

primero que como prefecto político era fiel lector y seguidor de las políticas de don

Porfirio Díaz, en aquellos días presidente reelecto (por vez segunda) de la

República Mexicana; segundo, que gran parte de las reformas propuestas o

promulgadas por Alamillo son más conocidas por el nombre del gobernador del

estado en turno. Es sólo gracias al estudio detenido, cuidadoso y profundo de

algunos de los hombres que forjaron la historia de nuestro estado, que podemos

ver con más claridad los acontecimientos y que podemos igualmente otorgar

18. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 6 de diciembre de 1887, foja 00147.

19. AHMC. Caja 33, sección AX. sin clasificar. “Reglamento para la administración de la vacuna”. J. Trinidad Alamillo,

Prefecto Político del primer distrito del estado, á los habitantes de la Municipalidad de Colima, 1 de diciembre de 1887..

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crédito a quien lo merece. Cierto que Alamillo era hijo de su tiempo, pero también

que intentó resaltar entre los hijos y entre los políticos de su tiempo. Desde esos

momentos sin lugar a dudas Alamillo se daba a conocer, aunque fuera por su gran

calidad mimética, ante los ojos de quien años más tarde pasaría a la historia con el

nombre de dictador: don Porfirio Díaz, a quien se achacan muchos de los males

que heredó de algunos de sus predecesores.2O Pero volvamos a Alamillo.

Vimos cómo el prefecto político se esmeraba por conservar, en lo personal,

su buena imagen, así como la de sus coterráneos. Y la imagen que quiso proyectar

desde un principio, siguiendo las normas emanadas desde el centro, fue la de una

sociedad colimense “culta” (léase “educada”) y refinada. Por ello se le ocurrió

dotar a la plaza de armas de la ciudad con un kiosco que simbolizara todo lo que

representaba el porfiriato en sus primeros años: elegancia, afluencia y progreso. El

kiosco también podía permitir que las serenatas domingueras se efectuaran

siguiendo todas las reglas de la etiqueta provinciana: allí podían acudir personas de

todas las capas sociales a disfrutar de las serenatas mientras sus hijos daban

vueltas a lo largo del jardín. Por todo lo anterior fue que Alamillo decidió desempol-

var un proyecto suyo que tenía varios meses de planeación y ponerlo en marcha.

Pero para ello necesitaba los fondos necesarios. En una sesión de cabildo, Alamillo

manifestó su preocupación por llevar a cabo sus planes con el kiosco. Con la

finalidad de construirlo, empezó pronto a recabar fondos. Alamillo consiguió que

unos cirqueros llegados a Colima oficiaran una función a beneficio de las mejoras

materiales del ayuntamiento. La mitad del dinero reunido, según un acuerdo pac-

tado de antemano, era para la compra del kiosco.21 Este proyecto vendría a

materializarse meses más tarde.

20. Véase Servando Ortoll, “Colima en las luces del siglo XIX”, mecano escrito inédito, passim.

21. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 18 de enero de 1887, fojas 00021-00022..

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Pronto llegó 1888. Ese año Alamillo fue ratificado como regidor propietario,

en reunión de cabildo presidido por Francisco Santa Cruz.22 Durante ese año

empezó a materializarse el sueño de Alamillo de brindar a la ciudad de Colima un

kiosco digno de sus habitantes: “El Sr. Prefecto Alamillo cuyo afán por el embel-

lecimiento de la población es bien conocido”, editorializó el periódico oficial El

Estado de Colima, “se ha dirigido á la casa Bowes, Scott, Read, Campell y Co.

Londres y México [ingenieros y comisionistas], solicitando la fundición de un

elegante kiosco que servirá para el zócalo central de nuestra hermosa plaza de

armas. Pronto pues veremos realizada tan importante mejora”.23 Fue así que con la

idea de construir el kiosco para la plaza principal, Alamillo empezó a formar un

fondo específico para dicho fin:

con la constancia que sugiere el verdadero patriotismo, [Alamillo] insiste en

su idea de colocar en el centro de nuestra hermosa plaza de armas, centro

también en donde se da cita lo mejor de la sociedad colimense, un kiosco de

fierro de importación extranjera. Aunque ha tropezado con algunas

dificultades para la realización de tan laudable pensamiento, pues el costo de

aquella mejora no baja de cinco mil pesos, el Sr. Alamillo aprovecha las

inspiraciones favorables siendo una de ellas la formación de un fondo que dé

el resultado apetecido.24

Pronto se vieron los resultados, pues el mismo hebdomanario se ocupó de dar

la noticia de que el kiosco de fierro, encargado a Bélgica por J. Trinidad Alamillo,

había tocado tierras manzanillenses a bordo del vapor Alejandro. La recaudación

para los fondos, para entonces, ya se estaba realizando entre los vecinos de

Colima. El kiosco se erigió como la muestra más férrea de “la proverbial cultura de

la sociedad colimense”,25 cierto, pero también como resultado de la férrea

22. La lista completa de regidores propietarios ratificados en sus puestos fue: Ignacio D. Gutiérrez. J. Trinidad Alamillo,

Mariano Riestra. Miguel Basan, Adolfo Brizuela y Heliodoro Fuentes. Véase AHMC. Caja 33, Sección AX, sin clasificar.

23. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 10 de marzo de 1888, p. 40.

24. Periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 8 de junio de 1890, p. 92.

25. “El kiosco de fierro”. Periódico oficial EI Estado de Colima (Colima), 30 de mayo de 1891, p. 88..

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obstinación del regidor colimense. Sin esta última dedicación, seguramente que la

capital del estado hubiera quedado sin uno de sus más firmes fundamentos.

Con don Trinidad ¿se valían las medias tintas?

Con el kiosco no cesaron las actividades del regidor. Alamillo quería ver cambios

radicales. En un bando de policía que pasó a manos de la prefectura política, o sea

de Alamillo, por ejemplo, los regidores Palencia y Fuentes insistió en lo

indispensable que era, ante el inminente arribo del ferrocarril de la ciudad de

Colima a Armería, mantener aseadas las casas y los edificios de la ciudad. Así cer-

raba Alamillo el año de 1887:

1 a. Todos los propietarios y encargados de las fincas que forman esta ciudad, procederán a mandar pintar el frente de las mismas, dentro del término de dos meses contados desde la promulgación de éste bando.

2a. Los que no cumplan con la prevención que antecede, incurrirían en una multa que les impondrá la Prefectura Política, desde 5 á 25 pesos, sin per- juicio de exigirles el cumplimiento.

3a. Quedan exceptuados de estas prevenciones los edificios del gobierno y de particulares que estén en construcción.

4a. Se emplearán, para el mejor ornato, las medias tintas, evitando los colores fuertes.26 1889 fue otro año colmado por las actividades de Alamillo. El regidor present-

ó, para su discusión en el cabildo, un “proyecto de Reglamento de policía” con

veinticinco artículos. El cabildo aprobó dicho proyecto previa discusión y

modificaciones. Fue tan importante la propuesta de Alamillo que me permito res-

catar algunas de sus ideas principales. Así podremos entender mejor la sociedad

en la que vivía Alamillo y los cambios que él consideró pertinentes para mejorar las

26. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1888. Sesión ordinaria del 29 de diciembre de 1888, fojas 00090-00091..26

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condiciones de vida de los vecinos de Colima. Aunque según testimonios que

tenemos de la época las calles de Colima se encontraban “generalmente [...]

aseadas siempre “,z7 Alamillo se propuso, en su proyecto de Reglamento de policía,

obligar a que los citadinos barrieran diariamente la calle del frente de sus casas

antes de las nueve de la mañana (costumbre, por cierto, que aún perdura). Pero la

propuesta no se detuvo allí. Alamillo hizo extensivo, a los dueños de fincas

desocupadas, el compromiso de mantener limpia la calle, mientras que a los

propietarios de lotes baldíos les impuso la obligación de barrer su calle cada quince

días. Las penas que la prefectura aplicaba por incumplimiento iban de 25 centavos

a un peso o’de uno a dos días de arresto con “penas corporales” de uno a dos

días de arrestó.

En el Reglamento de policía el prefecto político también prohibió a los

colimenses arrojar basura, inmundicias y agua a las calles, bajo pena de incurrir en

las sanciones ya mencionadas. Los habitantes de la ciudad, dijo, debían usar

únicamente los caños y canales que desembocaban en las calles para dar salida a

aguas pluviales y jamás a aguas sucias. De poner oídos sordos, los transgresores

sufrirían “una pena pecuniaria de 25 ctvs. á 5 pesos, según las circunstancias del

infractor ó la pena corporal correspondiente”.28 Con arresto de uno á cinco días o

una multa de 25 centavos a 5 pesos, pagarían su osadía aquellos que cirnieran

semillas y granza en la calle.

La prefectura se comprometió a hacer efectiva una multa de 3 a 10 pesos o a

aplicar la pena corporal a todos aquellos que no tuvieran el cuidado de depositar

los animales muertos en el lugar designado por el ayuntamiento. Según el

27. Véase Guadalajara, Jalisco. Biblioteca Pública del Estado de Jalisco. Fondos Especiales. Miscelánea 725. Gerardo

Hurtado, Apuntamientos para la formación de la historia acerca de la invasión. desarrollo y propagación de la fiebre amarilla

en e/ Estado de Colima (Colima. Tipografía del Gobierno del Estado, 1885). p. 7.

28. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1889. Sesión ordinaria del 11 de febrero de 1889, foja 00023. “Discusión del proyecto

de Reglamento de policía presentado Por la prefectura policía”..27

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reglamento, el propio ayuntamiento “designará uno o más lugares á solavento de

la ciudad a donde serán llevados los restos de toda clase de animales, a fin de que

la policía después de que aquellos sean devorados por las aves de rapiña de

sepultura a dichos restos bajo las reglas que se prescriban”.2g Podemos imaginar

los problemas sanitarios que se derivaban de la costumbre, hasta ese momento no

regulada, de abandonar animales muertos en los lugares menos indicados. No

debemos olvidar, en relación con lo anterior, que los rescoldos de la fiebre

amarilla, que azotó tierras colimenses entre 1883 y 1884, seguramente resonaban

con vehemencia en la memoria de Alamillo .3O Cierto que al menos desde 1886 la

ciudad capital contaba con “un Hospital amplió cómodo y bien ventilado”,31 pero

esto no bastaba. Había la certeza, por parte de los conocedores, de que los

hábitos poco salubres de los habitantes de Colima habían tenido serias reper-

cusiones en sus vidas. Lo siguiente lo reportó el médico Gerardo Hurtado, a quien

tocó atender a las víctimas de la fiebre amarilla y escribir sobre los posibles

orígenes de la enfermedad:

por el centro mas poblado [de Colima] atraviesa de N. á S. el “Río Chiquito”, que aunque en parte cubierto de bóveda de mampostería, es una cloaca inmunda que recibe los residuos de dos curtidurías de pieles y lo que por sus desagües le envían numerosas casas que no han limitado sus usos á las aguas pluviales, sino también al de aguas inmundas cargadas de los desper- dicios de las cocinas, lavaderos y también las materias fecales de las letrinas, etc., que el calor y la humedad vienen á descomponer; y por los conductos por donde vinieron, devuelve el “Río Chiquito” miasmas que envenenan á los habitantes de las mencionadas fincas y á la población entera.32

29. Ibíd., foja 00024.

30. Véase Gerardo Hurtado, Apuntamientos para la formación de la historia acerca de la invasión, desarrollo y propagación

de la fiebre amarilla en el Estado de Colima, p. 3.

31. Véase Ignacio Rodríguez, Ensayo geográfico, estadístico é histórico del estado de Colima, formado de orden del

gobernador del mismo, C. Esteban García. en vista de los daros mas fehacientes tanto oficiales como privados (Colima,

Imprenta del Gobierno del Estado, a cargo de J. Trinidad Alamillo, 1886). p. 26.

32. Gerardo Hurtado, Apuntamientos para la formación de la historia acerca de la invasión, desarrollo y propagación de la

fiebre amarilla en el Estado de Colima, p. 7..28

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“Me fijo en esta circunstancia”, agregó entonces el doctor Hurtado, “por que

la actual epidemia comenzando en este lugar, haciendo estragos horribles é

irreparables en sus cercanías, ha puesto de manifiesto la fatal influencia de las

emanaciones del ‘Río Chiquito’ en la salubridad pública”.33 Seguro que por todo lo

anterior, insisto, el prefecto político subrayó en su proyecto que “los muladares”

serían designados para que particulares y empleados de la limpieza, depositaran la

basura exclusivamente en ellos. También conminó a las vendedoras de frutas y

verduras, combustibles, loza y demás, a que dejaran libre de basura los lugares

ocupados por su vendimia.

Por otra parte y también siguiendo las preocupaciones del médico Hurtado,

“los desahogos corporales” en las calles o sitios públicos, encontrarían en la ley su

merecido castigo: “de 5 cvs. a 2 pesos o el arresto correspondiente”. Alamillo no

jugaba con estas cosas. Eran tiempos de luto y de recato. Por ello la algarabía

manifestada dentro de la ciudad o en lugares de paseos con disparos al aire o con

la quema de cohetes, sin previa autorización por parte de las autoridades,

simplemente no tenía cabida. Tampoco la tenían perros, cerdos (por cuestiones de

salud pública) y uno que otro buey vagando por las calles, plazas o Paseos

públicos. A los dueños de los cerdos y bueyes desobedientes se les quitaría un

peso de encima por concepto de multa, mientras que los perros serían sacrificados

si la autoridad así lo juzgaba conveniente.

Y aunque según el historiador Ignacio Rodríguez las calles capitalinas se

encontraban “perfectamente empedradas y limpias”, sin ser anchas y “con sus

respectivos embanquetados de cantera”,s4 Alamillo quiso enfatizar la importancia

33. Ibíd.

34. Ignacio Rodríguez, Ensayo geográfico, estadístico é histórico del estado de Colima, p. 26..29

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de que el alineamiento de los edificios de la ciudad se mantuviera. En un artículo del

reglamento que propuso, explicó:

Para el alineamiento de los edificios en la ciudad se observaran las reglas siguientes:

1. Todo propietario que necesite abrir cimiento para levantar muro frente a la calle, deberá ocurrir al síndico de la comisión de policía en solicitud del permiso correspondiente.

2. Dicho síndico acompañado del inspector municipal y del perito respectivo pasaran a dar el alineamiento respectivo.35

También propuso Alamillo prohibir terminantemente la costumbre añeja de

pedir “bolo” en las iglesias “en ocasión de los bautismos”. Desdichado aquél que

fuera sorprendido: tendría que desembolsar de 1 a 2 pesos para salir del asunto.

En cuanto a la moral y los baños públicos, Alamillo propuso prohibir la reunión, en

un cuarto, de personas de ambos sexos aunque éstas fueran casadas. Cuando se

puso a discusión esta propuesta, hubo quien se opuso a aceptarla, por considerar

injusto que a un padre de familia se le separase de mujer y de sus hijos bajo estas

circunstancias. Sin embargo, como podemos ahora contactarlo, hubo quien con-

sideró la medida pertinente: al “ciudadano Valencia” dice el acta de cabildo respec-

tiva, “le parece bien el artículo como está, porque no pudiendo saber el dueño de

un baño, quienes son casados y quienes no lo son, lo mas seguro es evitar la

reunión de los dos sexos, que es lo que se hace en los establecimientos balnearios

de México y de muchas poblaciones cuItas”.36 Sin más, se aprobó el polémico

artículo y así quedó su redacción final: “Se prohíbe en los baños públicos la

reunión de personas de distinto sexo en un solo cuarto ó estanque. Por la

infracción de este artículo, se impondrá al dueño del establecimiento, una multa de

35. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1889. Sesión ordinaria de 17 de febrero de 1889. foja 00029. “Discusión del proyecto

del Reglamento de policía presentado por la Prefectura Política”.

36. Ibíd., foja 00030..30

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dos a diez pesos”.37 Los colimenses tampoco podrían bañarse desnudos en el río

“en el trayecto comprendido desde la calle del Manzanillo hasta la fábrica de la

Atrevida”. 38 La fábrica de la Atrevida, justo es reportarlo, no hizo en esa ocasión

honores a su nombre, o al menos así lo dispuso el prefecto Alamillo.

En esos tiempos se encontraban, dentro del estado de Colima, once edificios

dedicados “al culto católico”, según Ignacio Rodríguez: “En la Capital: la Catedral

en construcción, ya bastante aventajada; el ‘Beaterio’, la ‘Merced’, en con-

struccion; la ‘Sangre de Cristo’ y la ‘Salud’: en Villa de Álvarez, ‘San Miguel’; en

Cómala, la ‘Virgen de Guadalupe’; en Ixtlahuacan, la ‘Purísima’; en Tecoman, la

‘Candelaria’;” en Manzanillo, el ‘Santuario de Guadalupe’, y en Coquimatlan, ‘La

Merced’“.3g Quizá porque como otros políticos de la época Alamillo pensaba que la

iglesia católica representaba una especie de poder que entraba en competencia

con el político, Alamillo se adjudicó el derecho de legislar en materia de uso de

campanas de las iglesias para actos tanto religiosos como profanos. Como era de

esperarse, algunos munícipes se le se opusieron. Especialmente contrario a las

ideas de Alamillo fue el ciudadano Valencia, quien expuso:

Las reformas constitucionales que confieren á las autoridades locales el poder de limitar el uso de las campanas del modo que sea menos molesto al público se refiere indudablemente a los ayuntamientos que son los que deben legislar en materia de policía y no al prefecto que es el ejecutor de los bandos municipales: con tanta más razón debe ser así cuanto que en la mayoría de los pueblos del Estado no hay Prefecto Político y si autoridades municipales, a quienes compete dar cumplimiento á las leyes en la materia de que se tratam40 No valieron ni los argumentos en contra, ni que la opinión estuviera dividida,

porque un año después de la discusión escenificada en la sala de cabildo, Alamillo

3 7 . Ibíd.

38. Ibíd.

39. Véase Ignacio Rodríguez. Ensayo geográfico. estadístico é histórico del estado de Colima, p. 23. Según Servando Ortoll,

hubo “al parecer un error en el escrito de Rodríguez, puesto que San Miguel correspondía a la parroquia de Cómala”. Véase

Servando Ortoll, “Colima en las luces del siglo XIX”, mecanos criíto inédito.

40. AHMC. Acta de cabildo. Sesión ordinaria del 27 de febrero de 1889, foja 00037..31

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tuvo la satisfacción de formular y publicar el reglamento del uso de las campanas,

el domingo 20 de julio de 1890. El tan sonado reglamento que habría de regular

los tañidos de las campanas colimotas, rezaba en su artículo primero:

Art. lo El uso de las campanas en esta capital, quedará limitado:

1. A anunciar las siguientes horas: las cuatro de la mañana, doce del día, tres

y seis de la tarde y ocho de la noche. Estos toques serán simples, dando

tantas campanadas cuantas sean las horas que se trate de anunciar.

ll. A los llamamientos para los actos religiosos que tengan lugar en el interior

de los templos. Dichos llamamientos y contraseñas no podrán durar más de

un minuto.

III. A 19s repiques á vuelo, que sólo podrán tener lugar por orden de la

autoridad política, cuando se trate de solemnizar acontecimientos de público

regocijo, y cuando lo determinen los párrocos para indicar festividades reli-

giosas [...]

IV. A los toques para anunciar un incendio los cuales se podrán dar á

cualquier hora y por todo individuo.41

De no estar en lo establecido por el reglamento, más valía no acercarse al

campanario, no fuera a moverse el badajo con el puro aliento pues entonces, se

tratara de quien se tratara, debía realizar un sacrificio pecuniario de 1 a 25 pesos

de pago por multa. Ese fue el proyecto que presentó Alamillo y que fue aprobado

un año después, como ya lo mencioné líneas arriba.

41. AHMC. Caja AX-42. “Reglamento para el uso de las campanas en esta capital”. J. Trinidad Alamillo, prefecto político

del primer distrito, a los habitantes del mismo. Colima, 20 de julio de 1890..32

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Otras actividades del joven Trinidad

Durante su estadía en Colima como prefecto, Alamillo se dedicó a cumplir con su

deber. Alamillo publicó bandos, prevenciones y avisos entre otras cosas. Fue así

como publicó “Prevenciones para el acotamiento de fincas y solares” el miércoles

15 de mayo de 1889. En las “Prevenciones” se notificaba a los dueños de lotes y

fincas que tenían un año de plazo para bardear sus propiedades, de acuerdo con

las líneas marcadas en la siguiente demarcación:

Al oriente, partiendo de la garita de México seguirá por el puente de la Paz, calle de las Siete Esquinas hasta donde se halla el mesón del Mundo al Revés, de donde dará vuelta hasta tomar la calle del Manrique, por las que con- tinuará al Sur hasta terminar en la huerta que fue de don Sebastián Fajardo: de aquí partirá la línea Sur por la calle de las Delicias hasta llegar á la esquina contigua á la tenería de los Señores Cortés en la calle del Palacio; subiendo enseguida hasta tomar la calle del Manzanillo, cuya línea terminará en la garita de Lo de Villa.4*

El veintiséis de mayo notificó el prefecto al cabildo que había mandado

demoler el portal de teja del costado sur de la plaza principal, demolición que

ocasionó un gasto de 10.00 pesos que debían ser reembolsados a la prefectura.

Aprovechando su comunicación con el ayuntamiento, Alamillo pidió permiso para

remover las bancas de cantera de la plaza principal para en su lugar poner unas de

fierro y madera compradas para tal efecto. También pidió al cabildo que se rec-

tificara la numeración de las casas y manzanas y se levantara un croquis de la

ciudad. Además, propuso que el barandal de hierro del jardín Núñez fuera tras-

ladado al mercado para circularlo .43 En estos y en otros menesteres ocupaba

Alamillo buena parte de sus energías y creatividad política.

42. AHMC Prevenciones para el acotamiento de fincas solares. J. Trinidad Alamillo, Prefecto Político del primer distrito del

estado, a los habitantes de esta capital. 15 de mayo de 1889. AHMC., caja 33.

43. AHMC. Actas de Cabildo. Sesión ordinaria de 27 de 1889, foja 00078. “Comunicaciones de la Prefectura política”..

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La ilustre mensajera del bienestar y progreso colimense

Los esfuerzos del gobernador del estado Gildardo Gómez porque se estableciera la

vía del ferrocarril, de Manzanillo a la capital del estado, tuvieron sus frutos. En el

arribo del ferrocarril muchos tenían cifradas sus esperanzas en la llamada “palanca

del progreso”. Precisamente por esto, en la sesión de cabildo del martes 29 de

julio de 1889, los miembros del cabildo determinaron preparar un recibimiento que

festejara la llegada de la locomotora, y propusieron que todos los ayuntamientos

del estado reunieran fondos para el evento. Se planeaba invitar a todas las clases

del pueblo a que asistieran a la gran fiesta de recibimiento de la máquina de vapor.

También se publicó un programa detallado de los particulares del festejo, se con-

struyó un alero alrededor del mercado, se mandó arreglar el Jardín de la Libertad,

entre otras cosas.

Así el ayuntamiento formó comisiones encargadas de reunir los donativos

para el gran acontecimiento entre las diferentes gremios y profesionistas. J.

Trinidad Alamillo y Francisco Robles encabezaron la comisión “por los funcionarios

y empleados del Estado”.44 El cartel anunciando al pueblo colimense la gran fiesta

de la llegada del ferrocarril, apareció por todas las esquinas de las calles princi-

pales de Colima. Ahí se podía ver la fotografía de una imponente máquina enmar-

cada por el negro humo de su combustión. La palabras impresas no pudieron ser

44. Además de la ya mencionada comisión, se establecieron las siguientes: Por los agricultores y propietarios; por el com-

ercio; por los empleados federales; por los profesores; por los filarmónicos, por los boticarios y droguistas, por los

impresores, por los encuadernadores: por el ramo de tenería; por los dueños de fábricas de tabaco; por los preceptores: por

los carpinteros; por los herreros y por los abastecedores, También el Círculo Alemán pondría su granito de arroz para con-

tribuir al lucimiento de dicha fiesta. Véase “Comisiones”, periódico oficial El

Estado de Colima (Colima), 10 de agosto de

1889, p. 128..

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más elocuentes y más esclarecedoras. Basta leerlas para saber lo que el arribo del

tren significaba en estas arrinconadas tierras:

La locomotora se acerca ya á las inmediaciones de esta Capital, y preciso es recibir con todo el entusiasmo debido á la mensajera de nuestro bienestar y progreso.

Jamás Colima se ha mostrado indiferente siempre que se trata de festejar acontecimientos que entrañan civilización y positivo adelanto, como el que está próximo á realizarse, y por tal motivo, es de esperarse que todos y cada uno de los habitantes del Estado se presentarán gustosos para contribuir al lucimiento de la fiesta que se prepara.45

Estaba programada la llegada del ferrocarril para el 16 de septiembre, aniver-

sario de la Independencia de México. Gracias a esto, los colimotes tendrían doble

motivo para festejar. Por ello, la comisión municipal del festejo del ferrocarril

(formada por Heliodoro Fuentes, Miguel García Topete y Jesús Gómez) unió

esfuerzos con la junta patriótica (formada por J. Trinidad Alamillo, Crescencio

Bolaños e Ignacio Anaya) para incitar al pueblo de Colima “á solemnizar el arribo de

la locomotora, con el patriotismo y entusiasmo que merece tan fausto suceso”. Y

toda la algarabía no era para menos. No se le podía regatear méritos al

acontecimiento: “El hecho en sí de ver terminada una obra de indiscutible impor-

tancia y utilidad para nuestro Estado, conquistada á costa de tantos afanes y

sacrificios, todo Colimense deberá sentirse poseído de júbilo, cooperando al mejor

éxito de ambas festividades”.46

Las comisiones, por aquello de las cuentas claras y el chocolate bien espeso,

publicaron con fecha del 8 de octubre la “Cuenta de lo que produjo la colecta

abierta entre las. diferentes clases sociales del estado, para solemnizar la

inauguración del ferrocarril de esta ciudad al puerto de Manzanillo, é inversión del

45. AHMC. Caja 33. Sección AX. “¡Al pueblo colimense!” Colima, 21 de agosto de 1889.

46. Ibid..35

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producto”.47 El total de lo recabado fue de 877.44 pesos. Los empleados del

gobierno del Estado fueron los más espléndidos: ellos reunieron 223.50. Mientras

que los hacendados y agricultores del Estado aportaron de su peculio 25.00 pesos,

los comerciantes de la ciudad reunieron 200.00 pesos, los profesores, médicos y

abogados cooperaron con 65.00 del águila. Los gastos ascendieron exactamente a

la cantidad recabada, es decir, 877.44 pesos, ni un centavo más, ni un centavo

menos. El dinero se gastó, entre otras cosas, en faroles, velas de cebo, banderas,

ponche, flores, arreglo de jardines, fuegos artificiales, juegos de circo, música,

pólvora, carro alegórico, bastidores, lámparas, esquelas, papel, sobres, verdura,

tiros de mortero y petróleo para el alumbrado.48

Aquella noche de placer

Una vez pasada la euforia inicial gracias al arribo del ferrocarril, don J. Trinidad

Alamillo reunió todas sus energías para celebrar el segundo aniversario de Gildardo

Gómez en el gobierno de Colima. Así lo publicó el periódico oficial El Estado de

Colima :

Dos años hace ya que el C. Gildardo Gómez, llamado por el gran partido lib- eral colimense que veía encarnadas en él las nobilísimas aspiraciones del pueblo, tomó posesión de la primera Magistratura del Estado, en los momentos supremos en que la nave de la administración pública, sin rumbo fijo, estaba á punto de zozobrar y en que se había dado ya la voz alarmante de “sálvese quien pueda.” [...l En estas circunstancias, nada halagadoras por cierto, recibió el gobierno el C. Gómez, quien habiéndose hecho cargo de la situación de una manera con-47.

AHMC. Caja 33. Sección AX. “Cuenta de lo que produjo la colecta abierta entre las diferentes clases sociales del

Estado, para solemnizar la inauguración del ferrocarril de esta ciudad al puerto de Manzanillo, e inversión del producto”.

Colima, 8 de octubre de 1889.

48. Ibíd..

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cienzuda, dictó sin pérdida de tiempo enérgicas medidas que vinieron a con-

firmar el acierto con que había obrado el pueblo colimense en la elección de

su primer Magistrado.4s

En vista de la gran admiración (y el todavía más grande cariño que despertó

Gildardo Gómez en todos los sectores de la población), sus amigos y otros miem-

bros de “la clase acomodada de la sociedad colimense” se encargaron de

organizarle un baile al gobernador. La fecha quedó fijada para el 1 de noviembre de

1889. Y, “a juzgar por los grandes preparativos que se están haciendo”, subrayó

el periódico oficial El Estado de Colima, “ese baile tiene que ser en todo digno de

la cultura y galantería de los caballeros que tomaron á su cargo la ejecución de tan

feliz pensamiento”. No sorprenderá para ahora saber que el tesorero de la comisión

del baile era nada menos que J. Trinidad Alamillo. Para el baile se organizaron

diferentes comisiones. Las hubo de invitación (roseta roja); de recepción (roseta

azul); de obsequio (roseta tricolor); de ornato (roseta verde); de jefe de comisiones

(distintivo blanco y rojo); y de bastonero, Guarda ropa y de jefe de cantinas50

“Un buen recuerdo de aquella noche de placer” seguramente que todos los

concurrentes al elegante baile se llevaron. El periódico oficial El Estado de Colima,

reseñó así el acontecimiento:

Anoche tuvo su verificativo en el salón de recepciones del H. Congreso el que organizaron los amigos del C. Gildardo Gómez, Gobernador Constitucional del Estado para solemnizar el segundo aniversario de su exaltación al Poder Ejecutivo.

La concurrencia fue numerosa y de lo más escogido de nuestra sociedad,

habiéndose notado especialmente en las señoritas un exquisitos gusto en los

trajes, que eran además lujosos y que hacían resaltar más sus poderosísimos

atractivos. Durante la cena que estaba compuesta de exquisitos manjares,

improvisaron elocuentes brindis los Sr. Dr. José Luna, J. Trinidad Alamillo y

49. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 26 de octubre de 1889, p. 172.

50. Ibíd..37

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Miguel García Topete, habiendo reinado durante el baile la finura, cordialidad y franqueza que caracteriza á los caballeros colimenses.51

Pero no todo era felicidad. Y quizá por primera vez el celo de Alamillo habría

de poner a prueba la popularidad de la administración de Gildardo Gómez. De

hecho Alamillo estrenó el año de 1890 rindiendo un informe sobre las multas que

SU prefectura impuso a diversos sectores de la población. Alamillo se encontraba

orgulloso, pues dichas multas habían ascendido a la suma de 2,285.54 pesos,

monto que ingresó íntegro en las arcas de la tesorería general del Estado. Mientras

que “las ganancias” eran verdaderamente dignas de ser elogiadas, al menos por

parte de la administración, podemos imaginarnos cuánto debió molestar a los afec-

tados, Pero el informe de Alamillo no se detuvo allí. También reportó el prefecto

que de noviembre de 1887 al 31 de octubre de 1988 la prefectura había hecho

3,884 aprehensiones de individuos, mientras que para el año de 1889 la

“criminalidad” había descendido, al tenerse durante ese tiempo 844 aprehensiones

menos.52 Al igual que con el caso de las multas, sin embargo, era obvio que los

aprehendidos no se encontraban complacidos. Esto se convirtió en un asunto de

verdadera importancia política, puesto que ya se empezaba a hablar sobre la cada

vez más inminente reelección de don Gildardo Gómez para un segundo periodo de

gobierno.

Así fue que el periódico La Patria de la ciudad de México publicó una carta

que supuestamente envió un suscriptor de Colima en llena de acusaciones en con-

tra de la administración de Gómez. Se acusaba a los administradores de organizar

orgías, de distraer-a trabajadores públicos para ocuparse de cuestiones personales,

de utilizar los carros de limpieza también para su servicio personal... Pero quizá la

51. Periódico oficial f/ Estado d e Colima (Colima), 2 d e noviembre d e 1889. p. 176.

52. “Datos importantes”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 4 de enero de 1890, p. 4..

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más grave de todas las acusaciones que se le hicieron a don Gildardo y a Alamillo

en esa misiva fue la de afirmar que su administración había “remitido” a la Baja

California, en calidad de “criminales”, a numerosos trabajadores:

Que diga el Sr. Prefecto Alamillo ¿con qué facultades, de orden y de quién y por qué remite contra su voluntad y como criminales, á muchos infelices á la compañía minera del “Boleo”, en la Baja California, protegiendo con la policía el embarque de los enganchados, acompañando con dicha fuerza hasta ser embarcados los remitidos por fuerza y contra su voluntad?53

El redactor del Periódico oficial El Estado de Colima, Atanasio Orozco, con-

testó punto por punto, y “con autorización” del gobernador y del prefecto, las

acusaciones de La Patria.

¿De orden de quién, pregunta el remitente ? De orden del Ejecutivo. ¿Con qué facultades? Con las que la ley confiere á la autoridad para proteger y garantizar todos los intereses honrados. La compañía del Boleo, no es una asociación de saltimbanquis, no son sus miembros traficantes negreros. Esa compañía si lo ignora el suscriptor, está autorizada por una ley del Supremo Gobierno de la Nación para toda clase de combinaciones encaminadas á la explotación de la vasta zona minera que el mismo Gobierno le concediera. El agente de esa compañía vino, en pleno día, á la luz del sol, á solicitar por medio de cartelones fijados en los parajes más públicos, trabajadores, ofreciéndoles halagüeño jornal y un anticipo para sus gastos de viaje.54

Efectivamente, habían sido enganchados colimenses para trabajar en las

minas de Baja California. Y también el gobierno del estado había vigilado que los

individuos, que recibieron dinero adelantado, para trasladarse a las minas,

cumplieran con su compromiso:

El Gobierno, siempre diligente para cumplir con su deber, impartió el auxilio que se le pedía contra cualquiera defraudación y ordenó al Prefecto que vigilara en su- embarque á los hombres que recibiendo una cantidad de dinero por cuenta del contrato de prestación de servicios que habían celebrado,

53. “La ‘Patria’“. Periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 18 de julio de 1891, p. ll 6.

54. Ibíd..

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pudieron escaparse, sin esa vigilancia, del cumplimiento de su contrato, com- etiendo un delito.55

Los otros delitos que adjudicaban al gobernador y a su prefecto --algunos ya

mencionados, como de “organizar orgías”, de distraer a los prestadores públicos

de sus empleos par ocuparlos en trabajos personales, y de emplear los carros de

limpieza para su uso personal-- fueron asimismo los de distraer los fondos del

dinero obtenido de bienes mostrencos (y para Alamillo, de la construcción del

kiosco) y de “desterrar” a los opositores a la reelección de Gómez. Así contestó

Atanasio Orozco a esto último, por ser de vital importancia política:

El Sr. Gómez con nadie ha hablado de elección, ni de reelección; él, sépalo Ud., Sr. suscritor, no desea tan ardientemente como Ud. se supone, el Gobierno del Estado; si acepta su candidatura, es porque se la han ofrecido todas las clases de la sociedad; pero no tema Ud. que ni él, ni el Sr. Alamillo vayan á echar mano de los grandes batallones, regimientos y cuerpos de artil- lería de que pueden disponer en Colima para hacer fuerza en las elecciones.56

Por supuesto, Alamillo no tardó en publicar por su parte y en el Periódico ofi-

cial El Estado de Colima, una carta respondiendo a la infamia que se cometía en su

contra al acusarlo de guardarse seis mil pesos de lo recaudado para el kiosco.

Alamillo prometió publicar el mismo día que el kiosco fuera inaugurado --a princi-

pios de agosto-- el corte de caja hecho por el recaudador y tesorero de los fondos,

don Gregorio Álvarez que fungía como presidente municipal.57

55. Ibíd.

56. Ibíd.

57. Ibíd., p. 119..40

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La reelección de don Gildardo

Las acusaciones publicadas en la Patria no llegaron más lejos. Pese a la oposición

de algunos, se efectuaron las elecciones para gobernador y diputados al Congreso

estado el 9 de agosto de 1891 en los dos distritos electorales en que se dividía el

estado (el primero agrupando a los municipios de Colima, Cómala, Villa de Álvarez,

Coquimatlán e Ixtlahuacán, y el segundo los de Manzanillo y Tecomán). Como era

de esperarse, Gildardo Gómez resultó electo gobernador por unanimidad, para el

periodo de 1891 a 1895, en los dos distritos. Alamillo, por su parte, alcanzó una

diputación por el segundo distrito, correspondiente al municipio de Manzanillo.58

Durante la apertura de sesiones ordinarias Alamillo pidió licencia en el congreso,

para continuar con su puesto de prefecto político, dejando que el diputado

suplente, Ramón Basan, se hiciera cargo de representar al municipio de Manzanillo.

Para entonces la popularidad de Alamillo se perfilaba no solo en su natal

Colima sino, al parecer, más allá de sus fronteras. “Justo tributo á su honradez sin

mancha y a sus relevantes virtudes cívica”, fue el comentario que recibió del

redactor del periódico oficial El Estado de Colima una biografía de J. Trinidad

Alamillo, escrita y editada en México. La biografía, cuyo autor no se menciona, al

parecer fue un pequeño y modesto volumen redactado con “justicia é

imparcialidad”:

Alamillo, joven como es; de morigeradas costumbres y de imperturbable energía, ha logrado extirpar de nuestro suelo la vagancia y la disolución, sean cuales fueren las formas que revistan. No tiene más enemigos que los criminales ó los transgresores de la ley.

Moralizar á la policía; hacerle comprender sus deberes; sujetarla á la rectitud

de ordenanzas especiales; destruir el mal de raíz, no en sus perniciosos

58. También integraron la XII Legislatura Gregorio Álvarez, Miguel Álvarez, Adolfo Brizuela, Ignacio F. Fuentes, Miguel

García Topete y Gerardo Hurtado. Véase Periódico oficial 8 Estado de Colima (Colima), 15 de agosto de 1891. p. 131..

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efectos; una conducta invulnerable: he allí al digno colaborador del Sr. Gómez.59

Finalmente quedó instalado en el Jardín Libertad el famoso kiosco. El sueño

de Alamillo, iniciado tres años antes, por fin se hacía realidad. El resplandeciente

kiosco austriaco que les costó sus buenos centavos a los comerciantes, a los

extranjeros y a los ciudadanos colimenses (y claro, también a algunos circenses y

actores), se encontraba ya en Colima. El sábado 8 de agosto de 1891, se publicó

asimismo el estado de las cuentas de los gastos incurridos en la compra e

instalación del kiosco. En dicho aviso el presidente municipal don Gregorio Álvarez,

informó: ’

Como es bien sabido, desde hace tres años comencé á agenciar fondos para la mejora referida, procurando que los empresarios de las compañías teatrales dedicaran á favor de tal pensamiento el producto de algunas funciones; mas siendo insignificante este medio para obtener una cantidad bastante para el objeto, recurrí entonces al concurso de los particulares abriendo una sus- crición, y estos, poseídos de la necesidad y utilidad de la mejora que era reclamada por la cultura de un pueblo civilizado, se aprestaron gustosos, con patriótico entusiasmo, ofreciendo su cooperación pecuniaria.60

Según don Gregorio Álvarez, ciento setenta personas cooperaron

gustosamente para el kiosco del Jardín Libertad, unos más otros menos, según su

bolsillo y su entusiasmo. El gobernador Gildardo Gómez aportó 100.00 pesos; J.

Trinidad Alamillo, 60.00; el propio presidente municipal Gregorio Álvarez, así como

el general Pedro A. Galván, cada uno 50.00. Otros aportaron 25.00, 10.00, y

hasta 3 y 2 pesos. Por su parte, el espectáculo que la compañía dramática Vega

dio en la función de agosto de 1888, logró reunir, para el kiosco, 152.12 pesos; la

compañía Lírico-Dramática del señor don José María Azuaga, reunió 318.60; de la

venta del viejo barandal del zócalo se obtuvieron 40.50 pesos, mientras que el

59. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima). 17 de octubre de 1891, p. 168.

6 0 . AHMC. Caja AX-42. Prefectura política del primer distrito del estado. Colima, 8 de agosto de 1891..

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contratista que se encargó de conseguir el kiosco austriaco, le rebajó al precio

original 201.59 pesos. Todo lo anterior, rindió un total de 3,491.31 según las

cuentas de don Gregorio Álvarez. Ahora tocaba rendir las cuentas de lo gastado.

Para empezar, el kiosco costó 2,500 pesos; don Frumencio Silva lo armó y se llevó

200; se compraron también lámparas para el alumbrado, se contrató a Felipe

Morales para pintar el kiosco; a don Ignacio Granados quien dirigió los trabajos de

sus albañiles y mozos se le pagó 107.79. Santiago Ponce vendió 6,000 ladrillos

finos para el zócalo en la cantidad de 60.00; se hicieron gastos por el desembar-

que del kiosco, por flete de mar; al señor Ramón J. de la vega se le compró

madera machihembrada para completar el techo y la plataforma del kiosco; se

gastó en trabajos de herrería y carpintería, hojalatería y soldaduras; en aceite de

linaza para la pintura; se utilizaron 2000 arrobas de cal y arena, cajones para los

aparatos del alumbrado y dos docenas de sillas austriacas. Después de todo lo

gastado --3,491.31-- solo quedaron en caja 66.1 1 . Esta cantidad, según el presi-

dente municipal Álvarez, sería entregada al asilo de huérfanas de la ciudad.61

A Alamillo, pleno de felicidad y de satisfacción, únicamente le restó agradecer

cumplidamente, en el aviso que vengo citando, al gobernador su apoyo, al con-

tratista por rebajar $201.59 al costo presupuestado, y al ingeniero Arturo L’Arivel

por dirigir al mecánico que armó el kiosco de fierro. Finalmente Alamillo hizo

entrega al ayuntamiento del flamante kiosco “ya colocado en la plaza mencionada,

con su dotación de mueble austriaco, atriles, lámparas y aparatos de alumbrado

del zócalo, con todo lo cual pasa á ser propiedad del Municipio”.62 Estas fueron las

palabras que Alamillo expresó, al concluir la empresa que había planificado años

atrás: “Desde algunos años esta prefectura concibió la idea de comprar un kiosco

61. Ibíd.

62. Ibíd. ...

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para la plaza de ‘La Libertad’, y con ese fin puso en juego todos los medios que

estuvieron a su alcance para adquirir fondos destinados á ese objeto”.63 Así había

acabado un proyecto importante en la carrera política de Alamillo quien no sólo

heredó al pueblo colimense el imponente y maravilloso kiosco austriaco que

todavía podemos admirar, sino que logró limpiarse de toda imputación del delito de

apoderarse de fondos que no eran suyos. La idea, muy suya por cierto, de dotar al

Jardín Libertad de un kiosco, tuvo también otra cara: la de inmortalizar al individuo

que tanto se preocupó por embellecer la imagen de su ciudad.

Una vez reelecto don Gildardo Gómez, se organizaron sus amigos y allegados

para festejar ‘su triunfo en el teatro Santa Cruz, que según la reseña del evento

publicada en el periódico oficial El Estado de Colima, “parecía una ascua de oro”:

“En el proscenio, improvisase un bosquecillo de las más vistosas plantas

tropicales”. Para gozar la descripción del teatro leamos lo siguiente: “El fondo de

los palcos y las plateas, lo mismo que el techo del salón, semejaban un cielo mag-

nificamente poblado de estrellas; las columnas, ataviadas de rojo, daban á aquel

recinto el aspecto elegantísimo de una pagoda india; ó de un templo levantado

para rendir culto á la belleza”.64

Muy a tono con la decoración del teatro debieron ser las elegantes

colimenses de aquellos tiempos:

Repentinamente hirió nuestra vista de una manera agradable, la presencia de las más hermosas y elegantes damas de nuestra sociedad, que formaban, por decirlo así, un gran círculo de perlas y brillantes, ó convertían el teatro en una mansión de hadas, aéreas y vaporosas. Estaban allí, radiantes de belleza y de juventud E...] De buena gana describiríamos los lujosos trajes y bonitos adornos de refinado gusto femenino que vimos esa noche; pero no tenemos la pericia que para tal descripción se requiere y á nuestro pesar nos privamos de ese gusto.65

63. Ibíd.

64. “El baile del domingo”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 7 de noviembre de 1891, p. 180.

65. Ibíd..44

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El redactor del periódico describe como se encontraban en el salón las

esposas de los principales ciudadanos y en las plateas las familias que formaban

una escogida concurrencia que, aunque no participaban en el baile sí conversaban

animada y tranquilamente, disfrutado de la música y de las “tiernas confidencias

de la amistad”. De los caballeros el reseñador no escribió sus nombres, aunque

hizo notar:

Solo haremos constar que tanto los que formaban las comisiones como los demás concurrentes, se portaron como caballeros en toda la extensión de la palabra y no desmintieron por un solo instante la proverbial hadalguia de los colimenses. Atentos con las damas, francos y comedidos, mantenían entre sí la más perfecta armonía, y por lo mismo, ningún accidente indigno de ellos vino á turbar el órden de la reunión. El Sr. Gobernador, lo mismo que el Prefecto Sr. Alamillo y Secretario del Despacho Sr. Betancourt, con las cultas maneras que los distinguen, se mostraron galantes y obsequiosos con las damas; leales y cumplidos con los caballeros.66

Y aprovechando el teatro como si se tratara de la representación de una obra,

a la una de la mañana se corrió el telón y apareció en el escenario una mesa

elegantemente provista de “ricos manjares y vinos de las mejores marcas”.

Cenaron los concurrentes y vinieron los discursos exaltando la labor de don

Gildardo. Después continuó el baile hasta las siete de la mañana del siguiente día.

Gustaban nuestros antepasados colimenses de las grandes fiestas y de las des-

veladas. Interesante para nosotros es la afirmación del reseñador, quien afirmó que

tan galante fiesta fue organizada de manera “espontánea” por la sociedad

colimense, que festejaba la reelección de don Gildardo. Con ingenuidad, afirmó el

redactor de el periódico oficial El Estado de Colima que el pueblo había elegido al

gobernador con su voto libre, y que el acto había sido ejemplo de la “más legítima

expresión de su voluntad soberana”. El pueblo vota y la culta sociedad festeja:

66. Ibíd..45

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Esa manifestación, pues, el baile del domingo, significa para nosotros un gran acontecimiento social; pues ella persuade á los más intransigentes, si los hay, de qué manera está la opinión pública en favor de la candidatura que acaba de triunfar [...] las opiniones, los intereses, los corazones, todo estaba unido, como si todo contribuyera á levantar sobre base indestructible la fraternidad colimense.

¡Paso! ¡Paso á la ley, á la ilustración y al verdadero progreso!67

Se estrenó el año de 1892 con un amargo sabor de boca para el gobernador

y el prefecto: el 24 de diciembre de 1891 el periódico El diario del hogar, según

informó el órgano oficial del Estado, hizo un espacio en sus páginas para que los

enemigos del gobierno expresaran sus quejas. Así lo hizo un individuo llamado

Fidelio quien hirió “de una manera infame, alevosa y cobarde” a Gómez y Alamillo.

El quejoso aseguraba que la instrucción pública en Colima se encontraba en

“estado primitivo” y las escuelas en manos de neófitos “que ignoran las reglas más

rudimentarias de la pedagogía”. Fidelio criticó además la mala situación económica

del estado atribuyéndola al enriquecimiento de sus gobernantes a costa de la

miseria pública, haciendo aparecer a Colima “punto menos que un aduar de sal-

vajes”. Fidelio, comparando administraciones, afirmó que otra cosa era Colima en

tiempos en que la había gobernado Francisco Santa Cruz.68 Otro punto que Fidelo

criticó fue la opulencia en que vivía el gobernador, quien tenía “buenos coches,

buenos caballos”, y era alguien que daba “banquetes”, y que residía “en opulentas

mansiones señoriales”. A estos ataques contestó el periódico oficial El Estado de

Colima que nada de opulenta tenía la vida de Gildardo Gómez. Si bien era cierto

que había comprado un rancho, lo había hecho sin comprometer el peculio público.

Lo siguiente lo agregó el periódico oficial:

67. Ibíd.

68. Esto años cubren parte de las varias gubernaturas de Francisco Santa Cruz (de 1869 a 1871, años en que actuó como

sustituto; de 1871 a 1873 como gobernador constitucional; de 1880 a 1883 tiempo en que fue también gobernador con

-stitucional)..

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Concluimos la tarea que nuestro deber y nuestra conciencia nos imponen, manifestando al oficioso detractor de los Señores Gómez y Alamillo, que estos no temen sus amenazas, pues descansan tranquilos en la aprobación general que han merecido sus actos, enteramente ajustados á la ley y que nos parece muy impropio de escritores liberales el ataque injustificado y calumnioso á las autoridades legítimante establecidas.69

Para demostrar la futilidad de los ataques en contra de Alamillo y Gómez que

habían aparecido en las páginas del diario La Patria en julio del año anterior, el

periódico oficial El Estado de Colima publicó unas disculpas enviadas por los

editores del diario. Todo pareció, a partir de entonces, transcurrir con calma chicha

para las autoridades colimenses. Don Gildardo se esforzó cada vez más por

mejorar las condiciones de la instrucción pública (o al menos así lo pretendió) y por

lograr que sus esfuerzos sonaran mucho. En una nota titulada el “Festival del

saber”, fechada el 1 de abril de 1893, se informó que durante una solemne

ceremonia se premiaría a los mejores alumnos de la capital colimense y de Villa de

Alvarez. En dicho acto el profesor Victoriano Guzmán, director de la Escuela

Modelo y Refugio Mariscal, directora de la Escuela de Adultas, pronunciaron dis-

cursos con reconociendo las labores del gobernador en el campo .de la educación.

El profesor Guzmán, dirigiéndose a don Gildardo, dijo: “Colima estima lo que

debe a vuestros esfuerzos por llevarla á su felicidad, y el magisterio y la juventud

guardan grabado vuestro nombre en lo más íntimo del alma, como su distinguido

protector y amigo incondicional”.70 Cuando llegó su turno, la profesora Mariscal

afirmó: “nuestro gobierno, perfectamente penetrado de que la escuela es la base

del progreso, ha dedicado casi toda su atención al desarrollo de la instrucción

pública en su parte llamada elemental, porque es la más importante”.71 La

premiación de los alumnos y los discursos de los profesores fueron la mejor

69. “El Diario del Hogar”. Periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 2 de enero de 1892, p. 4.

70. Periódico oficial f/ Estado de Colima (Colima), 8 de abril de 1893, p. 55.

71. Ibíd..

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defensa que pudo esgrimirse a favor de don Gildardo. Y es interesante notar que

los discursos aparecieron publicados en la misma página en la que el redactor del

periódico oficial El Estado de Colima reportó la insistencia con que se seguía

atacando al gobernador, ahora en el Diario del Hogar:

En una sección que consagra este periódico al Oeste de la República reproduce una vez más las calumnias con que se ha pretendido lastimar la egregia fama de que disfruta el Jefe del Poder Ejecutivo de nuestra progresista entidad federativa y como todas esas difamaciones han sido ya victoriosamente destruidas por el mismo difamado, inútil sería que tratásemos de reforzar los razonamientos sólidos y debidamente documentados con que el ofendido hizo resplandecer sus correctos procederes en todas las esferas.72

Según e¡ periódico oficial, se acusaba a don Gildardo de tener por la calle de

la amargura la instrucción pública en Colima. Nada más erróneo. Y esto no sólo lo decía el órgano oficial del estado, sino que también lo repetían dos periódicos independientes de la ciudad de Colima. Por si cupieran dudas, el órgano oficial decidió informar a los ignorantes y contradecir así a los mentirosos:

Sepa pues “El Diario del Hogar” que falta a la verdad cuando asevera que en el Estado la instrucción pública está completamente abandonada. No se abandona la instrucción cuando se guardan al Magisterio delicadas atenciones y consideraciones sin límites, cuando se mejoran los sueldos de los precep- tores y se pagan de preferencia y con religiosa puntualidad, cuando se multi- plican y extienden las escuelas hasta el rincón más lejano del Estado, cuando se dotan de los útiles y muebles necesarios, cuando se implantan los sistemas y métodos modernos, cuando se duplica cuando menos el presupuesto de la instrucción pública, cuando se crían bibliotecas y museos, cuando se obliga á los maestros á formar sociedades de estudio para perfec- cionar y mejorar sus conocimientos [...l cuando se reglamenta la inspección de instrucción pública nombrando el personal suficiente para que los beneficios de la instrucción lleguen hasta los confines del Estado [.. .].73

El periódico oficial El Estado de Colima concluía así sus argumentos: “Esto es

lo que nos consta á los que observamos de cerca la marcha, el progreso y la

‘2. Ibíd.

