introducciÓn ruiz pérez, rafael. operativa · información irrelevante, todo, con el concurso...

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Ruiz Pérez, Rafael. El análisis documental: bases terminológicas, conceptualización y estructura operativa. -- Granada : Universidad de Granada, 1992. ---------------------------------------------------------------------------------------------------------------- INTRODUCCIÓN Consciente de la problemática que conlleva la formulación teórica de una disciplina, quisiéramos aclarar de entrada, que las páginas que siguen no pretenden alcanzar una definición definitiva de Análisis Documental y por consiguiente dejar cerrados los aspectos que le caracterizan. Más bien, nuestra intención se cen-trará en exponer los rasgos fundamentales que nos permitan una aproximación conceptual al mismo. Y ello por varias razones: En primer lugar, como afirma Desantes[1], porque toda defini-ción comporta un alto grado de delimitación, cerrando o acotando el campo al que se refiere. Por su parte, el concepto es ante todo creativo, fertilizando y abriendo al mismo tiempo el campo que la definición ha vallado. El concepto es siempre un agente dinamiza-dor, que profundiza, rectifica y progresivamente va afianzando el objeto de una ciencia. En segundo lugar, porque una reflexión sobre la teoría del Análisis Documental no pueden hacerse en abstracto. Ha de encuadrarse necesariamente en el marco de lo que denominamos Ciencias de la Documentación; y el concepto de ésta, en opinión generalizada de todos los tratadistas, continúa siendo un problema pendiente.[2] La documentación es una ciencia relativamente reciente, poco más de un cuarto de siglo, y como toda disciplina joven, debe acometer su construcción teórica, establecer su vocabulario, definir su campo de aplicación y precisar sus fronteras. Lógicamente, este estado de cosas hay que trasladarlo a todos los sectores implicados, y en nuestro caso, el Análisis Documental, es parte esencial de sus dominios. Establecer con claridad estos puntos de partida es, a nuestro juicio, fundamental, dado que a ellos responde básicamente la vía metodológica empleada en la formulación teórica del Análisis Documental y en la delimitación de su campo de cobertura. Pero antes de trazar las referidas líneas metodológicas y esta-blecer a continuación el desarrollo conceptual que nos ocupa, es preciso señalar que, en términos absolutos, no partimos de cero, aunque sí con abundantes lagunas y serias dificultades de sistematización. Si bien es cierto que se echa en falta la ausencia de un trabajo teórico de conjunto sobre el Análisis Documental, también es cierto que en los manuales de documentación y en no pocas monografías y artículos especializados, su concepto y por consiguiente sus objetivos y contenidos básicos, ocupan siempre un lugar destacado. Sobre ellos, necesariamente, tendremos que establecer las distintas corrientes de opinión, tendremos que relacionar nuestro concepto de Análisis y tendremos también que definir las opera-ciones documentales que le son características. Entiéndase pues, que lo que se diga en las siguientes páginas, no es el primero o uno de los primeros conceptos escritos sobre el asunto, pero sí una de las primeras reflexiones teóricas sobre el mismo y por INTRODUCCIÓN file:///C|/Licad/modulos/procesamiento/Bibliografia/Eje1/P005.htm (1 of 74) [05/03/2002 09:38:30 a.m.]

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Ruiz Pérez, Rafael. El análisis documental: bases terminológicas, conceptualización y estructuraoperativa. -- Granada : Universidad de Granada, 1992.

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INTRODUCCIÓN

 

Consciente de la problemática que conlleva la formulación teórica de una disciplina, quisiéramos aclararde entrada, que las páginas que siguen no pretenden alcanzar una definición definitiva de AnálisisDocumental y por consiguiente dejar cerrados los aspectos que le caracterizan. Más bien, nuestraintención se cen­trará en exponer los rasgos fundamentales que nos permitan una aproximaciónconceptual al mismo. Y ello por varias razones:

En primer lugar, como afirma Desantes[1], porque toda defini­ción comporta un alto grado dedelimitación, cerrando o acotando el campo al que se refiere. Por su parte, el concepto es ante todocreativo, fertilizando y abriendo al mismo tiempo el campo que la definición ha vallado. El concepto essiempre un agente dinamiza­dor, que profundiza, rectifica y progresivamente va afianzando el objeto deuna ciencia.

En segundo lugar, porque una reflexión sobre la teoría del Análisis Documental no pueden hacerse enabstracto. Ha de encuadrarse necesariamente en el marco de lo que denominamos Ciencias de laDocumentación; y el concepto de ésta, en opinión generalizada de todos los tratadistas, continúa siendoun problema pendiente.[2]  La documentación es una ciencia relativamente reciente, poco más de uncuarto de siglo, y como toda disciplina joven, debe acometer su construcción teórica, establecer suvocabulario, definir su campo de aplicación y precisar sus fronteras. Lógicamente, este estado de cosashay que trasladarlo a todos los sectores implicados, y en nuestro caso, el Análisis Documental, es parteesencial de sus dominios.

Establecer con claridad estos puntos de partida es, a nuestro juicio, fundamental, dado que a ellosresponde básicamente la vía metodológica empleada en la formulación teórica del Análisis Documental yen la delimitación de su campo de cobertura.

Pero antes de trazar las referidas líneas metodológicas y esta­blecer a continuación el desarrolloconceptual que nos ocupa, es preciso señalar que, en términos absolutos, no partimos de cero, aunque sícon abundantes lagunas y serias dificultades de sistematización.

Si bien es cierto que se echa en falta la ausencia de un trabajo teórico de conjunto sobre el AnálisisDocumental, también es cierto que en los manuales de documentación y en no pocas monografías yartículos especializados, su concepto y por consiguiente sus objetivos y contenidos básicos, ocupansiempre un lugar destacado. Sobre ellos, necesariamente, tendremos que establecer las distintascorrientes de opinión, tendremos que relacionar nuestro concepto de Análisis y tendremos también quedefinir las opera­ciones documentales que le son características.

Entiéndase pues, que lo que se diga en las siguientes páginas, no es el primero o uno de los primerosconceptos escritos sobre el asunto, pero sí una de las primeras reflexiones teóricas sobre el mismo y por

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consiguiente, una aportación más a una disciplina sobre la que se han vertido cuantiosas opiniones enmuchos casos poco coincidentes, creando un panorama complejo y difícil de sin­tetizar. A todo ello, hayque añadir una responsabilidad subya­cente: la importancia que el tratamiento documental adquiere en elproceso de la documentación, pues prácticamente condiciona todas sus operaciones. [3]

En definitiva, cuales son, a nuestro entender, las líneas a seguir para llegar a la formulación del conceptode Análisis Documental:

1. Tomaremos como punto de partida el concepto de docu­mentación. En el mismo, una vez realizado suestudio histórico-evolutivo, nos interesa situarnos en el momento en que el fenómeno de la informaciónotorga a la documentación un obje­tivo preciso, y sobre el que, por otra parte, giran todos los intentosrecientes de conceptualizacion.

Esta dimensión informativa, hace que la documentación sea entendida básicamente como un procesoinformativo, reuniendo los elementos que a éste le son característicos: emisor, mensaje y receptor; peroademás, un proceso que toma como fin último el elemento recuperador a partir de informaciónpreviamente selec­cionada, analizada y almacenada. Surge así la naturaleza más específica de ladocumentación: el Proceso Documental.

2. El siguiente paso se centrará en situar el lugar que ocupa el Análisis Documental dentro de dichoproceso. Admitida la circu­lación de la información entre dos polos, productor y usuario, parece hoyevidente que dentro del circuito una operación se per­fila como esencial: el Análisis de los Documentos,necesario para hacer posible el funcionamiento de todo sistema de localización y recuperación deinformación.

Situación y emplazamiento que, como veremos, no está exento de discusión y opiniones divergentes,pues toda delimita­ción comporta el establecimiento de unas fronteras que siempre son difíciles deprecisar, y en nuestro caso mucho más por cuanto que el proceso documental se articula en fasesestrechamente relacionadas.

3. Establecido el papel que corresponde jugar al Análisis Documental dentro del proceso documentalentendido como pro­ceso informativo, estamos en condiciones de sentar las bases de su concepto. Paraello, partiremos del estudio terminológico y con­ceptual de las voces que lo conforman: «Análisis» y«Documento». Posteriormente, una vez situado el concepto de documento en el plano que aquí noscorresponde, esto es, el proceso informativo, pondremos en relación las distintas definiciones que sobreel Aná­lisis Documental se han formulado tomando como base sus funda­mentos terminológicos. Todoello sin olvidar aspectos paralelos de necesaria consideración, entre los que destaca el carácternor­mativo que lo regula.

4. Por último, creemos necesario y fundamental el estudio de la estructura interna del AnálisisDocumental, de las actividades que le son características y de las funciones que le corresponde asumir enel contexto de las Ciencias de la Documentación.

 

1. LOS PUNTOS DE PARTIDA: EL CONCEPTO DE DOCUMENTACIÓN Y LA SITUACIÓN DELANÁLISIS EN EL PROCESO DOCUMENTAL

 

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1.1.  El concepto de Documentación

 

Resultaría ocioso pretender asumir aquí toda la producción bibliográfica que ha generado y continúagenerando la formula­ción de un concepto para esta joven disciplina científica. No nos corresponde anosotros tan ingente labor, reservada a los tratados de documentación, pero que duda cabe, que comopunto de arran­que que es para llegar al concepto de Análisis Documental, si es preciso trazar unasíntesis que nos sitúe en las coordenadas teóri­cas que nos interesan.

Buena parte de esta abundante literatura científica sobre el concepto de documentación sigue unametodología de estudio similar[4]:

 

Establecimiento de los orígenes etimológicos del término documentación y sus relacionados, donde lavoz documento ocupa un lugar destacado.

 

Estudio evolutivo de las formulaciones teóricas y actividades de la documentación.

-    Planteamiento de la documentación como disciplina científica.

-    Y más cercano a nosotros, el impacto que puede tener sobre la formulación conceptual de nuestradisciplina la aplicación de las nuevas tecnologías.

En torno a estas líneas directrices van surgiendo después otras tantas constantes de análisis: las polémicasconceptuales; los conflictos Biblioteconomía-Documentación y Bibliotecario Documentalista; elsurgimiento de las numerosas denominaciones tras la irrupción en el campo de la documentación de laactividad informativa (Information Sciencie, Informatika); y como no, el punto de arranque e inflexiónque suponen las figuras de P. Otlet y H. Lafontaine, con la creación del Instituto Internacional deBibliografía y la publicación por parte del primero del famoso Tratado de Documentación en el año1934.

Pues bien, si se me permite la expresión, situados ya los pará­metros básicos de estudio, veamos ensíntesis cual ha sido la evolución del concepto de documentación.

El punto de partida se suele establecer siempre en la búsqueda de las causas que han motivado elsurgimiento de nuestra disci­plina para justificar sus funciones y actividades. Es evidente que elcrecimiento permanente y exponencial de las publicaciones científicas, no solo de revistas y libros, sinode toda suerte de documentos, empezó a crear hace tiempo un auténtico problema de acceso a lainformación científica. Ante tal magnitud de infor­mación, era necesario la creación de una actividadcientífica inter­media que hiciera llegar al usuario final, investigador, aquella información que le interesa.

Se configura así la documentación como una actividad indivi­dual con características propias, peroparalelamente, desempe­ñando un papel fundamental en el proceso científico, no solo como facilitadorade fuentes de conocimiento, sino como organizadora del trabajo intelectual y del pensamiento creativodel investigador. Estos fueron sin lugar a dudas sus orígenes y aún hoy continúa siendo actividadfundamental de la documentación, pero por fin, en el terreno industrial y comercial, en el seno de las

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organizaciones, y en definitiva, en toda la actividad humana. El «Information Scientist» hace realidad laactualmente denominada «sociedad de la información».

La documentación surge en un contexto científico de conjunto y bajo el prisma de su desarrollointerdisciplinar. Su objeto: la resolución del problema de la información de las fuentes en la investigacióncientífica. Evolucionará después desarrollándose hacia la consecución de un objetivo: alcanzar el ideal deque el usuario final, científico o técnico, reciba toda la información de interés potencial y ningunainformación irrelevante, todo, con el concurso inestimable de las nuevas tecnologías. Para ello esnece­sario crear una nueva categoría de profesionales: el científico especialista en información que actúade intermediario entre productores y usuarios de información. Por último, la documentación irrumpe entodos los campos de la actividad humana.

Sin entrar aquí en definiciones ni en orígenes de raíz terminológica[5], y admitiendo la existencia de unaetapa predocumental[6], los primeros pasos del conocimiento documental tal y como lo entendemos hoyse sitúan generalmente en la concepción Otle­tiana. Efectivamente, fueron los investigadores belgas P.Otlet y H. Lafontaine quienes desde finales del siglo XIX acometieron la formulación de ladocumentación como disciplina científica y quienes además, organizaron e institucionalizaron a nivelinterna­cional la actividad documental. La contribución de los citados autores puede resumirse así:

 

Institucionalizan las actividades bibliográficas como resolu­ción al problema de la información de lasfuentes en la investigación científica.

 

-    Inician la cooperación bibliográfica internacional con sus intentos del Repertorio BibliográficoUniversal en el seno del Instituto Internacional de Bibliografía.

-    En la perspectiva de la información científica, fueron los pri­meros en empezar a utilizar lasclasificaciones, especialmente la de DEWEY, perfeccionándola para utilidad de la Biblioteconomía y laDocumentación.

 

Si bien la concepción Otletiana de la documentación parte de la realidad práctica surgida a partir de laBibliografía Científica como respuesta a las necesidades informativas de la ciencia, el Tratado deDocumentación es ante todo una formulación integra­dora del concepto de documentación, de ahí, comoseñala López Yepes, el verdadero carácter enciclopédico de la obra. En ella se nos da una definición dedocumentación que ha ejercido una profunda influencia en la concepción posterior de la disciplina. Ladocumentación elabora los datos científicos y técnicos con un cuádruple objetivo:

 

-    Registro del pensamiento humano... en documentos.

-    La conservación, la circulación, la utilización, la catalogación, divulgación y análisis de estosdocumentos.

La elaboración de documentos más complejos.

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-    El registro de los documentos de un modo cada vez más res­tringido, directo y exacto... de acuerdocon un plan universal.

 

Pero el movimiento integrador y fundacional de Otlet provoca pronto respuestas muy dispares, chocandofundamentalmente con los bibliotecarios, de manera que el conflicto Biblioteconomía Documentaciónestaba servido. Tan solo un grupo, los «Special Librarians» del mundo anglosajón, se sumaron a sucorriente. El concepto integrador de la documentación acuñado por Otlet se fue resquebrajandopaulatinamente, a la vez que fueron consolidán­dose distintas corrientes conceptuales, paralelas a lapublicación de multitud de trabajos y a la reorientación de Instituciones Nacionales y AsociacionesInternacionales (F.I.A., American Documentation Institute, etc.).

Según recoge el profesor López Yepes[7], cristalizaron un buen número de definiciones que se puedenagrupar en 2 tipos: 1) defi­niciones en relación con la Biblioteconomía y 2) definiciones sin relación conla Biblioteconomía. En el primer tipo se pueden dis­tinguir aquellas en que domina la corrientebibliotecaria; aquellas en que Biblioteconomía y Documentación están consideradas al mismo nivel yaquellas en que prevalece la concepción documen­tal. En el segundo tipo se encuadran aquellas queconsolidarán la documentación en la perspectiva informativa, dando lugar a las escuelas regionales quemayor influencia han tenido en la situa­ción actual: la Escuela Anglosajona, La Europea Occidental y laSoviética.

Cabe citar aquí algunos de los trabajos más sobresalientes que en una u otra corriente no hicieron sino irconsolidando, con mayor o menor fortuna, algunas salidas al concepto de documen­tación[8]. Pocodespués de la 2.a Guerra Mundial, en 1948, aparece el libro de Bradford[9], primera exposición deconjunto de la nueva disciplina tras el paréntesis de la contienda. En él, defiende un concepto dedocumentación estrechamente ligado a la actividad científica. Documentación es «el proceso consistenteen reunir, clasificar por materias todos los registros de nuevas observaciones, poniéndolas al servicio,cuando sea preciso, del investigador o inventor». Sin embargo, considera a la documentación como unaspecto de ese arte mayor que es la biblioteconomía y por consi­guiente solo una prolongación de sustrabajos en un sentido poten­ciador. Dentro de esta misma corriente bibliotecaria hay que encuadrartambién la teoría de Shera.

En la década de los 50 surgen los trabajos del alemán E. Pietsch[10], mucho más en la órbita de laconcepción documental y en la línea de Otlet. Define la disciplina como «la sistemática recopilación,interpretación y preparación para el uso de los docu­mentos», si bien, no escatima la asignación de estastareas a los bibliotecarios, tales como la compilación y la localización de los documentos. Andado eltiempo, sin embargo, Pietsch va evolucionando hacia una concepción informativa en tanto que lainformación «es la forma activa de la labor documental, o sea, la aporta­ción de los conocimientosdeducidos del estudio de documentos».

Por las mismas fechas cabe situar también la formulación teórica francesa de Briet[11], quien consideracomo punto de partida de la documentación a la figura de Otlet y a la actividad de la bibliografíacientífica, siendo ya un marcado defensor de la corriente documentalista al considerar esta disciplinacomo el punto de unión entre el productor y el usuario de la información. En cual­quier caso, Briet dotade un carácter marcadamente instrumental a la documentación como servicio necesario en el contexto delo que se ha llamado explosión de la información documental. Cabría destacar además en esta línea, su

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modelo del proceso documental.

La década de los 60 marca el inicio de la situación actual de nuestra disciplina. Simplificando mucho unpanorama complejo, los factores que motivan un cambio de rumbo pueden agruparse en 3 apartados:

 

-    Por una parte el paso a un primer plano del concepto de «infor­mación» o «información científica»,que provocará reajustes terminológicos, dotará a la documentación de un carácter más dinámico ypermitirá fijar objetivos más precisos. A partir de aquí, la documentación será entendida como unproceso fun­damentalmente informativo.

-    En segundo lugar, aparece el auténtico estudio científico de la información, su valoración ycuantificación (Bibliometría) y la investigación de sistemas para su control. Todo ello en el marco delambicioso programa de la llamada «ciencia de la ciencia».

-    En tercer lugar, el impacto que supone la revolución de los ordenadores y su aplicación a los métodosde tratamiento y difusión de la información, provocando cambios súbitos en los problemas documentalesy en las condiciones de cooperación internacional.

 

Efectivamente, según López Yepes fue el hallazgo del fenómeno de la información lo que posibilitódefinitivamente la consi­deración del proceso documental como un proceso informativo; que seaprovecha de la metodología de las ciencias informativas y establece, sobre la categoría de los depósitosdocumentales, la aplicación del flujo informativo y la dinamización de las fuentes para obtener nuevosconocimientos. Tal es la naturaleza de la documentación en la que todos están de acuerdo, permitiendorelegar a un segundo término la discusión terminológica y las rela­ciones entre las distintas disciplinasdocumentales.

Sin embargo, pese a éste flujo integrador, las corrientes con­ceptuales continúan produciéndose, si bien,enraizadas en el desa­rrollo de los principios establecidos por Otlet. A finales de los

años 70, resulta patente que el cambio ha consistido en la refor­mulación del concepto de la disciplina,principalmente desde la óptica norteamericana de «Information Science», de la alemana «Ciencia de laDocumentación y la Información», y de la Sovié­tica «Informatika». Entre ellas se intercala la aportaciónde uno de los grandes científicos de la información de nuestros días, B. C. Vichery, quien con suconcepto «Information Retrieval» (Recupe­ración de la Información)[12], no hace sino potenciar elhecho de que el proceso documental es, ante todo, un proceso de carácter recuperador, de búsqueda deinformación a partir de un proceso previo de análisis.

La noción de «Information Sciencie», extensamente anali­zada por López Yepes en su citada Teoría dela Documentación, considera la Documentación como la «ciencia que investiga las propiedades, elcomportamiento de la información, los factores que conducirán su flujo y los medios para procesaría conel fin de que sea lo más accesible y lo mejor utilizada posible. Comprende el conjunto de conocimientosrelativos a la producción, recogida, organización, almacenamiento, recuperación, interpretación,transmisión, elaboración y uso de la información.

Entre sus teóricos más notables cabe destacar a Robert J. Tay­lor y a H. Borko. Este último, en su famosotrabajo «Information Science: What is it?» formula la definición clásica de esta comente americana:

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«ciencia interdisciplinaria que investiga las propiedades y el comportamiento de la información, lasfuerzas que gobiernan su flujo y su uso, así como las técnicas, tanto manuales como mecánicas, deprocesamiento de la información para su óptimo almacenamiento, recuperación y difusión». Un hechosignificativo de la pujanza que toma la nueva concepción en América fue el cambio de denominación delAmerican Documen­tation Institute por el de American Society for Information Science.

Paralelamente, en la Unión Soviética se formuló el concepto de «informatika», una corriente que tambiénrecoge los nuevos aires que habían recalado en la documentación con la noción de información. Losresponsables fueron Mikhailov y sus colabora­dores Chernii Y Guiliarevsky, quienes en 1965 publicansu conocido trabajo «Osnovy Nauknoi Informatsii» (Fundamentos de Información Científica). Tratadoque recibió muchas críticas por la imprecisión con que denominaban a la nueva disciplina, siendo la másdecisiva la realizada por Dorfman, que recomendaba: «lo más razonable sería nombrar informatika a estadisciplina, que trata de los principios básicos, métodos y medios de recolección, procesamiento,almacenamiento, búsqueda y diseminación de cualquier tipo de información»[13]

El resultado fue que Mikhailov y sus colaboradores reformu­lan la nueva denominación en 1966 con sutrabajo: «Informatika: nuevo nombre para la teoría de la Información Científica», y en 1968 publican la2.a edición de su tratado con el título: Osnovy Informatiki (Fundamentos de la Informátika), en donde ladocu­mentación queda definida como: «la disciplina que estudia la estructura y las propiedades (y no elcontenido específico) de la información científica, así como las leyes que rigen la actividadcientífico-informativa, su teoría, historia, metodología, y medios óptimos de presentación (registro),recolección, procesamiento analitico-sintético, almacenamiento, búsqueda y diseminación de lainformación científica»[14]

Como sugiere López Yepes, es evidente, que la corriente infor­mátika no se queda en un razonamientoconducente a postular un nuevo nombre para la disciplina, sino que se vincula con toda la teoría de lainformación científica, con el estudio de sus propieda­des y leyes, y con la documentación como cienciade los medios de la actividad científico-informativa. En este sentido cabe desta­car además los siguientespostulados de los autores soviéticos:

 

-    Resolución de los problemas relativos a la organización del trabajo intelectual y por tanto a lametodología del trabajo científico.

-    Así mismo, las cuestiones relacionadas con los diversos docu­mentos científicos y en qué medida suestructura y análisis puede responder a las necesidades de la ciencia contemporánea.

-    Por último, la importancia de crear los medios técnicos nece­sarios para realizar satisfactoriamente laactividad científico-informativa.

 

Según estos planteamientos, no es de extrañar que desde la perspectiva de la información de caráctercientífico, la configura­ción conceptual de la corriente soviética halla sido aceptada notoriamente, tantopor las escuelas del Este Europeo como por las Europeas y Americanas. Parece desprenderse delconcepto de Informátika, que la documentación es el condicionante general de todas las ciencias, puestoque se configura como base y funda­mento de toda investigación en sus dos vertientes: -ciencia de lasfuentes de información y de los documentos, y -ciencia organiza­dora del trabajo intelectual.

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Sin embargo, limitarse a las corrientes conceptuales sería que­darse en la superficie del profundo cambioiniciado en los años 70 y que ha conducido a la situación actual de nuestra disciplina. En las mismasfechas en que se crean las concepciones rusa y ameri­cana, nacía la bibliometría y la semánticadocumental, aspectos fundamentales en el desarrollo científico de la documentación junto a la revolucióntécnica de las nuevas tecnologías.

Aspectos como la valoración de la producción científica, el surgimiento de los Thesaurus, los LenguajesDocumentales de estructura combinatoria, la aplicación del tratamiento automá­tico, las Bases de Datosaccesibles on-line, etc., han abierto el cambio científico y tecnológico a una disciplina cuyasposibilida­des parecen, por el momento, inagotables.

En definitiva, en esta exposición histórica de nuestra disci­plina se advierte que la documentación iniciasus pasos de la mano de la bibliografía, pasa por la documentación propiamente dicha, y de ésta a lainformación. En principio, la documentación es con­siderada como un aspecto más de labiblioteconomía; posterior­mente, Otlet y Lafontaine sentarán las bases de la documentación como unaactividad de la información en beneficio de la ciencia y como la solución al control y acceso a las fuentespor parte de los investigadores. Pero la concepción Otletiana es además integra­dora, y en la misma seadvierte el carácter dinámico que opera sobre la información registrada en los depósitos documentales.

Con Otlet y Lafontaine se inicia definitivamente la andadura de la documentación, pero habría deprovocar también el comienzo de la problemática conceptual y su desintegración en distintas corrientes.Toda una polémica que terminará dotando a la documentación con el carácter de ciencia. Para ello, elprimer paso sería dotarla de una perspectiva estrictamente documental y diferenciada de la ópticabiblioteconómica; en donde el documen­talista actúa como puente entre el autor y el usuario. Sinembargo, aun no se ha valorado con precisión el valor potencial del conte­nido de los documentos.

