imaginación e historia en la novela hispanoamericana

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  • 7/25/2019 Imaginacin e historia en la novela hispanoamericana

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    lturalesiversidad Autnoma de Baja California

    [email protected] (Versin impresa): 1870-1191XICO

    2006Roberto Snchez Bentez

    IMAGINACIN E HISTORIA EN LA NOVELA HISPANOAMERICANACulturales,julio-diciembre, ao/vol. II, nmero 004

    Universidad Autnoma de Baja CaliforniaMexicali, Mxico

    pp. 117-133

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina y el Caribe, Espaa y Portugal

    Universidad Autnoma del Estado de Mxicohttp://redalyc.uaemex.mx

    mailto:[email protected]://redalyc.uaemex.mx/http://redalyc.uaemex.mx/http://redalyc.uaemex.mx/mailto:[email protected]
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    Imaginacin e historiaen la novela hispanoamericana

    Roberto Snchez BentezUniversidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo

    Resumen.La contribucin de la literatura a la formulacin de la cultura hispa-noamericana se encuentra fuera de duda. Entre otras formas, lo ha hecho pre-sentando la novedad americana y dando cuenta de un deseo y una imagina-cin inagotables. La literatura representa no slo el arte del lenguaje, sino lamorada permanente de humanidad en la que vivimos. En las ms recientesexpresiones de la literatura hispanoamericana, el tema de la historia, la memoriay la imaginacin ha cobrado especial importancia. La propuesta reciente de estaliteratura advierte sobre los peligros del olvido, del riesgo de abandonar ellenguaje y de la necesidad de seguir contando con amplios espacios culturalesdonde la creatividad sea una forma de reinventarnos, de imaginar lo que faltapor vivir o, al menos, de contar con la posibilidad de seguir nombrando lo quesucede, de que nadie calle: silencios condenados, la vida atrevida, las razonesde la pobreza, la marginacin y la explotacin. Para abordar lo anterior, habre-mos de referirnos, en particular, a los escritores mexicanos Carlos Fuentes yCarmen Boullosa.

    Palabras clave:1. literatura, 2. novela hispanoamericana,3. historia e imaginacin, 4. espacios culturales, 5. conciencia social.

    Abstract.The contribution of the literature in the Hispano.American culture is

    out of doubt. Among other ways, it has been done by presenting the Americannewness and by reporting the unending desire and imagination. Literaturenot only is the art of language, but the permanent dwelling of humanity inwhich we lived. In the recent expressions of Hispano-American literature, thesubjects of history, memory and imagination received special importance. Thisliterature warns of the dangers of the forgetfulness , the risk of leaving thelanguage and the necessity to continue having an ample cultural spaces wherethe creativity is a form of reinvention what we are, or to imagine what we needor, at last, having the possibility of naming what happens, i.e. that nobody mustbe keep in silence: condemned silences, the reasons of poverty, margination,explotation. To talk about these matters we have choosen two Mexican writers,Carlos Fuentes and Carmen Boullosa.

    Keywords:1. literature, 2. Hispano-American novel,3. history and imagination, 4. cultural spaces, 5. social conscience.

    culturalesVOL. II, NM. 4, JULIO-DICIEMBRE DE 2006

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    El mundo de lo no-velado

    No es la misin del novelista decir que se vive en el mejor de

    los mundos, sino el descubrir que, detrs de cada reali-

    dad humana, incluso la ms luminosa, existe una gran sombra.

    Carlos Fuentes

    CARLOSFUENTESESUNODELOSNOVELISTASmexicanos de ms amplioreconocimiento internacional. A lo largo de ms de cincuentaaos ha sido una conciencia lcida de los problemas culturales e

    histricos de Hispanoamrica, o del continente afro-indo-ibe-roamericano, como le gusta sealar. Sus reflexiones sobre his-toria, cultura, poltica, educacin, han creado una visin inquie-tante. Particularmente, es posible detectar en su produccinintelectual un movimiento que va del presente al pasado, en unintento por comprender la aventura de la historia e identidadcultural hispanoamericana a partir de la sugestiva idea de que elNuevo Mundo no fue en realidad descubierto sino inventado,imaginado, deseado, necesitado. De acuerdo con lo anterior, esla literatura la que realiza un aprendizaje de la realidad; la descu-bre en sus implicaciones y posibilidades, aun en lo no vivido,como se ver en el segundo apartado. En este sentido, Fuentesrepresenta un buen ejemplo de la situacin contempornea de la

    literatura latinoamericana en su conjunto: ha sido fiel a tradicio-nes que nos han dado rostro imaginativo e histrico. Desde susinicios, al igual que escritores como Ernesto Sbato o JulioCortzar, tuvo que combatir dicotomas innecesarias que, enlos aos cincuenta del siglo pasado, condenaban a los escrito-res, y a los intelectuales en general, a elegir entre el realismo y lafantasa e imaginacin; nacionalismo o cosmopolitismo, y entrecompromiso y formalismo o artepurismo.1 Frente a estos falsos

