intenciones en arquitectura.pdf

8
2. EL COMETIDO DEL EDIFICIO Introducción El propósito de la arquitectura es dar orden a ciertos aspectos del ambiente, y con ellos queremos decir que la arquitectura controla o regula las relaciones entre hombre y ambiente. Participa, por lo tanto, en la creación de un “medio”, es decir, de un marco significativo para las actividades del hombre. El cometido del edificio comprende los aspectos del ambiente que nos afectan. Podríamos hacer un resumen, elaborando un catálogo que contuviera todos los tipos de cometidos existentes, clasificando los elementos y analizando las propiedades de las diversas clases. Este procedimiento conduciría a una definición general, pero es engorroso y conlleva el peligro de que nos limitemos a los tipos de cometidos existentes, sin poder considerar las posibilidades de revisión. Anteriormente ya hemos mencionado que este método debería complementarse con una investigación de aquellos aspectos del mundo de objetos que pueden estar relacionados con la arquitectura. A continuación, por lo tanto, usaremos como dimensiones de comparación objetos físicos, sociales y culturales, y examinaremos sus contribuciones al cometido del edificio mediante ejemplos históricos. Una revisión histórica muestra que estas contribuciones van cambiando. A veces, la arquitectura ha simbolizado principalmente objetos culturales, mientras que en otras ocasiones han dominado los aspectos “prácticos”. La arquitectura constituye, desde el punto de vista físico, uno de los aspectos más importantes del ambiente, y si tenemos también en cuenta los elementos semi-arquitectónicos como carreteras, espacios libres y jardines, obtenemos una “trama” de componentes interrelacionados que están conectados prácticamente con todas las actividades humanas. La arquitectura participa en estas actividades configurando un marco práctico, un trasfondo psicológico adecuado, y expresando que lo que en este marco sucede tiene importancia para la comunidad. (Por su puesto, puede “participar” también configurando un marco inadecuado y desafortunado). Todos estos aspectos estaban unificados originalmente en una necesidad general de protección que asegurase la supervivencia de la especie. El vestido puede considerarse el primer asalto del hombre sobre el ambiente, y los primeros edificios como una extensión del mismo. Pero las

Upload: jorge-armando-diaz

Post on 21-Dec-2015

59 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: Intenciones en Arquitectura.pdf

2. EL COMETIDO DEL EDIFICIO

Introducción

El propósito de la arquitectura es dar orden a ciertos aspectos del ambiente, y con ellos queremos

decir que la arquitectura controla o regula las relaciones entre hombre y ambiente. Participa, por

lo tanto, en la creación de un “medio”, es decir, de un marco significativo para las actividades del

hombre. El cometido del edificio comprende los aspectos del ambiente que nos afectan.

Podríamos hacer un resumen, elaborando un catálogo que contuviera todos los tipos de

cometidos existentes, clasificando los elementos y analizando las propiedades de las diversas

clases. Este procedimiento conduciría a una definición general, pero es engorroso y conlleva el

peligro de que nos limitemos a los tipos de cometidos existentes, sin poder considerar las

posibilidades de revisión. Anteriormente ya hemos mencionado que este método debería

complementarse con una investigación de aquellos aspectos del mundo de objetos que pueden

estar relacionados con la arquitectura. A continuación, por lo tanto, usaremos como dimensiones

de comparación objetos físicos, sociales y culturales, y examinaremos sus contribuciones al

cometido del edificio mediante ejemplos históricos. Una revisión histórica muestra que estas

contribuciones van cambiando. A veces, la arquitectura ha simbolizado principalmente objetos

culturales, mientras que en otras ocasiones han dominado los aspectos “prácticos”.

La arquitectura constituye, desde el punto de vista físico, uno de los aspectos más importantes del

ambiente, y si tenemos también en cuenta los elementos semi-arquitectónicos como carreteras,

espacios libres y jardines, obtenemos una “trama” de componentes interrelacionados que están

conectados prácticamente con todas las actividades humanas. La arquitectura participa en estas

actividades configurando un marco práctico, un trasfondo psicológico adecuado, y expresando que

lo que en este marco sucede tiene importancia para la comunidad. (Por su puesto, puede

“participar” también configurando un marco inadecuado y desafortunado).

