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239 Intelectuales y poder simbólico. "Reproduzca esta información" de Rodolfo Walsh. 1957-1977 Nilda Redondo Resumen El presente trabajo es un intento de demostración de cómo Rodolfo Walsh, intelectual argentino paradigmático de los'60 y '70, realiza un proceso de ruptura en los campos literario, periodístico y político a la vez que se enfrenta con el Estado corporativo autoritario del período. Lo hace al optar por su incorporación a organizaciones voluntarias que resisten desde su condición de marginadas del proceso estatal. Asimismo deconstruye el poder simbólico establecido, denunciando el carácter ficticio de las imágenes impuestas respecto de la verdad y el orden; realiza un trabajo de develamiento, un esfuerzo por crear otros públicos y otras formas literarias, otros circuitos de difusión; asimismo su colocarse desde otras formas de sindicalismo, como su cuestionamiento a los roles de los literatos, los periodistas y los intelectuales respecto de un proceso revolucionario, hacen que sea de sumo interés su estudio como intencionalidad no de asimilación sino de fractura de los campos y construcción de otra referencia simbólica. Otro poder. Palabras clave: intelectuales, poder simbólico, Walsh, revolución. Intellectuals and symbolic power. "Repeat this information" Rodolfo Walsh 1957-1977 Abstract This work is an attempt to demonstrate how Rodolfo Walsh, argentine paradigmatic intellectual from the 60s and 70s, makes a breakdown process in the literary, journalistic and political fields while he confronts the authoritarian corporate state from the period. He does that when he opts for his incorporation into voluntary organizations that resist from their condition of alienated from the estate process. Similarly he breaks the established symbolic power, denouncing the fictitious character of the imposed images as regards the truth and order; he makes a revealing work, an effort to create other audience and other literary forms, other spreading circuits; as wells as his standing from other trade-unionism forms, as his questioning to the literariness, the journalists and the intellectuals as regards a revolutionary process, they make their study extremely interesting not as the intention of assimilate but as the fracture of the fields and construction of another symbolic reference. Another power. Key words: intellectuals, symbolic power, Walsh, revolution. Letras Anuario Nº 8 - Fac. de Cs. Humanas - UNLPam (239-260)

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Intelectuales y poder simbólico. "Reproduzca estainformación" de Rodolfo Walsh. 1957-1977

Nilda Redondo

ResumenEl presente trabajo es un intento de demostración de cómo Rodolfo Walsh, intelectualargentino paradigmático de los'60 y '70, realiza un proceso de ruptura en los camposliterario, periodístico y político a la vez que se enfrenta con el Estado corporativo autoritariodel período. Lo hace al optar por su incorporación a organizaciones voluntarias que resistendesde su condición de marginadas del proceso estatal. Asimismo deconstruye el podersimbólico establecido, denunciando el carácter ficticio de las imágenes impuestas respectode la verdad y el orden; realiza un trabajo de develamiento, un esfuerzo por crear otrospúblicos y otras formas literarias, otros circuitos de difusión; asimismo su colocarse desdeotras formas de sindicalismo, como su cuestionamiento a los roles de los literatos, losperiodistas y los intelectuales respecto de un proceso revolucionario, hacen que sea desumo interés su estudio como intencionalidad no de asimilación sino de fractura de loscampos y construcción de otra referencia simbólica. Otro poder.

Palabras clave: intelectuales, poder simbólico, Walsh, revolución.

Intellectuals and symbolic power."Repeat this information" Rodolfo Walsh 1957-1977

AbstractThis work is an attempt to demonstrate how Rodolfo Walsh, argentine paradigmaticintellectual from the 60s and 70s, makes a breakdown process in the literary, journalisticand political fields while he confronts the authoritarian corporate state from the period.He does that when he opts for his incorporation into voluntary organizations that resistfrom their condition of alienated from the estate process. Similarly he breaks the establishedsymbolic power, denouncing the fictitious character of the imposed images as regards thetruth and order; he makes a revealing work, an effort to create other audience and otherliterary forms, other spreading circuits; as wells as his standing from other trade-unionismforms, as his questioning to the literariness, the journalists and the intellectuals as regardsa revolutionary process, they make their study extremely interesting not as the intention ofassimilate but as the fracture of the fields and construction of another symbolic reference.Another power.

Key words: intellectuals, symbolic power, Walsh, revolution.

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Intelectuais e poder simbólico."Reproduza a informação" Rodolfo Walsh, 1957-1977

ResumoO presente trabalho é uma tentativa de demonstrar como Rodolfo Walsh, intelectualargentino paradigmático das décadas de 60 e 70, realiza um processo de ruptura noscampos literário, jornalístico e político e simultaneamente enfrenta-se com o Estadocorporativo autoritário do período. O faz, quando ele opta por sua incorporação aorganizações voluntárias que resistem a partir de sua condição de marginadas do processoestatal. Assim mesmo, desconstrói o poder simbólico estabelecido, ao denunciar o caráterfictício das imagens impostas relativas à verdade e à ordem; realiza um trabalho dedesvelamento, um esforço por criar outros públicos e outras formas literárias, outroscircuitos de difusão; ao mesmo tempo, sua postura frente a outras formas de sindicalismo,bem como seu questionamento aos papéis dos literatos, dos jornalistas e dos intelectuaisem relação a um processo revolucionário, faz com que seja de grande interesse seu estudocom a intenção não de sua mera assimilação, senão de fratura dos campos e construção deoutra referência simbólica.Outro poder.

Palavras chave: intelectuais, poder simbólico, Walsh, revolução.

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Intelectuales y profesionales

Rodolfo Walsh cumple algunos de los requisitos propios de los profesionales eintelectuales. Uno de ellos es hablar de –y por– otros sectores sociales. Elige expresamentehablar por los que no tienen voz, por los que no tienen historia sino prontuario, por loslos desclasados por el aparato del Estado, tal como lo dice en el prólogo a ¿Quién matóa Rosendo? Se coloca del lado de los trabajadores perseguidos por el sindicato enconcordancia con el gobierno, la justicia y la prensa. Y se suma al movimiento peronista‘verdadero’ (1), el de la gente del pueblo, los obreros, también silenciados por la exclusiónpolítica que se le impone al peronismo desde 1955 hasta 1973.

Lo que pretenden estos intelectuales en este período de conflicto de culturas no esreemplazar a los sectores hegemónicos “infiltrando su espíritu en las organizacionessociales más importantes” (González Leandri 1999: 10), sino reemplazarlas por otras.Por eso se emprende la constitución de la CGT de los argentinos en 1968 y deorganizaciones político-militares –FAR (2), FAP (3) y Montoneros– en 1970, que actúandentro del movimiento peronista pero tienen su propia organización armada, disputandode esta manera al Estado una de sus funciones centrales: el monopolio de la violencia.

Sin embargo, Walsh, con su primer trabajo de investigación testimonial –OperaciónMasacre, escrito en 1957–, recurría a poner énfasis en su carácter de experto, de periodista-detective. En ese momento, tal como lo dice en los sucesivos prólogos a la obra, teníaexpectativas en la Justicia del Estado, en que los denunciados fueran condenados por sucrimen: el fusilamiento de civiles desarmados perpetrado en los basurales de José LeónSuárez. Pero los oídos del Estado no querían atenderlo porque las víctimas eran lasexcluidas por ese Estado: eran del pueblo peronista. Tampoco conseguía quién le publicarala denuncia; lo logra hacer por entregas y de manera casi clandestina, en la revistanacionalista Mayoría, por lo que es la situación política y social la que irá definiendoquiénes serán sus clientes, sus lectores y sus compañeros. Dos años después persiste en elcarácter denunciativo y de desnudamiento de la telaraña estatal, con Caso Satanowsky, enel que demuestra la connivencia del Gobierno con las patronales de la gran prensa, lacensura, el antisemitismo y el carácter continuista de la gestión de Arturo Frondizi.

Si el profesionalismo es parte de la ideología dominante del capitalismo avanzadoque justifica las desigualdades en cuanto al acceso al orden ocupacional, las rupturas deWalsh deben entenderse como producidas contra aquella ideología pero no en un terrenodesierto o suelo fragmentado, sino en un proceso de construcción paralelo dado a partirde la Revolución Cubana, producida en 1959, en cuyas instituciones contrahegémonicasparticipa activamente: Prensa Latina y Casa de las Américas.