    1Ernesto Sbato habr de responder a preguntas que le dirige un imaginario pe-riodista sobre la naturaleza del boom latinoamericano, o al hecho de estar compro-metido con una realidad, o de si escribe a partir de sus experiencias o inventa, sealan-do realidades ineludibles a todo hombre: Vea, amigo, dejmonos de tonteras y deuna buena vez por todas digamos la verdad. Pero eso s: toda la verdad. Quiero decir,

    hablemos de catedrales y prostbulos, de esperanzas y campos de concentracin. Yo,por lo menos, no estoy para bromas porque me voy a morir (Sbato, 1985:252).

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    extremismos, Fuentes encontr una forma de encarar el arte dela novela basndose, por ejemplo, en ideas del filsofo checoKarel Kosik o del escritor de la misma nacionalidad MilanKundera para sostener que la novela no muestra ni demuestra almundo, sino que agrega algo a l: crea complementos verbales;en suma, realidad.2

    La novela nombra, dice lo que era invisible, lo que se sabeque existe pero que no es dicho; lo olvidado, marginado o per-seguido; an ms, como lo lleg a sostener Julio Cortzar, loque es necesario volver a decir para que no se olvide: historiasmnimas, ocultas, sombras que acosan a la realidad. En los aos

    sesenta, Fuentes hablaba de un realismo simblico, posibleen la medida en que, por un lado, la realidad no admite cons-trucciones lgicas (la vida cotidiana no est ordenada lgica niintelectualmente); mientras que, por el otro, la fantasa es unarealidad cotidiana ms evidente que la realidad creada. As, lanovela es una forma de conocer el mundo, un producto tpicode la modernidad, a la vez que representa uno de sus testimo-nios ms perdurables y vivos. Es una sabidura basada precisa-mente en la incertidumbre, ese legado cervantino que permiteenfrentar el hecho de en verdad no saber quines somos, dednde venimos ni cul sea nuestro lugar en el mundo, as comoel reconocimiento de que podemos ser diferentes sobre estospresupuestos. La novela es el producto cultural que explora laexistencia y, en esta medida, el campo de las posibilidadeshumanas, todo lo que el hombre puede llegar a ser, todo aque-llo de que es capaz (Kundera, 1988:46). La novela descubreimaginando, crea inventando. Acciones que Fuentes encuen-tra, de cualquier manera, en la fundacin de Amrica comoempresa cultural. Es por ello que la novela hispanoamericanaha sido, en este sentido, espejo del origen: volver a necesitar,desear y nombrar el continente para evitar que se pierda en el

    2Es interesante observar cmo esta idea estuvo presente en el campo literariode Mxico en los aos cuarenta. Una prueba de ello lo encontramos en el poeta AlChumacero: El mundo no es en s potico ni no potico; lo que hace la poesa esprolongar la materia. No es slo un grupo de sonidos sino una creacin que aadealgo a la existencia. [...] Eso lo aprend de Martn Heidegger (Campos, 1986:21).

    Chumacero fue discpulo de Jos Gaos, traductor, como se sabe, de Heidegger alespaol.

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    olvido, que se hunda en el abismo de las falsas polaridades yradicalismos que lo fragmentan.

    Heredera de tradiciones humansticas del Renacimiento, lanovela representa el gnero de gneros, el territorio ms am-plio de la literatura, el ms dinmico, plural y excntrico: pala-cio inacabado de la palabra, construccin verbal interminable.La funda la novedad, el descubrimiento de la incompletud hu-mana, el relativismo, la conciencia de la transculturalidad, laapertura de los horizontes dogmticos y de intolerancia, la po-sibilidad de hacer coincidir historias distantes y lenguajes con-flictivos.3 Es un reflejo, por tanto, del mundo variado y

    contrastante que vivimos; mundo en perpetua tensin con to-dos sus sedimentos temporales y voces dispares, con el deseoy la imaginacin que nutren a las culturas.

