interdependientes y ecodependientes. ensayos desde la ética ecológica (y hacia ella)

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Medio siglo ya de pensamiento y praxis ecologista (pues cabría situar el punto de partida del ecologismo moderno aproximadamente en la publicación de La primavera silenciosa de Rachel Carson, en 1962)… y sin embargo el desencuentro entre las sociedades industriales y la biosfera se ha agudizado tanto que ahora nos hallamos realmente frente a un abismo, y con escaso margen de reacción. Pese a que somos interdependientes y ecodependientes, seres vulnerables que habitan un planeta finito dotado con recursos limitados, tendemos a extraviarnos en fantasías de omnipotencia tecnológica y crecimiento económico ilimitado. Para encontrar caminos practicables que nos alejen de los peores desenlaces de la crisis ecológico-social global hay que tratar de pensar con radicalidad. Este libro lo intenta.

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Jorge Riechmann

INTERDEPENDIENTES Y ECODEPENDIENTES. ENSAYOS DESDE LA ÉTICA ECOLÓGICA (Y HACIA ELLA)

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COLECCIÓN SIGLO XXI: ÉTICA ACTUAL

PROTEUS

INTERDEPENDIENTES Y ECODEPENDIENTES.ENSAYOS DESDE LA ÉTICA ECOLÓGICA (Y HACIA ELLA)Jorge Riechmann

Page 6: Interdependientes y ecodependientes. Ensayos desde la ética ecológica (y hacia ella)

Dirección Editorial: Miquel Osset HernándezDiseño gráfico de la colección: Imma CanalDiseño editorial: Ana VarelaFotografía de la portada: © Iago Bueno

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del «copyright»,bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra porcualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático,y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

Primera edición: septiembre 2012

© Jorge Riechmann © para esta edición: Editorial Proteus

c/ Rossinyol, 408445 Cànoves i Samalúswww.editorialproteus.com

Depósito legal: B. 24354-2012ISBN: 978-84-15549-41-3BIC: PSAF

Impreso en España - Printed in SpainRomanyà Valls S.A. - Capellades

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ÍNDICE

Introducción: la ética y sus tres preguntas...............................................................................15

Tres noticias para irnos situando: un lagarto africano en tierras cata-lanas, un alcalde extremeño contra los ecologistas fastidiosos, planc-ton marino en declive (p. 16) — ¿Nos tomamos en serio la ética? (p.

19) — La ética no es cosa de uno solo (p. 21) — Dos grandes tareaspendientes (p. 22) — Ética extramuros (p. 24) — Interdependientes yecodependientes (p. 25) — Pingüinos en la era del calentamiento cli-mático global (p. 27) — Sobre lemmings (en videojuegos) y sereshumanos desconectados (p. 29) — Media docena de sistemas de cre-encias que nos desencaminan (p. 31) — Las dos grandes preguntas dela filosofía práctica (p. 34) — Ética y moral (p. 35) — La tarea ética (p.

36) — Y la tercera gran pregunta que se añade a las dos anteriores:¿cómo habitar la tierra? (p. 39) — Trabajar en pensar bien (p. 40) —Opciones ético-políticas abiertas para los seres humanos (p. 42) —Notas (p. 46)

Frente al abismo.......................................................................................................................55

Estamos en la cuenta atrás (p. 56) — También en lo socioeconómico…(p. 57) — Evitar la catástrofe (p. 59) — ¿Tercera gran depresión o crisiscivilizatoria? (p. 60) — Cinco momentos de ruptura (p. 62) — Los añosalrededor de 1930 y alrededor de 1980: dos puntos de inflexión quenos han traído al atolladero donde nos encontramos hoy (p. 66) — Eltiempo disponible para actuar está menguando de forma dramática(p. 69) — Bienes comunes (p. 73) — Aún no hemos aprendido a viviren esta tierra (p. 74) — La economía capitalista, cáncer de la biosfera(p. 76) — ¿Qué se puede hacer? (p. 76) — ¿De un genocidio a otro? (p.

80) — Estamos todos en peligro (p. 80) — Notas (p. 81)

Moral e igualdad.......................................................................................................................89

El punto de vista moral (p. 90) — El núcleo de lo moral: el vínculo conel otro (p. 93) — Igual consideración de todos los intereses (p. 94) — Lacuestión de la igualdad: una estructura antropológica fundamental,según Ernst Tugendhat (p. 99) — El valor de la igualdad (p. 102) —Dominación versus igualdad (p. 103) — Una nota sobre el «buenismo»

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(p. 106)— Reflexiones adicionales sobre igualdad (p. 107) — Final: atro-pellar una segunda vez para rematar (p. 109) — Notas (p. 111)

Acerca de la condición humana..............................................................................................115

Controversias sobre la naturaleza humana (p. 116) — ¿Un ser de anti-naturaleza? (p. 117) — Exageraciones (p. 119) — Sobre el lugar de la espe-cie humana en el cosmos (p. 122) — La plasticidad humana (p. 125) —«Cerebro reptiliano» y neocórtex humano (p. 128) — Plasticidad cul-tural, pero no tabula rasa (p. 129) — Una réplica (p. 130) — Reflexividad(p. 132) — Ojo con las exageraciones… (p. 135) — ¿Hacia lo transhumano?(p. 137) — Un hecho básico: la socialidad humana (p. 139) — Dos nive-les distintos de «naturaleza humana» (p. 143) — Algunas ideas sobrela naturaleza/condición humana: Hart, Nussbaum y Giner (p. 144) —Otros dos rasgos: pluralidad y natalidad según Arendt (p. 148) — La cos-tumbre, segunda naturaleza (p. 149) — La ambivalencia de lo humano(p. 150) — Asimilar facticidad cosmológica (p. 152) — Notas (p. 154)

El fundamento: no dañar a los seres que pueden ser dañados..............................................161

¿Alienígenas? (p. 162) — ¿Tratar bien a un toro consiste en lidiarlo? (p.