Sería en el siguiente paso, con el hallazgo del fenómeno de la información, cuando la documentación esconsiderada como un proceso informativo. La documentación deja de ser simplemente un servicio paraconvertirse en una ciencia que posibilita, potencia y dinamiza las fuentes de información para obtenernuevos conocimientos. Es el denominado proceso documental, que no es sino información sobreinformación, o lo que es lo mismo, información sobre fuentes de información. Aquí, el documento,portador de información, deja de ser un elemento estático, que tras su análisis y tratamiento, ofrece ydifunde su contenido informativo. Esto es posible en el proceso dinamizador de la informacióndocumental por naturaleza: el proceso documental[15]. Podríamos concluir por tanto señalando que laDocumentación es la ciencia general que tiene por objeto el estudio del proceso informativo-documentalen un plano universal y en un plano especifico aplicado a una disciplina concreta.

 

1.2. Situación del Análisis Documental en el Proceso Documental

 

¿Qué papel juega el Análisis Documental en el proceso que acabamos de definir? Parece evidente pues,que el proceso docu­mental es fundamentalmente un medio que hace posible la transfe­rencia de lainformación. En palabras de Courrier, un proceso de circulación de la información que tiende aestablecer un vínculo de comunicación entre los documentos y los usuarios[16]. Estamos en definitivaante una corriente informativa que se organiza mediante un proceso, también informativo, dado que

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reúne los elementos propios de él: emisor, mensaje y receptor, si bien con un objetivo final especifico: larecuperación y utilización.

Y es precisamente este último aspecto, la recuperación, el que dota al proceso documental de sus notascaracterísticas y diferen­ciadoras respecto de cualquier otro proceso informativo. En él, el mensaje vieneconstituido por el documento, entendido éste como la objetivación del conocimiento sobre un soportefísico, que al ser trasmitido, se constituye en fuente actualizada para la obtención de nuevasinformaciones[17]. Es importante hacer esta última preci­sión, puesto que para entender la importanciadel documento den­tro del ámbito de la documentación, es preciso admitir que el mensaje del que esportador, el mensaje documental, no adquiere su auténtica dimensión mientras no comporte unaprovecha­miento de su contenido por parte del usuario.

Ahora bien, para conseguir el objetivo final que hemos seña­lado, esa transmisión, esa transferencia deinformación, que no es sino información documental, ha de pasar por un conjunto de ope­raciones, porun tratamiento, consistente básicamente en repre­sentar el mensaje, el documento, de forma distinta a suestado natural. En definitiva, el proceso documental tiene su razón de ser en la recuperación y utilizaciónposterior de la información por parte del usuario, y esto sólo es posible tras una rigurosa actividadanalítica transformadora.

Pues bien, visto el proceso documental desde el prisma de la teoría de la información, analicémoslo ahoraen el contexto de la práctica documental tomando como punto de referencia la infor­mación científica.Con ello, situaremos con cierta precisión el lugar que corresponde al Análisis Documental en dichoproceso.

El ciclo de la información científica se inicia con la producción de nuevas ideas en el resultado final deuna investigación. Esta información producida tiende a ser difundida por medio de lo que llamamoscomunicación primaria, lo que en tipología documental se conoce como documentos primarios. Elproblema se plantea cuando estos documentos primarios se ven afectados por el fenómeno delcrecimiento exponencial, haciendo imposible que el usuario, por sus propios medios, puede ejercer sobrelos mismos un control exhaustivo y pertinente. Por ello, una vez que los nue­vos conocimientos sonpuestos en circulación, es necesaria la existencia de una actividad intermedia.

Comienza así la segunda etapa del ciclo de transferencia, esto es, la transformación o tratamiento, cuyoobjetivo es acondicionar la información para que pueda ser utilizada con eficacia. La pri­mera y másimportante fase de esta etapa, que se inserta plena­mente en el campo de la documentación, es cl AnálisisDocumental, entendiendo por éste, al conjunto de operaciones necesarias para extraer la información (olo esencial de la misma), contenida en las fuentes primarias (documentos prima­rios) y prepararla (oexpresarla en elementos eficaces) para su posterior recuperación y' utilización.

Este conjunto de operaciones, en las que entraremos con deta­lle más adelante, dan como resultado losdenominados documen­tos secundarios, cuya información ya no es original, sino que se dispone deacuerdo con una estructura para facilitar su manejo. Estas fuentes secundarias, que según Nuria Amat sepueden con­siderar como nuevos documentos, actúan de intermediarios entre el documento original y elusuario.

En la tercera etapa, una vez tratada y preparada la informa­ción, se procede a su almacenamiento en lasmemorias documen­tales para su posterior recuperación. En los sistemas de documentación manuales, elalmacenamiento resulta directa­mente de los productos del Análisis Documental. Sin embargo, en los

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sistemas automatizados, es necesario transferir los resultados del análisis a los formatos mecanizados, loque constituye el proceso de informatización documental.

Entramos así en la cuarta etapa del proceso, la recuperación de la información, cuya realización puedepresentar dos vertientes distintas: la efectuada a petición o demanda del usuario, o bien, la realizada ainiciativa del propio servicio documental, interesado en dar a conocer la información que controla. Eneste segundo caso estaríamos en lo que denominamos difusión de información.

Cabe señalar, en función del ya repetido objetivo final del proceso documental, una última etapa, lautilización de la información. Si bien es cierto que este uso recae bajo la responsabilidad del propiousuario, no menos cierto es, que la premisa documental de anticiparse a la demanda, junto con otrosfactores como la for­mación y estudio de usuarios, el conocimiento del tipo de informa­ción queprecisan, etc., hacen que la utilización posterior de la información se realice, cada vez con másfrecuencia, bajo las orientaciones de los servicios de información.

En definitiva, en una primera apreciación, la situación del Análisis Documental dentro del proceso detransferencia de la información puede quedar establecida así en el siguiente esquema operativo:

 

 

 

 

Ahora bien, si tenemos en cuenta la actividad que hemos asig­nado a la segunda etapa del ciclo detransferencia, la situación del Análisis Documental en el proceso precisa algunas matizaciones de interés.

Efectivamente, allí se establecía que el objetivo del Análisis Documental consistía en extraer lainformación contenida en los documentos y prepararla para su posterior recuperación y utiliza­ción.Convendrán con nosotros por tanto, en que el Análisis Documental está actuando en dos momentoscapitales del esquema anterior, esto es, en el momento del análisis de la infor­mación y en el momento dela recuperación; y ello, sencillamente, porque como resultado del análisis quedan unos instrumentos(representación de los documentos primarios, documentos secun­darios, o indizados, que tras un procesode elaboración se convier­ten en lenguajes controlados), que se utilizan para su control y posterior

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recuperación. En buena lógica, como señala García Gutiérrez, no tendría sentido analizar documentos sino es para que sean recuperados y consultados. Ambos polos, análisis y recuperación, son por tantoindisolubles[18].

Si nos detenemos por un momento en esta apreciación, obser­varemos que se crea un problema real denaturaleza terminológica y de denominación en el que los autores no consiguen ponerse de acuerdo.Efectivamente, si nos ajustamos a ciertas conveniencias lógicas y de procedimiento metodológico, pareceevidente que en un esquema general del proceso documental, no podemos separar lo que es Análisis y loque es Recuperación, pues ambos elemen­tos se configuran como dos polos de un mismo eslabón delproceso que necesariamente han de estar relacionados.

Para la solución de este problema*, que no es sino un problema de determinación sobre cuales son lostérminos (genérico y específico) más adecuados para expresar una situación real, se ha acuñado eltérmino conceptual de Tratamiento Documental, por el que entendemos con García Gutiérrez a la«operación intelec­tual de aplicar técnicas específicas normalizadas (análisis) a un colectivodocumentario, con el fin de hacerlo controlable y utiliza­ble (recuperación)[19]. En esta fórmula portanto, el tratamiento engloba el Análisis y la Recuperación, centrando bidireccional­mente una actividadmetódica, sistemática y dinámica (análisis, primera dirección), como medio de organización y control ycomo elemento que potencia y hace posible la recuperación (recupera­ción, segunda dirección);arbitrándose para ello modos pertinen­tes de búsqueda (Lenguajes Documentales)[20].

El Análisis Documental es, por tanto, el elemento que actúa en la primera fase del tratamiento; laRecuperación por su parte, se concreta en la demanda documental, aunque actuando sobre losinstrumentos de búsqueda que surgen de la primera fase. En consecuencia, el Análisis Documental tienesu razón de ser en las posibles recuperaciones, y éstas, solo son efectivas si se realizan sobre losproductos de una acertada y rigurosa actividad analítica previa. En este Sentido, cabe situar aquí elclásico papel que Nuria Amat asigna a los productos del análisis, cuando considera que el AnálisisDocumental crea siempre un producto o docu­mento secundario que actúa como intermediario oinstrumento de búsqueda obligado entre el documento original y el usuario que solicita información[21].

Por consiguiente, una vez realizados los matices oportunos, el esquema operativo del procesodocumental y la situación en el mismo del Análisis, quedaría establecido así:

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Adviértase que hemos partido de la información en general, obviando la llamada fase de entrada en elsistema (colecta según otros autores), que viene matizada por las típicas operaciones de selección yadquisición de la información. Su no inclusión aquí, no afecta en absoluto a los fines propuestos; por loque su conside­ración queda fuera de nuestra competencia.

Sin embargo, es preciso señalar que no todos los autores están de acuerdo con el esquema propuesto,aunque a decir verdad, no ha sido esta una cuestión que halla preocupado demasiado a teóri­cos ydocumentalistas; al menos eso es lo que se desprende de la ausencia de estudios específicos sobre esteparticular. No obs­tante si parecen dibujarse posturas distintas: por una parte aquellos que incluyen elAnálisis Documental dentro de la fase de trata­miento, y por otra, aquellos que identifican análisis ytratamiento o bien tratamiento y recuperación.

En la primera corriente, la postura más clara parece ser la de Chaumier, quien considera que la expresión«traitement de l'in­formation», no debe ser tomada en su sentido habitual, generalmente utilizada eninformática. Aquí representa el conjunto de operaciones efectuadas para la transformación o puesta enforma, la puesta en memoria y la restitución según las necesidades, de las informaciones contenidas enlos documentos seleccionados. El tratamiento de la información documental, base de los sistemasdocumentales, comprende dos fases principales: el Análisis y la Búsqueda»[22]. En consecuencia, esteautor, divide el proceso documental en las siguientes etapas: Collecte (Selección), Traite­mente (Analyseet Recherche) y Diffusión (Produits documen­taires).

En la misma línea podríamos encuadrar al autor catalán Coll-Vinent, quien distingue entre lasoperaciones documentales tres fases: la Entrada (Recogida y Selección de documentos), el Trata­miento(Análisis Documental y Búsqueda) y la Salida (Difu­sión)[23]. Insiste este autor en que el tratamientodocumental comprende las operaciones más importantes y características de la documentación.

En cualquier caso, hemos de señalar, que tras el rastreo bibliográfico realizado por nuestra parte sobreeste particular, adverti­mos que no existe un posicionamiento claro en la mayor parte de los especialistas

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que circunstancialmente se han ocupado del proceso documental. En todos los organigramas apareceinterrelacionado el Análisis con la Búsqueda o la Recuperación pero, la denominación de tratamiento, sibien es generalmente aceptada y utilizada en la formulación de las definiciones, no aparece despuéssituada con la claridad que lo hace Chaumier. Citemos por ejemplo el organigrama de Fondin, el deGuinchat y Menou o el de la Asociación Francesa de Documentalistas y Bibliotecarios Espe­cializados,etc.

En la segunda corriente, o en cualquier caso, en posiciones más ambiguas, podemos situar a Nuria Amat,Gardin, López Yepes, Mijailov o Couture. Para la primera, «el tratamiento docu­mental comprenden elconjunto de operaciones realizadas por el documentalista con el fin de transformar las informacionesconte­nidas en los documentos», con lo cual la autora identifica el trata­miento con el Análisis, si bien,cuando se introduce en la explicación de tal definición señala que «constituye el proceso detransformación... que se lleva a cabo en la fase de análisis... y el proceso de elaboración y creación de unsubproducto o docu­mento secundario que actúa como instrumento de búsqueda...[24]. Por consiguiente,el posicionamiento de Nuria Amat viene a con­firmarnos el carácter de ambigüedad que rodea a lacuestión ter­minológica del proceso documental. Ambigüedad que queda justificada cuando la mismaautora, en su esquema de las opera­ciones documentales, sitúa el tratamiento englobando el Análisis y laBúsqueda[25].

En la misma línea se sitúan Mijailov y sus colaboradores cuando definen el concepto de Análisis como«procesamiento analitico-sintético que comprende las fases de Descripción Bibliográfica yCaracterística, la Anotación, la Extracción (Resumen), la Traducción y la confección de Reseñas»[26].Adviértase que esta definición es mucho más conceptual que terminológica y por tanto más precisa porcuanto que se fundamenta, no en una formulación general, sino en la propia estructura interna delAnálisis. Es obvio que los autores soviéticos excluyen del Análisis la Recuperación, si bien, no utilizancon claridad el término tratamiento para agru­par a ambas operaciones.

En López Yepes, el Análisis Documental, como parte del proceso, es una operación intelectual que crealas representaciones de los documentos primarios, comprendiendo: la Descripción Bibliográfica, elResumen y la Descripción Característica o Clasi­ficación de los documentos, bien por medio delenguajes naturales o artificales[27]. Este autor, sin utilizar el término tratamiento, señala que el resultadode tales operaciones son los productos del Análisis, bien del formal o bien del contenido, pero encualquier caso, elementos que se utilizan para la posterior localización y conocimiento en profundidad delos documentos. Queda clara pues su posición de identificación del Análisis Documental con lo que aquívenimos denominado globalmente tratamiento.

Por su parte, Gardin nos ofrece el siguiente esquema del proceso documental: Selección (cognición,información general, dis­tribución), Análisis (resumen, indización, traducción), Trata­miento(almacenamiento y recuperación) y Difusión (edición, reproducción y telecomunicación)[28]. Como seobservará, el tratamiento queda vinculado a la segunda fase de nuestro esquema, esto es, a larecuperación, introduciendo además el concepto de almacenamiento, que en nuestro organigrama vendríarepresen­tado por las memorias documentales sobre las que actúa la recu­peración. Si bien Gardinidentifica tratamiento con la Recuperación e independiza el Análisis, su esquema nos parece interesantepor cuanto que concibe el tratamiento como la finali­dad última del análisis, aunque desde un punto devista terminológico, no nos parece adecuado denominar directamente tratamiento a la labor de búsqueday localización de la información.

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Y es importante hacer esta aclaración porque en nuestra consi­deración, tratamiento significa ante todotransformación, en este caso, transformación de la información documental para posibili­tar su control ybúsqueda. Tal transformación se produce exclusi­vamente en el momento del Análisis Documental y noen la Recuperación, por lo que nos sentimos más identificados con el proceso analítico sintéticoMijailoviano. Ahora bien, como los productos de esa transformación son los utilizados para la referidarecuperación, parece lógico encuadrar bajo la misma denomina­ción a ambos procesos.

Por último, señalemos la posición de Couture des Troismonts por significar un enfoque radicalmenteopuesto al esquema que venimos defendiendo. Este autor, al dividir el tratamiento de la documentaciónen métodos convencionales y no convencionales (manuales y automáticos)[29], parece alejarsetotalmente de encua­drar cualquier actividad del análisis dentro del tratamiento. Más que nada, cuandoutiliza el término tratamiento parece referirse no ya a la recuperación sino a los sistemas de ésta.

Pues bien, aunque las páginas precedentes se han ocupado en el estudio del proceso documental comoproceso informativo y en la situación que en el mismo ocupa el Análisis Documental, es evidente quetambién han quedado dibujados algunos aspectos de su importancia y naturaleza. Entre ellos cabedestacar los siguientes:

ü      El análisis del documento es la Operación primordial sin la cual es completamente imposiblealcanzar el objetivo y la razón de ser de la documentación: la recuperación y utilización de informacióncontenida en los documentos.

ü      El Análisis Documental es, posiblemente, la esencia más genuina de la documentación y la auténticanovedad que aporta nuestra disciplina al proceso de transferencia de la información. Se puede afirmar portanto, que en este proceso, el Análisis Documental es la primera fase que entra de lleno en el campo de ladocumentación; y posiblemente también, lo que identifica y diferencia a nuestra ciencia de otrasdisciplinas afines.

En consecuencia, el protagonismo que alcanza el Análisis en el contexto de la documentación,necesariamente tiene que provocar una implicación mutua de ambos conceptos. Un buen ejemplo de elloes que la formulación del concepto de documentación se construye sobre bases muy parecidas a loselementos conceptuales que conforman el Análisis Documental. Al mismo tiempo, como ocurre con ladocumentación, los problemas terminológi­cos, las distintas denominaciones y significados, la difícilconfigu­ración de su dominio, etc., hacen del Análisis una disciplina difícil de definir, provocando,lógicamente, el surgimiento de distintas corrientes. En unas u otras se pueden enmarcar los distintosautores, pero la mayor parte de las veces, sin una vinculación conceptual precisa.

Fondin ha llegado a decir del Análisis Documental que esta operación, eslabón importante de nuestraactividad (refiriéndose a la documentación), presenta un carácter de anarquía extremo; entre otrasrazones, porque se confunden muchas cosas, funda­mentalmente en el campo terminológico. Términosbásicos corrientemente utilizados como análisis de contenido, resumen, indización, abstracción,extracción, etc., pueden tener, de una parte, un significado muy fluctuante dependiendo del contexto enque se utilicen, de otra, no permiten una distinción fundamental entre lo que es operación y lo que esresultado de esa operación[30].

En definitiva, todos estos problemas, parecen derivar del hecho de que el dominio del AnálisisDocumental no ha estado nunca definido de forma precisa. De ahí que únicamente el esta­blecimiento desu estructura nos permitirá configurar un cuadro, en el que cada uno de los elementos constitutivos de

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esta opera­ción documental puedan ser identificados, individualizados y jerarquizados. Y con esepropósito acometemos el estudio de su concepto de acuerdo con el siguiente esquema metodológico:

1.   Investigación y análisis de sus bases terminológicas, donde la voz «Documento» merece especialatención. Sus múltiples acepciones hacen necesario establecer cual es la que realmente nos interesa en elcontexto del proceso documental como proceso informativo; esto es, el documento como portador de unmensaje, que se configura como tal mensaje documental en tanto que com­porta un aprovechamiento desu contenido.

2.   Establecimiento del conjunto de operaciones que confor­man nuestra disciplina, necesarias paraextraer la información contenida en los documentos y acondicionaría para su almacena­miento yposterior recuperación. Es decir, estudiaremos 105 aspectos teóricos y estructurales de los distintosNiveles en que se desgrana el Análisis Documental. Niveles que, lógicamente, se derivan del distinto tipode análisis aplicado: análisis de los aspec­tos formales o análisis de los contenidos, y que en ciertamedida, responden a una jerarquización impuesta por el grado de profundi­dad del análisis, en respuestatambién a unos ciertos tipos de demanda, aunque siempre, desde un punto de vista integrador einterdependiente.

3.   Por último, el conocimiento de otros tantos aspectos ínti­mamente relacionados con la formulaciónconceptual de nuestra disciplina, tales como, la normalización de las técnicas del Trata­miento de laInformación y la situación que ocupan los Lenguajes Documentales en el mismo.

 

Estos son en definitiva los tres grandes aspectos que a nuestro juicio pueden conformar una teoríaconceptual en donde como veremos, convergen opiniones y corrientes diversas que es precisosistematizar. Teoría de una disciplina, que por todo lo dicho hasta ahora, se nos va perfilando cada vezmás como una actividad y una técnica de la Ciencia Documental. Y es esta una cuestión cuyasimplicaciones queremos dejar claras desde un principio, pues la formulación teórica del AnálisisDocumental, ha de esta­blecerse en función del contexto en que se inscribe, esto es, el espectrodocumentario. Por consiguiente, su concepto, una vez establecida la posición que ocupa en el procesodocumental, es preciso abordarlo desde una perspectiva que contemple el estudio y sistematización de susignificado terminológico y conceptual, desde las funciones que realiza dentro de la documentación ydesde la configuración de su propia estructura interna.

 

2. BASES TERMINOLÓGICAS Y CONCEPTUALES

 

El estudio terminológico y de significación semántica del vocablo o vocablos que se utilizan paradenominar una disciplina, ha sido siempre un recurso tradicional en la conceptualización científica.Recurso que, por otra parte, no solo continúa siendo válido, sino que se ha visto reactivado tras el girorevolucionario que ha experimentado la teoría lingüística con las aportaciones del Estructuralismo y de laGramática Generativa de Noam Chomski. Quede pues constancia, de que la aplicación de los orígeneslingüísticos en las explicaciones conceptuales de las disciplinas cien­tíficas, ha cobrado vigenteactualidad[31].

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No pretendemos sin embargo, hacer un estudio exhaustivo de todos los contenidos semánticos que laspalabras «Análisis» y «Documento» pueden soportar, tampoco recoger aquí toda la bibliografía quesobre el tema se ha generado. Más bien, nos vamos a ceñir a los que consideramos de interés con elobjeto de establecer un punto de partida al que poder referirnos, y sobre el que poder efectuar los maticesque sean precisos.

 

2.1.  Concepto de «Análisis»

 

En el Diccionario de la Real Academia, de entre las muchas acepciones que se dan al término «Análisis»nos interesa recoger aquí las tres primeras[32]. En la acepción inicial se concibe el Análi­sis como«distribución y separación de las partes de un todo hasta llegar a conocer sus principios o elementos». Enla segunda «exa­men que se hace de alguna obra, discurso o escrito»; y en la ter­cera «examen de laspalabras del discurso, para determinar la categoría, oficio, accidente o propiedades gramaticales de cadauna de ellas».

Si analizamos con cierto detalle las referidas definiciones, observaremos que la primera de ellas estáformulada desde una perspectiva general, refiriéndose a la actividad intelectual de des­componer, ensentido teórico o práctico, las partes de un todo como medio de llegar a conocer los elementos que le sonconstitu­tivos. Es evidente la influencia que en esta definición ejercen la naturaleza y características delas Ciencias Experimentales, rati­ficada cuando el mismo diccionario define al «analista» como «el quehace análisis químicos o médicos... o estudia el análisis matemático».

Sin embargo, en la segunda acepción se reduce notablemente el campo de significación semántica, puesaquí el «análisis» queda vinculado al examen de una obra o escrito; lo que sin duda se acerca mucho mása la definición que nos puede interesar. En este sentido, si sustituimos, en un esfuerzo de abstracción, eltér­mino «obra o escrito» por el de «documento», y consideramos el significado de examen como «todoreconocimiento o estudio que se hace de una cosa o hecho»[33], obtendremos como definición másgenérica de «Análisis Documental» a «todo reconocimiento y estudio que se hace de un documento»[34].

Queda pues fuera de nuestro interés la tercera acepción, pues si bien incluye el término examen, éstequeda vinculado al campo estrictamente gramatical de las palabras; y por supuesto, tampoco nosinteresan el resto de las acepciones, muy alejadas ya de las posturas documentales.

Por su parte, el ya citado Diccionario Ideológico de Casares viene a coincidir prácticamente con lasdefiniciones de la Real Academia, concibiendo el «Análisis» en un sentido figurado como todo «examenque se hace de alguna obra»[35]. Lo mismo se puede decir de la reciente edición (año 84) delDiccionario de la Real Academia, donde se mantienen sin cambios las dos primeras acepciones y segeneraliza la definición de la tercera, aunque man­teniendo su sentido gramatical: «examen de loscomponentes de los discursos y de sus respectivas propiedades y funciones».

De otra parte, si nos centramos ahora en el estudio de los múl­tiples diccionarios y léxicos especializadosen Documentación, es preciso referirse a los más destacados. En este sentido, la FID, en uno de susléxicos, define el término «Análisis» como la «determi­nación exacta de los elementos o componentes deun complejo cualquiera», lo que viene a coincidir básicamente con la ya comentada primera acepción de

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nuestro Diccionario Académico. Sin embargo, desde una perspectiva más específica, propia de un léxicoespecializado, la FID recoge la voz compuesta «Análisis de Contenido», definiéndola como«investigación técnica con el fin de la descripción objetiva, sistemática y cuantitativa del conte­nidoevidente de una comunicación»[36]. Pese a la restricción que hace del Análisis Documental comoAnálisis de Contenido, es indudable que la actividad de investigación aquí descrita se refiere alreconocimiento y estudio de un documento.

Otra organización, la AFNOR, de tan relevante papel en las actividades normativas de la documentación,recoge el término «Analyse» definiéndolo como «operación que consiste en presen­tar bajo una formaconcisa y precisa los datos que caracterizan la información contenida en un documento o conjunto deellos». Aquí, es evidente la vinculación del término al campo de la docu­mentación, pero no menos ciertoes el estricto enfoque que la denominación tiene hacia el Análisis de Contenido[37]. La AFNOR seencuadra por tanto en los mismos planteamientos que la FID, esto es, identificar el Análisis con elAnálisis de Contenido.