    En la novela, Fuentes ha encontrado la forma en que los des-tinos individuales se articulan con los colectivos. De ah querepresente una forma privilegiada del dilogo de las culturasentre s, del hombre concreto con los diferentes tiempos queescalonan su existencia. Por ello, la novela brinda la posibili-dad de reintroducir al hombre en la historia y al sujeto en sudestino. Historia y novela han creado una relacin indisoluble.Fuentes narrativas que no saben decidirse entre la crnica, laimaginacin, la historia, el mito, la biografa, o que ms bienanticipan los estilos del futuro, como es el caso del memoriosoBernal Daz del Castillo, para quien la historia es una recupera-cin del tiempo perdido.

    Con mucho, el desafo de la literatura hispanoamericana en lasegunda mitad del siglo veinte consisti en la elaboracin deuna funcin social y esttica ms amplia del arte de la palabra.

    3En algn momento deRayuela(1963), Cortzar se refiere a la posibilidad detiempos paralelos, diferentes; negacin de un tiempo absoluto nico, unidirec-cional; tiempos que podran en un momento cruzarse y mostrarnos una dimensininatendida de la realidad, espacio de lo figurativo donde todo vale como signo yno como tema de descripcin. Quienes se ubican en este espacio pueden ensayaruna obra que resulte estar en contra de su tiempo o circunstancia pero que, sinembargo, los incluya y los oriente hacia una trascendencia en cuyo trmino estesperando el hombre (Cortzar, 1985:117). Borges habra sostenido otro tanto al

    referirse a infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiem-pos divergentes, convergentes y paralelos (Fuentes, 1990:41).

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    Rescatar los lenguajes de una singularidad cultural, liberndolosde la costumbre, el olvido o el silencio, transformndolos enmetforas inclusivas, dinmicas, que admitan todas nuestras for-mas verbales: impuras, barrocas, conflictivas, sincrticas,policulturales (Fuentes, 1993:22).Esta actitud ha permitido re-conocer la pervivencia de diferentes sedimentos en Hispano-amrica que afloran a la menor oportunidad, mostrando la in-consistencia de muchos proyectos ideolgicos de nacin. EnMxico, por ejemplo, y en lo que ha consistido uno de los temasms recurrentes de la indagacin identitaria, existen mltiplesrostros o mscaras, todos ellos vinculados a diversos modelos

    ideolgicos, polticos y sociales (pas mitopotico de mscarassuperpuestas, habra dicho alguna vez Emir Rodrguez Monegal).Vasto sincretismo cultural. Rostros latentes, venas abiertas, mo-delos inconclusos que quiz finalmente no tengan que ver connada, pas brotado como hongo en el centro de un paisaje sinnombre, inventado, inventado antes del primer da de la crea-cin, como lo seala Fuentes.

    Frente a la discontinuidad o fragmentacin que caracteriza alos proyectos polticos y los modelos econmicos, casi siem-pre marcados por los cambios de gobierno, Fuentes antepon-dr, muy inspirado por las tesis del cubano Lezama Lima, lacontinuidad cultural, la pervivencia de las herencias filosfi-cas, religiosas, morales, institucionales de ambos lados del oca-no; la explosin de las culturas populares, las muestras feha-cientes de nuestro sincretismo en la comida, las fiestas, el arte,el amor, la memoria, las artesanas.

    Continuidad cultural que representa la conjugacin de me-moria, deseo e imaginacin como elementos de construccindel presente. Y es que, para Fuentes, nada del pasado ha con-cluido. Un personaje como Ixca Cienfuegos, de la novela Laregin ms transparente (1958), representar el misterio, loignorado, sombra que se esconde y vive de los otros; espejoque revela rostros ocultos: necesidad de comprender todos ycada uno de nuestros smbolos, imgenes, mitos, con el fin detener espacio para el presente. La conciencia de la historia como

    momento de liberacin del presente. Cancelar lo muerto, res-catar lo vivo y saber qu podemos al fin hacer: Quiero que

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    todas esas sombras ya no nos quiten el sueo, quiero entenderqu signific vestirse con plumas para ya no usarlas y ser yo,mi yo verdadero, sin plumas. Rescatar la historia del olvido ola mentira. Pasado y modernidad. Fuentes cree que la forma depoder solucionar esta pugna, que ha generado un sin fin decontrariedades, violencia y tensiones en los pueblos hispano-americanos, es la reconsideracin de las distintas herencias quenos nutren. De ah, entonces, el papel que la imaginacin ha-br de tener, ya que sin ella las culturas resultaran, en lo quees un parecer de Lezama Lima, indescifrables. La idea de lacontinuidad histrica, a travs del ejercicio de la imaginacin,

