Índice

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CAPÍTULO II El suicidio infantil es un tema tabú en la mayoría de países. Aunque entre adolescentes está siendo crecientemente investigado, hay pocos estudios científicos acerca del suicidio de niños más pequeños (menores de 13 años de edad), y no hay datos acerca de la incidencia de este fenómeno a nivel internacional. Sin embargo, se sabe que las razones que llevan a los niños a suicidarse son muy diferentes de aquellas que motivan a los adultos. El suicidio infantil a veces es difícil de diagnosticar, ya que los niños viven tienen mayor dificultad que los adultos para expresar sus conflictos o su infelicidad. El suicidio de los niños más pequeños es, además, confundido con o pensado como un accidente: muchas veces atribuido a apoyarse en las ventanas o cruzar la calle en el momento equivocado, por ejemplo. Además, la muerte de niños huérfanos y/o los que viven en la calle no suelen ser investigadas o siquiera registradas por las autoridades de algunos países, lo cual dificulta poseer estadísticas o realizar estudios. Según algunos de los pocos estudios que existen al respecto -la mayoría, llevados a cabo en países industrializados-, la mayoría de los niños que logran suicidarse son generalmente varones, mientras que la mayoría de los intentos de suicidio son realizados por niñas. Un estudio realizado en Estados Unidos revela que el suicidio es la cuarta causa de mortalidad entre niños de 10 a 14 años, y la tercera en niños mayores de 15. Incluso ha llegado a reportarse el suicidio de un niño de 7 años. Según dos estudios suizos realizados en 2004 en niños de entre 11 y 15 años, y de entre 16 y 20 años, aproximadamente el 8% de las niñas y el 3% de los niños admitieron haber realizado un intento de suicidio al menos una vez en su vida. La mayoría de estos estudios observan una tendencia creciente del suicidio infantil y un incremento en los comportamientos de riesgo que antes solo era atribuido a los adolescentes. http://www.humanium.org/es/suicidio-infantil/ I. ASPECTOS DEL TRATAMIENTO: A. EVALUACIÓN B. VALORACIÓN DEL RIESGO SUICIDA C. CRITERIOS DE HOSPITALIZACIÓN D. SEGUIMIENTO AMBULATORIO DEL PACIENTE E. PSICOTERAPIA F. OTROS TRATAMIENTOS

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CAPÍTULO II

El suicidio infantil es un tema tabú en la mayoría de países. Aunque entre adolescentes está siendo crecientemente investigado, hay pocos estudios científicos acerca del suicidio de niños más pequeños (menores de 13 años de edad), y no hay datos acerca de la incidencia de este fenómeno a nivel internacional. Sin embargo, se sabe que las razones que llevan a los niños a suicidarse son muy diferentes de aquellas que motivan a los adultos.

El suicidio infantil a veces es difícil de diagnosticar, ya que los niños viven tienen mayor dificultad que los adultos para expresar sus conflictos o su infelicidad. El suicidio de los niños más pequeños es, además, confundido con o pensado como un accidente: muchas veces atribuido a apoyarse en las ventanas o cruzar la calle en el momento equivocado, por ejemplo. Además, la muerte de niños huérfanos y/o los que viven en la calle no suelen ser investigadas o siquiera registradas por las autoridades de algunos países, lo cual dificulta poseer estadísticas o realizar estudios.Según algunos de los pocos estudios que existen al respecto -la mayoría, llevados a cabo en países industrializados-, la mayoría de los niños que logran suicidarse son generalmente varones, mientras que la mayoría de los intentos de suicidio son realizados por niñas.

Un estudio realizado en Estados Unidos revela que el suicidio es la cuarta causa de mortalidad entre niños de 10 a 14 años, y la tercera en niños mayores de 15. Incluso ha llegado a reportarse el suicidio de un niño de 7 años. Según dos estudios suizos realizados en 2004 en niños de entre 11 y 15 años, y de entre 16 y 20 años, aproximadamente el 8% de las niñas y el 3% de los niños admitieron haber realizado un intento de suicidio al menos una vez en su vida.La mayoría de estos estudios observan una tendencia creciente del suicidio infantil y un incremento en los comportamientos de riesgo que antes solo era atribuido a los adolescentes.