Identificación en la que incurren un nutrido grupo de investiga­dores de la comunicación, apartándosedel sentido integrador y no restrictivo con el que hemos de dotar al término «Análisis Docu­mental»,pues como podremos comprobar al analizar por sepa­rado la voz «Documento», éste no es solocontenido, sino que además, es consustancial a él una vertiente formal que le caracteriza e identifica conrespecto a otros documentos. Por consi­guiente, cualquier definición que se dé de Análisis Documentaltiene que contemplar ambos componentes.

De entre los diccionarios especializados, por su número, cabría hacer una amplia referencia; sin embargo,reseñaremos aquí aquellos que en uno u otro sentido se aproximan o se alejan de la acepción que nosinteresa. Así por ejemplo D. Bounocore no recoge el término Análisis pero sí el de «AnálisisBibliográfico» como «examen o revisión que se hace de alguna obra, escrito o publicación periódica, conel fin de valorar la calidad y utilidad de su contenido para servir mejor los intereses y necesidades delpúblico de una biblioteca especializada»[38]. Como se observará, se está refiriendo a los análisis críticoso bien a las reseñas bibliográ­ficas, distanciándose en mucho de los fines documentales, pues téngase encuenta que el Análisis Documental debe carecer de toda interpretación para convertirse en fiel reflejo deloriginal. Martínez de Sousa, por el contrario, sí recoge la voz «Análisis» como «examen que se hace deuna obra o escrito»[39] repitiendo exactamente la segunda acepción del Diccionario de la RealAcademia. Posteriormente, como veremos, este mismo autor, en su Diccionario de Bibliografía yciencias afines de 1989, ha recogido el término «Análisis Documental» dotándolo del sentido integradorque nosotros compartimos.

Por su parte, los diccionarios y léxicos angloamericanos se mueven prácticamente en las mismascoordenadas que hasta ahora venimos observando, esto es, definición de Análisis en sen­tido genéricocomo «determinación o descomposición exacta de las partes de un todo o complejo cualquiera»; eidentificación del Análisis Documental con la vertiente del Análisis de Contenido. Tal es el caso deWersig y Neveling en su pentalingüe terminología de la Documentación, o el caso del tambiénpentalingüe Clason. Este último, incluye además las acepciones específicas del Analytical Entry (AsientoAnalítico) y Analytical Sinthetic Cla­sification (Clasificación analítica sintética)[40], terminología quedesborda lo que son ahora nuestras pretensiones.

El Glosario de la American Library Association[41] no recoge la voz «Analysis», sino que se limita a los

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términos Abstract y Abstracting, utilizados lógicamente en el sentido de Resumen

como producto del análisis y como acción de resumir respectivamente. Cabe destacar por último elconocido Harrod's, donde sí aparece el término «Analysis», utilizado en su acepción más amplia y dentrode los dominios del «Análisis Documental», incluyendo bajo su denominación las operaciones decataloga­ción, clasificación e indización[42].

Pues bien, sin insistir más en el término Análisis, parecen ya dibujarse algunos aspectos fundamentalesdel mismo: por una parte su significación de examen o reconocimiento; por otra, la doble vertiente queparece ser le caracteriza en el contexto docu­mental, dando lugar a distintas corrientes conceptuales debase terminológica. A ello, necesariamente, tendremos que recurrir para establecer el concepto de«Análisis Documental». Pero antes, nos centraremos en el estudio de la voz «Documento», un términoque también soporta multitud de acepciones y significa­dos, que es preciso conocer para poderdeterminar cual de ellos se configura como el más idóneo desde el punto de vista que venimosdefendiendo, esto es, el proceso documental entendido como proceso informativo.

 

2.2. Concepto de «Documento»

 

En páginas precedentes, cuando estudiábamos el concepto de documentación pudimos comprobar cómoel documento se consti­tuye en elemento fundamental dentro de la moderna concepción científica de ladocumentación. De una parte se perfila como el mensaje de su proceso informativo y por tanto, causaprimera (documento original) de la documentación. De otra, el docu­mento, en tanto que objetivaciónque es del conocimiento, se configura como potenciador de nuevos conocimientos, y por tanto, fin últimode la documentación; pues no tendría sentido el trata­miento de su información si no es para su posteriorutilización.

Parece conveniente pues, establecer las bases terminológicas y conceptuales de la voz documento. Paraello, recogeremos las distintas acepciones y corrientes que le definen con el objeto de llegar a laformulación que sirva de base a las técnicas del control documental. Es decir, nos interesafundamentalmente el concepto de documento de acuerdo con la importancia que adquiere en el contextode la documentación, y por consiguiente, en el ámbito de las técnicas de tratamiento de la información,esto es, en el marco de las distintas operaciones del Análisis Documental[43].

Si admitimos la existencia de una etapa predocumental, el ori­gen de los documentos hay que remontarloa la aparición de la pri­mera criatura inteligente capaz de captar el mundo que le rodea. Puede afirmarsepor tanto que la historia del documento correrá paralela a la historia de la humanidad.

En consecuencia, los documentos se hallan en su primera fase en un grado potencial en tanto no sonaprehendidos o descubiertos por la inteligencia humana. Ese documento embrionario y potencial es loque llamamos predocumento. Por consiguiente, para que exista el documento debe haber una previaacción o percepción intelectual, capaz de ser interpretada mediante la acumulación de rasgos fijos ypermanentes[44]. Cuando esa interpretación se plasma en un soporte de cualquier índole que presenta laposibili­dad de transmisión diacrónica, nos encontramos con el sentido más tradicional de lo que seentiende por documento[45]. Efectiva­mente, esta formulación inicial restringe el concepto de

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docu­mento a todo medio material que transmite cualquier tipo de mensaje.

Sin embargo, la definición de documento soporta multitud de acepciones y contenidos semánticos quehabrán de influir decisi­vamente en esta formulación inicial.

Si partimos de las acepciones que nos da el Diccionario de la Real Academia Española, pocas son lasaportaciones aprovecha­bles para los fines que aquí perseguimos. Tanto en su edición de 1970 como enla de 1984, en su tercera acepción, la voz docu­mento es definida como instrumento de prueba: «escritoen que constan datos fidedignos o susceptibles de ser empleados como tales para probar algo», acepciónque ha abundado en el sentir popular y en el empleo más generalizado del término. Y en este mismosentido, se definen las voces documentación y documentar como acción de justificar la verdad de unacosa mediante docu­mentos. Tan solo la segunda acepción de documentar: «instruir o informar a unoacerca de las noticias o pruebas que atañen a un asunto», se acerca al campo de la documentación. Basterecordar por último que no será hasta 1984 cuando aparezca en nuestro léxico académico el términoDocumentalista. Remos de recurrir por tanto a algunos diccionarios especializados para obtenerresultados más conducentes.

Así por ejemplo, en el vocabulario de la AFNOR, el término «documento» queda definido como:«conjunto de un soporte de información, de los datos existentes en ese soporte y de susignifi­cación»[46]; concepto, que tomando como base los elementos cons­titutivos del documento, nosaleja mucho de la acepción de la Real Academia para encuadrarse ya en el espectro documentario.

Para Bounocore sin embargo, el término documento tiene dis­tintos significados según el punto de vistadesde el que se le consi­dere: jurídico, archivístico o documental[47]. Desde la primera perspectiva,documento es «todo testimonio escrito, redactado de acuerdo a ciertas solemnidades, que establece otiene por fin un acto jurídico. Esta categoría especial de documentos se llaman instrumentos»; lo que seacerca mucho a la concepción de instru­mento de prueba pero en el campo jurídico. Desde el punto devista archivístico, Buonocore considera documentos aquellos que pueden ser objeto de conservación enun archivo, pero admitiendo que no sólo son los clásicos documentos manuscritos sino todo tipo dematerial[48].

Desde el punto de vista documental, Buonocore recoge las acepciones dadas por Finó y Rourcade como«todo aquello que bajo su forma de relativa permanencia puede servir para suminis­trar o conservarinformación»; y la facilitada por la Unión Fran­cesa de Organismos de Documentación, que lo definecomo «toda base de conocimiento expresada en un soporte material y susceptible de ser utilizada paraconsultas, estudios o pruebas». Como se observará, esta definición toma ya sentido en el marco de ladocu­mentación y dada su gran amplitud, se puede tomar aquí el docu­mento como sinónimo de fuentede conocimiento.

Al profesor Nuñez Contreras debemos un magnifico trabajo sobre el concepto de documento, aunquetomado desde el punto de vista Diplomático como corresponde a su especialidad acadé­mica. Noobstante, sírvannos sus apreciaciones generales para la conceptualización que nos ocupa desde laperspectiva documen­tal. Núñez Contreras, partiendo de la estructura nuclear que a su juicio conformatodo documento: una materia, un contenido y un medio, propone como definición general la siguiente:«objeto cor­poral, producto de la actividad humana que queda en él reflejada y que conserva y transmitepermanentemente la representación de un hecho ajeno al mismo documento»[49].

Es evidente que en esta definición, el concepto de documento se sustenta básicamente en la

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consideración del soporte, cuando en realidad, como señala García Gutiérrez, la problemática del soporteincide hoy en menor escala que la diversidad de conteni­dos en la elaboración de un efectivo método decontrol documen­tal[50]. No queremos decir con ello que el soporte no sea importante desde un punto devista integrador, pero no es una preocupación fundamental del Análisis Documental.

Desde nuestro punto de vista, en el nivel formal del «Análi­sis», la determinación del tipo de materialocupa una mínima parte de la descripción y en cualquier caso, poco afecta a la identi­ficación de loscontenidos bibliográficos del documento que se describe. Téngase en cuenta, que el establecimiento de«diferen­tes» normativas para la descripción de las distintas tipologías documentales, no obedece tanto ala naturaleza de los soportes, sino más bien a las específicas características informativas de cada uno deellos. Baste señalar de momento, que la existencia de una ISBD (G) sobre la que se sustentan las distintasISBDs, no es sino la expresión de un hecho: las constantes informativas se mantienen (nos referimossiempre a los datos bibliográficos) frente a los cambios introducidos en los materiales que les sirven deapoyatura.

De cualquier forma, recogiendo nuevamente la opinión de Núñez Contreras, no es fácil llegar a unadefinición general de documento, ya que los autores que se han ocupado de su conceptualización lo hanajustado a sus ópticas o especialidades particu­lares. Y en este sentido, encontraremos definicionesgenerales, abstractas o bien, restringidas por la materia, por el medio, por el contenido o por el carácter.A nosotros, como ya se ha dicho, nos interesa la óptica documental, y para ello, nos parece adecuadopartir de la concepción antropológica de Pietsch, de la que se des­prende, según López Yepes, que tododocumento contiene una serie de vivencias, fruto de observaciones que los hombres han logradoregistrar, y que además presentan potencialmente una posibilidad de accesibilidad o de comunicación alresto de las personas.

Por consiguiente, podemos señalar con López Yepes, que esta objetivación del conocimiento a unsoporte y la posibilidad de comunicación o accesibilidad del mismo, son los dos aspectos fundamentalesque configuran el concepto de documento[51]. La objetivación del conocimiento implica una cargainformativa de la que todo documento es portador, pero además, la comunicación y transmisión de esainformación es una capacidad potencial del propio documento y por consiguiente, él mismo define suaccesibi­lidad y control. Solo se precisa arbitrar los medios necesarios para hacerlo posible.

Sin embargo, el concepto de documento ha hecho correr mucha tinta entre los teóricos de ladocumentación, que lo consi­deran punto previo a la definición de nuestra disciplina. Y en reali­dad, aúnhoy, el tema dista de estar cerrado dada la constante evolución técnica que afecta a la naturaleza mismade la idea de documento.

La primera definición de documento desde el punto de vista documental la encontramos ya en la obra deOtlet. Para éste, documento es «la memoria materializada de la humanidad, en la que día a día seregistran los hechos, las ideas, acciones, senti­mientos... que han impresionado el espíritu delhombre»[52].

Aunque sea de forma general y un tanto literaria, la visión de Otlet abarca a todo tipo de documentoscapaces de vehicular o conservar la información; y en este sentido, lo realmente impor­tante es la funcióninformativa y preservadora que debe asumir todo documento para ser considerado como tal. Másadelante, Otlet abunda en este concepto y aisla cuatro elementos básicos constitutivos de los documentos,y por consiguiente, configuradores de su definición:

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·        Elementos materiales.

·         Elementos gráficos.

·         Elementos lingüísticos.

·         Elementos intelectuales.

 

Aunque la concepción de Otlet tiene una marcada connota­ción específica, hemos de admitir que en ellase han basado todas las opiniones y correcciones posteriores que, en líneas generales, la han aceptadocomo planteamiento inicial. Según López Yepes, las corrientes conceptuales posteriores al movimientoOtletiano se pueden reducir a tres perspectivas fundamentales[53]: las extraí­das de la vía etimológica,las de base antropológica y cultural y las surgidas de las distintas tendencias antagónicas, paralelas osuperpuestas, que pretenden mediatizar desde un punto de vista enriquecedor la cuestión documental.

De la vía etimológica y sus fundamentos ya hemos dado cuenta en paginas precedentes. Cabe citar aquísin embargo, la magnífica aportación del profesor López Yepes en su Teoría de la Documentación, y losmás recientes estudios de los profesores Sagredo e Izquierdo[54].

En la línea antropológica se sitúa el ya citado investigador ale­mán E. Pietsch, para quien el documentoexiste al producirse información y fijarse ésta en un soporte[55]. Nuevamente, la mate­rialización delconocimiento sobre un soporte, la presencia de un contenido y las posibilidades de conservación, son lasclaves defi­nitorias. Esta formulación conceptual ha sido recogida y poste­riormente matizada por LópezYepes y Desantes Guanter. Matizaciones en las que deberemos entrar pues las consideramosfundamentales para la construcción del concepto de nuestra disci­plina. Pero antes de ello, analicemos laslíneas básicas de las más moderadas interpretaciones del concepto de documento.

En este sentido, visiones distintas a las que venimos conside­rando son las acuñadas por autores comoBriet o Mijailov. Para Susanne Briet, un documento es «todo indicio concreto o simbólico conservado oregistrado con el fin de representar, reconstruir o probar un fenómeno físico o intelectual»[56]. Sin sermucho lo que de nuevo nos aporta esta autora, sí son de destacar sus considera­ciones sobre el«documento inicial» como la primera apreciación que se hace de un fenómeno, y la denominación de«secundarios o derivados» para todos aquellos documentos que se generan a par­tir del estudio einterpretación de dicho fenómeno.

En Mijailov, sin embargo, la concepción de documento es mucho más radical. Aunque plantea ladefinición general de docu­mento como «cualquier objeto material que contenga o conforme algúnconocimiento y pueda ser objeto de colección»[57], la polé­mica que suscitó su término «informátika»para denominar a la Ciencia Documental le llevó, junto a sus colaboradores de la corriente soviética, aacuñar otras definiciones mucho más restrin­gidas. En ellas, el fundamento definitorio está condicionadopor el carácter de la información documental, siendo ésta la que deter­mina la tipología de losdocumentos y su tratamiento. En este sen­tido, junto a la definición general antes mencionada, proponenla de «documento científico» como «todo objeto material que con­tenga información científica, a fin detransmitirla en el tiempo y en el espacio, y que sea de uso práctico-social»[58].

Ciertamente, la aportación Mijailoviana de restringir la condi­ción de documento a aquellos cuyainformación esté mediatizada por la condición de científica, es sumamente interesante, pues a efectos

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prácticos está muy cerca de ser cierta. Ahora bien, pese a la afirmación de los autores soviéticos deconsiderar que el docu­mento científico continuará siendo, durante mucho tiempo, la fuente másimportante de información científica y el principal ins­trumento para su transmisión, no podemos olvidarque el docu­mento, en el contexto de la documentación general, ha de comportar un sentido mucho másamplio que el propio de la infor­mación científica. En cualquier caso, como señala García Gutié­rrez, eldocumento portador de información científica conformará una «subclase» de documento, esto es, eldocumento científico, cuyo estudio depende de la documentación específica de cada ciencia[59].

Una visión más conciliadora aunque de clara influencia sovié­tica, nos la ofrece Couture des Troismons,quien partiendo de las bases terminológicas, llega a alcanzar una definición apropiada a los problemas dela moderna documentación. Para este autor, documento «es toda base material de conocimientosusceptible de emplearse para la consulta, el estudio o como elemento de prueba». Es simultáneamente,un soporte, un conocimiento y un testimonio[60].

Sin embargo, en honor a la verdad, estas matizaciones de las que nos venimos ocupando, no han tenidomucho reflejo en la documentación. Los documentalistas, en los últimos años, se han desentendido untanto de tales sutilezas optando por fórmulas más ambiguas. Sírvanos de ejemplo la definición de losautores Guin­chat y Menou, para quienes documento es «un objeto que trans­mite un dato o unainformación»[61]. Aunque después matizan esta definición apelando a las características documentales,es evi­dente que en ella quedan implícitamente recogidos los rasgos fun­damentales de todo documento,y en este sentido, la definición, en su ambigüedad e imprecisión, queda abierta a cualquier tipo deinterpretación.

En España ha sido López Yepes quien más se ha ocupado de los aspectos conceptuales del documento.Sus opiniones pueden considerarse representativas del resto de documentalistas españoles, que no hacensino reproducir las corrientes más generales den­tro de las que ellos mismos se insertan. Para LópezYepes documento es una «forma objetiva de conocimiento riguroso, fijado y conservado en un soporte ypotencialmente apto para ser transmitido»[62].

En la misma línea lo define Nuria Amat como «todo conoci­miento fijado materialmente sobre unsoporte y susceptible de ser utilizado para consulta, estudio o trabajo». Un utensilio irrempla­zable paratransmitir los conocimientos, las ideas y dar cuenta de los hechos»[63]. Como se ve, la concepciónOtletiana clásica está presente en los planteamientos de estas definiciones.

Ha habido por otra parte opiniones conceptuales más amplias. Es el caso de E. Curras, para quiendocumento es un «objeto físico de carácter probatorio con la finalidad de informar»[64]. Sin embargo,las excisiones más importantes han venido motivadas por la implicación Mijailoviana del documentocomo categoría de contenido científico, que coloca, en opinión de algunos autores, a ciertos corpusdocumentales en una situación ambigua, especial­mente el material conservado en los archivos.

Pero éste es, ante todo, un problema de indefinición entre el concepto de información y el concepto deinformación científica. A nuestro entender, el problema queda salvado cuando en las defi­niciones másgenerales se señala que el documento es portador de una información sin que quede matizado su carácter.Ahora bien, si se consideran documentos primarios aquellos estudios que tomando como base losmateriales de un archivo hacen aportaciones originales, ¿dónde quedarían encuadradas las fuentesarchivísticas?

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La postura más radicalizada sobre esta problemática está representada por V. Cortés Alonso, quien opinaque son los docu­mentos de archivo los genuinamente primarios, mientras que los demás seríansecundarios o terciarios, según sus contenidos[65]. Esta posición sin embargo, no ha encontradodemasiado eco fuera del mundo de la Archivística.

Una corriente más innovadora viene representada por la con­cepción del profesor Segredo, a quien lasmodernas técnicas trans­misoras de la información le llevan a considerar, que el concepto tradicional dedocumento ha de sufrir una radical transformación a fin de adecuarse al dinámico mundo de ladocumentación. Incluso, continúa afirmando Sagredo, el concepto de información ha de efectuar uncambio en virtud de la incidencia de las nuevas técnicas de transmisión en el hecho informativo. Y paraello, se fundamenta en cuatro razones[66].

·         Mutación original de la procedencia de informaciones generales.

·         Aparición de diversas fuentes de información.

·         Expansión de la actividad informativa a los medios especiali­zados y profesionales.

·        Conexión entre información y cultura.

 

Sagredo por tanto, va más allá de los cambios acaecidos en los soportes o en las innovaciones aplicadas alos métodos de trans­misión. Desde su punto de vista, el concepto de documento habrá de formularse enbase a todas las transformaciones de fondo acae­cidas en el mundo de la información.

En definitiva, es evidente que aún subsisten perfiles no total­mente dilucidados en tomo al concepto dedocumento. En cual­quier caso, estos detalles no parecen tener, en última instancia, capital importanciapara elaborar nuestro concepto de Análisis Documental. Lo que si está claro, es que la idea dedocumento, como otras muchas del ámbito documental, carece virtualmente de límites y los debatesconceptuales continúan estando abiertos.

En este sentido, podríamos continuar interrogándonos sobre el concepto de documento, recalando inclusoen las polémicas de su clasificación tipológica. Sin embargo, creemos llegado el momento de situamosen el contexto que aquí nos corresponde.

Por encima de las distintas posturas enriquecedoras hasta ahora analizadas: generales, de baseterminológica o antropológica, restringidas por el soporte, por el medio de expresión, por el contenido ysu carácter o por las innovaciones tecnológicas; nues­tra visión del concepto de documento ha de serintegradora, pues aún contemplados en su lógica evolución transformadora, los ele­mentos que leconforman son indisolubles. Ahora bien, si en el contexto de la Ciencia Documental tuviésemos quedeterminar algún elemento consustancial a la propia naturaleza del docu­mento, ese sería sin duda la«información».

Y así quedaba establecido en las conclusiones a las que llegá­bamos tras el análisis del concepto dedocumentación: desde la formulación Otletiana, la información ha sido el elemento integra­dor de las trescorrientes conceptuales de mayor peso específico en la configuración de la documentación como ciencia:la Anglosajona, la Alemana y la Soviética. Pero además, señalábamos allí que esa información era unelemento dinámico, y desde ese punto de vista, el documento, portador de dicha información, se

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con­vierte en potencial difusor de su contenido. Ello es solo posible en el proceso dinamizador de lainformación documental por natura­leza: el Proceso Documental entendido como proceso informativo.

Situados pues en el punto que nos interesa, detengámonos en conocer sus características fundamentales.Para ello contamos con las valiosas aportaciones de dos de nuestros más reconocidos teóricos de ladocumentación: J. Ma. Desantes y el profesor López Yepes. Para Desantes Guanter lo que constituye lanaturaleza del documento y representa en él lo permanente e inmutable, es la información: «eldocumento es esencialmente información y más exactamente información documental»[67]. El propioautor establece esta afirmación al definir el documento como «el soporte físico en que se materializa elmensaje a través del tiempo sea cual fuese su naturaleza»[68]. Se observará que aquí el soporte interesaen cuanto portador del mensaje, aunque el mismo Desan­tes admite que se puede dar otra acepción dedocumento conside­rándolo como el conjunto de ambos elementos.

Adviértase que el citado autor denomina mensaje al contenido del documento, lo que restringe lainformación de éste al exclusivo campo de actividad de las Ciencias Informativas y a su clásico proceso:emisor, medio, mensaje y receptor. Pero sabemos sin embargo, que el mensaje no es el exclusivocontenido documental. La información puede presentarse fijada al soporte en forma de mensaje, datos,fórmulas, etc.; por lo que hemos de convenir con García Gutiérrez en que la fórmula más genérica yadecuada de denominar el contenido documental es la «información»[69]. El profesor López Yepes ensus numerosos trabajos y el mismo Desantes, se han ocupado posteriormente de matizar este rico entornoconceptual que vincula a la documentación con las Cien­cias Informativas[70].

Vinculación ésta que enriquece el espectro de la Ciencia Documental y que ha sido un factor decisivo enla configuración de la documentación como disciplina científica. Como ya sabe­mos, su punto de partidahay que situarlo en la misma concepción integradora Otletiana, donde subyace un carácter dinamizadorque opera sobre la información guardada en los depósitos docu­mentales. Más adelante, su consolidaciónse produce con el hallazgo real del fenómeno de la información y la elevación de nuestra disciplina a lacategoría de ciencia informativa.

Situada pues la documentación en el amplio espectro de las Ciencias Informativas (véase el epígrafededicado al Concepto de Documentación), su organización ha de ajustarse necesariamente al yamencionado clásico proceso informativo, en donde se da un emisor, el documentalista, un mensaje, eldocumento o la informa­ción documental, y un receptor, el usuario. Ahora bien, aquí, el mensaje,considerado como información documental, no es sólo acumulación de información esto es, fuente deinformación, sino que es además información que se acumula «para ser comunicada en un momentodeterminado y por un determinado motivo»[71]. Esto es posible en el proceso dinamizador de lainformación docu­mental por naturaleza[72].

Efectivamente, como señala López Yepes, el documento debe soportar previamente la información quecontiene, y ello se produce cuando se procede a la retención o conserva de aquella. Pero en una segundafase, la que más nos concierne, el documento con­templa su capacidad potencial de dar a luz suinformación y de difundirla. Esta difusión puede ser incoada y potenciada -por el hecho de que eldocumento está a disposición del público y efec­tiva, actual y multiplicada, cada vez que el documento esdifundido... Pues bien, es en esta segunda fase cuando el documento abandona su naturaleza estática,para dinamizarse y dar su conte­nido informativo[73]. En consecuencia, para este autor, las doscoordenadas que configuran el documento como objeto del proceso documental son: la objetivación delconocimiento en un soporte y la posibilidad de comunicación o accesibilidad del mismo.

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En Desantes, los planteamientos son también muy similares. El autor, tras estudiar el proceso documentalcomo proceso infor­mativo considera, que el propio documento, como portador del mensaje, condicionasu difusión y se constituye como médula del proceso documental[74]; de ahí su afirmación de que eldocumento es ante todo «información documental»[75]. Pero hay que señalar además, que tanto LópezYepes como Desantes, van más allá en la consideración del carácter dinámico de la informacióndocu­mental. Llegan a la conclusión de que ésta, cuando entra en el proceso, genera nuevos procesosinformativos que incluyen a su vez nuevos procesos documentales. El proceso documental es por tantoinformación sobre información que posibilita la obtención de nuevos conocimientos.