Todos estos aspectos estaban unificados originalmente en una necesidad general de protección

que asegurase la supervivencia de la especie. El vestido puede considerarse el primer asalto del

hombre sobre el ambiente, y los primeros edificios como una extensión del mismo. Pero las

Page 2: Intenciones en Arquitectura.pdf

tiendas y las cabañas más simples ya cumplían varias funciones prácticas que el vestido no podía

satisfacer. Además, daban expresión visual a la estructura social; mientras que el vestido es

individual, la casa suele usarse con varias personas que viven en común de forma ordenada. En las

primeras civilizaciones era imposible distinguir entre lo práctico y lo religioso (mágico), y la casa

debió conseguir muy pronto un significado puramente práctico.

Control físico

El control físico es el aspecto más estudiado del cometido del edificio. La acústica, la iluminación,

la calefacción y el aire acondicionado se han convertido en espacialidades altamente desarrolladas

en la que el arquitecto sólo en parte es componente. A continuación, no vamos a entrar en los

problemas particulares de estos campos, sino que nos limitaremos a hacer unas observaciones

sobre el papel del control físico dentro del cometido del edificio. Es conveniente tomar como

punto de partida las especialidades existentes, ya que son funciones de la constitución fisiológica

del hombre. Así pues, distinguimos entre el control de:

1. Clima (aire, humedad, temperatura, viento, lluvia, etc.)

2. Luz

3. Sonido

4. Olor

5. Cosas (polvo, humo, insectos, animales, personas)

La mayoría de estos factores son geográficos, y pensamos que el control físico tiene que ver, sobre

todo, con las relaciones entre el edificio y sus alrededores. El entorno afecta al edificio con

energías que hay que controlar. En principio, esto se puede ampliar para comprender también el

movimiento de personas y cosas, pero creemos oportuno incluir estos problemas bajo el epígrafe

de “marco funcional”. Decir que el control físico consiste en las relaciones entre el edificio y su

entorno, lleva implícito que depende de las actividades humanas a las que debe servir el edificio.

Las necesidades de calefacción, iluminación, etc., cambian de acuerdo con las funciones del

edificio. El arquitecto, por lo tanto, no tiene por qué estudiar en general el clima (la geografía) o la

fisiología, sino que necesita solamente abstraer lo que está relacionado directamente con los

aspectos físicos del cometido del edificio. Es una abstracción estudiar el control físico como un

problema aislado, ya que este está relacionado con los factores funcionales y las funciones, a su

vez, dependen de los factores sociales y culturales.

En primer lugar, podemos investigar la capacidad de los materiales de construcción para aislar del

frio, el ruido, la humedad, etc. También desarrollaremos medios mecánicos para la creación de

“climas artificiales”. En ambos casos, no obstante, estamos hablando de “presupuestos técnicos”

medios que están englobados realmente en la dimensión técnica. Sin embargo, podemos estudiar

también el control físico como un “intercambio de energías”. Para ello, introduciremos los

conceptos “filtro”, “conector”, “barrera” y “conmutador”. Una pared actúa como filtro ante el

calor y el frío y como barrera ante la luz. Las puertas y las ventanas tienen carácter de

conmutadores, porque pueden separar o conectar a voluntad. Definimos, en general, un

Page 3: Intenciones en Arquitectura.pdf

”conector” como un mecanismo para establecer una conexión física directa, un “filtro” como un

medio para realizar una conexión indirecta (controlada), un “conmutador” como un conector de

regulación y una “barrera” como un elemento de separación. Todas las condiciones posibles del

control físico que intervienen en el cometido del edificio pueden analizarse por medio de estos

“conceptos-filtro”. Como consecuencia llegamos a una definición clara de las necesidades de

elementos de conexión y de separación. Las “propiedades estructurales” de la dimensión “control

físico” quedan así descritas en términos de elementos y relaciones. Los elementos son energías

(existentes o necesarias); las relaciones son filtros que transforman las energías existentes en

necesarias.

