j. i. pichardo. raza y etnicidad

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5. DEL ETNOCENTRISMO A LA INTERCULTURALISMO

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5. DEL ETNOCENTRISMO A LA INTERCULTURALISMO

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José Ignacio Pichardo Galán

5. DEL ETNOCENTRISMO A LA INTERCULTURALISMO

Si las distintas comunidades humanas tienen sus propias compo-siciones culturales y estas comunidades están en contacto unas conotras, bajo este epígrafe vamos a analizar los diversos modos en quese puede acometer el encuentro de culturas diferentes y, a veces,antagónicas. La cuestión principal de este epígrafe es cómo manejarla diversidad cultural, tanto desde un punto de vista personal, comosocial y político. Antes de entrar a analizar en los siguientes apartadoslas diversas propuestas para abordar estos encuentros culturales es conveniente:

- Tener en cuenta que el modo de manejar esta diversidad cul-tural constituye si mismo un elemento cultural, ya que forma partedel sistema de valores y creencias que dentro de nuestro grupo esmayoritario: o bien se ve la pluralidad de estilos de vida y visionesdel mundo como algo positivo que no sólo hay que mantener, sinopotenciar y desarrollar, o bien se ve esta pluralidad como un ries-go y se apuesta por la homogeneización. Dentro de cada gruposocial vamos a encontrar personas, instituciones, subgrupos,corrientes… que apuesten por una o por otra, pero alguna de ellapasa a ser culturalmente dominante y, en este sentido, las que seadopten como centrales en las políticas de las instituciones públi-cas y de gobierno ejercerán una influencia muy importante. Losmedios de comunicación social y el sistema educativo, como ins-tancias socializadoras de primer orden, también juegan un papelmuy influyente en este sentido.

- Diferenciar la presencia de construcciones culturales distin-tas en un mismo contexto espacial y temporal (como la que viene

derivada de la presencia de inmigrantes, minorías étnicas…) y susrelaciones, de lo que es la variedad al interior de cada grupo cul-tural (las subculturas y la vivencia de cada cultura de forma distin-ta debido a cuestiones como el sexo, la edad, la clase social).

- Recordar que las relaciones entre los distintos grupos cultu-rales están marcadas por relaciones de poder, es decir, de domi-nación y subordinación. No todos los grupos tienen la mismacapacidad de establecer o decidir si las relaciones entre ellos vana ser de asimilación, integración, multiculturalidad o interculturali-dad. Esto lo podemos comprobar al analizar las llamadas políti-cas de integración para los inmigrantes, en las que los propiosmigrantes tienen poco o nada que decir. La situación se les presenta así: "Esto es lo que hay, si quieres lo tomas y, si no, tevuelves a tu país".

Etnocentrismo

La posición etnocéntrica se da en aquellos pueblos o personasque piensan que su forma de vida es la normal o auténtica frente a lade los otros, entendiendo que el modo de vida propio es mejor quecualquiera de los demás. Como consecuencia de esta posición sejuzga y opina sobre el otro desde el propio código de valores cultura-les. Esto implica la proyección de las propias categorías de pensa-miento a otras realidades.

Para Herskovits (citado en Maquieira, 1999:18), el etnocentrismosería una práctica universal, en la medida en que supone una adapta-ción de los grupos a su entorno sociocultural. No obstante, el mismoautor denuncia como el etnocentrismo ha sido llevado hasta su extremopor la cultura occidental, intentando absolutizar tanto su código moral,como su sistema de valores, de concepción de la familia, religioso, etc.Este es, quizás, uno de los principales riesgos que se corre con el pro-ceso de globalización si se lleva a cabo desde posiciones etnocéntricas:la imposición de un único modelo cultural en buena parte del mundo.

El etnocentrismo está enraizado y encuentra su base en los pos-tulados evolucionistas, ya que esta concepción teórica presenta unmodelo de cultura en el que unos sistemas culturales aparecen comomejores que otros, más desarrollados y civilizados, estableciéndoseuna superioridad de determinadas sociedades y culturas sobre otras.

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El evolucionismo y el etnocentrismo han servido para justificarconjuntamente el colonialismo a lo largo del siglo XX. Se crítica así lalabor que la Antropología Social y los antropólogos han jugado en elexterminio de comunidades indígenas, tanto en Estados Unidos comoen África. Si, como ha ocurrido con el colonialismo, determinadas cate-gorías de nuestro pensamiento son proyectadas e impuestas a otrasrealidades y contextos diferentes a los nuestros, se generan unas rela-ciones de poder desiguales. El etnocentrismo afecta también a la pro-ducción científica y a la generación de conocimiento, ya que la formade nombrar y pensar la realidad puede perpetuar todo tipo de sesgos.

Pero el etnocentrismo no sólo afecta a la ciencia, sino también anuestra vida diaria y a nuestras relaciones cotidianas. Sería interesan-te una reflexión sobre nuestras propias concepciones etnocéntricas,tanto a nivel personal como grupal. ¿Acaso no existe una posiciónetnocéntrica cuando decimos que la mejor gastronomía del mundo esla española?, ("los anglosajones no saben comer"), o que los turistasno saben lo que es divertirse de verdad hasta que no llegan a nuestropaís, que en los países árabes están más atrasados que nosotros o quedeterminados problemas de ciudades latinoamericanas son los mismosque vivieron ciudades como Madrid hace 40 años.

Relativismo cultural

Este planteamiento, basado principalmente en las aportacionesteóricas y etnográficas del particularismo, propone comprender lasconductas y valores de otras comunidades culturales desde su propiosistema de coordenadas y elaboraciones culturales, ya que es al inte-rior de este sistema dónde dichas creencias y valoraciones se han ori-ginado y donde estas tienen sentido. Por lo tanto, los juicios que seproduzcan al interior del mismo sólo se podrán entender si se compar-ten esos parámetros culturales, eliminando la posibilidad de juzgarlosdesde fuera, desde concepciones culturales ajenas. El antropólogoHerskovits es el principal exponente del relativismo cultural.

