inteligencia emocional

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Introducción El concepto de inteligencia emocio- nal ha llegado a prácticamente todos los rincones de nuestro plane- ta, en forma de tiras cómicas, pro- gramas educativos, juguetes que dicen contribuir a su desarrollo o anuncios clasificados de personas que afirman buscarla en sus pare- jas. Incluso la UNESCO puso en mar- cha una iniciativa mundial en 2002, y remitió a los ministros de educa- ción de 140 países una declaración con los 10 principios básicos imprescindibles para poner en mar- cha programas de aprendizaje social y emocional. El mundo empresarial no ha sido ajeno a esta tendencia y ha encon- trado en la inteligencia emocional una herramienta inestimable para comprender la productividad labo- ral de las personas, el éxito de las empresas, los requerimientos del liderazgo y hasta la prevención de los desastres corporativos. No en vano, la Harvard Business Review ha llegado a calificar a la inteligen- cia emocional como “ un concepto revolucionario, una noción arrolla- Título del Libro: Inteligencia Emocional Autor: Daniel Goleman Fecha de Publicación: 1/10/1996 [67ª Ed.] Editorial: Kairós Nº Páginas: 520 ISBN: 9788472453715 Contenido Introducción. Pag 1 Las emociones en el cerebro. Pag 2 La inteligencia más allá del intelecto. Pag 3 El dominio de uno mismo. Pag 4 La aptitud maestra para la vida. Pag 5 La empatía. Pag 6 Inteligencia emocional para el trabajo. Pag 7 Conclusión. Pag 8 EL AUTOR : Daniel Goleman, doctorado en psicología por la Universidad de Harvard, ha sido editor de la revista Psychology Today y redactor de la sección de ciencias de la conducta y del cerebro en The New York Times. Goleman fue cofundador de la Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning en el centro de estudios infantiles de la universidad de Yale, cuya misión es ayudar a las escuelas a introducir cursos de educación emocional. Emotional Intelligence (Inteligencia Emocional) se publicó en 1995 y durante año y medio se mantuvo en la lista de libros más vendidos del The New York Times. Según la web oficial de Goleman, hasta 2006 se habían vendido alrededor de 5.000.000 de ejemplares, traducidos a treinta idiomas. Inteligencia Inteligencia Emocional Emocional Leader Summaries © 2008. Resumen autorizado de: Inteligencia Emocional por Daniel Goleman, Kairós © 2008. 1 1

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interligencia emocional

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  • Introduccin

    El concepto de inteligencia emocio-nal ha llegado a prcticamentetodos los rincones de nuestro plane-ta, en forma de tiras cmicas, pro-gramas educativos, juguetes quedicen contribuir a su desarrollo oanuncios clasificados de personasque afirman buscarla en sus pare-jas. Incluso la UNESCO puso en mar-cha una iniciativa mundial en 2002,y remiti a los ministros de educa-cin de 140 pases una declaracincon los 10 principios bsicos

    imprescindibles para poner en mar-cha programas de aprendizajesocial y emocional. El mundo empresarial no ha sidoajeno a esta tendencia y ha encon-trado en la inteligencia emocionaluna herramienta inestimable paracomprender la productividad labo-ral de las personas, el xito de lasempresas, los requerimientos delliderazgo y hasta la prevencin delos desastres corporativos. No envano, la Harvard Business Reviewha llegado a calificar a la inteligen-cia emocional como un conceptorevolucionario, una nocin arrolla-

    Ttulo del Libro: Inteligencia Emocional

    Autor: Daniel Goleman

    Fecha de Publicacin: 1/10/1996 [67 Ed.]

    Editorial: Kairs

    N Pginas: 520

    ISBN: 9788472453715

    Contenido

    Introduccin.

    Pag 1

    Las emociones en el cerebro.

    Pag 2

    La inteligencia ms all delintelecto.

    Pag 3

    El dominio de uno mismo.

    Pag 4

    La aptitud maestra para la vida.

    Pag 5

    La empata.

    Pag 6

    Inteligencia emocional para eltrabajo.

    Pag 7

    Conclusin.

    Pag 8

    EL AUTOR: Daniel Goleman, doctorado en psicologa por la Universidadde Harvard, ha sido editor de la revista Psychology Today y redactor dela seccin de ciencias de la conducta y del cerebro en The New YorkTimes. Goleman fue cofundador de la Collaborative for Academic,Social and Emotional Learning en el centro de estudios infantiles de launiversidad de Yale, cuya misin es ayudar a las escuelas a introducircursos de educacin emocional.Emotional Intelligence (Inteligencia Emocional) se public en 1995 ydurante ao y medio se mantuvo en la lista de libros ms vendidos delThe New York Times. Segn la web oficial de Goleman, hasta 2006 sehaban vendido alrededor de 5.000.000 de ejemplares, traducidos atreinta idiomas.

    InteligenciaInteligenciaEmocionalEmocional

    Leader Summaries 2008. Resumen autorizado de: Inteligencia Emocional por Daniel Goleman, Kairs 2008.11

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    dora, una de las ideas ms influyen-tes de la dcada en el mundoempresarial. Revelando de formaesclarecedora el valor subestimadode la misma, la directora de inves-tigacin de un head hunter ha pues-to de relieve que los CEO son con-tratados por su capacidad intelec-tual y su experiencia comercial ydespedidos por su falta de inteli-gencia emocional. Sorprendido ante el efecto devasta-dor de los arrebatos emocionales yconsciente, al mismo tiempo, deque los tests de coeficiente intelec-tual no arrojaban excesiva luz sobreel desempeo de una persona en susactividades acadmicas, profesio-nales o personales, Goleman haintentado desentraar qu factoresdeterminan las marcadas diferen-cias que existen, por ejemplo,entre un trabajador estrella ycualquier otro ubicado en un puntomedio, o entre un psicpata asocialy un lder carismtico. Su tesis defiende que, con muchafrecuencia, la diferencia radica enese conjunto de habilidades que hallamado inteligencia emocional,entre las que destacan el autocon-trol, el entusiasmo, la empata, laperseverancia y la capacidad paramotivarse a uno mismo. Si bien unaparte de estas habilidades puedenvenir configuradas en nuestro equi-paje gentico, y otras tantas se mol-dean durante los primeros aos devida, la evidencia respaldada porabundantes investigaciones demues-tra que las habilidades emocionalesson susceptibles de aprenderse yperfeccionarse a lo largo de la vida,si para ello se utilizan los mtodosadecuados.