El control físico no sólo influye en la organización interna del edificio y su solución técnica (como

colocación de las actividades ruidosas lejos de los sitios donde se requiere silencio, o la colocación

de las habitaciones que no necesitan luz natural en un núcleo oscuro), sino también en su

orientación respecto del sol y del viento. En un clima duro, el control físico exige que las

dimensiones de las paredes exteriores sean tan reducidas como sea posible, o recomienda unos

recursos protectores específicos (aleros, brise-soleil, etc). El control físico determina, por lo tanto,

lo que llamamos “carácter regional”. Este aspecto de la arquitectura no ha sido investigado a

fondo, y sólo de una forma insuficiente tenemos en cuenta el control físico en los estudios

históricos. Evidentemente, su importancia es especialmente grande en edificios “utilitarios” y en la

arquitectura primitiva, donde las funciones están apenas diferenciadas (igloo, wigwam, cabaña,

etc.) Las fortificaciones que han de resistir los ataques de hombres y de maquinaria de guerra

están determinadas también por la necesidad de un “control físico”. Esto también es cierto para

las plantas “flexibles” modernas, en las que la subdivisión puede variar dentro de un marco que es

el que proporciona dicho control (el muro exterior). La demanda de Le Corbusier de “luz, aire y

vegetación” expresa, finalmente, el hecho de que la ciudad industrial en crecimiento ha prestado

muy poca atención al control físico.

El marco funcional

Un edificio está determinado por las acciones que llevan a cabo dentro de sus muros. En este

apartado consideraremos los aspectos físicos de las acciones; un cierto número de personas tiene

una actividad que hacer, y necesitan para ello un marco arquitectónico útil. Puede parecer

imposible separar este aspecto del medio social, pero deberíamos señalar que dos edificios

pueden perfectamente servir para el mismo propósito sin crear un medio social parecido. Es un

hecho que el tipo de medio deseado ha cambiado continuamente a través de la historia, mientras

que los aspectos funcionales han sido más permanentes. Sólo en nuestro tiempo se han empezado

a cuestionar las funciones, como consecuencia de los cambios fundamentales en el modo de vida.

La investigación del papel de las funciones dentro de las exigencias generales podría empezar con

una clasificación de todas las acciones posibles que necesitan un marco arquitectónico. Este

método, sin embargo, es bastante engorroso; en su lugar intentaremos definir ciertas propiedades

básicas que las caracterizan.

Page 4: Intenciones en Arquitectura.pdf

En primer lugar, podemos establecer el hecho de que toda acción requiere un espacio

determinado. A veces, este espacio tiene que estar medido con precisión – como cuando jugamos

al tenis - , y otras puede variar dentro de unos límites más o menos determinados. En la mayoría

de los casos podemos especificar las medidas mínimas necesarias, por ejemplo, para que un cierto

número de personas pueda comer o dormir. También suele ser posible establecer medidas

máximas, porque una extensión que supere un tamaño determinado puede implicar unas

conexiones demasiado largas o poco prácticas: una cocina tiene que ser bastante “compacta” para

que funciones bien. Las medidas máximas son válidas también en el planeamiento urbanístico. El

centro de la ciudad, por ejemplo, debe estar planeado a la escala del peatón. El tamaño de una

“unidad vecinal” está determinado, entre otras cosas, por la distancia máxima entre las viviendas y

la escuela.

Las funciones no sólo prescriben el tamaño de los espacios, sino también su forma. Por lo tanto,

una tipología de edificios fundamentada en una base funcional no es sólo posible, sino deseable.

Sin embargo, la forma suele variar independientemente del tamaño. Un restaurante para un

determinado número de personas puede ser tanto circular, como cuadrado, rectangular o

irregular. Pero, en cualquier caso, la forma tiene que permitir que las funciones de servir y comer

puedan realizarse convenientemente. La forma suele estar determinada por el hecho de que la

mayoría de las funciones constan de series de acciones conectadas con lugares (localizaciones)

determinados. El marco funcional ha de adaptarse a tales complejos de acciones. Las actividades

más sencillas de cada día ilustran este problema: preparar la comida-servir-comer; dormir-lavarse-

vestirse, etc. Por otro lado, conocemos también acciones que requieren aislamiento, como el

estudio o la investigación.

