inglath cooper - un año y un día

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Tenía la vida con la que soñaban la mayoría de las mujeres… o eso parecía.El marido de Audrey Colby, al que todo el mundo creía perfecto, era en realidad un monstruo y sus supuestos amigos de la alta sociedad no hacían más que protegerlo, a él y a sus oscuros secretos. La mansión en la que vivía sólo era una cárcel de oro para ella y para su hijo, Sammy. Tenía que escapar de allí. Sólo necesitaba que Nicholas Wakefield dejara de meterse en su vida.El antiguo fiscal había visto cómo muchas mujeres sufrían la violencia y sabía que había cosas que nunca podría resolver, como el asesinato y violación de su hermana. Le había fallado. Pero no fallaría también a Audrey…

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  • UUnn aaoo yy uunn ddaa Inglath Cooper

    Un ao y un da (2007) Ttulo Original: A year and a day (2005) Editorial: Harlequin Ibrica Sello / Coleccin: Sensaciones 565 Gnero: Contemporneo Protagonistas: Nicholas Wakefield y Audrey Colby

    Argumento: Tena la vida con la que soaban la mayora de las mujeres o eso pareca. El marido de Audrey Colby, al que todo el mundo crea perfecto, era en realidad un monstruo y sus supuestos amigos de la alta sociedad no hacan ms que protegerlo, a l y a sus oscuros secretos. La mansin en la que viva slo era una crcel de oro para ella y para su hijo, Sammy. Tena que escapar de all. Slo necesitaba que Nicholas Wakefield dejara de meterse en su vida. El antiguo fiscal haba visto cmo muchas mujeres sufran la violencia y saba que haba cosas que nunca podra resolver, como el asesinato y violacin de su hermana. Le haba fallado. Pero no fallara tambin a Audrey

  • https://www.facebook.com/novelasgratis

    N Pginas 2-151

    Captulo 1 Audrey Colby odiaba la Nochevieja. Era el da del ao en que la gente celebraba

    lo pasado y daba paso a lo nuevo, y cambiar de ao era un innegable recordatorio de que haba dejado pasar doce meses ms. Un ao ms, nada haba cambiado. O, ms bien, no lo haba cambiado ella.

    Sentada ante el tocador de nogal, apenas reconoca su reflejo en el pesado espejo veneciano. Con un dedo, acarici el desvado cardenal que tena bajo la mandbula. Abri un cajn, sac un tubo de crema correctora y se puso un poco. La sombra verde amarillenta se rindi temporalmente, casi invisible.

    Audrey, ests preparada? la voz de su marido lleg desde abajo. Suave, educada. Con un leve tinte de irritacin.

    A ella se le contrajo el estmago, pero no mostr emocin alguna. Se haba acostumbrado a la inexpresiva desconocida del espejo. La mujer que nunca sonrea, de ojos vacos y apagados. Se plante no terminar de maquillarse. Seguira odiando su aspecto porque ella poda ver a travs de la mscara. Aunque el resto del mundo no lo hiciera.

    Se oyeron pasos en la escalera. Jonathan apoy un hombro en el umbral de la puerta. Llevaba un esmoquin negro y una almidonada camisa blanca. La expresin de su rostro moreno era plcida.

    Por qu tardas tanto? pregunt. Vamos tarde.

    Por qu no vas solo hoy? Audrey se oblig a mirar a su marido a los ojos. No me encuentro bien.

    No puedo hacer eso l cruz la habitacin y enred un mechn de su pelo en el dedo. Algo chispe en sus ojos marrones. Qu pensara la gente?

    Qu importa lo piensen?

    Ross y Sylvia nos esperan afirm l.

    Y Laura? aunque ella sinti un destello de ira en su interior, su voz son tranquila. l se qued inmvil, alz una ceja y esboz media sonrisa.

    Segn Ross, sigue en la escuela. Desde cundo ests tan interesada en ver a Laura?

    No lo estoy replic ella con voz neutral. La ira de Audrey desapareci con tanta rapidez como se haba iniciado. Sammy estaba en su habitacin, viendo un DVD. No quera que los oyera discutir.

    Se levant del taburete y fue al vestidor. La luz se encendi cuando abri la puerta. Cerr los ojos y luch contra la desesperacin que la atenazaba. Una y otra vez el mismo baile, sus vidas daban vueltas en un crculo sin salida. Acatar para no pelear.

    Audrey? dijo Jonathan en el umbral del vestidor con voz tensa.

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    N Pginas 3-151

    Terminar de arreglarme enseguida contest ella, descolg el vestido sin mirarlo siquiera.

    Jonathan se lo arranc de la mano y lo tir al suelo como si fuera basura. Despus la atrajo hacia l, agach la cabeza y bes su mandbula, justo en el cardenal, despus su barbilla y, por fin su boca.

    Eres tan bella dijo, apartndola para mirarla. Sigo pensando que llegar el da en que te mire y te vea de otra manera. Pero an no es as.

    Ella se sinti como un pjaro enjaulado de bello plumaje. Un solo chasquido y el pjaro cantaba.

    Por cierto le susurr l al odo. Creo que te alegrar saber que he matriculado a Samuel en la Escuela Cade Country.

    Esas palabras la golpearon como un ladrillo en el pecho. Sus pulmones se quedaron sin aire.

    Qu significa eso? pregunt, con una mano en la garganta.

    Es un internado de Connecticut explic l con voz racional, como si lo que deca fuera lo ms lgico del mundo. Han ampliado las plazas y podr incorporarse a mediados de febrero. Lo llevaremos cuando regrese de mi viaje a Repblica Dominicana.

    Audrey lo mir atnita. Cuando recuper el habla, su voz son como si fuera de otra persona.

    Sammy no se va a ningn sitio. No puede. Es demasiado pequeo

    Tiene nueve aos interrumpi Jonathan, brusco. Creo que le ir bien pasar algn tiempo lejos de ti. Lo proteges demasiado y ya es hora de que deje de estar tan enmadrado.

    Ella se rode la cintura con los brazos, como si eso pudiera paliar la sbita avalancha de dolor que senta. Haba aprendido haca mucho que discutir con Jonathan era perder el tiempo. Se mordi el labio para no gritarle.

    l dio un paso adelante y la apart, obligndola a apoyarse en la pared para no caer. Mir los vestidos con impaciencia, eligi uno negro y se lo tir.

    Ponte ste orden. El otro parece vulgar.

    Ella llev el vestido al cuarto bao; como era habitual, la ira y la impotencia le quemaban la garganta como bilis. Se oblig a controlarse y reservar sus energas. Tena que concentrarse en el futuro, en cmo poner su plan en prctica cuanto antes. Repas mentalmente los pasos que deba seguir.

    Tena la direccin de correo electrnico. Slo faltaba utilizarla.

    Lo hara al da siguiente. Esa vez lo hara. Ya no tena otra opcin.

    La fiesta sorpresa no lo fue en realidad.

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    N Pginas 4-151

    Nicholas Wakefield se dijo que deba estar agradecido a sus colegas de la oficina del fiscal del distrito de Atlanta por despedirlo con buenos deseos y no con maldiciones.

    En realidad habran sido ms lgicas las maldiciones, teniendo en cuenta lo insoportable que haba estado los ltimos dos meses.

    Aun as, dese que no hubieran celebrado la fiesta. Marcharse de all ya era lo bastante difcil como para encima hacerlo con una sonrisa.

    Desde el pasillo, oy risitas y murmullos en su despacho. Cuanto antes entrara, antes acabara todo. Suspir y oblig a sus pies a moverse.

    Sorpresa!

    El saludo estall en sus odos, seguido de algunas quejas por el tiempo que haba tardado en regresar de la sala de archivos.

    A cualquiera podra darle artritis por estar tanto tiempo en tensin dijo Kyle Travers, moviendo la cabeza. Tena el pecho ancho como un tonel y una voz a juego. En su papel de fiscal de distrito, la utilizaba para intimidar siempre que lo crea oportuno. Entra, Nicholas, y corta esta tarta tron.

    La has hecho t? pregunt Nicholas, acercndose a la mesa y levantando el cuchillo.

    La hizo Amy Kyle sonri y le dio una palmada en la espalda. Y me dijo que me asegurase de que comas un trozo.

    Ests casado con una de las mejores cocineras de Atlanta. Comera cualquier cosa hecha por ella Nicholas mir los rostros que haba llegado a conocer tan bien en los ltimos nueve aos. En su mayora, eran buena gente. Echara de menos trabajar con algunos de ellos, sobre todo con Kyle. Compartan la misma filosofa sobre cmo debera funcionar el sistema, y a ambos les desagradaba que, con frecuencia, no lo hiciera.

    No deberais haber hecho esto dijo Nicholas al sonriente grupo.

    Cambia de opinin sobre marcharte y descolgaremos los globos, nos comeremos la tarta y simularemos que esta fiesta sorpresa nunca ocurri sugiri Eleana Elliott, la secretaria de Kyle. Estaba apoyada en un archivador, en una esquina del despacho, observndolo. Llevaba unas de esas gafas de marco oscuro que daban un aspecto an ms inteligente a aqullos que ya lo eran de por s.

    Se oyeron murmullos de aprobacin.

    No empecemos con eso otra vez Kyle alz una mano. Nicholas renuncia a ser funcionario. Dejad de darle la lata. Se supone que esto es una fiesta. As que corta la tarta, Wakefield.

    Alguien puso msica y la atmsfera se aliger. Algunos empezaron a bailar.

    Nicholas pase entre la gente, agradecindoles sus felicitaciones por su nuevo trabajo. Aunque saba que la mayora de ellos lamentaba verlo marchar, una parte de s mismo lo obligaba a hacerlo. Si quera mantener la cordura, no poda quedarse.

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    N Pginas 5-151

    Una hora ms tarde, alguien dijo que hacan falta ms vasos. Nicholas se ofreci a ir a buscarlos, agradeciendo un momento de escape. Fue al despacho contiguo, encontr vasos tras el escritorio, se sent y se recost, cerrando los ojos. No lo echaran de menos durante unos minutos. Llevaba varias noches durmiendo un mximo de cuatro horas, normalmente en el sof de su despacho, mientras pona en orden todos los asuntos pendientes. Estaba agotado.

    Eh, sabes que yo tampoco quiero que te vayas.

    Nicholas alz la cabeza. Kyle estaba la puerta, con un hombro apoyado en la jamba.

    Slo porque echars en falta mis cafs.

    Cualquiera puede traerme el caf de Starbucks rezong Kyle.

    S, pero yo traigo justo el que te gusta.

    Cierto Kyle entr, se sent frente a l y coloc las manos detrs de la cabeza. Qu planes tienes? Encontrar una buena mujer? Formar un hogar?

    No me quejo de mi estado civil actual Nicholas apoy un codo en el brazo de la silla.

    Tu estado civil est bien para divertirte los sbados por la noche, pero tu cama debe de estar bastante fra el resto de la semana.

    No lo he notado.

    Ya lo notars un da de stos rezong Kyle.

    Me va mejor solo. Adems, no quiero ser responsable de nadie que no sea yo mismo.

    A m eso me parece bastante solitario.

    Nicholas no contest. No poda negar que a veces se senta solo.

    Quiz sea bueno que te vayas de aqu aadi Kyle tras un breve silencio. Desde que llegaste te has dedicado a cada caso como si tu propia salvacin dependiera del resultado.

    Tal vez fuera as musit Nicholas.

    Kyle suspir con expresin de cansancio.

    Hicimos cuanto pudimos por esa nia, Nick. T lo sabes.

    Las palabras quedaron en el aire. Desde que se dio el veredicto, era la primera referencia que hacan al caso. Nicholas se irgui en la silla.

