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Informe de Santa María de Garoña Informe sobre el estado de la central nuclear Marzo 2005

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Informe de

Santa María de GaroñaInforme sobre el estado de la

central nuclear

Marzo 2005

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

3

SANTA MARIA DE GAROÑA

Informe sobre el estado de

la central nuclear

Marzo de 2005

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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PROLOGO

Ecologistas en Acción solicita el cierre de la central nuclear de Santa María de Garoña

(Burgos) por los numerosos problemas que presenta la central y porque es perfectamente

prescindible. El permiso provisional de explotación de esta central finaliza el año 2009,

pero Ecologistas en Acción considera que este plazo no debe ser agotado porque las

condiciones de seguridad de la central no lo permiten.

Sobre todo, la central está aquejada de severos problemas de corrosión que afectan a

elementos claves para la seguridad como el barrilete y los manguitos de las penetraciones.

El primero de ellos es una pieza clave en la estabilidad estructural del núcleo del reactor y

su ruptura podría dar lugar a un accidente de consecuencias muy graves. Los segundos son

los encargados de sostener a las penetraciones que permiten el acceso de las barras de

control al núcleo del reactor, maniobra que debe estar garantizada en todo momento

puesto que supone el que la central se pueda llevar a parada segura. Ambos elementos han

sido sometidos a reparaciones de emergencia que no son sino chapuzas incapaces de

garantizar la seguridad al 100%, especialmente porque no ponen remedio a la corrosión,

que seguirá avanzando, afectando a estos elementos y afectando todavía más a éstos.

El cierre de la central debería acometerse cuanto antes para reducir al mínimo los riesgos

y la cantidad de residuos producidos por la central ,así como las dosis que han de recibir

los trabajadores en las numerosas inspecciones necesarias para conocer el estado de la

central.

Es necesaria, además, una investigación sanitaria en profundidad para averiguar las

afecciones que la central haya podido tener sobre la salud de los habitantes cercanos y

dilucidar así si se confirman los indicios mostrados en los dos estudios epidemiológicos

realizados hasta la fecha.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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INTRODUCCIÓN

La central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos), a la que nos referiremos como

Garoña, es la segunda más antigua de las españolas, detrás de José Cabrera (Guadalajara),

a la que nos referiremos como Zorita en este documento. Es propiedad de Endesa e

Iberdrola al 50% y la empresa explotadora es Nuclenor.

En el presente informe se realiza una revisión del estado de esta central con el motivo de

mostrar que sus niveles de seguridad están por debajo de lo razonable, lo que justificaría

su cierre inmediato.

El Consejo de Seguridad Nuclear le concedió a Garoña en julio de 1999 el permiso de

funcionamiento por diez años más, posibilitando así que la central alcance la cifra de casi

40 años de funcionamiento, desoyendo las proposiciones de varios parlamentos regionales y

ayuntamientos que pedían el cierre. Pero sobre todo fue un acto temerario, dado el estado

en que se encontraba la central que, con el paso de los años, ha empeorado

sustancialmente.

Los permisos de funcionamiento se han venido otorgando a las nucleares de forma

provisional por periodos de tiempo diversos. Oscilaban desde los diez años de validez del

último permiso de Trillo (Guadalajara), a la que previamente se le había otorgado un

permiso de dos años, hasta los 5 años de Cofrentes (Valencia), Almaraz I y II (Cáceres),

Ascó I y II (Tarragona) y Vandellós II (Tarragona). Es de resaltar que la única autorización

definitiva otorgada a una central por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) fue la que se

concedió precisamente a Vandellós I, la central que sufrió el accidente más grave de a

historia nuclear española en 1989. El accidente se produjo justamente en la parte eléctrica

por no acometer unas reformas que el CSN había sugerido. El hecho de contar con permiso

definitivo sin duda influyó para que los propietarios de la central se sintieran con el

derecho de retrasar indefinidamente la acometida de las reformas. Tanto que finalmente

no pudieron realizarse.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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Antes de la época presente, en que el CSN otorga permisos de 10 años, este organismo

daba permisos de tan sólo un año. Este ritmo daba al Gobierno de turno la posibilidad

jurídica de actuar contra la central si lo estimaba conveniente. Los largos permisos de 10

años dan a los explotadores una seguridad injustificada y añade dificultades jurídicas para

el cierre posible de una planta.