Así pues, las funciones están más o menos conectadas con lugares específicos, más o menos

complejos y más o menos aislados (independientes). Esto significa que no sólo exigen un espacio

más o menos determinado, sino que hay que interconectar un cierto número de “lugares de

acción”. Estas conexiones es lo primero que consideramos cuando describimos el aspecto

funcional de un edificio.

El medio social

Las cosas y los edificios participan de las situaciones sociales. Al definir el cometido del edificio

hemos de tener en cuenta esto, y hacer un balance de los factores sociales que deben intervenir

en la concretización arquitectónica. Es conveniente tomar como punto de partida los conceptos

básicos de la sociología. Así pues, el objetivo social de un edificio puede ser la expresión de un

“status”, un papel, un grupo, una colectividad o una institución; y un conjunto de edificios puede

representar un sistema social como una totalidad. Es evidente que aquí trascendemos las meras

funciones físicas. La cabaña del jefe o el palacio del rey se hacían mayores que los otros edificios

para indicar un status social. Cuando los conventos se rodeaban de muros, incluso en los periodos

en que las necesidades de protección físicas estaban fuera de lugar, era para señalar que nos

Page 5: Intenciones en Arquitectura.pdf

encontrábamos ante una colectividad de tipo especial e inaccesible. En una sociedad democrática

puede que no sea correcto expresar diferencia de status pero, sin duda, es importante todavía

representar los diversos papeles o instituciones.

La idea de expresar los papeles y las instituciones es relativamente nueva en la arquitectura actual.

El primer funcionalismo consideraba principalmente las funciones físicas, y eludía todo intento de

simbolizar objetos superiores. Por ello, era incapaz de dominar las exigencias de cierto tipo de

edificación como, por ejemplo, la iglesia. El primer funcionalismo confirma que una arquitectura

un periodo de transición relativamente breve. Desde un punto de vista teórico, es posible

reconocer que los objetos sociales son posibles polos de la totalidad arquitectónica, y que es

necesario hacer un balance de su papel.

En general, podemos decir que la participación que regula la interacción humana forma parte del

cometido del edificio. Los edificios y las ciudades unen y separan a los seres humanos; y se crean

“medios” adecuados a diferentes actividades públicas o privadas. Un medio se caracteriza por sus

posibilidades para la vida social. Las posibilidades de realizar actividades y percepciones variables

deben satisfacer las exigencias ambientales. Al usar la palabra “posibilidades” queremos señalar el

hecho de que nuestra experiencia del medio no es sólo la función de lo que realmente hacemos

sino, todavía más, de lo que podríamos hacer si quisiéramos. No es necesario ir continuamente al

teatro y a los conciertos, pero es importante saber que podríamos ir en cualquier momento.

Simbolización cultural

La arquitectura es, en sí misma, un objeto cultural. Es un producto del hombre que permite

actividades colectivas. El arte “expresa” valores, mientras que la ciencia describe hechos, y el arte

es uno de los medios de comunicar valores para hacerlos comunes. En otras palabras, el arte

simboliza objetos culturales. Si la arquitectura es un arte, ha de cumplir este criterio. Es un hecho

empírico que la arquitectura puede simbolizar objetos culturales, ya que la historia demuestra que

este aspecto, generalmente, ha formado una parte importante del cometido del edificio. Sin

embargo, una cuestión que apenas ha sido estudiada hasta ahora es por qué la arquitectura se

utiliza de esta forma.