162) — No demos por sentados los prejuicios de nuestra época y nues-tro medio social (o los de la época inmediatamente anterior) (p. 164)

— Excurso: ¿hasta dónde fundamentar? (p. 166) — Derechos, debe-res, intereses… (p. 167) — El lenguaje de los derechos (p. 168) — Unmanotazo arbitrario (p. 169) — Supremacismo humano (p. 170) — Tra-bajando en las raíces (p. 172) — ¿Quiénes forman parte de la comunidadmoral? (p. 173) — ¿Aspirar a lo imposible para lograr lo posible? (p. 174)

— ¿Pueden ser dañados? (p. 176) — El valor intrínseco… y la «reve-rencia por la vida» de Albert Schweitzer (p. 177) — Ampliar la comu-nidad moral (p. 180) — «Ya está cazado todo lo cazable» (p. 183) —Dejar de comer carne (p. 185) — La dieta, un asunto político (p. 186)

— El asesino que puede dejar de matar (p. 186) — Privilegio y respon-sabilidad (p. 188) — Notas (p. 189)

De una moral de proximidad a una moral de larga distancia................................................197

Un cerdo en Papantla (p. 198) — Sobre lo fácil que resulta –en ciertascircunstancias– reducir la comunidad moral (p. 199) — Y sobre la difi-cultad de ampliar la comunidad moral: si somos xenófobos empáti-cos… (p. 201) — Compromiso con el otro: ¿sólo con el otro concreto

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y cercano -o también con el otro más abstracto y lejano? (p. 205) — Unser muy cercano al deber ser… en el grupo pequeño (p. 210) — Los res-tos en la Gran Dolina de Atapuerca como advertencia (p. 211) — Elsindicato de los que no pueden pertenecer a ningún sindicato (p. 212)

— Responsabilidad y proximidad del otro (p. 213) — Facilitar la inclu-sión, crear proximidad (p. 214) — El paso de una moral de proximidada una moral de larga distancia (p. 215) — La oreja de José ClaudioRibeiro da Silva (p. 219) — Ejercicios de estiramiento moral (p. 220) —Las tareas morales clave (p. 222) — Una senda para avanzar: la expe-riencia de la ciudad (p. 224) — Una segunda senda de avance: Dugat-kin y las asociaciones múltiples (p. 227) — Una tercera idea: hermana-mientos entre ciudades muy lejanas (p. 229) — Notas (p. 229)

Diversidad biológica: la sexta gran extinción.........................................................................239

Introducción (p. 240) — Una crisis global de extinción de especies (p.

240) — Extinción biológica a causa del cambio climático (p. 242) —Hacia un holocausto biológico (p. 243) — Las cinco megaextincionespretéritas… y la sexta extinción (p. 246) — La biodiversidad como«seguro de vida de la vida» (p. 248) — Destinos entrelazados (p. 249)

— Cinco grupos de razones para proteger la biodiversidad (p. 251) —Sobre remaches en alas de avión (p. 257) — Notas (p. 260)

Cambio climático: ¿seguiremos mirando hacia otro lado?....................................................267

Cambios en los hielos árticos: un «canario dentro de la mina» (p. 268)

— Una amenaza civilizatoria (p. 269) — No linealidad (p. 271) — Porfavor, un poco de seriedad (p. 273) — Las guerras del clima (p. 276) —Manchar el propio nido (p. 278) — Efecto, y no causa (p. 279) — Nosólo reaccionar contra el daño, sino buscar formas de vida buena (p.

282) — Cambiar duele (p. 285) — (In) justicia climática (p. 286) — Fra-caso histórico de la sociedad capitalista (p. 289) — ¿Cabe seguir acep-tando la dirección del capital sobre el conjunto de la sociedad? (p.

290) — Sobre medios y fines en un marco capitalista (p. 296) — Undesafío formidable (p. 299) — ¿Como librar una guerra? Pero si nohay enemigo externo… (p. 300) — ¿De dónde tanta ceguera? (p. 301) —El tiempo está corriendo rápidamente en contra nuestra (p. 302) —Pero las cosas no van por ahí… (p. 303) — Un retraso de decenios (p.

304) — La vida es una transmutación química de la luz del sol (p. 306)

— Notas (p. 309)

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De una cultura de la hybris a una cultura de la autocontención............................................319

Observaciones conceptuales: naturaleza y cultura (p. 321) — Definirla cultura (p. 323) — Un modelo de interacción entre ideas e intereses(p. 324) — Afinidades selectivas (p. 325) — El factor religioso (p. 328) —Los valores y creencias de la sociedad industrial (p. 331) — Valores: laimportancia del altruismo (p. 332) — La cultura del capitalismo for-dista y posfordista: consumismo (p. 335) — «Escapada virtual» (p.

338) — Una cultura productivista/consumista impulsa la insosteni-bilidad (p. 339) — Valores ambientales: la investigación demoscópica(p. 340) — Hartazgo de lo que uno no come (p. 343) — Hipocresía yduca (p. 344) — ¿Emplear las mismas armas que el adversario? (p. 346)

— En síntesis: capitalismo e insostenibilidad (p. 347) — Necesita-mos cambiar, pero… (p. 349) — Algo más sobre consumo y consume-rism (p. 350) — No hay atajos (p. 352) — Hacia una cultura de la sos-tenibilidad (p. 355) — Contra la hybris (p. 356) — Reequilibrar al des-equilibrado (p. 358) — «Expansión ilimitada del (pseudo)dominio(pseudo)racional» (p. 361) — Opciones de respuesta (p. 364) — Segu-ridad existencial (en vez de crecimiento económico) (p. 366) — Sísifoy el Barón de Münchhausen como héroes culturales (p. 368) — Notas(p. 370)

Sabidurías ecológicas.............................................................................................................387

La shoah y la destrucción de Melos (p. 388) — Congruencia (y des-proporción) del ser humano consigo mismo (p. 389) — «Es más nece-sario sofocar la desmesura que un incendio» (p. 390) — Una espiri-tualidad trágica (p. 392) — Reencontrar un equilibrio (p. 393) — Nar-cisismo antropocéntrico (p. 394) — Los dos grandes valores (p. 395)

— Un humanismo de la renuncia a la dominación (p. 395) — Mediosy fines, conocimiento y sabiduría (p. 396) — La ilusión de control (p.

397) — Arrogancia epistémica (p. 399) — El valor de la humildad (p.

399) — Civilización y violencia (p. 401) — Criterios de civilización(p. 402) — Interdependientes y ecodependientes (p. 403) — Comoarqueros que buscan un blanco (p. 404) — Vivir de otra manera (p.