    Las emociones en elcerebro

    El diseo biolgico que rige nuestroespectro emocional no lleva cinconi cincuenta generaciones evolucio-nando; se trata de un sistema queest presente en nosotros desdehace ms de cincuenta mil genera-ciones y que ha contribuido, condemostrado xito, a nuestra super-vivencia como especie. Por ello, nohay que sorprenderse si en muchas

    ocasiones, frente a los complejosretos que nos presenta el mundocontemporneo, respondamos ins-tintivamente con recursos emocio-nales adaptados a las necesidadesdel Pleistoceno. En esencia, toda emocin constitu-ye un impulso que nos moviliza a laaccin. La propia raz etimolgicade la palabra da cuenta de ello,pues el latn movere significamoverse y el prefijo e- denotaun objetivo. La emocin, entonces,desde el plano semntico, significamovimiento hacia, y basta conobservar a los animales o a los niospequeos para encontrar la formaen que las emociones los dirigenhacia una accin determinada, quepuede ser huir, chillar o recogersesobre s mismos. Cada uno de nos-otros viene equipado con unos pro-gramas de reaccin automtica ouna serie de predisposiciones biol-gicas a la accin. Sin embargo,nuestras experiencias vitales y elmedio en el cual nos haya tocadovivir irn moldeando con los aosese equipaje gentico para definirnuestras respuestas y manifestacio-nes ante los estmulos emocionalesque encontramos.Un par de dcadas atrs, la cienciapsicolgica saba muy poco, si esque algo saba, sobre los mecanis-mos de la emocin. Pero reciente-mente, y con ayuda de nuevosmedios tecnolgicos, se ha idoesclareciendo por vez primera elmisterioso y oscuro panorama deaquello que sucede en nuestro orga-nismo mientras pensamos, senti-mos, imaginamos o soamos.Gracias al escner cerebral se hapodido ir desvelando el funciona-miento de nuestros cerebros y, deesta manera, la ciencia cuenta conuna poderosa herramienta parahablar de los enigmas del corazn eintentar dar razn de los aspectosms irracionales del psiquismo.Alrededor del tallo enceflico, queconstituye la regin ms primitivade nuestro cerebro y que regula lasfunciones bsicas como la respira-cin o el metabolismo, se fue confi-gurando el sistema lmbico, queaporta las emociones al repertoriode respuestas cerebrales. Gracias aste, nuestros primeros ancestrospudieron ir ajustando sus acciones

    para adaptarse a las exigencias deun entorno cambiante. As, fuerondesarrollando la capacidad de iden-tificar los peligros, temerlos y evi-tarlos. La evolucin del sistema lm-bico estuvo, por tanto, aparejada aldesarrollo de dos potentes herra-mientas: la memoria y el aprendiza-je.En esta regin cerebral se ubica laamgdala, que tiene la forma de unaalmendra y que, de hecho, recibesu nombre del vocablo griego quedenomina a esta ltima. Se trata deuna estructura pequea, aunquebastante grande en comparacincon la de nuestros parientes evolu-tivos, en la que se depositan nues-tros recuerdos emocionales y que,por ello mismo, nos permite otor-garle significado a la vida. Sin ella,nos resultara imposible reconocerlas cosas que ya hemos visto y atri-buirles algn valor.Sobre esta base cerebral en la quese asientan las emociones, fue cre-ndose hace unos cien millones deaos el neocrtex: la regin cere-bral que nos diferencia de todas lasdems especies y en la que reposatodo lo caractersticamente huma-no. El pensamiento, la reflexinsobre los sentimientos, la compren-sin de smbolos, el arte, la culturay la civilizacin encuentran su ori-gen en este esponjoso reducto detejidos neuronales. Al ofrecernos laposibilidad de planificar a largoplazo y desarrollar otras estrategiasmentales afines, las complejasestructuras del neocrtex nos per-mitieron sobrevivir como especie.En esencia, nuestro cerebro pensan-te creci y se desarroll a partir dela regin emocional y estos dossiguen estando estrechamente vin-culados por miles de circuitos neu-ronales. Estos descubrimientosarrojan muchas luces sobre la rela-cin ntima entre pensamiento ysentimiento.La emergencia del neocrtex produ-jo un sinnmero de combinacionesinsospechadas y de gran sofistica-cin en el plano emocional, pues suinteraccin con el sistema lmbiconos permiti ampliar nuestro abani-co de reacciones ante los estmulosemocionales y as, por ejemplo,ante el temor, que lleva a los demsanimales a huir o a defenderse, los

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    seres humanos podemos optar porllamar a la polica, realizar unasesin de meditacin trascendentalo sentarnos a ver una comedia lige-ra. Asimismo, con el neocrtexemergi en nosotros la capacidadde tener sentimientos sobre nues-tros sentimientos, inducir emocio-nes o inhibir las pasiones. Orgullosos de nuestra capacidadpara controlar nuestras emociones,hemos cado en la trampa de creerque nuestra racionalidad primasobre nuestros sentimientos y que aella podemos atribuirle la causa detodos nuestros actos. Pero, a dife-rencia de lo que pensamos, sonmuchos los asuntos emocionalesque siguen regidos por el sistemalmbico y nuestro cerebro tomadecisiones continuamente sinsiquiera consultarlas con los lbulosfrontales y dems zonas analticasde nuestro cerebro pensante.Recuerde, simplemente, la ltimavez en que perdi usted el control yexplot ante alguien, diciendocosas que jams dira. Los estudios neurolgicos hanencontrado que la primera regincerebral por la que pasan las sea-les sensoriales procedentes de losojos o de los odos es el tlamo, quese encarga de distribuir los mensa-jes a las otras regiones de procesa-miento cerebral. Desde all, lasseales son dirigidas al neocrtex,donde la informacin es ponderadamediante diferentes niveles de cir-cuitos cerebrales, para tener unanocin completa de lo que ocurre yfinalmente emitir una respuestaadaptada a la situacin. El neocr-tex registra y analiza la situacin yacude a los lbulos prefrontalespara comprender y organizar losestmulos, en orden a ofrecer unarespuesta analtica y proporciona-da, enviando luego las seales alsistema lmbico para que produzcae irradie las respuestas hormonalesal resto del cuerpo. Aunque esta es la forma en la quefunciona nuestro cerebro la mayorparte del tiempo, Joseph LeDoux -en su apasionante estudio sobre laemocin- descubri que, junto a lalarga va neuronal que va al crtex,existe una pequea estructura neu-ronal que comunica directamente eltlamo con la amgdala. Esta va