La concesión a Garoña de un permiso de funcionamiento de 10 años en 1999 fue

equivalente a concederle la autorización definitiva. Para Ecologistas en Acción esta central

no debería funcionar hasta julio del año 2009, sino que su funcionamiento debería

interrumpirse mucho antes. En este informe se pretende mostrar que, dado el estado en

que se encuentra la central, es una temeridad permitirle que funcione hasta el final del

permiso.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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CARACTERÍSTICAS DE GAROÑA

Garoña posee un reactor de 466 MW de potencia eléctrica de agua en ebullición (BWR) que

entró en funcionamiento en octubre de 1970. Es con Zorita (que se cerrará el 30 de abril

de 2006) la única central de primera generación en funcionamiento. Se conocen por este

nombre aquellas centrales diseñadas y construidas en los años 60, antes de que se

produjera el accidente de la Isla de las Tres Millas (1979). De este accidente se extrajeron

algunas enseñanzas sobre la seguridad de las centrales que, lógicamente no se pudieron

aplicar a las centrales de primera generación. Las lecciones ulteriores que se aprendieron

en el accidente de Chernobil (Ucrania, 1986) obviamente tampoco fueron de aplicación a

Garoña.

Las inversiones multimillonarias que se han realizado y se siguen realizando de ninguna

manera consiguen salvar estos serios problemas de diseño. En el caso concreto de Garoña

estas inversiones ascenderán a 21.000 millones de pesetas constantes de 1997 hasta el

2008. En lugar de gastar esta tremenda suma de dinero y de embarcar a los trabajadores

en peligrosas operaciones que los someterán a fuertes dosis radiactivas, lo más sensato

sería proceder al cierre de la planta.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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EL NUEVO MARCO LEGAL EL PROTOCOLO ELÉCTRICO, LA SEGURIDAD Y EL PERMISO DE GAROÑA

La liberalización del sector eléctrico que se produjo mediante 54/1997 de 27 de

noviembre, publicada el en BOE del día siguiente, condujo a la elaboración de un nuevo

protocolo eléctrico, que rige los destinos de las actividades de producción, transporte y

distribución de energía eléctrica en España. Se supone que esta ley prima la utilización de

la energía más barata. Para ello se abrió un sistema de competencias, que necesariamente

da entrada a aquellos productores que vendan la electricidad a más bajo precio, sin tener

en cuenta otras consideraciones. A pesar de que las centrales nucleares están sometidas a

un régimen especial, que permiten el apoyo económico del Estado a través de los Costes de

Transición a la Competencia, la búsqueda de la máxima rentabilidad acarrea ciertos

problemas para la seguridad nuclear.

Las centrales de producción de energía eléctrica se amortizaban a los 25 años de

funcionamiento según el anterior marco legal y estable. Esto supone que a partir de esa

edad la energía eléctrica producida resulta más barata, puesto que no hay que incluir

entre los costes fijos el gasto de amortización. Las centrales entraban entonces en un

periodo de vida extendida, caracterizado porque las inversiones que se realizan las pagan

los propietarios de la planta, y no se repercuten en el recibo de la electricidad. Pues bien,

de los nueve reactores nucleares españoles estarían en la actualidad en periodo vida

extendida los dos de la primera generación, es decir Zorita (Guadalajara) y Garoña

(Burgos). El hecho clave es que las instalaciones de estas plantas están amortizadas o

cuando se entra en un marco de libre competencia.

Estas centrales ya amortizadas están en mejores condiciones de competir que otras

plantas, puesto que hay que descontar el importe de la amortización de los costes fijos. En

la energía nuclear son éstos los más altos, puesto que la construcción de las plantas resulta

extremadamente cara. Según la memoria de 1995 de Red Eléctrica, el coste fijo medio por

kWh nuclear fue de 8,62 pts, y el coste variable de 1,16 pts. A comparar, por ejemplo, con

los costes fijo y variable de las centrales que queman antracita y hulla, de 3,51 pts y 6,65

pts, respectivamente. O a comparar con las 12 pts por kWh producido por energía eólica,

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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que son exclusivamente de coste fijo, puesto que los costes variables son cero. Abundan

también en estos hechos los precios medios del combustible en 1995, de 0,94 pts por kWh

para el carbón, y de 0,94 pts por kWh para la nuclear. Los costes reales de las fuentes de

energía sólo se conocen hasta 1997 en que se promulga la ley del Sector Eléctrico, que

materializa la liberalización de este sector y que posibilita que los precios del kWh se fijan

a través del mercado por la ley de la oferta y la demanda. De esta forma es posible que

algunas fuentes sean pagadas a mayor precio que sus costes o, a la inversa. En el caso de la

energía nuclear la diferencia entre los costes y el precio obtenido se enjuaga mediante los

Costes de Transición a la competencia (1,3 billones de pesetas de 1999 que se cargan al

recibo de la luz, es decir, que pagamos todos los consumidores).

Estos hechos favorecen que los propietarios mantengan en funcionamiento estas dos

centrales en cualquier condición, intentando que produzcan energía el mayor tiempo

posible. De ahí que se pretenda prolongar la vida de Garoña hasta los 40 años. Por otra

parte, las reparaciones que se pudieran ver obligados a realizar en las centrales

encarecerían el precio de la energía producida, colocándolas así en peores condiciones

para competir. Nos encontramos entonces ante un marco que va a favorecer el

funcionamiento de Garoña en condiciones negativas para la seguridad nuclear.

