interpretacion de las obras de cesar vallejo

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En referencia a la critica de las obras de Cesar Vallejo, para hablar de la poesa de Vallejo no es buena idea ensayar la crtica. Es decir, se puede leer a Vallejo , se pueden reconocer ciertos rasgos distintivos de su obra, a su circunstancia personal, a su condicin de cholo y de exiliado, a su sentimiento de hurfano. Pero no es posible, no conduce a nada la pretencin de pasar sobre su escritura con las herramientas usuales con que solemos leer un texto. Luego de intentarlo y descanso hasta el agotamiento, llegaremos a una conclusin i nquietante: Vallejo es impenetrable. Por ello l dijo ya en la primera pgina de su primer libro nos advierte al respecto: qui potest capere capiat (quien pueda ent ender, entienda). Al principio, en los primeros poemas de Los Heraldos Negros se puede reconocer l a tentacin modernista que lo hace hablar de azul, mitra, rumor de crespones. La s ombra gigantesca de Julio Herrera y Reissig, de Lugones, de Rubn Daro habita unos versos de entonacin parnasiana que, a pesar de todo, ya estn buscando un camino nu evo. No le lleva mucho tiempo encontrarlo. Vallejo tena algo para decir. Tena dos abuelas chim y una memoria eterna de ser de la sierra. Tena dolor. Misturado entre padrenuestros y procesiones empujaba el dolor andino, la concien cia de estar golpeado, de no tener sitio en el banquete de los vencedores. Tena e xperiencia de paria, de equvoco en un mundo organizado a la medida del hombre bla nco. Cuando public Trilce ya haba en su experiencia la salida del hogar, la muerte de l a madre, de su hermano Miguel, la crcel, ya su padre haba recorrido el camino desd e el cementerio, de regreso de algn entierro humilde. Trilce es el grito del dolo r. El resultado es un libro que provoca simultneamente, empata y rechazo. No permite el juego de la memorizacin, no se puede aprender como un rezo, como una frmula, no se puede recitar como un salmo. No sigue lneas previsibles, ni de gramtica, ni de entonacin, ni de pensamiento. Y no presupone un sujeto lrico distinto y separado del lector. Esa es tal vez la peor de las trampas. En la poesa de Vallejo no hay el otro.