http://www.humanium.org/es/suicidio-infantil/

I. ASPECTOS DEL TRATAMIENTO:

A. EVALUACIÓN

B. VALORACIÓN DEL RIESGO SUICIDA

C. CRITERIOS DE HOSPITALIZACIÓN

D. SEGUIMIENTO AMBULATORIO DEL PACIENTE

E. PSICOTERAPIA

F. OTROS TRATAMIENTOS

CAPÍTULO III

II. PREVENCIÓN DEL SUICIDIO EN LA INFANCIA:

Detectando actitudes suicidas

Detectar y comprender los signos antes de que los niños lleven a cabo sus impulsos es importante a la hora

de tomar las medidas necesarias para prevenir un suicidio. Los padres y otras personas cercanas al niño

deben prestar atención a su comportamiento y a sus actividades de forma que sea posible detectar signos

que sugieran la presencia de depresión o pensamientos suicidas.

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A continuación observamos una lista de síntomas que podrían ser preocupantes, especialmente si varios de

ellos se manifiestan al mismo tiempo:

- Trastorno del sueño (dormir mucho o muy poco)

- Pérdida del apetito y/o peso

- Aislamiento

- Pérdida del interés en las actividades preferidas

- Absentismo escolar

- Agresividad física o psicológica

- Abuso de alcohol o drogas

- Falta de preocupación por la apariencia e higiene

- Correr riesgos innecesarios

- Interés por la muerte

- Envío de mensajes preocupantes por internet

- Malas notas o problemas escolares inusuales

- Dificultad para concentrarse

- Pensamientos negativos respecto de las propias cualidades y logros

Pasos a seguir

Lo más importante es la atención de los miembros de la familia y del personal educativo , quienes deben

apoyar al niño y no descuidar o desacreditar sus sentimientos y problemas, especialmente si está

atravesando un período estresante o cambios profundos en su vida. Debe hacerse un esfuerzo por eliminar

gradualmente los pensamientos suicidas o comportamientos destructivos.

Los miembros del personal educativo (maestros, médicos escolares) deberían ser entrenados para detectar

signos de alarma y responder ante ellos. Aquellos padres que sospechan que su hijo tiene pensamientos

suicidas pueden, en la mayoría de los países, contactar líneas de ayuda y asesoramiento o consultar sitios

en internet. Los mismos niños pueden usar estos servicios si no encuentran a nadie cercano a ellos con

quien hablar acerca de sus conflictos.

Si los síntomas revelan una situación seria, es importante que el niño sea asesorado por un médico para

determinar si sufre problemas mentales o comportamentales. Esto debería derivar en un tratamiento

adecuado: tratamiento psicológico o psiquiátrico, prescripción de medicación y, de ser necesario, internación

hospitalaria.

http://www.humanium.org/es/suicidio-infantil/

Ocasionalmente, durante estos momentos de ira y enojo, los jóvenes en la infancia media hacen

afirmaciones amenazadoras como "Voy a matarme". Más que nada, estas amenazas están diseñadas para

perturbar a los padres y obtener su atención y los niños usualmente no tienen intenciones serias de hacerse

ningún daño. No obstante, si esto es frecuente, estas afirmaciones son mensajes de un niño muy infeliz y los

padres deben asegurarse de que el niño en realidad no corre ningún riesgo.

Los jóvenes de seis a doce años de edad raramente cometen suicidio, pero existe una tendencia en aumento

a que intenten suicidarse. Sin embargo, una pequeña cantidad de ellos que sufren de una fuerte depresión

piensan en quitarse la vida. Abrumados por los sentimientos de impotencia y desconsuelo, algunos en

realidad intentan terminar con su vida.

Los niños que intentan suicidarse con frecuencia muestran signos de advertencia, incluyendo retraimiento,

tristeza, pérdida de apetito y trastornos del sueño. Es posible que regalen algunas de sus más preciadas

posesiones como una colección de tarjetas de béisbol. Algunas veces el suicidio de un amigo o compañero

de clase puede hacer que un niño piense quitarse la vida para reducir el dolor psicológico que siente.

Si usted cree que su hijo está abrumado, debe hablar con él sobre esto. Escuche y comparta sus

sentimientos. No dude en usar la palabra suicidio. A pesar del mito de que hablar acerca del suicidio puede

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dar a su hijo la idea de quitarse la vida, eso no sucederá. Por el contrario, su preocupación le demostrará que

realmente se preocupa por él y por su bienestar y que está dispuesto a ayudarlo a superar sus problemas.