Esto es simplemente temerario, dado el estado en que ya se encuentra Garoña, aquejada

de numerosos problemas técnicos.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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CORROSION DEL BARRILETE

Garoña está aquejada de un problema que parece se va extendiendo a las nucleares de

más edad: la corrosión intergranular bajo tensión. Las extremas condiciones de presión y

temperatura, además del importante bombardeo radiactivo a que están sometidos los

materiales, hacen que estos se comporten de forma inesperada e indeseada cuando fueron

diseñados, y que aparezcan en ellos fisuras de diverso tamaño y geometría. En España, en

las dos centrales de la primera generación, Zorita y Garoña, este fenómeno ha alcanzado

especial gravedad.

En la central de Garoña, en particular, han sido afectados diversos elementos interiores a

la vasija del reactor. En concreto ha afectado al barrilete, al soporte de una tubería de

refrigerante y a los manguitos de las penetraciones.

El primero de ellos es una pieza fundamental en la central que cumple dos funciones

fundamentalmente: se encarga de dirigir el flujo de refrigerante hacia abajo, para que

entre por la parte de abajo de los elementos combustibles y llegue e éstos de forma

uniforme y, por otra parte, cumple la función de soporte estructural de los elementos del

núcleo, asegurando que la geometría de éste permanece invariable. Las fisuras del

barrilete se detectaron en 1996.

Si las fisuras del barrilete avanzaran podrían poner en peligro su integridad estructural, con

el consiguiente peligro de ruptura. En este caso se alteraría gravemente la geometría del

núcleo y no se podría controlar la reacción nuclear, porque sería imposible introducir las

barras de control, con lo que no se podría parar la reacción. Si el barrilete se rompiera

estaríamos ante un accidente muy grave.

Los daños podrían no llegar a la ruptura, pero podrían permitir que se alterara el flujo de

refrigerante. Este hecho tendría una serie de consecuencias indeseables para el

funcionamiento de la central. El quemado de unos elementos combustibles sería diferente

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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de unos a otros y se podrían producir vibraciones extras en los elementos combustibles que

acelerarían sus procesos de fisuramiento. Este segundo fenómeno se conoce como "bafle-

jetting" y ha ocurrido ya en 16 centrales del mundo, incluida Zorita.

Las fisuras halladas en el barrilete de Garoña son de gran tamaño puesto que su longitud

total supera los 10 metros. Además son de geometría tanto axial (en dirección vertical)

como transversal o circunferencial (en dirección horizontal). Las fisuras más graves son

pasantes es decir, atraviesan ya todo el metal del barrilete, y ocupan aproximadamente la

mitad de la circunferencia del barrilete. Es decir, la pieza apenas era capaz de mantener

la integridad estructural.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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REPARACIONES DEL BARRILETE

A pesar de que en un primer momento Nuclenor anunció su intención de cambiar el

barrilete, finalmente optó por la solución menos satisfactoria y más barata, la reparación

de la citada pieza. El CSN emitió un dictamen favorable a esta propuesta y, finalmente, en

marzo de 1997 se acometieron las reparaciones que no son sino una peligrosa chapuza.

Contrasta esta postura del CSN y de Nuclenor con la tomada en las plantas de Oskarshamn I

y de Wuergassen, en Suecia, donde ante un problema similar se procedió al cambio del

barrilete. Estas centrales son también de tipo BWR y presentan problemas de corrosión

similares a los de Garoña. Es claro que tanto los propietarios de Garoña como el CSN han

rebajado hasta extremos inadmisibles sus exigencias de seguridad.

Las reparaciones consistieron en soldar una estructura soporte compuesta por varias barras

y varios cinchos en el interior del barrilete. Se pretende que esta estructura garantice la

integridad de la pieza, sin embargo estas reparaciones presentan varios problemas. Para

empezar no se interrumpe el proceso de corrosión del barrilete, con lo que las fisuras

pueden seguir avanzando y conducir finalmente a la ruptura de éste. Por otra lado las

propias soldaduras realizadas pueden introducir nuevas tensiones en el metal que

acelerarían el proceso de corrosión. Y estas mismas soldaduras son el punto flaco de las

reparaciones y, por tanto, deben ser sometidas a costosas inspecciones periódicas que

obligan a los trabajadores a recibir altas dosis radiactivas, por encontrarse e la zona más

"caliente" de la central.

Las reparaciones en sí mismas fueron tremendamente complicadas, costosas y peligrosas.

