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ARAGONESES ILUSTRES: Miguel Servet Conesa Asun Cebollada Rivarés

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No se conoce el nombre de la muchacha. Cuando, años más tarde, se le preguntó en el juicio de Ginebra por qué no llegó a casarse, reveló que sufría de una anomalía testicular: dijo que “estaba operado de uno y herniado de otro”, frase un tanto críptica que ha interpretado Marañón como equivalente a la criptorquidia u ocultamiento natural de los testículos. Tal condición determinaría en él un factor de timidez. Servet mismo, interrogado aviesamente por los ginebrinos, que aspiraban a sonsacarle algo de su presunta vida de crápula, la negó, y confesó que la mentada operación había tenido lugar de niño, cuando tenía unos cinco años. Su confesión culmina en la de que no se casó por creerse impotente a causa de su enfermedad, razón extraña en un médico de su categoría.

Su celibato, que en un texto de Restitución manifiesta ser voluntario, no debe hacer olvidar la enorme importancia que atribuye en su sistema teológico a los pecados de la carne, y probablemente se debió a una profunda y auténtica decisión de talante místico.

1542-1553. Médico en Vienne del Delfinado En 1541, por invitación del arzobispo Palmier, su alumno en el curso de astrología que impartió en París en 1537, se traslada a Viena del Delfinado como médico adjunto palatino. En Viena vivirá los doce años más felices y tranquilos de su vida, aunque en alguna ocasión muestre su presentimiento de la muerte (en la carta a Abel Poupin, en 1546, escribe: “De seguro que moriré por ello”.

Pedro Palmier, poderosa personalidad, era hombre sencillo, erudito, curioso, con gran amor por las ciencias y las artes. Era arzobispo de Viena desde 1528 y a la vez primado de las Galias. Quiso convertir el palacio arzobispal en un centro de cultura y ejerció con notoria dignidad su condición de mecenas. En 1542 publicó una nueva edición de la obra de Ptolomeo suavizando algunos comentarios que anteriormente habían ofendido. Fue médico de altos personajes, concejal y prior de la Cofradía de San Lucas. Cuando en 1548 se trata de construir un puente sobre le río Gére se consulta con varios notables de la ciudad, entre ellos Servet, acerca de si el puente debía sostener uno o dos arcos; su opinión fue de dos arcos, coincidente con la de los técnicos. También dará sugerencias de cómo mantener seco el lugar de asentamiento de las pilastras del puente. En 1551 se le consultará acerca de la solicitud por de implantación de imprenta, lo que Servet informará favorablemente sugiriendo exención de impuestos municipales.

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A la vez, Miguel Servet, continuó cultivando su interés por la teología con la preparación de su principal tratado teológico, Christianismi Restitutio (La Restauración del Cristianismo). Cuando lleva siete años viviendo en Viena del Delfinado, en 1548, inicia las gestiones de naturalización francesa, porque un extranjero no podía desempeñar cargos ni podía disponer bienes en testamento.

Para seguir ocultando su verdadera identidad, en los trámites, Miguel Servet

declaró ser natural de Tudela y haber residido en París, Lyon, Montpellier y Viena. La nacionalización era merced especial de la Corona y la carta de naturalización fue firmada por Enrique II en octubre de 1548.

Ya naturalizado francés, Servet pudo

ser prior de la Cofradía de San Lucas. Entre sus misiones esta cofradía tenía la de atender a los enfermos del hospital de la ciudad y las clases menesterosas disponían con ella “de médico, cirujano, drogas y ungüentos”.

La Christianismi Restitutio constituye la suma de las creencias y de las críticas de Servet. En ella, invita a la Iglesia a retroceder a su posición clásica; a la regeneración por el bautismo; a la restitución del reino celeste; a la ruptura de la cautividad de la antigua Babilonia y a la destrucción del Anticristo con todos los suyos. Sin que él lo presintiera, y por el pasaje en que se demuestra el descubrimiento cumbre de la circulación de la sangre, iba a ser su mayor timbre de gloria. Servet encargó la impresión a Arnoullet y Gueroult. Servet había logrado la autorización y la liberación de impuestos a esta oficina tipográfica.