Prensa Latina es una agencia de noticias que busca directamente la noticia en diversoslugares de Latinoamérica y no depende de las grandes cadenas imperiales: se trata deque el periodista esté efectivamente presente en el lugar del hecho y no reelaborando lorecibido por cable de los Estados Unidos (4).

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Casa de las Américas centra un campo cultural opuesto al imperial y así lo van aexpresar los intelectuales reunidos en La Habana en 1968: no ser comprados por lasacademias norteamericanas, no recibir sus becas ni sus prebendas, pero sí recibir honoresen el nuevo campo construido, participar en sus concursos, seminarios, formas de educacióny de comunicación masivas, y contribuir al avance del proceso revolucionario en el mundo.

Estos intelectuales y profesionales están teniendo una clara conciencia de que son laforma históricamente posible del control institucionalizado de una ocupación, por esoes que al querer ser lo no previsto se salen del rol que se les asigna en la sociedadburguesa y reniegan en muchos casos del aparato académico formador de la profesión.

Walsh no completa sus estudios universitarios, sólo inicia la carrera de letras, pero noqueda exento de contradicciones respecto de los géneros literarios instituidos, comopuede leerse en su Diario Personal respecto de la novela (5). Nunca se lamenta por nohaber completado la universidad y, a partir de su mayor compromiso político, va abuscar dónde ejercer el periodismo. Desde mediados de la década del sesenta habíaestado escribiendo en la revista Panorama, que lejos estaba de querer cuestionar algunainstitución social, pero en 1968 acepta la dirección del Semanario CGT (de los argentinos).Ya en Montoneros, escribirá en Noticias, prensa de la organización, de mucha difusión.

Desde el golpe de Estado, en marzo de 1976, hasta su secuestro, el 25 de marzo de1977, va a organizar la prensa clandestina, ANCLA y Cadena Informativa, y con ella va abuscar la construcción de otra realidad o la reconstrucción de la realidad para resistir a laopresión y a la barbarie del terrorismo de Estado. En este caso no está eligiendo construirotro campo, el sistema de poder ha excluido a todos y los ha condenado a la extinción.Busca la sobrevivencia (6).

Si la universidad sirve para estandarizar a los productores profesionales y otorgarprestigio y status, acelerando la clausura social a partir de la sacralización de la propiaactividad, la indiferencia de Walsh hacia ella es significativa porque pone de manifiestoque ha dejado de desear ese universo simbólico, porque va a buscar el prestigio en otroterreno, y construirá sus propios saberes con otras experiencias y otras abstracciones. Susprimeros cuentos en la década del cincuenta (Variaciones en rojo, Cuentos para tahúres), serándel género consagrado por Sur a través de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares: elpolicial (cf. Lafforgue & Rivera). A fines de ese década inicia una ruptura en el campoliterario a través del género testimonial, que hasta el día de hoy ha quedado fuera deencuadre con la inconsistente denominación de no-ficción que recibe: un conjunto vacíodentro del sistema de poder, una manera de escritura que no puede ser nombrada (7).

Sin embargo, hoy Walsh tiene prestigio como intelectual, como escritor y comoperiodista, y su destino como militante está sacralizado. Su consagración tiene caráctercomunitario porque fueron los humillados y perseguidos los que lo recibieron; con másrazón cuando no hubo otra posibilidad, salvo la desaparición y el silencio.

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Una característica de los profesionales es la “capacidad de reformular la experienciade los legos, resignificando la realidad social y originando una nueva” (González Leandri1999: 69). Esta praxis es central para Walsh: su denuncia persigue la construcción de unanueva realidad, una resignificación de la versión oficial a través de la reconstrucción delos hechos. Pone en evidencia la mentira estatal en particular en las tres obras testimonialesy construye otro piso, otro terreno desde donde indicar la verdad. Y escribe para losque no tienen voz y para la posteridad, como en Carta abierta de un escritor a la Junta militar,del 24 de marzo de 1977. Esta autonomía denunciativa no es tributaria de los vínculosque se establecen con el Estado sino el producto de su confrontación con él: OperaciónMasacre enfrenta a la gestión Aramburu-Rojas; Caso Satanowsky a la de Arturo Frondizi;¿Quién mató a Rosendo?, a Onganía; Carta..., a Videla. Además, desnuda las vinculacionesexistentes entre las Fuerzas Armadas (FFAA), la policía, la Justicia, las patronales de laprensa, la burocracia sindical y sus matones, la oligarquía terrateniente, el gran capital, lasrelaciones estatales con los países vecinos organizadas en torno al ‘Plan Cóndor’. Es ciertoque en lo que va de 1968 a 1976 intensificará su trabajo para aportar a la construcción deun polo de poder alternativo, pero la organización Montoneros es mimética del Estado, ysu estructura va a volver a generar la heterodoxia en Walsh, como puede leerse en la críticaque realiza a su cúpula entre 1976 y 1977. Su forma de construcción es disruptiva, por sucarácter de intelectual en el seno de una organización política revolucionaria.

Si consideramos la posibilidad de la autonomía porque existe accesibilidad a losrecursos organizacionales, económicos o políticos y esto ha sido producto de un procesohistórico en el que el Estado burgués tiene una ingerencia expresa, sí podemos decir queWalsh es producto de esa dependencia autónoma porque se forma intelectualmente eneditoriales y revistas de gran circulación en el mercado (Vea y Lea, Leoplan, Panorama),vende sus libros de mucha tirada y recibe dinero por ello de la editorial Jorge Álvarez,aunque desde 1959 en adelante va a participar –como la mayoría de la intelectualidad dela clase media en la Argentina– en la construcción de un campo cultural contrahegemónico,como hemos referido.

Va a denunciar a partir de sus relatos testimoniales y sus cuentos (8) los vínculoscomplejos y cambiantes que los profesionales, artistas e intelectuales entretejenhistóricamente con las distintas elites dominantes y con el Estado. Además, se plantacontra la “clasificación y vigilancia de la población, la normalización del sujeto-ciudadanoy el disciplinamiento de los sujetos aberrantes” (González Leandri 1999: 79), comopuede verse en ¿Quién mató a Rosendo?, en el cuento Fotos y en la obra de teatro LaGranada (9).

Ni Walsh ni sus personajes son sujetos obedientes, y si lo son, fracasan porque handelegado su potencia colectiva en un mesías, como sucede en el cuento Un oscuro día dejusticia (10) en el que el pueblo –así llama a los estudiantes internos de un instituto religioso–

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al final comprende que está solo y que el poder debería salir de su propia entraña. Poresto el aparato del Estado no lo puede disciplinar y también llega a ser revulsivo para laorganización Montoneros.

El núcleo de intelectuales que integra Walsh desarrolla estrategias de persuasión dirigidasa las elites dominantes y a los Estados capitalistas instituidos, las cuales operan comoadvertencia respecto de lo que les puede pasar, dado que ellos están dispuestos a resistirla cooptación y el desarraigo sistemáticos que practican aquellas instituciones, a desarrollarla ciencia y la tecnología a favor de los procesos revolucionarios abiertos en el mundo, aalfabetizar a los pueblos, a optar por la lucha armada y entregar la vida –si es necesario–en este nuevo afán.

Al respecto, es elocuente la Declaración de La Habana de 1968. Se trata de un proyectode sustitución de una forma de organización social por otra, no de movilidad socialpara el grupo dentro del mismo sistema; hay una búsqueda de prestigio colectivo que setrasmite a sus miembros, y un orgullo por pertenecer a esa vanguardia.

No buscan la clausura social y el mantenimiento de ciertos privilegios sociales, sinoque el concepto de proceso educativo que desean llevar adelante es de apertura hacia lasmasas: extender la ciencia, la técnica, el arte hacia todos. Al mismo tiempo, estos intelectualesvan a ser puestos en cuestión respecto de su rol en los nuevos procesos iniciados a travésde las prácticas de la proletarización y la alternancia entre el trabajo manual y el intelectual.Este debate va a estar planteado en Cuba y en las organizaciones del período sin teneruna resolución unívoca.

