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E ste artículo presenta cinco ejes analí- ticos para comprender la Amazonia actual. El primero es regional: a pe- sar de que la región es simplificada, en nu- merosas ocasiones, como un gigantesco bioma indiferenciado, ha vivido un proceso de desdoblamiento económico y social en las últimas décadas, generando nuevas sub- regiones que requieren análisis específicos, con implicaciones diversas desde un punto de vista ambiental. El segundo es histórico y se refiere a la persistencia de la colonialidad: propongo dos elementos que caracterizan ese pasado que se prolonga hasta el presen- te –excentricidad y asincronía–. El tercero, es socio-político, bajo el cual propongo que la visión hegemónica sobre el conflicto ar- mado colombiano tiene mucho que ver con la Amazonia, en la medida en que se fundó en un imaginario literario inspirado en las épocas de caucherías e inmortalizada por José Eustasio Rivera como ‘Violencia’, con mayúsculas. El cuarto es el eje de la mun- RESUMEN El valor de la Amazonia colombiana en la era de la globalización es un eje conflictivo en la relación de los habitantes de la región (indígenas y no indíge- nas) con las autoridades nacionales. La definición de sus potencialidades terri- toriales está todavía ligada a visiones prejuiciosas sobre la selva (peligrosa e indomable) y quienes viven en ella. El debate –como subraya este documen- to– va más allá de lo ecológico, implicando lo económico, social, cultural y político, como condicionantes del desarrollo y la conservación. dialización, con la inflexión actual del terro- rismo como determinante clave para la com- prensión de la Amazonia en el presente. Por último, propongo el eje ‘ecopolítico’ dentro de lo cual examino la ‘gobernanza’ mundial y el ordenamiento territorial en un contexto del desarrollo de parques y resguardos como una estrategia de apropiación del territorio amazónico, a la luz de los servicios ambien- tales y el manejo de la biodiversidad que, lejos de obedecer a fuerzas puramente na- cionales, se enmarcan en un juego de acto- res transnacionales. Desde un punto de vista espacio-temporal, la Amazonia tiene un lugar curioso, aunque secundario, en la conformación de la nación y del país. Después de haber sido abando- nada desde fines del siglo XIX a caucheros, misioneros, corregidores y cónsules, (Zárate, 2008) el Estado debió rescatar su salida al CINCO EJES ANALÍTICOS PARA COMPRENDER LA AMAZONIA ACTUAL CINCO EJES ANALÍTICOS PARA COMPRENDER LA AMAZONIA ACTUAL BOGOTÁ, COLOMBIA DICIEMBRE DE 2007 Facultad de Administración * Este documento se publica gracias al apoyo financiero de la Embajada de los Países Bajos. GERMÁN A. PALACIO CASTAÑEDA Cooperación Alemana al Desarrollo

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Este artículo presenta cinco ejes analí-

ticos para comprender la Amazonia

actual. El primero es regional: a pe-

sar de que la región es simplificada, en nu-

merosas ocasiones, como un gigantesco

bioma indiferenciado, ha vivido un proceso

de desdoblamiento económico y social en

las últimas décadas, generando nuevas sub-

regiones que requieren análisis específicos,

con implicaciones diversas desde un punto

de vista ambiental. El segundo es histórico y

se refiere a la persistencia de la colonialidad:

propongo dos elementos que caracterizan

ese pasado que se prolonga hasta el presen-

te –excentricidad y asincronía–. El tercero,

es socio-político, bajo el cual propongo que

la visión hegemónica sobre el conflicto ar-

mado colombiano tiene mucho que ver con

la Amazonia, en la medida en que se fundó

en un imaginario literario inspirado en las

épocas de caucherías e inmortalizada por

José Eustasio Rivera como ‘Violencia’, con

mayúsculas. El cuarto es el eje de la mun-

RESUMEN

El valor de la Amazonia colombiana en la era de la globalización es un eje

conflictivo en la relación de los habitantes de la región (indígenas y no indíge-

nas) con las autoridades nacionales. La definición de sus potencialidades terri-

toriales está todavía ligada a visiones prejuiciosas sobre la selva (peligrosa e

indomable) y quienes viven en ella. El debate –como subraya este documen-

to– va más allá de lo ecológico, implicando lo económico, social, cultural y

político, como condicionantes del desarrollo y la conservación.

dialización, con la inflexión actual del terro-

rismo como determinante clave para la com-

prensión de la Amazonia en el presente. Por

último, propongo el eje ‘ecopolítico’ dentro

de lo cual examino la ‘gobernanza’ mundial

y el ordenamiento territorial en un contexto

del desarrollo de parques y resguardos como

una estrategia de apropiación del territorio

amazónico, a la luz de los servicios ambien-

tales y el manejo de la biodiversidad que,

lejos de obedecer a fuerzas puramente na-

cionales, se enmarcan en un juego de acto-

res transnacionales.

Desde un punto de vista espacio-temporal,

la Amazonia tiene un lugar curioso, aunque

secundario, en la conformación de la nación

y del país. Después de haber sido abando-

nada desde fines del siglo XIX a caucheros,

misioneros, corregidores y cónsules, (Zárate,

2008) el Estado debió rescatar su salida al

CINCO EJES ANALÍTICOS PARACOMPRENDER LA AMAZONIA ACTUAL

CINCO EJES ANALÍTICOS PARACOMPRENDER LA AMAZONIA ACTUAL

BOGOTÁ, COLOMBIA

DICIEMBRE DE 2007

Facultad

de Administración

* Este documento se publica gracias al apoyo

financiero de la Embajada de los Países Bajos.

GERMÁN A. PALACIO CASTAÑEDA

Cooperación Alemanaal Desarrollo

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FORO NACIONAL AMBIENTAL

río-mar en la segunda, tercera y cuarta dé-cada del siglo XX. El conato de guerra conPerú no sólo permitió lograr esta cabeza deplaya en el Amazonas, a cambio de ceder enamplias aspiraciones territoriales que, de otraforma, serían exclusivamente peruanas ybrasileñas, sino reforzar la colombianidad tande capa caída por la pérdida de Panamá acomienzos del siglo XX. Un distinguido bo-yacense, Demetrio Salamanca, habría pos-tulado, durante la segunda década del sigloXX, la idea de que estaría en juego unamacroregión que debemos llamar hoy en díala Panamazonia. La idea espacial de que laregión sur del país es parte de una regióncompartida por varias naciones me da pie

para iniciar esta reflexión, pri-mero con el eje espacial, parapasar luego al eje temporal. (Pa-lacio, 2006).

1. EJE REGIONAL:

DIFERENCIACIÓN Y

COMPLEJIDAD1

Nuestra ignorancia sobre unaregión que abarca casi el 34 porciento del territorio del país es tangrande que se hace necesariocontextualizar. En materia de des-conocimiento, la Amazonia paralos colombianos es, guardadas lasdiferencias, África subsahariana,una especie de agujero negro.Ese vacío tiende a ser llenado poruna indiferenciada masa boscosa,supuestamente virgen, y unas tri-bus indígenas, más idealizadasentre más se parezcan a los caza-dores-recolectores. Desde el pun-

to de vista académico esa dualidad tendió aser llenada, de un lado, por biólogos; del otro,por antropólogos.

La Amazonia colombiana se ha venido con-figurando con enlaces particulares y diver-sos en las últimas décadas, lo que vagenerando una complejidad y diferenciaciónregional en modalidades renovadas. La re-gión del Caquetá –como se le llamaba a laregión amazónica-, que hasta comienzos delsiglo XX podría ser fundamentalmente des-crita en términos de etnias, empezó a serocupada por colonos provenientes de varios

departamentos, pero predominantementede Huila y Tolima, para la formación del ac-tual departamento de Caquetá, y de colo-nos de Nariño, para el actual departamentode Putumayo.

Además, ese piedemonte amazónico tieneunas características específicas que lo diferen-cian de la llanura. En el caso del Caquetá,debido a la colonización campesina, poco apoco se volvió una región parcialmentedeforestada para la producción campesinay, en buena medida, ganadera. En el casodel Putumayo, la navegabilidad de su río loconvirtió en un territorio con potencialida-des comerciales con países vecinos. Desde1960, primero el petróleo y luego la coca, apesar de los conflictos asociados a ambos re-cursos, le dieron un impulso económico in-sospechado. La carretera pavimentadapuesta al servicio recientemente, que conec-ta en pocas horas a Neiva con Florencia yMocoa, ha permitido la inclusión de estasubregión en proyectos económicos y políti-cos regionales asociados a los departamen-tos andinos del sur del país. El proyectoIniciativa para la Integración Regional Sura-mericana (IIRSA), que busca conectar el At-lántico con el Pacífico y unir el interiorsuramericano con sus litorales, tiene en la rutaBelem do Pará-Tumaco uno de sus ejes, uti-lizando la hidrovía Amazonas-Putumayopara conectar con las carreteras de Putuma-yo y Nariño. Una parte del Caquetá y el Pu-tumayo está, bien que mal, atada a lasvisiones convencionales de desarrollo y fu-turo del resto del país.