    secundaria y ms corta, que consti-tuye una suerte de atajo, permiteque la amgdala reciba algunasseales directamente de los senti-dos y dispare una secrecin hormo-nal que determina nuestro compor-tamiento, antes de que esas sealeshayan sido registradas por el neo-crtex. El problema que esto puede y suelesuscitar consiste en que la amgdalaofrece respuestas inmediatas queno tienen en cuenta la situacin entoda su complejidad, sino que selimitan a asociarla con los recuer-dos emocionales que guarda alma-cenados para proveer as la repues-ta que considere adecuada. Si bienesto podra ser determinante parala supervivencia de nuestros ances-tros en situaciones en las que unasmilsimas de segundos significabanla diferencia entre vida o muerte,en el sofisticado mundo social dehoy en da puede resultar despro-porcionado y hasta catastrfico. As, por ejemplo, no es de sorpren-der que una persona que haya sufri-do un fuerte trauma tras haber sidoasediada sexualmente por un anti-guo jefe, tenga una reaccin exage-rada y violenta cuando se enfrentea un escenario similar al del ataqueo cuando se encuentre con unasuperior que le recuerde de algunaforma a su agresor. De hecho, lasituacin se hace ms compleja sitenemos en cuenta que la mayorade los recuerdos emocionales msintensos que estn almacenados enla amgdala proceden de los prime-ros aos de vida, de hechos que noslo escapan a nuestro control, sinoque ni siquiera entran en el mbitode nuestros recuerdos conscientes. En cada uno de nosotros se solapandos mentes distintas: una que pien-sa y otra que siente. stas constitu-yen dos facultades relativamenteindependientes y reflejan el funcio-namiento de circuitos cerebralesdiferentes aunque interrelaciona-dos. De hecho, el intelecto nopuede funcionar adecuadamente sinel concurso de la inteligencia emo-cional, y la adecuada complementa-cin entre el sistema lmbico y elneocrtex exige la participacinarmnica de ambas. En muchsimasocasiones, estas dos mentes man-tienen una adecuada coordinacin,

    haciendo que los sentimientos con-dicionen y enriquezcan los pensa-mientos y lo mismo a la inversa.Algunas veces, sin embargo, lacarga emocional de un estmulodespierta nuestras pasiones, acti-vando a nivel neuronal un sistemade reaccin de emergencia, capazde secuestrar a la mente racional yllevarnos a comportamientos des-proporcionados e indeseables,como cuando un ataque de cleraconduce a un homicidio.En el funcionamiento de la amgda-la y en su interrelacin con el neo-crtex se esconde el sustento neu-rolgico de la inteligencia emocio-nal, entendida, pues, como un con-junto de disposiciones o habilidadesque nos permite, entre otras cosas,tomar las riendas de nuestrosimpulsos emocionales, comprenderlos sentimientos ms profundos denuestros semejantes, manejar ama-blemente nuestras relaciones odominar esa capacidad que sealAristteles de enfadarse con lapersona adecuada, en el gradoexacto, en el momento oportuno,con el propsito justo y del modocorrecto.

    La inteligencia ms all delintelecto

    Diversos estudios de largo plazo hanido observando las vidas de los chi-cos que puntuaban ms alto en laspruebas intelectivas o han compara-do sus niveles de satisfaccin frentea ciertos indicadores (la felicidad,el prestigio o el xito laboral) conrespecto a los promedios. Todosellos han puesto de relieve que elcoeficiente intelectual apenas sirepresenta un 20% de los factoresdeterminantes del xito. El 80% restante depende de otrotipo de variables, tales como laclase social, la suerte y, en granmedida, la inteligencia emocional.As, la capacidad de motivarse a smismo, de perseverar en un empe-o a pesar de las frustraciones, decontrolar los impulsos, diferir lasgratificaciones, regular los propiosestados de nimo, controlar laangustia y empatizar y confiar enlos dems parecen ser factores

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    mucho ms determinantes para laconsecucin de una vida plena quelas medidas del desempeo cogniti-vo.Tal como sucede con las matemti-cas o la lectura, la vida emocionalconstituye un mbito que se puededominar con mayor o menor pericia.A menudo se nos presentan en elmundo sujetos que evocan la cari-catura estereotpica del intelectualcon una asombrosa capacidad derazonamiento, pero completamenteinepto en el plano personal.Quienes, en cambio, gobiernan ade-cuadamente sus sentimientos, ysaben interpretar y relacionarseefectivamente con los sentimientosde los dems, gozan de una situa-cin ventajosa en todos los domi-nios de la vida, desde el noviazgo ylas relaciones ntimas hasta la com-prensin de las reglas tcitas quedeterminan el xito en el mbitoprofesional. Si bien es cierto que en toda perso-na coexisten los dos tipos de inteli-gencia (cognitiva y emocional), esevidente que la inteligencia emo-cional aporta, con mucha diferen-cia, la clase de cualidades que msnos ayudan a convertirnos en autn-ticos seres humanos. Uno de los cr-ticos ms contundentes con elmodelo tradicional de concebir lainteligencia es Howard Gardner.Este mantiene que la inteligenciano es una sola, sino un amplio aba-nico de habilidades diferenciadasentre las que identifica siete, sinpretender con ello hacer una enu-meracin exhaustiva. Gardner destaca dos tipos de inteli-gencia personal: la interpersonal,que permite comprender a losdems, y la intrapersonal, que per-mite configurar una imagen fiel yverdadera de uno mismo. De formams especfica, y siguiendo el sen-dero abierto por Gardner, PeterSalovey ha organizado las inteligen-cias personales en cinco competen-cias principales: el conocimiento delas propias emociones, la capacidadde controlar estas ltimas, la capa-cidad de motivarse uno mismo, elreconocimiento de las emocionesajenas y el control de las relacio-nes.Las habilidades emocionales no slonos hacen ms humanos, sino que