El relativismo puso incluso en cuestión la Declaración Universal delos Derechos Humanos de las Naciones Unidas durante los debatesprevios a su formulación que se llevaron a cabo a finales de la décadade los 40. Los relativistas consideraban que esta Declaración teníacomo base la concepción individualista de la libertad, los derechos y la

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democracia vigente en occidente y que esta concepción no es la únicaexistente en el mundo. Así, frente al derecho a la propiedad individualque rige en la cultura occidental, se enfrenta el derecho a la propiedadcomunal de muchos pueblos indígenas (posteriormente se han idoincorporando nuevas generaciones de derechos humanos que incluyenlos derechos colectivos).

Para ejemplificar sus posiciones Herskovits señala que "el hombrees libre solamente cuando vive según el criterio de libertad que definesu propia sociedad" (citado en Maquieira, 1999:22). Aunque esta citaprobablemente nos lleva a una reflexión profunda sobre lo que es lalibertad y el sentimiento de libertad, tomada al pie de la letra tambiénnos puede llevar a la conclusión de que las mujeres afganas bajo elrégimen talibán eran libres, ya que así lo indicaba el criterio de libertaddefinido por esta sociedad. Esta es una de las principales críticas alrelativismo, la que indica que no todos los sistemas culturales tienenque ser respetuosos per se con todos los individuos de su cultura. Lacultura y la costumbre (tradicional o creada) se puede convertir y seconvierte de hecho en un instrumento de dominación de unos grupossobre otros (los hombres sobre las mujeres, los que tienen podereconómico sobre los que no lo tienen, etc.)

Desde estas críticas, los defensores de los Derechos Humanosbuscan el consenso en unos principios universales que delimiten lotolerable y lo intolerable, que permitan luchar contra aquellas relacionesde poder, concepciones del mundo, cosmovisiones y elementos cultu-rales que atenten contra la dignidad del ser humano.

Por otro lado, los relativistas consideran las culturas como un todouniforme, como si en los grupos humanos no hubiera tensión entrediversos subgrupos, relaciones de poder, etc. Como hemos visto ante-riormente, las culturas no son homogéneas, ni tienen unos límites per-fectamente definidos, ni son estáticas, si no que, por el contrario, semodifican y cambian por las acciones de los individuos que formanparte de las mismas y por la interacción con otros grupos sociales, conotras culturas.

El relativismo jugó un importante papel en defensa de la diversi-dad cultural y en el movimiento de reacción y argumentación teóricafrente al evolucionismo y al etnocentrismo. A partir de las críticas delrelativismo la Antropología realiza una revisión crítica de su propia tra-yectoria y de la utilización interesada que se hizo de sus postulados

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para controlar y dominar desde las culturas occidentales a otros grupossociales. El cuestionamiento del etnocentrismo se convierte en un estaralerta permanentemente ante la posible proyección de nuestras propiascategorías de pensamiento sobre los demás.

Un relativismo cultural llevado a sus últimos extremos deriva enun relativismo moral que nos puede dejar impasibles ante las atro-cidades que producen los grupos de poder amparándose en sus propios esquemas culturales (que, como hemos visto, son tambiénconstruidos y tienen mucho que ver en el mantenimiento de los siste-mas de dominación).

Por otro lado, un relativismo cultural exacerbado que busca elmantenimiento de las culturas en su estado supuestamente genuinopuede privar, por ejemplo, a grupos sociales indígenas (a veces inclu-so en contra de su voluntad) del acceso a innovaciones tecnológicas,médicas y sociales que podrían cambiar sus sistemas y modos de vida.Una ilustración de este tipo de conflictos se puede dar en las políticasde desarrollo: ¿Se debe construir una carretera en una zona selváticasi los propios indígenas lo solicitan, a sabiendas de que dicha carrete-ra tendrá un impacto muy importante en sus relaciones sociales, siste-mas de producción, etc.? Muchos relativistas estarían a favor de nohacerlo para mantener, en cierto sentido, esos grupos humanos casicomo fósiles vivientes para la Antropología Social.

Asimilacionismo

Giménez define asimilación como el "proceso por el que una per-sona o grupo se incorpora a otra cultura (generalmente dominante),adoptando su lengua, valores, normas y señas de identidad, al tiempoque va abandonando su propio bagaje cultural" (en Giner, 1998:43). Elasimilacionismo sería entonces una propuesta sociopolítica que pro-pugna esta incorporación a la cultura dominante por parte del resto degrupos culturales, decantándose por la uniformización y la homogenei-zación frente a la diversidad.

Un ejemplo de esta política asimilacionista entendida como simpleabsorción de la cultura minoritaria por parte de la dominante pueden serlas propuestas de anglicización en EE. UU. a principios del siglo XX o en la Gran Bretaña de los años sesenta, muy vinculadas a la presen-cia de numerosos inmigrantes con importantes diferencias lingüísticas,

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religiosas o culturales respecto a la cultura anglosajona. Detrás de estemodelo subyace la idea de que existe previamente una cultura homogé-nea en cada uno de estos contextos y de que, tras la incorporación delos grupos minoritarios, esta cultura se mantendrá igualmente homogé-nea y en la misma forma que lo estaba antes de comenzar el proceso.

Como hemos visto anteriormente, no existen las culturas comouna esencia homogénea, compacta e invariable, por lo que difícilmen-te se puede tomar como punto de partida una cultura homogénea. Porcentrar la situación en nuestro país ¿Existe la cultura española? Si esasí, ¿es homogénea? ¿Dónde quedan las diferentes tradiciones loca-les, regionales, grupales…?