Las vías de comunicación jalonan la organiza-ción de los territorios, los cuales no dependensolamente de una configuración geográficao ecosistémica. Al Guaviare, departamentode transición entre la Orinoquia y la Amazo-nia, llegaron los cultivos de coca con fuerzainusitada. Su capital, San José, está unida ala carretera pavimentada que la comunicacon Villavicencio, una urbe mediana en ex-pansión, la capital de los Llanos Orientales,a dos horas de Bogotá. Siendo una regiónde transición, en la parte de mayor predo-minio de suelos y ecosistemas orinocenses,eventualmente, a los gobiernos se les po-dría ocurrir que es una región para agro-combustibles.

Nuestra ignoranciasobre una región queabarca casi el 34 por

ciento del territorio delpaís es tan grande que se

hace necesariocontextualizar. En

materia dedesconocimiento, la

Amazonia para loscolombianos es,

guardadas lasdiferencias, Áfricasubsahariana, una

especie de agujeronegro.

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CINCO EJES ANALÍTICOS

PARA COMPRENDER

LA AMAZONIA ACTUAL

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El Guaviare, en estas condiciones, y a pesarde ser renombrada como la región de losnómadas en transición, los Nukak-Makú, esuna región amazónica que tiene un porcen-taje relativamente bajo de población indíge-na, no más del 10 por ciento y que, poco apoco, se ha puesto a gravitar en torno al de-partamento llanero del Meta. Sin desconocersu importancia, la presencia indígena esreinventada de modo que los nukak sonidealizados e, inclusive, incorporados en lossímbolos oficiales del departamento, mien-tras que los guayaberos son mal vistos ymaltratados como pordioseros.

Entre un desarrollo ‘a la llanera’, una eco-nomía ilegal y unos indígenas con variadoprestigio social se estremece el devenir con-temporáneo del departamento. En este es-cenario, el contraste con Vaupés, Guainía yel norte del departamento de Amazonas esinconfundible.

En efecto, en estos departamentos los indí-genas son mayorías absolutas, y conservanbuena parte de las expresiones culturalespropias más notables. A estas poblaciones seles deben reconocer sus derechos territoria-les, no sólo por razones de justicia sino tam-bién porque representan la esperanza deconservar para el país y el mundo un cono-cimiento sofisticado del bosque. El procesode ordenamiento territorial, a través de laconstitución de las Entidades Territoriales In-dígenas (ETI), tiene una importancia estra-tégica para la autonomía y fortalecimientode esos pueblos indígenas.

Los efectos globales del cambio climáticopodrían generar nuevos acuerdos entre losagentes estatales y transnacionales de laconservación con los pueblos indígenas, enla medida en que reconviertan los resguar-dos en áreas de protección especial. Porsupuesto que estas alianzas pueden ser frá-giles, pero no se puede desdeñar esta po-sibilidad. La reivindicación indígena podríaser empalmada con las eventuales venta-jas derivadas de una cierta concepciónambiental.

A diferencia del norte del departamento delAmazonas, el Trapecio Amazónico es otrocuento. Allí Leticia ocupa una posicióngeoestratégica para Colombia en una fron-

tera triple con Brasil y Perú. Esta capital que-da bastante desconectada del resto del te-rritorio departamental marcado por los ríosPutumayo, Caquetá y Apaporis. En ciertosentido, por tener aeropuerto y recibir avio-nes comerciales, parece un barrio lejano deBogotá, lo cual la hace, con sus cuarentamil habitantes, más cosmopolita que mu-chas ciudades de Colombia. Ante el malestado de la avioneta de la gobernación, aveces sólo es posible comunicarse en el de-partamento por medio de los vuelos de apo-yo de las Fuerzas Armadas, o contratar viajescon una empresa comercial brasileña, quedeja a los pasajeros en la frontera para quepuedan después internase porlos ríos.

No obstante su comercio trina-cional y su relación a través deBogotá con otras regiones delpaís, Leticia y Puerto Nariño sonlos dos únicos municipios deldepartamento más grande deColombia. Sus resguardos son,fundamentalmente, multiétni-cos, aunque haya predominiodemográfico ticuna. El paradig-ma de comunidades indígenasculturalmente homogéneas yde culturas ancestrales establesestá muy lejos de la realidad.Se trata de pueblos que hansobrevivido conviviendo en si-glos de contacto con socieda-des comerciales y, no en pocasocasiones, violentas. Su senti-do de convivencia abierta esadmirable y, de hecho, sus res-guardos son multiétnicos, porregla general, y sería envidia-ble para cualquier democraciaactual. A pesar de las circuns-tancias de aislamiento relativocon respecto al centro del país, Leticia y los116 kilómetros colombianos sobre el ríoAmazonas tienen potenciales hoy marcadospor el turismo eco-etno-académico.

El Parque Nacional Natural Amacayacu cons-tituye un lugar de especial interés ecológicoy turístico. El gobierno actual ha encontradola forma de comercializar la zona de aloja-mientos del parque dentro de una de las

Los efectos globales

del cambio climático

podrían generar

nuevos acuerdos entre los

agentes estatales y

transnacionales de la

conservación con los

pueblos indígenas, en la

medida en que

reconviertan los

resguardos en áreas de

protección especial. Por

supuesto que estas alianzas

pueden ser frágiles, pero

no se puede desdeñar esta

posibilidad. La

reivindicación indígena

podría ser empalmada con

las eventuales ventajas

derivadas de una cierta

concepción ambiental.

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FORO NACIONAL AMBIENTAL

tendencias generales de las políticas ambien-tales que apuntan a derribar las barreras ala comercialización de la naturaleza. (Cua-drado, 2007; Palacio, 2005). Los escasos re-cursos que transfiere el Estado centralestaban conduciendo al completo deterio-ro de la infraestructura y, desde ese puntode vista, la privatización se presenta comoun éxito, particularmente cuando incluye aturistas relativamente acomodados, clasemedia alta hacia arriba, pero tiende a ex-cluir a los habitantes de la región sin recur-sos. El presente implica hacer una reflexión

de fondo sobre el camino queestán tomando las políticas am-bientales de un, por ahora,exitoso gobierno, que privilegiala seguridad y el comando em-presarial en las zonas urbanasdirectamente conectadas almercado mundial y al desarro-llo ganadero en las zonas rura-les.

Por último, los corregimientosdepartamentales viven en unlimbo jurídico después de laConstitución de 1991 y de fa-llos del Consejo de Estado, demodo que su población mesti-za ha quedado sin maneras deexpresarse políticamente a nivellocal y su derecho a la partici-pación está conculcado.

Los departamentos amazónicosdel piedemonte no son lo mis-

mo que aquellos influenciados por los LlanosOrientales; ni es lo mismo la Amazonia, diga-mos, ‘profunda’ del Vaupés, el Guainía y elnorte del departamento de Amazonas, que laregión del Trapecio Amazónico. Tienen todasestas subregiones un desafío concreto a afron-tar: lograr en un futuro integrarse, recono-cerse y comunicarse entre sí, y no sólo conun centro alejado y distante de ellas. Cons-truir relaciones directas entre distintas partesde la Amazonia es casi tan difícil como cons-truir relaciones Sur-Sur. Varios de estos asun-tos que afectan las opciones de sus futurosposibles y deseables pueden ser mejordimensionados a través de un corto recorri-do sobre su historia.

2. EJE HISTÓRICO: ELEMENTOS PARA

RADICALIZAR LA CONCIENCIA

DESCOLONIZADORA2

Una evaluación sobre las políticas y las opcio-nes de la Amazonia no debe dejar de repararen su historia. En el caso de la Amazonia co-lombiana, desde la época republicana, pue-de ser descrita a través de dos característicasque la hacen distinta a buena parte del país:excentricidad y asincronía. Brevemente, ex-centricidad, ya que la historia de Colombiatuvo como centro a la región andina y, enmenor medida, a la Costa Caribe, conectán-dose por medio del río Magdalena. Sin ru-bor alguno, la Amazonia no es reportadaen esa historia de Colombia sino hasta avan-zado el siglo XX, cuando dos acontecimien-tos llamaron la atención de los colombianosdesde su tercera década: el primero, litera-rio –La Vorágine de José Eustasio Rivera– yel segundo, geopólitico –el conflicto con elPerú–.

