instrumentos de navegación en política y gestión cultural

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    Instrumentos de navegacinen poltica y gestin cultural

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    Universidad Nacional de Cuyo(Mendoza, Repblica Argentina)

    Rector

    Ing. Agr. Arturo Roberto Somoza

    Secretario de Extensin UniversitariaLic. Fabio Luis Erreguerena

    EEditorial de la Universidad Nacional de Cuyo

    DirectoraLic. Pilar Pieyra

    La publicacin de esta obra ha sidorecomendada por el Comit Editorial(E, Universidad Nacional de Cuyo).

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    Instrumentos denavegacin en poltica y

    gestin cultural

    L R J OCompiladores

    E

    Daro AnsAnbal Cuadros

    Equipo Fundacin del InteriorGonzalo Llanes

    Daro ManfrediGerardo Neugovsen

    Javier OzolloLen Repetur

    Luis Morci RequenaPablo Tornello

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    I

    Len Repetur y Javier Ozollo, compiladores

    Primera edicin, Mendoza 2011

    3

    978-950-39-0277-6

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723 E, 2011http://[email protected]

    Impreso en Argentina - Printed in Argentina

    Instrumentos de navegacin en poltica y gestin cultural /compilado por Len Repetur y Javier Ozollo.1 ed. Mendoza: Editorial de la Universidad Nacional de Cuyo -E , 2011.209 p.; 22,5 x 15 cm (Indagaciones; 3)

    978-950-39-0277-6

    1. Gestin Cultural. 2. Poltica Cultural. 3. Pymes. . Repetur,

    Len, comp. . Ozollo, Javier comp. 306

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    P 7

    A

    Para empezar desde abajo: la ciudadana culturalpor Javier Ozollo 13

    La informacin cultural: un desao imprescindible para la

    gestin pblicapor Javier Ozollo 29

    Pymes culturales: inversin para el desarrollo y el empleo

    de los jvenespor Len Repetur 51

    E

    Entrevista a Daro Ans | Elenco Viejos los trapospor Len Repetur 101

    Entrevista a Luis Alberto Morci Requena | La Cofra Recordspor Javier Ozollo 113

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    Entrevista a Daro Manfredi | Revista Zeropor Len Repetur 121

    Entrevista a Anbal Cuadros | folklorecuyano.compor Javier Ozollo 137

    Entrevista al ED Contemporneo | Fundacin del Interiorpor Len Repetur 143

    Entrevista a Pablo Tornello Diputado provincial 2006-2010

    por Len Repetur y Javier Ozollo 155

    I

    Pensar la cultura como un derecho

    por Gonzalo Llanes 163

    Gestin cultural: del Estado a la sociedad civil.Estudio de caso: Cantapueblo

    por Gerardo Neugovsen 179

    Sobre los autores y entrevistados 199

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    P 7

    Este libro pretende motivar al sector cultural a desarrollar su memoria y susherramientas. La Gestin Cultural ha ido cambiando de forma intensa en los

    ltimos dos decenios. Aquellos instrumentos que fueron tiles para enfrentarlos desaos y las incertidumbres fueron disminuyendo su utilidad. Otros, en

    cambio, mantuvieron su vigencia o mutaron en formas nuevas y remozadas.El cambio de poca produjo la obsolescencia de algunas teoras, metodologas

    e ideologas. Tambin viejas teoras, mtodos y relatos fueron redescubiertoso renovados. Nuevos desarrollos del pensamiento abstracto pusieron en crisis

    o reinventaron las deniciones de cultura, animacin sociocultural, adminis-tracin cultural, gestin cultural y rol del Estado en la cultura, y aparecieron

    conceptos ms abarcadores: diversidad cultural, sistema cultural local, indus-trias creativas, ciudadana cultural, educacin para la incertidumbre, gestin

    relacional. De la misma manera, la concepcin del retiro del Estado a rajatablaque pareca emerger como el nuevo paradigma qued suplantada por una nueva

    mediacin e intervencin del Estado luego de la crisis econmica reciente.Lacultura pas a ser parte de la agenda de poltica econmica de los gobiernos.

    Nuevos instrumentos hicieron su aparicin de la mano de la necesidad derespuestas al vrtigo de la mundializacin, de nuevas formas de regionalizacin

    y de la conformacin de bloques econmicos y sociales: gestin por proyectos,indicadores culturales, fuentes de vericacin cultural, impacto cultural, econo-

    ma creativa, cuenta satlite de cultura, estudios de consumo cultural, marketing

    recreacional, planes estratgicos de cultura y de industrias culturales, capacita-cin de gestores y emprendedores creativos, marcos regulatorios adecuados a

    P

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    las demandas sociales y a los cnones internacionales, consejos ciudadanos decultura y nuevas institucionalidades culturales.

    La navegacin se hizo ms compleja. Las brjulas, los sextantes, los mapas

    celestiales con los que los antiguos administradores y animadores sociocultura-les llevaban sus naves a buen puerto perdieron su ecacia o debieron adecuar-se. Nuevas demandas, nuevos retos, nuevas innovaciones y nuevas organizacio-

    nes comenzaron a requerir instrumentos ms precisos y potentes.Pensar estos instrumentos, mostrar algunas de las tendencias que se detec-

    tan cada vez con ms intensidad en la cultura y la creatividad es el modestoaporte de este trabajo.

    Sus autores son gestores de Mendoza, con experiencia local, nacional, inter-nacional y acadmica.

    El enfoque de las pymes culturales de Len Repetur nos entrega unavisin panormica del impacto de estos potentes actores en la sociedad del

    conocimiento.Los aportes tericos y metodolgicos de Javier Ozollo posibilitan un acerca-

    miento ms preciso a la gestin profesional y bocetan parte de las competenciasy habilidades que los gestores culturales, particularmente los que se desempe-

    an en el campo estatal, tienen que desarrollar.Las entrevistas a emprendedores del sector nos ponen en contacto directo

    con el pensamiento de aquellos que desde la trinchera de la accin nos muestransus pasiones, sus estrategias, sus motivaciones, sus desvelos, sus soledades y sus

    solidaridades.Por ltimo, los artculos de los autores invitados, Gonzalo Llanes y Gerardo

    Neugovsen, ponen el acento en dos casos puntuales en el marco de la gestincultural en Mendoza: el de la legislacin cultural mendocina y el de la experien-

    cia de Cantapueblo.En su conjunto, el trabajo que presentamos nace con la modesta idea de iniciar

    una serie de estudios, ensayos, investigaciones y testimonios de quienes prota-gonizan la construccin cultural de su comunidad, que puedan provocar el deba-

    te abierto, sincero, profundo y constructivo que la cultura de Mendoza merece.Para nalizar, estos trabajos que ponemos a consideracin fueron realizados

    en 2009 y comienzos de 2010. Los cambios producidos en la realidad en el tiem-

    po transcurrido entre su nalizacin y los trabajos de diseo e impresin hansido de gran envergadura. Por un lado, la sancin en octubre de 2009 de la Ley

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    26.522, que regula los Servicios de Comunicacin Audiovisual en todo el terri-torio de la Argentina. La aplicacin de esta ley va modicando profundamente

    la realidad de las pymes culturales y creativas, al incrementar su nmero y los

    puestos de trabajo entre los jvenes. Estas modicaciones podrn ser detectadascon mayor rigor a partir de los estudios estadsticos que se realicen del sector.Por otro lado, las polticas culturales nacionales, a partir de 2009, han intensica-

    do el incentivo a la produccin simblica, en el marco del concepto de la Econo-ma Creativa. La colaboracin entre las areas de cultura, economa y los bancos

    nacionales ha puesto en marcha nuevos mecanismos de nanciamiento y de pro-mocin de las industrias creativas. Los cambios producidos en el sector a raz de

    estas polticas tambin estn modicando el panorama. Baste sealar como unaseal de lo dicho la realizacin del primer Mercado de las Industrias Culturales

    Argentinas (), en junio pasado, organizado en conjunto por la Secretaria deCultura, el Ministerio de Industria, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Mi-

    nisterio de Turismo, el Ministerio de Trabajo del Gobierno Nacional y las organiza-ciones Exportar y Proargentina. Esta propuesta indita marca la nueva situacin

    que est viviendo el sector y que traer profundas modicaciones a las polti-cas culturales de todas las instancias gubernamentales y no gubernamentales.

    El compromiso es seguir estas tendencias en trabajos futuros y aportar nuevosanlisis y sntesis para enriquecer nuestra participacin en el crecimiento del

    sector y su aporte al desarrollo integral de Mendoza y de nuestra Argentina.Los autores y compiladores quieren dejar su profundo agradecimiento. Por

    parte de Len Repetur, a todo el equipo de la Fundacin /Tikal Ideas; aPaula Garca, por su ayuda en las entrevistas; a Lilia Sance, por su excelente tarea

    de desgrabacin y correccin de las entrevistas; a todos los alumnos del Diplomaen Gestin Cultural e Industrias Creativas, que con su empuje y creatividad van

    cambiando la sonoma cultural de nuestra provincia, y a todos los amigos delsector cultural por su ejemplo laboral y su constancia.

    Por parte de Javier Ozollo, a la Secretara de Ciencia, Tcnica y Posgrado dela Universidad Nacional de Cuyo, que nanci parte de esta edicin mediante

    los subsidios a la investigacin de docentes investigadores; a la E, a suex director, profesor Ren Gotthelf, y a su sucesora, licenciada Pilar Pieyra;

    a Damin Fernndez Cataldo, por su colaboracin; a Gustavo Kent, por sus

    consejos y aliento. Y, nalmente, a los empleados de la Secretara de Cultura dela Provincia de Mendoza, verdaderos gestores culturales de la ms dura de las

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    trincheras, donde el tiempo siempre es poco, los fondos escasean y todo sesuple con ganas, voluntad y pasin.

    Len Repetur Javier OzolloMendoza, 2010

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    Desde mediados de los aos setenta, nuestros pases han visto cmo se ha dete-riorado y muchas veces destruido su tejido social de forma alarmante. Primero,

    como consecuencia de las polticas autoritarias de las dictaduras que reinaroncasi simultneamente en la mayora de las sociedades latinoamericanas; luego,

    con la aplicacin de polticas neoliberales, consecuencia y desarrollo democrti-co formal de aquellas.