La homogeneización cultural de lengua, costumbres, tradiciones…se ha llevado y se lleva a cabo para la construcción y consolidación delos distintos estados. Este proceso lo podemos encontrar en la cons-trucción de los estados-nación en Latinoamérica tras la independenciade España, momento en que la lengua española encontró su mayorexpansión en el continente impuesta por gobiernos constituidos porcriollos descendientes de españoles, que vieron en el idioma castella-no un instrumento de comunicación común frente a los diferentes idio-mas prehispánicos. La política cultural y lingüística de la dictadura deFranco para intentar anular la lucha de los nacionalismos históricos esotro ejemplo cercano de políticas asimilacionistas.

En todo caso, estas políticas no se dan sólo en contextos de esta-dos-nación, ya que lo encontramos actualmente en diversos discursosnacionalistas en nuestro país, como el discurso de determinado nacio-nalismo catalán que ve en la presencia de inmigrantes una amenazapara la unicidad de la cultura catalana y aboga, en pro de la integra-ción, por planteamientos cercanos a la asimilación religiosa y lingüísti-ca de los mismos.

Precisamente es el acceso a la igualdad de derechos uno de losprincipales argumentos que se dan a favor de la asimilación: cuandoseas igual al resto de ciudadanos podrás acceder a los mismos dere-chos en igualdad de condiciones, ya que si no hay diferencias cultura-les no puede haber discriminación basada en las mismas.

Las críticas al modelo asimilacionista le vienen de varios frentes:- Se duda que exista la posibilidad real de llegar a una

sociedad culturalmente uniforme, puesto que no lo es siquiera lasociedad de partida.

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- No es necesario la uniformidad cultural para acceder a laigualdad de derechos, ya que se pueden dar derechos comunesen un contexto de diversidad cultural. Por otra parte la integracióncultural no significa necesariamente igualdad de derechos en lapráctica. Las personas que supuestamente forman parte de la cul-tura mayoritaria no tienen igualdad de derechos ya que al interiorde nuestras sociedades se dan numerosas discriminaciones enrazón del sexo, orientación sexual, clase social, edad…

- La asimilación supone un proceso unilateral, en la que sólouna parte de ese encuentro cultural (la subordinada o minoritaria)debe ser la que se acomode a la cultura dominante o mayoritaria.De partida es una propuesta que no surge desde presupuestos deigualdad.

- Por más que las políticas asimilacionistas lo han intentado,no sólo no se produce una asimilación total y uniforme de los grupos minoritarios, sino que la cultura dominante también se veafectada por la simple presencia de otros grupos culturales. Dichode otro modo, la simple presencia de migrantes, gitanos, etc. estámodificando la cultura dominante en nuestra sociedad.

A pesar de que los modelos asimilacionistas pudieran parecersuperados, están muy presentes no sólo en medios de comunicacióny opiniones particulares, sino en la base de políticas públicas y migra-torias que sería conveniente analizar con mayor profundidad.

Integración

Blanco (citado en Malgesini y Giménez, 2000:248) relaciona inte-gración con igualdad de derechos: "se produce integración cuando unindividuo o grupo, culturalmente diferenciado de otro grupo, se insertaen este último como miembro de pleno derecho". La integración tieneque ver, pues, con la equidad y la igualdad de condiciones y oportuni-dades. El mismo autor plantea tres caminos o propuestas para conse-guir esta integración:

- La asimilación del grupo minoritario por parte del grupomayoritario, modelo que hemos analizado en el epígrafe ante-rior. Aunque Blanco señala la asimilación como una de las posi-bles vías de integración, existe un gran interés en la práctica

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social por distinguir lo que es integración de asimilación, en lamedida en que la primera no necesariamente significa la pérdidade los valores culturales de los grupos minoritarios.

- La fusión cultural, lo que en Estados Unidos se vino aconocer como "melting pot", una metáfora que compara la fusióncultural con especie de olla en la que los ingredientes son las dis-tintas culturas que llegan a este país y donde, tras el proceso decocción, todas se fusionan dando como resultado una culturanueva y diferente.

- El pluralismo cultural. Este modelo defiende no sólo la posi-bilidad de que existan diferentes culturas, sino que apuesta por ladiversidad cultural como modelo de organización y convivencia.Para que exista integración e igualdad de derechos, responsabili-dades y oportunidades no es necesario que las minorías pierdansus características culturales, sino que, además, esta pluralidades positiva y deseable para la sociedad. El pluralismo valora tantoel derecho a la diferencia como el hecho de querer formar partedel mismo grupo. Siguiendo con la metáfora anterior, esta pro-puesta sería la del "salad pot", es decir, que los grupos culturalesse juntan en un mismo espacio como una ensalada en la que losingredientes pasan a formar parte de un plato más amplio, perosin perder su forma y características ni fusionarse. Existen dife-rentes formas de entender e intentar poner en práctica este plura-lismo cultural, entre ellas el multiculturalismo y la interculturalidadque analizaremos en los siguientes párrafos.

Multiculturalismo

Esta corriente surge como reacción a los modelos asimilacionistasy uniformizadores. Malgesini y Giménez (2000:291) nos señalan algu-nas de las características de este modelo:

- Surge como un modelo de políticas públicas y como unpensamiento social frente a la uniformización cultural.

- Apuesta por la diversidad cultural y pone los medios paraprotegerla, analizando las relaciones de desigualdad entre la cul-tura dominante y los grupos subalternos minoritarios para modifi-carlas trabajando por una mayor igualdad.

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- Sus principios son el respeto y la asunción de todas las culturas, el derecho a la diferencia y la igualdad de oportu-nidades.Morales (2000) distingue entre multiculturalidad y multiculturalis-

mo, refiriéndose a la primera como el reflejo de una sociedad cultural-mente diversa y al segundo como la acción política que reivindica iden-tidades esencializadas y contrapuestas entre sí. Matiza que el multicul-turalismo se puede convertir en el eje de la reivindicación cultural deminorías étnicas frente a una sociedad mayoritariamente blanca que nose mezcla con sus contrapartes de color.