Como la estructura social se basa en valores y sistemas de símbolos comunes, es evidente que la

simbolización cultural está íntimamente relacionada con la formación del medio social. En el

medio simbólico, que comprende ambos aspectos, el medio social transmite objetos culturales

como valores comunes, construcciones empíricas (científicas). Ideas filosóficas, códigos morales,

creencias religiosas, convicciones ideológicas y condiciones económicas. Los objetos se ponen de

manifiesto a través de las instituciones, los grupos y los papeles sociales, y mediante los objetos

físicos necesarios para la vida social. No obstante, creemos conveniente distinguir entre los dos

aspectos del medio simbólico, puesto que la simbolización cultural también puede tener lugar

independientemente de la formación de un medio social. Una cultura se caracteriza por

transmitirse a pesar de la situación social existente. Así, somos capaces todavía de “entender” a

Page 6: Intenciones en Arquitectura.pdf

Miguel Ángel o a Beethoven. La discusión del medio simbólico se clarifica aún más si evitamos

mezclar de manera ambigua objetos culturales y sociales. Es importante distinguir entre

interacción y valor, aunque suelan presentarse como aspectos del mismo estado de cosas.

Mientras que el medio y los objetos sociales ponen siempre de manifiesto los objetos culturales

que se fundamentan, estos últimos poseen un cierto grado de independencia.

Un ejemplo puede ilustrar este hecho. Cuando Brunelleschi construye San Lorenzo, en Florencia,

alrededor de 1420, rompe con el estilo gótico imperante y realiza la primera iglesia renacentista.

Pero no por ello crea un nuevo medio social; más bien simboliza nuevos objetos culturales. La

ruptura podía haberse hecho de tal forma que influyera en el medio social. Esto habría ocurrido si

su solución no hubiera sido aceptable para el rito litúrgico. El medio social existente exigía que el

edificio de la iglesia simbolizara ciertos valores culturales (objetos religiosos) con los que no podía

experimentar el arquitecto. Pero a Brunelleschi se le permitió “enfocarlos” de una nueva forma, es

decir, situarlos en un nuevo contexto fenoménico.

Podemos decir, como conclusión, que todo medio social simboliza indirectamente objetos

culturales, mientras que la simbolización cultural puede tener lugar también directamente,

permitiendo que determinadas formas arquitectónicas designen determinados objetos culturales.

Estas dos posibilidades pueden también combinarse.

El caso más característico de simbolización indirecta lo representan los papeles e instituciones que

ponen explícitamente de manifiesto un objeto superior. El Rey y el Emperador han simbolizado,

generalmente, algo más que un status social. Los emperadores Romanos afirmaban ser divinos, y

sus retratos fueron evolucionando gradualmente hacia un “tipo divino” fijo. El palacio imperial

representaba también el orden divino representado por el Emperador; se convirtió en un palatium

sacrum, en el que todas y cada una de las partes estaban relacionadas con las ceremonias

simbólicas. En el palacio de Dioclesiano, el recorrido nos lleva desde el atrio, pasando bajo un

“frontón de glorificación”, hacia un vestíbulo con cúpula. El frontón había sido antes un motivo

distintivo, y el vestíbulo combinaba la importancia tradicional de la entrada con el simbolismo

celeste de la cúpula. En el Panteón de Roma encontramos un simbolismo parecido, pero directo,

desligado de la conexión con papeles y ceremonias. El interior del Panteón está dividido

verticalmente en tres zonas. La zona Inferior tiene siete nichos que albergaron, probablemente,

los dioses del cielo, el Sol y la Luna, y los cinco planetas; la zona media mostraba los doce signos

del zodiaco y, finalmente, la cúpula celeste abarca el espacio entero. De esta forma, el Panteón

representaba el orden cósmico: “se asemeja al cielo” dijo Dio Cassius. La iglesia cristiana recogió

gran parte del simbolismo romano, y desarrolló una simbolización. La basílica paleocristiana

representa la Jerusalén Celestial en forma de cuidad de la antigüedad. La fachada es la puerta de

la ciudad, la nave y el transepto son las calles principales (cardo y decumano), y el ábside con el

Trono de Cristo (el altar) es el aula imperial.

Page 7: Intenciones en Arquitectura.pdf

El cometido del edificio como un todo

En los capítulos precedentes hemos señalado que la mayoría de los cometidos comprenden las

cuatro dimensiones que hemos introducido. El control físico está interconectado con funciones

específicas, y las funciones, por su parte, están determinadas por condiciones sociales que

presuponen la existencia de objetos culturales. Estas cuatro dimensiones no sólo nos permiten

hacer un balance de las funciones, interacciones y valores que constituyen el cometido del edificio,

sino que también posibilitan la comparación y clasificación de los diferentes cometidos. La historia

de la arquitectura nos muestra que estos se han asignado, normalmente, a dos clases

representativas: la de los que tienen un carácter principalmente práctico, y la de aquellos en los

que los objetos superiores juegan un papel más decisivo.