La prueba de esto son los enormes recursos humanos y económicos que costaron. Fue

necesario movilizar a 1000 trabajadores durante cuarenta días y el coste total se estimó en

casi dos mil millones de pesetas de aquel año. El alto número de trabajadores fue

necesario para que las dosis recibidas no fueran escandalosamente altas, puesto que los

trabajos se realizan en la zona más radiactiva de la central. Además, la posibilidad de que

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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se cometieran errores en las reparaciones es inmensa, dada la enorme tensión a que

estuvieron sometidos los trabajadores cuando realizaron estos trabajos y considerando el

hecho de que han de estar rotando cada cortos espacios de tiempo.

Por otra parte, las inspecciones que se realizan en Garoña en cada recarga de ninguna

manera garantizan su seguridad puesto que la ruptura podría producirse en los periodos

entre recargas. Lo más sensato sería proceder al cierre definitivo de la planta. Esta

reparación no es más que otra de las muchas chapuzas necesarias para mantener en

funcionamiento la vieja central de Garoña.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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LA CORROSIÓN EN LOS MANGUITOS DE LAS

PENETRACIONES

Además del barrilete, los manguitos de las penetraciones de las barras de control han sido

también aquejados por problemas de corrosión que han dado lugar a nuevas fisuras. Las

penetraciones son unos tubos que entran en la vasija del reactor con el fin de permitir la

entrada de las barras de control. En Garoña éstas entran por la parte de debajo de la

vasija. Los manguitos sirven para fijar las penetraciones a la vasija. Se trata de nuevo de

otro elemento importante desde el punto de vista de la seguridad nuclear. No en vano las

barras de control son claves para detener la reacción nuclear y han de estar siempre

operativas para parar en caso de emergencia.

La primera acción de la central, autorizada por el CSN, ha sido similar a la que se adoptó

en Zorita, y consiste en inyectar hidrógeno en el agua del refrigerante con la esperanza de

disminuir su capacidad corrosiva. Además se colocaron sellos en loa manguitos más

dañados.

La solución finalmente consiste en soldar los manguitos a las penetraciones. Para

Ecologistas en Acción esto no es sino una chapuza incapaz de garantizar la cabal seguridad

de la central. La corrosión puede seguir avanzando y agravar la situación de los manguitos

o, incluso, afectar a otros elementos del circuito primario, lo cual condena a la central a

sufrir perpetuas inspecciones en cada parada para recarga.

Sin ir más lejos, el CSN reconoció en un informe de fecha 21 de mayo de 2003, que en las

últimas inspecciones realizadas en la central nuclear de Garoña se han detectado "nuevos

defectos [grietas] localizados en zonas diferentes a las consideradas usuales" en las

penetraciones de la vasija del reactor, cuya integridad estructural es de fundamental

importancia para la seguridad.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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Además, en el mismo informe se reconoce que en las penetraciones agrietadas examinadas

en la última inspección, el CSN ha comprobado que el problema había seguido empeorando

"siguiendo tendencias anteriores". Y este problema va a seguir empeorando

inexorablemente, como han reconocido los responsables del CSN recientemente ante la

Comisión de Economía del Congreso de los Diputados.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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EL SISTEMA DE PROTECCIÓN CONTRA INCENDIOS

En Garoña y según el acta de inspección CSN/AIN/SMG/93/251, emitida por el CSN, algunos

elementos esenciales para la seguridad son extremadamente vulnerables a un hipotético

incendio, hasta el extremo de que podría darse el caso de que la parada segura de la

central no estuviera garantizada, con el consiguiente descontrol de la reacción nuclear,

que podría acabar en un accidente de incalculables consecuencias.

El sistema de protección contra incendios adolecía de un gran número de anomalías: zonas

vitales de cableado de alimentación eléctrica de sistemas de seguridad y de control son

vulnerables a un incendio y no cumplen las preceptivas medidas de protección; existen

conducciones de hidrógeno, un gas explosivo, junto a cables vitales; la ventilación de

algunas galerías y salas de cables es tremendamente vulnerable; y la sala de control de la

central puede quedar fácilmente sin la señal del sistema de protección contra incendios.

Los sistemas para abrir y cerrar las válvulas de las que depende la refrigeración del núcleo

del reactor son también vulnerables a un hipotético incendio. Esto hace que el riesgo de

fusión del núcleo sea grave en caso de que se produzca un incidente que impida llevar a la

central a parada segura y que haga fallar estas válvulas.

La alimentación de agua para el sistema de protección de incendios no está garantizada y

que en caso de emergencia, ésta podría no ser suficiente. Es el caso que la alimentación de

la bomba que suministra agua a este sistema comparte la toma con otro elemento de la

central, lo cual hace que en caso de producirse un incendio con este elemento en

funcionamiento, el caudal de agua no sería suficiente para alimentar el vital sistema de

protección contra incendios.

Los paneles de control del sistema de protección contra de incendios son extremadamente

antiguos y carecen, por ejemplo, de esquemas para identificar las zonas donde se produce

el incendio. Además, el sistema de indicaciones luminosas y la señalización de vías de

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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escape en el interior de la central es muy deficiente. Asimismo el sistema de megafonía no

está convenientemente preparado para emitir una señal de alarma clara cuando se está

produciendo un incendio.

