ignacio bosque, la competencia gramatical
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La competencia gramatical de Ignacio BosquesGramatica y linguisticaTRANSCRIPT
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Ignacio Bosque: La competencia gramatical, en Juan Jos Acero (ed.), Filosofa del lenguaje I.
Semntica, Madrid, Trotta, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 1998, pp. 27-56.
CAP. 2: LA COMPETENCIA GRAMATICAL
Ignacio Bosque, Universidad Complutense de Madrid
(Texto de diciembre de 1993)
1. Definicin y delimitacin
El punto de partida de muchas de las disciplinas ms desarrolladas suele
estar en las preguntas ingenuas. Gran parte de los considerables avances de la
lingstica terica en los ltimos treinta aos es el resultado del esfuerzo por
contestar a una de estas preguntas: Cmo es posible que en nuestra vida
cotidiana produzcamos un nmero tan grande de secuencias que nunca antes
han sido construidas, y a la vez interpretemos por lo general acertadamente
el enorme nmero de secuencias nuevas que aparecen constantemente ante
nuestros ojos? Por pequea que sea nuestra capacidad de asombro, estos hechos
constituyen materia suficiente para despertarla.
Una de las respuestas que se consideran mejor encaminadas (hasta el
punto de que ha dado lugar a toda una corriente de investigacin lingstica) es
la siguiente: si los seres humanos realizan ese pequeo prodigio es porque
tienen acceso a un sistema mental; un sistema abstracto que desarrollan inde-
pendientemente de su inteligencia, de su esfuerzo, de su motivacin y hasta de
su propia consciencia. Ese sistema nos permite combinar (o interpretar la
combinacin de) un nmero finito de unidades mediante pautas a la vez
verstiles y restrictivas. Han de ser verstiles, porque si no lo fueran no encon-
traramos la enorme variedad combinatoria que podemos percibir a nuestro
alrededor en los mensajes verbales, en cuanto salimos de las frmulas rutinarias
o fosilizadas. Han de ser a la vez restrictivas porque si no lo fueran tendramos
continuamente delante secuencias que admitiran interpretaciones casi ilimita-
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das, o bien, por el lado contrario, estaramos constantemente ante combinacio-
nes alambicadas (matemticamente plausibles) a las que sera absolutamente
imposible dar sentido.
A ese conocimiento interiorizado que el hablante tiene del sistema
gramatical de su lengua, a la vez verstil y restrictivo, se le suele llamar compe-
tencia gramatical. Como cabe deducir de su propia definicin, este concepto est
vinculado a una determinada concepcin terica del lenguaje. Aun as, y
paradjicamente, no son muchos los requisitos que exige para ser aceptado. El
fundamental es conceder un "estatuto mental" al sistema gramatical, es decir,
aceptar que la lengua es esencialmente una propiedad del individuo, lo que
significa que si interpretamos y producimos constantemente mensajes verbales
nuevos es porque tenemos acceso a un sistema mental rico, complejo y articula-
do que nos permite procesar y producir una cantidad tan grande de informa-
cin. El concepto de competencia gramatical pertenece a la corriente terica
racionalista (ms concretamente, cartesiana) denominada lingstica generativa,
que en su versin ms actual se conoce como Teora de los principios y los parme-
tros. Ha sido impulsada fundamentalmente por Noam Chomsky desde finales
de los aos cincuenta (vase el 5.1 para las referencias bibliogrficas genera-
les). Aunque ha sido y es objeto de grandes polmicas, su influencia, igualmen-
te poderosa en la lingstica y en la filosofa del lenguaje, est fuera de duda en
el panorama cientfico actual, hasta el punto de que muchas posiciones lings-
ticas y filosficas se definen en la actualidad "en relacin con", "en la direccin
de" o "en contraposicin a" los supuestos bsicos de la lingstica chomskyana.
En qu consiste entonces la competencia gramatical? El trmino se usa
en realidad con varios sentidos. En el sentido estricto, la competencia gramati-
cal se distingue, en primer lugar, de la competencia lxica, o al menos de una
parte de ella. En efecto, existe una diferencia muy evidente entre las palabras y
las oraciones: si bien podra decirse que hay tantos significados como palabras,
no es cierto que existan tantas estructuras como oraciones. El concepto mismo
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de gramtica se basa en esta sencilla diferencia. El hablante ordinario que
interpreta constantemente oraciones nuevas no lo hace porque las recuerde, sino
porque las reconoce. Prescindiendo por un momento de las unidades lxicas que
tienen estructura morfolgica, entendemos las palabras que se nos presentan
porque recordamos su significado, pero en cambio entendemos las oraciones que
aparecen ante nosotros porque reconocemos las pautas gramaticales con las que
estn construidas. La distincin entre recordar y reconocer se aplica a otros
muchos sistemas que permiten combinaciones potencialmente ilimitadas a
partir de un nmero finito de elementos (la msica es un ejemplo, pero tambin
lo es cualquier sistema de cdigos artificiales formado sobre una base lineal
numrica o alfabtica). Sin embargo, la naturaleza de las combinaciones
posibles y no posibles en el sistema gramatical hace de l un universo suma-
mente especfico y enormemente complejo, ms incluso que cualquiera de los
cdigos artificiales que el hombre pueda idear.
Otra parte de la competencia gramatical, comparativamente menor en
cuanto a la complejidad y versatilidad de sus unidades bsicas, la representa la
competencia morfolgica. El hablante es capaz de reconocer palabras que no
estn en el diccionario si estn construidas con prefijos y sufijos productivos
correctamente ordenados. Algunos de los principios que determinan la estruc-
tura de este mbito (concretamente, los que establecen relaciones de jerarqua,
linealidad, adyacencia y nuclearidad) son muy parecidos a los que se encuen-
tran en la sintaxis, sin duda el campo ms abierto y creativo de todos los que
constituyen el sistema gramatical. Por el contrario, estos principios formales son
muy distintos de los que articulan la llamada competencia pragmtica. Los
primeros determinan la estructura de los mensajes, mientras que los segundos
establecen sus condiciones de uso.
El que la competencia represente un tipo de conocimiento es ya una
cuestin polmica, vista tanto desde la tradicin lingstica como desde la
filosfica, sobre todo si se tiene en cuenta que el trmino conocimiento se opone
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aqu a conducta, en tanto en cuanto las conductas no son propiedades mentales.
Una analoga muy simple podra ser aqu de alguna utilidad (aunque no sea
capaz de ocultar en ningn momento que la posicin que se tome ante estas
cuestiones es de tal envergadura que puede llegar a definir toda una teora
epistemolgica). Es bastante evidente que una diferencia trivial entre "un buen
msico" y "un buen pianista" es que el primero puede ser manco, pero el
segundo no puede serlo. Ms an, el primero podra incluso ser ciego, o estar
inconsciente, y (mientras siguiera vivo) podramos seguir diciendo de l que
"conoce" el lenguaje musical, su estructura, sus capacidades y sus lmites. Un
buen msico puede no ser, incluso no haber sido nunca, un buen intrprete.
Anlogamente, el hablante de una lengua natural, incluso si no pudiera articu-
lar por alguna enfermedad transitoria o congnita, "conoce" los principios
gramaticales en el sentido de que tiene acceso a ellos independientemente de la
manera en que manifieste ese conocimiento. Posee, por tanto, la capacidad de
hacer juicios sobre las oraciones, sobre diferencias de significado y de uso, sobre
las interpretaciones posibles que pueden tener y sobre el hecho de que ciertas
combinaciones estn fuera del sistema.
La distincin competencia-actuacin es el equivalente lingstico de la dis-
tincin ms general entre conocimiento y conducta. La competencia gramatical
representa, por tanto, un tipo de conocimiento, no necesariamente de conducta.
El aspecto ms relevante de la oposicin, por lo que al anlisis del lenguaje se
refiere, estriba en que las mquinas pueden mostrar una determinada conducta,
sin que pueda nunca decirse de ellas que poseen el conocimiento que lo permi-
te.
En la concepcin racionalista en la que se encuadra la teora de la compe-
tencia, el lenguaje se interpreta, por tanto, como un objeto natural, un concepto
en el que Chomsky insiste particularmente porque constituye el camino ms
directo para relativizar la oposicin entre las propiedades fsicas de los orga-
nismos humanos y las propiedades mentales de las que objetivamente estn
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dotados. Las entidades que llamamos naturales se caracterizan porque son
relativamente "objetivas", porque vienen dadas por "el mundo real" y porque
son independientes de las creencias, entendidas como actos transitorios cons-
cientes o voluntarios. No se trata, pues, exactamente de que los hablantes
"sepan" que existe cierta informacin gramatical o de que la mente tenga acceso
a ella. De la misma forma que esos hablantes no saben nada acerca de otras
propiedades fsicas de su organismo, son incapaces de formular los principios
formales abstractos que les permiten construir y entender los mensajes verbales,
y sin embargo podemos probar que los poseen, puesto que lo demuestran
experimentalmente. La diferencia esencial estriba en que las creencias y otras
actitudes proposicionales pueden ser concebidas como estados mentales
transitorios, pero las bases de la competencia gramatical son parte de la mente
misma. Ello es en realidad una consecuencia de considerar que el lenguaje,
siendo un objeto mental, forma parte a la vez del mundo natural y, por tanto,
puede ser abordado con las pautas de objetividad que caracterizan la investiga-
cin cientfica de los objetos naturales. El aspecto ms relevante para un filsofo
estriba con seguridad en las consecuencias que esa lnea de investigacin tiene
en cuanto que viene a suponer una anulacin virtual de una buena parte de lo
que comporta la dicotoma clsica mente-cuerpo.
Una discusin tan abstracta necesita bajar de vez en cuando al terreno de
los ejemplos, ms an si el autor de esta presentacin es un lingista. Cualquier
hablante del espaol al que se le propongan las dos oraciones siguientes
Mi primo busca gente que dibuje.