    en muchas ocasiones constituyenuna condicin de base para el des-pliegue de otras habilidades quesuelen asociarse al intelecto, comola toma de decisiones racionales. Elpropio Gardner ha dicho que en lavida cotidiana no existe nada msimportante que la inteligenciaintrapersonal, ya que a falta deella, no acertaremos en la eleccinde la pareja con quien vamos a con-traer matrimonio, en la eleccindel puesto de trabajo, etctera. El caso de Elliot constituye unejemplo interesante de la forma enque esto sucede. Tras una interven-cin quirrgica en la que le extirpa-ron un tumor cerebral, Elliot sufriun cambio radical en su personali-dad y en pocos meses perdi su tra-bajo, arruin su matrimonio y dila-pid todos sus recursos. Aunque suscapacidades intelectuales seguanintactas, como corroboraban lostests que se le realizaron, Elliotmalgastaba su tiempo en cualquierpequeo detalle, como si hubieraperdido toda sensacin de priori-dad. Tras estudiar su caso, AntonioDamasio encontr que con la opera-cin se haban comprometido algu-nas conexiones nerviosas de laamgdala con otras regiones delneocrtex y que, en consecuencia,Elliot ya no tena conciencia de suspropios sentimientos. Pero Damasio fue un poco ms all,y logr concluir que los sentimien-tos juegan un papel fundamental ennuestra habilidad para tomar lasdecisiones que a diario debemosadoptar, pues al parecer, la presen-cia de una sensacin visceral es laque nos da la seguridad que necesi-tamos para renunciar o proseguircon un determinado curso deaccin, disminuyendo las alternati-vas sobre las cuales tenemos queelegir. En suma, muchas de las habi-lidades vitales que nos permiten lle-var una vida equilibrada, como lacapacidad para tomar decisiones,nos exigen permanecer en contactocon nuestras propias emociones.

    El dominio de uno mismo

    Los griegos llamaban sofrosyne a lavirtud consistente en el cuidado y

    la inteligencia en el gobierno de lapropia vida; a su vez, los romanosy la iglesia cristiana primitiva deno-minaban temperancia (templanza)a la capacidad de contener el exce-so emocional. La preocupacin,pues, por gobernarse a s mismo ycontrolar impulsos y pasiones pare-ce ir aparejada al desarrollo de lavida en comunidad, pues una emo-cin excesivamente intensa o quese prolongue ms all de lo pruden-te, pone en riesgo la propia estabi-lidad y puede traer consecuenciasnefastas.Si de una parte somos esclavos denuestra propia naturaleza, y en esesentido es muy escaso el controlque podemos ejercer sobre la formaen que nuestro cerebro responde alos estmulos y sobre su manera deactivar determinadas respuestasemocionales, por otra parte s quepodemos ejercer algn controlsobre la permanencia e intensidadde esos estados emocionales. As, el arte de contenerse, de domi-nar los arrebatos emocionales y decalmarse a uno mismo ha llegado aser interpretado por psiclogos dela altura de D. W. Winnicott como elms fundamental de los recursospsicolgicos. Y como ha demostradouna profusa investigacin, estashabilidades se pueden aprender ydesarrollar, especialmente en losaos de la infancia en los que elcerebro est en perpetua adapta-cin. Para comprender mejor estasafirmaciones, veamos su aplicacinen el caso del enfado y la tristeza.El enfado es una emocin negativacon un intenso poder seductor, puesse alimenta a s misma en una espe-cie de crculo cerrado, en el que lapersona despliega un dilogo inter-no para justificar el hecho de que-rer descargar la clera en contra deotro. Cuantas ms vueltas le da alos motivos que han originado suenfado, mayores y mejores razonescreer tener para seguir enojado,alimentando con sus pensamientosla llama de su clera. El enfado,pues, se construye sobre el propioenfado y su naturaleza altamenteinflamable atrapa las estructurascerebrales, anulando toda gua cog-nitiva y conduciendo a la persona alas respuestas ms primitivas.Dolf Zillmann, psiclogo de la

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    Universidad de Alabama, sostieneque el detonante universal delenfado radica en la sensacin dehallarse amenazado, bien sea poruna amenaza fsica o cualquieramenaza simblica en contra de laautoestima o el amor propio (como,por ejemplo, sentirse tratado deforma injusta o ruda o recibir uninsulto o cualquier otra muestra demenosprecio).Por su naturaleza invasiva, el enfa-do suele percibirse como una emo-cin incontrolable e incluso eufori-zante, y esto ha fomentado la falsacreencia de que la mejor forma decombatirlo consiste en expresarloabiertamente, en una suerte decatarsis liberadora. Los experimen-tos liderados por Zillman han permi-tido concluir que el hecho de airearel enojo de poco o nada sirve paramitigarlo. An ms, Diane Tice hadescubierto que expresar abierta-mente el enfado constituye una delas peores maneras de tratar deaplacarlo, porque los arranques deira incrementan necesariamente laexcitacin emocional del cerebro yhacen que la persona se sientatodava ms irritada. Benjamin Franklin sentenci quesiempre hay razones para estarenfadados, pero stas rara vez sonbuenas. El problema est en saberdiscernir. Los estudios empricos deZillman le han servido para descu-brir que una de las recetas msefectivas para acabar con el enfadoconsiste en reencuadrar la situacindentro de un marco ms positivo.Para ello, conviene hacer concien-cia de los pensamientos que desen-cadenaron la primera descarga deenojo, pues muchas veces unapequea informacin adicionalsobre esa situacin original puederestarle toda su fuerza al enfado. En un experimento muy elocuente,un grupo de voluntarios deba reali-zar ejercicios fsicos en una sala,dirigidos por un ayudante que, enrealidad, era cmplice del investi-gador y se limitaba a insultarlos y aprovocarlos de mltiples formas. Alterminar la actividad, los volunta-rios tenan la posibilidad de descar-gar su clera, evaluando las aptitu-des del ayudante para una eventualcontratacin laboral. Como era deesperar, los nimos estaban caldea-

