invocando los poderes celestiales...los poderes del cielo son gobernados por leyes espirituales;...

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  • 1

    INVOCANDO

    LOS

    PODERES

    CELESTIALES

    Esto es una copia de seguridad de mi libro original en papel,

    para mi uso personal. Si ha llegado a tus manos, es en

    calidad de préstamo, de amigo a amigo, y deberás destruirlo

    una vez lo hayas leído, no pudiendo hacer, en ningún caso,

    difusión ni uso comercial del mismo.

    Grant Von Harrison Traducido por Ann Heywood Angulo y Gloria Meléndez, Ph. D

    Griselda Sasayama, Editor

    bibliotecasud.blogspot.com

  • 2

    INDICE

    Prefacio. ............................................................ 4

    1. Naturaleza y función de la fe. ....................... 6

    2. La fe y los poderes celestiales. ..................... 11

    3. Los principios que gobiernan la fe. .............. 21

    4. Su fe será probada. ........................................ 45

    5. Guía para aumentar su fe. ............................. 54

    6. Desarrolle una comprensión

    más profunda de la fe. .................................. 61

    El Autor. ........................................................... 80

    Notas. ................................................................ 81

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  • 3

    NOTA PRELIMINAR

    Las ideas presentadas en este libro fueron concebidas por el

    autor en gran parte cuando era misionero. El autor siente gran

    agradecimiento por estas ideas inspiradas y profundo aprecio por l

    influencia que ellas han tenido en su vida. Por consiguiente, toda

    la ganancia proveniente de la venta de este libro será donado para

    el sostén financiero de misioneros no estadounidenses.

    El autor sugiere que si el lector siente que su propia vida ha

    sido bendecida en forma sustancial gracias a este libro, haga una

    donación adicional al Departamento Misional. A tal fin, envíe un

    cheque o giro postal a nombre de la Iglesia de Jesucristo de los

    Santos de los Ultimos Días a la siguiente dirección:

    Missionary Department

    Church Office Building

    50 East North Temple

    Salt Lake City, Utah 84150

    E.E.U.U.

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  • 4

    PREFACIO

    La siguiente cita del Elder Bruce R. McConkie se refiere a un

    proceso que cada miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los

    Ultimos Días debe conocer a fondo. Refiriéndose al proceso de la oración,

    nos exhorta a que "aprendamos cómo orar osada y eficazmente, no sólo

    de palabra sino también con el espíritu, y con poder, para que invoquemos

    los poderes del cielo sobre nosotros." [1]

    Los poderes celestiales son muy reales y pueden influir

    dramáticamente en el curso de los acontecimientos de la vida de una

    persona. En nuestra relación con Dios, la idea "poderes del cielo" se

    refiere a cualquier influencia o poder (inspiración, don del Espíritu, poder

    del sacerdocio, etc) que sea gobernado por Dios y que opere a beneficio

    nuestro.

    A fin de alcanzar nuestro máximo potencial en esta vida, debemos

    aprender a invocar los poderes celestiales. Ningún grado de conocimiento

    o habilidad puede compensar la ausencia de los poderes del cielo en

    nuestra vida. Con la ayuda de esos poderes, uno puede tener éxito en esta

    existencia mortal a pesar de las flaquezas personales porque, literalmente,

    los poderes del cielo compensan las debilidades humanas.

    Si aprende a invocar los poderes celestiales, sus limitaciones, su

    pasado y características físicas llegarán a ser insignificantes. El Señor ha

    prometido que si se acerca a El humildemente y con la fe suficiente, sus

    flaquezas se le convertirán en áreas de fortaleza:

    Y si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad. Doy a

    los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi

    gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si

    se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las

    cosas débiles sean fuertes para ellos. (Eter 12:27)

    Nuestro acceso a los poderes de cielo hace posible esta promesa. Si

    aprende a invocar los poderes celestiales sobre sí mismo, sus talentos y

    habilidades se le aumentarán en gran medida. Los logros máximos de su

    vida se verán determinados más por su habilidad para utilizar los poderes

    celestiales que por confiar sólo en dones naturales. El Presidente Ezra T.

    Benson ha dicho que:

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  • 5

    Los hombres y mujeres que entreguen su vida al Señor, se darán

    cuenta de que él puede hacer de su existencia mucho más de lo

    que ellos mismo son capaces. Él hará su gozo más profundo,

    expandirá su visión, agilizará su mente, fortalecerá sus

    músculos, levantará su espíritu, multiplicara sus bendiciones,

    aumentará sus oportunidades, consolará su alma, les hará de

    amigos, y les inundará de paz. Quién pierda su vida por Dios se

    encontrará con que tiene la vida eterna.[2]

    Cuando aprenda a invocar los poderes del cielo, verá esta promesa

    cumplida en su vida.

    Los poderes del cielo son gobernados por leyes espirituales; siempre

    se basan en la obediencia a la ley. Cuando uno entiende estas leyes y

    aprende a cumplirlas, uno puede invocar los poderes celestiales

    constantemente para que le ayuden en sus empeños. Las escrituras nos

    dicen claramente que debemos obedecer ciertas leyes específicas a fin de

    recibir ciertas bendiciones de Dios.

    Hay una ley irrevocablemente decretada en el cielo antes de la

    fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se

    basan; Y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se

    obedece aquella ley sobre la cual se basa. (DyC 130:20.21)

    Es a través de nuestros propios esfuerzos que nos calificamos para

    recibir los diversos dones y bendiciones que provienen de los poderes del

    cielo.

    ...los poderes del cielo,...no pueden ser gobernados ni

    manejados sino conforme a los principios de justicia. (DyC

    121:36)

    Una vez que uno se da cuenta de que los poderes del cielo se

    gobiernan por leyes, el desafío es llegar a conocer bien esas leyes y

    principios. Es muy difícil, si no imposible, ser obediente a las leyes y

    principios que se nos dan, a menos que sepamos cuáles son, y qué es lo

    que necesitamos hacer a fin de cumplir con los mismos.

    Cuando el lector termine de leer este libro, tendrá una clara

    comprensión de la fe en general, pero aún más importante, tendrá un

    entendimiento claro de los procesos de fe que gobiernan los poderes

    celestiales. Sabrá específicamente cómo invocar esos poderes celestiales

    para que le ayuden a lograr sus deseos justos. Comprenderá el papel de

    los procesos del pensamiento involucrados en el ejercicio de la fe y sabrá

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  • 6

    cómo enfrentar las pruebas de fe que puede esperar se le presenten

    cuando, de hecho, intente invocar los poderes del cielo.

    Desafortunadamente, muchos miembros de la Iglesia se ven limitados

    en todos los aspectos de sus actividades en esta vida mortal (llamamiento

    de la Iglesia, responsabilidades paternales y profesionales, vida social,

    estudios, etc) porque no saben cómo invocar los poderes celestiales a fin

    de usarlos para su propio beneficio. El propósito expreso de este libro es

    enseñar a los miembros de la Iglesia cómo invocar los poderes del cielo.

    A fin de alcanzar los poderes celestiales, uno debe saber cómo poner la fe

    en práctica, porque los poderes del cielo se gobiernan mediante la fe.

    Mientras lea este libro, el lector se dará cuenta de que el proceso de

    practicar la fe significa mucho más de lo que tenía entendido

    previamente. En este momento de su vida, su comprensión de la fe se

    basa, muy probablemente, en esta muy conocida definición de la misma:

    Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo

    que no se ve. (Hebreos 11:1)

    Uno se ve extremadamente limitado en su habilidad para invocar los

    poderes celestiales a menos que entienda muy específicamente el proceso

    que se requiere para ejercer la fe. La habilidad de recitar una definición

    vaga de la fe no es suficiente.

    A fin de ejercer el tipo de fe que se requiere para invocar los poderes

    del cielo hay que seguir un proceso muy específico. A fin de dominar el

    ejercicio de la fe, se debe comprender primero su proceso a fondo, y

    luego se debe aprender a aplicar dicho proceso en la vida diaria. Este libro

    le ayudará a entender el proceso requerido para invocar los poderes del

    cielo a fin de bendecir su vida. Cuando siga este proceso correctamente,

    será capaz de invocar los poderes celestiales para que le ayuden a cumplir

    sus deseos justos.

    Aunque la fe es un don de Dios, se obtiene solo mediante el ejercicio

    de la voluntad. Es esencial que usted comprenda que uno aumenta y

    perfecciona su fe poniendo su fuerza de voluntad. Este libro se propone

    ayudarle en su empeño por aumentar y perfeccionar su fe.

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  • 7

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    NATURALEZA Y FUNCIÓN DE LA FE

    Generalmente, los miembros de la Iglesia no tienen dificultad para

    entender la mayoría de los aspectos de la fe, tales como a fe en que Dios

    vive, en que Jesús es el Cristo, en la vida después de la muerte, o en el

    plan de salvación. No obstante, muchas personas tienen problemas para

    entender el tipo específico de fe requerido para utilizar los poderes del

    cielo a fin de tener más éxito en cada faceta de su vida.

    Con respecto a la naturaleza de la fe, el Profeta José Smith enseñó

    que:

    1) "así como la fe es la causa motora de toda acción en los

    asuntos temporales, así también lo es en los asuntos

    espirituales;"

    2) "la fe no es solamente el principio de la acción sino también

    del poder,"

    3) La fe, entonces, es el primer gran principio que tiene poder,

    dominio, y autoridad sobre todas las cosas." [3]

    Al pensarlo bien, es fácil ver que la fe es la causa motora de toda

    acción- hacer ejercicios físicos, hacer un jardín, estudiar para un examen.

    Sin embargo, muchos miembros de la Iglesia tienen problemas con el

    proceso necesario para experimentar lo que José Smith llamó el poder que

    viene por al fe. Es importante que los miembros de la Iglesia entiendan

    que este poder viene de Dios y aprendan a utilizarlo, porque sin los

    poderes del cielo estamos sumamente limitados en lo que podemos hacer

    en cualquier aspecto de la vida. A los miembros de la Iglesia se les ha

    dado el "poder...para hacer todas las cosas por la fe" (2 Nefi 1:10). Por

    medio de la fe, como un principio de poder las personas pueden realizar o

    experimentar cosas que de otra manera no podrían lograr.

    FUNCIÓN DE LA FE.

    El siguiente ejemplo explica el papel de la fe en la motivación de una

    persona.

    Si un hombre desea bajar 5 kilos, debe tomar los pasos siguientes:

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    1. Tener fe en los principios que le harán bajar de peso.