    S. Eso me repito continuamente.

    Lo hicimos.

    Me relaj demasiado dijo Nicholas con voz grave. Pens que tena el caso bien atado. Y por eso, ese desgraciado qued libre.

    El jurado lo crey a l.

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    N Pginas 6-151

    An era una nia coment Nicholas con tristeza. Catorce aos. Ms joven que su hermana. Lo asaltaron malos recuerdos y puso fin a sus pensamientos.

    Crees que no me destroza ver a seres despreciables como Dayton escaparse sin pagar sus culpas? Hago cuanto puedo, dentro de las reglas del sistema; eso, al menos, es algo.

    Ah estaba. Esas palabras venan a implicar que Nicholas se estaba rindiendo. Y tal vez era cierto.

    Nueve aos antes, haba llegado a la oficina del fiscal de distrito ardiendo de necesidad por cambiar las cosas. Haca poco ms de un mes, haba admitido que, a fin de cuentas, no haba cambiado nada.

    La decepcin lo envolvi, invisible, asfixiante.

    La realidad lo haba golpeado con fuerza al escuchar el veredicto en el caso de Mary-Ellen Moore. Se sinti incapaz de seguir haciendo su trabajo. Algo en su interior se haba cerrado para siempre. Cada da se despertaba convencido de que habra recuperado la energa y pasin que haba sentido por su trabajo.

    Pero cuanto ms anhelaba ese viejo fuego, ms pareca extinguirse.

    No poda olvidar el rostro de la chica. Las fotos de la escena del crimen eran una descarnada prueba de su inocencia. Los labios entreabiertos como si le hubiera asombrado descubrir que el mundo poda acabar de forma tan horrible. El vestido rasgado. Una sandalia desaparecida. La ltima imagen de su hermanita, aos atrs, destell en su mente; fue como si un cuchillo le rasgara las entraas. Se pas la mano por los ojos.

    Hice un promesa a esa familia dijo. Les promet que ese bastardo pagara por lo hecho.

    Nicholas

    Ese fue me error, no? Nunca hagas una promesa que no puedas cumplir recogi los vasos y se puso en pie. Ser mejor que regresemos. Tengo que ir a otra fiesta.

    S contest Kyle, dndose una palmada en las rodillas. No debes hacer esperar a tu nuevo jefe.

    Las primeras impresiones Nicholas se esforz por sonrer.

    chanos de menos un poquito, de acuerdo? Kyle le apret el hombro con suavidad.

    No creo que pueda evitarlo.

    Audrey y Jonathan llegaron a casa de los Webster poco despus de las nueve. Ella slo poda pensar que Jonathan pretenda llevar lejos a Sammy y anhelaba el fin de la velada, para poder quedarse a solas con sus pensamientos y convencerse de que su plan funcionara.

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    N Pginas 7-151

    Una fila de coches de altos vuelos, Bentleys, BMWs, Ferraris, ocupaba la calzada. Los focos iluminaban la enorme mansin. Thomas detuvo el coche ante la entrada y abri la puerta trasera de la limusina Mercedes. Jonathan baj y le ofreci una mano. Ella la ignor. l frunci el ceo un milisegundo y luego sonri.

    Te llamar al mvil cuando estemos listos para volver a casa, Thomas dijo.

    S, seor asinti Thomas.

    Jonathan rode la cintura de Audrey con un brazo y, posesivo, la atrajo hacia as, obligndola a caminar junto a l. Era una representacin que haba perfeccionado. Los Colby: pareja felizmente casada. Marido amantsimo. Esposa mimada.

    Ross y Sylvia Webster estaban en el umbral. Ross un ex levantador de pesas que haba dejado que se le ablandaran los msculos, sola llevar trajes un poco apretados como si fuera incapaz de admitir que ya necesitaba una talla mas. Silvia, cinco centmetros ms alta que su marido, era la viva imagen de la elegancia; llevaba el pelo oscuro recogido con un pasador de diamantes y un vestido rojo de seda que acariciaba cada una de sus ejercitadas curvas.

    La casa de los Webster, una de las mejores de Atlanta, tena piscina interior, pista de frontn y un inmenso saln de baile, donde se celebraba la fiesta. Una prueba de que la discrecin era muy lucrativa.

    Hola, Jonathan, Audrey Ross le dio la mano a Jonathan y luego se inclin para rozar la mejilla de Audrey con los labios. Sus ojos se encontraron, pero l movi la cabeza, evitando su mirada, mientras saludaba a Sylvia.

    Riendo por algo que Jonathan le haba susurrado al odo, Sylvia se volvi hacia Audrey.

    Vamos a por algo de beber y te hablar del fabuloso modisto que he descubierto. Opino que sus creaciones te quedaran perfectas.

    Luego te buscar dio Jonathan, con voz grave.

    Audrey sigui a la otra mujer por el vestbulo. La escalera estaba decorada con poinsetias rojas. De la barandilla colgaban guirnaldas de hojas de magnolia, que tambin adornaban la entrada al saln de baile. Las lmparas de araa creaban destellos en las botellas de Dom Perignon y las copas de cristal. Un cantante, vestido de esmoquin, entonaba una meloda de Sinatra, situado ante una pequea orquesta.

    Me encanta el abrigo coment Sylvia, acariciando la manga del visn de Audrey.

    Gracias Audrey se lo entreg a un mayordomo. Ella lo odiaba. Y se despreciaba a s misma por llevarlo puesto, cuando siempre le haba repugnado la idea de que mataran animales por su piel. Pero, sobre todo, odiaba el abrigo porque haba sido una de las extravagantes disculpas de Jonathan. Una de muchas.

    Te ech de menos en el desfile de modas de ayer Sylvia le pas una copa de champaa. Algunos de los modelos nuticos eran para morirse.

    No me digas? Audrey tom un sorbo, sin mirarla.

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    N Pginas 8-151

    Ojal pudiera permitirme tu indiferencia Sylvia emiti un ruidito de desagrado. Pero t estaras fantstica aunque te pusieras un saco encima.

    Audrey se pregunt qu habra dicho Sylvia si le contara lo que ella vea al mirarse al espejo.

    Encontraste algo para tu crucero a St. Barts? pregunt, obligndose a hacer conversacin.

    Unas cuantas cosas Sylvia se anim. Pero ahora estoy penando en la gala del Hospicio Martin, el da dos. Sigues pensando en ir, verdad?

    Lo cierto era que ella lo haba olvidado. Jonathan le haba llevado la invitacin y sugerido que fuese con Sylvia. Era bueno dejarse ver en ese tipo de eventos. Audrey habra preferido hacer una donacin annima, pero l no quera que desperdiciase la oportunidad de obtener el reconocimiento pblico.

    Yo s contest.

    Es una gala benfica, claro, pero tengo entendido que Neiman ha reservado parte de su coleccin de primavera para donarla.

    Que generoso coment Audrey.

    Sylvia procedi a contarle cmo Carol Estings virtualmente le haba arrancado de la mano un baador de Dolce & Gabbana la semana anterior, cuando estaban de compras en Saks.

    Audrey emiti los ruiditos de inters apropiados, mientras deseaba poder acelerar el paso del tiempo. Dejar atrs el inevitable desenlace de la noche. Incluso si se quedaba sola en una esquina, algo servira de detonante. Un camarero que le sonriera al pasar, un hombre casado que le preguntase dnde quedaba el cuarto de bao.

    No tena por qu tener sentido. Rara vez lo tena. El desenlace era inevitable.

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    N Pginas 9-151

    Captulo 2 Nicholas, aislado en la fiesta de los Webster, se record que deba socializar.

    Como nuevo socio de Webster & Asociados, haba sido invitado para relacionarse con posibles nuevos clientes.

    Pero se senta fuera de su elemento. Y mucho. Estaba rodeado por la lite de la sociedad de Atlanta. Directores ejecutivos quejndose de la Bolsa. Abogados jactndose de cunto hacan trabajar a sus nuevos ayudantes. Una actriz luciendo su ltima operacin esttica.

    Tras la fiesta sorpresa haba ido a casa a cambiarse. Ech un vistazo a su recin estrenado esmoquin, preguntndose si le quedaba tan mal como le haca sentir. Nunca haba sido hombre de esmoquin, pero tampoco se haba imaginado trabajando para uno de los bufetes ms importantes de la ciudad. Las cosas cambiaban. Las personas cambiaban.

    Dej que su mirada vagara por el saln, fijndose en dos mujeres que, como l, estaban alejadas de la gente, charlando. A la izquierda, Sylvia Webster, a quien haba conocido unos das antes en la oficina de Ross. Agradable, pero demasiado ansiosa por complacer a su marido en todo.

    La mujer que haba con ella le resultaba familiar, pero no saba por qu. Bellsima. Pero su rostro denotaba algo ms, que le intrig. Daba la impresin de, al igual que l, tolerar la fiesta ms que disfrutarla.

    Mir su mano izquierda. Llevaba alianza.

    Aqu ests, Nicholas Ross Webster se acerc entre la gente, seguido por un hombre. Quiero que conozcas a unos de nuestros clientes ms importantes. Jonathan Colby, este es Nicholas Wakefield, nuestro socio ms reciente en W&A.

    Colby extendi el brazo y le dio un apretn de manos firme, autoritario. Meda casi un metro ochenta y daba la impresin de ser un hombre acostumbrado a que le prestaran atencin. A Nicholas le record a un semental que haba visto con un grupo de yeguas cuando era nio. Con una sola mirada, ese semental dejaba clara su posicin a cualquiera que lo amenazara. Retndolos a atreverse.

    Encantado de conocerte, Nicholas dijo, con voz suave y receptiva.

    Es un placer, seor Colby. Estoy deseando trabajar con usted.

    Jonathan, por favor. Supongo que ser un gran cambio despus de dedicarse a crmenes y delitos.

    Cuento con ello replic Nicholas.

    Tendremos ms que suficiente trabajo para mantenerte ocupado Colby sostuvo su mirada un instante, despus sonri y mencion algunas de las cosas que tenan en marcha: un juicio con una compaa de Savannah y otro par de casos igual de inofensivos. Pero eso era precisamente lo que buscaba Nicholas.

    Casos inofensivos.

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    N Pginas 10-151

    Audrey estaba en un extremo de la enorme sala de los Webster, donde sonaba una cancin de Col Porter que irritaba sus ya sensibilizados nervios.

    Sylvia se haba excusado y haba ido a comprobar cmo iban las existencias de champaa. Audrey haba agradecido liberarse de su inquisitiva mirada.

    Mir a su alrededor buscando a Jonathan. Unos minutos antes lo haba visto junto al bar, charlando con Ross y un hombre ms joven a quien no conoca.

    Vio a Jonathan a los pies de la curva escalera de mrmol. l se ajust la pajarita y subi los escalones de dos en dos.

    A Audrey se le contrajeron los pulmones por falta de aire. Fue hacia la parte trasera de la casa y sali a disfrutar del aire nocturno.

    Laura Webster estaba en medio de su dormitorio de infancia, bebiendo su segunda copa de vino. Era ridculo, pero la habitacin segua pintada de rosa y blanco, y sus viejos juguetes estaban ordenados en estanteras, junto a la cama.

    Mir su reloj. l se retrasaba. Haban acordado verse a las diez y media. De eso haca casi una hora.

    La paciencia nunca haba sido una de sus virtudes. Laura odiaba que la hiciesen esperar. En su condicin de hija nica, hasta ese momento la gratificacin inmediata haba sido una constante en su vida, y no saba conformarse con menos. Sus padres solan desvivirse para cumplir todos sus caprichos.

