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Introducción a la religiosidad ibérica

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Page 1: Introducción a la religiosidad ibérica

I N T R O D U C C I Ó N A L A R E L I G I O S I D A D I B É R I C A

Por J. Chorén i Tosar i J. M. Gallego Cañamero

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INTRODUCCIÓN A LA RELIGIOSIDAD IBÉRICA

POR J. CHORÉN I TOSAR I J. M. GALLEGO CAÑAME-RO1

Resulta muy complejo inten-tar aproximarse a una cultura más de dos mil años después de haber sido absorbida por otra, pero aún és mucho más difícil intentar compren-der el mundo de sus creencias, más aún a partir únicamente de los res-tos materiales que nos han llegado.

En todas la sociedades humanas, antiguas y presentes, las creencias re-ligiosas han desempeñado un impor-tante papel, puesto que representan la manera en que el grupo se relaciona con el mundo de lo divino, de lo místi-co y constituyen una importante seña identitaria de cohesión social. El ser humano, como animal racional, siem-pre ha necesitado poder explicar lo que sucede en su entorno, y cuando no dispone de medios para explicar-lo lógicamente (o éstos no le sirven), recurre al mundo espiritual. Por esta razón, en época ibérica, la gente re-curría a creencias místicas para asi-milar los fenómenos naturales (me-teorología, ciclo vital, etc), y también para intentar cambiar los efectos que provocaban en sus vidas (malas cose-chas, esterilidad, enfermedades, etc).

Pero al mismo tiempo, las religio-nes son una de las formas de coerción más efectivas empleadas a lo largo de la historia, ya que tienden a represen-tar los intereses de una minoría social, de ahí la pronunciada jerarquización de las divinidades que se observa en mu-chas de ellas, en un intento de refl ejar y establecer la estratifi cación de la so-ciedad que las ideó. Basta examinar el antiguo panteón griego o romano para entender fácilmente esta afi rmación. Y probablemente, la religión ibérica no

fue muy diferente en este sentido. Efec-tivamente, hacia los ss. VIII-VI a. C., a través de los primeros contactos comer-ciales con fenicios y griegos, comenzó a gestarse una serie de élites sociales locales que se benefi ciaron en exclusiva de éstas transacciones comerciales. Se privatizaba así un recurso como el co-mercio en manos de un reducido sector social que con el tiempo y los benefi cios supo justifi car sus privilegios como he-rencia divina, actuando como interme-diarios entre al pueblo y las divinida-des, imitando un modelo orientalizante que se extendió por todo el litoral me-diterráneo. Es posible que la asimila-

Fig. 1.- Guerreros del conjunto es-cultórico de Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén). Este tipo de representaciones (Heroa) buscan la justifi cación propa-gandística de un linaje monárquico sobre un determinado territorio y sus recursos. (Foto: Museo Arqueológico de Jaén).

1j . c h o r é n @ i b e r c a l a f e l l . o r g . e s ; j . g a l l e g o @ i b e r c a l a f e l l . o r g . e s

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ción de divinidades mediterráneas fe-nicias o griegas como Tanit o Melkart/ Herakles, por citar algunas, fuese el primer eslabón de un proceso más ex-tenso en el que estos sectores de las sociedades ibéricas perseguían la soli-difi cación de su estatus a través de la religión y los rituales funerarios (fi g. 1).

A pesar de la abundancia de datos arqueológicos que podemos relacio-nar con cultos religiosos, ninguna de las hipótesis sobre su signifi cado plan-teadas ha podido ser fehacientemente demostrada. Tampoco la iconografía ofrece mucha información relativa a las divinidades y los cultos religiosos. La Cultura Ibérica es, a día de hoy, una cultura sin panteón, sin divinidades.

Es por ello que sabemos poco o muy poco acerca de las creencias religiosas de los pueblos íberos con certeza, a pe-sar de la gran cantidad de estudios que se han realizado sobre sus necrópolis y santuarios, de entre los que desta-camos las obras de J. M. Blázquez2 y T. Moneo3. Los textos de los cronistas greco-latinos, tan útiles en otras oca-siones para orientarnos sobre diferen-tes facetas de las culturas peninsulares, no mencionan detalles verdaderamen-te destacables sobre éste aspecto de la sociedad ibérica. Sin embargo, po-demos afi rmar con toda seguridad que existían creencias y cultos religiosos, a juzgar por las evidencias arqueológicas fácilmente relacionables con rituales o cultos religiosos cotidianos de diversa índole, basándonos en su morfología y en el contexto en el que aparecieron.