407) — Notas (p. 407)

Tiempo de resistencia.............................................................................................................413

Nuestra terrible situación (p. 414) — No se improvisa una culturaalternativa (p. 415) — Contra la desesperanza, pero sin autoengaños

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(p. 418) — Caminar erguidos (p. 419) — «Responsabilidades comu-nes, pero diferenciadas» (p. 420) — La transformación hacia la sos-tenibilidad no es imposible (p. 422) — Y ¿qué es la ética ecológica?(p. 424) — Un par de recomendaciones prácticas (p. 425) — ¿Segui-remos creyendo en los Reyes Magos? (p. 425) — Dejemos de diso-ciar; volvamos a conectar con la tierra y con la vida (p. 427) — Vol-ver a situar la acción sociopolítica colectiva en el centro (p. 430) —Tomar nuestra vida en nuestras propias manos (p. 431) — Resista-mos ahí (p. 434) — Notas (p. 434)

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Para Paco Fernández Buey, de quien aprendo —desdehace ya tantos años— a vivir y a pensar (lo poco que sé:pero eso cae en el debe de las flaquezas del discípulo,no en el haber del maestro)

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INTRODUCCIÓN: LA ÉTICA Y SUS TRES PREGUNTAS

Los seres humanos son vulnerables a una gran cantidad de aflicciones diver-sas y la mayoría padece alguna enfermedad grave en uno u otro momento desu vida. (…) Lo más frecuente es que todo individuo dependa de los demáspara su supervivencia, no digamos ya para su florecimiento, cuando se enfrentaa una enfermedad o lesión corporal, una alimentación defectuosa, deficien-cias y perturbaciones mentales y la agresión o negligencia humanas. (…) Estoshechos son tan importantes por sí mismos que ningún autor que aspire a daruna explicación convincente de la condición humana puede dejar de conce-derles un lugar privilegiado.1

Alasdair MacIntyre

Toda la ética desarrollada hasta ahora se basa en una única premisa: queel individuo es miembro de una comunidad de partes interdependientes. (…)La ética de la tierra, sencillamente, extiende las fronteras de la comunidadpara incluir los suelos, las aguas, las plantas y los animales.2

Aldo Leopold

Los economistas no saben nada de ecosistemas, no saben nada de termo-dinámica, nada de biodiversidad, son totalmente ignorantes respecto a estostemas. Un economista debe tener claro que si los animales desaparecen, éltambién desaparecerá porque entonces ya no habrá qué comer. Pero él no sabeque dependemos totalmente de la naturaleza ¿te das cuenta? Sin embargo,para los economistas de hoy en día la naturaleza es un subsistema de la eco-nomía, concepto que es totalmente absurdo.3

Manfred Max-Neef

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Hay que revisar cómo nos aproximamos a la naturaleza y al resto de seresde nuestro planeta. Y veremos que no es diferente de cómo nos acercamos anuestros propios hermanos y hermanas de especie; por tanto, la raíz del pro-blema de las relaciones interhumanas y las relaciones con la naturaleza es lamisma. Nuestro ambiente cultural potencia el hecho de pensar en primerlugar en nosotros mismos y no facilita ser conscientes de la realidad de inter-dependencia de todos los seres…4

Joan Carrera i Carrera

TRES NOTICIAS PARA IRNOS SITUANDO: UN LAGARTO AFRICANO EN TIERRAS CATALANAS, UN

ALCALDE EXTREMEÑO CONTRA LOS ECOLOGISTAS FASTIDIOSOS, PLANCTON MARINO EN DECLIVE

«Efectivos del cuerpo de Agentes Rurales han atrapado hoy [el 3de septiembre de 2010] un bonito ejemplar de varano de la sabanaen una parcela de la calle Emprius de Matadepera (Barcelona)»,que no es, desde luego, su hábitat natural. Pero ¿qué hace un reptilasí en un solar de un pueblecito catalán? El periodista nos aclaraque los varanos son una familia de grandes lagartos carnívoros

entre los que se cuentan criaturas tan fascinantes pero definitivamentea evitar como los dragones de Komodo, capaces de zamparse un venado(…). Uno de los preferidos [como mascotas] es el varano de la sabana(Varanus exanthematicus), un bicho subsahariano robusto de fuertespatas, largas garras y dientes afilados, con una bonita lengua bífida azu-lada y algo chato. (…) Los machos (…) pueden llegar a medir un metroveinte de longitud y pesar cinco kilos y medio. Viven unos diez años.(…) Los terrarios reducidos les agobian y dado que su concepto deterrario reducido es muy elástico (viven en zonas desérticas) tienentendencia a fugarse. (…) A los varanos de sabana les gusta cavar y esoexplica que el de Matadepera se hubiera hecho una madriguera en unagujero bajo el pavimento del jardín de una casa. Allí fue observadopor los comprensivamente alarmados propietarios que avisaron a lapolicía. (…) El animal fue capturado por los agentes rurales con el usode una jaula trampa. Se especula con que haya escapado de alguna casavecina o fuera abandonado.5

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Una considerable conflictividad ecológico-social despunta a tra-vés de esta llamativa noticia: enseguida pensamos en el tráfico ile-gal de animales protegidos (para emplearlos como mascotas), encómo la globalización mercantil favorece la expansión de «especiesinvasoras» en hábitats distintos de los originarios, en nuestra com-pleja relación con los animales no humanos, en la asunción de res-ponsabilidades (o en las formas de esquivarlas)…

Más conflictos socio-ecológicos: en Los Guadalperales, pueblode Badajoz, el alcalde emitió un bando —el pasado 29 de julio de2010— señalando que según la normativa vigente «no se puedencaer los nidos de las golondrinas y otras aves parecidas sin el corres-pondiente permiso de la Junta de Extremadura». La justificaciónde la advertencia es prudencial, para evitar sanciones, solicitandoel alcalde D. Diego Collado que «extreméis el cuidado y se pidanlos permisos correspondientes, y más todavía debido a la presenciaen el pueblo de algún talibán impresentable del ecologismo que sededica a denunciar estos hechos bajo el paraguas de asociacionesecologistas de localidades muy lejanas, y cuyo objetivo es fastidiara las personas del pueblo basándose en una interpretación muy rigu-rosa de las leyes existentes (…) Os pido a todos colaboración y uniónpara luchar cívicamente contra estas personas que se dedican adenunciar estos hechos, son radicales, amparadas en un ecologismoimpresentable, fanático y enemigo del desarrollo de las zonas rura-les, ajenas al pueblo, cuyo objetivo no es defender a los animalessino fastidiar a las personas de este pueblo» (las cursivas son negri-tas en el original).