73. Ibíd. Véase también Julia Preciado Zamora, “El arco iris de la ‘instrucción pública’ colimense. 1871-1898. según el

periódico oficial El Estado de Colima”, Ágora suplemento cultural del Diario de Colima. 7, 14, 21 y 28 de mayo de 1995..

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benéfica evolución de la instrucción pública de nuestra pequeña entidad y por

esto levantamos nuestra voz para rectificar falsedades y desvanecer calumnias”.74

La piel de don Gildardo y del joven Alamillo al parecer estaban a salvo, al menos

por el momento. Esto, porque al menos apareció otro artículo defensor de don

Gildardo Gómez, mismo que subrayó: “cuan inexactos son los calumniosos cargos

que se le hacen [al gobernador], principalmente el de que la instrucción pública

está mal atendida; apresurándonos á patentizar la grosera difamación que

rebozando hiel y venganza le hacen sus gratuitos enemigos”.75

Cuando la administración de Gildardo Gómez cumplía seis años de gobierno

empezó a llegarle la lumbre a los aparejos. Para esas fechas, sus amigos ya no lo

festejaron con un gran baile como antaño acostumbraban. No quisieron hacer olas.

Tal vez, viendo la soga al cuello que los enemigos le habían puesto a Gómez,

prefirieron tan sólo manifestar en el periódico oficial El Estado de Colima, un “voto

de confianza”, al gobernador “por sus señalados servicios”. En dicho escrito, los

antiguos partidarios del gobernador resaltaban el gobierno progresista que hasta

esa fecha había protagonizado don Gildardo, a pesar de haber recibido el gobierno

en bancarrota. Según las palabras mismas de sus partidarios, Gómez se había

encargado de impulsar la instrucción pública, el ferrocarril, la construcción de una

vía para los tranvías urbanos, las calzadas, el palacio de gobierno, la cañería de

fierro, y demás. Todas esas mejoras sólo se traducían en una cosa: en “la

infatigable actividad desplegada por el Sr. Gómez, y sus empeños por cor-

responder á la confianza en él depositada por los colimenses”.76

Sin embargo; a pesar de que fueron muchos los que apoyaron a Gildardo

Gómez, los designios porfiristas fueron otros. Por razones no hechas públicas y a

74. Periódico oficial E/ Estado d e Colima (Colima), 8 d e abril d e 1893, p. 55.

7 5 . Ibíd.

76. “Voto de confianza”. Periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 4 de noviembre de 1893, p. 174..

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los veintinueve días después de aparecidas las palabras de apoyo en el órgano ofi-

cial, sorpresivamente don Gildardo renunció al gobierno del estado. Las razones de

su renuncia fueron escuetas y se resumieron a indicar que por “motivos graves

que se relacionan con su conveniencia particular y con el porvenir de su familia,

[Gildardo Gómez] se ve obligado á formular ante esta H. Cámara la más formal

renuncia del carácter de Gobernador del Estado”.77

El rey ha muerto viva el rey. Un día después de la renuncia de don Gildardo

tomó posesión Francisco Santa Cruz por cuarta ocasión como gobernador

sustituto. Casi de inmediato, empezó a dictar disposiciones políticas. Santa Cruz

decidió organizar la instrucción pública “teniendo en cuenta las exigencias sociales

y el plan de economías que intenta llevar á cabo en la Administración”. También

nombró prefecto político del primer distrito a Miguel Álvarez. Alamillo pasó

entonces a ocuparse de su curul en el congreso del estado. Así acaba el primer

tramo de la experiencia política del joven Alamillo. Un tramo lleno de vericuetos,

quizá, pero un tramo recorrido a la sombra de un gobernador que no tuvo la

suficiente fuerza para mantenerse en el gobierno más allá de los seis años que,

desde el centro, le dieron de vida. Al renunciar Gildardo Gómez, se llevó con él a

su protegé Alamillo quien, seguramente aprendería de esta primera experiencia,

mucho de lo que utilizaría años más tarde, cuando decidió pelear con todas sus

fuerzas por ser él esta vez quien se convirtiera en el gobernador de su estado.

Mientras esto ocurría, se fue a pasar una larga temporada en su rancho El Naranjo,

y de ahí se convertiría primero en prefecto político del primer cantón de Jalisco,

para más tarde ser diputado en varios estados y terminar de periodista. La suya

fue una larga escuela que lo preparó (o perfeccionó), a su modo de ver, para tomar

posesión de la guberatura de su estado: por las buenas, o por las malas.

77. Periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 29 de noviembre de 1893, p. 191, y 23 de diciembre de 1893. P. 203..

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Capítulo 2

El crimen de Tepames y la guerra contra Enrique 0. de la Madrid

Tras perderle la pista a Alamillo durante dieciséis años por las razones que expuse

en la introducción, apareció de nuevo su figura en la historia de Colima. Esta vez

se le veía igual de vigoroso como antaño, pero más enfocado en lo que quería y

mucho más impaciente y desesperado. Era como si tras mirar lo que había hecho

desde que abandonó la vida pública para dedicarse a la agricultura y luego a recor-

rer la república una vez más en calidad de hombre de política, se hubiera per-

catado repentinamente que había perdido mucho de su tiempo sin alcanzar lo que

añoraba: la gobernatura de su estado natal. Pero para alcanzarla, si seguía las vías

permitidas durante el porfiriato, debía, al menos demostrar una paciencia a toda

prueba. Eran los tiempos en que don Porfirio Díaz había demostrado las ventajas

que tenía el permanecer de por vida permanencia en el poder. Ejemplo que había

sido tomado por algunos gobernadores como ejemplo a seguir por así convenir a

sus preferencias políticas y quizá, por qué no decirlo, a sus bolsillos. Entre estos

gobernadores que seguían las normas presidenciales se contaba Enrique 0. de la

Madrid. Originario de Colima, donde nació en 1862, De la Madrid egresó de la

Universidad de Guadalajara con la carrera de abogado en 1885, para tener.

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enseguida una rápida y exitosa carrera política dentro de su estado. Ese año de

1885 regresó a Colima para trabajar como oficial mayor de la Secretaría de

Gobierno. Más tarde fue juez de distrito y luego diputado. Tras la muerte del

gobernador Francisco Santa Cruz, De la Madrid tomó las riendas del poder en

mayo de 1902 para más tarde ser “electo [gobernador] Constitucional para los

cuatrienios de 1903 a 1907 y de este año a 1911 “.l

Si Alamillo tuviera la paciencia de Job, hubiera tenido que esperar hasta ese

año para aspirar a la gubernatura. Pero el Alamillo que rescaté de los archivos

municipales ya no era el mismo que apareció en los archivos nacionales. El joven

Alamillo que ‘deambulaba con elegancia por las calles de Colima y el maduro

Alamillo que aparecía en la correspondencia personal del propio Díaz, esto es

claro, ya no eran uno y el mismo. Tampoco lo era el gobierno de la república.

1909 fue marcado por la gran búsqueda de una alternativa democrática al per-

petuado régimen de Díaz. Se hablaba, entre otras muchas cosas, de la antireelec-

ción y, para el caso de Colima, esto podía significar la oportunidad de experi-

mentar, en un laboratorio mucho más pequeño que el nacional, la posibilidad del

cambio a través de las urnas electorales. Y eso era particularmente importante

para J. Trinidad Alamillo, quien seguramente había visto con desaliento cómo De la

Madrid se había reelecto para un periodo que, como dije, tardaría dos años más en

terminar. Quizá por ello y alentado por algunos de sus cercanos colaboradores, se

decidió por elaborar una sofisticada política antidelamadridista que consistió en

publicitar --con lujo de detalles-- el brutal asesinato de dos jóvenes, oriundos de

Tepames, en ese mismo año de 1909. La campaña efectivamente era antirreelec-

cionista, pero no anti-establisment, como lo ha señalado Servando Ortoll, en su

1, Francisco R. Almada. Diccionario de historia, geografía y biografía del estado de Colima, Colima, Tip. Moderna, 1939, p.

123..

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estudio sobre el asesinato. Alamillo quería ciertamente un cambio gubernamental,

no una Revolución.

En “La vendetta de San Miguel”, Servando Ortoll rescató información

proveniente del Archivo Porfirio Díaz, sobre el trasfondo del movimiento

antídelamadridista iniciado por Alamillo, propietario de La Gaceta de Guadalajara y

los periódicos de mayor circulación en la perla tapatía. Alamillo ansiaba ser

gobernador del estado de Colima y la campaña que inició desde Guadalajara, pre-

sentando ante la opinión pública nacional los hechos sangrientos en que perdieron

la vida los hermanos Suárez (Marciano y Bartolo), logró desprestigiar al gobierno

delamadridista’. El crimen de Tepames --o de Los Tepames--, resultó ser la “causa

célebre” de que Alamillo se valió para conseguir sus objetivos políticos. Digamos

que el destino y las condiciones creadas por el porfirismo le otorgaron a Alamillo la

oportunidad de intentar --por lo menos-- cortar de un tajo la vida política de Enri-

que 0. de la Madrid, quien gracias a la maquinaria política de don Porfirio,

pretendía perpetuarse en el gobierno.

Alamillo encontró en este hecho sangriento los tintes dramáticos que

necesitaba para quitar del camino a su rival. Sin miramientos y gracias a su gran

influencia en los medios periodísticos de la ciudad de Guadalajara, Alamillo logró

que sus colegas periodistas publicitaran con lujo de detalles, el crimen de Tepames

añadiendo un “dato” importante a los hechos comprobables: la presunta

participación “intelectual” del gobernador en el percance. Así el “horripilante”

asesinato cometido en las personas de Marciano y Bartolo Suárez fue conocido en

todo México (y particularmente en el Castillo de Chapultepec) gracias a la labor

desplegada por los más importantes diarios de la capital jalisciense. Particu-

larmente importante fue, como digo, la forma en que los periodistas lograron

involucrar en el asunto al gobernador de Colima: “De la Madrid simbolizaba.

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entonces el blanco político a la disposición de los principales periódicos tapatíos

opositores al régimen porfirista. El crimen de San Miguel [de Tepames fue la

oportunidad brindada para manchar, de una vez por todas y para siempre, la

imagen pública de Enrique 0. de la Madrid”.2

‘Ni tardos ni perezosos y para asegurarse que el daño hecho en la persona de

Enrique 0. de la Madrid sería irreparable, acudieron los periodistas de Guadalajara

a la madre de los asesinados, tomándola como bandera en contra de las injusticias

del régimen de la Madrid en tierras colimenses:

Donacianá Orozco viuda de Suárez era el estandarte simbólico de la madre abandonada, maltratada, herida, menospreciada, valida de esfuerzos propios, profundos, para la consecución, sin frutos, de la justicia. Y De la Madrid representaba el papel de corrupto, encubridor, amigo personal de uno de los peores asesinos sueltos por las empedradas calles de Colima. Llegaría Donaciana su anhelo? Esta sería tarea, por supuesto, de la prensa tapatía.

Y lo fue. Los periodistas lograron que el presidente Díaz recibiera a Donaciana

Orozco, asegurándole que se haría justicia “y que se obligaría al gobierno de

Colima a sincerarse ante la opinión pública, de los cargos que le hacía la prensa de

todo el país”.4 Donaciana al llegar de regreso a Colima, proveniente de la ciudad

de México, se entrevistó con De la Madrid y éste le dio una carta de

“recomendación amplia para la autoridad de dicho pueblo [de Tepames] a fin de

que le prestase toda clase de garantías y ayuda”.5 Por su parte De la Madrid pidió

a Díaz enviara un juez a Colima para que, con imparcialidad, juzgara a quien se

encontrara culpable del crimen. Tan sorprendido se encontraba De la Madrid, al

2. Servando Ortoll. “La vendetta de San Miguel”, mecanos criíto inédito, p. 2.

3. Ibíd., p. 4.

4. Emilio Rodríguez Iglesia. El crimen de /os Tepames (México, B. Costa-Amic, 1975). p. 134. Citado por Servando Ortoll. En

Ibíd.. p. 24.

5. México, DF. Universidad Iberoamericana. Centro de Información Académica. Acervos Históricos. Colección Porfirio Díaz

(en adelante APDI. Caja 16. Legajo 34, Doc. # 007746. Carta de Enrique 0. de la Madrid a Porfirio Díaz. Colima, 18 de mayo

de 1 SOS. Carta citada en Servando Ortoll, “La vendetta de San Miguel”, p. 27..

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parecer, de que se le achacara a él, en lo personal, la autoría intelectual del

crimen. Díaz argumentó que de cumplir el deseo de la Madrid, se estaría des-

diciendo de la confianza que él había depositado en la persona del gobernador

de Colima. Finalmente y bajo las constantes demandas de la Madrid, Díaz

accedió a enviar a Colima a Eduardo Xicoy, para que se encargara de desentrañar

el asunto que ya tomaba proporciones gigantescas. Contrario a lo que el

gobernador hubiera esperado, sin embargo, Xicoy empezó a trabajar con la

hipótesis de que el gobernador estaba realmente involucrado en el asesinato doble

de Tepames, y cuestionó cada vez más la actuación del gobernador en el asunto

de Tepames:

La misión de Xicoy, que duró tres meses justos, presenta varias lecciones importantes que no debemos soslayar. Es interesante ver, en el caso del magistrado enviado por Díaz a Colima, cómo fue cambiando paulatinamente su interés, de querer aclarar todo lo referente al autor material del crimen, a buscar con ahínco a, su autor intelectual. En esta búsqueda, como hemos visto, involucró (y dañó) la reputación de varios funcionarios públicos, mismos que, al enterarse por varios medios que las actividades de Xicoy podrían lastimar seriamente su imagen pública, empezaron a obstaculizarlas, para luego, y a manera de revancha, dañar la postura (e imagen) del jurista ante los ojos de Díaz. Este, a su vez, al ver que la continuidad del poder local podía verse afectada, de seguir las investigaciones sobre el crimen de Tepames, decidió poner fin a la misión de Xicoy

La complicación más grave tuvo que ver con el jefe de la policía de Colima

Darío Pizano. Pizano fue quien estuvo al frente de la partida que dio fin a los

hermanos Suárez. Dada la presión política desatada tras el asesinato, Pizano acabó

en la cárcel. La lectura de sus declaraciones es importante porque tarda meses en

“confesar” que hubo lazos entre el gobernador y la consecución del asesinato.

Esos largos meses que pasó el ex-jefe de la policía en presión seguramente lo con-

vencieron de que las cosas en su patria chica habían cambiado. Ya no tenía la

6. Servando Ortoll, “La vendetta de San Miguel”, p. 69.

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influencia de antes ni padrino que lo sacara del apuro en que se había metido. Su

siguiente paso fue declarar, de manera abierta, que De la Madrid mismo le había

ordenado acabara con los Suárez:

Una y otra vez lo repite. [...] recibió órdenes de asesinar a los Suárez en una de dos combinaciones: haciéndolos enfrentarse con los Anguiano -- sugerencia de [Carlos] Meillón-- o matándolos aplicándoles la ley fuga (prefer- encia de la Madrid). Pizano los mata cumpliendo indicaciones y sus supe- riores, frente a la gritería política, cuyos ecos se oyen desde Guadalajara, se van hacia el trasfondo y dejan que Pizano se defienda como pueda para salir bien librado del juicio que se estructura en su contra y, cuando se percatan que Pizano está haciendo declaraciones perjudiciales, urden diferentes tramas, entre ellas, que otros participantes declaren en contra del excomandante.

Pizano fue condenado a 18 años de prisión. Pero antes de ser internado en

ella, se encargó de manchar la imagen de la Madrid (actuando así a favor de

Alamillo) y de Carlos Meillón, el prefecto político de Colima. Por su parte, De la

Madrid logró salir del atolladero en que lo metió la prensa tapatía gracias a la mano

paternal que le tendió Díaz. Fue dentro de ese nuevo reacomodo de cosas que la

reelección de la Madrid no ni parecía remota ni imposible. Todo esto

precisamente porque cuando el escándalo del crimen de Tepames estaba en el

centro de la tormenta --y del país--, y De la Madrid se encontraba tambaleante en

la cuerda floja, Díaz (el Dios todopoderoso y todo conocedor) rehusó ver caer en el

abismo a De la Madrid y le quitó del camino al enemigo más encarnizado y más

peligroso que tenía: J. Trinidad Alamillo.

Díaz estaba perfectamente informado de las actividades eleccionistas y

antidelamadristas de Alamillo. Seguramente quiso ver hasta dónde estaba dis-

puesto de ir el ex-prefecto político colimense. Díaz vio entonces que Alamillo

estaba dispuesto a todo. Y aunque quizá esta última parte de la historia la vio Díaz

7./Ibíd.., p. 181..

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con agrado, no podía permitir que la tormenta desatada por el propio Alamillo le

arrebatara de las manos el control sólido y firme que, durante casi tres décadas

había sabido mantener sobre todo México (incluyendo a Colima y Guadalajara). En

contestación a una al parecer dura reprimenda por parte de don Porfirio, Alamillo

escribió: “el Gobierno del Estado no tendrá de qué molestarse más de mí ni yo

estaré ya expuesto á que se me juzgue en algún sentido desfavorable que pudiera

perjudicarme por una mala interpretación”.*

En otra misiva al presidente de la república Alamillo informó: “Es un deber de

mi parte, comunicarle á Ud., como tengo el honor de hacerlo”, reiteró, que “por fin

he logrado traspasar mis Talleres tipográficos y el negocio periodístico de la

‘Gaceta de Guadalajara’ que me tenían obligado á estar permanentemente en esta

ciudad”.9 Después de supuestamente traspasar su periódico para mudarse de

Guadalajara a la capital de la república, Alamillo escribió otra carta a don Porfirio:

“En su oportunidad” recordó Alamillo a Díaz, “participé a Ud. el traspaso de mi

negociación periodística establecida en esta ciudad. Hoy le comunico que ya estoy

terminando de vender todos los muebles de mi casa y otro objetos para cambiar

mi residencia á esa capital, cumpliendo así mi ofrecimiento de retirarme de Jalisco

para evitar y evitarme molestias”. ‘0 Efectivamente, Alamillo se retiró. Prefirió no

contrariar más al presidente Díaz. El daño ya lo había hecho al poner en entredicho

la reputación de la Madrid. Diez meses después Alamillo realizó el primer

intento definitivo por obtener el asiento de palacio de gobierno de Colima.

8. APD. Caja 12. Legajo 34. Carta de J. Trinidad Alamillo a Porfirio Díaz. Guadalajara, 28 de abril de 1909. Citado por Ser-

vando Ortoll en las conclusiones de “La Vendetta de San Miguel”, p. 186.

9. APD. Caja 12. Legajo 34, Dow. #0057/1-0057112. Carta de J. Trinidad Alamillo a Porfirio Díaz. Guadalajara, 28 de abril

de 1909.

10. APD. Caja 30. Legajo 34, Doc. #014535. Carta de J. Trinidad Alamillo a Porfirio Díaz. Guadalajara, 2 de septiembre de

1909..

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El primer intento Como hemos visto, para 1909 Alamillo era un político consumado. Su cambio de

domicilio, lejos de tener como finalidad complacer al presidente Díaz, tuvo que ver

con su campaña política. Alamillo se trasladó al Distrito Federal donde comenzó a

hacer --con la venia del presidente ll-- campaña electoral para las elecciones

gubernamentales en Colima. Esto fue lo que dijo Alamillo:

Es el caso, Señor Presidente, que haciendo uso de la autorización que Ud. se sirvió otorgarme para el asunto de Colima, [sic] fui en seguida á una hacienda que está situada en los límites de aquel estado y ahí hablé con tres ó cuatro amigos que ocurrieron á verme, autorizándolos á mi vez para que de manera prudente hicieran propaganda verbal de mi candidatura y que pasadas las elecciones generales emprendieran trabajos más formales. Así lo hicieron con los mejores resultados que pudieran esperarse y me acaban de remitir diez cuadernos de la capital del estado y uno de cada pueblo declarándome candidato al Gobierno de aquella Entidad.12

Así fue cómo Alamillo dejó de lado su ataque frontal en contra de la

Madrid13 y se dedicó a hacer política. Por su parte las rancias familias colimenses,

a través de algunos de sus miembros como Manuel Álvarez, Salvador M. Ochoa,

Vicente Alfaro y Roberto F. Barney, dejaron oír su voz pidiendo al generalísimo

Díaz un cambio radical en la administración local. Después de la petición dirigida a

Díaz por este grupo de colimenses, se presentó en Colima J. Trinidad Alamillo,

ll. Al menos esto fue lo que Alamillo indicó a sus coterráneos. Un grupo de colimenses, interesados en la política de su

estado, escribió a Díaz para informarle que habla ido a Colima “el Sr. Trinidad Alamillo. manifestándonos que tenía plena

autorización de usted [sic] para hacer sus trabajos, en el concepto de que contaba con el apoyo de usted y su aprobación,

pues que es la persona designada por usted para ocupar el puesto de Gobernador del estado en el próximo periodo con-

stitucional”.APD. Caja 19. Legajo 35, Doc. #009203. Carta de M.R. Álvarez, S.M. Ochoa, R.F. Barney y Vicente Alfaro, a

Porfirio Díaz. Colima, 1 de julio de 1910. La anterior información concuerda con lo que Torres Quintero afirmó respecto a

cómo J. Trinidad Alamillo le avisó que era él el “afortunado candidato de D. Porfirio”: “Te vengo á participar, me dijo, que el

Sr. Presidente de la República me ha mandado llamar para tratarme el asunto de Colima, y espontáneamente me ha ofrecido

el Gobierno del Estado”. Véase Gregorio Torres Quintero. Apuntes sobre la última campada electoral. La revolución falseada

El actual gobierno de Colima es anticonstitucional, México. Imprenta de A. Carranza e hijos, 191 1, p. 7.

12. APD. Caja 21. Legajo 35, Doc. #O1O 13. Carta de J.T. Alamillo a Porfirio Díaz. México, 27 de julio de 1910. Citado en

Servando Ortoll, “La vendetta de San Miguel”, p. 187.

13. Servando Ortoll, “La vendetta de San Miguel”, p. 186-l 87..

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asegurando que él era el elegido por don Porfirio para conducir los destinos de

estas tierras de cocos y palmeras. Con las reservas que debía guardar el caso, los

colimotes, incrédulos y atendiendo a “la personalidad del Sr. Alamillo y sus

antecedentes, que se nos dice ser poco honrosos”,14 preguntaron al presidente si

el bueno era Alamillo.

No se sabe qué contestó Díaz, pero si que sin perder tiempo los más

incrédulos se alinearon al lado de Alamillo y, a través de la Convención Electoral

Colimense, se lanzaron a la arena política. Lo cierto, sin embargo, y con base en

los documentos que tengo a la vista, es que Díaz no se pronunció realmente por

nadie. En respuesta a una misiva de Alamillo, Díaz le dice: “mi actitud no debe ser

otra que la de simple espectador en la política que se desarrolla en Colima a cuyo

pueblo compete exclusivamente la designación de sus mandatarios”.15 ¿Qué

pensaba hacer el generalísimo en el caso de Colima? Por supuesto no iba a sacarle

la silla a De la Madrid. Alamillo había despertado temprano, y podía quedarse un

tiempo en la sala de la espera electoral. Pero la dictadura no era eterna ni tampoco

lo era la paciencia de Alamillo. El tiempo y los maderistas se encargaron de por

completo las cosas en Colima. Los ex-amigos de la Madrid, que renegaron de

éste después del crimen de Tepames, vieron en Alamillo un candidato con todas

las de la ley --al menos las de don Porfirio--. Por su parte Alamillo se creyó lo del

favor de Díaz, y puso mucho de su ánimo en la naciente campaña política. De

inmediato publicó su célebre programa de gobierno fechado en Colima en agosto

de 1910:

Tengo la satisfacción, al declarar formalmente que acepto la candidatura con que se me distingue, de hacer público el programa de gobierno que habré de

14. . APD. Legajo 35, caja 19. Doc #009203. M.R. Álvarez, S.M. Ochoa, R.F. Barney y Vicente Alfaro, a Porfirio Díaz.

Colima, 1 o. de julio de 1910.

15. APD. Caja 21. Legajo 35, Doc. # 101 19. Carta de Porfirio Díaz a J. Trinidad Alamillo. México. 29 de julio de 1910..

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seguir en el caso de ser favorecido con el voto popular para desempeñar tan elevado cargo; programa que inspira mi más ferviente y decidido anhelo por el progreso de Colima y el conocimiento que como hijo del Estado tengo de sus necesidades y de los elementos que pueden aprovecharse para su desar- rollo y adelanto protestando desde ahora dedicar 6 esos fines todos mis esfuerzos, todas mis energías y todo mi patriotismo.

Pondré ante todo especial esmero en secundar la sabia política del señor *Presidente de la República, General D. Porfirio Díaz, asegurando por completo el orden y la tranquilidad.16

Alamillo, para ahora viejo sabedor de los vaivenes políticos advirtió lo

siguiente, de manera profética:

Mas si por circunstancias imprevistas, me fuere imposible durante el período de mi administración, convertir en realidad mis buenos deseos, me cabrá al menos la íntima satisfacción de haber cumplido con mi deber, procurando por todos los medios posibles, el engrandecimiento del Estado, y dejaré á mi sucesor la tarea de terminar la obra emprendida, aprovechando lo bueno que encuentre de mi labor y desechando lo malo, retirándome tranquilo después de haber puesto los medios prácticos con la mejor voluntad y buena fe para hacer algo útil y duradero en pró de los intereses de mi Estado natal.17

A última hora De la Madrid logró el sí del viejo general. Y los pocos amigos

que aún conservaba lanzaron su candidatura alegando “como un deber de

patriotismo que la elección de Gobernador para el Estado recaiga en una persona

que á su profunda ilustración, dedicada cultura y don de Gobierno, una el más

intenso amor á la libertad, al progreso y á la práctica de la Democracia”.18 La Con-

vención Electoral Colimense tuvo que hacer un mutis rápido y aguardar mejores

tiempos (menos peligrosos y más libertarios para proseguir con la candidatura de

Alamillo). Se retiraron no sin antes hacer público “un grito de unánime protesta”

por la al parecer inminente reelección de la Madrid. Así en la excitativa “Al

pueblo colimense” --sin fecha y firmada únicamente con la leyenda “Varios

16. APD. Caja 21. Legajo 35, Doc. #010114. J. Trinidad Alamillo al pueblo colimense, agosto de 1910.

17. Ibíd..

18. Archivo de Servando Ortoll (en adelante ASO). Desplegado del Club Central Relacionista. Colima, 15 de septiembre de

1910..

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Colimenses”-- dijeron en los límites de la cordura que Díaz no podía “ser el sostén

de un hombre funesto para Colima, quien en mala hora escaló el Poder, puesto que

su gestión administrativa ha sido una cadena de desaciertos y tropelías”.19 Y con

el sabor amargo de la decepción don Trinidad decidió enfrascarse, una vez más, en

sus labores periodísticas que había abandonado en 1909.

La Gaceta de Guadalajara En mayo de 1911, tras una ausencia de dos años don Trinidad, volvió al oficio del

periodismo. Una vez vencido el plazo de arrendamiento de La Gaceta de

Guadalajara, a El Diario de México. Regresó el periodista Alamillo con nuevos bríos

proponiéndose: “Darle mayor impulso del que anteriormente llegó a tener, para

hacer de este periódico una publicación digna del público lector y de la importancia

de Guadalajara”.20 Según sus propias palabras, Alamillo haría resurgir La Gaceta de

Guadalajara. Para ello la mejorarla:

Tanto en su forma como en su fondo: su impresión y formación serán limpias y bien cuidadas, su material informativo tendrá las cualidades de los diarios modernos: eficaz, oportuno, completo y abundante, y su programa peri- odistico estará basado en una completa independencia dentro de los límites de la honradez, de la justicia y de la prudencia. La energía y la actividad en la acción serán nuestro lema en servicio del público que nos favorece y con cuya única ayuda contamos.21

El señor Alamillo, desempeñándose como director, editor y propietario, tuvo

seis meses para levantar su Gaceta. Y en una de las tantas ediciones, se permitió,

como director, opinar acerca de lo que en realidad era la receta para modelar a los

Políticos de aquellos tiempos:

19. ASO. Varios colimenses, “Al pueblo colimense”. Sin fecha.

20. “Resurgimiento de ‘La Gaceta de Guadalajara’“, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara). 1 de mayo de 1911, P. 1.

2 1. Ibíd ...

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La política, como es cosa tan sencilla y de fácil aprendizaje al menos según la entienden muchos de nuestros conspicuos ciudadanos, se ha hecho accesible á todos los intelectos y á todas las voluntades. No se necesita más que una buena provisión de osadla, mucha verba y poca circunspección, para lanzarse por esos mundos de Dios, proclamando algún principio, haciéndole la barba á tal ó cual personaje de suposición y dándole furibundos descalabros al buen sentido. Por eso el que habla más y más recio, el que no se inmuta ante la rechifla de las multitudes, ni hace aprecio de la verdad, ni se preocupa [...l *casi puede decirse que se ha hecho ya profesión de la política: y no hay quien no aspire á tomar por su cuenta la dirección de la “cosa pública” [. ..].22

Como resultado de la acción de los hombres dedicados a la “cosa pública”,

se descuidaba, a su entender, “el cumplimiento de las obligaciones”:

Por atender a la cuestión política, nadie se cuida del cumplimiento de sus propias obligaciones, así sea un alto empleado del gobierno o un humilde menestral; y así anda la cosa en oficinas públicas, corporaciones, sociedades y talleres, ni más ni menos que si se hubiere puesto punto final á todo lo que se relaciona con el cumplimiento de nuestros deberes de ciudadanía y de hombres de trabajo.23

Y a propósito de obligaciones, don Trinidad también incursionó en el negocio

de la masa a la par que se ocupaba del periodismo. Y atacando a la competencia,

dirigió toda una campaña a trav6s de las páginas de La Gaceta de Guadalajara,

para promocionar su nuevo negocio. Cito el anuncio del 17 de septiembre de

1911: “Los falsos molinos verdes que ha instalado últimamente la compañía de los

monopolios y la envidia, son de mala fe, y sólo tratan de explotar á los pobres.

Nos hacen la guerra para aniquilar nuestro negocio y subir los precios”.24

Al fin pareciera que la masa no estaba peleada con la letras: había que con-

vencer a los tapatíos de no moler su nixtamal en los “molinos verdes” que estaban

en Cruz Verde #71: “Ocurran á los Molinos de ‘La Gaceta’ estos son de buena fe y

dan maza bien molida, barata, limpia y cabal”.z5 Dejo el negocio de la masa para

22. “Mucha política y poca ocupación”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), ll de septiembre de 191 1, p. 2.

23. Ibíd..

24. “Molinos de La Gaceta” La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 17 de septiembre de 1911, p. 2.

2 5 . Ibíd ...

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concluir este capítulo mencionando que, mientras tanto, al movimiento

revolucionario ya no lo detenía nada, ni nadie. Seguramente don Porfirio fue de los

primeros en saberlo. Las medidas que tomó para apaciguar la insurrección no

tuvieron éxito alguno. El poder, poco a poco, se le escurría de las manos. Su

gobierno, viejo y debilitado, empezó a agonizar. Y esta inminente muerte le otorgó

a don Trinidad la oportunidad que buscaba para convertirse en candidato al

gobierno de su patria chica. De las andanzas, los decirles y los hacerles en las elec-

ciones de 191 1 en Colima, nos enteraremos en el siguiente capítulo..

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Capítulo 3:

La lucha por la gubernatura del Estado:

cómo J. Trinidad Alamillo “derrotó” al profesor Gregorio Torres Quintero

La dictadura y el dictador no eran eternos. La revolución llegó y sacudió los

cimientos de la política en México. El tiempo estaba contado para don Porfirio, a

pesar de que en el mes de abril de 1911, declaró que “si á la Cámara de Diputados

se presentase alguna iniciativa encaminada á prohibir la reelección, él le prestaría

todo su apoyo”.’ Por lo tanto en Colima, Enrique 0. de la Madrid, si había

entendido las palabras de don Porfirio como dirigidas igualmente a él y a todos los

que como él hasta ahora habían planeado reelegirse, bien podía renunciar a su

intento y a su empeño por permanecer un periodo más en la gubernatura. Y eso

fue precisamente lo que hizo. Así, el 2 de mayo La Gaceta de Guadalajara no per-

dio oportunidad de proclamar a los cuatro vientos que De la Madrid desistía de

reelegirse:

El Gobernador del estado de Colima, licenciado Enrique 0. de la Madrid, cuya reelección se había proclamado por los elementos oficiales de aquella misma entidad federativa, acaba de lanzar un manifiesto dirigido “Al pueblo

1 . Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral. La revolución falseada. El actual gobierno de Colima

es anticonstitucional (México. Imprenta de A. Carranza a hijos, 1911), p. 14..

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colimense en general y á los club relacionistas del estado en particular” renunciando á la candidatura que de antemano hubiera aceptado con el propósito de continuar en el poder en el próximo período constitucional. El acto del referido gobernante colimense es en realidad, consecuencia directa de las necesidades públicas y de las aspiraciones y tendencias del pueblo mexicano que no quiere ya más reelecciones de sus mandatarios, según se ha venido proclamando en todos los tonos desde la publicación del último mensaje presidencial.2

De la Madrid cayó a tiempo en la cuenta de que la gubernatura se le

escapaba como agua entre los dedos. En tono resignado y fatalista, afirmó haber

pensado que era su deber aceptar los ofrecimientos de sus partidarios porque se

reeligiera por segunda vez, pese a la idea original “que siempre había tenido de no

aceptar una segunda reelección, por abrigar la creencia de que la continuación

dilatada de un gobernante en el poder, salvo en casos excepcionales, produce el

cansancio de los gobernados”.3

El “eterno pretendiente” y el “prestigiado educador” A partir de las declaraciones de la Madrid, se dijeron muchas cosas sobre

candidatos y candidaturas. Se barajaron nombres de posibles aspirantes a la

gubernatura de Colima. Estos nombres fueron repetidos de boca en boca, de

periódico en periódico.. . Que si Francisco Robles o J. Trinidad Alamillo, que si

Gregorio Torres Quintero o Blas Ruiz y Ramón González Suárez o Máximo

Aguilar...4 A este propósito fa Gaceta de Guadalajara opinó: “los colimenses se

disponen a la lucha electoral, con entusiasmo de parte de unos, con recelos de

parte de otros, y con timidez por ciertos grupos que no se animan á proclamar en

2. . “De la Madrid ha renunciado formalmente. Un manifiesto al Pueblo Colimense y á los club Relacionista de aquel

Estado”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara). 2 de mayo 1911, p. 7.

3. . Ibíd..

4. “Candidatos para el Gobierno de Colima”, H Globo (Guadalajara), 2 de mayo 1911, p. 1..

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alto sus aspiraciones”.5 Lo cierto es que, pese a todo el escándalo político solo se

atrevieron a entrarle a la contienda J. Trinidad Alamillo, el “eterno pretendiente” a

la gubernatura y Gregorio Torres Quintero, el “prestigiado educador”. Los sucesos

políticos de última hora, le brindaron a Alamillo la oportunidad por segunda ocasión

de candidatearse. Gustoso aceptó de nueva cuenta su postulación. Así se dirigió a

Manuel R. Álvarez:

Por la atenta comunicación de Usted, fecha 30 de abril próximo pasado, me

he enterado con sumo agradecimiento del acuerdo tomado por la Mesa Direc-

tiva que tan dignamente Usted preside [...] de los actos que tenderán á

reorganizar formalmente los trabajos de propaganda que se emprenderán de

nuevo en mi favor para que ocupe la primera Magistratura del Estado.6

La Convención Electoral Colimense --a la cual pertenecían Manuel R. Álvarez,

Salvador M. Ochoa, Ignacio Padilla, Manuel Álvarez García, Isaac Padilla, Roberto

F. Barney, Ignacio Gamiochipi, Miguel García Topete, Teodoro Padilla, Pedro A.

Rodríguez, Ismael Bracamontes, Odilón Ayón y Ponciano Dueñas7--, quiso

recuperar el tiempo perdido. Dio a conocer a los simpatizadores de Alamillo la

reorganización de la campaña en su favor. El periódico EJ Correo de Colima, con el

propósito de apoyar la candidatura alamillista, bajó el precio de sus ejemplares. No

estuvo de más recomendar a los Alamillistas --y así lo hizo La Gaceta de

Guadalajara-- guardar “el mayor orden, que no se ofenda persona ni circulo alguno,

ni mucho menos se falte el respeto debido a las autoridades”. De dientes para

fuera, los alamillistas dijeron desde las mismas páginas: “aspiramos á un orden de

cosas ajustado estrictamente á la Ley”.8 Más tarde esta conseja sería tirada al

olvido.

5 . “Colima se apresta a las elecciones”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 5 de mayo de 191 1, p. 1.

6. Ibíd.

7. . Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, p. 13.

8. “Manifiesto al pueblo colimense”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 7 de mayo de 1911, p. 1..

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Por su parte, Torres Quintero le entró al pleito por la gubernatura, para no

permitir --como él mismo lo dijo-- que un porfirista como Alamillo tuviera las

riendas del poder en Colima en tiempos revolucionarios. Poco después Torres

Quintero recordaría lo que pasó por su mente en aquellos momentos:

Pero Alamillo es científico, me decía para mis adentros; Alamillo y los suyos protestaron contra la revolución; la candidatura de Alamillo data de los tiempos de la consigna; ahora estamos en plena revolución; el pueblo quiere sufragio efectivo, quiere libertades políticas, pelea por el advenimiento de la democracia. Alamillo ya no encaja bien con la época. [...] La revolución rechaza á Alamillo. Colima no puede tener un Gobernante con estos antecedentes. Es indispensable luchar. Si no hay quien se le enfrente, yo me le enfrentaré.9

El profesor Torres Quintero recibió el apoyo del Círculo Democrático –que

prekan Blas Ruiz, J. de Jesús Orozco, Alfredo Levy, Manuel D. Díaz, Francisco

Santacruz Ramírez y Manuel Ceballos--lo y por El Club “Ramón R. de la Vega”

presidido por Carlos Peregrina, grupo este último formado, en su mayoría, por

profesores de instrucción pública. l1 Para difundir el programa de gobierno de

Torres Quintero, se creó el periódico La Aurora Democrática.

Ambos candidatos, como podrá suponerse, tenían sus bases de apoyo en los

grupos oligárquicos de Colima. Torres Quintero contaba, además, con el favor

muchos de miembros del magisterio. Ambos candidatos, desde sus diferentes per-

spectivas, proponían encaminar al estado colimense por la senda del progreso.

Alamillo ofreció acabar con los abusos de los caciques, atender a los

desamparados indígenas y formar un cuerpo de seguridad ejemplar, “con un per-

sonal idóneo y de notoria honorabilidad”, para que mantuviera la paz y la tran-

quilidad públicas, “a resguardo de los intereses de los particulares y las garantías

9. . Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral pp. 17-l 8.

10. . Colima. Archivo General del Gobierno del Estado de Colima (en adelante AGGEC). Legajo 990, “Documentos

históricos de la Revolución Mexicana, 191 O-l 913”.

11.Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, p. 20..

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individuales”, haciendo obvia mención a los abusos cometidos en el doble crimen

de Tepames.

Alamillo se preocupó además por el desarrollo de la instrucción pública, de la

agricultura, del comercio, del mejoramiento de caminos y de transportes, y de la

creación de una feria o exposición anual que sirviera para comerciar los productos

agrícolas de la región. Por su parte Torres Quintero buscaba establecer el principio

de la no reelección de los funcionarios (haciendo clara referencia a don Enrique 0.

de la Madrid, quien se había reelegido más de una vez como gobernador). Igual-

mente, Torres Quintero daba gran importancia a la legislación: a través de la

reforma y de la creación de leyes proponía proteger a la clase trabajadora, impulsar

el comercio y fortalecer la industria. También pretendía Torres Quintero dotar de

autonomía a los municipios, reformar la administración de justicia estableciendo

“un jurado popular y [creando un] cuerpo de defensores de oficio”. Ofrecía tam-

bién respetar las garantías individuales y los derechos constitucionales. Planeaba

perfeccionar y ampliar la instrucción pública, para que en cada rincón del estado

hubiera una escuela, y que la educación llegara a todos los niños colimenses.

Las elecciones de 1911, como era de esperarse, dividieron a los colimenses

en dos bandos. Cada cual quería tener de su lado al que ostentara el poder

gubernamental. Todo parecía estar preparado para el inicio de la contienda elec-

toral en Colima, y esto le quitó el sueño a más de alguno. Un editorial aparecido el

12 de mayo en El Regional (coincidiendo con las ideas de Torres Quintero) puso en

relieve la filiación porfirista de Alamillo y la inconveniencia de su candidatura,

afirmando además que los colimenses tenían la obligación de luchar para tener

gobernantes con nuevas energías y nuevos planes sin “ligas ni contacto con los.

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que sirvieron durante un sistema que creara el caciquismo é implantara el

abuso.12

La candidatura de Alamillo según El Regional significaba volver “al viejo

sistema de gobierno”, que tiraba por la borda las primeras conquistas de los

revolucionarios. Por su parte El Globo de Guadalajara, dijo lo siguiente acerca de

los candidatos: “Ojalá que no se les enturbie el agua y que no les pase lo que ya

les ha pasado á dos Estados: que [Francisco 1.1 Madero les arrugue el entrecejo”. Y

sobre las elecciones, expresó el mismo periódico: “ese movimiento electoral, es ya

un paso que merece nuestro elogio“. l3 Con apuestas, entredichos, pronósticos y

augurios encima, ambos candidatos viajaron hasta la ciudad de las palmeras, para

dar el banderazo a su campaña.

Torres Quintero puso pie en tierra colimense el jueves ll de mayo. Fue

recibido por sus partidarios y también por los de Alamillo. Torres Quintero,

instalado en uno de los balcones de la casona de don Blas Ruiz, intentó hablarle al

pueblo, pero un grupo de gente, pagada por los alamillistas, le impidió hacerlo. La

crónica del primer día de campaña quinterista es de El Regional:

Por el tren de México arribó á ésta el Sr. Torres Quintero, que fue recibido con entusiasmo por sus partidarios, quienes tuvieron que sufrir el desenfreno de los alamillistas, pues algunos de los jefes de este partido entre una turba de chiquillos lanzaban vivas al Sr. Alamillo, y con una gritería espantosa, indigna de un pueblo que ejercita sus derechos, impedían el uso de la palabra al Sr. Torres Quintero, quien sobreponiéndose á todo aquel desorden logró hacerse oír, habló al pueblo de manera tan correcta y convincente que la mayoría de los circunstantes lo aplaudió frenéticamente.14

Pese a que el camino estaba allanado para las elecciones en Colima, los

alamillistas políticos de gran colmillo, propinaron a los quinteristas el que sería el

12. . “La candidatura de Alamillo no debe ser aceptada por los colimenses”, f/ Regional (Guadalajara), 12 de mayo de

1911, p. 1.

13. , “La política en Colima”, 8 Globo (Guadalajara), 16 de mayo de 1911, p. 2.

14. “Torpes manejos de los alamillistas en Col.“, El Regional (Guadalajara), 16 de mayo de 1911, p. 3..

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primer golpe bajo. 0 lo que es lo mismo, inauguraron una nueva costumbre de

hacer política a la colimense. Torres Quintero escribió --meses después-- acerca del

inicio de su campaña: “Al dejar el balcón exclamé entre mis amigos: ¡Yo no me

imaginaba así la lucha! Me la figuré leal, como los principios de la Revolución la

quieren. Pero está recogido el guante. ¡No hay que arredrarse! El enemigo dio a

conocer sus armas. Esto ha sido bueno para nosotros. A la lucha, pues, y á

enfrentarse con el peligro!“15

Por su parte Alamillo recordó sus viejas prácticas para borrar del mapa a sus

enemigos: la letra escrita. Seguramente inspirada por él, apareció una nota “espe-

cial” en La Gaceta de Guadalajara donde se afirmó que el recibimiento hecho a

Torres Quintero había sido “un fiasco”. La misma nota subrayaba, en cambio, que

Alamillo había sido vitoreado sin disimulo. A los alamillistas les bastó el primer acto

de campaña de sus contrincantes, no para pronosticar, sino para asegurar el fracaso

de los trabajos electorales de Torres Quintero. l6 De eso se asegurarían los miem-

bros de la Convención Electoral Colimense. Ya en los avatares de la campaña elec-

toral Torres Quintero tuvo que pasar por un verdadero via crucis --aunque no con

siete caídas--. Con sangre fría presenció el sábado 13 de mayo un mitin en el

teatro Santa Cruz, donde los alamillistas volvieron hacer de las suyas.

Al día siguiente se fue el profesor a ganar adeptos a Cuyutlán; el 16 de mayo

estuvo en Tecomán donde sus contrincantes ya le habían reservado una nueva

sorpresa: habían hecho todo lo posible para que el pueblo no lo escuchara. El 17

llegó a Coquimatlán; el 18, día que cambiaría el curso de la historia colimense,

visitó la hacienda de La Magdalena. En contraste don Trinidad tuvo a bien aparecer

en Colima el 14 de mayo. En el teatro Santa Cruz, entre acordes de música y dis-

15. Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, p. 22.

16. . “La recepción a T. Quintero. Fue un fiasco como el de los corralistas en Guadalajara. Alamillo es vitoreado”, La

Gaceta de Guadalajara. 13 de mayo de 1911, p. 1..

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cursos, Alamillo dio “lectura a un programa privado de gobierno”.17 Nótese el

calificativo del programa. El calificarlo de “privado” significaba además que el

programa sólo podía ser conocido y reconocido por Alamillo y su partido. Para

Alamillo el 14 de mayo el recibimiento de que fue objeto (entusiasta y cariñoso por

parte de los colimenses, según el decir del periódico de su propiedad), coronó su

día. La manera en que los colimenses se comportaron en esa ocasión, de ser

exacta la reseña que hizo La Gaceta de Guadalajara, debió ser un acto que no

puede echarse fácilmente al olvido :

Una cabalgata como de 500 charros desfiló detrás de la comitiva rumbo al centro de la población, en el más correcto orden, hasta llegar á la plaza de la libertad. Alamillo, cuando descendió del tren en que viajaba, fue conducido por una comisión de la Convención Electoral, al carruaje que había de llevarle á la casa del señor Álvarez. Algunos hombres del pueblo pretendieron entonces desenganchar los caballos que tiraban del coche, pero el señor Alamillo, no pudo permitir tal cosa, y prefirió descender del carruaje para con- tinuar á pie en medio de la multitud que lo aclamaba con delirio.18

El elocuente redactor no escatimó detalles en su nota periodística. Parecería

como que se jugaba el empleo en el intento:

Las multitudes, cerca de cinco mil personas, entraron hasta la plaza de la Libertad, detrás del candidato y desfilaron en el más correcto orden, sin haberse registrado la más ligera nota discordante. Alamillo apareció por uno de los balcones de la casa del señor Miguel V. Álvarez, en el portal Medellín, y arengó al pueblo manifestándole su gratitud por la espléndida manifestación de que era objeto. Después de terminada la sesión de la Convención electoral Colimense el candidato Alamillo fue conducido al alojamiento que se le había preparado y el pueblo siguió tras él lanzándole aclamaciones de entusiasmo,

17. “Alamillo empieza su jira democrática”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 17 de mayo de 1911, p. 2.

18. . Ibíd. Torres Quintero, otro testigo presencial de los acontecimientos, los interpretó, por razones por demás obvias, de

manera totalmente distinta:‘“Cuando Alamillo llegó y subió al coche enflorado, el pueblo (?) se agolpó disputándose el honor

de saludarlo, y sobre todo, el honor de sustituir á los caballos que tiraban del vehículo. Los que harían de bestias, ya

estaban designados con anticipación. Pero á última hora hubo competencia. ¡Con ello se ganaban algunos tragos más de

tequila!” Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, p. 24..

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continuando con un vitor por las calles de la población acompañados de las músicas, hasta las once de la noche.19

Alamillo, con el triunfo embolsado en su primer día de campaña, se dirigió el

15 de mayo a recorrer Coquimatlán; el 16 llegó a Tecomán; estuvo en Cómala el

17 y la revolución colimense ¡lo sorprendió ? el 18 de mayo en Manzanillo. Como

más vale prevenir que lamentar, Alamillo pensó que con De la Madrid de

gobernador las elecciones podían tomar rumbos inciertos. En consecuencia debió

con seguridad proponer a sus seguidores a que se organizaran para hacer una

revolución “a lo colimense” y asegurar de esta manera la gubernatura a su favor.

Es decir, uso las armas del periodismo primero y luego de la política en contra de

De la Madrid para no dejar que la gubernatura se le escapara de las manos.

Alamillo empezaba así su camaleónica y oportunista disposición política. La moda

del momento era el maderismo y a él se acogió, clamando seguir sus pasos

“revolucionarios”. Los alamillistas se ciñeron así la carrilllera y se pusieron el

bigote de revolucionarios. Y les achacaron la filiación madridista a los seguidores

de Torres Quintero. Cuando el país era un hervidero por la inminente caída del

generalísimo Porfirio Díaz, Colima, “la favorita del sol”, apenas se dejó estremecer

por algunos revolucionarios dirigidos por Eugenio Aviña que la noche del 18 de

mayo de 191 1 se presentaron en palacio de gobierno, y exigieron la renuncia del

gobernante, Enrique 0. de la Madrid. La siguiente narración es la de un testigo

presencial de los hechos, la nota apareció el 21 de mayo en La Gaceta de

Guadalajara:

El jueves por la tarde eran esperados en Colima los pronunciados, y como

una preocupación se mandó apostar algunos hombres en las azoteas del

19. “Alamillo empieza su jira democrática”, fa Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 17 de mayo de 191 1, p. 2. El 16 de

mayo, es decir un día antes de que apareciera la nota citada arriba, lo siguiente apareció en La Gaceta de Guadalajara: “el

señor Alamillo arengó al pueblo en breves, pero significativas palabras, siendo de nuevo aclamado por la multitud”. Véase

“Alamillo en Colima”, fa Gaceta de Guadalajara (Guadalajara) 16 de mayo de 1911, p. 1..

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Palacio de Gobierno y del edificio del Banco Nacional. Los maderistas hicieron su entrada por la calzada Pedro A. Galván, y enviaron aesae luego-a-cuatro emisarios á conferenciar con el Gobernador de la Madrid, conminándole á entregar la plaza, cosa que sin dificultad alguna les fue concedida. Los pronunciados, que eran en número de sesenta mal armados, pues algunos solo llevaban machetes, piedras ó palos, avanzaron entonces hacia el centro de la ciudad, tomando sus cabecillas las debidas precauciones, por si se trataba de hacerles resistencia, pero su entrada fue pacífica y ordenada y solamente se lanzaron vivas á Madero y mueras contra el Gobierno.20

La “Revolución” había llegado y, sin derramar una gota, hecho cambios sig-

nificativos en la estructura política del estado. Al rápidamente tomar partido y

supuestamente “pronunciarse” por los maderistas, los alamillistas se aseguraron

que, a la larga, tendrían en sus manos el triunfo electoral. Cierto que no fue ,

Alamillo sino su cercano aliado, Miguel García Topete, quien habría de quedarse

con el puesto de gobernador provisional. Poco le importaban a Alamillo las aparien-

cias, sin embargo, pues sabía que el propio García Topete --miembro de la Con-

vención Electoral Colimense que lo había propuesto de candidato a la

gubernatura-- le sería incondicional y le cedería el poder cuando llegara el

momento oportuno. Lo importante por el momento para los aIamillistas-en esos

momentos fue afirmar que, al seguir a los maderistas, actuaban por el bienestar

democrático de Colima. No debe sorprender entonces que hubieran sido los

propios alamillistas quienes aseguraron de la Madrid que “el gobernante no

prestaba las garantías necesarias para asegurar la libertad y efectividad del

sufragio. Colima no podía permanecer inactivo en el movimiento general

reformador, y el cambio de gobierno por la fuerza, se impuso de manera

incontrastable”.21 Tampoco debe sorprender que los colimenses se encontraran

20. Curiosamente, al terminar el texto del artículo arriba citado, mismo que aparece sin firmar, se encuentra una pequeña

nota que habla del regreso reciente de Alamillo de Colima y de su afirmación de “que los informes anteriores son

enteramente verídicos y exactos”. Esto que me hace suponer que fue el propio Alamillo el autor del artículo que reseñaba la

toma de Colima. Véase “La toma de Colima por los maderistas. Relato de un testigo presencial de los hechos”, La Gatera de

Guadalajara, 21 de mayo de 1911, p. 1.

21. . “La verdad en los asuntos de Colima”, La Gaceta de Guadalajara, 29 de mayo de 1911, p. 1..

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totalmente confundidos. ¿Eran los maderistas unos y los alamillistas Otros 0 se

trataba solamente de alamillistas disfrazados de maderistas revolucionarios?