Es también asincronía, ya que mientras quela Independencia ocurrió en el país despuésde la Conquista y la Colonia, en el caso de laAmazonia, la conquista y colonia ocurrierondespués de la independencia del país3. Na-turalmente, todas estas afirmaciones debenser contextualizadas. Visto desde el lado lu-sitano, se puede afirmar que, en la épocacolonial, hubo una conexión más o menosfuerte al mercado mundial, sobre todo enel Gran Pará, por productos del bosque yespecias. En contraste, la Amazonia espa-ñola se mantuvo distante del proceso de en-cadenamiento a la metrópolis por variosfactores. Primero, los españoles descuida-ron su frontera ocupados en la defensa delCaribe, el norte de México y la frontera en-tre Brasil y los territorios del norte del ríode La Plata; segundo, no encontraron pro-ductos especialmente rentables para hacerel esfuerzo de treparlos hacia sus centrosmás poblados y luego exportarlos; y terce-ro, los obstáculos geográficos fueron formi-dables y no contaron con la autopista fluvialque es el río Amazonas, controlado por losportugueses.

Por ello la Amazonia hispanoamericana, alo más, fue enlazada a Europa por misio-neros. No se trata de disminuir la impor-

Sin rubor alguno, laAmazonia no es reportada

en esa historia deColombia sino hastaavanzado el siglo XX,

cuando dosacontecimientos llamaron

la atención de loscolombianos desde su

tercera década: elprimero, literario –La

Vorágine de José EustasioRivera– y el segundo,

geopólitico–el conflicto con el Perú–.

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CINCO EJES ANALÍTICOS

PARA COMPRENDER

LA AMAZONIA ACTUAL

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tancia de este proceso de incrustación reli-giosa entre los selváticos y ribereños, perosí de subrayar que, al menos en el caso co-lombiano, ya en 1795 las misiones habíanfracasado y habían sido abandonadas, loque con las guerras de Independencia ge-neró un aislamiento institucional sólofrágilmente recompuesto a fines del siglo XIXo comienzos del siglo XX (Domínguez y Gó-mez, 1994).

Al igual que el resto del país, la Amazonia noescapó a la llamada ‘fiebre de tierra caliente’desatada desde mediados del siglo XIX, cuan-do la globalización del mercado libre era pro-movida bajo el predominio inglés sobre elescenario mundial (Palacio, 2006). Desde1865, las potencias europeas y los EstadosUnidos de América habían logrado que Bra-sil aceptara la libre navegación por el Ama-zonas, como río de aguas internacionales. Lateoría de las ventajas comparativas que pro-movía la exportación de productos de lospaíses tropicales tocó la Amazonia, bajo unalógica extractiva, sin valor agregado. La qui-na, primero, y luego el caucho, figuraronen los primeros lugares de los productos conmayor rentabilidad. (Gómez y Domínguez,1990; Zárate, 2002) La quina fue clave parala aventura expansionista europea en Áfri-ca, como medicamento para combatir lamalaria, e hizo parte de la faceta coloniza-dora y militar de su expansión territorial. Elcaucho, en cambio, estuvo asociado al de-sarrollo industrial y de comunicaciones deEuropa occidental y los Estados Unidos. Laglobalización del mercado libre y el capita-lismo salvaje tocó a la Amazonia colombia-na exportando ambos productos, peroambos sufrieron los vaivenes de los ciclos debonanza y depresión de la mayoría de losproductos tropicales.

El caucho, en particular, dejó de ser enlaza-do por la economía nacional, primero por ladesconexión regional generada por la Gue-rra de los Mil Días, y luego porque los em-presarios colombianos, de los cuales el máscélebre fue el presidente Rafael Reyes, ce-dieron, a las buenas o a las malas, sus aspi-raciones ante el magnate peruano Julio CésarArana a comienzos del siglo XX. Desde en-tonces, la conquista de la región, posterior ala independencia del país, cobró momen-

tum, liderada por un exitoso y sanguinarioempresario peruano.

El desinterés de las elites colombianas por laregión del Caquetá, que era como se cono-cía en la época, no podía durar mucho des-pués de la dolorosa experiencia de la secesiónde Panamá. El Partido Conservador recupe-ró a la Iglesia como aliada del Estado, y lasmisiones capuchinas y consolatas debieronentonces cumplir las funciones que el raquí-tico y desvertebrado Estado no podía ejecu-tar. Fue así como se asentaron en tierrasfronterizas del alto Putumayo, en Sibundoyy también en Florencia. En cambio, el acce-so al río Amazonas no estaba garantizado, yel Estado colombiano debió concentrar susenergías diplomáticas para no perderlo parasiempre.

En tortuosas negociaciones conBrasil, Ecuador y Perú, Colom-bia logró definir sus fronterasprecariamente en la década de1920. No obstante, sólo despuésde la refriega con tropas perua-nas motivada en el asalto de losloretanos a la población deLeticia, en 1933, Colombia re-cuperó definitivamente el Tra-pecio Amazónico y la erigió encapital de la región. Una, hastaentonces, pintoresca aldea pe-ruana fundada en 1867, cuyonombre deriva de la novia deun militar peruano enamoradode la hija de un comandanteamericano que pasó por la re-gión.

Las fuerzas globalizadoras des-empeñaron un papel importan-te durante este período de una forma quizá,más trascendental, que el Estado nacional.Con las bonanzas de la quina y, sobre todo,del caucho, las conexiones ‘externas’ fueronmás significativas que las fuerzas que inten-taban integrar la región amazónica al país.Pero cuando Colombia recuperó el Trape-cio Amazónico en la década de 1930, el paísse estaba concentrando en la fase de indus-trialización por sustitución de importaciones,tratando de fortalecer el mercado interno, loque, con el tiempo, condujo a la integración

Las fuerzas

globalizadoras

desempeñaron un

papel importante durante

este período de una forma

quizá, más trascendental,

que el Estado nacional.

Con las bonanzas de la

quina y, sobre todo, del

caucho, las conexiones

‘externas’ fueron más

significativas que las

fuerzas que intentaban

integrar la región

amazónica al país.

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FORO NACIONAL AMBIENTAL

del triángulo andino central —Bogotá,Medellín y Cali— con la costa Caribe, Ba-rranquilla principalmente. Después de algúnentusiasmo patriótico, la Amazonia colom-biana quedó abandonada a su suerte, enparches, mientras algunas instituciones, talescomo la prisión de Araracuara, jugaron unpapel importante en una región remota parala población y el Estado central. Otra institu-ción que no puede ser desconocida u olvi-dada son las prefecturas religiosas católicas,a las que se les otorgó la facultad de admi-nistrar buena parte de estas regiones con lamisión de civilizar a la población a través delviejo método de la educación en internados.

A pesar de que la Amazonia como tal no eramuy atractiva para los colombianos noamazónicos, el conflicto colombo-peruano

abrió las puertas para que unaparte de la población andina detierra caliente llegara a la cuen-ca descendiendo por elpiedemonte; en algunos casos,campesinos sin tierra patrocina-dos por el Estado, en otros, hu-yendo de las fuerzas socialespredominantes, retrógradas yviolentas. La así llamada ‘Violen-cia’, esa forma colombiana dellamar los conflictos sociales ar-mados, atrajo la atención sobrela región y una cantidad impor-tante de población emigró a lacomisaría del Caquetá.

Esta metáfora que describe loscambios sociales se la debemosa Rivera, quien hizo famosa alcomienzo de su novela la sen-tencia: «Jugué mi corazón al azary me lo ganó la Violencia». Lue-go, los recursos petroleros delPutumayo influyeron para quelos colombianos volvieran nue-vamente a prestar atención a la

región, aunque en un estilo de enclave colo-nial que, por regla general, no ha sido supe-rado, a pesar del empuje descentralizador defines de la década de 1980. No sería apropia-do llamarla, como en el caso de las coloniaseuropeas, de ‘ultramar’, sino, para ajustarla anuestra realidad, sería más apropiado llamar-las de ‘ultramonte’.

El espectáculo mediático de fines de 2007 ycomienzos del 2008 sobreimpuesto a la cri-sis de los secuestrados y rehenes (dependien-do del caso), refuerza permanentemente lacentralidad de la Amazonia y de la selva enel imaginario colombiano como guarida deterroristas, infierno verde y cárcel de las va-rias centenas de compatriotas retenidos encontra de su voluntad. Esto nos coloca ad-portas de la dimensión socio-política.

3. EJE SOCIO-POLÍTICO

La Amazonia es una región compleja quedebe ser reconocida en cualquier proceso deordenamiento territorial. Está marcada poruna historia de globalización. Está vaciada deNación o, como diría una analista: es el «re-vés de la Nación» (Serje, 2005). Ha sido ex-céntrica para todos los países que compartenla cuenca amazónica, pero geográficamentees el corazón de Suramérica. El TrapecioAmazónico, por ejemplo, debe asumirseconcientemente como una sociedadtransfronteriza, ya que sus habitantes tienenmás de una nacionalidad, o sus ancestros pro-vienen de alguno de los otros tres países(Zárate, 2008). El sentido de límites y separa-ción propio de la noción de frontera debe sersuperado, no sólo a través de procesos deci-didos de integración sino también de elimina-ción de las marcas del choque entre civilizacióny barbarie con que se nutrieron las historiasde buena parte de América desde los EstadosUnidos y Canadá hasta Argentina.