Como ocurre con otros elementos de la Cultura Ibérica, el mundo de las creencias religiosas debe abarcarse te-niendo siempre presente su heteroge-neidad y su complejidad, consecuencia de la diversidad de pueblos y de la exis-tencia de sustratos culturales distintos entre unos territorios y otros. Además, tampoco podemos hablar de una uni-formidad cronológica: las creencias y ritos de los pueblos del s. V a. C. no eran los mismos que se practicaban en

el s. I a. C. No obstante, existen ele-mentos en común a todos aquellos pue-blos que hoy denominamos ibéricos.

Todos estos pueblos realizaban al-gunas de sus actividades religiosas en lugares sagrados o santuarios, tan-to fuera como dentro de las ciudades.

En contexto extraurbano se conoce la existencia de lugares de culto en edifi cios singulares (Cancho Roano), cuevas (El Collado de los Jardines (fi g. 2), Castellar de Santiesteban) y abrigos (Monfragüe, La Camareta) relacionados con puntos estratégicos, vías de comunicación, ru-tas comerciales o fronteras territoriales.En los dos últimos se depositaban pe-queñas fi guritas de bronce, los exvotos (fi g.3), que representaban a la persona que necesitaba de la intervención divina, a las divinidades a las que se apelaba, y a veces, qué tipo de favor divino necesi-taban. Con toda seguridad, éstas ofren-das se acompañaban de ruegos y es posible que también de ofrendas de ali-mentos y/u otros elementos que no han dejado traza en el registro arqueológico.

También existen testimonios de la existencia de rituales religiosos en cen-

Fig. 2.- Santuario ibérico de “El Co-llado de los Jardines” en la Sierra de Despeñaperros (Jaén) donde aparecie-ron gran cantidad de exvotos de bronce.

2B l á z q u e z , J . M . ( 1 9 7 7 ) : I m a g e n y m i t o . E s t u d i o s o b r e r e l i g i o n e s m e -d i t e r r á n e a s e i b é r i c a s ; e d . C r i s t i a n d a d , M a d r i d . y t a m b i é n J . M . B l á z q u e z ( 1 9 8 3 ) : R e l i g i o n e s p r e r r o m a n a s I I . P r i m i t i v a s r e l i g i o n e s i b é r i c a s ; e d . C r i s t i a n d a d , M a d r i d .

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tros urbanos, bien en ámbito domés-tico asociados a palacios (Carmona, Montemolín) y a edifi cios de carácter dinástico- gentilicio, bien en ámbito público asociados a templos (templos de Ullastret o La Illeta dels Banyets) o santuarios de entrada (Cerro de las Cabezas, Torreparedones), por citar al-gunos ejemplos. No obstante, hasta el momento, son contados los casos en que estos edifi cios presentan un tipo constructivo diferenciado del resto de las construcciones de hábitat. Se tra-ta, generalmente, de pequeños edifi cios exentos, con cierta orientación astronó-mica, construidos en el punto más ele-vado de los poblados o ciudades. Entre este clase de edifi caciones, se encuen-tran los denominados “santuarios em-póricos”, lugares sagrados en los que se realizarían actividades comerciales y se almacenarían las mercaderías bajo la protección de las divinidades, como el caso de los templos de la Illeta dels Banyets (El Campello, Alacant) (fi g. 4), ya que los dioses jugaban un papel cla-ve para garantizar la validez y legali-dad de las transacciones y servían de garantía para evitar estafas o robos, llegando a ser crucial en este punto el sincretismo religioso (es decir, la asi-milación de determinados atributos de divinidades extranjeras a las propias), con la fi nalidad de obtener una base so-bre la que establecer la negociación en términos respetados por ambas partes.