Después de un día de revolución, como al principio

Para lamento de viejos historiadores, así entró la revolución a Colima: “duró un día

y se consumó sin disparar un sólo cartucho”.22 Y para asombro de muchos la toma

de Colima se convirtió en una fiesta: “cuando los vecinos supieron la proximidad

de los maderistas, se prepararon á recibirlos con repiques y músicas, y éstos

estuvieron tocando durante casi toda la madrugada”.23 Lo único anormal que

aconteció en las pocas horas “revolucionarias” que vivió Colima fue que al parecer

los maderistas abrieron las puertas de la cárcel para que de ella salieran los presos.

Entre ellos, según se dice, se encontraba el famoso --por su involucramiento en el

crimen doble de Tepames-- Darío Pizano.24 Así se esperaba que los presidiarios,

liberados de las fríos barrotes de la cárcel, pasaran a engrosar, en su mayoría, las

filas “revolucionarias”. Pero las actividades de los “prófugos de la cárcel”, que

sumaban más de cien, no fueron más allá de quedarse sentados, ‘á la orilla de la

población, esperando armas para pelear ó dinero para retirarse”.25 No sólo los reos

dieron el buen ejemplo. Los maderistas --fueran quienes fueran-- también se com-portaron

a la altura de las circunstancias:

Los maderistas, aunque no parecen muy bien fondeados, pagan el gasto que hacen, y no se habían dedicado hasta ayer, á imponer préstamos forzosos. Parece que uno de los primeros pasos que dará el Gobernador Provisional, Lic. García Topete, es el e convocar una Junta de los principales vecinos para

22. . Dora Elvia Enríquez Licón, “El paraíso perturbado: Colima en la posrevolución” (Tesis de maestría. Universidad de

Colima, 1994). p. 58.

23. . “La toma de Colima por los maderistas. Relato de un testigo presencial de los hechos”, La Garufa de Guadalajara, 21

de mayo de 1911, pp. 1-2.

24. Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, p. 35.

25. .Ibíd..

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proponerles una cotización espontánea, que se entregará a los maderistas y presidiarios para que satisfagan sus necesidades más apremiantes Y no se dediquen al saqueo ni á cometer depredaciones en la ciudad.26

Un día después de la toma de Colima, Alamillo llegó a esta ciudad procedente

del puerto de Manzanillo --donde andaba en campaña con Miguel García Topete--

y, sospechosamente, los maderistas le “presentaron sus simpatías”. Esto lo dice el

multicitado anónimo testigo presencial:

Los cabecillas [maderistas] principales, á la llegada del señor Alamillo, que venía acompañado de un numeroso grupo de amigos, con una banda de música, procedente también del puerto de Manzanillo, le hicieron una manifestación, fueron á saludarle y á presentarle sus simpatías. Alamillo agradeció la manifestación y se permitió recomendar á los cabecillas que se procurara evitar el derramamiento de sangre y toda clase de atropellos contra la vida de los habitantes.2’

Todavía más casual (en apariencia al menos) fue el contenido de una nota

que apareció en La Gaceta de Guadalajara, dos días después de la toma de Colima.

Por el encabezado de dicha nota --“El Gobernador de Colima depuesto. Un grupo

de hombres se levantó en armas declarándose maderistas”--, se advierte la impor-

tancia que tuvo la salida de la Madrid de la gubernatura:

Se cree que el movimiento iniciado en esta ciudad, se ha verificado con el objeto de quitar del poder al Lic. de la Madrid, quien no merece la confianza de los maderistas, y en cuyas protestas de sinceridad y buena fe para las próximas elecciones no se creyó nunca. De esta manera, se piensa, no habrá presión oficial en los próximos comicios electorales.28

Por su parte El Regional, otro periódico de Guadalajara no afiliado a las

huestes alamillistas, dijo lo siguiente de Alamillo, a los siete días de entrada la revolución en Colima: “Sus partidarios querían medios más eficaces y se tramó la

26. Ibíd..

2 7 . . Ibíd..

28. . “El Gobernador de Colima depuesto. Un grupo de hombres se levantó en armas declarándose maderistas”, La Gaceta

de Guadalajara, 20 de mayo de 1911, p. 1..

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toma de la ciudad, bajo la capa del maderismo, y figúrese Ud. que tuvieron por

muchos días alarmadísimo a este pacífico vecindario [...l Todo esto fue una

grosera farsa alamillista y si no que lo digan los hechos y las personas que figuran

como principales actores”.2g

En respuesta a la anterior nota, La Gaceta de Guadalajara se apresuró a con-

testar con la versión oficialista de los hechos, declarando que precisamente fueron

los alamillistas, los que encabezaron el movimiento maderista, el 18 de mayo por

las muchas vejaciones que habían recibido por parte de la Madrid. Pese a todos

los argumentos alamillistas, los testimonios parecen mostrar que, efectivamente, la

revolución en Colima fue sólo un plan elaborado por Alamillo:

Cuando á fuerza de sangre y fuego, y á costa de la sangre derramada entre hermanos, se levantó en el horizonte de la patria una aurora de democracia y de libertad, los colimenses extorsionados, los que habían sufrido por tanto tiempo el cacicazgo de los madrides, de los meillón [. . .]. Y claro está que los que abrazaron la causa de la libertad, la causa maderista, no habían de ser ni los madridistas ni los conveniencieros [sic] quinteristas, fueron los alamil- listas, es decir los que habían sido vejados y oprimidos, los perseguidos.30

Por su parte, Torres Quintero fue seguramente el primero en sospechar sobre

los verdaderos motivos de la pacífica “revolución” colimense: “Vengo confirmando

las sospechas que te comuniqué anoche”, dijo a su correligionario Manuel Díaz. “No

creo que haya revolucionarios Maderistas en el Estado. Verás cómo los autores de

la toma de Colima son los mismos alamillistas !“31 Y así relató Torres Quintero la

esencia del movimiento:

La Sra. Díaz nos dijo: “Yo creí que en esto tiene que ver D. Salvador M. Ochoa, pues .desde la ventana lo he visto dar órdenes á los revolucionarios, y éstos le obedecieron” . ¿Quién era D. Salvador M. Ochoa? El Vicepresidente de la “Convención Electoral Colimense”.

29. . “Los manejos de los alamillistas”, U Regional (Guadalajara). 26 de mayo de 1911, p. 1.

30. . “La verdad en los asuntos de Colima”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 29 de mayo de 1911, p. 1.

31. Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral. p. 29..

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[...l

Este movimiento es únicamente propio del partido de Alamillo. NO hay aquí Maderismo ni nada de revolución.32

No podía ser más contundente la observación del profesor Torres Quintero.

Observación, por cierto, que rápidamente acogió El Globo de Guadalajara,

asegurando: “Los Quinteristas combaten á los Alamillistas acusándolos como

autores de un cuartelazo y de una farsa de maderismo”.33 Que las apariencias

hacían a todos a creer en las palabras esbozadas por El Globo, no cabe duda.

Como tampoco podemos dudar de las intenciones políticas de los alamillistas. Con

la destitución de Enrique 0. de la Madrid, la gubernatura interina, como hemos

visto, fue a parar en manos de Miguel García Topete, uno de los simpatizantes de

Alamillo. Sería el propio García Topete quien, a su vez, permitiría más adelante que

se cometieran irregularidades electorales en beneficio de Alamillo. Su intención,

nada escondida, era permitirle obtener así el triunfo en los comicios: “los que con-

ocen aquella situación creen fácil [sic] el triunfo del señor Alamillo”, afirmó El

Globo, “desde luego que cuenta con el Gobernador provisional García Topete y

todas las autoridades de los pueblos miembros de su partido”.34

Fueron precisamente los dirigentes de la Convención Electoral Colimense, Sal-

vador M. Ochoa y Manuel R. Álvarez, quienes decidieron que la Legislatura y los

revolucionarios colimenses nombraran gobernador provisional a Miguel García

Topete. Al ocupar éste la silla gubernamental, se dio de inmediato a la tarea de

formar un “Consejo de Gobierno, compuesto de los honorables y patriotas

ciudadanos profesor Manuel R. Álvarez, Salvador M. Ochoa y Vicente Alfaro.

32. . Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campana electoral. p. 30.

33. . “La política en Colima”, EI Globo (Guadalajara), 11 de julio de 1911, p. 1.

3 4 . . Ibíd ...

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Nombró Comandante Militar de la Plaza al C. Ignacio Gamiochipi (ir.1 y jefe de las

fuerzas de la misma el C. Eugenio Avíña”.35 Los miembros de la oligarquía

colímense manifestaron su adhesión al gobierno provisional de García Topete por

considerarlo capaz de proporcionar seguridad a sus “personas e intereses” y “por

corresponder al anhelo de paz y regeneración que entra de lleno al país”.36

Los individuos que en otros tiempos fueron adeptos al porfirismo, y entre

quienes existía una gran ambición por alcanzar el poder, se convirtieron en

maderistas de hueso colorado con el arribo de los mensajes de la Revolución. Por

lo tanto, sería exagerado afirmar que no hubo un verdadero fermento

revolucionar6 entre los colimenses, puesto que en ningún momento se

propusieron cambiar los cimientos del régimen vencido. Por el contrario. Estos

cimientos habrían de convertirse en las bases que sostendrían al nuevo gobierno

maderista. La revolución en Colima solo fue de nombre y sirvió de coyuntura para

la candidatura de Alamillo. Por su parte García Topete, durante su efímero

gobierno, se dedicó a la tarea de conciliarse con los diferentes grupos que pug-

naban en Colima por alcanzar el poder. De esta manera estableció alianzas con

diversos sectores sociales colimenses, como los de los hacendados, de los com-

erciantes y de los administradores.37

Si bien García Topete buscó fortalecer los lazos de su gobierno con grupos

externos a él, desarrolló políticas totalmente distintas en el seno de mismo de su

administración. A escasos veintidós días de iniciado su gobierno, García Topete

suspendió las funciones del ayuntamiento de Manzanillo. Días después declaró

35. . Periódico oficial E/ Esta do de Colima, 20 de mayo de 1911, p. 80.

36. . “A la sociedad colimense”. Firman con sus nombres incompletos: 1. Barreto e hijos Sucrs.; E. Brun y Cía.; J. Dolores

Vergara, J.J. Michel C.; Eduardo Levy, Alberto Lepe; V. Navarro; S. Rubio; Carlos Schulte; Jorge M. Oldenbourg Sucrs.;

Federico Linares y Cía.; Salvador de la Mora: C. García: Felipe Y. Rodríguez; Teodoro Sánchez; M. Villegas; Dr. AL. Morril;

Faraón Hnos.; P. Osorio; Tiburcio Santa Anna, e Isaac Martínez, entre otros. AHMC. Caja 39. Posición E-22, foja suelta.

Colima, 25 de mayo de 1911.

37. Pablo Serrano Álvarez, “Colima y la Revolución 191 O-l 916” Barro Nuevo 14(1994): 18-27, en esp. p. 20..

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desaparecidos los poderes en los municipios de Colima, Coquimatlán, Ixtlahuacán,

Cómala y Tecomán. Sus objetivos eran mantener la envidiable calma de estas

tierras y quitar del escenario político a los aliados del exgobernador Enrique 0. de

la Madrid. De esta manera, García Topete tendría de su lado a las nuevas

autoridades municipales justamente en los momentos en que las elecciones para

diputados y gobernador tocaran a la puerta. El miércoles 14 de junio de 191 1,

Miguel García Topete lanzó la convocatoria para las elecciones. No quitaron el

dedo del renglón los ya mencionados candidatos. Seguirían trabajando –contaban

con mes y medio a partir de la convocatoria-- para sumar o restar simpatizantes a

sus respectivas causas.

Soplan ráfagas de delirio

Es increíble decirlo pero después de un día de revolución, se rompieron los límites

de la cordura entre los diferentes grupos políticos. Fue entonces que vino la guerra

declarada. Los enemigos se lanzaron piedras y escondieron las manos. Empezaron

a soplar “ráfagas de delirio” y, como en otros tiempos, la prensa volvió a servir de

trinchera --dejando a la palabra escrita, voz y voto--. El Globo calificó de

desastrosa esta guerra y en sus ahora amarillentas páginas dijo: “la guerra abierta

declarada entre Alamillistas y Quinteristas y Madridistas; es verdaderamente

desastrosa y la sociedad contempla asombrada todo lo que allá se hace en nombre

de la Revolución”.38 Al parecer del periódico tapatío, la situación por la que pasaba

Colima, no era nada envidiable. El mal radicaba simple y sencillamente en que los

políticos de Colima no entendían la manera de hacer política tal y como lo exigía el

38. “La Política en Colima” El Globo (Guadalajara), 6 de junio de 191 1, p. 1..

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nuevo tiempo revolucionario. Acertadamente opinó El Globo:

En nuestro concepto han tenido razón los articulistas que en la prensa han dicho que los políticos de Colima no han comprendido los motivos y los fines de la revolución y no han sabido obrar dentro de ella y de acuerdo con ella. Su obra ha tomado el carácter personalista y tal parece que lo que hace falta allí es un comisionado de Madero, ajeno á los intereses locales, que se per- cate de la situación y que informe de ella con toda honradez y verdad.3g

La primer campaña política en Colima que se daba con y durante la

revolución, estaba a un paso de convertirse en pleito de vecindad, según el decir

de El Globo, que tenía los ojos puestos en Colima, por aquello de que aquí se daría

el primer ejemplo de “democracia” que presenciara el maderismo. Así la recién

ganada libertad de los mexicanos para elegir gobernantes, se puso a prueba en

Colima. Y, por la trifulca que de esto resultó, algunos sacaron en claro que:

¿ES así como se manifiesta la soberanía de un Estado y como se ejercitan por primera vez derechos y libertades apenas concedidos? Triste cosa son la libertad y la democracia cuando se convierten en fuerzas desenfrenadas y atentatorias; concesiones violadas y brutalmente ejercitadas, en medio de choques de fricciones, de ambiciones, de intereses de camarilla, por el populacho excitado por manos ocultas y por aquellos que mejor debieran comprenderlas y usarlas.40

Y no faltaron quiénes, con exagerada preocupación, compadecieron a los

habitantes de esta tierra y se pronunciaron por un llamado a la cordura. Todo, para

que los candidatos al gobierno de Colima dejaran de lado la desmeritada y

encarnizada lucha de papel y tinta, y para que el asunto no terminara “como el

rosario de Amozoc”:41

En el periódico de Alamillo editado en Colima y en el de Quintero editado en México, se dicen duras cosas. Son dos hojas que hacen muy poco favor á sus editores. Esto es de lamentarse, pues Torres Quintero es una persona

39. Ibíd..

4 0 . . “La época del terror en Colima”, El Globo (Guadalajara). 20 de junio de 191 1. p. 1.

41. “La política en Colima”, E? Globo (Guadalajara), 11 de julio de 1911, p. 1..

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ilustrada y Alamillo un amigo nuestro, y no quisiéramos ver que sus trabajos en Colima degeneraran á tal extremo, comprometiendo reputaciones [sic] y agravando la situación política de aquel Estado. Vera y Celada, oradores de Quintero, sufren un fracaso y van á México á quejarse de los Alamillistas, y los Alamillistas llaman á los oradores agitadores, exponiendo también sus quejas.42

El nivel que los asuntos de política alcanzaron, hizo que el periódico El

Madrileño expusiera al sol los trapitos sucios de Alamillo. Por su parte y para con-

trarrestar estas opiniones, El Debate salió en defensa de don Trinidad... Gracias a

las amistades e influencias que Alamillo poseía en el medio periodístico nacional,

fe la prensa físicamente distante de los aconteceres colimenses, la que lo apoyó

en lo político: En lo que toca a Torres Quintero, sólo tengo noticias de la ayuda

“foránea” que recibió del matutino La Patria, publicado en la capital de la

república. Según lo afirmó posteriormente Torres Quintero, su labor política se vio

nublada por los alamillistas, que no cesaron de meterle zancadillas y de asestarle

puñaladas traperas. Esto, para que desistiera de su empeño de postularse como

candidato a gobernador. 43 El mismo Torres Quintero, en una carta fechada en la

ciudad de México el 1 de julio de 191 1 y que iba dirigida a Manuel Ceballos, miem-

bro del Círculo Democrático que apoyaba a Torres Quintero, expuso así las tretas

políticas de los alamillistas:

Nuestros contrarios han dado muestras de audacia, y eso es lo que les ha valido. Los nuestros, al contrario, se han mostrado siempre irresolutos en lo general. Y recuerda lo que dice el carcamanero de nuestra tierra: “Con valor se gana y con miedo no se hace nada”.44

42. “De Colima”, El Globo (Guadalajara). 18 de julio de 191 1, p. 1.

43. Torres Quintero señala, al respecto, que IOS alamillistas pagaban a la gente o le regalaban bebidas embriagantes, a

cambio de presentarse en los actos públicos de los quinteristas gritando vivas a Alamillo. Véase Gregorio Torres Quintero,

Apuntes sobre la última campaña electoral. p. 22.

44. .Colima, Colima. Archivo personal de don Carlos Ceballos Silva. Carta de Gregorio Torres Quintero a Manuel Ceballos.

México, 1 de julio de 191 1..

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Así continuó su relato Torres Quintero:

Pancho Munguía Torres me dijo: “lo malo de los quinteristas, es que todos son gente de orden; Uds. necesitan que D. Blas Ruiz se emborrache y grite en la plaza de armas; necesitan hombres que vociferen, como Octavio Campero, y otros que griten picardías en las cuatro esquinas, como los pelados de Alamillo”.

Torres Quintero no echó en saco roto los consejos que le ofrecían sus

amigos, y como “en la tierra que fueres haz lo que vieres”, el profesor decidió

otorgarle a los alamillistas, en los asuntos de la campaña, una sopa de su propio

chocolate. Esto fue lo que le pidió a Manuel Ceballos:

Ojalá que ahora que ya hay rurales, y por consiguiente garantías hagan alguna manifestación pública en favor del candidato. Se agregarán los alamil- listas que gritarán ¡viva Alamillo! Es bueno que Uds. hagan lo mismo. Por qué no contratan 20 ó 30 para que en las manifestaciones Alamillistas griten ¡viva Torres Quintero!46

En casa de jabonero el que no cae resbala. Torres Quintero entendió que en

las luchas políticas todo se vale. Y más valía seguirle los pasos a los alamillistas y

demostrar que él también tenía partidarios. Fue así que reconoció la eficacia de las

estrategias alamillistas:

Podría creerse por muchas personas que como no se oyen gritos de ¡viva Torres Quintero! no hay quinteristas; y como sí se oyen gritos de ¡viva Alamillo! todos son alamillistas. El ruido y los gritos son también un elemento de combate y de propaganda. Con eso nuestros enemigos han estado más acertados.47

Fue así que los quinteristas, ante las presiones del grupo adversario,

empezaron a luchar con más coraje. Se pronunciaron en desacuerdo ante la

ratificación de García Topete por parte del gobierno del centro, por considerarlo 45. . Ibíd..

46. . Ibíd..

47. Ibíd ...

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parcial a Alamillo. Y tenían sobradas razones los quinteristas para desconfiar de un

gobernador que había sido segundo secretario de la agrupación que postulaba al

propio Alamillo como gobernador del estado. La Patria se unió al llamado de aten-

ción de los quinteristas y el martes 25 de julio de 191 1, publicó un artículo donde

pidió la dimisión de García Topete como gobernador del estado de Colima,

recomendando al mismo tiempo, al ministro de gobernación, echar una mirada

urgente a lo que pasaba en Colima. Pese a todo, y gracias a las alianzas políticas

que los alamillistas lograron concertar con el centro del país, lograron asegurar el

reconocimiento a García Topete como gobernador provisional.

Las fuerzas estaban realmente en pugna. El 8 de julio los alamillistas

agredieron a los quinteristas en un mitin que tenía lugar en el teatro Santa Cruz.

Además apedrearon las casas de los quinteristas y trataron de tirar la puerta del

local que ocupaba el periódico La Aurora Democrática, proquinterista. Por

supuesto que los seguidores de Torres Quintero hicieron pública su inconformidad

por todas las agresiones de que fueron objeto. Abiertamente expusieron que el

escándalo se había hecho en presencia del Jefe Político local y de la policía.

Dichas autoridades, dijeron, no habían movido un dedo para contener a los

agresores: por ello protestaron “no contra el pueblo, sino contra el Gobierno, que

tiene obligación de reprimir tales escándalos y que en esta vez, no sólo no cumplió

con su deber, sino, además, apoyó moralmente el desorden”.48 Los alamillistas

optaron entonces por atacar por otro flanco a sus enemigos políticos.

Sabedores que Torres Quintero tenía numerosos seguidores en el magisterio,

intentaron tomar represalias contra ellos, con el pretexto de que los educadores

habían insultado al primer magistrado estatal. Le pidieron al jefe de la sección de

48. . AGGEC. Legajo 799. Año 191 1. Véase también Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral,

pp. 55-56..

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Instrucción Pública, “los nombres de tales profesores para proceder como con-

venga”. Miguel Díaz, jefe de instrucción, contestó sin aspavientos al secretario del

gobernador. Declaró que únicamente podía dar informes de sus subalternos como

profesores, “más de ninguna manera creo me corresponde inquirir ni dar cuenta de

lo que ejecutan como simples ciudadanos libres para obrar conforme á sus con-

vicciones políticas 0 religiosas”.4g Sin embargo, García Topete no se dio por bien

servido con semejante respuesta y nuevamente, a través de Ignacio Padilla su sec-

retario, sentenció:

Y no es dato extraño á esa individualidad moral intachable, ni que deba des- conocerse en el archivo de la oficina directriz, de donde emanarán mañana los informes para los ascensos y para las recompensas, el de saber quiénes de los Señores Profesores en ejercicio, en estos presentes anormales momentos en que soplan ráfagas de delirio, no creen que su participación apasionada en la política militante local, más allá del prudente límite de su opinión y de su voto libres, opaque ante el concepto público las que debían ser diáfanas simpatías de su augusto sacerdocio.50

Así se manejaba un gobierno que se ufanaba de ser revolucionario pero que

actuaba, a pie juntillas, de acuerdo con la política del extinto gobierno de Díaz. Los

quinteristas se percataron que estaban entre dos fuegos: su lucha era contra el

gobierno y contra los alamillistas. Una desventaja adicional para ellos fue que el

pueblo había entendido que la candidatura de Alamillo era la oficial. Por otra parte,

la forma ambigua en que García Topete había fraseado la convocatoria para las

elecciones, daba lugar a muchas dudas. Éstas son las palabras textuales a que

hago referencia:

Art. 1. Se convoca al pueblo colimense á elecciones de Diputados que

deberán terminar el periodo legal de la XVIII Legislatura del Estado, conforme a

lo dispuesto en el final del artículo 82 de la Constitución Local, y á las de

49. . Periódico oficial El Estado de Colima, 19 de agosto de 1911, p. 133.

50. . Ibíd ...

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gobernador del mismo; cuyos comicios se verificarán en las fechas que indica el artículo 2 de la Ley Orgánica Electoral.51

Después de que García Topete publicó su convocatoria a las elecciones,

Torres Quintero afirmó que ésta se basaba en un artículo 40 de la Constitución

Local que carecía de relación con las circunstancias del momento, puesto que no

contemplaba la desaparición del “orden constitucional”, mientras que el articulo

82, al que apelaban Torres Quintero, sí se refería a la desaparición del orden con-

stitucional.52 Lo siguiente lo transcribió Torres Quintero del periódico La Aurora

Democrática:

Según el artículo 40, la Legislatura debe nombrar al Gobernador. Según el artículo 82, el Gobernador no puede ser nombrado por los colimenses, pues desaparecido el orden constitucional, cae el Estado bajo la jurisdicción federal y es al Presidente de la República á quien compete hacer el nombramiento con aprobación del Senado.53

Parte de la discusión, entonces, giraba en torno a si se había declarado

desaparecido en el estado el orden constitucional. Blas Ruiz, en un artículo pub-

licado en El Regional, transcribió el contenido del artículo 82 “correspondiente á la

Constitución Local”. A la letra dice:

Si se interrumpe el orden Constitucional en el Estado y durante la interrupción fenecieren ó se declararen fenecidos, conforme á la Ley los períodos con- stitucionales, del Gobernador y Diputados, el que ejerza provisionalmente el Gobierno convocará á elecciones inmediatamente que pasen las circunstancias que hayan determinado la interrupción, sin hacer innovación alguna á las leyes electorales, y los individuos que resultaren electos, sólo funcionarán el tiempo que falte para concluir el periodo respectivo [sic], conforme lo determinan los artículos 24 y 41 .54

51. Periódico oficial El Estado de Colima. 24 de junio de 191 1, p. 99.

52. . “¿Para qué período fue electo Alamillo?” El Regional (Guadalajara), 7 de septiembre de 1911, p. 3. Véase también

Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campana electoral, pp. 77-78.

53. Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la Ultima campaña electoral, p. 78.

54. Blas Ruiz, “¿Para qué período fue electo Alamillo?” El Regional (Guadalajara), 7 de septiembre de 1911, p. 3..

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Los quinteristas estaban convencidos que el periodo de Alamillo estaba por

“fenecer” y que el propio Alamillo pretendería victimarlos políticamente si ellos no

se movían o alzaban la voz. El propio Torres Quintero, temeroso que Alamillo se

empeciara con permanecer en el poder, se entrevistó con el presidente Francisco

León de la Barra, para exponerle el caso. Torres Quintero con la fuerza de sus

argumentos, logró que éste último aceptara aplazar un mes las elecciones; que se

cambiara al secretario de gobierno, y que en el proceso electoral se tuvieran igual

número de elementos quinteristas y alamillistas.55 De poco sirvió que Torres

Quintero se movilizara. García Topete hizo caso omiso de lo pactado entre León de

la Barra y Torres Quintero, alegando que la población podía manifestarse por

medios violentos de no llevarse a cabo las elecciones como (y cuando) se tenía

previsto. Por las dudas, los quinteristas se curaron en salud: anunciaron a sus

adeptos que se abstuvieran de votar si las elecciones se verificaban el 30 de julio.

Por ello decidieron suspender los trabajos de propaganda “para reanudarlos cuando

[hubiera] desaparecido el actual orden de cosas”. No pudieron ser más claros

Torres Quintero y sus seguidores:

En vista de la ostensible parcialidad del actual Gobierno Provisional del estado, que protege, sostiene y ampara, con disfraces mal encubiertos, la candidatura de J. Trinidad Alamillo; siendo público y notorio que todo está dispuesto para que el resultado de las elecciones que se verificarán el 30 del presente, favorezca el triunfo de los alamillistas, disponiendo como disponen, de hombres y cosas del actual Gobierno. Que no contentos nuestros contrincantes con todas las ventajas oficiales que

tienen sobre nosotros, tratan de desacreditar nuestra causa propalando la

calumniosa especie de que preparamos un complot para impedir ó nulificar las

55. Torres Quintero pidió además al presidente León de la Barra: “Cambio de secretarios de todas las autoridades políticas.

Cambio de Prefectos en donde hubieran permanecido los antiguos. Reorganización de todas las Juntas Municipales de modo

que hubiera equivalencia de elementos Quinteristas y Alamillistas. Manifiesto del Gobernador Provisional al pueblo acerca de

la libertad de sufragio, con el fin de que no se creyese que había candidato oficial. [...] Deber del partido vencido de sujetarse

patrióticamente al voto de la mayoría. Ofrecimiento del candidato derrotado al vencedor del concurso de sus partidarios para

consolidar el Gobierno que el pueblo se hubiera dado libremente”. A cambio, Torres Quintero ofreció su “Promesa solemne

[...l de atenerse á las resoluciones acordadas y sobre todo de contener á su partido dentro del orden y de la legalidad”.

Véase Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral. p. 64..

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elecciones, como ellos lo hicieron para apoderarse del gobierno el 18 de mayo de 1911 .56

Para calmar los ánimos de los quinteristas y demostrar la aparente

neutralidad del gobierno provisional respecto a los partidos políticos y a los

candidatos contendientes, el gobierno lanzó una “excitativa al pueblo” dos días

antes de las elecciones primarias para diputados y gobernador, donde aclaraba su

postura imparcial, prometiendo reprimir “cualquier acto” que pudiera “falsear el

voto popular”.57 García Topete así se lavó las manos. Las elecciones se llevarían a

cabo en un clima total de paz, pues así lo notificaron los prefectos políticos de los

diferentes distritos del estado, en un informe que dirigieron al gobernador. El

escenario para el proceso electoral estaba preparado.

El botón en la solapa

Las votaciones se efectuaron en los dos distritos electorales en que se dividía el

estado (el primero agrupando a los municipios de Colima, Cómala, Villa de Álvarez,

Coquimatlán e Ixtlahuacán, y el segundo los de Manzanillo y Tecomán), sin la

presencia de los quinteristas. Los miembros de los clubes que apoyaban a Torres

Quintero pidieron la anulación de las votaciones en el primer distrito electoral,

dadas las múltiples anomalías que se presentaron en ellas y alegando la

imposibilidad de un sufragio efectivo, debido la parcialidad mostrada por el

gobernador Miguel García Topete y demás funcionarios.58 Prueba de este favor-

itismo, alegaron los quinteristas, era que “el juez de lo criminal y su secretario

56. . Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, p. 65.

57. _ Periódico oficial E/ Estado de Colima, 29 de julio de 1911, p. 121.

58. . AHMC. Caja E-35. Exp. 144, pos. 64. Véase también Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña

electoral, pp. 71-74..

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[habían ostentado], en plena oficina, un retrato del candidato alamillista en la

solapa del saco”.5g

Los seguidores de Torres Quintero también denunciaron que no se había

llevado cabo el empadronamiento conforme a la ley, porque a muchos de los

votantes no se les había dado su boleta; se les había permitido el voto a muchos

más que no tenían la edad requerida para hacerlo; se habían regalado en las

casillas, además, “retratos con moñitos del señor Alamillo al repartir las boletas”;

se les había obsequiado dinero a los votantes, aparte de amenazar con la cárcel a

todos los que no votaran por Alamillo. Los quinteristas presentaron pruebas de

todo lo anterior, pidiendo asimismo que cinco de sus miembros se agregaran a la

comisión revisora de los resultados. El colegio electoral, tras revisar los

expedientes de la primera elección sin embargo, los encontró “conforme á las dis-

posiciones de la Ley Electoral del Estado”, reiterando que no existían razones

reales para anular la elección, pues las “deficiencias” argumentadas por los

que interístas no existían o habían sido tan “insignificantes”, que no podían

“ameritar la nulidad de los actos electorales”. En todos estos casos se advertía que

había votado “un número de ciudadanos de actitud legal”, y que hacía “muchos

años no se habían visto elecciones [similares] practicadas en este Estado”.60

Así se les cerraron (y de un portazo) las puertas de la legalidad a los

quinteristas. Y en las elecciones secundarias verificadas el domingo 13 de agosto,

fue electo gobernador por unanimidad --en los dos distritos-- y corno era de

esperarse, J. Trinidad Alamillo. Como diputados propietarios, en el primero de los

distritos quedaron-Manuel R. Álvarez, Salvador M. Ochoa, Vicente Alfaro, Manuel

Álvarez García, Celso García y Roberto F. Barney, mientras que en calidad de

59. Consúltense ambas fuentes de la cita anterior.

60. . Consúltense ambas fuentes de la cita anterior..

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suplentes quedaron Miguel V. Álvarez, J. Trinidad Padilla, Lázaro Cárdenas, Severo

Campero, Carlos M. Ochoa y Miguel Romero. Por el segundo distrito el cargo de

diputado propietario recayó en Teodoro Padilla y el de suplente en Alberto Lepe.61

En su mayoría, los miembros del partido alamillista pasaron a formar parte de la

recién electa Legislatura.

Los quinteristas no se dieron por vencidos: decidieron jugar una última carta.

Adujeron que Alamillo había sido electo solo para terminar el periodo que De la

Madrid había dejado inconcluso. La discusión entre los quinteristas y el gobierno

se centró entonces en lo preceptuado en el artículo 82 de la Constitución local,

mencionado ‘en la convocatoria para elecciones. García Topete, ante tales

aseveraciones y para defender la irregularidad que su gobierno cometía,

simplemente acudió a lo establecido en el artículo 40 de dicha Constitución,

afirmando que éste indicaba que “se procediera á elecciones de Gobernador Con-

stitucional para el periodo legal del 1 de Noviembre del presente año [de 191 1) á

31 de Octubre de 191 5”.62

Estaba claro que, a última hora, el gobernador acudió al artículo 40 pues de

ninguna manera Alamillo hubiera querido gobernar por tan solo dos meses. Los

quinteristas objetaron frente a la ambigüedad de la convocatoria en el preludio de

las elecciones hasta que vieron que la suya era una guerra perdida de antemano. 0

tal vez confiaron en la legalidad recién estrenada por la Revolución... Pero era

demasiado pronto para que los gobiernos y los gobernantes olvidaran la manera de

hacer política del generalísimo Porfirio Díaz. La ilegalidad estaba a ojos vistas. Pero

esto no lo admitiría nunca Alamillo. La Convención Electoral Colimense, desde las

61. . Periódico oficial El Estado de Colima, 24 d e agosto d e 1911, pp. 138-l 33.

62. . Ibíd ... p. 138..

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páginas de La Gaceta de Guadalajara, dio su propia y nueva versión de las elec- ciones:

El quinterismo pretendía disputar la elección para Gobernador para el próximo

período Constitucional. Todos los pasos que dio tenían ese objeto. Vio llegar

el momento de la elección y que nada había podido aumentar ante la opinión

pública y entonces discurrió arribar bandera y trabajar por la abstención. Si

para obtener un triunfo electoral sus elementos fueren nulos, tenían que

serlos, también para impedir la elección. Unos cuantos ciudadanos se

abstuvieron de votar por instancias de los quinteristas; más eso no fue

suficiente para impedir una lección verificada con mayor entusiasmo y que el

sufragio fuese emitido en favor de nuestro candidato hasta llegar á la

humanidad, que con su abstención le proporcionaron los quinteristas.

Sigamos á éstos en su tortuosa marcha. De la propaganda para disfrutar la

elección, dio un paso atrás queriendo solamente entorpecerla; verificada ésta

á su pesar, concibió otra idea que no se compadece con el plan absten-

ionista, como fue la petición de nulidad de las elecciones.63

Los alamillistas de ningún manera se dejarían arrebatar el triunfo. Las tretas

políticas eran eficaces, ya lo habían visto. Las hojas de La Gaceta de Guadalajara seguían afiladas a la causa alamillista. Si ya había conseguido tumbar a un gobernador, menos esfuerzo le costaría borrar del escenario a un candidato neófito en cuestiones políticas como lo era Torres Quintero. La Gaceta de Guadalajara publicó el siguiente artículo firmado por un colimense (que bien pudo ser el propio Alamillo):

En la edición del jueves pasado, de “Nueva Era” apareció el siguiente artículo.

El señor Profesor Gregorio Torres Quintero, ex-candidato al gobierno de Colima, ha promovido por medio de la prensa, la cuestión del periodo, que conforme á la constitución de aquel Estado, debe funcionar el gobernador nuevamente electo, señor J. Trinidad Alamillo. Después de haber resuelto á su manera tal cuestión, que constituye por ahora su única tabla salvadora del más completo y vergonzoso fracaso que ha sufrido en las elecciones colimenses, no conforme aún con poner en evi- dencia su escaso criterio, ha recurrido al medio por demás fácil de ir solicitando de puerta en puerta, opiniones que le sean favorables de notables

63. . “La política del Estado de Colima”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 20 de septiembre de 1911, p. 1..

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jurisconsultos con la intención dolosa quizá, de arrástralos á compartir con él el ridículo espanto en que está naufragando.64

Los actores en desventaja gritaron ante oídos sordos. Las gestiones de Torres

Quintero frente a León de la Barra no recibieron ninguna respuesta concreta. Solo

lograron los quinteristas desprestigiar aún más el gobierno de mala fama de García

Topete. Este último, sintiéndose facultado para continuar sentado en la silla

gubernamental, logró que la legislatura local lo nombrara gobernador interino hasta

el 31 de octubre de 1911. De igual manera, el pueblo recibió oficialmente la

noticia de que J. Trinidad Alamillo sería gobernador del estado del 1 de noviembre

de ese año, al 31 de octubre de 1915. 65 El periódico El Regional contribuyó con su

granito de arena, o mejor dicho con su tinta y su papel, a la causa quinterista:

publicó que García Topete había sido nombrado gobernador interino “con el objeto

de que no gobierne, ó mejor dicho no desgobierne, el tiempo que resta del período,

el científico Alamillo; para que así, dizque, tenga derecho á desgobernar el próximo

cuatrienio”.66

Así se volvió práctica por aquellos días, satirizar la figura de Alamillo, el

gobernador electo de Colima. El siguiente párrafo es una clara e irónica alusión a

don Trinidad Alamillo:

La escena representa una sala de redacción de un periódico. El candidato, en pantuflas, con gorro turco y largo saco de dril, se balancea negligentemente en un sillón mecedor. . . . . . . “¡Qué demonio de Ortíz Gordoa, me está dando la gran amolada!. . . . . . Y esos de México, los de la “Nueva Era” y “La Aurora” ¿cómo diablos conocen la Constitución del Estado de Colima? No; y la verdad es que la pitamos. De mí eso no me extraña, la he pitado tantas veces! [...] lo de mi primer programa de Gobierno anunciando que me proponía seguir la sabia política del Gral. Díaz. . . Y la verdad es que eso me lo propongo todavía; sólo que ya no

64. . “La cuestión de Colima es cuestión de sentido común”, fa Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 30 de septiembre de

1911, p. 1.

65. . Periódico oficial EI Estado de Colima. 7 de octubre de 1911, p. 163.

66. . “Asuntos de Colima”, El Regional (Guadalajara), 30 de septiembre de 191 1, p. 3..

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se puede decir. [...]. Lo bueno es que en previsión de lo que pudiera suceder, yo le he contado á todo el mundo que para mí lo del Gobierno es meramente un sport. Me deja tanto dinero mi periódico! [...]

(Se levanta precipitadamente). . .

Fantaseando, fantaseando se me habían olvidado los pagadores. Ya debe haber lo menos cincuenta esperando para entregarme dinero. ¡Qué gran cosa es ser periodista!...y sin saber escribir...67

Alguien que firmó como “amigo de la verdad”, escribió que el alamillismo,

imposibilitado para atacar de frente a sus enemigos quinteristas, recurría como de

costumbre a “lastimar a mansalva” la honorabilidad de los seguidores de Torres

Quintero. Ésta fue la nota: “No pudiendo esgrimir las armas de los caballeros, con

el ceremonial consagrado por la decencia, el alamillismo se emboza y parapetándose

tras el mentecato más analfabeta de su cohorte, arroja sobre honorables per-

sonalidades de las filas quinteristas, las virulencias de su cerebro congestionado

de... torpezas y de su corazón, pleno de rencores bajos”.68

En el codiciado asiento

No hay tiempo que no se llegue, ni fecha que no se cumpla. El 1 de noviembre de

191 1 llegó. Y Alamillo viajó en tren especial a Colima desde Guadalajara. En el

trayecto paró en Zapotlán donde fue objeto de una cariñosa recepción.6g J.

Trinidad Alamillo estuvo presto y dispuesto en Colima, desde el 31 de octubre por

la tarde, para recibir el gobierno. La Gaceta de Guadalajara, como podía

anticiparse, no dejó ir la oportunidad de reseñar la llegada del gobernador electo a

la capital de Colima: “Al arribo del nuevo Gobernador á la estación, como en el

67. . “Remitido. Monólogo de un Gobernador electo”, El Regional (Guadalajara), 2 de septiembre de 1911, p. 4.

68. . “Asuntos de Colima. Disloques del Alamillismo”, El Regional (Guadalajara), 14 de octubre de 1911, p. 3.

69. “Marchó ayer á Colima el Sr. Alamillo”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara). 1 de noviembre de 1911..

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trayecto desde allí al centro de la ciudad, el pueblo de Colima dio constantes

muestras de su entusiasmo, vitoreando al señor Alamillo, quien es aquí acogido

con verdadera simpatía y de cuya gestión al frente del Gobierno, se espera mucho

en beneficio del Estado”.70

Llegó la hora de tomar posesión del gobierno y, en consecuencia, del

codiciado asiento. El acto fue una “verdadera solemnidad”. Entre discursos

elocuentes y patrióticos del gobernador saliente, del presidente del tribunal del

estado y de los jefes de las comisiones “que representando á las diversas clases

sociales, acudieron a dar la bienvenida al señor Gobernador”,71 Alamillo también

dejó oír a los’ colimenses sus palabras de buena voluntad: “su discurso fue muy

aplaudido por las patrióticas declaraciones que hizo en él. Manifestó el señor

Alamillo los buenos deseos que le animan para laborar con todo empeño por el

bienestar de Colima y abrir una nueva era de justicia igual para todo el mundo”.72

Eso no fue todo: los alamillistas festejaron a su nuevo gobernante con un baile

digno del caballero que se ufanaba de ser don Trinidad.

El acontecimiento reunió a lo mejor de la sociedad de la ciudad de las palmas

en un baile cuya reseña fue la siguiente:

Hacía mucho tiempo que la sociedad de Colima no se reunía en una fiesta de esta naturaleza, y en la presente ocasión acudió a ella con verdadero entusiasmo, reuniéndose en el baile lo que de más bello y distinguido tiene la ciudad de las palmas.

El teatro fue convertido en un gran salón, que ofrecía hermosísimo aspecto con el artístico adorno que se había colocado. Ni un sólo momento decayó la animación en el baile, que se prolongó hasta las cinco de la mañana.73

70. . “Colima recibió con entusiasmo al nuevo gobernador. Causó magnifica impresión el discurso pronunciado por el Sr.

Alamillo, exponiendo cuál será su labor en el poder”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 3 de noviembre de 1911, p. 1.

71. . Ibíd..

7 2 . . Ibíd..

73. . Ibíd ...

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Había más. Como J. Trinidad Alamillo se ufanaba de ser revolucionario, pensó

en la clase desprotegida que de ninguna manera podía quedar fuera del festejo de

la toma de posesión, aunque también seguramente reconoció que tampoco era

para tanto: que no se podían mezclar clases sociales. Cada quien debía estar en lo

que le correspondía:

Como número del programa de festejos para la recepción del Gobernador

señor Alamillo, figuraba una comida á los pobres, que se dio hoy en el local

de la Escuela Porfirio Díaz. A la comida asistieron más de trescientos pobres y

sirvieron á la mesa conocidas damas de la sociedad colimense. Terminada la

comida se hizo un gran reparto de juguetes y dulces entre los niños pobres.74

La recién estrenada revolución, está por demás decirlo, no predicaba con el

ejemplo. Alamillo se dedicó a gobernar tierras colimenses desde el 1 de noviembre

de 191 1, hasta 1913. Y, por su parte, Torres Quintero se retiró a la vida privada y

magisterial, consciente, como estaba, de que la Revolución no había cambiado en

nada las estructuras del poder político local. Los detalles de lo que fue y quiso ser

el alamillismo de don Trinidad, son harina de otro costal.

74. “Notas de Colima. Comida á los pobres”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 4 de noviembre de 191 1, p. 2..

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Capítulo 4 Si la vida es un jardín...

Un buen principio Naturalmente, al inicio de su gobierno, lo que más tenía Alamillo eran planes:

proyectos que derramaran beneficio en su pequeño estado y lo bañaran de

progreso. A cinco meses de iniciado su gobierno, Alamillo dijo: “las mejoras

materiales son la inmediata y más tangible demostración de mis afanes por el

engrandecimiento del Estado”. l Fue precisamente ese afán de grandeza el que

llevó a don Trinidad a ocuparse, durante su gobierno, de las grandes y pequeñas

necesidades que aquejaban a su patria chica. Por ello este capítulo contiene un

recuento de algunas de las tareas que se echó a cuestas don Trinidad durante su

gobierno. Acciones dispersas y diversas que ejemplifican las energías que don

Trinidad desplegó en pro del “engrandecimiento del Estado” (en otro capítulo me

encargaré del engrandecimiento de su bolsillo). Alamillo empezó por donde debía

1. “Informe rendido por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del Estado de Colima ante la Honorable Legis-

latura, el día 16 de marzo de 1912. al inaugurar ésta el segundo y último periodo de sesiones ordinarias correspondientes al

tercer año de su ejercicio legal. Contestación del C. Roberto F. Barney”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 30 de

marzo de 1912, p. 107..

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empezar, por el cementerio: limpió pisos y construyó una calzada para hacer

menos penoso el camino al camposanto. El Palacio de Gobierno también recibió la

obra bienhechora de Alamillo: ahí mandó reforzar paredes y muros vacilantes a

causa de los frecuentes temblores; compró algunos muebles; decoró y mandó a

lugares apropiados algunas oficinas y adquirió seis máquinas de escribir.*

Del asunto de los jardines de la ciudad también se responsabilizó. Y allí

lucieron bancas recién pintadas y la promesa de ver crecer día con día en sus ter-

renos, laureles de la India regados con bombas motorizadas, traídas de los Estados

Unidos. Soñó Alamillo con una gran calzada que circundara la ciudad; soñó mirarla

reverdecer de’árboles y de palmas; soñó verla llena de niños, mujeres y hombres

sonrientes y alegres. Pidió terrenos para su proyecto y se los dieron algunos

propietarios.3

También por aquello de que Alamillo llevaba la música por dentro, se lanzó a

organizar bandas a diestra y siniestra. Con “ingresos extraordinarios” producto de

diversiones, compró instrumentos musicales para la banda de Villa de Álvarez por

valor de mil pesos y, en contraste, otorgó mil quinientos más para la introducción

de agua potable en esa Villa .4 Más valía una buena melodía, al parecer, que un

fresco vaso de agua. Sin importarles mucho el cómputo de la balanza ecológica,

los colimenses bailaban al son que tocaban las bandas recién creadas en los

municipios de Villa de Álvarez, Cómala, Tecomán y Colima. Los ochenta

. Ibíd..

3. Alamillo no identificó a los donadores de terrenos. “He obtenido [...] de los señores propietarios”. explicó, “los terrenos

respectivos, gratis para esta mejora de ornato que será á no dudarlo el primer lugar de recreo de los habitantes y

transecuntes”. Véase Ibíd.. .

4. “Informe rendido por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del estado de Colima, ante la Honorable Legis-

latura, el día 16 de marzo de 1912, al inaugurar este el segundo y último periodo de sesiones ordinarias correspondientes al

tercer año de su ejercicio legal. Contestación del C. Roberto F. Barney”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 6 de

abril de 1912, p. 112..

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instrumentos adquiridos para la banda de Colima, costaron la nada módica

cantidad de 4,000 pesos.5

Una vez que don Trinidad se permitió informar al pueblo colimense, a través

del congreso del estado, de todo lo antes mencionado, La Gaceta de Guadalajara

calificó su labor fue “de poderoso impulso”:

Se celebro solemnemente la apertura del Congreso, habiendo leído el Sr. Gobdor. D. J. Trinidad Alamillo, el informe interesante sobre la gestión que ha desarrollado en el breve lapso de la primera etapa de su Gobierno, haciéndose notar la marcha ascendente del Estado; por las innumerables mejoras que se han puesto en práctica, en todos los órdenes de la administración, y en lo que se refiere á la parte de mejoras materiales y adelanto por la instrucción pública.6

La Gaceta de Guadalajara, por dos días consecutivos promocionó el quehacer

de don Trinidad. No podían pasar desapercibidos los grandes progresos que éste

impulsaba en Colima durante los difíciles tiempos aquellos de la revolución. Men-

cionó La Gaceta de Guadalajara el cariño que el pueblo colimense le tenía a

Alamillo para que todos lo supieran, pero también para despertar la envidia de

muchos descontentos:

El pueblo de Colima tiene y ha tenido siempre una especial estimación por el señor don J. Trinidad Alamillo, su actual gobernante [...]. Es excepcional en nuestros tiempos, encontrar hombres dedicados enteramente á laborar por el bienestar de la sociedad, por amor al progreso y al bien mismo y por apego á la ley, haciendo abstracción de ambiciones mez- quinas y de propios intereses. [...].

Con exquisito tacto el señor Alamillo, ha palpado una á una todas las necesidades del estado, y no sólo en la parte administrativa ha introducido

5. Lo que sea de cada quien: Alamillo no escatimó ni dinero ni esfuerzos para construir jardines y organizar bandas de

música. En honor a la verdad, ninguno de los municipios del estado se quedó con las ganas de pasearse en su jardín y

guarecerse a la sombra de los árboles. mientras los acordes musicales de la banda surcaban melodiosos por los cálidos aires

colimenses.

6. “El Gobierno del Sr. Alamillo ha dado Poderoso Impulso a Colima. Apertura de sesiones del Congreso. El Sr. Gobernador

Leyó su Mensaje y fue Aclamado por el Pueblo”. La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara). 17 de marzo de 1912, p. 1..

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reformas radicales, tendientes á la desaparición de arbitrariedades, abusos y perniciosas rutinas que existían, sino que en los ordenes intelectual y material ha logrado levantar el espíritu de la sociedad colimense.7

Hasta el día del primer informe de gobierno de Alamillo --el 16 de marzo de

1912--las cuentas estaban claras. Pero vinieron las ofertas: se pensó en las

oscuras noches y en el anhelo de los colimenses de ser alumbrados por la luz

eléctrica. El empresario que trajo la luz a Colima fue Enrique Schöndube, quien se

comprometió a dotar de energía eléctrica a los usuarios que se encontraran hasta a

diez kilómetros de distancia de la ciudad. Schöndube se comprometió que al

término de 99 años, instalaciones, redes de distribución y demás, pasarían a ser

propiedad del estado. El contratante quedó obligado, además, a vender energía en

los precios estipulados por el gobierno del estado. Por su parte el gobierno solicitó

al concesionario una fianza de 5,000 pesos, previendo que no se cumplieran las

obligaciones contraídas.*

El segundo informe

Ya eran iluminados meses de gobernar. Don Trinidad reportó que muchos sueños

habían dejado de serlo. Principalmente los que se referían al ornato de la ciudad.

Los jardines, una preocupación constante de Alamillo, lucían como nuevos,

regados y renovados. Se cambiaron plantas viejas por nuevas; se transformaron

las figuras de ornato; se hicieron injertos. El Jardín Núñez recibió lo más innovador

en plantas y arbustos. Al Jardín Juárez se le plantaron árboles por todos sus

7. . “La Gestión administrativa del Sr. Alamillo en Colima. En poco tiempo ha llevado a efecto diversas obras de positiva

importancia” fa Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 18 de marzo de 1912, p. 1.

8. “Contrato celebrado entre el Ejecutivo y el señor Enrique Schöndube para la instalación de una planta eléctrica en el

Estado”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 24 de agosto de 1912, pp. 318-321, y 7 de septiembre de 1912, pp.

326-327..

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lados. Glorietas y avenidas también florecieron con don Trinidad. El antiguo paseo

llamado El Progreso, se convirtió en el Parque Hidalgo el domingo 5 de mayo de

1912. Su nueva categoría exigía una rápida reforestación. Alamillo, adicto a los

árboles exóticos, mandó plantar árboles de fuego, laureles de la India, fresnos,

almendros, eucaliptos, palmas de diversas clases, primaveras y plantas de

especies raras traídas de los cerros de la región. Pero eso no fue todo. El lunes 16

de septiembre de 1912 fue causa de un triple regocijo para don Trinidad: la

celebración de la Independencia de México, la lectura de su informe, y la

inauguración de la calzada Galván “empedrada, con cortinas de piedra”.9

Por si fuera poco, Alamillo se permitió comunicar a los colimenses que la

imprenta de gobierno instalada en la antigua fábrica de hilados y tejidos “La

Atrevida”, podía presumir de tener el linotipo más moderno. 10,000 pesos costó al

gobierno del ex-impresor el adquirir la máquina mencionada, tal vez la único de esa

naturaleza en el país. Fue evidente el entusiasmo de Alamillo, seguramente

reflejado en el tono de sus palabras, cuando habló del linotipo, dado su antiguo

oficio periodístico:

Consigno con satisfacción que es nuestro Estado uno de los primeros, por no decir el único, que cuenta con esta máquina, acertadamente considerada como el factor más importante y activo para la civilización y cultura de los pueblos. Este linotipo servirá también para instruir en su manejo á los jóvenes colimenses que deseen hacer de este aprendizaje una especialidad, pues estimo, por las buenas remuneraciones que los prácticos obtienen, que es de gran porvenir para los que no cuenten con más elementos de subsistencia que sus aptitudes en el trabajo.10

9. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, Gobernador Constitucional del Estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura el

16 de septiembre de 1912.. al inaugurar ésta el periodo de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejercicio

legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”. Periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima),

12 de octubre de 1912, p. 369.

10. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo. Gobernador Constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura

el 16 de septiembre de 1912, al inaugurar ésta el periodo de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer-

cicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”. Periódico oficial El Estado de Colima

(Colima), 5 de octubre de 1912, p. 363..