En el primer sentido, la multiculturalidad puede venir dada por lasimple presencia de grupos que tienen su propia identidad cultural oétnica diferenciada de la cultura mayoritaria. En el caso del estadoespañol uno de los grupos con entidad étnica o cultural propia son losgitanos (muchos catalanes, vascos, andaluces, gallegos, etc. tambiénreivindican su identidad étnica). Otro de los caminos por los que seproducen contextos de multiculturalidad se da a través de la inmigra-ción, puesto que la mayoría de grupos de inmigrantes que llegan y seasientan de forma permanente o transitoria en el país mantiene suspropios sistemas culturales (como los marroquíes, ecuatorianos, etc.que viven en España).

Aunque parezca que asumir este primer sentido de la palabramulticulturalidad es algo sencillo, en realidad no es así. Muchos paí-ses, como Guatemala, han necesitado de décadas de lucha para quese reconociera su realidad multicultural. ¿Por qué ocurre esto? Lasposiciones etnocentristas hacen concebir la cultura mayoritaria comola única, de modo que no se acepta la presencia de culturas, e inclu-so lenguas indígenas, que desde una posición etnocéntrica se consi-deran inferiores. También podemos recordar como en la España deFranco se castigaba cualquier expresión que pusiese en duda la uni-formidad cultural del país. Hoy en día también hay personas que cues-tionan que España sea un país multicultural y que, por lo tanto, abo-gan para que no se tengan en cuenta estas culturas minoritarias. Encualquier caso, la mayor parte de los países del mundo vive una reali-dad multicultural.

El sentido que entiende el multiculturalismo como proyecto socio-político apuesta por mantener y fomentar esas diferencias. Si la socie-dad es multicultural la organización de la misma debe reflejarlo, de

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modo que se respeten las diferentes culturas y las gentes que las prac-tican. Para que esto ocurra, las instituciones y políticas públicas debenadecuarse al contexto multicultural: en la educación, la salud, la admi-nistración, la justicia… De este modo, habría que tener en cuentadesde la posibilidad de utilizar cualquiera de los idiomas que formanparte de la realidad multicultural en cada una de estas instituciones yestamentos, hasta las prácticas culturales que se puedan llevar a caboen ellas. Pensemos, por ejemplo, como el sistema de salud deberíaadaptarse a las diversas formas de entender el parto o la enfermedadpor parte de las diferentes culturas para realizar estas prácticas de unmodo adecuado y respetuoso con cada uno de los grupos culturales.Siempre que, como hemos dicho, no se pongan en cuestión los dere-chos comunes a toda la población.

El reconocimiento de la multiculturalidad provee de herramientaspara no caer en la trampa del liberalismo y su supuesta igualdad, yaque en nuestra sociedad no todos nacemos con las mismas posibilida-des. Para fomentar la igualdad real se debe fomentar la igualdad deoportunidades y esto implica reconocer las diferencias, diferencias en los puntos de partida, en los derechos específicos de las mujeres,de los pueblos indígenas, de los discapacitados, de los inmigrantes, de los niños…

En el caso de las políticas estatales, el multiculturalismo llevó aabandonar políticas asimilacionistas a países como Australia, EstadosUnidos o Gran Bretaña. Canadá también apuesta, a partir de 1970, porfomentar la polietnicidad (Cortina, 1997:180). En Estados Unidos elmulticulturalismo se entiende como el derecho de los pueblos a mante-ner sus tradiciones y valores culturales al tiempo que se comparten losde la cultura mayoritaria. Kottak (1994:65-66) ilustra este modelo con elejemplo de los norteamericanos que, al tiempo que hablan inglés,comen hamburguesas y celebran el 4 de julio o el día de acción de gra-cias, mantienen las comidas típicas de sus grupos étnicos, hablan suspropios idiomas y celebran también el día nacional de su propia comu-nidad cultural (San Patricio, día de México, etc.).

La defensa de la diversidad cultural y el derecho a la diferenciaha servido para que muchos grupos que se veían discriminados enfunción de su identidad étnica e incluso de sus rasgos fenotípicos,hayan encontrado en el multiculturalismo un arma no sólo para poderdefender sus derechos, sino también para afirmar su identidad y poder

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movilizarse para ser reconocidos por el estado y los grupos de poder.Esta defensa de la variedad cultural también tiene que ver con la ins-tauración de políticas de discriminación positiva, con cuotas étnicas oraciales en empresas, universidades e incluso en series de televisión(para que una serie triunfe en todos los estratos de la población esta-dounidense debe tener un representante de cada una de las minoríasétnicas presentes en el país).

No obstante, el multiculturalismo y la sobrevaloración de las iden-tidades étnicas también generan una segregación étnica que puedeincluso llegar a la segregación espacial que vemos en muchas de lasprincipales ciudades multiétnicas de los países que practican esta polí-tica: barrios de negros, de latinos (y dentro de estos, zonas de portorri-queños, dominicanos...), de asiáticos, etc.

Una crítica importante a este modelo es que, en el caso deEstados Unidos, pero también en otros, se permite al grupo mantenersu propia cultura e identidad étnica siempre que se sume al mismotiempo a lo que se ha venido llamando "la corriente principal" (o mains-tream), es decir, a la cultura dominante. Un verdadero multiculturalismopasaría por poner todas las elaboraciones y grupos culturales al mismonivel de decisión e interrelación. En este caso vemos de nuevo cómo elmulticulturalismo puede ser también una expresión de las relaciones depoder que esconden siempre las relaciones culturales, por eso al ana-lizarlas es muy importante realizar un análisis de las relaciones depoder en el ámbito político y económico.

Las principales críticas al multiculturalismo le vienen por el exce-sivo énfasis que pone en la diferencia, dando demasiada importanciaa las diferencias culturales. En muchos casos se puede incluso cultu-ralizar cualquier tipo de diferencia que no constituye realmente unadiferencia cultural sino que puede venir dada por la clase social, elgénero, etc. Se aminoran pues las posibilidades de que se den otrotipo de alianzas entre personas de diferentes tipos de tradiciones cul-turales pero que comparten, por ejemplo, las mismas situaciones dediscriminación: ¿Un obrero sindicalista de Burgos sentirá que está enla misma lucha que un obrero ecuatoriano que viva en su ciudad?

