intendentes: entre el pragmatismo y la supervivencia
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ace pocos días, trascendió la noticia del “salto” del jefe comunal del partido de
Merlo, Raúl Othacehé, a las filas del espacio liderado por Sergio Massa. Por otro
lado, circulan versiones periodísticas que indican que otro de
los “barones” fuertes del Conurbano, Alberto Descalzo, estaría
estudiando un movimiento similar.
Frente a estas decisiones, además de la desaprobación de sus
horrorizados colegas, afloran los corazones despechados de la
militancia local, que contemplan atónita la jugada y busca cómo
reacomodarse en el nuevo escenario. El dilema para muchos es
el conflicto de lealtades que se les presenta: entre el caudillo
local o el proyecto nacional, el cual parece haber sido
traicionado fríamente y por la espalda.
Quien se vea sorprendido por estas decisiones de los jefes
comunales, seguramente peca en ignorar que el accionar de
estos se orienta más allá de convicciones inamovibles e innegociables. Más que en ideales
políticos, la estrategia de estos líderes locales se sustenta en algo mucho más mundano y
concreto: el pragmatismo. Un pragmatismo que está orientado a su supervivencia política.
Repasando brevemente la historia política de Othacehé, por ejemplo, se puede constatar lo
anteriormente dicho. El merlense ha gozado del poder en su distrito independientemente
de quien ocupara el Ejecutivo Nacional: Ha visto pasar (si contamos a los interinos de
2001) a ocho presidentes, incluyendo a uno de distinto color político al suyo, como le
ocurrió con De la Rúa, entre 2000 y 2001. Si bien acompañó a Rodríguez Saá en las
presidenciales de 2003, rápidamente supo reacomodarse cuando los resultados llevaron a
la presidencia a Néstor Kirchner.
Este breve flashback nos es útil para ilustrar que, como Othacehé, en diferentes coyunturas
los líderes comunales han sabido utilizar la habilidad para moverse y tejer las alianzas
necesarias en pos de un objetivo bien concreto: su permanencia en el poder. De esta
manera, la siempre estratégica relación con el Ejecutivo Nacional les ha servido para
oxigenar las usualmente ahogadas cuentas municipales, así como para recuperar el
protagonismo y renovar sus carreras políticas, siempre proclives a la oxidación que
implica la intemperie de la perpetuidad en el poder. A cambio, claro, ellos se han
comprometido a brindar el soporte territorial tan caro a las estructuras nacionales, que
garanticen el control y la gobernabilidad al Ejecutivo, sobre todo en una zona tan sensible
como lo es el Conurbano bonaerense. Así lo han hecho Descalzo y Othacehé con el
kirchnerismo, con quien pareció que habían forjado una alianza para muchos
inextinguible.
Pero, otra vez, vuelve a escena el instinto de supervivencia de estos experimentados,
quienes ven con buenos ojos la idea de migrar buscando cobijo fuera del actual oficialismo.
Esta es, seguramente, una decisión guiada por una evidencia empírica que los últimos años
han arrojado: la certeza de que “los presidentes pasan, los intendentes quedan”.
(*) Politólogo, Universidad de Buenos Aires.
H “Más que en ideales
políticos, la estrategia de
estos líderes locales se
sustenta en algo mucho
más mundano y concreto:
el pragmatismo. Un
pragmatismo que está
orientado a su
supervivencia política”
Intendentes: entre el pragmatismo y la
supervivencia. Juan E. Lutterotti (*)