Y con ello hemos introducido ya una última y capital precisión para entender el sentido y objetivo últimode la Ciencia de la Documentación. La posibilidad de obtener nuevos conocimientos a partir de lainformación documental significa, que la difusión de ésta mediante el proceso documental, no esprincipal y exclusiva­mente su factor más dinámico. Sin dejar de ser importante el fac­tor difusión,hemos de admitir que el paso definitivo viene marcado por el grado de recepción de la mencionadainformación. Como señala García Gutiérrez, un documento difundido pero no asimilado difícilmentedocumenta y por tanto, permanece en el primario estado de mensaje fijado a un soporte[76].

Como veremos enseguida, es importante captar esta precisión para entender mejor la importancia deldocumento tal y como lo venimos entendiendo en el marco del Análisis Documental. Es de reconocer portanto, que el documento, en la perspectiva de nues­tra disciplina, no adquiere su auténtica dimensión entanto no comporta un aprovechamiento de su contenido por parte del usua­rio. En efecto, ese es elobjetivo último de la información en el proceso documental y hacia él convergen todas las técnicas deltratamiento documental: transmitir y facilitar el uso y aprovecha­miento de la información fijada asoporte.

En suma, el documento, aún siendo información potencial­mente transmitible y potencialmenteaprovechable, precisa de la intervención o arbitraje de los oportunos recursos para que tal naturalezapotencial se convierta en posibilidades reales. En torno a ese fin, se sitúan y organizan todos losprocedimientos que conforman el proceso documental, en el que como ya hemos seña­lado, la operacióndel Análisis Documental juega un papel decisivo.

Ni que decir tiene que, en ese acontecer, la labor prioritaria la ejercen los especialistas de ladocumentación mediante el uso de las técnicas apropiadas en el control de la información. Entre ellas,caben destacar, las basadas en la identificación y sistemati­zación de los contenidos documentales. Esdecir, a través de la identificación bibliográfica de los documentos y a través de la representación de suscontenidos por categorías temáticas, pala­bras claves o descriptores conceptuales, es posible que elusuario, no solo conozca su existencia, sino que también, tenga capacidad material de seleccionaraquellos de su interés con la mayor rapi­dez y eficacia posible en un mundo saturado de información.

Precisamente, en relación con estas últimas apreciaciones, García Gutiérrez introduce un nuevo factor deconsideración en la conceptualización del «documento científico». Según este autor, la explosión de lainformación científica arrastra una gran dosis de confusión para el investigador. En efecto, a losproblemas de recepción y localización de los documentos, debe sumarse la ausencia de criteriosselectivos que dirijan a los científicos hacia las fuentes más cualificadas.

Desde este punto de vista, el documento es fuente de informa­ción que se restringe a los contenidos quepuedan enriquecer o satisfacer la demanda del usuario; y por tanto, la fase previa a la obtención de la

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documentación debe ser la información sobre los documentos, rompiéndose así la relación directacientífico-documento y transformándose en la trilogía científico-información­-documento. Pues bien, eneste punto, en ese eslabón intermedio es donde el concepto tradicional de documento comienza adifumi­narse. Y al perderse todo rastro de improvisación en la búsqueda y localización de la información,podemos definir el documento científico desde un punto de vista subjetivo como «aquella fuenteaceptada, fijada y permanente de información correctamente asi­milada». Desde la realidad objetiva desu existencia, el docu­mento científico aparece como una unidad material de conservación y transmisióndirecta del conocimiento científico[77].

Pues bien, llegados a este punto, damos por concluidas aquí las consideraciones terminológicas yconceptuales relativas a los términos que conforman el enunciado de nuestra disciplina. Con­sideracionesque, en un intento de sistematización, pueden servir de fundamento para formular, con el riesgo que ellocomporta, nuestra primera y general aproximación al concepto de Análisis Documental. Concepto que,necesariamente, tendremos que poner en relación con los de autores más cualificados, que a nues­troentender, reflejan, en su enunciado o finalidad, similares pun­tos de apoyo.

Quedan pues de momento excluidos los conceptos que podría­mos considerar de base estructural otipológica, esto es, aquellos que en su definición toman como argumento fundamental la estructurainterna del Análisis Documental. A ellos habremos de referirnos en los siguientes epígrafes dondematizamos el con­cepto de nuestra disciplina desde el punto de vista de sus niveles, es decir, desde suorganización interna.

 

2.3. Nuestra primera aproximación al concepto de Análisis Documental

 

Hemos de reconocer que hasta el momento se ha utilizado con profusión el término Análisis Documentalsin que hallamos ofrecido, de manera intencionada, definición alguna sobre su con­cepto. Y es que adecir verdad, es ahora cuando contamos con ciertas bases donde apoyar una formulación de talnaturaleza.

En los epígrafes anteriores se han abordado distintos aspectos que considerábamos imprescindibles parallegar a la situación en que nos encontramos; bueno es por tanto que obtengamos las con­clusionesoportunas, y lo que es importante también, que acerte­mos a expresarlo. De ahí que si asumimos elprincipio de no repetir argumentos ya formulados, convendrán con nosotros en que no resulta fácilsistematizar un panorama tan complejo como el que nos ocupa.

En páginas precedentes, partiendo de la evolución del con­cepto de documentación hemos llegado a laformulación de ésta como disciplina científica que posibilita, potencia y dinamiza las fuentes deinformación para obtener nuevos conocimientos. Hecho que se produce con la irrupción del fenómeno dela infor­mación en el campo documental, de tal suerte que la documenta­ción pasa a ser consideradacomo un proceso de naturaleza fundamentalmente informativa. Como conclusión de todo ello,definíamos la documentación como la ciencia general que tiene por objeto el estudio del procesoinformativo documental, en un plano universal (Documentación General), y en un plano especí­ficoaplicado a una disciplina concreta (Documentación Especializada).

El siguiente paso ha consistido en situar la posición que ocupa el Análisis Documental dentro del

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espectro documentario, con el objeto de crear el apropiado marco de referencia sobre el que asentar unconcepto con el que necesariamente se relaciona. Para ello, era importante señalar cuál es el objetivoúltimo de la docu­mentación, que salvando los oportunos matices, puede quedar establecido así: hacerposible la recuperación y utilización de la información documental por parte del usuario. Objetivo haciael que convergen todos los procedimientos que, bajo una determi­nada organización, conforman elllamado Proceso Documental, dentro del cual, el Análisis Documental ocupa un lugar preferente.

Después de las matizaciones oportunas, la posición de nuestra disciplina dentro del referido procesoquedaba configurada como la primera fase de una actividad analítica transformadora (trata­mientodocumental), cuyo objetivo no es otro que el de acondicionar la información para posibilitar surecuperación. Quedaba claro allí, que si bien el Análisis Documental no podía ser identifi­cadodirectamente con la recuperación documental, éste solo tiene su razón de ser en las posiblesrecuperaciones que se realizan a partir de los instrumentos de búsqueda que él mismo ha creado.

En definitiva, como primera fase de la etapa del Tratamiento Documental, en una primera aproximaciónpodíamos definir el Análisis Documental como «el conjunto de operaciones necesa­rias para extraer lainformación contenida en las fuentes primarias y prepararla para su posterior recuperación y utilización».

Pero evidentemente, esta es una definición derivada del con­texto general en que se inscribe y no de unareflexión teórica pre­via. Por consiguiente, solo podemos tomarla como punto de referencia inicial porcuanto que el protagonismo que alcanza el Análisis Documental dentro de las Ciencias de laDocumentación merece una formulación conceptual mucho más profunda. Y en ese sentido, al igual queocurre con la documentación, los proble­mas terminológicos, las distintas denominaciones, la imprecisaconfiguración de dominios, etc., hacen del Análisis Documental una disciplina difícil de definir,provocando el surgimiento de dis­tintas corrientes de opinión.

Y en este punto precisamente, recogíamos la opinión de Fon­din[78] cuando señala que el AnálisisDocumental presenta un carácter de anarquía extremo, entre otras razones porque se con­funden en élmuchas cosas, fundamentalmente en su campo termi­nológico y en el ámbito de su estructura interna. Enconsecuencia, únicamente después del conocimiento de sus bases terminológicas y conceptuales ydespués del establecimiento de su estructura interna, estaremos en condiciones de poder definir de formapre­cisa su concepto. En última instancia, ello nos permitirá configu­rar un cuadro en el que cada uno delos elementos constitutivos de esta operación documental puedan ser identificados, individuali­zados yjerarquizados.

Y con ese propósito acometimos el estudio de su concepto, del que hasta ahora hemos formulado lasbases terminológicas y con­ceptuales de los términos que lo conforman: «Análisis» y «Docu­mento». Afalta del establecimiento de su estructura interna, creemos estar en condiciones de realizar lo que hemosdenomi­nado primera Aproximación General al Concepto de Análisis Documental. Concepto quepondremos en relación con aquellos otros conceptos generales de distintos autores, que a nuestroentender, toman como base similares puntos de apoyo. Después, tiempo habrá de matizarlo en función delas conclusiones que obtengamos del estudio de su estructura operativa.

Por consiguiente, en primer lugar, después del estudio terminológio-conceptual de la voz Análisis,parecen dibujarse con cierta claridad dos conclusiones importantes:

1.    Ausencia casi total en los léxicos y vocabularios especiali­zados de una visión terminológica yconceptual integradora sobre la voz Análisis. Salvo raras excepciones (p. e. FID), el Análisis se relaciona

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siempre con el Análisis de Conte­nido, lo que desde nuestro punto de vista restringe notablemente susignificado, aun considerándolo en el contexto documental. Es lógico, que si el Análisis hemos deapli­carlo aquí a algo, ese algo es el documento, siendo evi­dente, como se ha demostrado, que en éste, lainformación que se sustenta no es solo de contenido sino también de identificación formal ybibliográfica. Es preciso por tanto, llegar al establecimiento de un adecuado vocabulario nor­malizadodonde el término Análisis comporte ambos significados.

2.    Por consiguiente, y esta es la segunda consecuencia, antes de llegar a concretar sobre los aspectosdel documento en que incide el Análisis (si formal, de contenido o en ambos), y en función de elloelaborar su definición, creemos sería más conveniente partir de su formulación general para des­puésmatizaría en función de las conclusiones obtenidas del estudio del término «Documento». Es evidentepor tanto, que para esa primera formulación general, la fuente más apropiada para el establecimiento delsignificado del tér­mino Análisis es el Diccionario de la Real Academia, y en ese sentido hemos tomadola segunda de sus acepciones.

 

En segundo lugar, se deducirá fácilmente la oportunidad de haber realizado también el estudioterminológico y conceptual de la voz «Documento» como consideración previa a esta formula­cióngeneral del concepto de Análisis Documental. De dicho estu­dio destacamos las siguientes conclusiones:

1.    La multitud de acepciones que puede soportar este vocablo en función de la óptica desde la cual seanalice. En este sentido, hemos podido constatar la presencia de acepciones tradicionales, generales,abstractas, o bien otras res­tringidas por la materia, por el medio de transmisión, por el contenido o por elcarácter de la información que soporta. Pero aquí, a diferencia de lo que ocurría con el término Análisis,las acepciones generales del Diccionario de la Real Academia no nos son de utilidad, sencillamentepor­que ahora el término documento hemos de entenderlo en un contexto especifico, el de ladocumentación, y porque lógicamente, lo que pretendemos es delimitar el campo general del Análisis aun aspecto, el documental. Delimita­ción que solo puede venir caracterizada por una acepción restringidade las muchas que comporta el término docu­mento, esto es, la acepción u óptica documental.

2.    Y en este sentido, sí son de mayor utilidad las acepciones que el término documento presenta enalgunos dicciona­rios especializados (p. e. Bounocore). Sin embargo, como señalábamos allí, por encimade las distintas corrientes enriquecedoras, nuestra visión del concepto de documento ha de serintegradora y por consiguiente, los elementos básicos que lo conforman (soporte más información) sonindisolubles. Ahora bien, sin perder de vista esta unidad, la consideración del proceso documental comoproceso infor­mativo, nos llevaba a la conclusión de que si tuviésemos que determinar algún elementoconsustancial a la propia naturaleza del documento, ese sería sin duda la «informa­ción», que no es sino«información documental» según las apreciaciones de Desantes y López Yepes[79].

 

Sin duda, las consecuencias que de ello se derivan son real­mente enriquecedoras para determinarnuestro Concepto General de Análisis Documental. El documento, como información diná­mica que es,genera nuevos procesos informativos posibilitando la obtención de nuevos conocimientos; es decir, en laperspectiva documental, el documento no adquiere su auténtica dimensión en tanto no comporta unaprovechamiento de su contenido por parte del usuario. Ahora bien, el documento, aún siendoinformación potencialmente transmitible y aprovechable, precisa de la inter­vención de los oportunos

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recursos para que tal potencialidad se convierta en posibilidades reales. Entorno a ese fin se sitúa yorga­niza todo el proceso documental en el que la operación del Análi­sis Documental juega un papelimportante.

En definitiva, con el objeto de establecer un campo teórico general y unificado, y tomando como base laspremisas y conclu­siones anteriormente expuestas y derivadas de: 1) la necesidad de establecer unConcepto General de Análisis Documental prescin­diendo momentáneamente de considerar su estructurainterna; 2) la consideración, como punto de partida, del Análisis Documental en el contexto de la prácticadocumental; 3) la situación que el Análisis Documental ocupa en el Proceso Documental globali­zado yentendido como proceso informativo; 4) del estudio termi­nológico y conceptual de las voces «Análisis»y «Documento»; podemos definir el Análisis Documental como «aquella opera­ción del procesodocumental que tras un reconocimiento o estu­dio intelectual y objetivo del documento, transforma lainformación en éste contenida, ofreciéndola en productos que hacen posible su adecuada identificación,selección, recupera­ción y utilización por parte del usuario interesado, dentro de un conjuntodocumental más amplio.

Es indudable sin embargo, que el intento de recoger en una definición todos los aspectos que se venimplicados en nuestra dis­ciplina resulta prácticamente imposible. Por consiguiente, nuestra definición,aún desde la perspectiva globalizadora con que está formulada, no debe tomarse como un acotamientosino como una aportación más al enriquecimiento teórico del Análisis Documen­tal. Un estudiocomparativo con otros posicionamientos generales puede resultar, en este sentido, realmente provechoso.

 

2.4. Comparación con otros conceptos generales de Análisis Documental

 

En Chaumier, cuyo posicionamiento con respecto a la situa­ción del Análisis en el proceso documentalya conocemos, la defi­nición de Análisis Documental se acerca bastante a la nuestra cuando señala que elAnálisis Documental «es una operación o conjunto de operaciones tendentes a representar el contenidode un documento bajo una forma diferente de su estado original, con el fin de facilitar la consulta o lalocalización en un estadio posterior»[80].

Partiendo de la base de que los documentos en su estado natu­ral no pueden ser registrados en lossistemas documentales, éste autor concibe acertadamente el Análisis como un medio que faci­lita laconsulta y el control. En su definición además, si bien está presente la importante acción transformadoradel Análisis, se sos­laya un tanto la selección y utilización; aspectos que en nuestra consideraciónadquieren una importancia fundamental por cuanto que el Análisis Documental debe procurar, no solo elconoci­miento de la existencia de un documento, sino también la capaci­dad material de seleccionar deentre un conjunto de documentos los de mayor interés, y de comportar un aprovechamiento.

En Nuria Amat la ambigüedad que advertíamos cuando estu­diábamos su posición con respecto a lasituación del Análisis en el proceso documental, continúa subyacente en sus concepciones del AnálisisDocumental. A tenor de lo que nos ofrece en sendas publicaciones, hemos de considerar que entre una yotra los con­ceptos difieren sustancialmente. En una primera definición, la autora entiende por AnálisisDocumental «al conjunto de opera­ciones que tienden a representar el contenido de un documento deforma distinta a la original»[81]. En una segunda definición señala que el Análisis Documental «consiste

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en extraer de un documento un conjunto de palabras que sirvan para la representación conden­sada delmismo. Esta representación puede ser utilizada para identificar el documento, para procurar los puntos deacceso en la búsqueda, para indicar su contenido y por último, para servir de sustituto deldocumento»[82].

Aunque está presente la idea transformadora y el carácter de representación que adquiere el documentosecundario, es evidente la parcialidad de ambas definiciones. En la primera de ellas, la autora pareceapoyarse únicamente en los resultados del Análisis para formular su concepto, confundiendo, desdenuestro punto de vista, lo que es el producto del Análisis Documental con el fin que persigue, pues enrealidad, como ya sabemos, tanto la acción analítica como los documentos secundarios que de elladerivan, no son sino un medio para conseguir un fin: el control y la recupera­ción de los documentos.

En la segunda definición, el carácter restringido es más evi­dente pues parece referirse únicamente alanálisis de contenido, aunque después, en la explicación, recoge todas las operaciones del AnálisisDocumental. Adviértase sin embargo, que esta defi­nición no es sino una reproducción exacta de laconceptualización Vikeryana del Análisis Documental[83], en donde están muy pre­sente lasposibilidades de recuperación. En cualquier caso, hay que destacar en esta definición el hecho de admitirel carácter sus­titutorio que pueden tener ciertos productos del análisis.

En Courrier, la definición de Análisis Documental adquiere una amplia dimensión, situándolo como laoperación esencial en el proceso de circulación de la información que permite «extraer los elementosesenciales de un documento para expresarlos bajo una forma más eficaz que posibilita larecuperación»[84]. En este autor además, está muy presente la objetividad como caracterís­tica que ha decumplir el analista y que debe quedar reflejada en los productos del análisis.

Visión muy parecida nos la ofrece también López Yepes, quien constata en el proceso documental una«operación intelec­tual que crea las representaciones de los documentos primarios, denominada por unosautores Análisis Documental y procedi­miento analítico-sintético por otros. Estas representaciones hacenposible la transcendencia del documento primario y su posterior aprovechamiento[85]. Hay que destacarde esta definición, la clara influencia Mijailoviana y la propia concepción que López Yepes tiene deldocumento como información aprovechable para la obtención de nuevos conocimientos. El propio LópezYepes recoge la definición de Van der Brugghen, para quien el Análisis «sirve para identificar undocumento y su contenido a fin de facili­tar la investigación de la información publicada»[86].

Ciertamente, la formulación de Brugghen presenta un carácter muy ambiguo, tanto en la utilidad queatribuye el Análisis Docu­mental como a su objetivo. Por otra parte, delimita el campo a los documentospublicados, cuando en realidad el objeto del Análisis es el documento en su más amplia acepción,siempre y cuando comporte una información aprovechable.

Para Gardin, el enfoque conceptual del Análisis Documen­tal adquiere una perspectivafundamentalmente lingüístico documentaria, definiéndolo en función de los métodos lingüísticos queadopta esta operación documental: por una parte, el método de indización tradicional como una lista detérminos extraídos del texto y posteriormente ordenados; y por otra, el método de inter­pretación de losconceptos que después son representados en un nivel documental más complejo. Tanto uno como otro,según Gar­din, lo que pretenden es «extraer el significado de los documentos escritos»[87]. Y así escomo entiende este autor el Análisis Docu­mental, prescindiendo de manera absoluta de cualquieralusión a los aspectos formales del documento y restringiendo éste a la única categoría de los escritos.

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Sin embargo, en otro de sus trabajos Gardin amplía el especto del Análisis a «toda operación o grupo deoperaciones que persi­guen la representación de un documento dado bajo una forma dife­rente de laoriginal, sea traduciéndolo, resumiéndolo, indizándolo, etc..., para facilitar la consulta o recuperación porlos especialis­tas interesados»[88]. Definición que sin duda está mucho más en la línea que venimosdefendiendo, incorporando como objeto cual­quier tipo de documento y presentando la recuperacióncomo uno de los fines del Análisis Documental.

En definitiva, no sería ocioso continuar ofreciendo aquí postu­ras enriquecedoras, pero sí haríainterminable el presente epí­grafe. Por consiguiente, para finalizar quisiéramos hacer referencia a lasaportaciones de Coyaud, Couture y García Gutiérrez.

En el primero, cuya definición podemos considerar globaliza­dora, nos interesa resaltar su apreciaciónsobre el almacena­miento de la información en las memorias documentales. Según Coyaud, comoproductos que son del Análisis, constituyen el medio que hace posible el registro de los documentos enlos sistemas documentales, registro que no sería viable a partir de los documentos en su estado primarioen razón a su extensión y complejidad[89].

En Couture sin embargo, la idea más notable es el rasgo selec­tivo que introduce el Análisis al posibilitarla capacidad de valorar la utilidad de la documentación para un fin determinado[90], con lo cual, estáintroduciendo la idea selectiva con la que nosotros nos identificamos plenamente.

Y para cerrar este estudio comparativo haremos alusión a García Gutiérrez por ser quien, de una formaprecisa, establece el oportuno marco teórico del Análisis Documental definiéndolo como «aquella técnicadocumental que permite, mediante una operación intelectual objetiva, la identificación y transformaciónde los documentos en productos que faciliten la consulta de los originales, en aras del control documentaly con el objetivo último de servicio a la comunidad científica[91].

Se observará que para este autor, el Análisis es una técnica de la ciencia documental, con una claraintención de servicio al usua­rio científico y por tanto con una clara vocación social. El carácter objetivoe intelectual de la actividad analítica es también evidente; y hemos de entender además, que el término«consulta» está utili­zado aquí en un sentido amplio; englobando los fines de selección, recuperación yutilización de la información original. Ahora bien, no entendemos con exactitud la utilización que haceGarcía Gutiérrez de los términos identificación y transformación.

En primer lugar porque la acción o actividad analítica (opera­ción intelectual y objetiva) no es por símisma la que permite la identificación de los documentos, sino los productos que resultan de talactividad. En segundo lugar, porque la identificación, y así entendemos que está utilizando el término, noes un paso previo o consustancial a la transformación, sino más bien una posibilidad más que nosfacilitan los productos que se derivan de tal transfor­mación. Por consiguiente, en nuestra posición, laidentificación es un provecho más de los muchos que ofrece el Análisis Documen­tal al usuario.Identificación que se efectúa a partir de los produc­tos derivados de la vertiente formal del análisis,permitiendo al usuario diferenciar un documento de otro por sus señas de identifi­cación bibliográfica.

 

3. HACIA UN CONCEPTO INTEGRADOR DE ANÁLISIS DOCUMENTAL

 

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Cuando en páginas precedentes recogíamos la opinión de Fondin[92] sobre el carácter anárquico quesiempre ha presentado el concepto de Análisis Documental, llegábamos a la conclusión de que paraestablecer con precisión dicho concepto era necesario configurar un cuadro lógico, una estructura, en laque cada uno de los elementos constitutivos de esta operación documental puedan ser identificados,individualizados y jerarquizados. Y con ese propósito iniciábamos nuestro estudio siguiendo dos pasosfundamentales:

1. La investigación y análisis de sus bases terminológicas y conceptuales.

2. El estudio de su estructura interna como operación del Proceso Documental.

 

El primero de ellos, entre otras aportaciones importantes, nos ha conducido a un concepto general queincorpora su significado terminológico y su objeto de estudio, nos define al mismo tiempo su carta denaturaleza, y nos indica sus objetivos. El segundo paso que ahora iniciamos, nos permitirá matizar dichoconcepto, y sobre todo, nos conducirá a una formulación integradora del mismo.

 

3.1. Los Niveles del Análisis Documental: Corrientes

 

Para llegar al establecimiento de la estructura operativa del Análisis Documental, el concepto dedocumento es nuevamente un punto de partida importante. Su ya conocida para nosotros naturalezaconstitutiva (soporte+información o contenido), con los matices que allí establecíamos, determina losniveles en que necesariamente ha de estructurarse su análisis: Nivel Externo y Nivel Interno, esto es,análisis de sus aspectos formales y análisis de sus contenidos. En definitiva, una estructura de lasoperaciones documentales que viene impuesta por el grado de profundidad con que se aplique el análisis,y por las determinadas respuestas que hay que ofrecer a los distintos tipos de demandas formuladas,aun­que siempre, desde un punto de vista integrador e interdepen­diente.

Según estas premisas, convendremos aquí con García Gutié­rrez que para matizar la realidad conceptualdel Análisis Docu­mental, es preciso determinar su tipología y establecer una jerarquización que lainterrelacione. Este autor, con la precisión que le caracteriza, distingue en el análisis dos niveles: el Nivelde Contenido de la Forma y el Nivel de Contenido Documental, ambos en función de las distintasrespuestas que la actividad analítica debe ofrecer a las necesidades científico-informativas; lo quesupone, que el distinto tipo de análisis aplicado, debe responder también a una cierta demanda de lamisma profundidad[93].

Si retomamos la terminología anteriormente utilizada, al Aná­lisis Externo corresponde la descripciónexterior del documento y de los datos de su contenido formal, esto es, aquella información que ledistingue y que sirve de presentación y envoltorio del men­saje documental. Por su parte, el AnálisisInterno se ocupará de ese mensaje, esto es, del contenido documental, identificándolo e informando sobreél.

En definitiva, dos son los grandes niveles en que se estructura el Análisis: el Nivel Externo o Formal y elNivel Interno o de Contenido. Cada uno de ellos con sus operaciones documentales específicas: la

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descripción física y formal en el primer nivel y las descripciones característica y sustancial en elsegundo.

