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Año XLVI 2 0 1 5 El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, Nicaragua Alder Miguel Contreras Hernández Análisis sistemático y propuestas para la reforma institucional del SICA: Especial referencia al proceso de toma de decisiones y el reparto de competencias de sus órganos centrales Diana Cecilia Santana Paisano Deconstruyendo un célebre soneto de Sor Juana Christian Hopp Los mejores fandangos de la lengua castellana Ricardo Bada La investigación cualitativa y el enfrentamiento armado en Guatemala Ricardo Falla, s.j. Comentario sobre el libro de Ricardo Falla, s.j.: Ixcán: el campesino indígena se levanta Arturo Taracena Comentario al libro de Ricardo Falla, s. j.: Ixcán: El campesino indígena se levanta. Guatemala 1966-1982 (Tercer volumen de la colección Al Atardecer de la Vida) Tania Palencia Prado Comentario sobre el libro de Rosa Salaverry, Una vida es una historia para contar Mario Urtecho Comentario sobre el libro de Ernesto Castillo Martínez, Ensayos y opiniones sobre la realidad nicaragüense Luis Rocha Urtecho 101

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Año XLVI

2 0 1 5

El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, NicaraguaAlder Miguel Contreras Hernández

Análisis sistemático y propuestas para la reforma institucional del SICA: Especial referencia al proceso de toma de decisiones y el reparto de competencias de sus órganos centralesDiana Cecilia Santana Paisano

Deconstruyendo un célebre soneto de Sor JuanaChristian Hopp

Los mejores fandangos de la lengua castellanaRicardo Bada

La investigación cualitativa y el enfrentamiento armado en GuatemalaRicardo Falla, s.j.

Comentario sobre el libro de Ricardo Falla, s.j.: Ixcán: el campesino indígena se levantaArturo Taracena

Comentario al libro de Ricardo Falla, s. j.: Ixcán: El campesino indígena se levanta. Guatemala 1966-1982 (Tercer volumen de la colección Al Atardecer de la Vida)Tania Palencia Prado

Comentario sobre el libro de Rosa Salaverry, Una vida es una historia para contar Mario Urtecho

Comentario sobre el libro de Ernesto Castillo Martínez, Ensayos y opiniones sobre la realidad nicaragüense Luis Rocha Urtecho

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está indizada en los siguientes directorios internacionales: Sistema regional de información en línea para revistas científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (Latindex),Directory of Open Access Journals (DOAJ), Latin American Journals Online (Lamjol), ProQuest y Directorio de Revistas Lationamericanas de Ciencias Sociales y Humanidades (CLASE). La revista es reconocida por el CERES System of Research Valuation del Research School for Resource Studies for Development de los Países Bajos.

COMITÉ CIENTÍFICO

Alfred VernisESADE Business School Andrés Pérez BaltodanoUniversity of Western Ontario Ángel CastiñeiraESADE Business SchoolAnikaOettlerPhilipps-Universität MarburgAntonio Mijail PérezAsociación GaiaCarlos ComasESADE Business SchoolCarlos SandovalInstituto de Investigaciones Sociales, Universidad de Costa RicaDenis PommierAGTER, FranciaDennis RodgersUniversity of GlasgowEdilberto LacayoUNAN - LeónEduardo Brandt de OliveiraUniversidad de São PauloEduardo Valdés Barría, SJUniversidad Rafael LandívarErnesto MedinaUniversidad AmericanaFrancisco Santos CarrilloFundación ETEA-Universidad Loyola AndalucíaIsabel Siria CastilloAsociación GaiaJavier RuizProyecto BiodiversidadJean Michel MaesMuseo Entomológico de LeónJeffrey McCraryInvestigador independienteJennifer CasoloUniversity of California at BerkeleyJoel Osuna QuinteroInstituto de Biotecnología - Universidad Nacional Autónoma de MéxicoJohan BastiaensenUniversidad de AmberesJosé Juan Romero RodríguezETEA-Universidad Loyola AndalucíaJosé Luis RochaPhilipps-Universität Marburg

Josefina VijilCentro de Investigación y Acción Educativa Sociales (CIASES)Juan Carlos PolvorosaUniversidad CentroamericanaLigia GómezBanco Central de NicaraguaLourdes Callejas SolórzanoUNAN - LeónLucía Páiz MedinaCentro de Biología Molecular, UCAManfred LiebelUniversidad Libre de BerlínManuel Ortega HeggUniversidad CentroamericanaMaría Teresa BlandónPrograma Feminista La CorrienteMarta Valdez MelaraCentro Nacional de Innovaciones Biotecnológicas (CENIBiot), Costa RicaMarvin TorrezEstación Biológica Juan Roberto ZarrukMelba CastilloCentro de Investigación y Acción Educativa Sociales (CIASES)Mercedes CáceresUNAN - LeónMiquel Izard LlorensUniversidad de BarcelonaOlav EggebøNorwegian University College for Agriculture and Rural Development Ove FaurbyNorteakMadera, S.A.Peter MarchettiAVANCSOPierre MerletUniversidad de AmberesRafael Lucio GilUniversidad CentroamerianaRené OlateOhio State UniversityRoberto BermúdezUniversidad CentroamericanaRómulo Sánchez LeytónUNAN - ManaguaRoser SoláESADE Business SchoolSilvio TorrenteUniversidadCentroamericana

Jorge Alberto Huete PérezDIRECTOR

Wendy BellangerEDITORA

Jorge Alberto Huete PérezJosé Luis RochaJosefina VijilManuel Ortega HeggRenata RodriguesCOMITÉ EDITORIAL

Anielka PérezRESPONSABLE DE MERCADEO Y PROMOCIÓN

No. 101 / 2015 – 95 páginas350 ejemplaresISSN 0424-9674http://encuentro.uca.edu.ni

Gema AvendañoRESPONSABLE DE DISTRIBUCIÓN Y SUSCRIPCIONESASISTENTE ADMINISTRATIVA

Eduardo Herrera ScottDISEÑO ORIGINALLillian LevyEDICIÓN DE TEXTOS

Francis MejíaDIAGRAMACIÓN

Complejo Gráfico TMCIMPRESIÓN

School for Resource Studies for Development de los Países Bajos.

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101A ñ o X L V I

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Editorial

Abstracts

Artículos

El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, NicaraguaAlder Miguel Contreras Hernández

Análisis sistemático y propuestas para la reforma institucional del SICA: Especial referencia al proceso de toma de decisiones y el reparto de competencias de sus órganos centralesDiana Cecilia Santana Paisano

Estudios Literarios

Deconstruyendo un célebre soneto de Sor JuanaChristian Hopp

Los mejores fandangos de la lengua castellanaRicardo Bada

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Tribuna Académica

La investigación cualitativa y el enfrentamiento armado en GuatemalaRicardo Falla, s.j.

Crítica de libros

Comentario sobre el libro de Ricardo Falla, s.j.: Ixcán: el campesino indígena se levantaArturo Taracena

Comentario al libro de Ricardo Falla, s. j.: Ixcán: El campesino indígena se levanta. Guatemala 1966-1982 (Tercer volumen de la colección Al Atardecer de la Vida)Tania Palencia Prado

Comentario sobre el libro de Rosa Salaverry, Una vida es una historia para contar Mario Urtecho

Comentario sobre el libro de Ernesto Castillo Martínez, Ensayos y opiniones sobre la realidad nicaragüense Luis Rocha Urtecho

Normas editoriales de Encuentro

Manuscript Submission Guidelines

ISSN 0424-9674

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¿Qué es una buena investigación y cómo se hace?

En la UCA a menudo asumimos el reto de enseñar o aprender a investigar. Se podría decir que todos los estudiantes y profesores han participado en algún curso o taller donde se explicó cómo se hace, paso a paso, una investigación. La discusión es casi siempre la misma: se examina la lógica del método científico, se presentan en detalle algunas técnicas y, cada

vez más, se enseña el funcionamiento de algún software para procesamiento de datos. Desafortunadamente, los cursos se acumulan en el curriculum del participante sin dejar visible huella en su quehacer. El estudiante o investigador principiante vive su experiencia sin saber dónde comenzar, hacia dónde ir o cómo concluir. Al final opta por técnicas que siguen convenciones establecidas en lugar de responder a una incógnita que tiene. Un ejemplo son las encuestas. Frecuentemente se aplican a preguntas que no se benefician de la obtención de datos cuantitativos, se hacen quizás porque parecen algo científico que reviste de autoridad a quien las aplica. También sucede que alguna investigación se convierte en un ritual metodológico del que no emana conocimiento que antes no se tenía. Como resultado, incontables fondos y esfuerzos se concentran en producir investigaciones con mucha metodología y pobre discusión. Este riesgo está muy presente para quienes hacemos investigación y, paradojicamente, hemos tenido sobrado acceso a formación.

Entonces, ¿por qué los cursos de investigación no garantizan que el participante aprenda a hacer una buena investigación? La respuesta quizás esté en el énfasis desmedido que se da a la cuestiones metodológicas combinado con el desdén con que se ven los contenidos, las discusiones filosóficas, las teorías y las reflexiones epistemológicas. Un sesgo cientificista nos hace pensar que una buena investigación está desprovista de política, que el investigador es un ser neutral y objetivo que simplemente aplica un método desprovisto de creencias culturales o políticas. En realidad, el método no es lo que otorga a la investigación su valor, como bien lo argumentó Paul Feyerabend. El uso de alguna tecnología no hace que los resultados de una investigación sean más ‘científicos’. Tampoco es determinante que el texto final tenga una estructura precisa que reproduce lo que orienta algún manual.

¿Cómo son las buenas investigaciones en las ciencias sociales? Esa es la pregunta que deberíamos tratar de respondernos. Para ello es de mucha ayuda conocer las experiencias de los investigadores de carrera larga. La idea no es preguntarles qué hipótesis se plantearon, cómo redactaron sus objetivos u operacionalizaron sus variables. Lo más probable es que muchos de ellos respondan que hicieron nada o muy poco de eso. Por ello, el texto de Ricardo Falla, s.j. “La investigación cualitativa y el enfrentamiento armado en Guatemala”, que presentamos en este número, es como un regalo. Ahí nos relata, a manera de testimonio, con honestidad y sencillez, y sin ánimo de parecer el perfecto estratega, cómo fue su proceso investigativo en su contexto concreto. Falla dice que no pretende dar recetas sobre cómo hacer una investigación cualitativa, más que todo nos invita a tomar lo que, de su experiencia, nos pueda resultar provechoso. De manera concisa y a la vez profunda nos dice que para él, señal de una buena investigación es “comunicar inteligibilidad”.

¿Cómo hacer una buena investigación? Falla nos ofrece un consejo fundamental al decir que “tal vez lo importante es tener dos cosas claras: la pregunta o hilo conductor que va halando tu investigación, y dos: el olfato, el olfato como de perro que va rastreando con un sexto sentido por dónde está la respuesta a la pregunta que te guía. Ese olfato es experiencia de investigación, es teoría implícita...”. Además, nos dice que la selección del tema de investigación no es “producto de una elección fría que se hace desde un gabinete”, es un proceso que se nutre de tiempo y de convivencia con las personas, de genuino interés en ellas y sus problemas. Falla también nos apunta algo muy importante que no se plantea en los cursos, que la sistematización y análisis del material van unidos a la redacción “porque al redactar uno va analizando y va encontrando nuevas relaciones”. Es común que se asuma que redactar no es más que contar lo que se hizo en la investigación, un proceso que ya se cerró y al que no se vuelve. En la realidad, como Falla lo explica, redactar es también investigar y analizar. Indudablemente, Falla nos regala una reflexión de la que todo investigador o investigadora en ciencias sociales se puede beneficiar. Por ello, los invito a leer su texto con mucha atención y quizás a incorporarlo en sus cursos de investigación.

Wendy BellangerEditora

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4The Use of Good Agricultural Practices: A Problem of Scale Economies? Case Study on Producers from Sub-Basin III, Nicaragua Alder Miguel Contreras Hernández

Climate change risks and productive weaknesses inherent among small and medium producers constitute an enormous challenge in the Nicaraguan agricultural growth and development agenda. The application of good agricultural practices (GAP) in the current productive systems could be a viable development strategy for the most vulnerable groups. This facilitates access to more dynamic and stable agricultural markets, and improves the productive systems themselves. Nevertheless, the implementation of productive systems based on the principles of economic and environmental sustainability, such as those based on GAP, implies considerable cultural and economic challenges. Therefore, the development of intervention policies that encouragement their adoption and application are of vital importance for the development of the Nicaraguan agricultural sector.

Keywords: Good Agricultural Practices / Agricultural Sector / Productive Development

Systematic Analysis and Proposals for Institutional Reform in SICA: Special Reference to its Decision Making Process and Distribution of Competences Diana Cecilia Santana Paisano

This paper presents, through a work of systematization, a brief historical conformation of diagnosis, current institutional structure of the Sistema de Integración Centroamericana (SICA) and episodes of reforms collecting various documentary sources reviewed in order to identify the scope of these episodes of reforms and make proposals for the treatment of issues that have not yet been sufficiently addressed.Reforms experienced by the SICA so far have produced central rearranging of the shortcomings that led to the founding treaties. However, there have not been identified concrete achievements in the four episodes to show that such difficulties have been overcome.

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5 Encuentro

Under this reasoning, the reorientation of the institutions of SICA concerning the definition of explicit powers between regional institutions and member countries is considered necessary in order to ensure operation towards meeting the goals of integration and adaptation to the overall situation. The logic of the reforms should be focused on the conservation of elements that have efficacy in their implementation and the definition of criteria, strategies, tactics and actions implicit in their nature. The substantial reform in a broad sense will be achieved through the positioning of institutions regarding the role of Member States and of society to democratic legitimacy, which should not neglect referral aspects of both the financing of the process of reforms and the sustainability of the institutional system.

Keywords: SICA Institutional Reform / Consensus / Intergovernmentalism / Supranationalism

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Artículos

6Encuentro No. 101, 6-16, 2015

∗ Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (FCEE) de la Universidad Centroamericana (UCA). Correo electrónico: [email protected]

El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, Nicaragua

Alder Miguel Contreras Hernández*

Recibido: febrero 2015 / Aceptado: mayo de 2015

Los riesgos del cambio climático y las debilidades productivas que presentan los pequeños y medianos productores suponen un enorme reto en la agenda de crecimiento y desarrollo del sector agrícola nicaragüense. En este sentido, la incorporación de buenas prácticas agrícolas (GAP) a los sistemas de producción vigentes supone una posible estrategia de desarrollo para los grupos de productores más vulnerables, pues permite el acceso a mercados agrícolas más dinámicos y estables y la mejora de los sistemas productivos vigentes. No obstante, la implementación de sistemas de producción basados en principios de sostenibilidad económica y ambiental, como son los basados en las GAP, supone enormes desafíos tanto económicos como culturales, por lo que el desarrollo de políticas de intervención que permitan su establecimiento y aplicación es de vital importancia para el desarrollo del sector agrícola nicaragüense.

Palabras clave: buenas prácticas agrícolas / sector agrícola / desarrollo productivo

1. Introducción

La implementación de buenas prácticas agrícolas (GAP, por sus siglas en inglés) ha venido adquiriendo gran importancia en la mayoría de los países agrícolas, dada la creciente demanda de productos inocuos, orgánicos, con altos estándares

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Encuentro No. 101, 6-16, 2015

El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, Nicaragua

de calidad y cuyo método de producción esté cimentado en principios de sostenibilidad económica y ambiental (Meer, 2006; Poisot, Speedy, & Kueneman, 2004; Pongvinyoo, Yamaho, & Hosono, 2014). Sin embargo, son muchos los factores que limitan la implementación de las GAP, sobre todo en aquellos países poco desarrollados donde las capacidades económico-productivas de los agricultores y los altos estándares internacionales de calidad provocan procesos de exclusión que restringen la inserción de los grupos de productores vulnerables a mercados más dinámicos y a los procesos inherentes de transferencia y difusión tecnológica (Pongvinyoo, Yamaho, & Hosono, 2014; Vieira, 2013; Yoguel, 2000).

En la presente investigación se construye un índice de capacidad de los productores agrícolas de la Subcuenca III para implementar buenas prácticas agrícolas (ICGAP), con el fin de analizar su distribución y los factores que lo determinan. Para estimar el ICGAP se utiliza el modelo logístico de un parámetro (1PL, por sus siglas en inglés), perteneciente a la familia de los modelos derivados de la teoría de respuesta (ITR, por sus siglas en inglés). Los modelos de la denominada ITR se utilizan normalmente en el campo de la educación para crear índices de valoración cuantificables de variables con alto componente subjetivo, tales como la inteligencia, a partir de variables de naturaleza binomial y/o categórica (Zheng & Rabe-Hesketh, 2007). Así entonces, en el contexto de la presente investigación se utilizan variables de naturaleza binomial que indican la utilización o no utilización de determinada práctica agrícola para medir la capacidad de implementarlas.

El objetivo principal del presente documento es determinar si la capacidad económico-productiva de los productores agrícolas del territorio analizado constituye un factor significativo en su nivel de capacidad para implementar las GAP. Para ello, el documento se divide en cinco partes, incluyendo la presente introducción. En la segunda parte se discute brevemente el concepto de GAP y su importancia. En la tercera parte se presenta la metodología utilizada, para luego, en la cuarta parte, analizar los principales resultados. Por último, en la quinta parte se exponen las principales conclusiones y recomendaciones derivadas del estudio.

2. El concepto de buenas prácticas agrícolas

El concepto de GAP, introducido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), consiste en un sistema de aplicación voluntaria orientado a pequeños productores y basado en prácticas de producción agrícola sostenibles y amigables con el medio ambiente (Meer, 2006; Poisot, Speedy, & Kueneman, 2004). Actualmente, el concepto de GAP se utiliza en gran número de países agrícolas con el objetivo de incrementar la competitividad, la seguridad alimentaria y la estandarización de los productos agrícolas. Sin embargo, es común que la mayoría de productores no puedan aplicarlo, debido al poco desarrollo económico-productivo que poseen y al rigor de las normas de comercio internacional, además de la presencia de fuertes barreras culturales que impiden sustituir los métodos y sistemas de producción vigentes (Pongvinyoo, Yamaho, & Hosono, 2014).

Si bien es cierto que existe un consenso sobre la importancia de implementar GAP en los procesos de producción agrícola, aún se debate cuáles prácticas agrícolas

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Encuentro No. 101, 6-16, 2015

El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, Nicaragua

deben considerarse buenas. Al respecto, Pongvinyoo, Yamaho y Hosono (2014) sostienen que su definición es contextual, es decir, la consideración de una práctica agrícola como GAP depende del entorno socio-económico y del tipo de actividad agrícola en que se desenvuelven los productores. Dada esta subjetividad en cuanto a la definición, en este documento se considerarán como GAP las establecidas por el Ministerio de Agricultura y Forestal (MAGFOR), mismas que se resumen en el Cuadro 2.1.

Cuadro 2.1: Prácticas agrícolas analizadas

Práctica agrícolaCurvas de nivel Prácticas postcosecha

Control de plagas y enfermedades No quema

Barreras de retención Elaboración de abono orgánico

Cultivos de cobertura Rotación de cultivos

Cercas vivas Ronda contra incendios

Cero labranza Limpia y poda

Barreras rompevientoFuente: Elaboración propia.

Así entonces, en la siguiente parte del estudio se construirá una medida de la capacidad de implementación de las GAP (ver Cuadro 2.1) en el caso específico de los productores agrícolas de la Subcuenca III del municipio de Managua, para luego analizar su distribución y sus principales determinantes.

3. Metodología

3.1 Los datos

El análisis comprende un total de 3,852 explotaciones agropecuarias (EA) dedicadas principalmente a actividades agrícolas ubicadas en la Subcuenca III, situada entre los departamentos de Managua y Masaya (ver Figura 3.1). La información individual de las EA proviene del IV Censo Nacional Agropecuario (CENAGRO), el cual se encuentra disponible en la página web oficial del Instituto Nacional de Información y Desarrollo (INIDE; www.inide.gob.ni).

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Encuentro No. 101, 6-16, 2015

El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, Nicaragua

Figura 3.1: Ubicación geográfica de la Subcuenca III.

Fuente: Elaboración propia.

3.2 El modelo de Rasch: modelo logístico de un parámetro

Para analizar la distribución y los factores que determinan la capacidad latente de cada productor para implementar distintas prácticas agrícolas es necesario crear un índice o indicador que permita cuantificar dicha capacidad. Sin embargo, es evidente que la variable que se trata de medir —capacidad– es una variable no observable que posee un carácter altamente subjetivo. Para solucionar este problema y obtener una medida cuantificable de la capacidad de implementar prácticas agrícolas se utiliza como marco de referencia la teoría de respuestas (ITR, por sus siglas en inglés), empleando variables de naturaleza dicótoma que adquieren el valor de 1 cuando se utiliza determinada práctica agrícola, y de 0 cuando no se utiliza (ver Cuadro 2.1). Estos modelos se basan en la idea de que el rasgo latente del individuo analizado está relacionado con una serie de indicadores, que en nuestro caso vienen representados por las variables dicótomas. Así, en el caso de los productores analizados, el uso o desuso de determinada práctica agrícola puede servir como parámetro para medir su capacidad para implementar determinada práctica agrícola y su respectiva dificultad de implementación.

Uno de los modelos de la ITR más conocido es el denominado modelo de Rasch, propuesto en un principio por Rasch (1960) y posteriormente desarrollado por Wright (1977) y Fischer (1995). En este modelo, la probabilidad de que sea correcta la respuesta al elemento i –utilización o no de alguna práctica agrícola– dada por el individuo n –productor– es modelada como una función de un parámetro δi, asociado al elemento, el cual representa su respectiva dificultad; y un parámetro θn, asociado al individuo, el cual representa su rasgo latente (ver Ecuación 3.1).

Pr( = 1| ) =( − )

1 + ( − ) (3.1)

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Encuentro No. 101, 6-16, 2015

El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, Nicaragua

El modelo de la ecuación 3.1 también se conoce como el modelo logístico de un parámetro (1PL), porque solo existe un parámetro δi por elemento. En dicho modelo, la probabilidad de que la respuesta a un elemento sea correcta aumenta con la habilidad del individuo, disminuye con la dificultad del elemento y es igual a 0.5 cuando la habilidad del individuo y la dificultad del elemento son iguales. Así entonces, en el contexto de la presente investigación el parámetro δi representa la dificultad individual de implementar i -ésima práctica agrícola (ver Cuadro 2.1) y el parámetro θn representa la capacidad del n -ésimo productor para implementar dichas GAP.

4. Resultados

4.1 Índice de capacidad para implementar prácticas agrícolas

Las estimaciones del modelo 1PL se realizaron a partir del método propuesto por Zheng y Rabe-Hesketh (2007), cuyos resultados se muestran en el Cuadro 4.1. Los coeficientes de cada práctica agrícola representan, respectivamente, su dificulad de implementación, donde los valores que se localizan a la derecha del cero absoluto representan mayor dificultad y los valores que se localizan a la izquierda del cero abosoluto representan la menor dificultad. De este modo, se puede inferir que la implementación de cero labranza, cultivos alternativos, prácticas postcosecha y elaboración de abono orgánico son las prácticas más dificiles de implementar para los producteres analizados. Por otro lado, la utilización de cercas vivas, control de plagas y enfermedades y rondas contra incendios son las prácticas más comunes y más fáciles de implementar.

Cuadro 3.1: Estimación del modelo 1PLPráctica agrícola Coeficiente Str. Err. P >|z|Cero labranza 4.55 0.12 0.00Cultivos de cobertura 4.44 0.12 0.00Prácticas postcosecha 3.82 0.92 0.00Elaboración de abono orgánico 3.52 0.08 0.00Rotación de cultivos 2.98 0.07 0.00Curvas de nivel 2.47 0.06 0.00Barreras rompeviento 2.47 0.06 0.00Barreras de retención 2.44 0.06 0.00Limpia y poda 2.20 0.05 0.00No quema 1.90 0.05 0.00Cercas vivas 1.37 0.05 0.00Control de plagas y enfermedades 0.91 0.04 0.00Ronda contra incendios -2.05 0.05 0.00

Fuente: Elaboración propia.

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El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, Nicaragua

Dadas las estimaciones del modelo 1PL, el ICGAP asociado a cada productor se calcula según el método propuesto por Zheng y Rabe-Hesketh (2007) (ver Ecuación 3.2).

(3.2)

Los resultados de las estimaciones del ICGAPs se muestran en el histograma de la Figura 4.1, el cual revela la existencia de un claro sesgo hacia la derecha, indicando que la gran mayoría de productores poseen poca capacidad para implementar GAP. Esto evidencia la necesidad de establecer estímulos que permitan una mayor difusión e implementación de GAP, con el objetivo de mejorar y hacer más rentable el proceso de producción y, a la vez, lograr que estos estímulos sean sostenibles a nivel económico y medioambiental.

Figura 4.1: Distribución del ICGAP entre productores.

Fuente: Elaboración propia.

La desigual distribución de las capacidades para implementar GAP observada en los productores de la Subcuenca III podría deberse, como señalan Pongvinyoo, Yamaho y Hosono (2014) y Vieira (2013), a su escaso desarrollo económico-productivo y a la poca capacidad que poseen para adquirir, implementar y transmitir nuevas capacidades productivas. Así entonces, en la siguiente parte se analiza el efecto del nivel de desarrollo económico-productivo de cada agricultor en su nivel de capacidad para implementar GAP, a fin de determinar si el problema concerniente a su aplicación obedece a factores relacionados con los procesos de economías de escala propios de los métodos de producción agrícola, o si por el contrario, puede ser implementado indistintamente del nivel de desarrollo de los productores.

( | ) = ∫ {∏ Pr( | )= 1

}∞

−∞( )

-2

0 0

ICGAPs2 4

1500

1000

500

Núm

ero

de P

rodu

ctor

es

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El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, Nicaragua

4.2 La tenencia de capital tierra y la capacidad de implementar prácticas agrícolas

Como se dijo anteriormente, el objetivo principal de esta investigación es determinar si el nivel de desarrollo económico-productivo inherente a cada productor influye de manera significativa en su capacidad para implementar GAP. Sin embargo, el CENAGRO no brinda información sobre los niveles de productividad individual de los productores y, por ende, tampoco sobre el volumen de ingresos que estos obtienen de sus actividades agrícolas. Dada esta limitante, en este documento se utiliza como variable proxy del volumen de ingreso y de capacidad económico-productiva la cantidad de capital tierra que los agricultores poseen, puesto que, en la mayoría de los casos, la cantidad de tierra que un productor agrícola posee representa una proporción significativa de su riqueza (Ray, 2003).

Así entonces, es de esperar que cuanto mayor sea la cantidad de tierra de que disponen los productores, mayor será su capacidad de implementar GAP. Para verificar esta hipótesis se procede primero a crear agrupaciones de productores según la cantidad de tierra, utilizando para ello el método de clusterización jerárquica propuesto por Ward (1963). Este método de agrupación permitirá obtener conjuntos de productores con niveles de tenencia de capital tierra —y, por ende, niveles de desarrollo económico-productivo— más o menos similares a lo interno de un mismo conjunto, pero distintos entre productores de diferentes conjuntos (Rencher & Christensen, 2012). Los resultados del proceso de formación de clusters se muestran en el dendrograma de la Figura 4.2, elaborada sobre un total de 20 ramificaciones, G .

Figura 4.2: Dendrograma del proceso de clusterización de productores según su tenencia de tierra.

Fuente: Elaboración propia.

015

000

1000

050

00D

ista

ncia

Euc

lidia

na

G1 G2 G3 G4 G5 G6 G7 G8 G9 G10 G11 G12 G13 G14 G15Grupos de Productores

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Encuentro No. 101, 6-16, 2015

El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, Nicaragua

Según el análisis de cluster anterior, existen cuatro agrupaciones de productores relevantes (ver Figura 4.2) a las cuales denominaremos A,B ,C y D, respectivamente. Estas agrupaciones poseen diferencias significativas en cuanto a la tenencia de capital tierra, indicando una fuerte desigualdad en la distribución de la misma. Como se muestra en el Cuadro 4.2, la mayoría de los productores se concentran en las agrupaciones A y B, las cuales poseen, en promedio1, la menor cantidad de tierra, 0.9 mz y 8.2 mz, respectivamente. Por su parte, existe un número pequeño de productores que poseen grandes extensiones de tierra, aglomerados en los grupos C y D, con un promedio 113.3 mz y 350.2 mz, respectivamente. Por lo tanto, es evidente que en el territorio analizado existe un alto nivel de desigualdad en cuanto a la distribución de la tierra, el cual podría incidir directamente en su capacidad para implementar GAP.