Estos grupos intelectuales y profesionales van a repudiar su exclusividad cognitiva yvan a escapar de ‘la jaula invisible’ (11) en la que el sistema capitalista atrapa a los susceptiblesy personalistas, a través de becas, prebendas y promociones individuales. Por eso, en ladeclaración de La Habana de 1968 dirán:

Todo intelectual honesto del mundo debe negarse a cooperar, aceptar invitaciones o ayudafinanciera del Gobierno norteamericano y sus organismos oficiales, o de cualquierorganización o fundación cuyas actividades autoricen a pensar que los intelectuales queparticipan en ellos sirven a la política imperialista de los Estados Unidos. Asimismo, deberespaldar activamente a los intelectuales norteamericanos que se enfrentan al imperialismo,apoyan las luchas del Tercer Mundo –en particular la del pueblo vietnamita–, las de lapoblación negra de los Estados Unidos y alientan a los jóvenes norteamericanos a noinscribirse en el servicio militar para ir a pelear a Vietnam. (p. 127)

Walsh es muy elocuente en su Diario Personal al poner en evidencia el desgarramientoque sufre como intelectual burgués, que siempre se ve desplazado en el procesorevolucionario, por las masas, por el pueblo o por la clase trabajadora (12); a la vez quesiempre tiene que dar más de sí, en muchos casos no tanto el desarrollo del pensamientoabstracto o de la elaboración artística, sino el sudor logrado con el activismo y la urgencia

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de hacer avanzar los hechos. Se refiere en estos términos a propósito de cómo vadilatando la elaboración de la novela (que nunca escribe) por militar en la CGT(a) (13) yseguramente en su posterior proceso de incorporación al Peronismo de Base y FAP,organización a la que pertenece hasta 1973, año en que se incorpora a Montoneros.

Intelectuales y clase social

Una revolución no es un paseo por un jardín: es un cataclismo, con desgarramientos hastael fondo. Pero es sobre todo la deslumbrante posibilidad de cambiar la vida. (FernándezRetamar 1966)

Si el análisis de la estructuración de la sociedad se centra exclusivamente en la teoríade las clases sociales, en particular si dicho análisis no supera el binarismo de burguesía-proletariado, no se puede abordar el rol de los intelectuales y profesionales como sectoresespecializados; ni la función que la tarea intelectual debe cumplir en la organizaciónrevolucionaria, ni tampoco se los puede pensar en el necesario aporte que debieranhacer para la construcción a largo plazo de un nuevo poder. Si sólo se observa laextracción de clase –la mayoría burguesa o pequeño burguesa– y se los descalifica porpertenecer a una clase propietaria cuando se pretende instaurar el comunismo y abolir lapropiedad privada, se cae en las prácticas antiintelectualistas que han sido llevadas adelantepor algunos partidos revolucionarios, aunque también por los movimientos populistas,seguidores del sentido común del ‘gran pueblo’. Otro de los riesgos es que desde elEstado socialista se avance en definiciones consideradas líneas a ser acatadas en vez deproblemáticas a ser resueltas, o se pretenda definir estéticas, éticas, saberes científicos ypolíticas desde la corporación estatal; tal el stalinismo de la URSS.

El núcleo de intelectuales al que pertenece Walsh realiza una acción colectiva centrándoseen la solidaridad y adoptando, en un proceso ascendente de representación de sus intereses,el punto de vista de los sectores oprimidos y excluidos por las elites. Es un ejerciciodescendente del poder el que los excluye: en la Argentina, a los comunistas casi desde suorigen pero sin interrupción desde 1930; a los peronistas desde 1955; a la clase obrerasiempre, salvo con el proyecto keynesiano de los primeros gobiernos peronistas; luegode la traición-Frondizi a núcleos importantes de intelectuales; desde mediados de ladécada del sesenta, a la clase media (14); desde el 1969, también a los estudiantes y almovimiento cristiano de base.

Éstos son los que van a depender de su propia capacidad de movilización social yvan a orientar sus recursos de poder contra el grupo dominante. La horizontalidad y lanecesidad de crear permanentemente para generar nuevas formas estéticas, nuevosconceptos éticos, nuevos circuitos de difusión, nuevos públicos, los constituirá en grupos

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altamente productivos y sin posibilidad de burocratizarse. Distinta es la situación delproceso abierto en Cuba, sobre todo cuando se constituye públicamente en Estadosocialista. Ahí, durante toda la década del sesenta, el debate estará abierto, y en estesentido es interesante el artículo de Roberto Fernández Retamar (1969) incluido porWalsh en Crónicas de Cuba (15). En 1970 hay un período de mayor oscurantismo. El casoparadigmático es el juicio realizado –por disidente– a Heberto Padilla, que enemistará aun grupo importante de intelectuales con el Estado cubano, situación ante la que Walshtendrá una posición elusiva y de descalificación de los críticos.

Roberto Fernández Retamar (1969) se va a referir a los intelectuales en el sentidohabitual, es decir, a los ‘escritores, artistas y filósofos’ aunque no olvida que también lospolíticos son intelectuales y que la sociedad cubana no tiene cuadros suficientes, por loque requiere que “prácticamente todos los que hayan rebasado la enseñanza primariadesempeñen varias tareas de servicio” (p. 215). Sostiene que en relación con la vanguardiapolítica, la vanguardia intelectual quedó retrasada, por lo que los intelectuales tendránque recuperar el tiempo perdido, recuperarse a sí mismos, hacerse intelectuales ‘de’ larevolución ‘en’ la revolución. Aun el partido iba a ser hecho después de ser la revolucióngobierno. Pero Fernández Retamar (1969) da centralidad al intelectual porque dice queno se trata de pensar cómo hubieran ayudado los intelectuales siendo guerrilleros, sinode reconocer el “retraso en la formación como intelectuales revolucionarios”, paramodificarlo (p. 226). No descarta, de todas maneras, que el intelectual realice trabajoagrícola o defienda al país para probar su carácter revolucionario.

Dice que el intelectual debe revolucionarse violentamente a sí mismo y poner encuestión toda su formación anterior, y cita Palabras a los intelectuales de Fidel, de 1961, enlas que se compromete a no poner “norma alguna en cuestiones de arte, existiendo sóloel impedimento de hacer propaganda contrarrevolucionaria” (Fernández Retamar 1969:229). Señala cómo en Cuba han surgido desde el Estado tendencias sectarias –denunciadaspor el propio Fidel en 1962– que se pueden sintetizar como una polémica entre losrealistas socialistas y los que no renuncian a las conquistas de la vanguardia estética. Eltriunfo de la segunda tendencia es explicitada por Ernesto “Che” Guevara en 1965, enEl Socialismo y el hombre en Cuba. Y Fernández Retamar (1969) dice que “se trata de hacerun arte de vanguardia en un país subdesarrollado en revolución”, disolviendo ladisociación que –salvo en los primeros años de la Revolución Rusa– se había dado entrelas vanguardias estéticas y políticas (p. 235). En virtud de esto, precisa el concepto devanguardia y dice que no es una minoría, “una torre de marfil, una pandilla”, sino “laavanzada de una clase”, “de un conglomerado que va a recibir, más tarde o más temprano,las consecuencias de esa vanguardia” (p. 236). Las campañas masivas de alfabetización,indispensables en un país subdesarrollado, no se oponen a la creación rigurosa y exigente,y refiere como ejemplo a Padilla, Barnet, Desnoes, Jamis, etc.

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Toma como sustento teórico a Althusser, de quien dice que pone en evidencia que laheterodoxia más profunda puede ser la ortodoxia. Sostiene que el marxismo no hadesarrollado ni una estética, ni una ética, ni una política económica del período de transición–tal como ha dicho el Che–, por lo que es fundamental la crítica, que es “el ejercicio delcriterio”, porque la revolución no es una cosa ya hecha sino un proceso “cuyo curso yano es exactamente el mismo después que estamos inmersos en él” (p. 240) (16).