    En ese lapso, las organizaciones espontneas, o las impulsadas desde lo mejorde las polticas del modelo sustitutivo de importaciones, se fueron desintegran-

    do, se adaptaron al hipermercadismo reinante o simplemente desaparecieron.El campo cultural no fue ajeno a este proceso. El largo perodo de incuba-

    cin y desarrollo de organizaciones que sostenan e impulsaban estrategias deampliacin de las bases culturales de nuestros pueblos, que haba empezado en

    la dcada del 30 y avanz, algunas veces penosamente y otras de manera ms omenos rpida, durante las cuatro dcadas siguientes, fue rpidamente devorado

    y arrasado por las dictaduras y los modelos neoliberales de los 90. Aunque enmuchos lugares y desde diversos espacios hubo resistencias a estos procesos, es

    mucho lo que queda por reconstruir y construir en funcin de estrategias quedeben tener en cuenta esta historia del desarrollo cultural. Tambin es preci-

    so pensar en nuevas formas que permitan una mayor fortaleza del entramadosocial y de las organizaciones culturales de base que lo sustentan.

    Este captulo pretende hacer un breve repaso de las distintas formas que

    adopt la poltica pblica cultural como poltica de inclusin y construccin oreconstruccin de la trama social, para desde all proponer estrategias para pen-

    P :

    Javier Ozollo

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    sar la poltica cultural como una parte del desarrollo de cierto tipo de polticasocial.

    P

    Una aproximacin a la denicin de las polticas sociales nos permite entendereste tipo de polticas pblicas como un conjunto de acciones pblicas relacio-

    nadas con la distribucin de recursos de todo tipo en una sociedad particular.Es decir, las polticas sociales se reeren, en denitiva, al tema de la igualdad.

    Como bien dice Eduardo Bustelo (Bustelo y Minujn, 1998, p. 2) rerindose alcomportamiento de las polticas sociales en la regin:

    En lneas generales, y aunque ciertos indicadores sociales puedan moverse en un sentido posi-tivo mortalidad infantil, esperanza de vida al nacer, escolaridad, etctera, la distribucindel ingreso y la riqueza contina mostrando dramticas disparidades, y en el caso de AmricaLatina los niveles de desigualdad ms altos del mundo.

    Las polticas sociales pueden ser divididas, entre otras muchas formas, en pol-

    ticas sociales directas e indirectas.Un determinado modelo de acumulacin la estrategia econmica o plan

    econmico utilizado es una de las ms importantes polticas sociales indirec-tas. Ello, en la medida en que ayudan o dicultan la inclusin, la integracin y

    el mayor o menor nivel de equidad de toda la formacin social. Es decir, la eco-noma por s misma puede generar o no trabajo, mayores o menores ingresos,

    mejor o peor distribucin de la riqueza, etctera.Cuando hablamos de polticas sociales directas, nos referimos a la accin del

    Estado para atacar los puntos crticos de la falta de oportunidades e integracinque una sociedad genera. El gasto social pblico es la principal arma para favo-

    recer sociedades ms justas y equilibradas desde el punto de vista social.A decir verdad, visto de este modo, toda poltica social directa es un parche,

    un remiendo de lo que el capitalismo en su conjunto no puede realizar en elcampo de lo social: eliminar la pobreza, mantener un completo nivel de empleo,

    garantizar la integracin y las oportunidades, es decir, promover y desarrollar

    sociedades ms igualitarias.

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    Las polticas culturales como polticas sociales tienen tambin esta dualidad.Podramos decir que hay una parte de la cultura que interviene como poltica

    social indirecta, y es aquella que est referida a la parte econmica de la cultura,

    en general lo que llamamos industrias culturales y economa cultural. Es decir,las polticas culturales destinadas a la generacin de recursos que permitan unmayor ndice de empleo, un mejor nivel de ingresos o mejoramiento en la cali-

    dad de vida de las personas vinculadas con el trabajo cultural en sus distintasfacetas, y tambin que promueven o no un mayor nivel identitario, de forta-

    lecimiento de las culturas locales. Estas polticas pueden ser de orden pblico(cuando el Estado interviene directamente en el desarrollo u obstruccin de los

    emprendimientos culturales) o de orden privado.Sin embargo, cuando nos referimos a la poltica cultural como poltica social,

    hablamos de polticas culturales directas en el sentido propuesto ms arriba. Esdecir, al gasto social que el Estado realiza a n de promover la cultura en secto-

    res marginados culturalmente. Estas ideas de promocin y marginacinhan tenido distintos signicados de acuerdo con la poltica cultural establecida.

    De la misma manera, si las polticas culturales con sentido social son o no unparche a las deciencias de asignacin y de respeto de las distintas culturas

    o sectores culturales es tambin un punto de discusin. En otra perspectiva, lamisma determinacin del sujeto receptor de polticas culturales pblicas con

    sentido social sigue siendo, en muchos aspectos, un punto de controversia.Estas diferencias y discusiones pretenden ser el nudo central del captulo

    que se va a leer, aunque para llegar al intento de respuesta de estas cuestionesdebamos, necesariamente, dar un rodeo histrico para comprender cmo fue-

    ron determinndose las distintas polticas culturales que tendieron al mejora-miento de la calidad de vida.

    U . L A:

    1 Cultura y asistencialismo a principios del siglo

    Es muy dicil hablar de poltica cultural con anterioridad al desarrollo de esteconcepto en Europa a mediados de la dcada del 50. Aunque se puede decir que

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    las polticas culturales existieron desde hace mucho tiempo, tanto como unaaccin implcita como explcita del Estado, si se tiene en cuenta, por ejemplo, la

    denicin de la Unesco (poltica cultural es el conjunto de principios operacio-

    nales, de prcticas y de procedimientos administrativos y presupuestarios quesuministran una base para la accin cultural del Estado). En este sentido, lasacciones proteccionistas del seor feudal mediante el establecimiento de mece-

    nazgos a artistas destacados pueden considerarse ya formas rudimentarias depoltica cultural.

    Sin embargo, en una lnea ms contempornea del trmino y en su enlacecon la poltica social, puede trazarse un punto de inicio con las reformas del

    Estado capitalista de nales del siglo . En efecto, los estados europeos poste-riores a la segunda Revolucin Industrial incluyeron, en mayor o menor medi-

    da, al igual que lo que sucedi en el campo de las polticas sociales en general,distintas formas de promocin de lo cultural.

    Particularmente en nuestro pas, el desarrollo de la promocin de la culturaestuvo ligado fuertemente al desarrollo de la educacin como forma integradora

    de las olas inmigratorias llegadas en el ltimo cuarto del siglo . La generacindel 80 encar este proceso y, mediante las instituciones escolares y el servicio

    militar obligatorio, produjo un fuerte proceso social homogeneizador. En esteesquema, la cultura entendida como bellas artes y como resguardo patrimonial

    tendr sus primeras formas de promocin a travs de la ley que crea la ComisinNacional Protectora de Bibliotecas Populares (Conabip), en 1870 (Ley 419). Estas

    primeras formas estn vinculadas con el asistencialismo cultural, es decir, setrata de asistir culturalmente a los sectores ms atrasados. Se llega desde arri-

    ba a los ciudadanos, con una alta cultura, uniformadora y argentinizado-ra, pretendiendo hacer tabula rasa con las formas culturales autctonas, tanto

    criollas como aborgenes e inmigratorias. Este asistencialismo tena como nesaumentar el nivel educativo, en funcin de parmetros modernos y escolari-

    zados, y tender a la unicacin de la argentinidad.Con el proceso desarrollado a partir de la irrupcin del yrigoyenismo en el

    gobierno nacional, el cual permiti el ascenso y participacin poltica de la clasemedia y los pequeos terratenientes rurales, no cambi en demasa la accin del

    Estado en el campo cultural. Sin embargo, este perodo mostr un alto desarro-

    llo y apogeo de la cultura en formas signicativas como el sainete, la literaturagauchesca, el circo criollo y el tango. Es el perodo de la amalgama social entre

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    el inmigrante, el gaucho orillero y el incipiente proletariado en el gran centrourbano argentino: Buenos Aires.

    Con la Dcada Infame y hasta la aparicin del peronismo histrico, los

    gobiernos conservadores y liberales pondrn un alto nfasis en la intervencindel Estado en la cultura en dos direcciones: primero, en una faz represiva, ysegundo, en el rescate de la memoria (mitrista) y el patrimonio. De esta manera,

    bajo el primer aspecto se estableci el delito de imprenta en 1932 y el Reglamentode Radiocomunicacin en 1933. En la segunda direccin, el Estado crea la prime-

    ra rea administrativa de cultura, denominada Comisin Nacional de Cultura,en 1935, y la Comisin Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Histricos,

    en 1940.

    2 Estado benefactor y cultura

    Con los gobiernos populistas y nacionalistas de Amrica Latina, a mediados delsiglo la poltica cultural se torna una parte sustantiva de los estados de bien-

    estar. Un caso paradigmtico vuelve a ser el argentino, con el gobierno peronistade 1946, que aanz el modelo sustitutivo de importaciones que haba comen-

    zado luego de mediados de los treinta y como producto de los acontecimientosmundiales (crac del 29, primera y segunda guerras mundiales). La alianza poli-

    clasista que represent el peronismo incentiv el modelo mediante una decisivapoltica estatal. En este sentido, las polticas culturales fueron favorecidas por el

    desarrollo general del modelo. Es decir, hay un auge de las polticas culturalesindirectas, tal como las denamos ms arriba. La constante y drstica movili-

    dad ascendente permiti que grandes porciones de los antes excluidos se incor-poraran plenamente a la vida econmica poltica y cultural. Es el perodo del

    cine masivo, con innumerable cantidad de salas de barrio que muestran el cineargentino (apoyado por los subsidios y la cuota de pantalla), el ascendente prole-

    tariado y la nueva gran clase media (ver Ozollo, 2008). La radio es el medio cen-tral de divulgacin cultural. Aparecen los grandes edicios para museos pbli-

    cos, centros de diversin y acceso cultural para sectores desfavorecidos como

    1 Un desarrollo ms completo puede verse en J. O: Juan Moreira: teatro, puerto e interior.El teatro popular gauchesco en una perspectiva sociolgica. En M. F, J. O y M.P (2000): Papeles de cultura. Indito. Mendoza, Facultad de Ciencias Polticas y Sociales,UNC.