Mi primo busca gente que dibujar.
nos dir que, a pesar de su similitud, tienen significados muy diferentes: en la
primera oracin, es la gente buscada por mi primo la que tiene la capacidad de
dibujar, mientras que en la segunda oracin se habla de gente que ser dibujada
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por mi primo, en el caso de que la encuentre. En esta ltima oracin, que no es
pasiva, es absolutamente imposible una interpretacin anloga a la anterior.
Existen en la lengua muchas oraciones ambiguas, pero algo impide que sta sea
una de ellas. El hablante medio conoce estas diferencias (que, por cierto, no se
analizan en las gramticas del espaol), pero lo fundamental es que no lo hace
porque las haya estudiado antes, ni porque sea especialmente inteligente ni
habilidoso con las palabras. Tampoco lo hace porque "recuerde" esas mismas
oraciones, que seguramente nunca ha odo en su vida, sino ms bien porque
"reconoce" las pautas sintcticas que les corresponden; ms exactamente,
porque tiene acceso a una representacin mental abstracta de esas secuencias en
la que aparecen rasgos sintcticos que configuran dichas representaciones y su
consiguiente interpretacin semntica. Uno de ellos es, en este caso, el papel de
la flexin verbal como legitimador de una relacin sintctica dentro del dominio
local que representa la oracin de relativo. Los detalles tcnicos no son ahora
demasiado importantes (cf. el apartado siguiente), pero s lo es, por un lado, el
tener presente que los factores decisivos dependen estrictamente de la estructu-
ra sintctica de la unidad que consideramos y, por otro, que la capacidad
necesaria para mostrar esa diferencia no se corresponde con una peculiar
habilidad o destreza conscientemente adquirida o justificable por el usuario de
la lengua, sino ms bien con un conocimiento interiorizado que forma parte de
lo que significa poseerla.
El conocimiento que el hablante tiene de la competencia gramatical est,
pues, interiorizado. Ello significa que el hablante puede establecer diferencias
semnticas entre oraciones de su idioma marcando matices sutiles que nunca
antes se le han mostrado, y que adems es incapaz de explicar la base que
sustenta tales diferencias. Este punto es particularmente polmico para el
pensamiento filosfico, sobre todo si se recuerda que es relativamente frecuente
identificar el conocimiento con el pensamiento consciente. En realidad, la
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negacin de este supuesto es una de las cuestiones que ms claramente definen
esta aproximacin racionalista al estudio del lenguaje.
El sistema gramatical posee una enorme complejidad formal, lo que se
traduce en la consiguiente complejidad de las oraciones que el hablante es
capaz de juzgar y comparar. Si en lugar de ser un sistema abstracto e inmanen-
te, y articulado con tal grado de riqueza, el lenguaje fuera un sistema de hbitos,
no esperaramos esa complejidad, y s esperaramos, por el contrario, un grado
mayor de consciencia en los juicios metalingsticos de los hablantes sobre su
propia introspeccin. Es posible que existan predisposiciones congnitas a
desarrollar ciertas capacidades fsicas anatmicas o mentales en los seres
humanos, entre ellas las que llamamos habilidades. No obstante, se suele aceptar
que las habilidades se desarrollan fundamentalmente con la prctica o la
constancia, y que se mejora en ellas con el esfuerzo y el tesn. Nada de eso
parece ocurrir en el aprendizaje natural de una primera lengua.
Los juicios que el hablante es capaz de hacer sobre la interpretacin de las
oraciones de su lengua revelan que comprende a la perfeccin las diferencias
fundamentales que pueden existir entre secuencias prximas que nunca ha
visto, y lo que es ms importante que no ha tenido que esforzarse para llegar
a hacerlo. Si preguntamos a cualquier hablante si en la oracin Juan dice que
Pedro habla mucho de s mismo cabe la interpretacin en la que s mismo se refiere
a Juan nos dir rotundamente que no. Su negativa no tiene que ver con que no
est "habituado" a que sea as, ni tampoco con que no "recuerde" que haya sido
as en las oraciones que hasta el momento ha manejado (es evidente que nadie
recuerda la forma de las secuencias que ha dicho o escuchado en el curso de
una sola hora, mucho menos en el curso de una vida). Naturalmente, es ente-
ramente esperable que el hablante no sea capaz de presentar un razonamiento
lingstico que justifique esas diferencias, de la misma forma que los que no
sabemos anatoma ni fisiologa no somos capaces de explicar por qu podemos
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girar nuestro propio antebrazo ciento ochenta grados y no trescientos, ni
tenemos idea de lo que ocurre en nuestro organismo cuando nos entra hipo.
Existe otra diferencia importante entre la capacidad lingstica y las
disposiciones que llamamos habilidades. Las habilidades y las destrezas permi-
ten calificar y jerarquizar a los que las tienen. Ciertamente, no usaramos las
expresiones "un buen ciclista" ni "un buen sommelier" para expresar que el
primero tiene dos piernas perfectas con una musculatura proporcionada, y que
el segundo posee un paladar anatmicamente correcto. Por el contrario, esas
expresiones aluden a que cada uno de los citados posee habilidades o capacida-
des notables que han desarrollado o cultivado en sus respectivas profesiones.
Ntese ahora que si decimos de un hablante nativo de espaol que "usa bien el
idioma", lo ms probable es que estemos refirindonos a su capacidad oratoria,
y no exactamente a que sea capaz de explicar las diferencias entre las dos
secuencias anteriores acerca de mi primo el dibujante o acerca del seor que
hablaba mucho de s mismo. La oratoria es una habilidad o una tcnica; se
aprende y se mejora en ella con el esfuerzo. Por el contrario, la disposicin para
adquirir la competencia gramatical en una lengua natural representa un tipo de
conocimiento inconsciente e inmanente que forma parte de nuestra propia
naturaleza humana.
Una segunda consecuencia del carcter interiorizado del lenguaje es el
hecho de que los principios mismos que articulan la base de la competencia
lingstica no sean "externos". Este aspecto de la teora racionalista del lenguaje
es tan polmico entre los lingistas como entre los filsofos. De hecho, choca
particularmente entre los lingistas que sustentan (explcita o implcitamente)
una concepcin "exteriorizada" del sistema lingstico, por ejemplo otorgndole
una entidad parecida a la de una institucin social con normas compartidas, o
concibindolo como un objeto con una existencia propia relativamente inde-
pendiente de los hablantes. Este punto ha sido causa de particular polmica
entre los lingistas del presente siglo. En la actualidad, la polmica se produce
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particularmente entre aquellos que defienden una concepcin tipolgica de la
variacin lingstica en funcin de pautas gramaticales histricas, y los que
trabajan en el marco generativista, quienes, como hemos visto, entienden la
variacin como resultado de las diferencias que existen entre los parmetros
interiorizados.
Entre los que rechazan el breve panorama que acabo de esbozar, unos no
aceptan especficamente la naturaleza autnoma del sistema gramatical, y
entienden que son "principios comunicativos" los que constituyen su base (me
referir a ellos en la seccin 3). Otros entienden que no existen explicaciones
lingsticas fuera de las que proporcionan los factores histricos. Existen
tambin gramticos que defienden la existencia de un "sistema gramatical"
autnomo y detalladamente articulado, pero no se preguntan por su origen ni
insisten en la naturaleza mental de esas unidades (es interesante que Chomksy
acepte el trabajo de estos ltimos lingistas aunque afirma que le sorprende su
"falta de curiosidad"). Finalmente, los sociolingistas critican frontalmente el
modelo de principios y parmetros rechazando el concepto mismo de sistema
gramatical. En su lugar existe, piensan ellos, un diasistema formado por variantes
sociales ms o menos articuladas: edad, sexo, educacin, procedencia, estatus
social, registro lingstico, etc. etc.; en suma, un conjunto de variantes formales
que lleva a una consideracin casi enteramente irrestricta de los datos relevan-
tes.
Ciertamente, una parte de todas esas discrepancias y esas polmicas, que
durante dcadas han ocupado a los lingistas, se deben a la desafortunada (y
lamentablemente frecuente) confusin entre la defensa de los propios intereses
o lneas de investigacin y la lgica existencia de otras disciplinas que se
definan como tales por la existencia de intereses diversos y de tareas diferentes
especficamente definidas. Pero, aunque todo ello sea cierto, parece claro que
los fundamentos mismos de la teora de la competencia lingstica hacen que
pierda una parte de su sentido la antigua concepcin extensional, particu-
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larmente presente en la lingstica estructural, pero no solo en ella, que entien-
de la lengua como el conjunto de las secuencias que se han emitido o se pueden
emitir en un determinado idioma. Si alguien definiera el ajedrez como el
conjunto de todas las partidas presentes y futuras, o incluso de todos los
movimientos de cada una de estas partidas, sera lgico replicarle argumen-
tando que el ajedrez, como cualquier juego, no es un conjunto de partidas, sino
un conjunto de reglas y de condiciones, y que, de manera ms general, el
conjunto de pautas que articulan un sistema complejo no es equivalente a los
productos que ese sistema puede crear. A pesar de que es relativamente
frecuente usar el trmino lenguaje en este sentido extensional, el trmino ms
restrictivo de gramtica tiene nicamente el sentido intensional relevante aqu,
desde el momento en que la gramtica de una lengua no es un conjunto de
oraciones. La competencia lingstica es, consiguientemente, la teora de
lenguaje interiorizado (lenguaje-I en la abreviatura del propio Chomsky). A este
lenguaje-I se opone la concepcin ms habitual del lenguaje como lenguaje
exteriorizado (lenguaje-E), es decir, de los productos lingsticos mismos. El
lenguaje-I es ms abstracto, pero no menos real que el lenguaje-E. Para
Chomsky es incluso ms real, por tres razones al menos:
a) La primera es que los productos lingsticos son el resultado de un conjunto
no siempre bien definido de sistemas heterogneos, de los que slo uno est
representado por la competencia lingstica. Los dems reflejan capacidades
perceptivas diferentes, entre ellas la memoria, la atencin, la velocidad de
procesamiento, etc. etc., que provienen de sistemas igualmente distintos. A
estos factores cognoscitivos se aaden los objetivos mismos de los mensajes
verbales, desde los persuasivos a los estticos, a los que tradicionalmente
corresponda incluso una disciplina diferente (la retrica) y, desde luego, todos
los aspectos lingsticos ms relacionados con las convenciones de uso que con
la estructura. El lenguaje-E nos parece mucho ms inmediato y accesible, pero
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en realidad no es ms que el resultado de la interaccin de numerosos sistemas
independientes. En otros campos de estudio siempre se han aceptado distincio-
nes anlogas (pensemos en los lmites evidentes que existen entre los compo-
nentes "fsicos", "sociales" y "estticos" de disciplinas como la arquitectura), pero
lo cierto es que estas distinciones no son tan clsicas en el terreno de los estu-
dios lingsticos.