Lógicamente, como ya hemos señalado, la profundidad de análisis que cada una de estas operacionesrequiere y las distintas respuestas documentales que ofrecen, determina necesariamente sus funciones yobjetivos: la descripción formal describe físicamente el documento y recoge sus datos bibliográficos confines de identificación y localización (Descripción Bibliográfica). Las des­cripciones característica ysustancial recogen los datos del men­saje, esto es, el contenido documental, donde además de abarcar losfines antes señalados para la descripción formal, pretenden señalar de que trata el documento, esto es,cual es su contenido temático (Indización), y dar una visión reducida y elaborada del mismo, esto es, quécosa dice el documento analizado (Resumen). El siguiente cuadro operativo nos da una visiónesquemática de la estructura del Análisis Documental con las operaciones que le son características:

 

 

 

 

 

Adviértase, que en la terminología utilizada hemos procurado distinguir entre lo que son las operacionesdel Análisis y lo que son el resultado de dichas operaciones, siguiendo así las recomen­daciones deFondin con respecto a la unificación del vocabulario en el Análisis Documental. Como comprobaremosen páginas sucesivas, un auténtico mar de denominaciones se cierne sobre este particular, donde seintroducen además significados muy variables que, en cualquier caso, no hacen sino añadir dificultades ala necesaria clarificación estructural y terminológica que precisa nuestra disciplina[94].

Pues bien, establecido el adecuado marco teórico de referen­cia en el que nos vamos a mover, analicemos

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ahora las distintas corrientes conceptuales que se han acuñado sobre el Análisis Documental y que tomancomo base la consideración de su orga­nización interna. Ello nos permitirá introducir los maticesoportu­nos, contribuyendo además a reforzar nuestra propia conceptua­lización.

Según lo dicho hasta ahora, es evidente que nuestro posiciona­miento con respecto a la operaciónanalítica se sitúa en una pers­pectiva conceptual globalizadora. Es decir, si partimos de la propianaturaleza constitutiva del documento y consideramos a éste como objeto de análisis, en nuestra fórmula,el Análisis Documental abarca tanto los aspectos externos o formales como los internos o de contenidodocumental. Sin embargo, pese a ser ésta la posición en que se inscriben la mayor parte de los autores, espreciso hacer referencia a aquellas otras fórmulas conceptuales que no comparten nuestra perspectiva porcuanto que, básicamente, identifican el Análisis Documental con el Análisis de Contenido.

Por consiguiente, con el objeto de introducir claridad en nues­tra exposición, creemos convenienteseñalar desde un principio, las dos líneas fundamentales en las que se insertan las distintasconceptualizaciones del Análisis que toman como base de formu­lación su estructura interna. Dichaslíneas, en lo que parece ser ya una terminología suficientemente aceptada, se pueden denominar«corriente integradora» por una parte y «corriente restringida» por otra.

Si comenzamos por los representantes de la corriente restrin­gida, haremos mención en primer lugar aquienes posiblemente adoptan un posicionamiento más claro. Tal es el caso del documentalista francés J.C. Gardin y sus colaboradores Grolier y Levery en su trabajo: la Organisation de la documentationscien­tiflque[95]. Dichos autores, partiendo de las dudas que le plantea la organización de un Centro deDocumentación que debe alcanzar unos objetivos concretos, sitúan en el Resumen y en la Indización lasfases fundamentales del proceso de representación del docu­mento primario, excluyendo de formasistemática cualquier alu­sión al Análisis Formal: por Análisis Documental se «entenderá toda operacióno grupo de operaciones que persiguen la represen­tación de un documento bajo una forma diferente aloriginal, sea traduciendo, resumiéndolo, indizándolo...[96] El propio Gardin reafirma esta postura enotros trabajos cuando señala que el «Análisis Documental es la extracción del significado de losdocumentos escritos»[97]. Es evidente que el autor francés parece referirse siempre a contenidos y no aformas documentales.

Hay en Gardin sin embargo otro aspecto de interés. Cuando establece el orden de realización de lasoperaciones documenta­les, sitúa la descripción temática (Indización) en una fase poste­rior al Resumen,rompiendo así con la clásica jerarquización del Análisis Documental. En realidad, lo que está planteandoeste autor no es sino la realización de la Indización a partir de los productos del Resumen y no a partirdel documento original. Plantea­miento que ha suscrito García Gutiérrez apoyado en las lógicas ventajasque ello comporta.

Señala García Gutiérrez que si admitimos en el «Resumen Científico una unidad de contenido... querecoge la sustancia del documento original, parece obvio que el propio resumen sea, como legítimatransformación sintética, el documento más idóneo para llevar a cabo la indización, la cual dará comoresultado unas palabras claves relevantes y pertinentes al haber sido extraí­das de un contexto sinambigüedades». «El resumen se configu­rará así como la principal fuente de terminología científica,controlada y fiable y pasa a ser uno de los principales beneficia­rios de la puesta en marcha de loslenguajes para el control docu­mental»[98]. Es en definitiva, lo que García Gutiérrez llama consolidacióncontextual del descriptor.

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Dentro de la corriente restringida hemos de situar también a J. Chaumier, para quien el Análisis de lainformación es la opera­ción primordial sin la cual es completamente imposible utilizar dichainformación, añadiendo, que este análisis es un reconoci­miento y una clasificación de los contenidos dela información[99]. Su posicionamiento queda perfectamente claro cuando define el Análisis Documentalcomo «la operación o conjunto de operaciones tendentes a representar el contenido de un documentobajo una forma diferente a la original...»[100]

Para este autor, las dos operaciones fundamentales o los dos tipos de tratamiento diferente que contemplael Análisis Docu­mental en su realización y su objetivo son el Resumen y la Indiza­ción. El Resumencomo el primero y más conocido de los métodos de análisis, cuyo objeto es la representación condensadade la información documental y cuya extensión varía en función del nivel de análisis elegido, de lalongitud del documento y del sis­tema documental utilizado. La indización como el método másutilizado, siendo la expresión más o menos condensada de las características de un documento[101].

Por último, nos interesa destacar de Chaumier la importancia que atribuye al Resumen, estableciendopara el mismo un triple objetivo: directo, indirecto y de subproducto. En el primer caso, el resumen tieneuna difusión inmediata; en el segundo, está desti­nado a la difusión de la información y por otra parte, aservir de documento para la indización con objeto de memorizar la infor­mación. En el último caso, elobjetivo consiste en realizar una indización para la creación del fichero de búsqueda[102].

En la misma línea de identificación del Análisis con la repre­sentación de los contenidos documentales,hemos de situar a los autores de la escuela francesa H. Elisabeth Nett y Maurice Coyaud. Para la primera,el Análisis Documental se define como toda actividad destinada a la investigación y reunión de lasinformaciones contenidas en los documentos; y en un sentido específico del término, por «analyse»entiende a toda presentación resumida y precisa de un documento: un «abstract» en inglés, y un«textreferat» en alemán[103]. El Análisis adquiere aquí un sen­tido mucho más restringido, pues quedaidentificado únicamente con el resumen como producto de la actividad analítica. En Coyaud sinembargo, pese a estar en la misma corriente, el Análi­sis Documental no presenta una formulación tanrestringida, por cuanto que lo define como el conjunto de operaciones tendentes a representar loscontenidos documentales bajo formas distintas a la original a fin de facilitar la consulta y la recuperaciónen un estadio ulterior[104]. Por otra parte, en Coyaud, el Análisis Documental se inscribe siempre en elcontexto de los lenguajes documentales.

En fin, otros tantos autores como L. Bardin, R. Muchelli[105] o S. Waller pueden considerarse comorepresentativos de esta corriente restringida. Y para terminar hagamos alusión solamente a la opinión deSuzzann Waller por inscribirse en el seno de una institución tan importante como la Asociación Francesade Docu­mentalistas y Bibliotecarios Especializados.

Para esta autora, el Análisis Documental es ante todo una explotación de los contenidos documentales.Al recoger la defini­ción de M. Beauchet: «el análisis es la operación que consiste en extraer de undocumento sus elementos característicos... es tam­bién el producto obtenido al término de esta operaciónpresentado bajo una forma más o menos elaborada», Waller considera que la operación análisis se puededescomponer así: 1) la extracción de los elementos característicos; 2) la presentación de estos elemen­toscaracterísticos que puede revestir dos formas: la condensación del texto y la indización[106]. Si evidentees en ambos autores la identificación del análisis con la explotación de los contenidos, no menos evidentees la imprecisión terminológica por cuanto que confunden la operación con los productos resultantes de

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ella.

Mucho más numerosas son sin embargo, las posturas que podríamos considerar partícipes de ladenominada corriente inte­gradora, o lo que es lo mismo, de la concepción tradicional del AnálisisDocumental. Es ineludible citar aquí a Van der Brugg­hem, Couture de Troismonts, Weimberg, a laEscuela Soviética con Mijaikov a la cabeza, a B. C. Vickery, H. Fondin, Guichat y Menou, a los teóricosespañoles J. López Yepes, Nuria Amat, A.L. García Gutiérrez, R. Coll-Vinent; y a otros como Levery oCourrier, que sin expresar específicamente su vinculación, sí introducen otros matices de interés a teneren cuenta en la configu­ración estructural del análisis.

En Van der Brugghen, aunque la definición de Análisis no está exenta de cierta ambigüedad, cuandorealiza su explicación sí queda perfectamente clara cual es su fórmula: «El análisis sirve para identificarun documento y su contenido a fin de facilitar la búsqueda de la información publicada, comprendiendo:-La Des­cripción Bibliográfica, con la identificación del autor, del titulo de su contribución y deldocumento en el cual dicha contribución se encuentra, -El Resumen de los elementos esenciales presentesen el texto, -La Descripción Característica, donde los elementos esenciales presentes en el documentoson representados por cier­tas palabras descriptivas o un código. Brugghen además hace refe­rencia a lasmemorias documentales y a su organización, y se detiene especialmente en los distintos aspectosnormativos por los que se rigen cada una de las operaciones del análisis documental[107].

Para Couture, el contenido documental, como objeto de explotación que es del análisis, está dotadoigualmente de una doble vertiente, pues considera, que cada documento debe ser analizado en tanto queforma y en tanto que contenido. En este autor, los aspectos formales se vinculan a las características deidentifica­ción externa, abarcando así los elementos catalográficos, mien­tras que la explotación de loscontenidos ha de utilizarse no solo para la recuperación, sino también para la valoracióndocumen­tal[108]. Siguiendo esta línea, y con una terminología propia, Cou­ture incluye dentro delAnálisis las siguientes operaciones: 1) Señalamiento, o rasgos que identifican el documento, incluyendoel ISBN. 2) la Clasificación e Indización, considerando en el mismo contexto los LenguajesDocumentales.

Ciertamente, la formulación de este autor es integradora, y aunque contempla el Resumen de formaindependiente, hemos de entender que lo considera como un producto del análisis, atribu­yéndole uncarácter selectivo, esto es, una capacidad de valoración de la información; aspecto que a nuestro entenderadquiere un significado especial de cara a la ulterior utilización y aprovechamiento de dicha información.

Para la Escuela Soviética, la configuración interna del análisis parece estar más clara y perfectamentedelimitada, aunque tam­bién, en la tónica que venimos observando, la denominación ter­minológicaadquiere características propias. En Mijailov y sus colaboradores, como ya sabemos, el análisis es un«procesa­miento analítico-sintético, consistente en presentar cada docu­mento o determinado grupo deellos en forma que responda al máximo a las distintas tareas de la actividad científico informativa»[109].Como se observará, en la Escuela Soviética está siempre presente el sentido de utilidad y servicio de lastécnicas documentales hacia la comunidad científica.

Según los autores soviéticos, los distintos tipos de procesa­miento analitico-sintético son: 1) el asientobibliográfico de los documentos; 2) su clasificación (indización); 3) la anotación y extractación (resumenanalítico) y confección de reseñas. A cada tipo de procesamiento le corresponde determinada proporciónentre el análisis y la síntesis[110].

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En este sentido, continúan señalando, en primer término surge la necesidad de denominar losdocumentos, hacer referencia a ellos, identificarlos y confeccionar listas o relaciones de los mis­mos.Con ese fin se utiliza el asiento bibliográfico, que contiene el conjunto necesario y suficiente de datospara determinar el carác­ter del documento. Por su parte, la clasificación sirve para indicar el contenidode un documento científico, incluyéndolo en cierta clase o rama del conocimiento. Si el proceso declasificación incluye la adjudicación de índices, recibe el nombre de indización. Por último, el asientobibliográfico y el índice no dan a conocer con suficiente amplitud el contenido del documento, por lo quees necesario ejecutar la anotación y la extractación.

Ambas operaciones, de la vertiente interna del análisis, adquieren en la óptica de los autores soviéticosmatices de distinta consideración. Mientras que la anotación consiste en la confec­ción de informacionesbreves que caracterizan un contenido docu­mental pudiendo evaluar su utilidad para cierta categoría deusuarios; la extractación es ante todo una exposición breve del contenido de un documento, indicando elcarácter del mismo, los métodos de investigación y sus resultados, y la fecha y lugar en que se llevó acabo la investigación. En definitiva, lo que en térmi­nos genéricos entendemos por ResumenAnalítico[111].

Es evidente la claridad estructural y jerárquica de la aporta­ción Mijailoviana. Claridad que queda aúnmás patente cuando analizan la historia, la teoría, los métodos y las características de cada una de lasfases del Análisis Documental.

Sin descartar alusiones posteriores a otros tantos aspectos de interés que aportan, nos interesa resaltaraquí los principios fun­damentales que otorgan al Asiento Bibliográfico y que vienen a reforzar nuestraposición dentro de la corriente integradora. Según estos autores, el Asiento Bibliográfico: 1) debe reflejarcon pleni­tud y de manera exacta el contenido y la forma del documento; 2) el asiento de un documentodebe asegurar la identificación rápida e inequívoca (establecer la identidad) de cada una de sus ediciones;3) los distintos asientos de un mismo documento deben conte­ner obligatoriamente todos los elementosfundamentales. Aspectos todos ellos que caen bajo e¡ dominio de las técnicas catalográficas debidamentenormalizadas.

En la concepción Vickeriana, sin quedar tan escrupulosa­mente detallada la organización interna delAnálisis, si nos aporta por el contrario otros matices de capital importancia para la for­mulación teórica ymetodológica de las operaciones analíticas. Para Vickery, el Análisis Documental es fundamentalmentederi­var de un documento un conjunto de palabras que sirven para su representación condensada.Representación que puede ser utili­zada para identificarlo, para procurar sus puntos de acceso, paraindicar su contenido, y para servirle de sustituto. El análisis de la información, continúa diciendo, es unaactividad que cubre las tradicionales técnicas bibliotecarias, tales como la Catalogación, la Indización, laClasificación y el Análisis (Abstracting), así como las experimentales técnicas modernasautomatizadas[112].

Por otra parte, lo que si parece adquirir una importancia capi­tal en la formulación de Vickery es lanormalización de las opera­ciones documentales. Señala este autor, que frente al alto grado denormalización que ha alcanzado el análisis formal, la descripción característica esta aún lejos deconseguir cotas de normalización satisfactorias; sobre todo, por los múltiples problemas con los que seenfrenta el análisis interno. De entre ellos, destaca Vickery el derivado de la distinta expresión quediferentes autores pueden hacer de un mismo tema; incluso por él mismo en momentos dife­rentes[113].Cuestión que podríamos trasladar también al campo de los analistas en el momento de la representación

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de los contenidos.

En realidad, lo que está planteando Vickery es la necesidad y justificación de la figura de un profesionaldocumentalista capaci­tado, que en opinión de otros muchos autores, debería ser además especialista enla materia que analiza. Pero hoy, indudablemente, y esto es opinión generalizada que nosotroscompartimos[114], es preciso trasladar la función inicial del control documental a los propios autores delos trabajos científicos, fundamentalmente, por las ventajas que ello comporta de cara a la eficacia yagilidad en el tratamiento de la información. Se trata sencillamente de normali­zar la información en elmomento mismo de su producción. Como señala López Yepes, la concienciación entre los investigadorespara colaborar como analistas en la difusión de sus propias ideas, debería ser planteada en los mismoscentros universitarios como disciplina académica[115].

Dentro de las distintas aportaciones que venimos conside­rando como representativas de la corrienteintegradora, si tuviése­mos que destacar alguna si no como definitiva, sí concluyente, esa sería sin dudala de H. Fondin. Este autor, en su ya clásico trabajo La structure et le vocabulaire de l'analysedocumentaire, par­tiendo de la caótica situación teórica que presenta el Análisis Documental en cuanto ala formulación de su estructura y denominación terminológica, establece la necesidad de configurar uncuadro lógico en el que cada uno de los elementos constitutivos del Análisis Documental quedenperfectamente identificados, individualizados y jerarquizados.

Para ello, considera necesario el establecimiento de una triple división funcional que permita distinguirentre lo que es la opera­ción, lo que es el resultado de esa operación y lo que es el producto documentalque se obtiene[116].

Partiendo de estas premisas de unificación normativa, Fondin elabora la siguiente clasificación jerárquicade las operaciones del Análisis Documental: 1) Descripción Bibliográfica ó Signale­ment, que la definecomo la recogida de todos los elementos apa­rentes y convencionales que hacen posible la identificaciónprecisa y formal de cada documento, siguiendo las normas esta­blecidas. El producto resultante es lanoticia signalética (signaléti­que) que engloba los diferentes productos realizados por el catalogador.Productos que no presentan problemas de denomina­ción terminológica dado el consenso internacionalexistente. 2) El Análisis de Contenido, definido como aquella operación que per­mite derivar el tema yextraer los elementos o características que representan lo más fielmente las diferentes nociones oconceptos contenidos en un documento. Este Análisis puede adoptar diver­sos modos o tipos: laIndización, la Reducción o Condensación; la Extracción, la Clasificación y el Análisis de Citas[117].

Para Fondin, en este segundo nivel del análisis es donde real­mente se producen los problemasterminológicos. No es de extra­ñar por ejemplo, que cuando se refiere a la Reducción señala que eltérmino francés «analyse» se presta a confusión, dejándolo para la denominación genérica de AnalyseDocumentaire, mientras que para referirse a lo que es la representación abreviada de un contenidodocumental, esto es, nuestro Resumen, prefiere utilizar el término Reduction o Condensation.Indudablemente, en opi­nión de Fondin es el Análisis de Contenido el que presenta una mayorcomplejidad en la normalización de su vocabulario y en la definición de sus operaciones.

En definitiva, toda una estructura clarificadora que hace justi­cia a los propósitos que persigue suartículo, reflejados en el subtí­tulo del mismo: contribution pour une mise au point  contribu­ción para unenfoque, para un posicionamiento o para una puesta a punto si traducimos literalmente. Creemosconveniente recoger aquí el organigrama operativo que nos ofrece Fondin por cuanto que ha contribuido

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notablemente a unificar criterios en posteriores formulaciones teóricas que se han realizado sobre elAnálisis Documental: (véase Figura n.º 4).

Otro autor de gran interés en la conceptualización de nuestra disciplina es indudablemente Ives Courrier.Para este autor, a diferencia de Fondin, la cuestión fundamental con la que se enfrenta el Análisis vienedeterminada por los problemas que plantea su realización; de ahí que toda su construcción teórica estémontada sobre la base de los lenguajes documentales como sis­tema más eficaz para hacer frente a lasdificultades de orden docu­mental y lingüístico que encierra el Análisis.

Para Courrier, que suscribe la concepción integradora Vicher­yana, el análisis de contenido es laoperación de mayor dificultad por ser de naturaleza fundamentalmente intelectual, lo que implica laimposibilidad de su unificación operativa. Considera que las normas y reglas metodológicas existentespara su realiza­ción, no son suficientes para conseguir dicha unificación, siendo precisamente aquí dondelos lenguajes documentales juegan su función, mejorando en lo posible la calidad del análisis[118].

Por último, para cerrar este estudio conceptual de los niveles del análisis nos vamos a referir a losteóricos españoles, todos incluidos en la denominada corriente integradora. De entre ellos, menciónespecial nos merece el profesor López Yepes, quien tras recoger las definiciones de Van der Brugghen yde Mijailov, llega a considerar que el Análisis Documental gira en torno a dos polos: 1) el análisis físicoo formal de los documentos primarios (Catalogación o Descripción Bibliográfica); 2) el análisis decontenido de los mismos para su posterior localización (Clasificación o des­cripción característica) ypara su conocimiento en profundidad (Resumen o formas similares). En la línea marcada por Fondin,López Yepes distingue con claridad lo que son las operaciones del análisis y lo que son sus productos:documentos secundarios en forma de catálogo, ficheros, bibliografías, resúmenes, anotaciones,repertorios, etc.[119]

 

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Posteriormente pasa a caracterizar las distintas operaciones del Análisis dibujando con claridad suestructura interna. Utiliza el término Catalogación para designar a la operación que describe eldocumento con la finalidad de su identificación física, la cual se rige por una serie de normasconvencionales, establecidas bien por países bien internacionalmente aceptadas. Dentro del análisis decontenido incluye la Descripción Característica de los documentos y el Resumen. La primera de estasoperaciones tiene como objetivo una mejor localización de los documentos, basán­dose en la utilizaciónde lenguajes naturales o de lenguajes de des­criptores previamente establecidos. La segunda, señalaLópez Yepes en clara influencia Mijailoviana, se configura como el vehí­culo más idóneo de la actividadcientífico informativa, siendo, en el contexto del análisis documental, el primer y más importanteinstrumento de trabajo[120].

Hay que destacar en este autor la denominación de Cataloga­ción para el análisis formal, término quecomo hemos visto, es escasamente utilizado por los teóricos pero que sin embargo, como veremos másadelante, es fundamental para distinguir lo que es Descripción Bibliográfica y lo que es la Asignación delos Pun­tos de Acceso a dicha descripción.

En la línea Yepesiana podemos considerar también a Nuria Amat, otro de nuestros autores que se haocupado con cierta profundidad de la formulación teórica del Análisis Documental. Para Amat, desde laperspectiva difusora que le caracteriza, el análisis se configura internamente en base a cuatrooperaciones: 1) la Des­cripción Bibliográfica como conjunto de procedimientos físicos y formales que

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comprenden la identificación de referencias, la orde­nación y el registro del documento; 2) laCatalogación, como la representación normalizada de los datos documentales para la localización físicade los documentos ordenados en forma de catá­logo según los criterios alfabéticos de autores, títulos ymaterias, sistemático y de características; 3) la Indización, consistente en extraer los conceptos del textoy expresarlos con la ayuda de un lenguaje retenido; 4) el Resumen, como la representación resu­mida delcontenido de un documento mediante técnicas de indiza­ción y análisis[121].

Ciertamente, la configuración estructural queda perfectamente clara en la fórmula de Nuria Amat,aunque pensamos no introduce los matices adecuados para poder distinguir con clari­dad donde terminael análisis formal y donde empieza el análisis de contenido. De hecho, cuando define posteriormente elcon­cepto de catalogación como la «operación consistente en descri­bir un documento en sus partesesenciales para identificarlo en su contenido y colocación dentro de una colección determinada»[122],parece vincularla al nivel interno de identificación temática y no a la descripción formal. Sin embargo, síintroduce dos aspectos que, desde nuestro punto de vista, tienen interés en el contexto de la catalogacióntales como la ordenación y colocación de los asien­tos bibliográficos.

En fin, muchos han sido los planteamientos conceptuales expuestos y muchas también las interrogantesplanteadas. Podría­mos seguir citando a otros autores, pero en realidad, lo que nos Interesa es intentarclarificar una situación tan compleja como la expuesta y presentar nuestras propias conclusiones, lo cual,no es tarea fácil pero sí obligada. Para ello, contamos sin embargo con las aportaciones de GarcíaGutiérrez, quien posiblemente ha sido el que con mayor rigor ha sistematizado este sinfín de confusionesterminológicas y estructurales a partir de lo que podemos denomi­nar su teoría de los Niveles delAnálisis:

García Gutiérrez, desde un punto de vista integrador y par­tiendo de la realidad constitutiva deldocumento, determina que el análisis ha de desgranarse en dos niveles: el análisis del contenido de laforma y el análisis del contenido documental El primero de ellos es el Análisis Externo, ocupándose de ladescripción de los elementos externos del documento y de los correspondientes a sus característicasformales como soporte; esto es, todos aquellos datos que le distinguen típicamente de los demás comoelementos de identidad. Es lo que denomina Descripción Física del docu­mento, cuyo producto es elAsiento Bibliográfico. El segundo es el Análisis Interno, ocupándose del mensaje que soporta eldocu­mento con el objeto de identificarlo e informar sobre él. Este segundo nivel comprende dos fases: laDescripción Característica, esto es, la Indización, tanto por métodos tradicionales como automatizados ycuyos productos son los índices y los indizados; y la Descripción Sustancial, esto es, la Operación deResumir, cuyo producto tradicional es el Resumen[123].

Posteriormente, el citado autor se ocupa de caracterizar y matizar cada una de estas operacionesdocumentales y su producto, con el objeto de situar el adecuado marco teórico y termi­nológico que a sujuicio precisa la estructura interna del Análisis Documental. Nosotros, de momento, no vamos a insistiren ello porque necesariamente tendremos que volver a referirlo cuando intentemos dar nuestro conceptointegrador de Análisis Documen­tal. Ahora, como paso previo, hemos de ocuparnos brevemente de otrosaspectos relacionados con nuestra disciplina y que afectan por tanto a su formulación teórica. Nosestamos refiriendo a la NORMALIZACIÓN y al papel de los LENGUAJES DOCUMENTALES en elcontexto del Análisis Documental.