Algunos de estos problemas han sido corregidos, pero la corrección de otras de estas

deficiencias sólo se podría acometer con grandes inversiones y serias modificaciones del

diseño de algunos elementos de la central. Estas graves deficiencias aquí apuntadas vienen

a sumarse a los problemas de corrosión ya citados.

Estos hechos son muy peligrosos si tenemos en cuenta que el accidente nuclear más grave

ocurrido jamás en un central española, el de Vandellós I (Tarragona), se produjo por un

incendios.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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OTROS PROBLEMAS: UN GRAN NÚMERO DE ELEMENTOS

DE GAROÑA ESTÁN DEGRADADOS

Contando los elementos afectados por corrosión, al menos 78 elementos están

severamente degradados en la central nuclear de Garoña (Burgos), lo que hace cada vez

más probable que falle alguno de ellos, por lo que cabe decir que la seguridad de la central

está seriamente degrada. Los elementos son tanto de tipo mecánico, como electrónico o

del sistema de control. Esta degradación generalizada muestra que la central está

severamente envejecida y que va a afrontar mal los diez años extras de permiso de

funcionamiento que el CSN le ha otorgado recientemente.

Según un acta de inspección del año 2004 a la que ha pudo tener acceso Ecologistas en

Acción, la central nuclear de Garoña presenta serios síntomas de envejecimiento. Las

inspecciones realizadas muestran nada más y nada menos que 78 elementos severamente

degradados y otros 135 componentes con un estado de degradación medio o bajo.

El estado de estos elementos justificaba el someterlos a un programa de mantenimiento

especial e intensivo que, por lo excepcional, debería ser evaluado por el Consejo de

Seguridad Nuclear (CSN). La inspección del CSN revela además que elementos tan

importantes como las válvulas de parada y de control del caudal del refrigerante se

encontraban afectadas por erosión, corrosión y fatiga. Estas válvulas son fundamentales

para la seguridad de la central pues servirían para garantizar el correcto comportamiento

del refrigerante, responsable del enfriamiento del núcleo del reactor. A pesar de que los

responsables de Garoña sabían que estos elementos eran susceptibles de sufrir

degradación, no habían previsto unas prácticas de mantenimiento extraordinarias.

Las posibles prácticas especiales de mantenimiento de los elementos degradados no son

sino una chapuza que no permite paliar el riesgo que supone que Garoña funcione en estas

condiciones. Pero además las inspecciones del CSN han revelado que el mantenimiento y

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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vigilancia realizado por los responsables de la central es insuficiente y no afecta a piezas

vitales para la seguridad, como las citadas válvulas de parada y control.

Estos fenómenos de degradación vienen a sumarse a la corrosión antes citada que presenta

el barrilete o los manguitos de las penetraciones.

Según un estudio del Instituto Austriaco de Ecología Aplicada, Garoña ocupa el puesto 22º

entre las instalaciones nucleares más peligrosas de Europa, y el primero entre las centrales

españolas, según se publicó en 2004.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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LOS RESIDUOS RADIACTIVOS

La gestión y transporte de los residuos no es un problema menor. Los estudios realizados

por ENRESA para la búsqueda de un emplazamiento para el cementerio de residuos de alta

actividad planean como una amenaza sobre muchas regiones españolas, incluida Castilla-

León. Los residuos radiactivos son uno de los productos indeseables de la energía nuclear y

la mejor forma de acabar con el problema es el cierre de las centrales nucleares. Garoña

produce unas 14 Tm de residuos de alta actividad al año. Residuos que serán peligrosos

durante cientos de miles de años y para los que aún no existe solución satisfactoria.

El transporte de residuos es otra peligrosa consecuencia de mantener Garoña en

funcionamiento. En diciembre de 1998 se produjo el vuelco de un camión que circulaba por

la carretera. El camión siniestrado transportaba dos grandes piezas radiactivas procedentes

de la central. Se trataba de la bomba de circulación principal y de un eje de la misma. Si

bien el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha comunicado que las piezas estaban

descontaminadas, es un hecho que las dos piezas emitían radiactividad y que los

contenedores que las transportaban sufrieron daños.

El promedio de residuos de baja y media actividad generados mensualmente es de 82.885,7

litros (equivalentes a 376,75 bidones de 220 litros), que permanecerán peligrosos y

radioactivos durante unos cientos de años. Estos residuos están siendo transportados

paulatinamente en camiones con unos 45 bidones cada uno al cementerio de El Cabril, en

la serranía de Córdoba. Anualmente se producen más de 130 viajes con esta peligrosa

mercancía.