Cuadro 4.2: Tenencia de la tierra entre grupos de productores

Grupos Cantidad de productores Promedio manzanas Str. Err. P >|z|

2664 0.92 0.25 0.00

1113 8.25 0.38 0.00

55 113.26 1.73 0.00

20 350.24 2.87 0.00 Fuente: Elaboración propia.

Dada la desigual distribución de la tierra observada en el territorio (ver Cuadro 4.2), es de esperar que existan también grandes disparidades en cuanto a los niveles de desarrollo económico-productivo, lo que podría explicar gran parte de la desigualdad de los productores en cuanto a la capacidad de implementar prácticas agrícolas (ver Figura 4.1). De hecho, como se muestra en el Cuadro 4.3, el valor promedio del ICGAP2 aumenta conforme nos desplazamos del grupo A al C, lo que evidencia una clara relación positiva entre el grado de desarrollo económico-productivo con que el que cuenta la EA y la capacidad de los productores para implementar GAP. Sin embargo, es notorio que los productores del grupo D, aquellos con mayores extensiones de tierra, no poseen, en promedio, los valores más altos del índice. Por otro lado, llama la atención también que en todos los grupos existen productores que poseen los valores mínimos del índice de capacidad, mientras que los valores más altos parecen presentarse tanto en productores pequeños como en grandes productores. Por estas razones se puede inferir que el grado de desarrollo económico-productivo afecta el nivel de capacidad de implementar GAP, pero no constituye un factor indispensable o restrictivo.

1 El cálculo del promedio de manzanas según el grupo de productores se realizó utilizando un modelo de análisis de varianza (ANOVA), el cual, además de brindar el nivel promedio de manzanas, otorga un estadístico de prueba para determinar si dichas medias son estadísticamente diferentes. En este caso, todas las medias fueron estadísticamente significativas, por lo que la diferencia en la tenencia de tierra entre grupos es relevante.

2 Al igual que con el cálculo del promedio de manzanas por tipo de productor, el promedio del índice de capacidad de implementar prácticas agrícolas se realizó utilizando un modelo ANOVA.

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Encuentro No. 101, 6-16, 2015

El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, Nicaragua

Cuadro 4.3: Índice de capacidad de implementar PA, por grupos de productores

Grupos ICGAP promedio Mínimo Máximo Str. Err. P >|z|

-0.17 -1.37 3.72 0.01 0.00

0.36 -1.37 4.10 0.02 0.00

0.89 -1.37 3.72 0.11 0.00

0.75 -1.37 2.70 0.18 0.00 Fuente: Elaboración propia.

De este modo, la implementación de un modelo de producción agrícola basado en GAP parece ser una opción posible y viable para mejorar la condición socioeconómica de aquellos grupos de productores más vulnerables que poseen pocos recursos. En este sentido, la implementación de prácticas agrícolas amigables con el medio ambiente y sostenibles desde el punto de vista económico que permitan la producción de productos orgánicos de alta calidad constituye una gran oportunidad de acceso para los pequeños y medianos productores a mercados más selectos que ofrecen mejores precios. Sin embargo, son estos grupos de productores los que presentan menores valores del ICGAP en términos de frecuencia (ver Figura 4.2), observándose en su distribución un claro sesgo hacia la derecha que luego desaparece paulatinamente conforme nos desplazamos hacia los grupos con mayor tenencia de recursos (ver Figura 4.3).

Figura 4.3: Distribución del ICGAP, por grupos de productores.

Fuente: Elaboración propia.

32

10

32

10

ICGAPs

Densi

dad

A B

C D

-2 0 2 4 -2 0 2 4

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Encuentro No. 101, 6-16, 2015

El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, Nicaragua

La presencia de bajos niveles del ICGAP en los pequeños productores supone un gran desafío en términos de políticas que incentiven la aplicación de GAP, sobre todo por el hecho de que la mayoría de productores suelen ser reacios a realizar cambios bruscos en sus sistemas productivos, dado el tiempo que llevan implementándolos y la experticia derivada de procesos de aprendizaje empíricos. En este sentido se puede afirmar, según los resultados de la presente investigación, que la capacidad de un productor para implementar prácticas agrícolas (PA) depende en cierto modo de su grado de desarrollo económico-productivo; sin embargo, esta característica no es exclusiva de aquellos productores grandes, sino que es un modelo productivo que también pueden aplicar los pequeños y medianos productores.

5. Conclusiones y recomendaciones

La gran mayoría de los productores agrícolas pertenecientes a la Subcuenca III presentan muy poca capacidad para implementar GAP, lo que se explica en cierta medida por la poca capacidad económico-productiva que poseen. Al respecto, los resultados muestran un claro sesgo en la forma en que se distribuye el ICGAP estimado, donde la gran mayoría de los productores analizados, principalmente los pequeños y medianos, presentan muy bajos valores del índice, siendo estos, además, los que tienen menos disponibilidad de capital tierra. No obstante, se puede apreciar también que los valores más altos del ICGAP están distribuidos indistintamente de la clasificación de los grupos según su capacidad económico-productiva, lo que muestra que este factor no constituye un factor restrictivo para implementar GAP, lo que hace de este un modelo productivo que puede ser adoptado por los productores pequeños y medianos.

Así entonces, es evidente la necesidad de establecer mecanismos de intervención, principalmente de naturaleza pública, que permitan crear incentivos para la incorporación de GAP en el actual modelo productivo, sobre todo para aquellos productores agrícolas pequeños y medianos del territorio analizado. Estos incentivos deben estar orientados a fortalecer y crear capacidades productivas que incorporen GAP, así como también estrategias organizativas que faciliten su inserción a mercados más dinámicos que les permitan obtener réditos bastantes para asentar los nuevos métodos de producción. Por último, es recomendable que el desarrollo de tales políticas de intervención esté cimentado en estudios más específicos que permitan analizar de manera más concreta el entorno local de los productores del área y sus vínculos con los demás actores involucrados en las cadenas productivas y de valor a las que se insertan.

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El uso de buenas prácticas agrícolas ¿Un problema de economías de escala? Estudio de caso de los productores de la Subcuenca III, Nicaragua

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Encuentro No. 101, 17-38, 2015

Análisis sistemático y propuestas para la reforma institucional del SICA: Especial referencia al proceso de toma de decisiones y el reparto de competencias de sus órganos centrales

Análisis sistemático y propuestas para la reforma institucional del SICA: Especial referencia al proceso de toma de decisiones y el reparto de competencias de sus órganos centrales

Diana Cecilia Santana Paisano∗

Recibido: marzo de 2015 / Aceptado: junio de 2015

Este documento presenta, a través de una labor de sistematización, un diagnóstico sucinto de la conformación histórica, la estructura institucional actual y los episodios de reformas del Sistema de Integración Centroamericana (SICA). Se coligan diversas fuentes documentales con miras a identificar el alcance de estos episodios de reformas y proponer temas que todavía no se han abordado con suficiencia.

Se encuentra que las reformas experimentadas por el SICA han tenido como eje la reordenación de las falencias que derivaron de los tratados originarios. No obstante, los cuatro episodios identificados no han tenido alcances concretos que permitan afirmar que se han superado tales dificultades.

Bajo estos razonamientos, se considera necesario reorientar la institucionalidad del SICA de modo que puedan definirse de manera explícita las competencias que corresponden a las instituciones regionales y a países miembros, con el fin de garantizar su funcionamiento de cara al cumplimiento de los fines de la integración y la adecuación a la coyuntura global. La lógica de las reformas debe enfocarse en conservar aquellos elementos cuya implementación resulta eficaz y en definir los criterios, estrategias, tácticas y acciones consustanciales a su naturaleza. La reforma sustancial en un sentido amplio se logrará mediante el posicionamiento de la institucionalidad respecto del papel de los Estados miembros y de la sociedad, en pro de una legitimación democrática, sin dejar de lado lo que atañe al financiamiento del propio proceso de reformas y a la sustentabilidad del sistema institucional.

Palabras clave: reforma institucional SICA / consenso / intergubernamentalismo / supranacionalidad

∗ Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Centroamericana UCA-Managua. Correo electrónico: [email protected].

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Encuentro No. 101, 17-38, 2015

1. Introducción

En el marco de la coyuntura internacional, la historia ha demostrado que los Estados se ven en la necesidad de formalizar relaciones estables y permanentes de cooperación para el logro de sus intereses comunes; necesitan asimismo tener impacto en sus sociedades, logro que sería más difícil si se intentara de forma aislada (Mejía Herrera, 2008). Sobre este razonamiento surgen desde principios del siglo XIX las organizaciones internacionales como formas institucionalizadas de cooperación intergubernamental.

Ya en el siglo XX se ha reconocido otro tipo de organizaciones internacionales de carácter comunitario con rasgos un tanto diferentes a los de la cooperación; su punto de referencia es el proceso de integración europeo, que se caracteriza por contar con una estructura político-jurídica común —y a la vez distinta— de las agrupaciones en Estados federales o confederales.

Ciertamente, los Estados de la región centroamericana no han sido ajenos a esta dinámica. El proceso formal de la integración centroamericana data de los años 50, al constituirse la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA) y posteriormente el Mercado Común Centroamericano (MCCA).

En el caso centroamericano, la integración está marcada por una sucesión más o menos regular de impulsos de integración, que han fluctuado hacia estadios de menor o mayor interacción e interdependencia para el logro de fines comunes, todos siempre respaldados por instrumentos jurídicos e instituciones que le han dado forma y características propias a las etapas de su proceso.

La actual configuración político-jurídica del SICA como institución es confusa, en tanto adolece de una incoherencia entre la práctica política de las relaciones institucionales del sistema y sus Estados miembros (EEMM), la real vigencia y eficacia de sus instrumentos y una poco estimable representatividad y participación democrática de la sociedad en el proceso. Por ello se estima que para lograr el fortalecimiento institucional del SICA es necesario transitar por reformas paulatinas pero contundentes, que tengan una repercusión directa e inequívoca en el marco jurídico nacional y regional, construido con la intervención de todos los Estados miembros.

El presente trabajo investigativo, denominado “Análisis sistemático y propuestas a la reforma institucional del SICA. Especial referencia al proceso de toma de decisiones y el reparto de competencias de sus órganos centrales”, bajo el alero de una investigación de tipo documental argumentativo, expone los elementos definitorios de la arquitectura institucional del SICA, analiza de manera sucinta el impacto de los episodios de reforma que ha experimentado hasta el año 2014, y plantea propuestas que permitirían un funcionamiento más ajustado a la realidad de las instituciones centrales creadas, ya que, como menciona Caldentey del Pozo (2011, p.35) “La estabilidad jurídica del proceso [de integración centroamericana] reposa en las instituciones regionales”, es decir, esa es su fortaleza institucional. Al final de la investigación se proponen ejes que consideramos medulares para un futuro episodio de reforma institucional.

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Encuentro No. 101, 17-38, 2015

Análisis sistemático y propuestas para la reforma institucional del SICA: Especial referencia al proceso de toma de decisiones y el reparto de competencias de sus órganos centrales

2. Antecedentes inmediatos, composición y características de la institucionalidad del SICA

Los antecedentes más inmediatos del SICA son la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos, (ODECA), de 1951, sustituida en Panamá en 1962, y el Tratado General de la Integración Económica Centroamericana (TGIE), suscrito en Managua el 13 de diciembre de 1960. No obstante, conviene revisar también otros antecedentes que demarcan el legado en su estado actual y la progresión del modelo de integración existente.

2.1. Hitos en el desarrollo de la institucionalidad del SICA

Organización de Estados Centroamericanos - ODECA (1951)

Instaurada en San Salvador al suscribirse la Primera Carta de la Organización de Estados Centroamericanos, ODECA es la institución que inicia el proceso de integración regional que hoy conocemos. Consiste en un esfuerzo político cuya conformación articulaba una institucionalidad muy amplia, que poco llegó a concretarse.

La Carta de la ODECA se caracterizaba por su brevedad y sencillez y por una baja proyección hacia una gobernanza de carácter supranacional. Prueba de ello fue el haber utilizado el término “organización” que evocaba inocuidad y poco compromiso para establecer lo que debía ser una estrecha unión de los Estados. Era algo más cercano a un organismo internacional, con fines de cooperación, aunque con intenciones de estrechar relaciones políticas (Fernández Shaw, citado por Herrarte, 1972).

Esta caracterización del organismo limitaba las propias funciones de las instituciones creadas y convertía en ilusorios sus objetivos iniciales (paz y diálogo político), hasta tal punto que, aun después de firmada la Carta constitutiva, las reuniones entre ministros de relaciones exteriores (órgano principal) solo pudieron concretarse cuatro años después, demora debida a razones de carácter político e ideológico (Herrarte, 1972).

Mercado Común Centroamericano - MCCA (1960)

Paralelamente a la ODECA, aunque no de forma unificada, se comienza a gestar la integración económica (Alfaro, 2011), lo que dio cabida al Tratado General de Integración Económica (TGIE), conocido como Mercado Común Centroamericano, con una serie de instituciones importantes que permitieron consolidar los compromisos económicos para la creación de la zona de libre comercio y de un arancel externo común, además de las bases para constituir la Unión Aduanera y la Unión Económica Centroamericana.

La puesta en vigencia del TGIE es el punto de partida de una nueva etapa del proceso de integración centrado en acciones en el campo económico; se crea así una maquinaria institucional capaz de desempeñar las tareas necesarias para cumplir los

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Encuentro No. 101, 17-38, 2015

compromisos y la visión plasmada en este tratado, adoptando el modelo económico desarrollista de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), sobre la base de la sustitución de importaciones y la industrialización.

Se puede decir que la fundación de este proceso centroamericano de integración económica es la que ha contado con un modelo más concreto —la concepción desarrollista de la CEPAL— cuyo objetivo principal era fomentar el desarrollo económico bajo el patrón de industrialización por sustitución de importaciones. La metodología utilizada de planificación o estructuración de actividades económicas respondió a la necesidad de ampliar mercados agroexportadores y superar la dependencia y la falta de competitividad de los países de la región. En un primer momento dicho modelo dio buenos resultados, hasta que entró en crisis a finales de los años 60, por razones de carácter político-económico.

Reactivación del proceso de integración centroamericana y su institucionalidad (finales de los años 80 y principios de los 90)

Tras las reuniones de Esquipulas y con los ánimos renovados por la necesidad de terminar los conflictos bélicos en la región, los mandatarios centroamericanos expresaron su voluntad de revisar, actualizar y dinamizar el proceso de integración económica y social de la región, y de establecer los procedimientos para la pacificación (Monterrosa, 2008).

Así, a partir de los acuerdos alcanzados se logró una estabilización regional en el año 1990, lo que propició una serie de reformas que permitieron superar los períodos de crisis e iniciar una tercera etapa del proceso de integración. En la reunión de Antigua de 1990 los presidentes acordaron impulsar, reestructurar, fortalecer y reactivar el proceso de integración.

Caldentey del Pozo (2004) expresaba que:

De esta sucesión de reuniones y negociaciones ha surgido el nuevo marco conceptual, jurídico e institucional de la integración centroamericana: el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), formado por los 5 países miembros del MCCA en los años sesenta más Panamá y Belice como miembros del SICA y la República Dominicana que participa como observador en alguno de los acuerdos y dimensiones de la integración (p. 11)1.

La creación del SICA en 1991

A través de la carta de modificación de la ODECA (el Protocolo de Tegucigalpa) se crea el SICA como nuevo marco jurídico, político e institucional en todos los ámbitos de la integración (Monterrosa, 2008).

1 Belice se estableció como miembro pleno del SICA en el año 2000, y República Dominicana en 2013.

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En la actualidad este protocolo es el principal instrumento constitutivo y normativo que regula la institucionalidad del SICA, suscrito en 1991 y vigente desde 1993. Este tratado determina la organización política de la integración centroamericana —compuesta por órganos de carácter vertical y horizontal— y las competencias funcionales de las instituciones creadas, que luego regulan otros tratados principales y complementarios del sistema en virtud de las disposiciones del propio SICA (Salazar Grande, 2010).

La creación del subsistema de integración económica en 1993

Con la suscripción del protocolo de modificación al Tratado General de Integración Económica (TGIE), conocido como Protocolo de Guatemala, se renueva la institucionalidad económica del SICA y se determinan las actividades necesarias para llevar a cabo la integración económica. Este protocolo configura la posibilidad de que dos o más Estados avancen hacia la integración económica (Monterrosa, 2008).

Tratado Marco de Seguridad Democrática (1995)

Fue suscrito en San Pedro Sula, Honduras, e instituyó lo que se denomina el Modelo Centroamericano de Seguridad Democrática, el cual se basa, según declara, en la democracia, el fortalecimiento de sus instituciones, el Estado de derecho, la existencia de gobiernos electos por sufragio universal, libre y secreto y en el irrestricto respeto a los derechos humanos en los Estados centroamericanos.

Luego de este tratado se articuló lo que se denominó la Estrategia de Seguridad Centroamericana, que define políticas de coordinación entre las instituciones de los países miembros del SICA vinculadas al tema de la seguridad en la región.

Tratado de Integración Social (1995)

Si bien es cierto que el Protocolo de Tegucigalpa (PT) creó una estructura organizacional del SICA que abarcaba diversas dimensiones, entre ellas la social, reconociendo el principio de desarrollo humano (artículo 3 del Protocolo de Tegucigalpa), el documento creador de este denominado “subsistema” es el Tratado de Integración Social (TISCA), de 1995, suscrito en Cerro Verde, El Salvador, el cual, como instrumento complementario del Protocolo de Tegucigalpa, define la estructura organizativa del mismo, cuyos órganos regionales disponen de competencias normativas para alcanzar las disposiciones y objetivos establecidos en el instrumento jurídico que le da nacimiento. La llamada integración social centroamericana dispone de una diversidad de sectores en los que actúan las entidades responsables de su funcionamiento.

La Alianza para el Desarrollo Sostenible (ALIDES), de 1994, que dio origen al TISCA, es el eje transversal del desarrollo y elemento integral e inseparable de las medidas adoptadas por los países centroamericanos en lo político, lo económico, lo ambiental y lo educativo/cultural. El subsistema comprende sectores como género, trabajo, salud, vivienda, educación/cultura y migraciones, entre otros (Miranda, 2013).

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Es oportuno señalar que en el contexto histórico del nacimiento del SICA en el año 1991, tras la firma de los acuerdos de pacificación regional (en Esquipulas), se observa un cambio importante de paradigma de integración que sucede a la superación del período de crisis político-bélica, con un enfoque neoliberal centrado en el paradigma del libre comercio e impregnado de la filosofía establecida en el Consenso de Washington, característico del regionalismo abierto, el cual deja de lado todo tipo de ambición desarrollista. Caldentey del Pozo (2010), al explicar el SICA ante los cambios de paradigma en la integración latinoamericana, nos advierte de que el verdadero dilema ocurre “entre libre comercio e integración regional”, el cual se encuentra ilustrado por la figura del spaghetti bowl. Es decir, aunque se recuperan las motivaciones de la integración con el objeto de atender intereses de índole económica, no se retoman compromisos mayores en la construcción de estructuras institucionales integracionistas (Malamud, 2010). En otras palabras, el enfoque de la teoría intergubernamental de corte liberal es notorio en la creación del SICA, ya que no respondió necesariamente a una estrategia racional y regional de desarrollo, sino a las demandas de actores domésticos o nacionales, los que alimentaron la demanda de integración.

Visto desde la teoría política intergubernamental, el SICA posee toda la indumentaria instrumental e institucional para avanzar en su integración. El problema no es entonces la inexistencia o existencia de instituciones, sino el grado de institucionalización del SICA en cuanto al manejo de su agenda regional y el impacto de los compromisos que están asumiendo los Estados.

2.2. Definición del modelo de reparto de competencias y toma de decisiones del SICA, derivado de la configuración institucional y sus instrumentos jurídicos

La normativa jurídica que emanó de la creación del SICA es, hoy por hoy, muy profusa y compleja. A continuación analizamos los que se consideran órganos centrales del SICA, porque es allí donde se adoptan decisiones que afectan los intereses de cada Estado miembro (Reunión de Presidentes, Consejo de Ministros y Comité Ejecutivo), los intereses regionales (Parlamento Centroamericano, Comité Consultivo) o la mediación entre ellos (caso de la CCJ). No se han considerado las particularizaciones del subsistema económico del SICA.

Reunión de Presidentes (RP)

En virtud del artículo 14 del Protocolo de Tegucigalpa (PT), las decisiones de la RP se toman por consenso. Por su parte, el artículo 13 del PT indica que la RP es el órgano supremo del SICA. Según estipula el Protocolo de Tegucigalpa, la RP, como su nombre indica, está integrada por los presidentes constitucionales de los Estados miembros del SICA y se define como un órgano de deliberación política cuya función principal es:

Definir y dirigir la política centroamericana, estableciendo las directrices sobre la integración de la región, así como las disposiciones necesarias

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para garantizar la coordinación y armonización de las actividades de los órganos e instituciones del área y la verificación, control y seguimiento de sus mandatos y decisiones (artículo 15.a, PT).

Salazar Grande y Ulate Chacón (2013, p.74) encuentran que concentrar el poder constituyente y legislativo en la RP denota un error jurídico incongruente con los principios de “equilibrio de poderes” e “independencia de órganos horizontales”, puesto que hay coincidencia entre los funcionarios que deciden las políticas principales de la integración con los que están facultados para crear, modificar o sustituir las estructura orgánica vertical y horizontal del sistema.

Blanco Fonseca (2010, p. 68) considera que la explicación de tales facultades, digamos “autoconferidas” por parte de la RP en el Protocolo de Tegucigalpa se debe: … “seguramente porque ellos [la RP] están conscientes y porque no quieren que sea de otra manera (falta de voluntad política), que dicho órgano es quien da el impulso principal (al menos en teoría) en el proceso de integración centroamericano”… “Con esta medida se acentúa aún más el corte intergubernamental del SICA”. Muy parecido a la configuración que tuvo el ODECA en su momento.

Por otra parte, se considera certera la observación que ofrece Malamud (2000, pp. 3-4) al buscar una explicación de la perduración de este “sistema de integración intergubernamental” con marcados rasgos de presidencialismo en la configuración del SICA, que no dista de la realidad de otros procesos similares en América Latina. Al respecto, este autor manifiesta:

La influencia de los ejecutivos nacionales sobre los procesos de integración, y sobre la política exterior en general, puede variar en función del diseño institucional –según se trate de democracias presidencialistas o parlamentarias, o según la constitución procure el equilibro de poderes o su concentración (…) cuanto mayor sea la concentración de poder en los ejecutivos nacionales y menor sea el grado de institucionalización regional, mayor será la capacidad de los jefes de gobierno para influir –sea para impulsar, conducir o detener— el proceso de integración.

Malamud (2000) presenta otra variable que resulta convincente para explicar el letargo en el avance del proceso y las decisiones tomadas en el seno de los órganos regionales, indistintamente de que estos sean de carácter supranacional o intergubernamental, acerca de la “homogeneidad entre los tipos de gobierno de los Estados miembros”. Esto es similar a la problemática de geometría variable o asimetría en la integración de países con distintos niveles de desarrollo, por lo que también resulta difuso administrar un bloque regional con instituciones domésticas demasiado incongruentes con la institucionalidad regional.

En síntesis, si bien es cierto que el “intergubernamentalismo extremo” puede implicar la ausencia de un contrapeso institucional de la organización regional, también es verdad que logra materializar un conveniente equilibrio entre los países miembros en cuanto a la toma de decisiones para conducir las políticas que pueda implementar el SICA, ya que los Estados, cuando dan cumplimiento a los mandatos de la institucionalidad regional, lo están haciendo sin incurrir en compromisos coercitivos. No obstante, pensamos que la subsistencia de un marco

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jurídico institucional efectivo requiere valorar con prudencia la poderosa influencia de los actores internos, cuyas acciones propugnan –tal vez sin mucha deliberación– el intergubernamentalismo, no para desalentar las perspectivas de avance, sino para contribuir a determinar nuevas estrategias que propicien la consolidación y crecimiento de las proyecciones de la integración.

Consejo de Ministros (CM):

Este órgano está integrado por los ministros del ramo de cada Estado miembro del SICA (economía, ambiente, etc.). Cada miembro es nombrado directamente por el presidente respectivo de cada país, es decir, el miembro del Consejo de Ministros de Integración Económica de cada país es el propio ministro de economía, que fue nombrado por el presidente; también puede ser otra persona designada asimismo por el presidente del país, quien le otorga poderes plenipotenciarios para que represente a su nación en ese órgano del SICA.

En lo que respecta al proceso decisorio, en el caso del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores las decisiones de fondo se toman por consenso, y cuando existe duda sobre si es cuestión de fondo o de procedimiento, se decide por mayoría (artículo 21 del Protocolo de Tegucigalpa). A la fecha no existe una definición de lo que es una cuestión de fondo o de forma, y en la práctica todo se resuelve por consenso. En lo que respecta al Consejo de Ministros Sectoriales, cada miembro tiene un solo voto.

El poder normativo de este órgano, según dispone el artículo 7 del Reglamento para la Adopción de Decisiones del SICA, se ejerce por medio de resoluciones, reglamentos, acuerdos y recomendaciones; dichas “decisiones” deben tener como objetivo desarrollar y ejecutar las disposiciones emanadas de la Reunión de Presidentes (artículo 16, PT).

La “unanimidad tácita”, que también es perceptible respecto de la RP, encuentra aplicación en este órgano también. Así queda claro en el artículo 21 del Protocolo de Tegucigalpa: “En el Consejo de Ministros, cada Estado Miembro tendrá sólo un voto”. Las decisiones sobre cuestiones de fondo deberán adoptarse por consenso. Al igual que en la Reunión de Presidentes, las decisiones del CM se toman bajo un enfoque eminentemente intergubernamental. En la práctica, bajo este modelo de toma de decisiones, los gobiernos centroamericanos sostienen la institucionalidad del SICA bajo un sistema de relaciones jurídicas y políticas centradas en el control de los órganos comunes a través de sus representantes oficiales. El consenso implica que cada Estado expresa su asentimiento solamente a través de la participación de los funcionarios nacionales, a fin de que los actos normativos tengan plena aplicación en el ámbito interno o puedan ser adecuados por actos internos de forma unitaria (Salazar Grande, 2010).

Es importante mencionar el artículo 22 del Protocolo de Tegucigalpa, el cual dispone que:

…las decisiones de los Consejos serán de obligatorio cumplimiento en todos los Estados miembros y sólo podrán oponerse a su ejecución disposiciones de carácter legal. En tal caso, el Consejo, previo los estudios técnicos pertinentes, analizará de nuevo el asunto y acomodará la decisión, en su

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caso, al respectivo ordenamiento legal. No obstante, tales decisiones podrán ser ejecutadas por los Estados miembros que no las hubieran objetado.

El desatino de esta regulación, según Blanco Fonseca (2010, p. 70) consiste en que “se desconoce la importancia y necesidad de una serie de elementos y principios básicos de un sistema serio de integración de Estados, como son el principio de primacía y el de uniformidad del Derecho de la integración”.

En opinión de quien escribe, las técnicas prevalecientes en los tratados de integración son de carácter comunitario y exclusivo, pero evidencian incongruencia entre las facultades de los órganos y las carencias institucionales que impiden implementar sus funciones y competencias.

Empero, este intergubernamentalismo del SICA no se considera desalentador, ya que desde la óptica doctrinaria y bajo el reflejo del proceso de integración europea, como Mariscal (2003, p. 30) nos explica, “el intergubernamentalismo preserva a los Estados como sujetos básicos en el escenario mundial, y les ayuda a realizar sus tareas domésticas”… Se supone que en la “convergencia de los gobiernos” se crea un “institucionalismo intergubernamental” para la elaboración de políticas comunitarias y procedimientos decisorios más centralizados (Mariscal, 2003, p. 30).

El punto de partida es la elaboración de un marco racionalista, en términos de maximización de beneficios y minimización de costos, así como la adecuación de medios y fines. Los gobiernos racionales formulan primero las preferencias nacionales, que son confrontadas posteriormente con las de otros gobiernos miembros en negociaciones interestatales, y finalmente se elige poner en común o delegar soberanía o no en las instituciones supranacionales a fin de garantizar los acuerdos… (Moravcsik, citado por Mariscal, 2003, p. 31).