    Y tena muchos. El ms reciente, su gusto por la ropa de Prada, que haba satisfecho en viaje de fin de semana a Manhattan, agotando su visa platino.

    Era obvio que su padre an no haba recibido la factura. No le haba estallado ninguna vena.

    En realidad sus padres eran felices dndole cosas. Eran ellos los que haban instaurado el sistema. No, Laura, no podremos ir a verte en la exhibicin de salto este fin de semana; pero si lo haces bien, hablaremos de ese nuevo pony que queras.

    Haba aprendido el valor del soborno a muy corta edad. Y siempre haba sido buena estudiante.

    Fue al tocador y se pas una brocha de pelo de marta por la nariz y la barbilla. Se examin en el espejo y le gust lo que vio. Nariz pequea, boca llena, pelo oscuro hasta la barbilla, con sutiles reflejos, cortesa del mejor peluquero de la avenida Madison. Los hombres la admiraban al verla pasar. Habra sido muy fcil tener una cita esa noche, y sin embargo all estaba, esperando.

    Llamaron a la puerta.

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    N Pginas 11-151

    Adelante Laura alz la copa de vino y borr de su rostro toda expresin, excepto la indiferencia.

    La puerta se abri. Vio a Jonathan en el umbral, silueteado por la luz del pasillo. l entr y cerr la puerta.

    Ya no contaba con verte.

    Lo siento dijo l, pero no pareca arrepentido.

    Ella control su irritacin, negndose a mostrarla. Llevaba desendolo desde los diecisis aos. Haba empezado a flirtear con l en las fiestas de sus padres, rozndolo con un brazo, captando su mirada. Incitarlo haba sido como tirar una cerilla a un charco de gasolina, deseando que prendiera pero sin saber cmo apagar el fuego una vez que se iniciara.

    Haba tardado seis aos en conseguir que prendiera la llama. A veces no estaba segura de controlar lo que haba provocado. Pero le gustaba intentarlo.

    Cruz la habitacin e introdujo la mano bajo su camisa blanca.

    No tengo mucho tiempo dijo l, mirndola con un destello de pasin en los ojos.

    A Laura le gustaba eso.

    Desliz las tiras que sujetaban su vestido, que cay al suelo. Debajo estaba desnuda.

    La boca de Jonathan encontr la curva de su cuello y lo mordisque, detrs de la oreja.

    No haba mucha luz en la habitacin, pero las cortinas estaban abiertas y se oa el ruido de la fiesta. l la llev hacia la ventana, besndola con tanta fuerza que ella not el principio de un cardenal en los labios.

    Cualquiera que alzase la vista desde fuera los vera con toda claridad.

    A Laura tambin le gustaba eso.

    La destreza social de Nicholas era, en el mejor de los casos, pobre, y cuando an faltaba media hora para medianoche, sali por uno de los ventanales de la parte trasera de la casa, buscando unos minutos de soledad. Gran parte del jardn estaba ocupado por una terraza de suelo de pizarra. Haba varias mesas redondas y blancas, con sombrillas en el centro, y sillas a juego. Unos anchos escalones de piedra partan de la casa iluminada.

    Cuando haba bajado tres cuartas partes de ellos, la vio. Tena el pelo rubio claro, liso y con la raya al centro. Acariciaba la curva de su hombro. Unos pendientes de diamantes hacan juego con el anillo que llevaba en la mano izquierda.

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    N Pginas 12-151

    Comparado con los escotes que lucan la mayora de las mujeres, su vestido era bastante conservador. Aun as, no consegua ocultar las curvas de su cuerpo. Emanaba una elegancia sutil y muy atractiva.

    Entonces la reconoci. Haba visto su foto en el peridico, en algn acto benfico.

    Colby. Audrey Colby.

    Debera volver a entrar. Nicholas siempre haba confiado en su intuicin. Casi nunca se equivocaba.

    Pero decidi ignorar la voz de la razn. Una fuerza mayor lo llev a cruzar la terraza, como atrado por un campo magntico.

    Ella alz la vista y dio un paso atrs.

    Lo siento dijo l. No prenda asustarla.

    No lo haba odo contest ella, con una mano en el cuello.

    Empezaba a hacer calor ah dentro se pas el dedo por el cuello de la camisa. El aire fresco sienta muy bien.

    S, as es corrobor ella unos segundos despus. Lo observ un momento. Disculpe dijo y se encamin hacia los escalones que llevaban a la casa.

    Es la esposa de Jonathan Colby, verdad? pregunt l, ignorando de nuevo la voz que le deca que la dejase marchar.

    Ella se detuvo en el tercer escaln, y se volvi hacia l, en silencio.

    Soy Nicholas Wakefield aadi l. Ross acaba de contratarme. Trabajar con su marido.

    Ella lo mir un momento y l percibi algo en sus ojos que no supo identificar. Desaprobacin, quiz. Tras tomar aire, el rostro se volvi inexpresivo. l pens que casi prefera la desaprobacin, pero sinti una intensa curiosidad. Interesante.

    Felicidades, seor Wakefield reemprendi su camino. Tengo que marcharme.

    Nicholas haba credo que no quedaba mucho en el mundo que pudiera molestarle. Durante nueve aos haba visto a todo tipo de locos pasar por su despacho, lanzndole insultos que erizaran el vello a la mayora de la gente. No entenda por qu le molestaba el tono de voz de esa mujer. Tal vez porque pareca haberlo enjuiciado, y quera saber la razn.

    He dicho algo que la ofendiera, seora Colby?

    La pregunta hizo que se detuviera de nuevo. Gir lentamente y desanduvo parte del camino. Ech un vistazo rpido hacia la casa, por encima del hombro.

    No s qu lo ha llevado a pensar eso.

    Por qu no empezamos de nuevo? l le ofreci la mano. Soy Nicholas Wakefield.

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    N Pginas 13-151

    Audrey Colby con desgana, ella la acept.

    En su voz se captaba la suavidad surea. Pero incluso en la penumbra, fueron sus ojos los que lo atraparon. Ojos heridos. Como si ocultaran cicatrices muy profundas.

    Ella lanz otra ojeada hacia la puerta y luego avanz ms hacia la oscuridad, junto al muro de roca que tenan a sus espaldas.

    Toda esa gente llega a ser agobiante.

    Sin saber por qu, aparte de que era la esposa del cliente ms importante de su nueva empresa, se senta intranquilo estando all con ella. Haca mucho que no le incomodaba la presencia de una mujer.

    S admiti por fin. Esa gente puede ser un poco se interrumpi, decidiendo que ella no era la persona adecuada para revelarle sus verdaderos sentimientos respecto a la fiesta.

    Presuntuosa? ofreci ella, sorprendindolo.

    Usted lo ha dicho lade la cabeza un poco.

    S. Lo he dicho yo.

    Pero la msica es buena la msica les llegaba por los altavoces de la parte de atrs de la casa. La orquesta deba de estar tomndose un descanso.

    Ella volvi a mirar la puerta.

    Veamos l apoy la cadera en el muro y cruz los brazos sobre el pecho. Tiene alguna resolucin para el Ao Nuevo?

    Slo una contest ella, tras un largo silencio.

    Yo he hecho una o dos, a pesar de mi cinismo ofreci l, al ver que no le devolva la pregunta. Cree que cumplir la suya?

    S replic ella con el rostro serio y tenso.

    Se abri una puerta. Las risas de la fiesta se oyeron en la noche. Audrey, sobresaltada, avanz ms hacia las sombras.

    Un hombre cruz la terraza, se detuvo bajo una farola y encendi un cigarrillo.

    Est bien? pregunt Nicholas.

    S, gracias. Pero debo irme.

    l no pudo explicarse la decepcin que sinti. No haba nada lgico en la inmediata conexin que haba sentido con esa mujer. No saba nada de ella; sin embargo, inexplicablemente, deseaba saberlo todo.

    Rodendolo, ella corri escaleras arriba.

    Espere! alz una mano.

    Ella sigui. Y no volvi la vista atrs.

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    N Pginas 14-151

    El viaje de vuelta a casa fue silencioso.

    En el asiento trasero de la limusina, la atmsfera era pesada como una tarde de verano en Georgia, antes de una tormenta. Audrey ocultaba el rostro mirando por la ventanilla.

    Sera muy fcil abrir la puerta y lanzarse a la carretera. Y muy cobarde. Eso slo pondra fin a su sufrimiento. Si fuera tan sencillo, tal vez lo habra hecho mucho tiempo atrs.

    Pero estaba Sammy.

    Cuando el coche se detuvo ante la casa, el conductor les abri la puerta. Jonathan baj y esper a que Audrey lo siguiera.

    Buenas noches, Thomas dijo Jonathan.

    Buenas noches, seor Colby. Seora Colby.

    Buenas noches Audrey fue hacia la puerta de entrada sin esperar a Jonathan. Intentaba introducir la llave en la cerradura cuando l se la arranc de la mano, la clav en el agujero y abri con un empujn.

    Marsha Lynch, la niera, apareci en el vestbulo, llevndose la mano al cuello.

    Ah. Hola, seor y seora Colby. Al principio tem que no fueran ustedes.

    Todo bien, Marsha? Audrey forz una sonrisa.

    Perfecto. Lleva horas dormido.

    Jonathan sac la cartera, pag a la chica y la despidi con un brusco buenas noches.

    Llmenme cuando quieran dijo Marsha, con incertidumbre. Sali y cerr la puerta a su espalda.

    Jonathan dej caer su llavero en la consola de la entrada, y el ruido reverber por toda la casa.

    Jonathan, por favor musit ella. Sammy

    Sammy! clam l. Es que slo puedes pensar en Sammy? pronunci el nombre del nio con desdn. Siempre haba insistido en que lo llamara Samuel. Le airaba que Audrey, por desliz, utilizara el nombre que ella prefera. Fue hacia el saln, se quit la chaqueta, y la lanz sobre el respaldo del sof de cuero.

    Audrey se qued en el vestbulo unos segundos, con los ojos cerrados y un nudo en el estmago. Despus fue hacia la escalera. Todava poda evitarlo. Si lo dejaba en paz, quiz se calmara. Siempre haca el mismo razonamiento, aunque los episodios eran como una tormenta que viniera del mar. No poda hacer otra cosa que esperar su llegada.

    Adonde crees que vas? dijo l, con voz ms alta. Si corra arriba, la seguira, tirara la puerta abajo, si fuera necesario. Y Sammy se despertara

    Se detuvo con una mano en la barandilla, gir y se oblig a volver al saln, utilizando toda su fuerza de voluntad.

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    N Pginas 15-151

    Jonathan, vamos a la cama. Estoy cansada, y le sugiri desde la puerta.

    Tan agotadora result tu pequea reunin en la terraza? pregunt l, sirvindose whisky escocs en un vaso. Su voz tena un inquietante tono tranquilo.

    No s de qu ests hablando.

    l tom un sorbo de licor, se sirvi un poco ms y cruz la habitacin. Sus zapatos resonaron amenazadores en el suelo de madera.

    No estoy de humor para juegos, Audrey.

    Sal a tomar un poco de aire fresco. Nada ms.

    Aire fresco repiti l con sarcasmo. Y el nuevo socio de Webster apareci all por casualidad.

    Audrey titube, buscando una respuesta que la salvara. Pero no haba respuesta. Dara igual lo que dijera. Intent razonar.

    Sali un par de minutos. Se present y me dijo que trabajara contigo. Eso es todo.

    S muy bien cunto tiempo estuviste all fuera Jonathan se acerc, entrecerrando los ojos.

    Ella se enfrent a la dura mirada de sus ojos, deseando retarlo. Preguntar si la haba visto desde el dormitorio de Laura. Se mordi los labios para no hacerlo.