Otra de las posibles consecuencias de este excesivo énfasis en la diferencia es que no se promuevan espacios de encuentro entre los diversos grupos culturales, tendiendo incluso a la fragmenta-ción social.

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El modelo que aboga por el multiculturalismo vuelve a esenciali-zar las culturas, como si cada una de ellas fuera inmutable, única ygenuina, homogénea, uniforme… sin tener en cuenta, una vez más,que las culturas siempre cambian y se encuentran en contacto. Lomismo ocurre con las personas, que en numerosas ocasiones no for-man parte de un único sistema cultural (pensemos en los hijos de inmi-grantes socializados en dos culturas el mismo tiempo) o en el hechode que cada persona individual vive la cultura dominante de forma dis-tinta. En palabras de A. Cortina: "Cada cultura es, en realidad, multi-cultural, igual que cada uno de nosotros es, en realidad, multicultural"(1997:208).

Como veremos más adelante, el multiculturalismo corre el riesgode exagerar las diferencias entre culturas de un modo tan exacerbadoque puede terminar cayendo en un fundamentalismo cultural.

Interculturalismo

El interculturalismo, al igual que el multiculturalismo, se basa enla integración y en el pluralismo cultural, pero va un paso más allá:mientras el multiculturalismo pone el énfasis en las diferencias cultura-les corriendo incluso el riesgo de esencializarlas y de promover el ais-lacionismo entre los distintos grupos culturales, la interculturalidad con-sidera que las sociedades están todas interconectadas y se relacionan,influyen unas en otras y cambian constantemente, apostando porpotenciar esos espacios y dinámicas de encuentro, influencia mutua e interconexión.

Morales (2000) nos aclara de nuevo la diferencia entre intercul-turalidad e interculturalismo y pone, a su vez, a ambos en relación con la multiculturalidad: "el término multiculturalidad expresa una realidad culturalmente diversa (como la de Guatemala) y […] el térmi-no interculturalidad designa la dinámica de relaciones de esa diver-sidad cultural. De modo que la interculturalidad no puede existir sin la multiculturalidad, pues aquella es el movimiento de esta. Ambos,pues, son conceptos complementarios que en su conjunto expresan elcomplejo fenómeno de la diversidad cultural y su dinámica de relacio-nes". Para él la dinámica intercultural, es decir, las relaciones entre lacultura dominante ladina y las culturas minoritarias de Guatemala(mayas, garífunas, xinkas…) es injusta. Si la interculturalidad son las

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Los profesionales de la enseñanza tienen que lidiar cada díacon la interculturalidad derivada de la presencia en sus

aulas de niños de diversas procedencias culturales.

relaciones que se dan entre distintos grupos culturales, el intercultura-lismo es una propuesta de organización sociopolítica que fomenteesas relaciones.

Malgenisi y Giménez (2000) precisan en su libro que ambos tér-minos (interculturalidad e interculturalismo) se encuentran en unmomento de gestación y su interpretación es todavía objeto de debate.Estos autores nos recuerdan que el término proviene del campo edu-cativo y del de la teoría de la comunicación. De hecho, la intercultura-lidad ocupa hoy un lugar central tanto en las políticas educativas comoen la práctica de buena parte de los profesionales que se dedican aeste campo. Esta preocupación por el tema de la interculturalidad vienedada por el hecho de que son los maestros y profesores los que deforma más directa y palpable han visto llenarse las aulas de nuevasrealidades multiculturales y de dinámicas interculturales. La preguntaque nos planteamos desde aquí es si esta realidad de diversidad noestaba previamente, cuando se consideraba la escuela y la educacióndesde un punto de vista monolítico y homogéneo, y ha sido precisa-mente la inmigración la que ha venido a poner sobre el tapete la cues-tión de la diversidad.

Al igual que el multiculturalismo considera que la diversidad no esnegativa, el interculturalismo apuesta por la interconexión, el cambio ylas relaciones entre las culturas. Para el interculturalismo estas relacio-nes permitirán dar y recibir, compartir puntos de vista, opiniones, supe-rar conflictos, aprender unos de otros, en definitiva, crecer y mejorar,convivir manteniendo las diferencias que como grupos o personas que-ramos mantener y compartiendo lo que existe en común.

Desde el debate constructivo que propone el interculturalismo, sepueden conocer los aspectos positivos y negativos de la otra cultura,entenderlos y explicar los propios, escuchando de los demás las pro-pias debilidades y fortalezas. La relaciones entre dos grupos culturaleso sociales no son necesariamente conflictivas y, aunque lo fueran, elconflicto en sí no es necesariamente algo negativo o destructivo, sinoque, si es bien utilizado y enfocado, puede convertirse en una oportu-nidad para que ambas partes crezcan.

Barth (citado en Kottak, 1994:65) estudió tres grupos étnicos quellevan generaciones conviviendo en Swat (Pakistán) y mostró como lainteracción entre culturas distintas puede darse de forma pacífica altiempo que se mantienen sus diferencias étnicas. Sus investigaciones

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le llevan a considerar que la interacción no conduce a la liquidación delos sistemas étnicos como consecuencia del cambio y la aculturación,sino que las diferencias culturales pueden persistir a pesar del contac-to interétnico y la interdependencia.

El interculturalismo pretende así superar los límites que plantea el relativismo cultural en lo que se refiere a la búsqueda de esa éticaplanetaria que se refleje en los derechos humanos y pueda ser com-partida por una gran diversidad de culturas. La interculturalidad a-puesta por encontrarla partiendo de un respeto activo, de escuchar al otro y de llegar a consensos a través de la argumentación y el diá-logo persuasivo desde una posición de igualdad entre las diversas culturas.