Debe obtener ayuda profesional para un niño que esté muy atribulado. Si su pediatra ha desarrollado una

buena relación con su hijo a través de los años, podría ser la mejor persona para hablar con su hijo en

principio. El médico puede referir después al niño a un psiquiatra o psicólogo para niños. Si un niño en

realidad es suicida y la familia no puede supervisarlo constantemente, es posible que sea necesario

hospitalizarlo.

En caso de situaciones de emergencia, la mayoría de comunidades pueden proporcionar asesoría y ayuda

inmediata. Revise el directorio telefónico para encontrar estas líneas directas para crisis, así como de centros

locales de salud mental a los que puede ir en busca de apoyo.

http://www.healthychildren.org/Spanish/health-issues/conditions/emotional-problems/Paginas/

Suicide-Prevention-For-Children.aspx

A. INTERVENCIÓN EN EL ÁMBITO ESCOLAR

Identificación de la aflicción

Cualquier cambio repentino o dramático que afecta el desempeño de un niño o de un adolescente, su concurrencia al centro escolar o su comportamiento personal deben ser considerados seriamenteEs el caso de:· falta de interés en las actividades cotidianas;· descenso general en las calificaciones;· disminución del esfuerzo;· comportamiento inadecuado en la clase;· ausencias inexplicadas, repetidas o inasistencia sin permiso;· fumar excesivamente, beber o uso inadecuado de drogas (incluyendo canabis);· incidentes que conducen a violencia estudiantil o a intervención de la policía.Estos factores ayudan a identificar los estudiantes en riesgo de aflicción mental y social que puedan albergar pensamientos de suicidio que finalmente conduzcan a comportamientos suicidas.Si estos signos fueran identificados por un profesor o consejero del colegio, debería alertarse al equipo docente del Centro. Este deberá recomendar las acciones a emprender y llevar a cabo una evaluación concienzuda del estudiante, ya que a menudo estos síntomas son indicación de una aflicción severa que puede conducir, en algunos casos, al comportamiento suicida.

Evaluación del riesgo de suicidio

Cuando el personal del Centro educativo evalúe el riesgo de suicidio, deberá considerar que estos problemas son siempre multidimensionales, es decir la presencia de múltiples factores que puedan converger y no solamente alguno o uno solo.

Intentos de suicidio previos

Los antecedentes de intentos de suicidio previos son factores de riesgo más significativos. Los jóvenes afligidos tienden a repetir sus actos.

Depresión

Otro factor importante de riesgo es la depresión. El diagnóstico de la depresión debe ser hecho por un médico o psiquiatra infantil, pero los profesores y los otros miembros del equipo escolar, deben poder darse cuenta de la variedad de síntomas20 que forman parte de la enfermedad depresiva. La dificultad de constatar la depresión está relacionada con el hecho de que durante el desarrollo adolescente es frecuente que aparezcan algunos rasgos comunes con la depresión.La adolescencia es un estado normal y durante su curso son comunes algunos rasgos tales como baja autoestima, pesimismo, problemas de concentración, fatiga, y problemas con el sueño. Son rasgos comunes con la depresión como enfermedad, pero no son causa de alarma hasta que aparezcan como persistentes y progresivos. Comparado con los adultos deprimidos, el joven tiende a actuar más, (en el sentido de expresar conductas), comer (en lugar de pedir ayuda) y dormir más (como forma de eludir o evadir).Los pensamientos depresivos pueden presentarse normalmente en la adolescencia y reflejar el proceso normal de desarrollo, siendo el momento en el que los jóvenes se preocupan por cuestiones existenciales. La intensidad de los pensamientos suicidas, su profundidad y duración, el contexto en el cual surgen, la imposibilidad de distraer a

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un niño o joven de estos pensamientos (por ejemplo su persistencia) son los rasgos que distinguen a un joven saludable de uno que se encuentra al margen de una crisis suicida.

Situaciones de riesgo

Otra tarea importante es identificar situaciones ambientales y acontecimientos negativos, de acuerdo a lo esbozado previamente, que activen los pensamientos suicidas y así aumenten el riesgo de suicidio.