    Acaso creste que iba a fijarse en ti? la mir de arriba abajo. Me avergonz que me vieran contigo. No haba una sola mujer que no tuviera mejor aspecto que t esta noche. Cundo vas a desarrollar algo de gusto? Ya no vives con esa palurda familia tuya.

    Ella empez a recordarle que l haba elegido el vestido, pero l la agarr del brazo y peg un tirn.

    Jonathan, para! suplic ella, tragndose un gemido; casi le haba desencajado el hombro.

    Parar cuando yo quiera con el dorso de la mano, la golpe en el cuello. Ella sinti un latigazo de dolor insoportable. Gimi. Antes de que pudiera erguirse, la tir hacia el sof. Ella cay al suelo de medio lado; el hombro, ya dolorido, soport todo el golpe. Se mordi el labio para no gritar.

    Sammy. Tena que pensar en Sammy. Estaba arriba. Por favor, no bajes. Por favor, pens.

    Jonathan la levant de un tirn y la lanz contra la pared, que ella golpe con el mismo hombro. Pero esa vez no pudo contener el grito de dolor. Se derrumb en el suelo, coloc la cabeza entre las piernas y rode su cuerpo con los brazos, rezando para no sentir ms.

    Esto no ocurrira si me escucharas. Cuntas veces te lo he dicho? Y Samuel. Es igual que t. Ninguno de los dos escuchis lo que digo.

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    N Pginas 16-151

    Para su vergenza, Audrey estaba llorando. Se haba jurado no hacerlo ms. Llorar era una debilidad. Era lo que l pretenda.

    Entonces l le dio una patada en la cadera izquierda. Ella mantuvo los brazos alrededor del cuerpo y la cabeza entre las rodillas, rezando para que acabase pronto. Puedo soportarlo. Una vez ms. Oh, Dios, Dios, por favor haz que pare. Por favor, no me obligues a dejar solo a mi hijo.

    Por faavoooor.

    La palabra reson una vez en su cabeza, y luego se hizo la oscuridad.

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    N Pginas 17-151

    Captulo 3 El confeti apenas se haba asentado en el suelo cuando Nicholas dio las gracias a

    los Webster por su hospitalidad y se march.

    Esper hasta que el aparcacoches le llevara su vehculo y sali de all rpidamente, deseando dejar atrs su preocupacin respecto a Audrey Colby.

    Tres kilmetros despus, redujo la velocidad y se pregunt qu lo haba inquietado tanto de ella. No poda haberle dejado ms claro su deseo de quedarse a solas. Pero aun as, l haba sido incapaz de marcharse de la terraza. Se senta como si todo se hubiera revuelto en su interior tras las pocas palabras que haban mantenido; revuelto hasta el punto de que las distintas partes que componan su yo haban dejado ce encajar en su sitio.

    Haba sido la mirada de sus ojos. Una mirada que haba visto demasiadas veces en los ojos de gente que haba perdido a un ser amado por causa de un sin sentido. Un destello del alma de una persona rota.

    Sin embargo, le extraaba que fuera el caso de Audrey Colby. Se pas la mano por el rostro, ordenndose olvidar la cuestin.

    Desde esa noche, por decisin propia, empezaba una carrera nueva que poda aceptar. No habra ms cruzadas. Ni ms familias pidindole justicia. No ms intentos de arreglar algo que nunca tendra solucin.

    Audrey Colby estaba casada con uno de los hombres ms ricos de Georgia. Probablemente, cualquier mujer envidiara su vida.

    Gir en el camino de entrada a su casa y puls el control remoto de la puerta del garaje.

    Algo sali corriendo, buscando el refugio del seto que separaba su jardn del de su vecino. El foco del garaje iluminaba el centro del camino, pero los arbustos estaban en sombras y no vea nada.

    Baj la ventanilla y apag el motor. Oy un tenue gemido bajo el seto.

    Nicholas sali del coche y se arrodill junto a los arbustos. Un par de ojos lo miraron fijamente.

    El perro, negro como la noche, no llevaba collar e intent alejarse ms, gimiendo.

    Nicholas suspir. Estaba deseando irse a la cama y dormir al menos doce horas. Alz las ramas inferiores del arbusto.

    Eh dijo. Ests herido? Sal. Deja que te vea.

    Pero el perro no se movi.

    Comida. Necesitaba tentarlo con algo, pero en el coche slo tena un paquete de chicle. Sac las llaves, entr en la casa y fue a la cocina. Pareca un monumento a la

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    N Pginas 18-151

    pizza de encargo; haba cuatro cajas vacas sobre la mesa. El fregadero estaba lleno de tazas.

    Los lunes un servicio de limpieza se deshaca de las cajas y fregaba los cacharros. Era como vivir en un hotel. Un lugar donde comer y dormir. Temporal.

    Sac dos rebanadas de una bolsa de pan de molde y volvi fuera. Se arrodill y ofreci el pan al perro, que olisque, pero sigui inmvil. Nicholas agit el pan; el perro no pareca interesado. Esper un par de minutos, sin resultado.

    Por fin, se puso en pie. No poda hacer ms. Lo haba intentado y tena la conciencia tranquila.

    De acuerdo, me rindo. Voy adentro.

    Slo haba dado un par de pasos cuando triunf la comida. El perro se asom lo suficiente para alcanzar el pan y se lo trag de un bocado.

    Era de tamao mediano y no deba de tener ms de ocho centmetros de grosor en su parte ms ancha. A la luz, vio que tena manchas blancas en las patas y en el pecho. El pelaje era escaso y sin brillo, quiz por efecto de la desnutricin o los parsitos.

    El perro lo mir y se encogi. A Nicholas le dio un vuelco el corazn. Se arrodill de nuevo.

    No pasa nada. Slo quera comprobar que estabas bien.

    Desconfiado, el perro se puso en pie y trot hacia la calle.

    Hubo un destello de faros en el cruce de la esquina. El perro, nervioso, mir hacia atrs. El coche se acercaba. Nicholas corri a su lado y se lanz sobre l. El perro se aplast contra el suelo, como si quisiera que se lo tragara la tierra.

    Eh, tranquilo. No quera que salieras a la carretera acarici su cabeza y el animal se estremeci.

    Haba una clnica veterinaria con servicio de veinticuatro horas a unos kilmetros de all. Poda llevar al perro y ellos decidiran qu hacer con l. Lo alz en brazos, lo coloc en el asiento delantero del coche y cerr la puerta.

    Cinco minutos despus aparcaba ante la clnica, que tena la luz encendida. Sali del coche y llam al timbre. Una joven abri treinta segundos despus.

    Puedo ayudarlo?

    S. Tengo un perro fuera. Est herido dijo l.

    Necesita ayuda para traerlo?

    No, vuelvo ahora mismo fue al coche y abri la puerta con cuidado. El perro estaba hecho un ovillo en el asiento delantero. Le acarici la espalda y lo levant con delicadeza. Perdona susurr.

    La joven le sujet la puerta y lo gui a travs de la sala de espera a la sala de consulta.

    Soy la doctora Filmore, la veterinaria de guardia.

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    N Pginas 19-151

    Nicholas Wakefield.

    Contra las paredes haba grandes jaulas en las que dorman algunos perros. Un cocker spaniel marrn oscuro alz la cabeza y gimi.

    Est bien, Bo dijo la doctora Filmore. Durmete. Pngalo en la mesa le indic a Nicholas.

    l coloc el perro en la superficie de acero con tanta gentileza como pudo.

    Lo encontr fuera de mi casa.

    La encontr dijo la veterinaria, tras echar un vistazo al animal. Es una perra.

    Ah Nicholas asinti.

    Est muerta de hambre la veterinaria era joven, pero le hablaba a la perra con voz suave mientras la palpaba como si supiera muy bien lo que haca. Creo que tiene rota la pata trasera izquierda. Y parece que tambin tiene un par de costillas rotas. Tendr que hacerle unas radiografas.

    Podra haberla golpeado un coche?

    Es posible. Pero ms probable que la hayan pateado, juzgando por su comportamiento dijo la veterinaria con voz plana.

    Ve cosas as a menudo? pregunt Nicholas, con el corazn encogido.

    Demasiado a menudo.

    l no supo qu decir. No saba qu clase de persona dara de patadas a un animal indefenso.

    No le afecta? pregunt.

    S, claro ella suspir. Pero la nica alternativa es dimitir.

    En otro tiempo, l haba dicho lo mismo de su propia profesin. Admir su dedicacin y dese por un momento que el fuego que alimentaba sus propias convicciones no se hubiera extinguido.

    Entonces, la curar?

    Lo mejor que pueda asinti ella. Puede esperar o irse a casa; lo llamar cuando sepa algo.

    No es ma.

    Est diciendo que no quiere que la cure? la doctora frunci el ceo.

    No. Es decir, s, crela. Pero no puedo llevrmela a casa conmigo.

    Quiere que la curemos antes y que despus llamemos a la perrera? pregunt la joven, tensa.

    l percibi la desaprobacin de su voz, pero aceptaba la implicacin de que l era responsable por haberse encontrado con el perro.

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    N Pginas 20-151

    No puede tener un animal dijo. Trabajo muchas horas. No estoy preparado para

    Deje sus datos a la recepcionista lo interrumpi ella; luego le dio la espalda.

    Nicholas ech un vistazo a la perra. Estaba estirada con la cabeza entre las patas, los ojos cerrados como si deseara olvidar el mundo que la rodeaba. Sali a recepcin y rellen los formularios a toda prisa. Estaba deseando volver a su coche.

    Pero una vez all, pens: La perrera.

    Dio un manotazo al volante y sali de nuevo. La recepcionista abri y seal la consulta.

    Entre directamente.

    La veterinaria segua examinando a la perra. No alz la cabeza cuando Nicholas entr.

    S, seor Wakefield?

    Llmeme cuando est lista.

    La joven alz la cabeza y, con una sonrisa radiante, lo borr de su lista de indeseables.

    Ha dejado su telfono?

    S.

    Entonces, buenas noches.

    Eran ms de las tres de la maana cuando Ross Webster se puso la bata y baj las escaleras para servirse un whisky. Se bebi la mitad de un trago, tosi un par de veces y se derrumb en el silln ms cercano. Apoy la cabeza y cerr los ojos.

    Estaba cansado. Era un cansancio que no desapareca despus de una noche durmiendo. La vida lo estaba agotando.

    Ross tena edad suficiente para saber que haba elegido caminos equivocados varias veces en su vida. Caminos que cambiaban las cosas de forma permanente. l haba sido un hombre diferente en otros tiempos. O al menos le gustaba creerlo.

    Haba empezado como abogado defensor de oficio, aunque fuera difcil de creer. Al igual que su nuevo socio, Wakefield, haba tenido ideales. Haba villanos a los que vencer.

    En los ojos de Wakefield an brillaba esa luz. Aunque l pareca creer que se haba apagado. Haba abandonado la oficina del fiscal con el rabo entre las piernas porque los malos ganaban demasiados casos.

    Haca tiempo que Ross haba descubierto, y Wakefield an no, que ser uno de los buenos no llevaba a nada. Empez de forma inocente, una pequea mancha gris fundindose con el blanco y el negro.

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    N Pginas 21-151

    Y entonces, Jonathan Colby apareci en su despacho. Le mostr cmo conseguir la clase de vida que siempre haba deseado. Y firm. Sin ms. Demasiado tarde, comprendi que se haba vendido al diablo. Si quera avanzar, Jonathan ira a remolque suyo.

    Eso implicaba cerrar los ojos ante cosas que no eran asunto suyo. Como el trato que Colby daba a su esposa.