    2. Comprometerse a comer menos y a hacer ejercicios diarios.

    3. Mantener un esfuerzo constante, motivado por la fe.

    Sin embargo, muchos deseos no pueden realizarse solamente por la fe

    que nos motiva a actuar. Además de resolución y determinación, hay

    muchos anhelos que requieren la ayuda específica del Señor. Por ejemplo,

    si un cazador se pierde durante una fuerte nevada y se pone a orar, y le

    pide al Señor que le conserve la vida inspirándolo respecto a la dirección

    que debe seguir para encontrar refugio o socorro, su deseo no se realizará

    a menos que sepa invocar los poderes del cielo para que le ayuden.

    La fe, entonces, como principio de acción, incluye la dedicación, la

    determinación y la habilidad de tomar decisiones. La fe, como principio

    de poder incluye estos tres factores más: 1) creencia en el Señor

    Jesucristo, 2) determinación por parte del individuo de responder a los

    requerimientos de Dios, y 3) otorgamiento de los poderes del cielo

    (mayor fuerza y poder de Dios mismo).

    Muchos deseos justos son de naturaleza personal y su realización

    debe venir por la fe del individuo. No obstante, hay algunos deseos que

    precisan la fe colectiva de más de una persona. Cuando éste es el caso,

    hay que tener en cuenta la fe que existe o la falta de ella. En algunos

    casos, la falta de fe de la mayoría suprime la fe de la minoría. En otras

    palabras, bajo ciertas condiciones, algunos deseos dignos no se realizan

    aunque haya quienes tengan fe suficiente como para liberar los poderes

    del cielo.

    En las escrituras vemos cómo la fe de ciertos individuos resulta en

    bendiciones para la multitud. Sin embargo aprendemos también que hay

    excepciones a este principio. Por ejemplo, cuando Mormón fue llamado

    como líder militar de los nefitas no vieron la mano del Señor en su éxito y

    se jactaron de su propia fuerza. Finalmente, la habilidad de Mormón de

    ejercer su fe por ellos fue anulada.

    He aquí yo los había dirigido, a pesar de sus iniquidades,

    muchas veces los había dirigido a la batalla; y los había amado

    con todo mi corazón, de acuerdo con el amor de Dios que había

    en mí; y todo el día se había derramado mi alma en oración a

    Dios a favor de ellos; sin embargo, fue sin fe, debido a la

    obstinación de sus corazones. (Mormón 3:12)

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  • 9

    Hay muchos casos en que la influencia de los poderes del cielo

    requiere fe colectiva. En la obra misional, la ausencia de fe por parte de

    un compañero puede anular la influencia del Espíritu cuando los

    misioneros están enseñando a una familia . Igualmente, la falta de fe por

    parte de muchas personas puede restringir el Espíritu en una reunión de la

    iglesia.

    Un individuo (misionero, líder de rama, etc) con gran fe, puede

    invocar los poderes del cielo, pero se facilita el proceso cuando más de

    una persona pone su fe para los fines deseados.

    Cuando alguien está enfermo, la fe colectiva de quienes están

    involucrados en la bendición, gobierna los poderes del cielo. Obviamente,

    la gran fe de una persona puede tener un efecto tremendo cuando alguien

    recibe una bendición. Pero, al final, la fe combinada o la ausencia de fe ,

    de todos, es lo que determina si la bendición se cumple o no.

    Después de que haya llegado a tener la habilidad de invocar los

    poderes celestiales por medio de la fe, uno debe esforzarse por enseñar

    este proceso a otros. Si hace esto diligentemente se dará cuenta usted de

    que puede ser una gran influencia en otros para que ellos también sean

    efectivos en el empleo de los poderes del cielo. Después de que ellos

    hayan aprendido a ejercer la fe, los esfuerzos de su grupo serán apoyados

    por los poderes del cielo en grado excepcional.

    En las misiones, estacas, barrios, familias, donde los grupos

    empiezan a ejercer fe colectiva, miles de personas son bendecidas por un

    diluvio de poderes celestiales. El indicio más obvio de la fe colectiva en

    un área determinada es el número de personas que se unen a la iglesia . La

    fe colectiva es la realización del deseo del Presidente Spencer W. Kimball

    de ver a millones de personas unirse a la Iglesia cada año. Cuando la fe

    colectiva de la Iglesia sea suficiente , millones de personas se unirán a la

    Iglesia cada año, y las profecías que se refieren a la Iglesia rodando hacia

    adelante como una roca y cubriendo la tierra entera serán cumplidas.

    Como miembros de la Iglesia necesitamos darnos cuenta de que el

    cumplimiento de estas profecías depende de la fe colectiva de los

    miembros de la Iglesia . Se puede ver que es más fácil ejercer la fe

    cuando la fe del individuo es sostenida por la fe de los demás, así como

    con las tareas que no se pueden realizar a menos que se combine la fuerza

    física de muchas personas (ej, levantar objetos pesados , empujar un

    automóvil, etc). Así es con muchos deseos justos: requieren la fe

    combinada o colectiva de muchas personas.

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  • 10

    El siguiente diagrama muestra el proceso de conversión de un

    individuo al evangelio mediante el poder de la fe y la oración:

    La primera vez que lea este libro, conteste las siguientes

    preguntas escribiendo sus respuestas en un papel:

    Explique qué quiere decir "poderes del cielo."

    ¿En qué se diferencia la fe requerida para bajar 5 kilos de la

    que se necesita para ayudar a alguien a convertirse?

    De ser posible, compare sus respuestas con las de otro lector

    de este libro.

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  • 11

    2

    LA FE Y LOS PODERES CELESTIALES.

    Al desarrollar una fe básica en el plan de salvación, arrepentirse,

    adquirir un testimonio del evangelio restaurado, y vivir en armonía con el

    evangelio, uno está en posición de ejercer la clase de fe que invoca los

    poderes del cielo. Estos poderes le permitirán lograr los deseos justos que

    requieran la ayuda del Señor, tales como obtener un buen trabajo,

    deshacerse de malos hábitos, ayudar a alguien a convertirse al evangelio,

    o contar con el poder del Espíritu Santo al dar un discurso.

    A menos que ejerza suficiente fe, usted le niega al Señor la

    oportunidad de ayudarle en su vida diaria. Las escrituras nos enseñan que

    ciertos poderes del cielo son gobernados por la fe del hombre mortal:

    Y en ningún tiempo ha obrado alguien milagros sino hasta

    después de su fe. (Eter 12:18)

    El Señor tiene poder de hacer todas las cosas para los hijos de

    los hombres, si es que ejercen la fe en él. (1 Nefi 7:12)

    No neguéis el poder de Dios, porque él obra por poder, de

    acuerdo con la fe de los hijos de los hombres (Moroni 10:7)

    Porque he aquí, yo soy Dios; y soy un Dios de milagros... y

    nada obro entre los hijos de los hombres sino de conformidad

    con su fe. (2 Nefi 27:23)

    Y Cristo ha dicho: Si tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer

    cualquier cosa que me sea menester. (Moroni 7:33)

    Recuerda que sin fe no puedes hacer nada. (DyC 8:10)

    Moroni entendía el papel de la fe en la invocación de los poderes del

    cielo. Esto es evidente en su respuesta a una revelación que recibió

    concerniente a la habilidad de superar sus flaquezas (Eter 12: 27). Esto es

    lo que declaró al expresar su gratitud al Señor:

    Y yo, Moroni, habiendo oído estas palabras, me consolé, y dije:

    ¡Oh Señor, hágase tu justa voluntad!, porque sé que obras con

    los hijos de los hombres según su fe; ...Pues así te manifestaste

    a tus discípulos; porque después que tuvieron fe y hablaron en

    tu nombre, te mostraste a ellos con gran poder. (Eter 12:29, 31)

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  • 12

    Jesús hacía milagros según la fe de la gente, como se ve en las

    siguientes escrituras: Mateo 8:13, 9:20-22; 13:58; 3 Nefi 17:8.

    Es importante entender que la influencia de los poderes celestiales en

    la vida es gobernada o controlada por la fe. En otras palabras, las manos

    del Señor están atadas a menos que ejerzamos la fe. Así como la fe sin

    obras es muerta (Stg 2:14-20), las obras sin fe son muertas y no gozan del

    apoyo de los poderes del cielo. El Señor ha dicho que si tenemos temores

    (dudas) en el corazón, nos privamos de las bendiciones del cielo (DyC

    67:3). Por ejemplo, si a uno le falta fe, puede pasar horas en

    preparaciones para una clase de la Escuela Dominical sin lograr eficacia

    alguna en llegarles al corazón a sus alumnos. Por mucho tiempo que pase

    haciendo una tarea, su alcance máximo es limitado a menos que aprenda a

    ejercer la fe necesaria para invocar el poder y la fuerza del Señor que

    están a su disposición.

    Estimo que de los miembros de la Iglesia motivados a pagar un

    diezmo justo, hay muchos que se niegan las bendiciones que resultan del

    pago de los mismos al no ejercer la fe suficiente para permitir que el

    Señor los bendiga por su obediencia a la ley de los diezmos. Debemos

    darnos cuenta que quien para los diezmos, cumple con sólo una parte de

    la ley. La ley completa requiere que tengamos la fe necesaria para recibir

    las bendiciones del Señor al pagar los diezmos. Este mismo principio

    funciona igualmente con la bendición de los enfermos. El Señor no

    bendice a la persona más allá de la fe combinada de todos los que toman

    parte en la bendición. Claro es que hay muchas bendiciones que al Señor

    le gustaría extender a los miembros de la Iglesia si estos tan sólo

    ejercieran la fe que le permitiera hacerlo. En otras palabras nuestra vida

    justa (obras dignas) generalmente excede nuestra fe. Si nuestra fe fuera

    mayor, alcanzaríamos muchas más bendiciones que el Señor quiere que

    tengamos, y para las cuales nos hemos calificado como resultado de

    nuestras buenas obras.

    El procedimiento del cultivo de la tierra provee un excelente ejemplo

    de la fe como motivación de la acción que, bajo ciertas condiciones,

    requiere que solicitemos ayuda divina. Analicemos este proceso. La fe

    que tenemos en el proceso de la vida nos motiva a plantar las semillas,

    regarlas, etc. Sin embargo, si vemos que viene una calamidad como una

    sequía o, como en los primeros días de la Iglesia, las langostas, quizás nos

    haga falta invocar los poderes del cielo para salvar la cosecha.

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  • 13

    Consideremos al misionero que tiene la tarea de aprender las charlas.

    La fe le dará la seguridad de que puede aprenderlas si se aplica a hacerlo.