Es importante señalar que no es obligatoria la inspección ni el permiso por parte del CSN

para realizar transportes de sustancias radiactivas, por lo que se realizan un número

indeterminado de transportes sin las debidas garantías. El transporte por carretera es el

más peligrosos de todos y los accidentes son muy probables (no hay más que consultar las

estadísticas de tráfico los fines de semana). El elevado número de transportes hace que el

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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riesgo de accidente sea considerable. Además los contenedores donde se introducen los

bidones de ninguna manera están preparados para soportar un choque con la violencia de

un accidente de tráfico. Se les somete a una prueba de caída libre desde 9 metros de

altura, mientras que un choque a 80 km/h contra un objeto parado equivaldría a una caída

desde una altura de 25 m. Asimismo estas pruebas se realizan sobre superficies planas y

nunca sobre aristas, que podrían actuar en un accidente. Lo mismo cabe decir de las

pruebas térmicas: los 800 grados a que se los somete durante 30 minutos son insuficientes

si consideramos un hipotético incendio y las labores de extinción en un ambiente

radiactivo.

Cabe preguntarse si el transporte de estas dos piezas de la central de Garoña había sido

inspeccionado por el CSN y si tenía la debida cobertura de daños a terceros. La ley del

sector eléctrico fija esta cobertura en no menos de 1000 millones de pesetas. Por otra

parte tampoco se dio información alguna sobre el destino de dichas piezas y porqué se

encontraban fuera de la central. La ocultación de esta importante información a la opinión

pública es otro ejemplo de la nula transparencia que tiene la industria nuclear.

El transporte por carretera es el más peligroso de todos y los accidentes son muy probables

(no hay más que consultar las estadísticas de tráfico los fines de semana). El elevado

número de transportes hace que el riesgo de accidente sea considerable. Son en total más

de 8000 km de rutas radiactivas que surcan las más importantes carreteras españolas y que

podrían dar lugar a serios accidentes. Los transportes radiactivos son un riesgo adicional

para los ciudadanos causado por las centrales nucleares. Cuanto antes se paren éstas,

antes se podrán interrumpir los transportes y más seguras serán las carreteras españolas.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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FISURA EN UN ELEMENTO COMBUSTIBLE

La central nuclear de Garoña se vio obligada a realizar una parada el 21 de marzo de 1993

para realizar la sustitución de un elemento de combustible que falló y dio lugar a que se

escapara material radiactivo al refrigerante. En concreto, la radiactividad registrada en el

refrigerante fue casi seis veces por encima de lo normal. Los elementos combustibles están

formados por pastillas de uranio enriquecido embutidas en una vaina de una aleación

especial (zircolay), que a su vez se encuentran agrupadas en 400 haces de 62 varillas. El

fallo consistió en una rotura de 2,5 cm en una varilla y una marca circular en varias otras

varillas del mismo haz. Los elementos combustibles se fabrican en Juzbado (Salamanca).

La central nuclear posee un reactor del tipo de agua en ebullición (BWR) y se da el caso de

que en este tipo de reactores se vienen produciendo fisuras en los elementos de

combustible. En concreto, este mismo problema ha aparecido ya dos veces en la Central de

Cofrentes (Valencia). Cabe preguntarse si se trata de un problema estructural de los

reactores BWR o, por el contrario, se trataba de fallos de la fábrica de combustible de

Juzbado, que se convirtieron en sistemáticos.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

23

LOS EFECTOS SOBRE LA SALUD DE LAS PERSONAS

Un elemento más a tener en cuenta es la posible incidencia sobre la salud de las

poblaciones circundantes de Garoña y, en general de las centrales nucleares durante su

funcionamiento normal. Existe una controversia no cerrada sobre los efectos de las bajas

dosis radiactivas durante largos periodos de tiempo. Todas las centrales emiten al medio

bajas dosis de radiacitividad en forma de tririo (líquido o gaseoso), radioyodos, partículas

varias y gases nobles, según los propios informes del CSN. En las proximidades de una

central se darán los efectos de las emisiones de forma constante y éstas se sumarán al

fondo de radiactividad natural.

Antes de nada, para evaluar sus efectos sobre la salud, hay que tener en cuenta que tanto

Zorita como Garoña violaron todos los límites de emisiones radiactivas en sus primeros años

de funcionamiento, que coincidieron con los últimos años del franquismo, amparadas como

estaban en el ocultismo que rodeaba a las centrales, especialmente en aquella oscura

época. En efecto, las centrales de Zorita y Garoña emitieron durante sus primeros años de

funcionamiento hasta siete veces la radiactividad permitida en forma de residuos líquidos,

el 40% más de lo permitido en forma de gases y guardaban los residuos radiactivos al aire

libre en los entornos de las instalaciones, como se recoge en un informe publicado por el

propio consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Todas estas extralimitaciones sucedieron

siendo responsable de la seguridad de las instalaciones nucleares y radiactivas (lo fue

durante toda la década de los 70) españolas D. Agustín Alonso, que fue consejero del CSN y

que debió ser colocado en este puesto, sin duda, como premio a los servicios prestados

durante aquella época, tan oscura para la industria nuclear.