    Que un hombre tuviera una mujer como sa y no la tratara como porcelana delicada superaba a su imaginacin. Las cosas haban llegado al punto de requerir la intervencin de la polica un par de veces. Con la ayuda de un detective, que ahorraba para su jubilacin, Ross haba limpiado el nombre de Jonathan; desde entonces era incapaz de mirar a Audrey a los ojos.

    Tom otro trago de whisky.

    Laura apareci en la puerta, envuelta en una bata blanca. Sin maquillaje ni ropa de diseo, se pareca tanto a la nia que haba sido no mucho tiempo antes, que l sinti dolor de corazn por no poder dar marcha atrs al reloj.

    Qu haces levantado, papi?

    No poda dormir. Los nervios de la fiesta me han desvelado, supongo. Y t?

    Ella se apoy en la jamba de la puerta y cruz los brazos sobre el pecho, como si algo le rondara la cabeza.

    Qu ocurre, cario?

    Crees que Jonathan y Audrey son felices? pregunt ella, unos segundos despus.

    Tan felices como cualquiera, supongo lo haba pillado por sorpresa. Por qu lo preguntas?

    No s. No parecen felices.

    Eso es asunto suyo, no crees?

    Slo me pregunto por qu la gente sigue junta, si no son felices Laura encogi los hombros.

    Es la naturaleza humana, supongo coment l. Es difcil bajar del tren cuando ya est en marcha pens en su propio matrimonio; entenda muy bien por qu Sylvia haba seguido con l tantos aos. Era una situacin envidiable para una chica de la Georgia rural. Si alguna vez haba pensado que existan otras razones, haca tiempo que no tena dudas.

    Esa es una perspectiva muy triste. No creo que la gente deba seguir junta si no funciona.

    Probablemente no concedi l, demasiado cansado para discutir.

    Entonces, por qu lo haces t?

    l la mir a los ojos; iba a simular que no saba de qu hablaba, pero se sorprendi contestando.

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    N Pginas 22-151

    Tu madre y yo llevamos juntos mucho tiempo.

    Y eso es una razn?

    Una.

    Alguna otra?

    Tiene que ver con la edad, creo. Cosas que uno no se habra imaginado haciendo ni defendiendo cuando era joven, pierden importancia y se deja de luchar contra ellas.

    Eso s que es un objetivo de vida. Acomodarse. Sabes algo, papi? Yo no pienso hacer eso.

    Ross capt la desaprobacin en la voz de su hija. El da de su nacimiento, su mayor esperanza haba sido que al crecer se sintiera orgullosa de l. Haba algo demoledor en el hecho de que su propia hija no lo respetara.

    Tal vez tu vida sea completamente diferente.

    Lo ser si puedo afirm ella con una sonrisa.

    Era difcil refutar su certeza. Ross dese que tuviera razn.

    Voy a la cocina dijo ella con voz alegre, como si hubiera decidido darle un respiro. Quieres algo caliente para beber?

    S, cielo acept l. Gracias.

    Enseguida vuelvo.

    l la observ dejar la habitacin. Hasta su forma de andar denotaba confianza. Tal y como Laura lo vea, el mundo era suyo. Haba consentido demasiado a su hija, para Ross era innegable. Pero la quera.

    Se pregunt si Audrey Colby tena un padre que senta lo mismo por ella.

    No poda imaginarse lo que hara si Laura estuviera con un hombre que la maltratase. Su estmago se tens. Laura era una nia mimada, pero era lo nico bueno que haba creado en su vida. Morira antes de permitir que acabara como Audrey.

    Senta lstima de ella. Mucha. Pero no era un mago. No poda salvarla.

    Tendra suerte si consegua salvarse a s mismo.

    Audrey se despert con un dolor tan intenso que tard un momento en comprender qu ocurra. Tal vez haba muerto. Quiz la muerte era as cuando uno no viva la vida segn sus expectativas.

    Abri los ojos y mir el techo. La habitacin estaba casi a oscuras, slo llegaba luz de la cocina. Intent sentarse. Algo se le clav en la palma de la mano. La retir de golpe y sinti la sangre deslizarse por su mueca. Estaba rodeada de trozos de

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    N Pginas 23-151

    cristal, los restos de la lamparita de mesa; la pantalla estaba tirada en el suelo, como un viejo sombrero abandonado.

    Gimiendo, se irgui y se apoy en la pared, luchando contra las nuseas. Se llev la mano al hombro e intent moverlo. Una descarga de dolor recorri su brazo de arriba abajo. Se pregunt cuntos das tendra que esconderse del mundo para ocultar esa ltima incidencia. Gracias a Dios, era invierno. Poda utilizar suteres de cuello alto y guantes.

    Apret los ojos con fuerza, limpindose las lgrimas que se deslizaban por sus mejillas con el dorso de la mano. Se despreciaba por llorar. Las lgrimas no servan para nada y no la llevaran a ningn sitio. Eran un sntoma de debilidad, impotencia y autocompasin. Y ella no senta lstima de s misma.

    Haca mucho que no se reconoca en el despojo de mujer en que se haba convertido. Esa mujer encogida y sentada en el suelo de su saln era una desconocida. Alguien extrao que no se pareca en absoluto a la mujer que Audrey haba pensado que sera. Esa mujer era una vctima. Dbil. Despreciable.

    Se pregunt por qu no se haba marchado en cuanto vio a Nicholas Wakefield en la terraza.

    Tal vez porque era un desconocido, alguien annimo que no tena opiniones formadas sobre ella. En la fiesta apenas haba hablado con nadie, saba que cualquier intercambio largo provocara la ira de Jonathan. Fuera, en la oscuridad, una parte casi olvidada de s mismo haba anhelado unos minutos de conversacin sin censura con otro ser humano. Un ser humano que desconoca su vida y poda pensar que era tan normal como el resto del mundo.

    Mam?

    Audrey se enderez de golpe. Su hijo de nueve aos estaba en el umbral, el rostro blanco de miedo. Audrey mir el caos que la rodeaba: la lmpara rota, la mesita de caf patas arriba e imagin cul sera su propio aspecto.

    Sammy. No pasa nada. Qudate ah.

    Tom aire y se desliz por el suelo, con la espalda apoyada en la pared. Cada movimiento era un suplicio. Cuando llegaba a la puerta, el nio se lanz sobre ella y se aferr a su cuello como si estuviera a punto de ahogarse. Ella hizo una mueca para controlar el espasmo de dolor que la recorri de arriba abajo, pero lo abraz con fuerza.

    Sammy sollozaba. Ella cerr los ojos y lo apret contra s, calmndolo con la voz y las manos.

    Crea que estabas muerta consigui balbucir el nio. Te vi contra la pared y pens

    Tranquilo, cielo. Estoy bien las lgrimas anegaron sus ojos. Shh.

    Por qu te hace dao, mami? pregunt Sammy, casi sin voz.

    Sammy, lo siento. Lo siento mucho Audrey le apart el pelo del rostro y limpi sus lgrimas con el pulgar.

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    N Pginas 24-151

    Su hijo, su adorado hijo, la mir con miedo y angustia en los ojos. Audrey se odi por eso ms que por nada.

    A pesar del dolor que la atenazaba, subi las escaleras con l, con el brazo sobre sus hombros.

    Ya en su dormitorio, lo ayud a acostarse. All, sentada junto al hijo al que quera con todo su corazn, Audrey pens cuan diferente era sa de la vida que haba imaginado para s y sus hijos. Se pregunt por qu las cosas eran as.

    Lo cierto era que la realidad la haba pillado por sorpresa.

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    N Pginas 25-151

    Captulo 4 En su ltimo ao de instituto. Audrey empez a trabajar para los Colby. la

    familia ms rica de Lanier. Georgia. Su rbol genealgico se remontaba hasta las primeras inscripciones del registro y Martha Colby se enorgulleca de llevar su casa tal y como lo haban hecho los antepasados de su marido. Aunque haban contratado a Audrey para trabajar dos tardes a la semana y los sbados, su horario se ampli cuando una de las sirvientas dej el trabajo. A Audrey no le importaba trabajar horas extra. Aunque le gustaban sus clases, rechazaba la vida social del instituto. Le haba gustado en el colegio, incluso haba formado parte del equipo de atletismo.

    Pero cuando su cuerpo empez a cambiar, su vida tambin lo hizo. En su primer ao de instituto, subi dos tallas de sujetador. Audrey meda un metro sesenta y dos y era de constitucin pequea, casi frgil; eso provoc que el cambio se notara an ms. De repente, los chicos empezaron a tratarla de otra manera. Ella odiaba la mirada de sus ojos y las risitas que oa en los pasillos. Pero lo peor de todo eran los motes que le ponan y los comentarios sugerentes que hacan al verla pasar. Un da, lleg a clase de biologa y vio uno de esos motes tallado en su pupitre.

    Sali de clase y llam a su madre para que fuera a buscarla, alegando dolor de estmago. Pas el resto de la tarde en la cama, encogida y humillada.

    Qu te ocurre, cielo? le pregunt su madre cuando entr a ver cmo estaba. Algo va mal?

    Odio el colegio, mam contest Audrey con los ojos llenos de lgrimas. No quiero volver.

    Es por lo cambios de tu cuerpo adivin su madre. Me equivoco?

    Es horrible dijo Audrey, mordindose el labio.

    Nena Sarah Williams tom la mano de su hija y la apret entre las suyas, sencillamente te has desarrollado antes que otras chicas. Sabes cuntas mujeres desearan tener tu tipo?

    No soy una mujer. Y los chicos se ren de m.

    Eso es porque son inmaduros y no saben lo que hacen apunt su madre, apretando los labios.

    Por favor, no me obligues a volver.

    Audrey la voz de su madre tena un deje de aoranza, como si pudiera paliar el sufrimiento de su hija con un chasquido de los dedos. Pero no poda, y ambas lo saban, no ser as siempre. Cuanto ms mayor seas, mejor irn las cosas. Te lo prometo.

    En cierto modo, haba tenido razn. Audrey utilizaba ropa que la ayudaba a ocultar su cuerpo, como blusas y sudaderas amplias. Nunca llevaba nada que enfatizase sus senos. Los motes se acabaron. Pero los chicos seguan interesados en

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    N Pginas 26-151

    una cosa. Despus de unas cuantas citas y de que intentaran toquetearla, decidi que eso no era lo suyo.

    Se concentr en su trabajo escolar y su nota media era la ms alta de la clase. Pasaba el tiempo libre pintando; sobre todo retratos y escenas cotidianas de la vida en el pueblo. Adoraba el misterio de un lienzo vaco, de un espacio blanco en el cual poda capturar un instante en el tiempo.

    Empez a trabajar para los Colby a mediados del ltimo curso, y aunque dorma menos horas, agradeca el dinero extra. Acababan de aceptarla en la universidad estatal de Georgia. Ir a la universidad era importante para ella. Nadie de su familia lo haba hecho antes y sus padres contaban con que fuera la primera en hacerlo. Pero no sobraba el dinero. Su padre llevaba veinte aos trabajando en un astillero y su madre, adems de trabajar en el supermercado local, haca arreglos de costura. Audrey quera colaborar en el pago de su matrcula y haca tantas horas extra como poda.

    Una tarde la seora Colby le pidi que limpiara el polvo en la biblioteca. Era una habitacin forrada con paneles de madera y lmparas que invitaban a la lectura; Audrey podra haber pasado semanas all dentro. Limpi con cuidado los marcos de las fotografas que haba sobre las mesitas redondas. Una de ellas le llam la atencin. Era un joven de cabello negro y piel morena, que le sonrea y cuyos ojos denotaban confianza en s mismo. El nico hijo de los Colby, Jonathan. Haba odo hablar de l a su hermano mayor. Jonathan Colby era un icono local, el nio rico que haba ido a un internado y se march de all despus de la universidad.