    dos y las calificaciones que el suje-to obtuvo fueron bajsimas. En una segunda aplicacin del expe-rimento se introdujo una variante:cuando terminaban los ejercicios,entraba una mujer con los formula-rios y el ayudante, que en esemomento sala, se despeda de ellade forma despectiva. Ella, sinembargo, pareca tomarse sus pala-bras con buen humor y luego lesexplicaba a los asistentes que sucompaero estaba pasando por muymal momento, sometido a intensaspresiones por un examen al que sesometera pronto. Esa pequeainformacin bast para modular elenfado de los voluntarios, quienesen esta ocasin calificaron de formamucho ms benvola las aptitudesdel ayudante. Por otra parte, Zillman ha descu-bierto que alejarse de los estmulosque pueden recordar las causas delenfado y cambiar el foco de aten-cin es otra forma muy efectiva deaplacarlo, pues se pone fin a lacadena de pensamientos irritantes,se reduce la excitacin fisiolgica yse produce una suerte de enfria-miento en el que la clera va des-apareciendo. A juicio de Zillman,mediante unas distracciones ade-cuadas en las que la mente tengaque prestar atencin a algo nuevo,diferente y entretenido (como veruna pelcula, leer un libro o realizarun poco de ejercicio), es posiblemodificar el estado anmico y suavi-zar el enfado, pues es muy difcilque ste subsista cuando uno loest pasando bien. De manera semejante a lo que ocu-rre con el enfado, la tristeza es unestado de nimo que lleva a lagente a utilizar mltiples recursospara librarse de l, muchos de loscuales resultan poco efectivos. Porejemplo, Diane Tice ha comprobadoque el hecho de aislarse, que sueleser la opcin escogida por muchoscuando se sienten abatidos, sola-mente contribuye a aumentar susensacin de soledad y desamparo. La tristeza como tal no es necesa-riamente un estado negativo; por elcontrario, puede desempear lasfunciones necesarias para unarecomposicin emocional, comosucede con el duelo tras la prdidade un ser querido. Pero cuando

    adquiere la naturaleza crnica deuna depresin, puede erosionar lasalud mental y fsica de una perso-na llevndola incluso a cometer unsuicidio. Entre las medidas que han demos-trado mayor xito para combatir ladepresin se encuentra la terapiacognitiva orientada a modificar laspautas de pensamiento que larigen. Esta terapia intenta conduciral paciente a identificar, cuestionary relativizar los pensamientos quese esconden en el ncleo de laobsesin y a establecer un progra-ma de actividades agradables queprocure alguna clase de distraccin,como por ejemplo el aerbic, queha demostrado ser una de las tcti-cas ms eficaces para sacudirse deencima tanto la depresin levecomo otros estados de nimo nega-tivos.

    La aptitud maestra para lavida

    Por su poderosa influencia sobretodos los aspectos de la vida de unapersona, las emociones se encuen-tran en el centro de la existencia; lahabilidad del individuo para mane-jarlas acta como un poderoso pre-dictor de su xito en el futuro. Lacapacidad de pensar, de planificar,concentrarse, solventar problemas,tomar decisiones y muchas otrasactividades cognitivas indispensa-bles en la vida pueden verse entor-pecidas o favorecidas por nuestrasemociones. As pues, el equipajeemocional de una persona, junto asu habilidad para controlar y mane-jar esas tendencias innatas, prove-en los lmites de sus capacidadesmentales y determinan los logrosque podr alcanzar en la vida.Habilidades emocionales como elentusiasmo, el gusto por lo que sehace o el optimismo representanunos estmulos ideales para elxito. De ah que la inteligenciaemocional constituya la aptitudmaestra para la vida.Si comparamos a dos personas conunas capacidades innatas equiva-lentes, una de las cuales se encuen-tra en la cspide de su carrera,mientras la otra se codea con la

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  • Inteligencia Emocional

    masa en un nivel de mediocridad,encontraremos que su principaldiferencia radica en aspectos emo-cionales: por ejemplo, el entusias-mo y la tenacidad frente a todo tipode contratiempos, que le habrnpermitido al primero perseverar enla prctica ardua y rutinaria duran-te muchos aos.Diversos estudios han trazado lacorrelacin entre ciertas habilida-des emocionales y el desempeofuturo de una persona. Delante deun grupo de nios de cuatro aos deedad se coloc una golosina quepodan comer, pero se les explicque si esperaban veinte minutospara hacerlo, entonces conseguirandos golosinas. Doce aos despus sedemostr que aquellos pequeosque haban exhibido el autocontrolemocional necesario para refrenarla tentacin en aras de un beneficiomayor eran ms competentessocialmente, ms emprendedores yms capaces de afrontar las frustra-ciones de la vida. De forma semejante, la ansiedadconstituye un predictor casi inequ-voco del fracaso en el desempeode una tarea compleja, intelectual-mente exigente y tensa como, porejemplo, la que desarrolla un con-trolador areo. Un estudio realiza-do sobre 1.790 estudiantes de con-trol del trfico areo arroj que elindicador de xito y fracaso estabamucho ms relacionado con losniveles de ansiedad que con lascifras alcanzadas en los tests deinteligencia. Asimismo, 126 estudiosdiferentes, en los que participaronms de 36.000 personas, han ratifi-cado que cuanto ms proclive aangustiarse es una persona, menores su rendimiento acadmico. Aspues, la ansiedad y la preocupa-cin, cuando no se cuenta con lahabilidad emocional para dominar-las, actan como profecas auto-cumplidas que conducen al fracaso. En cuanto al entusiasmo y la habili-dad para pensar de forma positiva,C. R. Snyder, psiclogo de laUniversidad de Kansas, descubrique las expectativas de un grupo deestudiantes universitarios eran unmejor predictor de sus resultadosen los exmenes que sus puntuacio-nes en un test llamado SAT, quetiene una elevada correlacin con