Debería ser una región de integración sura-mericana. En vez de considerarse como ungigantesco bioma indiferenciado, debe ser vis-ta como una región en un acelerado procesode recomposición regional. Puede jugar unpapel clave en la era post-Uribe, cuando loscolombianos le concedan nuevamente la im-portancia que merece Suramérica.

El futuro no debe tomar en cuenta solamenteesa complejidad llena de opciones, sino, a lavez, algunas amenazas. A diferencia de, porejemplo, Brasil, no cuenta con unas fuerzasde desarrollo con sus macroproyectos, gran-des cultivos que avanzan desde su fronterahacia el centro del bosque, ni megaciudadescomo Manaos, ni carreteras transamazónicas,por lo cual las fuerzas del desarrollo no hanpenetrado masivamente.

A pesar de que laAmazonia como tal no era

muy atractiva para loscolombianos no

amazónicos, el conflictocolombo-peruano abrió

las puertas para que unaparte de la población

andina de tierra calientellegara a la cuenca

descendiendo por elpiedemonte; en algunos

casos, campesinos sin

tierra patrocinados por el

Estado, en otros, huyendode las fuerzas sociales

predominantes,

retrógradas y violentas.

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CINCO EJES ANALÍTICOS

PARA COMPRENDER

LA AMAZONIA ACTUAL

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Los cambios notables del piedemonte ama-zónico colombiano han sido producto tantodel cambio social no programado como deplanes estatales erráticos, inconsistentes y sinestrategia ni política global. Ese paisaje delpiedemonte no ha cambiado sensiblementepor culpa del desarrollo sino por deforma-ción del mismo y por el conflicto socio-po-lítico. No obstante, la subida de los preciosdel petróleo y la irrupción de la alternativade los biocombustibles, junto con la expan-sión del cultivo de transgénicos (soya, maízy otros) a gran escala, son alicientes parauna deforestación que está generando enla Amazonia brasileña, Acre y Rondonia, yen la Amazonia boliviana, grandes quemasde impacto transnacional cuyos efectos yase perciben en Leticia-Tabatinga en épocasde verano, forzando a cerrar los aeropuer-tos.

Este renovado empuje desarrollista, media-namente contenido durante los años noven-ta, revive otra visión sobre la Amazoniagenerada por los estragos del desarrollismosobre los suelos amazónicos: el desierto rojo.Por ello se acentúa el peligro de que aquellosque siguen alucinados por el desarrollo, lasganancias y el enriquecimiento privado, des-precien las consideraciones culturales, socia-les y ambientales necesarias para que laspoblaciones amazónicas tengan las oportuni-dades de los demás colombianos sin dejar deser lo que han llegado a ser. La declaratoriade inconstitucionalidad de la Ley Forestal de2006, a través de la figura jurídica de ‘vueloforestal’, con sus aspiraciones a quebrar loslímites que imponen los resguardos a la ex-plotación de los bosques, deja al descubier-to la agenda de algunos grupos de interésincrustados en el Ministerio de Agricultura.

Dicho lo anterior, hay que reconocer que enla Amazonia también habita una proporciónimportante de población que ha llegado a estaregión y que ha contribuido hacerla lo quees. No hay que dejar de reconocer los dere-chos de poblaciones de origen campesino quehan expandido la frontera agropecuaria sinque, al mismo tiempo, se contribuya a redirigirestos cambios del paisaje con criterios desostenibilidad social y ambiental. Estos gru-pos sociales son parte de la Amazonia y, conel debido respeto, hay que contar con ellos.

Sin una redefinición y re-educación sobre losimpactos de la ganadería y, eventualmente,la agricultura, el futuro será problemático ymás conflictivo de lo que es. Esto es espe-cialmente cierto si los colombianos no ha-cemos lo suficiente para distinguir entreproducción de coca para el consumo de laspoblaciones locales y cocaína para los mer-cados urbanos. Si no somos lo suficiente-mente inteligentes para proteger y promoverderivados benéficos de la coca. Tampococambiará sin ayudar a cambiar la nefastapolítica prohibicionista contra lasdrogas ilegales, que ha sido es-pecialmente exitosa en generarviolencia y fortalecer los apara-tos armados oficiales, para-esta-tales y guerrilleros.

La región es compleja y hete-rogénea y ha llegado a generarimportantes procesos de urba-nización. Si sólo vemos la Ama-zonia como la selva virgen,ponemos en peligro la existen-cia de buena parte de esa selva.Florencia, Mocoa, Puerto Asís,San José del Guaviare, Leticia-Tabatinga y la conurbación dela orilla del Amazonas, requie-ren de una atención como lu-gares de acomodamiento deuna población en expansión.También como una fuerza queempieza a determinar el futurode su hintherland, de su selva yde sus bosquesinos. Sin una vi-sión urbano-ambiental quepiense ciudades que hacen par-te del bosque húmedo, que tienen caracte-rísticas diferentes a las ciudades que vivenentre montañas, es difícil ser optimista sobreel futuro de la Amazonia.

Los procesos de fortalecimiento de la auto-nomía indígena pasan por aspectos político-administrativos de constitución de las EntidadesTerritoriales Indígenas. Ya hay ejemplos va-rios que muestran que esta senda puede serexitosa. Ello implica comprender a estos pue-blos de manera no esencialista, es decir, pue-blos en cambio, y no como identidadesétnicas estáticas. Es necesario hacer una revi-sión de las políticas y fallos de la Corte Cons-

La región es compleja

y heterogénea y ha

llegado a generar

importantes procesos

de urbanización. Si sólo

vemos la Amazonia como

la selva virgen, ponemos

en peligro la existencia

de buena parte de esa

selva. Florencia, Mocoa,

Puerto Asís, San José

del Guaviare, Leticia-

Tabatinga y la

conurbación de la orilla

del Amazonas, requieren

de una atención como

lugares de

acomodamiento de una

población en expansión.

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FORO NACIONAL AMBIENTAL

titucional, de otras instancias judiciales y deasesores provenientes de ONG que están ju-gando en el corto plazo con herramientas le-gales maniqueas, y que interpretaron laConstitución en materia de diversidad étnicacomo si los indígenas no cambiaran, vacián-dolos de historia. El así llamado ordenamientoterritorial debe revisar con especial atenciónel papel de las reservas campesinas, resguar-dos y Entidades Territoriales Indígenas, asícomo atender a las ‘urbes de selva’, y re-flexionar sobre las áreas de conservación en

cuyo espacio, la gente que allíhabita, sea vista no sólo comoproblema sino como solución.

Campesinos, urbanitas e indí-genas deben reapropiarse de sufuturo y el Estado colombianodebe incrementar sustancial-mente sus inversiones en edu-cación; es decir, que la inversiónen capital social de la región seauno de los caminos más impor-tantes para promover cambios,en el largo plazo, que apuntena construir un futuro post-colo-nial. Esto es válido para la co-operación internacional. Losdatos en este aspecto son dra-máticos: pésimos resultados delos estudiantes en las pruebas delIcfes. No es menos grave la for-mación universitaria. Siendo laAmazonia un 34 por ciento delterritorio nacional, cuenta conuna sola universidad, en Floren-cia, dedicada a la formación ycon poco desarrollo en investi-gación. La otra universidad degran potencial, la UniversidadNacional de Colombia, en Leti-cia, cuyas directivas no logan li-berarse de los lazos colonialistas,

mucho más preocupados por estacionescientíficas en función de los investigadoresdel centro andino y de extranjeros, y por lapublicación de los artículos de sus investiga-dores en revistas indexadas de países de ha-bla inglesa, que en la formación del recursohumano de la región. Y, todo esto, a pesardel clamor de los pobladores locales y encontravía del sentir del cuerpo docente de launiversidad, lo que prueba que la coloniali-

dad es un fenómeno resiliente, con efectosduraderos.

Por más fascinación que ejerza el bosque hú-medo tropical entre biólogos, ecólogos y am-bientalistas, no es conveniente separar losaspectos de cambio social, económico y cul-tural de los ambientales para superar, tantolas prácticas desarrollistas –vistas sólo comocrecimiento económico y expansión de lasganancias privadas–, como las conservacio-nistas –cuyo efecto notable indirecto es des-preocupación cuando no menosprecio porlas necesidades y aspiraciones de las pobla-ciones de la región–.