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    nios y ancianos. Se desarrolla una pujante industria editorial y sonora. LaConstitucin Nacional de 1949 establece los derechos de la educacin y de la cul-

    tura, que son entendidas como un bien comn orientado al pueblo, al que deben

    acceder las mayoras gratuitamente para alcanzar la justicia social. Es decir,el concepto central de justicia social est ntimamente asociado, en el caso delperonismo histrico, al desarrollo cultural de los individuos y de la comunidad.

    Un segundo concepto central en el desarrollo de la poltica cultural en trmi-nos sociales en este perodo es el de Comunidad Organizada.

    La idea de Comunidad Organizada desarrollada por el presidente JuanDomingo Pern en Mendoza en 1949 tiene dos lecturas posibles:

    Como sistema social a construir y como sistema de poder. Como sistema social sostiene que elpueblo aislado, atomizado, no existe. Solo existe el pueblo organizado, y como tal se transformaen factor concurrente en los aparatos del Estado que le son especcos a cada organizacin delpueblo. Como sistema de poder, sostiene que el poder procede del pueblo, que se expresa a tra-vs de sus instituciones intermedias. Ni el poder procede del gobierno o del Estado ni el pueblodelega su poder en las instituciones del Estado. Estas dos lecturas constituyen el crculo herme-nutico que explica la idea de Comunidad Organizada. El pueblo, como pueblo organizado, creaun sistema social que genera un poder poltico real que le permite la recreacin permanentede un sistema social para el logro de la buena vida. (B, A.: Consecuencias politolgicas delcongreso de losoa del 49. En http://www.elortiba.org/notapas811.html).

    El presupuesto ideolgico de la Comunidad Organizada consiste en conside-

    rar al pueblo como fuente principal de inspiracin, como trmino constante dereferencia y como depositario exclusivo de valores positivos. De esta manera,

    el modelo cultural del perodo concibe a las organizaciones del pueblo como elsostn de la inclusin cultural de sus miembros. Cuestin sustantiva que abor-

    daremos ms adelante.Finalmente, el Estado tambin interviene jerarquizando administrativa-

    mente la vieja Comisin de Cultura y estableciendo la Subsecretara de Culturade la Nacin, creada en 1948.

    3 La Animacin Sociocultural

    A partir de mediados de la dcada del 60 y principios de los 70, aparece un nue-

    vo modelo tcnico de ejercicio de la cultura como poltica social: la animacin

    sociocultural.

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    La animacin sociocultural se propone como una estrategia de intervencinque trabaja por un determinado modelo de desarrollo comunitario. Este mode-

    lo de desarrollo en, desde y para la comunidad tiene como nalidades ltimas

    promover la participacin y dinamizacin social, desde los procesos de respon-sabilizacin de los individuos en la gestin y direccin de sus propios recursos.Muchos de los intelectuales que han desarrollado esta propuesta sostienen que

    se trata de un desarrollo entendido como integral y endgeno. Integral en cuan-to capaz de unir entre s los progresos econmicos, sociales, culturales, morales,

    reforzndolos en su mutua relacin. Endgeno, como el paso de s mismo a unnivel superior, en unas relaciones de suma positiva con los dems.

    Ancada en cierta moda estructural funcionalista de la poca, la animacinsociocultural tom como elemento central del desarrollo comunitario al indivi-

    duo, y por ello es una tcnica psicosocial. Con el paso del tiempo, la animacinsociocultural se transform en una tcnica de promocin de la participacin

    social y fortalecimiento de los grupos. En este sentido, y como aspecto pura-mente tcnico, no ha perdido vigencia y puede ejercitarse en distintas formas de

    poltica cultural como poltica social.

    L

    Con la emergencia de los modelos neoliberales en Amrica Latina y particular-

    mente en la Argentina, la cultura pas a ser casi exclusivamente un bien transa-ble en el mercado (recurdese, en este aspecto, que con el advenimiento de las

    industrias culturales, la cultura se transform en uno de los grandes productoseconmicos a nivel global). La privatizacin de la cultura fue una meta sostenida

    por muchos gobiernos en este perodo. Quiz la sntesis ms acabada del pensa-miento neoliberal en el campo de la cultura la haya desarrollado el francs Marc

    Fumaroli en su libro El Estado cultural (Fumaroli, 2007).En esa obra, se plantea una pormenorizada crtica a las versiones ms inter-

    vencionistas del modelo poltico cultural francs. El autor analiza los programasculturales de los ex ministros franceses Andr Malraux y Jacques Lang. Como

    conclusin, propone la disolucin del Ministerio de Cultura y la anulacin de

    cualquier participacin del Estado en el desarrollo de la cultura. El planteo gene-ral, que coincide con las crticas neoliberales al papel del Estado en los modelos

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    de bienestar, tiene como excusa las inequidades, ineciencias y autoritarismosque la poltica cultural estatal efectivamente ha cometido. Sin embargo, la solu-

    cin propuesta no dista mucho de la receta neoliberal: como el Estado tiene

    algunas disfuncionalidades, hay que retirarlo de la actividad a la cual est abo-cado. En el caso de Fumaroli, la propuesta es eliminar el Ministerio de Culturafrancs (verdadero arquetipo global de las polticas culturales) y devolver a la

    cultura la libertad necesaria para la creacin genial. O sea, para citar unavieja frase, la libertad del zorro en el gallinero.

    El modelo liberal no intervencionista que propone Fumaroli, acorde conlas recetas de las grandes entidades nancieras mundiales, diluye el papel del

    Estado como sostenedor del espacio pblico y como garante de la igualdad y elequilibrio social en materia cultural.

    Frente a estas recetas se opusieron estrategias de poltica cultural que pue-den denominarse accin sociocultural y, complementaria de ella, ciudadana

    cultural. Lo sustantivo de estas concepciones es que parten de la base de que elcapitalismo no solo genera marginados y pobres desde un punto de vista econ-

    mico sino que paralelamente genera marginados y pobres culturales. En tanto,hay ciertas diferencias entre el pobre econmico y el pobre cultural.

    Rpidamente podemos decir que el pobre econmico es aquel que, en dis-tintos grados, est privado de ciertos bienes esenciales para la vida. Tomando

    el aspecto exclusivamente de los bienes (es decir, sin someter en esta conside-racin el caso de la fuerza de trabajo), el pobre cultural no solo est privado

    de bienes culturales sino que es aquel que se encuentra excluido del derecho detener acceso a ciertos aspectos de la cultura nacional e internacional y, al mismo

    tiempo, est impedido, por el mismo mecanismo, de poder colocar sus propiosbienes culturales en el espacio de la cultura nacional e internacional. Al mismo

    tiempo, el pobre cultural est bombardeado, sometido constantemente a unacaricatura de cultura que los bloques dominantes le imponen como forma de

    sujecin, en el sentido ms clsico de construccin de hegemona tal como ladeniera el pensador italiano Antonio Gramsci.

    2 Sin embargo, al ser la cultura un espacio caracterstico de la superestructura ideolgica, estebombardeo y esta sujecin no solo se realizan sobre el pobre cultural sino tambin sobreaquel que no lo es. No obstante, las formas de las prcticas culturales para uno u otro dierensustantivamente. Esta diferencia atae a la diferencia misma entre ideologa dominante ydominada, y a la constitucin de los propios aparatos de inculcacin ideolgica. Cuestincentral, pero que excede con mucho los lmites de este captulo.

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    L 21

    Como normalmente este impedimento de acceso y al mismo tiempo decolocacin coincide con los pobres econmicos (ya sean sectores sociales o

    pases en el concierto global), existe una tensin permanente entre la cultura

    dominante y la cultura dominada (o cultura de lite y cultura popular) que solopuede resolverse en el desarrollo de una sociedad, tambin, culturalmente msigualitaria.

    Debemos aqu hacer un pequeo rodeo explicativo.Es muy comn, aun en los sectores denominados progresistas, pensar que

    la pobreza cultural es igual a la pobreza econmica. Ello, desde nuestro puntode vista, es un error conceptual sustantivo que lleva a graves errores polticos

    y de gestin. Como se ha dicho, estos distintos tipos de pobreza normalmenteconluyen en los mismos actores. Sin embargo, los sectores sociales marginados

    del proceso de produccin y distribucin de bienes econmicos estn imposibi-litados no solo de acceder sino tambin de producir esos bienes. En el caso de

    los bienes culturales, hasta las clases ms marginadas son productoras de bienessimblicos: producen sus formas artsticas, como msica y baile (en Argentina,

    la cumbia villera y el cuarteto, entre otros) o plstica (gratis callejeros), y man-tienen su patrimonio intangible (modismos lingsticos, formas de preparar ali-

    mentos, etc.) y tambin el tangible (construcciones, dibujos urbanos). Es decir,el pobre cultural es doblemente pobre en la medida en que tiene bloqueado el

    acceso a los bienes que otros producen, pero tambin porque tiene grandes di-cultades para difundir y exponer sus propios bienes culturales. El prejuicio, bas-

    tante difundido, de que estos sectores son sujetos a los que se les debe llevar laalta cultura, es la descalicacin absoluta de toda poltica que promueva la inte-

    gracin y la igualdad cultural. Una accin sociocultural que promueva ciudada-na cultural debe necesariamente tener en cuenta esta cuestin fundamental.

    La accin sociocultural se estableci, ms que como una forma propositivade la cultura, como poltica social, como una forma de resistencia frente a la

    avanzada liberal en el campo de la cultura que hemos descripto.Las diversas formas de este tipo de intervencin estatal promovan la equi-

    dad cultural, ya sea a nivel social como a nivel geogrco. Recientemente, y rati-cada en acuerdos globales sustantivos como laAgenda 21 de la cultura, la accin

    3 Documento sobre poltica cultural aprobado en Barcelona el 24 de octubre de 2006 porla Comisin de Cultura de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (): http://www.agenda21culture.net.