    deber hacernos entender la historia como un conflicto devalores en el cual ninguno es destruido por su contrario sinoque, trgicamente, cada uno se resuelve en el otro. La tragediaser as, prcticamente, una definicin de nuestro mestizaje(Fuentes, 1990:217).La pugna por el pasado.En un estudio de los aos sesenta, el

    filsofo mexicano Leopoldo Zea mostr con claridad la serie decontrariedades que el tema suscitaba en Mxico. En particular,el hecho de desenvolvernos entre un no muy bien asimiladopasado y la no muy bien entendida proyeccin de nuestro serhacia el futuro, dos situaciones correlativas. Presente contenidoen la pugna del pasado y del futuro. En este diagnstico, el ibe-roamericano es un ser de extraa configuracin, que se niega aser lo que es para ser algo distinto. Un ser que se caracterizapor lo que quiere llegar a ser, en permanente espera de llegar aser. Mientras que el sajn realiza el futuro cada da y ha hechodel pasado algo til a sus intereses, el iberoamericano esperatodo, vive en la eterna postergacin de su realizacin, a la vezque considera el pasado como un obstculo para la misma. Poreso, nuestra historia no es an una historia de negaciones en elsentido hegeliano. Los hispanoamericanos tenemos an en laepidermis al conquistador, al colonial, al liberal romntico y atodo esto que fue nuestro pasado(Zea, 1976:53).

    As, el presente no es ms que un pasado inasimilado, que nose decide a ser historia y que como tal se recuerda insatisfac-

    toriamente. Carlos Fuentes sostendr que somos el nico pue-blo que an vive con los dientes pegados a la ubre original.

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    De lo que se trata es, en efecto, de cumplir cada uno de losdestinos de la historia como forma de enfrentar el presente ylos orgenes que hemos tenido. El rechazo del pasado es lo queha creado esa sensacin peculiar del hispanoamericano de nohaber sido todava y de que lo posible y la indecisin invadansus creencias. En Tiempo mexicano(1971), Fuentes se pregun-tar: podemos, simultneamente, hacer presentables todosnuestros pasados y utilizarlos para la comprensin y la justifi-cacin tanto de la vida interna como del orden externo de lascosas? (1978:62). Una respuesta a ello querr ofrecerla la li-teratura, entendida como el fresco inventivo, imaginativo, que

    no se cansa de descubrir y mostrarnos lo que somos; el rostrooculto de un racionalismo atravesado por las incompatibilida-des del deseo, las pasiones, el azar, la circunstancia. La pala-bra que siempre tendr el don de crear; la contraconquista: crea-cin de un continente de civilizacin multirracial ypolicultural, europeo, indio y africano, dueo de un estilo devida presente hasta en los mnimos detalles.

    El pasado slo puede ser reinventado, para saldar cuentascon l, y para encontrar las lneas de fuerza ms consistentesque nos ayuden a construir el presente y el futuro. Pasado queno nos petrifique y deje atnitos en la confusin de los tiempospresentes. La novela hispanoamericana, como producto cultu-ral, ha traducido dinmicamente los conflictos de la relacinentre el ser propio y el ser ajeno, el individuo y la sociedad, elpasado y el presente, lo contemporneo e histrico, lo acabadoy lo inacabado, mediante una constante admisin de lo pluraly diverso en el lenguaje y la vida. Si en verdad nos hemosenfrentado a un pasado negado, excluido, perseguido, la lite-ratura ha sido el espacio privilegiado, la forma donde tiemposy espacios se han dado cita imaginaria: se conocen y recrean.

    Nombrar lo desconocido, lo que el conquistador no pudodecir a propsito de una realidad indita para la que slo tuvoimgenes vagas, comparaciones aproximadas, semejanzasnostlgicas; dar voz a quienes no la han tenido; oponer ellenguaje de la pasin, de la conviccin, del riesgo y de la duda

    a unlenguaje: el secuestrado por el poder para dar cimiento auna retrica del conformismo y el engao (Fuentes, 1978:64).

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    Recordar para no olvidarnos, y desear para seguir inventandoy descubriendo. Las novelas latinoamericanas son la recupera-cin de mundos perdidos, de historias desaparecidas, cuyo ol-vido nos condenara al olvido.

    En la novela hispanoamericana ha tenido cabida, entonces,la diversidad cultural, tnica, religiosa: polinarrativa,multirrelatos, explosin de lo singular, la irona, el humor, laexcentricidad. En una novela vasta como monumental, Terranostra(1975), Fuentes desenmascara la supuesta racionalidaddel Continente Americano, mostrando precisamente lo irracio-nal y absurdo de muchos de sus actos. Es por ello que Fuentes

    no se ha cansado de insistir en que la mejor literatura recienteha tenido lugar al margen de los grandes centros del poder,ms all de los polos del dominio, en los lmites de la nada, enms bien otros centros de miseria, explotacin o marginacin.