El asunto puede parecer hasta inocente, comparado con otrassituaciones… En otro pueblo extremeño, El Gordo (Cáceres), lavecina Paca Blanco, coordinadora de Ecologistas en Acción en lacomarca de Campo Arañuelo, tuvo que pedir protección policial(y poner su casa en venta con intención de marchar del pueblo) des-pués de que el Tribunal Superior de Justicia diese la razón —enmarzo de 2011— a la denuncia ecologista contra el complejo turís-tico Marina Isla de Valdecañas, construido ilegalmente en un parajeprotegido. Una larga lista de agresiones anteriores hacía temer a laveterana ecologista lo peor: y sobre todo estaba preocupada por sunieto de seis años, que vivía con ella. El alto Tribunal ha ordenado

INTRODUCCIÓN: LA ÉTICA Y SUS TRES PREGUNTAS 17

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el derribo de los ilegales apartamentos, pero todo el mundo da pordescontado que éste jamás se realizará.

(Y todavía tiene mayor alcance la sentencia del Tribunal Supe-rior de Justicia de Madrid, también en marzo de 2011, que declarabaigualmente ilegal el soterramiento de la M-30 en Madrid, realizadopor el alcalde Ruiz Gallardón a sabiendas de que se saltaba el precep-tivo informe de impacto ambiental, y violaba otra norma europeapara proyectos que afecten un Bien de Interés Cultural —en este casoel entorno del río Manzanares—. Pero los sacrosantos automóvilesprivados están circulando por esos túneles desde 2007, y tampocopodrá darse marcha atrás tras la enorme inversión de más de 3.600millones de euros, la cual —junto con otros proyectos del faraónicoalcalde— ha dejado endeudada a la capital del Reino durante dece-nios… Ante situaciones así, ¿no le invade a uno la inquietante sensa-ción de que lo verdaderamente «antisistema» es el mismo sistema?).6

También aquí observamos importantes dimensiones de la con-flictiva relación entre nuestras sociedades y los ecosistemas: la ocu-pación del territorio «en mancha de aceite» que va sustituyendoespacios naturales por zonas urbanizadas e infraestructuras indus-triales y de transporte, las dificultades para proteger «especies yespacios» a través de una movilización social que conduzca a cam-bios institucionales y legales «proambientales», la fuerza con queel desarrollo capitalista tiende a desbordar todos los límites satu-rando el limitado espacio ambiental de una biosfera que es finita yvulnerable…

Una tercera noticia, una de las más terribles del verano de 2010,del año, del decenio, del siglo: según los científicos el fitoplancton—la base de toda la vida marina— está cayendo un 1% al año por elcalentamiento global. Estos microorganismos suponen aproxima-damente la mitad de la producción de biomasa del planeta (con laenorme fijación de dióxido de carbono que esto implica) y del oxí-geno atmosférico: pero —según un estudio publicado en Nature enjulio de 2010— desde 1950 hasta hoy la concentración de fitoplanc-ton en el hemisferio Norte se ha reducido ya un 40%. El aumento dela temperatura del agua está directamente relacionado con el declivede estos organismos (porque necesitan luz solar y nutrientes paraprosperar, y la estratificación en capas de las aguas oceánicas templa-

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das limita la cantidad de nutrientes que emergen a la superficie desdelas profundidades).

Esta tercera y muy ominosa noticia nos fuerza a considerar otrasaristas de la conflictividad ecológico-social: las transformacionesglobales antropogénicas que estamos causando en la biosfera (locual, como se sabe, ha conducido a destacados investigadores a suge-rir que nos hallamos ahora en la era del Antropoceno),7 las perspec-tivas de crisis asociadas con el calentamiento climático (que podríaconducir incluso a un colapso ecosocial de dimensiones dantescas)…

¿NOS TOMAMOS EN SERIO LA ÉTICA?

En relación con aquel último asunto —que por supuesto reapareceráen este libro—, un autor como Anthony Giddens (teórico social, eideólogo de aquel malhadado cruce entre social-liberalismo y neoli-beralismo que fue la «Tercera Vía» de Tony Blair) 8 sugiere que «lamejor manera de mantener en primer plano la política de cambio cli-mático será (…) luchar por mantenerla a la vanguardia de la compe-titividad económica, integrarla en programas políticos más genera-les y evitar la adopción de posturas morales».9 Es curiosa esta solici-tud de «neutralidad moral» en un asunto como el cambio climá-tico: el mismo autor proclama unas páginas más adelante que «lospaíses más ricos deben cargar con la parte del león de la responsabi-lidad sobre la adaptación [a los daños venideros causados por el cam-bio climático] del mundo en vías de desarrollo, al igual que a la horade limitar el progreso del calentamiento global».10 Las nociones máselementales de justicia parecen exigirlo, en efecto, ya que estos paí-ses más ricos han acumulado históricamente la emisión de las cuatroquintas partes —grosso modo— de los gases «de efecto invernadero»causantes del cambio climático. Pero ¿cómo se compadece esta exi-gencia de justicia con «evitar la adopción de posturas morales»?Hay que decir a Giddens, y a mucha otra gente: ¿por qué lo llamanmoral cuando quieren decir moralismo? ¿Cómo se van a evitar lastomas de posición normativas cuando hablamos de asuntos como elcalentamiento climático, la hecatombe de biodiversidad o la distri-bución de riesgos medioambientales?

INTRODUCCIÓN: LA ÉTICA Y SUS TRES PREGUNTAS 19

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Existe una verdadera obsesión, desde la ideología neoliberal/neoconservadora, por tratar de evitar la moral y la ética, desde lailusión (ideológica) de que el análisis económico estándar permiterazonar y tomar decisiones evitando supuestos normativos.11 Másde treinta años de creciente hegemonía cultural por parte del neo-liberalismo/neoconservadurismo han sometido a nuestras socieda-des a un lamentable proceso de deseducación (o contraeducación)moral… Pero sin respetarnos los unos a los otros, sin cuidar la repro-ducción social y sin contribuir al bien común, no hay sociedadhumana que salga adelante. Los tres decenios de corrosión moralcausada por esta hegemonía son uno de los principales factores quenos han empujado al borde del precipicio (véase el capítulo 2 de estelibro, «Frente al abismo»).