    Audrey frot el cristal de la fotografa y volvi a dejarla en la mesa. Contemplando el atractivo rostro, se pregunt si visitaba la casa alguna vez.

    Desde ese da, pens en l varias veces. En clase, mientras el profesor hablaba. Por la noche, cuando apagaba la lmpara y se tumbaba en la cama. Se preguntaba cmo sera salir con alguien ms mayor y maduro, distinto de los chicos del colegio.

    Jonathan Colby sigui rondndole el pensamiento, aunque no lo conoca y era diez aos mayor que ella.

    El martes siguiente, desech la idea de dejar de pensar en l. Estaba en la cocina ayudando a Mary, una mujer mayor que llevaba aos trabajando para los Colby y sta le dio una sorpresa.

    Esta semana hay que hacer limpieza extra dijo Mary. La seora Colby dice que Jonathan vendr el fin de semana. El sbado por la noche dar una cena en su honor. Me ha pedido que te preguntara si podas quedarte hasta tarde.

    Audrey dej caer la bandeja que tena en la mano.

    Perdn dijo, agachndose para recogerla, contenta de que no se hubiera roto. Estar encantada.

    Jonathan siempre ha tenido ese efecto en las chicas Mary le lanz una mirada picara y sonri.

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    N Pginas 27-151

    Fue la semana ms lenta de la vida de Audrey. Pareca que el fin de semana no llegaba nunca. El sbado por la tarde, se arregl cuidadosamente. Despus, se mir al espejo y decidi que pareca ms mayor, algo ms sofisticada.

    Audrey lleg a casa de los Colby hecha un manojo de nervios. Cada vez que se abra la puerta de la cocina, se le contraa el estmago.

    A la hora de servir los postres, Audrey sigui a Mary al comedor. Las conversaciones se entremezclaban alrededor de la mesa para doce personas. Estaba tan nerviosa, que no se atrevi a levantar la vista del carrito camarera.

    Puedes poner una de stas en cada cuenco? le pidi Mary, entregndole unas cucharillas de plata.

    Claro respondi ella, alzando la cabeza y vindolo por primera vez. A su derecha se sentaba una chica morena, que rea por algo que le haba susurrado al odo. Audrey no poda dejar de mirarlo. Era tan guapo como en la foto. Incluso ms. Y la chica era alta y estaba deslumbrante con su vestido de cocktail negro sin hombros.

    Audrey se estaba dando la vuelta cuando l alz la cabeza y capt su mirada. Ella se sonroj y sinti un rubor extenderse por todo su cuerpo. l tard varios segundos en apartar la mirada, y habra jurado que vio una chispa de inters en sus risueos ojos azules.

    Fue hacia la mesa y coloc las cucharillas en cada cuenco, sintiendo que sus ojos la seguan. Encogida de timidez, no se atrevi a mirarlo de nuevo.

    Unos minutos despus, huy a la cocina. Una vez all, moj una toalla de papel con agua fra y la presion contra sus mejillas. Haba pasado la semana fantaseando sobre alguien a quien slo conoca por foto. Y despus de verlo en carne y hueso, con una chica enamorada al lado, senta Qu? Decepcin. Por muy ridculo que fuera admitirlo.

    Qu te ha parecido? le pregunt Mary cuando regres a la cocina unos minutos despus.

    El qu? inquiri ella, sin dejar de restregar una cacerola en el fregadero.

    El joven Jonathan, por supuesto.

    Ah. Es muy guapo.

    Y, como siempre, ha trado una chica nueva Mary movi la cabeza. No creo que se asiente nunca. Est demasiado ocupado probando.

    Era ms de la una para cuando acabaron de fregar y recogerlo todo.

    Bueno, ya est dijo Mary, secndose las manos en el delantal. Ahora vete a casa. Irs bien sola?

    S, desde luego le asegur Audrey.

    Vendrs maana a las once?

    De acuerdo contest ella saliendo de la cocina. Subi al viejo coche verde de su madre y encendi el motor. Un horrible chirrido reson como un tiro.

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    N Pginas 28-151

    Lo intent de nuevo, pero el ruido fue an peor. Oy un golpecito en la ventanilla y Audrey dio un bote, llevndose una mano al cuello. Jonathan se asom, sonriente. A ella se le desboc el corazn.

    Te importa que pruebe? lo oy preguntar a travs del cristal.

    No era exactamente el encuentro que ella haba imaginado. Pero agradecida por su ayuda, asinti y sali del coche. l se sent al volante.

    No creo que vaya a arrancar dijo l, tras dos intentos que obtuvieron el mismo resultado.

    Creo que tienes razn dijo ella, obligndose a mirarlo. l sonrea relajado y vio una mancha de carmn en el cuello de su camisa. Por lo visto, acababa de volver de llevar a su cita a casa.

    Creo que no nos han presentado dijo l. Soy Jonathan Colby.

    Audrey Williams.

    Audrey. Me encantar llevarte a casa. Puedes dejar el coche aqu esta noche.

    Ella sinti un estremecimiento al pensarlo, pero no quera que se sintiera obligado.

    Puedo llamar a un taxi.

    No es problema.

    Si ests seguro de que no te importa dijo ella, tras un leve titubeo.

    En absoluto l esboz una sonrisa, idntica a la del hombre de la foto con quien ella haba fantaseado toda la semana.

    La casa de Audrey estaba al otro lado del pueblo, a unos veinticinco minutos de distancia. Por una vez, Audrey se alegr de ella. Estar sentada en el BMW de Colby, con la radio sonando de fondo, era como un sueo. El cuero del asiento era como mantequilla contra su piel, y por el techo abierto se vea el cielo tachonado de estrellas.

    Cunto tiempo llevas trabajando para mis padres? pregunt l cuando sali a la carretera.

    Unos cuantos meses.

    Pens que debas de haber empezado despus de la ltima vez que estuve en casa. Me acordara de ti.

    Esas palabras hicieron que se le acelerara el pulso. Sera una tontera darles importancia, pero la sonrisa de l le hizo pensar que eran un cumplido.

    Tu madre es muy agradable dijo ella.

    S, lo es confirm el. Su sonrisa se desvaneci sbitamente. Vas a la universidad?

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    N Pginas 29-151

    Al instituto. ltimo curso le contest, halagada.

    Nunca lo habra dicho coment l, reduciendo la velocidad al llegar a un cruce.

    El comentario agrad a Audrey, que sonri.

    Vives en Atlanta, no?

    S, llevo un negocio de mi padre all.

    Te gusta? Atlanta, quiero decir.

    S. Es una ciudad fantstica. Hay muchas cosas que hacer.

    Ella no quera decirle que nunca haba estado, aunque slo estaba a cuatro horas. Su familia no haba viajado mucho. A sus padres no les gustaba alejarse del hogar.

    Charlaron todo el camino. Ella le dijo dnde girar cuando llegaron a su casa. l detuvo el coche ante la entrada y apag las luces del coche.

    Muchas gracias por traerme.

    Ha sido un placer.

    Audrey dese tener una razn para retrasarse. Ninguno de los chicos con los que haba salido se pareca a ese hombre seguro y de pelo oscuro.

    Tienes novio, Audrey?

    Nadie en especial.

    Eso me sorprende.

    Ir a la universidad el ao que viene ella se encogi de hombros. Y trabajo a tiempo parcial. No tengo tiempo para mucho ms.

    Eso es inteligente de tu parte, de momento.

    Audrey se alegr de que no hubiera nadie por all. Tena la sensacin de que si se giraba hacia l, la besara. Pero no tuvo valor para hacerlo.

    Gracias de nuevo, Jonathan nerviosa por la corriente elctrica que senta entre ellos, baj la vista.

    De nada replic l. poniendo la mano sobre el volante.

    Le dir a mi padre que vaya maana a echar un vistazo al coche.

    Vendrs con l?

    S. Empiezo a trabajar a las once.

    Bien. Entonces, te ver en el almuerzo?

    Supongo sonri ella.

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    N Pginas 30-151

    La maana siguiente el padre de Audrey la llev a trabajar y llam a una gra para que recogiera el coche de su madre. Los Colby volvieron de la iglesia poco antes de las doce y media. Audrey sinti mariposas en el estmago al or sus voces en la entrada.

    Sinti un escalofro de excitacin al pensar que vera a Jonathan de nuevo.

    Sigui a Mary al comedor, con humeantes cuencos de pur de patatas y maz cremoso. Lo vio de inmediato, sentado a la cabecera de la mesa. La misma jovencita morena estaba a su lado. A Audrey se le cay el alma a los pies.

    Intent no mirarlo de nuevo y se concentr en colocar la comida en la mesa, deseando acabar para escapar de vuelta a la cocina. Una vez all, se refresc el rostro con agua del grifo.

    Eran ms de las tres cuando la puerta de la cocina se abri de repente. Ella estaba limpiando las encimeras y alz la cabeza. Jonathan estaba en el umbral y no pudo negar que le alegraba verlo.

    Hola salud.

    Te han arreglado el coche?

    Mi padre tuvo que llamar a una gra.

    Entonces necesitas que te lleve a casa?

    Lo llamar cuando acabe aqu.

    Me encantar llevarte. Adems, me pillar de camino. Volver a Atlanta dentro de un rato.

    Audrey titube, recordando las palabras de Mary. Seguramente la mujer tena razn; aun as, acept.

    Si ests seguro de que no es demasiada molestia.

    Ninguna molestia. Ir arriba a hacer el equipaje. Cunto tiempo tardars?

    Unos veinte minutos, creo.

    Vale, nos veremos aqu.

    Audrey llam a su madre y le dijo que no haca falta que fueran a buscarla.

    Jonathan regres justo veinte minutos despus.

    Ya me he despedido de mis padres, as que si ests lista

    Lo estoy ella alcanz el suter que haba colgado en un gancho, detrs de la puerta.

    Espera, deja que te ayude le sujet el suter mientras meta los brazos dentro. Sus manos rozaron sus hombros y ella sinti chispas elctricas.

    Gracias dijo, sin atreverse a mirarlo. No quera que notara su excitacin.

    Tienes que volver a casa ahora mismo? pregunt l cuando ya estaban en el coche.

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    N Pginas 31-151

    No de inmediato replic ella, sorprendida.

    Te apetece dar un paseo por el parque?

    Claro. Me encantara.

    Jonathan par en un 7-Eleven y regres con dos latas de coca-cola y una bolsa de patatas fritas.

    No es un picnic dijo, pero es lo mejor que puedo ofrecer con tan poco aviso.

    Ella ri, pensando que era maravilloso que se le hubiera ocurrido.

    Aparcaron en la calle que haba junto a la entrada al parque. Jonathan le abri la puerta y sac una manta del maletero. Cuando llegaron junto al estanque, extendi la manta, coloc las latas y las patatas en una esquina y le indic que se acomodara. Ella se sent y dobl las rodillas hasta el pecho.

    Por qu haces eso? pregunt l, sentndose y arrancando una brizna de hierba.

    El qu?

    Ocultarte.

    No s a qu te refieres respondi Audrey, evitando sus ojos.

    A la ropa que llevas. A cmo encojes los hombros. A cmo te ests escondiendo tras tus rodillas.

    Con el rostro ardiendo, ella mantuvo la mirada fija en la hierba.

    Eres preciosa, Audrey dijo. No hay por qu avergonzarse de eso.