Las políticas basadas en el interculturalismo buscan promoverespacios para poder interactuar con otras culturas; conocer sus valo-res, creencias, cosmovisiones y expresar los propios; dialogar; criticar;argumentar sobre esos sistemas culturales y escuchar las opinionessobre el nuestro que se reciben desde ellos; compartir valores comu-nes. Estos espacios, que deberían ser promovidos tanto por el Estadocomo por la sociedad civil, generan "relaciones de confianza, reconoci-miento, comunicación efectiva, diálogo y debate, aprendizaje e inter-cambio, solución pacífica de conflictos, cooperación y convivencia"(Raymundo:120). Para que exista interculturalidad debe haber espa-cios donde poder escuchar, responder, preguntar, ser preguntado,debatir, convivir…

La interculturalidad supone ser consciente de las diferencias altiempo que se afirman las convergencias. Otorgarse al otro la capaci-dad de enseñarte algo. ¿Puede haber interculturalidad en contextos dedesigualdad? Difícilmente, ya que todos estos procesos de debate,aprendizaje, etc. no se pueden establecer sin una verdadera igualdad,democracia y participación de todos los afectados. La interculturalidadrequiere de un tratamiento igualitario por parte del estado a todos susciudadanos. Esta propuesta no debería suponer en principio mayor pro-blema, ya que el tratamiento igualitario es uno de los valores funda-mentales de la democracia. El reto que se plantea entonces es el de laciudadanía, puesto que muchos países no consideran a todas las per-sonas que viven al interior de sus fronteras como ciudadanos y ciuda-danas con igualdad de derechos respectos al resto (léase inmigrantes,sin papeles, etc.).

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Raymundo (105-110) enumera algunos aspectos que se debenconsiderar para construir la interculturalidad:

- Estar convencidos de la existencia de vínculos, valores y pun-tos en común entre diferentes culturas.

- Las culturas se necesitan unas de otras y son interdependien-tes, ya que se desarrollan en la interacción y el cambio.

- Potenciar el interés por culturas ajenas y aprender a vivir entreculturas diferentes.

- Examinar críticamente los valores y antivalores de nuestra pro-pia cultura (y a esto nos puede ayudar el interaccionar conotras).

- Buscar los puntos de convergencia e intereses comunes quepueden construir unidad en la diversidad.

- Tener voluntad y disposición para aprender de las otras perso-nas y grupos culturales.

- Prevenir los conflictos entre miembros de diferentes grupos cul-turales y, si surgen, poner los medios para resolverlos.

- Superar el etnocentrismo, dialogando y discutiendo los rasgosculturales que nos interesen o afecten.

- Fomentar el respeto y la tolerancia hacia los demás, sin con-fundir el respeto con la indiferencia por el otro.

- Luchar contra la discriminación cultural, racial, étnica, de géne-ro, económica o de cualquier otro tipo.

Tanto desde los postulados del multiculturalismo como del inter-culturalismo podría suscribirse el eslogan utilizado en una campañaeuropea contra el racismo que reza: "Somos iguales, somos dife-rentes". Mientras el multiculturalismo pone toda su fuerza en la segun-da parte del eslogan: la diferencia (sin perder de vista la igualdad), el interculturalismo apostará por la primera parte: la igualdad (sin perder de vista la diferencia). En el siguiente cuadro1 se presentan de forma esquemática esta y otras comparaciones entre los dos modelos teóricos:

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1. Basado en el presentado por C. Giménez en el Master en Cooperación alDesarrollo - UPCO (98-99).

Raymundo (122) considera la interculturalidad al mismo tiempocomo meta y como medio para alcanzarla: "El objetivo es alcanzar aarmonía entre las culturas del mundo […], la armonía entre pueblos ysus diferentes expresiones socioculturales. Pero también proponemosla interculturalidad como el medio para alcanzar esas relaciones armó-nicas. […] es un objetivo a alcanzar pero también es un plan de acción".

¿Cómo podemos aprender en nuestro contexto diario de situacio-nes de interculturalidad? La presencia de inmigrantes, por ejemplo, res-cata el respeto hacia las personas de mayor edad que sigue muy pre-sente en otras concepciones culturales y que en la nuestra se ha ido

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MULTICULTURALISMO

"Somos iguales, somos diferentes".

Sin perder de vista la igualdad, enfa-tiza la diferencia, está muy sensibili-zado con lo diferente que es la gente.

Tiende a ser estática, a mantener lasculturas.

Interrelaciones sólo entre iguales.

Énfasis en conocer lo propio.

Coexistencia.

Evita el conflicto.

Apuesta por el diálogo entre culturas.

Tolerancia.

INTERCULTURALIDAD

"Somos iguales, somos diferentes"

Sin perder de vista la diferencia, sesitúa en la convergencia.

Apuesta por el cambio cultural, quese mantengan las tradiciones que lospueblos quieran mantener y cambienlas que se quieran cambiar.

Interrelaciones entre iguales y dife-rentes.

Énfasis en conocer lo del otro

Convivencia

No evita el conflicto, sino que inten-ta regularlo. Entiende el conflictocomo algo positivo: hablar, escuchar,negociar…

Apuesta por el diálogo y el debateentre culturas de igual a igual.

Respeto activo.

perdiendo. Otros aspectos que podemos observar son las buenasmaneras y calidez de las gentes latinoamericanas frente a nuestra frial-dad, las propuestas comunitarias frente a nuestro individualismo, etc.Del mismo modo que recibimos estas llamadas de atención, tambiénpodemos confrontar y dialogar sobre algunas costumbres culturales deotros grupos con las que no estamos de acuerdo, como la concepcióny el trato discriminatorio hacia la mujer, que alcanza límites inacepta-bles en determinados sistemas culturales.