Conseguir que la región amazónica garanticeuna mejor calidad de vida para sus ciudada-nos es un objetivo refundido pero necesariopara pensar un futuro mejor. Ello implicarestablecer la integridad de las poblacionesque recurrentemente son estigmatizadascomo delincuentes, por cultivar o procesarcoca; como depredadores, por tumbar mon-te; o como ‘aculturados’, por adaptarse a losarrasadores cambios socio-económicos de laépoca actual. Un tema que deberíamos ca-talogar como de justicia socio-ambiental.

Podríamos hacernos una mejor idea de laAmazonia colombiana si redefiniéramos lasvisiones que llegan de fuera de la región demodo que quepan las de sus propios habi-tantes. Tanto indígenas, como campesinos;tanto ribereños como bosquesinos; tantourbanos como rurales. Por la certeza de queeste país sólo puede mejorar reconociendolos imaginarios y aspiraciones de los otros ypara que entre ellos y nosotros se tiendanunos hilos resistentes para superar una bre-cha espiritual.

4. EJE DE MUNDIALIZACIÓN: DE LA

GLOBALIZACIÓN EN LA AMAZONIA A LA

GLOBALIZACIÓN DE LA AMAZONIA

En este apartado voy a ilustrar la trayectoriadel fenómeno de la crisis de globalización aque nos condujo la política antiterrorista delos Estados Unidos de América a raíz de losacontecimientos del 11 de septiembre de2001. Distingo entre una globalización his-tórica y la globalización coyuntural de la erade Clinton. En esta fase los científicos socio-ambientales debimos detectar un cambio que

Conseguir que la regiónamazónica garantice una

mejor calidad de vidapara sus ciudadanos es

un objetivo refundidopero necesario para

pensar un futuro mejor.Ello implica restablecer

la integridad de laspoblaciones que

recurrentemente sonestigmatizadas como

delincuentes, por cultivaro procesar coca; como

depredadores, portumbar monte; o como

‘aculturados’, poradaptarse a los

arrasadores cambiossocio-económicos de laépoca actual. Un tema

que deberíamoscatalogar como de

justicia socio-ambiental.

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CINCO EJES ANALÍTICOS

PARA COMPRENDER

LA AMAZONIA ACTUAL

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describo como el paso de la globalización en

la Amazonia a la globalización de la Amazo-nia colombiana.

Hasta hace muy poco, la globalización gravi-taba como un fenómeno externo a la regiónpero, probablemente por razones ambien-tales, se fue convirtiendo en un fenómenointerno. Esto también quiere decir que laAmazonia se ha globalizado, y que no es po-sible trazar políticas adecuadas sin incorpo-rar esta dimensión espacial a las políticasregionales. Para trabajar este argumento de-bemos ser conscientes de la economía políti-ca de la globalización y, por tanto, delpermanente e implícito juego entre lo econó-mico y lo político. Luego hago una reflexiónsobre el final de esta fase de globalización enel ámbito de poder fabricado por la luchaforjada por los recientes dispositivos sobreseguridad y terrorismo.

Existe acuerdo sobre la idea de que AméricaLatina quedó conectada a la economía-mun-do desde la época del intercambio colombi-no. No obstante, cuando esta afirmación esformulada sólo desde el punto de vista de laescala global, se genera un importante mal-entendido. Los españoles y los portuguesessólo conquistaron y colonizaron algunos te-rritorios, apropiándose simbólicamente, esdecir, en la cartografía, de extensos territo-rios. En consecuencia, los nuevos países sevieron abocados a la tarea de continuar estaapropiación del territorio. Para el siglo XIXmuchas de estas áreas no quedaron vincula-das a la economía global y, en el caso de laAmazonia colombiana, tampoco estaban biencomunicadas con las instituciones y agentesde poder nacionales.

Un estado de autarquía era parte de la com-plejidad latinoamericana. La Amazonia yotras regiones fueron consideradas ideológi-camente como espacios vacíos, desde unpunto de vista geo-demográfico, y comobaldíos pertenecientes al Estado, desde unpunto de vista jurídico-político. Desde estaestructura es que se debe entender la divi-sión entre quienes argumentan que Améri-ca Latina era una formación capitalistatemprana después de 1492, y quienesenfatizan el carácter premoderno o precapi-talista como distintivo de la formación sociallatinoamericana. Esta discusión fue detalla-

Hasta hace muy

poco, la

globalización

gravitaba como un

fenómeno externo

a la región pero,

probablemente por

razones ambientales, se

fue convirtiendo en un

fenómeno interno. Esto

también quiere decir que

la Amazonia se ha

globalizado, y que no es

posible trazar políticas

adecuadas sin incorporar

esta dimensión espacial

a las políticas regionales.

da y presentada en forma amplia por SteveStern (1980).

Como se estableció anteriormente, la globa-lización implicó la conexión de la región comoperiferia de la semiperiferia, que era en eseentonces Europa dentro de un mundo sino-céntrico, al menos, hasta comienzos del sigloXIX (Frank, 1999). Al ser Latinoamérica unaperiferia fue, sin embargo, un elemento ne-cesario en la constitución del sistema global.Latinoamérica y, en general, América, des-empeñaron un rol fundamental en la crea-ción del sistema-mundo moderno.

Latinoamérica se conectó a la economía glo-bal en posición subordinada como coloniaen una variedad de dimensio-nes con fuerza globalizadora.Una de ellas fue la religión cris-tiana. Otra, al menos tan impor-tante, fue bautizada por AlfredCrosby (1987) como el «inter-cambio colombino», que impli-có una intensa interacción deelementos socio-biológicos, queincluían al mismo tiempo plan-tas, malas hierbas, animales, hu-manos, genes y enfermedades.El intercambio global implicótambién intercambio cultural,imposición religiosa ysincretismo, subordinación po-lítica, intercambio intelectual, ytransferencia tecnológica for-mando sucesivamente parte delintercambio global. Este autorplantea así la globalización eco-lógica: «Las simas de pangea seestaban acercando, entrecoci-das por las agujas de los vele-ros. Los pollos se encontraroncon los kiwis, el ganado vacuno con los can-guros, los irlandeses conocieron las patatas,los comanches los caballos, los incas la vi-ruela: todos, todo por vez primera» (Crosby,1987: 149).

Las fuerzas globalizadoras desempeñaron unpapel importante durante los siglos XIX y XXde una forma, quizá, más trascendental queel Estado nacional. Con las bonanzas de laquina y, sobre todo, del caucho, las conexio-nes externas fueron más significativas que lasfuerzas que intentaban integrar la región

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FORO NACIONAL AMBIENTAL

amazónica al país. La región amazónica co-lombiana recogió la reputación de El Dora-do, que a los primeros exploradores españoleslos condujo a descender desde los Andes,con las huestes de Francisco de Orellana, Pe-dro de Urzúa y otros, a fin de encontrar ladesembocadura del Amazonas justo en la lí-nea que, según el Tratado de Tordesillas, di-vidía las tierras de los monarcas de España y

Portugal.

Posteriormente, de manera vi-gorosa, los portugueses se inter-naron río arriba, extrajeronespecies y esclavizaron a los po-bladores nativos (Hemming,1995). También soñaron con ElDorado, mientras avanzaron yempujaron la frontera hacia losAndes. En la segunda parte delsiglo XIX a todos estos coloniza-dores los movía el imaginario deEl Dorado, al pensar que laAmazonia sería un emporioagrario sin igual. Una especie deArgentina tropical (Palacio,2007). Se trataba de un errorde cálculo del cual no se les pue-de culpar, ya que en aquellaépoca poco se sabía de los eco-sistemas amazónicos. Ese ima-ginario de riquezas amazónicasse fue diluyendo en el país en

medio de las constantes guerras civiles y laconcentración de las energías nacionales enlas cordilleras andinas de cultivadores de café.Colombia, desde entonces, se simplificó enla figura paisa de Juan Valdez.

Bajo la presión de la globalización se ha vistocuartear o derribar una parte de los pilaresde los Estados naciones. Unos bajo la influen-cia de las corporaciones transnacionales, lapresión de una potencia hegemónica o deentidades multilaterales. El caso del Estadocolombiano, que como México y Centro-américa, ya gravita en la órbita de los Esta-dos Unidos, es diferente a los países delMercosur, con mayor autonomía regional, oa la Unión Europea, donde el debilitamien-to de sus Estados se produce en función derazones estratégicas para responder al desa-fío norteamericano. La agenda europea deintegración regional que antecedió a la glo-

balización se reafirmó e intensificó y redujoel papel de los Estados. Los Estados más frá-giles económicamente, con muy pocas ex-cepciones, son incapaces de resistir a laspresiones de liberalización y apertura al mer-cado internacional. Lo que se vivió durantela década de 1990 no fue simplemente elresurgimiento de los lazos globalizadores, sinouna redefinición de la importancia de esca-las que destacan lo global y lo local y opacan,a la vez, la importancia de las escalas nacio-nales.