    Si sólo cuenta con el tipo de fe que motiva a actuar, el tiempo que tarde

    en aprenderlas dependerá de su habilidad. Sin embargo, si ejerce la fe

    necesaria para invocar los poderes del cielo, su habilidad para aprender

    será aumentada por el Espíritu y podrá aprender las charlas en mucho

    menos tiempo.

    El papel de la fe para motivar, así como el poder que puede emanar

    de ella, se aplica a todo aprendizaje. Mediante los poderes del cielo,

    podemos aumentar nuestras habilidades intelectuales. Además, el Señor

    ha dicho que podemos recibir instrucciones del cielo si buscamos

    conocimiento mediante "la oración de fe." (DyC 52:9). Por los poderes

    del cielo, entendimiento e ideas nos pueden ser revelados. Esta promesa

    se aplica a todas las áreas y no solamente a la teología. Por ejemplo, si a

    ciertos padres se les presentan dificultades para resolver los problemas de

    conducta de un hijo, pueden recibir inspiración para saber cómo

    solucionar tal dilema familiar.

    Analicemos el papel que la fe desempeña en la inspiración. Si una

    persona se encuentra frente a una decisión, la fe puede motivarla a que

    ore y busque la ayuda de su Padre Celestial. Sin embargo, a menos que

    ejerza la fe necesaria para invocar los poderes del cielo, el Señor no puede

    inspirarle en cuanto a su problema. En otras palabras, la fe del individuo

    gobierna en gran parte su habilidad de recibir inspiración.

    Otro ejemplo es el esfuerzo que hace un santo de los últimos días por

    inspirar a un investigador a que se una a la Iglesia. La fe puede motivarle

    en los aspectos externos, dándole el deseo de visitarle o hermanarle.

    Mediante el poder de la fe el miembro de la Iglesia puede pedir que el

    Espíritu toque el corazón del no miembro para que tenga deseos de

    investigar el evangelio.

    En cada uno de estos ejemplos, es fácil ver el papel de la fe como un

    principio de motivación y como un principio de poder para solicitar los

    poderes del cielo. En el futuro, usted debe esforzarse por analizar el papel

    de la fe en sus afanes. Debe hacer un esfuerzo consciente por analizar el

    papel de la fe que le motiva a actuar y los casos en que la situación

    requiera la fe como principio de poder. Al hacer esto, estará mucho más

    consciente del poder de la fe en su vida.

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  • 14

    En resumen, debemos pedirle al Señor constantemente que nos ayude

    a lograr nuestros deseos justos y entonces asegurarnos de que la fe

    acompañe nuestras buenas obras, permitiendo de esta manera, que el

    Señor nos bendiga.

    Al leer este libro por primera vez, conteste esta pregunta

    escribiendo la respuesta en una hoja de papel:

    Respecto a la realización de los deseos justos, ¿qué es lo que

    gobierna los poderes del cielo?

    De ser posible converse sobre la respuesta con otro lector de

    este libro.

    LA FE, CLAVE DE LA EXCELENCIA.

    En el curso de su vida se le exigirán muchas cosas que no podrá hacer

    con cierto grado de excelencia, sin la ayuda del Señor. Habrá muchas de

    las cosas que hace a diario que podría hacer mucho mejor si supiera

    solicitar la ayuda de los poderes del cielo. Para poder alcanzar su

    potencial máximo, debe aprender a tener fe en que el Señor le ayudará a

    lograr sus metas y sus esperanzas, las cuales no podrá lograr sin la ayuda

    del Señor. El ejercicio de este género de fe sigue un proceso muy

    específico que hay que aprender y dominar.

    LA RECTITUD, UN REQUISITO PREVIO A LA FE.

    A menos que su vida esté en armonía con los dogmas básicos del

    evangelio (ej, pureza de pensamientos y acciones, motivos justos,

    obediencia, y dedicación) no podrá ejercer la fe que le dé accesos a los

    poderes del cielo. (Véase Mormón 1:13-14) El Señor ha estipulado que

    "los poderes del cielo... no pueden ser gobernados ni manejados sino

    conforme a los principios de justicia." (DyC 121:36) Cuando uno guarda

    los mandamientos, (paga un diezmo justo, estudia el evangelio,

    desempeña concienzudamente sus cargos en la Iglesia, se abstiene de

    malas conversaciones) uno puede utilizar los poderes del cielo para

    bendecir su vida.

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  • 15

    Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas

    cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis. (DyC

    82:10)

    Bruce R. McConkie nos dice que, "La fe es un don otorgado por Dios

    en recompensa por nuestra rectitud personal. Siempre se da cuando hay

    rectitud; y cuanto más obediencia a las leyes de Dios, mayor será la fe

    otorgada." [4] Por consiguiente, sólo las personas que obedecen los

    principios de verdad que vienen del Señor pueden ejercer su fe como

    fuente de poder.

    Si Ud. puede contestar las siguientes preguntas en forma afirmativa,

    puede estar seguro de que su vida está lo suficientemente en armonía con

    los principios del evangelio como para ejercer su fe como principio de

    poder.

    1. Si usted ha transgredido la ley de castidad, ¿ha sido absuelto

    por la debida autoridad del sacerdocio?

    2. ¿Se esfuerza usted por desempeñar sus obligaciones en la

    Iglesia, asistiendo a las reuniones sacramentales y las del

    sacerdocio?

    3. ¿Apoya usted al Presidente de la Iglesia como Profeta,

    Vidente y Revelador, reconociendo que ningún otro hombre

    en la tierra posee todas las llaves del sacerdocio?

    4. ¿Apoya a los líderes locales y a las autoridades generales de

    la Iglesia?

    5. ¿Paga un diezmo justo?

    6. ¿Es usted totalmente honrado en sus tratos con sus

    semejantes?

    7. ¿Observa la Palabra de Sabiduría?

    8. ¿Se esfuerza por cumplir con las reglas y doctrinas aceptadas

    de la Iglesia?

    9. ¿Lee las escrituras regularmente?

    10. ¿Se abstiene de conversaciones que podrían ofender al

    Señor?

    11. Si ha hecho algo que ha perjudicado a la Iglesia o que haya

    requerido el arrepentimiento debido, ¿lo ha aclarado con la

    debida autoridad?

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    http://www.cumorah.org/www/index.php?option=com_staticxt&staticfile=libros/es/invocando.html#_ftn4#_ftn4

  • 16

    En cuanto a su dignidad personal, debe darse cuenta de lo grave que

    es mentir a un representante del Señor o no vivir de acuerdo con lo que le

    haya prometido. El Señor no tolera la tergiversación de los hechos al

    entrevistarnos con uno de sus representantes escogidos. El Presidente

    Kimball nos ha advertido que: "Los que mienten a las autoridades de la

    Iglesia olvidan o pasan por alto una importante regla y verdad que el

    Señor ha establecido: que cuando El llama a los hombres a cargos

    importantes en su reino, y se ha colocado sobre ellos el manto de

    autoridad, el mentir a ellos es equivalente a mentirle al Señor; una media

    verdad a sus oficiales es como una media verdad al Señor." [5] El Señor

    no dejará que se burlen de él. Si el lector siente que necesita más

    aclaración en cuanto a la confesión, lea el libro del Presidente Kimball, El

    Milagro del Perdón.

    La primera vez que lea este libro, contéstese esta pregunta:

    ¿Quién puede ejercer su fe como principio de poder?

    De ser posible, converse sobre la respuesta con alguien que

    haya leído este libro.

    LOS DESEOS JUSTOS Y LA FE.

    El Señor ha prometido que les concederá a los hombres según sus

    deseos.

    Sé que (el Señor) concede a los hombres según lo que deseen.

    (Alma 29:4)

    De cierto, de cierto te digo, que se te concederá según lo que de

    mí deseares. (DyC 11:8)

    El deseo es más que una esperanza, es la convicción motivadora que

    hace que una persona actúe. Lo siguientes pasajes de un discurso del

    Elder Bruce R. McConkie a ciertos nuevos presidentes de misión, nos

    proveen una mayor comprensión de la relación entre deseo y fe:

    Bautizar es cuestión de actitud, deseo, y sentimiento. Queremos

    que nuestros hermanos se conviertan a la Iglesia, y nunca le

    decimos a un misionero: "No bautice a menos que..." Siempre le

    decimos: "Ud. puede bautizar; hay personas buenísimas en el

    mundo; y esta es la forma de lograrlo." Le damos un enfoque

    inteligente y afirmativo y le enseñamos cómo se hace; y lo

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  • 17

    motivamos. Entonces, el Señor hace lo demás y los misioneros

    encuentran personas que se unen a la Iglesia. "Si puedes creer,

    al que cree todo le es posible." (Marcos 9:23)

    Tenemos que pedir al Señor que nos ayude; tenemos que buscar

    conversos; tenemos que desear bautismos; tenemos que saber

    que recibimos según nuestros deseos, y si deseamos tal y tal

    cosa, y tenemos fe en el Señor, lo vamos a lograr.

    No estamos obteniendo los resultados que debiéramos. No

    estamos teniendo el número de bautismos que, a mi juicio, el

    Señor espera de nosotros. Hasta cierto punto, estamos dando

    vueltas sin progresar...

    Quizás lo que está mal sea que no hayamos deseado con fe, y

    con todo nuestro corazón, traer almas al reino, Quizás no nos

    hemos convencido a nosotros mismos de que es posible

    convertir y de que sí convertiremos a muchos a la Iglesia.

    Ahora, con toda franqueza, el que convirtamos a muchas

    personas o pocas depende, en gran parte, de nuestra manera de

    pensar.[6]

    Vemos un ejemplo de lo que el Elder Bruce R. McConkie dice en las

    labores misionales de Alma. En el octavo año del reino de los jueces,

    Alma era el juez superior así como el sumo sacerdote (el presidente) de la

    Iglesia. La Iglesia empezó a fallar en su progreso porque los miembros

    empezaron a ponerse orgullosos, y a tener el deseo de obtener riquezas y

    las cosas vanas del mundo. En un esfuerzo por corregir la situación, Alma

    designó a otra persona que fuera el juez superior sobre la gente para que

    él pudiera dedicarse exclusivamente al ministerio.

    El deseo fuerte de Alma de ver a las personas unirse a la Iglesia se

    hace evidente cuando el pueblo de Ammoníah rechaza su mensaje.