Es decir que aun con el modelo intergubernamental es necesaria la puesta en común de órganos e instituciones cuyas competencias, delimitadas de conformidad con la concertación de intereses por parte de los Estados, hacen necesario establecer fundamentos jurídicos que permitan la pervivencia de las decisiones tomadas por los órganos supraestatales. Esto es observable en el SICA, pero más claramente en el subsistema económico (ejemplo: resoluciones del Consejo de Ministros de Integración Económica, COMIECO, así como el Código Aduanero Uniforme Centroamericano, CAUCA, y el Reglamento del Código Aduanero Uniforme Centroamericano, RECAUCA) y en menor medida, en el subsistema político.

El avance de la integración en materia económica que impacta en los aspectos políticos obedece a la dinámica de los actores económicos de cada Estado que ejercen influencia en las decisiones políticas de sus gobernantes. Puede decirse entonces que en la medida en que estos intereses se mueven, puede dar lugar, según las necesidades de los actores, a la creación de instituciones comunitarias con mayores o menores competencias, hechas a la medida de los intereses que subyacen y se manifiestan.

Por tanto, se intuye que dependiendo de la naturaleza de las decisiones, así como de los intereses que puedan devenir de otros sectores internos, es posible provocar el fortalecimiento y ordenación de los órganos del sistema de la integración.

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Comité Ejecutivo (CE):

De conformidad con el artículo 23 del Protocolo de Tegucigalpa, el CE es parte, junto con la Secretaría General, de los denominados “órganos permanentes” del SICA, mismos que tienen como función principal ejecutar o coordinar los mandatos que se deriven de la Reunión de Presidentes y de los Consejos de Ministros en sus diferentes composiciones. Por su parte, el artículo 24 del Protocolo de Tegucigalpa señala que el Comité Ejecutivo estará integrado por un representante de cada uno de los Estados miembros, quienes serán nombrados por sus presidentes, por intermedio de los ministros de relaciones exteriores.

Respecto del proceso decisorio del Comité Ejecutivo, se infiere, por la habida falta de independencia institucional u orgánica, que las decisiones también se toman por consenso y por “unanimidad tácita”.

Secretaría General del SICA (SG-SICA)

La Secretaría General es dirigida por el secretario general, nombrado por la Reunión de Presidentes para un período de cuatro años. El secretario general es el más alto funcionario administrativo del SICA y tiene la representación legal del Sistema (artículos 25 y 26 del PT).

Aunque no existen en el PT disposiciones que determinen cómo se tomarán las decisiones, se deduce que en la SG-SICA de constitución unipersonal las decisiones se toman conforme al sano criterio de quien ostenta el cargo de director de dicha secretaría en virtud de su nombramiento.

El secretario general, así como el personal de la SG-SICA, son funcionarios que el Protocolo de Tegucigalpa señala expresamente como de vocación integracionista, con un alto grado de independencia e imparcialidad; y establece que no deben “recibir instrucciones, ni obedecer a ningún Estado miembro”, y que los Estados deben respetar su “carácter centroamericano” y abstenerse de ejercer influencia sobre sus funciones (artículo 27, PT).

Los funcionarios de la SG-SICA no pueden participar en actividades políticas nacionales de los Estados, y prestan juramento de velar por los intereses de la integración. Sin embargo, las capacidades de decisión de la SG-SICA son mínimas, ya que los acuerdos que puede firmar el secretario general solo pueden ser de cooperación con otros Estados, con órganos de Estado y con organizaciones internacionales. Y en lo que respecta al ámbito del sistema, los acuerdos solo pueden ser de cooperación funcional, limitados a las actividades de ejecución de los mandatos de la Reunión de Presidentes y de los Consejos de Ministros (Salazar Grande, 2010).

De lo anterior se deduce que hace falta conferirle a la SG-SICA, así como a otras secretarías técnicas, facultades de gobierno administrativo que controlen la ejecución eficaz de los mandatos que surgen de los órganos superiores (Salazar Grande, 2010), facultades que pudieran ser coordinadas con las de la CCJ, para activar un posible desempeño jurisdiccional, incluso de forma oficiosa, ante la falta de cumplimiento de los mandatos. Esta es una propuesta de reforma a las competencias coordinadas de estas instituciones regionales, cuya posible implementación conviene explorar.

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La Corte Centroamericana de Justicia (CCJ)

La CCJ es el órgano jurisdiccional regional que debe resolver toda controversia sobre la aplicación e interpretación del derecho comunitario surgido de los instrumentos regionales originarios y derivados, a excepción de las controversias comerciales entre Estados del SICA, lo cual fue excluido de sus competencias a raíz de la enmienda al Protocolo de Tegucigalpa, en su artículo 35, que realizaron los presidentes centroamericanos en el año 2002.

Según su estatuto (artículo 8) y su reglamento general de 1995, la CCJ está integrada por uno o más magistrados de cada Estado miembro, elegidos por su respectiva Corte Suprema de Justicia, siempre y cuando hayan ratificado el Protocolo de Tegucigalpa y el estatuto de la CCJ. La duración en el cargo es de diez años, con posibilidad de ser reelecto y con sus respectivos suplentes. Al igual que los diputados del PARLACEN, los magistrados gozan de inmunidades y privilegios diplomáticos.

La CCJ y el PARLACEN son los únicos órganos del sistema cuyas decisiones no se toman por consenso (artículo 36 del estatuto de la CCJ). Según el artículo 35 de la Ordenanza de Procedimientos de la CCJ, los actos decisorios de la Corte, de sus salas o de sus cámaras se toman con el voto favorable de la mayoría absoluta de los magistrados que la integran.

Su Convenio de Estatuto fue suscrito en la Cumbre de Presidentes del 10 de diciembre de 1992; solamente Nicaragua, Honduras, Guatemala y El Salvador lo han ratificado, y entró en vigencia el 2 de febrero de 1994. El resto de países lo tienen “en proceso de ratificación”. En el caso de Costa Rica, el expediente legislativo de ratificación se encuentra archivado con un dictamen negativo de la Corte Suprema de Justicia en diversas sentencias de la Sala Constitucional (sentencias No. 4638-96, 4640-96 y 6619-99) (Ulate Chacón, 2008).

Conviene mencionar las cualidades de órgano regional supranacional que posee la CCJ, que logran sostenerse desde la literalidad del Protocolo de Tegucigalpa y cuyo poder de decisión y competencia funcional en materia jurisdiccional comunitaria está claramente definido en el derecho originario, derivado y complementario del SICA. Además, tal atribución le permite ser el órgano del sistema que aporta contrapeso comunitario elemental al proceso decisional, a fin de impedir que los Estados puedan arrogarse derechos que no poseen y se conviertan en poderes arbitrarios negatorios de justicia (Exposición de motivos del Convenio de Estatuto de la CCJ).

Aunque los artículos 22 y 35 del Protocolo de Tegucigalpa, según diversos fallos de la CCJ, no dejan duda de que los Estados suscriptores del PT están obligados a someter ante la CCJ sus controversias sobre la aplicación o interpretación de los instrumentos jurídicos del SICA —fundamentaciones compartidas por quien escribe—, desde la óptica política se considera impostergable que todos los miembros plenos del SICA formen parte de la CCJ ratificando su estatuto y nombrando sus magistrados, con el fin, primero, de otorgar vigencia efectiva a sus competencias, y segundo, para garantizar el balance y la ecuanimidad de sus fallos. Además, a fin de dotar de mayor seguridad jurídica al sistema, corresponde fortalecer los efectos jurídicos de sus competencias para que de forma incuestionable las otras instituciones del SICA y sus Estados miembros cumplan los fallos de la CCJ.

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Parlamento Centroamericano (PARLACEN)

Paradójicamente a su nomen institucional, el PARLACEN no legisla, sino que su competencia se limita a proponer, sin ningún carácter vinculante, acciones para el avance del proceso de integración. Aunque su proceso de selección proviene del sufragio universal, tal ejercicio “democrático” no tiene la incidencia deseable en el proceso de toma de decisiones del SICA.

El PARLACEN está integrado por 20 diputados titulares y 20 suplentes de cada Estado miembro, que son electos en el mismo proceso electoral de los Parlamentos de cada país miembro del SICA; además, forman parte de este “Parlamento” los presidentes y vicepresidentes (o los designados por la presidencia) de cada país al concluir su mandato presidencial.

Las decisiones del Parlamento se expresan, según el artículo 78 de su reglamento interno, por resoluciones, recomendaciones, declaraciones, pronunciamientos, dictámenes, reglamentos, opiniones ilustrativas y otras, las cuales se adoptan comúnmente con los votos favorables de la mayoría simple de diputados y diputadas acreditados.

Sobre esta institución del SICA, si observamos la lógica de la representatividad de los Estados en el proceso de toma de decisiones, esta se encuentra garantizada a través de la configuración institucional de la Reunión de Presidentes y demás órganos de confección intergubernamental, pero como se ha dicho, el PARLACEN, aunque se configura por voto popular de los ciudadanos de los Estados miembros, estos funcionarios parlamentarios, aunque deberían estar facultados para representar los intereses de sus electores en la dinámica de las decisiones de la integración con efectos más vinculantes, no resulta ser así (Monterrosa, 2011). Esto se considera otra oportunidad para revisar y reflexionar sobre futuras reformas a las competencias conferidas al PARLACEN, a fin de dotarle de legitimidad y capacidad política dentro del SICA.

Es oportuno mencionar lo que Caldentey del Pozo (2011) encontró acerca de que el PARLACEN fue creado en el contexto de los conflictos regionales, con una importante influencia europea y con miras a convertirse en un foro de diálogo. No obstante, durante el desarrollo de principios de los años noventa no poseía ninguna función o competencia clara. El PARLACEN, además, se encuentra sometido a duras críticas por el elevado coste que supone su manutención, por su ineficacia y por su condición de refugio de representantes de escaso peso político. No obstante, reiteramos que es difícil conseguir mayores resultados de esta institución en tanto no se le confieran mayores facultades decisorias.

A este respecto resulta sugerente la propuesta de Monterrosa (2011), quien destaca la figura de los partidos políticos dentro del PARLACEN, que como actores colectivos en el esquema de la integración pudieran promover alianzas congruentes con sus afinidades políticas e ideológicas, y de ello pudieran resultar vínculos de cooperación entre partidos de diversos países, con el fin de promover iniciativas desde sus esferas nacionales encaminadas a fortalecer el proceso de integración regional.

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El Comité Consultivo (CC-SICA)

Su función principal, que encuentra sustento jurídico en el artículo 12 del Protocolo de Tegucigalpa, es asesorar a la SG-SICA sobre la política de la organización regional y el proceso de integración centroamericana. No obstante, la determinación de sus miembros, así como su compromiso, su componente y sus funciones, no se encuentran debidamente definidas en este instrumento (Santos, 2009, citado por Sánchez González, et al., 2011).

El CC-SICA se erige, según su reglamento, como órgano regional representante de la sociedad civil organizada, que busca asegurar la participación democrática regional con propósitos integracionistas y está conformado por más de treinta organizaciones representativas de diversos sectores empresariales, obreros, campesinos, agricultores, cooperativas, indígenas, universidades, ONG, municipios y otros.

En virtud de su reglamento, el CC-SICA se somete también a la regla de la unanimidad (artículo 18 de su reglamento), pero sus decisiones no resultan vinculantes para la organización central del SICA.

Sobre este órgano, coincidimos con Grinspun y sus colegas (1999), citados por Salazar Grande y Ulate Chacón (2013) quienes aprecian que el impacto y participación real del CC-SICA no ha alcanzado los resultados esperados, sobre todo por la falta de voluntad política de los gobiernos de turno en cuanto a permitir una participación más activa y abierta de la sociedad civil.

Se destaca lo encontrado por Sánchez González y sus colaboradores (2011) quienes citan a Santos (2009): manifiestan que aunque es reconocible el esfuerzo por normar de mejor manera al CC-SICA, queda pendiente el reto de articular y coordinar esta institución con los Comités Consultivos Sectoriales de la Integración Económica (CCIE), los Comités Consultivos Sectoriales de la Integración Social (CCIS) y el Foro Permanente de la Sociedad Civil en la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (FOSCAD), de manera que se logre revertir el desorden y la confusión que genera “el solapamiento de los diversos espacios de participación y consulta, que lejos de fortalecer la incidencia de la sociedad civil en el sistema de integración la complejiza dado que se refuerza la descoordinación y la fragmentación de la participación de los diversos sectores” (p. 238).

Los mismos autores encuentran que el problema de las organizaciones de la sociedad civil pertenecientes al CC-SICA es que se encuentran desarticuladas, con una insuficiente normativa en su jerarquización, lo que agudiza su naturaleza conflictiva. De este hallazgo podemos intuir que ni la institucionalidad interna de los Estados, ni la del SICA desde su perspectiva jurídica y política han podido aportar soluciones o propuestas a esta problemática.

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3. Episodios de reforma institucional del SICA. Resumen de análisis y principales resultados e impactos en el proceso de integración centroamericana

Caldentey del Pozo (1997) señala que tras el entusiasmo de los primeros años de la integración, apenas el ALCA rompió el período de elaboración de los nuevos tratados, se instaló en la integración centroamericana el debate sobre los defectos que tenía el marco institucional creado por los primeros protocolos.

Concretamente se identifican cuatro episodios de reforma: la propuesta de 1997 basada en el informe BID-CEPAL; la reforma de la Comisión Ad Hoc para la Reforma Institucional, 2004; la reforma derivada del mandato presidencial de 2009, y la reforma institucional derivada del plan de acción para la revitalización de la integración centroamericana, del año 2010.

3.1. Propuesta de reforma de 1997 basada en el informe BID-CEPAL

Esta propuesta se establece a partir del mandato de la XVI Cumbre de Presidentes celebrada el 30 de marzo de 1995, la cual cubre toda la institucionalidad del SICA en cuanto a su ordenación administrativa interna, mas no en cuanto al fortalecimiento de la institucionalidad y la mejora del proceso de decisiones.

Así se destaca la reunión presidencial en el aeropuerto de Comalapa (El Salvador), de la cual surge, y cuyos logros son los siguientes:

Secretaría General Unificada (SGU): En los Lineamientos de Panamá se decidió crear la SGU, que tendría sede única en la ciudad de San Salvador e implicaba unificar en una sola secretaría la SG-SICA, SIECA (Secretaría de la Integración Económica Centroamericana), SISCA (Secretaría de la Integración Social Centroamericana), SE-CCAD (Secretaría de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo), SG-CAC (Secretaría General del Consejo Agropecuario Centroamericano), SG-CECC (Secretaría General de Coordinación Educativa y Cultural Centroamericana) y SITCA (Secretaría de Integración Turística Centroamericana); es decir, las secretarías que tenían sede en otros países debían trasladarse a San Salvador. Actualmente, en el ambiente de la integración centroamericana no existe una SGU en forma completa. Solamente SISCA, SITCA, OSPESCA (Organización del Sector Pesquero y Acuícola del Istmo Centroamericano), SE-CCAD y la SE-COMISCA (Secretaría Ejecutiva del Consejo de Ministros de Salud de Centroamérica) tienen una subsede dentro de la SG-SICA, que también aloja a la Secretaría del Comité Consultivo del SICA.

Cabe señalar la dificultad que presentó dicha propuesta respecto de la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA), concerniente a que el Protocolo de Guatemala estipulaba circunstancias de mayor dinamismo en la integración en su sector económico, lo que suscitó una resistencia fáctica de parte de la SIECA a integrarse a la SG-SICA, prefiriendo trabajar de forma independiente.

En opinión de quien escribe, la propuesta de unificar las secretarías pierde vigencia en la actualidad, ya que las nuevas tecnologías permiten prescindir de la unificación física, aunque sí se requiere una uniformidad organizativa.

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3.2. Transformación del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE):

Tras la reunión del aeropuerto de San Salvador, como señala Umaña García:

“se acordó que el Consejo de Gobernadores procediera a reformar el Convenio Constitutivo; otorgar mayor autoridad al Presidente del Banco y que éste debía ser miembro del Directorio; que finalizara la práctica de rotar la Presidencia del Banco y se sustituyera el nombramiento del Presidente de la institución como resultado de un concurso entre los centroamericanos”…. “Con dicha Resolución se reforma el Convenio Constitutivo del Banco” (2006, p. 33).

De esta reforma son observables dos cuestiones: primero, que las decisiones presidenciales adoptadas han abordado parcialmente los planteamientos del informe BID-CEPAL, ante lo que hay que decir que si bien se coincide con Caldentey del Pozo (2010, p. 232) cuando valora que las propuestas BID-CEPAL “fueron muy pertinentes y acertadas desde el punto de vista de la racionalización del sistema”, se considera que esta reforma no superó los problemas jurídicos, políticos e institucionales que perviven en la normatividad y operatividad del SICA. No se abordaron de manera concluyente las debilidades en la definición de competencias de la unión y la delimitación de facultades de los órganos en cuanto al proceso de toma de decisiones y su aplicación efectiva.

Lo segundo observable es que no se conoció una planificación y un seguimiento formal, ni una delegación para implementar la reforma, por consiguiente, tampoco se abordó la cuestión del financiamiento para poner en marcha la reforma.

Cabe recordar que con esta reforma los gobiernos centroamericanos convinieron en conjuntar los instrumentos jurídicos de la integración en un tratado único. No obstante, aunque existen algunos estudios y proyectos2 al respecto, ese tratado no se ha materializado.

3.3. Propuesta de reforma de la Comisión Ad Hoc para la Reforma Institucional

Respecto al origen oficial de esta reforma, Umaña García (2006) encuentra lo siguiente:

… el 26 de febrero de 2004, los Presidentes Centroamericanos realizaron una Reunión Extraordinaria en Guatemala, donde se instruyó al Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores «.a conformar en el plazo de quince días, una Comisión Ad Hoc para que elaboren una Propuesta de Replanteamiento

2 A este respecto, en el curso de esta investigación se conoció la existencia de los siguientes proyectos: Tratado Constitutivo de la Unión Centroamericana; Tratado que crea la Comunidad Económica y Social Centroamericana; y Tratado que crea la Comunidad Económica y Social Centroamericana.

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Integral de la Institucionalidad Centroamericana, incluyendo el Parlamento Centroamericano y la Corte Centroamericana de Justicia«´. La referida Comisión Ad Hoc se creó y fue conformada por representantes de cada país miembro del SICA, quienes en su mayoría eran funcionarios de las Cancillerías de sus países (p. 59).

Caldentey del Pozo (2010) menciona que la Comisión Ad Hoc resultó esencial en el proceso y que sus propuestas quedaron plasmadas en una serie de decisiones presidenciales del SICA.

White Gómez (2008) comenta el avance más importante de este episodio:

…. la constitución del Comité Ejecutivo, diseñado como el principal mecanismo de enlace entre gobiernos y SICA, […] como un órgano de control político de los gobiernos sobre la estructura regional de la integración y sobre la conducción misma del proceso, aunque también se le asignaron atribuciones de coadyuvancia en la formulación programática del sistema y en el desarrollo institucional. De las 6 atribuciones que tiene, cuatro son de naturaleza de control político al nivel regional (p. 15).

No obstante, en opinión de quien escribe, este órgano todavía no tiene debidamente delimitadas sus funciones conforme a las atribuciones de la SG-SICA y del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores. Es más, resulta contradictorio que la conducción del proceso que surge de una entidad intergubernamental haga un seguimiento en el que no se manifiesta una institucionalidad común.

Por lo anterior se considera que, si bien son plausibles los cambios emanados de esta reforma, todavía no son suficientes, ya que no abordan a fondo las disfuncionalidades del proceso de toma de decisiones y la definición de competencias de la unión, con lo que se podría lograr un mejor ordenamiento institucional que abonase al cumplimiento de los objetivos para los que se creó el SICA.

3.4. Propuesta de reforma derivada del mandato presidencial del año 2009

A comienzos del año 2009 surge un tercer episodio de reformas a la institucionalidad del SICA, a partir del mandato de revisión y modernización del SICA emanado de la Reunión Extraordinaria del 15 de enero de 2009. Para Caldentey del Pozo (2010) los principios rectores de este episodio fueron efectividad, eficiencia y pragmatismo, no obstante, no se dispuso de un plan formalmente aprobado.

Lamentablemente su ejecución se interrumpió a raíz del golpe de Estado ocurrido en Honduras en 2009, que desplazó el tema de la reforma en la agenda del Comité de Ministros de Relaciones Exteriores, quienes se abocaron a la resolución del conflicto (Caldentey del Pozo, comunicación personal del 2 de septiembre de 2014).

Caldentey del Pozo (2010) señala elementos que aparecen en esta nueva ronda de reformas institucionales:

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… el análisis de la coherencia y articulación funcional entre la SG-SICA y el Comité Ejecutivo del SICA; la revisión de la relación funcional entre la SG-SICA y la Presidencia pro tempore del Sistema; el establecimiento del “Régimen del Servidor del Sistema de la Integración Centroamericana”; o el fortalecimiento de los mecanismos institucionales de gestión, formulación, y seguimiento de proyectos, incluyendo la rendición de cuentas, con el fin de garantizar un mayor impacto de los mismos en el desarrollo de la región ( p. 236).

Se considera que el principal aporte de este episodio de reforma atañe a la dotación de instrumentos de planificación del sistema. No obstante, su alcance resulta parcial en tanto no aborda debidamente los obstáculos para la articulación institucional y otras falencias normativas.

3.5. Reforma institucional del año 2010, derivada del plan de acción para la revitalización de la integración centroamericana

Esta reforma tuvo lugar en la Cumbre Extraordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno de países del SICA, celebrada en San Salvador el 20 de julio de 2010. En el año 2011 los presidentes mantuvieron los lineamientos del plan de acción en los siguientes temas: plan de acción de la estrategia regional sobre cambio climático; gestión integral de riesgo; seguridad democrática regional; integración social; integración económica; fortalecimiento institucional.

En el año 2012, durante la más reciente reunión de presidentes se acordó el punto 14, que a lo largo de los años ha sido un tema recurrente, aunque nunca cumplido:

Instruir a los Cancilleres a llevar a cabo una profunda y exhaustiva evaluación de todos los órganos, consejos y secretarías del Sistema de la Integración Centroamericana, SICA, y a presentar en un plazo no mayor de 5 meses las reformas correspondientes para garantizar eficiencia, transparencia y participación equitativa en los mismos, de todos los países miembros del SICA.

Este episodio de reforma muestra coincidencias con el episodio anterior en cuanto a su filosofía y financiación. Si bien se mantiene sin tocar fondo en cuanto a la definición del modelo de la integración y la naturaleza del proceso, coincidimos con Villalobos (2013) cuando plantea que “la debilidad o ausencia de una jerarquía administrativa dificulta en la práctica la labor de coordinación, más allá de lo que se adopta a través de los diferentes actos normativos y lo establecido en los Tratados” (p. 149).

Es entonces que se considera que los avances alcanzados —aunque no se hayan alcanzado totalmente— son en sí mismos progresiones de know how en la formación de instituciones jóvenes que requieren mayor efectividad en su organización interna. Sin embargo, en algunos casos no se establecieron vinculaciones orgánicas sólidas, lo que podría influir en la eficiencia y eficacia de sus interacciones, y por ende, en

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su coordinación; lo cual, opinamos, es totalmente válido para sostener la necesidad del paso previo que han significado los planteamientos de esta reforma y la anterior (Villalobos, 2013), como es el seguimiento a las reformas y las decisiones tomadas, conforme a una planificación de agendas.

Otro hecho importante en este episodio es que el 24 de julio de 2013 el Comité Ejecutivo publicó para su plena vigencia el Reglamento para la Adopción de Decisiones del SICA, el cual trata de solventar algunas falencias del derogado Reglamento de Actos Normativos, de 2005 (García Palacios, et al., 2011).

En opinión de quien escribe, si bien la aprobación de este reglamento viene a ordenar algunos vacíos jurídicos en la adopción de actos normativos, el hecho de que haya sido emitido por el Comité Ejecutivo soslaya la jerarquización institucional del SICA, puesto que un órgano de rango inferior no debería ordenar las actuaciones de los órganos principales del sistema. Además, tal facultad no está prevista en el Protocolo de Tegucigalpa, lo que transgrede el principio de legalidad.

Respecto a este episodio en particular, resulta muy criticable la falta de concreción del propio plan de acción sobre la reforma institucional al explicarlo como quinto punto de la agenda de la integración que propone, en el que los mandatarios se han comprometido a ser exhaustivos en la definición de sus acuerdos, a verificar con mayor rigor el cumplimiento de los compromisos y a aplicar los medios necesarios para hacer viables y expeditas las acciones destinadas al relanzamiento de la integración.

Acerca de todos los episodios descritos, en general consideramos que no se ha logrado la articulación y la concreción institucional suficiente para capitalizar los logros alcanzados.

4. Ejes temáticos para una futura reforma institucional del SICA: factores impulsores y factores limitantes

A continuación se identifican, se definen y se analizan aspectos que deberían tomarse en cuenta para una futura reforma del SICA, y asimismo factores que pudieran funcionar como impulsores o limitantes.

4.1. Redefinición de competencias expresas y sistema de toma de decisiones

Según el principio de “atribución expresa de competencias”, se plantea que toda actuación comunitaria debería articularse sobre una base jurídica concreta que habilite al SICA para el desarrollo de esa actividad.

De los resultados más plausibles de la operatividad del SICA es posible capitalizar aquellas que han generado, de hecho, una actuación conjunta de los Estados miembros, como por ejemplo, en materia de unión aduanera, la política de atracción de inversiones y la representación regional ante los foros multilaterales3.

3 A este respecto Caldentey del Pozo (2014) comenta: “Parece, por tanto, que la acción conjunta de la región, tanto en sus relaciones bilaterales como en el ámbito de la diplomacia de cumbres, es una dinámica indispensable si los países centroamericanos quieren reforzar su voz específica en el mundo y en foros internacionales como la ONU, la CELAC o las Cumbres Iberoamericanas” (p. 39).

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De esta manera se podría evitar la actual “explosión de competencias” del SICA, ocasionada por la relación multidimensional de tareas que se encuentran en el Protocolo de Tegucigalpa.

4.2. Planificación estratégica progresiva y mecanismos para la evaluación objetiva de resultados

Sobre este aspecto, ya las reformas planteadas a partir de 2009 marcan avances importantes en cuanto a la identificación de instrumentos de ordenamiento secuencial de actividades. Se considera que debe articularse una agenda integral de las actividades del sistema con la correspondiente distribución de tareas de cada una de las instituciones involucradas.

4.3. Constitucionalización y democratización del proceso de toma de decisiones. Involucramiento de la sociedad civil en el proceso de planificación y toma de decisiones.

La consolidación de los mandatos del SICA depende en buena medida de que se logre un orden constitucional estatal más directo y concreto, que especifique contenidos mínimos en cuanto a los actos normativos comunitarios dentro del sistema de fuentes del derecho interno, lo que aportaría mayor seguridad jurídica al sistema. Así por ejemplo, en ocasiones los Estados objetan los mandatos emanados de entidades del SICA, y alegan que no están obligados a cumplir un determinado mandato porque no forma parte de la estructura institucional de su régimen constitucional. Un caso concreto de esto son las declaraciones de inconstitucionalidad4 que han hecho Costa Rica, Nicaragua y El Salvador sobre los artículos que permiten a la CCJ tener jurisdicción en asuntos internos de los Estados miembros.

Otro aspecto fundamental es la incorporación de mecanismos democráticos que involucren a la ciudadanía centroamericana en el proceso de toma de decisiones. Al respecto, los únicos órganos del SICA en los que pudieran verse representados los intereses de las sociedades centroamericanas (PARLACEN y CC-SICA), no resultan ser los dominantes en el proceso, pues quedan en calidad de instituciones de consulta no vinculantes.

Conviene entonces revisar las competencias otorgadas al PARLACEN y capitalizar los resultados de la articulación institucional de la Estrategia Centroamericana de Desarrollo Rural Territorial5 y los beneficios obtenidos en la gestión financiera del denominado Plan Trifinio6, con proyecciones de incluir

4 Ver sentencias de: El Salvador: http://jurisprudencia.gob.sv/visormlx/pdf/71-2012.pdf; de Nicaragua en : http://enriquebolanos.org/historia_plc_files/CSJ%20Fallo%202005%2003%2029.pdf

5 La ECADERT (Estrategia Centroamericana de. Desarrollo Rural Territorial) fue aprobada por la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del SICA el 19 de junio del 2010, y busca generar oportunidades y fortalecer las capacidades de la población de los territorios rurales de Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana.