Caso Padilla, 1971

Heberto Padilla es obligado a rectificarse respecto de críticas que ha realizado a laRevolución Cubana, en carta pública del 5 de abril de 1971. Esto produce la reacciónadversa de 61 intelectuales que han venido apoyando a la revolución; algunos de ellos:Ítalo Calvino, Tamara Deutscher, Carlos Fuentes, Ray Miliban, Pier Paolo Pasolini, JoséRevueltas, Rossana Rossanda, Juan Rulfo, Jean Paul Sartre, Susan Sontag, Mario VargasLlosa (Los Libros: Nº 20, junio 1971). Una actitud compleja, de apoyo crítico, por partede Julio Cortázar, quien escribe el poema “Policrítica a la hora de los chacales”, endonde se distancia de los intelectuales ‘liberales’ y ‘occidentales’ (Los Libros: Nº 20, junio1971, pp. 9-10), pero también critica la medida de encarcelamiento primero y rectificaciónpública luego exigida a Padilla.

Walsh escribe “Ofuscaciones, equívocos y fantasías en el mal llamado caso Padilla”(El violento oficio de escribir, 1995). Aquí resta importancia al tema por tratarse de no argentino–venir de afuera–; considera que la represión, las persecuciones y las muertes que estáproduciendo la dictadura autóctona son mucho más graves que la prisión y posteriorhumillación pública de un intelectual, y que ya por el sólo hecho de pertenecer a ‘esecampo’ estrecha la perspectiva. Dice que algunos de los que firman han cometido actosde censura, como el director de Les Temps Modernes, Jean Paul Sartre, quien no publicó ladenuncia de los asesinatos cometidos por el Estado argentino en 1957. Por otro lado,considera que la palabra ‘stalinismo’ se usa superficialmente porque en Rusia significó “laliquidación física de toda una dirección revolucionaria, el fusilamiento de escritores, elasesinato de Trotsky y el exterminio de centenares de miles de hombres del pueblo”(Walsh 1995: 370), y, además, descree de la supuesta preocupación de estos intelectualesen caso de que existieran otros cubanos humillados como Padilla.

El tono de Walsh es despectivo hacia los intelectuales y elude el debate de diversasmaneras: señalando la existencia del mismo error en los que acusan, afirmando que larepresión local es superior y que no es stalinismo. Considera que criticar las supuestastorturas en Cuba puede llegar a legalizar las torturas reales en Brasil, Guatemala, Argentina.

Crítica semejante le hace Héctor Schmucler en Los Libros Nº 20, diciendo que Walsh“desplaza la discusión y esquiva la especificidad del tema” (1971: 4). Pero también se

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establece distancia con Padilla al sostenerse que su rectificación lo coloca en el escenariode los intelectuales, y de esta manera ratifica la distancia entre éstos y las masas, porquepara esta revista de tendencia maoísta –de hecho, en esa misma nota se reivindica larevolución cultural china– son las masas la que consagran la verdad.

El problema, decimos, es cómo y cuándo se expresa la voz de las masas.Esta será una problemática intensa para Walsh, sobre todo entre 1976 y 1977, cuando

se agudiza su disidencia con la cúpula de Montoneros, a la que acusa de no comprenderque se ha abierto un período de retirada estratégica, por lo que hay que descentralizar elaparato del partido, no atacar sino refugiarse en el seno de las masas, que van hacia lomalo conocido, el peronismo; cesar todo acto terrorista y asumir las banderas de losDerechos Humanos como pueblo agredido por una guerra de exterminio. Al noser escuchado y resultar muerta su hija en un enfrentamiento horrendamente desigual–como lo relata en Carta a mis amigos– vuelve a ser él y escribe, con firma y número dedocumento, Carta abierta de un escritor a la Junta Militar en el primer aniversario del Golpede Estado. No deja de pertenecer a Montoneros, pero resuelve dar su propia voz dedenuncia como intelectual.

Las corporaciones

El corporativismo es “una forma específica de representación o, más exactamente, deintermediación de intereses” (Sanz Menéndez 1994: 18); “un sistema específico derelaciones laborales o industriales asociado con la gestión pactada de la política global desalarios”; “un sistema de control capitalista sobre la clase obrera”; pero sobre todo yfundamentalmente una “regimentación desde arriba de la representación de los interesesen un conjunto preordenado de categorías jerárquicas” (Sanz Menéndez 1994: 19) enarticulación con la burocracia central estatal y promovida por ella, quien le otorga elreconocimiento oficial y el monopolio de la representación, ejerce control sobre lasfinanzas internas, selecciona sus líderes y predetermina el tipo de demandas.

Es una estructura especializada de la dominación autoritaria, que facilita laconcentración del poder en pocas manos y otorga una cierta autoridad discrecional a losnegociadores.

La defensa de los intereses exclusivamente sectoriales de la clase obrera, dentro delsistema capitalista –es decir, sin un planteo revolucionario– y a través de los sindicatos,es fundamental para el éxito del corporativismo.

Estas no son asociaciones voluntarias, en algunos casos son semi-obligatorias y enotras obligatorias; las preferencias individuales se amoldan a los intereses de la organizacióny ésta tiene poder de exclusión hacia los díscolos o heterodoxos (Cawson 1994: 118-119). Pero también, dice Cawson, existen los grupos de preferencia que se producen

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por asociación voluntaria, se nuclean muchas veces en torno a temas morales o ideológicosy resisten las formas corporativas de organización.

En ¿Quién mató a Rosendo?, publicado en entregas en el Semanario de la CGT, de losargentinos, en 1968, y como libro con el agregado de una tercera parte dedicada alvandorismo en 1969, Walsh denuncia la estructura corporativa del sindicalismo, articuladacon el Estado capitalista desde el comienzo de la presidencia de Arturo Frondizi, en1958, hasta el momento de la escritura –el gobierno de Onganía–.

La estructura interna de estos sindicatos, cuyo modelo es la Unión Obrera Metalúrgica(UOM), es jerárquica; el Estado reconoce uno solo por rama de producción, según laley de Asociaciones Profesionales sancionada durante los gobiernos de Perón, derogadapor la ‘Revolución Libertadora’ y restituida por Arturo Frondizi en cumplimiento de lospactos realizados con el peronismo para obtener sus votos. El secretario general deestos sindicatos –y con más razón, el de la CGT, en este caso Augusto Timoteo Vandor–es un jerarca eternamente reelegido y al que es muy difícil desplazar debido no sólo a lasexigencias estatutarias para presentarse a las elecciones, sino porque cuenta con el apoyode las fuerzas policiales, el Ministerio de Trabajo, la Justicia, el periodismo y las patronales,todos aparatos articulados para desactivar todo tipo de oposición interna. Walsh denunciacómo estos sindicatos no defienden del despido a los trabajadores ‘comunistas’, comosucedió con Felipe Vallese, a quien finalmente secuestran y desaparecen los matones delsindicato y la policía. En esto consiste su poder de veto hacia los heterodoxos.

Lo que desnuda el análisis realizado por Walsh –quien toma el período 1950-1961–es que la negociación dentro del sistema capitalista, ateniéndose a la exigencia patronalde aceptar aumento de salarios a cambio de mayor productividad, ha llevado a quedisminuya notablemente el número de empleados en la industria metalúrgica. Es decir,que el vandorismo no representa los intereses de la clase obrera, y la extensión del‘Aparato’ a toda la CGT destruirá el movimiento obrero argentino, estableciéndose unquiebre absoluto entre los dirigentes y sus bases.

Walsh (1987) discute el vandorismo “desde la perspectiva de una teoría revolucionariade la clase obrera” (p. 164) y en este sentido lo descalifica por pretender ser sólo unfactor de poder del sistema capitalista y sentarse a negociar con el Estado frondizista,que expresa un retroceso de las “fuerzas productivas internas”, y con “el Estado deOnganía que sanciona la definitiva penetración de los monopolios” (p. 163).

Pero también Walsh pertenece a un grupo de preferencia que se considera peronista,por lo que sostiene que los gobiernos de Perón fueron un paso adelante para la clasetrabajadora, pero no uno definitivo como dice Vandor; y justifica sí la negociación conaquel “Estado burgués nacionalista” (Walsh 1987: 162-163). En virtud de este peronismoes que sostiene que Vandor se pone la camiseta peronista para ganar el sindicato (17)porque los trabajadores son peronistas.