    En suma, el relativismo histrico de un Vico (slo conocemoslo que hemos creado; la historia concebida como un ciclo envirtud del cual las civilizaciones se suceden, nunca idnticas entres, pero portando cada una la memoria de su propia anterioridad;la naturaleza humana como una realidad variable), y ciertos con-ceptos sobre la novela de Bajtin (cronotropa; la noveladialgica o polifnica), adems de los aspectos mencionados, lehan permitido a Fuentes valorar y entender los rasgos decisivosde la literatura hispanoamericana. Literatura que ha sido respon-sable de una vigilancia histrica de la conciencia cultural delcontinente; creaciones del recuerdo.

    El futuro del pasado

    Los escritores son los habitantes del infierno.

    Carmen Boullosa

    Lo que hemos mencionado sobre la realidad de la novela his-panoamericana, sus vnculos con la historia y la diversidadcultural sirve adecuadamente de contexto para hablar de Car-men Boullosa (Mxico, D.F., 1954), quien representa una delas vocaciones histricas de la ms nueva novela hispanoame-

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    ricana y que, por lo tanto, entiende que la reflexin sobre elpasado no puede sino ser un signo de narrativa para el futuro.La ficcin tiene en ella el poder de decir, como sostiene Fuen-tes, que el pasado no ha concluido, que tiene que ser re-in-ventado a cada momento para que no se nos fosilice entre lasmanos (Fuentes, 1990:23).

    La narrativa de Boullosa se inscribe, ms especficamente,en el movimiento del postutopismo de las letras mexicanas,donde la literatura tiene la posibilidad nuevamente de fungircomo vaso comunicante. Pero, adems, podemos ubicar su obraen lo que Linda Hutcheon denomina metaficcin historiogr-

    fica, en la cual historia y ficcin se hermanan por medio de laintertextualidad, la autorreflexividad, el problema ontolgico,la subjetividad, la parodia y la memoria. Los primeros aspec-tos tienen que ver con el deseo de reducir la distancia entrepasado y presente, as como redescribir el pasado en un nuevocontexto, al menos el de la coyuntura de cada presente (pasa-do que crece en funcin del porvenir). De cualquier manera,estamos ante la presencia de un cambio paradigmtico en laliteratura mexicana, de la cual la autora brinda en ocasionesconsideraciones polmicas.4

    Ya sea enAntes (1989),Duerme (1994), Cielos de la tierraoTreinta aos(1999), Boullosa recrea el pasado con la idea desuponer lo no dicho como forma de volverlo creble. Se tratade incorporar lo no ocurrido como manera de arrancarle se-cretos a la vida y a las cosas (Boullosa). Historias donde la

    4Vase, a guisa de ejemplo, las referencias, en Cielos de la tierra(1997), aescritores esenciales como Rulfo. Boullosa seala que Pedro Pramorepresentel retrato del mundo catlico y provinciano cuya luz enfermiza me causaba nu-seas; la novela hablaba, para alguien que creca en los aos setenta, del mundodetestado por nuestro afn de liberacin, aunque ciertamente representara la liber-tad conseguida en la literatura. De esta manera, Rulfo represent el pasado quehaba que abandonar. O bien la admiracin irreflenable de la autora por GarcaMrquez o lvaro Mutis (el primero le habra enseado que la historia se puederescribir, los roles cambiar de signo; que la palabra tiene poder sobre la realidado de que el poder de la imaginacin va creando realidades). Sin embargo,Boullosa sabr reconocer que Cien aos de soledadpudo remodelar el pasado,

    pero ahorc el futuro: una obra que es principio y fin en s misma, y de la cualhabra que salir.

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    en sus doce faldas, guarda un nido de vboras; o una brujadisfrazada de india bonita, vendedora de pejelagartos, a quientodos deseaban poseer y que desaparece en una hoguera crea-da por ella misma.

    Cuentos y visiones con los que seala la autora el blancoatemorizaba a los indios para quitarles las ganas de sublevarse.Mitos y leyendas de dominacin y engao, traicin y muerte.Boullosa sostendr que dicho tipo de magia o fantasa ha deja-do las cosas como estn, sin impactarlas, aunque envolviendo(como el rebozo que cubre de soledad y tristeza a las indge-nas mexicanas) el destino ciego de la gente. Fantasa que no

    transforma la realidad. Podra la gente volar, los pjaros ve-nirse al suelo, pero no se poda cambiar ni un pice el ordensocial (Boullosa, 1999:194).