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    sociocultural ha incluido la idea de ciudadana cultural.Sobre el trmino ciudadana, debemos hacer algunas necesarias aclaraciones.

    U

    El trmino ciudadana cultural debe su construccin al concepto de ciudadana,acumulado en los ltimos aos respecto de las polticas sociales en general. Si

    bien es un trmino cmodo, pues todo el mundo entiende su signicado y per-mite entender a los individuos como sujetos de derechos, se hacen necesarias

    algunas aclaraciones conceptuales que en nada invalidan su uso, con precaucio-nes, atendiendo a la abilidad tctica del trmino.

    En la mayora de las interpretaciones, la nocin de ciudadana (con susparejas: espacio pblico, libertad, sociedad civil) remite a una problemtica

    humanista e individualista propia de la confeccin originaria de las sociedadesburguesas con el advenimiento del capitalismo. Es decir, esta nocin se anca

    directamente en la concepcin de individuo que es propia de la tradicin clsica(Rousseau, Locke, Hobbes). As, el concepto es conlictivo en relacin con dos

    cuestiones importantes. En principio, plantea la constitucin de los derechosciudadanos como ocurriendo en una instancia ajena a las prcticas estatales, en

    un lugar en que se ejercen unos derechos externos y hasta anteriores al Estado.En el mejor de los casos, no se deja de lado al Estado, pero se toma la relacin

    entre los derechos que componen la ciudadana y las instancias estatales comouna relacin de exterioridad: los ciudadanos presionan desde fuera para obte-

    ner un reconocimiento por parte del Estado de sus derechos. En segundo lugar,la cuestin de la ciudadana soslaya tanto la conguracin de clases como las

    luchas y las relaciones de fuerzas entre stas respecto de la conguracin delEstado.

    Sintetizando, el uso estricto del concepto es, por lo menos, problemtico.Por una parte, podemos rpidamente explicar que, para nosotros, los dere-

    chos que forman parte de la ciudadana no son el producto de una evolucindemocrtica universal, necesaria y prejada: son, en primer lugar, el producto

    de unas luchas concretas (de distinto carcter e intensidad) que se desarrollan

    en el marco de unas determinadas relaciones sociales. Los haces de derechos quecomponen la ciudadana en su forma contempornea se desarrollan en distintos

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    de la ciudadana. Consecuentemente, de una ciudadana poltica, de una ciuda-dana social y de una cultural.

    La ciudadana es as un trmino polismico que se utiliza para sealar toda

    una serie de derechos forjados en el curso de la modernidad poltica: derechosciviles (capacidades de los individuos que los protegen del poder, congurandoun rea en la que el poder no puede interferir), derechos polticos (fuente de la

    legitimidad y base de la representacin) y los derechos sociales y econmicos(posibilidades de los ciudadanos de estar integrados socialmente). Tambin se

    hace referencia a la ciudadana como actividad: son ciudadanos aquellos queparticipan en la vida pblica.

    Es decir, el trmino ciudadana engloba la ciudadana cultural. Aqu se haceun recorte al poner en primer plano la parte cultural de la ciudadana para tra-

    tarla especcamente, pero recordando que la ciudadana cultural (junto con lapoltica y la social/econmica) es parte de la nocin de ciudadana en general.

    Denido el concepto de ciudadana, es necesario decir algo respecto del con-cepto de cultura. Como primer acercamiento, podemos mencionar que una

    denicin amplia de cultura se estableci a partir de entender como cultura todolo que los hombres producen por s mismos. As se evidenciaran dos rdenes

    distintos: el de la naturaleza y el de la cultura. Denicin esta rescatada prin-cipalmente por el campo de la antropologa clsica. Sin embargo, y a nuestros

    efectos, no es lo mismo una locomotora que un cuadro de Quinquela Martn.Ya en una lectura atenta de Spinoza puede denirse cultura como las represen-

    taciones imaginarias que los hombres producen en su vida cotidiana, o msadelante y desde los aportes de Gramsci, Althusser, Williams y Bourdieu, entre

    otros, podemos proponer la siguiente denicin de cultura: las representacionessimblico-imaginarias que los grupos sociales producen a n de cohesionarse

    en su vida y prcticas cotidianas, en un espacio y perodo histricos determina-dos. Finalmente, las polticas culturales han redenido administrativamente el

    campo abarcador de la cultura. As, en general las administraciones culturaleshan entendido que el campo cultural est compuesto por el campo artstico, el

    patrimonial, el econmico (o de las industrias culturales) y el sociocultural.

    4 A propsito de la denicin del concepto cultura, aqu se rescata lo esencial del debatemantenido por el autor con el diputado Mario De Casas y con el artista Marcelo Santngelo enlas pginas del suplemento El Altillo del diario Uno y en el diario Los Andes en marzo/junio de1996.

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    Debemos destacar que la Unesco hizo un esfuerzo por denir la cultura. Sibien esta denicin es digna de tenerse en cuenta, desde el punto de vista de la

    gestin cultural es bastante poco operativa. La Conferencia Mundial sobre

    Poltica Cultural consider que la cultura era una fuente de renovacin intelec-tual y crecimiento humano:

    Es la cultura lo que proporciona al hombre la capacidad de relexionar. Lo que hace que seamosseres humanos racionales, dotados de juicio crtico y sentido de compromiso moral. Es a travsde la cultura que el hombre se expresa, es consciente de s mismo, reconoce su imperfeccin,cuestiona sus actos, busca incansablemente nuevos signicados y produce obras a travs delas cuales trasciende sus limitaciones. (Unesco, Conferencia Mundial sobre Poltica Cultural.Mxico, 1982).

    Es decir, cuando hablamos de cultura nos referimos a los bienes y procesos sim-

    blicos. Particularmente en el caso de las polticas culturales, estos bienes y pro-cesos son los artsticos y los patrimoniales, tanto tangibles como intangibles.

    As, desde el punto de vista de la gestin cultural, la ciudadana cultural hacedirecta referencia a una serie de derechos culturales que deberan ser garantiza-

    dos para todos los individuos de una determinada sociedad. Estos derechos pue-den sintetizarse en la necesidad de que el Estado garantice que todo ciudadano

    (capa/fraccin/clase social) pueda tener acceso a los bienes (tangibles e intangi-bles) de la cultura de un determinado pas, as como la posibilidad de distribuir

    y hacer conocer los bienes culturales que l (capa/fraccin/clase social) produce.Por lo tanto, la ciudadana cultural es un deber del Estado y un derecho de

    los ciudadanos.Desde una poltica estatal que contemple la ciudadana cultural, esta debe

    asegurarse en las dimensiones socioeconmicas, geogrcas y educativas, sobrela base del respeto a las distintas culturas colectivas que constituyen el mosaico

    cultural de una sociedad. Es decir, la poltica del Estado en este aspecto promue-ve la igualacin de derechos culturales de los distintos sectores socioeconmi-

    cos, en las distintas zonas del pas y para todos los niveles educativos.

    E P C

    Las polticas de construccin de ciudadana cultural no se dan en el aire sinoque afectan a los individuos concretos. Una cuestin de discusin en este campo

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    tiene por eje la determinacin del sujeto al cual van dirigidas las acciones delEstado, esto es, el sujeto de las polticas culturales en general y de las polticas

    socioculturales en particular.

    Una visin clsica entendi que el Estado deba preocuparse por los propiosartces de la cultura. Es decir, principalmente los artistas. As, las subvenciones,el uso de infraestructura cultural y los premios estaban dirigidos a los propios

    cultores de las artes. Evidentemente, esta tradicin desestimaba a la sociedad ensu conjunto como beneciaria/productora de la cultura de un pas.

    Con el advenimiento de una mayor conciencia democrtica, se entendi queel beneciario ltimo de las polticas pblicas en el campo cultural eran los ciu-

    dadanos en su conjunto, es decir la sociedad toda.Sin embargo, esto de llegar a la sociedad ha sido entendido de dos maneras.

    Una primera forma desarrolla una prctica de gestin cultural que tienecomo punto de llegada el individuo. Es decir, se establecen programas que apun-

    tan a la integracin de los individuos en unas ciertas prcticas culturales. As, yen consonancia con el concepto clsico de ciudadana, son los individuos aisla-

    dos quienes reciben, sin intermediarios, la accin cultural de Estado, tanto paraque los sujetos sean participes como para que produzcan cultura.

    Una segunda forma, desarrollada mucho en Amrica Latina y que tiene comoantecedente en la Argentina la conceptualizacin de Comunidad Organizada de

    mediados del siglo , propone la llegada de las polticas pblicas culturalestambin al individuo pero mediada por las organizaciones que le son propias

    a ese individuo en los distintos espacios societales. De esta manera, el Estadodesarrolla su actividad en y con las organizaciones comunitarias. Los pro-

    gramas no son dirigidos directamente a los beneciarios ltimos sino que tie-nen como punto focal las organizaciones (uniones vecinales, clubes barriales,

    espacios religiosos, espacios polticos).Tanto una como otra estrategia han tenido crticas cruzadas. Los impulsores

    de las primeras sostienen que las prcticas dirigidas a las organizaciones socia-les incitan a la existencia de mediadores que funcionan como punteros pol-

    ticos, desviando las polticas culturales de sus verdaderos destinatarios. Losdefensores de la llegada a travs y con las organizaciones sociales sostienen

    que la accin cultural del Estado que no fomente e incluya las organizaciones

    sociales corre el riesgo de no perdurar en el tiempo y de no generar participa-cin de los ciudadanos en las organizaciones que le son propias. Nuestra pos-

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    tura al respecto es que en realidad la sospecha sobre las organizaciones popula-res (normalmente se trata de polticas culturales que apuntan a la construccin

    de ciudadana cultural, por lo tanto, se reeren a sectores sociales marginados

    culturalmente y, en coincidencia con ello, pobres) en tanto espacios de corrup-cin est sostenida en un prejuicio pequeoburgus (tanto de derecha comode izquierda) que ve a toda organizacin popular como ilcita, ignorante, poco

    able.Finalmente, una poltica pblica en el campo de la cultura que no tienda

    constantemente a la produccin de ciudadana cultural atenta contra toda posi-bilidad de construccin de sociedades ms igualitarias culturalmente y, por lo

    tanto, ms libres.