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El monopolio de representación que se atribuye el vandorismo es cuestionado porlos trabajadores combativos que provienen, algunos, del peronismo de la resistencia,pero también de vertientes marxistas, marxistas-trotskistas y anarquistas. Esto es expresadopor Walsh a través de las historias de los personajes que presenta en la primera parte, enparticular Blajaquis y Zalazar, militantes de base impunemente asesinados por elvandorismo que a la vez se deshacía de un dirigente propio en ascenso: Rosendo García.

Los obreros combativos serán expulsados del sindicato por cualquiera de lasoperaciones posibles a las que recurre el ‘Aparato’: el despido, la ilegalización, el secuestro,la tortura, la muerte. Los despedidos, ilegalizados, censurados o perseguidos, con unaconcepción anticapitalista y no corporativa, confluirán en la CGT de los argentinos.Pero, fracasada ésta, desactivada por Perón (18), ilegalizada por Onganía, perseguidos yencarcelados sus dirigentes, producido el 29 de mayo de 1969 el Cordobazo y varioslevantamientos obrero-estudiantiles en muchos lugares del interior del país, el movimientode ruptura se dirigirá a constituir no otro tipo de organización sindical, combativa, nonegociadora con el Estado, sino organizaciones políticas revolucionarias. En particularvarios de los principales dirigentes de la CGT(a) se suman al Peronismo de Base y subrazo armado, las FAP.

En Semanario de la CGT Nº 24, del 10 de octubre de 1968, se reivindica con voz deotro –René Bertelli– a los guerrilleros peronistas arrestados en Taco Ralo, Tucumán.Ante la acusación de que han asaltado un banco se dice que el pueblo tiene derecho aexpropiar por su propia cuenta lo que le han robado (Semanario de la CGT 1997: 89).

En Semanario de la CGT Nº 41, del 27 de marzo de 1969, Raimundo Ongaro, secretariogeneral de la CGT(a) se expresa contra el pacto con Frondizi u Onganía, los planeselectorales, el Golpe y por la liberación nacional. Dejaba sentado que la clase obreratiene como misión la destrucción del sistema capitalista y que “no respalda ningunacandidatura civil ni militar”, porque no cree que sea “el camino honesto para resolver losangustiosos problemas del país” (Semanario de la CGT 1997: 83).

En Semanario de la CGT Nº 49, del 25 de julio de 1969, el Gobierno ya ha declaradoilegal a esta organización obrera, por lo que ella se considera con derecho a ilegitimizar algobierno y a trabajar desde la clandestinidad fomentando, promoviendo y ejecutandotodas las formas de resistencia. Es conciente de que esta forma de lucha ya no se apoya ensindicatos sino “en el corazón del pueblo y en la casa de cada trabajador” (Semanario de laCGT 1997: 72); las formas de organización y de disciplina corresponden ahora a los“movimientos revolucionarios de liberación” (p. 73). Y no es un movimiento estrictamenteclasista, tal como ya se manifestaba en la proclama del 1º de mayo de 1968, porque lostrabajadores convocan a “todos los sectores populares, al movimiento estudiantil, [a la]Iglesia de los pobres, [a las] organizaciones revolucionarias” (pp. 73-74). Los enemigos aenfrentar son la oligarquía y el imperialismo, protegidos por el Estado represor de Onganía.

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Se pergeñaba entonces un movimiento revolucionario de liberación que se salía delos moldes sectoriales de clase porque sus reivindicaciones eran fundamentalmente éticasy políticas; y en virtud de ellas se promovía la distribución de la riqueza. Pero paralograrlo se debía enfrentar a todo el aparato del Estado en sus múltiples formas, aunpor las armas, quitándole así “el monopolio del uso legítimo de la fuerza en la sociedad”(Cawson 1994: 126).

El poder simbólico

Se ejerce porque cuenta con “la complicidad de los que no quieren saber que lo sufreno incluso que lo ejercen” (Bourdieu 2000: 66).

Por otro lado, los símbolos son instrumentos de integración social porque hacenposible el consenso sobre el sentido del mundo, que incluye la reproducción del ordensocial. Esta función es la que privilegia los intereses de las clases dominantes porque lespermite presentar sus ideologías como universales, desmovilizando de este modo a lasclases dominadas a través de la imposición de esta falsa conciencia. Los dominados sondomesticados; introyectan dentro de sí las imágenes elaboradas por sus opresores.

Pero no siempre se reproduce el orden vigente, porque todas las clases y fraccionesde clase están comprometidas en esta disputa, por lo que se pueden producir rupturas ocuestionamientos a la ideología dominante, generarse vanguardias dentro del mismocampo simbólico de producción o constituirse contracomunidades, un poder alternativocon respecto al vigente.

Las ideologías no sólo están determinadas por los intereses de clase y fracciones declase que representan, sino además por la lógica específica del campo de producción,que en el caso del poder simbólico es el de la enunciación. Desde este campo se hace very se hace creer, se configura una visión de mundo y moviliza de tal manera que producela acción sobre él. Así es como las palabras pueden modificar la realidad. Y lo que leconfiere poder a las palabras para poder mantener el orden o subvertirlo es la legitimidadde ellas y de quien las pronuncia, creencia que no es ya competencia de las palabras.

Para destruir un poder de imposición simbólico, el acto fundamental a realizar espromover la toma de conciencia de que es arbitrario; se deben disolver las falsas evidenciasde la ortodoxia y neutralizar su poder de desmovilización. Así es como “el discursoheterodoxo encierra un poder simbólico de movilización y de subversión” que actualiza“el poder potencial de las clases dominadas” (Bourdieu 2000: 72).

Walsh desarrolla un discurso heterodoxo para enfrentar al sistema de poder; buscadevelar la realidad a partir de la reconstrucción de lo que él llama “los hechos”, con loque demuestra lo contrario de lo que la telaraña del poder ha tejido; reivindica las márgenesdesde las cuales se para y no lo hace aislado, aunque al inicio pareciera que sí, sino en un

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movimiento social, político y cultural de enfrentamiento al orden establecido, que escreciente desde fines de la década del cincuenta y hasta 1973/1974.

Walsh adopta el punto de vista de los sectores populares y la clase obrera; realiza undeslizamiento progresivo desde el nacionalismo a la izquierda aunque sin perder el principionacional, dado que se incorpora al peronismo revolucionario. A la vez, es plenamenteconciente de que la construcción simbólica se realiza en un campo específico: el de laenunciación de la palabra, en su caso, de lo literario, lo periodístico y lo político; es poreso que va a cuestionar sus géneros y propiamente a la institución arte (19). Rompe conla postura del observador objetivo como lo deseable, y para develar la realidad consideraque debe recabar la información a través de los testimonios y la observación de loshechos en los que él mismo participa, para luego seleccionar, compaginar y realizar elmontaje (Walsh citado en Baschetti 1994: 68) (20). Reivindica el género testimonial ycuestiona lo narrativo ficcional porque, dice, lima la potencia de la denuncia y ademásrepresenta mundos que no tienen que ver con el de los trabajadores; perofundamentalmente señala la historicidad de los géneros literarios, por lo que sostiene queno hay ninguna forma “eterna e indeleble” (Walsh citado en Baschett 1994: 69). En estereportaje que le realiza Ricardo Piglia en 1970, Walsh afirma que en ese momento en laArgentina es “imposible hacer literatura desvinculada de la política”, pero no por estoreniega de la búsqueda de la belleza dado que “si el cuero y el tiempo no te dan, podéshacer política de otra manera”, justamente para evitar que la derecha diga: “Ven, esostipos no saben escribir novelas” (Walsh citado en Baschett 1994: 70).

En el cuestionamiento a la institución ‘arte’ incluye la necesidad de la desacralizacióndel escritor (21), pero para que esto suceda hay que cuestionar todo, y poner en evidencialas opciones político-ideológicas de cada cual, como hace él con Borges, a quien colocaa la derecha.