b) La segunda razn radica en que los lmites que separan los idiomas estn
establecidos en buena parte por razones sociopolticas, no siempre coincidentes
con las pautas propiamente gramaticales. Se ha sealado en muchas ocasiones
que es imposible la comprensin mutua entre los hablantes de ciertos dialectos
de una misma lengua (el chino es un ejemplo clsico), mientras que otras veces
no hay dificultad para que dos hablantes de lenguas distintas (como el holands
y ciertas variantes del alemn) se entiendan casi a la perfeccin. Por el otro
extremo, cuando nos comunicamos con otros hablantes del espaol, incluso de
nuestro mismo entorno, es normal que notemos diferencias lxicas y morfolgi-
cas, incluso sintcticas, que aceptamos normalmente. Desde la perspectiva del
lenguaje-I, el lenguaje-E resulta una entidad muy abstracta, exactamente lo
contrario de lo que resulta ser la reaccin normal de los partidarios de la
concepcin exteriorizada, puesto que es relativamente normal que estos ltimos
acepten la variacin (incluso ilimitada) como parte esencial del idioma. El
desinters por el lenguaje-E que muestra Chomsky esconde en parte un rechazo
de la idea misma de que el lenguaje pueda ser concebido como un accidente
histrico o de que la variacin que puede darse en sus estructuras deba quedar
irrestricta.
c) La tercera razn es la misma que nos llevaba a cuestionar la definicin del
ajedrez como un conjunto de partidas, es decir, la confusin de los productos
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con los sistemas. El lenguaje-I no puede concebirse como un producto, y por
tanto no es un conjunto, ni finito ni infinito, de mensajes verbales.
Las secuencias que se ajustan a los principios combinatorios del sistema
lingstico se llaman "secuencias gramaticales". La gramaticalidad de una
secuencia no representa, por tanto, ms que la propiedad de pertenecer al
sistema gramatical. Con una analoga simplificadora podramos decir que la
unidad M-8754-GE se ajusta al cdigo que permite construir matrculas de
automviles en Espaa, mientras que la unidad M-87G4-5E no se ajusta a ese
cdigo. Anlogamente, es seguro que el telfono (93)738576 no pertenece a
Barcelona, puesto que al prefijo siguen seis cifras y no siete. Obviamente,
comparados con la trivialidad de estos cdigos artificiales, los cdigos que
permiten construir mensajes en las lenguas naturales son de una complejidad
inusitada. Parte de esa complejidad y del considerable grado de abstraccin que
encierran son consecuencia del hecho mismo de que sean cdigos naturales, es
decir conjuntos de principios inmanentes que poseen una "realidad mental" que
el lingista debe descubrir. Esos principios son consistentes, se integran en un
sistema computacional deductivo, y a la vez son relativamente arbitrarios, al
menos si se consideran de manera general las combinaciones matemticas que
un sistema abstracto de esta naturaleza podra permitir.
El concepto de secuencia gramatical se diferencia de otros con los que en princi-
pio pudiera darse alguna confusin:
1) Lo gramatical no es lo correcto. La diferencia entre gramaticalidad y correccin
es, en lo fundamental, la misma que sustenta la conocida oposicin entre los
aspectos constitutivos y regulativos de muchas disciplinas. Mediante los segun-
dos, que son externos, regulamos conscientemente una serie de comportamien-
tos preexistentes. Mediante los primeros, que son internos, describimos las
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pautas que constituyen los fundamentos de algn sistema. Entre las unidades
regulativas estn las que componen la jurisprudencia, el urbanismo, la higiene o
la circulacin de automviles; entre las constitutivas estn, respectivamente, las
que componen el derecho natural, la resistencia de materiales, la fisiologa, y la
dinmica de los cuerpos sobre superficies slidas con rozamiento. Anlogamen-
te, la existencia de gramticas normativas es esperable, e incluso necesaria, pero
el concepto de correccin se diferencia del de gramaticalidad en que es un concep-
to relativamente externo a los principios que articulan el sistema lingstico.
Es interesante hacer notar que las nicas oraciones incorrectas que
mencionan las gramticas normativas son las que los hablantes usan efecti-
vamente. Estas gramticas no hacen, por lo general, referencia a las secuencias
que el sistema lingstico excluye en virtud de sus propios fundamentos. Las
oraciones incorrectas son, pues, las que no "debemos" usar en funcin de algn
imperativo externo (en este caso, de carcter social porque se basa en la conve-
niencia de mantener la unidad del idioma). Las secuencias agramaticales son las
que no empleamos sin que pueda decirse que hayamos aprendido antes a no
usarlas. Sencillamente, el sistema gramatical est codificado de tal forma que las
excluye en virtud de su propia inmanencia. En definitiva, lo incorrecto "se
postula", mientras que lo agramatical "se descubre". La correccin, que se suele
articular en "normas", es un concepto "social", mientras que la gramaticalidad,
que se suele articular en "principios" es, ms apropiadamente, un concepto
"natural".
2) Lo gramatical no es lo cierto ni siquiera lo verosmil. Las secuencias que se
ajustan a los principios fundamentales de la gramtica no tienen que denotar
situaciones ciertas o verosmiles. Si leemos un poema surrealista y no somos
capaces de entender su significado no se nos ocurrir sugerir que su autor debe
aprender ms gramtica o que no domina bien el castellano. Una secuencia
puede ser gramatical y a la vez relativamente incomprensible, si su significacin
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no se ajusta a lo que independientemente sabemos sobre el mundo que nos
rodea.
3) Lo gramatical no es lo documentado, ni lo frecuente, ni lo estadsticamente
relevante. De hecho, en la lingstica generativa es frecuente trabajar con
oraciones inventadas por el propio lingista, en ocasiones de una complejidad
mayor que la que proporcionan estadsticamente los textos. Ello se debe a que
algunas de las propiedades ms interesantes de las estructuras gramaticales
slo salen a la luz en estructuras complejas infrecuentes, de manera relativa-
mente anloga a como las propiedades de ciertos compuestos orgnicos e
inorgnicos slo se manifiestan a travs de manipulaciones experimentales con
determinados reactivos. Tambin en la gramtica puede decirse que la experi-
mentacin dista mucho de la simple observacin atenta de los objetos en su
entorno natural (usando un ejemplo del propio Chomsky, nadie considerara
que puede aprender zoologa limitndose a ver pelculas de animales). Tambin
este aspecto de la experimentacin gramatical ha sido sumamente polmico entre
los lingistas, sobre todo porque en la historia de la gramtica generativa ha
habido ocasiones en que se han forzado los datos y los experimentos, lo que ha
hecho pensar a algunos crticos que algo fallaba en el hecho mismo de confiar
tan ciegamente en la introspeccin como fuente de datos.
4) Lo gramatical no es lo aceptable. En cuanto conducta, la actuacin incluye
factores extragramaticales entre los que ya he sealado la memoria, y la capaci-
dad o la rapidez de procesamiento, entre otros. Una oracin con cinco subordi-
nadas sustantivas sucesivas no ser, desde luego, muy elegante ni ser segura-
mente frecuente, pero no ser agramatical, sino relativamente "aceptable" o no
en funcin de factores de procesamiento completamente ajenos a la estructura
de la gramtica. Tambin aqu existe una analoga que puede ser til. Supon-
gamos que alguien, que puede conocer o desconocer el juego del tenis, nos hace
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esta pregunta: Cul es la duracin mxima de un partido de tenis?. Lo mejor
que podramos hacer es explicarle el reglamento del tenis, y luego concluir as:
"La duracin mxima de un partido de tenis no tiene nada que ver con el
reglamento del tenis. Tiene que ver con factores independientes, como la luz
solar, la programacin de televisin, la resistencia fsica (o la vida misma) de los
jugadores. Existe una duracin media que se puede calcular estadsticamente,
pero en este clculo no intervienen para nada las reglas del juego". El razona-
miento necesario para distinguir lo gramatical de lo aceptable no es, en lo funda-
mental, muy diferente.
La sorprendente capacidad de los seres humanos que ha llevado a
postular y desarrollar la teora de la competencia gramatical no parece ser tan
sorprendente para algunos de los crticos de la lingstica chomskyana (vase el
5.4 para las referencias bibliogrficas). Independientemente de las crticas que
provienen de los partidarios del lenguaje-E, que ya he mencionado brevemente,
existen otras de naturaleza distinta. Una crtica frecuente a la teora de la
competencia lingstica, tal y como se ha esbozado arriba, es que la interpreta-
cin de las secuencias nuevas tiene poco de misteriosa porque se basa en la
existencia de analogas sobre estructuras previas, de las que el hablante tiene una
experiencia directa. Este recurso a la analoga puede realizarse desde posiciones
empiristas o conductistas radicales, o bien desde una perspectiva ms ingenua
que trate simplemente de abordar los datos considerados tratando de simplifi-
car su anlisis. En cualquier caso, la rplica en este punto de Chomsky es
rotunda y ajustada: mientras no precisemos por qu no se dan unas analogas y
s otras en cada caso particular, el concepto de analoga ser muy poco til en la
gramtica. Si consiguiramos restringir cada una de esas "analogas" de manera
precisa, y prever detalladamente de qu manera interaccionan para constreir
explcitamente las interpretaciones posibles que tienen lugar en cada contexto
formal, lo que obtendramos sera la misma teora de la competencia gramatical,
pero quizs con otro nombre.