Pero además, debemos señalar la existencia de una serie de santuarios de carácter funerario, asociados a ne-crópolis o edifi cios sagrados, donde se rinde homenaje a un personaje desta-cado del grupo al mismo tiempo que se reivindica el poder del personaje sobre un territorio determinado. Entre ellos destaca el famoso sepulcro turriforme de Pozo Moro (Chinchilla, Albacete). El culto y respeto a los muertos y antepa-sados, resultaba una pieza clave en el mundo cultual de la Antigüedad. A tal efecto, los despojos de los muertos re-cibían diferentes tratamientos, depen-

Fig. 3.- Exvoto ibérico de bron-ce procedente del Collado de los Jardines (Jaén). (Foto M.A.N.).

Fig. 4.- Perspectiva aérea de la Illeta dels Banyets (El Campe-llo, Alicante). (Foto: M.R.W. aéreo)

3 T. M o n e o ( 2 0 0 3 ) : R e l i g i o I b e r i c a : S a n t u a r i o s , r i t o s y d i v i n i d a d e s ( s s . V I -I a . C . ) ; e d . R e a l A c a d e m i a d e l a H i s t o r i a , M a d r i d .

Por J. Chorén i Tosar i J. M. Gallego Cañamero

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diendo de las creencias de cada cultura respecto a la vida después de la muerte, la resurrección y/o la reencarnación. En el caso del mundo ibérico, a pesar de la escasez de datos amplios, de momento parece que el trato funerario que reci-bían los muertos de las clases sociales elevadas, era la cremación en una pira funeraria acompañado de sus objetos personales. Las cenizas y restos óseos eran depositados en un recipiente que se enterraba en una fosa, la ubicación de la cual podía indicarse con algún tipo de estructura (fi g. 5); normalmente, el recipiente se cubría con los restos cal-cinados de su ajuar y con alimentos para que el difunto pudiera desarrollar sus afi ciones y actividades en el otro mundo. En lo que respecta al resto de clases sociales, hasta el momento no tenemos datos sobre qué tipo de tra-tamiento recibían ni dónde iban a parar sus restos. Precisamente, parece ser que los enterramientos infantiles esta-rían relacionados también con las clases acomodadas, enterrados en la mayor parte de los casos en el interior de la casa familiar debido, tal vez, a que en el momento de su fallecimiento aún no eran miembros reales de la sociedad.

Finalmente, respecto a las divi-nidades ibéricas, poco podemos decir respecto a sus nombres. Sin embargo, sí que podemos aventurar que tendrían un panteón similar al de las otras cul-turas mediterráneas y célticas. Aparte del culto a las diosas de tipo agrícola, como testimonian los Thymateria en forma de cabeza de Demeter-Tanit (fi g. 6), también aparecen elementos en los que se observan posibles divinidades relacionadas con el control de los caba-llos o de los animales, los denominados “señor o señora de los animales” (des-potes theron o potnia hippon en griego, respectivamente). Por otro lado, pare-ce plausible pensar en la existencia de animales totémicos, como el jabalí o el lobo, o la idea de una diosa madre, que podría estar representada en la entro-nización y simbolismo asociados a las

Fig. 5.- Estela funera-ria ibérica encontrada en Bada-lona. (Foto: Museu de Badalona)

Fig. 6.- Thymatherion que re-presenta la cabeza de la dio-sa Demeter/Tanit. (Foto: M.A.C.)

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esculturas de las damas ibéricas de Elche o Baza, aunque también pueden tratarse de soportes monumentales basados en representaciones realistas de destacados personajes femeninos de la sociedad ibérica, a juzgar por los orifi cios que se practicaron en el dor-so para depositar los restos funerarios.

Bibliografía recomendada

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Lucas, R. Religión y Sociedad en la Cultura Ibérica a través de las Necrópolis. Madrid. Congreso de Ar-queología Ibérica: Las necrópolis. Uni-versidad Autónoma de Madrid, 1992.

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Nicolini, G. Las fi guras ibéricas de bronce. Barcelona. Los Iberos. Prín-cipes de occidente, catálogo de la ex-posición, “Fundació la Caixa”, 1998.

Sanmartí, J., Santaca-na, J. Els ibers del nord. Barcelo-na. Ed. Dalmau, 2005. P. 160- 174.

Por J. Chorén i Tosar i J. M. Gallego Cañamero