Además de nuevos roles como intelectual, nuevos géneros y nuevas temáticas, hayque buscar nuevos ámbitos de circulación, otros públicos y en este caso destaca loproducido por ¿Quién mató a Rosendo? que ha circulado fundamentalmente entre laclase obrera y los sectores populares y que inicialmente se editó en 1968 en el SemanarioCGT de la CGT(a).

Decíamos que el proceso de construcción de un campo alternativo es progresivo.Esto puede leerse en sus tres obras testimoniales, en particular sus prólogos, conclusionesy epílogos. Se ubican en 1957 (Operación masacre), en 1968/1969 (¿Quién mató a Rosendo?) yen 1958/1973 (Caso Satanowsky).

En 1969, en el prólogo a la tercera edición de Operación masacre (1986: 9-19), explicasu situación como escritor al momento de iniciar la investigación: no le interesaba lapolítica, no era peronista; sólo lo convocaba el ajedrez y el género policial; sin embargo,como se le impone la violencia ante los ojos, toma partido por las víctimas a medida

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que investiga. Cree que su denuncia de justiciero va a producir alguna acción en la Justiciadel Estado. Pero comienza a sentir los efectos de la censura, del silenciamiento impuestopor la ‘Libertadora’, cuando intenta publicar sus escritos. Además, es significativa laactitud del pueblo ante las preguntas: todos saben pero todos dicen que no; cuandoadvierten que se trata de un amigo, niegan oralmente pero afirman los hechos en laoscuridad: progresivamente la realidad se va configurando con un doble fondo. Porotra parte, algunos de sus testigos trabajadores han sufrido la persecución del Estado:uno exonerado por darle la fotocopia del libro de locutores de la emisora, otro‘picaneado’.

En el anexo que incorpora en 1973, titulado “Aramburu y el juicio histórico”, Walshreivindica la ejecución que Montoneros, a un año del Cordobazo, ha realizado de Aramburu:lo considera un acto de justicia popular contra “una minoría usurpadora que sólo medianteel engaño y la violencia consigue mantenerse en el poder” (Walsh 1986: 197).

En 1969, en la noticia preliminar de la primera edición como libro de ¿Quién mató aRosendo?, se coloca del lado de los que no tienen historia y que no son conocidos por losescritores ni los poetas, y se dispone a desarmar la mentira construida por los diarios, lapolicía y los jueces, aunque también la totalidad de los componentes del vandorismo: laorganización gangsteril, el macartismo,“la negociación de la impunidad en cada uno delos niveles del régimen”, el silencio del grupo, el oportunismo para eliminar un propioen ascenso y a la vez el asesinato de “auténtico militantes de base” (Walsh 1987: 9).

Y aclara expresamente que no quiere llevarlos ante la justicia porque ya no cree en ella,sino darles la oportunidad de presentar su descargo en el periódico de los trabajadores,puesto que eran sindicalistas. Pero eso tampoco ocurre: los sindicalistas no hacen su descargo.

En la conclusión destaca que el sistema no castiga a sus hombres sino que los premia,no encarcela a sus verdugos, sino que los mantiene; y Vandor es uno de ellos. Es untraidor de la clase trabajadora y su acción es “más difícil de superar que la oposición deun enemigo abierto” (Walsh 1987: 167). En este sentido lo compara con Arturo Frondizi.

El Walsh de ¿Quién mató…? en 1968, no tiene ninguna expectativa respecto de lasinstituciones vigentes. Sus lectores son los más desconocidos, el pueblo no olvidará estasinjusticias y en las paredes de los barrios de Avellaneda, de Gerli, de Lanas, aparecerá lapalabra ‘asesino’. Es una denuncia destinada a movilizar a los trabajadores y al pueblocontra sus enemigos o traidores de clase.

En “Ubicación” de la edición de Caso Satanowsky de 1973 –había sido publicado enentregas en Mayoría en 1958– denuncia que “los mecanismos que la Libertadora establecióen los campos afines del periodismo y los Servicios de Informaciones siguen vigentes”aún después del triunfo del Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI) el 11de marzo de ese año. Considera que estas elecciones han sido un triunfo popular ysostiene que este aparato no se podrá desmontar con una política conciliadora. El

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enfrentamiento debe ser llevado adelante no sólo por las agrupaciones combativas delos trabajadores de prensa, sino por todo el pueblo. Convoca a enfrentar a “losenvenenadores de conciencias” que son lo patrones de los medios de difusión masiva(Walsh 1973: 18).

En “Enseñanza”, de la misma edición, explica que la función de la Secretaría deInteligencia del Estado (SIDE) es desempeñarse como un arma más de las FFAA “afavor del imperialismo, la dependencia y el privilegio oligárquico” (Walsh 1973). Susmétodos, técnicas dentro del procedimiento, son el asesinato y el secuestro. El asesinatode Satanowsky ha sido una torpeza en tanto y en cuanto pertenecía a la oligarquía, peroWalsh dice que luego han concentrado su poder de represión en los que cuestionan elorden social. Los jefes de la SIDE han ido a estudiar a las escuelas de espionaje de losEstados Unidos, han formulado una doctrina del ‘ser nacional’, y han vigilado a toda lapoblación fundándose en el principio de que “disponer de información sobre una personaes disponer de su libertad, de su posibilidad de trabajar y de estudiar y, llegado el caso,de su vida” (Walsh 1997: 195). Denuncia todos los secuestros, y asesinatos de obreros,militantes combativos y guerrilleros realizados en los últimos tiempos: Felipe Vallese en1962, de la Juventud Peronista; José Mussi, Néstor Méndez y Ángel Retamar, en 1965,muertos en manifestaciones callejeras contra las intervenciones a sindicatos; EduardoMonti y Juan Lanchowsky, en 1972, obreros; el periodista Emilio Jáuregui, militantesindical, asesinado en 1969. Además, Walsh menciona especialmente a los que llama‘desclasados’ del sistema de poder, también asesinados por el aparato represivo: NéstorMartins, defensor de presos políticos, en 1970; el ejecutivo Juan Maestre de las FAR,secuestrado junto a su esposa Mirta Misetich en 1971; el odontólogo Marcelo Verd, delas FAR, secuestrado junto a su esposa Sara Palacios también en 1971; el secuestro deÁngel Enrique Brandazza, estudiante y militante del Peronismo de Base.

Reitera que el aparato represivo está intacto en el flamante Gobierno peronista,“acopiando datos, esperando su momento”; y que el ejemplo claro ha sido la masacrede Ezeiza realizada contra la izquierda peronista, llevada adelante por el coronel JorgeOsinde, el 20 de junio de 1973, en el acto en que se celebraba el regreso definitivo al paísde Juan Domingo Perón (Walsh 1997: 196-198).

En 1973, el lugar desde donde construye Walsh su punto de referencia ya no es unaorganización de masas no armada como la CGT(a), sino que se encuentra militando enorganizaciones político-militares: desde 1970 en las FAP y durante el transcurso de 1973,en Montoneros. Por esto denuncia expresamente el secuestro y desaparición no sólo deobreros y militantes políticos, sino ya de organizaciones revolucionarias. Y advierte acercadel peligro del aparato represivo que se cierne sobre la lucha popular, dentro del propioEstado peronista.

En 1976, en las cartas que dirige a la cúpula de Montoneros, Walsh va insistir en que

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primero hay que librar el combate en la conciencia de la gente. Es decir: romper elconsenso, construir un poder simbólico; hacer que se pierda el miedo y la creencia en losopresores; a la vez, lograr en un momento de avanzada la construcción del nuevo camposimbólico; además, que el enemigo se desprecie a sí mismo (22). Todo el plan de resistenciaque propone a Montoneros está planteado desde esta perspectiva.

Aquello dicho por Walsh a Piglia en 1970, que la máquina de escribir era un instrumentopoderoso para mover a la gente –depende de si uno tiene conciencia de ello y la sabeusar– reaparece con ANCLA y Cadena Informativa, pero un arma constituida desde laspalabras y restauradora de la propia realidad disuelta por la barbarie estatal.