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Cuando Alamillo ya tenía once meses ocupando la silla gubernamental se

ufanó de haber logrado mantener el orden entre los colimenses:

Colima [...] ha sido tal vez la única de las Entidades de la República en donde, en medio del oleaje de las pasiones y luchas políticas se implantó desde luego que fue depuesto el Gobierno anterior, la tranquilidad pública, afirmándose el orden como consecuencia, y abriéndose paso en seguida el progreso activo, del que debemos sentirnos satisfechos.“’

Pero no todo se debía a la labor gubernativa de don Trinidad. Influía también

al carácter pacífico de los habitantes de estas calurosas tierras de palmeras: “No

solo en el ejercicio de los derechos políticos el pueblo ha dado pruebas de su buen

sentido; su conducta en general, observada por la Estadística, también ha

demostrado circunspección y cordura, no obstante que se le han dado las más

amplias libertades”.l2

Efectivamente Alamillo otorgó más libertades. Abolió las licencias por diver-

siones y fiestas y, contrariamente a lo que se esperaba y según el propio decir del

gobernador, disminuyeron notablemente los delitos. Los colimenses sabían llevar la

fiesta en paz. Pero don Trinidad hacía mucho más por profundizar en las “tenden-

cias sociales” de su estado natal. En su informe, Alamillo presumió de trabajar

todos los días hábiles hasta altas horas de la noche, atendiendo las solicitudes de

los colimenses, especialmente de los pobres13 y tratando de remediar sus males en

la medida de sus posibilidades. Su preocupación principal era “no solo cuidar de

11 . “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo. Gobernador Constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura

el 16 de septiembre de 1912. al inaugurar ésta el periodo de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer -

cicio

legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”. Periódico oficial El Estado de Colima

(Colima), 28 de septiembre de 1912, p. 354.

12. Ibíd..

13. Al respecto me informó doña Graciela Alamillo que años después J. Trinidad Alamillo contaba que las mujeres en Colima

le pedían ayuda: “le decían, “oiga señor Alamillo, mi esposo... “Usted no llore. Dale un costal de maíz, un costal de fríjol,

ayúdala y déjenlo que se vaya a la revolución. ¿Para qué lo quiere borracho?“. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela

Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996..

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producir el adelanto, sino procurar hasta donde sea posible, hacer la felicidad del

pueblo.14

En ese segundo informe, Alamillo reconoció que las pasiones políticas seguían

encendidas en nuestro estado. Meses después estas pasiones lo precipitarían en

estruendosa caída:

Aun cuando las pasiones políticas en nuestro Estado no se hayan extinguido por completo; aun cundo entre los escombros del régimen combatido por nuestro democrático Presidente, quede uno que otro descontento, haciendo labor ímproba, estéril, y antipatriótica, con la esperanza de ver interrumpido el orden y de estorbar el adelanto, las ideas pacíficas, progresistas y democráticas han imperado de una manera firme y fuerte en nuestro medio, sin tropiezo alguno, durante mi Administración.15

El hábito sí hace al monje

“Sin tropiezo alguno” don Trinidad siguió su labor con el cuerpo de seguridad

pública. Este renglón fue el tercero más favorecido durante el gobierno de Alamillo,

con la cantidad de $54,006.75.16 Creía el gobernador que una policía bien

organizada y disciplinada era capaz de dar seguridad a la población. Por ello se dio

a la tarea de reclutar personal de “reconocida moralidad”, que además de saber

leer y escribir pudiera prestar “con su conducta y prudencia las mayores garantías

á la sociedad”. Los policías modelos que pretendía Alamillo poner al servicio de los

14. Hablando de la felicidad del pueblo, la entubación del agua en Colima se realizó en diciembre de 1912. Para ese fin, el

congreso facultó al gobernador Alamillo para contratar un préstamo de hasta por dos millones de pesos --a pagarse en veinte

años-- para entubar el agua potable y asfaltar algunas calzadas. Igualmente. el gobernador tenía la facultad de contratar a las

compañías o empresas para que realizaran las obras en cuestión. AHMC. Caja AX-258. Decreto número 17, 12 de diciembre

de 1912.

15. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, Gobernador Constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura

el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer -

cicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara. Periódico oficial El Estado de Colima

(Colima). 28 de septiembre de 1912, p. 354.

16. AGGEC. Año 1912. Legajo 818. Decreto número 64. Colima, 25 de junio de 1912..

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colimenses, tendrían su respectivo aumento de sueldo, pues convencido estaba de

que una buena retribución sería garantía para que los empleados policíacos

desempeñaran con honestidad sus labores.

A los infantes les pagaría 30.00 pesos mensuales y a los de caballería 45.00.

Pero ojo: la manutención de los caballos corría por cuenta de los empleados.

Alamillo, amante del buen vestir, invirtió más de diez mil pesos en vestuario y

equipo para la policía, y por aquello de “como te ven te tratan”, don Trinidad,

repartió: “Uniformes nuevos, de caqui y de gala, capotes y polainas para la

infantería, así como uniformes nuevos de gamuza, de casimir gris, sombreros

galonados, botas fuertes, sillas de montar, zarapes rojos, capotes de hule, etc.

etc. para la caballería”.17

El armamento que distribuyó fue de primera clase, donación del gobierno fed-

eral: carabinas, sables y parque, por si hubiera necesidad de afrontar una emergen-

cia. Para entonces ya se contaba con 40 gendarmes montados con caballo propio,

60 gendarmes de segunda de infantería, 4 gendarmes de primera de infantería, un

oficial ayudante, un subcomandante y el comandante. Seguramente que don

Trinidad creía --contrariamente al refrán-- que el hábito sí hace al monje. En sep-

tiembre de 1912, se ufanó Alamillo de tener un excelente equipo policíaco –no

cualquier hijo de vecino podía ingresar a él-- a la caza de los infractores del orden:

Aumentados los sueldos de la Policía, ha principiado esa selección escogiéndose, como se está haciendo, á los individuos que reúnen las mejores condiciones, dándose de baja á todos los que cometen abusos ó no cumplen con sus obligaciones: escucho siempre todas las quejas del público respecto á la conducta de los gendarmes y corrijo severamente las faltas que cometen. l8 -17.

Aviso de la prefectura política del centro. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 24 de febrero de 1912, p, 68.

18. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura

el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer-

cicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”. Periódico oficial El Estado de Colima

(Colima), 28 de septiembre de 1912. p. 355..

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Armados de buenos uniformes y de buenas carabinas de importación estaban

todos estos señores. ¡Qué podía pedir la sociedad colimense en pro de su

seguridad?:

En la actualidad se encuentra el Cuerpo de Seguridad, perfectamente armado y con parque en abundancia: además del armamento “Winchester” que estaba usando, fueron compradas en Hamburgo, Alemania, cien magníficas carabinas, sistema “Maüsser”, de caballería, modelo del ejército alemán, las cuales tienen grandes ventajas por su precisión, alcance, potencia, rapidez y facilidad en su manejo; se compraron también 20,000 cartuchos, pólvora sin humo para esas armas, y se hicieron fundas y carrilleras. La gendarmería montada ha empezado á usar el armamento, necesario, el cual por una com-binación que verifiqué, resultará sin costo alguno para este Gobierno.19

De incursionar los bandoleros de los estados vecinos a territorio colimense, se

toparían con policías armados hasta el último pelo, con tecnología extranjera y, por

si fuera poco, vestidos (literalmente) con todas las de la ley. Seguro que por eso

las gavillas no fueron muy afectas a merodear por estas tierras, ni siquiera para

admirar de lejos los vistosos trajes de los policías. Los hacendados y los com-

erciantes, por su parte, no se durmieron en sus laureles y continuaron

manteniéndo un cuerpo de voluntarios --de caballería e infantería-- por su cuenta y

riesgo, porque de caerles los bandidos en sus propiedades, podían perder no solo

sus pertenencias, sino también la vida.

En cuanto a la administración de justicia, se jactó don Trinidad de que,

durante su administración, el Poder Judicial en el estado estaba en buenas manos

y había ejercido su elevada misión de impartir justicia de manera honesta e impar-

cial. Además, el gobernador le aumentó considerablemente el sueldo al personal de

esa institución: un sesenta y seis por ciento a los magistrados y un setenta por

ciento los jueces de primera instancia, “para no correr el riesgo de entregar esos

importantes cargos á las medianías, á nulidades, á hombres incapaces de obtener

19. . Ibíd ...

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por medio de sus aptitudes buena remuneración”.20 Pero no sólo se necesitaban

buenos sueldos para mejorar la impartición de justicia. También había que basarse

en buenas leyes y así lo entendió Alamillo:

No basta que los juzgadores tengan buenos sueldos, que sean probos, activos y lo suficientemente honrados para no dar cabida á ninguna indignidad ni á ninguna pasión; sino que es necesario corregir el mal en su base, en las leyes de procedimientos, á fin de hacer más fácil, más expedita, más práctica, la administración de justicia, de manera compatible con las garantías que deben tener los actores y los reos.21

Pensando que no tendría oportunidad de demostrar lo contrario, Alamillo dijo

que el poder Judicial gozaba de absoluta libertad del Ejecutivo sin saber la jugada

que le deparaba el destino: “hice un formal llamamiento á los señores magistrados

y jueces para que si alguna vez, por una de las debilidades humanas, me atreviera

á hacerles alguna recomendación en favor de determinada persona ó negocio,

rechazaran mi indicación con toda dignidad”.22 El tiempo le demostraría a Alamillo

que no había tal libertad y que bastaría una palabra suya para que el poder judicial

perdiera su imparcialidad.

Don Trinidad hacedor de pueblos El hechizo de la ola verde, debió haber convencido a don Trinidad de lo importante

que era que la comisaría de Cuyutlán, que se encontraba en los terrenos de la

Hacienda de Cuyutlán, dejara de pertenecer a los descendientes de don Francisco

Santa Cruz, el ex-gobernador de Colima. Animado por ese deseo pidió al

20. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo. Gobernador Constitucional del estado de Colima, ante la t-l. XIX Legislatura

el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer-

cicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara. Periódico oficial El Estado de Colima

(Colima), 21 de septiembre de 1912, p. 348.

21. Ibíd..

22. Ibíd.., p. 347..

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quinterista Francisco Santa Cruz Ramírez (descendiente del ex-gobernador) por

motivos de utilidad pública, la donación de un terreno para fundar el pueblo de

Cuyutlán, independiente de la hacienda. Así Alamillo mataba dos pájaros de una

pedrada. Su acción sería vista como revolucionaria, pero también lograba con esa

medida golpear --donde dolía-- a uno de sus enemigos políticos. A Santa Cruz no le

cayó en gracia la petición y solicitó un amparo contra los actos del gobernador. E

juzgado del distrito, seguramente por las buenas relaciones que mantenía Santa

Cruz, suspendió los trámites de la expropiación del terreno. Alamillo, por supuesto,

no se conformó y apeló al recurso de revisión del caso ante la Suprema Corte de

Justicia. En fa revisión argumentó que la expropiación no beneficiaría a intereses

particulares sino a un pueblo (olvidó por supuesto añadir que con la medida

debilitaría la situación económica de Santa Cruz):

Como podrá persuadirse fácilmente el alto tribunal a que me dirijo, la defensa de sus actos que hace este gobierno no está inspirada en miras egoístas y de carácter privado: la erección del pueblo de Cuyutlán, la adquisición del suelo en que se establezca el caserío para la masa de población que ahí concurre durante un período largo de tiempo anual, es un asunto de interés, pero si en algo puede privar de ciertas ventajas al hacendado de Cuyutlán, en cambio producirá beneficios á una colectividad y será la satisfacción de los legítimos derechos de ésta.23

Santa Cruz Ramírez, en respuesta, alegó que Alamillo mandó hacer el des-

linde de la zona marítima de Cuyutlán y el fundo legal del pueblo, de manera ilegal,

cuando todavía el caso estaba en trámites. De la Secretaría de Estado y de

Fomento, Colonización e Industria, pidieron a don Trinidad cuentas de sus actos.

Pero éste, sin pérdida de tiempo, procuró que fueran los cuyutlecos mismos

quienes defendieran directamente su pedazo de tierra ante la Suprema Corte de

Justicia. Efectivamente así lo hicieron:

23. AGGEC. Año 1912. Legajo 809. J. Trinidad Alamillo a la Suprema Corte de Justicia. Colima, 4 de junio de 1912..

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Hace muchos años que venimos sufriendo toda clase de vejaciones por parte del dueño de la Hacienda de Cuyutlán, quien las estima en todo arregladas á la equidad y á la justicia, por la fundamental razón de ser él amo en el terreno en que vivimos y hace mucho tiempo también, venimos presentando nuestras quejas no sólo al Gobierno del Estado sino al de la Federación, pero siempre, quizás por la influencia del señor Santa Cruz Ramírez, nuestras protestas han sido escuchadas con estulta indiferencia por todas partes.24

La carta de los quejosos, dirigida al gobierno federal, continuaba en ese tono

combativo y recriminatorio --como sucede con frecuencia, las líneas no parecían

escritas por los demandantes, considérese, por ejemplo, el uso de la palabra

“estulta” en la cita anterior--, reprochándole al gobierno su indiferencia e

incapacidad para resolver los asuntos de los estados, porque a los ojos de las

autoridades del centro resultaban ajenos por distantes. En plena revolución, donde

se pugnaba porque la tierra fuera de quien la trabajaba, no podían (o no debían)

poner oídos sordos a las lastimeras quejas de los habitantes de Cuyutlán,

argumentaban los firmantes. Éstos (aconsejados por Alamillo) sólo querían parte de

un terreno perteneciente a la Hacienda de Cuyutlán, para fundar un poblado, abrir

calles, levantar una plaza y una casa para la “autoridad”, y fraccionar lotes para

sus habitantes. De no otorgarles un pedazo de tierra a los cuyutlecos, las

autoridades recién emanadas de la revolución, estarían desdiciendo los ideales por

los que luchaban:

Hemos continuado así, soportando el caciquismo del señor de Cuyutlán, casi- quismo que se extiende no solo a monopolizar el comercio y todo, á imponernos á su arbitrio las gabelas que tiene á bien, sino á ejercer por sí y ante sí todas las funciones que la justicia encomienda á los legisladores y jueces y más aún, á aplicarles llevando por norma su capricho personal, sin cortapisas de ninguna especie constituyéndonos con todo esto en súbditos, en cosas pertenecientes al dueño y señor de Cuyutlán.25

24. AGGEC. Año 1912. Legajo 817. Carta de los vecinos del pueblo de Cuyutlán al C. presidente de la Suprema Corte de

Justicia. Cuyutlán, 14 de junio de 1912.

25. Ibíd ...106

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Alamillo (el instigador de los cuyutlecos tras bambalinas) pensó que se

vestiría de gobernante magnánimo si la justicia que había llegado para otros

pueblos de la república, arribaba a Cuyutlán, un pueblo perdido en el mapa del

país. ¿Podría Cuyutlán aspirar a regirse un día por leyes y garantías para los

ciudadanos?:

Millares de viajeros visitan año por año este lugar y todos ellos también tienen que estar sujetos al monopolio general á que nos referimos. Esto es público y por consiguiente, publica es la necesidad de que, siendo este un pueblo, pueda tener una subprefectura política que nos dé garantías, jueces que ventilen las diferencias que entre nosotros surjan, policía que cuide el orden; en fin que disfrutemos de todas las ventajas que disfrutan las colec- tividades denominadas pueblos, á esas agrupaciones que por su categoría de pueblo el’Gobierno envía á sus agentes á garantizar la igualdad ante la Ley.26

Los nuevos tiempos reclamaban una manera moderna de hacer política. Se

decía que la justicia había llegado para todos. ¿llegaría hasta ese pueblo perdido

entre la ola verde del mar y los pozos salineros ? El arreglo llegó en diciembre de

ese año y Alamillo quedó como el verdadero vencedor político. Francisco Santa

Cruz por su parte cedió el terreno necesario para fundar el pueblo de Cuyutlán

“comprendido desde la vía férrea que conduce á Manzanillo hasta lindar al sur con

la zona marítima, comprendiendo la playa y caserío de la Comisaría de

Cuyutlán”.27 En compensación a la acción de Francisco Santa Cruz, el gobierno del

estado le concedió exención simbólica del pago de toda clase de impuestos

durante cinco años, sobre las propiedades de que gozaba: cincuenta pozos para

elaborar sal y degüello y comercio en la Hacienda de Cuyutlán. Finalmente, el 15

de febrero de 1913, el gobernador J. Trinidad Alamillo expidió un reglamento para

el recién creado pueblo de Cuyutlán.

26. Ibíd..

27. AGGEC. Año 1912. Legajo 821. Carta del administrador principal de Rentas al secretario de gobierno. Colima, 24 de

diciembre d e 1912. V e á s e también Decreto número 26. Colima. 27 d e diciembre d e 1912..

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De acuerdo a este reglamento, se venderían solares con el 25 por ciento del

precio al tiempo de firmarse el contrato y el resto a pagarse en tres anualidades.

Los lotes serían de cuatro clases: los de primera --ubicados en “el médano y playa

del mar”--, se venderían a peso el metro cuadrado; los de segunda --ubicados en

“en la misma playa del mar y fuera del terreno planificado”--, a setenta y cinco

centavos; los de tercera clase --que comprendía terrenos localizados hacia el

norte, “pasada la playa y sin vista al mar”-- costarían sesenta centavos el metro;

los de cuarta, desde cincuenta hasta quince centavos. Estos eran los solares que

lindaban con la vía férrea que conduce a Manzanillo.

Los compradores de lotes estaban obligados a construir dentro de ellos en un

término no mayor a los tres años. Las construcciones debían ser de madera o

cemento armado, para los de primera y segunda clases; a los de tercera y cuarta,

se les permitían techos de teja, pero no de sácate o palapa. El producto de la

venta de los terrenos se destinaría a las mejoras del pueblo y esto se traduciría,

por supuesto, en obras de ornato y de salubridad. El gobierno del estado se

llevaría el diez por ciento de lo vendido para recuperar los gastos erogados en este

asunto, así como para resarcir la condonación de impuestos hecha a Francisco

Santa Cruz.

A la congregación de El Mamey también le llegó el soplo modernizador de don

Trinidad, una vez que éste cayó en la cuenta que aquella era “una fértil y rica

región” ignorada por desconocida. Alamillo pretendió convertirla en municipio.

Pese a los deseos del gobernador, las válidas razones de las autoridades villal-

varenses, municipio a que pertenecía El Mamey y que se oponían a que la con-

gregación se independizara, fueron escuchadas por el Congreso:

A fin de que esta corporación se sirva á la vez emitir su parecer sobre la reforma indicada, tengo la honra de decir á Ud. por acuerdo de la misma cor- poración, para conocimiento del C. Gobernador que según el número de.

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habitantes que resultó de las operaciones del último censo [...l la con- gregación del Mamey tiene 2,027 habitantes de los cuales solo hay 1,030 hombres, [...] por otra parte, no se sabe con qué arbitrios cuenta ese vecindario para sostener el rango político de cabecera de municipalidad por ser tan poco lo que allí rinden los ramos municipales, pues según los informes que sobre esto ha dado la tesorería [...J no sería posible que ese vecindario pudiera sin serle oneroso cubrir nuevos impuestos siendo en su mayor parte de la clase proletaria.28

El Ayuntamiento de Villa de Álvarez, no se guardó de expresar su

inconformidad porque le dividieran su territorio (de por si insuficiente, de acuerdo a

SU propio punto de vista), y con suaves palabras dijo simplemente “no”:

Segregar pues, dicha Congregación de este municipio es tanto como debilitar

mas a esta Villa ciñéndola á mas escasos límites, la segregación de esa parte

de su territorio y el menoscabo de sus exiguas rentas municipales circunstan-

cias que en concepto de esta Corporación en nada convienen al interés gen-

eral del Estado, supuesto que el beneficio que se hace á ese vecindario

redunda en perjuicio de una población de mas categoría como lo es la única

Villa que tiene esta Entidad Federativa 1.. .] se cree esta Corporación con el

ineludible deber de emitir su parecer en sentido contrario a lo que pretenden

los vecinos del Mamey.29

Alamillo seguramente después de escuchar las razones de pesos, sólo elevó a pueblo El Mamey, mandando ejecutar “los trabajos preliminares de organización, para establecer autoridades y proporcionar á los vecinos las demás ventajas de que disfrutan los habitantes de los pueblos”.30 De igual manera a los habitantes de Guatimotzin (ahora Cuauhtémoc) los tocó Alamillo con su buena voluntad. Pidieron y se les concedió lo que pidieron. El gobernador decretó que, como lo habían pedido los habitantes de Guatimotzin, se le restituyera al pueblo su antigua juris- dicción. De esta manera San Joaquín, El Cóbano, El Parián, Buenavista, Alcaraces, 26. AGGEC. Año 1912. Legajo 809. Carta del ayuntamiento de Villa de Álvarez al C. secretario de gobierno. Colima, 2 mayo

de 1912.

29. . Ibíd..

30. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura

el l(1 de septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer-ciclo

legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara. Periódico oficial El Estado de Colima

(Colima), 5 de octubre de 1912, p. 362..

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Quesería, Astillero, Monte Grande y Loma Alta, volvieron a pertenecer a Guatimot-

zin. Por si fuera poco, Alamillo amplió el fundo legal de Tecomán y algunos

habitantes de Ixtlahuacán, aprovechando su magnanimidad en cuanto a reparto y

división de jurisdicciones se refiere, alzaron su voz --a través del ayuntamiento de

Tecomán-- pidiendo anexarse a ese municipio, ya que ahí realizaban la mayor parte

de sus actividades:

Si los vecinos de las Rancherías del Tamarindo, Mezcales, Callejones y Cham- chopa, solicitan la anexión a este Municipio, seguro que se beneficiarán si logran anexarse a este pueblo; pues la distancia que los separa de esta población, son únicamente veintisiete kilómetros, razón por lo que aquí hacen su principal comercio, aprovechando vías de comunicación en suelo plano y [del fácil conducción, llevando por tren los productos de sus propiedades; además las rancherías referidas han pertenecido y pertenecen largos años al Gobierno Eclesiástico de este pueblo, por conveniencia general los solicitantes desean anexarse civilmente. 31

El ayuntamiento de Tecomán con gusto aceptaría la anexión “en bien de la

generalidad” para encaminar a los habitantes de esas rancherías de Ixtlahuacán por

la senda que conducía a la civilización:

Es conveniente la anexión de que se trata, porque el aumento de habitantes, dará a este pueblo mayor potencia en su representación, local y Nacional, aumentará los ingresos de este Mpio. que se aprovecharán en bien del adelanto material, aumentará su policía para la mejor vigilancia en el orden y seguridad públicas, y por último los anexados gozarán adelantarse en la instrucción elemental en el trato social y aprovecharán todo lo que conduce a la civilización y al progreso, moral y material de este pueblo a que se halla encaminado.32

Pero las razones esgrimidas no fueron lo suficientemente convincentes: la “H.

Legislatura del Estado”, sin más ni más, “denegó la anexión al Municipio de

31. AGGEC. Año 1912. Legajo 817. Carta del ayuntamiento de Tecomán al secretario de gobierno del estado de Colima.

Colima, 20 de abril de 1912.

32. . Del Ayuntamiento de Tecomán al C. Srio. de Gobierno del Estado de Colima. 20 de abril de 1912. AGGEC. legajo,

817, año 1912..

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Tecomán, de las rancherías [...] pertenecientes á la Municipalidad de

Ixtlahuacán”. 33

De la tierra son los frutos, de Alamillo los decretos Alamillo pensó en empezar por el principio, unificando a agricultores y com-

erciantes. De esta manera, don Trinidad propuso la creación de la cámara de

agricultura. Dicha cámara se creó con sesenta miembros aproximados y quedó

constituida por “representantes de grandes y pequeños capitales” para impedir la

protección de’ciertos intereses. El progreso del estado bien podía empezar por la

tierra y eso Alamillo lo sabía. Había que arrancarle al suelo el pan nuestro de cada

día. Para que los grandes propietarios se decidieran a fraccionar sus tierras (y no

tener que obligarlos por las malas), el gobierno de Alamillo promulgó un decreto

donde se eximia del pago simbólico de impuestos a la “traslación de dominio á los

contratos de compraventa de terrenos que se fraccionen en territorio del Estado

hasta por la cantidad de cien hectáreas”.34 Además se eximió el pago de

impuestos en los casos de hipotecas de terrenos que fueran a venderse en frac-

ciones. Para los que quisieran pasarse de vivos, no existía tal oportunidad, pues no

gozaban de estas franquicias “los terratenientes que posean una extensión mayor

de dos mil hectáreas y deseen adquirir nuevas parcelas para aumentar sus

propiedades”. La guerra, en suma, era contra de los hacendados. Por otra parte,

con la contratación de la energía eléctrica para el estado se trataría de utilizar la

fuerza hidráulica del río Tuxpan, para regar grandes extensiones de tierra.

33. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 7 de septiembre de 1912, p. 326.

34. Decreto número 11, 20 de noviembre de 1912, publicado en el periódico oficial El Estado de Colima (Colima). 23 de

noviembre de 1912, pp. 414-415..

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Pero había que preparar el terreno con las técnicas agrícolas más avanzadas.

Don Trinidad pensó que tocaba a los estudiantes encargarse de activar y reactivar

los dones de la tierra. Por ello planeó (aunque quizá nunca la realizó) la con-

strucción de una escuela de agricultura que funcionaría en “La Florida”. Lo que sí

consta que hizo, fue fundar un campo experimental que empieza con una plantación

de maíz.

En diciembre de 1912, Alamillo lanzó el plan más activo de que se tenga

noticia para reforzar la agricultura en el estado. El Decreto número 25 promulgado

el 25 de diciembre de 1912, lo hizo pasar a la historia colimense como uno de los

gobernantes más preocupados por el ramo agrícola. El decreto ofrecía a los

agricultores premios por cien pesos por cada mil árboles frutales que plantaran y

cultivaran. Se requería que fueran frutos apreciados en los mercados inter-

nacionales:

Artículo 2. Los árboles frutales a que se refiere la presente ley, pueden ser de cualquier especie con tal de que sean de los que producen frutos de aprecio y consumo en los mercados extranjeros. Este privilegio se concede por ahora al limón, la naranja, el aguacate, el castaño, el mamey, el tamarindo, el chico zapote , la chirimoya, el mango, el nogal, la manzana, el durazno, la pera, el prisco, el membrillo y el oIivo .35

Para aquellos nacionales o extranjeros que se animaran a hacer reverdecer

sus tierras con doscientas mil macollas de plátano roatán , el gobierno alamillista

les entregaría, en la primera cosecha, un premio de cinco mil pesos. Para los

pequeños agricultores había quince pesos por cada millar de macollas de plátano

que cultivaran. Las plantaciones de piña también eran bienvenidas: el gobierno de

Alamillo otorgaría cincuenta pesos por cada hectárea sembrada; en el caso de diez

mil matas de piña plantados, se haría un pago proporcional. Las hortalizas como

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35. Decreto número 25. 26 de diciembre de 7912, publicado en el periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 28 de

Diciembre de 1912. p. 453.. chiles, pepinos, jitomates, cebolla, ajos, berenjenas, alcachofas y pepinos,

productos para mercados como el de los Estados Unidos, recibían un incentivo de

cincuenta pesos por hectárea cultivada. El melón recibía cinco mil pesos por cada

trescientas hectáreas.

Para las plantaciones de uvas de variedades finas, silvestres y ciruelos “miz-

pam” había un premio de diez pesos por hectárea en producción. Don Trinidad

seguramente quiso hacer de este estado una verdadera tierra de cocos y palmeras,

y ofreció veinte mil pesos al audaz que plantara cien mil palmas de coco de agua;

a los pequeños productores les pagaría en la misma proporción, por cada mil

palmas. A los que plantaran después de la promulgación de esa ley cuatro o cinco

palmas en sus casas, se les condonaría la mitad de contribuciones durante cinco

años. Por algo Colima sigue llevando el titulo de ciudad de las palmeras:

Artículo 13. Todo propietario de terreno en el Estado desde la Estación “Alzada” hasta el Puerto de Manzanillo, que a uno y a otro lado de la vía férrea plante en lo sucesivo tres hileras de palmas de coco de agua, en el trayecto que le pertenezca, tendrá derecho a que por cinco años y desde que las palmas produzcan fruto, se le abone a razón de cien pesos millar, cuya suma se le descontará de sus contribuciones anualmente. El espacio entre palma y palma será precisamente de ocho metros, plantadas en línea paralela a la vía, siguiendo la primera hilera de línea divisoria entre la zona del fer- rocarril y el predio del beneficiado.36

No se cobraría el impuesto predial a las tierras dedicadas a los cultivos men-

cionados. Tampoco las obras de irrigación causarían gravámenes durante diez

años. El gobierno del estado tenía contemplado gastar hasta cinco mil pesos en

pozos artesianos y se exceptuaba de impuesto a la maquinaria moderna destinada

a la agricultura. Mientras se expedía la ley agraria para ponerla en marcha dentro

del estado, don Trinidad quedó facultado para fraccionar terrenos en predios para

el bien agrícola del estado. En cuanto a la industria, el gobierno de Alamillo hizo

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36. Ibíd.., p. 454..113

condonaciones de impuestos a los industriales, para impulsar ese renglón de la

economía colimense. A Ricardo M. Stadden se le condonarían los impuestos

durante diez años, de invertir su capital en una fábrica de aceites vegetales. A

José A. Rico, quien pretendía establecer una fábrica de almidón, también se le

condonaron los impuestos por diez años. Al parecer la política de exención de

impuestos dio resultados porque, en septiembre de 1912, Alamillo informó que se

habían contabilizado 131 negociaciones.

Pero la más rotunda invitación a los inversionistas fue el decreto número 25,

que ya mencioné, en el que se establecía que no causaría impuestos durante cinco

años, la primer fábrica que se estableciera con el afán de explotar las fibras

producidas en el estado. De iguales beneficios gozaría el capital invertido en

maquinarías desfibradoras y empacadoras de pastura. Como parte de ese gran

proyecto suyo de hacer de Colima un estado exuberante de frutas y frutos, se

contempló también la ganadería, poco desarrollada dentro del estado:

Artículo 16. El capital extranjero o nacional que en lo sucesivo se invirtiere en el Estado, para introducir al mismo, crías finas de ganado vacuno, caballar, bovino, mular, cabrío, lanar y porcino, quedará libre por diez años de todo impuesto del Estado y Municipal, como también cualquier capital invertido en la cría de aves domésticas de especies finas.37

Con todas estas medidas y buenos deseos, Colima estaba llamada a con-

vértice en un paraíso terrenal y tropical. Solamente necesitaba tiempo. Tiempo

que le fue negado a la agricultura, porque cuatro meses después, cayó Alamillo de

la silla gubernamental por errores políticos. Me pregunto hasta qué punto se puso

en práctica este decreto de Alamillo. Lo cierto es que los suyos eran planes

agrícolas extraordinarios, que ochenta y cuatro años después son recordados

37. Decreto número 25, 2 6 de diciembre de 1912. Periódico oficial El Estado de Colima, 2 8 d e diciembre de 1912. p,

454..

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todavía por los viejos vecinos colimenses. Y por don Trinidad mientras vivió, pues

Alamillo era tenaz en sus proyectos.

Alamillo tomó muy a pecho su papel de benefactor de la agricultura

colimense. Por ello se llevó el aguijón clavado cuando, en 1912, no fue más allá de

decretar el progreso de la agricultura en Colima. Por esta razón, después de veinte

años, volvió a las andadas y dio a conocer (en 1932) un gran proyecto que, de

llevarse a cabo, sacaría de una vez y para muchos años a Colima de la pobreza.

En 1932, Alamillo dijo orgulloso lo siguiente sobre su proyecto:

Aprovecho la oportunidad para darlo a conocer después de veinte años de paciente-espera, antes de morir, como han sido mis temores y llevarme a la tumba tan importante proyecto que he escrito, a primera intención y no siendo yo escritor público, carece de literatura y solo contiene PUNTOS sujetos a rectificaciones, teniendo únicamente el mérito de no guiarlo el inter- és de obtener un premio. Lo guían sentimientos más nobles y elevados, como son los de beneficiar a todo un pueblo.38

Alamillo se decidió a dar a conocer “su herencia de trabajo a los colimenses

por creer que en ese año de 1932, la desgracia se había ensañado con su terruño,

a causa de los “estragos que hicieron los temblores y otras calamidades”.3g Ese

gran proyecto de trascendental importancia como el mismo Alamillo lo llamó,

pretendía, “por medio de potentes bombas”, desecar las lagunas de Cuyutlán y

San Pedrito “descubriéndose así una tierra perfectamente abonada por miles de

años y, por consiguiente, rica y fértil para aprovecharla en la agricultura”.40

Pretendía Alamillo en esos terrenos plantar la cantidad nada despreciable de diez

millones de palmas de coco grande que, según sus cuentas, podrían dar a Colima

38. J. Trinidad Alamillo, Proyecto para reconstruir o mejorar las condiciones generales del Estado de Colima. Una plantación

de diez millones de palmas de coco grande, en terrenos hoy improductivos. Grandes Obras materiales, plantaciones de

hortalizas y de árboles frutales. Pro turismo. Mi herencia de trabajo a los colimenses (Guadalajara, s.l., 1932). p. 3.

Agradezco a Servando Ortoll el haberme facilitado este manuscrito que localizó en la Biblioteca Bancroft, de la Universidad de

California en Berkeley.

39. Ibíd.., p. 3.

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40. Ibíd. .. p. 4..

cincuenta millones de pesos al año. Alamillo también creía que secando la laguna

de San Pedrito se obtendrían terrenos para cultivar pero, sobre todo, para construir

una ciudad modelo en el puerto manzanillense “calculada para cuarenta mil

habitantes, con calles de veinte metros de anchura, banquetas a ambos lados, de

cuatro metros, con buena pavimentación, drenaje de asfalto, cañerías de agua

potable, gas para cocinar, luz eléctrica, [y] fuerza motriz para industrias”.41

Alamillo también pensó en los jardines que debían aparecer, por supuesto, repletos

de sus plantas favoritas: laureles de la India, para que dieran “sombra y refresquen

el ambiente”.42

Pensaba Alamillo convertir las plantaciones de palmas en verdaderos paraísos

terrenales, para atraer a los turistas extranjeros:

Allí mismo, en los bosques de palmeras, se podrían construir como negocio, chozas pintorescas de palapa adornadas con flores aromáticas, hamacas, y confort en el centro, para descanso de los turistas, en donde ellos encontrarían, a mas de los cocos frescos de agua, buen café, plantaciones de supremas naranjas, piñas dulces y aromáticas, las famosas ciruelas de Mix- pan que son dulces como el almíbar, mangos dulces también como la miel, plátanos de muchas clases desconocidas, guayabas de china, el delicioso zapote -mamey, limas dulces de semilla de silao, dátiles, pitahayas, sandías, melones muy ricos y otras frutas tropicales desconocidas en otros países.43

Pero la creación del utópico paraíso no era todo lo que Alamillo proyectaba. El

deseaba también la construcción de un gran hotel en Cuyutlán o en alguna otra

playa hermosa, “calculado para alojar cuatro o cinco mil visitantes”, con cuartos

de cuatro categorías que además contaría con todos los adelantos de la civilización

como: teléfono, telégrafo, correo, banco, venta de periódicos, aseo de calzado,

peluquerías, salones de baile, tienda de ropa, etcétera. Indudablemente, Alamillo

fue el Julio Verne turístico de Colima. Pero no todo el éxito que debía tener el

41. Ibíd.., pp. 4-5.

42. Ibíd.., p. 5.

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43. Ibíd.., p. 8.. proyecto --de llevarse éste a cabo-- se basaba en las obras materiales: los

colimenses debían poner su granito de arena o, mejor dicho, de sal y una buena

pizca de pimienta para presentar una cara amable al turista: “Cambiar el ceño de

mala voluntad y de angustia o de dolor, que revelamos ordinariamente sin sentirlo,

debido quizá a nuestras numerosas penas, por una cara agradable, sonriente y

comunicativa que impresione bien al viajero tratar de borrar ese descrédito que nos

han traído las dichosas revoluciones”.44 Obviamente el proyecto nunca se llevó a

cabo y la herencia que Alamillo quiso dejar tras de sí a los colimenses, se perdió

para siempre en las arenas movedizas de la memoria.

44. J. Trinidad Alamillo, Proyecto para reconstruir o mejorar las condiciones generales del Estado de Colima. p. 22..

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Capítulo 5

La educación integral: educación del pueblo

La trascendental cuestión de redimir a la raza indígena Desde que don Trinidad se dedicaba al negocio de las letras en 191 1, mostró una

gran preocupación por las razas indígenas y su instrucción. Como autor de un

editorial aparecido en su periódico, La Gaceta de Guadalajara, Alamillo inició su

escrito con un interrogante:

¿Qué se ha hecho en pro de la raza indígena ? Los acontecimientos que se han desarrollado en distintas épocas, pero de manera especial en éstos últimos tiempos en el Yaqui, en Yucatán y en otros estados de la Con-federación Mexicana, están demostrando á cada paso la ingente necesidad de solucionar el problema de la instrucción de las razas indígenas y de su unificación y anexión á la sociedad Mexicana, para evitar un grave peligro de escisión para el futuro.’

Lamentaba Alamillo en su escrito que los adelantos logrados en el país, en

nada habían ayudado a los indígenas: “La trascendental cuestión de redimir á la

raza indígena, doliente y postergada, sin que dé señales de levantarse de la

situación social en que se encuentra como hundida, y de la que no han podido

1. J. Trinidad Alamillo. “Editorial”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 30 de septiembre de 191 1, p. 2..

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sacarla ni los ferrocarriles, ni la electricidad, ni todos los grandes adelantos que

México ha conquistado en estos últimos años”.2 Con visión por demás realista,

Alamillo expresó que los buenos deseos por ayudar a los indígenas sólo quedaban

en proyectos:

Mucha elocuencia, mucha conmiseración, sanas intenciones y grandes deseos, de hacer el bien; pero de ese punto no hemos pasado, no obstante la necesidad ingente de atender á esa clase pobre y desheredada, sino por efecto de la compasión, cuando menos por la conveniencia para las altas clases; porque de esas razas vejadas y escarnecidas es de donde se levantan las crueles dolencias, las más grandes que torturan á la patria.3

Quizá no, sea descabellado especular que Alamillo tenía la esperanza de algún

día --si llegaba a la silla gubernamental de Colima--, poner en práctica sus deseos

en pro de la raza indígena. Lo siguiente lo sentenció en el editorial multicitado:

Los gobiernos, las sociedades protectoras de indígenas se ocupan de bordar en el vacío; y sólo por accidente van al terreno práctico de los hechos, pretendiendo dar una mano salvadora á las multitudes que se arrastran sin encontrar un punto de apoyo para levantarse.

Es tiempo de que se abandone el sistema de empirismo y de las vanas ostentaciones, para dedicarse á hacer algo efectivo y práctico en pro de la raza caída. Así lo reclama la solidaridad humana, el crédito nacional y el por-venir de la colectividad.

México no dará un paso firme hacia adelante, mientras no salga el indio de la ignorancia y del fanatismo que lo sujetan.4

Ya como gobernador, la preocupación de Alamillo de tiempo atrás encontró salida en la persona del profesor Abraham Castellanos “cuyas altas dotes de educador son bien conocidas en la República”. Alamillo trajo al estado Castellanos 2 . I b i d .

3 . I b i d .

4 . i b i d ..

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para éste que “encarrilara” la educación en Colima.5 Así, el 25 de enero de 1912

se publicó la siguiente noticia en La Gaceta de Guadalajara: “De Colima.

Preparativos para recibir a un educador”, donde se describía el recibimiento

preparado para Castellanos:

Uno de estos días deberá llegar á esta ciudad el señor Profesor Abraham Castellanos, quien viene de la capital de la República, con objeto de atender á la reorganización de la Instrucción Pública en el Estado.

En uno de los salones principales del Palacio de Gobierno, se congregarán los directores y profesores de las escuelas, con objeto de hacer la presentación de estilo.

El señor Alamillo, procurando el mayor bien del pueblo, arregló la venida del distinguido pedagogo señor Castellanos, quien seguramente, dará un poderoso impulso al ramo de instrucción.6

Una vez que Castellanos puso pie en Colima y sabedor de la gran tarea que le esperaba, comenzó por hacer un recorrido por las escuelas del estado. Las encontró, como quizá fuera de esperarse, en malísimas condiciones (clara referen- cia al gobierno de la Madrid y a la quizá cuestionable labor de Gregorio Torres Quintero). Pero no todo estaba perdido. La idea de Castellanos era darle un nuevo giro a la instrucción “de acuerdo con las necesidades de cada población”. Se dedicó entonces a presentarle al gobernador proyectos de leyes y reglamentos basados en la doctrina del educador Rébsamen. Uno de tales proyectos fue la fundación de escuelas protectoras de la raza indígena. Alamillo, interesado como vimos en el desarrollo de los indígenas, secundó el plan de las escuelas para ellos. En esos momentos la teoría del desarrollo unilineal era todavía la dominante y, en 5. Sobre los motivos que J. Trinidad Alamillo tuvo para invitar a Abraham Castellanos a regentear la educación en Colima,

véase el ensayo de Juan Carlos Reyes. “Abraham Castellanos en Colima: La educación como arma política”, mecano escrito

inédito. Sobre la estancia de Abraham Castellanos en Colima, véanse también las breves notas de Manuel Velasco Murguía.

La Educación Superior en Colima, Tomo 1 (Colima. Universidad de Colima, 1988).

6. “De Colima, preparativos para recibir a un educador”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara). 25 de enero de 1912, p.

2 ..

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el caso de la educación de los indígenas colimenses, esto equivalía a suponer que,

de tener las oportunidades adecuadas, éstos podrían ascender las gradas del saber

y del desarrollo con facilidad. Todo era cuestión de brindarles oportunidades a los

indígenas.

La escuela protectora de la raza indígena

Tengamos en cuenta que a sólo tres meses de estar Alamillo al frente de su

gobierno y con la ayuda de Abraham Castellanos --a la sazón jefe de la Sección de

Instrucción Pública y Beneficencia--, se instalaron las primeras escuelas de

educación integral “protectoras de la raza indígena” en el pueblo de Suchitlán el

11 de febrero de 1912. Al presentar Castellanos un informe “sobre las primeras

escuelas de educación integral, protectoras de la raza indígena implantadas en el

Estado”,7 confesó: “los primeros rudimentos de escritura, lectura y aritmética, no

redimen á la raza indígena, como no redimen á ninguna raza”. No obstante sus

palabras, se mostró complacido de colaborar con el gobierno de Alamillo en el

proyecto de la educación para lograr que los indígenas, hasta donde fuera posible,

fueran encaminados por la senda de la ciudadanía. Alababa Castellanos de don

Trinidad su deseo por sacar a las clases desprotegidas de su ignorancia. Ese

propósito de Alamillo, dijo Castellanos, era muestra de que el gobernador era un

hombre de buena voluntad y que, en vez de perseguir fama política, se ocupaba de

mejorar la vida de los indígenas colimenses. En el mismo informe, Castellanos des-

cribió el impacto que la escuela provocó entre los indígenas, quienes se volcaron

7. “Informe que el profesor Abraham Castellanos. Jefe de la Sección de Instrucción Pública y Beneficencia, rinde al Sr.

Gobernador Constitucional del Estado de Colima, J. Trinidad Alamillo, sobre las primeras escuelas de educación integral, pro-

tectoras de la raza indígena implantadas en el Estado”, periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 24 de febrero de 1912,

pp. 64-66..

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en efusivos agradecimientos para con Castellanos. No cabía duda que la educación

iguala a los hombres pues Castellanos se atrevió a llamar a los suchitlecos “mis

hermanos los indios”: “Ese extraño placer que se pintaba en los rostros de los

indígenas que el 8 de los corrientes estuvieron á saludarme en el Palacio de

Gobierno, trayendo su música, sus ramas de pino, sus frutas y sus flores. Esta es

mi más grande recompensa; la espontánea manifestación de cariño de mis

hermanos los indios”.8

El profesor Castellanos sabía de sobra que los indígenas estaban concientes

que el mero saber leer y escribir no les brindaría la felicidad. De ahí que huyeran de

las escuelas prefiriendo dedicarse al trabajo. Pero si el gobernante --en este caso

Alamillo-- les ofreciera “ayuda para educar a los niños en el trabajo” entonces la

alegría del indígena se desbordaría, tal como ocurrió en el pueblo de Suchitlán,

porque “se ha tocado su alma en el medio de vida en que prosperan”.9 Así la

escuela de Suchitlán fue --para propios y extraños-- un ejemplo de la escuela ideal

en donde se entrelazaban las dos de sus esferas principales: “la educación

práctica, para el beneficio de la raza en su medio, como su trabajo en jardinería,

arboricultura, horticultura, y la educación intelectual, todo bajo la dirección del

maestro de escuela”.1o

Por lo tanto las escuelas para indígenas, dirigidas por Castellanos y apoyadas

por Alamillo, consistieron en educar al indio en su pueblo. Sin necesidad de con-

vertirlo en desarraigado con el pretexto de civilizarlo. La educación integral

pretendía, ser completa. Por las mañanas se les darían las materias del programa y

laS últimas horas de la tarde sería aprovechada para que los indígenas trabajaran

en su comunidad. Para ello la escuela les ofrecía una granja escolar, cuyo terreno

8 . lbia’.. p. 65.

9 . lbia..

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había sido donado por la autoridad del pueblo. Castellanos, creyó estar iniciando

“el verdadero progreso de los indios de México” y entusiasta manifestó:

Esto quiere decir, Señor Gobernador, á mi humilde juicio, que los indios sienten con esta organización escolar, los beneficios de la verdadera educación, y si el Gobierno Federal toma nota de ello, pronto se iniciará el verdadero progreso de los indios de México, de esta raza que está llamada ser el único apoyo de la Nación, porque su fuerza y su historia, lo predicen, y su inteligencia, sobriedad y energía de carácter lo señalan.11

Con el apoyo de Alamillo, Castellanos instaló granjas escolares, además de en

Suchitlán, en Coquimatlán, Tecomán e Ixtlahuacán. Dichas granjas, que con-

stituían una verdadera novedad en Colima, recibieron los siguientes utensilios

agrícolas donados por la Secretaria de Fomento: 15 palas, 15 rastrillos, 15

zacapicos, 15 cucharillas de acero y 5 paquetes de semillas. En las granjas

escolares se plantaron naranjos de Río Verde otorgados por la misma secretaría. La

idea de Castellanos literalmente rendía frutos. Y es que con el establecimiento de

las granjas se buscaba, además de instruir a los indígenas en las diferentes ramas

de la agricultura, promover el cultivo de frutos y plantas propias de cada lugar del

estado, así como introducir nuevas especies o mejorar las ya existentes. Este

proyecto recibió todo el apoyo de Alamillo: recordemos que junto con la

educación, el desarrollo de la agricultura era la carta fuerte de su gobierno. El

genio de Castellanos consistió precisamente en conjuntar las dos grandes

preocupaciones del gobierno alamillista en un solo proyecto.

Las granjas iniciaron sus labores con trabajos de horticultura. El experimento

difícilmente podía ser superado en su concepción y originalidad: el maestro

encargado de la educación de los indígenas era también el responsable, junto con

los alumnos, de sembrar la tierra. Con obvias raíces y principios comunitarios, se

11. Ibíd ...

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pretendía que la cosecha obtenida fuera distribuida con equidad entre los alumnos

participantes. Además era obligación del maestro, al recibir las dotaciones de

plantas, regalar una a cada niño para que la sembrara en su casa. Se intentaba así

fomentar la propagación de la planta e interesar a los niños, junto con sus padres,

en “tan importante mejora”.

Castellanos no necesitaba convencer al gobernador de la gran innovación que

Colima restregaba en materia educativa al resto del país, pero si era urgente que

los gobiernos y los educadores la conocieran: “La raza india, es raza de tradición y

de historia. Sus hombres que ha producido, revelan que esta raza vive con tenden-

cias á su mejoramiento, y si vive hasta el presente en fatal aislamiento, se debe

especialmente, entre otras causas, al abandono con que todos los gobiernos han

visto su educación”.12

La inauguración de la escuela para indígenas en Suchitlán se publicitó con

emotivas fotografías a través de El Imparcial, Revista de Revistas y De Arte y

Letras de la ciudad de México. l3 Todo esto en cuanto a la dimensión política del

asunto. En lo que a los maestros se refiere, dentro de la educación integra, el

educador era artífice de la instrucción y estaba llamado a hacer de los indígenas,

hombres inteligentes y trabajadores, aunque no sabios. Fue así que Colima, una

} 12. Ibíd.., p. 66. Es interesante notar la conexión entre esta experiencia política comunitaria de los indígenas suchitlecos

durante el tiempo de Castellanos y su decisión, años más tarde, por aceptar los ofrecimientos del general revolucionario Juan

José Ríos de que se instituyera en su pueblo una reforma agraria (instigada. por cierto, “desde arriba”). John J. Foley. hls-

toriador de la Universidad de Chicago, subrayó lo siguiente en un estudio suyo sobre la reforma agraria en Colima: “Suchitlán

era una comunidad colimense que llenaba los requisitos de la Ley Agraria: poseía además un gran grupo de campesinos listos

y abiertos al mensaje del general Ríos; era el único pueblo en Colima --comunidad indígena independiente, con una cultura

autónoma-- que podía rastrear su existencia al tiempo de la Conquista. Las tierras de los indígenas habían sido invadidas por

las haciendas vecinas a la-vuelta del siglo, y al tiempo en que Ríos llegó a la gubernatura, los indígenas aún guardaban

resentimiento hacia terratenientes blancos locales”. Véase John Adrián Foley, “La reforma agraria”, en Servando Ortoll, coor-

dinador, Colima, una historia compartida (México. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 19881, pp. 287-

299, en esp. 288. A manera de hipótesis propongo que los mismos estudiantes de la granja escolar en Suchitlán fueron los

que con más fuerza participaron en el movimiento de reforma agraria en el estado de Colima.

13. Véase AGGEC. Legajo 818. Año 1912..

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vez más, se convirtió en ejemplo para todos los estados de la república.14 Castel-

lanos y Alamillo podían darse por satisfechos. El trabajo y entusiasmo que don

Abraham Castellanos puso en tierras colimenses, de alguna manera fue

recompensado: el gobierno del estado se encargó de homenajearlo como a un

héroe vivo en el teatro Santa Cruz, el sábado 16 de marzo de 1912, día de su

onomástico. Esa noche la velada literario-musical estuvo amenizada por la orquesta

de Emerenciano Naranjo, mientras que al piano se encontraba Miguel García

Macías.15 Por motivos que lamentablemente desconozco, Abraham Castellanos

dejó la dirección de educación, para luego fungir únicamente como director

honorario. Así’la educación colimense cerró una de sus páginas con la huella de un

“eminente pedagogo” que la abandonó sin dejar tras de sí constancia pública de

las razones de su decisión.

La ley es la ley

“El ramo de instrucción pública tiene mi especial atención puesto que la enseñanza

es el problema fundamental para conducir al indio y al pueblo a su bienestar

futuro, puesto que el saber, es la poderosa palanca que ha de hacer de nuestro

Estado una entidad rica, fuerte y grande”,16 con estas palabras que Alamillo inició

su informe en materia de educación, ante la cámara de diputados a sólo cinco

meses de iniciado su gobierno. Y no solo eran palabras huecas. Los hechos lo

demostraban: ahí--en las fotografías--, estaban las alegres caras de los suchitlecos

para comprobarlo.- El miércoles 8 de mayo de 1912, J. Trinidad Alamillo promulgó

‘4. Ibíd..

15. AGGEC. Legajo 808. Año 1912. “Nota de gastos erogados. para la velada literario-musical en honor del profesor

Abraham Castellanos”.

16. “Informe rendido por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del Estado de Colima, ante la Honorable Legis-

latura, el día 16 de marzo de 1912, al inaugurar ésta el segundo y último periodo de sesiones ordinarias correspondientes al

tercer año de su ejercicio legal”, periódico oficial del estado de Colima (Colima), 23 de marzo de 1912. p. 99..

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la que fue la segunda medida educativa de su administración: la Ley de Educación

Primaria, Normal y Comercial. Esta ley fue, en palabras del propio Alamillo,

“producto de largos estudios hechos por personas competentes y de prominentes

méritos, adecuándolos al medio y á las circunstancias locales”.17

Dicha ley contenía nueve capítulos y enseguida me detengo en cada uno de

ellos. El primer capítulo normaba el carácter y división de la educación primaria. El

estado proporcionaría la educación primaria, que estaría dividida en elemental y

superior. Ambas modalidades tendrían como objetivo moldear el carácter físico,

cívico, moral e intelectual del educando, fueran hombres o mujeres, así como

proporcionarle’ los conocimientos adecuados “para la vida práctica según las

necesidades y condiciones de vida de cada localidad”. La primaria elemental, con

una duración de cuatro años, era obligatoria para niños y niñas de 6 a 14 años de

edad; mientras que la superior, complemento de la elemental, se desarrollaría en

dos años, sería obligatoria para los alumnos que quisieran ingresar a los cursos de

la escuela normal o comercial. La educación ofrecida por el estado sería gratuita,

laica y uniforme. Los niños podían ser educados en escuelas oficiales, particulares

0 en sus propias casas.