    el coeficiente intelectual. SegnSnyder, la esperanza es algo msque la visin ingenua de que todoir bien; se trata de la creencia deque uno tiene la voluntad y disponede la forma de llevar a cabo susobjetivos, cualesquiera que estossean.Con el optimismo sucede algo pare-cido. Siempre que no se trate de unfantasear irreal e ingenuo, el opti-mismo es una actitud que impidecaer en la apata, la desesperacino la depresin frente a las adversi-dades. Martin Seligman, de laUniversidad de Pensilvania, lo defi-ne en funcin de la forma en que lagente se explica a s misma sus xi-tos y sus fracasos. Mientras que eloptimista ubica la causa de sus fra-casos en algo que puede cambiarsey que podr combatir en el futuro,el pesimista se echa la culpa de susreveses, atribuyndolos a algunacaracterstica personal que no esposible modificar. El mismoSeligman lider un estudio sobre losvendedores de seguros de una com-paa norteamericana: as descu-bri que, durante sus primeros dosaos de trabajo, los optimistas ven-dan un 37% ms que los pesimistas,y que las tasas de abandono delpuesto entre los pesimistas dobla-ban a las de sus colegas optimistas. En sntesis, canalizar las emocioneshacia un fin ms productivo consti-tuye una verdadera aptitud maes-tra. Ya se trate de controlar losimpulsos, de demorar la gratifica-cin, de regular los estados denimo para facilitar el pensamientoy la reflexin, de motivarse a unomismo para perseverar y hacerfrente a los contratiempos, de asu-mir una actitud optimista frente alfuturo, todo ello parece demostrarel gran poder de las emocionescomo guas que determinan la efi-cacia de nuestros esfuerzos.

    La empata

    Algunas personas tienen ms facili-dad que otras para expresar conpalabras sus propios sentimientos;existe otro tipo de individuos cuyaincapacidad absoluta para hacerlolos lleva incluso a considerar que

    carecen de sentimientos. PeterSifneos, psiquiatra de Harvard,acu el trmino alexitimia, quese compone del prefijo a (sin),junto a los vocablos lexis (palabra)y thymos (emocin), para referirsea la incapacidad de algunas perso-nas para expresar con palabras suspropias vivencias.No es que los alexitmicos no sien-tan, simplemente carecen de lacapacidad fundamental para identi-ficar, comprender y expresar susemociones. Este tipo de ignoranciahace de ellos personas planas y abu-rridas, que suelen quejarse de pro-blemas clnicos difusos, y que tien-den a confundir el sufrimiento emo-cional con el dolor fsico. Pero elefecto negativo de esta condicinrebasa el mbito privado de la per-sona en cuestin, en la medida enque la conciencia de s mismo es lafacultad sobre la que se erige laempata. As, al no tener la menoridea de lo que sienten, los alexit-micos se encuentran completamen-te desorientados con respecto a lossentimientos de quienes les rodean.La palabra empata proviene delgriego empatheia, que significasentir dentro, y denota la capaci-dad de percibir la experiencia sub-jetiva de otra persona. El psiclogonorteamericano E.B. Titehenerampli el alcance del trmino parareferirse al tipo de imitacin fsicaque realiza una persona frente alsufrimiento ajeno, con el objeto deevocar idnticas sensaciones en smisma. Diversas observaciones insitu han permitido identificar estahabilidad desde edades muy tem-pranas, como en nios de nuevemeses de edad que rompen a llorarcuando ven a otro nio caerse, onios un poco mayores que ofrecensu peluche a otro nio que est llo-rando y llegan incluso a arroparlocon su manta. Incluso se ha demos-trado que desde los primeros dasde vida, los bebs se muestranafectados cuando oyen el llanto deotro nio, lo cual ha sido considera-do por algunos como el primer ante-cedente de la empata.A lo largo de la vida, esa capacidadpara comprender lo que sienten losdems afecta un espectro muyamplio de actividades, que vandesde las ventas hasta la direccin

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    de empresas, pasando por la polti-ca, las relaciones amorosas y laeducacin de los hijos. A su vez, laausencia de empata suele ser unrasgo distintivo de las personas quecometen los delitos ms execrables:psicpatas, violadores y pederastas.La incapacidad de estos sujetospara percibir el sufrimiento de losdems les infunde el valor necesariopara perpetrar sus delitos, quemuchas veces justifican con menti-ras inventadas por ellos mismos,como cuando un padre abusadorasume que est dndole afecto asus hijos o un violador sostiene quesu vctima lo ha incitado al sexo porla forma en que iba vestida.Los estudios adelantados por elNational Institute of Mental Healthhan puesto de relieve que buenaparte de las diferencias en el gradode empata se hallan directamenterelacionadas con la educacin quelos padres proporcionan a sus hijos.Daniel Stern, un psiquiatra que haestudiado los breves y repetidosintercambios que tienen lugar entrepadres e hijos, sostiene que en esosmomentos de intimidad se estdando el aprendizaje fundamentalde la vida emocional. A su juicio,existe sintonizacin entre dospersonas -una madre y su hijo, o dosamantes en la cama- cuando la unaconstata que sus emociones soncaptadas, aceptadas y correspondi-das con empata. Segn los estudios realizados, elcoste de la falta de sintona emo-cional entre padres e hijos esextraordinario. Cuando los padresfracasan reiteradamente en mostrarempata hacia una determinadagama de emociones de su hijo,como el llanto o sus necesidadesafectivas, el nio dejar de expre-sar ese tipo de emociones y es posi-ble que incluso deje de sentirlas. Deesta forma, y en general, los senti-mientos que son desalentados deforma ms o menos explcita duran-te la primera infancia pueden des-aparecer por completo del reperto-rio emocional de una persona.Por fortuna, las investigacionestambin han encontrado que laspautas relacionales se pueden irmodificando y que, si bien es ciertoque las primeras relaciones tienenun impacto enorme en la configura-