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    I 28

    B

    B, A.: Consecuencias politolgicas del congreso de losoa del 49. En http://www.elortiba.org/notapas811.html

    B, E. (1998): Expansin de la ciudadana y construccin democrtica.En E. B y A. M (Compiladores): Todos entran. Propuesta para

    sociedades incluyentes. Bogot, Colombia: Unicef y Editorial Santillana.F, M. (2007): El Estado cultural. Ensayo sobre una religin moderna. Bar-

    celona: Ed. El Acantilado.O, J. (2000): Juan Moreira: teatro, puerto e interior. El teatro popular

    gauchesco en una perspectiva sociolgica. En M. F, J. O y M.P, Papeles de cultura. Indito. Mendoza, Facultad de Ciencias Polticas

    y Sociales, UNC.(2008): La California argentina. Condiciones sociales del surgimiento de la cine-

    matograa en Mendoza (1943-1957). Tesis doctoral sin publicar. Facultad deCiencias Polticas y Sociales, UNC. Mendoza.

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    L 29

    Es un hecho por dems conocido que la gestin cultural trata con objetos, agen-tes y acciones sumamente heterogneas, mltiples, dinmicas e interrelaciona-

    das. El mundo de lo cultural es cada vez ms complejo y diverso. De la mismamanera, el reconocimiento de los derechos culturales de las distintas comunida-

    des, la defensa de su identidad y la necesidad de su divulgacin son acciones decreciente demanda.

    La mundializacin y la aceleracin de la circulacin de los bienes cultura-les han amenazado estos derechos e identidades de forma creciente. Por ello,

    los Estados, particularmente los de los pases perifricos, deben hacer cada vezmayores esfuerzos para que sus polticas pblicas en el campo de la cultura sean

    mejores, ms ecientes y ecaces.En este sentido, la falta de informacin adecuada para la implementacin

    de esas polticas se ha mantenido como una deuda constante de los organismosgubernamentales de nuestros pases y regiones.

    Ha sido muy raro y, verdaderamente, es un fenmeno relativamente recien-te, la instrumentacin de ocinas u organismos especiales encargados de un

    tratamiento serio de la informacin cultural. Particularmente, al interior de lospases latinoamericanos, especialmente en la Argentina, la conformacin de

    estos centros ha sido una rara avis en las polticas culturales. Tanto los estadosprovinciales como los municipales casi nunca contaron con informacin ade-

    cuada que pudiera permitir, al gestor cultural o al poltico responsable del rea,

    un mayor grado de certeza al implementar estrategias particulares.

    L :

    Javier Ozollo

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    I 30

    Ha sido comn, y todava lo es en muchas reas culturales de nuestro pas,que el encargado de llevar a cabo una poltica cultural no tuviera a su disposicin

    datos cuantitativos o cualitativos conables. Muchas veces nos hemos sorpren-

    dido ante la ignorancia de no saber cuntas butacas totales tiene una provincia oqu capacidad en metros cuadrados de supercie de exhibicin tiene el total delos museos ni cuntos edicios patrimoniales existen en determinado territorio.

    Ni qu decir de datos ms complejos, como el nivel de consumo de arte local deacuerdo con el nivel de escolaridad o la cantidad de libros vendidos por eda-

    des o los niveles de acceso a la cultura por nivel socioeconmico. Todava menores la circulacin de indicadores de gestin o de evaluacin del propio accionar

    pblico. Muchas veces estos datos existan pero no estaban al alcance del ges-tor pblico, ya sea porque se dicultaba su obtencin o simplemente porque se

    encontraban en forma catica y desordenada.Las nuevas herramientas informticas y los contenidos conseguidos median-

    te internet han hecho que las posibilidades de contar con sistemas de informa-cin en las reas gubernamentales en cultura sean cada vez ms concretas. Pero

    estas nuevas herramientas son solo eso, herramientas. Es necesario saber paraqu es necesaria la informacin cultural, cmo utilizarla, cmo construir siste-

    mas conables y sistemticos, etctera, etctera.De la misma manera, la disponibilidad de datos muchas veces no dice nada.

    Los datos son sustantivos cuando pueden transformarse en informacin, esdecir, cuando el gestor cultural es capaz de asociarlos con un contexto determi-

    nado. Este contexto no solo son las particularidades del sector sino tambin undeterminado marco conceptual (es decir, terico en sentido fuerte) y una lnea

    poltica cultural especca. Al mismo tiempo, la informacin solo es importanteen la medida en que est facilitada para las personas que, en el caso del Estado,

    deben necesariamente trabajar con ella, ya sea para tomar decisiones adecua-das, para responder a otras demandas de ms informacin o para plantear

    estrategias y planes.Dudosamente el responsable de un rea cultural podr establecer una bue-

    na poltica de mediano plazo si desconoce la infraestructura disponible para sudominio en la regin (ya sea cantidad de locales museos, teatros, centros arts-

    ticos, etctera como calidad y adaptabilidad de esa infraestructura), el nivel

    de inversin del Estado (municipal, provincial y nacional) y de los privados, yun mapa, lo ms acabado posible, de los recursos humanos en su jurisdiccin

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    L 31

    (cantidad de hacedores culturales de distintos niveles de experiencia, forma deorganizacin de ellos). Es cierto que la mayora de las veces, sobre todo cuando

    se trata de comunidades chicas, el responsable del rea cultural gubernamental

    viene del mismo sector y, por lo tanto, de acuerdo con el grado de su experien-cia e involucramiento, tiene un mapa intuitivo del rea. Sin embargo, estono mejora la calidad de la gestin a llevar cabo en el campo de la cultura por

    el Estado, tanto por el constante cambio de los decisores polticos como por eldesarrollo normal de cualquier sociedad.

    Adems, el Estado, al constituir un buen (Sistema de InformacinCultural), contribuye ofreciendo sus servicios al desarrollo de gestin de orga-

    nismos no gubernamentales que realizan acciones en el campo de la cultura,como se ver ms adelante.

    Es decir, el Estado debe preocuparse de dotar a las reas de cultura, as comoal resto Salud, Seguridad, Desarrollo Social, Economa, etctera de ocinas

    especiales dedicadas al tratamiento y gestin de la informacin propia del sec-tor. La consecuencia de no hacerlo ser, simple y llanamente, que la maquinaria

    estatal se mover ciega, y depender de la mayor o menor habilidad e informa-cin natural de los tcnicos y decisores polticos de turno, que siempre termina

    siendo escasa.

    I

    Antes de ir a los temas sustantivos del captulo, djesenos hacer una aclaracin.

    La mayora de las publicaciones referidas a informacin cultural por no decirtodas comienzan con el consabido apartado de la denicin de cultura. All

    se desgranan los conceptos clsicos y contemporneos de la antropologa, de lasociologa o de la losoa, referidos al concepto de cultura. Si bien estas discu-

    siones epistemolgicas son de lo ms interesantes, deliberadamente se dejande lado aqu, en la medida en que entendemos que en el campo de las polticas

    pblicas culturales, el espacio cultura no se dene por estas discusiones (aun-que ellas pueden inluir notablemente) sino por la historia de las polticas cultu-

    rales de un Estado. En este sentido, proponemos al lector que adecue el texto al

    espacio cultural denido por el Estado en que l se desempea o est interesado.Obviamente, toda delimitacin de informacin cultural debe partir de saber qu

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    I 32

    se entiende por informacin y por cultura. Pero muchas veces estas discu-siones, harto conocidas, nos desvan de objetivos polticamente ms prcticos.

    Hay muchos escritos sobre informacin cultural que pueden ser de utilidad al

    gestor cultural pblico. La mayora de ellos hacen hincapi en las formulacionestericas sobre la construccin de indicadores en el campo cultural. Sin embar-go, y a los nes que perseguimos aqu, intentaremos desarrollar los temas ms

    importantes referidos a la informacin cultural yendo a lo ms prctico y senci-llo primero, para luego culminar en la explicacin de cuestiones ms complejas.

    Nos referiremos, con mayor profundidad, a la denominada InformacinPrimaria, que es la obtencin de informacin en forma directa y a travs de

    medios y mecanismos propios. Claro que tambin el gestor cultural puede ydebe utilizar Informacin Secundaria, que es aquella producida por otros orga-

    nismos o personas que puede ser de utilidad a la gestin cultural (revistas, cen-sos, informes, libros especializados).

    L

    Toda informacin est sustentada en datos. Ellos son imprescindibles tantopara establecer diagnsticos como para desarrollar estrategias y acciones.

    En el caso de la informacin primaria, los datos deben ser obtenidos por elmismo organismo, con mtodos y mecanismos propios. En este tipo de infor-

    macin podemos hacer una primera gran diferencia entre los datos necesariospara construir un sistema de informacin cultural adecuado. Es la que separa

    los datos que nos proveen informacin cuantitativa (o descriptiva) de los datosque nos proveen informacin cualitativa (o exploratoria). Genricamente pode-

    mos decir que los primeros brindan informacin menos profunda pero msexacta, mientras los segundos suministran un mayor nivel de profundidad aun-

    que pueda variar su exactitud.

    I

    Los datos son la base de cualquier sistema de informacin. Los datos ms sim-ples son aquellos que no estn relacionados, es decir, aquellos que no han sido

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    transformados en indicadores complejos. Estos datos numricos nos permitencontar cosas o nos dan la medicin de algo. Contar y medir, como mnimo, es

    imprescindible para cualquier sistema de informacin pblica, y sus resultados

    deben expresarse en una base gil de estos datos. Es decir, un gestor cultural enel Estado no puede desconocer cuntos teatros, museos, centros culturales, es-tas populares, etctera, hay en su territorio; tampoco qu opinan las personas

    de determinada accin cultural o de los servicios que prestan las instituciones asu cargo. Desconocer esto, como ya dijimos, es gestionar a ciegas. Por ello es

    fundamental contar y medir, para tener un mapa lo ms completo y actualizadoposible de la cultura en el territorio de gestin.