Notas

(1) En Primera Plana, Nº 489/10, del 13 de junio de 1972 dice: “El peronismo es fundamentalmente la clasetrabajadora, por lo tanto es el agente revolucionario. Claro que históricamente la ecuación no se presenta tantransparente, la composición de clase del movimiento varía según el momento histórico, hay distintosniveles de conciencia. En 1945, en 1956 –y en general cuando ‘las papas queman’– queda reducido a suesqueleto, los trabajadores y el líder preso o exiliado, o sea la verdad verdadera del peronismo, y la expresiónde su espíritu revolucionario: el 17 de octubre, la Resistencia. En el gobierno o las épocas de ficción electoralaumenta con sectores de otras clases que aspiran a conducir a la masa para realizar un proyecto que a cortoo mediano plazo puede coincidir con el de los trabajadores, pero que a largo plazo no coincide. Luego, esosaliados se revelan enemigos: el Ejército y la llamada burguesía nacional en 1955, el frondizismo en 1959. Elproceso no es una pura repetición, una diástole-sístole en que todo vuelve a quedar como estaba. Los nivelesde enfrentamiento y los métodos de lucha, la estrategia y el objetivo, no permanecen cristalizados a nivel de1945, 1955 ó 1968. Por otro lado, hay incorporaciones más estables –clase media pauperizada, estudiantesdel interior– cuyo peso se vio a partir del Cordobazo” (Walsh citado en Baschetti 1994: 180-181).(2) Fuerzas Armadas Revolucionarias.(3) Fuerzas Armadas Peronistas.(4) Es Juan Pasel, primer corresponsal de guerra argentino caído en acción, en 1959,en el Haití de Duvalier,de quien Walsh dice, en Calle de la amargura número 30, que cuando se enteró de que desde Cuba zarpaba unaexpedición aventurera a Haití, “sin más que lo puesto, el pantalón y la blusa que escaparon a los hoteleros, seembarcó” (Baschetti 1994: 286), porque como “periodista, su deber era estar donde estaba la noticia” (p. 287).(5) El 31 de diciembre de 1968 escribe: “La política se ha reimplantado violentamente en mi vida. ‘Pero esodestruye en gran parte mi proyecto anterior’, el ascético gozo de la creación literaria aislada; el status; lasituación económica; la mayoría de los compromisos; muchas amistades” (Walsh 1996: 93). Y el 28 de enerode 1969: “La disyuntiva entre el trabajo agitativo del semanario, y el sinuoso, paciente, elaborado de laliteratura se presentó con caracteres graves, que no he superado. Ahora mismo, vgr, fantaseo que la Novela esel último avatar de mi personalidad burguesa, al mismo tiempo que el propio género es la última forma del arteburgués, en transición a otra etapa en que lo documental recupera su primacía. ‘Pero tampoco estoy seguro deesto, que puede ser una excusa para mi momentáneo fracaso’” (Walsh 1996: 102) [el destacado me pertenece].(6) El último párrafo del Informe Nº 1 de Cadena Informativa, de diciembre de 1976, dice así:

“CADENA INFORMATIVA es uno de los instrumentos que está creando el puebloargentino para romper el bloqueo de la información. CADENA INFORMATIVA puedeser USTED MISMO, un instrumento para que USTED se libere del Terror y libere a otros delTerror. Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a

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máquina, a mimeógrafo. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando.Millones quieren ser informados. El Terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento.Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad” (Verbitsky 1985: 38).

(7) En su Diario Personal, el 3 de mayo de 1972, afirma: “Mi relación con la literatura se da en dos etapas:de sobrevaloración y mistificación hasta 1967, cuando ya tengo publicados dos libros de cuentos y empezadauna novela; de desvalorización y paulatino rechazo a partir de 1968, cuando la tarea política se vuelve unaalternativa. La línea de Operación Masacre era una excepción: no estaba concebida como literatura, ni fuerecibida como tal, sino como periodismo, testimonio. Volví a eso con Rosendo, porque encajaba con lanueva militancia política. La desvalorización de la literatura tenía elementos sumamente positivos: no eraposible seguir escribiendo obras altamente refinadas que únicamente podía consumir la intelligentzia burguesa,cuando el país empezaba a sacudirse por todas partes. Todo lo que se escribiera debía sumergirse en el nuevoproceso, y serle útil, contribuir a su avance. Una vez más, el periodismo era aquí el arma adecuada. Quedabaen pie, sin embargo, una nostalgia: la posibilidad entrevista de redimir lo literario y ponerlo también alservicio de la revolución [...] el periodismo activaba para el momento; podía tener una gran fuerzaconmocionante, pero no una larga proyección, no alcanzaba a fijar la experiencia colectiva (que es prolongada)ni la experiencia personal” (Walsh 1996: 205-206).(8) Por ejemplo: en “La muerte de los pájaros”, publicado en 1954, los sacerdotes acumulan la sabiduría delreino; en “Cartas”, de 1967, el hijo del hacendado es el abogado del sistema de poder expresado en ladistribución de la tierra; en “Fotos”, de 1965, se opone el destino del señorito abogado y poeta mediocre,adaptado a las formas estéticas clásicas, al hijo del pueblo que osa ser artista con un medio técnico noconsagrado como arte: la fotografía.(9) Por vía del absurdo se muestra un nivel de opresión extremo y de control de la subjetividad llevadaadelante por la institución Ejército, ejercida sobre un soldado y extendida al conjunto de la sociedad a travésdel concepto de la guerra permanente y del miedo congelante que genera; y además de la vigilancia panópticaque se practica sobre las zonas más íntimas de las personas. Finalmente, el soldado se libera de estadominación, pero su liberación significa la muerte de todos, el estallido de una bomba, la destrucción de lainstitución. Algunas citas significativas: “Teniente: Hay que mantener la calma. Aquí hacen falta nervios deacero. Usted no se mueva, soldado. No suelte la granada ni cambie el dedo de posición. Sobre todo no piense,concéntrese en su pulgar. En este momento el ejército está pensando por usted” (Walsh 1985: 244-245);“Fuselli: A eso iba. La guerra ha cambiado ahora. El enemigo se ha vuelto invisible, usted llega a preguntarsesi existe. ¿No ha oído hablar del vacío, la soledad del campo de combate? Los autores modernos lomencionan como algo aterrador [...]. El mundo entero guerrea contra usted, y el mundo está también dentrode usted. Usted lleva la guerra adentro. ¡Alerta soldado!” (Walsh 1985: 255); “Capitán (golpeando labarricada con el puño) ¡No quiero ser interrumpido! ¡Afirmo que el soldado es un neurótico, un asocial, unespía! Y lo probaré. He trabajado en esto toda la tarde de ayer, toda la noche. (Saca del portafolio un enormecartapacio y lo arroja sobre la barricada) ¡Aquí está el resultado! ¡La vida entera del reo! ¡Lo más escondido,lo más insignificante, cosas que hasta él mismo ignora! ¡La radiografía del soldado, las entrañas, las fantasías,el prontuario del soldado! ¡Todo!” (Walsh 1985: 276-277).(10) Publicado en 1973 por Tiempo Contemporáneo, pero escrito en 1967 poco tiempo después del asesinatode Ernesto “Che” Guevara, según expresa el mismo Walsh en el reportaje de Piglia (Baschetti 1994: 62).(11) Expresión usada por Ernesto “Che” Guevara en su artículo “El socialismo y el hombre en Cuba”publicada en el semanario Marcha de Uruguay, en 1965.(12) El 17 de septiembre de 1968 escribe: “Voluntariamente elegimos estar del lado de ellos. Damos un salto quees como una muerte, una despedida. ¿Lo damos realmente?” (Walsh 1996: 84). Y el 14 de diciembre de 1970, apropósito de Julio Cortázar: “Todos nuestros escritores están exiliados frente a la revolución. Yo mismo, cuandohablo con Miguel, me doy cuenta de eso. Los mejores de nosotros los mandamos a ellos a pelear, pero no peleamosnosotros mismos. Nuestro rango en las filas del pueblo es el de las mujeres embarazadas, o los viejos. Simplesauxiliares, acompañantes. Eso estaría bien, de todos modos, si fuéramos modestos” (1970: 166-167).