    cin emocional, el sujeto se enfren-tar a una serie de relaciones com-pensatorias a lo largo de su vida,con amigos, familiares o hasta conun terapeuta, que pueden ir remol-deando sus pautas de conducta. Enese sentido, muchas teoras psicoa-nalticas consideran que la relacinteraputica constituye un adecuadocorrectivo emocional que puedeproporcionar una experiencia satis-factoria de sintonizacin.Finalmente, las investigacionessobre la comunicacin humana sue-len dar por hecho que ms del 90%de los mensajes emocionales es denaturaleza no verbal, y se manifies-ta en aspectos como la inflexin dela voz, la expresin facial y los ges-tos, entre otros. De ah que la claveque permite a una persona accedera las emociones de los dems radicaen su capacidad para captar losmensajes no verbales. De hecho,diversos estudios han evidenciadoque los nios que tienen ms des-arrollada esta capacidad muestranun mayor rendimiento acadmicoque el de la media, aun cuando suscoeficientes intelectuales seaniguales o inferiores al de otros niosmenos empticos. Este dato parecesugerir que la empata favorece elrendimiento escolar o, tal vez, quelos nios empticos son ms atracti-vos a los ojos de sus profesores.

    Inteligencia emocional parael trabajo

    Una persona que carece de controlsobre sus emociones negativaspodr ser vctima de un arrebatoemocional que le impida concen-trarse, recordar, aprender y tomardecisiones con claridad. De ah lafrase de cierto empresario de queel estrs estupidiza a la gente. Elprecio que puede llegar a pagar unaempresa por la baja inteligenciaemocional de su personal es tanelevado, que fcilmente podra lle-varla a la quiebra. En el caso de laaeronutica, se estima que el 80%de los accidentes areos responde aerrores del piloto. Como bien sabenen los programas de entrenamientode pilotos, muchas catstrofes sepueden evitar si se cuenta con una

    tripulacin emocionalmente apta,que sepa comunicarse, trabajar enequipo, colaborar y controlar susarrebatos.El tiempo de los jefes competitivosy manipuladores, que confundan laempresa con una selva, ha pasado ala historia. La nueva sociedadrequiere otro tipo de superior cuyoliderazgo no radique en su capaci-dad para controlar y someter a losotros, sino en su habilidad para per-suadirlos y encauzar la colaboracinde todos hacia unos propsitoscomunes.En un entorno laboral de crecienteprofesionalizacin, en el que laspersonas son muy buenas en laboresespecficas pero ignoran el resto detareas que conforman la cadena devalor, la productividad dependecada vez ms de la adecuada coor-dinacin de los esfuerzos individua-les. Por esa razn, la inteligenciaemocional, que permite implemen-tar buenas relaciones con las demspersonas, es un capital inestimablepara el trabajador contemporneo. En un estudio publicado en laHarvard Business Review , RobertKelley y Janet Caplan compararon aun grupo de trabajadores estrellacon el resto situado en la media:con respecto a una serie de indica-dores, hallaron que, mientras queno haba ninguna diferencia signifi-cativa en el coeficiente intelectualo talento acadmico, s se observa-ban disparidades crticas en rela-cin a las estrategias internas einterpersonales utilizadas por lostrabajadores estrella en su traba-jo. Uno de los mayores contrastesque encontraron entre los dos gru-pos vena dado por el tipo de rela-ciones que establecan con una redde personas clave. Los trabajadores estrella de unaorganizacin suelen ser aquellosque han establecido slidas cone-xiones en las redes sociales infor-males y, por lo tanto, cuentan conun enorme potencial para resolverproblemas, pues saben a quin diri-girse y cmo obtener su apoyo encada situacin antes incluso de quelas complicaciones se presenten,frente a aquellos otros que se venabocados a ellas por no contar conel respaldo oportuno.Por otra parte, y de forma ms

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    general, la eficacia, la satisfacciny la productividad de una empresaestn condicionadas por el modo enque se habla de los problemas quese presentan. Aunque muchas vecesse evite hacerlo o se haga de formaequivocada, el feedback constituyeel nutriente esencial para potenciarla efectividad de los trabajadores.Al proporcionar feedback, hay queevitar siempre los ataques generali-zados que van dirigidos al carcterde la persona, como cuando se lellama estpida o incompetente,pues stos suelen generar un efectodevastador en la motivacin, laenerga y la confianza de quien losrecibe. Una buena crtica no seocupa tanto de atribuir los errores aun rasgo de carcter como de cen-trarse en lo que la persona ha hechoy puede hacer en el futuro. HarryLevinson, un antiguo psicoanalistaque se ha pasado al campo empre-sarial, recomienda, para ofrecer unbuen feedback, ser concreto, ofre-cer soluciones y ser sensible alimpacto de las palabras en el inter-locutor.En los entornos profesionales con-temporneos, la diversidad consti-tuye una ventaja competitiva,potencia la creatividad y represen-ta casi una exigencia de los merca-dos heterogneos que comienzan aimperar. Pero para poder sacarleprovecho, se requiere la presenciade aquellas habilidades emociona-les que favorecen la tolerancia yrechazan los prejuicios. A este res-pecto, Thomas Pettigrew, psiclogosocial de la Universidad deCalifornia, subraya una gran dificul-tad, pues las emociones propias delos prejuicios se consolidan durantela infancia, mientras que las creen-cias que los justifican se aprendenmuy posteriormente. As, aunquees factible cambiar las creenciasintelectuales respecto a un prejui-cio, es muy complejo transformarlos sentimientos ms profundos quele dan vida.La investigacin sobre los prejuiciospone de relieve que los esfuerzospor crear una cultura laboral mstolerante deben partir del rechazo