Al aumentar la complejidad de la civilización se va haciendo más necesaria la diferenciación de los

cometidos. Mientras que en el pasado era suficiente un número relativamente restringido de ellos,

hoy experimentamos una creciente multitud que hasta ahora ha dado lugar a una situación

caótica. Pero también hoy podemos hablar con razón de formas de vida, es decir, de un orden que

puede ser representado en términos de arquitectura. La sociedad se ha complicado tanto que es

imprescindible una expresión de su estructura. Aún podemos distinguir entre las tareas donde

dominan, respectivamente, los aspectos prácticos o los simbólicos. La realización de la

arquitectura requiere, sin embargo, un mejor conocimiento de los problemas aislados y de sus

interrelaciones. Es de importancia decisiva darse cuenta de que los cometidos individuales forman

parte de otros más amplios. Los cometidos se unen, pues, para dar lugar a un nivel superior de

planeamiento que llamamos urbanismo. La definición de los cometidos está determinada por el

cometido más amplio al que están subordinados. Si ello no se cumple, no alcanzaremos una

totalidad significativa, como las que representan las ciudades del pasado. La totalidad constas de

cometidos diferentes pero interrelacionados. Todo nivel de planeamiento, por lo tanto, puede

describirse como compuesto por elementos y relaciones que forman estructuras pragmáticas.

En el pasado, ciertos tipos de cometidos eran “dominantes”, porque intentaban expresar los

objetos culturales comunes sobre los que se basaba la forma de vida en cuestión. La iglesia y el

palacio –el castillo- desempeñaron este papel a través de los siglos. En el siglo XIX aparecieron

nuevos tipos “dominantes”. El interés se dirigía esta vez hacia el jardín paisajístico, el monumento,

el museo, el teatro, la exposición y la fábrica. Cada nuevo tipo expresaba una orientación cultural

diferente; esta diferenciación, sin embargo, tuvo corta vida, que finalizó con la igualdad de todos

los cometidos sobre una base puramente práctica, propia del funcionalismo. Pero todavía la

arquitectura sirve a las más diversas actividades del hombre, incluyendo los problemas del medio

y de la simbolización. Actualmente tenemos razones para afirmar que algunos problemas exigen

una articulación arquitectónica más pronunciada que otros, y que la solución deberá ser más o

menos “neutra”, dependiendo del cometido.

No es posible satisfacer todos los cometidos mediante una nueva disposición de los mismos

clichés, ya sean clásicos o modernos. Por regla general, nuestro tiempo es muy escéptico respecto,

Page 8: Intenciones en Arquitectura.pdf

y muchos arquitectos se han inspirado en la arquitectura “primitiva” o “anónima”. Este interés

tiene dos razones. En primer lugar, se admira la arquitectura primitiva porque nosotros mismos

hemos perdido la capacidad de encontrar espontáneamente la expresión adecuada de cada tipo

de cometido. En segundo lugar, queremos se democráticos y sostenemos que la cabaña más

sencilla es tan importante como una catedral. Si bien afirmamos que la arquitectura ha de

participar del medio simbólico, hemos de rechazar, sin embargo, la veneración indiscriminada de

la arquitectura primitiva. Sin negar que sus cualidades positivas, hemos de reconocer que deriva

de condiciones sociales completamente diferentes a las nuestras.

Lo dicho más arriba quiere decir que la sociedad plantea exigencias que no sólo están ligadas unas

a otras, sino que forman estructuras en las que predominan unas sobre otras. El arquitecto ha de

adaptarse a este estado de cosas, empleando formas más o menos neutras e introduciendo temas

que representen cometidos específicos. También en nuestro tiempo, los principales cometidos

han de ser los que están al servicio directo de la comunidad, es decir, edificios donde se lleva a

cabo la vida social.