CÓMO TIENEN QUE MANEJARSE LOS JÓVENES SUICIDAS EN LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA

El reconocer que un joven está en situación de aflicción y que necesita ayuda no constituye un gran problema. Es mucho más difícil saber cómo reaccionar y responder a los niños y jóvenes suicidas.Algunas personas del equipo escolar han aprendido a tratar a los jóvenes suicidas en situación de aflicción, con sensibilidad y respeto, mientras que otros no. Las habilidades de este último grupo tienen que mejorar. Es importante en el contacto con un joven suicida, lograr un balance entre proximidad y distancia y entre empatía y respeto.El reconocimiento y manejo de las crisis suicidas en los estudiantes pueden dar lugar a conflictos entre los docentes y el resto del personal escolar, dado que carecen de las habilidadess específicas requeridas, tienen poco tiempo o tienen miedo de enfrentar sus propios problemas psicológicos.

Prevención general: antes que suceda algún acto suicida

El aspecto más importante de la prevención del suicidio es el reconocimiento temprano de los niños y jóvenes en situación de aflicción y/o con un alto riesgo de suicidio.22Para lograr este objetivo se debe poner un énfasis particular en la situación del equipo escolar y de los estudiantes afectados, de acuerdo con los medios que se describen más adelante. Muchos expertos comparten la idea de que no es conveniente enseñar explícitamente sobre el suicidio a los jóvenes; más bien recomiendan que las cuestiones relativas al suicidio se reemplacen por un enfoque desde los aspectos positivos de la Salud Mental.

Fortalecimiento de la salud mental de los docentes y los otros miembros del equipo institucional 23

Primero que nada, es esencial asegurar el equilibrio y bienestar de los docentes y el resto del personal institucional. Para ellos, el lugar de trabajo puede ser de rechazo, agresivo y algunas veces aún violento. Por lo tanto, necesitan materiales de información que aumente su comprensión y proponga reacciones adecuadas para el enfrentamiento de su propia tensión, la de los estudiantes y colegas y posibles enfermedades mentales. Deberían tener acceso a apoyo y si fuera necesario, tratamiento.

Fortalecimiento de la autoestima de los estudiantes 24

La autoestima positiva protege a los niños y adolescentes frente a la aflicción mental y el pesimismo y los habilita para manejar adecuadamente situaciones de vida dificultosas y estresantes.25Para desarrollar la autoestima positiva en los niños y jóvenes pueden usarse una variedad de técnicas. Se recomiendan algunos enfoques:· Acentuar las experiencias positivas de la vida que ayudarán a forjar una identidad positiva26 en los jóvenes. Las experiencias positivas pasadas aumentan las posibilidades de que los jóvenes tengan en el futuro mayor confianza en sí mismos.· No debe presionarse constantemente a los jóvenes para hacer más y mejor.· No es suficiente que los adultos manifiesten que quieren a los jóvenes, éstos tienen que sentirse queridos. Existe una gran diferencia entre ser querido y sentirse querido.· No sólo los niños tienen que ser aceptados sino apreciados tal como son. Tienen que sentirse especiales sólo por el hecho de existir.Mientras que la compasión impide la autoestima, la empatía la alienta debido a que el juicio es dejado de lado. La autonomía y el dominio son las bases sobre las cuales se puede desarrollar una autoestima positiva en la niñez temprana.El logro de la autoestima por los niños y jóvenes depende del desarrollo de sus habilidades físicas, sociales y vocacionales. Para tener una alta autoestima, el adolescente necesita establecer una independencia definitiva de su familia y compañeros; ser capaz de relacionarse con el sexo opuesto, prepararse para una ocupación que le permita mantenerse; y establecer una filosofía viable y significativa de la vida.Constituye una estrategia efectiva introducir una capacitación de habilidades para vivir, primero a través de expertos visitantes y posteriormente como parte del curriculum regular. El programa debe proporcionar conocimientos a los estudiantes sobre cómo apoyarse unos a otros y si es necesario buscar ayuda adulta.El sistema educativo debe también realzar el desarrollo y la consolidación del sentido de identidad de los jóvenes.Otra meta importante es promover la estabilidad y continuidad de la escolarización.

Promoción de la expresión de emociones

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A los niños y jóvenes se les debe enseñar a tomar sus sentimientos con seriedad y alentarlos a confiar en sus padres y otros adultos tales como maestros, médicos, o enfermeras que atiendan la institución, amigos, entrenadores deportivos y consejeros religiosos.

Prevención de la intimidación o violencia en el centro educativo

El sistema educativo debe contar con disposiciones específicas disponibles para prevenir el matoneo intimidatorio y la violencia dentro y en los alrededores de las instituciones de forma de crear un contexto seguro y libre de intolerancia.