    L

    Las formas de contar, registrar o documentar en cultura dependen de las carac-tersticas de los objetos a contar, de su desarrollo (actualizacin) y de los medios

    disponibles en el Estado. De esta manera, no es lo mismo enumerar bienes si-cos, organizaciones sociales, procesos o recursos humanos. Igualmente, es muy

    distinto mantener actualizado un registro de personas que cambian de profe-sin, que emergen o se trasladan con relativa rapidez, a uno de edicios, que

    tienen una gran perdurabilidad en el tiempo y, aunque cambian, lo hacen conlentitud. Tambin es muy distinto si el Estado tiene los recursos sucientes para

    hacer censos peridicos en el campo cultural o si no los tiene, por ejemplo.En el caso de Mendoza, donde pudimos desarrollar un Sistema de Informacin

    Cultural () en el Estado (parte del Sistema de Informacin y ComunicacinCultural Instituto Provincial de la Cultura Mendoza Argentina 1996/2000),

    establecimos un rea de Documentacin Cultural que desarrollaba la registra-cin de objetos, personas, organizaciones y procesos culturales. Nuestras con-

    clusiones en este campo derivan directamente del trabajo realizado all.Una cuestin sustantiva a la hora de registrar, contar, o ms precisamente

    establecer un sistema de documentacin, es el desarrollo de protocolos y chasde registracin. Es decir, establecer criterios que nos permitan unicar en una

    misma base de datos distintos tipos de registros. Por ejemplo, algunos datos de

    los bienes culturales (metros cuadrados cubiertos, capacidad en personas sen-tadas o paradas, iluminacin, personal, forma de propiedad, etctera), como los

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    pertenecientes a museos, teatros, centros culturales, edicios patrimoniales,etctera, pueden tener un mismo formato y ser pasibles de centralizarse y com-

    pararse en una base genrica (infraestructura cultural). Es deseable que estos

    protocolos y chas de registracin se adecuen a los cnones internacionales onacionales vigentes, de tal manera que la base obtenida puede ser fcilmenteintercambiable con otras. Es deseable, tambin, que las bases de datos se esta-

    blezcan como bases interrelacionales, es decir, que los campos pasibles de serrelacionados entre bases distintas puedan tener formatos similares. Algunos

    formatos internacionales, incluso gratuitos (como la famosa y antigua base ISISde la Unesco), tienen esta caracterstica. Por otra parte, si bien la discusin de

    los criterios y protocolos para desarrollar una determinada cha de registracinpuede ser ampliamente participativa y democrtica, la efectiva implementacin

    debe estar fuertemente centralizada. As, si se desea establecer la registracinde algn elemento de la cultura en una provincia, la cha debe ser realizada por

    el organismo central (el organismo de cultura del Estado provincial, en conso-nancia con la tendencia nacional o internacional, por ejemplo) y distribuida o

    organismos territoriales (las direcciones de Cultura municipales), de tal maneraque la registracin sea homognea.

    Para establecer una buena base de datos es imprescindible ocupar especialis-tas vinculados a la gestin cultural. Es decir, si se tienen que relevar edicios, lo

    mejor es que quien haga la registracin efectiva en campo sea una persona quehaya participado en la confeccin de la cha o los protocolos de registracin, y

    que al mismo tiempo sea un especialista capaz de observar detalles de importan-cia, como, en este caso, un arquitecto, ingeniero o muselogo.

    Para contar cosas, lo ideal es poder llevar a cabo censos, ya sea de bienes opersonas. Los censos, desde el punto de vista de la estadstica descriptiva, son el

    recuento de los individuos que conforman una poblacin objetivo. De esta mane-ra, se obtiene el nmero total de individuos en esa poblacin. De esta manera,

    el censo no trabaja sobre una muestra (un conjunto representativo del total delconjunto) sino con la totalidad de los elementos del conjunto. Como los censos

    en una poblacin delimitada por un campo de gestin particular (en este caso,las personas, organizaciones o bienes que participan o producen cultura en un

    determinado territorio) son muy complicados de llevar a cabo y, en general, el

    Estado nunca dispone de fondos para este tipo de tareas titnicas que, como si

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    fuera poco, deben actualizarse con periodicidad, en nuestra experiencia ha sidomucho ms simple, econmico y efectivo establecer relevamientos culturales.

    Utilizamos la palabra relevamiento a falta de otra mejor, pero le damos un

    signicado distinto al habitual. Aqu entendemos por relevamiento cultural aaquella registracin que realizan los propios interesados en funcin de forma-tos previamente establecidos. Es decir, la gestin cultural establece mecanismos

    optativos pero con cierto grado de compulsin (al estilo de solicitar el llenado deesta cha para todas las personas que quieran acceder a un fondo o para empa-

    dronarse si es necesaria la eleccin de autoridades de un organismo pblico delsector, o para organizaciones que quieran solicitar prstamos o para los cen-

    tros culturales que quieran subsidios estatales, etctera), que constrien a laspersonas involucradas en la cultura, a los representantes de organismos o a las

    autoridades de un mbito cultural de una determinada poblacin a registrarseo registrar los bienes u organizaciones que gestionan, tomando como base una

    cha previamente establecida. Este es un mecanismo simple que puede instru-mentarse on-line, o sea utilizando internet como modo rpido de registracin.

    Los relevamientos permiten una actualizacin constante y la utilizacin de unmnimo de recursos, tanto humanos como tcnicos y econmicos.

    Lo sustantivo para obtener bases de relevamiento conables es mantener uncontrol estricto sobre las registraciones que realizan los interesados. Este con-

    trol es tanto ms fcil cuanto ms conable son los criterios y protocolos quehan fundado el desarrollo de la cha de relevamiento.

    Por supuesto que el relevamiento es solamente una de las posibilidades deregistracin y, en tanto sea posible, es deseable poder establecer un censo com-

    pleto de determinados conjuntos. Por ejemplo, en una regin relativamentepequea, como un municipio o una provincia chica para el caso argentino, para

    obtener la base de datos de los teatros de ese municipio o provincia es probableque lo ideal sea realizar un censo completo a cargo de un especialista que recorra

    todos los teatros del territorio y llene, en funcin de criterios preestablecidos, laschas censales. Pero si ello no es posible, con la confeccin de una buena cha

    (con el suciente grado de complejidad pero tambin de comprensin) que seallenada por las autoridades de los teatros con una ayuda on-line, podr perderse

    algo de informacin importante pero lo sustantivo estar cumplido.

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    I 36

    L

    Medir es la posibilidad, para el gestor cultural, de obtener, en conjunto con lo

    registrado, un mapa cuantitativo de la situacin cultural en un determinadoterritorio. En trminos generales, las mediciones cuantitativas se realizan atravs de encuestas. Las encuestas son indagaciones que utilizan una muestra

    como porcin representativa de la poblacin objeto.No es necesario explicar ac la tcnica de encuestas, pues la bibliograa es

    abundante y hay muy buenos especialistas que pueden desarrollar este traba-jo. Sin embargo, es importante sealar cmo puede ayudar un buen sistema de

    medicin a la tarea del gestor cultural pblico.Al igual que en el caso de la documentacin, nuestra experiencia y el desarro-

    llo que aqu hacemos en este aspecto es el corolario de los trabajos realizados enel (Sistema de Informacin y Comunicacin Cultural).

    Las mediciones a travs de encuestas son muy tiles en la gestin culturalpblica no solo para construir indicadores sino tambin como mecanismo de

    evaluacin de las acciones del Estado en este campo y como servicio a las insti-tuciones culturales no gubernamentales y privadas.

    Grosso modo, se puede decir que hay distintos tipos de encuestas (por mues-treo estadstico, autoadministradas, etctera) y que utilizamos esta herramienta

    para medir impacto, imagen y expectativa de instituciones, tanto como accioneso procesos culturales en un determinado territorio, mbito o poblacin objeto.

    Las encuestas ms conables, pero tambin las ms caras y complejas, sonlas encuestas por muestreo estadstico. Es importante que el gestor cultural,

    inserto en el mbito pblico, pueda insistir en la necesidad de establecer estetipo de encuestas cada cierto tiempo (una vez al ao, por ejemplo), de tal manera

    de poder contar con la evolucin de los resultados.Digamos muy sucintamente, y a n de que el gestor cultural tenga una idea

    somera de cmo se hace una encuesta, que la certeza de una buena encuestapor muestreo estadstico est en:

    a. La forma en que se determina la muestra (aleatoria sistemtica, por cuo-tas, etctera), o sea, en el mecanismo estadstico por el cual podemos hacer que

    el segmento de poblacin medido sea lo ms representativo posible del total de

    la poblacin a estudiar.

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    b. El buen diseo del formulario. Este debe partir de una discusin previaentre los demandantes del estudio (en este caso, los gestores o polticos cultu-

    rales) y los tcnicos, donde se establezca, exactamente, qu se quiere medir.

    El formulario de encuesta est constituido por dos partes: las preguntas base(donde intervienen los subgrupos muestrales, normalmente: sexo, edad, NSENivel Socioeconmico, escolaridad, subterritorio donde vive el encuestado,

    etctera), que no deben vulnerar el anonimato y son la base de cruce de laspreguntas especcas. El cruce nos permitir obtener resultados, por ejemplo

    del tipo: Porcentaje que opina por nivel educativo. Una segunda parte sonlas preguntas especcas, que pueden dividirse en cerradas y abiertas. Las

    primeras dan respuestas de opcin, es decir, el encuestado debe optar por unao varias respuestas posibles, mientras a las segundas el encuestado responde

    libremente.c. Un buen control del desarrollo del trabajo de campo. Esto es fundamen-

    tal, pues se debe controlar no solo que los encuestadores hayan respetado lasindicaciones para el campo muestral sino tambin la efectiva realizacin de las

    encuestas.Otro tipo de medicin muy til para el gestor cultural, aunque la certeza de

    sus resultados sea relativa, es la encuesta autoadministrada. Este instrumentono parte de una muestra estadstica sino de una muestra aleatoria no sistem-

    tica. Es decir, el formulario se distribuye a un determinado grupo de personas(universo), pero luego de ser completado solamente un porcentaje de ese total

    (muestra) es entregado. En nuestra experiencia, estas encuestas han sido muyventajosas para medir, por ejemplo, la calidad de los servicios, instalaciones,

    difusin, etctera, de instituciones culturales (museos, teatros, centros cultu-rales y bibliotecas).