El capítulo dos de la Ley comprendía “la clasificación de las escuelas

oficiales”. Se clasificaba de escuelas oficiales a todas aquellas que eran sostenidas

total o parcialmente con fondos del estado. Ahora bien. Las escuelas primarias a

nivel elemental eran diurnas para los niños y nocturnas para los adultos. Además,

las escuelas de educación elemental podían ser:

a) Escuelas elementales de organización completa: aquellos centros educativos donde un profesor se ocupaba de impartir cada curso anual.

17. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, Gobernador Constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura

el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el periodo de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer-

WIO legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”, peri6dico oficial El Estado de Colima

(Colima), 21 de septiembre de 1912. p. 348..

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b) Escuelas elementales de organización económica: aquéllas en las que el maestro impartía dos cursos escolares. c) Escuelas unitarias: donde el profesor se ocupaba de impartir los cuatro grados de la primaria, organizándola en medios tiempos (dos grupos por la mañana y dos por la tarde).

El capítulo tercero legislaba el establecimiento de escuelas. Así se dispuso

que toda localidad del estado en donde hubieran quinientos habitantes debería

haber una escuela. Además se obligaba a hacendados, a dueños de fábricas indus-

triales y a fabriles “de cierta importancia”, fuesen mexicanos 0 extranjeros, a crear

una escuela en el lugar “en que fije la explotación, para educar á los hijos de los

padres que ocupen para su provecho”. Pese a que estas escuelas quedaban

sujetas a la inspección del estado, se proponía el gobierno “excitar la filantropía de

los hacendados y negociaciones en general, para que en los lugares donde haya

un número competente de niños, se establezcan á sus expensas en sus respectivas

fincas rústicas, escuelas según las necesidades de la localidad”.18

Por su parte el capítulo cuarto de la Ley de Educación Primaria, Normal y

Comercial se refería a la “organización de las escuelas oficiales”, en las que se

proporcionaba a un profesor por cada cincuenta alumnos. Estas escuelas los

profesores no podían impartir más de dos cursos y les quedaba prohibido el uso de

monitores en las escuelas. En cuanto a los programas que se establecieron para

los alumnos de primaria elemental, consistían estos de ocho materias para el

primer año escolar: moral práctica, lengua nacional (en esta materia se enseñaba

escritura y lectura), enseñanza intuitiva, aritmética, nociones prácticas de geom-

etría, dibujo, canto y juegos libres. En el segundo año los alumnos llevarían las

ocho materias del primero con una modificación importante: en la materia de

enseñanza intuitiva se incluiría el cultivo de las plantas, la geografía local, la

18. “Ley de Educación Primaria, Normal y Comercial, 8 de mayo de 1912”. periódico oficial El Estado de Colima (Colima),

25 de mayo de 1912. p. 172..

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escritura y el canto coral. Para el tercer año el alumno llevaría dos materias más:

moral práctica e historia patria. Quienes cursaban el último grado de la primaria

elemental recibían las mismas materias que el tercer grado, excepto por la

enseñanza intuitiva, que se sustituiría por nociones de ciencias físicas, naturales y

el cultivo de las plantas.

Los interesados en estudiar la primaria superior se encontraban en el primer

curso con materias como: educación cívica, lengua nacional, ciencias físicas,

nociones de agricultura y cultivo de las plantas, aritmética, geometría, geografía,

historia patria, dibujo, caligrafía, música vocal y canto, gimnasia, juegos y ejer-

cicios militares, trabajos manuales y francés o inglés. Para el segundo año de

primaria superior, se sustituían las ciencias físicas por las naturales y se seguía con

el cultivo de las plantas, la historia patria se sustituía por historia universal y la

geometría se convertiría en geometría práctica. En este año se implementaría una

nueva materia: nociones de economía política: Las materias restantes seguirían

como en el primer curso.

La semana y el año escolar, la promoción de alumnos, las vacaciones, los

premios y los castigos, quedaron estipulados en el capítulo cinco. Los alumnos

recibirían clases cinco días a la semana (de lunes a viernes), en el periodo de sep-

tiembre a junio. Durante el año escolar los alumnos estarían sometidos a dos

exámenes trimestrales y a uno final en presencia de inspectores, provenientes de

la Junta de Educación Pública. Una vez que las escuelas presentaran el examen

final o “repetición general”, podrían tener la “fiesta escolar” que sustituiría a las

fiestas de entregas de premios, tan practicadas en Colima desde el siglo XIX. A las

fiestas escolares asistían todos los niños sin distinción. Después de clases venían

las vacaciones que duraban hasta el 31 de agosto. Quedaban abolidos los castigos

corporales..

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A propósito de los profesores que impartían los cursos, en el capítulo sexto

se dijo que sería el pueblo quien decidiera los estímulos y reconocimientos para los

maestros al servicio del estado. Los maestros con nombramiento definitivo no

podrían ser despedidos de buenas a primeras; todos los profesores deberían ser

nombrados por el gobernador y propuestos por la Dirección General de Educación

Pública. Los siguientes son los requisitos que debían reunir todos aquellos

individuos que aspiraran a laborar en una escuela: tendían que ser profesores

titulados; mayores de veinte años (los hombres) y de dieciocho las mujeres; obser-

var una conducta intachable y maneras cultas. Se señalaba que los individuos con

defectos físicos no podían desempeñar el puesto de profesor. En cuanto a

reconocimientos, los servicios de los profesores serían reconocidos cuando

cumplieran diez, veinte y treinta años con medallas de bronce, plata y oro respec-

tivamente. Su sueldo aumentaría respectivamente, en un 10, 20 y 30 por ciento,

durante este tiempo. Los profesores que ya no pudieran ejercer el ministerio serían

pensionados con la mitad de su sueldo. Los profesores de todas las escuelas

quedaban obligados a asistir una vez al año a ciertas “conferencias pedagógicas”

en donde se tratarían asuntos de relacionados con la educación.

Una vez terminada la primaria superior los colimenses tenían dos opciones: el

magisterio o una carrera comercial. En el apartado de esta Ley relacionado con la

Enseñanza Normal, se estipulaba que, mientras que en el estado no se estableciera

una escuela normal, la carrera de profesor se ofrecería en algunos planteles

propuestos por el gobernador del estado. El plan de estudio para los normalistas

comprendía de catorce materias como español, aritmética, geometría, ciencias

físicas, geografía de México, historia patria, pedagogía, educación cívica y moral,

dibujo, canto, ejercicios físicos, práctica profesional. Además de estas materias,

las maestras tenían las de trabajos manuales o labores femeniles, así como clases.

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opcionales de inglés o francés. En el segundo curso se le daba continuidad a las

materias de español, aritmética, geometría, pedagogía, dibujo, canto, ejercicios

físicos, trabajos manuales o labores femeniles, ciases opcionales de inglés o

francés y, por supuesto, a la práctica profesional.

En el segundo curso se llevaban también materias como nociones de

antropología pedagógica que incluía anatomía, fisiología y psicología; ciencias nat-

urales que abarcaba nociones de zoología, botánica, mineralogía y geología, y

derecho usual. La materia de historia patria fue sustituida por historia universal,

mientras que la de geografía de México fue reemplazada por geografía universal y

nociones de cosmografía. De acuerdo a lo establecido en la Ley, los cursos de la

normal para profesores se sujetarían al mismo calendario establecido para las

escuelas primarias. En la escuela normal los cursos serían separados para hombres

y mujeres. Respecto al personal docente, se contaría con un director o directora

con profesores de grupo y profesores especialistas.

La instrucción comercial tendría el carácter teórico-práctico. A diferencia de la

normal, esta carrera se cursaba en un año y el plan de estudios contenía nueve

materias: nociones de contabilidad, elementos de economía política, aritmética

mercantil, correspondencia y documentación, derecho comercial, geografía

económica del estado, del país y del universo, mecanografía y taquigrafía y

práctica profesional. El idioma a enseñar era únicamente el inglés. Las escuelas

comerciales anexas quedaban sujetas a la normal de profesores. En ambas el

gobernador estaba facultado para nombrar a los profesores y especialistas de las

materias que se impartían.

El noveno capítulo de la Ley estaba dedicado a “la administración, vigilancia y

dirección técnica de las escuelas oficiales”. En este rubro se estableció que la

educación del estado quedaba completamente en manos del gobernador. J..

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Trinidad Alamillo, en este caso, estaba facultado para elegir al director de la Direc-

ción General de Educación Pública, así como a los funcionarios de la misma, y a

los directores y profesores de las escuelas oficiales. Por supuesto que, de acuerdo

con la Ley, era el propio gobernador quien tenía la facultad de remover a los

empleados. Como parte de sus obligaciones, el gobernador debía facilitar a las

escuelas terrenos para “pequeñas quintas escolares”. Tocante a este rubro, los

ayuntamientos sólo desempeñaban el papel de vigilantes de la educación. La ley

de educación primaria, como ya lo dije, daba amplio margen de acción al

gobernador:

1.-La presente Ley comenzará a regir desde el primero de septiembre del pre- sente año, facultándose al Ejecutivo para nombrar desde luego aquellos empleados de la Dirección de Educación Pública, para preparar la reforma escolar, y autorizándosele igualmente, para que dicte todas las providencias que estime convenientes, á fin de que la presente Ley tenga su completa ejecución á la mayor brevedad posible.19

El progreso de los pueblos Durante el gobierno de Alamillo se contaba en la ciudad de Colima con cuatro

escuelas elementales para niños: la Hidalgo (Reforma # 1 OO), a cargo de Carlos

Peregrina; la Medellín (Constitución # 2211, a cargo de Alberto Larios; la Zaragoza

(Allende # 127), dirigida por Mariano Pérez Andrade y la De la Vega (Artes # 2691,

cuyo director era Pedro R. García. Las escuelas para niñas eran seis: la Esperanza

(Constitución # 2231, a cargo de Juana Pamplona; la Filantropía (Ocampo # 1461,

dirigida por Paula Verján; la Independencia (Guerrero # 291, dirigida por Trinidad

Leon; la Libertad (De la Vega # 791, a cargo de Carolina Voges; la Reforma (Indus-

“Ley de Educación Primaria, Normal y Comercial, 8 de mayo de 1912”, periódico oficial del Estado de Colima (Colima), 1

e junio de 1912, p. 181..

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tria # 1 17) y La Paz (La Paz # 1161, a cargo de María González; y una escuela

superior de niñas (Libertad # 97) dirigida por Guadalupe Vizcarra. Había además

una escuela para adultos dirigida por Gregorio B. Cárdenas.20

Respecto a las escuelas rurales que se encontraban dentro del municipio de

Colima, había dos establecidas en Guatimotzín (Cuauhtémoc): una de niños y otra

de niñas; dos en Lo de Villa, y dos en San Miguel de la Unión (Tepames). Fun-

cionaba una escuela mixta en las siguientes localidades la Hacienda de Quesería,

Cardona, Colomitos de Chapula y Trapichillos (había una escuela mixta para las

dos últimas rancherías), Hacienda de Buenavista, Cóbano y Parián (una en las dos

últimas poblaciones) y en San Joaquín.

Por su parte el municipio de Coquimatlán contaba con dos escuelas, una para

cada sexo en la cabecera, y dos escuelas mixtas rurales: una en La Magdalena y la

otra en Los Limones. En Ixtlahuacán había dos escuelas en la cabecera y una

mixta en Jilotiupan. En Villa de Álvarez existían dos escuelas. En las rancherías de

ese municipio había dos escuelas para El Mamey (Minatitlán) y dos escuelas

mixtas: una en Cofradía de Juluapan y otra en el pueblo de Juluapan. Cómala con-

taba con dos escuelas en la cabecera municipal y dos más en Suchitlán, además

de las escuelas mixtas en Zacualpan, Hacienda de San Antonio, Los Colomos,

Mezcales, Cofradía de Suchitlán y El Remate.

En el municipio de Manzanillo se contaba también con dos escuelas en la

cabecera y dos en Camotlán de Miraflores, aparte de una mixta en La Fundición.

En Tecomán había solamente dos en la cabecera municipal. Así tenemos que tan

solo en la ciudad -de Colima había doce escuelas --incluyendo a niños y adultos,

hombres y mujeres--, mientras que había veinticinco escuelas en el municipio. En

Coquimatlán había cuatro escuelas; en Ixtlahuacán tres; en Villa de Álvarez seis:

20. AGGEC. Legajo 818. Año 1912. Directorio escolar..

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en Cómala diez; en Manzanillo cinco en total y en Tecomán dos, lo que suma un

total de 55 escuelas de primaria elemental regadas a lo largo y ancho del estado

de Colima.2l

En cuanto a los cursos de educación normal para profesores se abrió uno

para mujeres y otro para hombres. Estos funcionaban en los locales de las

escuelas primarias. Los gastos devengados por todas las escuelas mencionadas se

llevarían la suma de $ 47,925.40 pesos, de aquellos de la Revolución. Una partida

de 5,000 pesos se destinó para iniciar una escuela de agricultura en Colima y com-

prar implementos agrícolas para iniciar labores en la misma. Dicha escuela fun-

cionaría en la finca “La Florida” cedida por la señora Concepción Santa Cruz a

manera de pago por quince mil pesos que debía al gobierno del estado.

Por otra parte, la dirección de educación, prevista en la Ley de Educación, se

llevó una partida de 3,664 pesos, que sería distribuida entre el sueldo del director,

del inspector y del escribiente, así como entre gastos de escritorio y viáticos del

inspector (previa orden del gobierno). La biblioteca pública funcionaría con 1,000

pesos. De estos tan sólo 215 serían destinados a la compra de libros y gastos de

escritorio, mientras que el bibliotecario ganaría 602.25 pesos y el mozo 1 82.50.22

Dentro del rubro “Gastos de instrucción”, que comprendía la compra de libros de

texto, la adquisición y reparación de útiles y muebles, se llevó una buena rebanada

del presupuesto, que ascendió a los 3,000 pesos .23 Y por si los planes cambiaran,

se destinaron 1,600 pesos para creación de nuevas escuelas. También se

21. Ibíd..

22. AGGEC. Legajo 818. Año 1912. “Decreto número 64”, Colima, 25 de junio de 1912.

23. La Dirección de Instrucción Pública pidió un cargamento de útiles escolares para las escuelas colimenses: 2,500

cuadernos rayado Rébsamen; 200 de pedagogía Rébsamen; 8 compendios métricos; 18 ábacos y 50 escuadras T.; 8

laboratorios de química: 25 cajas de gises de colores; 40 Castellanos, pedagogía Rébsamen; 2 colecciones Noriega; 5 colec-ciones

higiene y medicina; 4 cajas de productos químicos; 5 esferas; 2 alfabeticones; 30 colecciones de letras para

alfabeticones; 40 cartas general de Chávez y 40 mapas físico. El gobierno gastó la cantidad de $ 7, 173.00 pesos en dicho

útiles. Véase AHMC. Actas de Cabildo. Año 1889. Sesión ordinaria del 11 de febrero de 1889, foja 00024..

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gastarían, en fiestas escolares, 800 pesos y en material de enseñanza, la misma

cantidad. Dentro de la planificación se previeron tres jubilaciones y cinco

pensiones de y para profesores y profesoras.24

Don Trinidad cumplía lo dicho en su primer informe cuando recalcó que se

encontraba “dispuesto el Ejecutivo á no escatimar gasto alguno para hacer del

Estado, en cuanto á instrucción, el primero de la República si fuere posible”. En el

segundo informe que rindió Alamillo al Congreso seis meses después, el lunes 16

septiembre de 1912, dijo: “Con el mismo interés que manifesté al principiar mis

gestiones, he continuado tratando de mejorar la Instrucción Pública del Estado, y

la evolución iniciada en este importante factor del progreso de los pueblos,

apuntada en mi informe anterior, está ahora en el terreno de la práctica”.25 Los

números arrojaron que el sector más atendido por Alamillo fue el de la instrucción

pública con $82,289.80 pesos. 26 En segundo lugar estaban las “dependencias del

ejecutivo” con $68,625.35. En tercero, el ramo de seguridad pública con

54,006.75, el hospital civil con 30,461.65, hacienda y deuda pública con

27,271 .85 y, en el último lugar, el poder judicial con 1 9,932.95.27

24. AGGEC. Legajo 818. Año 1912. “Decreto número 64”, Colima, 25 de junio de 1912. Como referencia adicional con-

sidérese que para el año fiscal de 1914-l 915, un año después de cuando gobernaba en Colima el general Antonio Delgadillo.

la partida para educación fue de 76,845.60, la cual equivalía a una cantidad menor a la que Alamillo destinaba a la

educación. Véase AGGEC. Legajo 819. Años 1912-l 914.

25. “informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del Estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura

el 16 de septiembre de 1912 al inaugurar ésta el periodo de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer-

cicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”, periódico oficial El Estado de Colima

(Colima). 21 de septiembre de 1912. p. 348.

26. Por algo fue Abraham Castellanos declararía tiempo después que Colima era uno de los estados más cultos de la

república y en donde la “educación popular” era más intensa. Llegó a esta conclusión después de asistir, como representante

del estado de Colima, al “Tercer Congreso Nacional de Educación Primaria” que tuvo lugar en Veracruz, del 15 al 29 de

octubre de 1912. Allí se percató de la “la pobreza y desigualdad existente en la educación que se imparte en el país y la falta

de métodos didácticos”. “informe que el susbscripto comisionado por el Estado de Colima al tercer Congreso de Educación,

rinde a la superioridad”, Periódico oficial El Estado da Colima (Colima), 28 de diciembre de 1912, p. 456.

27. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura

el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer-

cicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara. Periódico oficial EI’ Estado de Colima

(Colima), 28 de septiembre de 1912, p. 353..

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El gobernador Trinidad Alamillo, atendiendo las necesidades imperiosas de las

escuelas de Normal Superior, donde un sólo profesor se encargaba de impartir

todas las materias, aumentó a doce el número de maestros para que así cubrieran

las otras materias. A los maestros se les aumentó ligeramente los sueldos, en la

medida de las posibilidades del erario público. El sueldo para un profesor de

primaria elemental era de solo 67 centavos,28 mientras que para el director era de

$1.73. En los cursos superiores un profesor podía ganar $1.65 y un director con

obligación de dar clases, hasta $2.20. Qué importaba que los sueldos no fueran lo

que se merecían los docentes; la gratificación la encontrarían en la satisfacción de

hacer de los colimenses hombres y mujeres de provecho:

La labor de los maestros, meritoria siempre, va á serlo más aún de hoy en adelante, en vista de las exigencias de la nueva Ley, pues tienen que estudiar consecuntemente y redoblar sus esfuerzos cotidianos. No obstante que, como os digo, en algo se mejoraron las retribuciones de que disfruta el profesorado, hasta donde lo permitieron los recursos del erario, no son y falta mucho para que sean las que corresponden al noble magisterio del educador; pero á pesar de esto, constándonos, como a todos nos consta, la abnegación y el patriotismo de los profesores, no dudo que, aún cuando no esté resuelto entre nosotros, como no lo está en la República, ni en muchas naciones del mundo, el problema de la remuneración debida, se afanarán gustosos en el cumplimiento del deber que tienen, de formar útiles y buenos hijos del Estado.29

En la contestación al gobernador por la lectura de su segundo informe de

gobierno, el diputado Miguel García Topete estuvo de acuerdo con el informe y se

vanaglorió además de la importante labor desplegada por Alamillo en materia de

educación. Los hechos hablaban por sí solos: apertura de escuelas en lugares en

donde hasta entonces reinaba la ignorancia y modestos incrementos a los sueldos

28. En aquello tiempos, un mozo ganaba ~610 quince centavos menos que un profesor. Véase “Decreto número 64”,

Colima, 25 de Junio de 1912. AGGEC. Legajo 818. Año 1912.

29. “Informe Mdo por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura

el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer-

cicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”, periódico oficial El Estado de Colima

(Colima), 21 do septiembre de 1912, p. 344..

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de los “abnegados profesores”. Esta era ‘Ley que regía, controlaba, normaba y

decidía los nuevos caminos de la educación colimense. García Topete, exaltado, se

dirigió al gobernante Alamillo diciendo que las obras llevadas a cabo eran prueba

de su buen gobierno mismas “que recogerán los fastos de nuestra historia, para

mostrarlos á las generaciones futuras como dechado de verdadero amor por la

ilustración y mejoramiento intelectual y moral del pueblo”.30

Entre libros te veas En agosto de 1912, Alamillo expidió el Reglamento de la Biblioteca Pública. En él

se establecía que la biblioteca pública dependía por entero del gobierno del estado.

La biblioteca abría sus puertas de lunes a viernes de 9 a 12 de la mañana y de 4 a

8 de la noche; los sábados abría por la tarde y los domingos y días de fiesta por la

mañana. Era obligación del usuario tratar el libro con cuidado: en caso de perderlo

tenía el deber de resarcirlo o pagar el importe. Las obligaciones del bibliotecario

eran mantener el catálogo al corriente; mencionar al gobierno revistas y libros que

debían comprarse; gestionar donativos para la biblioteca e invitar a personas

reconocidas a que escribieran algún pensamiento en el álbum de la biblioteca.31 La

biblioteca se inauguró ese mismo lunes 16 de septiembre, con motivo del informe

de Alamillo. La biblioteca ocupó el local de la imprenta del gobierno. El acervo de

libros se acrecentó gracias a la buena disposición de los colimenses, que donaron

tomos para tal fin.

30. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo. gobernador constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura

el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer-

cicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”, periódico oficial El Estado de Colima

(Colima), 26 de octubre de 1912, p. 386.

31. “Reglamento de la Biblioteca Pública, 21 de agosto de 1912” periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 24 agosto

de 1912. p. 311..

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El 1 de febrero de 1913, El Estado de Colima difundió la noticia de que la

biblioteca estaba funcionando a la perfección, pese a los malos augurios

provenientes de algunos que no creyeron en esa obra redentora y que

pronosticaron que la biblioteca permanecería desierta. Por el contrario, según el

redactor del mismo periódico, la biblioteca se veía muy concurrida: había un

promedio mensual de mil lectores. Ahí llegaban los colimenses a leer y aprender.

Consultaban libros señoras, señoritas, jóvenes y caballeros, estudiantes de la

Normal de profesores, maestros, empleados y artesanos y, por supuesto, niños y

niñas en un gran número que, a esa fecha, ya estaban “bien encariñados con los

libros”. No sólo su fundador --J. Trinidad Alamillo-- sino la sociedad colimense

reconocería “las mil satisfacciones que trae consigo la difusión de la enseñanza por

todos los medios posibles”.32 0 al menos así se expresó el redactor del periódico.

La biblioteca adquiría libros con regularidad. Los usuarios podían entretenerse

por ejemplo con un pequeño tomo de Los principios del derecho civil. Pero también

había libros que llegarían directamente de la ciudad de México a los estantes de la

biblioteca pública. Había lecturas para todos los gustos y para todos los oficios.

Por ejemplo, para los trabajadores de la madera, estaba escrito, por Manuel San-

roma, Cómo se forma un carpintero: Manual práctico de carpintería moderna; para

los cerrajeros, Cómo se forma un cerrajero. Tratado práctico de cerrajería

Moderna, de Antonio Frades Arús; para los que simplemente buscaban distracción

y reflexión había obras como: Genoveva de Bravante, Los frutos de una buena

educación, La barca del pescador, escritos por Schmid. También estaba María de

Jorge Isaac, La lira de la patria de Juan de Dios Peza, La dama de las camelias de

Alejandro Dumas, Biblioteca del Nifio Mexicano --que consistía en la narración de

32. Periódico oficial 8 Estado de Colima (Colima). 1 de febrero de 1913, p. 40..

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los episodios históricos de México por Heriberto Frías--, la Biblioteca de recreo, la

Biblioteca Escolar Recreativa, la Biblioteca Calleja y las obras de Julio Verne.33

Tan maravilloso invento No sólo había que incitar a los colimenses a leer y a escribir. También a las

féminas se les debía enseñar el corte de ropa; había que ayudarlas también a pegar

e hilvanar telas a la par que sueños. Así, la señora H.A. Wooolman fue llamada

directamente por Alamillo para que impartiera un curso de corte de ropa “ACME” a

las directoras de las escuelas. Éstas, a su vez, serían las encargadas de trans-

mitirlo a sus subalternas y alumnas. Así se hizo y en tan sólo un mes las

profesoras, tijera en mano, aprendieron a cortar telas y a crear vestimentas

“habiendo quedado satisfechas tanto las discípulas como el Gobierno, pues la

expresada señora dio cumplimiento exactamente con su compromiso”.34 No nada

más las profesoras fueron beneficiadas con el método de corte “ACME”: lo mejor

de la sociedad femenina colimense, también armada de agujas e hilo, se lanzó al

aprendizaje de “tan maravilloso invento”. Así lo publicó La Gaceta de Guadalajara

y describió el rotundo éxito del método “ACME” en estos términos:

fue tan fácil y violento [sic] el aprendizaje de su sistema de corte para las alumnas, que en poco más de un mes adquirieron todos los conocimientos indispensables, quedando de tal manera satisfechas de la enseñanza adquirida tanto las alumnas como el Gobierno, que en la fiesta del 5 de febrero último, se hizo una exposición de los trabajos emprendidos bajo la dirección de la inteligente profesora; mereciendo ésta generales alabanzas.35

33. Ibíd..

34. “Triunfó el sistema ‘ACME’ de la señora Woolman en Colima”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 14 de febrero de

1912. p. 4.

35. Las profesoras, discípulas de la señora Woolman según una misiva fechada en Colima el 7 de febrero de 1912 y pub-

licada en el artículo ya citado, fueron: María Guadalupe Vizcarra, directora de la escuela “Superior de niñas”; Juana

Pamplona, de “La Esperanza: María Trinidad León de “La Independencia”; Paula Vea, de “La Filantropía”: Maria Guadalupe

Alfaro, Mercedes Prado y Ramona Álvarez de la “Ocampo”; Ramona Andrade de “La Reforma”; Luisa Ruiz de “La

Restauración”; María Refugio Mariscal de “La escuela de Adultas”. Véase Ibíd ...

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Cuando Alamillo, por las causas que más adelante veremos, dejó el gobierno

del estado, fue nombrado gobernador interino Julián Jaramillo, éste manifestó en

su informe --justamente una año después del último informe de Alamillo-- que se

sentía profundamente preocupado por la instrucción pública, y que había

encontrado el ramo en malísimas condiciones. Igual que Alamillo, Jaramillo con-

trató a un profesor normalista de la ciudad de México, para que metiera en cintura

el ramo educativo. El nuevo director conferenció con los profesores que

manifestaron que el programa vigente estaba muy “recargado”, “por lo que se

procedió desde luego á analizar todas y cada una de las asignaturas del mismo y,

previas concienzudas discusiones se convino en reformarlo, teniendo en cuenta los

métodos, procedimientos y formas más adecuadas para hacer efectiva la

educación de la niñez en los mejores resultados posibles”. Jaramillo, como parte

de sus reformas educativas, le aumentó el sueldo a los profesores de 67 centavos

a un peso diario. 36 Como era la costumbre en aquellos ayeres, llegaba un nuevo

gobernante y tiraba por los suelos la labor de su antecesor en materia educativa

De la misma manera que Alamillo despreció la labor educativa de la Madrid

(obviamente por razones personales), Julián Jaramillo le pagó con la misma

moneda a don Trinidad. Y así se cerraba una etapa más en la historia evolutiva de

la educación de Colima. Etapa por demás, que cerraría a lodo y piedra las labores

iniciadas por ilustrados de la talla de Castellanos.

36. “Informe rendido por el gobernador constitucional interino del Estado C. Gral. Julián Jaramillo, ante la XIX Legislatura el

día 16 de septiembre de 1913. al abrir esta el primer periodo de sus sesiones ordinarias en el segundo año de su ejercicio

legal. Contestación del presidente de dicha cámara, C. Lic. Miguel García Topete”, periódico oficial El Estado de Colima

(Colima), 20 de septiembre de 1912. p. 302..

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Capítulo 6 La Exposición Costeña:

el pretexto político de Alamillo La Exposición Costeña fue un rosario de motivos políticos para don Trinidad. Por

principio de cuentas, le sirvió para darse a conocer en todo el país y en partes del

extranjero como gobernante progresista y visionario. La Exposición también le sir-

vió para amarrar una buena relación con el presidente Francisco 1. Madero. De su

propia experiencia anterior con Porfirio Díaz, Alamillo sabía lo importante que era

establecer relaciones personales con el presidente en turno. El gobernador conocía

ciertamente el terreno que pisaba. Recién estrenaba Alamillo gobierno en noviem-

bre de 1911, cuando Madero apenas se acomodaba en la silla presidencial. En ese

estado de cosas, Alamillo escribió una misiva al nuevo presidente poniéndose por

entero a sus órdenes. En la carta, fechada en Colima el 8 de noviembre de 191 1,

Alamillo empezó por felicitar a Madero por su nueva embestidura pública y dijo:

“en lo personal, me es muy grato ofrecerme á sus órdenes asegurándole que

puede tener plena confianza en mi lealtad y en mi respeto.“1 La carta tenía como

1. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, documento 026824. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero.

Colima. 8de noviembre de 1911..140

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objetivo convencer a Madero de la sinceridad de las palabras del gobernante

colimense. Reiteró Alamillo: “Tengo la creencia de que cuando me ofrezca á la dis-

posición de Ud. personalmente, me dispensará su confianza, pues deseo ir á esa

capital si Ud. me autoriza, para repetirle mis respetos y recibir sus instrucciones”.2

De paso, aprovechó Alamillo para decirle a Madero, que había recibido la

gubernatura colimense de sus “paisanos unánimemente en las elecciones

secundarias”, seguro de que sus palabras causarían un buen efecto en el “Apóstol

de la democracia” quien creería así que la revolución empezaba a cosechar triunfos

en el remoto estado de Colima. Expresó Alamillo a Madero: “Colima ha dado un

ejemplo de Democracia nombrándome su Gobernador y tengo positiva satisfacción

de decir á Ud. que en este Estado las elecciones se verificaron con toda legalidad”.

Así hablaba Alamillo a propósito de las elecciones, adelantándose a la versión que

los quinteristas seguramente darían a Madero:

Debo manifestara Ud. que llegó á mi conocimiento, tiempo hace, que tratarían mis pocos contenientes [sic] políticos de ponerme en mal cerca de Ud., pero yo he confiado siempre en su buen criterio sobre que suspendería su juicio respecto á mí, entre tanto tengo el gusto de hablarle personalmente.

Que me baste por ahora manifestar á Ud. que yo le respondo de que en este Estado se conservará la tranquilidad pública.3

Mientras Alamillo no tuviera una entrevista personal con Madero, su posición

estaba a merced de los informes de los quinteristas. Por ello dejó a la palabra

escrita la tarea de convencer al presidente: “Protestando á Ud. que mi voluntad y

energías serán íntegramente consagradas al servicio de mi querido Estado,

encaminándolas siempre á hacerme acreedor de toda la confianza de Ud., me sus-

2. Ibíd..

3 . Ibíd ...

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cribo, con la mayor consideración, su muy afectísimo y respetuoso seguro ser-

vidor”.4

A través del papel, Alamillo no perdía oportunidad de mostrarse maderista

convencido y convencedor --aunque no convenenciero--, pues mantuvo constante

correspondencia con Madero. Las líneas intercambiadas entre ambos dignatarios

son prueba fehaciente de la buena voluntad que al parecer Madero le tenía al

gobernador de Colima. Ventaja, dicho sea de paso, que don Trinidad supo

aprovechar para pedir favores al gobierno del centro y por supuesto, para lograr

obtenerlos casi siempre. En las páginas que siguen pretendo demostrar cómo, a

través de esas cartas, fue creciendo la confianza de Madero en Alamillo, y cómo,

como resultado de ese intercambio episcolas, diversos asuntos le resultaron

favorables a don Trinidad, porque siempre sabía cobijarlos en una sola palabra

mágica: democracia. Pronto Alamillo advirtió que si a la palabra democracia le

agregaba el concepto (porfirista) de progreso, la combinación perfecta resultaba

para ganarse de una vez por todas la confianza de Madero. Así fue como cuajó el

proyecto de la Exposición que, en teoría, acarrearía el progreso por toneladas a

Colima.

Para Alamillo no resultó demasiado difícil convencer a Madero de su buena

“disposición”. Lo que sí le fue más delicado fue mantener indefinidamente la buena

imagen que se había forjado frente a los ojos de Madero. En más de una ocasión

tuvo que evitar que “noticias alarmantes” enviadas al centro sobre la situación

política de Colima pusieran en entredicho su autoridad. De la siguiente manera

informó a Madero sobre lo que acontecía en Colima, lo que a su parecer no eran

sino “rumores” lo que se decía respecto a que el estado era un foco de revolución.

4. Ibíd. ..

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En una carta fechada en Colima el 20 de febrero de 1912, Alamillo le dijo al presi-

dente que tales noticias eran totalmente falsas “y dadas con refinada mala fe tales

aseveraciones, pues el Estado se conserva enteramente tranquilo y la única gavilla

que se dirigía hacia estos rumbos fue aniquilada”.5 Ufanándose Alamillo de que

mantenía al estado de Colima bajo su control, aprovechó para asegurarle a

Madero: “yo velaré siempre por la tranquilidad del Estado de mi mando” y,

hablando en nombre de todos sus presuntos electores, concluyó: “con toda lealtad

sostendremos los colimenses al Gobierno que tan patrióticamente Ud. preside”.6

Tan sólo un año después enviaría Alamillo, al cajón del olvido, su confesada lealtad

al maderismo.

La vida en Colima para Alamillo no era fácil. Presa de preocupaciones

paranoicas, siempre creyó ver a los quinteristas fracasados pisándole la sombra en

la contienda electoral. Tanto así, que a la menor oportunidad les achacaba todos

sus problemas políticos. Cuando Madero le pidió cuentas sobre una queja que el

comerciante y quinterista Blas Ruiz le presentó, por que se le ponían “dificultades

en sus negocios comerciales atribuyendo tal hecho a cuestiones políticas”,

Alamillo formuló sus explicaciones diciéndole a Madero que tanto a Ruiz, como al

“grupo de personas que hicieron oposición á mi candidatura y que hasta la fecha

han estado haciendo política solapada, los he tratado con toda consideración y les

he dado las garantías necesarias”. De lo único que se podía quejar Ruiz entonces,

según Alamillo, era de que tenía que pagar impuestos como los marcaba la ley:

Lo único que pasa y esto es un hecho positivo, es que el señor Ruiz tiene el pecado de que, como todos los favorecidos aquí por el Gobierno de la Dic- tadura, no pagaba contribuciones por varias de sus fincas y á la vez hacía grandes fraudes al erario como comerciante y como sabe que se han com-

5. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026830. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima,

20 de febrero d e 1912.

6 . Ibíd. ..

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enzado á verificar visitas y que saldrá mal en la que á él se le haga, cuando se llegue su turno, así como que se le hará pagar, aunque sea en parte, por el capital que representa.’

Alamillo no podía permitir que sus opositores políticos se dieran el lujo de

ponerlo en evidencia con Madero. Tajante, el gobernador afirmó que Ruiz “viene

preparando hipócritamente el terreno para decir á su tiempo que yo lo hostilizo

como Gobernador del Estado á pesar de las respetables recomendaciones que Ud.

me ha hecho”.8 Como todo lo que apestara a porfirismo (salvo la idea de progreso)

era mal visto durante el periodo maderista, Alamillo se apresuró a decir al presi-

dente:

Esta es la verdad de lo que pasa y me permito ponerlo á Ud. en antecedentes, para que con la justificación con que siempre procede Ud. en todos sus actos, se sirva pesar el verdadero valor de los míos, pues creo que, dados los ideales de ese Gobierno que tan acertadamente Ud. regentea, no debo por mi parte seguir apoyando los abusos que por tantos años han com- etido los hombres que pertenecieron al antiguo régimen.9

Para que Madero no albergara duda alguna, remató la carta don Trinidad

diciendo: “estoy seguro de que Don Blas Ruiz no es capaz de citar un solo hecho

concreto en que yo le haya dificultado alguna de sus operaciones comerciales ó lo

haya molestado en algún sentido”.10

Como buen político que era, Alamillo olvidó mencionar que ya se había dado

a la tarea de meter en cintura a sus enemigos políticos. Blas Ruiz, acaudalado

comerciante y principal sostén de Torres Quintero durante sus campaña política, le

estaba haciendo mucho ruido. Lo mismo ocurría con don Manuel Ceballos, también

simpatizante de don Gregorio. Prefirió Alamillo coartar la influencia que podían

7. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026835. Carta d e J . Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima, 7

de marzo de 1912.

8. Ibíd..

9 . Ibíd..

10. Ibíd. ..

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seguir ejerciendo entre los demás quinteristas descontentos con los resultados de

las elecciones de 191 1. En mayo de 1912, la Secretaria de Gobernación gracias a

la información dada pro Alamillo ordenó un cateo a la casa de don Blas Ruiz, “por

tenerse noticia de que en ella se oculta un depósito de armas y de parque”. Para

mala suerte de Ruiz en efecto se encontraron (según informe oficial del juez de dis-

trito encargado del cateo) ocho cajas con 7,292 cartuchos metálicos calibres 45-

60 y 50-70. El juez de distrito reportó:

Con motivo del estado de revuelta en que desgraciadamente ha estado una parte de la República, no se permite la introducción de armas y parque, lo que implícitamente quiere decir que al Gobierno, que vela por la paz pública, Inter.- esa conocer la existencia de esa clase de objetos, cuando ésta es de alguna importancia, como en el presente caso sucede.11

Alamillo informó del acto a la secretaría de Gobernación sugiriendo que, para

evitar males mayores, se debería poner el armamento a resguardo del gobierno y

que Ruiz realizara ventas de armas, si así lo deseaba, previo permiso del

gobernador: “Este Gobierno cree prudente retirar del poder de dicha persona esos

pertrechos, siquiera en el ínterin que cambien las circunstancias delicadas del país

y en virtud de que esa medida es aconsejada por la previsión, pues nada debe

omitirse para la conservación del orden público”.12

La secretaria de gobernación aprobó la determinación de Alamillo y los

cartuchos fueron custodiados por el gobierno a través del cuartel de policía. ¿Qué

fin tendrían los cartuchos? No encontré constancia escrita de que Blas Ruiz haya

solicitado permiso para venderlos. Esperar que Ruiz se rebajara y fuera frente al

gobernador para solicitar el multicitado permiso, era pedirle peras al olmo. Por otra

11. AGGEC. Legajo 816. Año 1912. Carta del Juez de Distrito en el estado al gobernador. Colima. 2 de mayo de 1912.

12. AGGEC. Legajo 816. Año 1912. De Trinidad Alamillo al secretario de estado y del despacho de gobernación. Colima, 4

de mayo de 1912..

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parte el gobierno, en vista que Ruiz no se pronunciaba por rescatar los cartuchos,

tomó posesión completa de ellos. Toda esta historia, sin embargo, nos habla de

otra más profunda: nos habla de la personalidad del gobernador y nos deja

entrever su apasionamiento político. Porque si algo era seguro era que J. Trinidad

Alamillo había decidido no dejar ir vivo a Blas Ruiz. Así reciprocaba Alamillo los

favores que en otro momento Ruiz le había proporcionado a su enemigo político

Gregorio Torres Quintero. Y Ruiz lo sabía. Por si eran peras o manzanas, en el

mismo mes de mayo de 1912, Ruiz pidió amparo contra “actos del Gobierno del

Estado y del Director Principal de Rentas”. El motivo de dicho amparo,

argumentaba Ruiz, era que se le cobraba un impuesto predial desde una fecha

anterior a la manifestación de propiedad de la finca motivo de la disputa. El asunto

se fue hasta la Suprema Corte de Justicia de la ciudad de México y se le concedió

amparo al quejoso.

Pide y te será concedido Como buen político que era, Alamillo mantuvo al día su correspondencia con

Madero. Así, con motivo del informe de este último a la Cámara de Diputados,

Alamillo le envió “entusiastas y sinceras felicitaciones por esa importante pieza ofi-

cial, que pone de relieve la patriótica labor de Ud. como Presidente de la

República”. Pero Alamillo no daba paso sin huarache. Al tiempo de felicitar al pres-

idente de la república, aprovechó para alardear sobre su labor al frente del estado

de Colima, e informó que “el Estado de mi mando se encuentra en completa paz y

que el pueblo y el Gobierno marchan en la mejor armonía”.13 Al mes y semanas de

13. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026836. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima,

12 d e abril de 1912..

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escrita esta carta, Alamillo comenzó paulatinamente a pedir favores políticos para

su gobierno. Pidió de entrada a Madero --a través de Juan Sánchez Azcona, su

secretario particular-- que se revocara el nombramiento del juez suplente de dis-

trito, Andrés Loreto, por haber pertenecido a la administración delamadridista, y

por haber obedecido a un “favoritismo conquistado por medio del servilismo y la

abyección” a la administración pasada, por supuesto, y no a la suya.14 Alamillo

agregó:

He estado aplazando que ese individuo preste ante mí la protesta legal, que todavía no ha prestado, con la esperanza de que el señor Presidente, impuesto de los antecedentes que le refiere, retirara ese nombramiento que apoyado por respetables personas, aseguro fue mal recibido y figura entre los actos odiosos de la pasada Administración que causaron disgusto en este Estado.15

Al mismo tiempo pidió Alamillo que quien lo remplazara fuera Miguel García

Topete. Alamillo logró la revocación del nombramiento a Loreto pero lo que no

pudo hacer, después de muchas cartas, fue que el nombramiento recayera en

García Topete. Cuando Alamillo cayó en la cuenta de que no convencía a Sánchez

Azcona, el secretario del presidente con sus buenas frases, usó razones de más

peso esta vez dirigidas al propio Madero: “Me permito molestar la atención de Ud.

con un asunto de interés para la buena marcha de las relaciones del Gobierno de la

Federación con el del Estado de mi mando, referente al juzgado de distrito de

Colima”. ‘6 Esta vez ya no pidió el puesto de suplente para su amigo sino el de

titular del juzgado. Adució Alamillo ahora que el juez Ignacio Escoto podía ser

jubilado porque ya expiraba el plazo de cuatro años estipulado para el cargo.

14. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026837. Carta de J. Trinidad Alamillo a Juan Sánchez Azcona, secre-

tario particular de Francisco 1. Madero. Colima, 29 de mayo de 1912.

1 5 . Ibíd..

16. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026842. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima,

3 0 de julio d e 1912..

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Agregó, para el conocimiento de Madero, una historia sobre el martirio que García

Topete padeció en tiempos de la Madrid:

Creo, pues, señor Presidente, que al Licenciado García Topete se le debe una restitución, una reparación por las vejaciones y persecuciones de que fue objeto y creo que la mejor manera de lograrlo, es nombrarlo Juez de Distrito en Colima, en substitución del Licenciado Ignacio Escoto por su reconocida integridad y energía y en caso de resolverse favorablemente esta instancia, la federación y el Estado se verán satisfechos.17

No confiado con influir en el ánimo del presidente Madero, en la misma fecha

escribió al secretario Juan Sánchez Azcona, pidiéndole que hiciera “suyo [su]

deseo de que en su oportunidad sea nombrado Juez de distrito en Colima el señor

Licenciado García Topete”.l* La insistencia de Alamillo obedecía, a buen seguro, a

que por ningún motivo podía dejar fuera del juego político a su seguidor y cercano

colaborador, García Topete, pieza clave en los manejos políticos ejecutados para

que Alamillo llegara a la gubernatura. Así le pagaba Alamillo a García Topete su

prolongado favor. Pero pese a su gran labor de convencimiento, don Trinidad no

logró su objetivo. El miércoles 7 de agosto le contestó el secretario particular de

Madero: “encontré bien dispuesto al Primer Magistrado en favor del señor García

Topete, aunque me indicó que tenía ya otro candidato para ese puesto, pero que

vería la manera de dar una solución satisfactoria al asunto”.7g Días más tarde

Sánchez Azcona le dio a don Trinidad una respuesta definitiva y nada “satisfac-

toria”:

Contesto la atenta de usted de 30 de julio próximo pasado, y después de haber estudiado el asunto que en ella expone, tengo la pena de manifestar á

17. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026843. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima,

30 de julio de 1912.

18. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026846. Carta de J. Trinidad Alamillo a Juan Sánchez Azcona.

Colima, 30 de julio de 1912.

19. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026847. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo.

México, DF., 7 de agosto de 1912..

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usted que por compromisos anteriormente contraídos por el Gobierno, no puede este acceder, por el momento á lo que usted desea; pero tal vez en otra oportunidad sea posible obsequiar esos ó análogos deseos de usted, pues le son bien conocidos los antecedentes del señor Lic. García Topete.20

Al parecer, Alamillo ya no le movió más al asunto de García Topete, pero

proporcionó al presidente de la República un claro ejemplo y una prueba con-

tundente de la ineptitud de los legisladores y jueces en Colima de manera velada,

al exponer el caso de la expropiación de una parte de la hacienda de Cuyutlán. Así

empezó don Trinidad su misiva: “una de las causas del malestar social en este

estado, durante la administración pasada, eran los abusos en diversas formas com-

etidos por un grupo de privilegiados, al amparo del favoritismo del Gobierno y de la

pasividad de los legisladores y jueces”.z7 Expuso luego Alamillo el caso de

Cuyutlán y las arbitrariedades que el dueño de la hacienda, Francisco Santa Cruz

Ramírez había cometido. Y como siempre que quería conseguir la aprobación de

Madero en un asunto particular, recurrió esta vez también a los ideales máximos

de la revolución. Dado que en este asunto el dueño de la hacienda de Cuyutlán

había apelado a los tribunales en contra de los actos del gobernador, Alamillo

declaró:

Interesante en sumo grado va de por medio no sólo remediar uno de los males de la sociedad de Colima y de la República, sino el prestigio de los Poderes de esta Entidad, puesto que el público está pendiente del resultado final de este ruidoso asunto y va de por medio también el prestigio de la labor de la revolución reclamando estricta justicia, con tantos esfuerzos y afanes de Ud., señor Presidente.22

20. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026844. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo.

México. DF., 14 de agosto de 1912.

21. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026848. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima,

31 de julio de 1912.

22. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026850. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima,

31 de julio de 1912..

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Las palabras de Alamillo no pudieron tener mejor efecto. Días después de

enviada la carta recibió respuesta del secretario particular de Madero en la que le

decía: “referente, á los asuntos de Cuyutlán, he dado los pasos necesarios para

que en términos de justicia dicho asunto se resuelva favorablemente para el

prestigio del gobierno de U.“.23 Alamillo supo con esta resolución que no tenía

nada de qué preocuparse. Todo parecía indicar que las relaciones entre él y el

presidente Madero marchaban a la perfección. Aprovechó pues Alamillo para darle

a conocer el gran proyecto que marcaría su carrera política: la Exposición Costeña.

Fue así cómo, el martes 31 de julio de 1913, notificó al presidente Madero del

proyecto en gestación:

Cumplo con el grato deber de poner en conocimiento de Ud. que deseando por todos los medios que estén á mi alcance, ayudar no solamente á con- servar la paz y la tranquilidad, sino á procurar el engrandecimiento del pueblo, estoy organizando, aunque con algún sacrificio, una exposición costeña que se abrirá al público el primero de noviembre próximo; exposición de cuya tras- cendental importancia Ud. mejor que nadie estará perfectamente bien pene- trado. 24

La invitación Alamillo iba a la segura con el proyecto de la Exposición. Sabía que con su

proyecto ganaría para siempre la confianza de Madero. Por ello y para asegurarse

23. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026851. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo.

México. DF., 8 de agosto d e 1912.

24. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026852. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima,

31 de julio de 1912..

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respondientes en el edificio de la Exposición”.37 Y con ánimos de sondear ante

Sánchez Azcona la posibilidad de una visita a Colima de Francisco 1. Madero, así

se expresó:

Es tal el interés que tengo en que venga el señor Presidente á inaugurar la Exposición, que en caso de que no pudiera venir para el día primero de enero, aun cuando el certamen se abriera en esa fecha, podemos citar su inauguración para uno ó dos meses después, á fin de que el Primer Magistrado de la República concurra á verificar la inauguración.38

El mayor triunfo para Alamillo sería que Madero visitara Colima, sin importar

lo que la multicitada Exposición tuviera que esperar para su llegada. Además, la

temporada de baños de Cuyutlán, representaba un buen atractivo para los capi-

talinos y así lo mencionó Alamillo. Su carta obtuvo el efecto deseado en el ánimo

del secretario de Madero, pues “confidencialmente” le sugirió a Alamillo escribir a

Madero para obtener una respuesta de la invitación a Colima. Estas fueron las

palabras de Sánchez Azcona:

Mucho agradó al señor Presidente la idea de ir a Colima en la época de los baños de mar, aun cuando todavía no lo ha resuelto de una manera decidida. Como yo comprendo que es interesante para usted saber a punto fijo si el señor Presidente irá o no, confidencialmente me permito sugerirle la idea de que le escriba usted en tal sentido, a fin de que obtengamos una con- testación categórica, que, por muchos motivos, creo que será afirmativa.39

Ni tardo ni perezoso, Alamillo escribió a Madero, siguiendo los consejos de su

hora amigo Sánchez Azcona. Lo hizo en un tono que no daba lugar a una

repuesta negativa por parte de Madero. Así empezó su misiva don Trinidad:

7. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026871. Carta de J. Trinidad Alamillo a Juan Sánchez Azcona.

clima, 12 de noviembre de 7 912.

3. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc.026871-026872. Carta de J. Trinidad Alamillo a Juan Sánchez

zona. Colima, 12 de noviembre de 1912.

). AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026888. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo.

México, DF.. 18 de noviembre de 1912..

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Tenía el propósito de ir a esa capital, expresamente á presentar á Ud. mis respetos y reiterarle mis deseos de que si sus importantes atenciones se lo permitían, se sirviera venir á esta ciudad, haciéndole, como tengo el gusto de hacerlo ahora por medio de la presente, la más formal invitación para inaugurar la Exposición Costeña de Colima, pero debido á trabajos que no puedo abandonar, no me ha sido posible verificar ese viaje. En tal virtud, estando con dobles atenciones y por la premura del tiempo, me permito manifestar á Ud., una vez más, mis vehementes deseos de verlo entre nosotros, enviándole en estas líneas á nombre del pueblo colimense y en el mío propio, la más atenta invitación para que se sirva Ud., si lo tiene á bien, honrar la Exposición inaugurándola personalmente.40

El “3 de Madero Aunque la carta en que Madero aceptó gustoso pisar tierras colimenses no se

encuentra en la caja correspondiente en el Fondo Madero del Archivo General de la

Nación, podemos inferir, por la respuesta de Alamillo el tenor de la nota del presi-

dente: “Las presentes líneas”, dijo Alamillo, “tienen por objeto dar á Ud. las

gracias por esta nueva deferencia de aceptar una invitación de un Estado pobre y

pequeño como es este, pero que con la paz ha sabido demostrar su más absoluta

adhesión, respeto y cariño hacia Ud.“.41

Alamillo tenía la absoluta seguridad de que el presidente Madero no podría

resistir a la tentación de dejarse mojar por la famosa ola verde de Cuyutlán. Y para

hacer más apetecible la investigación, agregó en su misiva a Madero, que los

colimenses esperaban “que aunque el viaje de Ud. sea rápido, tendrá tiempo de

tomar un baño en Cuyutlán, que es muy agradable.‘142 Y al parecer el viejo

Cuyutlán cautivó al místico Madero. Su secretario particular le escribió a Alamillo

40. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936. doc. 026874. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima,

23 de noviembre de 1912.

41. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026877. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima,

4 de diciembre de 1912.