Bajo el proceso de reconocimiento y realcede la escala local, o regional, articulada a loglobal fue que la globalización en la Amazo-nia se volvió globalización de la Amazonia.Pero eso requiere un corto repaso de esosdos momentos. Los lazos globalizadores fue-ron renovados en la década de los ochentacon la bonanza cocalera acelerada, princi-palmente, por el consumo de drogas en losEstados Unidos, con lo cual la Amazonia re-cuperó el contacto globalizador de la épocade cambio del siglo anterior y empezó areconectar con el mundo, con sus vecinos ycon el país, simultáneamente.

Todavía se trataba de un proceso de globali-zación en la Amazonia. Sin embargo, a partirde la segunda fase de problemas ambienta-les de carácter internacional, en la mismadécada, empezó a cambiar el carácter de laglobalización en la región: de ser una fuerzaexterna que arribaba a la floresta, acabócatapultando tanto a la floresta como a losindígenas como objetos globales en sí mis-mos. Veamos este proceso a través de tresaspectos que entroncan con lo ambiental: lasriquezas no explotadas; el papel de la Ama-zonia en la estabilidad del clima global; y laredefinición de los nativos como ecologistasespontáneos.

Ligada a la idea de riquezas inexploradas estála de reservorio de biodiversidad por moti-vos del desarrollo biotecnológico, que le con-fiere a la Amazonia una estatura de interésmundial. Además de lo anterior, la conver-sión de la Amazonia en un objeto global decarácter ambiental proviene también de otraserie de versiones científicas, pseudocientíficasy jurídicas. El papel del gigante bioma ama-zónico como uno de los principales factoresde estabilización o regulación del clima mun-

Los lazos globalizadoresfueron renovados en ladécada de los ochenta

con la bonanza cocaleraacelerada,

principalmente, por elconsumo de drogas en los

Estados Unidos, con locual la Amazonia

recuperó el contactoglobalizador de la época

de cambio del sigloanterior y empezó a

reconectar con el mundo,con sus vecinos y con elpaís, simultáneamente.

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CINCO EJES ANALÍTICOS

PARA COMPRENDER

LA AMAZONIA ACTUAL

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dial es, tal vez, indiscutible, mientras que laidea de que es el pulmón del mundo, comoreza el aviso de recepción del aeropuerto deLeticia, es simplemente discutible, ya que setrata de un bosque maduro. En todo caso,los factores anteriormente mencionados ge-neraron el interés de los países industrializa-dos en proteger y preservar la Amazonia.Este intento cruza la definición de nuevascategorías jurídicas ambientales globalizado-ras, como la de ‘herencia de la humanidad’,versión que no cuenta con la complacenciade los países pertenecientes a la cuenca, nicon la de los pueblos nativos que la habitan.

El discurso ecológico también ha conferidoun sentido particular a los pueblos nativos dela Amazonia. Los discursos ecológicos con tin-tes neorrománticos, surgidos de la críticacontracultural en Norteamérica en la épocade la lucha contra la guerra en Vietnam, re-valorizaron lo indígena y contrarrestaron unahistoria que tradicionalmente los considerócomo caníbales y salvajes, deshaciendo losimaginarios difundidos por Hollywood en suspelículas de indios y vaqueros. Igualmente,los trabajos arqueológicos y eco-antropológi-cos ataron la idea de que la conservación dela selva se debió a una estructura espiritualde los pueblos amazónicos o a una estrate-gia de adaptación debido a la pobreza de lossuelos, la indeseabilidad del desarrollo con-vencional en las tierras amazónicas. Por ello,la tensión desarrollista y conservacionista estan intensa en la Amazonia.

El tema de fondo es este: la Amazonia no esya un asunto que le competa exclusivamentea un grupo de avezados empresarios; ni a unpaís que le apuesta al desarrollo, así tenga elargumento de generar bienestar a su pobla-ción. En la concepción globalista hay territo-rios que afectan al planeta en su conjunto.

Y aunque el nodo más clave del imperio, losEstados Unidos, se embarcó en los últimostiempos en la disputa por un recurso ener-gético crucial, el regreso de la preocupaciónclimática global atada al desarrollo, en el ce-nit del mandato de Bush, presagia un retor-no de la cuestión ambiental en la agendainternacional. La disputa está conduciendoal cuestionamiento del modelo energéticoamericano basado en el petróleo; el resurgi-miento de aquel que creímos sepultado por

el fin de la Guerra Fría y las protestas am-bientalistas, es decir, la cuestión nuclear; yotras dos fuentes energéticas emergentes: labasada en los agrocombustibles y la que, engeneral, han llamado energías alternativas,teniendo entre ellas la energía solar y la eólica.

Si la Amazonia se ha convertido en objetoglobal en sí misma, con lo cual la globaliza-ción dejó de ser un agente externo y se con-virtió en una fuerza dentro de la misma regiónque se proyectó como un objeto mundial,estos dos ámbitos de la globalización, en yde la Amazonia, siguen operando simultánea-mente, y no es que uno de ellos haya susti-tuido al otro. El ejemplo actual que másresalta de la globalización en la Amazoniacolombiana está asociado a la siembra decoca, jalonada por el apetentemercado de los Estados Unidos.En ese contexto, narcotrafican-tes y organizaciones guerrillerashacen parte de los agentes in-volucrados en esta fase de glo-balización. Por esta vía, elconsumo mundial de drogasilegales y el conflicto armadocolombiano están acentuandoel imaginario infernal sobre laAmazonia, que convive con loedénico y con El Dorado. Estome da pie para entrar al quintoeje analítico.

5. EJE ECO-POLÍTICO

Al ser la Amazonia una de lasúltimas fronteras de expansióndel agrocapitalismo, en Colombia, antes quesoya transgénica o agrocombustibles, se haconvertido en escenario privilegiado del cul-tivo de coca y, en consecuencia, en un terri-torio de presencia de agentes no estatales oparaestatales, al tiempo que escenario de fu-migaciones realizadas por el Estado colom-biano y patrocinadas por los Estados Unidos.Como consecuencia, se ha generado un es-pacio semántico ambiguo de reivindicacio-nes legítimas de las poblaciones campesinasempujadas por la violencia hacia esta fron-tera, estigmatizadas por los discursos domi-nantes como censurables narcotraficantes yguerrilleros que, como ya sabemos, desde el11 de septiembre de 2001, se han converti-

El papel del gigante

bioma amazónico

como uno de los

principales factores de

estabilización o regulación

del clima mundial es, tal

vez, indiscutible, mientras

que la idea de que es el

pulmón del mundo, como

reza el aviso de recepción

del aeropuerto de Leticia,

es simplemente discutible,

ya que se trata de un

bosque maduro.

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FORO NACIONAL AMBIENTAL

do en terroristas. Antes de discutir si el terro-rismo significa el fin de la onda globalizadorade los años noventa, revisemos algunos as-pectos centrales de la relación entre losupranacional y lo subnacional en la Ama-zonia.

El 9/11 cuestionó la dinámica optimista y elsueño feliz abierto desde finales de la décadade 1980, con la caída del muro de Berlín, ladesintegración de la Unión Soviética y la am-pliación de la rentabilidad del capital basadaen las nuevas tecnologías. La quiebra de laglobalización, presentada como un fenóme-

no de ampliación del comercioy las finanzas, apoyada en la in-novación tecnológica, sepultótambién al movimiento antiglo-balizador cambiando la lógicade los conflictos mundiales. Laconstrucción del imperio se de-batía en el dilema institucionalno resuelto entre, por un lado,el modelo de gobierno mundialde Naciones Unidas que reque-ría reforma y, de otro, el mode-lo basado en la dominaciónmilitar abanderada por el apa-rato militar y su estructura in-dustrial satélite de los EstadosUnidos de América.

Mientras que la globalización dela era Clinton subrayaba los as-pectos del libre comercio mun-dial, la fase terrorista realza losaspectos político-militares de la‘gobernanza’ mundial. Desde lacreación del mercado mundial,los barcos de guerra han acom-pañado y protegido el comer-cio. En esta fase terrorista, los

aviones y barcos de guerra encabezan lascaravanas comerciales y reestructuran losnegocios internacionales, particularmentedesde la guerra de Irak. La Amazonia no es-capa a esta situación pero el Estado recurrea un arsenal variado de justificaciones queconsidero ecopolíticas.

La globalización que implicaba erosión de lasoberanía implicaba simultáneamente expan-sión de la ‘gobernanza’ mundial, es decir,presencia de formas transnacionalizadas de

poder para el control territorial: como el Es-tado reconocía su debilidad estructural, em-pezaba a combinar formas viejas, perorenovadas, y nuevas formas de apropiacióny control de territorio tras las cuales agenteso instituciones de forma nacional se respal-daran. En su combate contra las fuerzas gue-rrilleras, las amalgamó real o semánticamentecon el narcotráfico, ya que los Estados Uni-dos habían diseñado una política que per-mitiera combatir a este enemigo lejos de suspropias fronteras.