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Muchas veces sucede que la base de algunos contrastes gramaticales
esenciales en la determinacin de la competencia gramatical es relativamente
intuitiva. Sin embargo, no lo es tanto la manera concreta de formular las
generalizaciones gramaticales oportunas, sobre todo porque, si no las restrin-
gimos, ser imposible explicar por qu no se dan los mismos efectos en casos
relativamente similares. Consideremos un ejemplo sencillo basado en un par de
secuencias breves bastante parecidas:
Vi que el libro estaba en la mesa.
Vi el libro que estaba en la mesa.
Es fcil comprobar que en la primera de las dos oraciones, la frase
prepositiva en la mesa se puede interrogar; es decir, podemos sustituirla por el
adverbio dnde y colocarla al principio formando la pregunta Dnde viste que
estaba el libro? Si realizamos este mismo proceso en la segunda oracin, obten-
dremos una secuencia imposible: Dnde viste el libro que estaba? Intuitivamente,
la frase prepositiva est aqu "demasiado incrustada" para ser "accesible", pero
es obvio que tenemos que precisar el sentido de "demasiado", puesto que
podemos construir secuencias mucho ms complicadas que sta en las que
parece que todava tenemos ms incrustado el elemento que estamos interro-
gando, y sin embargo el resultado es gramatical. Puede servir como ejemplo
una oracin del tipo de De dnde diras t que piensa el bobo de Pepe que vienen los
nios?
La teora sintctica define, por tanto, en trminos abstractos pero preci-
sos, el concepto intuitivo de "accesibilidad" y de "incrustacin". En la segunda
de las dos oraciones anteriores estbamos extrayendo un complemento de una
oracin de relativo, mientras que en la primera lo hacamos de una subordinada
sustantiva. Existe un principio formal que impide interpretar el complemento
extrado si existen ms de dos nudos sintagmticos de acotacin entre el punto
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de desplazamiento y el de llegada. En la extraccin a travs de subordinadas
sustantivas sucesivas existen razones independientes para pensar que cada una
de ellas cuenta con una posicin propia para el desplazamiento intermedio sin
que sea necesario tal movimiento largo. Independientemente de los detalles
tcnicos sobre estos principios, parece claro que el hablante no los aprende
conscientemente, y que, aunque pueda manifestar una vaga intuicin de lo que
est ocurriendo, su reaccin como hablante se guiar por el simple sentido
comn, es decir, ser incapaz de formular un principio restrictivo que pueda ser
contrastado con nuevos datos.
Otros crticos (el debate Chomsky-Piaget es aqu relevante, vase el 5.4)
han sugerido que el aprendizaje del lenguaje se realiza mediante dispositivos
generales cognoscitivos anlogos en cierto sentido a los de tipo sensorial y
motriz. Lo cierto es que es sumamente difcil mostrar empricamente que los
principios formales de la sintaxis (como, por ejemplo, el que regula la determi-
nacin de los antecedentes locales de los reflexivos o la reccin de las categoras
vacas en estructuras subordinadas) tienen un correlato directo en otros siste-
mas perceptivos. Pero sin estas demostraciones no parece que puedan verificar-
se las propuestas que pretenden establecer tales relaciones.
Otras clases de crtica son muy conocidas entre los filsofos. La idea de
que existen distintos tipos de axiomas de los que podemos derivar los mismos
postulados acerca del significado y la forma de las estructuras gramaticales
lleva a autores como Quine a pensar que nunca podremos saber cul de esos
conjuntos formales es el que posee una determinada realidad psicolgica en la
mente del hablante, desde el momento en que otro conjunto extensional de
postulados podra llevar a definir un estadio parecido. Esta crtica del indeter-
minismo (o al menos una parte de ella) tambin se reduce, en cierta medida, a
una cuestin emprica, desde el momento en que los "distintos tipos de axio-
mas" deben hacer predicciones objetivas sobre estructuras gramaticales en
funcin de su propia coherencia mutua. Dado que esas predicciones deben
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verificarse independientemente, tenemos una salida de tipo emprico para
realizar la comparacin que el argumento considera inviable (vase el 5.4).
Todas estas propiedades de la competencia gramatical permiten dar
alguna idea de por qu se considera en el modelo de principios y parmetros
que el lenguaje es un "rgano mental" que "crece" y "se desarrolla" con las
condiciones del medio, de manera anloga a como la alimentacin, el entorno o
el tipo de actividad cotidiana condicionan el desarrollo de los seres vivos.
"Aprender" el lenguaje es, siguiendo con la metfora, permitir que "crezca".
Veamos con algo ms de detalle algunas de las unidades lingsticas que
articulan la teora de la competencia.
2. Los subsistemas gramaticales
Un aspecto de la teora de la competencia particularmente importante en
la concepcin racionalista chomskyana es el hecho de que la facultad del
lenguaje sea de tipo modular. No se trata de un molde vaco, de una tabla rasa
que contenga la mera predisposicin a recibir una lengua, sino de un conjunto
de principios que se corresponden con mdulos o subteoras y que restringen de
forma muy precisa la forma de las gramticas posibles. Si se desea mantener la
metfora del molde, se trata de un molde consistentemente articulado en
funcin de unidades independientes que interactan formando un sistema
deductivo de tipo computacional.
Puede parecer extraa la defensa que repetidamente ha realizado
Chomsky del concepto especfico de gramtica como objeto emprico de investi-
gacin, frente al concepto "externo" y, en su opinin ms evanescente, de
lenguaje. Pero si se recuerda lo fundamental de la distincin presentada arriba
entre lenguaje-E y lenguaje-I, no habr demasiada sorpresa en tal insistencia.
Dentro ya de la gramtica, se impone una segunda distincin: Ncleo frente a
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periferia. No toda la gramtica es igualmente nuclear o central, de modo que
habrn de quedar en un segundo plano las restricciones idiosincrsicas que no
se siguen de principios generales. Una parte de ellas es consecuencia de los
factores externos de la lengua, entre otros, los que condicionan su evolucin
como objeto histrico.
Si entramos en lo que hemos denominado ncleo (core grammar) estaremos
ya en el verdadero corazn de lo que constituye la teora de la competencia
gramatical. Dado que es en este punto donde comienza la parte ms tcnica de
la gramtica, ser imposible recoger en unas lneas la complejidad de tal
aparato formal. Me limitar a presentar de manera muy simplificada los
aspectos ms generales, y a hacer algunas consideraciones sobre las diferencias
entre las unidades de anlisis fundamentales a partir de algunos ejemplos
relativamente sencillos. El lector puede encontrar en la bibliografa temtica de
los 5.1 y 5.2 las referencias bibliogrficas necesarias para ampliar esta sucinta
presentacin.
Como he indicado, el ncleo de la gramtica lo componen principios que a
su vez se articulan en subteoras o mdulos. Entre los principios se permite cierta
variacin en funcin de determinados parmetros. Las estructuras formadas se
reparten y se interpretan en varios niveles de anlisis o componentes:
I. Componentes gramaticales:
1. El lxico.
2. El componente categorial o sintagmtico.
3. El componente transformacional.
4. El componente de las representaciones fonticas (Forma fontica).
5. El componente de las representaciones semnticas (Forma lgica).
II. Mdulos o subteoras gramaticales
a. Teora de la X'.
b. Teora temtica.
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c. Teora del Caso abstracto.
d. Teora del ligamiento.
e. Teora de la acotacin.
f. Teora del control.
g. Teora de la reccin.
Entre los principios, unos afectan a las bases formales ms generales de la
gramtica, como por ejemplo al hecho de que las estructuras sintagmticas sean
endocntricas (=con un ncleo categorial), lo que corresponde a II.a, y otros a
aspectos ms especficos que se relacionan con cada una de las subteoras. Los
parmetros introducen, por el contrario, factores de variacin, generalmente
sobre una base binaria. La variacin est limitada, por tanto, dentro de estos
mrgenes. As, el hecho de que una lengua sea de flexin fuerte, como el
espaol, o de flexin dbil como el ingls tiene un gran nmero de conse-
cuencias formales (presencia o ausencia de sujetos pronominales plenos o
expletivos, de sujetos pospuestos, de ciertas oraciones con pronombres interro-
gativos de sujeto formadas a travs de subordinadas sustantivas, etc.). El que
los ncleos rijan a sus complementos situados a su derecha o a su izquierda
permite diferenciar el espaol y el ingls del japons o el vasco, etc.
La llamada estructura profunda no es (frente a lo que tantas veces se ha
dicho) un nivel abstracto de representacin semntica, sino un nivel sintctico
que forman I.1. y I.2 de acuerdo con los principios configuracionales que aporta
II.a. Mientras que los componentes constituyen niveles de anlisis o de represen-
tacin, las subteoras aportan unidades de anlisis, es decir, instrumentos
gramaticales muy restringidos de carcter transcategorial que actan en uno o
varios componentes. Las pautas que aportan I.1 y I.2 forman la base sintctica
sobre la que se aplican los procesos transformacionales (sumamente restringi-
dos por principios formales) que finalmente se interpretarn fontica y semnti-
camente de acuerdo con I.4 y I.5.