42. Ibíd. ..

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diciendo que el señor Madero deseaba “estar el mayor tiempo posible en Cuyutlán

para tomar los baños”.43 En cuanto don Trinidad tuvo en sus manos la carta de

Sánchez Azcona, contestó que los deseos de Madero serían respetados y

cumplidos. Por ello mismo propuso: “Reducir el tiempo que esté en esta ciudad á

una noche y un día y en cuanto á Cuyutlán puede permanecer lo que guste, pues

mientras más se prolongue su estancia más grato nos será á los colimenses y será

de más provecho para la salud y descanso del señor Presidente”.44 Y Alamillo,

entusiasmado sobremanera con lo que la visita presidencial podría significar para

su gobierno, planeó con todo cuidado (y de la siguiente manera) la estancia del

presidente Madero:

En mi concepto la hora más apropiada para que llegara el tren presidencial serían las cinco y media de la tarde: pasaría aquí la noche para descansar; al día siguiente se inauguraría la Exposición y por la tarde, entre 3 y 4, saldría para el balneario de Cuyutlán, á donde se llega en dos horas por ferrocarril. Después, en caso de que el señor Presidente quisiera ir hasta el puerto de Manzanillo, á donde solo se hace una hora de Cuyutlán, también por ferrocar- ril, podría hacerlo al día siguiente y regresar por la tarde al mismo balneario, regresando después de permanecer el tiempo que le permitan sus importantes atenciones, deteniéndose en Colima si gusta descansar ó continuando su viaje hasta la capital sin detención ninguna, si así lo desea.45

Lo importante para Alamillo era que el presidente se encontrara a sus anchas

en su paso por Colima y Cuyutlán. Él trataría, por todos los medios, de hacer lo

posible para conseguirlo. Además, don Trinidad, “genio y figura hasta la

sepultura”, recomendó a Sánchez Azcona que aconsejara “al señor Presidente que

traiga media docena de trajes de dril de lino blanco y sombreros de jipi”, pues el

calor colimense podía parecer inclemente al visitante. Y así Alamillo quedó en

43. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026879. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo.

México, DF., 9 de diciembre de 1912.

44. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026880. Carta de J. Trinidad Alamillo a Juan Sánchez Azcona.

Colima, 13 de diciembre de 1912.

45. Ibíd. ..

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espera de que se ultimaran los detalles del viaje de Madero a Colima. La última

carta que recibió de Sánchez Azcona, éste le notificó que Madero “se mostró muy

complacido por las atenciones de U.“, y le agradecía en particular por las sugeren-

cias del guardarropa que debería lucir en la tierra de las palmeras. Madero

prometió formalmente estar en Colima en la fecha acordada. Pero sabedor (y

previsor) de que cualquier cosa podría suceder por aquellos aciagos tiempos,

Sánchez Azcona escribió: “Me encarga [el señor presidente] le diga que una vez

resuelto su viaje a ésa, será para la fecha fijada (salvo el caso de que

acontecimientos imprevistos de carácter político lo hagan modificar su resolución),

y con todo gusto permanecerá en Colima dos noches y dos días como Uds. Lo

desean, pasando después a Cuyutlán”.46

El vaticinio involuntario del secretario de Madero se cumplió: los

“acontecimientos imprevistos de carácter político” no le dieron tiempo, ni vida,

para llegar hasta los baños de mar de Cuyutlán. Pero Alamillo, que en lo político

tenía más vidas que un gallo, en menos que cantara un gallo se olvidó de la

repetida amistad y profunda lealtad al extinto presidente Madero. Don Trinidad,

prototipo de político mexicano, simplemente hizo lo que le dictó su intuición: junto

con otros gobernadores, reconoció al asesino de Madero como presidente de la

república. Las siguientes son las palabras del historiador Michael C. Meyer: “a

fines de febrero de 1913, a una semana apenas de los asesinatos” de Francisco 1.

Madero y de José Maria Pino Suárez, el gobierno de Victoriano Huerta había

recibido “protestas de lealtad” “casi inmediatamente [sic] por parte de los

gobernadores José Portillo y Rojas de Jalisco, Rafael Cepeda de San Luis Potosí,

46. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026883. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo.

México, DF. 21 de diciembre de 1912..

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Francisco Barrientos y Barrientos de Puebla, Manuel Mestre Ghigliazza de Tabasco,

J.T. Alamillo de Colima, y Antonio P. Rivera de Veracruz, [ . ..]“.47

Aunque con seguridad los otros gobernadores tenían sus razones propias

para mostrar su lealtad a Huerta, la de Alamillo era clara y precisa pues de una

cosa estaba seguro, la Exposición continuaría siendo el anzuelo para atraerse la

buena disposición del gobierno del centro. Así, Alamillo seguiría pescando en el mar

revuelto en que se convirtió la dictadura huertista. Esto al menos, hasta que las

circunstancias se lo permitieron.

No fue Madero, tampoco seria Huerta Si la exposición fue una red para pescar la buena voluntad de Madero, Alamillo,

una vez desaparecido el presidente, se decidió a atrapar la consideración de Vic-

toriano Huerta, usando para ello el mismo instrumento: la Exposición. Bajo las cir-

cunstancias tan difíciles en que se encontraba la república, Alamillo viajó hasta la

capital a invitar personalmente al presidente Huerta a que inaugurara la exposición

costeña. Esa era la misma invitación que un mes antes había hecho al entonces

presidente Madero.

Según lo menciona el periódico oficial, retornando la información publicada en

el diario capitalino El Universa/, Huerta aceptó gustoso la invitación para asistir a la

apertura de la exposición. Sólo que había un pequeño inconveniente: para salir sin

pendientes de la capital, el país tenía que estar pacificado. Huerta pidió entonces a

Alamillo retrasar la apertura de la exposición por quince días. En ese plazo pensaba

Huerta meter en cintura a los revolucionarios. Aprovechó Alamillo sus contactos

periodísticos entonces y, en entrevista exclusiva con El Universal, declaró que fue

47. Michael C. Meyer, Huerta: A política Portrait Lincoln. University of Nebraska Press, 1972), p. 83..

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él “quien escribió al señor Presidente de la República, noticiándole [sus] deseos de

venir a ponerme a sus órdenes, y el alto magistrado me contestó que vería con

agrado mi llegada”.48 La memoria histórica de Alamillo era corta y selectiva. Pero

lo más extraordinario de él --y seguramente de otros que se pronunciaron a favor

de Huerta con tanta rapidez-- fue su manera camaleónica de cambiar los colores de

su bandera: un día era demócrata; el siguiente partidario del dictador Huerta. ¿Qué

pensarían nuestros abuelos al leer las noticias sobre el gobernador en los

periódicos? Les mofarían? ¿Se preocuparían ? ¿Hablarían pestes de Alamillo? Quizá

nunca lo sabremos.

De lo que sí tenemos noticia es que una vez que Alamillo estableció con-

tactos respetuosos con el nuevo presidente, se dedicó a publicitar, en la ciudad de

México, su labor al frente del gobierno de Colima declarando que en el estado no

se conocía la revolución, que los revolucionarios no habían puesto pie en territorio

colimeño. La tranquilidad que moraba entonces en estas tierras, según el

gobernador huertista, era el motivo por el cual el progreso se había instalado con

pie firme las comarcas bajo su mando. Alamillo anunció entonces que, en Colima,

i estaban “para llevarse a efecto el drenaje, la pavimentación y el abastecimiento de

i aguas potables”. Y también indicó, mostrando cómo el progreso crecía en estas /

tierras fértiles como las palmeras con sus cocos, que “Se asfaltarán y

macademizarán las principales avenidas; se hará un moderno Hospital Civil; se

construirá una calzada de circunvalación y se llevarán a efecto otras obras impor-

tantesn. 49

48. “Prensa de la capital. Cómo se expresa la prensa metropolitana con motivo del viaje del señor Gobernador del Estado

don J. Trinidad Alamillo a la Capital de la República, a donde fue con objeto de invitar al señor Presidente y a su Gabinete, a

la inauguración de la exposición Costeña Colimense”. Véase el periódico oficial El Estado de Colima. 22 de marzo de 1913,

p. 97.

49. “A qué viene el Sr. gobernador de Colima”. Periódico oficial E/ Estado de Colima, 22 de marzo de 1913, p. 97..

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Alamillo aprovechó también su viaje a México para entrevistarse con el alto

mando del gobierno de Huerta e invitarlo a la Exposición. Indicó además que

aplazaría la fecha de su inauguración con tal que asistieran Huerta y su gabinete

presidencial:

La Exposición de referencia que se ha venido preparando desde hace algún tiempo y para cuyo completo éxito se ha hecho invitación especial a todos los expositores de la República por intermedio de los Gobernadores de los Estados, hubo de transferirse, en su apertura, con motivo del estado anormal del país. Pero ahora va definitivamente a inaugurarse el mes próximo y deseoso el Gobierno de Colima de dar al acto toda la solemnidad que requiere, acordó invitar para la inauguración al señor Presidente de la República.50

El Universa/, que en esta ocasión actuaba de portavoz de Alamillo, mencionó

a sus lectores la importancia que tenía la ya famosa Exposición Costeña de Colima

y por qué se había cambiado una vez más la fecha de su inauguración:

Este cambio [de fecha] allana las dificultades y puede asegurarse ya que a la apertura de la Exposición Costeña de Colima asistirá el señor Presidente de la República. Los preparativos para la exhibición están ya casi concluidos y las obras avanzan rápidamente. Por otra parte, los materiales de exhibición son abundantísimos y se espera un completo y brillante éxito.51

Pero lo que importaba a Alamillo y allí su escapada a la capital de la república

era poder convencer al congreso de su estado de la importancia nacional que la

Exposición había cobrado y de la irreversibilidad de su inauguración. Y por si fuera

poco, Alamillo decidió aprovechar el júbilo causado por las palabras del presidente

y sanción a su proyecto para, una vez de regreso en Colima, lograr que el con-

greso le aprobara una inversión de diez mil pesos --con cargo a la partida de

50. “Prensa de la capital. Cómo se expresa la prensa metropolitana con motivo del viaje del señor Gobernador del Estado

don J. Trinidad Alamillo a la Capital de la República, a donde fue con objeto de invitar al señor Presidente y a su Gabinete, a

la inauguración de la Exposición Costeña Colimense”. Véase el periódico oficial 8 Estado de Colima, 5 de abril de 1913. p.

113.

51. Ibíd. ..

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gastos extraordinarios-- para invertirlos en la Exposición Costeña.52 Esta fue la

segunda rebanada que le cortó don Trinidad al pastel del presupuesto estatal. En la

bolsa se llevó, hasta donde puedo deducirlo basándome en la información dis-

ponible --y sólo de partidas aprobadas por el Congreso-- 15,000 pesos de los de

entonces, Quizá Alamillo hubiera podido cortar otras rebanadas al presupuesto del

estado si sus planes no se hubieran visto truncados con los acontecimientos de

abril de 1913 cuando en respuesta a una manifestación en su contra en la plaza

principal, Alamillo ordenó a la policía que disparara sobre la multitud, causando un

sinnúmero de muertes.53 Como resultado, Alamillo tuvo que salir violentamente del

estado y del gobierno de Colima. Pese a todo, se esperaba que la Exposición se

llevaría a cabo como ya estaba previsto. El Correo de Jalisco se ocupó del asunto.

Justamente tres días antes de ser abierta la Exposición, publicó lo siguiente:

“Parece que la famosa exposición Costeña no se abrirá ya, pues tantos con-

tratiempos como ha sufrido el alma de tal fiesta, señor Alamillo, hacen que no se

pretenda llevar adelante un recreo que quiso llamarse lugar de delicias”.54

Tras los acontecimientos de abril Colima probablemente se olvidó del barullo

de la proyectada fiesta, y así lo dijo El Correo de Jalisco, refiriéndose a la

Exposición: “de Colima nos avisan que allí no se piensa en tal asunto”.55 Pero

dichos acontecimientos no le dieron mate al proyecto. Al menos así lo hizo pensar

el secretario de la Exposición, Renato de Cornély quien continuó solicitando, a

diestra y siniestra, ayuda al ayuntamiento de Colima para la realización de la feria.

Pese a la gran fama que para entonces debió haber cobrado, la Exposición se abrió

en el mayor de los silencios. No hubo presidente de la República para inaugurarla.

52. ACEC. Caja 119, pos. 1, legajo XIX. “Proyecto de ley”. Sesión del 4 de abril de 1913.

53. Fue tan importante este terrible suceso que he reservado el capitulo octavo de esta tesis para su discusión.

54. “La famosa exposición de Colima”, El Correo de Jalisco (Guadalajara), 14 de abril de 1913. p. 1.

55. “La famosa exposición de Colima”, EI Correo de Jalisco (Guadalajara), 14 de abril de 1913, p. 1..

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Todo parece indicar, de hecho, que la fama que ya había adquirido la exposición

se la llevó consigo don Trinidad. En un informe de la comandancia del cuerpo

mixto de seguridad pública se mencionó que la Exposición Costeña había sido

abierta al público el jueves 17 de abril a las siete de la noche “donde hubo

numerosa concurrencia hasta las once de la misma, hora que fue señalada para

serrarse diariamente y se abrirá [al las ocho de la mañana”.56 Por su parte La

Gaceta de Guadalajara siguió publicitando la Exposición. El martes 22 de abril de

1913, apareció un anuncio de precios reducidos de pasaje a Colima “En vigor en

todos los puntos entre Irapuato y Manzanillo; ramales intermedios, y entre Irapuato

y Guanajuato. Diariamente boletos al precio de un pasaje más una tercera parte,

por el viaje redondo”, en los Ferrocarriles Nacionales de México.57

La publicidad, buena o mala, servía para dar a conocer que la Exposición no

había sucumbido y La Gaceta se encargó de desmentir un supuesto incendio “de

grandes proporciones” en las instalaciones de la exposición:

Ayer [24 de junio de 19131 circularon en esta ciudad algunos rumores, referentes a que el edificio de la Exposición Costeña de Colima había quedado convertido en ruinas, desapareciendo bajo los escombros cuantos objetos se hallaban en exhibición. Las versiones que circulaban anoche, como casi siempre sucede en el primer momento, daban proporciones colosales al incendio, llegando a asegurarse que no solamente el fuego había hecho presa de la Exposición, sino que se había comunicado a algunas manzanas, y que las pérdidas ascendían a dos o tres millones de pesos.58

En espera de noticias ciertas, La Gaceta de Guadalajara finalizó la nota

argumentando que el siniestro no debía ser tal: “sería raro que tratándose de un

asunto de cierta importancia, nada se hubiese comunicado, hasta anoche, a las

56. AHMC. Caja E-50. “Novedades de policía”. Colima, 18 de abril de 1913.

57. “A Colima”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 22 de abril de 1913, p. 4.

58. “Incendio en el edificio de la Exposición de Colima. Se dan grandes proporciones al siniestro. No hay noticias ciertas en

Guadalajara”, fa Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 25 de junio de 1913. p. 1..

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importantes casas que tienen intereses que perder en la Exposición Costeña”.5g

Así, la Exposición fue abierta el jueves 17 de abril de 1913, pero no inaugurada

oficialmente porque el presidente del patronato, J. Trinidad Alamillo, ocupado

como estaba en convencer a Huerta de regresarlo al gobierno colimense, dejó de

lado su interés por la Exposición. Después de todo su organización ya le había

dado dinero y la fama con que la historia colimense lo recordaría. Pongo el ejemplo

de lo que dijo Manuel Sánchez Silva en 1959 acerca de la Exposición y de don

Trinidad:

La exposición Costeña, ideada y ejecutada por don Trinidad, tuvo un éxito extraordinario y repercutió en todo el país, promoviendo una insólita corriente de visitantes que, aparte de satisfacer su curiosidad en la admiración de los innumerables artículos exhibidos, advirtieron la conveniencia de mantener relaciones comerciales e industriales con los productores de esos artículos.60

La documentación que tengo a la mano, sin embargo, me dice que una vez

abierta la Exposición ésta pasó sin pena ni gloria por los pasillos del olvido. Pese a

esto, no dejaremos de gozar con la nostálgica recreación de lo que la Exposición

pudo haber sido (y no fue). Sánchez Silva escribió después de cuarenta y seis

años de efectuada la exposición, la siguiente descripción:

En los “stands”, como se usa decir ahora, se colocaron muestras de la variada producción de Colima: maíz criollo y “reatillas”; fríjol “berrendo” y juguetes de hojalata; pieles curtidas de caimán y caimanes vivos, que ser- penteaban en un estanque de transparentes aguas; pirámides de sal de Cuyutlán y alfajor de coco y piña; sombreros de “soyate” y manta de San Cayetano, La Atrevida o La Armonía; ceñidores y rebozos; perfumados mangos y torneados molinillos; abanicos de palma y adornos decorativos, labrados en estopa; mojocuanes y trigrillos de El Chical y La Magdalena y vaquetas bien curtidas; conejos silvestres y pericos “guayaberos”; caballos de El Pedregal y vacas bermejas de La Estancia; equípales forrados de cuero

59. Ibíd..

60. Manuel Sánchez Silva, “La Exposición Costeña Colimense (15 de noviembre de 19591, pp. 267-269. En Manuel Sánchez

Silva, Viñetas de la Provincia tomo 1 (Colima, Diario de Colima, 1993). p. 267..

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y ollas, jarros y platos de barro; cucharas de palo y escobas de “guinar”. En fin, todo lo que se producía en Colima.6l

Según pude comprobar en mi búsqueda por los archivos mexicanos, la

Exposición, una vez abandonada por don Trinidad, dio muy poco de qué hablar.62

La utilidad política que Alamillo obtuvo del evento, se fue junto con los grandes

empaques de mercancías de los expositores, cuando sin resultados, éstos

abandonaron el mentado palacio de hierro, antes que Carlos Schulte lo embargara.

61. lbid.

62. Juan Carlos Reyes. El mercado “De la Madrid’, p. 61..

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Capítulo 7 La Exposición costeña: jun himno al progreso?

Un toque de llamada resuena en toda la República. No es el clarín de la guerra que anuncia desolación y muerte, no es la voz del revolucionario que excita pasiones y rencores, alejando del trabajo al campesino y despertando dormidas é innobles ambiciones, no. Es un toque de llamada que indica elevación de ideas, patriotismo verdadero, es una voz simpática que resuena alegre, armoniosa, es como un himno al progreso que entona el ilustrado y entusiasta Sr. don J. Trinidad Alamillo, Gobernador de Co1ima.l

Cada quien habla de la feria como le fue en ella. Don Trinidad, de carácter

alegre y de buenas ideas para los negocios, seguramente que desde que en su

niñez llegaba a comer peronés en las fiestas de Todos Santos en la plaza principal,

fraguó para sí mismo un gran sueño: ser gobernante de Colima. Aparejado a este

sueño vendría su otra ilusión: organizar una gran feria o exposición en Colima, con

alcances internacionales. Una vez convertido en candidato a la gubernatura del

estado, una de las cartas fuertes de su programa fue la promesa de organizar una

exposición en donde se comerciaran los productos de Colima con otras entidades

1. “La exposición costeña de Colima”, Periódico oficial E/ Estado de Colima, 23 de noviembre de 1912, p. 416..

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del país y también del extranjero.2 Si todo salía bien, el sueño dejaría de serlo para

convertirse en realidad. Alamillo lleg6 a la silla gubernamental en las condiciones

que ya conocemos. Pero para luego fue tarde. Cuatro meses de estar al frente del

gobierno lo llevaron a poner en marcha aquel viejo anhelo: la exposición. Tal y

como lo prometió:

Penetrado como estoy de la inmensa trascendencia, de las mil ventajas que reportan á todos las exposiciones, ofrecí en mi programa de Gobierno organizar una serie de estos certámenes, estimados por los hombres y pueblos cultos, como el mejor intercambio de progreso y como el medio más eficaz para el fomento del comercio, industrias y demás elementos de riqueza pública.3

Entonces empezó a verles medidas y posibilidades a los edificios de la capital

colimense. Sus ojos repararon en el edificio del mercado “De la Madrid”. El 8 de

febrero de 1912, acompañándose de Trinidad Padilla, el presidente municipal de

ese entonces, Alamillo recorrió las instalaciones del mencionado edificio. Por los

informes que rindió el presidente al cabildo, el mercado debió parecerle melindres

al gobernador, para su gran proyecto:

El C. presidente informó que la comisión especial de que él formaba parte, encargada de inspeccionar el mercado “La Madrid”, juntamente con el gobernador del Estado, visitó el edificio, y se cercioró de que a pesar de ser una buena construcción, no reúne las condiciones apetecidas para su objeto, pues dado su material de construcción acumula calor sobremanera y per- judica las mercancías [...], no se discutió la forma en que pudiera remediarse el mal, y se convino en que, ya que la construcción de un nuevo mercado

2. Juan Carlos Reyes en El mercado ‘de la Madrid”: un ejemplo de arquitectura porfirista en Colima, dice que el proyecto de

la exposición fue concebido por “dos hábiles y astutos empresarios”: Manuel Álvarez García y Renato de Cornél y que ambos

convencieron a don Trinidad para que organizara “algo que --otra vez-- finalmente pondría a Colima a la altura de las grandes

y más modernas urbes: una ‘exposición’“. Según esta interpretación Alamillo, carente de ideas empresariales, fue presa de

dichas personas. Yo no comparto su opinión: hay que tener en cuenta que Alamillo, en su programa lanzado en 1910, ya

concebía la idea de una feria o exposición. Y, como veremos, Alamillo se llevó del gobierno del estado grandes tajadas de

dinero que con el pretexto de la exposición. Me pregunto por ello: ¿quién fue presa de quién? Véase Juan Carlos Reyes E/

mercado “de la Madrid”: un ejemplo de arquitectura porfirista en Colima (Colima, Universidad de Colima, 19911, p. .

3 . “Informe leído el 16 de septiembre de 1912” Periódico oficial El Estado de Colima, 5 de octubre de 1912, p. 364..

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sería demasiado costoso debía proseguirse la de un portal principiado en el exterior á un costado del edificio.4

Definitivamente el edificio no era lo apetecido. Pero tampoco podía darse el

lujo el gobierno de construir uno nuevo. Alamillo dispuso que se examinaran las

arcas municipales. El ayuntamiento tendría que cargar con el paquete de remodelar

el edificio con recursos propios. Los vendimiantes bien podían irse con su fruta y

su verdura a otra parte. Alamillo giró disposiciones al municipio para que el mer-

cado fuera desalojado en seis días: en agosto de 1912, debía estar dispuesto para

ser preparado para la gran exposición.5

No obstante la oposición de los cabildantes “Ochoa, Castañeda, Rubalcaba,

Jiménez y Santana haciendo notar que á su juicio se causarían graves perjuicios á

los comerciantes y al público”, el presidente disipó preocupaciones y, de manera

tajante “habló [...] combatiendo lo propuesto por los CC. Santana y Castañeda y

como á su juicio se trataba de una orden del Superior Jerárquico de la Cor-

poración, y no es conocida la opinión de los comerciantes y del público”,6 decidió

sin más ni más, se imprimiera el aviso donde se les aclaraba a los vendimiantes

que tendrian que desalojar el mercado. Alamillo mandó una propuesta al congreso,

misma que fue aprobada por decreto numero 70. De esta manera, se autorizó al

ejecutivo para que abriera una “Exposición Costeña Colimense durante cuatro

años, comenzando éstos el día primero del corriente año 11 912]“.7 En el decreto

se mencionó también que se dejaría libre de impuestos municipales y estatales a

los comerciantes que tuvieran a bien participar en la Exposición. Pero --y esto es

4. AHMC. Actas de Cabildo. Años 1912-l 913. Sesión ordinaria del 28 de febrero de 1912. fojas 00021-00022.

5. AHMC. Caja E-45, posición 3. “Aviso al público”. Firman Trinidad Padilla y L. Yáñez Centeno. Colima, 25 de julio de

1912.

6. “Comunicando la disposición del C. Gobernador”. Periódico oficial El Estado de Colima, 7 de septiembre de 1912, p. 329.

7. AHMC. Caja AX-259. J. Trinidad Alamillo, “Decreto número 70”. 4 de agosto de 1912..

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algo que no debe escapar nuestra mirada-- también recibió el gobernador luz verde

para realizar tratos y contratos para la exposición.

En el mismo mes de agosto empezaron todos los trámites para el gran

evento. Pronto aparecieron hojas con papel membretado de la Exposición. En ellas

se leía que la Exposición estaba organizada bajo el patronato del gobernador

Trinidad Alamillo con la colaboración del gobierno del estado y de los

ayuntamientos. Se supo luego que el comité ejecutivo de la exposición había

quedado instalado de la siguiente manera: como presidente Manuel Álvarez García;

primer vicepresidente, ingeniero Ignacio Gamiochipi; segundo vicepresidente, licen-

ciado J. Carlos Margain; primer secretario, licenciado Ignacio Padilla; segundo sec-

retario, licenciado J. Isaac Padilla; primer vocal, licenciado Arturo Gómez; segundo

vocal, doctor Aristeo Núñez: tercer vocal, Daniel Inda; cuarto vocal, ingeniero

Ángel T. Padilla; quinto vocal, Alfredo J. Zepeda y director general, Renato de

Cornély.* El periodo de la Exposición sería de siete meses cada año.

Tentativamente, iniciaría el 1 de noviembre y terminaría el 31 de mayo de los años

de 1912, 1913, 1914 y 1915.

Sin embargo, seguramente que don Trinidad y sus colaboradores lo pensaron

mejor, cuando recibieron una carta por parte del presidente Madero, quien solicitó

se relevara a Cornély de director general del evento, por sus “antecedentes muy

poco recomendables”. Gracias a esta llamada, se dieron importantes cambios

dentro del consejo de administración de la Exposición.9 Los integrantes del consejo

decidieron formar una sociedad anónima para establecer la exposición. Miembros y

colaboradores aparecieron y desaparecieron. Paulatinamente, la exposición se con-

8. AHMC. Caja E-45, posición 3. Carta de Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, 12 de agosto de 1912.

9. México, DF. Archivo General de la Nación (en adelante AGN). Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, documento

026885. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo. México, 23 de agosto de 1912..

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vertía en un negocio y Alamillo no quiso dejar la oportunidad de compartirlo con

sus viejos amigos de la política:

Por esta vez, y para el primer año de ejercicio social quedarán nombrados los siguientes funcionarios: Consejo de Administración: Presidente, señor don J. Trinidad Alamillo, Gobernador Constitucional del Estado. Tesorero, señor don Miguel Álvarez, secretario, señor don Renato de Cornély, Primer Vocal, señor Licenciado don Miguel García Topete. Segundo Vocal, señor don Roberto F. Barney; Director General, señor don Manuel Álvarez García; Comisario propietario, señor don Alfredo Zepeda; y comisario suplente, señor don Daniel Inda.[...l

La sociedad será regida por un consejo de administración, compuesto de ocho miembros que serán SOCIOS.10

La sociedad se fundó con un capital de siete mil quinientos pesos, donde

además de los socios, el gobierno del estado se quedaría con “diez acciones

liberadas y el Ayuntamiento de esta capital [disfrutaría] de veinte acciones también

liberadas por valor de cincuenta pesos cada acción”.ll Alamillo dijo en su informe

de gobierno --del 16 de septiembre de 1912-- que una sociedad anónima se había

formado para no distraer recursos del estado en la Exposición. Muy pronto habría

de olvidar sus palabras:

Los buenos resultados de los trabajos hasta hoy emprendidos, hacen esperar que se alcanzará el mayor éxito: se procede en ellos siguiendo el sistema adoptado en otros países, donde no solamente los gobiernos hacen las exposiciones, sino que ayudan y excitan la participación de los expositores particulares al lado de las exhibiciones oficiales. Para dar más margen á la iniciativa privada y no distraer los fondos del Gobierno, fue formada una Sociedad Anónima, estando nombrado ya el Consejo de Administración.12

10. AHMC. Caja E-49. “Contrato realizado entre el Ayuntamiento de Colima representado por Trinidad Padilla y el Consejo

de Administración de la Exposición Costeña, formado por Miguel García Topete, Miguel V. Álvarez, Roberto F. Barney,

Alfredo J. Zepeda y Renato-de Cornély”. Colima, 9 de junio de 1913.

17. Archivo General del Gobierno del Estado de Colima (en adelante AGGEC). Legajo 811. Año 1912. Carta del

administrador principal de rentas al secretario de gobierno. Colima, 5 de octubre de 1912. Según el diccionario de Banca y

Bolsa (Madrid, Labor, 19691, acción liberada “es aquella acción que ha sido desembolsada en su totalidad. En otro caso,

estará tanto liberada cuanto se haya pagado”. p. 7.

1 2 . “Informe leído por J. Trinidad Alamillo, el 16 de septiembre de 1912”. Periódico oficial El Estado de Colima, 12 de

octubre de 1912, p. 369..

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El gran proyecto comenzó a correr sin antes aprender a caminar. Días

después de constituida la sociedad anónima (Exposición Costeña de Colima S. A.),

el presidente municipal de Colima recibió una carta del secretario Cornély y del

director general Manuel Álvarez, escrita con palabras alentadoras disfrazadas de

órdenes. En esa misiva Cornély y Álvarez pedían, entre líneas, la colaboración

decidida del ayuntamiento, porque la empresa que se habían echado a espaldas los

organizadores de la Exposición, sólo podía tener a éxito con el apoyo de las

autoridades. No se debía regatear nada a la Exposición, explicaron los autores de

la carta: sería tanto como arrebatarle progreso al estado.

Colima necesita un aumento de movimiento ó mejor dicho, mayor número de visitantes, para que conozcan y consuman, los ricos productos de esta Costa y nada puede ser más propio que la exposición que ya está legal y for- malmente organizada; pues los hechos significan más, que lo que se habla o se escribe.13

Con frases impregnadas de esperanzas de adelanto y felicidad para estas

tierras, los organizadores le pidieron al presidente municipal lo siguiente:

1 .- Apoyar á la Exposición Costeña de Colima S. A., en todo lo que se refiere al Establecimiento de la Exposición, é interpondrá sus buenos oficios cerca de sus Oficinas y Empleados, á fin de que la Exposición, tenga el mejor resultado posible. 2.- A fin de proteger con toda eficacia a los Expositores y concesionarios de los objetos expuesto a, Edificios y Establecimientos de la Exposición, se destinará una sección de policía para el exclusivo cuidado, de éste edificio. 3.- Suministrará la Banda de Música, para dar audiciones y serenatas, dentro ó fuera del Edificio de la Exposición. 4.- Arreglará por su cuenta sus Hortelanos ó Floricultores y los árboles, Arbustos y Plantas; mejor dicho, la formación completa de los Prados, del Jardín que se formará en los alrededores del edificio, Principal, serán también por su exclusiva cuenta.‘4

13. AHMC. Caja E-45, posición 3. Carta de Renato de CornBly y Manuel Álvarez García a Trinidad Padilla. Colima, 25 de

septiembre de 1912.

‘4. hd..

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Pero eso no fue todo. Lo que en realidad le pedían al ayuntamiento era que

de las arcas municipales salieran todos los gastos de la Exposición. Hay que verlo

para creerlo:

5.- [El ayuntamiento] administrará sin pago alguno, [sic] el agua suficiente y necesario á la Exposición. 6.- Dará condecoraciones y medallas, con el Diploma correspondiente, á los Exhibidores, Concesionarios y Colaboradores, que hayan prestado servicios importantes para el buen éxito de la exposición. Igualmente recompensará á as personas que presenten alguna invención productora de mejoras, en bien de los trabajos del Artesano y Obrero, por los medios más eficaces, humanos y económicos. 7.- Construirá por su cuenta la cerca que deba erigirse en los terrenos de los linderos, [...] obra que quedará, terminada la exposición, de propiedad única del H. Ayuntamiento.15

La sociedad anónima, puede verse, no tenía ninguna intención de desembol-

sar para los preparativos de la Exposición. La respuesta de don Trinidad Padilla a

las peticiones de los organizadores no tardó en llegar. Con palabras claras, que

expresaban únicamente lo pertinente, Padilla le dijo lo siguiente al secretario de la

Exposición:

Dos inconvenientes pulsa esta comisión para que el Ayuntamiento pueda obsequiar de plano, la solicitud que envuelven las comunicaciones referidas.

Es el primero, de orden y economía en la dirección y ejecución de los diferentes servicios que demanda el patriótico proyecto. Si para llevarlo á la práctica, se han creado, como era natural, un comité organizador y otro directivo, es evidente que á esas colectividades ó á las comisiones que haya designado, corresponde únicamente inmiscuirse en los actos y operaciones y demás detalles referentes á la Exposición proyectada, aplicándose á ese asunto, como á cualquier otro semejante, las reglas de unidad de pensamiento y de acción, so pena de crear las dificultades que originaría la inobservancia de reglas tan naturales é indispensables.16

15. Ibíd..

16. AHMC. Caja E-45, posición 3. Acuerdo del H. Ayuntamiento de Colima. Colima, 18 de octubre de 1912..

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Padilla no pudo ser más preciso y objetivo al respecto de la ayuda que se le

pedía. Efectivamente, si había un organismo creado exprofeso para organizar la

Exposición, ¿por qué el ayuntamiento tenía que cargar con gastos y deudas

ajenas? Padilla echó además en cara la imprudencia que se había cometido al

reservar el edificio del mercado para la exposición y no dejó pasar la oportunidad

para recordarle al gobernador (a través del secretario de la exposición), los

trastornos económicos que el cambio de los comerciantes a otro edificio fuera del

mercado De la Madrid, había traído a los fondos municipales:

Uno de los considerables gastos que han pesado ya sobre el mismo Erario ha sido el de cambiar el Mercado y construir uno provisional, en virtud de haberse destinado para la Exposición el Edificio que con un costo de más de cien mil pesos se hizo para Mercado Principal de la Ciudad; pudiendo por lo mismo decirse con toda verdad que ya el municipio ha prestado una valiosa cooperación para el Proyecto de la Exposición Costeña de Colima. l7

Pese a sus quejas, el presidente municipal se percató que no le quedaba de

otra y, pensándolo mejor, agregó con resignación que después de todo el

gobernador... gobernaba:

Mas si esto que se pretende en las comunicaciones de referencia, como otros muchos actos y gastos, se han llevado á efecto, secundando gustosa esta Corporación Municipal la iniciativa del Gobernador del Estado y sus superiores órdenes, no tendrá inconveniente en acatar las que se le dieren, para erogar nuevamente los gastos que en concepto del superior deban corresponder á este municipio. l8

La sociedad anónima como podrá inferirse, por estar presidida por el

gobernador Alamillo y por tener supuestamente parte en ella el municipio y el

estado, gozó de . muchos beneficios. Sólo dos ejemplos: se le exceptuó del

impuesto a instrumentos públicos y la tesorería del estado cubrió un pago al diario

17. Ibíd..

1 8. Ibíd. ..

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Nueva Era (periódico político y de información) lg donde los organizadores de la

exposición insertaron información acerca de aquella. Nueva Era le remitió a la

sociedad 600 ejemplares a un costo de $ 9.60. 2o Seguramente que el guardadito

con el que empezó la sociedad seguiría así a todo lo largo de la organización. Y

precisamente para asegurar el buen éxito del evento se expidió. . .

Un flamante reglamento Fechado en Colima el martes 15 de octubre de 1912, el reglamento de la

Exposición empezó a circular por todo México. Seguramente Madero fue el primero

que lo recibió, después de haber confirmado su asistencia a la inauguración del

evento. En el reglamento --un folleto de apenas 16 páginas con tres fotografías y

el plano del edificio--, se observa una portada por demás sugerente: en la parte

superior aparece la fotografía de Madero y, en la inferior, la de Alamillo sostenida

por unos ángeles. En el trasfondo puede apreciarse el volcán emitiendo humo, el

palacio municipal, unas palmeras y una vista de bañistas gozando de las aguas en

Cuyutlán.

Al inicio del folleto se encuentra la fotografía de Madero y en la página

siguiente la de Alamillo. Este arreglo de cosas parecía sugerir que el proyecto con-

taba con todas las de la ley. Es decir, que Madero era nada menos que el “Pro-

tector de la Exposición Costeña Colimense”.21 19. AGGEC. Legajo 81 1. Año 1912. Periódico Nueva Era a la Exposición Costeña de Colima, S. A. México, DF, 22 de

octubre de 1912.

20. Inmediatamente después de que Cornély se comunicó con Miguel García Topete para tramitar el pago, éste le contestó

que se haría una vez que la tesorería emitiera un giro por esa cantidad a la secretaría de gobierno de la cual era titular.

AGGEC. Legajo 811. Año 1912. Carta de Renato de Cornély a Miyel García Topete. Colima, 25 de octubre de 1912.

21. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, documento 026864. Reglamento General de la Exposición Costeña de

Colima. que se inaugurara el lo de enero de 1913 en la capital del Estado (Colima. Imprenta del Gobierno del Estado, 1913)..

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El Reglamento General de la exposición Costeña, obvio, fue creado con el

objetivo de invitar formalmente a“todas las casas industriales, de comercio, de

agricultura y productoras, para que tomen parte en la Exposición Costeña de

Colima”. 22 Los organizadores expusieron las ventajas que para los productores y

comerciantes había de concurrir a tan famosa Exposición, misma que tendría lugar

por primera vez no sólo en Colima, sino en toda la República:

Esperamos, que su apreciable casa concurra á éste importante Certamen, aprovechando así ésta oportunidad para desarrollar sus relaciones com- erciales en general y abrir á su producción un nuevo Mercado en la Costa del Pacifico, mostrando, por los objetos exhibidos, las riquezas de su tierra y los grandes inventos que la ciencia é industria han producido para mejorar los trabajos por medios más eficaces, más humanos y más económicos.23

Era mucho optimismo o demasiada presunción la de don Trinidad al lanzarse a

organizar una exposición en los momentos en que el país se convulsionaba. Por

ello el evento se antojó como un verdadero bálsamo que curaría todos los males de

la sociedad mexicana. Así lo creyeron los que quisieron y, por supuesto, los

organizadores:

Además su exhibición coadyuvará á una Empresa patriótica, que, como lo han admitido el Señor Presidente de la República, varios Ministros y casi todos los Gobernadores de los Estados y Jefes Políticos de los Territorios favorecerá á la República, dando impulso al comercio proporcionando trabajo á todas las ciases menesterosas y controlando la guerra fraticida con una obra de bienandanza y de Paz, llevando á las masas á una vida de progreso, pacífica y feliz, que haga renacer el espíritu de iniciativa y empresa.24

El reglamento contenía veintiún artículos en los cuales se normaban,

informaban y reglamentaban aspectos tales como: ubicación y duración de la

Exposición; la clase de objetos a exhibir en los departamentos de educación, artes, 22. Ibíd.. p. 3.

23. Ibíd.., p. 4.

2 4 . Ibíd. ..

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artes liberales, maquinaria, agricultura, horticultura, forestaría, minas y metalurgia,

pesca, caza, antropología, economía social, educación física, industria y comercio;

fletes y pasajes; solicitudes para exponer; condiciones para instalar los objetos a

exhibir; decoraciones y colores; recompensas, condecoraciones, medallas,

diplomas y premios en efectivo; medidas para la preservación de objetos

exhibidos, tarifas y pagos. A propósito de estos últimos, quedó especificado que

las solicitudes debían llegar acompañadas de su respectivo pago “si el importe

fuere menor de $250.00 (doscientos cincuenta) pesos plata mexicana, deberá

remitirse toda la cantidad, y si fuese mayor, se exhibirá la mitad al hacer la

solicitud y el resto á más tardar el 1 O de Diciembre de 1912”.25

Por cierto que los expositores tenían que desembolsar dinero de acuerdo a su

pabellón. Si de exhibir dentro del edificio en “espacio aislado” se trataba, por cada

metro cuadrado los expositores debían pagar la cantidad de 30.00 pesos plata

mexicana, mientras que en espacios no aislados la cuota era de 20.00 pesos. Los

espacios en la pared costaban 10.00 pesos, por aquello de que en la esquina se

vende más. De hecho, los espacios con dicha ubicación aumentaban su precio en

un 25% o un 50% de los de la parte central del edificio. También había terrenos

para exhibir y un espacio ahí costaba 10.00 pesos el metro cuadrado. Para que los

expositores se atrevieran a ganar y gastar dinero en tierras colimenses, se explicó:

La Exposición se equipará con todas las anexidades y accesorios propios de su carácter, como: Teatros, Circos, Cinematógrafos, Restaurantes, Puestos para la fabricación y venta de objetos y productos que se entreguen inmediatamente. Pastelerías y Confites, Perfumerías y Flores, Frutas y Dulces, Aguas gaseosas y Refrescos, Cervezas, vinos y licores, cigarros y puros, sillas fijas y -rodantes, juegos no prohibidos por la ley, y otras diversiones Iícitas.26

25. Ibíd.., p. 9.

26. Ibíd.. p. 6..

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En el apéndice del reglamento, se hacía especial invitación a las librerías más

importantes del país para que concurrieran a la exposición. Dado que el gobierno

tenía pensado instalar una biblioteca pública, los libreros deberían aprovechar esta

situación para hacer su agosto, aunque se tratara del mes de enero. De igual

manera se conminó a los productores de California, en los Estados Unidos, a

aprovechar la oportunidad de reafirmar el comercio con Colima:

Los comerciantes en frutas de California también deben tomar con oportunidad su local, atendiendo á que ninguna ciudad de la República hace tanto consumo como Colima, de aquellas deliciosas frutas americanas, con motivo de la feria anual de “Todos Santos,” y el expositor que presente lo mejor en su clase, obtendrá sin duda la preferencia en el mercado local. Los grandes expendedores de conservas alimenticias deben hacer una exposición muy amplia de sus productos, seguros de que en esta región del país, encontrarán gran consumo.27

Para que no hubieran pretextos para no exponer o visitar la exposición

costeña, se dijo: “Se organizará una serie de fiestas comenzando con fecha 1” de

Enero de 1913, dedicando en honor de cada Estado y Territorio una semana de

fiestas especiales, para las cuales los ferrocarriles establecerán cuotas de pasaje y

Trenes Especiales”.28 Los cálidos habitantes de Colima no podían esperar cruzados

de brazos a que llegara el progreso prometido: ellos cargarían con la tarea de

acicalar su terruño, porque la ciudad estaría...

En la mira de los concurrentes Había que prepararlo todo. Se llamó a la cordura a los habitantes de la ciudad de

Colima, para que asearan sus casas y calles y que adornaran, pintaran, 27. Ibíd. .. p. 14. 28. Ibíd. ..

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empedraran, embanquetaran y reconstruyeran todo lo que fuera necesario para

que “no se desdijera mucho de la fama que goza Colima como una ciudad

limpia”.2g La idea de llamar a los vecinos a la cordura fue del cabildante Pablo

Ochoa. Tras esa punzada de limpieza que tuvo a bien salir del cabildo municipal, el

aspecto estético de la ciudad se convirtió en una verdadera preocupación de los

cabildantes. Por ello se hicieron y rehicieron llamados a la conciencia de los

ciudadanos:

Excitativa a los dueños ó encargados de fincas urbanas ubicadas dentro de esta ciudad, para que, a fin de que la misma ofrezca mejor aspecto á las miradas de los concurrentes a la Exposición Costeña de Colima que princi- piará el 1 O de enero de 1913 en combinación con la temporada de paseos de baño de mar de Cuyutlán, y dando una prueba más de nuestra cultura como amantes del ornato público, manden pintar a la mayor brevedad posible tomando en consideración la premura del tiempo, las fachadas de sus casas que no lo estén recientemente, que estándolo, se hayan manchado, o que la pintura sea defectuosa.30

Una vez que Pablo Ochoa empezó la lucha para maquillar la ciudad, le con-

tagió su preocupación a Trinidad Santana, miembro también del cabildo. Este

último descubrió que no sólo se ofrecería a los visitantes una ciudad limpia y

agradable, sino que también sería una muestra palpable de lo que las autoridades

municipales eran capaz de hacer por estos rumbos:31

[...] que se pongan en practica [las mejoras materiales que anotó Pablo

Ochoa] desde luego con lo que se lograría dar más belleza á la ciudad y de

esta manera hacer patente á los foráneos, el celo y actividad que la autoridad

municipal despliega en todo lo que conduce al mejoramiento material y moral 29. AHMC. Caja E-46, posición 14. C. Avalos a los C. munícipes. Colima, 25 de octubre de 1912.

30. AHMC. Caja E-46, posición 14. “Excitativa al pueblo”. Trinidad Padilla, presidente, y Leonardo Yáñez Centeno. Colima,

7 de noviembre de 1912.

31. Además de refrendar las aportaciones de ochoa, Santana aporto lo suyo al remozamiento de la ciudad, propuso se

alinearan los cuartos de la avenida Juárez de la acera de oriente, porque dichas protuberancias habían causado varios

accidentes, también pidió se embovedara la corriente del “punto conocido por la Garza” lugar usado como parada del tranvía.

AHMC, caja E-45, exp. 13..

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de los habitantes y el consiguiente acatamiento de las disposiciones que dicta.32

Como la fecha en que habría de iniciar la Exposición seguía posponiéndose,

los colimenses ganaron tiempo para mostrar sus lindezas a los concurrentes:

Damos a conocer con todo gusto al Pueblo y á los Expositores esta grata noticia que engrandecerá a Colima, que además, animará la temporada de baños de mar, y que al mismo tiempo amplía el plazo para poder llevar á cabo la pavimentación con mosaico, de la plaza de armas; para efectuar la pintura de las fachadas de las casas; para instalar las elegantes bancas de fierro en dicha plaza principal y para que las niñas de las escuelas, los artesanos y los agricultores terminen sus trabajos que están preparando con tanto entusiasmo.33

Pero no solo jardines, fachadas, banquetas y calles lucirían sus mejores galas:

también el cuerpo policiaco, acostumbrado al buen vestir, por gusto y orden del

gobernador estrenaría: la policía montada trajes de caqui color plomo, y la infantería

trajes color amarillo.

Si no es ahora, será mañana Las fechas para realizar la exposición cambiaban como la noche y el día. Cuando

se expidió el decreto, se mencionó que la fecha de inauguración sería para el mes

de noviembre de 1912. Cuando se tuvo el consentimiento del presidente Madero y

el anuncio formal de su visita a Colima para inaugurar la mencionada Exposición,

se manejó la fecha del 1 de enero de 1913. Pero los planes cambiaron una vez

más y la apertura definitiva de la exposición se realizó el primero de marzo de

1913: 32. AHMC. Caja E-45, exp. 13. Tiburcio Santana a los C.C. munícipes. Colima, 5 de noviembre de 1912.

33. Interesante noticia al pueblo y a los expositores. Colima, diciembre 5 de 1912. AGGEC., leg. 810, año 1912..

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invitado formalmente á la Exposición, á últimas fechas, el señor Presidente de la República, se ha recibido contestación inmediata de aquel elevado Fun- cionario, aceptando y manifestando á la vez, que la fecha más á propósito en que podrá concurrir á esta ciudad, (salvó fuerza mayor), para INAUGURAR personalmente la EXPOSICION COSTENA DE COLIMA, será El PRIMERO DE MARZO PROXIM0.34

Ni tardo ni perezoso, el gobernador aprovechó la euforia que produjo el “sí”

de Madero para pedir al Congreso que le facultara “erogar con cargo á la partida

de ‘gastos extraordinarios’ del presupuesto de egresos vigente, la suma necesaria

para los gastos que origina la recepción del C. Presidente de la República”.35 Dicho

pedimento le fue concedido, pero ya veremos que la mayor parte de los artículos

en los que habría de invertir y que se necesitaban para la exposición, le fueron

regalados, donados o prestados. ¿A dónde iría a parar ese dinero?

Si de impresionar se trataba, la guardia de la Exposición y del presidente

Madero luciría uniformes de dril de lino, sombreros ingleses y calzado blanco. En

los cascos llevarían un gran plumero blanco y marrazos de puño niquelado. Para

que la escenografía fuera completa, Alamillo consiguió prestados, en Mazatlán, y

sin costo alguno, seis carretelas para recibir al presidente y a sus acompañantes.

La comitiva, en su visita a Cuyutlán, descansaría a la orilla de la playa en casas de

campaña traídas desde San Francisco, California. Francisco Santa Cruz Ramírez, a

quien tiempo antes Alamillo le había expropiado el terreno de su hacienda para el

pueblo de Cuyutlan, ofreció a don Trinidad, de muy buena gana, su casa de

Cuyutlán para que allí se hospedara el presidente Madero, mientras que sus

acompañantes tendrían que hospedarse en el hotel de don Samuel Lee.

Por aquello de que Colima ofrece mar y volcanes a los turistas, se pensó en

abrir un camino carretero para la hacienda de Chapa, por si al señor Madero y a

34. AGGEC. Legajo 810. Año 1912. “Interesante noticia al pueblo y a los expositores”. Colima, 5 de diciembre de 1912.

Las palabras en mayúscula aparecen así en el original.

35. Archivo del Congreso del Estado de Colima (en adelante ACEC). Caja 119. pos. 1. Legajo XIX. Sesión del 14 de enero

de 1913..

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sus acompañantes les apetecía “ir a observar el volcán desde la hacienda men-

cionada [y] no haya dificultad en que corran automóviles por dicho camino que,

repetimos, dejará el señor Álvarez en perfectas condiciones”.36

Crea fama y échate a dormir Los elogios y comentarios a la Exposición llegaron de más allá de las fronteras,

gracias al “desinterés y patriotismo” de los cónsules mexicanos. Por ejemplo, en

San Francisco California, la ciudad más entusiasta en la participación de la

exposición,37 se planeó traducir al inglés el reglamento de la Exposición, según lo

anunció el periódico oficial El Estado de Colima: “Parece que San Francisco

California, una de las grandes ciudades americanas que está á las puertas del mer-

cado mexicano por el Pacífico, será la mejor representada en dicho certamen y á

ese efecto la Exposición va á formar una edición en inglés, del Reglamento”.38 El

cónsul y el vicecónsul mexicanos no escatimaron recurso alguno para promocionar

la Exposición: incluso de su bolsillo pagaron timbres de correo, la traducción del

reglamento, circulares y demás. Había que trabajar duro para lograr una buena

exhibición de California para la Exposición.3g

Anunció así el mismo hebdomadario que, en Colima, los expositores

encontrarían honorables y honrados representantes de los productores (y

productos) californianos. Reiteró que aquella era una buena oportunidad para que

los productores de California abrieran las puertas a su producción, a través del

36. “Camino para automóviles”, Periódico oficial El Estado de Colima, 8 de enero de 1913. p. 49.

37. No debe olvidarse que, desde el siglo pasado, la compañía naviera The Pacific Mail Steamship Company --conocida en

Colima con el nombre de La Mala del Pacifico- estableció fuertes [elaciones comerciales (y seguramente también migratorias)

entre Manzanillo y San Francisco.

38. “La exposición”, Periódico oficial El Estado de Colima, 30 de noviembre de 1912, p. 426.

39. Ibíd. ..

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estado de Colima, teniendo en cuenta la afluencia de visitantes y productores que

llegarían de los distintos rincones del país. No dejó de mencionar el periódico oficial

que los ferrocarriles de México y las compañías navieras bajarían sus cuotas de

pasajes y de fletes, con el propósito de hacer accesible la afluencia de visitantes a

la feria. Además, si los californianos respondían a la invitación de los colimenses,

éstos no dudarían, ni tantito, en retribuirles la atención: también se exhibirían

productos de Colima en 1915, en la exposición Panamá-Pacífico, en San Fran-

cisco, California. Terminaba el articulista haciendo un llamado a la conciencia de

autoridades y productores mexicanos, para emular la entusiasta y desinteresada

labor del cónsul y vicecónsul en San Francisco, quienes se mostraban convencidos

de los beneficios económicos que resultarían de la participación de todos en la

Exposición.

Para destacar la importancia que la Exposición tenía, en un artículo se la com-

paró con otra que tuvo lugar San Luis Misuri en 1904. En esa ocasión el pabellón

mexicano había tenido un área de 279 metros cuadrados y estaba rodeado por un

jardín que medía alrededor de 1420 metros cuadrados. El edificio que representaba

a nuestro país entonces estaba construido con madera y yeso. Colima, por

supuesto, no se podía quedar atrás de los adelantos del mundo civilizado. Por ello

el terreno destinado a albergar la Exposición Costeña de 1915 tendría, nada más ni

nada menos, que una superficie de 2100 metros cuadrados y así como 8420

metros cuadrados de jardines. El edificio proyectado para la Exposición sería con-

struido de mampostería, hierro y vidrio:

La altura de la galería central es de más de veinte metros, y de las galerías laterales, de diez metros. Están proyectados dos grandes edificios más, uno que será ocupado de productos é implementos de agricultura y otro de la maquinaria y aparatos de electricidad. Los jardines serán adornados por fuentes, toda clase de estatuas y con plantas originales de la República, que.

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serán traídas especialmente con ese fin, y en dichos jardines se colocarán también las diversiones á propósito para tales empresas.40

Todo parecía marchar sobre ruedas pero, como suele suceder, siempre

surgen las complicaciones. Los organizadores no querían gastar de sus bolsillos en

una empresa que beneficiaría, según sus propias opiniones, a los productores

colimenses y no a los empresarios organizadores de la Exposición. Por ello fue que

parte de la estrategia para obtener subsidios para la Exposición había recaído en

publicitar, con lujo de detalles, la adhesión al proyecto por parte de diferentes per-

sonajes de la política, de distintas latitudes del país. Los organizadores se per-

cataron de la importancia que revestía el convencer al gobierno federal que la

Exposición era una obra redentora en esos aciagos días de revolución. Por ello el

editor del periódico oficial El Estado de Colima, eligió publicar la felicitación que a

sus ojos resultó más elocuente --la de un licenciado José María Martínez

Sotomayor--, para dar prueba fehaciente de que la Exposición, ni duda cabía, era

un oasis en el desierto en que se calcinaba nuestro país por aquellos tiempos.