    Fuera de referencias culturales como stas, no quedar sinoel camino para la invencin de historias donde la fantasa ten-ga una razn de ser, responda a la mecnica de la metfora dela comprensin, donde imaginar obligue, irradie sentido. Es-tas palabras pueden hablar de la potica de Boullosa, muy si-milar a la que sostuvo quien es considerada la ms importanteescritora mexicana del siglo pasado, Elena Garro, quien ade-ms de sostener Yo slo soy memoria y la memoria que de mse tenga, seal que Lo nico que hay que imaginar es loque no existe. La imaginacin y el recuerdo derrotan la au-sencia. Memoria involuntaria, en este caso, entendida comodepsito inmemorial de cultura, perdido en el tiempo y quenos asalta y ocupa aun y cuando no corresponda a nuestrasexperiencias reales (vivir lo de otros, lo que no hemos vivido).Entonces, relatar lo que no ha ocurrido para que obligue a larealidad a entregar lo que nos falta, sus secretos o verdades; obien para reconocer que una vida no basta para descubrir losinfinitos sabores de la menta, las luces de una noche o la mul-titud de colores de que estn hechos los colores (Garro,1978:249).

    Es muy probable que Boullosa todava comparta la idea deGarro en el sentido de que debemos recordar para no arrepen-

    tirnos en el ltimo instante de que tuvimos una vida que faltser soada, y que estuvo ah esperndonos todo el tiempo; de

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    que pudimos dibujar el mundo a nuestra manera; ms an, deque pudimos poseer el viaje inmvil de los rboles y la nave-gacin de las estrellas.

    As, Boullosa presenta un mundo fantstico habitado normal-mente por seres en el exilio, marginados; los extraos en su tie-rra, los que enfrentan el poder y tienen tras de s la sombra deldolor; los dbiles, a quienes se roba el tiempo, la inocencia, lavida; y que, sin embargo, mantienen con el mundo real un nexoinexplicable o incmodo; capaces de influir y determinar el des-tino de los seres normales. Piratas, fantasmas, muertos, diosesque parecieran no estar conformes con su destino usurpado, so-

    bre todo por habrseles arrancado el don del presagio;5 seresmitolgicos, mestizos, trasvestis; seres que slo existen en lahistoria para ser hechos de leyenda, el complemento imagina-rio indispensable por medio del cual podemos asistir y sentir loque no hemos vivido, para ser quiz algo ms de lo que somosen la actualidad. Las novelas de Boullosa toman la historia asecas para edificar en el lector sentimientos y posibilidades deexistencia que amplan la forma de comprender el presente. Lahistoria ltima se descubre en lo inesperado, en zonas inciertasdonde el lenguaje es capaz de calar el silencio del tiempo; deincorporar sucesos ms comprensibles en una lgica de las tra-diciones y la cultura subterrnea de quienes fueron desplazadospor la destruccin de sus dioses, que en la apariencia confortan-te del mundo establecido o convalidado por normas e institucio-nes; exhumar el cuerpo del olvido.

    La literatura de Boullosa pareciera, entonces, extender el re-gistro actual de la fantasa hispanoamericana al exigirle unacomprensin ms unitaria del tiempo, ms orgnica en sus in-cidencias en la realidad. Son las palabras, finalmente, las queharn que el pasado vuelva al encarnar en la mirada del lec-tor y se vincule al futuro a travs del presente. Debemos ubi-

    5EnDuerme,mientras un poeta hace vivir a Afrodita, Ares y Hefesto una his-toria de amor, e insiste en encontrar el alma de la naturaleza y saber lo que dicen lasestrellas y las piedras, encontramos, al final del libro, una pregunta inquietante: Sila Grecia dio a luz dioses hermosos, por qu en esta (tierra) nacieron en forma de

    monstruos que aterran y roban orden y cordura a los corazones? (Boullosa,1994:145).

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    carnos en un nuevo tipo de imaginacin que haga posible loque la historia de alguna manera cancel. Fantasa que se reve-la frente a la historia y que la obliga a ser, por tanto, algo ms.Slo en este sentido podemos comprender que Boullosa insis-ta en que la ficcin deber ser la duea del futuro, ya que sloquedarn nuestros sueos, lo que hemos imaginado, tal y comoquedan de las civilizaciones sus ornamentos, templos, pala-cios, los lujos que alguna vez se permitieron, lo que parecierano ser til. Conciencia que reconstruye su pasado para obser-varse como actor, desdoblamiento que termina por enjuiciarseveramente lo que se fue. Acto de la conciencia que busca

    apropiarse de un tiempo hurtado, no propio, usurpado, de-rrotado ante la falta de voluntad: Cuando vivimos apenas nosdamos cuenta de lo que estamos viviendo... (Boullosa,1989:102). En este sentido, la escritura es el recurso para ex-plorar lo vivido; volver a vivir para resanar la violencia practi-cada en uno; para recobrar el tiempo propio en trminosgadamerianos, dispuesto por quienes no fuimos. A travs dela memoria, de ese desorden salvaje del mundo de los sue-os, seremos capaces de inventarnos, de poblar, durante lalectura, el vaco de nuestros silencios.