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Los mdulos afectan a aspectos de las estructuras gramaticales que
podran llamarse microscpicos, en el sentido de que constituyen unidades
mnimas de anlisis. La teora de la X' (II.a) ofrece instrumentos para formar
frases o sintagmas a partir de las categoras gramaticales, e impone condiciones
de jerarquizacin formal a las unidades as formadas. En esta teora se determi-
nan la disposicin y naturaleza de los ncleos, los complementos y los especifi-
cadores, y tambin los tipos de adjuncin a estas proyecciones o expansiones
categoriales. En los ltimos aos, la teora sintctica sobre la estructura de
constituyentes ha avanzado considerablemente. Se ha desarrollado una teora de
las proyecciones funcionales que se aade a la ms conocida de las proyecciones
lxicas. Esta nueva concepcin permite dar una traduccin formal adecuada de
la idea intuitiva que consiste en considerar a "las partculas" (artculos, preposi-
ciones, etc.) y las informaciones flexivas (tiempo, aspecto, persona, nmero)
como el verdadero esqueleto de la gramtica. Las unidades lxicas se engarzan
en el armazn que estas entidades ms abstractas y ms bsicas conforman.
Es habitual pensar que los lingistas generativistas conciben el sistema
gramatical como un conjunto de reglas. As fue en los comienzos de la teora,
pero en la actualidad el concepto de regla ha sido sustituido en gran medida
por el de representacin. De hecho, se percibe un cambio claro desde la antigua
teora de las derivaciones, que estableca secuencias de reglas transformacionales
convenientemente ordenadas, por una teora de las representaciones. Las represen-
taciones pueden estar bien o mal formuladas dependiendo de que cumplan o
no las condiciones que se establecen en cada componente. Para evitar el recurso
a los largos procesos derivativos existen marcas sintcticas, como las denomina-
das huellas, que son indicadores explcitos de relaciones sintcticas que se
establecen a distancia.
En la primera gramtica generativa, se postulaban reglas de reescritura
(=expansin categorial) cuya informacin, se piensa ahora, era en gran medida
redundante. As, una regla de reescritura que diga que un sintagma preposi-
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cional se reescribe como una preposicin ms un sintagma nominal es redun-
dante, puesto que por un principio general de endocentricidad, que ahora
proporciona IIa sabemos que el ncleo de un SP no puede ser otra cosa que
una preposicin (hay razones sintcticas independientes que no puedo explicar
aqu). Por un principio general de variacin sobre la posicin de los comple-
mentos, en este caso un parmetro, sabemos que en espaol los ncleos preceden
a sus complementos, y no al contrario. En definitiva, no necesitamos una regla
para recoger esas informaciones especficas sobre el sintagma preposicional.
Puede resultar extrao que el lxico sea el punto de partida en I, pero lo
que se quiere decir con ello es que las propiedades combinatorias de las unida-
des lxicas (lo que tradicionalmente se denomina valencia semntica, recogido
aqu en II.b) aportan la base sobre la que se asienta el componente categorial.
El engarce de I.1 y I.2 se realiza mediante el llamado principio de proyec-
cin, que exige que las propiedades valenciales de las unidades lxicas se
mantengan en todas las representaciones, empezando por la estructura sintag-
mtica. Ciertamente, la estructura valencial de las palabras, llamada en este
modelo argumental, es esencialmente semntica, pero aun as no puede decirse
que la base del sistema formal de la gramtica est en el significado lxico. Vale
la pena explicar brevemente cmo se resuelve esta paradoja, que sin duda es
relevante para los intereses de los filsofos del lenguaje.
Sabemos que los verbos de movimiento suelen seleccionar, para saturar
sintcticamente sus argumentos, un punto de partida, otro de llegada y una
entidad mvil. Estas valencias semnticas (llamadas papeles temticos en la termi-
nologa generativista) se corresponden con categoras sintagmticas, concreta-
mente con sintagmas nominales y prepositivos, estos ltimos encabezados por
ciertas preposiciones que en buena parte podemos prever. Cada una de estas
unidades tendr su propia estructura en funcin de principios formales inde-
pendientes ya del significado del verbo en cuestin. Los sintagmas formados
son unidades de construccin que se deducen en gran medida de la seleccin
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semntica previa, pero tienen una estructura formal independiente, y entran en
la combinatoria sintctica en funcin de los factores que aporte el componente
I.2, no el I.1.).
Cul es entonces la solucin de la paradoja? Es esencial tener presente
que las propiedades lxicas que la gramtica toma como base de la combina-
toria sintctica no representan ms que una parte de los rasgos que definen el
significado lxico, y desde luego no puede decirse que esas informaciones se
deduzcan de la naturaleza de los objetos mismos. Supongamos que propone-
mos a un hablante cualquiera que considere la diferencia entre las expresiones
Una foto de Mara y Un reloj de Mara. Dado que estos dos segmentos solo se
diferencian en una palabra, lo normal es que el hablante nos explique las
diferencias entre las fotos y los relojes. Si se lo pedimos, puede que nos constru-
ya una lista con esas diferencias, y probablemente no ser corta. A continuacin
podemos pedir a ese mismo hablante que compare las dos oraciones que apare-
cen a continuacin:
Mara es la chica de la que vi una foto.
Mara es la chica de la que vi un reloj.
Notaremos que tender a rechazar la segunda de estas oraciones, que conside-
rar mal construida, pero adems es probable que no sea capaz de aplicar
ninguna de las diferencias que apunt en su lista para explicar un contraste de
gramaticalidad tan claro como ste, que le resultar seguramente inesperado.
La sorpresa que puede causar ese contraste se produce porque
nuestro hablante pensaba sobre los objetos, no sobre las palabras. La explica-
cin de este contraste es sintctica y semntica a la vez, pero desde luego no se
basa en lo que un diccionario podra aportarnos sobre estas palabras, y mucho
menos en lo que podramos deducir sobre esos objetos si los comparamos sobre
una mesa. El sustantivo foto posee un argumento interno que se corresponde
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con el objeto representado. De hecho la palabra foto pertenece a la clase semn-
tica de los nombres de representacin (ing. picture nouns), junto con cuadro o
pelcula. Las palabras que denotan simples objetos fsicos, como los relojes o las
farolas, no poseen estructura argumental. Sus complementos posesivos desig-
nan a su dueo, una entidad que la gramtica no conceptualiza como comple-
mento argumental, en parte porque el que casi todos los objetos tengan dueo
no forma parte de su significado, sino del mundo que nos ha tocado vivir.
As pues, la formacin de oraciones de relativo es sensible a la existencia
de un argumento del sustantivo, y el sustantivo foto puede tener dos: el fotgrafo
y la imagen. De este modo, la interpretacin en la que Mara es la duea de la
foto resulta rechazada en la secuencia con la oracin de relativo propuesta. Por
otra parte, la nica forma de salvar la oracin de relativo formada con reloj sera
forzar en este sustantivo un argumento externo, concretamente el agente, lo que
se lograra si consideramos a Mara una famosa relojera.
La sintaxis no reacciona ms que ante ciertos aspectos del significado de
las palabras. Este sencillo ejemplo muestra que las diferencias gramaticales a las
que la sintaxis es sensible pueden tener una indudable base semntica, pero no
nos exigen una teora completa del significado lxico como requisito previo
para abordar las estructuras sintcticas. La gramtica tiene la capacidad de
abstraer ciertos aspectos, en cierto sentido estereotipados, del significado lxico,
como ocurre en este caso con el concepto de estructura argumental. Esos
aspectos ni siquiera estn entre los rasgos conceptuales que un lexicgrafo
podra considerar fundamentales. El que las pautas formales del lenguaje los
filtren tan cuidadosamente es, en lo esencial, la razn por la que el lxico, y no el
diccionario, aparece como primer componente de la gramtica. Esta admirable
capacidad de diseccin que la sintaxis muestra es verdaderamente sorpren-
dente y misteriosa, incluso para los lingistas que estamos acostumbrados a
trabajar con ella.
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Un aspecto central de la sintaxis bsica consiste en proyectar la estructura
argumental en la estructura sintagmtica. Se piensa en la actualidad que las
estructuras argumentales no son en realidad verdaderamente primitivas, sino que
se derivan ms bien de unas estructuras conceptuales ms abstractas que estn
articuladas sobre una base composicional. El autor que ms detalladamente ha
desarrollado esta idea es R. Jackendoff (vanse las referencias que cito en el
5.3). A diferencia de otras propuestas de estructuras conceptuales para las
relaciones gramaticales bsicas, como las de Lakoff o Langacker, en los plan-
teamientos de Jackendoff las estructuras conceptuales se construyen sobre una
base composicional anloga a la que permite configurar las proyecciones
sintcticas.
Las unidades de anlisis que aportan los mdulos o subteoras son ms
abstractas que las que proporcionan las gramticas clsicas, e introducen una
serie de generalizaciones transcategoriales que esas obras no eran capaces de
conseguir. Por poner un ejemplo, ninguna gramtica descriptiva es capaz de
relacionar los principios que determinan la sintaxis de las oraciones subordi-
nadas de subjuntivo con los que son necesarios para analizar los antecedentes
de los pronombres no reflexivos. En esta teora ambos pertenecen al mdulo IId
y son relativamente parecidos. Las subteoras interactan en una misma
estructura sintctica porque, aunque sean independientes, cada uno de estos
mdulos es "responsable" de un aspecto diferente de la forma o el significado
de las oraciones.
La interaccin de estos mdulos la realiza el hablante a travs de un
cmputo mental, es decir, un clculo deductivo, generalmente muy rpido y
sumamente preciso. La teora de la competencia debe estar formulada de tal
forma que nos permita obtener un modelo formal de ese clculo que resulte tan
explcito como lo son las interpretaciones de los hablantes. En lugar de mencio-
nar apresuradamente la relacin de tareas que corresponden a cada mdulo,
creo que puede ser ms interesante considerar un ejemplo, muy simplificado
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para que el lector capte lo esencial de la argumentacin, de lo que se entiende
por cmputo mental en la teora gramatical. Tratar de mostrar cmo se interac-
cionan los componentes de la teora del ligamiento (II.d) y los de la teora del
control (II.f).