Desde otro flanco, hay quien pide la exención de la ética comoquien pide la exención del IVA. Un caso que viene al caso es el delperiodista Arcadi Espada: presentando en Barcelona la Tauroéticade Fernando Savater 12 —un libro al que habremos de volver en estaspáginas—, Espada, si hemos de creer al cronista de El Mundo,13

defendió su libertad de asistir a una corrida de toros aun a sabien-das de que esté mal, y puntualizó: «También está mal el modo enque obtenemos el paté y sin embargo no dejamos de comerlo».14

Ale y olé: en lugar de proponer al menos una mínima coherenciaentre valores y conducta, ¡vacaciones morales para todos! 15

Ay, qué triste ventajismo el de quienes, dotados de sentido moralpor ser humanos, pretenden sin embargo emplearlo sólo en ciertasocasiones, y reclaman en cambio vacaciones morales cuando les con-viene… Y qué alucinante resulta la vida moral y política de este paísnuestro, cuando uno la contempla con cierto distanciamiento antro-pológico… Pero las vacaciones morales son la dimisión de lo humano.Algo que no podemos permitirnos.

Una cuestión de fondo, claro está, es que Espada no se atreveríaa decir estas simplezas si estuviera en juego la moral entre Homo sapienssapiens. No se banalizaría con semejante ligereza el daño infligido alotro si éste fuese un prójimo humano. ¿Por qué tanta gente no setoma en serio la ética ecológica, que entre otros asuntos trata sobrela relación moral entre animales humanos y no humanos? Tratare-mos de contribuir a una rectificación en las páginas que siguen.

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LA ÉTICA NO ES COSA DE UNO SOLO

El novelista británico Ian McEwan, entrevistado en The Guardiancon motivo de la publicación de su novela Solar (que aborda laenorme y angustiosa cuestión del calentamiento climático),16 decla-raba: «Al final, no creo realmente que el contenedor de vidrio [sepa-rar la basura doméstica para reciclar] nos vaya a sacar de ésta. Y elser tan éticos tampoco nos va a sacar de ésta. La civilización va anecesitar otra fuente de energía».17 Pero ¿desde qué concepción dela ética se piensa que las decisiones sobre fuentes energéticas que-dan al margen de la misma —cuando sabemos que la base energé-tica de una sociedad condiciona en muy alto grado su economía, susocialidad, su política? ¿Cabe aceptar —como se sugiere— que laética se sitúa en el ámbito de las decisiones individuales, y separarlaasí del ámbito de lo colectivo, que quedaría reservado a la política?

¿Lo que nos pide la ética es separar la basura en contenedoresdiferentes? ¿O quizá lo que nos pide es acabar con el capitalismo?En la tradición de la que provengo —permítaseme citar expresa-mente a Manuel Sacristán y a Francisco Fernández Buey—, la polí-tica se concibe como ética de lo colectivo. Ética y política se hallanestrechamente interconectadas.

Creo en efecto que la ética es no parcial ni circunstancialmente,sino de modo intrínseco, «ética social» y ética política. Y con ellome inserto en una larga tradición: como se sabe, la Ética nicoma-quea de Aristóteles trata de política, y la obra denominada Políticase presenta como su continuación lógica. «La palabra griega poli-tikós no significa precisamente lo que nosotros entendemos por polí-tico; la palabra aristotélica cubre tanto lo que entendemos por polí-tico como lo que entendemos por social, y no discrimina entre ambosaspectos».18

Pensemos por ejemplo en la hermosa fórmula de John Hollo-way: los que gritan (los rebeldes, revolucionarios o «indignados»)quieren una sociedad basada en el reconocimiento recíproco de la dig-nidad humana (en contraposición a una sociedad basada en el inter-cambio generalizado de mercancías).19 Se ve con claridad que esesupremo objetivo político está formulado en términos morales…

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DOS GRANDES TAREAS PENDIENTES

Como es sabido, Mahatma Gandhi dijo en cierta ocasión, interro-gado sobre su opinión acerca de la civilización occidental: sería unabuena idea. Un gran proyecto, esa brillante construcción de nor-mas, valores, virtudes, actitudes y sentimientos… si llega a edificarsealgún día (si lo vivido se pone a la altura de lo soñado, deseado, invo-cado). Creo que podemos identificar dos grandes logros históricosen lo político-moral (que no pueden ser patrimonializados por Occi-dente, claro está)… y que son al mismo tiempo más bien tareas pen-dientes que logros ya conseguidos:

1.: Ética de la compasión y el respeto por el otro, legado del «des-pertar» que se dio en diferentes culturas en la que Karl Jas-pers llamó la «época axial» (años 900 a 200 antes de nuestraera, aproximadamente);20

2.: Política democrática, legado de la Atenas de Pericles, y de 1789,y de los movimientos obreros y feministas de los siglos XIX yXX (pues la democracia liberal llegó hasta donde llegaronestos movimientos).21

Un texto importante en la Antigüedad grecorromana, donde sereconoce la dignidad de todo ser humano y que implica de algunaforma la idea de los derechos humanos, se encuentra en una de lasCartas a Lucilio de Séneca (la número 95). El pensador cordobéscritica los espectáculos del circo donde, como castigo a sus críme-nes, se mata a hombres desnudos y desarmados, y emplea la siguienteexpresión: «el hombre, algo sagrado para el hombre» (homo, sacrares homini —a propósito de gentes consideradas criminales, hay quesubrayarlo).