    Cuando Alma intentó predicar al pueblo de Ammoníah, la gente no lo

    escuchó porque Satanás tenía dominio sobre sus corazones. Pero Alma

    todavía deseaba verlos bautizarse. Oró que se preparara el camino para

    que él pudiera bautizarlos. El libro dice que, "se esforzó mucho en

    espíritu, instando a Dios en ferviente oración que derramara su Espíritu

    sobre el pueblo que se hallaba en la ciudad; y que también le concediera

    bautizarlos para arrepentimiento." (Alma 8:10)

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  • 18

    Según el deseo de Alma, el Señor preparó entonces el camino para el

    bautismo de un hombre prominente y rico, Amulek, con su esposa, sus

    hijos, y sus parientes. (Alma 10:11)

    Después de su conversión, Amulek se alió con Alma en la obra,

    resultando que muchas personas de Ammoníah "...empezaron a

    arrepentirse y a escudriñar las escrituras." (Alma 14:1) Amulek continuó

    ayudando en la obra algunos años más "... Y se generalizó el

    establecimiento de la Iglesia por toda la comarca, en toda la región

    circunvecina, entre todo el pueblo de los nefitas." (Alma 16:15)

    De la narración de la labor misional de Alma, es obvio que Amulek

    jugó un papel muy importante en el establecimiento de la Iglesia en esa

    región. Parece que éxito final que tuvo Alma al ver miles de personas

    bautizarse nunca se habría dado si no hubiera deseado bautizar a la gente

    de Ammoníah con todo su corazón, aunque todos habían rechazado su

    mensaje al principio.

    Más tarde, al emprender Alma otra misión, esta vez entre los

    zoramitas, oró otra vez para tener éxito.

    ¡Oh Señor, consuela mi alma y concédeme el éxito... ¡Oh Señor,

    concédenos que podamos lograr el éxito en traerlos nuevamente

    a ti en Cristo! (Alma 31:32,34)

    Otra vez Alma convenció al Señor de que estaba dispuesto a pagar

    cualquier precio a fin de tener éxito.

    ¡Oh Señor, dame la fuerza para que pueda sobrellevar mis

    flaquezas... Oh Señor, concédeme que tenga fuerza, para que

    pueda sufrir con paciencia estas aflicciones que vendrán sobre

    mí. (Alma 31:30-31)

    Y otra vez el Señor le concedió éxito en sus labores según sus deseos.

    Vemos este mismo modelo en la labor misional de Ammón, hijo de

    Mosíah. El deseo de Ammón resultó en la conversión de un hombre de

    mucha influencia (el Rey Lamoni). El camino se abrió y miles fueron

    bautizados. Es importante darse cuenta de que Ammón no fue exitoso en

    sus labores misionales sino hasta que sus deseos le motivaron a ser

    paciente y sufrido en sus aflicciones. Ammón había experimentado

    muchas pruebas. Había sufrido mucho, tanto en el cuerpo como en la

    mente, hambre, sed, y fatiga. Así como Alma, Ammón también tuvo "...

    mucha tribulación en el espíritu." (Alma 17:5)

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  • 19

    En otras palabras, Ammón tuvo que convencer al Señor de que quería

    bautizar a los lamanitas y que estaba dispuesto a pagar cualquier precio a

    fin de tener éxito; y entonces "... el Señor les había concedido conforme a

    sus oraciones." (Alma 25:17)

    Los misioneros de nuestra época tendrán mucho más éxito en sus

    labores si hacen caso al consejo del Elder Bruce R. McConkie:

    Quizás lo malo sea que no hayamos deseado llevar almas al

    reino, con fe, con todo nuestro corazón. Quizás no hayamos

    decidido en nuestra mente que podemos convertir y que sí

    convertiremos a muchos a la Iglesia.[7]

    Si los misioneros cultivan un deseo sincero de bautizar, y convencen

    al Señor que están dispuestos a pagar cualquier precio, como trabajar con

    empeño, etc., el Señor les concederá sus deseos y serán instrumentos para

    el bautismo de muchas personas.

    Lo que dijo el Elder McConkie concerniente a los deseos y a su papel

    en la obra misional se aplica a todos los deseos justos. Si sus deseos no se

    le están realizando, le falta ejercer su fe, con todo el corazón; y por lo

    tanto, el Señor no puede ayudarle a lograr sus deseos justos. Recuerde,

    recibirá según sus deseos justos. Como ha dicho el Elder McConkie: "Si

    deseamos tal y tal cosa, y tenemos fe en el Señor, lo lograremos."[8] Si se

    fija la meta de lograr un deseo determinado pero resulta que no tiene la

    iniciativa para avanzar hacia esa meta, debe llegar a la conclusión de que

    su meta no es un deseo verdadero. Si realmente la deseara, tendría la

    motivación adecuada para actuar. Muchas personas, sin pensar, dicen que

    darían cualquier cosa si pudieran tocar bien el piano. Pero, en realidad,

    nunca pagarían el precio de practicar diariamente, por años, para

    perfeccionarse.

    Si en verdad desea algo, tendrá la motivación necesaria para llegar a

    su meta. Por el contrario, si la meta no es un deseo sincero, no estará

    dispuesto a pagar el precio requerido para lograrla.

    Las actitudes y los deseos son el resultado de lo que pensamos.

    Cuando una persona no se decide a usar su tiempo libre para controlar sus

    pensamientos, permite que sus pensamientos controlen sus deseos. Si no

    hacemos un gran esfuerzo por controlar y encauzar nuestros

    pensamientos, nuestros deseos y actitudes serán influidos mayormente por

    el adversario, por otras personas, o por la música, el cine, la televisión, la

    radio, el periódico, etc. Así que se puede escoger entre el control

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  • 20

    deliberado de nuestra forma de pensar o la influencia de las fuerzas

    exteriores que llegarán a dictar nuestros deseos y pensamientos.

    Somos responsables de nuestros pensamientos. Por consiguiente,

    como individuos, somos responsables por nuestros deseos y actitudes,

    porque los pensamientos gobiernan los deseos interiores. Según nuestros

    deseos y actitudes somos ambiciosos o perezosos, interesantes o

    aburridos, leales o desobedientes, dignos de confianza o no dignos de ella,

    exitosos o fracasados. Y, francamente, la realización de muchos deseos

    buenos, depende en gran parte de nuestro estado mental. Por lo tanto, es

    importante que aprendamos a controlar la mente y que la enfoquemos en

    deseos justos.

    La primera vez que usted lea este libro, conteste estas

    preguntas en una hoja de papel:

    ¿Qué es un deseo?

    Según el Elder Bruce R. McConkie, ¿qué deben hacer los

    misioneros para tener éxito en la conversión de personas a la

    Iglesia?

    Explique cómo la ausencia de deseo y de fe puede resultar en

    fracaso en todos los aspectos de la vida.

    De ser posible, discuta sus respuesta cono otro lector de este

    libro.

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  • 21

    3

    LOS PRINCIPIOS QUE GOBIERNAN LA FE

    I. ELECCIÓN DE DESEOS JUSTOS

    Para poder invocar los poderes del cielo, debe decidir usted

    sistemáticamente cómo quiere que el Señor le ayude. Es imposible ejercer

    fe en los poderes del cielo sin tener en mente un fin específico. El

    problema más serio que muchos miembros de la Iglesia tiene en cuanto a

    la fe como fuente de poder, es que no deciden específicamente cómo ellos

    quieren que el Señor los ayude. Por ejemplo, a menos que tome la

    decisión, sistemáticamente, de ayudar a alguien a unirse a la Iglesia, la

    probabilidad de que sea un instrumento en la conversión de esa persona es

    remota.

    He aquí, os digo que quien crea en Cristo, sin dudar en nada,

    cuanto pida al Padre en el nombre de Cristo, le será concedido;

    y esta promesa es para todos, aún hasta los extremos de la

    tierra. (Mormón 9:21)

    En su relación con el Señor, la necesidad de pedir bendiciones

    específicas es un requisito imprescindible. La dedicación sola no basta.

    Debe pedir las bendiciones.

    Por consiguiente, si me pides, recibirás; si llamas te será

    abierto. (DyC 11:5)

    Esta misma promesa se repite por lo menos cien veces a través de las

    escrituras; no obstante, uno no puede beneficiarse con ella a menos que

    esté dispuesto a pedirle al Señor, con fe, que le ayude a lograr sus deseos.

    Os prometo que el Espíritu está mucho más dispuesto a

    ayudaros que vosotros estáis dispuestos a ser ayudados. [9]

    Si obtuviéramos bendiciones a causa de sólo nuestra dedicación,

    olvidaríamos la mano del Señor en las bendiciones que recibimos. Es por

    esta razón que el Señor ha estipulado que debemos pedir las bendiciones a

    fin de recibirlas.

    Usted tiene la responsabilidad de asegurarse de que sus deseos justos

    estén bien encaminados. El Señor ha dicho:

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  • 22

    Recuerda que sin fe no puedes hacer nada; por tanto, pide con

    fe. No juegues con estas cosas; no pidas lo que no debes. (DyC

    8:10)

    Cualquier cosa que le pidáis al Padre en mi nombre os será

    dada, si es para vuestro bien; y si pedís algo que no os es

    conveniente, se tornará para vuestra condenación.

    (DyC 88:64-65)

    Y ahora, si Dios, que os ha creado, de quien dependéis por

    vuestras vidas y por todo lo que tenéis y sois, os concede cuanta

    cosa justa le pedís con fe, creyendo que recibiréis, ¡oh cómo

    debíais impartiros el uno al otro de vuestros bienes!

    (Mosíah 4:21)

    Y porque has hecho esto tan incansablemente, he aquí, te

    bendeciré para siempre, y te haré poderoso en palabra y en

    hecho, en fe y en obras; sí, al grado de que todas las cosas te

    serán hechas según tu palabra, porque tú no pedirás lo que sea

    contrario a mi voluntad. (Helamán 10:5)

    ...que nada debéis hacer en el Señor, sin que primero oréis al

    Padre en el nombre de Cristo, para que él os consagre vuestra

    acción, a fin de que vuestra obra sea para el beneficio de

    vuestras almas. (2 Nefi 32:9)

    Los motivos puros son el requisito previo para poder invocar los

    poderes del cielo. Si tiene deseos vanos, el Señor no le sostendrá en su

    empeño por lograr sus metas, sobresalir en la vida, o recibir bendiciones.

    (Véase Gálatas 5:26) Sin embargo, debe darse cuenta de que se puede

    tener la vista fija en glorificar a Dios y todavía desear sobresalir en los

    deportes, su educación, su vocación, etc. Tener la vista fija en glorificar a

    Dios quiere decir tener una orientación general centrada en el Evangelio

    de Jesucristo. Esta orientación influye en la conducta y la actitud de cada

    persona. Generalmente, uno puede medir hasta qué punto son puros sus

    motivos por la diligencia con que desempeña sus varias responsabilidades

    en la Iglesia.