6 El Plan Trifinio es un compromiso que los gobiernos de El Salvador, Guatemala y Honduras adquirieron en 1986, cuando decidieron unir acciones para lograr una adecuada gestión de recursos hídricos y orgánicos, junto con la adopción de estrategias ante el cambio climático (http://elmundo.com.sv/).

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Encuentro No. 101, 17-38, 2015

la participación de los gobiernos locales y procurar una práctica democrática participativa.

4.5 El financiamiento y autosostenibilidad del sistema y el proceso de integración

Es sabida la gran dependencia que tiene el SICA de la cooperación externa. Ello demanda una valoración de las bases estratégicas de la región, sobre todo en lo concerniente a la promoción del liderazgo de la SG-SICA y otras instituciones en la articulación con las contrapartes nacionales.

El financiamiento del SICA debe reglamentarse a nivel de instrumentos comunes, es decir, de instrumentos que surjan de tratados de integración. Debe simplificarse el procedimiento para obtener financiamiento, y la información sobre este financiamiento, para las áreas prioritarias, debe compartirse con los cooperantes, de modo que se puedan formular objetivos orientados a resultados; tales son las reglas o indicadores que establece la Declaración de Paris, la cual vincula las acciones a las agencias de cooperación.

5. Toma de postura (conclusiones)

1. Aunque el intergubernamentalismo existente en el SICA no se valore de forma desalentadora, es impostergable definir y materializar concertadamente las competencias del SICA en el ordenamiento jurídico regional y en el nacional, a fin de dar soporte y seguridad al cumplimiento de los mandatos y actos normativos de su labor institucional y garantizar los intereses regionales.

2. Los logros más estimables de los episodios de las reformas analizadas están más orientados a un ordenamiento institucional de tipo gerencial que involucra la existencia de agendas, planes de acción y operativos. Los programas y proyectos auspiciados por la cooperación internacional han sido trascendentales en este sentido, lo que hace necesario garantizar la continuidad de los mismos, su capitalización, publicación y proceso de consulta, para obtener logros más profundos en la institucionalidad del SICA.

3. Debido a la dependencia financiera del sistema, es importante tomar decisiones sobre una agenda y una política estratégica regional para la producción sostenible de recursos para el SICA, y su racional implementación presupuestaria, acorde con nuestras necesidades regionales esenciales.

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Encuentro No. 101, 17-38, 2015

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Análisis sistemático y propuestas para la reforma institucional del SICA: Especial referencia al proceso de toma de decisiones y el reparto de competencias de sus órganos centrales

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Encuentro No. 101, 17-38, 2015

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∗ Departamento de Educación en filología inglesa y filología española. Facultad de Filosofía y Filología de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia, Alemania. Asistente científico en la cátedra de literatura iberorrománica del Seminario de Filología Románica. Examen complementario en filología latina. Dirección: Alte Mainzer Str. 42, D-64569, Nauheim, Alemania. Correo electrónico: [email protected]

Deconstruyendo un célebre soneto de Sor Juana

Christian Hopp∗

145

Procura desmentir los elogios que a un retrato de la poetisa inscribió la verdad, que llama pasión.

Este que ves, engaño colorido, que, del arte ostentando los primores,con falsos silogismos de coloreses cauteloso engaño del sentido;

5 éste, en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores, y venciendo del tiempo los rigores triunfar de la vejez y del olvido,

es un vano artificio del cuidado,10 es una flor al viento delicada,

es un resguardo inútil para el hado:es una necia diligencia errada, es un afán caduco y, bien mirado, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada (Rivers, 2008, p. 386).

El título“Procura desmentir los elogios que a un retrato de la poetisa inscribió la verdad, que llama pasión” de este célebre soneto no proviene de la pluma de la excelsa poetisa mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, sino de su editor, Alfonso Méndez Plancarte

Estudios Literarios

39Encuentro No. 101, 39-41 , 2015

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Deconstruyendo un célebre soneto de Sor Juana40

Encuentro No. 101, 39-41, 2015

(1909-1955). Con este título pretendió fijar para siempre la idea de que el “engaño colorido” (verso 1) es el retrato de la poetisa misma. Pero quitándole este título ajeno al soneto, bien cabe la interpretación de fuerte impronta deconstructivista de que la obra de arte que evoca el yo lírico sea el soneto mismo que el lector tiene ante sí.

Según las interpretaciones tradicionales, Sor Juana retoma en este soneto el tópico barroco de la vanitas mundi (imitando el soneto “Mientras por competir con tu cabello”, de Góngora) y presenta la oposición entre la naturaleza sujeta al tiempo y el arte intemporal, advirtiéndole al lector de que un retrato es engañoso, porque en vez de mostrar los efectos del tiempo en la persona retratada, la muestra siempre bella y en eterna juventud. Vale la pena alejarse de esas interpretaciones e ir más allá de la idea de que el objeto sobre el cual el yo lírico llama la atención sea un retrato: aunque la expresión “engaño colorido” (v. 1) pertenece al campo semántico de la pintura, es un juego lícito conceptista sacarla de este campo semántico e implantarla en otro, donde el adjetivo colorido gana connotaciones como polifacético, variado, rico en impresiones, etc. Lo mismo pasa con los “falsos silogismos de colores” (v. 3), de carácter igualmente engañoso.

Cuando en el segundo cuarteto el yo lírico dice que “[é]ste” pretende “excusar de los años los horrores” (v. 5) y “triunfar de la vejez y del olvido” (v. 8), se refiere con “[é]ste” al poema mismo y quiere señalar la vanidad de la idea de que el poeta se inmortalice escribiendo una obra, como lo intentaron Ovidio y Horacio. El poema también es mortal y caduco; es todo lo que el yo lírico enumera en cada endecasílabo de los dos tercetos de carácter climático, antes de culminar en el verso final en el cual tres términos climáticos aún esfuerzan la graduación de la caducidad por ser cada vez más cortos: “es cadáver [cuatro sílabas], es polvo, es sombra, es nada” [tres sílabas] (v 14). El soneto consta de una sola oración simple que se puede condensar en “Éste (v. 1) [...] es nada” (v.14). El soneto mismo es nada ante el olvido, porque aunque los grafemas de la escritura sobreviven, el significado se pierde, debido al proceso de la différance (Derrida)1, según el cual cada palabra cambia su significado constantemente, dependiendo del contexto en el cual es usada. Por ende, escribir un poema es un “artificio vano” (v. 9) y no tiene sentido. La tercera palabra del poema es “ves” y no “lees” porque la escritura misma —según el pensamiento derridiano— carece de un significado fijo y está abierta a cualquier interpretación.

Si se interpreta el soneto de esta manera, se descubre una modernidad casi inaudita. Como es sabido, todo arte moderno ha querido destruir la idea de la presencia y de la escritura como portadora de la realidad. Escritores como Jorge Luis Borges y Henri Michaux son tal vez los representantes más audaces de esta empresa. Escribiendo en el siglo XVII un poema como ejemplo mismo de la vanidad y declarándolo vacuo de significado y necesariamente ininteligible, Sor Juana anticipa conceptos de la literatura postmoderna y puede pasar por nuestra contemporánea.

1 El planteamiento más conciso de este concepto fundamental de la filosofía de Derrida se encuentra en Jacques Derrida (1968).

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Encuentro No. 101, 39-41, 2015

Deconstruyendo un célebre soneto de Sor Juana

Referencias bibliográficas

Derrida, J. (1968). La Differánce. Bulletin de la Société Française de Philosophie, 62, (3), 73-101.

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Los mejores fandangos de la lengua castellana42

Encuentro No. 101, 42-51, 2015

Los mejores fandangos de la lengua castellana

Ricardo Bada∗

A Diny, por su puesto**

Prólogo para centroamericanos

En la andaluza ciudad de Huelva, un día del tórrido verano de 1959, a la hora de la siesta, a Francisco Javier Hernández Bañares y a quien suscribe se nos ocurrió componer algo así como Las mil peores poesías de la lengua castellana, y jóvenes y decididos como éramos (y con otras fechorías semejantes o peores en nuestro haber), pusimos de inmediato manos a la obra. Muy pronto, pues además de jóvenes y decididos no éramos lerdos, se nos hizo evidente la mayor y más insalvable dificultad de la empresa. El mal poeta escribe mala poesía de una manera absolutamente natural, pero escribir mala poesía... adrede, debe ser una tarea sólo reservada a los elegidos: esto es, a grandes poetas dedicados aposta a escribir mal. Y nosotros no éramos ni siquiera poetas, ni buenos ni malos. Así que buscamos otra opción. ¿Qué cosa más natural, para gente de Huelva, que componer Los mil mejores fandangos de la lengua castellana?

En el cante flamenco, el fandango por antonomasia es el de Huelva. Con todas sus variantes, desde el fandanguillo de la capital de la provincia hasta el valiente del pueblo Alosno, pasando por las innumerables variantes personales, entre ellas la de Pérez de Guzmán, que alcanza el virtuosismo de un aria de bravura en una ópera. Y como el amante del flamenco establece de inmediato la relación entre Huelva y el fandango, eso le daba alas a nuestro propósito.

Por otra parte, el fandango es el “palo” flamenco que admite la mayor variedad desde el punto de vista de la Preceptiva. Su estrofa puede constar de cuatro o cinco

∗ Escritor y periodista, residente en Alemania desde 1963. Editor en ese país de la obra periodística de García Márquez y los libros de viaje de Cela, y autor de Don Enrique, la única antología integral en castellano de la obra de Heinrich Böll.

∗∗ Compárense la delicadeza y la exactitud de esta dedicatoria sustantiva, con la tosquedad adverbial de la dedicatoria de El amor en los tiempos del cólera: "A Mercedes, por supuesto".

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Encuentro No. 101, 42-51, 2015

Los mejores fandangos de la lengua castellana

versos (repitiéndose siempre uno de ellos al cantarlo), y esos versos pueden rimar tanto en asonante como en consonante, con la ventaja de que no existe una forma canónica de alternancia de rima dentro de la estrofa. Lo mismo puede ser abab que abba que abaab que abbab... en fin, no sucede con el fandango como con el resto de los palos, donde la estructura estrófica está fijada de un modo invariable, y la única libertad consiste en poder optar entre rimas asonantes o consonantes.

Al constatar esta gran libertad que se nos ofrecía, el camino estaba abierto para la realización del proyecto. Que no consistía en otra cosa sino en tratar de reproducir, en ese marco reducidísimo de los cuatro o cinco versos de un fandango, el estilo y las maneras de nuestros más grandes escritores. De modo que nos metimos una vez más en harina, trabajamos con asiduidad y llegamos a pergeñar medio centenar de estrofas, tres cuartas partes de las cuales reflejaban nuestras antipatías de aquellos tiempos. Que no eran pocas.

Luego, no sé lo que pasó. Otras urgencias debieron imponer su ley, desde luego se acabó el verano y hubo que regresar a la Fábrica de Tabacos de Sevilla (no para armar cigarros, sino para acabar las respectivas carreras, pues la ya ex–fábrica era entretanto la nueva sede del alma máter sevillana), y lo cierto es que el proyecto de Los mil mejores fandangos de la lengua castellana quedó en agua de borrajas y de él nunca más se habló entre nosotros. Hormiga que siempre he sido, conservé los originales, los míos y un par de los que escribieron los demás.

Y pasaron los años, muchos años...

Un día del verano, menos tórrido, de 1985, en Weiß, este pueblito renano donde vivo, al sur de Colonia, el poeta peruano Antonio Cisneros recaló en nuestra casa a la vuelta de un recital en Bonn; la charla se prolongó hasta altísimas horas de la madrugada, y en ella surgió el tema de las posibilidades líricas de la parodia. Me acordé de Los mil mejores fandangos... y de uno de los rincones más polvorientos (no es imagen) de mi archivo, rescaté la carpeta que contenía los viejos materiales, con algunas hojas ya abarquilladas por la usura del Tiempo. Y el bueno de Antonio Cisneros, que no es por nada pero de segundo apellido se llama Campoy –y logró rastrear sus ancestros gitanos en la provincia de Almería–, se entusiasmó con la idea y me instó a llevarla a cabo en el plazo más breve posible.

No logró contagiarme, y además, y como siempre, “habría que contar con mi haraganería orgánicamente implementada”, le dije. Pero pocos días más tarde, en Berlín oriental, me sucedió con Fritz Rudolf Fries, el excelente novelista de la RDA, nacido en Bilbao y traductor al alemán de Rayuela y de Amadís de Gaula, lo mismo que con Cisneros. Por si fuera poco, Fries sugirió además, cosa que al principio me dejó bastante estupefacto, que una publicación así sería una ayuda impagable para los estudiantes de Literatura en lengua española, auxiliándolos en la localización de estilos y tics de los autores.

Me puse, pues, a la tarea, si no entusiasmado sí con energía, empezando por desechar casi el 100% del material existente en aquél momento: sólo salvé tres o cuatro fandangos míos y uno de Javier Bañares. En muy pocos meses avancé hasta más de un centenar, y los amigos que los iban conociendo publicaron muchos de ellos en diversas revistas españolas y de América Latina. Esos mismos amigos, desde

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Los mejores fandangos de la lengua castellana44

Encuentro No. 101, 42-51, 2015

Juan Goytisolo (el primero en leerlos) hasta José Miguel Ullán, me pedían que terminase de una maldita vez el maldito libro. Pero ¿cómo fue que dije antes?: otras urgencias impusieron su ley, se me acabó la cuerda, no conseguía urdir los fandangos de autores que consideraba que debían estar en el posible libro, reapareció mi congénita pereza, y un buen día le volví a dar carpetazo al tema.

En los muchos años transcurridos de este segundo intervalo, una que otra vez, un nuevo fandango se formulaba por sí solo, inesperadamente, sin que yo fuera consciente del proceso creador. Recuerdo, por lo mucho que me emocionó, un momento en Budapest, en el jardín de la residencia del entonces embajador nicaragüense en Hungría, Lizandro Chávez Alfaro, en que de repente, y sin decir ¡agua va!, se me apareció nítido y con las palabras justas el fandango de Juan Rulfo. Y eso después de que, por juego, había compuesto para mis anfitriones el de Menéndez y Pelayo*, fandango donde la inspiración satírica, como podrá comprobar el atento lector, no está focalizada en el propio fandango sino en las notas a pie de página.

Y pasaron los años, muchos años...

El Día Internacional del Regalo (me refiero obviamente a la Navidad) de 1997 mi hijo me legó en vida su ordenador Macintosh. Y ni corto ni perezoso, yo, que siempre he sido refractario a estos artefactos, me puse a aprender su funcionamiento con la idea de meter en disquetes el descomunal desorden de mis apuntes y notas de más de cuatro décadas de escritura a salto de mata. Y entonces, al empezar a ordenar el material, una de las primeras cosas que descubrí es que, sin haberme dado cuenta, el libro de los fandangos ya estaba listo, poco más o menos. Desde luego que aún falta[ba]n algunos nombres, es cierto, pero tampoco hay que forzar la inspiración con calzador. Así pues, una de mis primeras tareas macintosh iba a ser la de componer por fin Los mejores fandangos de la lengua castellana. Y por cierto: debo acotar, ni que decir tiene, pero por si las “que ni labráis como abejas / ni brilláis cual mariposas”, que el adjetivo “mejores” figuraba en el título a modo de homenaje al libro ya canónico de don Marcelino. Y nada más que por eso, que conste.

Del libro que resultó al final y que Ullán publicó finalmente en su sello editorial, Ave del Paraíso, Madrid 2000, selecciono para este número de la revista Encuentro los que les inventé a 41 autores de los siete países centroamericanos.

Weiß/Colonia, julio 2015

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Encuentro No. 101, 42-51, 2015

Los mejores fandangos de la lengua castellana

* MENÉNDEZ Y PELAYO ¹

Vinieron los agarenos ²y nos molieron a palos, que Dios ayuda a los maloscuando son más que los buenos.

¹ Naturalmente, este fandango no es de la autoría de don Marcelino. Si lo incluimos en nuestra Antología bajo el nombre del ilustre polígrafo montañés, es en razón de haber sido recogido por él en su exhaustiva Historia de los heterodoxos españoles. Ello demuestra una vez más lo esmerado y minucioso que fue el trabajo de MMyP, no descuidando ni siquiera la vena popular a la hora de buscar pelos en la leche de la ortodoxia más acendrada. Loor al maestro.

² El indudable valor de la transcripción de don Marcelino radica en que no se dejó cegar por la versión tradicional, donde el verso dice "Vinieron los sarracenos". Descubrimiento que hice en Budapest, 20.6.1988, y si consigno la fecha es por ser histórica para mí, aparte de que pueda serlo también, eventualmente, en los anales de la heterodoxia.

RAFAEL LANDÍVAR

[Guatemala]

Ab ovo alea iacta estin America Latina:si audaces Fortuna iuvatsalve o sancta simplicitas!morituri te salutant!*

* Sencillamente asombrosa la obra de este jesuita guatemalteco (*1731–†1793), que en pleno siglo XVIII escribe y publica (en Módena, Italia, 1781, y luego en Bolonia, 1782, la edición definitiva) su Rusticatio Mexicana, más de 5.000 versos en latín, y en elegantes hexámetros, al decir de los entendidos. El casi exhaustivo Autorenlexikon Lateinamerika (Francfort del Meno, 1992), del profesor Dieter Reichardt, informa que la mejor edición y traducción de esta obra se debe a Faustino Chamorro, habiendo sido editada en San José de Costa Rica el año 1987, pero hay una segunda edición más bella, corregida y aumentada (cerca de 700 páginas), publicada en Guatemala con posterioridad al libro del profesor Reichardt, en septiembre de 2001.

ENRIQUE GÓMEZ CARRILLO

[Guatemala]

Supe trabajar la prosa,y en las cosas del quererme adoró Raquel Meller,que fue mi ¿segunda? esposa.

MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS

[Guatemala]

Valle–Inclán, clarividente,qué cojonudo tú erasy qué fértil tu simiente:¡pobre Señor Presidentesin tu Tirano Banderas!

MARIO MONTEFORTE TOLEDO

[Guatemala]

En la cueva sin quietud,donde acaban los caminosentre la piedra y la cruz,de algún modo nos morimos.

LUIS CARDOZA Y ARAGÓN[Guatemala]

Oh! viejas fotografíasde Unamuno y de Lacan...Leyendo el Eclesiastés,en español o en francés,mañana sonreirán.

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Los mejores fandangos de la lengua castellana46

Encuentro No. 101, 42-51, 2015

AUGUSTO MONTERROSO

[Guatemala]

Los liliputienses tienenun sexto sentido, m‘hija,que cuando están frente a frenteles hace reconocerseal primer golpe de vista.

ALAÍDE FOPPA*[Guatemala]

Son dos plácidas colinas que fueron dos copas llenas, nutricias cuando en sazón, y siguen alimentando a dos flores en botón.

* El fandango a los senos (del ciclo Elogio de mi cuerpo) figura aquí por méritos propios, igual que su autora, pero también figura ella vicariamente por los muchos poetas y poetisas que de la manera más cruel e inhumana fueron desaparecidos por las dictaduras latinoamericanas.

Al ciclo antecitado pertenece asimismo el poema al sexo que ha dado título a una reciente antología (Rosa palpitante) centrada sobre la sexualidad y el erotismo en la escritura de poetas guatemaltecas nacidas en el siglo XX. Dice así:

Oculta rosa palpitante en el oscuro surco, pozo de estremecida alegría que incendia en un instante el turbio curso de mi vida, secreto siempre inviolado, fecunda herida.

ROBERTO DÍAZ CASTILLO

[Guatemala]

El rey de los renacuajosy el sentido del humordecíase embajadorde los dizque Países Bajos*.

* Este fandango es una evidente reelaboración poética de un fragmento de las memorias de RDC, allí donde habla de que los guatemaltecos desterrados en Chile organizaron una cena para conmemorar el X aniversario de su Revolución de Octubre y que, recién llegado de Bolivia, donde se había desempeñado como diplomático de Jacobo Arbenz, apareció en ella el diminuto (de estatura física) Augusto Monterroso. Y nos revela RDC: “Se hizo anunciar como embajador de los Países Bajos”, una risueña autoironía que dice mucho de su calidad como ser humano.

ANA MARÍA RODAS

[Guatemala]

Doctor, recéteme ustedun hombre mejor que nada,pero en forma de pastilla,jarabe, ampolla, papilla...o mejor: ¡como pomada!

EUGENIA GALLARDO[Guatemala]

No te afanes en llegar a esa Torre que allá ves porque la Torre Ð Londres, princesa, no es el Big Ben*.

* No te apresures en llegar a la Torre de Londres porque la Torre Ð Londres no es el Big Ben, que así se titula un libro delicioso de esta autora, se publicó en Guatemala, abril de 1999. En él puede leerse: “El asesino en masa nunca es una madre: ¿hecho de la naturaleza o defecto de la memoria? Vuelan los verdugos contaminando el cielo, ese espacio impreciso del ajuste de cuentas...” ¿No es cierto que parece una premonición del 11 de septiembre del 2001 y el ataque a las torres gemelas del World Trade Center en Nueva York?

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Encuentro No. 101, 42-51, 2015

Los mejores fandangos de la lengua castellana

DAVID RUIZ PUGA[Belize]

De Centroamérica soy,de Belice, su confín,y de niño, no más hoy,sí canté “Got séif de Cuín!”.

SALARRUÉ[El Salvador]

Puesiesque un gringo cipotetraiba un oso de peluche,y vídole tan simploteque por guacal de jocotese lo cambié y siacabuche.

CLAUDIA LARS[El Salvador]

Un descanso bien ganado, pedacito de mi frente:acudiré obedïentede la muerte a su llamado.

CLARIBEL ALEGRÍA

[El Salvador-Nicaragua]

Como base una sangría,añadí llanto y dolory unas risas de la CIA,batilo a sangre bien fríay el trago es El Salvador.

ROQUE DALTON

[El Salvador]

Aunque soy El Pulgarcitocargo mi ración de pito, y al gigante americano–dotado de inmenso ano–le doy harto porculito.

MANLIO ARGUETA[El Salvador]

Los cálidos metisacasdel lobo y Caperucitaculminan con alharacasque le joden la siestitaal valle de las hamacas.

CARMEN GONZÁLEZ HUGUET[El Salvador]

Soy la aguja, vos sos hilo,y por las noches cosemos.Soy la vela, y vos pabilo,y por las noches ardemos.Soy egipcia, y vos... el Nilo.

LUCILA GAMERO DE GODOY

[Honduras]

Blanca Olmedo se enfrentósin miedo alguno a los curasy en condiciones muy durasuna lección aprendió:no hay que meterse, en Honduras.

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Los mejores fandangos de la lengua castellana48

Encuentro No. 101, 42-51, 2015

CLEMENTINA SUÁREZ[Honduras]

La raíz de mi tobillote quisiera regalar, y al fin de mi propia muertesu pequeña eternidad.

ROBERTO SOSA[Honduras]

No conocen sus tesoros,y andan y mueren despacio. Como son muchos los pobres,es imposible olvidarlos.

RUBÉN DARIO

[Nicaragua]

Exhalan su último élanlas corolas de heliotropo,

y las aspas del Moulinlloran centrífugo hisopo:muerto has, Pauvre Lelian*.

* Seudónimo anagramático con el que Paul Verlaine se incluye entre los “poetas malditos”

SALOMÓN DE LA SELVA[Nicaragua]

La bala que a mí me mate,si es que me llega al cerebro,buscaba mi pensamiento;y si el corazón me parte,quiso decirme “Te quiero”.

PABLO ANTONIO CUADRA [Nicaragua]

A Quetzalcoatl lo oí:“Pablo Antonio –me decía–hay órdenes contra mípor el epigrama. ¡Aví–sale a la Adelita mía!”

JOSÉ CORONEL URTECHO

[Nicaragua]

En fin, paisano Rubén,saquémonos el bombínante la gente que enmil novecientos seten–

ta y nueve venció por fin.

CARLOS MARTÍNEZ RIVAS[Nicaragua]

–Pintaré un gato dormidode noche, sobre un tejado.–¿Y qué pondréisle, Garrido,en redor, que sea vido?–Pues, luna –dijo, ya airado*.

* Resulta a todas luces evidente que éste debe ser un borrador del más famoso epigrama de su autor, una joya de la poesía nicaragüense y en español, sin ir más lejos:

–Yo pintaré un hombre con una linterna.–Hazlo. Pero ¿qué le pondrásalrededor para que se vea?–Pues, noche –dijo, ya iracundo.

Recuerden, quienes no lo sepan, que el poemita se titula El pintor español.

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Encuentro No. 101, 42-51, 2015

Los mejores fandangos de la lengua castellana

ERNESTO CARDENAL[Nicaragua]

A Solentiname vinoun campesino, y en bromame preguntó por qué en Romaningunean a San Dino.

GIOCONDA BELLI[Nicaragua]

La mujer reencarna en árbolcual semilla que se arrojay al cabo su sombra esparce.Yo, como soy pelirroja,me convertiré en un arce.

LIZANDRO CHÁVEZ ALFARO[Nicaragua]

Yo mi canción no la digosino a quien conmigo va,y a ése que va conmigo,Lizandro Chávez Alfa–ro, lo llamo yo mi amigo.

SERGIO RAMÍREZ[Nicaragua]

Camino de Nueva Yorkse embarcó en Bluefields un día,y cuando desembarcóse enteró que no existía:Charles Atlas se murió.

FRANCISCO AMIGHETTI

[Costa Rica]

Mi infancia fue una ventana,y hoy, 50 varas alNorte de La Mejoral,renazco cada mañanadelante del ventanal.

FABIÁN DOBLES[Costa Rica]

Eso que pueblo llamaban vieron que eran tiquerías,y a Tata Mundo citaban:“Mejor me lo re’ducabanpa’ qu’hiciese concherías”.

JORGE DEBRAVO

[Costa Rica]

Por si dijeran que miento,que ya no se usa la sangrepara amasar monumentos,mezclada con el alcoholhizo de mí un poeta muerto*.

* La poesía de Jorge Debravo (quien regresaba a casa una noche con su motocicleta recién estrenada cuando lo arrolló y mató en la cuesta de la Traube un camión conducido por un borracho) está llena de premoniciones acerca de su muerte.

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Los mejores fandangos de la lengua castellana50

Encuentro No. 101, 42-51, 2015

ANABELLE AGUILAR

[Costa Rica]

Vendo carne de cañón, de varón o de mujer, con buena alimentación y mejor obedecer:hotchkiss @ guncom*

* Hotchkiss, Benjamín (*1826–†1885) : Nació en Connecticut, Estados Unidos. Tenía pasión por las armas. Cerca de París fundó una fábrica de armamentos y explosivos para el gobierno de Francia. En 1914 (justo a tiempo para el gran negocio de la I Guerra Mundial) su firma logró patentar el diseño definitivo del cañón que lleva su nombre: Hotchkiss gun.

@ : Por mor del octosílabo debe leerse “arroba”, como es habitual, aunque también pudiera leerse “pendejo”, por mor de la mor–fología.

YADIRA CALVO

[Costa Rica]

Prosa de varón: rezumafalta de mental higiene.Parece no con la pluma,sino escrita con el pene*.

* Nos ha parecido más congruente con la trayectoria édita de esta autora la inclusión del fandango que va delante, pero no quisiéramos dejar de citar este otro, también de su autoría, y que termina de retratárnosla:

Una, que era adolescentecuando se mató James Dean,sabe bien lo que se siente: es un sabor de aserrínen la boca y en la mente.

ANACRISTINA ROSSI[Costa Rica]

Mirá vos qué tal derrochede elipsis sobre María,sólo él me permitíacontar María la nochepero no María el día...

ANA ISTARÚ[Costa Rica]

Cuando duermes de verdad,mi Y griega tu mano siente.Tu mano, un incandescentecinturón de castidad.

CARLOS CORTÉS

[Costa Rica]

Si es por dicha o por desgracia,mi país no tiene cura:Ticolandia es demoduracamino de dictacracia*.

* Este fandango lo interpretamos como signo de un gran progreso histórico. Piénsese que el mismo autor inició su novela Cruz de olvido con una frase tan programática como “En Costa Rica no pasa nada desde el Big Bang”.

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Encuentro No. 101, 42-51, 2015

Los mejores fandangos de la lengua castellana

LAURA SOLANO[Costa Rica]

Útero es con h muda, como son las haches todas.Despojo de la h al himen, y se la pongo a tus “hostias”*.