    Se quedaron all un par de horas, hablando sobre el trabajo de l y las esperanzas de futuro de ella. A pesar de la diferencia de edad, compartan muchos intereses, como la buena literatura y el arte.

    No la bes ese da, pero ella supo que deseaba hacerlo. La llev a casa poco antes de las seis y ella odi que llegara el fin del da, pues probablemente no volvera a verlo.

    Gracias, Jonathan dijo, cuando llegaron a su casa. Por traerme. Y por la tarde.

    De nada dijo l, observndola con ojos interesados. Meti la mano en el bolsillo de la chaqueta y sac su cartera. Le dio una tarjeta de empresa. Si alguna vez necesitas algo

    Gracias. Que tengas buen viaje sali del coche y corri hacia su casa.

    Durante la semana siguiente, mir la tarjeta todas las noches antes de acostarse. Se debata entre escribirle o no, pero despus de rechazar la idea cinco veces decidi que no haba nada malo en enviarle una nota de agradecimiento.

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    N Pginas 32-151

    Compr una caja de tarjetas ilustradas con el dibujo de un estanque y unos patos junto al agua. Decidi escribir una nota breve.

    Querido Jonathan:

    Slo quera agradecerte que me llevaras a casa el sbado por la noche y el picnic del domingo. Disfrut mucho con nuestra conversacin.

    Audrey Williams

    Dud mucho antes de enviarla, pero al final se oblig a echarla en el buzn.

    Recibi una respuesta cuatro das despus.

    Audrey:

    Ir a casa el fin de semana que viene. Si no tienes que trabajar el sbado por la noche, me encantara invitarte a cenar. Si te apetece, llmame al nmero que aparece en la tarjeta que te di.

    Jonathan

    Audrey ley la nota tres veces para convencerse de que era real.

    Corri a su habitacin y sac la tarjeta del joyero en el que la haba escondido. Baj a la cocina y llam desde el telfono de la cocina.

    Esa tarde, fue a la salita de estar en donde la seora Colby estaba tomando el t y llam a la puerta.

    Perdone, seora Colby.

    S, Audrey?

    Podra hablar con usted un momento?

    Claro. Entra dej la taza en la mesa e hizo un gesto a Audrey para que se sentara. Qu queras?

    Me preguntaba si podra tomarme libre el sbado que viene por la noche.

    Un joven, supongo la seora Colby sonri. Con lo bonita que eres, me sorprende que no necesites librar todos los sbados por la noche. Por supuesto que s.

    Gracias, seora Colby Audrey sonri con alivio. Se pregunt qu pensara la mujer si supiera que iba a cenar con su hijo y sinti una punzada de culpabilidad por no decrselo. Pero tal vez fuera Jonathan quien deba hacerlo.

    De nada la seora Colby alcanz la tetera y rellen su taza. Has trabajado muy bien para nosotros. Espero que sepas que te lo agradecemos se inclin hacia

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    N Pginas 33-151

    delante para dejar la tetera en la bandeja. El cuello de su vestido resbal hacia un lado, revelando un cardenal negruzco en su hombro izquierdo. Tena un aspecto horrible; era el peor cardenal que Audrey haba visto en su vida.

    Seora Colby pregunt, sin pensarlo. Qu le ha ocurrido?

    La mujer dio un respingo y dej caer la taza en el platillo. Con la mano libre, recoloc el vestido y su expresin se volvi inescrutable.

    Resbal en los escalones de la terraza el otro da y ca sobre el hombro. Me hice un cardenal horrible.

    Oh musit Audrey. Est bien?

    Muy bien, querida. He tenido cadas peores que sta dijo. Bueno, si eso es todo, imagino que Mary debe de estar preguntndose dnde ests.

    S, seora Audrey regres a la cocina. No volvi a pensar en el incidente hasta esa noche, ya en la cama. No haba razn para no creer a la seora Colby, pero su actitud haba sido extraa, como si intentase ocultar algo. Pens en el seor Colby, las pocas veces que se haba cruzado con l tena el rostro tormentoso, como si estuviera airado por algo.

    Por un instante, se pregunt si el seor Colby tena algo que ver con ese cardenal. Pero era una locura. Jonathan Colby era un miembro respetado de la comunidad. Y la seora Colby no pareca el tipo de mujer que soportara algo as.

    Audrey dej el tema y pens en su prxima cena con Jonathan.

    Un error que vivira para lamentar.

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    Captulo 5 Sammy esper hasta que su madre saliera del dormitorio y cerrase la puerta

    para abrir los ojos. Haba estado mucho rato all sentada, sin decir nada, acaricindole el pelo.

    l haba cerrado los ojos para que creyese que se haba dormido. Si los hubiera abierto, se habra puesto a llorar otra vez. No quera que ella lo viese llorar. Adems, no quera ver los feos cardenales morados que tena en el cuello. Su mami tena la cara ms bonita del mundo, y odiaba a su padre por pegarle.

    Junt las palmas de las manos sobre el pecho. Apret los prpados y susurr las palabras que ella le haba enseado cuando era pequeo. Sola pedirle a Dios que cuidara del abuelo y la abuela Williams. Y a veces deseaba tener un hermano o una hermana para poder acurrucarse a su lado en la oscuridad cuando estuviera asustado, en vez de hacerlo solo. Pero despus se senta culpable, porque no quera que su hermanito o hermanita tuviera miedo todo el tiempo.

    Esa noche no pidi esas cosas. Querido Dios: por favor, cuida de mam. No dejes que pap le haga ms dao. Por favor, hazme fuerte para que pueda cuidar de ella. Y por favor, que sea rpido, porque tengo miedo de que pronto le haga mucho ms dao. Por favor, Dios. Amn.

    Sammy apoy el rostro en la almohada y se acurruc. No quera llorar. Le haba pedido a Dios que lo hiciera fuerte. Pero las lgrimas llegaron aun as, porque pasara mucho tiempo hasta que fuera lo bastante grande para cuidar de ella.

    El da de Ao Nuevo, Nicholas se gast la asombrosa cantidad de cuatrocientos cuarenta y siete dlares en la tienda de mascotas de un centro comercial.

    Collar. Correa. Cacharros para el agua y la comida. Pienso. Comida de lata. Cama. Y todo tipo de artculos para jugar: pelotas, huesos de goma

    Una agradable mujer lo haba llamado desde la clnica a media maana para decirle que poda recoger a su perra. Nicholas haba pasado toda su vida adulta evitando cualquier clase de compromiso. El compromiso implicaba ser responsable de algo o de alguien. Y no estar a la altura inevitablemente supona fallarle a alguien. Mucho tiempo atrs se haba jurado no volver a ponerse en esa situacin.

    Y lo haba evitado hasta la fecha.

    Sin embargo all estaba. Su perra.

    Pas media hora en la sala de espera hasta que un joven con una bata blanca sali a saludarlo.

    Hola le ofreci la mano. Soy el doctor Earnest. La doctora Filmore me ha informado de todo lo que hizo con mir la ficha. Tiene nombre?

    No.

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    N Pginas 35-151

    Su perra. En fin, la pierna trasera s esta fracturada. Las costillas no. Lo ms preocupante es que se niega a comer y a beber. Le hemos puesto suero y la sacamos de la jaula para intentar animarla, pero nada.

    Qu sugiere?

    Paciencia, no? suspir. Los animales que han pasado por lo que ha debido de pasar ella, a veces tardan mucho en volver a confiar. Si llegan a hacerlo.

    Tal vez debera dejarla aqu unos das sugiri Nicholas, asaltado por la duda.

    Esto es slo una clnica de urgencias. No estamos preparados para eso. Puede pagar en recepcin, ir a por ella.

    Nicholas hizo lo que le pedan. Dos minutos despus, apareci el doctor Earnest. Dos pasos detrs de l estaba la perra, con una correa de plstico azul. Se le encogi el corazn. La perra estaba tan pegada al suelo como era posible, con el rabo entre las piernas y las orejas pegadas al crneo.

    Buena suerte el doctor Earnest entreg la correa a Nicholas. Llvela a su veterinario habitual en una semana, para que revisen la pata.

    Gracias.

    No espere un milagro de un da para otro. Yo dira que lo ha pasado muy mal.

    S Nicholas mir los ojos asustados de la perra. Sospecho que s.

    Audrey estaba sentada a la mesa de la cocina, tomando sorbitos de una taza de caf templado. Esa maana no tena sabor, ni atractivo. A travs de la ventana, observ a Sammy trepar por el rbol del jardn, rama a rama, hasta que lleg a la casa de madera en la que pasaba demasiado tiempo. Pero ella no poda protestar por eso; saba que prefera estar all a estar en casa.

    Oy pasos en el vestbulo y se le tens el estmago. Apret el asa de la taza de caf y se oblig a mirar el peridico que tena ante s.

    Jonathan sac un vaso del armario y se sent frente a ella. Se sirvi zumo y hoje una seccin del peridico. Ella no lo mir.

    Ests bien? pregunt l con voz neutra, como si estuviera pidiendo el parte meteorolgico del da.

    Perfectamente replic ella, tambin neutra. As era siempre. Una cauta preocupacin al da siguiente. La vuelta a la normalidad. Ella se puso en pie con una mueca de dolor. Apret los labios y fue al fregadero a enjuagar su taza de caf.

    Jonathan hoje el peridico, despus lo cerr abruptamente y apart su silla de la mesa.

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    N Pginas 36-151

    Deja el castigo del silencio, de acuerdo? dijo, con tono irritado. Siento lo que ocurri anoche.

    Ella se aferr al borde del fregadero y cerr los ojos, luchando contra una oleada de furia tan intensa que estaba a punto de ahogarla. Lo senta. Y eso lo arreglaba todo. Sentirlo era suficiente.

    No quiero hablar de ello musit con voz queda.

    Vamos a olvidarlo, vale? dijo l, acercndose y hacindole darse la vuelta.

    Se oblig a mirarlo y al ver el reproche de su mirada, apenas pudo contener el grito que surga de su interior. l desvi la mirada.

    Sabes que nada de esto ocurrira si no encontraras siempre la forma de pincharme.

    La audacia de sus palabras hizo que perdiera el poco control que haba recuperado durante toda una noche en vela. Su culpa. Siempre, su culpa.

    Se agarr a la encimera. Tena que mantener la calma. Tena un plan. No poda arriesgarlo todo hablando en ese momento.

    Olvdalo, quieres? dijo con voz suave.

    Creo que ser lo mejor dijo l, alzando su barbilla con la mano. Samuel. Le gustar el colegio, ya vers. Comprenders que tengo razn.

    Puede Audrey se tens.

    Cuando tena su edad, habra dado cualquier cosa por salir de mi casa dijo l. Su voz son distante, perdida en los recuerdos. Marcharme afuera a estudiar fue lo mejor que poda ocurrirme.

    Por qu? dijo ella, incapaz de detenerse. Porque tu padre trataba a tu madre como t me tratas a m, no?

    l abri los ojos con sorpresa. Su rostro se ensombreci. La mir fijamente un segundo.

    Eso era distinto. Yo no soy como mi padre. l era

    Qu, Jonathan? pregunt ella rpidamente. Era la primera vez que mencionaba el entorno en el que haba crecido l; un entorno que, por lo que Audrey saba, no haba cambiado. Durante aos, Jonathan haba puesto excusas para no ir a Lanier de visita. Pero las raras veces que sus padres iban a Atlanta, Audrey los vea con ojos muy distintos de los de la chica ingenua que haba trabajado en casa de los Colby. Y aunque no haba ninguna respuesta que pudiera cambiar esa existencia maldita que hacan pasar por vida en comn, deseaba or una.

    Pero l se apart y volvi a la mesa.