Consideremos la oracin Juan le permiti cuidarlo. Supongamos que lo se
refiere a una persona, no a un animal ni a una cosa. Ciertamente, no sabemos
quin es Juan, ni a quin se refiere le ni lo, pero el rapidsimo sistema computa-
cional de cualquier hablante es capaz de establecer de inmediato que Juan y le
no son correferentes (es decir, no designan al mismo individuo); que le y lo
tampoco lo son, y que Juan y lo pueden serlo o no serlo. Si sustituimos los
pronombres o los verbos al azar obtendremos resultados igualmente claros y no
menos inmediatos: en Juan le permiti cuidarse no cabe identificar se con Juan,
pero si sustituimos permitir por prometer eso es exactamente lo que suceder.
Asimismo, las secuencias *Le promet cuidarse y *Me permiti cuidarse son agrama-
ticales en cualquier contexto posible.
Las bases de estos rpidos diagnsticos (independientes por completo de
la inteligencia del hablante) no aparecen en las gramticas, tal vez porque se
considera implcitamente que todo ello es as "porque ha de serlo" o porque es
demasiado evidente como para tener que explicarlo. El cmputo mental que el
hablante realiza puede resumirse en una estrecha interaccin de los principios
de ligamiento y control. Reduciendo el razonamiento a lo esencial, puede
decirse que los primeros establecen los entornos formales en los que los pro-
nombres encuentran sus antecedentes, y que los segundos introducen factores
(en parte semnticos) necesarios para la determinacin de los antecedentes de
algunos sujetos no expresos. Los reflexivos, junto con los recprocos (y con otros
elementos de los que no puedo ocuparme aqu) encuentran sus antecedentes en
entornos mucho ms restrictivos que los elementos llamados pronominales (en
espaol lo son los personales no reflexivos, sean o no clticos). Todos ello se
formaliza en los principios de la teora del ligamiento. Pero independientemen-
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te, en la oracin subordinada de infinitivo, necesitaremos un sujeto nulo en
virtud del principio que nos exige proyectar el lxico en la sintaxis (principio de
proyeccin). Este sujeto nulo, que habitualmente se representa por PRO, cuenta
como argumento del verbo subordinado. Los principios formales que regulan la
localizacin de los antecedentes de los pronombres nos exigen que interprete-
mos PRO como antecedente obligatorio de se en Le permiti [PRO cuidarSE], y
como no-antecedente de lo en Le permiti [PRO cuidarLO].
Hasta aqu no interviene para nada la naturaleza del verbo principal. Lo
hace cuando hacemos intervenir los principios de la teora del control, que
recuerdan en cierto sentido las intuiciones de algunas gramticas clsicas sobre
lo que se llamaba concertacin de los infinitivos. La teora del control nos interpre-
tar el antecedente de PRO. El verbo permitir pertenece a la clase semntica de
los verbos de influencia, que sintcticamente son verbos de control de objeto (el
objeto del verbo principal es el que controla la referencia del sujeto del subordi-
nado), mientras que prometer es un verbo de voluntad, que sintcticamente son
verbos de control de sujeto (el sujeto del verbo principal controla la referencia del
sujeto del subordinado). En definitiva, sea cual sea la interpretacin que demos
a cualquiera de los pronombres en estas oraciones, la interpretacin correcta
slo se producir si se satisfacen las subteoras del ligamiento y del control. Las
oraciones agramaticales mencionadas lo sern porque una de las dos no puede
cumplir sus requisitos. El hablante no sabe, obviamente, qu principio est
incumpliendo, pero reacciona con suma rapidez indicando intuitivamente que
no se pueden satisfacer todos los requisitos referenciales de los elementos que
participan en dichas secuencias.
En el resto de los mdulos se obtienen interacciones parecidas, no tanto
en los datos gramaticales, que lgicamente son muy distintos, sino en cuanto
que se usan conceptos parecidos de localidad, es decir, lmites formales que
acotan de manera muy precisa los entornos en los que "son activas" las unidades
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gramaticales. Ello condiciona, consiguientemente, las interpretaciones semnti-
cas que las oraciones pueden tener.
El componente I.5 es uno de los que ms se ha desarrollado en los ltimos
aos. Afecta, en esencia, a los aspectos no lxicos del significado gramatical,
como es, por ejemplo, la determinacin del mbito relativo de los cuantificado-
res. La razn por la que ha despertado tanto inters en los ltimos aos es
porque se ha descubierto que son factores sintcticos similares a los que
controlan los desplazamientos "visibles" de los elementos interrogativos en la
sintaxis los que regulan procesos como los relativos a la interpretacin de los
sintagmas cuantificativos, en los que no se manifiestan abiertamente tales
relaciones de desplazamiento. Si ello es as, este componente viene a ser un tipo
ms abstracto de representacin sintctica, una forma de medir "distancias
sintcticas", en ocasiones invisibles, a partir de las cotas que separan los elemen-
tos que han de relacionarse y de la posicin de estos en la estructura sintctica.
Una de las consecuencias inmediatas de la "distribucin del trabajo" que
realizan las subteoras del modelo de principios y parmetros es tan interesante
como sorprendente: las construcciones gramaticales, entendidas en el sentido
tradicional (oraciones pasivas, relativas, etc, etc.) no son elementos primitivos
del anlisis, puesto que se reducen a principios ms bsicos de la estructura
sintctica: los que distinguen ncleos, complementos, especificadores y adjun-
tos en las distintas proyecciones, a los que se unen los parmetros de direccio-
nalidad en los procesos de marcado y las fronteras categoriales mencionadas
ms arriba. Ni siquiera las funciones sintcticas tradicionales (sujeto, objeto
directo, etc.) son inmunes a esta redistribucin, porque en realidad se descompo-
nen en unidades ms pequeas, que son las aportadas por los principios de
asignacin de Caso abstracto (II.c) en esencia, marcas formales de identificacin
de relaciones sintcticas y las informaciones argumentales que aporta II.b en
las condiciones de adyacencia y direccionalidad que establece II.g.
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3. Estructura y funcin en la gramtica
Como hemos visto, las nociones bsicas que articulan la competencia
gramatical de los hablantes no dependen, en el modelo de principios y parme-
tros, de la eficacia de la comunicacin, sino de principios independientes no
aprendidos que poseen una realidad mental. El lenguaje se concibe, pues, en
esta teora, como un sistema cognoscitivo, no como un sistema comunicativo.
Ciertamente, estas ideas no son aceptadas por todos los profesionales (lingis-
tas, psicolingistas o filsofos del lenguaje) de aquellas ciencias humanas en las
que tales cuestiones son relevantes. La posicin terica que se asume en dicho
modelo resulta polmica para algunos psiclogos y filsofos porque las unida-
des bsicas no se derivan de otros sistemas perceptivos del ser humano ni
participan en otras funciones distintas de las verbales. Resulta polmica para
algunos lingistas porque los principios formales que determinan la estructura
de las secuencias no se relacionan directamente en dicho modelo con los
propsitos comunicativos del hablante.
Los lingistas que rechazan la aproximacin que ofrece el modelo de
principios y parmetros en la direccin apuntada pertenecen a escuelas consi-
derablemente diferentes, pero les suele unir el trmino funcionalistas y la idea de
que los principios formales de la lingstica formal debieran ser segn argu-
mentan o bien reemplazados por otros de naturaleza discursiva, o bien
derivados de ellos. En su opinin, las unidades bsicas deben establecerse de tal
modo que relacionen directamente la forma de los mensajes con los propsitos
comunicativos de los hablantes. La crtica ms repetida de los funcionalistas
hacia los generativistas se basa en su idea de que los principios formales
autnomos no "explicaran" los hechos, sino que los "reformularan" en un nivel
ms abstracto. La cuestin fundamental que est en juego, como ha sealado F.
Newmeyer en varios trabajos (vase el 5.6), es si la gramtica es o no un
sistema autnomo, es decir, si las unidades y las capacidades que son necesarias
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para desarrollar el enorme edificio que constituye la gramtica son o no inde-
pendientes de otros sistemas; en definitiva, si en la gramtica existe o no una
relacin directa entre la estructura y la funcin, entre los principios que configu-
ran la arquitectura de las secuencias y los propsitos a los que se destinan los
mensajes.
La oposicin entre estructura y funcin posee un marcado inters filosfico
en varios campos que no tienen que ver, en principio, con el lenguaje. Es clsico
el ejemplo de que algunos rganos del cuerpo humano tienen la estructura
formal que tienen porque desempean una determinada funcin. En el caso del
corazn, la estructura es una determinada disposicin de aurculas, ventrculos
y vlvulas, y la funcin es bombear sangre. La relacin entre estructura y
funcin es ms que evidente. Sin embargo, en el caso de las estructuras gramati-
cales es muy dudoso que se d sistemticamente una relacin tan directa entre
estructura y funcin. Es casi imposible que detrs de cada unidad formal de la
gramtica exista un principio discursivo que relacione su existencia con los
propsitos comunicativos del hablante. Algunos procesos obligatorios en la
sintaxis parecen incluso claramente antifuncionales, como por ejemplo la
redundancia formal que siempre imponen las marcas de concordancia. Las
estructuras que podran caracterizarse como icnicas (tal vez la formacin de
plurales, algunas estructuras coordinadas y ciertas pautas de repeticin,
focalizacin y disposicin lineal) constituyen una parte muy pequea del
edificio gramatical. Aunque reconociramos en algunas de ellas una cierta base
analgica, sera verdaderamente imposible deducir de ese fundamento las
constricciones gramaticales a las que tales estructuras estn sometidas. Indepen-
dientemente de esos casos, no puede decirse que la variacin paramtrica que
se postula en la gramtica formal se pueda deducir tampoco de principios
funcionales, sobre todo porque la eficacia comunicativa se consigue igualmente
ante opciones formales distintas en idiomas diferentes. De hecho, la enorme
divergencia entre las estructuras sintcticas de las lenguas del mundo no aboga
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a favor de los anlisis que relacionan tan claramente las formas con las funcio-
nes.