Los procesos de interculturalidad no se dan exclusivamente através de la migración, sino también en otro tipo de realidades como,por ejemplo, en las vivencias de los cooperantes y voluntarios que vana trabajar en otros países, que se encuentran en contextos donde suspropias creencias y constructos culturales chocan en muchos casoscon los de los grupos con los que trabajan. El problema viene de com-probar si en dichos encuentros se generan relaciones de igualdad(como postula el interculturalismo) entre cooperantes y personas loca-les o de poder, ya que son muchas veces los cooperantes y las institu-ciones a las que representan los que tienen el poder de decidir.

En cualquier caso hay incluso propuestas de cooperación cuyofin es posibilitar espacios y experiencias interculturales en el conven-cimiento de que estos ámbitos de encuentro pueden generar nuevasrelaciones de igual a igual que aporten los ladrillos necesarios para la transformación del mundo hacia un sistema más justo para todossus habitantes.

A veces se identifica sólo el interculturalismo con la realidad de lasmigraciones, pero va más allá. Si consideramos que la variedad cultu-ral también se da al interior de los grupos (subculturas, subgrupo…) elinterculturalismo apostará también por el encuentro desde la igualdadentre los distintos: entre hombres y mujeres, pobres y ricos, payos ygitanos, obreros y empresarios…

Un reto o dificultad que plantea el interculturalismo es como com-binar esa lucha por la igualdad al mismo tiempo que se mantienen lasdiferencias. Una crítica importante que se hace a estas propuestasinterculturalistas es que si la igualdad es un punto de partida previopara poder practicar el interculturalismo, es muy difícil, por no decirimposible, poder llevarlo a cabo, puesto que en la mayoría los contex-tos sociales se parte de situaciones de desigualdad. ¿Cómo practicarla interculturalidad si el otro, que además es más fuerte y poderoso que

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yo, no quiere dialogar, encontrarse, compartir conmigo? ¿Qué pasacuando se dan relaciones asimétricas y una de las partes no cree en eldiálogo intercultural? ¿Cómo lo afrontamos?

El interculturalismo pasa de este modo a ser una propuesta ética,rayando la utopía. No obstante, en la medida en que vamos utilizandoel interculturalismo como instrumento de construcción de la sociedad yen nuestras propias relaciones personales, vamos acercándonos unpoco más a esa utopía.

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6. RAZA Y ETNICIDAD

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6. RAZA Y ETNICIDAD

Históricamente, y aún en nuestros días, se han venido confun-diendo los términos de raza y etnia, utilizándose de forma indistinta yllegando en algunos casos a tomarse como si fueran sinónimos. Estaconfusión se ha extendido hasta el punto de llegar al uso intercambia-ble de ambos términos con los de pueblo, tribu, casta, nación...(Malgesini y Giménez, 2000:214). Posteriormente se ha dado en lasciencias sociales una distinción entre los dos conceptos, de maneraque se entiende la etnicidad como instrumento de clasificación de losgrupos humanos en base a elementos culturales como la lengua, lascostumbres, etc. mientras que la raza se refiere a los elementos bioló-gicos y fenotípicos que distinguen unos grupos humanos de otros.

Jacquard (2000:66-68) realiza una revisión del concepto de razadesde la genética, recordando que fue la diversidad de los seres vivosla que llevó a la ciencia a establecer clasificaciones, como la de Linneo,que dividieron la naturaleza en reinos (animal y vegetal), estos en cla-ses (mamíferos, por ejemplo) y a su vez estas clases en órdenes, géne-ros y, por último, en especies. La frontera entre las distintas especiesse establece claramente ya que los miembros de una misma especiepueden procrear, mientras los miembros de especies diferentes sonincapaces de procrear juntos.

Dentro de algunas especies, como la humana, la variedad era tanamplia que la ciencia sucumbió a la tentación de seguir clasificando ycreando grupos homogéneos al interior de la misma. A estos grupos lesdio el nombre de razas. La dificultad llegaría a la hora de establecer lasfronteras entre las diversas razas, ya que los caracteres diferencia-les observables (color de piel, talla, forma de las distintas partes del

cuerpo…) son apariencias o "fenotipos" que ponen de manifiesto facto-res genéticos. Bastaría entonces analizar el material genético para com-parar las poblaciones y buscar los genes "marcadores" que determi-narían la pertenencia a una raza u otra: si un grupo de población poseeun determinado gen que el resto no posee, ese grupo formará una raza.

El problema, recuerda Jacquard, es que esos genes no han podi-do hallarse, ya que la mayoría de los genes de nuestra especie estánpresentes en casi todas las poblaciones humanas, de modo que lo quedistingue a los grupos raciales entre sí no sería la presencia o ausen-cia de un gen determinado, sino la frecuencia con que cada uno de losgenes aparece. El autor muestra el siguiente ejemplo: "El gen B del sis-tema sanguíneo representa 25% del patrimonio genético de la pobla-ción de la península india, pero esa proporción disminuye a medida quenos alejamos al oeste: 15 a 20% en Rusia, 10 a 15% en Europa cen-tral, 5% en Francia y en el Reino Unido, 0% entre los vascos".

Pero después de analizar las frecuencias de un alto número degenes en un gran número de población con diferencias fenotípicas ysituarlas en un cuadro que representa tanto las diferencias como lasdistancias genéticas no se obtienen, como debiera esperarse (y comosí ocurre, por ejemplo con la especie canina) nubes de puntos cerca-nos que agruparían a cada una de las razas. Lo que se obtiene, por elcontrario, es una nebulosa continua de puntos que es imposible agru-par sin caer en la arbitrariedad a la hora de situar las fronteras.Jacquard extrae una conclusión clara: "la noción de raza no puedeaplicarse a las poblaciones humanas: hay diferencias evidentes, porejemplo, entre lapones y pigmeos, pero el paso de unos a otros se rea-liza, sin un salto brusco, a través de poblaciones intermedias".

Desde estos resultados que nos muestran las ciencias naturaleses entonces más fácil comprender la construcción social de la raza: através de la cultura se establecen de modo arbitrario esas fronterasentre unos grupos humanos y otros. Al ser una construcción arbitrariay cultural, esas fronteras van cambiando, la mayoría de las veces enfunción de intereses de poder.