 

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3.2. Normalización y Análisis Documental

 

Es evidente que el enunciado del presente epígrafe se podría haber formulado de muy distintas maneras:la normalización documental, la normalización y su incidencia en el Análisis Docu­mental, lanormalización de las operaciones del Análisis, la nor­malización de las técnicas bibliotecarias ydocumentales, etc. Sin embargo, entiéndase, no pretendemos establecer una nueva esci­siónterminológica, sino sencillamente, recoger bajo un epígrafe los contenidos y fines que se persiguen:formular el marco teórico general de la normalización y aplicarlo a una parcela concreta del ámbitodocumental, el Análisis y Recuperación; porque adviér­tase, la actividad normativa, intenta cubrir hoytodo el proceso documental en sus distintas etapas: 1) Normalización de la Selec­ción Documental. 2)Normalización del Tratamiento Documen­tal. 3) Normalización de la Difusión Documental.

Lógicamente, no intentaremos analizar aquí con profundidad el concepto de normalización y suevolución histórica, tampoco abordar otros tantos aspectos de interés que nos depara el hechonormativo[124]. Más bien, nuestra intención es establecer sus prin­cipios y objetivos básicos paraaplicarlos al contexto de las opera­ciones del Análisis Documental, marcando con claridad, los efectosbeneficiosos que se derivan de la unificación en las técni­cas y procedimientos que han de regular laejecución del trata­miento documental.

Para ello, hemos de partir necesariamente de la extensión mundial y globalizadora del fenómenoinformativo y documental. Como señala García Gutiérrez, los documentos son bienes colec­tivos de lahumanidad al haberse internacionalizado el interés por ellos en el mismo o en un entorno distinto en quese producen. En el propio ámbito de la actividad científica, no se concibe hoy el Investigador de formaaislada sino en un contexto supranacional, porque los conocimientos científicos afortunadamente,desbordan las propias barreras nacionales[125].

En este sentido, los países que más tarden en desarrollar sus sistemas nacionales de información estaránsiempre bajo el dictado intelectual, social y económico de los más desarrollados, redu­ciendo susiniciativas a una asimilación consumista de la informa­ción científica y técnica. De ahí que cualquiersistema que pretenda organizar documentación en un contexto internacionali­zado no logrará alcanzarsus objetivos, si no utiliza unos instru­mentos de control que faciliten y unifiquen el análisis yrecupera­ción de la información documental, con el fin último de asegurar una adecuada receptibilidad yuna eficaz transferencia.

Justificada pues la actividad normativa ¿qué entendemos por normalización? Del concepto denormalización se han ocupado autores como González de Guzmán[126], Sanders[127], Sutter[128],Côte[129], Tashí[130], etc., y organismos normativos nacionales e internacionales como la AFNOR, laISO, la UNESCO-UNISIST, etc. Recogiendo aquí las definiciones más significativas, para Sanders «lanormalización es la forma de aplicar y establecer reglas con el fin de poner en orden un campo deactividad determinado con el interés y concurso de todos los sectores implicados». Para La Ferte y Sutter,la normalización es «todo aquel dato referencial, resultante de un trabajo fundamentalmente colectivo,razonado, con el fin de servir de base de entendimiento para la resolución de problemas repetitivos».

En consecuencia, haciendo un esfuerzo de abstracción pode­mos concluir: 1) la norma surge ante lanecesidad de solucionar un problema común repetitivo; 2) la norma establece el procedi­miento deactuación para su resolución, o mejor dicho, unifica tal resolución; 3) la norma es resultado de un

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consenso colectivo.

Sería ocioso entrar aquí en las características de fiabilidad e internacionalidad, o en los objetivos desimplificación, tolerancia, seguridad, economía de gastos, interés colectivo, etc., que debe cumplir todanorma. En realidad, lo que nos interesa es trasladar su concepto general al campo de la documentación. Yen este sen­tido, el papel de la normalización en relación con los documentos es, según la AFNOR,establecer reglas que aseguren la intercone­xión de sistemas y faciliten el tratamiento y la transferenciade la información. Estas reglas, conciernen tanto a las operaciones inte­lectuales como a los instrumentosdocumentales o al material. Se distinguen así según su función en la cadena documental: normas relativasa la identificación de documentos, y por último, normas que tratan del establecimiento de índices,catálogos; codificación, disposición de datos, etc.[131]

En definitiva, la esencia de la normalización documental puede quedar establecida así: organizaciónracional de los conoci­mientos y sus soportes, y el tratamiento y dinamización del con­junto acumuladode ellos para asegurar un eficaz intercambio y transferencia de la información. Y esa es también lafilosofía que anima el Programa General de Información y UNISIST de la UNESCO con el objeto dehacer posible el intercambio de informa­ción dentro y entre países. Filosofía que ha sido expresada enmul­titud de ocasiones por medio de informes y declaraciones Institucionales de la referida organizacióninternacional[132].

Si la aplicamos ahora al contexto especifico que nos ocupa, la Normalización del TratamientoDocumental se configura como la actividad reguladora más técnica relacionada con las tareastípi­camente documentales, presentando dos frentes de actuación: 1) por una parte la normalización delas operaciones del Análisis:

Descripción Bibliográfica, Indización, Resumen, Traducción y en general los instrumentos de eficaciarepresentados por los Lenguajes Documentales; 2) por otra, la normalización de la Recupe­racióndocumental, referida a la regulación de las estrategias de búsqueda de información con la obligadaintervención de sus lenguajes.

Como sabemos, ambos frentes del tratamiento documental son indisolubles, uno en función del otro y enconstante relación operativa merced a los lenguajes documentales, auténticas herra­mientas normalizadasy de auténtico efecto normativo cuando se aplican. Por consiguiente, así entendidas las técnicas deanálisis y recuperación de la información, la eficiencia de sus resultados estará en función,necesariamente, del grado de normalización y exactitud normativa con que se apliquen. Precisamente, aese grado de normalización nos vamos a referir a continuación, esto es, a la situación de regulaciónnormativa en que se encuentran actualmente las operaciones del Análisis Documental.

Podemos señalar de entrada, que los dos Niveles del Análisis presentan un muy distinto grado deincidencia normativa. Mien­tras que en el Nivel Externo, esto es, el Análisis Formal, por su carácter deoperación mecánica, la regulación normativa está prácticamente resuelta a nivel internacional; en elNivel Interno, esto es, el Análisis de Contenido, por la naturaleza intelectual de sus operaciones, laregulación normativa presenta aún grandes lagunas difícilmente superables. Señala García Gutiérrez queen el momento que las técnicas de descripción de contenidos puedan ser unificadas y normalizadas, losinvestigadores habrán dado, seguramente, el mayor avance que haya visto la historia en materia decontrol y acceso a la documentación de la ciencia[133].

Como terminamos de señalar, la descripción formal de los documentos está resuelta mediante la

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normalización internacional. Obviamente, no es el momento de entrar en la evolución his­tórica que haconducido a la situación actual, pero si es preciso señalar antes de abordar sus connotaciones teóricas,cuáles han sido los hitos más importantes.

Las normativas existentes para la redacción de referencias bibliográficas son realmente numerosas ydictadas tanto por orga­nismos nacionales como internacionales. Baste señalar aquí por ejemplo laNORMA ISO 690-1987, las Anglo-American Cataloguing Rules (AACR), cuya primera edición apareceen 1967 para satisfacer las necesidades catalográficas de los países anglosajones (E.U., Reino Unido,Canadá), las reglas de citas bibliográfi­cas elaboradas por la The Modern Language Association ofAmerica (MLA), el Manual UN ISIST de referencias para descripciones bibliográficas legibles pormáquina, o la propia evolución de la normativa española, reflejada en las distintas ediciones (1902, 1941,1964, 1970, 1978) de nuestras Instrucciones para la Redacción del Catálogo Alfabético de Autores yObras Anóni­mas de las Bibliotecas Públicas del Estado[134].

Sin embargo, si tuviésemos que dar alguna fecha para situar el inicio de un auténtico movimientointernacional de unificación de criterios, habría que remontarse a 1961*, año en que se desarrolló enParís la CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE PRINCIPIOS DE CATALOGACIÓN. LaConferencia de París supone, entre otras cosas, la toma de conciencia real sobre la necesidad de un eficazintercambio bibliográfico Internacional[135]. En ella se limaron las contradicciones causadas por losmétodos americanos (uso abu­sivo de los encabezamientos de autores corporativos), y prusianos(aferrados al tradicional asentamiento de titulo). La presencia española en esta conferencia supuso lanecesidad de reformar las Instrucciones de 1941, apareciendo una ed. revisada en 1964.

Pero el paso definitivo en la normalización de la Descripción Bibliográfica se va a dar en 1969, año enque tiene lugar en Copenhague la REUNIÓN INTERNACIONAL DE EXPERTOS ENCATALOGACIÓN. En ella, además de asumirse la filosofía y las recomendaciones de París, se estudiapor primera vez la posibili­dad de establecer unas normas para la descripción que fuesen aceptadas portodos los países, con el fin de unificar los Asientos Bibliográficos y facilitar su intercambio ymecanización. Para ello, se formó un grupo de trabajo encargado de redactar un borra­dor de las referidasnormas, siendo el resultado la aparición de la edición preliminar de la International StandardBibliographic Description = Descripción Bibliográfica Internacional Normali­zada (ISBD); con la queempieza la definitiva, pero accidentada historia, de la normalización internacional de la DescripciónBibliográfica.

Posteriormente, se han producido muchas reuniones, iniciati­vas e impulsos internacionales[136]; peroen definitiva, a partir del año 1974 han ido apareciendo las distintas ISBDs que regulan la elaboración delos asientos de los distintos materiales, y en cuyo proceso, la IFLA (International Federation of LibraryAssocia­tion and Institution), con sus distintos comités, la UNESCO y sus comisiones técnicas, y lasupervisión de la ISO, han jugado un papel fundamental.

Indudablemente, el Control Bibliográfico Universal de la producción científica se ha ido completandocon otras tantas normati­vas ya implantadas, entre las que cabe destacar el sistema ISBN, el IS SN, y elISDS[137]; así como otros proyectos aún en marcha como el CBU (Control Bibliográfico Universal); yla CIP (Cata­logación en Publicación).

Por último, en el contexto informatizado, no podemos dejar de citar aquí la Norma 150 2709-1981:Disposition des don nées sur bande magnétique pour l'échange d'informations bibliographi­ques; punto

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de referencia obligado para el desarrollo específico del Formato Marc (Machine Readable Catalog) encualquiera de sus versiones, como sistema automatizado para el almacena­miento de registrosbibliográficos.

De cualquier forma, la intervención de la Organización Inter­nacional de Normalización (ISO) en todoslos asuntos de ámbito documental, implica, por su propia configuración y funciona­miento interno, que lagestión de las normas internacionales en cada país se haya desplazado a los Organismos Nacionales deNormalización, o a las Direcciones Bibliotecarias y Documenta­les correspondientes. Lógicamente,dichas instituciones naciona­les no hacen sino asumir en su integridad la normativa internacional,respetando en lo posible las propias características y tradición interna.

En España, a través de la Dirección General del Libro y Bibliotecas y a través de otras iniciativas, seestán traduciendo las distintas ISBDs y se están incorporando en un solo compendio normativo losdistintos aspectos que cubren todo el Proceso de Catalogación. Ya contamos con las RCI y II[138], queregulan la descripción de Monografías, Publicaciones Seriadas y Materiales Especiales, la asignación desus Puntos de Acceso y la forma de sus Encabezamientos. En lo sucesivo, la investigación y desarrollodel llamado Control de Autoridades irá dotando al proceso normalizador de la Catalogación, de losinstrumentos auxiliares necesarios para una mayor eficacia en el control bibliográfico.

Son mucho los argumentos que se pueden establecer en defensa de la normalización bibliográficainternacional[139]. Baste señalar aquí sistemáticamente el alcance y objetivos de la norma, establecidospor el propio Comité de Catalogación[140]:

1. La Norma Internacional para la Descripción Bibliográfica especifica los requisitos para la descripcióne identificación de las publicaciones, asigna un orden a los elementos de la descripción y establece unsistema de puntuación. Es evi­dente por tanto, la claridad que introduce en la interpreta­ción de losregistros la utilización de un orden en la distribución de los elementos informativos y el estableci­mientode un código de signos internacionalmente aceptado.

2. Los objetivos fundamentales de esta normalización son: facilitar la comunicación internacional de lainformación bibliográfica; facilitar su interpretación a través de las barreras lingüísticas y facilitar lalectura de la información bibliográfica por sistemas informatizados.

Señalemos por último, que la descripción resultante de la apli­cación normativa no se utiliza de formaaislada, sino formando parte, lógicamente, de un registro más amplio como puede ser un catálogo, unalista o relación de asientos o en cualquier otro con­texto bibliográfico.

Queremos decir con ello, que los elementos de organización y localización de dichos asientos(Encabezamientos), los elementos de clasificación y búsqueda por materias, temas, etc., no forman partede la normativa ISBD. Su regulación está establecida por otros sistemas normativos internacionales (p. e.CDU) o bien por reglas nacionales, aunque la tendencia se proyecta también hacia la normalización totalde los denominados Puntos de Acceso. A estas cuestiones tendremos que referirnos posteriormente conel objeto de distinguir las fases que conforman el Nivel Externo del Análisis Documental, en lo quenosotros denominamos Proceso de Catalogación.

Pero antes de ello, cerremos el presente epígrafe con las opor­tunas reflexiones sobre la normalización dela otra vertiente del Análisis, esto es, el Nivel Interno o Análisis del Contenido.

Es evidente, que el asiento bibliográfico solo permite el acceso individualizado a cada uno de los

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documentos a que se refiere. Frente a él, el análisis interno va a permitir una recuperación colectiva dedocumentos afines que pueden interesar a un poten­cial usuario, aunque en última instancia, paraidentificar formal­mente cada uno de ellos sea preciso recurrir al asiento bibliográfico. Por consiguiente,las causas que motivan la necesi­dad de recuperar colectivamente documentos que se refieren a unamisma materia, son aquellas que motivan la necesidad del análisis interno, o lo que es lo mismo, las quemotivan la necesidad de explotar la riqueza informativa del contenido documental con fines derecuperación colectiva, pertinente y eficaz.

En efecto, el crecimiento progresivo de la información y de los usuarios de ella, está provocando lapreponderancia de la descripción documental por el contenido más que por los datos de identi­ficaciónformal; y para ello, ha sido preciso arbitrar los recursos necesarios. Como señala García Gutiérrez, ladescripción carac­terística de los documentos nace, por lógica, de la extensión cuan­titativa deaquellos[141], a lo que nosotros añadiríamos la utilización cada vez mayor de los intermediarios de lainformación y el uso generalizado de la demanda por materias, temas, campos, aspec­tos concretos, etc.

Junto a estas razones cabría señalar otras muchas de idéntica importancia, tales como: -la necesidad quetiene el científico actual de controlar toda la información que es pertinente a su campo de estudio, tantonacional como internacional; -la necesa­ria clasificación de los conocimientos humanos: -la utilidad deun ofrecimiento de la información sistematizado y resumido ante la imposibilidad de asimilación en suestado original (saturación de información), etc.

Lógicamente, por las mismas razones expuestas para el Análi­sis Formal, todo ello requiere unossistemas de descripción lo más unificados posibles a nivel internacional. Pero aquí, el problema escualitativa y cuantitativamente distinto; y frente al carácter mecánico de la Descripción Bibliográfica, lasDescripciones Característica y Sustancial son, ante todo, operaciones intelec­tuales difícilmenteunificables por una norma. A pesar de que la clasificación de los conocimientos humanos cuenta ya conuna larga trayectoria histórica, el problema de la representación nor­malizada de los contenidosdocumentales no ha sido resuelta todavía «ya que los métodos de descripción característica avan­zansiempre rezagados con respecto a las necesidades científicas, y por tanto, cuando aquellos llegan a uncierto nivel de perfeccionamiento, la documentación ha crecido de tal forma que las innovaciones quedaninmediatamente desfasadas»[142]. A pesar de todo, los métodos informáticos y los sistemas expertosparecen conceder una esperanza si se contemplan desde una perspectiva optimista.

Indudablemente, la complejidad de la normalización del análi­sis de contenido tiene su base,fundamentalmente, en dos tipos de problemas: 1) por una parte en los problemas lingüísticos que sederivan de la propia naturaleza del lenguaje en que se encuentra la información documental; 2) de otra,los problemas documentales derivados de la propia actividad analítica.

En el primer caso, la operación consistente en representar un documento del lenguaje natural bajo unaforma normalizada es, ante todo, una operación de naturaleza lingüística[143]. La forma idónea para estaoperación es el establecimiento previo de un len­guaje documental, o lo que es lo mismo, la confecciónde una lista de conceptos a los que se les atribuye un significante. Pero lógicamente, los conceptos noestán siempre bien definidos ni expresa­dos de idéntica forma, por lo que buena parte de las veces esimposible su representación en términos controlados. Además, se pueden establecer falsascombinaciones de términos que nos llevarían a documentos de contenido distinto. Entiéndase por tanto,que la representación en Lenguaje Documental más fiable y nor­malizada a nivel internacional se quedaen una simple categoriza­ción de los conocimientos (Clasificaciones versus CDU). Por consiguiente, una

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representación de contenidos documentales específicos, tan abundantes hoy en la literatura científica,precisa de un vocabulario controlado, también específico, referido a coberturas temáticas limitadas. Sonlos llamados THESAURUS, de elaboración lenta y compleja y con validez universal discutible.

En el segundo caso, se incluyen los ya tradicionales problemas derivados de la intervención del sistemadocumental y del docu­mentalista, concretados según Nuria Amat en[144]: 1) el nivel de profundidad delanálisis. Cuanto mayor precisión y exhaustividad se quiere imprimir al análisis, mayor peligro hay deseleccionar aspectos secundarios que pueden tener poco interés para el usua­rio; sin embargo, sianalizamos superficialmente se produce el efecto contrario. En definitiva, los problemas del ruido ysilencio documental; 2) el juicio objetivo del analista que ha de plantearse las hipotéticas demandas; 3) lafalta de uniformidad que se produce en la selección de los términos o conceptos que representan elcontenido documental entre distintos analistas, incluso entre un mismo analista en distintos momentos.

De cualquier forma, si partimos de la base de que el trata­miento documental se concreta en el análisis delos documentos y en las preguntas realizadas al sistema para recuperarlos, el resul­tado ha de ser elemparejamiento de los términos utilizados en ambos momentos, esto es, análisis y recuperación[145].Como vere­mos en el siguiente epígrafe, la función de los Lenguajes Docu­mentales es precisamenteasegurar dicho emparejamiento, con lo que introducen un factor de calidad importante en el Análisis deContenido. Pero no perdamos de vista, que si bien este empareja­miento es en sí mismo una acciónmecánica, la actividad previa de reconocimiento y de identificación de los contenidos documenta­les esuna operación sumamente compleja, intelectual y extrema­damente difícil de unificar en su realización yen su resultado.

Con todo, existen soluciones para paliar estos problemas. Entre ellas, los ya señalados LenguajesDocumentales, y en último término, aunque a largo plazo, los llamados sistemas expertos de inteligenciaartificial.

Se comprenderá fácilmente, que la normalización del Análisis Interno ha de moverse necesariamente endos frentes: 1) en las recomendaciones metodológicas para la realización de las opera­ciones deIndización y Resumen, así como en la presentación de sus productos documentales; 2) en la elaboraciónde normas y directrices para la construcción de Lenguajes Documentales con­trolados,fundamentalmente Thesaurus.

Dichas normas han sido objeto de regulación y estudio, tanto por organismos nacionales einternacionales como por instituciones privadas con actividad documental, sin que falten estudiosteóricos concretos de distintos autores. Resultaría ocioso preten­der recogerlas aquí todas, por lo que soloharemos alusión a las más representativas. De cualquier manera, como señala Sutter, la normalizacióndel análisis de contenido habrá de seguir muy de cerca la propia evolución de las técnicasdocumentales[146].

En primer lugar, en cuanto a la metodología de la indización, destaquemos la NORMA ISO 5963-1985:Methods for examining documents, determining their subjects and selecting indexing terms; los criteriosdel AMERICAN NATIONAL STANDARD INSTI­TUTE[147]; los Principios de Indización de laUNESCO[148]; los prin­cipios establecidos por la AFNOR [149], o las propias recomenda­ciones dadaspor Borko[150] o las establecidas para el sistema ERIC[151].

Sobre la metodología del Resumen también son muchos los documentos existentes. Recogemos aquí la

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NORMA ISO 214-1976: Analysepour les publication et la documentation; las nor­mas del COUNCILOF ABSTRACTING SERVICE; las del AN51[152], las directrices marcadas por el CHEMICALABSTRAC SERVICE[153]; las establecidas por la UNESCO en su Guía para la preparación deresúmenes analíticos destinados a la publicación; las instrucciones del VINITI Soviético[154], o lapropia metodología recomendada por Harold Borko[155].

Otro tanto se puede decir de las directrices elaboradas para el establecimiento y desarrollo de thesauros,donde la aplicación de lenguajes documentales a sectores específicos ha motivado la proliferación deestudios y propuestas concretas de distintos autores. Citemos aquí solamente las normas internacionales onacionales que marcan las pautas generales a. seguir:

Las establecidas por el AMERICAN NATIONAL STANDARD INSTITUTE quedan recogidas bajo eltítulo Guiderlines for thesau­ris: structure, constructions and use, publicadas en 1980. LaASOCIACIÓN FRANCESA DE NORMALIZACIÓN recoge unas direc­trices generales en su NORMAAFNOR 47-100, mientras que en otro documento establece las específicas para los thesauros en lenguafrancesa[156]. La FID también ha dictado normas sobre thesau­rus[157], mientras que la ISO lo hace ensu NORMA Internacional 150 5964-1985[158]. Por último, reseñamos las Directrices de la UNESCOrecogidas en su Documento SC/MD/20 bajo el título: Principes directeurs pour l'etablissement et ledeveloppement de thesaurus scientiflques et techniques monolingues destines a la recherchedocumentaire, publicado en 1970.

En definitiva, un conjunto de normas y directrices que, junto a los sistemas tradicionales y modernos deIndización y Resumen, donde hay que incluir los automatizados, pretenden unificar criterios y mejorar lacalidad del Análisis de Contenido. Calidad que habrá de ser constantemente evaluada en términos depertinencia y exhaustividad, con el objeto de determinar la eficacia de los sistemas.

Hasta ahora solamente hemos hablado de la incidencia nor­mativa en las operaciones del AnálisisDocumental y nada se ha dicho de la normalización del documento científico. Por consi­guiente, paracerrar este epígrafe dediquemos unas breves refle­xiones a la necesidad de introducir los beneficiosnormalizadores en el objeto del Análisis, esto es, el documento.

Si partimos de los principios ya establecidos para la normali­zación, es evidente que la confecciónnormalizada de los soportes y de los contenidos documentales, introduce un factor de vitalidadimportantísimo en el proceso técnico de las distintas operaciones documentales, contribuyendo así afacilitar el intercambio de los documentos y la transferencia de la información. Como ha seña­ladoGarcía Gutiérrez, la tendencia normalizadora del documento científico es la mayor ayuda prestada a lastécnicas del proceso de esos mismos documentos, máxime desde el momento en que la Informática y laTelecomunicación, disciplinas altamente norma­tivas, han abordado el campo de la informacióncientífica y de su transmisión[159].

Es, por tanto, una urgente necesidad que los autores y respon­sables de la publicación del documentoprimario, presten la debida atención a la forma de presentación de las investigaciones, a la disposición desus elementos y a su estructura[160]. Es evidente, que el conocimiento de los investigadores no debequedarse en los aspectos de metodología científica, base fundamental por supuesto, sino que debealcanzar también a las normativas que rigen la correcta redacción y presentación de los resultados de lainvestigación plasmados en un documento original[161].

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No es el momento de analizar la múltiple incidencia que la normalización del documento introduce en laconsecución del objetivo último de la documentación científica. Baste señalar que para que todo elproceso funciones y se logren los fines últimos, la actividad normativa ha de iniciarse en el momento enque el docu­mento es producido, tanto en su forma física como en su contenido.

Contemplado desde el punto de vista del Análisis Documental, ­las ventajas y utilidades que se derivande la Normalización del trabajo científico pueden quedar sintetizadas así:

·         El documentalista encuentra una estructura ordenada pudiendo realizar su labor con más eficaciarecurriendo a las partes del documento más ricas en información (resumen, con­clusiones, introducción).

·         Los productos derivados de la actividad analítica mejoran la calidad, dotando de precisión a losíndices de títulos, de autores, de citas, etc.

·         Facilita el almacenamiento informatizado de la información, permitiendo la inclusión de losproductos documentales en Bases de Datos internacionales sujetas a estrictas normas de presentación yde calidad informativa.

·         El ahorro de tiempo y la agilidad en la elaboración de las Publicaciones Secundarias son otrastantas ventajas que no necesitan comentario.

