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Escuela Superior de Administración PúblicaTeorías y Problemas Contemporáneos del Poder, Estado y GobiernoRosa Angélica Matiz Páez – IIB

IDENTIDADES POLITICAS Y EXTERMINIO RECIPROCOANDRÉS SUÁREZ

El autor nos ubica en las décadas de los 80’s y 90’s donde la guerra tuvo una gran expansión, y las masacres volvieron a detonarse a lo largo del país, donde el papel que jugaron no solo fue el de una forma en la que se demostró violencia, sino, una forma de acción social y política dentro de las dinámicas de las guerras.

Las masacres son la más fiel muestra de violencia en donde a pesar que se atenta contra la vida, el respeto e integridad póstumas al descenso también es importante destacar que el estado de indefensión de las victimas va mas allá del crimen colectivo, toma factores tales como presunciones morales y sociales para determinar si el acontecimiento es una masacre o de qué tipo de víctima de esta hablando.

En el libro se evidencia que el problema de las masacres radicaba en un problema moral que las llevo expandirse en prácticas desmedidas de violencia que pretendían expandir así mismo el poder, de dominación, aunque esta ansia de poder no justificaba la exclusión social y moral ante el ejercicio de la violencia. En una instancia la violencia dio lugar a movimientos de inconformidad de una parte de la población que decidió organizarse, aunque también se vio marcado el surgimiento de grupos con intereses económicos, más que políticos y sociales; es allí donde marginan y se inician disputan que llegan a diferentes ámbitos de la vida civil.

El tributo de la guerra fue dado en las masacres repetitivas e un territorio determinado por parte de un mismo actor armado que desencadenaba el caos en dicho territorio y manipulaba la seguridad e intervención política y económica dentro del mismo, por parte de los grupos paramilitares se evidencio una mayor constancia en los ataques y asentamiento en los corregimientos de Turbo, San José de Apartado, Mutatá , y por parte de la guerrilla de las FARC en Zungo de Carepa, El Tres de Turbo y Churidó de Apartadó así como en su casco urbano.

Las masacres terminan siendo una muestra de violencia extrema por consolidar o defender lineamientos políticos, sociales o morales en un territorio hacia una población especifica, siendo de esta manera incluso selectiva la forma en que se incurría en los asesinatos, los sujetos de la población civil podían ser asesinados como parte de un plan de ejercicio y contingencia de los actores armados emergentes y también de parte de autoridades locales o regionales, ya que ni se pronunciaban al respecto o no daban una salida eficiente a la crisis de las masacres, ni siquiera por la vía de los derechos humanos. En Colombia para que una víctima pueda acudir a reconocer su condición como la misma no basta con el hecho de ser afectada o exterminada por el acto violento sino que es necesario contar con ciertas condiciones para que el Derecho Internacional Humanitario (DIH) abogue en su calidad de defensor de la condición humana, la cual no basta para que se integre a los ciudadanos en espera de una calidad de vida media y de contar con una seguridad mínima que se les debería proporcionar.

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La vulnerabilidad del sentido de la vida cuando actores armados con impactos políticos llegan al punto de acabar con ella para lograr sus fines, esta se ve totalmente desprotegida, ya que la lógica de estas fuerzas armadas es de enemistad con quienes no aportan al desarrollo de sus propósitos o pueden representar una amenaza a estos, se evidencia también que el Estado no tiene presencia parcial frente estos hechos antes parece ser que justifica y no defiende los derechos, la vida en si ante los asesinatos en serie de la población y de los líderes políticos emergentes, a lo largo de historia de estos procesos se encontrar afinidades con lo actores violentos lo cual peligra también la estabilidad y legitimidad del Estado.

El Estado puede escudarse bajo su posicionamiento ideológico bajo una conocida democracia que induce la participación e inclusión de la población en general, lo cual produce en los sectores descontentos emergentes una ansia por oponerse rotundamente a lo establecido, porque se considera que el estado no estado cumpliendo con su función de velar por la seguridad y beneficio de la sociedad, es donde se puede ver que en Colombia de un par de décadas hacia acá la situación de violencia constante ya es algo normal, es costumbre de los Colombianos ver y reconocer la violencia en casi todos los aspectos de la vida social, es precisamente porque el estado se ha encargado de normalizar la situación para la población no se sienta agredida y no ocurra en revelarse, mundialmente las practicas que contienen sometimiento de las personas a tal punto de agredir su integrad física o mental son normalizadas por constituciones, normas de derechos internacionales, que el estado e este caso está ignorando o suplantando para garantizar su estabilidad, en resumen por medio de la ley se dicta la practica suspensión del derecho que contribuya al orden.