Se habló de la lucha antidrogas en la fuente,es decir, en los países productores, alejandode su territorio interno lo más crudo de estaacción judicial, policíaca y militar. Al Estadocolombiano le cayó como anillo al dedo laidea del narcoterrorismo y consiguió unacrucial financiación de los Estados Unidos,conocida en sus comienzos como Plan Co-lombia, luego Plan Patriota y Plan Victoria.Pero como esos planes implicaron fumiga-ciones, incluidas algunas en zonas de fronte-ra, tuvo que responder a las críticasambientales con la idea muy poco sustenta-da de que la siembra de coca y su transfor-mación constituía un verdadero ecocidio. Elcaso de Ecuador es el más elocuente.

En este camino reforzó otros dos mecanis-mos institucionales de apropiación del terri-torio amazónico, vistos con buenos ojos porla comunidad internacional. En primer lu-gar, los parques y las zonas protegidas porrazones ecológicas, que acabó incluyendo alos resguardos. Aunque el proceso de crea-ción de parques y resguardos en la Amazo-nia colombiana inició a mediados de ladécada de 1970, por razones ecológicas yetno-sociales, que tienen como referente lasformas de organización política supranacionalque llamo ‘gobernanza’, los últimos seis años,el gobierno del presidente Uribe los ha ata-do a su estrategia de seguridad democrática,que es la lucha frontal contra la guerrilla delas Farc y por la reinstitucionalización de lasfuerzas paramilitares. Esta política aspira aconvertir las áreas protegidas, en su sentidomás amplio, que incluye a los resguardosamazónicos, en aliado frente a la expansiónterritorial guerrillera en la Amazonia.

Por esta y otra razón clave de carácter eco-nómico, que no es del caso expandir en este

Al ser la Amazonia unade las últimas fronteras

de expansión delagrocapitalismo, en

Colombia, antes que soyatransgénica o

agrocombustibles, se haconvertido en escenario

privilegiado del cultivo decoca y, en consecuencia,

en un territorio depresencia de agentes no

estatales o paraestatales,al tiempo que escenario

de fumigacionesrealizadas por el Estado

colombiano ypatrocinadas por los

Estados Unidos.

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CINCO EJES ANALÍTICOS

PARA COMPRENDER

LA AMAZONIA ACTUAL

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artículo, el gobierno del presidente Uribe ini-ció su mandato reestructurando el Ministe-rio del Ambiente, de modo que lograraarticular la política de parques y otras áreasprotegidas a la estrategia general de su plande combate a la guerrilla, que llamó Doctri-na de Seguridad Democrática. Trató de mos-trar cómo los guerrilleros, reconvertidos ennarcotraficantes, utilizan los parques para suscrímenes internacionales. No obstante, estapolítica no estuvo exenta de controversias ycontradicciones. Cuando quiso fumigar losparques, siguiendo la hoja de ruta del PlanColombia, se encontró con un ultimátum dela Unión Europea en el sentido de suspen-der la financiación a los parques nacionalesque el Estado mismo era incapaz o no teníavoluntad política de financiar. Se trataba deun dilema práctico sobre recursos interna-cionales que provenían, unos del hemisferioy otros del Viejo Continente, en particulardel gobierno de Holanda.

Debió entonces buscar alternativas, al me-nos parciales, a la situación, sin renunciar alos fondos europeos. De un lado, aceptó aregañadientes la erradicación manual, sin re-nunciar a las fumigaciones. Algunos de susvecinos empezaron a protestar, particularmen-te Ecuador, cuyos pobladores fronterizos seconvirtieron en las víctimas del cumplimien-to del compromiso con el gobierno de losEstados Unidos. Pero la resistencia en losparques los forzó a probar una estrategia deprivatización de los servicios turísticos queofrecen los parques, como experimento desolución a la dependencia de la financiacióneuropea.

El Ministerio del Medio Ambiente, Vivienday Desarrollo Territorial, como se rebautizó,no se contentó con romper el esquema tra-dicional de los parques, que separaba natu-raleza y sociedad, haciendo que los parquessean un santuario natural sin gente, sino quecontinuó desarrollando la propuesta estra-tégica de ‘parques con la gente’, como reco-miendan ahora las grandes y poderosasONG ambientalistas con cuarteles generalesen Estados Unidos y Europa, sino queradicalizó su propuesta colocando a los res-guardos en la agenda ampliada de áreas pro-tegidas –no exactamente parques–. Si en losaños noventa, asesores indigenistas percibían

a los parques como una forma institucionalque socavaba los resguardos, y denunciabanla creación de nuevos parques y los ‘trasla-pes’ como parte de ese atentado a la pro-piedad colectiva de los indígenas, la nuevapolítica ambiental trataba de mostrar que nohabía contradicciones de fondo y que lascoincidencias en su protección eran más im-portantes que las eventuales y menores con-tradicciones.

Para el gobierno no ha dejado de ser el pre-cio a pagar, a regañadientes, cuando otrosministerios, por ejemplo, el de Agricultura,que es un ministerio de ‘desarrollo’, denun-ció que los indígenas en Colombia ya po-seen más del 20 por ciento delas tierras del país. En un inten-to de ‘sacarle la comba al palo’promovió una nueva ley fores-tal, apoyado por la Ministra deAmbiente de ese entonces, queintentó a través de la figura ju-rídica del ‘vuelo forestal’ resol-ver el problema de que losindígenas deben ser consultadosen los proyectos de desarrolloque sean promovidos en sus te-rritorios.

Desafortunadamente, la prisaexcesiva, la avidez y la avaricia,los hizo cometer el error de noconsultar el texto con los pue-blos indígenas y la Corte Cons-titucional acabó echando portierra la ley que, en todo caso,expresa la intención de intere-ses madereros nacionales y ex-tranjeros.

REFLEXIONES FINALES

De los ejes aquí presentadosquisiera extraer conclusiones variadas: pri-mero, frente al eje de la diversidad y hetero-geneidad regional, hay que reconocer quelos problemas ambientales y sus solucionesya no pueden ser homogéneas sino que de-ben comprender y responder a procesos dediferenciación regional, generados en los pro-cesos de culturales de poblamiento y en latransformación material del paisaje. En unextremo, el departamento del Caquetá es ya,

Si en los años

noventa, asesores

indigenistas

percibían a los parques

como una forma

institucional que socavaba

los resguardos, y

denunciaban la creación

de nuevos parques y los

‘traslapes’ como parte de

ese atentado a la

propiedad colectiva de los

indígenas, la nueva

política ambiental trataba

de mostrar que no había

contradicciones de fondo

y que las coincidencias en

su protección eran más

importantes que las

eventuales y menores

contradicciones.

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FORO NACIONAL AMBIENTAL

en buena parte, ganadero, y no basta quelos ecologistas se rasguen las vestiduras: me-didas específicas de educación ambiental ydesarrollo sostenible deben estar a la ordendel día para conservar lo que sea necesario,limitar la ganaderización, recuperar lo recu-perable y promover la identidad regionalamazónica de una región que mira hacia losAndes. En el otro extremo, el Vaupés, Guaníay el norte del Amazonas son territorios defini-tivamente indígenas y el gobierno nacional yla ‘gobernanza’ transnacional harían bien apo-yando las formas de bienestar y gobierno pro-pio derivadas de sus convivencia ancestral con

la selva. La recomendación essoluciones variadas a regiones di-versas: incluidos, no sólo indíge-nas sino también urbanitas,colonos-campesinos, bosquesi-nos y ribereños.

Del eje histórico derivo la siguien-te conclusión: el proceso de des-colonización no ha terminado.Para que ello ocurra es necesariofortalecer las capacidades regio-nales en diversas áreas pero, par-ticularmente, fortaleciendo laformación de recurso humanoorgulloso de su procedenciaamazónica, por nacimiento o poradopción, para que avance porla senda de la sustitución de im-portaciones de ideas y que secoloque en la senda exportadora,no para imponer las ideas sinopara aportarlas al país. La colo-nialidad es un fenómeno resiliente

en un país que luchó contra la dominacióncolonial hace dos siglos y que debería haberdejado atrás el colonialismo.

Sin desconocer los derechos de pueblos indí-genas, el proceso de poblamiento, apropia-ción y transformación simbólica y materialdel paisaje amazónico nos ha conducido auna región en permanente y acelerada trans-formación donde la variedad social y pro-ductiva debe ser reconocida, y, donde seanecesario reencauzada, de modo que seanvisibles y convertidos en verdaderos interlo-cutores socio-políticos pescadores, mestizosbosquesinos, campesinos cocaleros, peque-ños comerciantes, sin prestar suficiente aten-

ción a la específica experiencia urbanaamazónica.