    El personaje femenino deAntes no est del todo convencidode que el mundo de la infancia haya sido placentero; y aun cuandosostenga contundentemente que no le gusta inventar historiasy que todo ha ocurrido tal y como lo cuenta, no har sino insta-lar en nosotros la duda y, con ello, insertar de una manera deci-siva la fantasa en la realidad. La novela habla de una nia cuyospresentimientos se convierten en realidad. Su deseo resulta serun riesgo mortal. Acoso de sombras sin cuerpo, fantasmas quecorresponden a lo que Boullosa denomina universo desverbal,capaz de contener ms mundo que el mundo real. Casa de lafantasa, ah donde los objetos simples portan deseos, fobias,miedos. Recipientes de lo irreal; dimensin en la que a cadapalabra le corresponde un mundo sin verbo. Universo de suce-sos fantsticos de los que no estamos tan seguros que no hayanocurrido, ya que es posible, al final de todo, encontrar alguna

    evidencia o huella de ellos. Algo as como una interferencia dezonas donde toma cuerpo lo obsceno, lo que escapa al esce-

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    nario cotidiano de representacin de la conciencia. En la mentede una nia (la conciencia inocente por donde debera aparecerel asombro inicial que descubre la virginidad intocable del mun-do), los hechos pueden ser el final de una cadena trgica desueos o visiones. De ah una de las conclusiones de la novela:que las cosas no siempre son lo que parecen, que sera fcilrecuperar lo que se ve e imposible recuperarlo en toda su sustan-cia (Boullosa, 1989:112).

    Boullosa misma ha externado, en varias entrevistas, que suliteratura encuentra el enclave preciso en el espacio definidopor la tradicin y la memoria. De cualquier manera, no recupe-

    ra el pasado para volver a vivirlo tal cual, exorcizndolo: lossucesos siguen siendo dolorosos y la escritura no puede fun-cionar como una medicina para heridas que no han cicatriza-do. Entonces, qu sentido otorgarle a la literatura? Inventar allector; hacer posible el lenguaje en la suposicin de que al-guien leer, ya que de l vendrn las palabras finalmente. Talvez debamos creerle entonces que, si recupera la fantasa, espara insistir en que estamos hechos de esa misma sustancia,esto es, que al final de cuentas no dejamos de ser una creacinde nosotros mismos.

    O bien, lo que no es menos importante: que se puede detener ala muerte, como en el caso de Scherezada: No soy ms que unpoquito de carne a quien los recuerdos le impiden pudrirse, lle-narse de gusanos y de moscas hasta acabarse (Boullosa,1989:103). Muerte parca, sobria, inconmensurable con la vida,que jams tendr la riqueza, variedad, el desorden de sta. Lo quefinalmente acosa a nuestra protagonista son los emisarios del si-lencio eterno, de cuya cercana siempre andamos alejndonos:med la pobreza de lo que se me acercaba: sus sonidos no erandulces, no eran tampoco speros, no tenan signo musical. Eransonidos sin alma, insensibles, que en s no abran puertas ni que-ran decir algo. Tuve ira de que lo que me persegua no se aseme-jara a aquel paraso al cual yo quera pertenecer, sent vergenzade la estrechez que estaba vida de m (Boullosa, 1989:153).

    Si algo puede detener la muerte y reconfigurar el sentido del

    pasado, ampliarlo con las experiencias del presente y futuro,es el lenguaje, una posibilidad autntica de seguir siendo hi-

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    jos del Tiempo. Cielos de la tierraes quiz el proyecto msambicioso, hasta el momento, emprendido por Boullosa. JeanFranco ha dicho de esta novela que se refiere ms directamen-te al fin de las utopas, a las memorias truncas y a la literaturay el lenguaje como formas, si no de permanencia, s de her-mandad a travs de siglos y experiencias dispares(Franco).