Provisión de información sobre los servicios de atención

La disponibilidad de servicios específicos debe ser asegurada publicando extensamente los números de teléfono, tales como las líneas de ayuda para crisis y emergencias, los números de las emergencias psiquiátricas, de forma tal que estén disponibles para los jóvenes.

Intervención: cuando se identifica el riesgo de suicidio

En la mayoría de los casos, los niños y jóvenes afligidos y/o en riesgo de comportamiento suicida experimentan también problemas de comunicación.Consecuentemente, es importante establecer un diálogo con el joven afligido y/o en situación suicida.

Comunicación

El primer paso en la prevención de suicidio es invariablemente lograr la confianza en la comunicación. Durante el desarrollo del proceso suicida, la comunicación mutua entre los jóvenes suicidas y los que se encuentran a su alrededor es de importancia crucial. La falta de comunicación y el quiebre de la red que resulta da lugar a:· Silencio y aumento de la tensión en la relación. La razón del silencio y la ausencia de diálogo a menudo son causados por el miedo del adulto de impulsar al niño o joven a cometer el acto suicida si discute con él o ella sus pensamientos y mensajes suicidas.· Obvia ambivalencia. Comprensiblemente la confrontación del adulto con una comunicación de intención suicida de un niño o de un joven trae a primer plano los propios conflictos psíquicos. La tensión psicológica de un encuentro con un niño o joven con intenciones suicidas es, generalmente, muy intensa e involucra un amplio rango de reacciones emocionales. En algunos casos, los problemas emocionales no resueltos de los adultos que están en contacto con los niños y jóvenes suicidas, afloran a la superficie. Estos problemas pueden acentuarse entre el equipo institucional, cuya ambivalencia – de querer, pero al mismo tiempo no desear o no ser capaz de ayudar al joven suicida – puede resultar en eludir el diálogo.· Agresión directa o indirecta. La incomodidad del adulto es tan grande que la reacción final frente al joven en situación de aflicción o con intenciones suicidas es de agresión verbal o no verbal.· Es importante comprender que el docente no está solo en este proceso de comunicación, y que el aprender a lograr una buena comunicación es fundamental.El diálogo debe ser creado para, y adaptado a, cada situación. El diálogo implica, primero y ante todo, el reconocimiento de la identidad de los niños y adolescentes y también su necesidad de ayuda.Muchas veces, los niños y adolescentes afligidos o en riesgo de suicidio son hipersensibles con respecto al estilo de comunicación de las otras personas. Esto es debido a que a menudo carecieron de relaciones de confianza con sus familias y amigos durante su crianza, y por lo tanto experimentaron ausencia de interés, de respeto y aún de amor. La hipersensibilidad del estudiante suicida surge tanto en la comunicación verbal como no verbal. Aquí, el lenguaje corporal juega un papel tan importante como la comunicación verbal. Sin embargo, los adultos no deben desalentarse por la renuencia a hablarles que puedan presentar los niños y adolescentes afligidos y/o suicidas. En vez de esto, deben recordar que la actitud de rechazo es a menudo un signo de desconfianza hacia los adultos.Los niños y adolescentes suicidas también despliegan marcada ambivalencia acerca de si aceptar o rechazar la ayuda que se les ofrece y también acerca de si vivir o morir. Esta ambivalencia tiene evidentes repercusiones en el comportamiento del joven suicida, que puede mostrar cambios rápidos que van desde la búsqueda de ayuda hasta el rechazo y puede ser fácilmente malinterpretado por otras personas.

Mejoramiento de las habilidades del equipo institucional

Puede ponerse en práctica mediante cursos especiales de capacitación dirigidos a mejorar la comunicación entre los docentes y los jóvenes afligidos o suicidas y aumentar la conciencia y comprensión del riesgo de suicidio. El entrenamiento de todo el equipo institucional en la capacidad de hablar entre ellos y con los estudiantes sobre cuestiones relativas a la vida y la muerte, mejorar sus habilidades para identificar la aflicción, la depresión y el comportamiento suicida, y aumentar el conocimiento sobre el apoyo disponible, son medios cruciales para la prevención del suicidio.Metas claras y límites precisos tales como están definidos en los manuales de prevención de suicidio constituyen herramientas importantes para este trabajo.