En las condiciones anteriores es que se ve reflejado el espacio político que se abre para miembros de la población, quienes antes estaban inmersos en el conflicto como víctimas o victimarios, y no contaban con participación o manifestación de sus necesidades, estos personajes representan la voz de la población afectada o común que surge de diversas necesidades., alegando en un principio que quienes se consideran víctimas de una masacre no solo deben haber sufrido la violencia o la manera en que se haya ejercido, sino que deben jugar con el numero de víctimas que en las mismas situaciones de espacio y tiempo acontecieron la misma desgracia.

La población victima de la era de masacres desconocía de su misma situación, no sabía que hacer frente a esta, con que contaba, quienes la habían damnificado o quienes podrían ayudarla, desconocían las razones básicas del conflicto y en especial no tenían idea alguna de lo que el estado podía hacer por ellas. El flujo de información se vio bloqueado entre elites que conocen el conflicto y sus fines, por ende terminan tomando parte del mismo y son estas las que dirigen el destino de la guerra mas no el estado, o este lo hace por medio de instituciones que regulen y mantenga la soberanía y legitimaran las decisiones que se tomaran en el momento con el ánimo de prevenir que los sujetos que se habían visto vulnerados en su vida y hecho de muerte, tanto para sí mismo como para sus familiares no se organizaran y reclamar el hecho de que se estén pasando por alto los hechos y violentos y se justifique la inhabilidad del estado frente a estas muertes.

Es cuando por ejemplo los grupos al margen de la ley, las guerrillas que tienen su organización fundada en elementos políticos de cambio social y determinadas ideologías, cuanta con un espacio de participación política e incidencia en la sociedad ya no como actor armado, este movimiento nace también en un momento de desconfianza hacia los partidos ya existentes; la presencia de los paramilitares y las luchas entre estos es aun más notable, llegando al punto de llevar a cabo asesinatos selectivos y consecutivos a líderes del movimiento político posterior a la

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desmovilización en el plano nacional, se había desatado el caos y no había quien reconfortara e dolor, esto trajo como consecuencia que la crisis se apoderara, colonizara el sistema de la vida social, una vez mas lo excepcional se encontraba en primer plano pero su aceptación era notable; la sumisión de la población ya sea por miedo a represarías de las diferentes fuerzas que podían concentrar el ejercicio de la violencia, todas las condiciones necesarias para que la población se levantara y rechazara todo aquello que proviniera de la supuesta democracia de que los hacían participes, pero cabe recordar que la población no contaba son recursos para establecer una resistencia que este caso era más que necesaria para exigir sus derechos, desafortunadamente no bastaba con decidirse a manifestarse cuando se ven afectados.

Desde una mirada más orgánica podría decirse que el estado solo aparece como un ideal para la población de que en algún momento se va a intervenir la situación ya que la acción directa sobre las masacres y la reparación moral y material de las víctimas no se tiene incidencia, pero también se denota al estado desde otras mirada como un sistema de regulación estándar que vigila y controla los espacios y dinámicas de la vida social que no interviene directamente en la guerra porque ve afectada su estabilidad, pero en general se puede identificar a un estado con representación regionales que no vela por las necesidades de dicha población, de cierta manera la población de aísla, pero al mismo tiempo esta sumisa a las direcciones que se decidan sobre si, y aun peor se ha acostumbrado a vivir así.

Las mascares comprenden una lucha de poder que ignoran el rol de los ciudadanos en las dinámicas sociales que se desarrollan, quienes adquieren el poder deciden sobre la vida y forma de muerte de la población en general, no existen derechos ni ley que regule las acciones violentas sobre una determinada población, que terminan en el exterminio de diferentes actores sociales cuando en las luchas de poder se encuentran otros fines que adquieren otros rumbos pero la finalidad sigue siendo la misma, vulnerar a la población para lograr dichos fines ya que esta incluso desconoce el poder que posee y fluye en si, y no hay un gran patrón que regule, respete y dignifique la vida de sus mismos ciudadanos.