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(13) Escribe el 19 de diciembre de 1968: “Quiero decir el mínimo saldo de experiencia histórica, que unodebería llevarse, después de varios meses en que no tomé ni una sola nota, no hice una descripción, noapunté un diálogo. Siempre ocurre esto con el tiempo que se vive más intensamente, o por lo menos másinmediatamente, sin pausas reflexivas” (Walsh 1996: 91). Y el 30 de noviembre de 1969: “Durante cincomeses he vivido para mantener lo que se podía mantener de la CGT; no he escrito casi una línea para mí; nohe ganado un peso para mí; he ambulado de un lado a otro; no he cuidado mi salud; no he tomado un fin desemana. Es decir, empecé a vivir de algún modo como un animal, alienado en esa lucha. Aguanté. Ahoratengo que aflojar el ritmo. Hay algo inhumano en esto, que viene dado por ese todo o nada. Ahora hay quevivir una vida más racional, pensando que todo esto va a durar diez años...” (Walsh 1996: 139-140).(14) Los intelectuales y la clase media habían estado lateralizados con Perón, entre 1946 y 1955.(15) En el prólogo que Walsh realiza a este libro, publicado por la editorial Jorge Álvarez en 1969, se señalaque, por un período breve, la burocracia y el sectarismo amenazó a la creación artística en Cuba y un literatollegó a proclamar la necesidad de ‘escribir bajo consigna’. Pero Walsh reafirma que “la experiencia históricademuestra la ineficacia de todo arte que nace de consignas en lugar de convicciones” (Walsh 1996: 73-74).De Palabras a los intelectuales de Fidel Castro destaca que no todos los artistas tienen que ser revolucionarios,pero que “la revolución necesita formular una política frente a esos artistas e intelectuales, darles un campodonde trabajar y crear, oportunidad y libertad para expresarse, dentro de la revolución, aunque no fuera afavor de ella” (Walsh 1996: 74). Lo único que no se admitiría sería estar en contra.De “El Socialismo y el hombre en Cuba”, cita expresamente la crítica que el “Che” realiza al realismosocialista, que anula “la auténtica investigación artística” al depender de una línea política dictada por losfuncionarios, y reducir el “problema de la cultura general a una apropiación del presente socialista y delpasado muerto” (Walsh 1996: 74-75). Enfatiza cómo la revolución está construyendo un campo culturalalternativo: “Creó la industria editorial, un público, una corriente de intercambio de intelectuales con todoel mundo, becas y premios, la mejor revista literaria que se publica en castellano. Ciertos acontecimientoscomo el premio anual de la Casa de las Américas o el reciente congreso cultural al que asistieron intelectualesde sesenta países reciben una publicidad casi comparable a la que nuestros diarios dedican a las carreras y alfútbol (Walsh 1996: 76).(16) No se confirma aquí la hipótesis de Pierre Bourdieu, quien sostiene que los intelectuales y los profesionales“forman un sector dominado de la clase dominante” (González Leandri 1999: 136), a menos que tomemoscomo clase dominante a la nueva configuración cubana.(17) El 29 de diciembre de 1969 escribe en su diario personal que R. [Raimundo Ongaro] decía: “Nosotrosle decíamos traidores a ellos, a los Matera, los Vandor, los Remorino. Pero los traidores éramos nosotros.Porque Perón siempre los apoyó a ellos” (Walsh 1996: 142). Es decir, que en 1969 Walsh ya sostieneprivadamente que los ‘verdaderos’ peronistas son los sectores de derecha dentro del movimiento.(18) El 19 de diciembre de 1968, Walsh en su Diario Personal hace un balance negativo de la existencia dela CGT(a) sobre todo porque los que la impulsaron, dice, no tuvieron la capacidad para percibir que noalcanzaba con tener dirigentes honestos y combativos; no se dieron cuenta de que era necesario modificar lapropia institución y llegar a las bases: “La estructura de la CGT, heredada de la conducción anterior, seaceptó sin modificación alguna, sin preguntarse si esa estructura sirve al movimiento obrero en esta etapa,o no. Es claro que no se trata simplemente de anular esa estructura y pasar a ser un ciudadano particular,impotente ante el régimen. Se trata de una conversión gradual de la estructura a otra más eficaz. Convertir,si se quiere, un vasto aparato postulante en un aparato más pequeño pero más aguerrido de lucha. Esto nose hizo. La rebelión de las bases quedó en los papeles. Las bases no tuvieron expresión real, no se integraronorgánicamente en la CGT. De ellas no surgieron dirigentes, activistas, cuadros. De este modo, por cierto, losmovimientos de protesta fracasaron. La CGT fue quedando cada vez más desnuda frente al enemigo, y elgobierno no tuvo necesidad de intervenirla. La maniobra de unidad promovida por Perón le asestó un golpedecisivo” (Walsh 1996: 91-92).

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(19) Peter Bürger, en Teoría de la Vanguardia, dice que es necesario distinguir la ‘institución arte’ del‘contenido de las obras concretas’. Así, sostiene que en la sociedad burguesa “el arte alcanza un particularstatus que el concepto de autonomía refleja de modo expresivo” (Bürger 1997: 67). No hay que interpretarla separación del arte de la praxis vital y la constitución de una esfera especial para el saber estético como unaautorrealización del arte, “sino que es el fruto precario del desarrollo de la sociedad en su totalidad”. Puedeser cuestionado por los dominadores de la sociedad cuando consideran que es necesario volver a servirse delarte; y a veces los contenidos de las obras concretas tienden a cubrir la distancia entre la obra y la praxis vital.“El arte vive, en la sociedad burguesa, de la tensión entre marcos institucionales (liberación del arte de lapretensión de aplicación social) y los posibles contenidos políticos de las obras concretas.” (Bürger 1997: 66)(20) Bürger (1997) afirma que el montaje es una de las técnicas de la vanguardia estética porque “destruyela unidad de la obra como producto absoluto de la subjetividad del artista”. La incorporación de fragmentosde la realidad en la obra de arte –como hacen literalmente los cubistas con sus collages– “violenta un sistemade representación que se basa en la reproducción de la realidad, es decir, en el principio de que el artista tienecomo tarea la transposición de la realidad” (Burger 1997: 140). Se renuncia a la constitución del objetoestético como un continuo.(21) En su Diario Personal realiza, el 2 de mayo de 1972, un análisis del proceso histórico de la instituciónarte, es decir la función que ha cumplido dentro de la sociedad burguesa y los cambios que ha tenido. De símismo dice que durante mucho tiempo tuvo una visión pequeño-burguesa del literato centrada en “labúsqueda del prestigio a través de los mecanismos gratificantes de la exacerbación de la personalidadconcebida como única, genial, etc.”. Desde este punto de vista, un escritor era un ser superior, y la creaciónartística, la máxima forma del ser, “a la que todo podía y debía sacrificarse”. Sostiene que los propios artistascrearon el mito como una forma de privilegio social. A su vez, para acreditarse como artistas tenían queproducir obras e introducirlas en el mercado y allí el valor estaba determinado por la competencia y elconsumismo y no por el valor que le atribuía el propio artista. Pero los artistas no pueden protestar porquenunca admiten que están haciendo ‘lo mismo’ que otro. “El producto artístico es individual, es exquisito, seexprime de tal personalidad, y no de otra: los fantasmas de Sábato son incomparables, no pueden tener nadaen común con los fantasmas de un tornero, o de un matricero.” (Walsh 1996: 202-205) Indica luego que lasituación comienza a cambiar cuando aparece el ‘compromiso’ del artista, en el segundo término del siglo. Yadvierte cómo la obra de arte política corre el riesgo de ser absorbida y neutralizada.(22) El 31 de diciembre de 1968, escribía en su Diario Personal: “La película Solanas-Getino nos mostrabaayer, con insuperable claridad, cómo no se puede ganar con clavos miguelito contra los tanques; conmanifestaciones callejeras contra las ametralladoras, etc. ¿Cómo pelear, entonces? También lo dice la película:la revolución se hace primero en la cabeza de la gente. Conseguir que el oprimido quiera pelear y ame larevolución; pero conseguir también que el opresor se deteste a sí mismo, y no quiera pelear” (Walsh 1996: 94).

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Fecha de recepción: 01/03/2007 · Fecha de aceptación: 30/08/2007

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