* Tratándose de la más joven de los antologados (*1982) no resisto la tentación de insertar así mismo uno de sus deliciosos epigramas eróticos, para mostrar lo variado de sus registros poéticos:

Con su mirada mis piernasusted las va dibujando...y se detiene en La Pepa.¿No sabe cómo seguir?¡Cambie el lápiz por la lengua!

Y a mayor abundancia, recomiendo su dominio web, que es una página altruista y devotamente dedicada a la vida y la obra de Alejandra Pizarnik: http://www.alejandrapizarnik.blogspot.com

STELLA SIERRA[Panamá]

Mariposa de la nochevestida de azul de cielo,¿tus alas dejaste dónde?¿se las ha bebido el viento?

GLORIA GUARDIA[Panamá]

La ciudad es la rayuela de Paraíso a El Chorillo,la cruzan el Curundú,el Abajo, el Malashillo,y quien la juega eres tú.

RUBÉN BLADES

[Panamá]

Nací en una buena esquina de mi bello Panamá,y aunque allí aprendí el “Move on!”yo no digo mi canciónsino a quien conmigo va*.

* Irresistible una vez más para Rubén Blades la tentación de citar a los clásicos. “De mis actos en la tierra / responda el cielo y no yo”, recordémoslo, es del Don Juan Tenorio, de Zorrilla. Curiosamente, lo que aquí pone entre comillas no es la cita de Machado sino un título suyo propio en inglés. Ganas de despistar.

FIN

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La investigación cualitativa y el enfrentamiento armado en Guatemala1

Ricardo Falla, s.j.*

Me pidieron que desarrollara, en esta conferencia inaugural, mi experiencia de investigación sobre el enfrentamiento armado en Guatemala. Se menciona en el título la palabra “cualitativa”, pero, aunque lo que describiré es una experiencia de investigación cualitativa, no voy a teorizar sobre ella, sólo voy a reflexionar, según la voy explicando; tampoco quisiera dar recetas de cómo realizarla. Daré mi experiencia siguiendo el género literario de la narrativa. Ustedes, si tienen paciencia, pueden escuchar y sacar provecho de lo que más les llame la atención. Tampoco quisiera polemizar sobre la supremacía de la investigación cualitativa frente a la cuantitativa. Ya bastantes banderas ideológicas nos dividen como para añadir otra. El corazón de la investigación cualitativa reside en acercarnos a la visión de las personas, grupos y sociedades que estamos estudiando. Es una manera de entrar a conocer cómo ellas entienden su vida y sus cambios. Pero nos hace falta cuantificar los hechos con la ayuda de la mirada cualitativa para que las preguntas a cuantificar sean relevantes para lo que se desea saber.

Un tema parecido se me pidió desarrollar para finalizar el Congreso de Antropología Social y Etnología en la Ciudad de México en el año 2010. Esa ponencia pueden encontrarla en el primer volumen de la colección que estamos publicando, que se llama Al atardecer de la vida. Voy a seguir algo del esquema que presenté allí, pero no voy a repetirla. También haré referencia al volumen tercero de la misma colección que está saliendo de prensa en estos días, pero que lamentablemente no pudimos traer por retrasos en la imprenta. Ese volumen, como el primero, está editado mancomunadamente por Avancso, la Universidad Rafael Landívar y la

1 Discurso presentado como Lección Inaugural 2015 de la Dirección General de Investigación de la Universidad de San Carlos de Guatemala el 5 de febrero de 2015. El texto ha sido originalmente publicado en la revista Ciencias Sociales y Humanidades, 2015, Vol. 2, No. 1, 87-99. Agradecemos al equipo editorial de la revista por la autorización de publicar el texto. La presente versión incluye ediciones propias de Encuentro.

* Antropólogo y sacerdote jesuita.

Tribuna Académica

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Encuentro No. 101, 52-68, 2015

La investigación cualitativa y el enfrentamiento armado en Guatemala

Editorial de la Universidad de San Carlos. Se llama Ixcán: El campesino indígena se levanta (1966 a 1982). Es el resultado de una larga investigación, precisamente sobre el tema que me pidieron, de cómo el pueblo del Ixcán se levantó para apoyar la revolución durante esos años.

Sin embargo, ese volumen no es una reflexión sobre el proceso de la investigación. Lo que diré aquí de alguna forma puede servir de introducción a ese texto, porque sí lo es. Ese volumen fue redactado antes del libro que ustedes conocen, Masacres de la Selva, y sirvió de base para publicar ese texto en forma resumida en 1992. El volumen al que me refiero no se pudo publicar entonces por la peligrosidad que implicaba.

La estructura de esta ponencia seguirá el orden con que se desenvuelve una investigación, desde su origen hasta su término. La divido en cuatro fases: primera, la selección del tema de investigación; segunda, la recolección de datos; tercera, el análisis y sistematización, y cuarta, la redacción. Se podrían añadir también la publicación, la promoción, la distribución y la reacción que genera. Esto será el cuerpo de la ponencia. Añadiré unas conclusiones de posible aplicación a situaciones de violencia en la actualidad, especialmente del narcotráfico. Ojalá no me vaya a estar esperando un sicario a la vuelta de la esquina.

Selección del tema de investigación

Entonces, primero: cómo se selecciona el tema de la investigación. Lo que quiero decir es que no es el producto de una elección fría que se hace desde un gabinete. Al menos, no fue así en el caso que me han pedido contar. Hubo un proceso de varios años de acompañamiento al proceso nacional, el cual se fue haciendo cada vez más violento. Cuando hice el trabajo de campo en el Quiché para Quiché Rebelde, en 1970, se oía que las FAR [Fuerzas Armadas Rebeldes] habían hecho una incursión

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Encuentro No. 101, 52-68, 2015

en el norte del departamento. Yo me pregunté, ¿y por qué la revolución ha pegado en territorio ladino o en territorio de selva y no ha pegado en un área densamente poblada del mundo indígena? Di unas respuestas que pueden ser leídas en ese libro, pero realmente no tenía yo idea de cómo funcionaba la organización política armada en zona de indígenas campesinos profundamente identificados con su cultura de siglos.

Pero pasaron unos años. Conocí a Joaquín Noval y me llevó a finales de 1975 a conocer la zona fronteriza de San Marcos, donde operaba lo que él llamaba “la guerrilla de la milpa”. Era el aparato de frontera del PC con una visión de semilla revolucionaria más amplia. Allí estuve cruzando de noche el Suchiate, a nado, y entrevistando a mucha gente. Pero realmente no supe hacerlo. Quiero decir, no supe cómo recoger la información para que fluyera, a pesar de que había confianza en los informantes. No tenía un marco de referencia, ni menos un marco teórico. No tenía lo que llamo el hilo que seguir.

Una experiencia de investigación ulterior fue cuando un compañero sacerdote me contó con pelos y señales la toma de Nebaj por el EGP [Ejército Guerrillero de los Pobres] en 1979 y pude estar en Nebaj para enterarme desde la casa parroquial cómo se estaba gestando el movimiento armado, apoyado por el pueblo ixil. Allí entendí algo. Lo redacté en México en 1979 y se lo di a leer a Alaíde Foppa. Ella también me dijo lo mismo. “Ahora entiendo”. Esa es señal de una buena investigación, comunicar inteligibilidad. Pero era nada más que un luzazo, una parte de un proceso.

Después, me tocó trabajar con el MIDINRA (Ministerio de Reforma Agraria) en Nicaragua en 1980 y allí aplicamos los métodos que le íbamos aprendiendo a la Contra. Un compañero se fue a Jinotega a investigar una banda conformada por proletarios agrícolas del café, y yo me fui a Estelí a investigar otra, de hijos de pequeños campesinos minifundistas, también del café. Fueron las semillas de la Contra, las primeras bandas contrarrevolucionarias, la del Pocoyo y la de Dimas. Por supuesto, el Ejército Sandinista se las quebró, pero nosotros fuimos detrás recogiendo los restos para ver cómo en la Nicaragua tan revolucionaria se estaba dando ese caldo de cultivo entre la población civil. Allí ya tuvimos el hilo, el por qué: por qué esa población de zona cafetalera se había levantado contra el Frente Sandinista.

Por último, desde Nicaragua organizamos la vuelta a Guatemala, y como primer tanteo viajé a México para acercarme a la frontera con Guatemala en Chiapas, donde se encontraban los refugiados guatemaltecos recién salidos de las masacres. Allí tuve una noche la desbordante experiencia de escuchar al testigo de la masacre de San Francisco, Nentón, quien delante de unas 15 personas sobrevivientes me contó cómo había matado el ejército a cerca de 350 personas en un día. Eso fue en 1982. Fue una investigación de periodista, creo yo, con todos los aciertos de una investigación cualitativa, pero no una investigación a fondo. Allí entendí yo cómo eso, que parecía increíble, ciertamente había sucedido. La inteligibilidad, otra vez. Desde un solo caso, entendí cómo funcionaba el genocidio guatemalteco. Consistía en matar al pueblo hasta la semilla, es decir, hasta a los niños, que no podían ser enemigos políticos de una comunidad.

De allí se fue concretando más la selección del tema, porque me pregunté: ¿Cómo se llegó hasta este resultado tremendo de la masacre? ¿Cómo se levantó la

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Encuentro No. 101, 52-68, 2015

La investigación cualitativa y el enfrentamiento armado en Guatemala

población de esos lugares para que la reprimieran así? Cuando por fin logramos entrar al terreno de la guerra, no en Nentón, que había sido vaciado casi completamente por el ejército, sino en Ixcán, yo le propuse al grupo en que íbamos y a la organización guerrillera que nos permitía entrar, investigar los orígenes del movimiento social en esa área de campesinado indígena multilingüe. Como el grupo tenía otros fines, que eran atender pastoralmente a esa población, yo me dediqué a ambas cosas, a atender pastoralmente a la población y a oír de su boca cómo se había originado y desarrollado el levantamiento hasta ser reprimido en las grandes masacres, como la de Nentón, y luego hasta transformarse en una resistencia organizada.

No sé si les ha cansado esta historia, pero en ella se ve, me parece, cómo la selección del tema es un proceso que lleva consigo los siguientes elementos:

• El hilo conductor de la investigación se aclara, es decir, la pregunta que conducirá toda la investigación se cimenta: ¿cómo se generó todo esto que culminó en las masacres, cómo la población indígena y campesina se fue levantando, cómo fue esto posible? Esta pregunta es el hilo conductor. Y el método cualitativo va implícito: hay que estar con ese pueblo que ha sido el sujeto y hacerle la pregunta a él. La cuantificación no se excluye para nada, como por ejemplo, el número de víctimas.

• Las razones de la importancia de la investigación se van conociendo: no se trata sólo de denunciar la violación a los derechos humanos para que se pare la represión, sino el valor que tiene la comprensión misma del proceso, por las fuerzas que puede desencadenar, no sólo aquí y hoy en Guatemala, sino en otras partes del mundo y en tiempos futuros. Este conocimiento influye en el hilo conductor, por eso dije que no sólo se aclara la pregunta, sino que se cimenta.

• Se va fortaleciendo la decisión de emprender la investigación y de terminarla, aunque haya riesgos y aunque el tiempo exija constancia.

Unido a este último punto va el tema del sujeto que respalda la investigación y en cierta forma participa en ella, aunque no investigue. Puede ser la familia, o un sujeto mayor, como la universidad. En mi caso, el sujeto fue un grupito de amigos con quienes entramos al terreno de guerra, pero sobre todo, mi grupo de referencia identitario, que eran algunos compañeros jesuitas y el superior que me daba una misión de vanguardia. Ninguno de los miembros de estos dos grupos hacía investigación, pero para la decisión de hacerla eran importantes. Sobre este sujeto, pueden ver el libro reciente de Juan Hernández Pico (2014), Luchar por la justicia al viento del espíritu.

Si ustedes quieren hacer una investigación sobre el narcotráfico en el terreno donde se mueve, necesitan convicción en la decisión y respaldo moral constante de la familia, de la pareja, de la universidad. No es por aventura o por fuga que vas a hacer eso. Y también necesitas quién te respalde económicamente, porque tendrás que dejar algo para alimentar a tus hijos, si los tienes, y a tu pareja, y necesitas pagar los gastos en que incurras en la investigación. En mi caso, no tenía familia y los gastos eran mínimos, pues durante los casi seis meses de la investigación de campo la población nos dio de comer y la guerrilla nos apoyó con botas, hamaca, toldo y algunas otras cosas, como baterías para el foco.

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Recolección de la información

Segundo, la recolección de la información. El trabajo de campo, como decimos los antropólogos, para obtener información acerca de la violencia siempre es arriesgado, porque te juegas la vida, un poco como un reportero de guerra. También es difícil, porque los temas de la violencia se encubren de por sí debido a la dinámica misma de la violencia, de ocultamiento o de desviación de la atención. Piénsese en alguien que quiera investigar en el terreno a los narcotraficantes. Es peligroso y es prácticamente imposible, a no ser que te hagas uno de ellos, te infiltres en ellos, que no es lo que propongo.

En nuestro caso, la situación en Ixcán era de guerra y persecución. Había ametrallamientos o bombardeos aéreos, pero más peligroso, había operativos de infantería que cruzaban la selva con el fin de encontrar los campamentos de población civil que daban apoyo a la guerrilla. Había que andar en lo que llamaban “plan de emergencia”, es decir, cambiando de lugar el campamento y huyendo para que no nos sorprendiera el que allí era el enemigo, el ejército, tal vez el mejor entrenado de América Latina para contrainsurgencia en la selva.

La recolección propiamente dicha

Sin embargo, era posible entrevistar a la población. Digo “entrevistar” porque estoy ante ustedes en esta ponencia de ciencias sociales. Es el término técnico que se usa. Pero la entrevista era un diálogo, o tal vez, más un sentarse a oír lo que las personas contaban desde el origen de este levantamiento. Se podía hacer porque había una red de autodefensa de la población civil en combinación con la guerrilla, cuya táctica principal (la de la población) consistía en ocultamiento bajo la selva y en fuga ordenada a lugares más profundos de montaña, sin dejar huella. Era una subcultura de resistencia que prescribía no cocinar de día, por el humo, esconder la ropa de los claros para que no la identificara el helicóptero, operarles la garganta a los gallos, etc. Esa protección permitía largos ratos de conversación, tiempos muertos en que la gente no salía a la producción porque el enemigo estaba cerca y había que mantenerse a la espera.

Durante estos ratos había deseo en la población de comunicar sus experiencias y sufrimientos, por qué habían salido de tierra fría a colonizar la selva, cómo se repartieron la tierra, cómo hicieron los primeros contactos con los guerrilleros ingresados de México, cómo se dio la primera represión sangrienta al detectar el ejército su presencia en la selva, etc. etc., una historia larga, hasta las grandes masacres de 1982 y la salida de sus pueblos a la montaña, a resistir.

El deseo de hablar me parece que estaba motivado por dos razones principales: una era que se conociera afuera lo que estaba sucediendo para que se detuviera la represión, y otra, una especie de impulso para desahogarse buscando consolación en alguien que les oyera con mucha atención. Había algo de religioso en eso, porque conocían mi condición de sacerdote (no mi nombre, pues todos usábamos seudónimos), y además estaba el hecho de que los Maryknoll de Huehuetenango habían organizado la colonización, y la población sentía que a ellos se debía que

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La investigación cualitativa y el enfrentamiento armado en Guatemala

tuvieran tierra. Otro hecho era que el P. Guillermo Woods, como todos afirmaban, había muerto en 1977, abatido por los soldados que dispararon a su avioneta.

Además, había confianza de hablar, no sólo deseo. Esto es clave en este tipo de investigaciones sobre la violencia. Porque estábamos en la misma situación de guerra y de destitución, de modo que la situación de inseguridad se convertía en un potente incentivo para hablar. La persona que los escuchaba debía ser amiga, pensaban, pues estaba allí. Esta relación estaba avalada por la guerrilla, que había tenido interés, dentro de lo que llamaba “plan Grande”2, en que hubiera participación explícita de los cristianos en la revolución. Dentro de dicho plan estábamos nosotros allí. El EGP consideraba que la pastoral de acompañamiento fortalecería a la resistencia. La investigación que yo hacía, como ya dije, iba bajo el ala de la pastoral, y ante la población mi estatus nunca fue de investigador, ni de académico, ni de antropólogo, sino de sacerdote.

Tambien es importante hacer notar cómo la clandestinidad de la información se abrió por la situación de resistencia colectiva frente al ejército. Ordinariamente, más aún en ese tiempo, era dificilísimo que alguien le contara a un investigador su relación con la guerrilla. No sólo porque podría correrse la información que llevaría a reprimirlo, sino porque la guerrilla misma imponía ese secreto. Pues bien, después de las grandes masacres, como la de Cuarto Pueblo (1982), la población se vio ante tres caminos. O volverse a tierra fría, o salir al refugio o quedarse en la montaña resistiendo. Esa población en resistencia, como ya dije, toda ella estaba clandestina, oculta del ejército. Pero curiosamente, al entrar en una clandestinidad colectiva, se suspendió la clandestinidad interna de esa población. Lo único que en las entrevistas se mantenía en secreto era el verdadero nombre de la persona, por si acaso alguien caía en manos del ejército y lo torturaran para saber quién más estaba en la resistencia. Esa supresión de la clandestinidad fue indispensable para la comunicación de datos muy confidenciales.

En la recolección de la información veo que hubo una evolución. Primero, me encontré completamente desorientado, en cuanto a nombres, lugares, tiempos, etc. Pero poco a poco fui viendo lo que me faltaba por averiguar y fui buscando a las personas que podían llenar esos vacíos. Poco a poco se fue haciendo el esquema o mapa de lo que sería la redacción. Porque uno investiga para redactar y comunicarse. El criterio para armar ese mapa, en el caso de esta investigación, era el hilo conductor. El hilo conductor, como ya dije, era una pregunta: ¿cómo comenzó todo esto, cómo se levantó este pueblo? Un hilo conductor muy fácil de sistematizar porque era histórico, y lo que hacía falta era entender la dinámica y las etapas.

Además, en la sistematización de la evolución ya entraba un elemento teórico que en este caso era también muy fácil de descubrir: el elemento dialéctico. Era fácil, porque estábamos viviendo una guerra entre dos contendientes armados, y la dinámica era de creciente agudización. Pero, para no caer en la visión de los dos fuegos y la población civil pasiva, había que ver en cada momento cómo la población había sido activa, indispensablemente activa, hasta poder ser tildada —

2 El comandante del EGP lo llamó así en recuerdo de Rutilio Grande, el primer sacerdote asesinado en El Salvador (1977) por denunciar a los finqueros de la zona cañera cercana a la capital del país.

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equivocadamente, por el ejército— como población guerrillera. De esa manera, durante la recolección de la información se iba formando en mi cabeza una especie de teoría propia, implícita en la experiencia.

Adelanto que mi manera de trabajar no ha sido muy ortodoxa, lo notarán ya los estudiantes y los y las profesoras de investigación. Siempre se insiste en que antes de montar tu proyecto de investigación y antes de salir al campo tienes que tener clara tu teoría y tus hipótesis. Yo, probablemente por limitación intelectual propia, siempre he trabajado al revés. Voy al campo con una sospecha de factores que responden a la pregunta planteada, pero no es sino al volver del campo con un material muy grande, cuando me pregunto: “Bueno, y para entender esto, para darle un orden, una inteligibilidad, ¿qué teoría me sirve?”. Pongo la teoría al servicio de la experiencia, y no al revés. Para no errar en esta práctica heterodoxa, tal vez lo importante es tener dos cosas claras: la pregunta o hilo conductor que va halando tu investigación, y dos: el olfato, el olfato como de perro que va rastreando con un sexto sentido por dónde está la respuesta a la pregunta que te guía. Ese olfato es experiencia de investigación, es teoría implícita, es —dispensen si sueno un poco místico— el nahual que le canta a uno por dentro y que le dice que por allí va en lo correcto. Para dejar la mística, llamemos a ese nahual la consonancia, que se percibe no mediante la inteligencia racional, sino mediante la inteligencia sentiente, como creo que diría el filósofo Zubiri.

Y aquí con esta cuasi digresión estamos cayendo en las riquezas del método cualitativo, el cual no se reduce únicamente a entrevistas, ni a transmisión de información por observación, sino al “conocimiento por ósmosis”, como decía Ellacuría, otro filósofo. Esto tiene mucha importancia para la formación integral de la juventud, no sólo para la investigación. Me refiero a la inserción, el estar con las personas, ver sus reacciones (sin registrarlas en un papel) y dejar que vayan formando parte de mi persona, sin pretender imitar. Sólo por ósmosis. Así aprende uno a reaccionar de la misma forma que las personas con quienes uno convive, a imaginarse cómo en tal situación actuarían, etc. Sabe uno interpretar espontáneamente sus fuentes de información, y por tanto, lo que le dicen a uno. De nuevo, por consonancia se detecta en el sentimiento propio la interpretación correcta y aquella que no lo es porque “me disuena”. Es muy importante aprender a percibir ese temblorcillo interno. Hay toda una teoría sobre él, pero no me detengo.

Como ven, para la recolección de información el camino fue para mí facilisimo, sin mérito, podríamos decir, sólo dejándome llevar —eso sí, con los ojos bien abiertos— por el río del pueblo que quería expresarse.

¿Qué limitaciones reconozco? Voy a mencionar cuatro. La primera, que esta historia yo no la viví, sólo la oí narrada. Historia oral. Yo estuve casi seis meses en la montaña. Viví la resistencia después de las masacres, pero no viví las masacres, ni el levantamiento previo. En este sentido, no fui un investigador que ejerció la observación participante, salvo durante la última parte de esta historia, la resistencia. Sin embargo, viví con el sujeto colectivo que se levantó y que sufrió las masacres (aunque no murió), y por ósmosis, como dije, me ayudó a interpretar las partes de esa misma historia que no observé. La segunda limitación es ideológica. La casi totalidad de mis informantes estaban en contra del ejército, evidentemente porque éste nos estaba persiguiendo y porque había matado a sus familiares. Me falta la visión de la

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otra cara, la del que se considera vencedor, el ejército. Esperamos que con el tiempo se aclare esa cara oscura de la luna y nos dé su perspectiva, no sólo la de los jefes, que suelen taparse y mentir, sino la de los soldados en campaña. Tercera limitación, la lengua. Ese pueblo, como dije antes, provenía de muchos municipios indígenas del altiplano que habían bajado a colonizar la selva desde 1966. Había siete lenguas mayas, además del castellano. Intenté aprender mam, pero no había posibilidad de ósmosis con sólo el pueblo mam, porque la movilidad que teníamos nos cambiaba de campamentos preponderantemente mames a campamentos preponderantemente kanjobales, a campamentos preponderantemente kaqchikeles… Yo sabía algo de kiché, pero allí el kiché estaba prácticamente ausente. El multilingüismo, sin embargo, había fomentado el uso del castellano como lingua franca, y en esa nos comunicamos. Y cuarta limitación, que la voz de la mujer no está lo suficientemente representada por la misma razón del idioma. Pero digo la voz, porque con ellas, aunque con pocas palabras, hubo ósmosis. Nos daban de comer junto a su fuego y cruzábamos palabras cargadas de cariño. Recuerdo a una mujer mam de Todos Santos que según el número de tortillas que yo comía calculaba mi adaptación: “Mab’isona, —me decía— no estés triste”.

Registro de la información

Hasta aquí hemos tratado el aspecto de la recolección propiamente tal. Otro capítulo es cómo se registra la información. No usamos grabadora por la imposibilidad de cargar pilas y de cargar casetes (en ese tiempo no había grabadoras digitales), pero también por la facilidad del trabajo para el análisis. Cientos de cintas habrían supuesto muchas horas de transcripción. Entonces todo lo registré a mano en cinco cuadernos (unas 500 páginas) donde se escribían las entrevistas, y un cuaderno —al que llamo “el diario de la selva”— donde anotaba lo que observaba, lo que sentía y reflexionaba. (Los cuadernos nos venían del refugio). Al hacer las entrevistas ponía el seudónimo de la persona, su edad, su procedencia de tierra fría, su etnia, etc., lo principal, y la fecha de la entrevista. Aunque estemos a la carrera hay que apuntar bien claro y ordenado, lo que nos permitirá después ordenar la información.

Y en cuanto al contenido de la entrevista, yo no suelo escribir sólo el esquema de la entrevista, porque tengo mala memoria, sino todo, casi como en taquigrafía, guardando el vocabulario que usa la gente y el ritmo de la plática. Incluso anotando gestos, como llanto, risa especial. La actitud es muy importante; en general, somos aprendices. Entonces, al escuchar estamos como un discípulo ante su maestra con quien se quiere identificar y no le quiere perder una sola palabra, ni un gesto de su emoción. Todo es importante para conocer “internamente” —palabra ignaciana— la fuente del conocimiento que es una persona, parte de un pueblo.

En cuanto al diario de campo, allí escribía lo que iba pasando día a día y lo que vivíamos. El cuaderno iba en la mochila o en el morral, el diario de campo en el bolsillo de la camisa, una hoja doblada que se podía sacar en cualquier momento. Y no se puede omitir la importancia de un buen bolígrafo, uno que escriba aunque esté lloviendo. Estas son tecniquillas, trucos del investigador. Pero no es para que las copien, sino para que apliquen, si les sirve, el sentido que tienen.

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También recogí cuanto papel iba encontrando, hojas sueltas, listas de masacres, documentos de la organización, partes de guerra de la organización escritas a máquina, cartas de la población en forma de notas envueltas en sobres de nylon, etnomapas, volantes del ejército tirados por el helicóptero, etc.

Pero además del cuaderno, protegido por una bolsa de nylon, en la mochila no llevaba más que un Nuevo Testamento pequeñito, en inglés, traducción de Oxford. En el refugio, donde la vida era sedentaria, sí circulaban libros pesados, como la Biblia, entre los refugiados, o un ladrillo soviético del marxismo-leninismo que una guerrillera me prestó.

La seguridad de la información

La seguridad de la información es muy importante, es decir, hay que procurar que no se pierda, no se decomise, no caiga en manos enemigas. Esto en parte se resolvía por la mala y pequeña letra, muy difícil de descifrar. Hay que proteger del enemigo al informante, a las personas sobre las que nos ha hablado, y a uno mismo especialmente. Todos teníamos seudónimos. Esto ayudaba. Pero también había que proteger a informantes críticos de los cuadros guerrilleros. Hubo algunos y algunas. La guerrilla embuzonaba mis cuadernos ya llenados. Nunca llevaba más de un cuaderno en la mochila. Ellos conocían los seudónimos, y podría haber revancha. O sencillamente hay que cuidar que no se pierdan los cuadernos, que no los capture el ejército (como cuando cayó el buzón de la iglesia y perdí un cuaderno), o que no los queme asustado un compañero que piensa que el cuaderno va a caer en manos del ejército (así perdí un censo muy valioso de toda la población de las Comunidades de Población en Resistencia, CPR). Esos cuadernos son un tesoro, hasta soñaba con ellos. La guerrilla se encargó de sacarlos de la montaña y trasladarlos a México, donde me los entregaron fielmente.

Si ustedes hacen una investigación sobre la violencia del narcotráfico, cuidado con sus notas de campo, con las fotos del celular, con las conversaciones… Cuidado, no sólo ante los enemigos que pudieran vengarse, sino con los niños que los pueden perder.

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Análisis y sistematización

Tercero, el análisis y la sistematización. Ya con los cuadernos en México se inició esta tercera etapa. Hay que decir que entre análisis y sistematización hay una relación estrecha, porque a la vez que se analiza el material se lo va sistematizando; y viceversa, la sistematización es necesaria para el análisis. Los dos procesos avanzan en relación mutua. Y estos dos procesos van unidos al de la redacción, que tratamos en otra etapa, porque al redactar uno va analizando y va encontrando nuevas relaciones. Pero la redacción ya lleva un elemento de comunicabilidad más explícito, porque ya vas pensando en quién te va a leer. Te vas comunicando con un público. No escribes para ti mismo o para ti misma.