    Diferente repiti. Se puso el peridico bajo el brazo. Voy a la oficina. Volver despus.

    Audrey se qued parada donde estaba largo rato. Despus se oblig a moverse, a llenar el lavavajillas, limpiar la encimera y guardar los cereales de Sammy en el

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    N Pginas 37-151

    armario. Cada tarea era una forma de consumir los segundos, minutos y horas que llevaran al da siguiente y al paso que dara para cambiar su vida, y la vida de su hijo.

    El da despus de Ao Nuevo. Audrey condujo hasta la biblioteca. Sammy no tena colegio y estuvo encantado de acompaarla. Era una de sus actividades favoritas. Habl poco por el camino, se concentr en. mirar por la ventana. La expresin de su carita haca que el corazn de Audrey se llenara de amor y compasin. Quera tranquilizarlo, decirle que todo ira bien, que esa vez se asegurara de ello.

    La biblioteca era un edificio de ladrillo de tres plantas, con altas ventanas y puerta arqueada. En la entrada haba una enorme escultura moderna. Audrey llev a Sammy a la seccin infantil del primer piso.

    Estars bien? pregunt, alisndole el pelo.

    S dijo l. Es como estar en Disneylandia.

    A Sammy le encantaba leer, pero apenas lea en casa, para evitar que padre lo ridiculizara por ser un ratn de biblioteca, en vez de salir a jugar al baln como los otros nios. Slo pensarlo provoc en Audrey una nueva oleada de resentimiento. Le dijo a su hijo que volvera pronto y fue hacia el ascensor.

    Haba varios ordenadores en la segunda planta. Estaban todos desocupados, y Audrey se sent frente a uno de ellos, agradeciendo la soledad.

    Puso una mano en teclado, casi mareada por el nerviosismo. Entr en la cuenta que haba creado con un nombre falso, puls en la tecla Escribir correo y tecle la direccin que haba memorizado. Tard varios minutos en serenarse lo bastante para empezar a escribir. Se senta como si estuviera saltando desde un acantilado, sin ninguna garanta de tocar fondo.

    Hola. Me han dicho que tal vez pueda ayudarme.

    Se qued en blanco. Cmo explicar en pocas palabras en lo que se haba convertido su vida? Quera explicar su caso sin entrar detalles. En cierto modo, escribirlo para que otro ser humano lo viera haca que se consumiera de vergenza.

    Puso los dedos temblorosos sobre el teclado.

    Mi marido me maltrata. He hecho otros intentos para salir de esta situacin. Todos fracasaron. Quiero abandonar el pas con mi hijo el 7 de febrero. Por favor. Puede ayudarme?

    Se oyeron pasos. Ella ech un vistazo por encima del hombro, aterrada. Puls el botn Enviar y sali de la pantalla.

    Un conserje vaci una papelera en un contenedor, y sigui su camino.

    Con una mano en el corazn, Audrey mir la pantalla. Apareci un mensaje.

    Su correo ha sido enviado.

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    N Pginas 38-151

    Mir las palabras. Demasiado tarde para arrepentirse. En algn sitio, una persona recibira el correo, lo leera y decidira si mereca o no ser ayudada.

    Record a la bondadosa enfermera que haba conocido en su ltimo viaje a Urgencias. La joven haba entrado en el cubculo donde estaba Audrey y tras correr la cortina la mir con ojos compasivos.

    Tome haba susurrado, ponindole un papel en la mano. Yo he pasado por lo mismo que usted. Si necesita escapar, use esta direccin.

    Qu es?

    La pondr en contacto con un grupo de gente que ayuda a mujeres como usted y como yo a iniciar una nueva vida en otro lugar.

    Audrey escrut a la mujer sin saber qu decir.

    Y usted?

    S respondi la enfermera. Durante cinco aos. Mis hijas y yo. Mi marido muri hace dos aos. Ya no tenemos que escondernos.

    Lo siento dijo Audrey al percibir el alivio que expresaban las palabras de la mujer, y al mismo tiempo el dolor y desconsuelo de sus ojos.

    La enfermera neg con la cabeza.

    Para m no habra habido final feliz si l me hubiera encontrado. Usted conoce su situacin. Si da el paso, asegrese de que est preparada. Ser definitivo.

    Eso haba ocurrido haca tres meses. Desde entonces, Audrey estaba preparndose. Ahorrando dinero. Solicitando pasaportes para ella y para Sammy.

    A lo largo de su matrimonio, Audrey haba intentado dejar a Jonathan tres veces. Cada una de ellas, convencida de que no volvera.

    La primera vez, haba hecho las maletas y regresado a Lanier. Jonathan haba esperado hasta que sus padres salieron juntos de casa una maana, para llamar a la puerta. Al principio, intent convencerla con palabras dulces y disculpas.

    Audrey, lo siento. No quera hacerlo. S que ests disgustada. Te compensar.

    Vete, Jonathan. No quiero verte haba contestado ella tras la puerta cerrada.

    Esto es una locura. Abre. Necesito hablar contigo.

    Vete, Jonathan. Por favor ella cruz los brazos sobre el pecho, temblorosa. l no dijo nada durante unos segundos, pero cuando volvi a hablar, not un deje de ira en su voz.

    Abre la puerta, Audrey, o la abrir yo mismo.

    Los segundos pasaron lentamente. Ella deseaba que acabase todo, que la dejara en paz, para poder seguir con su vida.

    Si no quieres que todo el vecindario sepa que estoy aqu, abre la puerta. Ahora.

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    N Pginas 39-151

    La amenaza implcita era indudable, as que abri. Sammy estaba en el jardn trasero jugando. No quera que supiera que Jonathan estaba all. Quera que todo terminase pacficamente. Quera quedarse sola, nada ms. En paz.

    Vamos a casa, Audrey dijo Jonathan entrando en la casa con el rostro tenso. Esto es una locura.

    Locura es lo que ocurre en nuestra casa replic ella, preguntndose cmo poda decir eso y quedarse tan tranquilo.

    Te he dicho que lo siento razon l. Qu ms puedo hacer?

    No te pido que hagas nada. Slo irte.

    l se adentr en el saln y se asom a la ventana. Sammy estaba jugando en el columpio.

    No pensars que voy a dejar que te quedes con l, verdad? pregunt l con dureza.

    No es momento para hablar de eso dijo ella, aunque sus palabras la haban atravesado como un cuchillo helado.

    Qu momento podra ser mejor?

    Jonathan

    Te recomiendo que vuelvas a casa, Audrey. Si no lo haces, te garantizo que no conseguirs la custodia. No tienes trabajo. Ni educacin. Ni dinero propio. Nada

    Excepto que le dir a cualquier juez que quiera escucharme lo que has estado hacindome contest ella furiosa.

    Lo que he estado haciendo? ri l. Te refieres a lo que hemos estado haciendo? Pelearnos de vez en cuando como cualquier pareja normal?

    Una pareja normal? ella lo mir incrdula. l hablaba en serio. Eso crees que somos?

    No tendramos ningn problema, Audrey, si recordases que no me gusta que mi esposa coquetee con todos los hombres que conoce.

    La acusacin era tan injusta que la recibi como un puetazo en el estmago. No tanto por la acusacin, sino por el hecho de que l crea que era verdad. Se pregunt si podra hacer que alguien ms lo creyera as. Un juez, por ejemplo. Mir a Sammy por la ventana y se estremeci. Nadie saba mejor que ella lo persuasivo y convincente que poda ser Jonathan. Cuando quera algo, no cejaba en su empeo hasta conseguirlo.

    As que haba vuelto. Y las paredes de la prisin en la que viva se estrecharon an ms; la necesidad que tena Jonathan de controlarla subi a cotas ms altas. Le neg todo acceso a dinero en metlico y slo le permita utilizar tarjetas de crdito asociadas a compras en grandes almacenes y a gasolineras.

    El ordenador dio un pitido, devolvindola al presente. Una caja apareci en pantalla.

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    N Pginas 40-151

    Tiene un mensaje nuevo.

    Con el corazn acelerado, Audrey puls en el botn Leer correo.

    Querida Audrey:

    Somos una red de voluntarios unidos en la labor de ayudar a mujeres y nios que viven situaciones de maltratos abusivos.

    Slo un miembro de nuestra organizacin puede haberte proporcionado esta direccin. Y lo hizo porque tiene evidencias de que necesitas nuestra ayuda.

    Nuestra red de voluntarios, en ste y otros pases, se compone de ciudadanos normales: profesores, enfermeras, abogados y mdicos que creen que muchas relaciones abusivas no tienen remedio y probablemente conducirn a la muerte de la esposa y/o de sus hijos.

    Las estadsticas corroboran esta creencia.

    Nuestro objetivo es ofrecerte la oportunidad de iniciar una nueva vida. Cualquier contacto futuro con personas de tu entorno actual pondr en riesgo tu seguridad. Por favor, pinsalo bien antes de tomar esta decisin.

    Tu hijo y t necesitaris pasaportes.

    Me pondr en contacto contigo en esta direccin cuando tenga noticias. Por favor, comprueba el correo a diario. No dudo que captas la gravedad del asunto. Al sacar a tu hijo del pas sin el consentimiento de tu marido, podra acusarte de secuestro si llega a encontrarte algn da.

    Si crees que debes hacerlo, no deseo desanimarte. Sin embargo, es mi obligacin asegurarme de que eres plenamente consciente de las consecuencias de lo que vas a hacer.

    Que Dios te bendiga.

    Kathryn Milborn

    Audrey se qued quieta, desconcertada por la cruda advertencia. Sin embargo, ya saba que no habra marcha atrs si daba ese paso. Pero no tena otra opcin. Quedarse era propiciar el dramtico desenlace. No poda seguir dicindose que las cosas mejoraran. La clera de Jonathan segua elevndose, y cada incidente alimentaba el fuego del siguiente.

    Tena que irse. Para siempre. Si no por s misma, lo hara por Sammy.

    Llev la mano al ratn e hizo clic en Responder.

    Los primeros das en Webster & Asociados no fueron como Nicholas haba esperado.

    Segua esperando sentir la excitacin, la descarga de adrenalina que lo haba alimentado da a da mientras ejerci como fiscal.

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    Pero en los montones de expedientes que ocupaban su escritorio, no haba nada que promoviera la excitacin o la adrenalina. Todo era pura burocracia.

    Su despacho era cuanto deba ser el del socio de un bufete importante. Sillones de cuero junto al escritorio, cuadros originales en las paredes. No tena nada que ver con l, pero era una forma de impresionar, de lanzar un mensaje: Confa en nosotros. Somos lo bastante buenos como para poder permitirnos estos lujos.

    No se pareca en nada al viejo y destartalado despacho en el que haba ejercido como fiscal. Y una parte de l lo echaba de menos.

    El jueves por la tarde, Nicholas se reuni con Ross Webster para revisar una demanda contra Colby, S.A.

    Ella Fralin haba presentado una demanda alegando que la casa prefabricada que haba comprado a Colby, S.A. estaba construida con materiales de calidad inferior a los que reflejaba el contrato original.

    Pero Ross vea la situacin de otra manera.

    Cada uno de los materiales utilizados en esa casa cumple las normas dijo, recostndose en la silla. Es perfectamente legal.

    Pero ella alega que la propuesta original ofreca un panorama muy distinto replic Nicholas, arrugando la frente.

    El malentendido reside en que el panorama al que ella se refiere habra costado mucho ms que lo que pag por la casa Ross lo explic como si Nicholas fuera un estudiante de Derecho de primer curso.

    Nicholas hoje el expediente que tena ante s y ley una de las cartas.

    La seora Fralin dice que el precio que pag inclua materiales de" mayor cali