Si lo contemplamos desde el punto de vista del usuario, un documento científico normalizado facilita lossiguientes factores:

·         Un mayor consumo de información como resultado de: selec­ción más fácil de los trabajos másimportantes, y captación más rápida de las ideas, experiencias y conclusiones presenta­das gracias a ladistribución clara de los datos.

·         Una mayor difusión internacional al normalizarse el método de exposición científica.

Conscientes de estas y otras muchas ventajas que se derivan de la actividad normativa del documento,organismos internacionales como la UNESCO y la ISO fundamentalmente, han dictado un conjunto denormas generales y especificas que regulan la totali­dad del proceso normalizador de las publicacionescientíficas. Citemos aquí las más genéricas, pues una lista detallada de todas ellas desbordaría aquínuestros propósitos[162]. De la UNESCO hay que destacar la Guía para la redacción de artículoscientíficos destinados a la publicación, publicada en 1968, y las directrices que H. Grunewald elaborapor encargo de dicho organismo[163]. También las Pautas UNISIST para la presentación y publicaciónde trabajos científicos, publicadas en el Boletín de Documenta­ción del FIES, en su vol. 9, fasc. 2, delaño 1977.

De la Organización Internacional de Normalización (ISO), hay que destacar la NORMA IS0-8-1977sobre la Presentación de Publicaciones Periódicas. Paralelamente a estas normas genera­les, la ISO haido dictando otras específicas que regulan aspectos concretos de los documentos científicos, tales comola forma de presentación de las referencias bibliográficas (ISO 690-1987), la elaboración de resúmenes(ISO 214-1976), la numeración de las divisiones del texto (ISO 2145-1978), etc., etc.

En fin, toda una documentación normativa que pese a su exis­tencia, aún no ha encontrado en España laaplicación necesaria para hacer de nuestras Revistas Científicas el vehículo de infor­mación adecuadomás allá de nuestras fronteras. Con frecuencia, nuestras Publicaciones Seriadas son excluidas de los

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repertorios y bases de datos internacionales por las deficiencias normativas que presentan, de ahí lanecesidad urgente de familiarizar a autores y editores con las normas internacionales. En ello, buenaparte de responsabilidad tenemos los profesionales de la documentación.

 

3.3. Análisis y Lenguajes Documentales

 

Como último paso para cerrar los planteamientos teóricos y conceptuales del Análisis Documental, yantes de presentar nues­tra formulación tomando como base la estructura interna del Aná­lisis, es precisoreferirnos brevemente a los Lenguajes Documentales para situar el papel que juegan en el contexto delAnálisis Documental.

Para ello, y para entender el marco teórico en que se inscriben, sin pretender, lógicamente, desentrañaraquí su concepto, porque no nos corresponde, partiremos de la fórmula ya establecida del TratamientoDocumental. Por tal entendemos a la fase del Proceso Documental que engloba el Análisis y laRecuperación; una en función de la otra en tanto que el análisis no tiene sentido sino en la recuperacióndel documento, y por cuanto que ésta se efec­túa a partir de los productos del análisis.

Por consiguiente, el tratamiento está actuando en dos momen­tos, esto es, en el momento de representarlos contenidos docu­mentales y en el momento de recuperarlos. Evidentemente, para que el tratamientosea efectivo, es preciso que los términos utiliza­dos en la descripción característica sean idénticos a lostérminos

que se utilicen en la búsqueda de la información. La concordancia o emparejamiento de ambos términossólo se producirá si conta­mos con un lenguaje establecido de antemano, al que se han de adecuar ambospolos del tratamiento documental. La función de los Lenguajes Documentales es precisamente asegurardicho emparejamiento.

Y sobre este fundamento se asientan los distintos sistemas de Análisis de Contenido en su expresión másgeneral. Si el sistema no se articula sobre la existencia de un Lenguaje Documental pre­viamenteestablecido, estaremos ante una Indización en Lenguaje Libre, esto es, ante los distintos sistemas deIndización Derivada (Unitérminos, Palabras-clave o Descriptores no controlados), denominados asíporque la representación de los contenidos se efectúa con términos extraídos del lenguaje natural en quese encuentra el documento.

Ahora bien, si el sistema se fundamenta en la existencia de un Lenguaje Documental, estaremos ante laIndización en Lenguaje Controlado, esto es, ante los distintos Sistemas de Indización Asignada (porCategorías, por Materias, o por Descriptores con­trolados). Aquí, la representación de los contenidos seefectúa sobre la base de los conceptos, esto es, una vez identificado el tema o conceptos representativosdel contenido documental, se le asigna para su representación el término más adecuado que tenga­mos enel lenguaje documental previamente establecido.

Pero este carácter artificial, estereotipado de los lenguajes documentales, no implica que suconfiguración sea ajena al len­guaje natural en que se encuentran los documentos. Muy por el contrario,los términos de lenguaje documental derivan del len­guaje natural, sólo que allí están dotados de unaprecisión y un sig­nificado único y establecidos para un fin. Téngase en cuenta que al lenguaje

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documental se llega tras una larga experiencia en indi­zación libre, a lo largo de la cual los términos sevan dotando de un significado controlado. Como señala García Gutiérrez, el análisis de los documentosmediante la indización, va generando un voca­bulario que es futura base del lenguaje documental[164],constitu­yéndose por tanto en elementos normalizados pero a su vez, en elementos normalizadores de laactividad analítica.

En definitiva, estas son las líneas teóricas sobre las que giran las distintas conceptualizaciones teóricasrealizadas sobre el tema. Entre ellas destaca el trabajo de Y. Courrier, quien define el LenguajeDocumental como un «lenguaje artificial que permite generar la representación formalizada dedocumentos y demandas relacionadas con un grupo de usuarios, a fin de destacar los docu­mentos queresponden a las demandas»[165].

Este autor, partiendo de que las normas y recomendaciones metodológicas establecidas para la indizaciónno son suficientes para provocar una satisfactoria unidad en su realización, y por tanto no resuelven losproblemas lingüísticos y documentales del Análisis, ratifica la necesidad de la función normativa de losLen­guajes señalando, que el papel del Lenguaje Documental es preci­samente mejorar la calidad delanálisis, siendo las herramientas esenciales del circuito de transferencia de la información. Sin loslenguajes éste solo funciona por aproximación, sin rigor y sin efi­cacia, porque entre las representacionesdocumentales y los térmi­nos de las demandas no habría ningún vehículo de unión que provoque elemparejamiento. En consecuencia, la calidad del len­guaje condiciona la calidad de las prestacionesdocumentales[166].

Según Sutter, la inquietud por el establecimiento de los len­guajes documentales no es en absoluto nueva.Puede decirse que es una vieja aspiración de las técnicas bibliotecarias y un logro moderno de lasactividades documentales. En realidad, la norma­lización del análisis de contenido ha seguido, más omenos, la evolución de las técnicas documentales en conexión con las formulaciones lingüísticas y lasinnovaciones tecnológicas.

Indudablemente, las primeras tentativas hay que situarlas en las primeras clasificaciones (Bliss, Cutter,Dewey), si bien la aspi­ración normalizadora internacional solo se consigue con la Clasi­ficaciónDecimal Universal, cuya vigencia de más de un siglo justifica sobradamente su éxito. Hoy, los esfuerzosse centran en la construcción de Lenguajes Documentales más sofisticados de estructura asociativa. Sonlos Thesauros, lenguajes altamente controlados y depurados que intentan cubrir el control documen­tal enáreas muy especializadas donde la universalidad de la CDU no puede llegar, ni en cobertura ni enprofundidad de análisis.

Conocido el papel de los Lenguajes Documentales en el con­texto de nuestra disciplina, y teniendo encuenta la configuración interna del Análisis tal y como ha quedado establecida en el estu­dio de susNiveles, estamos en condiciones de ofrecer nuestro concepto integrador de Análisis Documentalatendiendo a su estructura interna u operativa.

 

3.4. Nuestro concepto estructural de Análisis Documental

 

Antes de formular dicho concepto, donde defenderemos, lógi­camente, un posicionamiento integrador,parece conveniente sin­tetizar las conclusiones que, a nuestro entender, se desprenden del estudio de los

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niveles del análisis:

1. En primer lugar, es evidente que la mayor parte de los autores identifican en el Análisis dos vertientes:el análisis de los con­tenidos formales y el análisis de los contenidos documentales. Dicha estructuraobedece a la naturaleza constitutiva del docu­mento y a ella, necesariamente, han de adecuarse lastécnicas documentales del tratamiento de la información; a saber: la Des­cripción Bibliográfica comooperación del Análisis Formal y las Descripciones Sustancial (Resumen) y Característica (Indiza­ción)como operaciones del Análisis de Contenido.

2. Establecida la naturaleza estructural del Análisis, las ope­raciones que lo conforman respondenademás a dos hechos de naturaleza convencional: la profundidad de aplicación del análisis y el tipo derespuesta documental que se pretenda ofrecer. Se advierte por tanto que en la actividad analítica existeuna cierta independencia operativa, es decir, no es solamente el documento el que determina el tipo deanálisis a realizar, sino que éste tam­bién está condicionado por factores externos tales como: finalidaddel análisis, interés del documento, tipos de demandas y usuarios, tipo de centro, etc. Como señalaCourrier, el documento no sólo hay que analizarlo según su contenido, sino también según suutilización[167].

En definitiva, cualquier formulación teórica que pretenda rea­lizarse del Análisis Documental no puedeolvidar ambas conclusiones, como tampoco puede ignorar la tendencia universal y unificadora quecondiciona sus técnicas de trabajo: la normaliza­ción; bien en su nivel externo con las distintas normaspara la Descripción Bibliográfica, bien en su nivel interno con el oportuno arbitraje de los LenguajesDocumentales.

Establecidas las conclusiones, cual es en consecuencia nues­tra fórmula para las distintas operaciones delAnálisis Documental:

 

3.4.1. Nivel Externo del Análisis: El Proceso de Catalogación

 

Según nuestro posicionamiento, la Descripción Bibliográfica es la operación que describe el documentoocupándose de reflejar exclusivamente la información del contenido de la forma, inclui­dos los aspectosmeramente físicos (básicamente los que recoge el área 5 de la ISBD). Su función será fundamentalmenteidentifica­dora e indicativa, permitiendo individualizar y distinguir un docu­mento de otro. En definitiva,la confección de un documento primario. Todo ello sin olvidar que es labor también implícita a laoperación descriptiva, la identificación y reconocimiento de los elementos informativos que han deconformar el Asiento; cuestión no exenta de problemas dada la frecuente ambigüedad y escasanormalización de las fuentes de información.

Es evidente que la Descripción Bibliográfica se puede consi­derar como parte del trabajotradicionalmente desarrollado en las bibliotecas, sin que ello signifique, que una referencia bibliográ­ficano pueda formar parte de un documento secundario que. recoja los productos del Análisis de Contenido.

Pues bien, adviértase, que hemos añadido en nuestra fórmula el término Proceso de Catalogación,sencillamente porque hay aspectos del Nivel Externo del Análisis que no quedan, en absoluto, losuficientemente aclarados en los distintos autores analiza­dos. Se trata, desde nuestro punto de vista, de

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un hecho fundamental para la formulación teórica del Análisis Documen­tal: la inserción del producto dela Descripción Bibliográfica en el ámbito de la Catalogación; actividad típicamente bibliotecaria que vamás allá de la propia realización del Asiento Bibliográfico, esto es, que trasciende del hechoexclusivamente identificador. Por consiguiente, hay que dejar bien claro, siguiendo las sugeren­cias deFondin, cual es el producto de la Descripción Bibliográfica y cual es el producto final de la Catalogación.

Si partimos de la base de que el producto final de la Cataloga­ción, esto es, el Catálogo, asume lasfunciones de Ordenación, Localización e Identificación de los fondos documentales, es pre­ciso definir ydistinguir en el campo terminológico y en la práctica, qué productos de las operaciones del análisisexterno asumen dichas funciones. Y en este sentido, hemos de reconocer que tér­minos como AsientoBibliográfico, Registro Bibliográfico, Asiento Catalográfico, etc., son comúnmente utilizados sin lapre­cisión adecuada.

Por Asiento Bibliográfico entenderemos al conjunto de ele­mentos informativos que forman el productoinicial resultado de la aplicación de las técnicas de Descripción Bibliográfica, cuya fun­ción esbásicamente Identificadora. Por su parte, el Asiento Catalográfico es todo Asiento Bibliográfico en subase de difu­sión, esto es, preparado para ser difundido. Es evidente, que sólo en el contexto del AsientoCatalográfico el Asiento Bibliográfico alcanza su dimensión informativa.

Por consiguiente, el hecho de considerar que la catalogación trasciende de la propia actividad descriptiva,obedece sencilla­mente a que su finalidad se proyecta hacia el usuario, poniendo a su disposición losproductos que la Descripción ha creado. De este modo, el Asiento Catalográfico se transforma en elproducto más acabado resultante de la aplicación de las técnicas cataloguísticas.

Si admitimos esta realidad, y si consideramos además que el producto de la Descripción Bibliográfica noalcanza su utilidad de forma aislada sino dentro de una pluralidad de asientos, no es difícil comprenderque un Asiento Catalográfico es todo Asiento Bibliográfico dotado de los elementos necesarios quepermiten ordenar adecuadamente un conjunto de ellos con el fin de posibili­tar su localización yrecuperación. Estos elementos no son otros que los Puntos de Acceso. En definitiva, estamos ante lo queen nuestra fórmula denominamos Proceso de Catalogación, por el que entendemos al conjunto deoperaciones del Análisis Externo consistentes en describir un documento en sus aspectos formales con elfin de identificarlo (Descripción Bibliográfica), obtenién­dose un producto (Asiento Bibliográfico) al quedotamos de los elementos necesarios (Encabezamientos) que permiten su ordenación y localizacióndentro de una colección determinada (comúnmente llamada Catálogo).

Si aclaramos que el Catálogo como producto material resul­tante de todo el proceso, se constituye en elíndice ordenado de todos los Asientos Catalográficos (dotados de la signatura topográfica); y que elEncabezamiento es la forma normalizada de expresar los elementos que nos permiten el acceso a laDescripción (Puntos de Acceso), estaremos en condiciones de afirmar que el Proceso de Catalogaciónconsta de dos etapas fundamenta­les: 1) La Descripción Bibliográfica. 2) Asignación de los Puntos deAcceso a la Descripción. El siguiente organigrama operativo puede resultar ilustrativo:

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A = Descripción Bibliográfica. Descripción formal del documento. Datos de identificación.

 

B = Punto de Acceso principal: Encabezamiento. Elemento de localización.

 

C = Registro de los distintos Puntos de Acceso secundarios (recursos de seguridad) creados para lamisma descripción.

d = Signatura Topográfica.

e = Número de Registro.

 

Pues bien, el hecho de considerar la Catalogación como un proceso articulado en fases, a nuestroentender, no aparece implí­citamente reconocido en el ámbito normativo hasta la 2.a edición de lasAACR en el año 1978, donde junto al Programa ISBD de la IFLA, la Descripción Bibliográfica adquierecarta de naturaleza quedando perfectamente diferenciada de lo que es la elección de los Puntos de Accesoy la formación de los Encabezamientos.

Los Puntos de Acceso pues, no son sino elementos de indiza­ción que permiten la localización de undeterminado Asiento o grupo de ellos. En términos generales, constituyen las distintas posibilidades derespuesta que ofrece el Catálogo a las distintas preguntas que se le formulan en el momento de labúsqueda. De tal suerte, el Catálogo debe estar dotado de la mayor capacidad informativa posible, estoes, debe cumplir multitud de funciones informativas. Para ello, es preciso que cada documento estérepre­sentado en el Catálogo por una pluralidad de Asientos, tantos como permitan las posibilidadesinformativas del propio docu­mento. Surge el llamado Juego Completo de Asientos de un RegistroBibliográfico. De este Juego, uno será el Asiento Princi­pal y el resto Secundarios. El primero respondeal Punto de Acceso por el que posiblemente será más buscado el documento; los Secundarios no son sinorecursos de seguridad que permiten dar respuesta a las variadas demandas con las que el usuario se puedeacercar al Catálogo.

Interesa señalar, que tanto uno como otros se extraen de los distintos elementos informativos deldocumento, bien de su nivel formal, bien de su nivel de contenido. Los extraídos del contenidodocumental (Encabezamientos Sistemáticos y de Materia) caen bajo el dominio de los LenguajesDocumentales, dado que su forma de expresión normalizada se encuentra regida por los correspondienteslenguajes de Indización Controlados (CDU y Listas de Encabezamientos de Materia), que comocategorías temáticas que son, permiten una recuperación colectiva.

En cuanto a los extraídos de los datos de identificación formal, hablar de la forma normalizada en queéstos han de ser elegidos y expresados, nos obliga necesariamente a referirnos al llamado Control de

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Autoridades:

Para que los Puntos de Acceso puedan cumplir con eficacia las funciones de Localización, Ordenación yde Recuperar Agru­pando, es preciso someterlos a un férreo control, esto es, a un proceso normalizador.Es evidente pues, que en la segunda fase del Proceso de Catalogación se perfilan dos tareas: 1) la deElegir los Puntos de Acceso a un Asiento Bibliográfico (Principal y Secun­dario); 2) la de Fijar laForma en que los Puntos de Acceso han de ser formalmente expresados. Incluso aquí, dentro de estasegunda tarea, se pueden distinguir dos acciones distintas: 2a) la elección de la Forma más Identificadorade un Punto de Acceso que venga expresado de distintas maneras; y 2b) la determinación del Elementoque ha de iniciar el Encabezamiento Uniforme, en caso de que la forma elegida del Punto de Acceso estéconstituida por más de un elemento:

Control en la Elección: los documentos presentan una enorme casuística en cuanto a sus posibilidades deacceso. De acuerdo con ello, y dado que los sistemas bibliotecarios no se conciben hoy de forma aislada,es lógico que las normativas nacionales e inter­nacionales tiendan a asegurar el acceso a un documento ogrupo de éstos, por idénticos caminos en todos los países.

Control en la Forma: el Catálogo debe asegurar la eficacia en la recuperación, y ello sólo es posibleunificando la forma de los Encabezamientos. No podemos expresar los Puntos de Acceso tal y comoaparecen en los documentos dado que éstos, la mayor parte de las veces, suelen aparecer de manera muydiferente. Es necesario forzar los datos, bien unificando, bien diferenciando. En otros casos, launificación, aun siendo una fórmula convencional, sirve para agrupar de forma lógica, documentos quede otra manera aparecerían dispersos en el catálogo. Otras, el control de la forma permite una ordenacióncoherente de determinadas tipologías documentales.

En definitiva, Control en la Elección y Control en la Forma, constituyen el proceso unificador odiferenciador que desenvoca en el establecimiento de las Autoridades. Una filosofía totalmente opuesta alos principios que inspiran la confección del Asiento Bibliográfico.

Pues bien, si por Autoridad entendemos poder, mando, domi­nio, facultad, potestad, etc. y por Autorizarentendemos al acto de acreditar, facultar, homologar, legalizar o confirmar algo, pode­mos definir elControl de Autoridades como el proceso de norma­lización de los Puntos de Acceso con el objeto deacreditar la forma predominante e inequívoca con la que éstos deben figurar en los Catálogos. ElControl de Autoridades pone los medios necesarios para conseguir básicamente los siguientes objetivos:

 

·         Unificar Puntos de Acceso que están expresados de distinta manera.

·         Conseguir diferenciar Puntos de Acceso que se pueden identi­ficar de la misma manera.

·         Al mismo tiempo, permitir que el Catálogo sea una red de rela­ciones donde moverse conseguridad, desde formas no acepta­das como Autoridad pero posibles (formas diferentes y formasrelacionadas), a las formas aceptadas mediante el sistema de envíos.

·         Por último, dirigir al usuario, mediante notas explicativas, a una Clase, Categoría o Grupo deEncabezamientos.

 

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De tal suerte, Encabezamientos Uniformes, Diferentes, Rela­cionados y Explicativos vienen a conformarlas Listas y Ficheros de Autoridades; documentos en los que se deja constancia de la forma Obligatoria yPredominante de los Encabezamientos para garantizar la continuidad de su uso.

 

3.4.2. Nivel Interno del Análisis

 

En el Nivel Interno, el marco teórico parece estar mejor defi­nido en las distintas corrientes conceptualesestablecidas. Sin embargo, hay dos hechos fundamentales que es preciso destacar. Por un lado laexistencia de una corriente restringida que identi­fica el Análisis Documental con el Análisis deContenido. Por otro, buena parte de los autores parecen conceder más importan­cia a las operaciones deIndización y Resumen que a la Descripción Bibliográfica. Parece pues evidente que en la modernadocumentación científica interesan más los contenidos documen­tales que la descripción de las formas.

En nuestra fórmula, en la que coincidimos con García Gutié­rrez, el Nivel Interno se ocupa del mensajeinformativo, identifi­cándolo por su contenido e informando sobre él; siendo sus operacionescaracterísticas la Indización y el Resumen, a las que algunos autores añaden la Traducción.

En la primera de ellas, la descripción de la información se efectúa caracterizándola por medio detérminos representativos, siendo su función la de identificar los contenidos documentales y posibilitar surecuperación. En la segunda, la descripción de la información se realiza resumiéndola, siendo por tantouna des­cripción sustancial de los contenidos. Su función, además de abar­car los objetivos deidentificación y localización, es la de dar una visión reducida y elaborada del documento analizado. Sufinali­dad, la de convertirse en sustituto del documento original.

Es evidente por tanto, que las operaciones del Análisis de Contenido, nacen como respuesta a losproblemas que plantea el incremento incesante de la información documental y como res­puesta tambiéna las nuevas necesidades científico-informativas. Si tenemos en cuenta la imposibilidad del investigadorde conocer todos los documentos de su interés por sus propios medios, y si además consideramos quetiene necesidad de ello, los métodos de identificación de los contenidos se presentan como el vehículomás idóneo para satisfacer dichas necesidades. Y ello por vanas razones:

ü      En primer lugar porque las técnicas de análisis de contenido permiten la recuperación colectiva dedocumentos en res­puesta a demandas por campos de conocimiento, materias, temas, palabras-claves,descriptores, etc.

ü      En segundo lugar porque permiten seleccionar la información más valiosa y de interés para cadausuario. Aquí entra en juego el concepto de aprovechamiento de la información sobre el que tanto hemosinsistido al hablar del documento.

 

Podemos considerar por tanto, que la ejecución de esta labor es específica de los Centros y Sistemas deInformación y Docu­mentación, donde se ofrecen al investigador potentes instrumen­tos de controlbibliográfico.

Establecidas estas premisas ¿qué entendemos por cada una de las operaciones del Análisis de

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Contenido?:

 

- Por Indización entendemos, independientemente de sus varia­dos sistemas, a la técnica del tratamiento(análisis y recupera­ción) documental, utilizada para la descripción del contenido de un documento, queposibilita la elaboración de estrategias de recuperación mediante conceptos o materias.

- Y por Operación de Resumir entendemos la técnica del Análi­sis de Contenido consistente enrepresentar de forma reducida los contenidos documentales, facilitando su identificación y localización yorientando al usuario en la conveniencia o no de su utilización.

 

Introducirnos en los necesarios matices teóricos, conceptua­les, metodológicos, o en el producto deambas operaciones, desbordaría los planteamientos aquí propuestos. Por consiguiente, establecido elmarco teórico general de los dos niveles del Análi­sis, intentemos ofrecer una formulación conceptual delAnálisis Documental tomándolos como base. Cuestión no exenta de difi­cultades si tenemos en cuenta lagran cantidad de variables introducidas desde que nos atrevimos a definir el Análisis Documental desdeun punto de vista general y tomando como base su estudio terminológico y conceptual.

En definitiva, atendiendo a su estructura interna y recogiendo las conclusiones que oportunamente se hanestablecido, podemos definir el Análisis Documental como «el conjunto de técnicas normalizadas deltratamiento documental que describen las for­mas y los contenidos documentales, con el objeto deidentificar, caracterizar y, ofrecer una visión reducida del documento, a fin de facilitar eficazmente sulocalización y' conocimiento indivi­dual o colectivo, y' generando al mismo tiempo su potencialapro­vechamiento y utilización por parte del usuario interesado».

 

[1] Desantes Guanter, José Maña. Fundamentos del derecho de información. Madrid: ConfederaciónEspañola de Cajas de Ahorro, 1977, p. 106.

 

[2] De «eterno problema» lo ha calificado Nuria Amat en Documentación y/ o Información científica: laeducación en Ciencia de la Información a debate. En Boletín de la Anabad. Vol. 30, n.º3(Julio-Septiembre 1980); p. 387-406.

 

[3] Fondin Hubert. La structure et le vocabulaire de 1'analyse documentaire: contribution pour une miseau point. En Docurnentaliste. Vol. 14, n.º 2 (mars-avril 1977): p 11-16.

 

[4] En España ha sido López Yepes quien más y mejor se ha preocupado de los aspectos teóricos de laDocumentación, y sus trabajos en este terreno bien se pueden considerar representativos. Véase su Teoría

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de la Documentación / José López Yepes; prólogo de J. M. Desantes Guanter. Pamplona: Eunsa, 1978.

 

[5] El Profesor F. Sagredo ha reunido más de un centenar de definiciones dis­tribuidas en tres grupos,según la raíz del término: los derivados de biblio-, los deri­vados de documento- y a los derivados deinforma-. Véase Sagredo Fernández, Félix. Análisis formal de las definiciones de documentación. EnBoletín Millares Carló. Vol. 3, n.0 6 (1982); p. 239-287.