Esta concepción culminará —veinte siglos más tarde— en laDeclaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por laAsamblea General de NN.UU., en París, el 10 de diciembre de 1948,uno de los documentos político-morales decisivos en la historia dela humanidad, cuyo primer artículo reza: «Todos los seres huma-nos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados comoestán de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los

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unos con los otros». A ese mismo momento histórico perteneceun texto —dentro de la impresionante obra de Primo Levi— quesin citar expresamente a Séneca recoge su intuición:

La masacre nazi lleva el signo de la locura, pero también otro signo.Es el signo de lo inhumano, de la solidaridad humana negada, prohi-bida, quebrantada; del aprovechamiento esclavista; de la impúdicainstauración del derecho del más fuerte, deslizado de contrabandobajo el emblema del orden. Es el signo del abuso, el signo del fascismo.Es la realización de un sueño demencial, en el que uno manda, nadiepiensa ya, todos caminan siempre en fila, todos obedecen hasta lamuerte, todos dicen siempre sí. (…) Demasiado a menudo se olvidaque el hombre es, tiene que ser, sagrado para el hombre, en cualquierlugar y siempre.22

Otro texto de la «época axial», un versículo del profeta hebreoIsaías, pone en conexión la falta de paz con la ausencia de justicia:«El producto de la justicia será la paz; tranquilidad y seguridad per-petuas serán su fruto» (capítulo 32, versículo 17). Visionarios deci-monónicos como Henry S. Salt anticiparon la idea de una «repú-blica del futuro» que extendiese su ámbito de pacificación más alláde lo humano:

No es la vida humana, tan sólo, lo adorable y sagrado, sino toda vidainocente y hermosa. La gran república del futuro no limitará al hom-bre su beneficencia. (…) El advenimiento de la democracia, porimperfecta que sea toda democracia que no abarque en su ámbitotodas las cosas vivas, será de enorme ayuda a la causa de los derechosde los animales…23

Hoy, confrontados a la crisis ecológico-social —un aconteci-miento histórico de rango «epocal», si queremos emplear el pedanteadjetivo—, nos preguntamos: la ética de la compasión y el respetopor el otro ¿sólo se extiende a los demás seres humanos, o más allá?La justicia, más allá del ámbito de lo social, ¿no debe concebirsetambién como justicia ecológica? El deber de comportamiento fra-ternal ¿llega allende las fronteras de nuestra propia especie? ¿Y

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cómo pueden concebirse comunidades democráticas que sean eco-lógicamente sostenibles, es decir, capaces de durar en el tiempo sindañar los ecosistemas donde se insertan? El desafío de la crisis eco-lógico-social complejiza enormemente aquellas dos grandes tareaspendientes.

ÉTICA EXTRAMUROS

La frase «todo individuo tiene derecho a la vida» forma parte delartículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanosde 1948. Pero, incluso dejando de lado la pertinente cuestión de siese derecho a la vida debe restringirse sólo a los individuos huma-nos, ¿cómo pensar en respetarlo sin cuidar el entorno que posibi-lita la vida —tanto humana como no humana?

En demasiadas ocasiones, la reflexión político-moral ha proce-dido como si todo lo importante se jugase en el interior de la polis, lacomunidad humana. La ética ecológica desborda ese marco: sitúa alos agentes morales en conexión con todo lo que bulle de vida extra-muros, más allá de los límites de la polis. Estos agentes morales sonentre otras cosas cuerpos vivos en medio de otros cuerpos vivos: y tam-bién seres naturales que mantienen con el resto de la naturaleza com-plejas relaciones ecológicas. Seres interdependientes y ecodepen-dientes, como no nos cansaremos de repetir en este volumen. Comoescribe Carmen Velayos, profesora en Salamanca:

La ética tiene que ver con las relaciones morales entre agentes. El prin-cipio del daño es un límite objetivo a nuestra libertad y trata de evitarque unos agentes dañen a otros agentes. Pues bien, la ecoética nos ayudaa reinterpretar el clásico principio del daño, cuya versión más cono-cida encontramos en John Stuart Mill (…).

- Podemos hacer daño a otros seres humanos dañando la naturaleza;- Podemos dañar también a seres no humanos;- Podemos hacer daño a seres humanos del futuro.24

Hay que insistir, como lo hace Carmen Velayos, en esta primacíadel principio del daño (insistiremos sobre ello en el capítulo 5). Otro

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filósofo, el alemán Wilhelm Schmid, sugiere que el primer «impe-rativo ecológico» debería ser: «actúa de forma que no arruines lasbases de tu propia existencia».25 Pero —nos diría cualquier liberalenemigo de las conductas paternalistas— deberíamos reconocer acualquier individuo autónomo el derecho a arruinar su propia exis-tencia, así como las bases de la misma… La cuestión clave es que lasconductas autodestructivas no dañen al mismo tiempo a los demás. Poreso, el segundo de los «imperativos ecológicos» de Schmid («actúade forma que tomes en consideración las consecuencias de tu acciónsobre los demás, igual que tú mismo lo esperarías de ellos») 26 debe-ría en realidad ser el primero. Por cierto que el tercero y último desus tres imperativos nos remite de forma directa a la ecodependen-cia e interdependencia que se entreteje con todas las demás ideas deeste libro:

Actúa de forma que nunca consideres las interrelaciones halladas [entu vivir reflexivo] sólo como medio para conseguir fines propios, sinotambién como fin en sí mismas. Sólo así, según la forma de relacio-narse entre individuos, es posible quebrantar el egoísmo idiota y estre-cho de miras que no asume que arruina las bases de las que él mismovive…27

INTERDEPENDIENTES Y ECODEPENDIENTES

Un asunto importante que subyace a muchos debates morales y polí-ticos —también en ética ecológica o en ecología política— es la rela-ción entre los individuos y las comunidades, grupos o sistemas den-tro de los cuales encontramos siempre a los primeros.

Ni los individuos vivos, ni tampoco las especies a las que perte-necen, están aislados: se hallan siempre insertos en sistemas. En comu-nidades de otros seres semejantes, y también en ecosistemas. Parti-cularmente, en el caso de los animales sociales —como los sereshumanos— el primer y más importante medio ambiente, para cadaorganismo, es el grupo de congéneres. Como subraya Ramón Fer-nández Durán, «los seres humanos somos interdependientes y eco-dependientes: el Homo economicus competitivo e independiente de

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otros y de la naturaleza es una absoluta ficción».28 Y como señalaAmaia Orozco:

El capitalismo heteropatriarcal impone como objetivo vital la auto-suficiencia en y a través del mercado. Esta autosuficiencia es una qui-mera inalcanzable y dañina, un espejismo que solo se mantiene enbase a ocultar las dependencias y a los sujetos que se hacen cargo deellas (a ocultar los cuidados que nos regeneran; a ocultar que econo-mía de retales en los hogares permite la recuperación de la gananciaen los mercados); así como la dependencia de los recursos naturalesy energéticos que nos sustentan. En momentos de crisis muestra sutremenda fragilidad, su imposibilidad de materializarse salvo enmomentos muy puntuales (siendo joven, teniendo plena salud, care-ciendo de responsabilidades de cuidados) y cuando el contexto mer-cantil es favorable; en cuanto alguno de esos elementos quiebra, vemosque nos necesitamos unxs a otrxs. Es una quimera que obvia una con-dición ontológica fundamental: la materialidad de la vida y los cuer-pos. La vida es vulnerable y finita; es precaria, por eso, si no se cuida,no es viable.29

Nuestra ecodependencia no hay que pensarla sólo en términosexternos (por ejemplo, dependencia de aire no contaminado y agualimpia para vivir con buena salud): es absolutamente íntima. Porcada célula humana ¡hay en nuestro interior nueve bacterias! 30 Ennuestro cuerpo habitan unos cien billones de bacterias, tan funda-mentales para nuestra salud y supervivencia que médicos comoFrancisco Guarner, responsable del grupo de Fisiología y Fisiopa-tología Digestiva del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR),llegan a afirmar que el microbioma (el conjunto de estos billonesde bacterias) «se considera ya un órgano en sí mismo». Resultaque las alteraciones en esta flora bacteriana pueden llegar a modi-ficar la conducta y el desarrollo cerebral. Así, nos cuenta la prensa,hay estudios que demuestran que animales de laboratorio que cre-cen en total ausencia de bacterias tienen un desarrollo corporal defi-ciente, un cerebro distinto e inmaduro y un sistema inmunitarioincompleto. Lo sorprendente «y una de las razones que justifica elconsiderar el microbioma como órgano», explica Guarner, «es que

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si a estos animales se les trasplanta la flora bacteriana de individuosnormales, recuperan la normalidad». Se sabe también que muchosniños autistas tienen en su flora intestinal un tipo de bacteria —delgénero Sutterella— que el resto de los niños no tienen. Enferme-dades autoinmunes como la esclerosis múltiple o la enfermedad deCrohn mejoran si se enriquece la flora intestinal de los afectados.Otra científica, Elena Verdú, aclara que «la conexión cerebro-intes-tino es bidireccional»…31

Hay al menos dos importantes vías en que el pensamiento de ins-piración ecológica —incluyendo sus dimensiones ético-políticas—desafía la ideología individualista liberal que goza de hegemoníacultural en Occidente:

1.: Somos, de manera radical, seres dependientes. No sólo de otrosseres humanos y grupos humanos (a causa de nuestra sociali-dad radical),32 también de miríadas de otros seres vivos, den-tro de la densa trama de la vida que organizamos conceptual-mente en ecosistemas. «Todo está conectado con todo», decíaBarry Commoner). O bien: «La especie humana y todas lasdemás especies son elementos integrales de un sistema de inter-dependencia tal que la supervivencia de cada ser vivo, así comolas posibilidades de que le vaya bien o mal, están determinadasno sólo por las condiciones físicas de su medio ambiente, sinotambién por sus relaciones con otros seres vivos».33

2.: Los seres humanos no somos la única sede de valor, o las úni-cas criaturas agraciadas con una singular propiedad llamadadignidad. El pensamiento de inspiración ecológica se distan-cia del paradigma de la excepción humana (rechazando unafractura ontológica entre los humanos y los demás animales)y critica el antropocentrismo moral excluyente.

PINGÜINOS EN LA ERA DEL CALENTAMIENTO CLIMÁTICO GLOBAL

El consultor de comunicación y «profesor de storytelling» AntonioNúñez López 34 nos indica que «como colonias de pingüinos sobreicebergs, vivimos cada día en menos espacio, en contacto permanentey generando un ruido ensordecedor».

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Gracias a las nuevas tecnologías, nos comunicamos con más frecuen-cia que nunca, en tiempo real y sin apenas limitaciones de tiempo,distancia o coste. Puede que nuestra comunicación sea más emocio-nal, más superficial e impulsiva que antes, pero a cambio es más demo-crática. Para hacerse oír ya no es necesario disponer de los recursosde las grandes empresas, los partidos políticos o los grupos mediáti-cos. Cualquier miembro anónimo de la colonia puede lanzar un men-saje que, viajando de persona en persona, de clic en clic informático,puede alcanzar una difusión planetaria o convocar a todo un país alas plazas. (…) Las nuevas reglas de la comunicación de persona enpersona son la conexión con un momentum social adecuado, un relatoaglutinante capaz de incendiar la mecha del debate, un mensajelíquido y susceptible de ser personalizado por cada participante, cana-les de comunicación poco cooptados y un proceso de difusión librey asincrónico. Comunicar hoy es propagar. Las campañas electora-les no dejan de reflejar este cambio en las comunicaciones. Todos losestudios coinciden en que, durante las últimas elecciones presiden-ciales estadounidenses, el equipo de Obama apenas pudo orquestarun 60% del ruido que se generó sobre el candidato. El 40% restantefue creado por ciudadanos anónimos y escapó al control de la candi-datura.

Cuando un pingüino de una colonia se zambulle en el agua, pocoa poco todos los demás miembros de la colonia se van arrojando impul-sivamente al agua, por instinto. Por eso hablo de «lograr un pingüino»cuando un ciudadano, una marca o una institución consigue poner enmarcha un proceso de comunicación en cadena de alcance masivo. Porel contrario, llamo «hacer el pingüino» a lanzarnos a responder a lasdeclaraciones de un adversario político, a reenviar un correo electró-nico o un tuit, o declarar «me gusta» en Facebook, sin reflexionardemasiado ni en el mensaje ni en las consecuencias de nuestra partici-pación en la cadena…35

Una imagen sugerente… donde falta algo esencial: las coloniasde pingüinos no se hacinan en los icebergs porque se estén repro-duciendo descontroladamente, sino porque los bancos de hielo men-guan de forma dramática en un mundo de «efecto invernadero»

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intensificado por el exceso de dióxido de carbono que vierte a laatmósfera un «estilo de vida» insostenible… del que quizá formeparte la opulencia comunicativa que este autor analiza.