El carácter fronterizo de la Amazonia debeser redefinido más allá, o en contra, de lasnociones convencionales. Contra la idea defrontera límite o separación de gentes de dis-tintas nacionalidades fieles a un Estado; ycontra la idea del conflicto entre civilizacióny barbarie, debemos pensar en regiones fron-terizas, lugares de encuentro de diversidad.¿De qué otro modo podemos pensar ade-cuadamente en ecosistemas que no cono-cen estas divisiones? De este modo, tal vezpodríamos liberarnos de la idea de atraso deestas regiones colocándonos en el derroterodel futuro, que sin desconocerlo, no se debecentrar en el crecimiento económico.

La gente de la Amazonia debería tener másparticipación en las decisiones tomadas des-de el gobierno central, con apoyo de orga-nismos de radio de acción transnacional, enlo que se quiere hacer con sus áreas protegi-das. Porque lo cierto es que se trata de undesconocimiento de los derechos de partici-pación que parecieron tan reconocidos enla década de los noventa, como están sien-do vulnerados por la política de SeguridadDemocrática que los amarró a una estrategiamilitar. En medio de los dilemas del Estadoen este asunto, su política de privatización delos mismos debería hacer claro, no sólo ennormas que sólo conocen sus funcionarios,que esos parques son también para la gentelocal y no para el jet-set de la globalización, esdecir, turistas adinerados o científicos bienpatrocinados por los grandes jugadores dela ciencia al servicio del capitalismo. El limbojurídico de los corregimientos departamen-tales es otra grave vulneración de los dere-chos de participación de las comunidadeslocales.

Cuando en 1924 José Eustasio Rivera (1997)publicó La Vorágine, gracias a su éxito edito-rial, no tardó en regarse por el país la ideade que la selva amazónica era un infiernoverde. Los colombianos no terminaban de«tragarse el sapo» de haber perdido a Pana-má, y se daban cuenta que lo mismo ocurríaen buena parte del territorio amazónico, quenunca realmente habían poseído. La Ama-zonia como tal no era muy atractiva para loscolombianos no amazónicos, sin embargo,

El carácter fronterizode la Amazonia debe serredefinido más allá, o en

contra, de las nocionesconvencionales. Contra la

idea de frontera límite oseparación de gentes dedistintas nacionalidades

fieles a un Estado; ycontra la idea del

conflicto entrecivilización y barbarie,

debemos pensar enregiones fronterizas,

lugares de encuentro dediversidad.

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CINCO EJES ANALÍTICOS

PARA COMPRENDER

LA AMAZONIA ACTUAL

15

paradójicamente, abrió las puertas para quebuena parte de la población llegara a lacuenca descendiendo por el piedemonte, enalgunos casos campesinos sin tierra patroci-nados por el Estado, en otros, huyendo delas fuerzas sociales más retrógradas. La asíllamada ‘Violencia’, la forma colombiana dellamar los conflictos sociales armados, atrajola atención sobre la región y una cantidadimportante de población emigró a la comi-saría del Caquetá. El proceso de ocupaciónde la región amazónica no ha terminado perohoy cruza por el más carnicero combate paracontrolar las fronteras. La sociedadtransnacional que la conforma está viviendolos estragos de un conflicto armado que pre-tende cobijarse en el manto estratégico delterrorismo. Ensimismado en su propio con-flicto, el país, en vez de construir alianzas yamistades fronterizas, se está embarcando enguerras preventivas marcadas por la arrogan-cia militarista de sus impulsores y su despre-cio por la soberanía de otros estados,montado tanto en la ira colombiana contraun, hasta hace poco, exitoso y autista apara-to militar insurgente, como con el paraguasenvalentonador de su patrocinador: el go-bierno actual de los Estados Unidos.

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dad transfronteriza en la Amazonia de Brasil,

Perú y Colombia, 1880-1932. UNAL-Amazo-nia, Bogotá (próximo a aparecer).

NOTAS

1 Elementos en este sentido fueron anticipados en Pala-

cio (2007).

2 Elementos de esto se encuentran en Palacio (2007).

3 Idea de Juan A. Echeverri, en conversación con el

autor de este artículo.

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LAS IDEAS EXPRESADAS EN ESTE DOCUMENTO NO COMPROMETEN A LAS INSTITUCIONES QUE HACEN PARTE DE ESTE PROYECTO.

EL FORO NACIONAL AMBIENTAL ES UNA ALIANZA ENTRE ECOFONDO, LA FUNDACIÓN ALE-JANDRO ÁNGEL ESCOBAR, LA FRIEDRICH EBERT STIFTUNG EN COLOMBIA -FESCOL, LA FUN-DACIÓN NATURA, GTZ -PROGRAMA AMBIENTAL, TROPENBOS INTERNACIONAL COLOMBIA,LA WWF COLOMBIA Y LA FACULTAD DE ADMINISTRACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE LOS AN-DES, QUE INICIÓ SUS ACTIVIDADES EN 1997, COMO UNA INSTANCIA DE CARÁCTER PERMA-NENTE. EL FORO ES UN ESPACIO PARA LA REFLEXIÓN QUE BUSCA LA INTEGRACIÓN DE LADIMENSIÓN AMBIENTAL A LAS POLÍTICAS DE DESARROLLO EN COLOMBIA.

CONSEJO DIRECTIVO: CAMILA BOTERO, MARTHA CÁRDENAS, FRANCISCO CANAL, RAFAEL

COLMENARES, ELSA MATILDE ESCOBAR, XIMENA BARRERA, CARLOS RODRÍGUEZ, MANUEL

RODRÍGUEZ BECERRA (PRESIDENTE).

EL PRESENTE DOCUMENTO FUE ELABORADO POR GERMÁN A. PALACIO CASTAÑEDA,

PROFESOR TITULAR DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA.

Nº 23. LOS TERRITORIOS INDÍGENAS TRASLAPADOSCON ÁREAS DEL SISTEMA DE PARQUES NACIONALES

NATURALES EN LA AMAZONIA COLOMBIANA: SITUA-

CIÓN ACTUAL Y PERSPECTIVAS

La legislación relacionada con el Sistema de

Parques Nacionales Naturales no ha logrado cla-

rificar y resolver los conflictos derivados de la

presencia humada en las áreas del sistema, ni

de la existencia misma de dos legislaciones: la

nacional y la indígena. Por lo tanto, la propie-

dad, usos y restricciones de amplios territorios

están ligados a la negociación de las partes en

cuanto a la articulación y la adecuación de la

normatividad vigente, en beneficio de las comu-

nidades que habitan las áreas traslapadas y del

conjunto de la nación.

Nº 22. LA MESA PERMANENTE DE COORDINACIÓN

INTERADMINISTRATIVA: UNA EXPERIENCIA EN LA CONS-

TRUCCIÓN DE ENTIDADES TERRITORIALES INDÍGENAS

Desde la promulgación de la Constitución de1991 las comunidades indígenas del Amazonashan encontrado vías para la implementación depropuestas autónomas de desarrollo territorial,basadas en elementos tradicionales de autori-dad y administración, así como en la legislaciónnacional existente. En este proceso, dos elemen-tos han jugado un papel clave: la educación y lainterlocución entre iguales con el Estado, dandocomo resultado la Mesa Permanente de Coordi-nación Interadministrativa, una experiencia ejem-

plar de desarrollo comunitario.

POLICY PAPERS

Nº 21. TERRITORIO SOCIAL Y TERRITORIO NATU-

RAL: REFLEXIONES SOBRE LA INTERCULTURALIDAD

EN UN ÁREA SUPERPUESTA

La construcción de un ordenamiento territorial

armónico en la Amazonia pasa, indispensable-

mente, por la consolidación de buenas relacio-

nes sociales, que permitan a las autoridades

ambientales y a las comunidades indígenas com-

prender y aprehender de sus respectivas visiones

y conocimientos sobre el territorio, hacerlas com-

patibles y sentar las bases de una concepción

vital y social de las áreas protegidas y habita-

das, como se propone en este documento. Sólo

así se podrá avanzar en la conservación y, sobre

todo, en la reproducción de las formas de vida

que conforman este ecosistema.

Nº 20. INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL DEL DIS-

TRITO CAPITAL

Referirse a la institucionalidad ambiental del Dis-trito exige plantearse la gobernabilidad de las en-tidades distritales del nivel central, descentralizadoy local; los alcances de la restructuración; la ne-cesidad o no de avanzar en nuevos esfuerzos dedescentralización y desconcentración; las cau-sas y soluciones al deficiente funcionamiento delas instancias e instrumentos de coordinación,específicamente del Sistema Nacional Ambien-tal (SINA) y del Sistema Ambiental Distrital (SIAC),las que se plasman principalmente en los falli-dos intentos de articulación y en carencias en

las inversiones ambientales.