 

[6] La historia del concepto de Documentación puede verse en López Yepes, José, Ref. (4); en Terrada,M. Luz. Historia del concepto de documentación 1 M.Luz Terrada, José M. López Piñero. EnDocumentación de las Ciencias de la Información. Vol. 4 (1980); p. 229-248; y en Vicentini, A. L. C. Dela biblioteconomía a la informática: evolución del concepto de documentación. En Boletín de la Anabad.Vol. 21, n.º3-4 (1971); p. 131-169.

 

[7] López Yepes, José. ¿Qué es la documentación? En Boletín de la Anabad. Vol. 31, n.º4 (1981); p.701-707.

 

[8] López Yepes, José. Ref. (4); p. 67-129.

 

[9] Bradford, 5. C. Documentation. London: Crosley Lockwood, 1953.

 

[10] Pietsch, E. Grundfragen der dokumentation, 1954. También su obra fun­damental: Técnicasmodernas de documentación. Madrid: C.I.D. Juan de la Cierva, 1966.

 

[11] Briet, 5. Qu'est-ce que la documentation? París: Ed. Documentaires Industrielles et Technique, 1951.

 

[12] Vickery, B. C. Techniques of information retrieval. London: Hutter­worths, 1970.

 

[13] Véase López Yepes, José. Ref. (4); p. 191.

 

[14] Contamos con la traducción castellana: Mijailov, A. 1. Fundamentos de la informática / A. 1.Mijailov, A. 1. Chernyi y R. S. Guiliarevsky. Moscú; La Habana: Nauka, Academia de Ciencias de Cuba,

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1973.2 Vol.

 

[15] López Yepes, José. Investigación científica, ciencia de la documentación y análisis documental. EnArbor. Vol. 96, n.0 381-382 (1977); p. 89-98.

 

[16] Courrier, Yves. Analyse et langage documentaires. En Documentaliste. Vol. 13, n.º 5-6 (Sp-Dic.1976); p. 178-189.

 

[17] Para mayor amplitud sobre la caracterización del documento como men­saje en el procesodocumental véase Desantes Guanter, José María. El mensaje en documentación. En Publitecnia. No 57(1981); p. 49.

 

[18] García Gutiérrez, A. L. Lingüística documental. Barcelona: Mitre, D. L.1984; p. 22.

 

* Problema que, dicho sea de paso, no afecta de forma decisiva a la organización intrínseca del procesode transferencia de la información, sino que más bien es una cuestión de definición terminológicaconvencional.

 

[19] Véase García Gutiérrez, A. L. Ref. (18);  p. 77-78.

 

[20] Ibid.,  p. 78

 

[21] Amat i Noguera, N. Técnicas documentales y fuentes de información. Barcelona: Bibliograf, 1979;p. 36.

 

[22] Chaumier, J. Les techniques documentaires. 3em. ed. mise ajour. París: Puf, 1979; p. 13.

 

[23] Coll-Vinent, Roberto. Teoría y práctica de la documentación. Barcelona: Ate, 1981; p. 26-27

 

[24] Amat i Noguera, N., Ref. (21); p. 36.

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[25] Ibid., p. 34.

 

[26] Véase Mijailov, A. 1. Ref. (14); vol. 1; p. 148 y ss.

 

[27] López Yepes, José. Nuevos estudios de documentación: el proceso docu­mental en las ciencias de lacomunicación social. Madrid: Instituto Nacional de Publicidad. 1978; p. 111-112.

 

[28] Gardin, J.C. L'organisation de la documentation scientifique / J.C. Gar­din... [et al.] París:Gautliier-Villars, 1964; p. 9-75.

 

[29] Couture de Troismonts, R. Manual de técnicas en documentación. Bue­nos Aires: Marvmar, 1975;p. 53.

 

[30] Fondin, H. Ref. (3); p. 12.

 

[31] Sírvanos de ejemplo en nuestro propio campo el trabajo de Sagredo Fer­nández, F. Concepciónlógico lingüística de la documentación / F. Sagredo Fer­nández, J. M. Izquierdo Arroyo. Madrid:Ibercom-Red Conmet de la Unesco, 1983.

 

[32] Academia Española. Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española. Madrid: RealAcademia Española, 1970; p. 83.

 

[33] Casares, Julio. Diccionario Ideológico de la lengua española: desde la idea a la palabra; desde lapalabra a la idea. 2.á ed. Barcelona: Gustavo Gilí, 1977; p. 373.

 

[34] Definición a la que llega García Gutiérrez, A. L. Ref. (18); p. 79.

 

[35] Véase Casares, Julio. Ref. (33); p. 49.

 

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[36] Federación Internacional de Documentación. Documentation terminology. En Revue deDocumentation. Vol. 25, n.º 2 (1958); p. 38-39.

 

[37] Association Française de Normalisation. Vocabulaire de la documentation: les dosiers de lanormalisation. París: Afnor, 1985.

 

[38] Buonocore, D. Diccionario de bibliotecología. 2.a ed. aum. Buenos Aires: Marymar, 1976.

 

[39] Martínez de Sousa, José. Diccionario de tipología y del libro. 2.2 ed. Madrid: Paraninfo, 1981.

 

[40] Wersig, GernoL Terrninology of Documentation: a selection of 1200 basic terms published inEnglish, Frenh, German. Russian and Spanish / G.  Wer­sig, Ulrich Neveling. París: UNESCO, 1976.

Clason, W. E. Dictionary of Library Science, information and documentation: in six languages. 2nd. ed.Amsterdam [etc.]: Elsevier Scientific Publishing Com­pany, 1976.

 

[41] The Ala glossary of Library and Information Science / American Library Association. Chicago: Ala,1983.

 

[42] Harrod. Librarians glossary of terms used in librarianship, documentation and the book crafts andreference book / L. M. Rarrod. 5th. ed. Aldershut: Grower, 1984; p. 24.

 

[43] Con una finalidad distinta, pero en un contexto científico similar al nues­tro, el concepto dedocumento ha sido estudiado en un meritorio trabajo por el profesor Jiménez Contreras, Evaristo. Basespara un concepto de historia del documento. En Boletín de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios.Año 3, n.0 6 (Marzo 1987), p. 5-18.

 

[44] Sobre esta base antropológica y cultural esboza Pietsch su concepto de documento, señalando que elhombre se ha esforzado en «objetivar la multiformi­dad de los datos que ha ido adquiriendo,preservándolos así por más tiempo del garantizado por su conservación en la memoria, y lograndoindependizarlos de las limitadas posibilidades nemotécnicas individuales... Surgieron asilos documentoscomo manifestación del espíritu humano. Véase Pietsch, E. Información y docu­mentación: naturaleza yposibilidades. En Técnicas modernas de documentación. Madrid: Patronato de Investigación Científica yTécnica «Juan de la Cierva», Centro de Información y Documentación, 1966; p. 6.

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[45] García Gutiérrez, A. L. Ref. (18); p. 32-34.

 

[46] Afnor, Ref (37); p 39

 

[47] Buonocore, D. Ref (38); p. 173-174.

 

[48] Son muchas las acepciones de documento desde la perspectiva archivís­tica, siendo Pernia quienposiblemente mejor las ha resumido, señalando que docu­mento es cualquier papel o material conservadoen un Archivo, que comunica algo y relacionado con algún organismo público o privado. Véase Pernia,R. Dicciona­rio de archivologia. Caracas: Ed. San José, 1970, p. 48-49.

 

[49] Núñez Contreras, L. Concepto de documento. En Archivística: estudios básicos / J. M. MataCastillón... [et al.]. Sevilla: Diputación, 1981; p. 25-44.

 

[50] García Gutiérrez, A. L., Ref. (18); p. 35.

 

[51] López Yepes, José., Ref. (27); p. 101.

 

[52] Otlet, P. Traité de documentation: le livre sur le livre, thèorie et practique. Bruxelles: Mundaneum,1934; p. 43.

 

[53] López Yepes, José., Ref.  (4).

 

[54] Sagredo Fernández, F. Reflexiones sobre documento: palabra-objeto / F. Sagredo Fernández, JoséM.a Izquierdo Arroyo. En Boletín Millares Carló. Vol. 3, no 5 (1982). Tirada aparte. También de ambosautores véase Ref. (31).

 

[55] Pietsch, E., Ref. (44).

 

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[56] Briet, 5. Ref., (11); p. 7.

 

[57] Mijailov, A. 1. Curso introductorio de informática documentación / A. 1. Mijailov, R. 5.Guiliarevskii. Caracas: Instituto Venezolano de Productividad, FID-481, 1974; p. 29.

 

[58] Mijailov, A. 1., Ref. (14); p. 79.

 

[59] Gracia Gutiérrez, A. L., Ref (18); p. 38.

 

[60] Couture de Troismonts, R., Ref. (29); p. 7.

 

[61] Guinchat, Claire. Introduction generale aux sciences et tehniques de l'information et de ladocumentation / C. Guinchat et Michel Menou. París: Les Presses de l'Unesco, 1981; p. 33.

 

[62] López Yepes, José., Ref. (27); p. 33.

 

[63] Amat i Noguera, N., Ref. (21); p. 11.

 

[64] Curras, E. Las ciencias documentales. Barcelona: Mitre, 1982; p. 43-45.

 

[65] Cortés Alonso, V. Documentación y documentos. Madrid: Ministerio de Cutura, 1980; p. 19.

 

[66] Sagredo Fernández, Félix. Bases para la planificación de un banco de datos de información políticaactual. En Estudios de documentación general e informativa 1 José López Yepes... [et al.]. Madrid:Seminario Millares Carló; Uni­versidad Nacional de Educación a Distancia, Centro Regional de lasPalmas, 1981; p. 379-390.

 

[67] Desantes Guanter, J. Ma. La documentación, actividad informativa de las Cajas de Ahorro. EnBoletín de Documentación del FIES. Vol. 7, fasc. 3 (1975>; p. 497-390.

 

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[68] Id. La documentación: derecho humano. En Boletín de Documentación del FIES. Vol. 8, fasc. 4(1976); p. 7.

 

[69] Véase Ref. (18); p. 42.

 

[70] Véase López Yepes, José., Ref. (4); p. 257-264 y 323-332. Del mismo autor Documentación generaly documentación informativa. En Estudios de Documentación General e Informativa / José LópezYepes... [et al.]. Madrid: Seminario Millares Carló, UNED, 1981; p. 9-13. De Desantes Guanter, J. Ma Elmensaje en documentación. En Publitecnia. N.o 57 (1 er. trim. 1981); p. 44-56.

 

[71] López Yepes, José., Ref. (4); p. 327.

 

[72] Id., Ref. (15).

 

[73] Id., Ref. (4); p. 328.

 

[74] Desantes Guanter, J. M., Ref. (70); p. 44-45.

 

[75] No es el momento de entrar aquí en los matices que adquiere el mensaje en la concepción deDesantes. Baste recordar que su punto de partida es la definición general y universal de mensaje en suestado potencia, y cuando éste se incorpora a un soporte tenemos el mensaje documentado. De esta formase limita el campo del mensaje informativo en general a mensaje integrado en un documento.

 

[76] García Gutiérrez, A. L., Ref. (18); p. 43.

 

[77] Ibid., Ref. (18); p. 47-49

 

[78] Fondin, H. Ref. (3).

 

[79] Véase Ref. (70).

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[80] Chaumier, J., Ref. (22).

 

[81] Amat i Noguera, N., Ref. (21).

 

[82] Amat i Noguera, N. Documentación científica y nuevas tecnologías de la información. Madrid:Pirámide, D. L. 1987; p. 151.

 

[83] Vichery, B. C. Analysis of information. En Encyclopedia of Library and Information Science / Ed.by Allen Kent and Harold Laucour. New York: Marcela Dekker, 1969; p. 355.

 

[84] Courrier, Ves, Ref. (16); p. 178

 

[85] López Yepes, J., ref. (27); p. 112.

 

[86] Brugghen, Van der. Cours d'introduction a la documentation: aide memoire synoptique. La Raye:FID, 1972; p. 23.

 

[87] Gardin, J. C. Document Analysis and Iingüistic theory. En Journal of Documentation. Vol. 29, no 2(1973); p. 137 y SS.

 

[88] Id.; Ref. (28); p. 12.

 

[89] Coyaud, M. Introduction á 1'étude des langages documentaires. París: C. Klincksieck, 1966; p. 2 y5.

 

[90] Couture de Troismonts, R., Ref. (29); p. 54.

 

[91] García Gutiérrez, A. L., Ref. (18); p. 83.

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[92] Véase Fondin R., Ref. (18); p. 84.

 

[93] García Gutiérrez, A.L.. Ref. (18); p. 84.

[94] Afortunadamente contamos ya en España con un vocabulario normali­zado que cubre nuestroámbito disciplinar. Véase Información y Documentación - Vocabulario- Parte 3a): Adquisición,Identificación y Análisis de Documentos y Datos: PNE -50-11 3/3 a. En Revista Española deDocumentación Científica. Vol. 12, n.º 3 (1989); p. 327-348.

 

[95] Gardin, J C. Ref. (28); p 12 y 55.

 

[96] Ibid.

 

[97] Id.. Ref.  (87); p. 137.

 

[98] García Gutiérrez, A. L., Ref. (18); p. 128. Aportaciones recientes sobre este particular vienen aconfirmar la importancia del resumen y su configuración textual en la comunicación científica. VéaseMoreiro González, José Antonio. El resumen científico en el contexto de la teoría de la documentación:texto y descripción sustancial. En Documentación de las Ciencias de la Información. N.º 12 (1989>; p.147-170. Del mismo autor véase también: El resumen y la comunica­ción científica: variedad deaplicaciones. En Cuadernos de Documentación de Cajas de Ahorro. Vol. 3, n.0 7-8 (Enero-Diciembre1988); p. 57-88. Véase ade­más el trabajo citado por este autor del yugoslavo Milas-Bracovick, M. Thestruc­ture of scientific papers and their author abstractor. En Informatología Yugoslávica(Zagreb-Referainé Centra Sveucilista). No 17 (1987); p; 51.

 

[99] Chaumier, J. Análisis y lenguajes documentales. Barcelona: Mitre, D. L. 1986; p. 19.

 

[100] Id., Ref. (22); p. 13.

 

[101] Ibid.; p. 14-15.

 

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[102] Chaumier, J., Ref. (99); p. 24-25.

 

[103] Neet, H. Elisabeth. L'analyse documentaire. 2.a ed. rév. et corr. Geneve: Institute d'etudes Sociales.Ecole de Bibliothécaires. 1981; p. 7.

 

[104] Coyaud.. M., Ref. (89); p. 2-5.

 

[105] Bardin, L. Analyse de contenu. París: Puf, 1977. Muchelli, R. L'analyse de contenu des documentset des communications. París: Entreprise Moderne d'édition, 1974.

 

[106] Association Francaise des Documentalistes et Bibliotehcaires Speciali-ses. Groupe Sectoriel «paysen voie de développement». Manuel du bibliothecaire documentaliste dans les pays en développement.2.a ed. rév. et mise ájour / par A. Dulong... [et al.]. París: Puf, cop. 1977; p. 137-138.

 

[107] Brugghen, Van der. Analyse documentaire. En Brugghen, Van der., Ref. (86); p. 23-30.

 

[108] Véase Couture de Troismonts, R., Ref. (29); 54-55.

 

[109] Mijailov, A. 1. El procesamiento analítico-sintético de los documentos. En Mijailov, A. 1.; Ref.(14); p. 148 y SS.

 

[110] Ibid.

 

[111] Ibid.; p 210-213.

 

[112] Vickery, B. C., Ref (83); p 355-356.

 

[113] Id. The retrival process. En Aslib Proceedings. Vol. 19 n.º 11(1967); p. 353.

 

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[114] Ruiz Pérez, Rafael. La normalización de las publicaciones científicas: resultados de un análisis demuestreo. En Documentación de las Ciencias de la Información. No 12 (1989): p. 217-227.

 

[115] López Yepes, José. Notas sobre la formación del documentalista en la Facultad de Ciencias de laInformación de la Universidad Complutense de Madrid. En Documentación de las Ciencias de laInformación. Nº 1(1976); p. 41-49.

 

[116] Fondin, H., Ref. (3); p. 12.

 

[117] Ibid.; p. 12 y 55.

 

[118] Courrier, Yves. Ref. (16).

 

[119] López Yepes, J. El análisis documental. En López Yepes, José., Ref. (27); p. 126-127.

 

[120] Ibid., p. 128.

 

[121] Amat i Noguera, N., Ref. (21); p. 36.

 

[122] Ibid., p. 115.

 

[123] García Gutiérrez, A. L. El análisis documental. En García Gutiérrez, A. L., Ref. (18); p. 84 y 55.

 

[124] Véase el trabajo de conjunto de García Gutiérrez, A. L. Normalización general y documental:concepto, historia e instituciones. En Documentación de las Ciencias de la Información. Vol. 9 (1985); pp. 55-96.

 

[125] García Gutiérrez, A. L., Ref. (18); pp. 13-14.

 

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[126] González de Guzmán, A. Normalización. Madrid: Instituto Nacional de Racionalización delTrabajo, 1952.

 

[127] Sanders, T. R. B. Objectifs et principes de la normalisation. Genéve: ISO. 1975.

 

[128] Sutter, E. Róle des régles et des normes dans la coopération nationale et internationale, EnDocumentaliste. Vol. 13. n.º 1 (Jan-Fev. 1976); PP. 25-26.

 

[129] Cóte, Camille. La normalisation: un outil essentiel popur le transfert de linformation. EnDocumentaliste. Vol. 22, n.º 1 (Jan-Fev. 1985); pp. 9-11.

 

[130] Tashi, L. Transfert of information / by L. Tashi and P. Havara-Wi11ians. En Internationl LibraryReview. Vol. 8, n.º 4 (Oct. 1986); pp. 23.

 

[131] Association Française de Normalisation. Lactualité des normes fran­çaises de 1'informatique et del'organisation de bureau. En Documentaliste. Vol. 16, no 1(1979); p. 37.

 

[132] Véase entre otros UNESCO-UNISIST. Conference intergouvernamen­tale pour l'etablissementd'un systénie mondiale d'information scientiflque: rapport final. París: Unesco, 1971 (SC/MD/25).

 

[133] García Gutiérrez, A. L., Ref. (18): p. 95.

 

[134] International Standard Organization. Norme internationale ISO 690-1987(F): Documentation.Reférénces Bibliographiques- Contenu, forme et estruc­ture. American Library Association. Reglas decatalogación angloamericanas /preparadas por the American Library Association, the Library ofCongress, versión española de Hortensia Aguayo. Washington: Secretaría General de la OEA, 1970.Modern Language Association of America. M.L.A.: The MLA Style Shect New York, 1970.UNESCO-UNISIST. Manual de references relatif aux descrip tions bibliographiques lesibles parmachine. París: UNESCO, 1975. (DOC / SC / 74 / WS / 20). España. Dirección General de Archivos yBibliotecas. Instrucciones para la redacción del catálogo alfabético de autores y obras anóni­mas de lasbibliotecas públicas del estado. 3ª. ed. ref. Madrid: Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1970.

 

* No podemos olvidar, sin embargo, la labor del P. Otlet y H. Lafontaine con la creación del Instituto

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Internacional de Bibliografía en 1931 y su posterior recon­versión en 1938 en Instituto Internacional deDocumentación.

 

[135] Véase Poves Barcenas, M. Luisa. La conferencia internacional sobre principios de catalogación(París 9-18 oct. 1961). En Boletín de la Dirección General de Archivos de Bibliotecas. Madrid: DG AB,1967. Separatas n.º 62-63.

 

[136] Citemos p. e. dentro del PGI (Programa General de Información) y en el seno del proyectoUNISIST, las siguientes: UNESCO-UNISIST. Informe del estudio sobre la posibilidad de establecer unsistema mundial de información científica. París: Unesco, 1975. UNESCO-UNISJST II. Conferenceintergouverna­mentale sur l'information scientifique et technique au service du developpement. París:Unesco, 1979. (PGI/MD/1). La Reunión Internacional de Grenoble y el surgimiento del Programa CBU(Control Bibliográfico Internacional) y el Proyecto DUP (Disponibilidad Universal de las Publicaciones).

 

 

[137] Ve ase NORMA ISQ 2108-1978(F). Documentation-Systeme Interna­tional pour la Numérotationdes Livres (ISBN), NORMA ISO 3297-1986(F). Documentation-Numérotation InternationaleNormalisée des Publications en Série (IS SN). UNE SCO-UNISIST. Principes de l'ISDS: SystemeInternational de Donnes sur les Publication en Série. París: Unesco. 1973.

 

[138] Reglas de Catalogación. [1ª. ed., 1ª. reimpr. con corr.]. [Madrid]: Direc­ción General del Libro yBibliotecas. 1985-88.I: Monografías y Publicaciones Seriadas. II: Materiales Especiales.

 

[139] Véase Brunt, R. M. En apoyo de las normas bibliográficas (in defence of bibliographic standards).En ASLIB Processing. Vol. 37, n.º5. (1985); pp. 213-219.

 

[140] Federation Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y de Bibliotecas. ISBD(M):International Standard Bibliographic Description for Monographic Publications / International Federationof Library Associations. London: IFLA, 1974.

 

[141] García Gutiérrez, A. L., Ref. (18), p. 101.

 

[142] Ibid.

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[143] Véase Boch de Roze, A. Lingüística y Ciencias de la Información: un acercamiento integrador. EnRevista Española de Documentación Científica. Vol. 9. n.º2 (1986); pp. 167-171. También Dachelet,Roland. Lingüistique et docu­mentation: une étude, une réalisation. En Brises: Bulletin de Recherchessur l'In­formation en Science Economique, Humaines et Sociales. N.o 4 (avril 1984); p. 22.

 

[144] Amat i Noguera, N.. Ref. (82),. pp. 150-152.

 

[145] Lógicamente, dicho emparejamiento o concordancia no se produce en la Indización con LenguajeLibre, lo que provoca sus propias insuficiencias. Véase Borel, M. Remarques linguistiques sur la pratiquede l'indexation / M. Borel, J. F. Bourdin. En Brises. Vol. 4 (avril, 1984); pp. 43-46.

 

[146] Sutter, E. Langages documentaires et normalisation. En Documenta­liste. Vol. 17, n.º 2. (marz.avril 1980), p. 77.

 

[147] Basic criteria for indexes. Nueva York: ANSI. 1984.

 

[148] UNESCO. Principes d'indexation. París: Unesco, 1975. (SC/75/WS/58).

 

[149] AFNOR. Principes generaux pur l'indexations des document. París: Afnor, 1978.

 

[150] Borko, H. Indexing concepts and methods H. Borko. CH. L. Bernier. New York: Academic Press,1978.

 

[151] National Institute for Education. Eric processing manual. Washington: Departament of Education,1 980.

 

[152] American National Standart Institute. ANSI-Z39-1970.

 

[153] Directions for Abstractor and Section Editor of Chemical Abstract. Columbus: Ohio StateUniversity, 1952.

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[154] Directrices para los extractores y redactores de la revista referativa del VINITI. En Mijailov, A. 1.Ref. (14); PP. 213-214.

 

[155] Borko, H. Abstracting concepts and methods / H. Borko, Ch. Bernier. New York: Academic Press, 1975. Un buen trabajo de síntesis donde se recoge el concepto y la metodología del resumen puede verseen Pinto Molina, M. La opera­ción de resumir: formulación teórica, procedimientos y perspectivas. EnDocu­mentación de las Ciencias de la Información. Vol. 10 (1987): pp. 75-99.

 

[156] AFNOR-47. 100. Régles d'etablissement des thesaurus monolingues. También AFNOR. Rëglesd'etablissement des thesaurus en langue française. París: Afnor, 1973.

 

[157] Federación Internacional de Documentación. Directrices para el esta­blecimiento y desarrollo detesauros monolingües / FID. Bogotá: Instituto Colom­biano para el Fomento de la Educación Superior1980.

 

[158] International Standard Organization. 1S05964-1985. Guidelines for the establishement anddeveloppment a of multilingual thesauri. Ginebra: 150. 1985.

 

[159] García Gutiérrez, A. L., Ref. (18); p. 46.

 

[160] Ruiz Pérez, Rafael., Ref. (114).

 

[161] Véase entre otros: López Yepes, José: Sobre metodología de la investi­gación en cienciadocumental. En López Yepes. José., Ref. (27); PP. 1 72-203.

 

[162] Remitimos sin embargo a nuestro trabajo que se encuentra en elabora­ción en el momento deredactar estas líneas. Véase Ruiz Pérez, Rafael. Bibliografía selectiva y documentación normativa para laelaboración y presentación de publicaciones científicas. Para las Publicaciones Periódicas véase ademásRuiz Pérez, Rafael. Directrices fundamentales para la normalización de Revistas Científicas / R. RuizPérez, María Pinto Molina. Granada: Universidad, Grupo de Trabajo de Información y Documentaciónde la Comisión Nacional de España en la Unesco, 1990.

 

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[163] Grunewald, Helmut. Directrices para los directores de revistas científi­cas y técnicas ¡ preparadaspor H. Grunewald [para el] Programa General de Información y UNISIST. París: Unesco. 1982.

 

[164] García Gutiérrez, A. L.. Ref. (18); p. 154.

 

[165] Courrier, Yves., Ref. (16): p. 179.

 

[166] Ibid.

 

[167] Ibid. p. 182.

 

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