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Referencia a profesionales

Una pronta intervención, con autoridad y decisión, (por ej. conducir al joven suicida a un médico general, un psiquiatra infantil o un centro de emergencia), puede salvar una vida.Para ser efectivos, los servicios de salud para jóvenes tienen que ser de fácil acceso, atractivos y no estigmatizadores. Los estudiantes afligidos y/o suicidas tienen que ser referidos de forma personal y activa por el equipo institucional y recibidos por un equipo compuesto de médicos, enfermeras, trabajadores sociales, y representantes legales cuya tarea será proteger los derechos de los jóvenes. Esta transferencia activa del joven hacia el sistema de atención de salud, lo o la previene de abandonar los estudios durante el proceso de referencia, lo que podría suceder si este proceso sólo se realiza por correspondencia.

Retirar los medios para el suicidio de la proximidad de los jóvenes y adolescentes suicidas

Varias formas de supervisión así como el retirar o poner bajo llave las medicinas peligrosas, revólveres, armas de fuego, pesticidas, explosivos, cuchillos y otros, en los colegios, hogares, y otros contextos son medidas muy importantes para salvar vidas. Dado que estas medidas por sí solas no son suficientes a la larga para prevenir el suicidio, debe ofrecerse al mismo tiempo apoyo psicológico.Cuando el suicidio ha sido intentado o cometido

Informar al equipo institucional y a los compañeros

La institución tiene que tener planes de emergencia acerca de cómo informar al equipo institucional, especialmente a los docentes, y también a los alumnos compañeros y padres, cuando el suicidio se cometió en la institución, con la finalidad de prevenir suicidios en cadena. El efecto de contagio proviene de la tendencia de los niños y jóvenes suicidas a identificarse con las soluciones destructivas adoptadas por personas que intentaron o cometieron suicidio. Las recomendaciones acerca de cómo manejar y prevenir suicidios en cadena, desarrolladas y promulgadas en 1994 por los Centros de Control de Enfermedades de los Estados Unidos, están en uso y son ampliamente difundidas.27Es importante identificar a todos los estudiantes suicidas, tanto en la misma clase como en otras. Un conjunto de suicidios en cadena, sin embargo, puede comprender no solamente niños y adolescentes que se conocen unos a otros. Incluso jóvenes que están lejos o son completamente desconocidos de las víctimas del suicidio, pueden identificarse con su comportamiento y recurrir al suicidio como consecuencia.Los compañeros del colegio, el equipo escolar y los padres tienen que ser debidamente informados de un suicidio o de un intento de suicidio de un estudiante, y la aflicción causada por un acto de este tipo tiene que ser concienzudamente discutida.

http://www.who.int/mental_health/media/en/63.pdfhttp://bienal-clacso-redinju-umz.cinde.org.co/archivos/MANUAL%20DE%20PREVENCI%C3%93N%20DEL%20SUICIDIO.pdf

B. DIAGNÓSTICO PRECOZ

http://www.archivochile.com/tesis/11_teofiloideo/11teofiloideo0010.pdf

http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-98872012000600009

http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S0325-00752010000200006&script=sci_arttext

http://zl.elsevier.es/es/revista/revista-psiquiatria-salud-mental--286/recomendaciones-preventivas-manejo-

comportamiento-suicida-espa%C3%B1a-90102751-originales-2012

http://www.psicologia-online.com/monografias/9/conducta8.shtml

C. PREVENCIÓN EN PACIENTES CON TRASTORNOS MENTALES

D. OTRAS ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN: MEDIOS DE COMUNICACIÓN

III. BIBLIOGRAFÍA

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http://www.guiasalud.es/GPC/GPC_481_Conducta_Suicida_Avaliat_compl.pdf

http://www.childrenshospital.org/health-topics/conditions/suicide-and-teens

http://www.webmd.com/a-to-z-guides/warning-signs-of-suicide-in-children-and-teens-topic-overview

http://www.apa.org/monitor/2010/10/suicide.aspx

http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/18439449

RIESGO DE SUICIDIO EN NIÑOS (Por DH Granello | PF Granello - Pearson Allyn Tocino Prentice Hall. Actualizado el 20 de julio 2010): http://www.education.com/reference/article/suicide-risk-children/. Extraido del libro: “Suicide: An Essential Guide for Helping Professionals and Educators. Darcy Granello (Author), Paul Granello (Author)”