    Un caso tipo que puede ejemplicar muy bien esta clase de encuestas es lamedicin durante la exhibicin de una puesta teatral de los servicios ofrecidos

    por el teatro. El mecanismo es el siguiente: en el momento de apertura de la sala,se les entrega a todos los asistentes una pequea hoja que contiene el formulario

    de la encuesta y un bolgrafo. Este formulario debe tener pocas preguntas y algu-nas mnimas preguntas base (como edad o nivel de escolaridad). Se coloca una

    urna en la puerta de salida de la sala o se destina una persona para que recoja

    los formularios a la nalizacin del espectculo. Aunque no todas las personasentreguen el formulario completo, el porcentaje de encuestas efectivas, o sea la

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    muestra, sobre el total de formularios entregados, o sea el universo, nos dar unclculo del nivel de certeza de la encuesta. Mientras ms se acerque la muestra

    al total del universo, mayor ser el grado de certeza de los resultados obtenidos.

    Sin embargo, esta certeza estar referida a las personas asistentes ese da al tea-tro y no a una muestra representativa de las personas que asisten con regulari-dad a ver obras teatrales en un territorio determinado.

    Adems, es importante el procedimiento de realizacin de la encuesta, puessegn qu se quiera medir es cmo se determina, por ejemplo, el momento de

    entregar el formulario. Es muy probable que si se entrega antes los asistenteslo llenen mientras esperan el comienzo de la obra y, entonces, algunos servicios

    que se prestan durante o al nal de la funcin queden sin ser evaluados.Una cuestin muy fructfera en estas encuestas es preguntar mediante qu

    medio se enter del espectculo. El resultado de esta pregunta y sus cruces porrango de edad, nivel educativo o subregin donde vive el encuestado nos permi-

    tirn hacer ms eciente y ecaz el sistema publicitario.Repetir el procedimiento de encuestas autoadministradas en todas las pues-

    tas hechas por un elenco particular nos permitir tener una buena cantidad decasos, que den una clara idea de lo que piensan los asistentes sobre el estado de

    la sala, sus comodidades, los servicios prestados por el personal o de cmo seenteraron del espectculo.

    Los resultados de las mediciones (sin dejar de tener en cuenta la registra-cin) llevan, naturalmente, a que los gestores culturales puedan construir indi-

    cadores apropiados a su tarea. Una encuesta, en la medida en que cruza las pre-guntas de base con las preguntas especcas relativas a lo que se quiere medir,

    posibilita el establecimiento de indicadores complejos que, en la periodicidadde la medicin, permitirn construir los sistemas de desarrollo de determinado

    aspecto del mapa cultural.Un ejemplo puede ser ilustrativo. Si en un estudio de consumo cultural (una

    de las mediciones ms tiles y comunes) se interroga por el consumo de litera-tura local, y al resultado obtenido lo cruzamos con la edad y el nivel de escola-

    ridad, podremos observar cmo ha evolucionado en el tiempo la venta de librosde autores locales en adolescentes con escolaridad media en curso. Aplicada una

    poltica que apunte a aumentar este consumo, se podr ver tras varias medicio-

    nes el impacto de esa estrategia en el curso de determinado tiempo y podremosestablecer algn indicador especco para este tipo de consumo cultural (por

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    ejemplo, porcentaje de adolescentes con escolaridad media completa que hanledo entre 3 y 5 obras literarias de autores locales). En la medida en que desa-

    rrollemos una poltica especca y hagamos mediciones durante un determina-

    do tiempo, veremos la evolucin de un indicador de este tipo.

    I

    Un segundo gran tipo de informacin que podemos construir para tomar deci-siones en el campo cultural es la informacin cualitativa o exploratoria. Este

    tipo de informacin nos provee de un mayor nivel de profundidad y riquezacualitativa, pero nos reduce la certeza estadstica. Es decir, la informacin cua-

    litativa no puede tomarse como informacin estadsticamente representativade la opinin de un conjunto poblacional, sino que permite establecer pautas

    de comportamiento de un grupo reducido que pueden dar pistas signicativassobre determinada cuestin a investigar. En ciencias sociales este tipo de inves-

    tigacin ha sido empleada, en una gran mayora de casos, para estudios de tipoantropolgico.

    Aqu, tambin la bibliograa es profusa, y el gestor cultural puede recurrira ella a n de tener una clara idea de los objetivos y estrategias de este tipo de

    investigacin. A pesar de ello, daremos algunas pautas generales.

    Tipos ms comunes de mtodos cualitativos aplicados al campo cultural

    Entrevistas en profundidad. Este mtodo permite el desarrollo de una entrevis-ta con una persona sin un formulario especco pero con un mnimo guin

    previo. Es utilizada para obtener informacin de personas claves en un deter-minado contexto. En la gestin cultural es muy til para obtener datos en pro-

    fundidad de artistas, otros gestores o polticos del rea, con experiencia e infor-macin de alta relevancia en un campo cultural particular.

    Sesiones de grupo o focus group. Las sesiones de grupo, actualmente ms conoci-

    das como focus group segn su nombre en ingls, permiten indagar sobre la

    opinin de un grupo particular. Normalmente, los miembros de este grupo sonseleccionados con criterios pautados de acuerdo con nuestro objetivo de investi-

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    gacin. Por ejemplo: msicos pertenecientes a larmnicas con menos de cincoaos de actividad en esas orquestas o jvenes de hasta 25 aos que asisten a

    recitales de rock.

    La tcnica consiste en que este grupo (normalmente de alrededor de 10 par-ticipantes, con una duracin mxima por sesin de entre 1 y 2 horas) se sientacmodo, libre de hablar y comentar sus opiniones respecto de un servicio, pro-

    ducto, idea, publicidad, etctera. Adems, pueden hacerse sesiones con variosgrupos durante uno o dos das. Cada grupo debe ser dirigido por una perso-

    na entrenada a tal efecto. Y si bien no existe un formulario en sentido estricto,habr un listado de preguntas previamente elaborado.

    Este tipo de metodologa es muy til para sondear en un estrato que con-sume un especco producto cultural o recibe un servicio, ya que de la misma

    manera puede ser usado, segn nuestra experiencia, de forma muy satisfacto-ria cuando se promueven ideas en relacin con un plan cultural y se realizan

    sesiones con informantes claves por actividad. Tambin es muy productivopara detectar sugerencias, crticas y modicaciones en el personal afectado a

    determinada gestin cultural.Sin embargo, los focus groups tienen desventajas. El coordinador, por ms

    entrenado que est, no tiene un control total sobre el grupo, que muchas vecesse desva del tema de indagacin. Otra dicultad frecuente es la complejidad del

    anlisis de los resultados, pues la comunicacin verbal de los participantes tie-ne varias interpretaciones, y muchas veces esta expresin no es verbal (gestos,

    bostezos, nerviosismo). Por todo esto, se requiere de tcnicos bien entrenados.Existen diversos tipos de focus groups (sesiones de dos vas, con moderador

    dual, con moderadores enfrentados, con participantes moderadores, con inte-gracin de cliente). Sin embargo, la tcnica que utiliza un moderador con un

    listado de preguntas (normalmente se lma de forma encubierta la sesin) es lams frecuente.

    Observacin participante o investigacin etnogrca. Esta tcnica cualitativa, aun-

    que no es tan utilizada en el campo cultural como las dos primeras, puede sertil para obtener conclusiones sobre el desarrollo de un determinado proceso.

    La tcnica consiste en ingresar a un grupo, previamente identicado, y ser

    parte de l. Habiendo sido aceptado (el grupo puede o no ser consciente delpapel de investigador del observador), el investigador observa e interacta con

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    el grupo. El observador puede utilizar tcnicas complementarias una vez que esparte del grupo, como entrevistas en profundidad, encuestas breves, historias

    de vida, etctera. El investigador-observador debe mantener una cierta distan-

    cia interna con el grupo, de tal manera de no identicarse totalmente con l. Losresultados de la observacin se van anotando en una libreta de campo y se tratade recabar la mayor informacin respecto de cmo el grupo desarrolla determi-

    nado proceso.Esta tcnica puede resultar til para recabar informacin sobre el comporta-

    miento de determinadas tribus urbanas vinculadas al campo cultural. En nues-tra experiencia, esta tcnica fue propuesta para observar desde adentro los gru-

    pos grateros de las hinchadas de ftbol. Los resultados seran utilizados parauna mejor puesta en marcha de un programa de realizacin de murales-gratis

    que haran estos grupos bajo la direccin de un artista plstico destacado deMendoza. Por diversas circunstancias, el programa no pudo llevarse a cabo y no

    se comprob la ecacia de la tcnica.Finalmente, es importante destacar que, en la utilizacin de estrategias cua-

    litativas es esperable que estas vayan acompaadas de estrategias cuantitativasque puedan dar una idea de la validez y la generalidad de los resultados obteni-

    dos en las primeras. Es muy comn, por ejemplo, que se utilicen entrevistas enprofundidad yfocus groups con destacados representantes de los sectores cul-

    turales, para desarrollar un determinado plan cultural, y si estos resultados novan acompaados de una visin general representativa del total de la poblacin,

    es muy probable que las indicaciones del plan tengan un corte excesivamentecorporativo.

    I

    Una vez conocidas someramente las tcnicas cuanti y cualitativas de obtencinde informacin, es bueno referirse a la construccin de indicadores culturales.

    Cuando se necesita tener idea de la magnitud, la distancia, el valor de algo,normalmente se toman nmeros que dan idea de esa magnitud, distancia, valor,

    etctera (indicadores simples). Sin embargo, muchas veces este nmero no

    es suciente para tener idea de la real dimensin de lo que estamos expresandocon ese nmero aislado. Por ejemplo, si un director de teatro dice que tuvo 70

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    personas el da del estreno, ello ser mucho o poco dependiendo si se trata deuna obra afamada y con actores conocidos o de una obra experimental con estu-

    diantes de teatro. Igual, depender de si el teatro tiene pocas o muchas butacas,

    etctera. Es decir, muchas veces, para tener la verdadera idea de la medida dealgo necesitamos compararlo con otro dato, y de esta comparacin surge unndice a cuyo conjunto llamamos indicadores complejos.