    explcito a toda forma de discrimi-nacin o acoso, por pequea quesea (como los chistes racistas o lasimgenes de chicas ligeras de ropaque degradan al gnero femenino).Existen estudios que han demostra-do que cuando, en un grupo,alguien expresa sus prejuicios tni-cos, todos los miembros se ven msproclives a hacer lo mismo. Por lotanto, una poltica empresarial detolerancia y de no discriminacin nodebe limitarse a un par de cursillosde entrenamiento en la diversi-dad en un fin de semana, sino quedebe permear todos los espacios dela empresa y constituir una prcticaarraigada en cada accin cotidiana.Si bien los prejuicios largamentesostenidos no son fciles de erradi-car, s es posible, en todo caso,hacer algo distinto con ellos. El sim-ple acto de llamar a los prejuiciospor su nombre o de oponerse fran-camente a ellos establece unaatmsfera social que los desalienta,mientras que, por el contrario,hacer como si no ocurriera nadaequivale a autorizarlos.

    Conclusin

    Los estragos que la ineptitud emo-cional causa en el mundo son msque evidentes. Basta con abrir undiario para encontrar consignadaslas formas de violencia y de degra-dacin ms aberrantes, que noparecen responder a ninguna lgica.Hoy por hoy no nos genera mayorestupor escuchar que un corredorde bolsa se haya arrojado de un ras-cacielos tras una repentina cada dela bolsa, que un marido haya golpe-ado a su esposa o que, tras habersido despedido, un empleado hayaentrado en su compaa armadohasta los dientes y haya asesinado avarias personas indiscriminadamen-te. Estas evidencias se suman a la olade violencia que asola al planeta, alalarmante incremento de la depre-sin en todo el mundo, a los nivelesde estrs que van en franco aumen-

    to y a una interminable lista de sn-tomas: todos ellos dan cuenta deuna irrupcin descontrolada de losimpulsos en nuestras vidas y de unaineptitud generalizada, y acaso cre-ciente, para controlar las pasiones ylos arrebatos emocionales.Tradicionalmente hemos sobrevalo-rado la importancia de los aspectospuramente racionales de nuestrapsiquis, en un afn por medir ycomparar los coeficientes de lainteligencia humana. Sin embargo,en aquellos momentos en que nosvemos arrastrados por las emocio-nes, cuando un chico golpea a otropor burlarse de l o un conductor ledispara a aquel que le ha cerrado lava, la inteligencia se ve desborda-da y los esfuerzos por entender lacapacidad de anlisis racional decada sujeto no parecen tener mayorutilidad.La abundante base experimental enque Goleman sustenta sus posicio-nes permiten concluir que, si bientodas las personas venimos almundo con un temperamentodeterminado, los primeros aos devida tienen un efecto determinanteen nuestra configuracin cerebral y,en gran medida, definen el alcancede nuestro repertorio emocional.Pero ni la naturaleza innata ni lainfluencia de la temprana infanciaconstituyen determinantes irrever-sibles de nuestro destino emocio-nal. La puerta para la alfabetiza-cin emocional siempre est abier-ta y, as como a las escuelas lescorresponde suplir las deficienciasde la educacin domstica, lasempresas y los profesionales quequieran lograr el xito en el entor-no de especializacin y diversidadque caracteriza al mundo modernodeben tener consciencia de susemociones y dotarlas de inteligen-cia.

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  • Autor: Daniel Goleman Fecha: 1/10/1996

    Fuente: http://www.leadersummaries.com

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    Inteligencia Emocional

    Resumen El concepto de inteligencia emocional ha llegado a prcticamente todos los rincones de nuestro planeta, en forma de tiras cmicas, programas educativos, juguetes que dicen contribuir a su desarrollo o anuncios clasificados de personas que afirman buscarla en sus parejas. Incluso la UNESCO puso en marcha una iniciativa mundial en 2002, y remiti a los ministros de educacin de 140 pases una declaracin con los 10 principios bsicos imprescindibles para poner en marcha programas de aprendizaje social y emocional. El mundo empresarial no ha sido ajeno a esta tendencia y ha encontrado en la inteligencia emocional una herramienta inestimable para comprender la productividad laboral de las personas, el xito de las empresas, los requerimientos del liderazgo y hasta la prevencin de los desastres corporativos. No en vano, la Harvard Business Review ha llegado a calificar a la inteligencia emocional como un concepto revolucionario, una nocin arrolladora, una de las ideas ms influyentes de la dcada en el mundo empresarial. Revelando de forma esclarecedora el valor subestimado de la misma, la directora de investigacin de un head hunter ha puesto de relieve que los CEO son contratados por su capacidad intelectual y su experiencia comercial ydespedidos por su falta de inteligencia emocional. Sorprendido ante el efecto devastador de los arrebatos emocionales y consciente, al mismo tiempo, de que los tests de coeficiente intelectual no arrojaban excesiva luz sobre el desempeo de una persona en sus actividades acadmicas, profesionales o personales, Goleman ha intentado desentraar qu factores determinan las marcadas diferencias que existen, por ejemplo, entre un trabajador estrella y cualquier otro ubicado en un punto medio, o entre un psicpata asocial y un lder carismtico.

  • Su tesis defiende que, con mucha frecuencia, la diferencia radica en ese conjunto de habilidades que ha llamado inteligencia emocional, entre las que destacan el autocontrol, el entusiasmo, la empata, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo. Si bien una parte de estas habilidades pueden venir configuradas en nuestro equipaje gentico, y otras tantas se moldean durante los primeros aos de vida, la evidencia respaldada por abundantes investigaciones demuestra que las habilidades emocionales son susceptibles de aprenderse y perfeccionarse a lo largo de la vida, si para ello se utilizan los mtodos adecuados.

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