Martínez Sotomayor dejó caer en cascada sonoras y alentadoras palabras para los

organizadores de la Exposición:

Conceptúo como altamente patriótica y digna la labor que ustedes se han impuesto, de organizar una Exposición porque, aparte del impulso que ello significaría para el comercio y para la industria, en los actuales momentos es la protesta más elocuente y más eficaz contra la rebelión asoladora que mata toda la industria y todo comercio. Nada convida más fructuosamente á la paz, que esos nobles torneos en que se dan la mano los creadores de la prosperidad y de la grandeza de las Naciones. Tengo la honra de enviar á ustedes mi felicitación más calurosa y hacerles presente mis deseos de que no desmayen en la empresa de la cual auguro muchos beneficios.41

40. “Exposición Costeña de Colima“ Periódico oficial El Estado de Colima. 7 de diciembre de 1912. pp. 434-435.

41. Ibíd.. p. 435..

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Sin embargo y pese a todos los esfuerzos publicitarios, la Exposición sólo

recibió apoyo y mucha aprobación, pero ninguna ayuda económica.42 El dinero

para la Exposición debía de salir de algún lugar y ese lugar, dadas las condiciones

apremiantes, salió de las cajas de gobierno del estado, gracias a que el congreso

local, seguramente sin otra alternativa viable, autorizó “al Ejecutivo del Estado para

que de los fondos del erario del mismo, y sin rédito alguno, proporcione en calidad

de préstamo de pronto reintegro á la sociedad denominada ‘Exposición Costeña de

Colima, S. A.’ hasta la cantidad de cinco mil pesos, que se invertirán en las obras

ó gastos urgentes que demande dicha Exposición, la que se conceptúa de utilidad

pública”.43 Las puertas del erario estatal quedaron abiertas --de par en par-- para el

gobernador. A manera de disculpa y para evitar que se criticara el no haber

obtenido fondos de otra parte, la legislatura mencionó de pasada, una vez más, el

propósito último de la Exposición: “utilidad pública”. Eso debía justificarlo todo.

Todo estaba previsto para la Exposición. En unas de sus páginas, el heb-

domanario oficial del gobierno del estado de Colima propagó los adelantos de las

obras y los acontecimientos más significativos de la feria que no tardaba en

llevarse a cabo. Empezó dicho periódico calificando de espíritu progresista a las

compañias del ferrocarril Kansas City y Oriente y a la del Pacífico y a la Naviera del

Pacífico, por recoger en todas las estaciones y de manera gratuita, productos

destinados a la exposición. La fauna silvestre también tendría su escaparate y un

tigre vivo sería expuesto ante los ojos de los propios y visitantes. Los peces multi-

colores, transportados para su seguridad en grandes tinas, a su llegada al pabellón

en la parte sur de edificio, serían depositados en grandes estanques para hacer las

delicias de chicos y grandes.

42. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026886. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo.

México, 23 de agosm de 1912.

43. AHMC. Caja k-258. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del Estado Libre y Soberano de Colima, a sus

habitantes. Colima. 12 de diciembre de 1912..

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También habría máquinas de escribir Oliver en servicio. La idea consistiriría en

“tener un taquígrafo a la disposición de los visitantes para que los que deseen,

les hagan sus cartas”.44 Para los aficionados al billar habría diversiones, así como

para los amantes de las antigüedades, quienes seguramente se deleitarían con “los

hermosos ejemplares que proporcionará el Ilmo. señor Obispo Dr. D. José Amador

Velasco” y con los de don Abraham Castellanos, fundador de las escuelas pro-

tectoras de la raza indígena quien poseía “una buena colección de

antigüedades”.45 Don Trinidad Alamillo, en calidad de presidente del patronato de

la Exposición, decidió pedirle al presidente municipal de Colima que contribuyera a

engalanar la ciudad con un arco triunfal en el cruce de las calles Reforma y José

Antonio Díaz:

Estando ya muy próximo el día en que deba inaugurarse la “Exposición Costeña de Colima” y esperándose por lo mismo afluencia de personas de toda la República y el extranjero, á quienes por cortesía y decoro debe recibírseles de la mejor manera posible, engalanando con iluminaciones, com- postura de calles, arcos triunfales, ésta nuestra capital, hemos creído con- veniente solicitar del reconocido altruismo de Ud. y demás honorables per- sonas que forman el H. Ayuntamiento que dignamente preside y su carac- terístico entusiasmo por todo lo que significa progreso, se digne proceder desde luego, en unión de las expresadas personas, a formar un arco triunfal lo más hermoso posible.4 El arco triunfal se hizo, pero no así la visita de Madero a Colima...

44. “La Oliver”. Periódico oficial E/ Estado de Colima, 8 de enero de 1913, p. 49.

45. “Antigüedades”. Periódico oficial E/ Estado de Colima, 8 de enero de 1913. p. 49.

46. AHMC. Caja E-49. J. Trinidad Alamillo a Trinidad Padilla. Colima, 15 de marzo de 1913. Se comisionó en esa ocasión a

los C.C. Bartolo Jiménez y Salvador 0. Alcaraz para que, “a la mayor brevedad posible” se encargaran de la construcción de

dicho arco..

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Cada quien habla de la feria como le fue en ella Después de todos los gastos que el ayuntamiento había erogado para la

Exposición, en mayo de 1913, el secretario de la Exposición, Renato de Cornély, le

pidió ahora que corriera con la reparación del techo del edificio. De Cornély dijo lo

siguiente al presidente municipal: “Nos dirigimos en este concepto al Sr. Gral.

Julián Jaramillo y nos ha contestado que nos dirijamos á Ud. razón por la cual y

basados en la bondad que siempre lo ha caracterizado, esperamos confiados, que

aceptará nuestro pedimento”.47 El pasarle otra vez la bolita al ayuntamiento, fue la

gota que derramó el vaso. El presidente municipal contestó:

Por acuerdo económico de esta fecha [8 de mayo] manifiesto a Ud. que tanto por la escasez de recursos del erario municipal como porque el edificio de esa Exposición no se halla destinado a uso público de la dependencia del Municipio; no es posible al 1. Ayuntamiento que me honro de presidir, ordenar las reparaciones del edificio a que alude Ud. en su atenta carta.48

Renato de Cornély, no se dio por vencido. Pronto le contestó al presidente

que, efectivamente el edificio de la Exposición no se hallaba destinado a uso

municipal, pero sí para una obra de utilidad pública, alegando que incluso el presi-

dente de la República y su gabinete lo habían considerado de esa manera. Cornély

repitió además que la Sociedad Anónima encargada de la Exposición ya bastante

había gastado en acondicionar el edificio, cuyas mejoras materiales quedarían

como beneficio al ayuntamiento. Sin embargo, dado que la actitud de Padilla debió

parecerle a un paso de la no-cooperación y tratando de no romper el hilo (ya

demasiado delgado) de ayuda entre el ayuntamiento y patronato de la Exposición,

Cornély ofreció, nótese, ayudar al ayuntamiento. Todo indica que el secretario de

47. AHMC. Caja E-49. Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, 3 de mayo de 1913.

48. AHMC. Caja E-49. Trinidad Padilla a Renato de CornBly. Colima, 8 de mayo de 1913..

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la Exposición perdió la noción de quién ayudaba a quién, y propuso dividir los gastos entre ayuntamiento y el consejo de administraci6n.49

Por segunda vez el ayuntamiento contestó no poder ayudar al secretario de la Exposición, alegando que el ayuntamiento no recuperaría la inversión en caso de hacerla porque el edificio seguiría en manos del consejo pero, el problema político más importante, según Padilla, era que no podía el cabildo revocar el acuerdo anterior ya comunicado a Cornély. El secretario de la Exposición con la terquedad que se ve le caracterizaba, por enésima ocasión escribió al ayuntamiento. Ahora ofreció que si éste estaba dispuesto a cooperar con la mitad de los gastos, la empresa de la Exposición se comprometería por su parte a entregar el edificio en junio de 1914, es decir, un año antes de lo estipulado en el contrato firmado por Alamillo en los tiempos en que era gobernador. En esa misma misiva aclaró Cornély que el consejo de administración creía conveniente inaugurar oficialmente la Exposición hasta el 1 de noviembre de 1913 y que deseaba que ésta permaneciera hasta el 1 de junio de 1914. Cornéiy dijo:

Solamente así hay el tiempo necesario para organizar una recepción brillante á los Representantes del Gobierno y [que] sea digna por el buen nombre de la República y del Estado en particular.

La Exposición Costeña de Colima S. A. puede liquidar sus obligaciones y los exhibidores recuperar parte de los fuertes gastos que han erogado por sus instalaciones.50

Esta fue la única manera, al parecer, en que el ayuntamiento aceptó pagar la

mitad de los gastos de las reparaciones al mercado de la Exposición. Para

asegurarse de que todo marcharía de acuerdo a lo estipulado, Padilla pidió for-

malizar el asunto por medio de un contrato donde la empresa se comprometería a

49. AHMC, Caja E-49, exp. 231. Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, ll de mayo ll de 1913.

50. AHMC. caja E-43, exp. 231. Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, 20 de mayo de 1913..

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devolver el edifico en el mes de junio de 1914. fil Cornély contestó de enterado y

conminó al ayuntamiento a que, “a la voz de ya”, depositara la suma indicada en

la tesorería de la Exposición. 52 El ayuntamiento redactó un contrato en donde se

estipulaba que cooperaría con las reparaciones del techo. Las disposiciones con-

tenidas en contrato, sin embargo, no le parecieron adecuadas al consejo de

administración:

No es posible aceptar dicho contrato en la forma que el ayuntamiento lo propone por no poder disponer de construcciones que no nos pertenecen, tales como las instalaciones de los expositores, los kioscos de música que también es una instalación para exhibir, los dos edificios construidos en ambos costados del edificio, la gruta, sobre las cuales existen gravámenes de saldos pendientes de pago aún.53

Por lo tanto el consejo administrativo rehusó aceptar dicho contrato y mandó

otro modificado al ayuntamiento, mismo que a su vez tampoco quiso aceptarlo. De

manera tajante contestaron los cabildantes que “no se considerarán como mejoras

ni anexidades del edificio de la exposición las cosas propias exclusivamente de los

expositores que estos tengan derecho de extraer al retirarse”.s4 Obviamente a De

Cornély no le gustó la nota. Alegó que le era imposible aceptar que el material que

se encontraba en el edificio pasara a ser propiedad del ayuntamiento, por la simple

y sencilla razón de que todos los enseres se adeudaban. Lo que quena decir que lo

que no pagó el ayuntamiento tampoco lo pagaría el consejo de administración:

Deberían excluirse también todos los adornos por los cuales se deben mas que mil pesos al Sr. Schulte, los Edificios situados á la derecha de la entrada principal sobre los que se deben mas que quinientos pesos á los con- structores, y el situado á la izquierda, sobre el que se debe la madera á la Compañía de- la Colima Lumber Co., la gruta artificial, de la cual se debe el espejo á los Pellandini y Hno; en tal virtud, opinamos que la Exposición

51. AHMC. Caja E-49, exp. 231. Trinidad Padilla a Renato de Córnely. Colima, 22 de mayo de 1913.

52. AHMC. Caja E-49, exp. 231. Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, 23 de mayo de 1913.

53. AHMC. Caja E-49. Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, ll de junio de 1913.

54. AHMC, caja E-49. De Trinidad Padilla al secretario de la Exposición Costeña de Colima. Colima, 12 de junio de 1913..

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Costeña de Colima, que es S. A. no puede regalar edificios y adornos que aún no son pagados y que su primer deber es, de pagarlas, antes que dis- poner de ellas en favor de una tercera persona.55

Conminaba el secretario de la Exposición al presidente municipal, a aceptar

así el trato, tomando en cuenta las mejoras que se le habían hecho al edificio,

mejoras que se traducirían en utilidades para el ayuntamiento.

La disputa por el palacio de hierro El contrato para firmar el acuerdo de cooperación entre ayuntamiento y consejo de

administración finalmente se redacó en los términos que propuso el ayuntamiento,

pues al consejo no le quedó de otra sino aceptar las condiciones de los

cabildantes: o las tomaba o las dejaba. Además el ayuntamiento redujo de cuatro a

dos mozos el número que tenía destinado para el cuidado de los jardines de la

Exposición. De Cornély contestó asegurando que ese número era insuficiente.56

Fue en el mes de julio de 1913 que el ayuntamiento se comunicó con Roberto F.

Barney pidiéndole que el edificio de la Exposición fuera desocupado en el menor

tiempo posible para que el ayuntamiento pudiera hacerse cargo de él:

Habiéndose tenido conocimiento de que la Exposición Costeña, dignamente representada por la sociedad anónima del mismo nombre y del consejo de administración que Ud. dignamente preside, está clausurada de hecho y que los expositores están acabando de levantar las mercancías y diversas muestras y objetos que llevan al certamen; este ayuntamiento, conocedor del deber que tiene de cuidar el edificio que se destinó para tal objeto, por pertenecer a la ciudad, aprobó algunas providencias urgentes adoptadas por el presidente, a fin de intervenir y cooperar al cuidado y conservación del mismo edificio.57

55. AHMC. Caja E-49. Renato de Cornály a Trinidad Padilla. Colima, junio 12 de 1913.

56. AHMC. Caja E-49. Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, 26 de junio de 1913.

57. AHMC. caja E-49. Trinidad Padilla a Roberto F. Barney. Colima, 10 de julio de 1913..

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En una palabra, el ayuntamiento exigía la devolución inmediata del edificio. Y

pidió que, de la manera más rápida posible, los expositores sacaran algunas cosas

que todavía quedaban rezagadas. El fracaso de la exposición fue mayúsculo. Así

se lo recordó Padilla a Roberto F. Barney:

En atención al lamentable mal éxito del certamen abierto por esa Compañía en cuya virtud y por haberse retirado todos los expositores ha quedado abandonado el edificio que ocupó el cual pertenece al H. Ayuntamiento; este honorable Cuerpo municipal tuvo a bien acordar en sesión de hoy se com- ubique a Ud. con su carácter de presidente de esa asociación, que para con- servar el edificio en buen estado ha encomendado su cuidado al Inspector Municipal y a los mozos destinados al propio objeto.58

Roberto F. Barney contestó al presidente que no era a él a quien debía

pedirse la devolución del edificio sino al presidente del consejo de administración,

el propio señor Alamillo, y dijo: “Por lo tanto suplico á Ud. dirigirse sobre el asunto

de que me trata al Sr.. Alamillo, y que accidentalmente reside en México en el Hotel

‘San Carlos’“.5g No fue sino hasta el mes de septiembre cuando Alamillo contestó

al ayuntamiento que podía recoger el edificio del mercado. Sin embargo, el

ayuntamiento no pudo recogerlo porque en el mes de octubre, Carlos Schulte lo

embargó con todo y los objetos que tenía dentro. 6o Por ello el ayuntamiento pidió

la intervención del gobierno del estado para que se levantara el “secuestro” a los

objetos de la Exposición. Al parecer el ayuntamiento de Cómala compró para su

jardín uno de los dos kioscos que se exhibieron en el edificio de la Exposición.

Renato de Cornély protagonizó por última vez las sesiones de cabildo. Esta

vez pidió se le reintegraran cuarenta pesos que pagó de su bolsillo en las

reparaciones del -techo del mercado. El ayuntamiento envió entonces a un

58. AHMC. Caja F-63. Comunicaciones a varios, 1912-1913. Trinidad Padilla a Roberto F. Barney. Colima, 10 de julio de

1913.

59 AHMC. Caja E-49, foja suelta. Roberto F. Barney a Trinidad Padilla. Colima, 14 de julio de 1913.

60. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1913. Colima, sesión ordinaria del 1 de octubre de 1913..

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inspector para que supervisara las obras y que decidiera si se le pagaba o no a

Cornély. El inspector reportó que dichos trabajos eran insignificantes, “no

habiendo lugar a lo que se pide”.61 Al finalizar el año de 1913, por fin, Cornély

recibió de la tesorería del ayuntamiento los $40.00 anhelados y supuestamben

había puesto de su bolsillo para la reparación del techo del edificio de la

Exposición. 62

Hasta aquí la información encontrada sobre de la feria. La presidencia

municipal pronto cambió de manos: salió Trinidad Padilla y el asunto dejó de

aparecer en las actas de cabildo y en la documentación existente sobre el

ayuntamiento. Al parecer el edificio no fue nunca devuelto al ayuntamiento. Y tal

vez desde esa fecha el gobierno del estado lo considere parte de su propiedad. El

gran sueño de la infancia de Alamillo, fue trocado en pesadilla. La exposición

fracasó. No demostró, como Alamillo lo tenía pensado, el espíritu progresista de

gobernante y gobernados colimenses. En el eco del olvido y para siempre,

quedarían las voces que una vez pronunciara al referirse a la Exposición Costeña:

Con esta exposición ambiciono, señores diputados, además de los beneficios que resultan á los intereses generales, demostrar á todos, que somos capaces de llevar á cabo aquellas empresas que se ejecutan en las naciones más adelantadas, con el concurso de progresistas é inquebrantables voluntades.63

Alamillo olvidó que las guerras civiles no perdonan y que los sueños de unos

se tornan a veces pesadillas, mientras que las pesadillas de otros terminan en

sueños inesperados. Que Colima y sus expositores no estaban listos para el

progreso es posible argumentarlo; que la revolución impidió que las cosas se

desarrollaran de la mejor manera, nadie pudo ya negarlo.

61. AHMC. Actas d e Cabildo. Año 1913. Sesión ordinaria del 29 de octubre de 1913.

62. AHMC. Actas d e Cabildo. Año 1913. Sesión del 29 de diciembre de 1913.

63. “Informe leído el 16 de septiembre de 1912”. Periódico oficial EJ’ Estado de Colima, 12 de octubre de 1912, p. 369.

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Capítulo 8 Cuando llegó la hora de partir

No hay enemigos pequeños.. .

Hay quien dice que no hay enemigos pequeños y, en la historia de Colima, esto se

confirmó. En 1911, después de que Alamillo asumió la gubernatura, Jorres

Quintero, en su escrito Apuntes sobre la última campaña electoral, la revolución

falseada: El actual gobierno de Colima es anticonstitucional, advirtió: “La lucha no

ha terminado. Solo ha entrado en una nueva fase. En los tiempos actuales no con-

cluyen nunca las luchas políticas. Los intereses sociales reclaman continua vigilan-

cia para el Gobernante electo, para el que ha triunfado en buena lid, y con mayor

razón para el que ha escalado el poder burlando las leyes y escarneciendo la Con-

stitución”.

Nos encontramos ahora en pleno mes de abril de 1913. Alamillo recién

regresaba de la capital del país, tras establecer alianzas y compromisos con el

presidente Huerta. Alamillo se sentía más seguro que nunca de sus logros

1. Gregario Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, k revohcidn falseada: El actual gobierno de Coha

es anticonstitucional, pp. 3-4..

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políticos. Atrás estaban los malos ratos pasados y la incertidumbre. En todo podía

haber pensado menos en sus antiguos enemigos quinteristas. Éstos últimos,

defraudados al sentir que una vez más el camaleónico Alamillo se había puesto en

bien con el renovado presidente, decidieron dar rienda suelta a sus pasiones

políticas tanto tiempo reprimidas. Por ello y para bien o para mal, la consigna de

Torres Quintero se cumplió. Repentinamente Alamillo se encontró a su regreso

regreso triunfal de la ciudad de México con la sorpresa de un inminente

levantamiento quinterista --sin Torres Quintero a la cabeza--. Sabedor de que en la

tardanza se encontraba el peligro, Alamillo pidió a las autoridades del centro, con

carácter de urgente, un batallón de 200 hombres para sofocar el levantamiento. En

su comunicado, Alamillo afirmó que la tierra de las palmeras estaba en inminente

peligro frente a “una banda de trastornadores del orden”. La ayuda que Alamillo

esperaba no llegó. Así, el miércoles 2 de abril los seguidores de Torres Quintero

encabezados por el doctor Miguel Galindo, se levantaron en armas en Juluapan:

El regreso de Alamillo produjo en sus adversarios una gran desilusión. Sintieron cólera. Comprendieron que no era con ruegos ni con negociaciones como debían desprenderse de su enemigo. Entre los antialamillistas se distinguió siempre el Dr. D. Miguel Galindo. Hom- bre de acción y fogoso, concibió el proyecto de promover sin pérdida de momento una revolución local para derrocar a Alamillo. [...] Galindo creía [...], que bastaría golpear con la planta el suelo, para que brotaran revolucionarios.2

Con aparente facilidad y tal como lo esperaba Galindo, estalla el movimiento

armado que pretendía arrebatarle por la fuerza el poder al gobernador Alamillo.

Los alzados eran once revolucionarios. Lo siguiente lo recordaría años más tarde el

historiador oficialista don Ignacio G. Vizcarra, ex-secretario de Alamillo cuando.193

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éste era prefecto político, y redactor, durante esos años, del periódico El

regenerador político:

Considerando tambaleante al gobierno del señor Alamillo con motivo de la entrada al gobierno de la República del usurpador general Victoriano Huerta, un grupo de enemigos personales del señor Alamillo y partidario de la reac- ción, entre los cuales se encontraba el doctor Miguel Galindo y otras per- sonas más de la localidad, fraguaron una conspiración dirigidos y auspiciados económicamente por el acaudalado comerciante Blas Ruiz, con el fin de der- rocar de su puesto al gobernador Alamillo. Reunidos los conjurados fuera de la ciudad el día tres de abril del citado año, nombraron como su jefe al joven profesor de la escuela de Cómala J. Cruz Campos, acordando en seguida dirigirse hacia un punto determinado de los límites del Estado, donde debería llegar un contingente de hombres y armas que según estaba convenido, les sería enviado de México por los partidarios del general Félix Díaz en apoyo de su movimiento.3

Ignacio G. Vizcarra, “partidario de Alamillo”, vio en el levantamiento de

Galindo una conexión con la capital de la república y, en particular, con el

movimiento contrarrevolucionario felicita. F6lix Díaz, sobrino del ex-presidente

Porfirio Díaz, se levantó en armas en contra de Madero a principios de octubre de

1912. El movimiento reunía entre sus filas a viejos porfiristas, cierto, pero el inter-

és principal de su líder era protestar en contra de la manera en que Madero se

había pasado por alto los rangos militares colocando en lugares clave a

“revolucionarios” que nunca habían atendido siquiera la escuela militar. Las tropas

estacionadas en Veracruz apoyaron a Díaz pero finalmente éste fue derrotado y,

tras una corte marcial, sentenciado a muerte. Madero sin embargo, conocido en

otros casos por su “generosidad”, le perdonó la vida.5 Félix Díaz, sin embargo, no

se ofuscó. Al poco tiempo había establecido contactos militares con otros

3. Ignacio G. Vizcarra, Apuntes y datos cronológicos para la historia de Colima (México, Impresores Mexicanos, 1949). P

135.

4. Base Servando Ortoll, “Cómala en algunas bibliotecas del noreste norteamericano”, En Servando Ortoll, coord., Comaia,

memorias de un encuentro (Colima, Sericolor, 1994), pp. 79-88, en esp., 85.

5. Al respecto consúltese Michael C. Meyer y Willaim L. Sherman. The Course of Mexicen History (Nueva York, Oxf«rd

University Press, 19791, pp. 5 17-5 18..

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enemigos de Madero --en particular con Bernardo Reyes-- y pronto participó en

otra insurrección a la que el general Victoriano Huerta, siguiendo órdenes de

Madero se opuso primero y luego, tras la muerte de Reyes, se unió.

En una reunión histórica conocida más tarde como “El pacto de la embajada”

y acontecida la noche del martes 18 de febrero de 1913 en la embajada

norteamericana en la ciudad de México, los generales F6lix Díaz y Victoriano

Huerta se reunieron para conferenciar sobre la situación de M6xico. Huerta

argumentó que se había levantado en armas por considerar insostenible el

gobierno de Madero y para evitar el derramamiento de más sangre. Díaz, por su

parte, aseguró que su participación en la revuelta tenía que ver con “un deseo de

su parte de proteger el bienestar nacional”.6 El levantamiento militar, que habría de

terminar con el asesinato absurdo de Madero y de su vicepresidente, José María

Pino Suárez, como bien lo han mencionado dos historiadores, fue el preludio de

otros años más de desolación y muerte en varios estados de la república.

Como fuere y de manera inexplicable quizás, dados los pactos entre Félix

Díaz y Victoriano Huerta, los alamillistas tildaron a los quinteristas de felixistas.7 En

un documento anónimo titulado Los sucesos de Colima y una carta a los

artesanos, fechado en Colima en 1913, se denuncia a los enemigos de Alamillo (en

particular al doctor Galindo) de anherirse a la causa felicita en el estado, El

miércoles 2 de abril de 1913, según el pasquín, el doctor Galindo “desapareció de

Colima, Ilendo a Colima a reunirse con el Prof. Cruz Campos, Jefe de Ia

Delegación felicita que en aquel pueblo se había instalado, y [...] en ese mismo día

se levantó en armas con un pequeño núcleo de hombres armados al grito de ¡Viva

6. La información que cito y sintentizo proviene de Ibíd.., pp. 519-520.

7. Torres Quintero, por su parte, afirmó siempre que el levantamiento no habla sido felicita. Y se hace unas preguntas que

merecen, para ser contestadas, una seria consideración: “si era felicita el levantamiento , ¿por qué le pedía ¿Alamillo dos-cientos

hombres al Ministro de la Guerra, que era felicita? iSoldados Felixistas para pelear contra soldados Felixlstasp”.

Base Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo (México. Tipografía Guerrero Hermanos, 19161, p. 13..

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Félix Díaz! y ¡Muera el Gobierno de Colima!“* Y continúa así el acusatorio

documento:

El Prof. Campos, el Dr. Galindo, y un joven de apellido Solórzano Morfín, dícese encabezaban el movimiento, iniciado en Cómala. Tatábase de una chusma de gente mal armada, sin organización ni pericia militar y sin otro fin manifiesto que el de turbar la paz. [...] el levantamiento armado solo apareció en Cómala, y tan raquítico, que no se atrevió a entrar a ninguna población de importancia, ni siquiera a Coquimatlán [...l.g

Importante aquí es rescatar las palabras de Torres Quintero, para comparar y

contrastar las palabras de los alamillistas. Nótese el tono sereno y nostálgico de

Torres Quintero:

El Dr. Miguel Galindo, acompañado de dos o tres amigos se dirigió al pueblo de Cómala distante doce kilómetros de la capital. Allí se puso en com- unicación con algunas personas que, en otras ocasiones, se habían manifestado anuentes en secundar un movimiento armado contra Alamillo. Por todos eran once revolucionarios. Fue proclamado jefe del movimiento el Sr. J. Cruz Campos, persona que había sido maestro y prefecto de la localidad. No tenían dinero ni armas. Sólo disponían de unas cuantas pistolas, que nc llegaban a una por cabeza. Resolvieron dar el golpe por la noche. [...] se dirigieron a la Prefectura y sor- prendieron al gendarme de guardia poniéndole una pistola en el pecho. Entraron los revolucionarios y extrajeron quince carabinas y algún parque. Salieron enseguida de la población montados hasta de a dos en los pocos caballos que tomaron o consiguieron.10

Visto desde la desde la fría perspectiva que con frecuencia nos da la distancie

histórica, podemos entender que ese asalto aislado a la prefectura de Cómala en e

8. Los sucesos de Colima‘y una carta a los artesanos (México, Imprenta de A. Carranza e Hijos, 19131, pp. 5-6. De nucvt

cuenta. hay que rescatar las palabras de Torres Quintero y creerle cuando dice que “el movimiento de Cómala fue ilnlca \

exclusivamente ANTIALAMILLISTA”, sin lazos con los felixistas. Base Gregorio Torres Quintero, Las veleidades dc

Alamillo, p. 13.

9 . Ibíd.

10. Ibíd.., pp. 11.12..

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que tomaron al gendarme por sorpresa fue el principio que los acontecimientos

sangrientos posteriores se desencadenaran. Era mucho e imperdonable el

atrevimiento de los antialamillistas, a ojos de don Trinidad. Lo cierto es que los

alzados en armas --sin armas--, en dos días lograron reunir entre 50 y 60 hombres.

Refugiados en el pueblo de Juluapan, los insurrectos esperaron con impaciencia el

contraataque del gobernador. Éste no se hizo esperar. El sábado 5 de abril, Alamillo

mando 50 gendarmes bien armados que con la mano en el gatillo disolvieron el

pronunciamiento. El Correo de Jalisco en “El epílogo de un gobierno nefasto”

detalló los pormenores de la revancha de Alamillo contra los sublevados

quinteristas de Juluapan:

El sábado 5 de abril de 1913, los revolucionarios anti-alamillistas al mando del señor Doctor Galindo, que los encabeza, se encontraban en el fondo de un barranco del cerro de Juluapan en las primeras horas [...]. Los asesinos Pedro V. Virgen y Tiburcio Valencia, serviles instrumentos de Alamillo, vestidos de paisanos, que formaban la avanzada de los policías de esta ciudad, sor- Prendieron al espía de los revolucionarios y lo engañaron haciéndole creer que ellos iban a unírseles [...J de esta manera lograron caer sobre ellos, haciendo llegar su gente por donde no era esperada.11

La historia oficial de los hechos, contada por Ignacio G. Vizcarra proporciona,

evidente, otra perspectiva del sangriento episodio. No debemos pasar por alto su

contenido.

Sabedor el Gobernador Alamillo de los movimientos de los revoltosos, [sic] el día cuatro de abril ordeno al Prefecto Político, coronel Romualdo Sánchez, saliera con parte de sus subalternos, perfectamente armados, en activa y tenaz persecución de los sublevados, dándoles instrucciones terminantes para proceder en su contra con mano de hierro, sin contemplaciones, en caso de hacerlos prisioneros en el campo del combate. [...] Terminados prontamente los preparativos en la mañana del día cinco la policía y auxiliares se pusieron en marcha con dirección a Cómala, pero en el camino supieron que los sub- levados hablan tomado el rumbo del cerro de Juluapan y allá fueron en su alcance, encontrándolos efectivamente en las primeras estribaciones de dicho cerro, en cuyas alturas estaban emboscados perfectamente. Al presentarse la

l . “Los sucesos de Colima. El epilogo de un gobierno nefasto”, H H Correo de J a l i s c o J a l i s c o (Guadalajara), 9 de abril de 1913, p. 1.197

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policía fue recibida con numerosas descargas que contestó ésta; pero desde luego comprendió la inmensa desventaja en que se encontraba con relación a la posición del enemigo. Este disparaba sus armas amparado por los cor- pulentos árboles o escondido en las peñas del lugar en que se encontraban, en tanto que la policía tenía que presentarse a pecho descubierto, sin defensa alguna, sirviendo de blanco a los invisibles tiradores enemigos.12

Una historia, en suma, de ladrones y policías. Si Vizcarra hubiera sobrevivido

a nuestros días, seguramente que seria guionista para alguna telenovela mexicana

(quizá, por qué no, “histórica”) de actualidad. Dudo mucho, sin embargo, que

hubiera llegado a Hollywood. Ésta es la siguiente parte del relato policíaco, y

pobres de los policías alamillistas: “Aquello no era lucha”, record Vizcarra

imaginándose frente al campo de batalla de una de las guerras del Peloponeso:

era un desastre fatal, que se demostró luego con hechos: al caer en breve tiempo dos gendarmes sin vida; en vista de esto, la policía tuvo que retirarse a prudente distancia para evitar más pérdida de gente, disponiendo en seguida el jefe que lo voluntarios auxiliares, sin dar lugar a que lo apercibiera el enemigo, marcharan violentamente hacia el lado opuesto donde se encontraba la emboscada del enemigo para flanquearlo y atacarlo por la retaguardia, mientras el grueso de la policía continuaría al frente simulando ataque [...l Pasado el medio día, y cuando ya se desesperaba de tener alguna noticia de la comisión de los voluntarios, se pudieron oír lejanos tiros y que sublevados abandonaban violentamente su sitio. Era que los voluntarios, cumpliendo su compromiso, hicieron fuego a los sublevados por la retaguar- día, cosa que ellos nunca aguardaban, y después de una ligera resistencia, se desbandaron echándose a corres como locos por los desfiladeros, abandonando sus armas, caballos y parque.13

Según el recuento oficial de los hechos, elaborado por el portavoz Ignacio G.

Vizcarra, al ascender las alturas, la policía encontró dos cadáveres, “uno de los

cuales era el jefe de los sublevados, J. Cruz Campos, que murió al pie de un árbol

donde estuvo combatiendo valientemente [sic] hasta disparar el último cartucho de

sus armas”. ‘4 En el campo de batalla, concuerdan otras versiones, quedó el

12. Ignacio G. Vizcarra, Apuntes y datos cronológicos para la historia de Colima, pp. 136-l 37.

13. Ibíd. .. p. 137.

.” IL.2.198

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profesor Cruz Campos, cabecilla del movimiento insurgente. Carlos Solórzano

Morfín, un joven periodista, fue apresado junto con cuatro compañeros. Al llegar

con los prisioneros a Villa de Álvarez, se informó al gobernador “del resultado del

tiroteo; comunicando éste sus instrucciones para que sin formación de causa

fueran inmediatamente fusilados tres de dichos prisioneros”.15 Como en todos los

tiempos, pagaron justos por pecadores. Entre otros, estaba alguien muy querido

para Torres Quintero:

El periodista Solórzano Morfín, joven incapaz de derramar la sangre de una tórtola. Así era de bueno y compasivo. Los que lo conocimos, no nos explicamos lo que andaba haciendo entonces. El dijo al pelotón que lo iba a ejecutar: “Yo soy periodista, no soy revolucionario”. El Dr. Miguel Galindo refiere que aquel joven no tenía espíritu militar [...] Solórzano Morfín enarboló su pañuelo en señal de paz. Ese pañuelo fu6 su única arma.‘”

El espectáculo que dieron los muertos cuando la policía los trajo a lomo de

caballo creó una extraordinaria impresión entre los vecinos de Colima. Colima,

sembrada de palmeras y primaveras, se espantó. Hay muertos que no se olvidan.

Pero al gobernador eso no le importaba. Era una forma para Alamillo de demostrar

que su gobernador era uno de mano dura, fue por eso que ordenó traer los

cuerpos de los caídos, para pasearlos a lomo de mula por las calles de Colima,

para ejemplo de futuros inconformes. :

Al caer la tarde, el jefe de la Policía regresó con sus tropas a la capital con- duciendo en los mismo caballos de los revoltosos los cadéveres de éstos, juntos con los de los gendarmes muertos en la campaña. Los seis cadáveres descubiertos y sangrientos, atravesados en las monturas y ligados con fuertes reatasa, cual si se tratara de animales, dieron un espectáculo hor- roroso al pasar por las calles de la ciudad, cuyos vecinos lanzaban exclamaciones de dolor por semejante iniquidad.17

15. “Los sucesos de Colima. El epilogo de un gobierno nefasto”, El Correo de Jalisco (Guadalajara), 9 de abril de 1913. p. 1

16. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo. p. 15.

17. Ignacio G. Vizcarra, Apuntes y datos cronológicos para la historia de Colima, p. 137..

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El Correo de Jalisco coincidió en su reporte de los hechos: “Poco después de

la una de la tarde”, escribió, “hicieron la entrada los policías con los cadáveres

atados al lomo de sus caballos, cuando bien pudieron hacerlo por otros medios,

como reclama un cadáver ser tratado con respeto, dado que existe en Villa de

Álvarez una línea de tranvía, pudiendo servirse también de coches o en último

caso de carro de transporte”.‘* El Correo de Jalisco apunta además: “el

Gobernador había dispuesto que se hiciera con la comitiva un paseo macabro por

la Plaza Principal y algunas calles; orden que fue revocada a indicaciones de

alguna persona influyente, que le hizo notar la inconveniencia de acto tan

inhumano”. 1 g Quizá por el dolor que le causaron los hechos, por la inexactitud de

los datos que recabó o por su uso implacable de la retórica, Torres Quintero

reportó así los hechos, aumentando el número de muertos y afirmando que estos

fueron paseados, de manera macábrica por las calles principales de Colima:

“Alamillo hizo conducir a la ciudad de Colima a diez u once muertos [sic],

atravesados en bestias, boca abajo, balanceándoseles la cabeza, brazos y piernas,

a plena luz del sol. Entre los cadáveres iban los de Campos y Solórzano Morfín. La

macabra comitiva pasó por las principales calles de la ciudad y por un costado de

la plaza central”.20

Jactarse de esa manera de haber derrotado a sus enemigos (los haya o no

paseado por las calles principales de la capital), fue un grave político para Alamillo,

Mejor no IO hubiera hecho, Colima es calurosa más no violenta, Colima es bui-

liciosa pero pacífica. Colima sembrada de palmeras y primaveras, se petrificó, Hay

muertos, repito, que no se olvidan. Y las derrotas, por dignas que hayan sido, son

las más difíciles de enterrar. Alamillo pretendió no concederle al hecho la impor-

18. El Correo d e Jalisco (Guadalajara), 9 d e abril d e 1913, p. 1 .

1 9 . Ibíd..

20. Gregorio Torres Quintero. Las veleidades de Alamillo, pp. 15-l 6..

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tancia que tenía y dijo un día después del combate que el de sus enemigos no c

sino un “pequeño grupo de individuos encabezados por dos o tres colimenses dt

carriados, que se levantaron en armas en el pueblo de Cómala”, con el úni

ánimo de perjudicar su imagen pública y destruir su carrera política.21

Aseguró Alamillo que los dos o tres descontentos que habían publicado en I

principales periódicos del país cargos en su contra, “no podrán justificarse”, E

fue su opinión mas no la del periódico El Correo de Jalisco, que describió así

que sucedía en la ciudad de las palmeras: “la situación [en Colima] no pue

sostenerse porque el pueblo está de acuerdo en que el señor Alamillo deje

poder”. Y aunque --según la información que El Correo de Jalisco poseía—l

amigos de Alamillo le habían recomendado que abandonara el gobierno, éste Nat.-

ralmente se había negado. Por ello el periódico llegó a una conclusión que

demasiado obvia: que Alamillo estaba “casado con la legalidad... que él arregló

cacerola”. 22 Por lo pronto lo más importante para Alamillo, en esos fatídicos dí:

aparte de desear que la Exposición Costeña se materializara, era demostrar q

todo volvía a la cama. Por ello informó, a través de La Gaceta de Guadalajara, q

un grupo de vacacioncitas había salido a gozar de los baños de mar de Cuyutlan

Esto, como prueba fehaciente de que todo volvía la calma: “una vez que se ten

conocimiento de que la revuelta va decreciendo, aumentará el entusiasmo pa

visitar la Exposición Costeña y los primorosos baños de mar de Cuyutlán”.‘J” 1

segundo término, el corresponsal de La Gaceta de Guadalajara explicó que

seguridad pública en Colima se restablecía, porque las fuerzas del Estado

habían metido en cintura a los “revoltosos” que se habían insubordinado contra

gobierno.

21. AGGEC. Año 1913. Leg. 823. “Al pueblo colimense”, 6 de abril de 1913.

22. “Lo de Colima” El Correo de Jalisco (Guadalajara), 4 de abril de 1913, p. 1.

23. “La Revolución en Colima sufrió un Rudo golpe. Se restablece la tranquilidad pública. Llegará la primera excurslhn a

baños de Cuyutlan”, fa Gaceta de Guadalajara (Guadalajara). 6 de abril de 1913, p. 1..

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El parte oficial que comunicó el mismo periódico, de manera amarillista, a sus

lectores de Guadalajara ávidos de información, fue que quedaron “muertos los

cabecillas Cruz Campos y Carlos Solórzano Morfín, asegurándose que fu6 herido el

Dr. Galindo y causándoles quince o veinte bajas, entre muertos y heridos.

Abandonaron armas y caballos, dispersándose el resto en precipitada fuga”.24

Reiteró el diario que el pueblo estaba feliz y contento con las “enérgicas y

acertadas órdenes” de don Trinidad --un día después, la realidad se encargaría de

poner en su sitio a los corresponsales del periódico y a J. Trinidad Alamillo--, sólo

para mostrarnos, muchos años más tarde, que el sol no se tapa con un dedo. La

nota de La Gaceta de Guadalajara finalizó así:

Ha renacido la paz interrumpida ~610 por tres o cuatro días, aclarándose que todo esto fu6 una comedia para engañar al Centro; pues aquí no han cir- culado las tales proclamas de que habla la prensa, y es falso todo lo que en ellas se dice. La opinión pública está indignada contra Ruiz, Torres Quintero y socios, responsables e inventores de la burda farsa [sic] que tuvo fin trágico.25

Por su parte, Alamillo declaró que los inconformes, en vez de pedirle cuentas

ante el Congreso del Estado o de la Unión, se habían burlado de los principios

democráticos estrenados por la revolución levantándose en armas. Subestimó

Alamillo a sus enemigos al hablar de “la desmedida ambición política de un

pequeño grupo vencido en la contienda electoral pasada”.26 Alamillo no estaba dis-

puesto a dejarse arrebatar el poder. Por eso, con energía como lo hacía con todos

sus actos, había mandado callar a los levantados en armas con el cuerpo de

seguridad pública, según sus propias palabras:

Como particular y colimense, deploro con sinceridad el hecho sangriento registrado ayer en el pueblo de Juluapan, [sic] donde perdieron la vida

24. Ibíd..

25. Ibíd..

26. AGGEC. Leg. 823. Año 1913. J . Trinidad Alamillo, “Al pueblo colimense”, Colima, 6 d e abril d e 1913..

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algunos de los rebeldes y tres gendarmes del Cuerpo de Seguridad Pública; pero como Jefe del Estado hube de cumplir con mi deber de mantener el orden y la tranquilidad perturbados gravemente por los infractores de la ley aun a costa de la sangre derramada, de la que son responsables los autores intelectuales de tan antipatriótico levantamiento, que el Gobierno se vi6 obligado á sofocar con medidas en6rgicas.27

Y se cuidó muy bien el gobernador de “manifestar de una vez por todas” que

a todo a aquel que planeara siquiera traslucir inconformidad para con el gobierno,

podía hacerlo pero por las vías legales y les aseguraba que así tendrían la más

amplia libertad: “protesto a fuerza de Gobernante honrado, que gozarán de todas

las garantías para llevar a la práctica su campaña de censura”.2* Pero cuidado con

ir más allá de lo permitido, porque ahí era otro medio el que don Trinidad podía

emplear: “estoy decidido a reprimir con energía todo acto que tienda a perturbar la

paz y el orden en el Estado”.29 Las palabras de Alamillo tenían toda la fuerza de la

amenaza de un dictador dirigiéndose a sus subalternos. No permitiría el gobernador

ningún tipo de protesta militar, proviniera de quien proviniera.

En pleno lunes 7 de abril El Correo de Jalisco, que tenía desde Guadalajara

pleito casado con La Gaceta de Guadalajara y con Alamillo, puso en tela de duda

las declaraciones del gobernador publicadas en la perla de occidente de que en

Colima reinaba la calma y el contento. Todo era mentira, según los editores de El

Correo de Jalisco, quienes aseveraron: “el descontento es general y 1.. -1 es

imposible que el don Trinidad pueda seguir sosteniéndose contra la voluntad popu-

lar “.30 Adelantándose por sólo unas horas a los hechos que se desencadenarían

ese mismo día frente a palacio de gobierno, el periódico afirmó: “dados los

antecedentes del asunto colimense y los nada favorables para Alamillo, el Gobierno

27. I b i d .

28. I b i d .

29. I b i d .

30. “Los sucesos de Colima”, El Correo de Jalisco (Guadalajara), 7 de abril de 1913, p. 1..

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del Centro, por bien de la Paz, debe intervenir en la contienda mandando un militar

que asuma el poder para que descanse el pueblo”.31

Pero las amenazas de Alamillo eran de dientes para afuera. Su gran

preocupación eran las funestas consecuencias que el suceso del cinco de abril

podían tener en sus relaciones con el gobierno del centro. De los colimenses se

sentía bien seguro o así lo quiso creer. Enredado en sus propios embustes y

olvidándose de la manera en que le había llegado al asiento de palacio, Alamillo

recordaba convencido cómo los colimenses lo habían “honrado con su libre voto

en los comicios”. A esos mismos colimenses les informaba ahora que todo ese

desbarajuste de los primeros días de abril era producto “de la calumnia y del

vituperio” de sus “detractores políticos”. Para calmar los ánimos, queriendo

seguramente pensar que el incidente no pasaría a mayores, dijo:

Mas confío en que el vedado propósito de mis enemigos no encontrará eco entre mis conciudadanos, en el pueblo colimense, que es testigo de mis actos como mandatario, encaminados todos al bien del Estado, y mientras él me apoye con su soberana voluntad, nada tendré que temer de las intrigas y calumnias de mis gratuitos enemigos. La calma y la tranquilidad se han restablecido por completo y los rebeldes han sido batidos y dispersados, muriendo los principales cabecillas.32

Alamillo había olvidado un día después del levantamiento de los quinteristas,

el nombre de cada uno de los insurgentes. Pero eso no importaba. Lo importante

era convencer a la ciudadanía de que tenía todo bajo control absoluto en hojas

volantes distribuidas al pueblo colimense, dijo:

He creído de mi deber hacer la presente manifestación pública a la sociedad y al pueblo colimense que me honró con su libre voto en los comicios del año de 191 1 para desempeñar la primera Magistratura del Estado, al fin de darle cuenta de mis actos como Gobernante y para que esté alerta contra las

31. Ibíd. 32. Ibíd..

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falaces sugestiones de mis detractores políticos, que no encontrando justos motivos para censurarme, echan mano de la calumnia y del vituperio, con la mira de desprestigiarme y provocar la discordia.33

Los “detractores políticos” que Alamillo veía hasta en la sopa, eran princi-

palmente Miguel Galindo, Higinio Álvarez, Blas Ruiz y Francisco Santa Cruz

Ramírez. Los dos últimos, como se recordará, habían tenido serios problemas con

el gobernador Alamillo: a Ruiz el gobernador le confiscó parque y municiones

aparte de cobrarle cobró impuestos injustificados por propiedades, mientras que a

Francisco Santa Cruz Ramírez lo obligó a ceder terrenos de su hacienda para

fundar el pueblo de Cuyutlán. Estos procederes injustificados en contra de los dos

mencionados individuos, se sumaron al malestar que estos dos quinteristas sentían

por la permanencia ilegal de Alamillo en la gubrnatura, nacida ésta de unas elec-

ciones fraudulentas. Por ello los quinteristas no olvidaron que en política se valía

cualquier cosa. La naciente revolución les había hecho una mala jugada al impedir

que su candidato llegara al poder. Esa misma revolución que se encontraba dis-

parada --y disparando-- aquí y allá, los quinteristas lo quisieron creer, le regresaría

un gobierno legal a los colimenses.

Pero con apenas sesenta hombres, tal vez cuarenta y seis caballos y 16

armas no se pudo hacer gran cosa .34 Lo suyo había sido mucho ruido y pocas

nueces. Pero las cosas no podían acabar allí. Alamillo no podía seguir jugando con

los colimenses y salirse con la suya. De no haberles dolido a los colimenses la

escena de los cuerpos paseados por calles, de no haberse puesto las mujeres los

pantalones, a don Trinidad la sublevación le hubiera hecho lo que el viento a

Juárez: nada, absolutamente nada. Camaleónico como era, de no haber ocurrido

33. Ibíd..

34. AHMC. Caja E-50. Año 1913. “Lista de los gendarmes de este Cuerpo que tuvieron participio en el combate habido con

los rebeldes el día cinco del actual en el pueblo de Juluapan”. Colima, 19 de abril de 1913. Al calce de este documento se

encuentra la lista de las personas a quienes Alamillo otorgó caballos, mulas y armas decomisadas a los rebeldes..

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los sangrientos hechos del 7 de abril, seguramente que Alamillo se hubiera

mantenido bien sentado en el asiento del poder: cambiando de actitud y de opinión

de acuerdo al rumbo en el que soplara el viento. Alamillo fue un político con

mucha imaginación y mucho más colmillo. Aunque el número siete haya sido

fatídico para él y sus designios, para no decir nada de los que cayeron frente a su

palacio.

El siete de la mala suerte

Así fue cómo, el lunes 7 de abril, según versión de Torres Quintero llegó a Colima

de paso para Mazatlán el general Miguel Morales. Las mujeres colimenses, presas

de la desesperación y del espanto, llegaron hasta el entonces hotel Carabanchel, a

pedirle al general Morales librara a Colima del gobernador Alamillo. Así lo refiere

Torres Quintero:

Una comisión de las damas más caracterizadas de la capital, por pertenecer a las principales familias (Alamillo las llamaba beatas), se encaminó al Hotel Carabanchel, en donde se alojaba el general mencionado, llevando un estandarte en que decían: “¡Abajo Alamillo!“. Las damas eran cerca de cien. Y una de ellas dirigió la palabra a Morales, pidiéndole ejerciera su influencia a fin de que el nuevo gobierno les quitara a Alamillo. Ellas no sabían de leyes ni de constituciones. 910 sabían una cosa: que Alamillo era pernicioso y deseaban su eliminación.35

La versión Alamillo proporcionó de este acontecimiento político, fue

notoriamente contraria a la de Torres Quintero:

En vista del terrible fracaso [de los quinteristas], el día 7 del mismo mes ya había llegado a Colima Blas Ruiz acompañado de una comisión de militares encabezada por el “pulcro” General Miguel Morales; la cual, [...l venía apoyada por [Manuel] Mondragón y Félix Díaz; pero no con conocimiento ni autorización de Huerta. Ante esa comisión llevaron entre ciertos frailes y

35. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo, p. 16..

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algunos jesuitas mal intencionados que son muy conocidos en Colima, a un grupo de viejas beatas para que me acusaran, ¿de qué? seguramente de que no concurría á misa ni me confesaba.30

A ojos de Alamillo la matanza del día 5 de abril no había tenido importancia.

Había actuado, como era su deber, haciendo todo lo posible para mantener el

orden en el estado. Los medios para lograrlo fueron lo de menos: había restaurado

la tranquilidad pública. Su desgracia fue que cuando las mujeres, en un arranque

de insumisión salieron de sus casas para pedir justicia, los hombres no se pudieron

quedar atrás. No podían permitir que se pusiera en duda quién llevaba los

pantalones en Colima: “los hombres se sintieron estimulados, por aquel acto de las

mujeres, a proceder con verdadera virilidad. Sin saberse cómo, la plaza de la

libertad se fu6 llenando de gente: una abigarrada multitud de hombres, mujeres y

niños, de todas las clases sociales, se agolpó en ella, Alamillo estaba en Palacio,

rodeado de gendarmes y empleados, todos armados hasta los dientes”.37

Las apreciaciones de don Trinidad, obviamente provenían de una óptica dis-

tinta. Tanto Torres Quintero como Alamillo, no podía haber duda, tenían su propia

versión de los hechos. A propósito de la manifestación del fatídico día 7 de abril,

escribió Alamillo:

Tan en ridículo se pusieron ellas [las mujeres] como sus maridos, la terna de frailes y el titulado General Morales que no representaba ninguna autoridad en aquel caso. Desde por la tarde del día 7 y en vista del fracasado levantamiento, los tales militares aconsejaron a los “jesuitas” que por la noche emborracharan a quince 0 veinte vagos para que con ellos se formara un “motín” frente al Palacio del Gobierno en donde yo me encontraba todas las noches, que tuviera por resultado mi renuncia inmediata.3*

36. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciarla del estado de Jalisco. i JUS TICIA! A los jefes constitucionalistas y a los

encargados de realizar los ideales de la Revolución Triunfante (Guadalajara, Imprenta de M. Bobadilla, 19141, p. 12.

37. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo, p. 16.

38. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciarla del estado de Jalisco, pp. 12-l 3..