Muy poco se sabe acerca del suicidio infantil. Ha habido una oleada reciente de la investigación y la escritura en los suicidios de adolescentes, pero sólo unos pocos artículos empíricos sobre el riesgo de suicidio en los preadolescentes. Hasta hace poco, se creía que los niños nunca se suicidaron. La mayoría de los adultos quieren creer que la primera infancia es un momento idílico de la felicidad y la vida sin preocupaciones. Incluso entre los adultos que reconocieron que la infancia para algunos niños pueden estar cargadas de tensión y el dolor, la mayoría creía que los niños no eran capaces de tomar decisiones-de vida o muerte como suicidio.Investigaciones recientes han disipado ese mito. suicidio en los niños va en aumento. En un período de 20 años entre 1970 y 1990, las tasas de suicidio se triplicaron entre los niños de 5-14 años. Las tasas de suicidio en este grupo son relativamente bajos, lo que representa aproximadamente el 1% de todos los suicidios consumados. Sin embargo, aunque los niños se matan a tasas menores que el resto de la población, el suicidio es la tercera causa de muerte entre los niños de 10 a 14 años (después de los accidentes y el cáncer). Y aunque el suicidio consumado es relativamente poco común, los comportamientos suicidas son bastante frecuentes. Cada año, alrededor de 12.000 niños de 5 a 14 años son admitidos en los hospitales psiquiátricos de comportamiento suicida. Un estudio encontró que el 33% de un grupo de 39 niños psiquiátricos ambulatorios (edades 6-12 años) había contemplado, intento o suicidio amenazado (Pfeffer, 1984).Incluso los niños que no tienen antecedentes psiquiátricos parecen tener pensamientos de suicidio; aproximadamente el 12% de los niños de la escuela primaria admitir a las ideas suicidas, amenazas o intentos (Pfeffer, Zuckerman, Plutchik, y Mizruchi, 1984). Al contrario que en la población adulta, tanto en los intentos de suicidio y suicidios consumados son más frecuentes entre los niños que entre las niñas. Cabe señalar que, aunque el suicidio no se denuncia entre todos los grupos de edad, esto es particularmente cierto para los niños. Los niños rara vez dejar notas de suicidio, y por lo general tienen menos acceso a los métodos de suicidio (por ejemplo, armas, pastillas). Cuando suicidios infantiles ocurren, a menudo se presentan oficialmente como accidentes. Bryan era un hiperactivo de 9 años de edad con una discapacidad de aprendizaje. Fue diagnosticado con ADHD cuando tenía 6 años, después de que su madre fue hospitalizada brevemente a causa de "nervios". Bryan tuvo grandes dificultades en la escuela, fue etiquetado como un problema de conducta grave por sus maestros, y que había sido a través de una serie de medicamentos diseñados para ayudarlo a "reducir la velocidad y el foco." Se metió en todo, y su familia fue a medidas extremas para limitar su acceso a cualquier cosa que pudiera tener problemas con, no sólo encerrar a pistolas y cuchillos, sino también bloquear el cobertizo donde las herramientas eléctricas, la escalera, la cortadora de césped, y otros artículos fueron almacenados. El año pasado, Bryan vio un vecino mediante un cortasetos eléctrico.Cuando el vecino entró en la casa por un momento, Bryan cogió el condensador de ajuste y puesta en buscar una solución en los árboles. Él recibió severos recortes en el antebrazo y la pierna y tuvo que ser trasladado al hospital, donde recibió más de un centenar de puntos de sutura. Los niños de la clase de Bryan estaban extremadamente frustrados con él también, y fue constantemente objeto de burlas y se burlaban de. Después del incidente cortasetos, sus compañeros de clase se burlaban de él sin descanso, llamándole nombres y corriendo detrás de él y hacer ruidos como el recortador. Bryan respondió a estos ataques por arremeter contra sus compañeros de clase, tanto verbal como físicamente. Pasó mucho tiempo en la oficina del director, oficina del consejero, y la detención. Le dijo a su consejero de la escuela que le gustaría poder hacer amigos, y en un raro momento de la auto-reflexión, que se hizo muy llorosa y agitada y dijo que él creía que nunca volvería a tener un amigo o ser amado por nadie, ni siquiera a su madre Lamentaba haber nacido. Dos días más tarde, el cuerpo de Bryan fue encontrado por su hermana con una herida de bala en la cabeza. Había cogido la cerradura de armario de las armas de su padre, encontró una pistola y se pegó un tiro. Sus padres creen que estaba siendo su curiosidad natural de auto-que forzó la cerradura porque estaba aburrido, y cuando encontró el arma, no pudo resistirse a jugar con él. Su consejero de la escuela cree que el acto de Bryan fue intencional, pero que era incapaz de comprender el carácter definitivo de suicidio. Por lo tanto, la escuela ha evitado utilizar el término de suicidio, ya que implica que