En lo que respecta a la etnicidad, Malgesini y Giménez (2000:161-163) nos presentan tres tipos de enfoques a la hora de enfrentar teóri-camente el concepto de etnia:

- Teorías primordialistas: considera que existen vínculos profun-dos y fundamentales del individuo y su cultura. Se conceptualiza

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la etnicidad como un impulso instintivo que se da como un resul-tado de factores biológicos, genéticos y geográficos. Comovemos estas teorías beben del determinismo y el evolucionismo.

- Teorías instrumentalistas: basándose en el análisis de las rela-ciones sociales, políticas y económicas, consideran la identidadétnica como un instrumento que se utiliza de forma estratégica porparte de los diversos grupos sociales con objetivos políticos oeconómicos.

- Teorías constructivistas: el antropólogo Barth es uno de losprincipales teóricos de esta corriente. Sus propuestas sobre laetnicidad (Barth, 1976:9-49) son las que pasaremos a analizar enlos siguientes párrafos.Para Barth los grupos étnicos son categorías de adscripción e

identificación utilizadas por los individuos para organizar su interacción.Los grupos étnicos son considerados como una forma de organizaciónsocial por autoadscripción (yo soy el que me considero miembro de ungrupo étnico) y adscripción por otros (son los otros los que dicen queyo formo parte de ese grupo étnico).

En la medida en que las personas utilizamos las identidades étni-cas para categorizarnos a nosotros mismos y a los otros -para interac-tuar unos con otros y relacionarnos- se forman grupos étnicos entendi-dos como una forma de organizarse socialmente. En este sentido laetnicidad se convierte en un elemento de la identidad tan importantecomo el género o la clase social, ya que influye en el individuo en todassus actividades y relaciones.

Si hacemos hincapié en la adscripción, los grupos étnicos se defi-nen como adscriptivos y exclusivos, con lo que la naturaleza de la con-tinuidad de las unidades étnicas depende de la conservación de un lími-te. Ese límite puede cambiar, como cambian también las característicasculturales que definen a los miembros del grupo, e incluso puede cam-biar la forma de organización del mismo, pero siempre se mantiene ladicotomía entre miembros y extraños. Se crea así una separación entrelos que están "dentro" y "fuera" que siempre se mantiene, aunque ellímite o las características que definen al grupo cambien. Es importan-te reseñar que estas características son elegidas culturalmente, demodo que algunos rasgos culturales de los grupos son utilizados por losmiembros del mismo como señales y emblemas de diferencia, mientrasotros son desdeñados, pasados por alto o negados.

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Las diferencias fenotípicas han sido utilizadas históricamente para explicar diferencias culturales.

Desde esta concepción podemos ver cierto paralelismo entre laraza y la etnia, ya que ambas utilizan una serie de datos (la primerabiológicos y la segunda culturales) para crear de forma arbitraria los gru-pos y marcar los límites entre los que pertenecen al grupo y los que no.

Para establecer lo que es una raza se eligen uno o varios datosfenotípicos (color de piel) y se señala una diferencia a partir de ellos(por un lado están los blancos y por otro los negros), cada uno formauna raza. ¿Por qué se elige un rasgo físico y no otro? También sepodrían establecer grupos raciales en base al tamaño de los dedos, oal hecho de tener el lóbulo de la oreja pegado al cuello o no. No obs-tante, a esas diferencias fenotípicas no se les da significatividad desdela cultura a la hora de establecer una raza.

Lo mismo ocurre con los rasgos culturales, así, al lenguaje o a undeterminado territorio (recordemos que las fronteras estatales o regio-nales han sido creadas por el ser humano, no por la naturaleza) se leda una importancia básica a la hora de marcar los límites de un grupoétnico, pero no a otra serie de datos culturales como pueda ser el con-sumo de leche en la edad adulta, rasgo cultural que no está presenteen numerosas poblaciones y que no tienen significatividad relevante ala hora de crear una identidad étnica.

Estas propuestas hacen que se pase de enfocar la investigaciónantropológica hacia la constitución interna de los grupos étnicos paracentrarla en los límites étnicos y su persistencia. Estos límites o fron-teras son siempre artificiales, creados histórica, política y culturalmen-te por los grupos dominantes. Esto motiva que el establecimiento deestos límites sea arbitrario y que las mismas fronteras se muevan ycambien. No estamos hablando sólo de límites territoriales, sino tam-bién simbólicos.

La cuestión de los límites no es baladí, ya que ellos son losque van a definir la adscripción, es decir, van a crear “un nosotros” yun “ellos”, y esa es una de las bases de la etnicidad. Dicho de otromodo, las fronteras separan y unen al mismo tiempo. Unen a los queestán dentro entre sí y separan a estos de los de fuera. A continuación presentamos un ejemplo del modo en que se articula el estableci-miento de estos límites referido a la integración de los inmigrantes ennuestro país:

- Los ciudadanos del país (aquellas personas que son hijosde padre y/o madre española o que han adquirido la nacionalidad)

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son considerados como ciudadanos de pleno derecho, al menossobre el papel. Están dentro de los límites.

- Los inmigrantes que tienen "papeles", a los que se daacceso a determinados derechos (seguridad social, educación…)pero no a otros (votar en unas elecciones). Están dentro, pero enel límite.

- Los inmigrantes que no tienen "papeles", sin ningún tipo dederecho legal o social, son ilegales y están fuera del sistema.De este modo los "papeles" (bien sea el permiso de residencia

más el de trabajo o la ciudadanía) se convierten en un fetiche, tantopara los que se consideran miembros de pleno derecho del grupo,como para el resto, ya que son los "papeles" los que te sitúan dentro ofuera. Con estos comentarios enlazamos con el siguiente epígrafe,dedicado precisamente a otro tema de máxima actualidad en nuestroentorno: las migraciones.

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