    Estructurada a partir de tres momentos, lectores o experien-cias un texto escrito en el primer siglo de la Colonia, descu-bierto (y remediado en sus ausencias) en un presente de losaos sesenta, y vuelto a encontrar en un futuro postapocalptico,donde todo es eterno, la obra, en donde cada lnea tiene tras

    de s el sabor de la destruccin seala la autora en una carta amanera de advertencia en la novela, insiste en la necesidadde recuperar el sentido del tiempo a partir de una combinacinexitosa del pasado, el presente y el futuro, encadenados por elmutuo intercambio de recuerdos y por la idea de volver afincar un principio civilizatorio no amputado de ninguna deestas dimensiones. Intercambio slo posible en la experienciade la lectura, la cual permitir que el pasado renazca y tengauna forma y sentido ms all del que tuvo cuando fue presen-te, cuando fue vivido de manera limitada, circunscrito en unaexperiencia histrica. Dice Hernando, a propsito de su propiahistoria escrita en el siglo diecisis, que es flor y un capullo sialguien la toma con la lectura, que es flor pues ella me contie-ne, que es capullo porque en ella nace mi persona, mejor anque en mi propio viejo cuerpo, este saco de huesos en que losaos y el dolor me han convertido... (Boullosa, 1997:229).

    En otras palabras, concederle al pasado la oportunidad delfuturo, y advertirle a ste que no ser posible si todo lo olvida,si no tiene la oportunidad de recobrar lo posible, lo que no fue,como hemos insistido. Ni el presente ni el futuro pueden esca-par de la historia pretendiendo negarla o, lo que es lo mismo,condenarla al silencio, no revisando sus crmenes, injusticias oinstantes en los cuales se ha podido alcanzar la brillantez de lainteligencia, la exuberancia de la pasin o el encantamiento dela belleza. No es posible abolir toda comunicacin con el pasa-

    do, ya que la memoria es lo que garantiza la continuidad de laespecie. Lo contrario es lo que clama Lear, personaje femeni-

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    no del futuro en la novela, a Hernando el franciscano, indio alque el poder trunca la posibilidad de desarrollar una culturatrilinge en tierras conquistadas, es decir, de volver a nacer, detener forma de reconstruir una identidad avasallada: Agrra-me indio, sujtame, dame un sentido, no me abandones, no medejes irme deshecha, como polvo, arrastrada por el aire(Boullosa, 1997:310).

    La novela habla, entonces, de lo esencial que resulta el cuidadodel lenguaje y de lo peligroso que podra ser el hecho de quedejara de significar; sentir que hemos llegado a la perfeccin, con-siderando que hemos dejado de necesitar a los dems, implantan-

    do una economa de vnculos que vuelva insensibles el amor, eltemor, la mirada de los dioses, el sentimiento humano de lamuerte, la solidaridad. La novela muestra la falacia de todo inten-to por querer reformar el lenguaje, suponiendo que conservaformas con las cuales el ser humano ha realizado el mal; o bien deque hemos agotado el tiempo humano para pasar a otro en el queexisten imgenes sin palabras, hombres sin nombres. De cual-quier manera, la autora no dejar de preguntarse si libres de lapalabra y del tiempo, despojados de toda realidad, esos hombresno habrn conseguido el paraso, ah donde sera posible vivir sinrecordar, que es el verdadero secreto de los dioses.

    El final del hombre no podr ser otro, entonces, que la prdi-da del lenguaje, el momento en que su ausencia, o sinsentido,conlleve la desaparicin de la imaginacin y sus nexos con elpasado como forma de crear futuro. Son las palabras las quepreservan el mundo, las que portan el sentido de la historia; apartir de ellas podemos incorporar nuevas realidades a las yaexistentes. Certezas imaginativas que terminan siendo parte dela historia de lo que pudo haber sido, de lo que no tuvo oportu-nidad siquiera de acceder a la existencia en su momento, de loque ocurri pero no se tuvo el tiempo para reflexionarlo. His-torias, si no tuviramos el temor de cometer un abuso nocional,del futuro; es decir, que no slo en el pasado tienen que acon-tecer las fundaciones, sino que vivimos una poca donde esposible imaginar futuros reencuentros, fusiones, mezclas, des-

    plazamientos. Momento en el que no tendremos, de acuerdocon nuestra escritora, ms futuro que recordar; donde vuel-

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    va a ser fundado el principio de los tiempos y donde salva-remos al lenguaje y a la memoria del hombre, y un da confor-maremos el puo que nos relate, y nos preguntaremos por elmisterio de la muerte, por el necio sinsentido del hombre y dela mujer. Sentiremos horror, aunque nuestros cuerpos no co-nozcan ms ni el fro ni el dolor (Boullosa, 1997:369).

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