Como han sealado Newmeyer y otros autores, la concepcin que tiene
Chomsky de las unidades gramaticales bsicas es similar a la que los histlogos
pueden tener sobre su objeto de estudio. Frente a los rganos, los tejidos no son
unidades que se definan por la funcin que desempeen, sino ms bien compo-
nentes "estructurales" que forman parte de varios rganos a la vez. El tejido
nervioso o el glandular aparecen en muchos rganos, por ejemplo en el rin,
en el corazn o en el hgado, y ello no impide en absoluto que tales rganos
realicen funciones diferentes. En un sentido relativamente parecido a como los
tejidos no son "unidades de funcin", y s son, en cambio, "unidades interor-
gnicas", podra decirse que las unidades formales ms bsicas de la gramtica,
que son intercategoriales, no son tampoco unidades funcionales, sino estructura-
les.
Sera faltar a la verdad presentar la postura que habitualmente se caracte-
riza como funcionalista como minoritaria en el panorama lingstico actual,
sobre todo si se entiende el trmino en un sentido amplio. En realidad, las
posturas contra la existencia misma de un sistema gramatical autnomo, es
decir, independiente de los factores de uso (sean estos sociales, estticos o de
otra naturaleza) han sido predominantes en la tradicin europea, en buena
parte porque los usos estticos, y en general retricos, del lenguaje nunca se han
diferenciado radicalmente de los principios que configuran las estructuras
bsicas de la gramtica. Varios de los autores ms destacados en la tradicin
lingstica europea del presente siglo (entre otros muchos, Halliday, Martinet y
los representantes de la importante escuela lingstica de Praga) han defendido
posiciones claramente funcionalistas y, en general, puede decirse que esa
concepcin sigue siendo muy pujante en la investigacin y en la enseanza,
juntamente con la visin histrica de los objetos lingsticos a la que antes me
he referido.
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En la tradicin descriptiva de las gramticas europeas clsicas, el sistema
gramatical era una entidad abstracta que se encontraba inserta de forma vaga
en los textos de los mejores autores literarios. Con cierta frecuencia, las explica-
ciones gramaticales acudan a combinaciones diversas de factores formales,
funcionales y hasta estticos. No haba ningn reparo en acudir a factores extra-
lingsticos tantas veces como fuera necesario, en parte porque tampoco
existan los requisitos de explicitud analtica que se piden en las aproximaciones
recientes a la teora gramatical. La gramtica formal ha chocado tambin en la
tradicin lingstica europea porque se contrapona claramente a la visin en
parte romntica del lenguaje como sistema libre de expresin y de comunica-
cin en el que, por su propia naturaleza, no tendra sentido postular constriccio-
nes o ataduras de tipo formal. En el panorama lingstico internacional actual
existen, no obstante, varios grados en la posicin de los lingistas funcionalistas
sobre el margen que se concede a los principios autnomos. Este margen es
prcticamente nulo en las propuestas de T. Givon o E. Thompson, y algo mayor
en las de R. Van Valin, E. Prince, S. Kuno o en los lingistas de la escuela tipolo-
gista de Colonia (para ms detalle sobre las posiciones tericas de cada uno,
vanse las referencias que cito en el 5.6). Otros lingistas, como G. Lakoff y R.
Langacker, defienden una aproximacin en la que las formas lingsticas
reproducen estructuras conceptuales, de forma que las categoras gramaticales
y semnticas se configuran segn ciertos prototipos semnticos que se pueden
combinar. Para estos lingistas, la aproximacin de los gramticos generati-
vistas se reduce a una "manipulacin de smbolos" sobre estructuras formales
desprovistas de significado. Por el contrario, algunos autores que no trabajan en
el marco de la gramtica generativa, como E. Prince, S. Kuno, L. Horn y otros,
aceptan la idea de que existe una sintaxis autnoma, y al mismo tiempo defien-
den la relevancia de principios funcionales complementarios.
La polmica sobre los fundamentos autnomos o derivados de los princi-
pios bsicos de la gramtica se puede reducir en buena medida a una cuestin
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emprica. Lamentablemente, no existen demasiados trabajos en los que se
comparen detenidamente las propuestas formales autnomas y las propuestas
funcionalistas discursivas sobre los mismos fenmenos. Los trabajos recientes de
S. Kuno (vase el 5.6) sobre las aproximaciones funcionalistas a los fenmenos
de ligado (= determinacin de los antecedentes de los pronombres) son intere-
santes por lo que tienen de explcitas, y porque llegan a admitir que el estudio
de los aspectos discursivos de la anfora no es incompatible con el de los
aspectos configuracionales de esas mismas estructuras.
Otras veces, los lingistas funcionalistas han presentado anlisis discur-
sivos para fenmenos considerados formales en la tradicin generativista sin
que la comparacin de resultados se haya verificado con igual grado de detalle.
As ocurre, por ejemplo, con los intentos de analizar la extraccin de consti-
tuyentes interrogativos o relativos, muy detalladamente estudiados en la
gramtica formal, como resultado de la interaccin de principios discursivos
relacionados con la interpretacin de los elementos focalizados, con la semnti-
ca de los predicados de actitud proposicional (en particular, los de asercin
dbil) y con ciertas condiciones pragmticas sobre la existencia de "esquemas" o
"escenarios" prototpicos vinculados al conocimiento mutuo. Es de lamentar que
en estos anlisis no se lleva siempre a cabo la tarea de contrastar estas opciones
con las que proporciona la gramtica formal para cada caso (principios de re-
estructuracin lxica, formacin de predicados complejos, etc.) y, sobre todo, la
tarea de intentar separar lo que puede estar determinado por principios
discursivos y lo que corresponde ms propiamente a la estructura.
En realidad, no es difcil encontrar estructuras gramaticales en las que es
posible separar los componentes autnomos y los discursivos. Entre ellas estn las
estructuras con procesos de focalizacin y tematizacin, o en general de nfasis,
las estructuras copulativas llamadas perfrasis de relativo, o las subordinadas
sustantivas flexionadas en indicativo o subjuntivo. As, en este ltimo caso, se
sabe que una parte de los factores que determinan el modo verbal es conse-
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cuencia de la reccin lxica por el predicado principal; otra parte tiene ver con
factores relacionados con el nfasis (ms concretamente, el foco) y con el mbito
de la negacin y de otros operadores oracionales. El que cada una de estas
construcciones sea el resultado de la interaccin de principios distintos (unos
formales y otros discursivos) es en realidad lo esperable, pero ello exige un
cuidadoso anlisis emprico que no siempre se encuentra en las posiciones
apriorsticas.
A todo eso cabe aadir el hecho de que en las aproximaciones funcionales
es frecuente que las generalizaciones se formulen en trminos de "tendencias" o
de "escalas", jerarquas de prominencia (ing. saliency) y condiciones no formales
para identificar las unidades fundamentales, lo que tiene como consecuencia el
que los anlisis no sean igualmente verificables en todos los casos. El hecho
mismo de que no sea frecuente trabajar con constituyentes acotados en esos
estudios lleva a que los lmites entre las unidades segmentadas sean a veces un
tanto difusos.
La base de la aproximacin funcionalista a las unidades gramaticales
fundamentales radica en una subordinacin de las estructuras lingsticas a
propsitos externos, y en este sentido se defiende indirectamente un tipo de
empirismo en el aprendizaje que no exigira admitir que la capacidad verbal es
algo ms que un simple molde para recibir el lenguaje. Desde el punto de vista
filosfico, la cuestin que est en juego es de cierta envergadura, puesto que
afecta a la decisin sobre si las estructuras mentales son o no intencionales en s
mismas. Es importante hacer notar que la polmica no afecta a los aspectos que
corresponden a la competencia pragmtica. No parece discutible (ni para los
lingistas ms formalistas) que el anlisis de los actos verbales, las presuposi-
ciones o los conectores discursivos exigen principios ajenos a los que configuran
las bases formales del lenguaje. Lo que los gramticos funcionalistas ponen en
duda (con argumentos no suficientes, en mi opinin) es la existencia misma de
una sintaxis autnoma.
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A los que miran desde fuera el campo de la lingstica generativa les
llama a veces la atencin el hecho de que las consideraciones ms profundas y
los argumentos decisivos se planteen a partir de oraciones breves, austeras, y
podra decirse que hasta ramplonas. Los gramticos que trabajan en esta teora
usan sistemticamente tal tipo de datos en lugar de otros ms atractivos, como
por ejemplo los que podran extraerse de un ensayo o de una obra literaria.
Pero, visto en conjunto este apresurado repaso, ello es en realidad lo esperable,
puesto que lo que se pretende es separar los principios "fsicos" de los que
proporcionan los dems sistemas. Retomando la analoga de la arquitectura,
introducida antes, el arquitecto que desee explicar por qu se mantiene en pie
un edificio no necesitar nociones urbansticas ni sociolgicas ni estticas para
exponer su argumentacin, sino ms bien principios estrictamente fsicos. Para
hacerlo, le podra servir hasta el bloque de pisos ms anodino que pudiera
imaginarse. Nadie deducira de ello que la arquitectura no es una de las Bellas
Artes o que carece de una proyeccin social, o que se acta incorrectamente
aislando los dems aspectos. Se dira probablemente que, en lo fundamental, las
estructuras las aporta la fsica, y que los usos y las funciones los van introdu-
ciendo la cultura y el entorno social.