Y junto a la «estrategia del pingüino», practicamos intensa-mente la estrategia del avestruz: denegación. Meter la cabeza debajode la tierra para evitar enfrentarnos con realidades desagradables.La más importante de todas: estamos viviendo sobre este planetacomo si fuéramos depredadores extraterrestres, como si nos hallá-semos acampando temporalmente en un planeta de usar y tirar; pero—por el contrario— somos terrícolas interdependientes y ecode-pendientes, sin planeta de recambio al que emigrar.

SOBRE LEMMINGS (EN VIDEOJUEGOS) Y SERES HUMANOS DESCONECTADOS

En septiembre de 2009, dos cargueros alemanes llamados Fraternityy Foresight abrieron por vez primera el «paso del noroeste» apro-vechando que el calentamiento global deshiela ominosamente elÁrtico en verano. Se trata de la ruta que une Europa con Asia a tra-vés de Siberia, y —con espantoso simbolismo— lo que transporta-ban ambos buques eran sendas turbinas de gas para una central eléc-trica que Rusia estaba construyendo en la ciudad siberiana de Sur-gut. Vale decir, material para incrementar aún más las emisiones dedióxido de carbono y así realimentar el calentamiento global. Másleña, en suma, para la pira donde vamos a arder.

En 2011 fueron ya 18 buques los que pasaron desde el Atlánticoal Pacífico a través de esta ruta.36

Levante usted la mirada del periódico, amiga lectora, amigo lec-tor, y mire a su alrededor. Aunque verá seres humanos afanándose ensus tareas cotidianas —atribulados y contentos, cuidándose y dañán-dose unos a otros, persiguiendo metas y sorteando obstáculos—, tratede ir más allá de la superficie. ¿Ve lo que trasparece? ¿No son algo asícomo innumerables pequeños roedores avanzando —con hocicotembloroso y mirada fija— hacia el horizonte? Sí, eso es: enormesmanadas de lemmings —somos siete mil millones desde finales de2011— que, a punto de precipitarse al inimaginable abismo, prosi-guen su huida hacia delante.

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Cabría por cierto puntualizar: esos lemmings son más bien habi-tantes de los videojuegos que de las tundras árticas. Pese a la creen-cia popular alimentada por un tramposo documental de Walt Dis-ney —White Wilderness, 1958—, los lemmings auténticos no se sui-cidan en masa, sólo se ahogan ocasionalmente cuando en sus migra-ciones tratan de cruzar cursos de agua demasiado anchos para suscapacidades natatorias (por otra parte considerables). En suma: parabuscar buenos ejemplos de conductas suicidas en masa, ¡tenemosque mirar hacia nosotros mismos!

Uno diría que hay dos fenómenos psicosociales clave para enten-der el desastre colectivo que estamos forjando. Han sido evocadosotras veces, pero me parece importante volver sobre ellos.

1.: Nuestra miopía intertemporal. Según nos informan los especia-listas, un gran número de pruebas realizadas bajo toda clase decondiciones han demostrado que los seres humanos, al igualque otros animales, obedecemos de manera innata a ciertas cur-vas hiperbólicas de descuento. «La especie humana desarrollóevolutivamente una curva de descuento muy regular pero muyarqueada para evaluar el futuro».37 De esta forma, los benefi-cios inmediatos se prefieren a los futuros, y manifestamos unaacusada «miopía intertemporal».38

2.: Los fenómenos de desconexión respecto de la base biofísicaque sustenta nuestras vidas. Logramos vivir en auténticas«burbujas culturales», relativamente independizadas de lasmolestas intromisiones de la realidad exterior. A esta clase deburbujas pertenece la ilusión de que nos hemos independi-zado de la naturaleza (en el sentido de los ecosistemas y la bios-fera, en este caso);39 así como el énfasis en el individualismocompetitivo que hallamos en nuestra sociedad. Uno diría quetres entornos donde cada vez más gente vive tramos cada vezmás amplios de sus vidas son especialmente importantes enla inducción de ignorancia acerca de nuestra ecodependencia(e interdependencia):- La ciudad, el entorno urbano dependiente de un vasto terri-torio circundante para el abastecimiento de recursos y la absor-ción de residuos, pero cuyos habitantes tienden a desconoceresos nexos…

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- El dinero, la economía crematística que se imagina poder redu-cir todos los valores, cualidades, bienes y males a la cuantifica-ción dineraria… (Decía Lewis Mumford —y nos lo recuerdaEmilio Santiago Muiño— que la simplicidad de las abstraccio-nes económicas no es una forma de alcanzar la realidad obje-tiva, sino de apartarse de ella).- El ciberespacio y la realidad virtual, donde nos imaginamosdesligados de toda existencia física.40

Identificar esta dos importantes tendencias psicosociales y hacer-nos conscientes de las mismas nos abre la posibilidad de contrarres-tarlas.

Pensemos por ejemplo en la miopía intertemporal. Esta clase defalibilidades e inconsistencias, formas de «debilidad de la volun-tad» percibidas desde antiguo, dieron lugar a todo un conjunto dedispositivos de compromiso sancionados socialmente para impedirque sacrifiquemos nuestro bienestar a largo plazo —y el de losdemás— en el altar de los placeres inmediatos. Siguiendo a AvnerOffer, Tim Jackson explica que estos mecanismos institucionalesregulan el equilibrio entre las elecciones que hacemos hoy y las delfuturo. Las cuentas de ahorro, el matrimonio, las normas de con-ducta social, y en cierto sentido el gobierno político, pueden serconsiderados dispositivos de compromiso.41 Los seres humanossomos animales culturales: la cultura (incluyendo su componentetecnológica) supone para nosotros una «segunda naturaleza». Másaún, ni siquiera podemos deslindarla significativamente de nuestranaturaleza biológica: sobre ello insistiremos en capítulos posterio-res de este libro (4 y 9 sobre todo).

MEDIA DOCENA DE SISTEMAS DE CREENCIAS QUE NOS DESENCAMINAN

Hay toda una serie de sistemas de creencias —algunos de ellos dota-dos de una fuerza enorme hoy en día— que nos dificultan apreciarde forma realista el «lugar del ser humano en el cosmos»: 42 nues-tro ser animal —animales culturales, cierto, pero animales a la pos-tre—, nuestra vulnerable corporalidad, y la dependencia de las socie-

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