El lugar de trabajo

Tal vez al preparar una investigación no se piensa lo bastante en cosas aparentemente independientes de ella, como los lugares de trabajo y de vida. Al volver de la montaña a la Ciudad de México, ¿dónde voy a vivir y dónde voy a trabajar? El sujeto mayor de la investigación era la Compañía de Jesús, y ella me proporcionó una comunidad de compañeros mexicanos y una habitación, y también me facilitó un cuarto u oficina en una institución, adonde me trasladaba en bicicleta entre el tráfico de la gran metrópolis. La oficina era un cuarto sólo para mí, allí me encerraba como un monje solitario para pensar cómo acometer el análisis del material. Además, era un cuarto con llave, donde el material podía estar seguro. El jesuita que dirigía esa institución era un gran amigo y me dio llave de la puerta principal. Yo podía entrar y salir a la hora que quisiera. Y no me cobraba nada. También en la comunidad tenía papeles, así que cuando me cansaba de estar en un lado podía irme al otro. Pero el lugar de trabajo era la institución.

En la Ciudad de México había focos de actividades que podían dispersarlo a uno del trabajo de investigación. La solidaridad era muy activa. Me pedían que asistiera con ellos. Podían ser fiestas, podían ser talleres, podían ser misas… El peligro era la dispersión, que es un gran enemigo de la investigación. Procuraba entonces dedicar la mañana a la investigación y las tardes a divagar un poco. Pero ambas actividades tenían cierta relación, porque la solidaridad era con Guatemala y con los refugiados externos e internos, y la investigación era sobre los refugiados internos. En la solidaridad tenía que guardar el secreto de lo que estaba escribiendo. No decía que era sobre el levantamiento y la resistencia, sino sobre los refugiados en general. Ese es el tipo de tensiones que uno tiene que vivir si está trabajando con temas delicados que tocan la violencia.

Digo que la dispersión es enemiga de la investigación. Para superarla hace falta concentrarse, no sólo con la ayuda del local, sino de la intencionalidad que te determinó al seleccionar el tema (el saber que vale la pena lo que estás haciendo) y del hilo conductor en el que se ha ido concretando esa intencionalidad en el tiempo del trabajo de campo, la pregunta que decíamos. Pero ahora, al analizar y sistematizar, ese hilo conductor va tomando forma y multiplicándose en miles de preguntas, todas relacionadas, y te va halando mentalmente. Es como un pensamiento constante que

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llevas a lo largo del día y de la noche, de modo que te acuestas con una pregunta, por ejemplo: ¿cómo esto se relaciona con lo otro?, y te despiertas con la respuesta. Ese hilo va conduciendo tu vida y te va haciendo investigador. Tal vez la palabra “investigador” suene mal, como si fuéramos policías. Te va haciendo una persona comprometida con tu material, con tu ciencia y con la gente de donde provino ese material. Vas adquiriendo esa cualidad social que llaman identidad laboral. Eres una persona rara en el bullicio de la ciudad, pero tú llevas una misión y esa identidad deja de ser únicamente laboral. Esto es muy importante para el tema que tratamos, si es que de verdad queremos meternos en la investigación con todo el corazón. (De paso aclaro, la de policía también es una profesión digna, como la de investigador social).

Pasos del análisis

Pero nos quedamos con los cuadernos en México en la oficina que me prestó el amigo jesuita. ¿Qué pasos seguí en el análisis? Estoy hablando a jóvenes, con sencillez, y voy a bajar a cosas chiquitas que tal vez no tengan que ver con una lección inaugural, pero que muestran cómo la investigación supone una especie de artesanía.

Lo primero que hice fue ordenar todo el material por fechas: los cuadernos, el diario, las hojas, y ponerles número a cada cuaderno y a cada una de sus páginas. Los estás preparando para el fichaje. Creo que los hojeé subrayando el título de cada entrevista, como para tener una mirada de conjunto. Estás trayendo a la memoria tu material. Y luego colocas todo en cajas de corn flakes o lo que sea.

Luego, un segundo paso fue releer y fichar todos los cuadernos y el diario de campo. A. La ficha: Yo usaba fichas pequeñas y desechables, para que si quieres ahorrar,

no te duela tirar una y otra. Aquí ya entra algo la teoría (las categorías), pero sólo un poco, porque hay tensión entre teoría y dato (abstracción y concreción). En el centro de la ficha, como título, ponía la categoría (ajusticiamiento, carismáticos, tierras, cardamomo…) y abajo una pequeña descripción. En la esquina derecha, el número del cuaderno y la página, y en la esquina izquierda, el lugar y la fecha.

B. El cuaderno: Marcaba en el cuaderno con bolígrafo rojo el lugar correspondiente a la ficha. Se va leyendo, marcando y haciendo fichas. Cada ficha que no te tarde hacerla más de dos o tres minutos. Vas leyendo tu cuaderno, vas haciendo la ficha y vas marcando el cuaderno. Lo que más me costaba a veces era descifrar mi propia letra diminuta y cuasi taquigráfica, como dije. Y según vas avanzando se va conmoviendo tu corazón, porque vas haciendo presente a la gente que te habló. Pero, ojo, no quisiera dar una receta, sólo una experiencia para estrujar tu material como una esponja.

C. El orden de las fichas: Primero, hacía montoncitos de fichas de las mismas categorías: de ajusticiamientos, de carismáticos, de emboscadas o de cosas semejantes. Aquí ya interviene un presupuesto teórico (cualitativo): estás utilizando las categorías de la propia gente, ya sean lingüísticamente determinadas o no, que te guían en el entendimiento del proceso social, aunque llegue un momento en que la teoría te levante de esas mismas categorías. Segundo, ordenaba los montoncitos y ponía un

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separador con el título de una categoría más abstracta (comercialización) o una categoría de etapa (propaganda armada, guerra de guerrillas, etc.).

Aquí entra más la teoría (supuestos teóricos): se trataba de una dialéctica, como dijimos, una guerra, con el peligro de caer en la visión de los dos fuegos y olvidar el sujeto, el campesinado indígena. El enfoque, entonces, es diacrónico, histórico: es fácil, sigues la narración de la gente, con la teoría como una sombra vigilante detrás en tu mente. Pero no impones categorías, sino que dejas que el material mismo te las diga. Por eso, si sigues este método de análisis y sistematización, la investigación te sale fresca y nueva, porque no sacas lo que metes, que es la tara de tantas investigaciones que se caen de la mano.

Todo este proceso de ordenamiento de las fichas es un ejercicio de análisis, porque distingues un dato de otro aplicándole la categoría que te da la gente o la teoría, y es un ejercicio de sistematización, porque vas ordenando las categorías entre sí. Vas armando un edificio. Pero lo importante es que no sea el afán de orden el que te conduzca, sino la dinámica del hilo conductor, que decíamos. El resultado de la investigación será entonces liberador, emancipador, y no regulador, colonizador. Aquí ya tocamos la epistemología.

“Cuando ya tienes tu cajón de fichas ordenadas, ya tienes tu libro”, podrías decir, “sólo te falta escribirlo”. Esto tiene algo de cierto, pero sólo algo, porque cuando vas escribiendo vas a la vez investigando. La redacción es un proceso creativo. Si no, también sale muerta, no comunica vida y se cae de las manos.

Planteamiento teórico más explícito

Según avanzaba en este trabajo —que me tardé como mes y medio, recuerdo— fui pensando en el planteamiento teórico más explícito para comenzar la redacción. Consistió en teorías provisionales sobre levantamientos campesinos desde la visión de una investigación del campesinado salvadoreño (Aguilares y El Paisnal) hecha por Carlos Rafael Cabarrús (1983), jesuita y antropólogo también. Yo lo acompañé en ese lugar en 1976, pocos meses antes de que asesinaran al P. Rutilio Grande, párroco de esos municipios. Algunos de los factores que él veía para el levantamiento, traídos de otros clásicos, eran: la crisis de la articulación del campesinado al modelo capitalista, la situación del campesino semiproletario, el papel de la vanguardia…. Pero para el caso de Ixcán eran provisionales, porque sabía que hay muchas diferencias entre ese caso y el nuestro, como por ejemplo, la que existe entre un campesinado indígena y uno mestizo. Pero las diferencias le ayudan a uno a pensar. Estas van como hipótesis al principio del volumen tercero y se retoman en las conclusiones.

También utilicé teorías más particulares, más aplicadas a Guatemala o a las revoluciones del siglo 20, sobre la insurgencia y la contrainsurgencia. Sobre la insurgencia, el texto de Ricardo Ramírez de 1970 que dio origen al EGP. Y sobre la contrainsurgencia, algunos manuales de experiencias en el sudeste asiático, especialmente el clásico del general inglés Robert Thompson (1974) sobre la contrainsurgencia exitosa y la fracasada, respectivamente en Malaya y Vietnam.

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Algunos de los principios de la teoría de la insurgencia eran: a) la población civil es base de apoyo de la acción militar guerrillera (opuesta

a toda concepción de la guerra irregular del foquismo). Es decir, todo el mundo participa en la guerra revolucionaria, que por eso es popular. La base de apoyo da comida a la guerrilla (las mujeres), hace tareas para ella, como llevar cargas (los hombres), le da información sobre el terreno y sobre el enemigo (todas las personas que puedan), le comunica poder a la organización armada (las estructuras), la abastece con combatientes temporales o permanentes y con cuadros políticos. En esa teoría no se insiste en la distinción entre población civil y militar, pero la supone.

b) La estrategia de comenzar desde la periferia geográfica hasta tomar el poder con una insurrección final en el centro.

c) el ordenamiento de esta estrategia por etapas, como serían, primero, la implantación guerrillera; segundo, la propaganda armada; tercero, la guerra de guerrillas; y cuarto, por fin la insurrección final. De estas etapas, la fundamental era, me parece, la implantación. Estas etapas con alzas y bajas se dieron en el Ixcán en forma combinada y progresiva con otras zonas del país. La revolución comenzó en Ixcán con el ingreso de los primeros guerrilleros, de allí subió al altiplano, donde se encontró con el movimiento de masas más cercanas a la capital, que con la represión se fueron clandestinizando. Yo fui documentando esta estrategia con los datos del Ixcán, pero mi mirada del enfrentamiento no fue nacional desde muchos puntos, sino sólo desde el Ixcán. Es un rompecabezas que yo creo que ni el proyecto REMIH [Recuperación de la Memoria Histórica], ni la CEH [Comisión para el Esclarecimiento Histórico] lo completaron como un solo proceso. Creo que estos informes insistieron más en las violaciones de los derechos humanos que en la dinámica del enfrentamiento. Siempre es un riesgo que lo jurídico meta en camisa de fuerza a lo social, cosa que puede suceder con el tratamiento del genocidio.

El ejército utiliza los mismos principios, pero al revés. Primero, impedir la posibilidad de la insurrección en la ciudad descabezando las organizaciones populares abiertas. Segundo, montar un operativo nacional que fuera “barriendo” a la guerrilla desde el centro hasta la periferia, forzándola a salir por donde había entrado o aniquilándola en el camino. Y tercero, separar a la población de la guerrilla, cosa que hizo valiéndose de masacres totales en aldeas escogidas y organizando por la fuerza y el miedo a la población, en patrullas civiles. Así se reconquistaba el territorio y la población perdida.

Terminé el volumen tercero de la colección que ahora se está publicando. En él no se incluyen las masacres, ni el inicio de la resistencia. Más adelante puedo decir por qué esta estrategia revolucionaria fracasó.

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La redacción

a. Primer momento

Ahora sigamos con la investigación, enfocando la redacción como una cuarta fase. Ya dijimos que cuando se comienza a redactar no se deja de analizar y sistematizar, pero que la redacción implica un aspecto de comunicabilidad: esto que escribo, ¿para quién lo escribo? Lo que averiguaste lo estás trasladando a un público que quieres que comprenda lo que tú has comprendido. Evidentemente, desde que comienzas la investigación tienes en mente, como entre sombras, para quién quieres hacer la investigación. Puede ser para la institución que te paga. Puede ser para un público reducido que quiere conocer para fines prácticos los resultados. Puede ser para un público amplio, que es académico o político o de opinión. También, en este caso, consideras que puede haber un público que reaccione en contra y pueda atacarte de diversas formas. Ese era el caso entonces.

b. Notas del segundo momento

Entonces, después de esa redacción de 1984-1985, siguió la presente. Pero decidí que no podía reescribir el volumen, sino solamente añadirle notas críticas desde 2014, indicando puntos en los que me había equivocado. De esa manera se daban dos perspectivas del mismo autor separadas por treinta años, y esa reflexión podría servir para la reconciliación necesaria de la sociedad fundada en la autocrítica. Podría servir para animar a otras personas a escribir sus memorias y examinar sus errores.

En este escrito no se reflexiona sistemáticamente en por qué la teoría revolucionaria fracasó, pero las notas al pie de página pueden conducir a darse una idea. Podemos hacer un esfuerzo para entresacarlas, con la provisionalidad del caso, que merece más investigación desde distintos lugares y puntos de vista, y con mucha más información.

La razón principal del fracaso es que hubo un error de cálculo político-militar de parte de la vanguardia, que redundó en las masas y que ocasionó que se fraguara un triunfalismo mutuo. El pueblo levantado confió en que la guerrilla tenía más poder militar del que realmente tenía, y la guerrilla confió en que el levantamiento popular supliría al poder militar. También hubo un error de cálculo respecto de que el ejército no traspasaría las barreras humanitarias (que no haría masacres multitudinarias), no tanto por razones éticas, sino por cuestiones de políticas internacionales. Tampoco se calculó el poder del ejército para reconquistar el terreno y la población que había perdido, y se pensó que el poder local del ejército descansaba en sus agentes (“orejas”, comisionados, destacamentos de policía…) y que una vez liquidados estos, el ejército no podría volver, como lo hizo, con masacres indiscriminadas (¡ciegas!), porque había perdido los elementos que podrían ayudarle a distinguir a enemigos de personas neutrales y de personas amigas. A todos los acabó. Y después de la barrida fue ganando control con la sistemática organización de patrullas civiles. Tampoco se consideró la alianza del ejército con el poder económico, que respecto a la revolución mantuvo una posición unida, a diferencia, por ejemplo, de la empresa

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privada de Nicaragua, que se dividió: una facción era somocista y la otra estaba a favor del sandinismo (los terceristas).

Conclusiones

Podríamos seguir adelante con otras fases de la investigación, que aunque no son propiamente investigación, la determinan, como es la publicación, la promoción y la distribución del texto y la reacción del público en general, sea de aprobación o de comentarios adversos, y tratándose de una investigación sobre la violencia, habría amenazas o algo más. Esta experiencia queda para otra ocasión. Y también sería muy importante considerar el financiamiento.

La sociedad civil como objeto de estudio

Con una cosa quiero resumir lo dicho. Mi experiencia fue de una investigación, ciertamente cualitativa, del enfrentamiento armado; el objeto no fue el ejército, ni la guerrilla, sino la población civil, el campesinado indígena, y este como sujeto activo de un levantamiento.

Creo yo que este enfoque puede aplicarse con mucho fruto, aunque con serias dificultades, al estudio de la violencia hoy en día en Guatemala. Un estudio reciente (Brands, 2010) del Instituto de Estudios Estratégicos de Washington menciona que la guerra del narcotráfico incluye tres agentes principales actualmente en Guatemala: uno, las maras o pandillas; dos, los poderes ocultos; tres, los carteles internacionales del narcotráfico. Yo añadiría un cuarto agente, que es la sociedad o población civil, ya sea que le dé apoyo local a los carteles, a los poderes ocultos o a las maras y pandillas (que muchas veces son sus hijos e hijas), aunque sólo sea observadora de lo que sucede en su territorio.

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Hay un estudio más reciente (Valdés, 2013) sobre la historia del narcotráfico en México, y su autor dice en la introducción que “la historia de la delincuencia organizada no puede entenderse cabalmente sin su compleja relación con la sociedad de la cual es parte”, y añade que “por cuestiones de tiempo, este aspecto … no está incorporado en este trabajo” (p. 27)3. Menciona este aspecto como un factor “que propicia” la delincuencia. Pero también sucede al revés, que el narcotráfico o la delincuencia propician cambios de muchas formas en la sociedad. Esto suele desconocerse a cabalidad y las políticas se concentran en cómo combatir la delincuencia, sin tener en cuenta la sociedad o población civil que la padece, la encubre o se beneficia de ella. Es tiempo, me parece, de escuchar su punto de vista para entender la dinámica que nos envuelve.

Mención de posibles retos de investigación

Menciono algunos ejemplos para terminar y dejar planteado en concreto el reto de la investigación social, especialmente —pero no exclusivamente— la cualtitativa. Espiguemos casos. Veamos las noticias recientes de Tajumulco e Ixchiguán en San Marcos, donde el ejército ha instalado recientemente un destacamento —para poner paz, dice— entre las dos comunidades. En realidad vemos que es para respaldar la erradicación de miles de matas de amapola con las que se hace el opio y la heroína (Prensa Libre, 8-1-2015). Allí, los miles de productores que se quedan sin las ganancias de su cultivo son de la sociedad civil, que busca ese cultivo para salir de la pobreza. Allí hay un terreno necesitado de una investigación arriesgada para conocer las dinámicas que se mueven y las soluciones. El foco del estudio no sería el ejército, ni la policía, ni los carteles, ni los poderes ocultos, sino la población civil, desde la cual la investigación mirará al ejército, a los carteles y a los poderes ocultos.

O, saltando al oriente, recordemos cómo hace año y medio (Prensa Libre, 17-10-2013) “una turba de al menos 500 personas liberó ayer de manos de la Policía Nacional Civil (PNC) a José Ranferí Ponce Rodríguez”, hermano de un narcotraficante que cumple condena en los EE.UU. Esto sucedió en una pequeña aldea de Morales, Izabal. La “turba” que se levanta para liberar a José Ranferí era población civil. La prensa la denigra con ese apelativo. ¿Cuáles son sus motivos? ¿Cuál es “la compleja relación” entre esa población y el capo? El ministro de Gobernación declaró entonces que los quince policías que habían intervenido en la captura no podían haber disparado contra la gente, porque habría sido una masacre. Reconoce, por lo menos, la diferencia entre población civil y narcotraficantes armados, pero quedamos en la ignorancia de la dinámica de ella y de qué es lo que la pega al capo.

Y no muy lejos de este lugar, también en el oriente, Los Amates, Izabal… De Los Amates provenían los 27 trabajadores agrícolas, población civil, que fueron asesinados en la finca Los Cocos, en La Libertad, Petén (Prensa Libre, 16-5-2011). A principios del año pasado (2014) fueron juzgados nueve responsables de dicha masacre. En las declaraciones de los testigos aparecen destellos de información sobre

3 También está disponible en e-book. El autor fue titular del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, CISEN, durante el gobierno de Felipe Calderón.

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la colaboración de la población civil con el narcotráfico, aunque esta población, según los Zetas asesinos, no fueran agricultores de la finca, sino organizados en el Cartel del Golfo que se encargaban de “pasar la droga a México”. Algunos de los testigos en el juicio se declararon simplemente colaboradores de los asesinos, por ejemplo, en la función de chofer y guía de terreno (Prensa Libre, 23-1-2014). Los periodistas que sacan estas noticias son investigadores, pero se concentran en averiguar sobre los contendientes, el narcotráfico y las fuerzas del gobierno. La población civil se deja a un lado, como si fuera pasiva, o se la identifica peligrosamente con los carteles.

Veamos a la población civil de los barrios de barrancos que cruzan la ciudad de Guatemala, donde se mueven las maras, enfrentadas entre sí y conectadas al crimen organizado, como la red de extorsionistas o de narcotraficantes. Si los miembros de las maras no son ellos mismos población civil, se ven al menos protegidos por sus padres y madres, hermanos y hermanas, quienes sí lo son claramente, y de una forma indirecta se ven afectados por su existencia. Como investigadores sociales no nos interesa conocer su dinámica para quebrarlos o denunciarlos o capturarlos. Esa es tarea de la Policía y del Ministerio Público. Nos interesa investigar para apoyar la defensa de sus derechos y para conocer las fuerzas que pueden tener para la pacificación de sus colonias.

Así termino esta ponencia. Me he alargado un poco, pero quería exponer mi experiencia en la investigación del enfrentamiento armado para que la juventud se anime a aplicar sus conocimientos y a escuchar a la población guatemalteca, inmersa hoy en otras clases de violencia, y buscar con la ayuda de su visión algunas formas para alcanzar la paz.

Referencias bibliográficas

Brands, H. (May, 2010). Crime, Violence and the Crisis in Guatemala: A Case Study in the Erosion of the State. Recuperado el 5 de enero de 2015, de http://www.StrategicStudiesInstitute.army.mil/

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Hernández Pico, s.j., J. (2014). Luchar por la justicia al viento del espíritu: Autobiografía y esbozo de historia de mi generación. San Salvador: UCA Editores.

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Comentario sobre el libro de Ricardo Falla, s.j.: Ixcán: el campesino indígena se levanta

Arturo Taracena*

Ixcán: el campesino indígena se levanta es un magnífico ejemplo de cómo se hace una investigación; por sus aportes teóricos y metodológicos, por la didáctica de su discurso y estructura, por la honradez en el manejo de los datos, y por otros méritos. Es, además, la primera obra en abordar la guerra en Guatemala desde el punto de vista del estudio histórico del enfrentamiento militar de dos ejércitos en un contexto económico y social determinado, y aborda asimismo el papel que en ese enfrentamiento desempeñó el campesinado, que es el sujeto principal de la investigación, así como otros sectores sociales (oligarquía, partidos políticos, universitarios, etc.) que le sirvieron de placenta.

Normalmente, al padre Ricardo Falla se le conoce más por su actividad pastoral, por la denuncia de las injusticias, por la defensa de los más desfavorecidos y por sus aportes al conocimiento de la vivencia de los indígenas en Guatemala y en otros países, pero acá, en el Museo de la Universidad de San Carlos, es necesario señalar su papel como antropólogo social y como uno de los principales intelectuales del país. Y lo subrayo, porque esta sala está

∗ Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAM en Mérida, Yucatán, México.

Crítica de libros

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llena de jóvenes estudiantes, de profesores, de universitarios y de activistas sociales que tienen por tarea luchar contra la impunidad, pero también conocer y dar a conocer la realidad nacional.

Ixcán: el campesino indígena se levanta es una investigación que se empeña en resaltar el valor metodológico de las entrevistas, la necesidad de contrastarlas entre ellas y con las fuentes escritas de todo tipo con el propósito de reflexionar sobre el debate entre memoria e historia que se vive hoy en día en nuestro país. A lo largo de sus páginas, hay un llamado a reconocer nuestra propia ignorancia, a valorar el papel de las luchas sociales, a respetar las diferencias culturales y a pelear para que se haga justicia.

El lector verá cómo en la formulación de la obra destaca el manejo de los mapas, los croquis y, asimismo, los cuadros, a partir de que Falla está consciente de que la actividad humana se entiende en el tiempo, pero igualmente en el espacio. Al Ixcán y a la Zona Reina los presenta como espacios vividos, construidos, representados y, aun, percibidos por las fuerzas que inciden en su realidad histórica. Es decir, nos recuerda que en Guatemala hay espacios particulares, por su geografía y su actividad humana, que inciden en la historia reciente del país al tiempo de que no son ajenos a las influencias que reciben desde el todo nacional.

En resumen, Ricardo Falla nos plantea la necesidad de construir un nuevo paradigma historiográfico recurriendo a diversas disciplinas —entre ellas la antropología— para entender no sólo el actuar y la memoria colectiva de actores subalternos, sino también de los diferentes actores de la sociedad guatemalteca. Por ello, apunta a la necesidad del diálogo entre la memoria y las ciencias sociales como forma de trascender el olvido. Sobre todo cuando la relativización de las causas y las consecuencia del pasado reciente es promovida por la reacción conservadora de las últimas décadas y que, hoy en día, resulta ser uno de los instrumentos más poderosos que tienen las clases dominantes para llamarnos a pasar la página de nuestra propia utopía. No se trata ya de los excesos de la doctrina contrainsurgente en contra del pueblo guatemalteco, sino del encubrimiento de los mismos.

El libro trata sobre todo de la actoría campesina, indígena y ladina en el marco de la guerra que se libró en el territorio donde evolucionaba el Ejército Guerrillero de los Pobres, EGP, y por ello se plantea como una investigación que evidencia la inconsistencia de la tesis de los “dos demonios” o del “sándwich”, tan cara a Le Bot y a Stoll, y también a varios cientistas o políticos guatemaltecos, ladinos o indígenas. En las entrevistas que recogió a lo largo de varios años, Falla evidencia cómo un movimiento campesino gestado en la década de 1960 en torno a la colonización vía el sistema de cooperativas y de parcelamientos, terminó por coincidir con uno de los proyectos revolucionarios de izquierda en contra del Estado guatemalteco, de sus agentes y de sus aliados privados, con miras a transformar las estructuras económicas y sociales imperantes. En ello, no se puede dejar de mencionar el papel que desempeñaron la Iglesia católica y el Partido Democracia Cristiana, como factores que incidieron en la creación de las condiciones subjetivas que el naciente EGP encontró en Ixcán en 1972. ¿A qué me refiero? Al papel desempeñado por la Democracia Cristiana con los cursos de “Promotores Sociales” impartidos por la naciente Universidad Rafael Landívar, así como al papel que desempeñaron determinados sacerdotes y religiosos Maryknoll, jesuitas y de la Asunción en el

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marco de los cursillo de cristiandad con jóvenes de Huehuetenango y de la capital.Asimismo, me parece importante la explicación histórica que nos da Falla

cuando señala que la migración al Ixcán y a la Zona Reina no sólo significó el fortalecimiento de la presencia de los indígenas en Guatemala al extenderse geográficamente hacia el área de la selva noroccidental, sino que tal migración implicó el desplazamiento de campesinos de diversas etnias presentes en el altiplano central y en la costa sur. Tal mosaico étnico allí presente exigió que k’ichés, cakchikeles, mames, q’anjobales, ladinos, etc. acudiesen a su identificación étnico-lingüística para marcar una pertenencia colectiva en el seno de las cooperativas y los parcelamientos, en la medida en que dejó de ser operativa la identificación antes existente, basada en el municipio de origen. Así pues, fueron las diferencias lingüísticas las que empujaron a tal tipo de identificación grupal, y no la imposición ideológica de las tesis de Stalin sobre las nacionalidades en la URSS, como Le Bot y otros intelectuales acusaron a Falla y al EGP de promoverlas.

Pero vamos a hechos más concretos que la lectura de Ixcán: el campesino se levanta suscitó en mí. Tomando la complejidad temática de la obra —frente a la cual mis comentarios de seguro quedarán cortos, tanto por desconocimiento de muchos de los hechos como por insuficiencia de elementos analíticos— me permitiré abundar en algunos aspectos en los que he reflexionado o que tuve la oportunidad de conocer de cerca. Empiezo por señalar que el prólogo del colega Sergio Palencia subraya de entrada no sólo los méritos teórico-metodológicos de la labor antropológica de Falla, sino que encuadra el tema de la guerra en Guatemala en el marco de lo que la comunidad internacional denominó como “conflicto armado interno” por razones de conveniencia para la búsqueda de una solución negociada a la misma. Un tecnicismo, nos recuerda, que no debe ocultar la dimensión del enfrentamiento bélico reciente en nuestro país, sino que debe poner en evidencia, además del de los militares y la guerrilla, el papel de actores como el campesinado, los finqueros, los agentes de las transnacionales, los políticos, los religiosos, etc.

De hecho, Ricardo Falla muestra en su texto que quienes sostienen que la guerra les “vino a los indígenas por fuera”, dejan de lado el hecho de que estos no vivían aislados de la realidad nacional, marcada en los últimos sesenta años por los diversos intentos pacíficos y violentos de toda la sociedad guatemalteca por democratizar el país, y los intentos de sus opositores por impedirlo. Ricardo analiza y expone la memoria de los que han luchado, que no son pocos, como se pretende.

En cuanto al surgimiento de la lucha armada en Guatemala, me parece que hay que subrayar algo que está a la espera de un estudio serio: el hecho de que hasta 1966 la opción por la vía armada revolucionaria resultó estar en minoría frente a la posibilidad de que por medio de las elecciones o de un golpe de Estado se pudiese revertir el cierre de los espacios políticos ocasionado por el golpe encabezado por Castillo Armas y la CIA en julio de 1954. De hecho, el entusiasmo que produjo en las fuerzas de izquierda el posible triunfo de Arévalo en las elecciones de marzo de 1963, o el apoyo de la mayor parte de las fuerzas revolucionarias a la candidatura de Méndez Montenegro en marzo de 1966, fueron una realidad que en ambas coyunturas dejó en minoría a los partidarios de la profundización de la lucha armada. Serían la instauración del régimen militar por Peralta Azurdia y el pacto secreto de Méndez Montenegro con los militares, los elementos políticos que

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al fin inclinaron la balanza en torno a la tesis de que los espacios legales estaban cerrados. Una tesis que una década más tarde fue confirmada con el asesinato de los candidatos históricos de la socialdemocracia guatemalteca, Fuentes Mohr y Colom Argueta, en 1979. El ejército guatemalteco y sus aliados apostaron mucho antes por la salida armada del conflicto social que crearon con la caída de Arbenz, sabedores de la estrategia que a nivel continental implicaba la doctrina de seguridad nacional.