    Mas Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia; y odas

    estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33)

    Si sus motivos son puros, será digno de recibir la inspiración

    necesaria para determinar cuáles son los deseos que debe fomentar.

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  • 23

    El que pide en el Espíritu, pide según la voluntad de Dios; por

    tanto es hecho conforme a lo que pide. (DyC 46:30)

    El Señor nos ha amonestado a que busquemos su apoyo e inspiración

    en todos nuestros esfuerzos. (DyC 46:31; Moisés 5:8) Puede estar seguro

    de que si tiene la vista fija en glorificar a Dios, será inspirado en la

    selección de deseos justos. (3 Nefi 19:24; DyC 50:29-30)

    Es su responsabilidad asegurarse de que sus deseos sean justos. El

    Señor no dicta los deseos que debemos fomentar.

    LA PERCEPCIÓN DEL PRESIDENTE KIMBALL EN CUANTO A LAS METAS.

    El formular deseos dignos y específicos ocupa un lugar muy

    importante en nuestra vida. El Presidente Spencer W. Kimball, hablando

    de las metas, dice:

    Creemos en la necesidad de fijar metas. Vivimos mediante

    metas. En atletismo siempre tenemos metas. Cuando vamos a la

    escuela tenemos la meta de recibirnos y obtener un diploma.

    Toda nuestra existencia se basa en metas.

    Debemos tener metas para progresar, animándonos mediante

    los récords que mantenemos... como lo hace un nadador, un

    atleta, o un corredor...

    Progresar es más fácil si se mide el tiempo que lleva, se

    comprueba y se mide el progreso logrado.

    Tener metas es bueno. El obrar por un fin no inmediato eleva

    nuestra mente a un plano más elevado y suscita nuestros

    mejores esfuerzos.

    Debemos fijar metas que nos hagan realmente esforzarnos por

    lograrlas. [10]

    Es de lo más conveniente que... calladamente, y con

    determinación, fijéis metas personales serias por medio de las

    cuales... busquéis mejoraros, seleccionando ciertas metas que...

    vayáis a lograr dentro de un determinado período de tiempo.

    Aunque... vayáis en la dirección apropiada si... vais... con poco

    ímpetu... tendréis muy poca influencia.[11]

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    http://www.cumorah.org/www/index.php?option=com_staticxt&staticfile=libros/es/invocando.html#_ftn11#_ftn11

  • 24

    La primera vez que usted lea este libro:

    Resuma los pensamientos del Presidente Kimball concerniente

    a las metas.

    De ser posible, discuta sus pensamientos con otro lector de este

    libro.

    Cada vez que lea este libro, pregúntese:

    ¿"Estoy fijando metas constantemente?" Si no es así, decídase

    a hacerlo.

    PAUTAS PARA LA FIJACIÓN DE SUS METAS.

    Muchas de sus metas (deseos) provendrán de las expectativas

    asociadas con su trabajo, su educación, y su llamamiento en la Iglesia,

    etc. Sin embargo, es importante que tenga metas (deseos) que Ud. mismo

    haya seleccionado:

    Porque he aquí, no conviene que yo mande en todas las cosas;

    porque el que es compelido en todo es un siervo negligente y no

    sabio; por tanto, no recibe galardón alguno.

    De cierto digo que los hombres deben estar anhelosamente

    empeñados en una causa buena, y hacer muchas cosas de su

    propia voluntad y efectuar mucha justicia;

    Porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios

    agentes. Y en tanto que los hombres hagan lo bueno, de ninguna

    manera perderán su recompensa.

    Mas el que no hace nada hasta que se le manda, y recibe un

    mandamiento con corazón dudoso, y lo cumple desidiosamente,

    ya es condenado. (DyC 58:26-29)

    Como regla general, es mucho mejor tener pocas metas pero

    apropiadas al caso, que intentar cumplir varias a la vez. Debe ser sabio al

    determinar las metas en las que quiere concentrarse, teniendo en cuenta su

    propio temperamento, su habilidad, etc.

    Sus metas (deseos), por supuesto, deben ser realistas; metas que no

    esté cumpliendo actualmente, o cosas que requieran algo de esfuerzo

    mental; porque de no ser así, usted no tendrá que utilizar su fe como

    principio de poder. Debe darse cuenta que quizás no sea fácil realizar el

    deseo; pero debe mantener fe en que si hace un esfuerzo continuo, el

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  • 25

    Señor preparará el camino para que se logren sus deseos justos. El éxito

    que tenga en lograr su meta será en proporción directa a su fe y sus

    esfuerzos y no a sus circunstancias. (Lea 1 Nefi 3:7)

    Durante toda su vida debe seguir la amonestación del Presidente

    Kimball de fijar metas para sí mismo. Debe elegir metas para cada faceta

    de su vida y no solo metas relacionadas con la Iglesia y sus llamamientos.

    Se le ha dado el derecho de invocar los poderes del cielo para realizar

    cualquier deseo justo, ya sea emocional, social, profesional, o

    educacional. Recuerde que el poder de la fe tiene "poder, dominio, y

    autoridad sobre todas las cosas" y aprenda a acercarse a todo lo que desee

    lograr teniendo en cuenta el poder de la fe. Si se lo permite, el Señor

    estará anheloso y dispuesto a ayudarle a lograr sus deseos justos.

    EL PAPEL DE LA FE EN EL LOGRO DE SUS METAS.

    Al fijar metas, usted debe darse cuenta de que las hay de dos tipos: 1)

    Metas que se pueden alcanzar como resultado de la fe que le hace actuar.

    Estas son metas cuyo logro, mediante su determinación y resolución,

    usted puede visualizar de antemano. (Por ej. : levantarse todas las

    mañanas a las 6:00, dejar de criticar a otros, estudiar las escrituras cierto

    número de horas por semana, etc) 2) Metas cuyo logro usted no alcanza a

    visualizar ("No veo cómo lograrlo") y que requieren la invocación de los

    poderes del Señor para que se realicen. Son metas que no se puede lograr

    sin la ayuda del Señor; metas que requieren que invoque los poderes del

    cielo para su realización (Por ej.: ser un instrumento en la conversión de

    alguien, recibir oportunidades que le permitan ganar más al mes, etc)

    Cuando fije metas que no podrá realizar sin la ayuda del Señor, debe

    recordarse constantemente a sí mismo del proceso de fe que se requiere

    para invocar los poderes del cielo. Se frustraría si fijara una meta que

    requiriera la ayuda del cielo pero dejara de ejercer la fe necesaria que le

    permitiera a su Padre Celestial la oportunidad de ayudarle a lograrla. Es

    sumamente importante que esté consciente del papel de la fe como un

    principio de poder para lograr ciertas metas. El tipo de fe que le motiva a

    tener determinación le ayudará a alcanzar algunas de sus metas, pero fe

    como principio de poder es la clave para lograr muchas otras.

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  • 26

    APRENDA A COMPROMETERSE.

    Es importante recordar que un deseo no puede ser considerado meta

    sino hasta que uno esté dispuesto a comprometerse y se resuelva a hacer

    todo lo posible por lograrlo. No confunda las cosas que solamente piensa

    lograr con las que se ha decidido a lograr.

    Muchas metas le exigirán solamente una resolución personal, un

    compromiso consigo mismo. En otros casos, tendrá que comprometerse

    con otras personas (líderes del barrio, maestros, etc); y en algunos casos,

    deberá estar dispuesto a comprometerse con el Señor a hacer todo lo que

    fuere necesario para hacerse merecedor de los poderes celestiales (por ej.:

    leer las escrituras periódicamente, ir al templo más a menudo, ayunar con

    más dedicación, superar ciertas debilidades, etc). Usted tiene que

    esforzarse por desarrollar una fe absoluta en lo que el Señor prometió,

    "Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo;" (DyC

    82:10).

    LAS METAS (DESEOS) DEBEN SER LOS MEDIOS, NO EL FIN.

    En cuanto a las metas en general, debe considerarlas como un paso

    necesario para lograr un fin y no como el fin en sí. Por ejemplo, el ir a la

    misión es una meta para muchos miembros de la Iglesia, pero si al estar

    en la misión no se está dispuesto a fijar metas específicas, no se tiene

    mucho éxito en la tarea.

    Es lo mismo con el matrimonio en el templo, ir al templo para casarse

    es solamente el comienzo de todo lo que constituye un matrimonio

    exitoso. En general, es igual con las metas. El solo hecho de que se haya

    logrado una meta jamás quiere decir que ya se haya "llegado."

    No importa cuántas metas uno logre en esta vida, siempre se debe

    mirar hacia el futuro, fijando nuevas metas. A menos que se adopte el

    punto de vista de que las metas son un paso para lograr un fin y no fin en

    sí, se experimenta desaliento cada vez que se logra una meta mayor. La

    realización de metas debe ser un proceso progresivo, y no la culminación

    de un esfuerzo final. Siempre debe seguirle el esfuerzo por lograr otras

    metas más. Considere el siguiente ejemplo de metas y fines:

    Jorge ingresó a la Facultad de Odontología al año de haberse

    casado con María. Su meta mayor era terminar su carrera.

    Durante el segundo año de universidad empezaron a surgir

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  • 27

    problemas entre ellos. Sin embargo, los jóvenes decidieron

    perseverar hasta el fin, anticipando que todo cambiaría al

    terminar Jorge su educación. Después de que éste se recibió, él

    y su esposa descubrieron que todavía tenían problemas y que

    sus sueño de que la situación cambiara al superarse esa etapa,

    no se había realizado. Finalmente, su situación continuó

    empeorando al punto de que terminaron divorciándose.

    El ejemplo citado nos muestra cómo el logro de la meta de titularse

    tuvo un efecto negativo, porque consideraron la meta como un fin en sí

    mismo y no como un paso hacia el fin verdadero, que era el de ser felices

    como matrimonio. El siguiente ejemplo nos muestra una meta como paso

    para lograr un fin.

    Juan e Irma López se casaron el último año de estudios

    universitarios de Juan. Al recibirse, Juan aceptó un puesto en

    un negocio. Después de un par de años, Juan decidió que sería

    mejor para su profesión regresar a la universidad e ingresar a

    la escuela de graduados para sacar una licenciatura. Después

    de hablar los dos de lo que este cambio significaría en cuanto al

    sacrificio que tendrían que hacer como resultado de un sueldo

    reducido, etc, ella le apoyó en su decisión.