Se establecieron las condiciones de impresión, que sería hoja por hoja, con destrucción del original a medida que se fuesen componiendo, con gastos y corrección de pruebas a cargo de Servet. La impresión se llevó a cabo en una casa aislada en las afueras de Viena por tres operarios de confianza que recibieron 100 escudos de gratificación cada uno. No figura el nombre del autor y solamente sus iniciales, al final de la obra. Comenzó la impresión el 25 de septiembre de 1552 y terminó el 3 de enero de 1553. Se imprimieron 800 ejemplares. Cinco fardos de ejemplares en rama fueron enviados por barco a Lyon, a casa del fundidor de tipos Pedro Merrin. También se enviaron ejemplares al librero Sebastián Gtyphius, de Francfort y a Roberto Estienne, en Ginebra y quizá a varios puntos de Italia.

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Denuncia y detención de Servet en Viena del Delfinado

En 1546 inició una fatídica correspondencia secreta con su viejo conocido Juan Calvino. En esta época, Calvino, autor de Institutio Christianae Religionis (Institución de la Religión Cristiana) en 1536 y destacado sacerdote reformador de Ginebra, era la figura más prestigiosa del brazo reformador del protestantismo. La obra teológica de Calvino apenas había hecho mención a la naturaleza trinitaria de la divinidad hasta que, en 1537, otro reformador, Pierre Caroli, acusó a Calvino de ser un arriano. Aunque fue absuelto de ello por un sínodo de Lausana, Calvino, a partir de ese momento, estuvo alerta y decidido a contestar con severidad las desviaciones que se produjeran respecto a esta parte de la ortodoxia.

Miguel Servet, seguramente

consciente de la falta de claridad sobre el tema de Calvino, le bombardeaba con cartas que insistían en mostrar concepciones poco ortodoxas y más radicales que aquellas que le había presentado hacía más de una década. Calvino le contestaba cada vez con mayor impaciencia y aspereza. Miguel

Servet envió a Calvino un manuscrito de su todavía inédita Restitutio. Calvino le correspondió enviándole un ejemplar de su Institutio. Servet se lo devolvió con anotaciones insultantes. El día que Calvino interrumpió la correspondencia, escribió a su colega Farel, diciéndole que si Miguel Servet alguna vez se presentaba en Ginebra “si mi autoridad sirve de algo, no le permitiré escaparse con vida”.

Calvino idea su denuncia que hará a través de Guillermo de Trie. En Vienne, cerca de Lyon vive un espagnol portugallois que se llama Miguel Servet

pero que se nombra ahora Michel Villanovano, médico, que se burla de la Santísima Trininidad; que se quema sin compasión a tantos y permite vivir tranquilamente a ese hereje y se le deja que imprima libros llenos de blasfemias.

Se ponen los hechos en conocimiento del inquisidor Mateo de Orly. El 16 de

marzo de 1553 se interroga a Servet y se practica una visita a su domicilio, pero avisado Servet pudo poner a buen recaudo antes lo que pudiera comprometerle.

Al día siguiente, se interroga al impresor y a los operarios quienes niegan que las

hojas que se les presentan hayan sido impresas por ellos. Se consulta al arzobispo Palmier, como protector de Servet, quien hace notar la

fragilidad de las pruebas aportadas. Calvino enviará nueva documentación y el 4 de abril de 1553 tiene lugar una reunión en el castillo de Rousillon, a cinco leguas de Viena, a la que asisten el cardenal Tournon, el arzobispo Palmier, los vicarios y el inquisidor Matero

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de Ory. Se examina la nueva documentación y llamaron al impresor con la excusa de que les mostrara el Nuevo testamento que acababa de imprimir. Fue detenido.

Servet fue llamado a casa del lugarteniente general Guy de Maugiron con la

excusa de que asistiese a unos presos enfermos. Se le detuvo y se le encerró.

Huida en Viena del Delfinado

El 5 de abril se interroga a Servet. Mantiene ser natural de Tudela de Navarra, haber vivido en París, Lyon, Avignon, Lyon de nuevo, Chalieu y Viena. Admitió ser autor de todos los libros que se le presentaron, pero no de la Biblia Pagnini ni de la Chistianismi Restitutio, y se le presentaron hojas de obras de Calvino con anotaciones de Servet.