    As, los indicadores son construcciones comprobables empricamentecapaces de relacionar un dato (simple o complejo) con un determinado campo

    de accin. En este caso, el cultural.Un indicador cultural es propio y solo tiene una importancia sustantiva para

    este campo: asistentes a un museo, nivel de consumo de obras de arte por niveleducativo o cantidad de construcciones patrimoniales de ms de 500m cubier-

    tos, por dar ejemplos al azar, son indicadores particulares de la gestin culturalconstruidos en funcin de los intereses de los gestores de ese campo. Por ello, en

    cultura hablamos de indicadores culturales, y su desarrollo es tan importanteque han sido incluidos como un apartado especial en la Agenda 21 de la cultura.

    Un compromiso de las ciudades y los gobiernos locales para el desarrollo cultural.Al igual que en los casos anteriores, existe mucha bibliograa sobre indica-

    dores que el gestor cultural podr consultar. Sin embargo, como la construccinde los indicadores debe, necesariamente, hacerse en el espacio de lo social, los

    indicadores para cultura, a pesar de que mantienen los parmetros generales,son especiales. Tal como lo expresa la Agenda 21 de la cultura, la construccin

    de indicadores culturales viene realizndose a nivel mundial en forma descoor-dinada y fragmentaria. Por ello es imprescindible que el gestor cultural en el

    mbito pblico est al tanto de los indicadores culturales ya construidos que lepuedan ser tiles, adems de abocarse a la tarea de construir los propios.

    Establecer indicadores para el rea cultural es complejo, pues deben necesa-riamente vincular tres grandes mbitos del campo cultural, tal como lo mencio-

    nan Carrasco y Escuder (2007, p. 8-10) en un reciente artculo:

    1 Documento sobre poltica cultural aprobado en Barcelona el 24 de octubre del 2006 porla Comisin de Cultura de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (): http://www.agenda21culture.net.

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    a. Los sectores. Son los espacios en que se divide el mbito de la cultura en undeterminado territorio. Estos sectores, en general y de la misma manera como

    se mencion para la denicin de cultura, son determinados por la propia his-

    toria de la poltica estatal. Por ejemplo, para el caso de Mendoza, los sectoreshan sido: las actividades artsticas (teatro, danza, plstica, msica, audiovisual yliteratura), el patrimonio, la industria cultural y el desarrollo sociocultural.

    b. Las funciones. Son las funciones que establece una determinada poltica cul-

    tural para el desarrollo de la cultura en un territorio. As tenemos la formacin,la creacin, la produccin, la difusin, el consumo y la registracin.

    c. Los recursos. Son los medios bsicos con que cuentan el Estado y los particula-

    res en el campo cultural. Estos recursos son la infraestructura cultural, los recur-sos humanos abocados a la cultura, el equipamiento y los recursos econmicos-

    nancieros destinados al quehacer cultural.

    Al mismo tiempo, los indicadores variarn si se quiere realizar un diagnosticode la realidad cultural o si se desea actuar sobre la realidad. Para un caso u otro,

    los indicadores sern distintos. Un sistema de indicadores debera poder medirdesde los aspectos ms operativos y concretos de una realidad o poltica cultural

    hasta los aspectos ms estratgicos y abstractos.As, podramos establecer:

    a. Indicadores de recursos y de proceso para el nivel operativo.b. Indicadores de producto para los niveles directivos.

    c. Indicadores de resultado y de impacto para el nivel estratgico.

    El siguiente cuadro puede ser ilustrativo:Indicadores

    de impacto

    de resultado

    de producto

    de proceso

    de recursos

    Evaluacin

    Gestin

    Actividades

    Indicadoresestratgicos

    Indicadoresoperativos

    Indicadoresde gestin

    Nivel operativo otcnico-instrumental

    Nivel directivoo de gestin

    Nivel poltico

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    Del cuadro se desprende que los niveles polticos, los ms altos en el nivelde decisin, se interesan por los indicadores estratgicos que permiten evaluar

    un determinado plan o poltica cultural usando indicadores de resultado y de

    impacto. Los niveles medios utilizan indicadores de gestin que permiten verlos productos obtenidos por los distintos programas que componen el plan cul-tural. Y, nalmente, el nivel operativo, es decir los tcnicos y personal efectiva-

    mente responsables de cada una de las actividades que componen los distintosprogramas, se preocupan por medir los procesos y los recursos involucrados en

    cada una de esas actividades.En este sentido, un buen sistema de informacin cultural debe ser capaz de

    proveer indicadores para los tres grandes niveles que componen la estructurapblica (o privada) en la gestin cultural.

    Por otro lado, es deseable que los sean competentes para construir indi-cadores complejos, es decir aquellos que vinculan distintos datos (que pueden

    ser de diferente tipo, cuanti o cualitativos) que nos permiten dar una idea msacabada de la dimensin de lo que se quiere medir. En trminos generales,

    estos indicadores complejos se expresan como tasas, ndices o porcentajes,entre otros. El establecimiento de esas tasas, ndices o porcentajes indicati-

    vos del seguimiento de actividades, procesos, programas o planes es vital parauna gestin cultural pblica que pretenda dar continuidad a sus estrategias de

    intervencin.

    L S I C ()

    Los Sistemas de Informacin Cultural son, en general, ocinas estatales encar-

    gadas de producir, gestionar y brindar informacin cultural. Estas ocinas hantenido un crecimiento sustantivos a partir de la generalizacin y mundializa-

    cin de las nuevas tecnologas informticas, particularmente con internet. Sinembargo, y como ya hemos dicho, estas nuevas tecnologas son solo el soporte

    de la informacin (es cierto, un soporte extremadamente til, rpido y accesibleque ha modicado varios de nuestros presupuestos iniciales en torno a los ).

    Lo que debe primar a la hora de construir o dirigir un es la lgica de siste-

    matizacin de la informacin, que el soporte podr hacer ms y mejor aprove-

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    chable. Sin esa lgica, nuestro sistema, con o sin soporte informtico, est des-tinado al fracaso.

    A partir de 2000, los han tenido cabida en muchos de los estados nacionales

    de la regin. Ejemplo de ello son: el argentino (http://www.cultura.gov.ar/sinca/), el Conalcuta mexicano (http://sic.conaculta.gob.mx/), el chileno (http://www.siccnca.cl) y el colombiano (http://www.sinic.

    gov.co//). Por nuestra parte, pudimos poner en funcionamiento el (Sistema de Informacin y Comunicacin Cultural) en el Instituto Provincial de

    la Cultura (MendozaArgentina), en 1996.Como primer avance, es necesario destacar que en la construccin de un

    deben establecerse bien algunas pautas centrales:Es necesario tener claro quines van a ser los usuarios de la informacin, cul es la cobertura ombito territorial de aplicacin y con qu frecuencia se recolectarn los datos. Esta informacindeterminar las tcnicas y fuentes de informacin, y las caractersticas de los datos (metadatos)(Ozollo, 1996).

    Es decir, se debe tener una clara idea tanto de los usuarios internos (polticos,gestores y tcnicos culturales, instituciones internas, etctera, del mbito cul-

    tural pblico) como de los usuarios externos (personas u organizaciones). Estaclaridad en el perl de los usuarios permitir que la informacin pueda pautarse

    de acuerdo con la tipologa del usuario, y que se genere una forma simple y ami-gable de presentacin de esa informacin.

    Por otro lado, un debe tener claro su mbito de cobertura. La cultura sehace en un territorio determinado, con tradiciones, personas y organizaciones

    particulares que deben ser tomadas en cuenta en el momento de sistematizar lainformacin.

    Finalmente, y no por ello menos importante, un debe tener en cuenta supropio sistema de actualizacin y desarrollo de la informacin. Por eso, insis-

    timos, un debe ser una poltica cultural de Estado y no de un gobierno, esdecir, debe continuar ms all de los cambios de gestin o direccin poltica. Si

    2 Deliberadamente, desplazamos la palabra territorial, que a nuestro juicio deberaremplazarse por la palabra social, pues el mbito no solo debe hacer referencia a unterritorio sino tambin a las organizaciones culturales y polticas, y a las tradiciones quenecesariamente debe cubrir un .

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    ello no es as, todo, lo mucho o poco, realizado, al desactualizarse, irremediable-mente se perder.

    El establecimiento y desarrollo de un es, obviamente, el sntoma de una

    determinada poltica cultural. Que un Estado no promueva, aunque sea formassimples y embrionarias, de tratamiento de informacin cultural, dice mucho desu poltica pblica en el campo de la cultura.

    E

    Desde ya, todo debe adaptarse a las condiciones del Estado en el cual segenera en lo relativo a voluntad poltica, recursos (humanos y econmicos) e

    infraestructura. Sin embargo, proponemos una estructura simple que puededar buenos resultados en estados provinciales o municipales.

    Esta rea se propone como una herramienta general que permita, a partir de lasleyes en vigencia y de cnones internacionales, el registro adecuado de los recur-

    sos humanos, instituciones y servicios producidos en el mbito de la cultura ode la demanda que ella requiera. Es decir, es un mdulo de registracin cultural.

    El rea debera procurar establecer un Sistema de Documentacin Culturalque generalice modos de gestin normalizados en las diferentes reas culturales

    de entidades intermedias y organismos, asistindolos en la conformacin de losmtodos de gestin elaborando manuales, protocolos, reuniones de coordina-

    cin y dems tareas que permitan un funcionamiento integrado y sistematizadode la informacin cultural del sector. Aqu deber proponerse, para cada tipo de

    registracin, formatos mnimos comunes de procesamiento e intercambio de lainformacin.

    Por ltimo, esta rea debe ser capaz de centralizar y sistematizar toda lainformacin secundaria de importancia para las polticas pblicas en el campo

    cultural.

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    Esta rea releva y analiza, tanto con mtodos cuantitativos como cualitativos,

    imagen, impacto y expectativa de pblicos particulares y, en general, de las dis-tintas acciones culturales que se realicen en el mbito de la cultura. Es decir, esun mdulo de medicin, estadsticas e indicadores culturales.

    Tambin debe elaborar indicadores que sirvan para ev