    Por consiguiente, Juan regresó al año siguiente a la universidad

    para obtener el título más avanzado. Obviamente, tuvieron que

    hacer algunos ajustes difíciles en su estilo de vida para poder

    sobrevivir con el poco sueldo que él recibía al estar en la

    universidad. Pero los dos aprendieron a resolver problemas

    durante ese período de tiempo. Se dieron cuenta de que en esos

    dos años de estudios se acercaron más el uno al otro que en los

    tres años anteriores. Años después, recordaban esos años en la

    escuela de graduados como la época de su vida en la que más

    habían disfrutado de su matrimonio.

    En el proceso de lograr una meta, este matrimonio joven logró otros

    beneficios por medio de sus esfuerzos, porque la meta se vio como un

    paso para lograr el fin y no como un fin en sí mismo.

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  • 28

    CÓMO BUSCAR LOS DONES DEL ESPÍRITU.

    Su habilidad para lograr metas (deseos justos), generalmente se

    aumentará si busca primero los dones del espíritu. Los dones del espíritu

    están a su alcance, para ayudarle a realizar su máximo potencial. El Señor

    espera que busque específicamente los dones del espíritu a través de la fe.

    ...buscad diligentemente los mejores dones. (DyC 46:8)

    He aquí, tienes un don, o tendrás un don, si de mí lo deseas con

    fe, con un corazón sincero, creyendo en el poder de Jesucristo,

    o en mi poder que te habla; (DyC 11:10)

    Y quisiera exhortaros, mis amados hermanos, a que tengáis

    presente que toda buena dádiva viene de Cristo.

    Y quisiera exhortaros, mis amados hermanos, a que recordéis

    que él es el mismo ayer, hoy y para siempre, y que todos estos

    dones de que he hablado, que so espirituales, jamás serán

    suprimidos, mientras permanezca el mundo, sino por la

    incredulidad de los hijos de los hombres. (Moroni 10:18-19)

    Durante toda la vida, debe recordarse constantemente a sí mismo que

    los dones del espíritu son dados "a los hombres... para beneficiarlos."

    (Moroni 10:8)

    Los dones del espíritu están a su alcance para ayudarle en todos los

    aspectos de la vida, si los busca. Por ejemplo, habrá muchas ocasiones en

    las que se le requiere trabajar muchas horas en su empleo o en sus

    llamamientos de la Iglesia. Usted tiene derecho al don del espíritu que

    puede resultar en una renovación literal de su cuerpo. El Señor ha

    prometido que si ejerce fe y se lo pide, no "... sentirá fatigada su mente, o

    entenebrecida, ni su cuerpo, miembros o coyunturas." (DyC 84:80).

    Aunque el don del Espíritu Santo se le comunica a una persona

    cuando se la confirma, ésta todavía tiene la responsabilidad de orar y

    buscar este don; no llega automáticamente. (3 Nefi 19:9-14) En el curso

    de nuestra vida, debemos buscar los dones específicos asociados con los

    dones del Espíritu Santo (por ej. : el poder de recordar bien, el ser un

    testigo seguro de la divinidad de Cristo, etc).

    Los miembros de la Iglesia que tiene llamamientos como maestros

    deben buscar primero con anhelo los dones del espíritu que les ayuden a

    ser más efectivos. (Moroni 10:7-10)

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  • 29

    Y se os dará el Espíritu por la oración de fe; y si no recibís el

    Espíritu, no enseñaréis. (DyC 42:14)

    Sobre todo, los misioneros deben buscar el don del Espíritu que les

    dará el poder de convencer a las personas de que el evangelio de

    Jesucristo ha sido restaurado en la tierra.

    EL DON DE DISCERNIR.

    Un don que cada miembro de la Iglesia de Jesucristo debe buscar es

    el poder de discernir. Como miembro de la Iglesia, a usted se le han dado

    los dones básicos del discernimiento - la Luz de Cristo y el Don del

    Espíritu Santo. (Moroni 7:12-18; DyC 63:41)

    Usted está dotado con la habilidad de discernir entre el bien y el mal,

    para saber si una persona es digna (DyC 101:95; Malaquías 3:18; 3 Nefi

    24:18), ya para saber cuándo se está manifestando el Espíritu de Dios

    (DyC 46:23; 1 Corintios 12:10). Si lo desea y lo busca, si lucha por

    cultivar el espíritu de discernimiento, usted será dotado de poderes aún

    mayores para discernir. Si tiene éxito en cultivar este discernimiento más

    sutil, "los pensamientos y las intenciones del corazón" de la gente le serán

    revelados (DyC 33:1; Hebreos 4:12).

    ¿No sabéis que necesitáis el Espíritu del Todopoderoso para

    mirar dentro de un hombre y discernir lo que tiene en el

    corazón, mientras os sonríe y las palabras le fluyen tan

    suavemente como el aceite?[12]

    Las revelaciones del Señor Jesucristo, el espíritu de verdad, lo

    detectará todo... Conducirán al Señor, la fuente de luz donde la

    puerta será abierta y la mente iluminada para que veamos,

    sepamos y entendamos las cosas tales como son. [13]

    Me regocijo con el privilegio de reunirme con los Santos,

    escucharles hablar y disfrutar del espíritu que emana de ellos y

    les rodea. Tal atmósfera me hace comprender la verdadera

    posición de quienes se están esforzando por servir al Señor. No

    hace falta que lo oiga hablar para poder saber sus sentimientos.

    ¿Y no es vuestra experiencia también, que cuando os encontráis

    con personas en las calles, en vuestros hogares, en vuestra

    oficina, o en los talleres, hay un cierto halo que los acompaña y

    comunica más de lo que las palabras pueden?... Este

    conocimiento se obtiene por ese espíritu invisible que acompaña

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    http://www.cumorah.org/www/index.php?option=com_staticxt&staticfile=libros/es/invocando.html#_ftn12#_ftn12

  • 30

    a los seres inteligentes y que deja traslucir el ambiente en el que

    les gusta vivir.[14]

    El poder del discernimiento se hace evidente muchas veces en las

    escrituras. (Véase Mosíah 13:6,7,11; Alma 7:17,19,20; 18:16,18; 11:23-

    25; 12:3; Hechos 5:1-10; 8:23; 3 Nefi 17:2,8; 28:6)

    En su relación con otras personas, su habilidad de saber lo que debe

    hacer y decir aumentará, si puede discernir sus pensamientos y

    sentimientos. También tenemos el derecho de determinar cuándo las

    personas son malvadas o malintencionadas. El don de discernir está a su

    disposición para ayudarle en todas sus responsabilidades. Sin embargo, es

    su responsabilidad buscar mediante la oración mayor comprensión y

    entendimiento del don de discernir. Debe pedir este don, decirle al Señor

    para qué lo quiere, y explicarle lo que va a hacer con el don cuando lo

    obtenga. Después de que reciba y cultive el don del discernimiento, sus

    capacidades espirituales se expandirán y usted podrá funcionar con

    inspiración en todas las facetas de su vida.

    EL MAYOR DE TODOS.

    La naturaleza de los dones del espíritu parece ser virtualmente

    ilimitada. La fe es un don del espíritu. La naturaleza de los dones del

    espíritu parece tener su origen en necesidades específicas, y no serviría

    propósito alguno intentar hacer una lista de los mismos. Sin embargo, el

    don del espíritu "... que es mayor que todo," es la caridad. (Moroni 7:46)

    Se nos ha amonestado a que busquemos este don con toda la energía de

    nuestro corazón. (Moroni 7:48) Moroni nos amonestó a que nos

    apegáramos a la caridad. (Moroni 7:46) También nos enseñó que en el

    análisis final, si un hombre no tiene caridad no es nada. (Moroni 7:46) La

    persona que cultiva el don de la caridad tiene ciertas características: es

    sufrida; es benigna; no tiene envidia; no se envanece; sirve los intereses

    de otros; no se irrita fácilmente; no piensa en lo malo; se regocija en la

    verdad; sobrelleva las enfermedades y aflicciones, etc de esta vida mortal;

    cree todas las verdades asociadas con el evangelio de Jesucristo; tiene

    esperanza en las promesas de las santas escrituras; soporta todo sin vacilar

    en sus compromisos con el Señor Jesucristo.

    ¿Cuántos de vosotros... buscáis estos dones con los que Dios ha

    prometido dotarnos? ¿Cuántos de vosotros, cuando os

    arrodilláis ante vuestro Padre Celestial en oración familiar o en

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  • 31

    privado, pedís que se os den estos dones? ¿Cuántos de vosotros

    pedís al Padre, en el nombre de Jesucristo, que se os manifieste

    a través de estos poderes y dones? ¿O vais día tras día de aquí

    para allá adonde os lleva el viento, sin sentimiento alguno en

    cuanto al asunto, sin ejercitar nada de fe; contentos de haber

    sido bautizados y de ser miembros de la Iglesia, descansando y

    pensando que vuestra salvación está ya por ello asegurada?

    Dios es el mismo, tanto hoy como ayer... (Él) está dispuesto a

    otorgar estos dones a sus hijos. Yo sé que Dios está dispuesto a

    sanar a los enfermos, a otorgaros el don de discernir espíritus,

    del don de la sabiduría, del conocimiento y de profecía, y otros

    dones que podréis necesitar.

    Si cualquiera de nosotros es imperfecto, es nuestro deber orar

    por el don que nos hará perfecto. ¿Tengo yo mismo

    imperfecciones? Estoy lleno de ellas. ¿Cuál es mi deber? Orar a

    Dios para que me dé los dones que corrijan estas

    imperfecciones. Si estoy siempre enojado, es mi deber pedir por

    el don de la caridad, la cual es sufrida y benigna. ¿Soy una

    persona envidiosa? Es mi deber pedir por el don de la caridad,

    que no tiene envidia por nada. Y así con todos los dones del

    Evangelio. Están para este propósito. Nadie debe decir, "Oh, yo

    no tengo la culpa; soy así." Tal persona no se justifica por la

    razón de que Dios ha prometido darnos la fortaleza para

    corregir estas cosas, y darnos los dones que las harán

    desaparecer.[15]

    Los dones del espíritu serán suyos: 1) si adquiere comprensión y

    entendimiento de los dones del espíritu, 2) si los desea, 3) si pide al Señor

    que se los dé, y 4) si cumple con las leyes que gobiernan los poderes del

    cielo.