En el libro de Ricardo Falla resulta clave la reflexión inicial de las quince hipótesis en que él sustenta su planteamiento sobre los orígenes y el desarrollo la guerra entre 1962 y 1982. Sólo tengo preguntas en dos de ellas: en la novena, pues pienso que no se subraya lo suficiente el papel de la evangelización como uno de los mecanismos que despertó la conciencia y la militancia entre los campesinos, y que, asimismo, también fue partícipe en el desarrollo de un pensamiento milenarista que embargó al EGP. Ya desde nuestras conversaciones en 1983, le decía a Ricardo que era necesario entender mejor el papel de los religiosos —hombres y mujeres, regulares o seglares— en el pensamiento acerca de tal fenómeno histórico. Discutimos si era correcto políticamente explicar el proceso revolucionario recurriendo a la metáfora que Jesús dirigió a Nicodemo, el fariseo (San Juan, capítulo 3, versículo 7º): “El tiempo sopla de donde quiere y oyes su sonido, mas ni sabes de dónde viene ni a dónde va”. La revolución no podía ser sólo una cuestión de fe para que se construyese el reino de Dios en este mundo, se necesitaba tener capacidad de conocimiento social, económico, político y militar para llevarla término.

Asimismo, en la decimotercera hipótesis, si bien Ricardo señala con agudeza la convergencia de los campesinos con otros sectores sociales, en especial con el obrero, a mi juicio se deja de lado la importancia que tuvo el acercamiento al movimiento estudiantil, que fue el principal abastecedor urbano de militantes revolucionarios a lo largo de los treinta y seis años que duró la guerra. El balance de los muertos en la Embajada de España deja constancia de ello, ya no digamos la cifra de militantes caídos en combate o desaparecidos.

En las explicaciones sobre la presencia de la Iglesia católica, vía los Maryknoll, en el Ixcán y en la Zona Reina, me vienen a la memoria unos hechos importantes. Considero que hay que decir más para completar el papel que tuvo el Concilio Vaticano II en 1962 y la Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Medellín en 1968. La radicalización en el seno de ciertos sectores católicos guatemaltecos estuvo marcada por la experiencia de los cursillos de cristiandad en Guatemala desde 1963, la cual lanzó a decenas de estudiantes, hombres y mujeres, a trabajar en los pueblos de Huehuetenango hasta inmediaciones de Barillas. Por ejemplo, la madre Marian Peter (Marjorie Bradford), junto a Cristina Arathoon y otros estudiantes asistieron en febrero de 1965 a un cursillo de cristiandad en Medellín, en el que el ejemplo de compromiso social del padre Camilo Torres ya estaba presente, quien en octubre de ese año se integró a las filas del Ejército de Liberación Nacional colombiano. El otro hecho fue la entrada en contacto con Juan Lojo, miembro de la JPT1 desde 1963 y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, FAR, desde 1965, quien informaría a Luis Turcios y a César Montes del gran potencial revolucionario

1 Juventud Patriótica del Trabajo (JPT), ala juvenil del Partido Guatemalteco del Trabajo.

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del experimento Maryknoll en Huehuetenango. De hecho, fue en esos contactos durante el año de 1966 que se vislumbró el Ixcán, la Zona Reina y el río La Pasión (luego con presencia de las FAR), como zonas de gran potencial revolucionario por sus características geográficas y su composición demográfica campesina reciente, con gran influencia de la experiencia agrarista en la costa sur.

No pasó para mí desapercibido que Ricardo no aludiese al papel que tuvo el movimiento estudiantil denominado “Cráter”, pues algunos de sus integrantes serían personajes claves de la historia del Ixcán, como es el caso del excomandante “Mariano”, Guillermo Cruz Ventura, o de Gustavo Meoño Brenner, ambos miembros de la Dirección Nacional del EGP, quienes recibieron influencia no sólo de los Melville, sino del propio Guillermo Woods, el cual decidió permanecer en la orden después de los sucesos de diciembre de 1967.

La idea de comprar tierras en el Ixcán y en la Zona Reina fue de Thomas Melville, quien a inicios de 1966 leyó la oferta del Instituto Nacional de Transformación Agraria, INTA, publicada en la prensa nacional. Luego, siguiendo la oferta de la empresa de Fomento y Desarrollo Económico del Petén, FYDEP, éste puso su mirada en la zona del río La Pasión, en el Petén. Asimismo, convenció a Guillermo Woods de hacer un viaje a pie desde Barillas hasta la selva con el fin de explorar la zona y hacerle la propuesta al obispo Geberman. Éste aceptó, pero le dio la misión al padre Edward Doheny, desconfiando del ardor social de Thomas. A finales de 1967, Willy Cruz acompañó al padre Guillermo Woods en una nueva caminata por la selva a partir de Barillas hasta los linderos del Ixcán, mientras Meoño, Juan Mendoza y yo recorríamos la zona entre este pueblo y las aldeas de los municipios San Mateo Ixtatán, Santa Eulalia y San Sebastián Coatán.

Asimismo, vale la pena recordar que el sistema de cooperativas ya había sido adoptado por los Maryknoll en Huehuetenango antes de la experiencia del Ixcán, pues Thomas Melville había inaugurado en 1965 una cooperativa de explotación de cal en Cabricán, y Woods inició una de talla de madera en Barillas a finales de 1966, de ahí su apego a esta forma de asociación campesina. En ello influyó la propuesta de desarrollo nacional en el agro a partir de la creación a inicios de los sesenta del Servicio de Fomento a la Economía Indígena, SFEI, el cual hizo de la figura de las cooperativas la forma de llevar la modernidad al campo guatemalteco. Es más, una de las actividades desarrolladas por los jóvenes en 1967 a solicitud de los padres de Woods y Daniel Jensen, y con el respaldo de expertos del INTA basados en Huehuetenango, fue la capacitación para algunos de los campesinos que poco después participarían en la “colonización del Ixcán”, como se le denominó en esa época.

Pero la obra de Ricardo, como he señalado al inicio, es ante todo un análisis de la guerra y del papel que en ella tuvo el campesinado, especialmente el indígena. Entrando ya al análisis de la guerra y del papel del EGP, me pareció clave el análisis que Ricardo Falla hace del Documento de Marzo de 1967, que fue el planteamiento fundacional de la guerrilla que más tarde se convertiría en el EGP. Ricardo analiza las diez premisas que a su juicio forman la armazón ideológica y organizativa de dicha organización, de las cuales retendré cinco y agregaré una, con el fin de armar mi intervención en este tema central del volumen de las obras de Ricardo publicadas por Avancso, y que no podía soslayar.

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El Documento de Marzo subrayaba, en la perspectiva de la estrategia revolucionaria, que el país estaba dividido en tres zonas principales: la costa sur, la montaña o selva, y la ciudad (las “tres patas del banco”, era la figura que usábamos). Valga la pena recordar que, con la implantación y, sobre todo, el desarrollo revolucionario, se le agregó una pata más al banco, la del trabajo internacional, ya fuese en los países vecinos que funcionaban como territorios de retaguardia (México, Nicaragua y Cuba) o en países con decisión mundial y, por ende, importantes para tener presencia política en ellos: Estados Unidos, España, Francia, Alemania, Holanda, Suecia, Inglaterra, etc. Asimismo, el Documento indicaba que la zona que para la oligarquía y el ejército era la más débil, para la guerrilla sería la más fuerte: es decir, la montaña (el Ixcán y la Zona Reina) partiendo del principio que por lo más delgado se rompe la pita. A su vez, se subrayaba que las bases sociales de apoyo a la guerrilla eran su retaguardia. Finalmente, el Documento de Marzo indicaba que el desarrollo de la guerra tendría cuatro etapas: la de la implantación de la guerrilla; la propaganda armada; la generalización de la guerra de guerrillas y, por último, la disputa del terreno y de las masas al enemigo para liberar territorios y tomar el poder.

Como he indicado arriba, había otra premisa más, sería la undécima, la cual postulaba que la nueva organización guerrillera debía garantizar el mando centralizado por medio de su dirección nacional, tanto en la lucha militar como en la política. Es decir, la conducción última de los diferentes frentes guerrilleros, pues la etapa anterior de la lucha revolucionaria había demostrado cómo los regionales de las FAR terminaron por adquirir una autonomía, que sólo produjo fracturas y desgaste al movimiento revolucionario. De hecho el EGP y la Organización del Pueblo en Armas, ORPA, nacerían de esas circunstancias. Lo menciono porque es un elemento políticamente negativo, que al final se volvió a repetir en la experiencia del EGP, a la vez que no se cumplieron las condiciones inherentes para la retaguardia estratégica del movimiento en el interior del país.

La gran pregunta que Ricardo Falla me dejó como lector, como académico y como militante es dónde falló la estrategia del EGP en el desarrollo de las tres etapas y de las premisas de la guerra popular. Acá yo me aventuro a proponer algunos elementos, por el compromiso con la presentación de la obra y con ustedes aquí presentes. Indudablemente, es un ejercicio a posteriori y lo hago sin ser un experto en la cuestión. Veamos. Queda claro que la etapa de implantación de la guerrilla “Edgar Ibarra” a partir de 1972 fue un éxito, lo mismo que la etapa de la propaganda armada que desarrolló entre esa fecha y 1979, culminando ésta con la implantación de un frente guerrillero sólido, como fue el Ho Chi Minh en tierras del Ixcán, la Zona Reina y parte del centro del Quiché, el cual albergó a finales de 1980 a la Compañía “19 de Enero”. O sea, según mis informaciones, una fuerza de 160 combatientes armados, con una gran capacidad operativa y una moral de hierro. Sin embargo, con el paso a la tercera etapa, la de la generalización de la guerra de guerrillas, terminó ocurriendo la desestructuración de tal operatividad y concentración de fuego al considerarse como correcta la dispersión de la Compañía en pelotones, con el objeto, a su vez, de dispersar la presencia del ejército en la zona y, de paso, ampliar el radio de acción revolucionaria hacia las áreas aledañas. Así nacen en 1980 el frente Comandante Ernesto Guevara en Huehuetenango y, en 1981, el frente Augusto César Sandino en el sur del Quiché y Chimaltenango y el Frente Marco Antonio Yon Sosa en Alta Verapaz.

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De esa forma, a pesar del arrojo y los sacrificios de los combatientes y de las Fuerzas Irregulares Locales, FIL, la acumulación de fuerzas militares revolucionarias se diluyó en esos territorios frente a la embestida total del ejército guatemalteco.

Si comparamos la situación de Guatemala con la de El Salvador, tenemos que las Fuerzas Populares de Liberación, FPL, la Resistencia Nacional, RN, y el Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, tenían juntos a inicios de 1981 alrededor de mil hombres en armas, mientras las tres organizaciones guatemaltecas —el Ejército Guerrillero de los Pobres, la Organización del Pueblo en Armas y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (EGP, ORPA, FAR)— sumaban más o menos cuatrocientos. Para el año 1983 el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, tenía ya tres mil hombres armados distribuidos en cada uno de los frentes guerrilleros que cada organización revolucionaria poseía en el país, mientras el número en nuestras fuerzas había bajado considerablemente para julio de 1982, debido no sólo a la derrota importante en la ciudad, sino a la desarticulación de frentes como el Augusto César Sandino y el Marco Antonio Yon Sosa. Solamente se recuperarían los niveles hasta el año de 1987. Ello plantea, para el caso del EGP, que las formas y los medios para llevar a la práctica y desarrollar la generalización de la guerra de guerrillas no propició la capacidad de fuego suficiente para repeler al ejército y defender a la población en la mayoría de los frentes. Tan sólo el Frente Ho CHI Minh del EGP fue capaz de resistir hasta el final del conflicto con una fuerza aproximada de 120 hombres. Pero más allá de dividir las fuerzas, queda claro que en 1981 el Frente Augusto César Sandino, FACS, y el Movimiento Alternativo Indígena y Social, MAIS, no tenían las condiciones para pasar de ser “zonas guerrilleras” a “frentes guerrilleros”, y si se les concedió esa categoría fue por la creencia de que se estaba ante una etapa insurreccional generalizada, a partir del entusiasmo nacional frente al desgaste del gobierno del general Lucas García y la situación internacional con el triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua, la ofensiva militar del FMLN en El Salvador, el triunfo de la revolución en Granada y el apoyo político que entonces se tuvo de gobiernos socialdemócratas en varios países latinoamericanos y europeos.

A ello se sumó el hecho de no haber cumplido la condición sine qua non de la retaguardia, la cual debía estar en la montaña. Una montaña protegida por un ejército revolucionario regular, pero al centrarla el EGP en la ciudad de Guatemala, en el Frente Otto René Castillo, hubo una equivocación. Ya el general Gramajo ha señalado como un error estratégico del EGP y de las organizaciones de la URNG (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca) en general haber tenido en la capital la retaguardia en razón de su capacidad de abasto en hombres y materiales, además de su operatividad militar, con el fin de intentar bloquear al ejército rival. Durante la derrota militar de la primera etapa guerrillera guatemalteca, el ejército operó desestructurando a las FAR, al Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre, MR-13, y al PGT desde el campo a la ciudad, empezando en 1966 por el nororiente del país para terminar en la ciudad de Guatemala en 1970. En la segunda etapa ocurrió al revés: empezó en la capital en julio de 1981 y se continuó en el área de Chimaltenango en noviembre de ese año, para luego extenderse hacia Nebaj y, más tarde, hacia Alta Verapaz y Huehuetenango hasta el mes de julio de 1982. En el territorio de influencia del EGP sólo el Ixcán resistió y prolongó su accionar guerrillero en ese año y el siguiente, mostrando la capacidad de corregir los errores

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militares hasta la firma de la paz en diciembre de 1996.Es decir, después del fracaso de la ofensiva del FMLN contra la ciudad de

San Salvador en enero de 1981, los estrategas salvadoreños entendieron que sus organizaciones debían replegarse (inclusive la mayor parte del aparato político-militar que operaba en la capital) hacia las zonas montañosas, donde tenían garantizadas las retaguardias gracias a una efectiva propaganda armada, con el ya claro propósito de construir sus diversos ejércitos regulares. Estos resultaron ser la garantía para desactivar las diversas ofensivas del ejército salvadoreño, así como para defender en la medida de lo posible a la población que los sostenía —sin que por ello dejasen de haber matanzas y represalias—, pero nunca como en el caso guatemalteco. A nosotros en el EGP, en medio de contradicciones y confrontaciones internas, nos ganó la idea desde el año de 1981 de un triunfo vía la insurrección popular con el apoyo de las fuerzas guerrilleras, apreciación que resultó equivocada.

Finalmente, tal análisis nos lleva al tema del costo social de la guerra. A pesar de las pruebas que en materia de represión masiva y selectiva se tenían desde 1966-1967, el movimiento revolucionario subestimó la inminente respuesta genocida por parte del Estado y sus fuerzas armadas, y el desbalance que se produjo entre el estímulo a la actuación abiertamente combativa de las comunidades indígenas y la escasa capacidad militar revolucionaria para defenderlas. Una situación que produjo contradicciones y conflictos no sólo en el seno de la Dirección Nacional del EGP, sino de la propia URNG, y entre ésta y el movimiento popular. Contradicciones que hasta la fecha subsisten y, por tanto, resultan insoslayables en el análisis de la historia de la guerra y para el futuro político de la izquierda en Guatemala.

En conclusión, esta obra monumental de Ricardo Falla es un aporte de primer orden a la historia de la guerra en Guatemala, a la necesidad de que se haga justicia con las víctimas inocentes, al ejercicio para propiciar el impostergable debate sobre temas cruciales de nuestra historia presente, sabedores de que los guardianes del olvido no dejan de querer pasar la página sin antes haberla leído. Gracias.

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Comentario al libro de Ricardo Falla, s. j.: Ixcán: El campesino indígena se levanta. Guatemala 1966-1982 (Tercer volumen de la colección Al Atardecer de la Vida)

Comentario al libro de Ricardo Falla, s. j.: Ixcán: El campesino indígena se levanta. Guatemala 1966-1982 (Tercer volumen de la colección Al Atardecer de la Vida)

Tania Palencia Prado*

La memoria es el infierno, dijo atrevido el gran señor Luis Cardoza y Aragón, cuando penetraba en las sombras inconclusas de sus recuerdos. Aquí en este foro, con un público que no quiere olvidar, estamos seguros de que la memoria no es el infierno (¿o sí lo es?). Lo cierto es que este libro recorre laberintos oscuros, silenciados, acallados, llenos de voces y almas con las bocas abiertas, como los caminos de sangre de Virgilio en La Divina Comedia. Ricardo Falla invita a hablar de lo no dicho, a discutir, a pensar, a gritar, a ser altoparlante de las utopías expulsadas, todo lo cual es saludable, máxime cuando, en Guatemala, la memoria comunitaria simplemente no se nombra, ni siquiera como infierno y, por tanto, no tiene existencia. No existe.

Hoy quiero bosquejar con ustedes cuatro asuntos del libro que me parecen de alta relevancia para vernos y cuestionarnos como sociedad:

* Escritora e investigadora guatemalteca.

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Comentario al libro de Ricardo Falla, s. j.: Ixcán: El campesino indígena se levanta. Guatemala 1966-1982 (Tercer volumen de la colección Al Atardecer de la Vida)

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Contribuye a pensar una sociología de lo prohibido. Es notorio que el libro trasgrede y remonta con gran valentía los ejes del paradigma social dominante, como son, entre otros, la censura, el miedo, el silenciamiento de la vida cotidiana rural y la negación absoluta de las rebeldías sociales. Con solo ese enfoque global que se articula en sus páginas, el autor contribuye a la renovación del pensamiento social guatemalteco, porque da vida a lo negado. Enfrenta así esa racionalidad abusiva de la ciencia social oficialista que solo fija y permite un pensamiento monocultural, vencedor, que no tolera la diversidad de experiencias, y menos las experiencias de los de abajo.

Falla, por eso mismo, ofrece un aporte epistémico, porque produce conocimiento social mediante la articulación de las experiencias de los desposeídos. Con novedosas técnicas excava a la vez el pasado y el presente, articula los tiempos vividos, acude a la polifonía de voces, testimonia las relaciones de poder, diagrama las luchas sociales, convierte el recuerdo en fuente de pensamiento comunitario y ofrece escenas frescas de la lógica perversa que caracterizó a la colonización del Ixcán. Con todo lo cual dibuja, abre, aflora en nuestra mente la actoría social más censurada por los siglos de los siglos en este país: la de la rebeldía.

Con la farsa del proceso de paz, ya hemos comprobado que el sujeto político del cual habla Ricardo Falla —es decir, el campesinado indígena— solo es tolerado como víctima en un juzgado, o como el sufriente de las masacres (donde los medios de comunicación de masas destacan al sufriente y olvidan las masacres), o como el perdedor, el inferior, el ignorante, el manipulado, el improductivo local. El autor critica esa sociología de las ausencias y produce una sociología de la emergencia de la insurrección rural indígena campesina. ¿Cómo aporta eso a la antropología y a la ciencia social en Guatemala? Produciendo conocimiento social como interrogación ética, como insumo para cambiar la vida. No podemos dar cuenta científica de nuestro tiempo si no recuperamos y reconstruimos las luchas sociales por la libertad; y la indignación social, la indignación de cientos y miles de campesinos indígenas que querían potenciar sus economías, vivir en paz, con libertad, pero que debieron sublevarse porque les impusieron un control esclavizante. Dar cuenta de los saberes negados y dar cuenta del gran valor de rebelarse es, además, un aprendizaje que debe ejercitarse para reinventar la emancipación, dado que Guatemala es hoy más inequitativa que ayer.

Tal aprendizaje de la lucha por la libertad le haría bien a esta nación acallada, especialmente en los centros escolares de todos los niveles educativos, donde se recicla solo el pensamiento de la subordinación, muy citadino, cargado de racismo y de menosprecio por lo rural. Y haría mucho bien a los operativos ciudadanos y a los movimientos sociales, porque nos estamos olvidando de esas rebeldías, situados o buscando zonas de confort que nos enclaustran, que nos incitan a maquillar al actual Estado o que nos hacen creer que resistir es lo mismo que la libertad. El aporte científico de este libro, más allá de las diecinueve hipótesis que lo componen, es el análisis de la experiencia de las comunidades sublevadas, perfilando así su potencial liberador todavía inconcluso.

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Comentario al libro de Ricardo Falla, s. j.: Ixcán: El campesino indígena se levanta. Guatemala 1966-1982 (Tercer volumen de la colección Al Atardecer de la Vida)

No perder de vista la perversa máquina que hace efectiva la opresión. Otra de las perspectivas relevantes que aporta el libro para cuestionarnos como sociedad es que suma pruebas a otros importantes estudios que han dicho que el tipo de Estado que tenemos en Guatemala no tolera la ciudadanía. Es decir, si el lector quiere saber un poco más cómo fue la colonización del Ixcán, encontrará en medio de la selva fragmentos del conocimiento que el campesinado indígena tuvo de ese poder.

Las imágenes que Ricardo Falla nos muestra son precisamente las de un Estado hecho para reproducir el sistema de finca como única racionalidad para la economía nacional. Falla suelta muchos hilos sobre el Estado que invitan a reconstruir esa racionalidad, y esos hilos muestran la total ausencia de mecanismos reales y efectivos para potenciar la economía campesina. Muestran también la monstruosidad de un Estado que, como sistema, como lógica de dominio público, avaló la colonización de Ixcán como gran pretexto para facilitar la acumulación de capital trasnacional.

Nos hace pensar que esa colonización no nació para responder a las necesidades de la economía campesina, sino para oxigenar la movilidad de los seres humanos desechados por la tecnificación de los latifundios de exportación. Nos hace reparar en cómo el Estado nunca abrió brecha, sino que usó a la Iglesia (aliada recurrente) para liderar un proceso que en sí mismo no le interesaba. Lo que al Estado le interesaba era la gran Alianza para el Progreso que desde Estados Unidos requería territorios para realizar los negocios petroleros y controlar nuevas carreteras para el mercado continental. Ricardo Falla nos muestra que el origen de la institucionalidad pública para favorecer a la economía campesina estuvo marcado por el desarrollismo contrainsurgente. El modelo de sustitución de importaciones en este país nació militarizado. Con el libro volvemos a comprobar un continuum histórico: que la militarización es la única estrategia válida y estable para sostener y reciclar las contradicciones que provoca el modelo finquero dominante.

De allí que todo lo que iba a ser, ya no fue. Y si no fue no se debe estrictamente a causa de la guerrilla, sino porque el Estado no quiso ni fue capaz de ceder autonomías, de respetar modos de producción colectiva, de potenciar la “otra” economía. Falla recuerda al ejército metido en todo, controlando todo, hasta vigilando y desconfiando de sus propios aliados: leeremos del control sobre los sacerdotes que lideraron las migraciones, del control sobre el Instituto Nacional de Cooperativas (Inacop) y sobre los técnicos agrícolas, del control sobre las cooperativas, sobre las compras y las ventas de insumos agropecuarios, sobre el mercado, sobre los caminos. Nos hace un recorrido hasta el momento en que el ejército tiene la vida bajo las botas. Vislumbramos con exactitud que la vieja noción de “el pueblo como enemigo interno” no solo se aplica a esta historia, sino que es uno de los fundamentos constitucionales del Estado de Guatemala. Y así nos es más fácil comprender, hasta hoy día, por qué se evaporó con tanta prontitud toda la institucionalidad pública que se creó en la década de los setenta para la economía campesina.

Este libro ofrece aportes para conocer al Estado de Guatemala, pone al descubierto su naturaleza criminal. Muestra que es un Estado inepto, incapaz y sin ninguna voluntad para crear pactos sociales. El libro ilustra con claridad cómo el Estado funciona para controlar a la población, para reducirla, para doblegarla, y

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Comentario al libro de Ricardo Falla, s. j.: Ixcán: El campesino indígena se levanta. Guatemala 1966-1982 (Tercer volumen de la colección Al Atardecer de la Vida)

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hace de la militarización la otra cara de la única economía que ha permitido, que es la economía del despojo.

¿Cuánto podemos aprender de las insurrecciones indígenas campesinas? Un tercer tema de alto interés en el libro es propiamente el complejo fenómeno de la insurrección. Nos invita el autor a revalorar el debate y la responsabilidad de remontar tanta opresión. ¿Cómo podemos reinventar nuestros caminos de emancipación? El libro ofrece insumos para no desperdiciar la experiencia y para que aprendamos de lo vivido. Es una crítica testimonial a toda política liberadora basada en la unilateralidad.

Este aprendizaje no es fácil. Los pueblos alzados fueron derrotados cruelmente y muchas heridas todavía no cicatrizan. Un hito para potenciar nuestros aprendizajes es no confundir la indignación y las acciones insurreccionales con las estrategias guerrilleras. Cierto es, todos lo sabemos y Ricardo Falla también lo escribe, que las estrategias guerrilleras se alimentaron de los levantamientos comunitarios, y que los levantamientos de la gente crecieron con las acciones guerrilleras. Pero es bueno percatarse de sus diferencias porque, en rigor, nunca fueron lo mismo, y Falla ayuda a ese análisis.

Reconocer esta diferencia implica revalorar la energía de sublevarse, e implica asimismo repensar métodos de disputa de poderes que no reproduzcan los grandes errores de las estrategias guerrilleras. “No hay que tirar al niño con todo y el agua sucia”. La gente tenía un horizonte de cambio, tenía ideas fuertes para mejorar sus vidas; debiéramos recuperar tal fenómeno. Y a la vez, aprender que no lograremos cambiar tanta opresión si desplegamos los mismos operativos de lucha insurreccional. Destaco tres reflexiones que el libro me provoca, las tres sobre graves infortunios en el despliegue de estas luchas:

Subsumir la indignación indígena-campesina en los operativos vanguardistas: los levantamientos fueron subordinados en general a operativos militares, donde por mala suerte o por incapacidad se perdió de vista un paradigma de cambio de la configuración social de Guatemala, y se terminó pensando solo en el ejército, perdiéndose así los saberes que pretendían reorganizar y potenciar la vida de los territorios.

Perder de vista el horizonte de lo nuevo por solo prefigurar derrotas del ejército, menospreciando la gran necesidad que reclamaba Guatemala: construir un nuevo orden de lo público, cosa que sin lugar a dudas todavía necesitan todas las comunidades rurales de esta nación. Ahora, tras haber hecho tan poco análisis de la experiencia, se menosprecia el desafío de disputar poderes, porque se cree erróneamente que el poder equivale a partidos políticos. Poco se ha discutido cuánto necesita este país otros engranajes públicos para dar forma y orden a una convivencia en paz, con otras instituciones, otros flujos y otras condiciones que nos permitan reinventar nuestras vidas.

Reproducir métodos opresivos en las luchas de liberación, especialmente métodos jerárquicos, caudillistas y androcéntricos, lo cual fue y es un contrasentido. Esos métodos disgregan y fragmentan, paralizan nuestro espíritu de libertad, nos vuelven incapaces de entrelazar cambios rurales y urbanos para dimensionar pragmáticamente los focos imaginados de lo nuevo, atendiendo y articulando

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los satisfactores de las necesidades diversas. Es seguro que Ricardo Falla, aun sin pretenderlo, nos concita a repensar nuevas estrategias de emancipación.

Reconocer a fondo la naturaleza plurinacional de Guatemala. El cuarto y último asunto que esbozo como un gran valor del libro es cuánto nos falta aprender de la indianidad en Guatemala, especialmente en la capital, en los cascos urbanos. En otras palabras, Ricardo Falla al reflexionar sobre esos quince años de colonización, muestra las voces que tienen un ADN histórico de rebeldía: los pueblos indígenas de Guatemala, que han sido y son sujetos históricos de las luchas de liberación. Para mí esto es lo mejor del libro: valorar la energía de las comunidades indígenas que retrotraen siempre a flor de piel su historia de rebeldía. La negación de la ciudadanía indígena es un eje rector del dominio en esta nación. Los grandes momentos de opresión y dictadura tienen que ver con un mayor aplastamiento de los derechos indígenas, ¿por qué será?: la revolución de 1871, la invasión estadounidense de 1954, el fracaso del modelo de sustitución de importaciones y sus correlativas masacres. Necesitamos advertir que el campesinado indígena guatemalteco es parte de conglomerados diferentes, sus pueblos, y que sobre estos pueblos se enraíza toda una estructura de dominación. Necesitamos reconocer que las comunidades indígenas nunca han tenido paz, pues siempre han estado luchando para no morir de hambre y para no morir de no ser; que siempre han recurrido a las más diversas formas de resistencia, buscando cómo no estar sometidos. Necesitamos llamarlos pueblos y no sectores. Necesitamos verlos pueblos: idiomas, saberes, modos de producción y reproducción, historias, imaginarios que no son mestizos, que existen y enfrentan sus propias críticas y debates internos y conducen sus propios debates.