Para determinar si una instalación nuclear es o no perjudicial para las poblaciones que la

rodean hay que recurrir necesariamente a los estudios epidemiólogicos, aún con las

limitaciones que tiene tal técnica. Pero además, es necesario tener en cuenta los efectos

sobre la salud de las poblaciones que las rodean de todas las instalaciones del ciclo de

combustible para calcular íntegramente los efectos de las centrales nucleares. Así, los

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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efectos de las minas de uranio, de las fábricas de combustible y de la gestión de los

residuos han de ser tenidos también en cuenta para evaluar el daño sobre la salud de la

energía nuclear.

Hasta la fecha se han realizado dos estudios epidemiológicos entre las poblaciones que

rodean las instalaciones nucleares. Ambos de mortalidad y ambos realizados por el mismo

equipo del Instituto de Salud Carlos III de Madrid. El primero data de noviembre de 1999,

fue publicado en “Cancer, Epidemiology, Biomarkers and Prevention” y estudiaba la

mortalidad provocada por cánceres sanguíneos. El segundo se publicó en diciembre de 2001

en la revista estadounidense “Environmental Health Perspectives” y se dedicó al estudio de

la incidencia de tumores sólidos. Es criticable el hecho de que, a pesar de existían indicios

que indicaban los efectos de las centrales sobre sus poblaciones, se haya tardado tanto en

emprender estudios de estas características. Y especialmente lo es en el caso de Zorita y

Garoña.

Los dos primeros estudios extensivos realizados entre las poblaciones próximas a las

instalaciones nucleares, sean centrales o plantas de fabricación de combustible y minería,

ponen de manifiesto que el uso de la energía nuclear acarrea efectos nocivos sobre la

población, incluso en su funcionamiento normal. El primer estudio abarcaba los cánceres

sanguíneos, mientras que el segundo estudia los tumores sólidos. Ambos estudios son sólo

de mortalidad por lo que no ponen de manifiesto toda la incidencia del cáncer entre la

población. Ecologistas en Acción reclama que dichos estudios se continúen con un estudio

de morbilidad que ponga de manifiesto la incidencia total de cánceres entre las

poblaciones próximas a las instalaciones nucleares. Todos los datos sobre

mortalidad en las zonas estudiadas fueron tomados entre 1975 y 1993. Se comparó

localidades alejadas entre 50 y 100 kilómetros de estas instalaciones con el entorno vecinal

situado a 30 km de radio de la instalación.

Aproximadamente el 45 % de los cánceres se curan en la actualidad, por lo que los estudios

de mortalidad muestran sólo una parte del problema. Para Ecologistas en Acción los dos

estudios citados arrojan indicios suficientes para abordar un más completo estudio que

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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abarque otros factores de importancia como la latencia de los cánceres y la incidencia

total.

Ecologistas en Acción quiere también hacerse eco de la queja del equipo que realizó los

trabajos en el sentido de reclamar detalles sobre las dosis radiactivas recibidas por la

población. Los cálculos de estas dosis deben ser realizados y facilitados por el Consejo de

Seguridad Nuclear (CSN) que dispone de registros de la radiactividad emitida por las

plantas nucleares. El CSN tendría así una utilidad pública y velaría de verdad por la

seguridad de la población, contribuyendo al conocimiento de los efectos de las bajas dosis

radiactivas prolongadas en el tiempo.

Los resultados de los dos estudios son claros en la incidencia de las instalaciones de

minería del uranio y la fabricación del combustible nuclear. Tanto la mortalidad por

cánceres sanguíneos como por tumores sólidos es superior en torno a estas instalaciones.

La mina de Andújar (Córdoba) fue clausurada en 1981 pero pasaron 15 años y finalmente la

Administración reconoció como enfermedades profesionales las que padecieron 35 obreros

de la fábrica como consecuencia directa de su actividad minera. Los propios trabajadores

realizaron un informe realizado que achacaba otras 60 muertes más, la mayoría por

cáncer, a esta ocupación. La elevada incidencia de cánceres entre la población cercana a

la FUA, las minas de Uranio cerca de Andújar, y en las minas de Ciudad Rodrigo

(Salamanca) son otras muestra de los daños que para la población tiene el uso de la energía

de la energía nuclear. Las malas prácticas desarrolladas en estas instalaciones, con merma

de la seguridad, y un desprecio por lo que pueda acontecer a la población, han hecho que

los índices de cáncer se disparen en las antes citadas instalaciones. Cabe deducir que la

radiactividad y la contaminación que afectó a los trabajadores de las minas se extendió y

afectó también a la población circundante. Las personas que vivían en los entornos

inmediatos de Andújar y Ciudad Rodrigo tuvieron en el periodo estudiado un 30% y un 60%

más de riesgo, respectivamente, de padecer una leucemia.