    El hombre que no tiene ningún don, no tiene fe; y se está

    engañando a sí mismo si cree que la tiene.[16]

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    http://www.cumorah.org/www/index.php?option=com_staticxt&staticfile=libros/es/invocando.html#_ftn16#_ftn16

  • 32

    La primera vez que lea este libro, conteste esta pregunta en un

    papel:

    ¿Cuál debe ser su actitud concerniente a los dones y las

    bendiciones específicas que ha recibido o experimentado?

    De ser posible, discuta su respuesta con otro lector de este

    libro.

    Cada vez que lea este libro hágase estas preguntas:

    ¿Cuáles son algunos de los dones y bendiciones específicos

    que he recibido o experimentado recientemente?

    ¿Busco constantemente los dones del espíritu?

    ¿He buscado y recibido el don del discernimiento?

    II. PRESENTACIÓN DE NUESTRO CASO AL SEÑOR.

    Después de que usted haya decidido cómo quiere que el Señor le

    ayude, su próximo paso es presentarle su caso. Ore al Señor. Explíquele la

    razón de este deseo, pero aún más importante, explíquele en gran detalle

    porqué quiere que tal deseo se cumpla. A través de la historia vemos que

    el Señor responde a las peticiones del hombre mortal si éste recurre a Él

    con fe y si le presentan una razón bien fundamentada para la bendición

    que buscan. En un sentido literal, usted necesita aprender a razonar con el

    Señor. Un buen ejemplo se encuentra en el capítulo 11 de Helamán:

    Y sucedió que cuando Nefi vio que el pueblo se había

    arrepentido, y se había humillado y vestido de cilicio, otra vez

    al Señor, diciendo:

    ¡Oh Señor, he aquí, este pueblo se arrepiente; y a exterminado

    de entre ellos la banda de Gadiantón, de modo que a

    desaparecido; y han escondido sus planes secretos en la tierra!

    ¡Y ahora, oh Señor, apártese de ellos tu ira a causa de su

    humildad, y apacígüese tu enojo con la destrucción de esos

    hombres inicuos que ya has talado!

    ¡Oh Señor, desvía tu ira, sí, ardiente ira, y haz que cese esta

    hambre en esta tierra!

    ¡Oh Señor, escúchame y concede que sea hecho según mis

    palabras, y envía lluvia sobre la faz de la tierra para que

    produzca su fruto, y su grano en la época del grano!

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  • 33

    ¡Oh Señor, tú escuchaste mis palabras cuando dije: Haya

    hambre, para que cese la destrucción por la espada! Y sé que

    también en esta oración escucharás mis palabras, porque dijiste

    que. Si este pueblo se arrepiente lo perdonaré.

    Sí, ¡oh Señor!, tu ves que se han arrepentido a causa del

    hambre y la peste y la destrucción que les ha sobrevenido.

    Y ahora, oh Señor, ¿No apartarás tu ira y probarás otra vez si

    quieren servirte? ¡Y si así fuere, oh Señor, puedes bendecirlos

    de acuerdo con tus palabras que has hablado!

    (Helamán 11:9-16)

    Al estudiar la vida del profeta José Smith, uno se da cuenta que él

    nunca recibió ninguna doctrina nueva, etc, sino hasta que se esforzó y fue

    al Señor en oración para pedirle mayor aclaración sobre algunos puntos.

    (Lea el prefacio de las secciones 76 y 132 de Doctrina y Convenios) Haga

    todo lo posible por ejercer fe en la promesa del profeta Alma:

    Consulta al Señor en todos tus hechos, y él te guiará para bien.

    (Alma 37:37)

    Cuando busque los poderes del cielo para que le ayuden a lograr un

    deseo justo, debe abogar su caso ante el Señor diariamente hasta que el

    mismo se cumpla.

    En su relación con su Padre Celestial, uno tiene que pedir a fin de

    recibir. Generalmente, los miembros de la Iglesia hacen peticiones vagas

    (por ej. : por favor bendíceme, por favor ayúdame). Uno debe decidirse a

    solicitar bendiciones más específicas, expresando más claramente los

    deseos que tiene. Al orar con regularidad y hacer oraciones más

    específicas, se aumenta la probabilidad de que las oraciones lleguen a ser

    fervientes y sostenidas por la fe. Desafortunadamente, la mayoría de las

    personas no le solicitan nada al Señor a menos que estén pasando por una

    crisis. Usted descubrirá que su relación con el Señor será mucho mejor si

    busca su ayuda constantemente para el cumplimiento de sus deseos justos

    en vez de sólo pedirle auxilio cuando se enfrente a una crisis.

    Obviamente, si busca y experimenta la ayuda del señor diariamente,

    cuando se enfrente a una crisis, su habilidad de invocar los poderes del

    cielo será mayor. Cuando no se halla ante una situación difícil, es la

    tendencia del hombre olvidar su dependencia del Señor.

    Y a causa de su gran perversidad y su jactancia de su propio

    poder, fueron abandonados a su propia fuerza; de modo que no

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  • 34

    prosperaron, sino que los lamanitas los afligieron, e hirieron, y

    echaron delante de ellos hasta que los nefitas habían perdido la

    posesión de casi todas sus tierras. (Helamán 4:13)

    Y así podemos ver cuán falso e inconstante es el corazón de los

    hijos de los hombres; sí, podemos ver que el Señor en su grande

    e infinita bondad bendice y hace prosperar a aquellos que en él

    ponen su confianza. (Helamán 12:1)

    Fueron lentos en escuchar la voz del Señor su Dios; por

    consiguiente, el Señor su Dios es lento en escuchar sus

    oraciones y en contestarlas en el día de su angustia. En los días

    de paz estimaron ligeramente mi consejo, mas en el día de su

    angustia por necesidad se allegan a mí. (DyC 101:7-8)

    Los elegidos de Dios son los que no pierden su dependencia de Dios

    aún cuando no se encuentren en momentos de adversidad. Usted debe

    esforzarse por hacer sus oraciones diarias de manera ferviente, aunque no

    tenga problemas urgentes. Sus oraciones serán oraciones poderosas y

    persuasivas, porque una oración potente es una oración que se escucha y

    se contesta. Si sus oraciones no están siendo contestadas, quizá esto se

    deba a que no ora con el poder de la fe y a que no presenta su caso ante el

    Señor con suficiente fervor.

    Una cuestión crítica cuando uno se está esforzando por pedirle ayuda

    al Señor es la habilidad de reconocer las propias debilidades. Cuando

    usted logre acercarse más al Señor, percibirá sus debilidades muy

    claramente. "Si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad." (Eter

    12:27) Si usted tiene la fe absoluta de que el deseo del señor es bendecirle

    y asistirle, usted tendrá la motivación suficiente para esforzarse a superar

    sus debilidades. Si el Señor ve que una persona se está dedicando más a

    guardar los mandamientos, está dispuesta a ser más generosa con su

    contribución al Reino de Dios, etc, Él está listo para responderle.

    Nuestra relación con Dios es gobernada por leyes. Dios no es nunca

    caprichoso (inconsecuente, no lógico) en su disposición para bendecirnos

    (vea Mormón 9:9). Siempre va a bendecirnos de acuerdo con nuestra fe y

    rectitud (vea DyC 130:20-21, 132:5).

    Si el trato de Dios con los hombres no fuese totalmente consistente,

    Dios dejaría de ser Dios (vea Mormón 9:19).

    En su esfuerzo por solicitar la ayuda del Señor a fin de lograr deseos

    justos, uno no puede depender sólo de oraciones en silencio.

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  • 35

    Y además, te mando que ores vocalmente así como en tu

    corazón... (DyC 19:28)

    Cuando se encuentre con una situación que le haga dudar de su

    habilidad para lograr su deseo, pídale ayuda al señor para mantener su

    actitud de fe.

    La primera vez que lea este libro, conteste la siguiente pregunta

    en un papel:

    ¿Cómo debe presentar su caso ante su Padre Celestial?

    De ser posible, discuta su respuesta con otro lector de este libro.

    III. ESFUERZO MENTAL.

    El proceso mismo del pensamiento es la clave para ejercer fe. En

    otras palabras, lo que piense acerca de hoy, de mañana, o del próximo

    mes, moldeará su actitud y determinará lo que logre durante su vida. Los

    pensamientos influyen en la vida más que cualquier otra cosa.

    ¿Cómo podría ser posible que una persona llegue a ser lo que

    no esté pensando? Ni hay pensamiento alguno, si se persiste en

    él, que por más pequeño que sea no surta su efecto. La

    "divinidad que da forma a nuestros propósitos" ciertamente se

    halla en nosotros.[17]

    A fin de ejercer fe, una vez que haya escogido un deseo justo

    mediante la oración (por ej.: aumentar su poder adquisitivo, activar a un

    niño en su clase de la Primaria, etc), uno debe llegar a preocuparse por su

    deseo. La fe se puede medir mayormente por la cantidad de tiempo que se

    pasa pensando en un deseo justo. Si su mente no está preocupada con lo

    que está tratando de lograr, no es un deseo.

    No confunda el tipo de preocupación ansiosa con la preocupación

    involucrada en ejercer fe. Cuando su mente está más dispuesta a pensar en

    las consecuencias negativas de los hechos sobre los cuales usted asume

    tener poco control, eso es mera preocupación. Por el contrario, si su

    mente medita acerca de las consecuencias posibles de varios cursos de

    acción que usted va a controlar en gran medida, usted está ejerciendo fe.

    La mente es como un campo: uno cosecha lo que planta en él, si lo

    riega y lo cultiva. Usted debe aprender a seguir la siguiente amonestación

    del Señor:

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  • 36

    Elevad hacia mí todo pensamiento; no dudéis; no temáis. (DyC

    6:36)

    Las investigaciones científicas han demostrado que la mayoría de las

    personas usan su mente en pensamientos constructivos solamente un diez

    por ciento del tiempo, como promedio. Por consiguiente, la cantidad de fe

    que ejercen estas personas es extremadamente limitada.

    Se nos ha mandado que no dudemos:

    No dudéis, mas sed creyentes... (Mormón 9:27)

    ... donde hay duda e incertidumbre no hay fe, ni puede haberla.

    Porque duda y fe no se dan en la misma persona al mismo

    tiempo; de manera que las personas cuya mente se encuentra

    llena de dudas y temores no pueden confiar sin vacilar; y donde

    no existe confianza firme, la fe es débil.[18]

    Pensar negativamente no requiere esfuerzo alguno; sin embargo,

    mantener un estado mental creyente requiere esfuerzo continuo por un

    buen período de tiempo.

    En el proceso de fe, los pensamientos producen un efecto tan literal

    como el del ejercicio físico. Sus pensamientos, más que cualquier otra

    cosa, serán el factor determinante de lo que logre en esta vida.