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Bryan intención de quitarse la vida y entiende la finalidad de la decisión. Es imposible saber si Bryan se mató intencionadamente o si entendía el carácter definitivo de la decisión. En casos como éste, la muerte suele estar gobernado accidental. Las entrevistas realizadas a los médicos forenses encontraron que a menudo son renuentes a descartar la mortalidad infantil como un suicidio, incluso en casos de lesiones autoinfligidas con locura, porque hay una creencia general de que los niños no entienden plenamente las consecuencias de sus acciones y por lo tanto son incapaces de cometer suicidio (Mishara, 1999). El fallo del juez de instrucción de la muerte de Bryan como accidental es consistente con esta creencia.

Consideraciones del Desarrollo de la Niñez Riesgo de Suicidio

Como se observó en el caso de Bryan, uno de los aspectos más sobresalientes de la comprensión del riesgo de

suicidio en los niños es la determinación de si los niños tienen una comprensión de la permanencia en el suicidio y la

muerte. Esta pregunta fue planteada inicialmente hacia el final de la Segunda Guerra Mundial por los investigadores

que entrevistaron a los niños acerca de lo que ellos pensaban que sucede cuando una persona muere. Dos

investigadores (Anthony, 1940; Nagy, 1948) desarrollaron una serie de etapas por las que los niños progresan en su

adquisición de una comprensión madura de la muerte. Los niños con sistemas de creencias inmaduros no creían que

la muerte es permanente, inevitable o universal. Estos primeros investigadores trataron de definir las etapas que se

han solucionado con la edad cronológica, con muy poco éxito. investigación durante la década de 1970 encontró que

las creencias sobre la muerte no estaban necesariamente relacionados con la edad cronológica. Tanto Koocher

(1973) y Melear (1973) encontraron que el desarrollo cognitivo, en lugar de la edad cronológica, conceptualizaciones

de la muerte determina. Otra investigación encontró que la exposición a la muerte aumentó la probabilidad de

entendimientos maduros del concepto. Raimbault (1975) encontró que los niños con enfermedades terminales habían

comprensiones de la muerte avanzado, incluso a edades muy tempranas.

Más recientemente, Normand y Mishara (1992) trataron de entender lo que los niños saben acerca de la muerte y

cuando ellos lo saben. Ellos encontraron que el 87% de los niños en edad escolar de primaria entiende el concepto

de la universalidad de la muerte, y el 90% entienden la finalidad. En su estudio, todos los niños tenían un concepto

maduro de la muerte a la edad de 10 años. Cuando se le preguntó sobre el suicidio, sólo el 10% de los alumnos de

primer grado sabía lo que significaba la palabra suicidio, pero cuando se entrevistó a estudiantes de quinto grado, el

95% tienen una comprensión de la palabra. En 1999, Mishara extendió el estudio original. Él encontró que los

estudiantes de primer grado tenían conceptos relativamente inmaduras de la muerte, aunque la mayoría entiende la

permanencia de la muerte.Los estudiantes de quinto grado tuvieron una comprensión muy madura de la

muerte. Hubo una fuerte evidencia de que a medida que los niños maduran, crecieron en su comprensión de la

muerte.Llegaron a la conclusión de que la mayoría de los niños de este y los 1.992 estudios (Normand y Mjshara)

entiende la permanencia y la finalidad de la muerte, incluso a edades muy tempranas.Además, Mishara (1999)

encontró que el 100% de los niños de segundo grado y superior entiende el concepto de suicidio o de "quitarse la

vida", incluyendo la permanencia del acto. Por lo tanto, podría ser inapropiado para argumentar que las conductas

autolesivas en los niños no deben ser llamados suicidios o intentos de suicidio a causa de sus sistemas de creencias

inmaduros.Parece que la mayoría de los niños mayores de la edad de 7 u 8 años, al menos los de los estudios

revisados aquí, entienden que las conductas autolesivas pueden llevar a la muerte permanente.Sin embargo, cabe

señalar que en un estudio realizado en 1994, suicida hospitalizado niños de 8 a 10 eran menos propensos a

comprender la finalidad de la muerte que fueron los de la misma edad no suicidas (Carlson, Asarnow, y Orbach,

1994). Por lo tanto, parece que las conceptualizaciones inmaduras de la muerte puede ser un factor de riesgo para el

suicidio infantil.