Esto muestra que los “efectos secundarios” del uso de la energía nuclear, incluso sin

accidentes que supongan fugas radiactivas, son no desdeñables y el uso de energía es

nocivo para la salud de poblaciones que no reciben ningún beneficio.

INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA CENTRAL NUCLEAR DE GAROÑA

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Asimismo, el primer estudio mostraba indicios de un exceso de mielomas cerca de la

central de Zorita (Guadalajara) y el segundo ha detectado un aumento de cánceres de

estómago y de pulmón cerca de la central de Santa María de Garoña (Burgos) y un

infrecuente tipo de cáncer cerca de Zorita (Guadalajara). Los autores de los estudios

afirman que, a pesar de las incertidumbres, todo indica que estos incrementos están

ligados a la proximidad a la central nuclear y que se produjeron en el periodo posterior a

su entrada en funcionamiento. Ellos recomiendan realizar estudios específicos más

detallados que superen las limitaciones de éstos, sobre todo relativos a la falta de datos

sobre dosis radiactivas recibidas y al hecho de que se estudia la mortalidad y no la

incidencia.

El coste que se está pagando en términos de salud y de vidas humanas por el uso de la

energía nuclear no compensa, en absoluto, la producción de electricidad de las centrales.

Ecologistas en Acción piensa que lo más sensato sería proceder al cierre de las centrales.

Por otra parte, a menudo se producen desprecios a la seguridad, que rozan lo temerario, y

que hacen que las emisiones radiactivas estén muy por encima de lo permitido. El cáncer

termina pasando una siniestra factura.

Por otra parte, el CSN ha confirmado la existencia de isótopos radiactivos en sedimentos,

plantas acuáticas y peces del río Ebro, lo que delata las reiteradas emisiones de agua

contaminada. En los primeros años de funcionamiento de Garoña, según fuentes oficiales,

se habrían fugado más de 40.000 litros de agua contaminada que habrían afectado a

extensas zonas de regadío de Araba, Rioja o la Ribera Navarra, a lo que hay que sumar las

emisiones gaseosas antes citadas.

La Asociación Española de Lucha contra el Cáncer se sumó a estas denuncias publicando en

1997 un informe titulado "Atlas de mortalidad de cáncer y otras causas en España. 1978-

1992". En él se resaltaba que la mortalidad por tumores malignos en Araba tiene una

incidencia un 5% superior a la media del Estado español. Los autores del informe ligaban

esta anomalía a los factores ambientales.

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CONCLUSION: GAROÑA ES PRESCINDIBLE Y DEBE SER CERRADA

La electricidad producida por Garoña es perfectamente prescindible. Bastaría con

aumentar las medidas de ahorro y eficiencia para poder cerrar, sin que el suministro

eléctrico peligre, no sólo Garoña sino todas las nucleares. La producción de las renovables,

sobre todo la eólica, es ya muy superior a la electricidad que produce Garoña. Y eso

contando con que aún no se ha aprovechado el importante potencial de otras renovables

como la biomasa y la solar térmica. Pero todo este desarrollo de las energías limpias debe

ir acompañado de políticas de ahorro y eficiencia energéticas que conduzcan a una

contención de la demanda, que en la actualidad crece de forma desbocada.

En efecto los 466 MW de Garoña están ya compensados de sobra con los de 8133 MW

eólicos instalados en toda España a fines de 2004. La máxima demanda de potencia se

produjo en España el día 11 de enero a las 18:48 y ascendió a 40.700 MW. A fines del 2004

había instalados en España 70.565 MW de todo tipo. Aún teniendo en cuenta la baja

disponibilidad de la potencia hidroeléctrica (de los 16.658 MW se podrían usar la tercera

parte en promedio) en estos años secos, la obsolescencia de muchas térmicas de fuel (se

estima que unos 6.900 de los 9.953 MW de fuel son muy antiguos y pueden sufrir averías) y

el hecho de que la eólica no está siempre disponible (podríamos estimarla en la cuarta

parte de los 8133 MW de potencia instalada) es claro que el exceso de potencia instalada

permite prescindir, desde luego, de Garoña y, de forma escalonada, de las otras centrales

nucleares. dividir por 4 la potencia instalada para consumo

Además, y como se ha mostrado en este texto, la C. N. de Garoña está ya llena de

achaques. Lejos de realizarse las cuantiosas inversiones que se van a producir para alargar

su vida, y de someter a los trabajadores a las dosis radiactivas necesarias para realizar las

inspecciones que se han convertido en imprescindibles, lo más sensato es proceder a su

inmediato cierre como única opción juiciosa que de verdad garantice la seguridad de las

personas y el medio ambiente.