    CONTROLE SU MENTE.

    Ejercer fe en los poderes del cielo es un proceso bastante sencillo,

    pero requiere un esfuerzo mental continuo.

    Cuando un hombre obra por la fe, obra con esfuerzo mental en

    vez de esfuerzo físico.[19]

    El esfuerzo mental involucra los pasos siguientes: 1) entrenarse para

    estar consciente de los pensamientos, 2) aprender a escudriñar los propios

    pensamientos para determinar si aumentan o disminuyen la fe, y 3) si un

    pensamiento reduce su fe, reemplazarlo con un pensamiento que se base

    en la fe. Por ejemplo, puede reflexionar en la bondad del Señor, en su

    deseo de bendecir a sus hijos, o en las numerosas promesas de las

    escrituras que dicen que si pedimos con fe, Él nos bendecirá. Si aprende a

    ejercer el esfuerzo mental suficiente, podrá cultivar la fe necesaria para

    merecer el poder y la fuerza que vienen por la fe en pro de la justicia.

    A fin de esforzarse mentalmente, uno debe tener poder y dominio

    sobre su propia mente. Uno no debe distraerse fácilmente ni enfocar su

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  • 37

    mente en nada que no esté de acuerdo con el propósito o el objetivo de la

    bendición deseada. Por ejemplo, cuando le está pidiendo al Señor una

    bendición, ¿se encuentra con que está pensando en sus quehaceres u otras

    preocupaciones cotidianas? La próxima vez que ore o medite, procure

    controlar su mente suficientemente como para no distraerse durante su

    tentativa de comunicarse con el Señor. Considere lo ofensivo que sería

    que una persona a quien le esté hablando continuara leyendo un libro.

    Igualmente, nuestra conducta le es ofensiva al Señor si dejamos nuestra

    mente vagar en otras cosas mientras le estamos hablando. Hasta que

    aprenda a disciplinar su mente y a controlarla completamente, su

    capacidad de ejercer su fe se verá extremadamente limitada. El poder

    completo de la mente se da solamente cuando se la enfoca y dirige hacia

    un fin específico.

    ... si tu ojo (el ojo de la mente) es bueno, todo tu cuerpo estará

    lleno de luz. (Mateo 6:22)

    Si deja que su mente se extravíe en trivialidades y preocupaciones

    mundanas, usted limitará su capacidad de invocar los poderes del cielo y

    su mente dejará de serle una fuente de poder.

    Descubrirá, sin embargo, que al intentar controlar y enfocar su mente,

    el diablo le presentará distracciones. Cuando usted controle su mente y no

    permita que le distraigan, podrá ejercer fe sin límites y utilizar los poderes

    del cielo a través de su fe.

    El mayor misterio que ha aprendido el hombre es saber cómo

    controlar la mente humana, y cómo someter cada una de las

    facultades y poderes de la misma a Jesucristo; este es el

    misterio más grande que tenemos que aprender mientras

    moramos en este tabernáculo de barro.[20]

    Necesita recordar constantemente que la mente es literalmente la

    llave que abre las puertas de los poderes del cielo. Debemos aprender a

    controlar la mente.

    ... (la mente) es el agente del Omnipotente revestida con este

    tabernáculo mortal, y debemos aprender a disciplinarla, a

    enfocarla, y a no permitir que el diablo interfiera con ella y la

    confunda, ni la desvíe del gran objetivo que tenemos a la vista...

    Si pudiéramos controlar nuestra mente, podríamos controlar a

    nuestros hijos, nuestra familia, y el Reino de Dios, y lograr que

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  • 38

    todo ande bien, mucho más fácilmente de lo que podemos

    ahora.[21]

    Uno necesita ser capaz de controlar su mente para que no se distraiga

    en los otros hechos y preocupaciones que le rodean, y concentrarla con

    toda su fuerza en el problema que está tratando de resolver en particular,

    o en la bendición que está buscando.

    Si una persona disciplina su mente para que esté en armonía

    con el espíritu y la enfoca totalmente en sus acciones, y en los

    principios de fe que le otorgarán el poder de Dios, cuán grande

    será su facilidad para obtener conocimiento... [22]

    En nuestra sociedad actual la música ha llegado a ser un "opio" para

    la mente. El escuchar música de buena calidad es loable. Si la música se

    usa como una escapatoria, ésta llega a ser perjudicial. Si una persona se

    pasa las horas observando deportes pero no hace ejercicios físicos, su

    cuerpo va a sufrir. Lo mismo ocurre con la mente. Si permitimos que

    nuestra mente se ocupe en cosas que no requieren ningún esfuerzo, como

    escuchar música popular, tanto la mente como el espíritu sufrirán.

    EL OJO DE LA FE.

    Una de la mejores maneras de esforzarse mentalmente es crear una

    imagen mental de lo que se está buscando y traerla a la mente repetidas

    veces. En un sentido literal, nuestros fines deseados necesitan ser creados

    espiritualmente en el cerebro antes de que se puedan visualizar. Mediante

    el proceso de la fe, usted puede visualizar lo que puede lograr con la

    ayuda del Señor en una forma de visión. Ver con el ojo de la mente es ver

    con el "ojo de la fe." (Alma 5:15; Eter 12:19)

    Uno puede adiestrarse mentalmente haciéndose preguntas y pensando

    en las varias respuestas, explotando las varias soluciones de un problema

    y pensando con cuidado en las consecuencias de cada alternativa.

    También el repaso mental es un buen ejercicio. La mente es capaz de

    ensayar cualquier cosa que intente lograr, tal como tomar un examen,

    correr una carrera, dar un discurso, o escribir una composición. Todo este

    proceso puede facilitarse si aprende a dedicar ciertos períodos diarios a la

    meditación.

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  • 39

    PONDÉRELO EN SU CORAZÓN.

    El diccionario dice que "ponderar" quiere decir "medir en la mente,

    reflexionar, repasar mentalmente, meditar." Moroni utilizó el término así

    al terminar sus anales.

    He aquí, quisiera exhortaros que cuando leáis estas cosas... que

    lo meditéis (ponderéis) en vuestros corazones. (Moroni 10:3,

    letra cursiva del autor)

    "Ponderar, según mi manera de ver," dice el Presidente Romney, "es

    una forma de oración.”[23] Estos períodos de meditación deben ser

    dedicados exclusivamente a la oración (durante la cual uno razona con el

    Señor) o al esfuerzo mental concentrado en sus deseos justos.

    Obviamente, cuando uno está orando, uno está en posición de enfocar

    su mente exclusivamente en sus asuntos y en su relación con el Señor. Sin

    embargo, para poder ejercer una fe aún mayor, uno necesita aprender a

    enfocar la mente en deseos justos en esas numerosas ocasiones cuando a

    uno no se le requiere tratar mentalmente nada en particular. Esto puede

    darse mientras se alista para salir por la mañana, mientras come o

    conduce, o cuando se acuesta. La mayoría de las personas han formado

    malos hábitos mentales. No hacen ningún esfuerzo por controlar o dirigir

    sus pensamientos durante estos momentos del día.

    Las personas que no hacen ningún esfuerzo por controlar sus

    pensamientos tienden a insistir en pensamientos insignificantes (por ej.:

    resentimiento, ofensas, celos, ansiedades, contiendas, desprecios, lástima)

    o dejan que su mente vague sin rumbo.

    Las personas que han aprendido a disciplinar su mente al punto de

    poder concentrarse en un problema por largos períodos de tiempo son las

    que arriban a ideas y descubrimientos significativos. Esto es evidente en

    la vida de los profetas, de los líderes de la Iglesia, y de los grandes

    inventores, tales como Sir Isaac Newton y Albert Einstein. Newton, por

    ejemplo, concentró toda su energía mental por muchos años en el tema de

    los problemas matemáticos y mecánicos, hasta que finalmente legó al

    descubrimiento de una nueva forma de geometría. Uniendo todas sus

    energías intelectuales, y refiriéndose a un tema o problema determinado,

    logró controlar su mente y pudo descubrir mucho más. Es igual con

    cualquier otra persona. El Elder Boyd K. Packer dijo lo siguiente:

    bibliotecasud.blogspot.com

    http://www.cumorah.org/www/index.php?option=com_staticxt&staticfile=libros/es/invocando.html#_ftn23#_ftn23

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    Tengo un amigo que compró un negocio. Poco tiempo después

    sufrió catastróficos reveses que le hicieron llegar a la

    conclusión de que no había salida viable para él. Finalmente la

    situación llegó al punto en que no podía siquiera dormir, así

    que por un tiempo se ajustó a la práctica de levantarse a eso de

    las tres de la mañana para ir a su oficina. Allí, con lápiz y papel

    en mano, meditaba y oraba y después escribía cada idea que le

    venía a la mente como solución o contribución a la solución de

    su problema.

    No transcurrió mucho tiempo sin que contara con varias

    opciones, y poco después escogió la que más le convenía. Pero

    la solución a su problema no fue lo único positivo que extrajo

    de la experiencia. Al repasar sus notas, se dio cuenta de que

    poseía innumerables recursos que jamás había notado antes. El

    resultado fue que ganó más independencia y éxito de los que

    jamás hubiera ganado de no haber sido por las complicaciones

    que tuvo que padecer.

    Esta experiencia tiene una lección: uno o dos años más tarde,

    fue llamado para presidir una misión. Su negocio era tan

    solvente y estaba tan bien establecido que cuando regresó de su

    misión no volvió a él. Ahora cuenta con otra persona que se lo

    administra lo cual le permite dar casi todo su tiempo al servicio

    de su prójimo. [24]

    SIRVA A DIOS CON TODA SU MENTE.

    Al esforzarse por lograr sus metas (deseos), recuérdese

    constantemente que si usted ejerce la fe necesaria, el Señor le ayudará a

    lograrlas. Aprender a pensar positivamente durante un largo período de

    tiempo puede ser difícil porque se deben desarrollar hábitos nuevos, y los

    hábitos nuevos no se forman fácilmente. Si pierde tiempo pensando en

    obstáculos imaginarios, el deseo de lograr sus metas no será lo

    suficientemente fuerte como para motivarle a ser persistente.

    Cuando uno enfoca sus pensamientos en lograr sus deseos justos, está

    sirviendo al Señor con todo el corazón, fuerza y mente. (Véase DyC 4:2)

    A menudo, en nuestro intento de servir al Señor con toda nuestra fuerza

    (tiempo y energía), no llegamos a servirlo con todo nuestr