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El lunes 7 de abril. El pueblo enfurecido reunido en la plaza. Echándole lápiz a

las culpas del gobernador. Había llegado la hora de ajustar cuentas. Don Trinidad

aguardaba en palacio de gobierno impecablemente vestido. Sentado en la gran silla

que tanto sueño le quitó y tanta obsesión le creó, esperaba que el más mínimo

incidente le marcara el camino para actuar. Afuera la gente en voz de Francisco

Santa Cruz pidió a Alamillo su salida del gobierno: “Pues bien, Sr. Alamillo, ha

llegado ya ese momento de renunciar, dijo Santa Cruz; el pueblo congregado en

esta plaza se lo pide a Ud. por mi conducto, porque ha dejado Ud. de corresponder

a su confianza”.3g

Para Alamillo, un grupo de “briagas” quinteristas y para Torres Quintero

“unos cuantos ebrios” alamillistas se presentaron en la plaza principal. La verdad

es que no se puede saber a ciencia cierta a qué bando pertenecía el grupo que se

presento, pero lo cierto es que se armo un zafarrancho entre los manifestantes y

los embriagados personajes que llegaron al lugar del mitin. Alamillo dejo de esperar

sentado. El momento había llegado. La gubernatura, su gran deseo, no se le iría

como agua entre los dedos. No imagino que sus movimientos, para conservar el

poder, ya eran patadas de ahogado. Como lluvia salvadora --para don Trinidad—las

balas salieron de palacio de gobierno y se incrustaron entre la multitud

despavorida:

Tronaron los maüssers incesantemente durante veinticinco minutos. . . La multitud, apiñada, trató de escapar de la matanza... Fue aquello una especie de S. Bartolomé. Los esbirros salieron de palacio y persiguieron luego por las calles a los antialamillistas más conocidos, Santa Cruz huyó por el río perseguido a tiros, logrando al fin salvarse. Según los datos más bien comprobados, quedaron en la plaza 26 muertos y 40 heridos.40

39. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo, p. 17.

40. Ibíd. ..

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Ésta es una de las versiones de los hechos. La variación alamillista está mejor

representada en la obra de Ignacio G. Vizcarra, quien relata así los hechos aunque

confunde las fechas en que se sucedieron los acontecimientos, pensando que el

levantamiento del 5 de abril y la represión del motín del día 7, ocurrieron el mismo

día, a unas horas de diferencia:

Ya en la noche, los felicitas de la ciudad que formaban parte de los que

habían promovido el levantamiento en armas, dirigidos públicamente entre otros, por los señores Francisco Santa Cruz Ceballos y Francisco Santa Cruz Ramírez, hijo y nieto respectivamente del ex gobernador Santa Cruz, aprovechándose de la indignación del vecindario provocada por la imprudencia y reprobable entrada de los cadáveres a la ciudad, promovieron una manifestación de protesta contra el Gobernador Alamillo, logrando reunir numerosas gentes que encabezadas por ellos, anunciaron su presencia frente de Palacio a los gritos de ¡Viva el general Félix Díaz! ¡Viva el general Huerta! ¡Muera el mal gobierno ! Algunos de los amotinados intentaron entrar a Palacio, pero inmediatamente fueron cerradas las puertas. El Gobernador Alamillo, al oír las ruidosas exclamaciones de los manifestantes, salió por uno de los balcones, quizá con el propósito de dirigirles la palabra para calmarlos, más en el acto y antes de que hablara, le dispararan [sic] numerosos tiros

acompañados de tremendas in jurias; entonces los amigos del Gobernador, que habían salido también por los otros balcones del Palacio, contestaron la acometida de la multitud disparando sus armas, produciendo su dispersión completa, quedando tirados en las calles dos cadáveres de los amotinados, con perforaciones de bala en la espalda.41

Es difícil ~1 veces defender las causas perdidas y quizá debamos honrar la

memoria de don Ignacio G. Vizcarra por tratar de hacerlo. Pero lo cierto es que

nunca sabremos con exactitud qué fue lo que sucedió, salvo que quedaron

muertos, en el campo de batalla, dos seguidores quinteristas. Si volvemos por un

instante al tiempo de los hechos podemos ver que La Gaceta de Guadalajara, o

bien trató de aparentar la calma o simplemente estaba atrasada de noticias

respecto a lo que acontecía en Colima. El martes 8 de abril afirmó que de buena

fuente recibía su oficina la noticia de que en Colima “el movimiento revolucionario

estaba sofocado” y lamentó “el triste epílogo“ que había tenido “la mascarada

41. Ignacio G. Vizcarrn, Apuntes y datos cronológicos para la historia de Colima, pp. 137-l 38..

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revolucionaria”. En las mismas páginas también expresó: “Algunos individuos que

la opinión pública señala como autores intelectuales del levantamiento, y cuyos

nombres nos abstenemos de publicar por ahora por no ser el instante propicio para

reproches, ya que es la hora del dolor; y vencedores y vencidos todos debemos

estar de duelo, por esta contienda de hermanos contra hermanos”.42

Alamillo diría, un año después desde la penitenciaría de Jalisco, a propósito

del motín, que en esa ocasión el pueblo estaba con él. Que la gente salió de sus

casas para defender a su gobernante del grupo “de briagas” quinteristas que

escenificaron el alboroto de aquella noche. Simplemente no concebía Alamillo,

después de tanto pan y circo, o mejor dicho después de tantos jardines, música,

palmas y primaveras, que el pueblo le diera la espalda. Jamás reconocería que no

contaba con el apoyo de sus gobernados. Alamillo escribió:

Así se hizo aprovechando para que encabezara a aquella chusma de briagos “felixistas” la ignorancia de Francisco Santa Cruz Ramírez; pero sin necesidad de policía, el pueblo, en inmensa muchedumbre ocurrió a Palacio en defensa del Gobierno constituido y el grupo de desordenados que encabezaban los felixistas más odiados y desprestigiados de Colima, hubiera sido aniquilado si no se dispersa vergonzosamente con una descarga que aquel le hizo al viento desde los balcones de Palacio, en vista de su agresión a mano armada.43

Desde su lugar en la prisión jalisciense, don Trinidad estaba obstinado con

cargarle el muerto --en este caso los muertos-- a los quinteristas. Balas lanzadas al

viento no cortan vidas.44 Alamillo jal6 el gatillo y escondió la mano. El gobernante

disparó contra sus gobernados. Colima no perdonó nada y olvidó los jardines, la

música, las palmas y las primaveras que Alamillo había hecho crecer por las fértiles

42. “Fue sofocado el movimiento revolucionario en Colima”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 8 de abril de 191 3. pp.

1-2.

43. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciaría del estado de Jalisco, p. 13.

44. Alamillo declaró lo siguiente en una entrevista publicada en La Gaceta de Guadalajara “Los manifestantes se dingteron a

Palacio en actitud agresiva, y entonces la guardia hizo dos descargas al viento, con lo que los manifestantes se dispersaron”.

V6ase La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 10 de abril de 1913, p. 1..

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tierras colimenses. El kiosco austriaco que había inmigrado a estas tierras, calló con

silencio terrenal las atrocidades que había presenciado. Mudo testigo de hechos

inenarrables, guardó silencio para siempre sobre lo que vio y nunca pudo contar a

sus visitantes. Con risa llena de cinismo y amargura, escribió Torres Quintero:

¡Y ahora dice Alamillo que los disparos fueron al viento! [...l La mejor prueba de que esa es una grosera calumnia, es que la fachada de palacio amaneció inmaculada, sin una sola huella de bala. En cambio se sabe que esa misma noche el propio Alamillo estuvo disparando personalmente su máuser después de que se le agotaron los tiros de su pistola. ¡Así entregaba su renuncia al pueblo!45

El Correo de Jalisco, por su parte relató lo que sucedió la “trágica noche del

7 del actual” en una versión casi idéntica a la de Torres Quintero:

Fueron Alamillo, sus empleados y la porra sostenida por él, los únicos en abrir el fuego contra la muchedumbre que pacíficamente pedía la renuncia del impopular mandatario, siendo el propio Alamillo quien, NO CONTENTO CON AGOTAR LOS TIROS DE SU PISTOLA, antes que perder tiempo en cargarla de nuevo, EMPUNO EL MAUSSER Y CON ESTA ARMA SIGUIO DISPARANDO SIN CESAR SOBRE EL PUEBLO EN MASA QUE HUIA ATERRORIZAD0.46

La “reprimenda” propinada a los amotinados, tuvo “éxito” en palabras de

Alamillo, como lo recordaría un año más tarde en su papel de gobernante intach-

able. Pero en sus memorias desde la cárcel en Jalisco olvidó a los muertos. Se

cuidó muy bien de no mencionar la sangre que corrió y que humedeció las piedras

de la calle frente al palacio de gobierno: “En menos de dos horas la ciudad entró

en completa calma, y yo, que había bajado a imponer el orden, regresé a Palacio

después de haber’ recorrido a pié algunas calles de la ciudad. Pero habiendo com-

45. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo, p. 17.

46. “Como fue la trágica noche del siete de abril en la C. de Colima”, El Correo de Jalisco (Guadalajara), 24 de abril de

1913, p. 2. Las mayúsculas aparecen así en el documento original..

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prendido de lo que se trataba, [sic] determiné pedir nueva licencia al Congreso y

volver a México”.47

Alamillo comprendió de hecho que ya tenía la soga al cuello. Más valía poner

pies en polvorosa. Seguramente pensó relatarle personalmente su versión de los

hechos a Huerta. Era mejor prevenir que lamentar. Pidió una licencia del cargo de

gobernador con goce de sueldo por seis meses, planeando regresar seguramente

cuando los ríos de amnesia colectiva hubieran arrastrado al olvido los charcos de

sangre que dejara el motín del 7 de abril. Alamillo, ni tardo ni perezoso, pidió tam-

bién se le reembolsaran los 1,300 pesos gastados en su reciente viaje a la capital

para concertar con Huerta su venida a la Exposición.48 La Legislatura aprobó las

peticiones de Alamillo con la mayor premura por razones de seguridad para la

Legislatura misma, por supuesto. Leamos cómo recuerda los hechos Torres

Quintero, al día siguiente justo de la matanza frente a palacio:

El pueblo amaneció el 8 en actitud hostil y comenzó a invadir nuevamente la plaza, a pesar de las escenas de la víspera. Pronto se supo que el Congreso deliberaba acerca de la renuncia de Alamillo. Un diputado apareció en, un balcón y dijo: “El Congreso ha aceptado su renuncia al Sr. Alamillo”. Este se asomó a un balcón y, poniéndose la mano en el pecho, quiso hablar. El pueblo prorrumpió en gritos ensordecedores lazándole una andanada de insultos y burlas de todos géneros. Lo menos que se le gritó fue: “¡Sin vergüenza!” Y entretanto un grupo del pueblo subió a las torres de la inmediata catedral y repicó las campanas, sucediendo lo mismo en todos los templos de la ciudad. Pero el pueblo había sido engañado. Alamillo sólo pidió licencia de seis meses. Si ha sabido la verdad, otros sucesos se hubieran registrado.49

47. . Alamillo...Justicia...p. 13

48. . Sesión ordinaria del día 8 de abril de 1913. Archivo del Congreso del Estado. caja 119, leg. XIX.

49. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo, p. 18..

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Maleta en mano El miércoles 9 de abril Alamillo, maleta en mano, salió de la ciudad. Llevaba con-

sigo pesadas cajas para embarcar con destino a la hacienda de Enrique

Schondube. El cargamento despertó la curiosidad de un empleado de la estación y

no era para menos, los paquetes pesaban lo que valían: las cajas contenían 50

carabinas y mucho parque propiedad de Alamillo, armamento que le fue

decomisado. Alamillo salió por caminos colimenses rumbo a Guadalajara. De paso

para México fue entrevistado por La Gaceta de Guadalajara. Frente al

entrevistador, Alamillo expuso, con “verdad y franqueza”, los acontecimientos de

Colima. Pero sería cándido pensar que las palabras “verdad y franqueza” tenían el

mismo significado para Alamillo que para nosotros. Sabedor de las consecuencias

que había tenido su actuación “enérgica”, como él mismo la calificó, Alamillo alegó

no ser responsable de los “fusilamientos y ejecuciones” de los rebeldes y dig-

namente sentenció: “tengo los documentos necesarios para probar que se ha

mentido a sabiendas, y que mi actitud ha sido, en este asunto, la de un

gobernante honrado y cuidadoso de su dignidad y su decoro”.50 Sobre el motín del

7 de abril y sus cruentos resultados, Alamillo dijo:

Un grupo de señoras fue a pedirme que renunciara, manifestando que, de esta manera, los rebeldes depondrían las armas, y todo quedaría en paz. En términos corteses, les indique que su puesto no era ese, que no debían mez- clarse en los asuntos políticos y que la rebelión no tenía importancia. Hubo una manifestación pública, en la que se mezclaban algunos agitadores, con el deliberado propósito de provocar un motín.51

Don Trinidad aparentó que nada debía y nada temía. Creyó seguramente que

que con dar una explicación a Huerta, el asunto quedaría arreglado. Si pese a la

50. “Pasó ayer para México el Sr. Trinidad Alamillo, Gobernador de Colima. Informa sobre los sucesos ocurridos en aquel

Estado”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 10 de abril de 1911, p. 1.

51. Ibíd..

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recién estrenada “democracia” de 191 1 se había ganado por medio de fraude la

silla gubernamental, seguro que con la simple manifestación de algunos colimenses

y con Huerta de presidente, el asunto no pasaría a mayores. Eso creyó o quiso

creer: “Terminada mi misión en México, volveré a Colima a hacerme cargo de mi

puesto, del que me he separado con licencia. Creo estar de vuelta para el día

14“,52 dijo, pero nunca más volvió.

Ni el 14 de abril de 1913, ni ningún otro día de ningún otro año estuvo

Alamillo de regreso. Don Trinidad no volvió al palacio gobierno aunque intentó

hacerlo en 1923. Pero la conciencia histórica de los colimenses les hizo no volver

a tropezar con la misma piedra. Pero regresemos a aquellos días. En lo personal

me pareció importante ver que en los partes de la policía municipal ahora en el

Archivo Histórico del Municipio de Colima no hay informes que puedan demostrar

que hubo conmoción o agitación política en la ciudad de Colima durante los

primeros días de abril de 1913 .53 Los documentos que allí se encuentran informan

sobre hechos comunes, que pudieron suceder en cualquier día, salvo la mención --

el 11 de abril-- de la llegada por ferrocarril desde Guadalajara, de Francisco Santa

Cruz Ramírez y de Miguel Galindo,

Quienes con gente armada se presentaron a tomar el tren en las estaciones de Tonila y Quesería respectivamente, haciéndose notable su entrada por las calles de la ciudad, por venir en carreta descubierta armados y acompañados de seis individuos más, también armados. Todas estas personas pertenecen al grupo de sublevados que fueron batidos en el pueblo de Juluapan el día cinco del corriente, por fuerzas del Estado.54

La Legislatura, que al igual que Alamillo, entendió que más valía estar con

Huerta que con don Trinidad, se ufanó de haber restablecido el orden en el estado:

52. Ibíd..

53. Esto lo puedo afirmar tras hacer mis lectura de los informes de la comendacia del cuerpo mixto de seguridad pública de

los días 6 y 10 de abril de 1913. VBase AHMC. Caja E-50. Año 1913, fojas sueltas. Curiosamente, no existen partes de

policía para los 5 y 7 de abril de ese año.

54. AHMC. Caja E-50, foja suelta. Parte de policía. Colima, ll de abril de 1913..

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“El orden ha sido restablecido, merced en gran parte al patriotismo de esta H.

Asamblea que, mirando solo por el bien del pueblo a que representa, no ha puesto

obstáculo alguno a las medidas y sugestiones del Gobierno del Centro

encaminadas a tal fin”.55 Pero el que los rebeldes anduvieran todavía a salto de

mata por los caminos colimenses, Ileva la misma Legislatura a decretar una ley

de amnistía “a la cual puedan acogerse todos aquellos que tomaron las armas sub-

levándose contra el Gobierno Constituido”. Lo que importaba era no dejar que

Colima, la pacífica, se convirtiera en un avispero de sublevados (en particular de

aquellos encabezados por Santa Cruz y Galindo):

De esta suerte contribuiremos, sin duda, de modo eficaz al progreso de Colima, pues haremos labor de paz y de concordia que devolverá al seno de sus hogares, a trabajar honradamente, a todos aquellos que han interrumpido la paz de que tanto se ufanara esta Entidad Federativa, en medio de las tur- bulencias que han venido agitando a los demás Estados de la República. De este modo también, legitimaremos un hecho consumado que dará por resultado el sobreseimiento en el proceso abierto contra los promotores del movimiento de rebelión y de sus seguidores, de manera que haga desaparecer la violación que se ha cometido al permitírseles entrar a la ciudad armados y en son de triunfo.56

La amnistía se decretó, efectivamente, el martes 15 de abril: “a los que se

levantaron en armas”, se les pedía que entregaran armamento y municiones en un

plazo de un mes. Los improvisados revolucionarios así lo hicieron:

El Dr. Galindo entró en Colima, mostró al pueblo por un día sus arreos de guerrero y luego volvió a empuñar tranquilamente su bisturí de operaciones. Todo esto demuestra, como se ha dicho ya, que el movimiento de Cómala fue localista y exclusivamente en contra de Alamillo.

Colima volvió entonces a arrullarse en los brazos de la tranquilidad. Si por las

dudas a don Trinidad Alamillo se le ocurría llegar echando balas, Al o cualquier otro

55. Periódico oficial EI Estado de Colima, 3 d e mayo d e 1913, p. 140.

56. Ibíd..

57. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo, p. 13..

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audaz se encontraría con un buen batallón. El gobernador Julián Jaramillo, por

“recomendación” del gobierno del centro, planeó la formación de un batallón de

voluntarios, ganando 1 .50 diarios por plaza, dedicado única y exclusivamente a

resguardar la paz y la seguridad pública del estado. Si de defender el terruño

colimense se trataba, no falta quién quisiera aprovechar el entusiasmo de los

jóvenes para que se enlistaran en el batallón de voluntarios:

Invitamos á los jóvenes colimenses á formar un grupo de voluntarios para la exclusiva defensa de esta población, ya sea amagada por perturbadores del orden 6 bien por una potencia extranjera [... 1 los horrores en otros pueblos que han caído en manos de revolucionarios nos muestran palpablemente el camino que debemos seguir, sacrificar nuestras vidas si es necesario, antes que permitir que sean violados nuestros hogares y nuestro Estadoa58

Numerosos fueron los colimenses que se sumaron a la causa patriótica de

defender su tierra de quien fuera: revolucionarios o gringos.59 Así la historia cerró

otro de sus capítulos con el personaje que fue don Trinidad Alamillo. Mientras

tanto, él siguió añorando aquel cómodo asiento gubernamental. Veremos cómo “el

hombre de las volteretas políticas” --según Torres Quintero-- entendió que en la

revolución todo se valía: para ponerse la carrillera y el bigote de revolucionario hizo

lo que pudo. Lo que no pudo hacer... lo inventó.

58. “Patriática iniciativa. Colima, 3 de julio de 191 3”. Peri6dico oficial El Estado de Colima, 5 de julio de 1913, p. 2 1 7.

59. Entre los jóvenes que dieron su consentimiento para conformar el batallón de voluntarios estaban: Manuel Álvarez

García, Salvador Alcázar, J. Faustino Martínez, Andrés García, Juan Ceballos, Jos6 Sánchez Llerena, José A. Rico, José

Alcazar Robledo, Dr. Fermín Fernández, Francisco Huerta, Canuto M. López, Laureano Cervantes, Alfredo LBvy, Enrique Silva

Ignacio Ramos, J. Jesús Michel C., Daniel F. Mendoza, Lucio Rodríguez, Enrique Barreto. Adelelmo Michel, Miguel Espinosa

Wenceslao R. Olea, Manuel Espinosa, J. Jesús Larios, Enrique Rivera Q.. J. Arroyo, Luis Murguía, Alejandro Ramos, E

Torres, Ambrosio Díaz Jr., Ramón Moreno, Carlos S. Ochoa, J. Manuel Barreto, Enrique Ceballos, A.C. Domínguez, José M.

Sánchez, Salvador R. Ballado, C. Jaramillo, Felipe Silva, José G. Ramos, Ángel M. Martínez y Andrés Silva, entre otros

VBase Ibíd..

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Conclusiones A lo largo de la investigación para elaborar esta tesis, la figura de J. Trinidad

Alamillo, enfocada como actor principal, se transformó, como también espero que

se haya transformado, a lo largo de estas hojas, para mis lectores. Por ello espero

que de estas páginas haya surgido un hombre completamente distinto a aquel que

tan sólo como actor ocasional fue descubierto en algunos sucesos de la historia

colimense. Hasta antes de esta tesis Alamillo no era sino un sujeto que no había

sido identificado cabalmente en las distintas “situaciones históricas”, para decirlo

en palabras de Touraine. Una vez visto J. Trinidad Alamillo como actor, conocí las

distintas facetas de una historia en la que fue en más de una ocasión, su

protagonista. En lo que sigue, analizo y enumero estos episodios, en la medida en

que estuvieron relacionados, directa o indirectamente, con J. Trinidad Alamillo.

La energía era la característica sobresaliente de su personalidad, en particular

durante sus años mozos. El Alamillo prefecto político era un hombre que destilaba

energía, mientras que al Alamillo periodista de años posteriores, el propietario de

La Gaceta de Guadalajara, lo caracterizó la impaciencia. En esos años no tuvo la

calma necesaria para esperar a que De la Madrid terminara su periodo

gubernamental como debía. Por ello decidió iniciar la campaña periodística en su.

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contra con el pretexto de publicitar el horrendo crimen de Tepames para, más

temprano que tarde, ocupar el asiento del gobierno de Colima.

Fue así que la pugna por la gubernatura del estado --ligada estrechamente al

continuismo de la dictadura porfirista-- encontró a su sucesor lógico e iderrotable

en J. Trinidad Alamillo. La victoria de Alamillo, producto de la corrupción política

de un sistema todavía luchando contra la muerte, significó por ello la continuidad

de las estructuras gubernamentales locales. El poder cambió de manos, pero no se

dañaron los hilos que movían esas manos. Digo esto no obstante que J. Trinidad

Alamillo, durante su gobierno, utilizó los postulados “legalistas” de la revolución

para cortar las cabezas de sus enemigos políticos. Recuérdese que expropió a

Francisco Santacruz Ramírez el terreno de su hacienda para fundar el pueblo de

Cuyutlán. A Blas Ruiz le cobró contribuciones, al parecer injustificadas, sobre

propiedades. Y por informes y sugerencias dadas por Alamillo a la Secretaría de

Gobernación, se le recogieron cartuchos para supuestamente prevenir que les diera

mal uso.

J. Trinidad Alamillo duró 18 meses con el poder en la mano. Tiempo este que

le bastó para privilegiar el ramo educativo, fundando la primer escuela en el país

para indígenas; tambi6n decretó las bases de la agricultura en Colima lanzándose a

expedir edictos que pretendían hacer de Colima un estado eminentemente agrícola,

pero sobre todo exportador de sus productos. La moneda quedó en el aire –y

nunca cayó--. De haber tenido el tiempo suficiente para que sus proyectos

agrícolas prendieran ¿sería fruto de otro árbol la producción agrícola en Colima?

El aspecto de la seguridad pública --en aquellos días revolucionarios de total

desconcierto-- fue atendido también, aunque su acción no haya llegado más allá de

vestir impecablemente a la policía. Mención aparte merece la Exposición Costeña,

planeada como escaparate --y buen negocio-- de Alamillo y sus seguidores. Y lo.

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fue al menos durante su organización porque, a través de ella, Alamillo cosechó

‘fama como gobernante emprendedor. Vale la pena mencionar también que el que

Alamillo se lanzara a organizar un evento de la magnitud de la Exposición, sólo

quería decir una cosa: que en Colima se vivía en calma por la eficacia y control

absoluto por parte del gobierno. Así, la Exposición pretendía ser una vitrina com-

pleta donde se mostraran todas las obras del señor Alamillo --bajo el riesgo de

mosquearse--. Los visitantes y expositores vendrían a Colima y se encontrarían

con un estado pacífico y lleno de flores y jardines. La Exposición también sirvió de

gancho donde se atoró la buena voluntad de Madero hacia Alamillo, y la de

Huerta, al menos durante un breve tiempo.

Alamillo sabía muy bien que en política mexicana, se debía estar siempre con

el triunfador. Y esto lo tradujo siempre a estar bien con el dueño del poder, si de

mantenerse en la gubernatura se trataba. Con el ascenso de Francisco 1. Madero a

la presidencia de la república, Alamillo fue un maderista convencido y declarado.

Hizo lo que creyó conveniente para granjearse el favor del gobierno del centro y en

particular de su presidente: por ello invitó a Madero a la inauguración de la ya

famosa Exposición Costeña. Sin embargo y como hemos visto, por uno u otro

motivo Madero pospuso su visita a las tierras donde señoreaba don Trinidad. Y

como nada está dicho y previsto en asuntos del poder, el apóstol de la democracia

fue traicionado y asesinado por el general Victoriano Huerta,

A raíz de ese suceso Alamillo se percató que no podía darse el lujo de

inconformarse con el bautizado “usurpador” de la historia dramática de México.

Sabedor de que la oportunidad es para quien se le presenta, la aprovechó. Era

Huerta quien movía ahora la batuta y Alamillo no hizo sino tocar al compás que

aquél le marcaba. Después de todo Madero ya estaba muerto y enterrado. Y el

maderismo convertido en diferentes y variados movimientos revolucionarios..

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Cuando Huerta le notificó a Alamillo que se había hecho cargo de la presidencia de

la república, Alamillo le contestó de enterado y reconoció a la cabeza del nuevo

gobierno. Crazo error. Así tomaba la bandera huertista como suya. Si esa era la

bandera política de moda para algunos, Alamillo la adoptó sin el menor remor-

dimiento. Pero no todo estaba ganado. El mes de abril de 1913 le trajo días de

desgracia a don Trinidad y a muchos otros colimenses. Como resultado de lo

acontecido, Alamillo dejó Colima con licencia y con goce de sueldo. Al salir de

Colima se le recogió una caja de armamento, por lo que se hizo sospechoso v

peligroso para el gobierno de Huerta y Bste lo tuvo cerca y vigilado en la ciudad de

México. Durante meses, Alamillo estuvo entretenido y disfrutando del sueldo de

gobernador de Colima en un cuarto del hotel San Carlos en la ciudad de México.’

Cuando la licencia de gobernador terminó para Alamillo en noviembre de

1913, el entonces subsecretario de Gobernación de Huerta, Jesús Rábago, le pidió

por orden del presidente la renuncia al gobierno de Colima. Alamillo se negó

rotundamente. Él mismo lo recordó así más tarde: “me negué enérgicamente a tal

pretensión a pesar del peligro de la vida que aquella negativa implicaba en

semejantes tiempos”.2 Alamillo dejó la ciudad de México y volvió a Guadalajara.

Fue apresado, por primera vez a fines de diciembre de 1913, por órdenes de

Huerta. Dos días después salió “por la influencia espontánea de un amigo”,3 pero

aprovechó este nuevo incidente para seguir culpando de su mala racha política a

las “maquinaciones calumniosas”, “obra única y exclusivamente” de sus enemigos

políticos.4

1. Alamillo sigui6 con licencia y con sueldo hasta el mes de noviembre de 1913. Una iniciativa de ley le suspendió el sueldo

al todavía gobernador constitucional de Colima por disfrutar de “dicha licencia sin fundamento legal”. VBase ACEC. Caja 1 19,

leg. XIX. Sesión ordinaria del día 9 de diciembre de 1913.

2. J. Trinidad Alamillo, desde la penitenciaría del estado de Jalisco, p. 33.

3. Ibíd.. p. 14.

4. “El Sr. Alamillo se sincera de los cargos que se le han hecho”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 6 de enero de:

1914, p. 1..

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Así don Trinidad iniciaría un ingrato paseo por los presidios de la ciudad de

México y no en calidad de visitante, sino de reo. Nuevamente en febrero de 1914

(a solo dos meses de su primera detención), se encontró tras las rejas.5 Con visible

conjoga don Trinidad comprendió, que encerrado en la penitenciaría, no podría

concluir ciertos planes “revolucionarios”. “Yo, que de antemano tenía gente

preparada, esperándome en algunos lugares de Jalisco, Colima, y Michoacán,

estaba exasperado por salir de la capital para reunirme con aquella, pues los

fracasos no me desmoralizaban, pero esta aprehensión casi echaba por tierra mts

planes”.6

Tratando de influir en la atención pública en favor de su causa, escribió a fa

Gaceta de Guadalajara una carta donde explicaba “los verdaderos motivos de su

[segunda] prisi6n”, que a su entender eran cuatro: El decomiso de armas que lo

hizo sospecho; su estancia en Guadalajara también calificada de sospechosa; una

declaración que hizo donde aseguraba que volvería al gobierno de Colima y, por

último, los rumores aparecidos en la prensa de que se había encontrado parque en

su cuarto de hotel en la ciudad de México. A todo esto, Alamillo dijo: “Ahora los

lectores juzguen si hay justicia para que yo me encuentre preso en la Penitenciaría

de México”.7

Para fortuna de Alamillo “vino la farsa de la intervención” norteamericana y

salió “amnistiado”.* A partir de entonces se quitó la careta y se dedicó de lleno a

atacar al huertismo. No hizo otra cosa más que quejarse de la dictadura pues, al

contrario de lo que en un principio creyó (estar con el ganador), de Huerta sólo

5. “Se han tomado alguna; declaraciones al Sr. J.T. Alamillo”, La Gaceta de Guada/a@fa (Guadalajara), 4 de febrero dn

1914, p. 1.

6. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciarla del estado de Jalisco, p. 15.

7 . . “Una carta del Sr. J. T,rinidad Alamillo. Los verdaderos motivos de su prisión”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalapa),

2 de marzo de 1914, pp. l-4.

8. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciaria del estado de Jalisco, p. 15.

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había obtenido problemas: “lo unico que yo deseaba era la caída del gobierno de la

infamia y de la tiranía que tanto me había perjudicado”.g Pronto empezó a

maniobrar para que los constitucionalistas lo consideraran como tal. Alamillo com-

enzó a dar a todos sus actos una nueva versión y sobre todo una nueva justifi-

cación e interpretación. Tiró el anzuelo esperando pasar como un héroe al que las

situaciones le fueron adversas, o un mártir al que la suerte le jugó una mala

pasada.

El primero de julio de 1914, Alamillo se unió al ejercito comandado por el

general Álvaro Obregón. Y el día ocho de ese mismo mes entró triunfante a

Guadalajara. Trató de dibujar una nueva (y positiva) imagen de sus procederes en

política ante los ojos de Obregón, pero de poco le sirvió. El propio Alamillo lo

reconoció más tarde: “seguramente por informes de enemigos envidiosos,

[Obregón] parecía estar algo predispuesto en mi contra”.lO Por órdenes de

Obregón, Alamillo fue encarcelado. Así lo relató después el mismo Obregón:

Al ocupar Guadalajara, pude cerciorarme de que el ex-Gobernador de Colima, J. Trinidad Alamillo, no era revolucionario ni general, ni tenía mando de tropas, por lo que empecé a considerarlo un elemento nocivo en nuestras filas. Posteriormente, cuando nuestras fuerzas ocuparon la plaza de Colima, fueron encontrados en los archivos de la oficina de telégrafos de aquella ciudad varios telegramas que habían sido dirigidos por Alamillo al usurpador Huerta, a raíz de los asesinatos de Madero y Pino Suárez, en los que hacía al asesino las más cordiales felicitaciones. En virtud de ello, ordené que Alamillo fuera consignado a un Tribunal, a fin de que respondiera de los cargos que resultaban en su contra.”

El 24 de julio Alamillo fue “consignado a un tribunal militar, se le considera un

elemento nocivo entre los revolucionarios, comprobándosele su antigua filiación

huertista”.12 Desde su prisión en el estado de Jalisco, Alamillo escribió su folleto

9. Ibíd.. p. 16.

10. Ibíd..

1 1. Álvaro Obregón, Ocho mil kilómetros en campaña (México, Fondo de Cultura Económica, 1959). p. 149.

12. Diccionario Histórico y Biográfico de la Revolución Mexicana, tomo 1 México, INEHRM. 1990). p. 541..

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Desde la penitenciaría del estado de Jalisco. ¡JUSTICIA! A los jefes COI;

stitucionalistas y a los encargados de realizar los ideales de la Revolución Tri

unfante, documento que da buena cuenta de la amnesia histórica y política que

sufrió Alamillo cuando de olvidar lo que no le convenía se trataba. El folleto e

testimonio de la gran imaginación de Alamillo: por ese medio, el ex-gobernador s

dio a la tarea de probar a los jefes constitucionalistas que el ni de chiste, ni pa

equivocación, mucho menos por desesperación, fue partidario huertista. A más d

un año, la distancia emocional y la fría celda de la cárcel del estado de Jalisco I

permitieron a Alamillo elaborar una versión muy distinta de como ocurrieron lo

hechos que marcaron y precipitaron su carrera política. De ser verdadero lo que

Alamillo argumenta en su folleto, otro gallo le hubiera cantado:

Yo tampoco he logrado saber la causa de esta [tercera] detención que todos ha sorprendido. Unos dicen que estoy aquí porque en un periódico m parezco a otro que está retratado con Huerta en algún banquete u otra fiesta Yo jamás estuve al lado de aquel asesino en ninguna cambiabilidad ni el ceremonia pública ni privada.13

¿Qué pasaba por la mente de Alamillo? ¿Quiso olvidar el error político que

cometió al aceptar el gobierno de Huerta? ¿Renegó de su decisión? La soledad y I

oscuridad de la celda lo desesperaron a tal grado que creyó que si 61 había

olvidado su amistad con Huerta los demás lo iban a hacer? Tras las rejas, don

Trinidad no podía hacer mucho por defenderse. Se confió a la palabra escrita –aunque

esa palabra no fuera precisamente de honor--. De sobra sabía que puesto

en papel sus argumentos podían llegar a tambalear gobiernos --y si no que I

preguntaran a Enrique 0. de la Madrid--. Solo que otras fueron las condiciones el

que sus mentiras vestidas de verdad, impresas en blanco y negro, salieron

pelear. Ahora ya no luchaban por la gubernatura de Colima, ni por un sitio en I

13. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciaría del estado de Jalisco, p. 28..

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historia de México como héroe revolucionario: las letras de don Trinidad sólo

peleaban ahora por su libertad. Entonces sí tuvo que librar la batalla definitiva, a

través de sus mismas letras para que lo reconocieran como constitucionalista,

argumentando haberse retirado de la política dentro del plazo que Carranza dio

para desconocer a Huerta:

Debo hacer mención especial de que el Plan de Guadalupe fijó hasta el 26 de Abril de 1913 para que los Gobernadores desconocieran al llamado gobierno huertista y yo me separé del Gobierno de Colima desde antes que expirara el plazo, es decir, desde el día 8 de Abril de 1913 (según decreto), desde cuya fecha ya de hecho desconocía al usurpador Huerta, por lo que legalmente tengo derecho a que se me considere entre los Gobernadores con- stitucionalistas, porque además trabajé sin descanso por el triunfo del carrarl- cismo. 14

Palabras convincentes, que contrastadas con los testimonios que nos pre-

sentan otros documentos acerca de la conducta y forma de actuar de don

Trinidad, hacen ver que la verdad distó mucho de sus descripciones escritas, aun-

que él se haya dedicado a desmentir a todos sus atacantes: “Por mi parte he

procurado sujetarme estrictamente a la verdad en la relación de los hechos. Si hay

alguna inexactitud, será insignificante”.15 Pensando que tal vez su figura

aparecería unida a la historia revolucionaria con la tacha de preso, expresó: “una

prisión política será siempre perjudicial [...] pero nunca deshonrosa para quien la

sufre y menos cuando ella es injusta”.16 Con un dejo de amargura y cansancio,

después de todos los esfuerzos que hizo por aparecer siempre al frente de la

escena política, tratarse de la corriente que se tratara o del líder que llevara las

riendas, las cosas parecían llegar a un fin incierto. Después de tantos malabares,

de tanto esperar à que la rueda de la fortuna estuviera arriba, después de todo y

14. . J. Trinidad Alamillo. Desde la penitenciarla del estado de Jalisco. p. 27-28.

15. Ibíd.., p. 17.

16. Ibíd. .. p. 27..

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pese a todo, don Trinidad llegó a la siguiente conclusión, no ,sin antes lamentarse:

“Lo único, lo más grave en estos percances o desengaños de la vida, son las

enfermedades que por los sufrimientos a causa de las prisiones se contrae la

familia, cuyas consecuencias son irreparables”.l7

Pocos días después de que su escrito desde la penitenciaría del estado de

Jalisco saliera a la luz, don Trinidad también tuvo la oportunidad de dejar la

oscuridad de la celda.18 Llama la atención la frase final de su folleto, porque bien

puede reflejar que ya sabía Alamillo de su inminente salida de prisión: “Conozco

que la honradez es la norma de conducta que siguen los prohombres del naciente

régimen, y por eso no vacilo en creer que la diosa de la Justicia, vendrá muy

pronto, a imprimir en mi frente de cautivo, el ósculo de la libertad”.19 El licenciado

Manuel Rivera, en un escrito dedicado a la memoria de J. Trinidad Alamillo,

explicó:

En el mes de septiembre de 1914, el que esto escribe fue portador de una carta del señor Alamillo dirigida al licenciado Roque Estrada, que residía en esta capital y que desempeñaba entonces el cargo confidencial de Secretario Particular del Primer Jefe del Ejército Constitucional [del don Venustiano Car- ranza, y como el licenciado Estrada sabía de algunos servicios prestados a la causa Constitucionalista por el señor Alamillo, el primer jefe ordenó la inmediata libertad de Alamillo, la cual orden fu6 cumplida por las autoridades de Guadalajara.20

¿Sabía entonces Alamillo de su inminente liberación y escribió las palabras

anteriores para congraciarse con los constitucionalistas? Nunca lo sabremos, pues

J. Trinidad Alamillo se Llevo el secreto a la tumba. Lo que sí sabemos es para el

momento en que salió de la cárcel, ya se había olvidado de luchar por una

17. Ibíd..

1 8 . “El señor J. Trinidad Alamillo salid en libertad. Telegrama especial para ‘El Popular’“, B Popular (Colima), 22 de septiem-

bre, de 1914, p. 1.

19. Ibíd.., p. 44.

20. Manuel Rivera, “Colimense distinguido”, pp. 11-14, en Pdstumo homenaje al seifor J. Trinidad Alamillo (México,

Impresores Mexicanos, 1938), en esp. p. 13..

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gubernatura que ya casi expiraba. Los constantes sorpresas en la política acabaron

convenciéndolo --ya que él no logró convencer-- de que más valla olvidarse del

asunto de Colima por un buen tiempo. Y así lo hizo. Le bastaba pensar que las

obras que había dejado tras de sí en Colima, hablarían por él a las nuevas

generaciones de colimenses: “quedan plantados por mí, laureles de la India,

hermosas palmas y primaveras, como testigos mudos de que pase por ahí..?

También quedaba el mudo, triste y enmohecido kiosco austriaco que no podría

jamás hablar mal del ex-gobernador colimense.

Aparentemente decepcionado de la política colimense, don Trinidad emigró a

los Estados Unidos, a Saint Helena, California, en 1916. Olvidándose

momentáneamente de la política, ahí trabajó como representante legal --en todos

los países de habla española-- de la compañía United States Radio Corporation.

Laborando estaba en su negocio cuando el aguijón de la política lo alcanzó hasta el

país vecino. Desde California volvió a divisar la silla gubernamental de Colima. Fue

mucha la tentación. A fines de enero de 1923, visitó el país en aparente viaje de

negocios --aunque más bien venía a enterarse del rumbo en que soplaban los

vientos electorales--. Alamillo llegó hasta Colima, donde fue objeto de una

“espléndida recepción” de sus partidarios, matizada de nostalgia y suspiros por

aquellos viejos (aunque no tan perfectos) tiempos pasados,

Apalabró su candidatura con sus amigos colimenses, quienes le entregaron

un memorial donde le pedían aceptara jugarse la suerte por el gobierno del Estado

y, en tono alarmante, le dijeron: “Salvad a Colima de la completa ruina a que se

halla próxima, y dadnos la satisfacción de poderos llamar desde luego nuestro

candidato”.22 Don Trinidad de eso pedía su limosna. Pero el sabor amargo que le

21. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciarla del estado de Jalisco, p. 36.

22. AGN. Fondo Obregón-Calles. J. Trinidad Alamillo. “Carta abierta al Pueblo Colimense”. México, marzo de 1923..

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había dejado su relación política en tiempos de la lucha armada con el entonces

presidente de la república Álvaro Obregón, le hicieron aparentar serenidad y

precaución. Aprendió que en política no por mucho madrugar amanece más

temprano. Sus pasos encaminados a la candidatura, aunque lerdos, debían ser

seguros. Sabía de sobra el terreno que pisaba. En una maniobra inteligente de su

parte dijo un “no” que en realidad significaba un “si”:

Mis justas excusas verbales a dichos Delegados para no aceptar los trabajos políticos ofrecidos con tanta sinceridad por aquellos ciudadanos, fueron corn- batidas con acierto y no aceptadas, porque todos saben bien que sobre mis negocios, sobre mis conveniencias y sobre mi tranquilidad, está el cariño que profeso a mi Estado y el interés que tengo por él y por el bienestar de sus habitantes. Es más, todos saben que éstas no son palabras falsas ni “politi- querías” en provecho propio, como generalmente se usa en estos tiempos.23

A fin de cuentas, el viejo lobo de mar hizo como si se encontraba entre la

espada y la pared: “se me contestó”, dijo Alamillo, “que el Pueblo de Colima no

aceptaba otra Candidatura que no fuera la mía”.z4 En consecuencia, Alamillo

estuvo de acuerdo con que se iniciaran los trabajos en favor de su causa no sin

antes lanzar una pregunta velada y una pedrada directa a la frente de Obregón:

Que responda el gobierno o mis enemigos si los tengo y que digan si debe dejarse o no a ese pueblo en libertad para que ejercite sus derechos y paro que confirme sus propósitos en el terreno de los hechos, si es que puede pero si ese pueblo es burlado por medio del fraude y de los “chanchullos” c por la imposición oficial, él tendrá un desengaño más sobre lo que es e “Sufragio Efectivo” proclamado por la revolución y a mí me quedará la satis- facción de no haber desairado a mis conciudadanos, de haber guardado un: actitud decorosa, sin recurrir a la humillante necesidad de doblar la rodilla; para obtener el permiso y al mismo tiempo no haber cometido la tontería dt gastar dinero para comprar una credencial cara que solo produciría amargura: al gobernante que verdaderamente sea honrado y vaya al poder de buen; fe.25 *

23. Ibíd.

24. Ibíd.

2 5 . Ibíd. ..

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El nuevo J. Trinidad Alamillo, el que enfrentaba ahora la política como si SC

tratara de una transacción más de negocios, había cambiado en su estrategia:

política. Para 1923 ya no se andaba Alamillo entre las ramas y ya no se dirigía di

manera privada al presidente (como lo hizo otrora con Porfirio Díaz) para sem-

blantearlo frente a sus preferencias políticas. El Alamillo de 1923 se dirigió cl

pueblo y no a su máximo gobernante antes de echar las velas al viento. No debo

sorprender por ello que --en la misma carta abierta dirigida a los colimenses-Alamillo,

entusiasmado, recomendara a sus paisanos prestaran oídos atentos a Ii

creación del Partido Cooperatista de Colima, apoyado por el Cooperatista Nacional

de México. Seguramente que Alamillo esperaba ser designado por ese partido par,

entrarle a la pelea por la gubernatura. Recomendó a los colimenses que “SI

adhieran a ese nuevo círculo mientras 61 cumpla con el programa delineado en est

carta”.26 Sin embargo, los cooperatistas se aprovecharon “de los nombres y firma

de los * alamillistas’” y los dejaron silvando en la loma, postulando al coronel Pedro

Torres Ortiz para la gubernatura.27

Esta vez don Trinidad se dejó llevar por las aguas mansas --hasta eso

momentos-- de la política colimense. Adicto al juego peligroso de la polític2

Alamillo tuvo la precaución de guardarse su última carta en la manga del sacc

Una misiva de don Trinidad dirigida a Obregón lleg6 hasta el despacho presi-

dencial. Con acierto, Alamillo pensó que si bien Obregón había perdido un brazo

no había extraviado la memoria. Alamillo lo sabía, porque lo experimentó e

cabeza propia, cómo se las gastaba el general sonorense. Y le escribió unas letra

en el siguiente tono:

26. Ibíd..

27. AGN. Fondo Obregón-Calles. Carpeta 408-C-36. J. Trinidad Alamillo, “Manifiesto a los Colimenses”. Colima, 17 de ab

de 1923..

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Por separado le he remitido impresa una “Carta Abierta” que escribí para el Pueblo Colimense, en la que, aparentemente acepto mi candidatura para Gobernador de aquel pequeño Estado, pero sinceramente le digo a usted que no hay tal cosa, porque todos creen, (y yo el primero), que tal candidatura no sería grata a su Gobierno y por otra parte, mi misión al venir a este país, está muy lejos de pensar siquiera en mezclarme en política que no me conviene bajo ningún concepto.28

Don Trinidad ya había tomado una decisión. Si Obregón se oponía a su resur-

rección política, le apostaría a la silla en las condiciones que fuesen. Pero si por el

contrario Obregón quería ufanarse de poner en práctica los principios

revolucionarios que él mismo había defendido, ahora sí que, a brazo partido,

Alamillo estaría compitiendo con todas las de la ley. Pensó don Trinidad que todo a

su tiempo llega: no le convenía a hora temprana mal quistarse con el presidente de

la república. Por eso mismo expresó:

A usted le digo confidencialmente y bajo mi palabra de honor, que a su debido tiempo yo renunciaré a dicha candidatura y procuraré inclinar a todos mis partidarios para que den su voto en favor de alguna persona competente y que tenga además la completa confianza y estimación del Gobierno que dig- namente usted preside.2g

Ajenos a las verdaderas preocupaciones de don Trinidad, sus partidarios

notificaron a Obregón, el 30 de abril, que el Partido Alamillista, había quedado

instalado dos días antes,30 justamente en la fecha en que se publicara la con-

vocatoria para elecciones para gobernador. 31 Sucedió así que las hojas del

calendario siguieron corriendo y Alamillo no recibió comunicación alguna de

Obregón. Sufriendo la horrible sensación de no haber sido escuchado, por segunda

vez escribió Alamillo a Obregón. Para que no hubiera lugar a dudas respecto a sus

28. AGN. Fondo Obregón-Calles. Carpeta 408-C-36. Carta de J. Trinidad Alamillo a Álvaro Obregh. México, 19 de marzo

de 1923.

29. Ibíd.

30. AGN. Fondo Obregón-Calles. Carpeta 408-C-36. Carta del presidente del Partido Alamillista a Álvaro Obregón. Colima,

30 de abril de 1923.

31. Miguel Álvarez García. “Decreto número 61”. Colima, 30 de abril de 1923.

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intenciones, le mando copia del telegrama que dirigió a los alamillistas, que a la

letra reza:

Desde un principio expresé tener aquí obligaciones anteriores que debo cumplir. Prueba desinterés y agradecimiento que no quiero ser un obstáculo á sus trabajos, ruégales influir con partidarios para que voten por algún amigo que merezca la confianza de los colimenses y la del Gobierno del Centro [...].32

“Queda así cumplida la palabra que espontáneamente dí á Ud. de que á su

debido tiempo haría la anterior declaración”, dijo Alamillo al presidente de la

república. Obregón debió pensar que con los muertos políticos no se habla. Y

Alamillo debió creer que el que calla, otorga. A pesar de haber comunicado en

términos tan ambiguos su renuncia, sus amigos obviamente no se dieron por

enterados. Siguió su marcha la candidatura. El miércoles primero de julio –fecha

del acto electoral--, se disputaban el asiento del palacio de gobierno de Colima

Gerardo Hurtado Suárez, sostenido por el Partido Independiente; Pedro Torres

Ortiz, por el Cooperatista de Colima, y J. Trinidad Alamillo con sus alamillistas. Los

números arrojaron los siguientes resultados: Gerardo Hurtado se llevó el triunfo

con 3,497; 1650 votos fueron para Torres Ortiz y Alamillo obtuvo solamente

35 1.33

Las elecciones fueron un verdadero escándalo. Hubo de todo: pleitos enfre

independentistas y cooperatístas, robo de urnas, \; demás. Finalmente, el viernes

10 de julio se declaró a Gerardo Hurtado gobernador electo. A don Trinidad le tocó

esta vez la de perder. Equivocadamente creyó, o quiso creer, que el noventa y

cinco por sienta de los colimenses estaban todavía --si es que alguna vez lo

32. AGN. Fondo Obregón-Calles. Carpeta 408-C-38. Carta de J. Trinidad Alamillo a Álvaro Obreg6n. Saint Helena,

California. 15 de mayo de 1923.

33. AGGEC. Año 1923. Leg. 1000. “Documentos relativos a elecciones para renovación del Poder Ejecutivo del Estado,

para el periodo próximo y que se verificaran el domingo 1 del año”. Agradezco a Héctor Porfirio Ochoa Rodríguez, el facili-

tarme una fotocopia de dicho legajo..

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estuvieron-- de su parte, como se lo aseguraron sus amigos.34 El número de votos

que recibió a su favor vino a demostrarle que se vivían nuevos y difíciles tiempos

en Colima y que sus vida. poca había terminado diez años antes. Alamillo guardó

el silencio de los prudentes. Al menos en los archivos que consulté no apareció

queja alguna por parte de don Trinidad o de sus partidarios. Esta fue su última

aparición en la vida pública de su terruño, Y a raíz de este nuevo fracaso terminó

aborreciendo --no era para menos-- el quehacer político: “yo no quiero nada que

huela a política, porque la odió [sic] con toda mi alma”.35

Se retiró entonces a la vida doméstica. Vivió sus últimos días en Guadalajara

en su casa de Juan N. Cumplido e Independencia, cuidando de su esposa y

sobrinos; disfrutando de sus árboles y sus frutos; entreteniéndose en limpiar y

contemplar sus peleadas armas; haciéndose acompañar en sus paseos por el jardín

de su fiel perra “Lula”. La muerte de su esposa Paula, en 1937, minó para siempre

al hombre empecinado y fuerte que fue don Trinidad. Así lo recordó en sus últimos

días su sobrino-nieto Benjamín:

[Mi abuelo, don Trinidad] estaba comiendo en la mesa [...l tranquilamente [y] mi tía Carolina, la hermana de mi abuelo, estaba sirviendo. [Mi abuelo] estaba comiendo y mi padre cree que se imaginó a mi abuelita, porque cuando él estaba comiendo [...l a mediodía, gritó: ¡Paula! Y cayó desmayado. De ahí lo recogieron y le dieron unos fríos malignos.36

Sin remedio, 15 días después de la muerte de su esposa, un lunes, el 15 de

octubre de 1937, don Trinidad:

Ya no se levantó. Ya no habló. [...l Ya no supo de 61. Fue para ya no abrir los ojos. Nos pusimos a velarlo, abajo [del féretro se metió la perra, la “Lula”. No dejaba acercar a nadie. En cuanto murió, el árbol que estaba afuera del

34. AGN. Fondo Obregón-Calles. Carta de J. Trinidad Alamillo a Álvaro Obregh. México, 19 de marzo de 1923.

35. J. Trinidad Alamillo, Proyecto para reconstruir o mejorar las condiciones generales del Estado de Colima. Mi herencia de

trabajo a los colimenses (Guadalajara, se., 19321, p. 32.

36. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996..

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jardín, un árbol enorme, un piral que el mismo planto, se abrió. Un piral grande. En cuanto él falleció trono el árbol.37

Así terminó la vida privada de uno de los hombres públicos más con-

trovertidos de la historia moderna de Colima y de México. Aparte de sus plantas,

arbustos y kioscos, Alamillo nos heredó, a sus curiosos lectores de 83 años más

tarde, que lo camaleónico de las posturas políticas de hombres como él, des-

conocen de todo límite. Y para muestra qué mejor que él y su vida zigzagueante

por la política colimense. J. Trinidad Alamillo, la gran figura señera de nuestra his-

toria local fue porfirista cuando le convino; jugó sucio para ganar unas elecciones

cuando lo quiso; luego de electo fue incondicional de don Francisco 1. Madero,

para serlo inmediatamente después de Huerta...

La presencia política de Alamillo, sin embargo, no hizo sino dar comienzo a

una corta pero intensa y apasionada etapa de nuestra vida local. La caja de

Pandora que don J. Trinidad Alamillo --no pudiendo resistir la curiosidad por saber

lo que el destino le deparaba-- abrió, soltó por las tierras colimenses todos los

males imaginables. Muy en el fondo quedaba la esperanza. La esperanza de un

Colima mejor, que pudiera sobrevivir a las luchas intestinas que devoraban al país

desde sus entrañas. Una esperanza, en suma, que Alamillo nunca logró

materializar, pese a las mil y una maniobras que diseñó y a los mil y un sub

terfugios que inventó. A la postre Alamillo, el camaleón político colimense por

excelencia, se vio obligado a descubrir que, como tal, no podía ufanarse de tener

más vidas políticas que un gato montés deambulando por nuestras comarcas

c o l i m e n s e s . .

37. Ibíd. ..

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