Para ser libres necesitamos reconocer su libertad. Las poblaciones indígenas campesinas han recurrido a luchas sindicales, luchas cooperativas, luchas gremiales y hasta a la insurrección local generalizada, con impacto nacional. Sus luchas siempre han sido territoriales y siempre han sido acalladas. Desde los años setenta hasta hoy hemos vivido una larga etapa de levantamientos campesinos, la mayoría indígenas, y eso se debe a que una y otra vez vuelven a imponerles estrategias que pretenden controlarlos y asfixiarlos. Este libro es un buen pre-texto para reflexionar qué tanto hemos avanzado en la consciencia de que somos una sociedad plurinacional, y que los caminos que inventemos para ser libres, sobre todo las mujeres, tarde o temprano tendrán que reconocer tan escondida y flagrante realidad.

Hay que leerlo, hay que hablar de lo que el libro habla. Gracias, Ricardo Falla. Gracias a Avancso y a las universidades y entidades que han tenido el valor de patrocinarlo.

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Encuentro No. 101, 82-85, 2015

Comentario sobre el libro de Rosa Salaverry, Una vida es una historia para contar

Mario Urtecho*

Acompañar a doña Rosa Salaverry (doña Cuta) en la edición, publicación y presentación de Una vida es una historia para contar ha sido una experiencia especial, porque además fue una ocasión inapreciable para compartir la franca y fresca amistad de ella y de su esposo, el Dr. Ernesto Castillo, don Tito.

Estas memorias cautivantes, reunidas en diez secciones que abarcan 360 páginas, las escribió doña Cuta a mano, como los antiguos amanuenses, con su hermosa caligrafía de finos arabescos trazada con grafito o con bolígrafo. Y fue a mano, no a máquina, porque así es como ella siente —me dijo— “que lo que escribo me lo saco del corazón”. Fueron incontables las horas dedicadas a re-crear eventos centrales de su existencia, reconstruidos con paciencia de orfebre y meticulosidad de alfarera, para que sus palabras dieran testimonio de la singular senda que ha recorrido hasta hoy.

* Centro Nicaragüense de Escritores.

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Comentario sobre el libro de Rosa Salaverry, Una vida es una historia para contar

Sin pretensiones literarias doña Cuta contó su vida, como contaban las suyas nuestros abuelos, casi siempre ligadas a la historia de Nicaragua. Sin embargo, a pesar de tratarse de sus vivencias, logró algo en extremo difícil, como es ser a la vez sujeto de sus recuerdos y contarlos sin destacar su rol de protagonista principal. Y lo hizo tan bien que a la par de la suya contó además hechos de las historias de otras personas.

Leer las memorias de doña Cuta es abrir una ventana y asomarse a la Granada de inicios del siglo XX, a la constancia genealógica que la antecedió, a las casonas señoriales y las calles empedradas, a los rasgos que definían a la sociedad de entonces, a paisajes, personajes y familias avecindadas en El Palenque y El Consulado, a la vida de aquella niña de colochos rubios que lloraba mientras aprendía las primeras letras y las fastidiosas tablas de sumar.

Aquí perduran entrañables amistades, con sus juegos, algarabías y osadías, como la de aquellas muchachas a quien alguien les aseguró que san Antonio era el indicado para conseguirles novio, y con más ilusión que devoción raptaron su efigie de la casa de las niñas Bermúdez, tan devotas ellas, que en el sosiego de sus aposentos dormía el Cristo del Santo Entierro. Hubo regaños, rezos de desagravio y risas en el vecindario.

Aquí vemos su primera comunión, las estrecheces económicas de la familia, las vacaciones a fincas vecinas de Malacatoya o donde el tío David, en Acoyapa; y hasta sentimos la fresca brisa del ahora amenazado Cocibolca, surcado por Cuta y Lucía a bordo del emblemático Vapor Victoria, rumbo a Ometepe con el abuelo Justiniano. Pero también están los días infaustos que impactaron sus infancias y ayudaron a forjar el temple que aquellas niñas necesitarían para enfrentar los retos que les había deparado la vida.

Y como versificó Darío, “¿quién que Es, no es romántico?”. Y el amor con Ernesto Castillo, el único de su vida, fue tan intenso que la tarde del 21 de abril de 1956, el juez local, Adolfo Arana, los casó por lo civil en la casa de doña Emelina —mamá de Irma y del Duende Prego, amigo entrañable de los dos—, y para que Granada entera lo supiera, con repiques de campanas monseñor Vílchez unió a aquellos muchachos insurrectos en la iglesia de Xalteva. De eso hace ahora 59 años, 1 mes, 1 semana, 8 hijos, 25 nietos y 9 bisnietos. Desde entonces ellos dos han sido indivisibles, sin perder su individualidad.

Pero lejos están sus memorias de ser un anecdotario. Doña Cuta ha desandado su vida con respeto, armonía, coherencia y valores que, como les ocurre a algunas especies, están en vías de extinción, valores como la verdad, la transparencia y la honestidad consigo y los demás, según la regla que dicta su diario vivir: decir lo que piensa y hacer lo que dice.

Y asumieron la vida con madurez y valentía. Un mediodía, radicados en Managua, llegó el poeta Beltrán Morales acompañado de un joven y pidieron hablar con el Dr. Castillo. El muchacho había sido su alumno en la UCA, acababa de asaltar un banco, la Guardia lo buscaba para matarlo y venían a pedirle que lo ocultara en su casa. Así conoció doña Cuta el rostro del Frente Sandinista, y aunque conversó varias veces con él, sólo conoció su identidad cuando aquel muchacho cayó combatiendo contra guardias, tanquetas y aviones allá por Las Delicias del Volga. El hogar de doña Cuta y don Tito fue refugio y lugar de reuniones de clandestinos,

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y fue tanta la compartimentación aprendida, que Carlos Fonseca y Carlos Agüero estuvieron varios días bajo ese mismo techo sin enterarse el uno de la presencia del otro.

Varias veces, como en la leyenda de Sísifo, reiniciaron camino en el aspecto económico. Una de ellas a causa del terremoto, que acabó con aquella célebre librería, Club de Lectores, donde ellos dos y el joven poeta Luis Rocha Urtecho vendían libros legales y prohibidos, y que servía de fachada para que la gente perseguida por la tiranía, como Ricardo Morales Avilés, dejaran mensajes o entablaran contacto con gente que andaba “legal”. Por esas ironías que evidencian la ignorancia del poder, una de tantas veces que los sicarios de la OSN les decomisaron libros, se llevaron el lote completo de La revolución dietética, pero dejaron intacta La sagrada familia, de Marx y Engels, pensando que se trataba de la familia de José, María y el niño Jesús.

La persecución de la dictadura obligó a la familia Castillo Salaverry a exiliarse. De la noche a la mañana y de manera furtiva se instalaron en Costa Rica, en una casa hacienda alquilada en las afueras de San José, que muy pronto se convirtió en base de operaciones del Frente Sandinista. Por allí pasó un gentío que doña Cuta recuerda con nostalgia, respeto y aprecio: Daisy Zamora, Tita Valle, Rosario Murillo, Chepe León Talavera, Nicho Marenco y varios más, que allí instalaron los equipos de Radio Sandino y a diario informaban sobre los avances de la guerra y arengaban al pueblo nicaragüense a sumarse a la insurrección final.

En sus recuerdos y aprecios también están Idania Fernández, Dora María Téllez, Mónica Baltodano, Tulita Guerrero, Juanita Bermúdez y otras mujeres de ñeque. Con trazos sencillos y precisos esbozó perfiles de la personalidad de Herty Lewites, Gaspar García Laviana, Humberto Ortega, Ernesto Cardenal, Víctor Tirado, Henry Ruiz —de quien se declara fan—, Daniel Ortega, Miguel D´Escoto, Fernando Cardenal, Carlos Tünnermann, Joaquín Cuadra, Sergio Ramírez, Emilio Baltodano, Tito Castillo, Arturo Cruz y demás integrantes del Grupo de Los Doce, y de otras personas que incluso vivieron en su hogar.

En septiembre de 1978, los colmillos de la tiranía desgarraron el alma de la familia. Ernesto Castillo Salaverry, quien había dejado sus estudios en Barcelona para sumarse a la guerrilla, cayó combatiendo en León. El joven Ernesto, como Leonel Rugama, era poeta, y tenía la misma edad de Rugama cuando se integró a la inmensa pléyade de muchachas y muchachos que trocaron ilusiones por fusiles y decidieron vivir como los santos, y que son desde entonces nuestros santos laicos, como Luisa Amanda, Angelita, Arlen, Mildred, Araceli, Panchito Gutiérrez, Ricardo y Armando Talavera Salinas, y tantas almas nobles inmoladas en el vértigo de la guerra para que en Nicaragua jamás hubiese otra dictadura.

Hay mucho más que leer en Una vida es una historia para contar, que nos hará recordar historias que están en nuestra memoria, en nuestro inconsciente colectivo, frescas, quizá desvaídas, o peor aún, casi olvidadas. Las memorias de doña Rosa Salaverry Ocón, doña Cuta, incentivan a detener un poco la marcha del vivir para escribir sobre nuestra historia reciente, la que muchos de ustedes protagonizaron en el norte, el centro, el sur, oriente y occidente, en el Pacífico y el Caribe nicaragüense, y allende las fronteras.

Es nuestro deber rescatar tantas ilíadas y tantas odiseas, para que la historia y la memoria de nuestra Nicaragüita no queden aniquiladas por el olvido, pero, sobre

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Comentario sobre el libro de Rosa Salaverry, Una vida es una historia para contar

todo, para que a nuestros nietos, bisnietos y tataranietos nadie les cuente cuentos chinos.

Acudo poco a referencias literarias, pero a propósito de resistir, comparto estas palabras de El libro de la risa y el olvido, del checo Milan Kundera:

Para liquidar a las naciones lo primero que se hace es quitarles la memoria. Se destruyen sus libros, su cultura, su historia. Y luego, viene alguien y les escribe otros libros, les da otra cultura y les inventa otra historia. Entonces, la nación comienza lentamente a olvidar lo que es y lo que ha sido. Y el mundo circundante lo olvida aún mucho antes.

¡Gracias!Ahuacalí, Managua, 25 de mayo 2015

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Comentario sobre el libro de Ernesto Castillo Martínez, Ensayos y opiniones sobre la realidad nicaragüense

Comentario sobre el libro de Ernesto Castillo Martínez, Ensayos y opiniones sobre la realidad nicaragüense

Luis Rocha Urtecho∗

La profundización en aspectos económicos, políticos y sociales en diversas épocas de nuestra historia ha sido en Ernesto Castillo Martínez no únicamente una afición, sino una rigurosa devoción y hasta adicción, que lo ha llevado a utilizar con singular acierto diversos géneros, como el anecdótico, tan presente y ameno en los dos volúmenes de sus Historias no contadas o a medio contar (CNE, 1999), en los que emprende un recorrido que pareciera lindar con la ficción, que a manera de pequeñas narraciones cautivan al lector y lo inducen a un conocimiento más profundo de nuestra historia: a la lectura y análisis que todos debemos emprender para ir sacando conclusiones sobre si hemos aprendido algo útil para avanzar en este nuevo siglo, o si la historia se quedó inmóvil en el siglo anterior.

Otro género, dentro del contexto histórico al que nos referimos, es el epistolar, donde el autor asume la personalidad del Prof. José de la Cruz Pérez para escribirle,

* Escritor, fundador y ex-director del Nuevo Amanecer Cultural.

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Comentario sobre el libro de Ernesto Castillo Martínez, Ensayos y opiniones sobre la realidad nicaragüense

de manera respetuosa y didáctica, a la entonces presidenta, doña Violeta Barrios de Chamorro, en Mis Cartas a la Presidenta (CIRA, 2002), en las que hay un manejo magistral de la ironía. Durante la “nueva era” del presidente Enrique Bolaños, algo parecido quiso hacer al escribirle a la entonces primera dama, doña Lila T., para que aconsejara a don Enrique, pero desistió en el camino, y desde luego que ni intentó enviarle cartas al presidente Arnoldo Alemán, o a Daniel Ortega. Otros fueron los mensajes a dichos personajes, y sobre todo al pueblo nicaragüense, expresados en ensayos y opiniones en este libro, al que, como se ve, llega respaldado y enriquecido por los dos libros de historia citados, y por el ejercicio intelectual y literario de otros dos libros anteriores: Introducción al Derecho, que —dado el comportamiento de magistrados y jueces hoy en día— bien pudiera ser el primer volumen de su libro De ayer y de siempre, un texto sobre mitos y leyendas.

Ensayos y opiniones sobre la realidad nicaragüense, como lo explica el autor en su introducción, consta de dos secciones: ensayos y opiniones, ya que, como afirma Frances Kinloch en Identidad y Cultura Política: “Todo conocimiento histórico se construye sobre bases asentadas pacientemente por los estudiosos de nuestro pasado que nos han precedido en este oficio”. Y en cuanto a la actualidad, sé que Tito –como periodistas que fuimos cuando publicábamos el semanario Testimonio— siempre ha sido un historiador en constante movimiento, y es por ello, por lo que aquí leo y por lo que hoy nos toca vivir, que siento como que estamos empantanados en la historia inmóvil de que hablaba. Somos, para el poder, ciudadanos sin categoría, al parecer irredentos, irredimibles e indefensos, a quienes históricamente, con una voracidad sin límites, nos engullen pactos, caudillos y dictadores. Porque la historia tiene también que moverse y ser fuente de aprendizaje para no seguir cometiendo, época tras época, los mismos errores, ya que el aprendizaje es sabiduría y libertad.

Actualmente, todo es como si la historia nos condujera en un remolino por la taza de un inodoro nacional que en vez de agua tiene horas, días y años, hacia el mismo hoyo, para volver a ascender otra vez y descubrir que, pese a tantas guerras, muertos, héroes y mártires, nos encontramos en el mismo punto de partida. Volvemos al hoyo del que creíamos haber salido, engañados o ahogados en nuestras propias ilusiones, junto con el propio José Coronel Urtecho en su esperanzado gran poema No volverá el pasado. Y el pasado volvió. En su Introducción a Reflexiones sobre la Historia de Nicaragua, del mismo Coronel Urtecho (Fundación Vida, 2001), Frances Kinloch escribió:

Cuando la historia se hace presente en la mentalidad de una nación, se vuelve un elemento vivo de su cultura. Por el contrario, la falta de ese acervo imprescindible, como cuadro de referencia, aumenta la desorientación individual y colectiva, no sólo sobre el pasado sino sobre los mismos problemas del presente.

En ese sentido, la intención de Ensayos y opiniones sobre la realidad nicaragüense es dar movimiento a la historia e inducirnos a salir del hoyo. Darnos un elemento vivo de nuestra cultura. En La justicia y el pensamiento de Xabier Gorostiaga –ensayo incluido en este libro— el inolvidable jesuita, cariñosamente llamado Pitorro, dice:

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Encuentro No. 101, 86-90, 2015

Comentario sobre el libro de Ernesto Castillo Martínez, Ensayos y opiniones sobre la realidad nicaragüense

Es posible (otro mundo), y lo vamos a hacer. Es decir, que no sólo es posible sino que es una necesidad y el gran reto es cómo, desde la gran diversidad, desde los distintos sectores se crea ese factor catalizador … No usando el poder de las armas, sino el poder de la ética y la fraternidad. Ése es el gran reto.

Hace unos pocos años no podía imaginarme que otra Iglesia católica, por verdadera —como quienes dirigíamos Testimonio la concebíamos— podía ser posible. El Papa Francisco, que al decir de Ernesto Cardenal se ha convertido en párroco del mundo, hará profética la esperanza de Xabier Gorostiaga, y es posible que dicha profecía alcance a su Nicaragua: “Me enamoré de Nicaragua casi desde el primer momento y seguiré vinculado a mi nueva patria, no importa donde este errático destino de los designios de Dios me lleve…”. En ese texto, Xabier Gorostiaga nos plantea el reto de un diálogo global.

José María Valverde escribe en su Diccionario de Historia: En conjunto, a lo que más aspira este diccionario es a sugerir que hoy en día la historia quiere ser ‘global’, incluyendo la economía, la manera de pensar, la ciencia, la técnica, los movimientos religiosos, la vida cotidiana con sus usos y consumos, las diferencias entre hombres y mujeres…

En su introducción, Tito nos invita “a examinar científicamente los hechos históricos”. ¿Pero cuál es la consecuencia de esta reflexión? Al respecto me permito citar el final del prólogo de Vida y muerte de las ideas, de José María Valverde: “A pesar de todo, no sacamos ninguna consecuencia pesimista ni optimista hacia el porvenir de la mente y la palabra, limitándonos a invocar la coplilla machadiana:

Confiamosen que no será verdadnada de lo que pensamos”.

Luis Rocha

“Extremadura”, Masatepe, 30 de enero de 2014.

Adendum

Releída la anterior presentación para el libro de Tito, me resulta agobiante comprobar, en la penumbra de nuestra historia actual, que no hemos llegado a nuevo siglo alguno; que la historia no únicamente se ha quedado inmóvil, sino que ha retrocedido y es producto de una deliberada involución incubada en la codicia, la corrupción y el mesianismo de quienes nos oprimen, y que ya ni siquiera podemos asirnos a la copla de Antonio Machado, porque ya no podemos confiar “en que no será verdad/ nada de lo que pensamos”. ¿Por qué? Ya lo dijo Gabriel Celaya: “Porque

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Encuentro No. 101, 86-90, 2015

Comentario sobre el libro de Ernesto Castillo Martínez, Ensayos y opiniones sobre la realidad nicaragüense

vivimos a golpes, porque/ apenas si nos dejan/ decir que somos quien somos, /… Estamos tocando el fondo”.

Al hacer un examen científico de los hechos históricos de Nicaragua, tal y como pedía su autor, me encuentro que el propósito de este libro es encontrar una salida al caos imperante. Partiendo de ese postulado es obvio que una revisión crítica de nuestra historia siempre será actual, pues toda revisión o rectificación de los errores pasados no es potestad de caudillos, sino del pueblo: la historia nos pertenece y está por hacerse entre todos nosotros, los que vivimos a golpes, y que sí diremos quiénes somos. Pero eso sí, nunca como ahora la historia de nuestra patria se ha visto tan distorsionada e irrespetada, y nunca como ahora nuestra patria ha estado tan descaradamente puesta a la venta, y nunca como hoy tan impunemente las instituciones —en su momento pensadas en democracia para protegernos y defender nuestra soberanía— han sido tan desvirtuadas en su esencia, hasta convertir a sus directores en una especie de sicarios uniformados, comprometidos a perpetuar en el poder a una familia, y a luchar contra el pueblo para que se cumpla la voluntad de los poderosos.

Cuando el 23 de febrero de este 2015 Sergio Ramírez recibió el Premio Internacional Carlos Fuentes, al referirse a todos aquellos que en diferentes épocas fueron acogidos por México, dijo:

El general Sandino el primero de ellos, escritor a su manera, que iluminó en las hermosas palabras de sus cartas y manifiestos su hazaña de defender la soberanía de mi patria, tantas veces puesta en riesgo y tantas veces mancillada por potencias extranjeras, de un siglo a otro siglo; una historia que parece una rueda que gira cada vez bajo un nuevo impulso, para regresar siempre al mismo lugar. (…) Fui protagonista en mi patria de una revolución triunfante, y puedo decir que la de hoy no es una violencia que busca transformar la sociedad para hacerla más justa, sino una violencia criminal, para envilecerla. Pero tiene la misma raíz, porque se alimenta de la pobreza. Para entrar en el siglo veintiuno, debemos dejar atrás primero el siglo diecinueve.

El domingo pasado, en El Arenal (Masatepe), Mónica López Baltodano nos hizo una magistral exposición sobre la burla con alevosía y ventaja que ha sido el proyecto del canal interoceánico, desde su gestación amparada en las sombras de la ambición, y lo es actualmente emergiendo desde ese pantano sinuoso e incomprensible en donde se incuba. Decía Mónica que más de setenta mil campesinos y pobladores han protagonizado treinta marchas de protesta en diferentes partes del país, en tan solo cinco meses. Una más tendríamos que agregar, con la del domingo pasado en Punta Gorda, a la que asistieron ocho mil personas. En su “cartilla de la dignidad” —así llamo yo a su breve documento de imprescindible lectura que ella ha titulado “Diez verdades sobre la promesa del Gran Canal”— entre tantas verdades que no voy a cometer el abuso de resumir, ella dice:

El poder, concentrado en la figura de la pareja presidencial ha logrado imponer la opinión sumisa de que el Canal Interoceánico y su caporal, esta

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Comentario sobre el libro de Ernesto Castillo Martínez, Ensayos y opiniones sobre la realidad nicaragüense

vez chino, trae consigo el mágico hechizo que pondrá fin a los problemas históricos del país. Desde hace dos años, diría yo, se puso en marcha un deliberado proceso de fetichización llamado el “Gran Canal Interoceánico”. Trama de la intoxicación de la palabra y la comunicación, de aturdimiento y sumisión de conciencias, en esta Nicaragua convertida hoy, en una especie de “prisión invisible”, sin muros, ni puertas.

Las diez verdades, razonadas una a una, constituyen un recorrido didáctico por nuestra tragedia. Algunos de quienes estaban en El Arenal expresaron su frustración y desesperación. Pero esa sensación, concluimos poco después, es el primer paso para no ser indiferentes. Este importante paso se logra también con la lectura del libro de Tito, pues como ya cité de Frances Kinloch, se hace presente la historia en nuestra mentalidad de nación, para que no aumente “la desorientación individual y colectiva, no sólo sobre el pasado sino sobre los mismos problemas del presente”.

La historia nos está enseñando que debemos proteger nuestra existencia ciudadana, alcanzando la fraternidad de sabernos todos nicaragüenses, con el convencimiento, por ejemplo, de que gracias a que El Tule, Nueva Guinea, Ometepe, San Miguelito, Punta Gorda y todas las comunidades campesinas que no agachan la cabeza, y que precisamente por saber que estamos tocando el fondo, la levantan con la dignidad de los hombres libres, nunca seremos esclavos, nunca nos despojarán con argucias ni seremos desheredados de lo que nos pertenece.

Disculpen, pero esta nueva historia no aparece formalmente en el libro de Tito, pero ahí está en cuanto que ha sucedido y tenemos que aprender. Sucediendo lo que está sucediendo, no podía menos que referirme a este apocalipsis social, político, ecológico y cultural. Un apocalipsis que nos está forzando a evadirnos, cueste lo que cueste, de esta “prisión invisible” a que se refería Mónica, y que a no pocos los hace pensar en la guerra. Esa es la dura realidad. En mi caso, todavía espero que encontremos una forma colectiva de apostar por la civilización contra la barbarie; por una esperanza beligerante hecha realidad, contra el desconsuelo de quien se resigna. Es lo que concluyo y quiero, pero hasta temo que mi deseo sea pura retórica. Pero eso sí, diría, como dice Tito Castillo, que “Se trata pues, de recuperar para la inmensa mayoría de los nicaragüenses el derecho efectivo de no tener que vivir en condiciones que nos obliguen a ser menos hombres”. Menos mujeres.

“Extremadura”, Masatepe, 2 de marzo de 2015.

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Normas editoriales de la revista Encuentro

Encuentro es una publicación científica cuatrimestral de la Universidad Centroamericana (UCA).Publica artículos y ensayos inéditos en español o en inglés que sean el resultado de investigacionesempíricas o de reflexiones teóricas o filosóficas sobre cualquier aspecto de la realidad nicaragüense ocentroamericana. Incluye de forma regular artículos originales, avances investigativos, artículos derevisión, comentarios de libros, conferencias, comunicaciones breves y secciones específicasencargadas por el Comité Editorial de la revista.

En casos excepcionales, cuando su calidad amerite su difusión, se publicarán artículos que hayan sidopublicados previamente en medios cuyo segmento de lectores no coincide con el de Encuentro.

Todos los artículos podrán ser publicados posteriormente en cualquier medio, siempre y cuando elautor brinde su consentimiento y se suministren los datos de su publicación en Encuentro.

Tipos de artículos1. Originales: Se presentarán en español o en inglés. Tendrán una extensión de entre 3,000 y

10,000 palabras (incluyendo las referencias bibliográficas y los anexos de cualquier tipo). Elmanuscrito deberá contar con las siguientes secciones: página frontal, resumen, abstract, texto,referencias bibliográficas.Página frontal: Incluye el título del artículo en español y en inglés, nombres y apellidos de losautores en el orden en que aparecerán en la publicación, centro de procedencia de cada uno(institución, departamento, ciudad, país,), dirección postal completa del autor a quien debedirigirse la correspondencia, teléfono y correo electrónico.Resumen: Tendrá una extensión máxima de 250 palabras. No contendrá citas bibliográficas niabreviaturas. Al final del resumen deben figurar de 3 a 5 palabras clave.Abstract: Es una traducción al inglés del resumen y las palabras clave.Texto: Cada apartado deberá estar encabezado de forma adecuada. Los subapartados deberánestar correctamente subtitulados.Referencias bibliográficas: Deberán estructurarse de acuerdo a las normas APA.

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Todos los manuscritos deberán emplear el estilo APA (American Psychological Association) tantopara las citas dentro del texto como para la elaboración de la lista de referencias bibliográficas. La nocumplimentación de éstas obliga al Comité Editorial de la revista a devolver el original a sus autorespara que lo ajusten a dicha normativa.

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Normas Editoriales91

Encuentro No. 101, 91, 2015

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Title: Include the title in Spanish and English, full names of all authors in the order in which they shall appear in the publication, the affiliation of each (institution, city and country), full postal address of the author to whom correspondence should be addres-sed, phone and email.

Abstract: It should not exceed 250 words. Do not include citations or abbreviations of any sorts. At the end, include 3 to 5 keywords.

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Research advances: Must be between 3,000 and 5,000 words long (including referen-ces and attachments of any kind). The manuscript should have the same sections as an original article.

Review articles: Must be between 3,000 to 5,00 words long (including references andattachments of any kind). The manuscript should have the same sections as an original article.

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Normas Editoriales92

Encuentro No. 101, 92, 2015

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Historia de EncuentroFundada en 1968, Encuentro es una publicación cuatrimestral de la Universidad Centroamericana (UCA) de Managua, cuya edición está a cargo de la Dirección de Investigación y Proyección Social de esta universidad. Es una revista con un perfil académico y científico, destinada a investigadores, profesores y estudiantes de educación superior. Su contenido puede ser reproducido citando la fuente y enviando copia de lo publicado a la Dirección de Encuentro. Los artículos publicados expresan las opiniones de sus autores y no necesariamente la opinión editorial de la revista.

La Universidad Centroamericana (UCA) de Managua, fundada por la Compañía de Jesús en 1960, es una universidad privada, de servicio público e inspiración cristiana; recibe apoyo estatal y posee cuatro facultades: Humanidades y Comunicación; Ciencias Jurídicas; Ciencias Económicas y Empresariales; y Ciencia, Tecnología y Ambiente.

Para la organización y gestión de la investigación, la UCA cuenta con: el Instituto de Investigación Aplicada y Promoción del Desarrollo Local Nitlapan, el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA), el Centro de Análisis Sociocultural (CASC), el Instituto de Educación de la UCA (IDEUCA) “Xabier Gorostiaga, s.j.”, el Instituto de Acción Social Juan XXIII, el Instituto de Capacitación, Investigación y Desarrollo Ambiental (CIDEA), el Centro de Malacología y Diversidad Animal, la Estación Solar VADSTENA-UCA, el Herbario Nacional, el Centro de Gestión Empresarial (CEGE), el Área de Desarrollo Agrario (ADAA), el Centro de Biología Molecular (CBM) y la Estación Biológica Juan Roberto Zarruk.

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