4. Conclusin
La competencia gramatical representa el conocimiento interiorizado que
el hablante tiene de su lengua. La concepcin racionalista del lenguaje en la que
se ha introducido y desarrollado este concepto ha sido impulsada por Noam
Chomsky y ha venido desarrollndose desde finales de los aos cincuenta. En
la versin actual recibe el nombre de modelo de principios y parmetros. Sus
fundamentos son los siguientes:
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a) El lenguaje es un sistema interiorizado. Su conocimiento es el resultado de que
aparezca articulado como un sistema computacional rico y complejo construido
sobre una serie de principios formales que determinan un conjunto de repre-
sentaciones de naturaleza mental. Estas representaciones mentales se corres-
ponden con estructuras fnicas y tambin semnticas.
b) La hiptesis ms fuerte de esta concepcin cartesiana del lenguaje afecta a la
forma en que este conocimiento se adquiere: el punto de partida es un sistema
abstracto que los humanos poseen de forma innata. El contacto con otros
hablantes hace que el sistema "crezca", que se fijen las opciones paramtricas
que posee (con lo que se regula y se restringe la variacin) y que alcance la
"madurez" de forma parecida a como lo hacen los sistemas orgnicos. El sistema
"crece" de forma sorprendentemente rpida ante muy pocos estmulos, incluso
ante estmulos tan incompletos y deficientes como los que proporciona la
comunicacin lingstica interpersonal cotidiana. Lgicamente, la lingstica se
concibe en esta aproximacin como una rama de la psicologa cognoscitiva.
c) El lenguaje no es un "sistema de aductos y eductos" (input-output system),
frente a los sistemas de percepcin sensorial. As pues, no son necesarios
estmulos externos para que los hablantes manifiesten sus pensamientos. Los
principios formales que se articulan en la gramtica interiorizada no son
resultado de las intenciones comunicativas de los hablantes.
d) El lenguaje no es un sistema de hbitos ni de destrezas. Los principios
fundamentales que configuran la competencia gramatical no se infieren tampo-
co mediante recursos analgicos ni son comunes a los que subyacen a los
sistemas sensoriales o motrices.
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e) La teora de la competencia gramatical es la teora del lenguaje interiorizado.
El lenguaje es a la vez un objeto natural y un objeto mental. Las representaciones
mentales que constituyen la base de la gramtica forman parte del mundo
fsico.
f) Los principios gramaticales, abstractos pero sumamente especficos, se
articulan en subteoras. Los hablantes los manejan y realizan rpidos cmputos
mentales con ellos y establecen as la forma en que la gramtica determina el
significado de las oraciones.
g) Existen aspectos relevantes de la gramtica que corresponden a los usos del
lenguaje ms que a las estructuras formales que lo sustentan, pero los principios
discursivos o comunicativos que subyacen a tales aspectos, aun siendo reales,
no contradicen ni anulan la existencia de un sistema formal autnomo.
5. Gua bibliogrfica
5.1. Introducciones generales a la lingstica generativa. Cabe mencionar en
primer lugar las que no son demasiado tcnicas, pero a la vez son abarcadoras y
pedaggicas, como Chomsky (1988a) y Otero (1984). El libro de J. Leiber (1975)
es algo anticuado por la fecha de publicacin, pero Chomsky lo recomendaba
hace aos como introduccin bsica ("It is the book that I would recommend to
people who ask me what I'm up to"). Vase asimismo la primera parte de la
reciente introduccin de Acero (1993). Son particularmente interesantes los
libros de entrevistas a Chomsky, sobre todo si no se desea entrar en los detalles
tcnicos, y en cambio se pretende obtener una idea general de su teora del
lenguaje. Destaca entre todos ellos Chomsky (1988b), y a continuacin (ms
tcnico en muchos aspectos), Chomsky (1982). Existen otras muchas intro-
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ducciones a la gramtica generativa clsica, pero pocas, aparte de las citadas,
reflejan el estado actual de la teora sin entrar en los aspectos ms tcnicos (para
stos vase la seccin siguiente). El vol. 1 de la antologa de Newmeyer (1988),
escrito por una destacada seleccin de especialistas, constituye una de las
fuentes ms ricas y rigurosas de informacin. Recomiendo sin dudarlo los
cuatro volmenes de que consta la obra, y en especial la cuidada versin
espaola.
5.2. Introducciones tcnicas al modelo de principios y parmetros. Se han
publicado muchas en los ltimos aos. Entre las relativamente sencillas figuran
Cook (1988) y Cowper (1992). Esta ltima algo menos sencilla, pero s simplifi-
cada- y la primera parte de Chomsky (1986). Entre las que comparan el modelo
de principios y parmetros con otras teoras formales de la sintaxis debe
sealarse Horrocks (1987) y, en segundo lugar, Sells (1985). La introduccin ms
pedaggica, y a la vez una de las ms detalladas, es Radford (1988). Las ms
actualizadas son Haegeman (1991) y Freidin (1992). En cuanto al espaol, se
pueden distinguir tambin las introducciones bsicas, como Hernanz y Brucart
(1987), y las avanzadas, como Demonte (1989).
5.3. Obras fundamentales en esta teora que tengan inters para la filosofa
del lenguaje. Entre las obras del propio Chomsky cabe indicar aqu las que no
son especialmente tcnicas. A las que indico en el 5.1 pueden aadirse
Chomsky (1975) y (1980). En los trabajos de Jackendoff (1990, 1987, 1993) se
expone detalladamente una teora componencial del lxico que se articula sobre
una base componencial de tipo sintctico. Si el lector desea profundizar en la
teora temtica, esencial sin duda para la relacin entre lxico y sintaxis, le
recomendara las antologas de Roca (1992) y Wilkins (1988). Entre todas las
numerosas antologas recientes sobre este modelo que pueden ser de inters
para los filsofos del lenguaje, destacar, adems de las que sealo en el 5.4,
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Kasher (1991), particularmente interesante para el concepto de forma lgica en la
teora gramatical.
5.4. Polmicas y debates. Crticas y rplicas de inters lingstico y filosfico.
Despus de la clsica polmica Chomsky-Skinner, que no mencionar por su
antigedad, el primer puesto de esta seccin lo debe ocupar por su inters,
tanto para filsofos como para psiclogos y lingistas, el debate Chomksy-
Piaget, que se reproduce en Piattelli-Palmarini (1989). Sobre la cuestin del
indeterminismo, vase el debate Stich-Chomsky/Katz, reproducido en Sitch y
otros (1978), as como parte de la antologa compilada por G. Harman (Harman
1974). Esta antologa resulta til a pesar de que los aspectos formales de los
anlisis sintcticos sean en la actualidad considerablemente diferentes. Una
recopilacin de los argumentos clsicos contra la gramtica generativa por parte
de varios filsofos del lenguaje (de orientacin empirista en su mayor parte) es
la de Hook (1969), algunos de cuyos argumentos se reproducen bajo otras
formas en la antologa de George (1989), publicada veinte aos despus. Otras
crticas de inters para los filsofos del lenguaje se exponen en Matthews (1979),
Sampson (1980) y Bunge (1983). En cuanto a las rplicas, vanse fundamental-
mente las obras del propio Chomsky, en particular Chomsky (1975, 1980,
1988b). Una buena rplica a las crticas a la gramtica generativa, sobre todo a
las realizadas en Francia, se presenta en Pollock y Obenauer (1990).
5.5. Panoramas sobre los estudios de gramtica generativa aplicados al
espaol. Existen varios panoramas recientes sobre las aplicaciones al espaol
del modelo de principios y parmetros. El lector encontrar abundante informa-
cin sobre este punto en Suer (1989), Brucart (1992), Rivero (1991), Demonte
(1993) y Bosque (1993).
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5.6. Comparacin de las teoras gramaticales de base formal y de base funcio-
nal. Para esta comparacin recomiendo fundamentalmente las obras de F.
Newmeyer (1983, 1986, 1991, 1992), junto con el nmero 11 (1991) de la revista
Language and Communication, en el que el propio Newmeyer debate con diecisis
funcionalistas sobre la naturaleza autnoma o derivada de las unidades grama-
ticales. El lector podr encontrar tambin una comparacin interesante de los
principios formales y funcionales en Kuno y Takami (1993), donde se desarro-
llan ideas de Kuno (1987). Para una exposicin somera, pero clara, de los
fundamentos de cada teora, vase Droste y Joseph (1991).
6. Referencias
Acero, J.J. (1993), Lenguaje y filosofa, Octaedro, Barcelona.
Bosque, I. (1993), "La gramtica generativa y los estudios de sintaxis espaola;
breve estado de la cuestin", en prensa en las Actas del X Congreso de la Asocia-
cin de Lingstica y Filologa de Amrica Latina, Universidad de Veracruz (Mxi-
co).
Brucart, J. M. (1992), "Gramtica generativa y gramtica del espaol": Verba
(Santiago de Compostela) vol. 19 (en prensa).
Bunge, M. (1983), Lingstica y Filosofa, Ariel, Barcelona.
Cook, V.J. (1988), Chomsky's Universal Grammar, Basil Blackwell, Londres.
Cowper, E. (1992), A Concise Introduction to Syntactic Theory, The University of
Chicago Press, Chicago.
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41
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Versin espaola: Ariel, Barcelona, 1979.
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Nueva York. Versin espaola: Mxico, Fondo de Cultura, 1983.
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32-33
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Chomsky, N. (1986), Knowledge of Language, Nueva York, Prager; versin
espaola, Madrid, Alianza, 1989.
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ge, versin espaola: Visor, Madrid, 1989.
Chomsky, N. (1988b), Language and Politics, editado por C. P. Otero, Black Rose
Books, Montreal-Nueva York.
Demonte, V. (1989), Teora sintctica. De las estructuras a la reccin, Madrid, Arco-
Libros.
Demonte, V., (1993), "Gramtica del espaol y gramtica universal: Perspectivas
de un encuentro", en Cuadernos de lingstica (Instituto Universitario Ortega y
Gasset), vol. 1.
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Freidin, R. (1992), Foundations of Generative Syntax, MIT Press, Cambridge.
George, A. ed. (1989), Reflections on Chomsky, Basil Blackwell, Londres.
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Hernanz, M.L. y J.M. Brucart (1987), La sintaxis I. Principios tericos. La oracin
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York, versin espaola en Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1982.
Horrocks, G. (1987), Generative Grammar, Longman, Londres.
Jackendoff, R. (1983), Semantics