El día 6 se practica un segundo interrogatorio acerca de las relaciones epistolares

con Calvino y se le mostraron varias cartas. Servet, con la ayuda del juez municipal y algunos amigos prepara la huida. En la mañana del 7, solicita la llave de los retretes, que se le proporciona. Debajo de la ropa y gorro de dormir lleva su vestido habitual y saltando de tejado en tejado llega finalmente al patio trasero de la casa número 5 de la calle Bourgogne y se dirige a Sainte Colombe, localidad cercana.

En la huida pudo ser ayudado por el arzobispo Palmier, por Guy de Maugiron,

agradecido a quien era médico de su familia y por un cliente suyo. En Ginebra afirmaría Servet que las prisiones estaban como si quisieran que se escapase.

Cuatro meses tardará en aparecer en Ginebra. Se supone que vivió ese tiempo

en el castillo de Anglas o acaso, en la abadía cisterciense de Bellevide, al norte de Lyon. El 13 de agosto fue descubierto por unos frailes lioneses en la iglesia de San Pedro de Ginebra.

El proceso de Viena del Delfinado

Aún escapado Servet, el inquisidor sigue recabando información y el proceso

sigue. El 2 de mayo se informa de la existencia de un segundo taller de impresión al que acudió el inquisidor que interrogó a los impresores. Manifestaron haber impreso el manuscrito sin saber lo que hacían por no saber latín; que Servet había corrido con todos los gastos y que el propio autor había corregido las pruebas; y que habían enviado cinco fardos de libros en rama a Lyon.

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En el proceso actuaban tres jurisdicciones: la Inquisición, el Arzobispado y la Civil. Servet fue reconocido culpable de herejía escandalosa, sedición, rebelión, perturbación de la tranquilidad pública y de evasión de las prisiones reales.

El 17 de junio fue condenado a una multa de 1.000 libras y ser quemado, en

efigie, y con él sus libros en la plaza de Charneve. La sentencia se cumplió ese mismo día.

Detención y proceso de Servet en Ginebra

Aunque en Vienne se escapó del presidio, Miguel Servet no encontraba en el mundo un lugar donde sentirse libre para hacer lo que quisiera. No se atrevía a quedarse en Francia por miedo a ser capturado. Era igual de inseguro regresar al departamento del Rin, de donde había huido años antes y donde podrían todavía reconocerle. Impensable era también regresar a su tierra natal en España. Por lo tanto, decidió irse a Nápoles a ejercer su profesión entre los hombres del lugar, muchos de los cuales habían huido allí para disfrutar de mayor libertad religiosa. Primero pensó en cruzar los Pirineos y pasar por España pero el peligro de ser arrestado en la frontera le hizo desistir y, tras caminar sin rumbo fijo durante cuatro meses, al final optó por la ruta que atravesaba Suiza hasta el norte de Italia como la más segura.

Así es como Servet llegó a una posada en Ginebra una noche de mediados de agosto. Intentó enseguida conseguir un bote para cruzar el largo camino a Zúrich y luego a Italia. Pretendía pasar lo más inadvertido posible, pero, desgraciadamente para él, el día siguiente era domingo y como la ley obligaba a todo el mundo a asistir a la iglesia, sintió curiosidad por escuchar el sermón de Calvino. Aquí fue reconocido incluso antes de que el sermón empezase. Hacía tiempo que Calvino creía que Miguel Servet se merecía la muerte por blasfemo y hereje, y pensó que había llegado para propagar sus herejías por Ginebra y poner, así, el éxito de su reforma

en peligro. Era muy consciente de este peligro desde que había recibido una carta comunicándosele lo rápidamente que las enseñanzas de Miguel Servet se estaban propagando por las ciudades del norte de Italia. Se sintió entonces obligado a hacer todo lo posible para liberar al mundo de Servet ya que en Vienne la Inquisición no lo había conseguido. Ordenó su arresto de inmediato y le envió a la cárcel. La ley le exigía que, en tales casos, el acusador fuera encarcelado con el acusado hasta que se hubieran fijado los cargos. Como esto no le convenía, Calvino envió a la cárcel a un estudiante llamado Nicolás de la Fontaine, que vivía en su casa como secretario, para representarle como acusador.

Un día después de su arresto, Miguel Servet fue citado para un examen

preliminar ante la autoridad correspondiente, a quien, de la Fontaine, su acusador formal, había presentado una denuncia redactada por el mismo Calvino. La acusación