ibrahim yosip - mi preparaciòn para ganimedes

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MI PREPARACION PARA GANIMEDE

Yosip Ibrahim

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JOSIP IBRAHIM

MI PREPARACIN PARA GANIMEDES

roby2001@ hotmail.com

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Yosip Ibrahim

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PROLOGODesde que se diera al pblico la Primera Edicin de mi libro "YO VISITE GANIMEDES...", han llegado hasta m centenares de cartas, remitidas por lectores que deseaban comunicarse conmigo para consultar diversos problemas personales, o para inquirir sobre la forma en que pudieran prepararse a fin de lograr una comunicacin directa con nuestros Hermanos Mayores de aquel distante satlite de Jpiter. A medida que el libro fue difundindose por todos los pases, la correspondencia en tal sentido ha ido aumentando, sin que yo pudiera atender todas esas solicitudes, pues, como lo expuse desde un principio, mucho antes de salir a la luz pblica la obra, yo haba decidido prepararme junto con los mos para abandonar la Tierra y poder alcanzar el nivel que se requiere en un mundo tan adelantado como se. Esta es la razn por la que me he visto impedido de atender, personalmente, a la multitud de solicitudes similares que todos los das llegan a poder de mis Amados Hermanos Jos A. Rosciano y Evaristo Alprecht del Alczar, que, junto con otros de Nuestra Antigua y Soberana Orden, han tomado sobre sus hombros la difcil tarea de hacer llegar a nuestra dolorida humanidad los mensajes luminosos de esa otra humanidad tan distante y, al mismo tiempo, tan cercana a nuestra Tierra. Porque, en verdad, desde que conociera la maravillosa existencia de un mundo tan diferente al nuestro, me propuse aceptar el ofrecimiento de mi querido Hermano "Pepe" y preparar a los mos para merecer, lo ms pronto posible, la dicha de ingresar a un mundo y a una civilizacin que, comparados con lo que en este planeta conocemos, son un verdadero paraso. Y ello implicaba el alejamiento paulatino de todo lo que nos rodea en las turbulentas ciudades y en el alocado frrago de la diaria vida a que estamos acostumbrados, para poder alcanzar la calma y la tranquilidad de cuerpo y de espritu que se necesitan si deseamos lograr, a corto plazo, la transformacin integral de nuestro "Yo Supremo" que nos piden los Hermanos Mayores de Ganmedes como requisito esencial de quienes aspiren a ingresar en su maravilloso mundo. Todos los que hayan ledo "YO VISITE GANIMEDES..." sabrn, perfectamente, a lo que me estoy refiriendo. 3 roby2001@ hotmail.com

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Y ahora me decid poner al alcance de todos ellos, los mtodos y lecciones que mi esposa, mis hijos y yo estamos viviendo y practicando, con el propsito de alcanzar la meta de una perfecta armona y de un elevado equilibrio integral de nuestro "ser", podrn comprender quienes no recibieron respuesta directa y personal ma, los motivos de fuerza mayor que me impidieron hacerlo. A todos ellos, a todos cuantos han tenido y tengan el noble anhelo de superarse y merecer una vida mejor en un mundo superior, les abro las puertas, con este nuevo mensaje, a la superacin personal y colectiva que nos ensean, como ejemplo, nuestros Hermanos Mayores de Ganmedes. Para todos los que lean este nuevo llamado a la PAZ y la ILUMINACIN, vayan nuestras palabras de aliento y de confraternidad, en la elevada esperanza de que sean muchos quienes logren escuchar y seguir el SENDERO que a nosotros se nos est ya mostrando... Quiera la Divina Providencia que esta humanidad doliente recapacite en sus errores y que la amarga experiencia de sus muchas fallas le permita vislumbrar en forma clara los resplandecientes horizontes de otras humanidades superiores... Janlitpur, Julio de 1974. YOSIP IBRAHIM

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PRIMERA PARTECAPITULO I "NUESTRO VIAJE A JANLITPUR"En mi libro anterior, "YO VISITE GANIMEDES...", explicaba cmo fui aleccionado por nuestro Muy Amado Hermano "Pepe" sobre la forma en que l podra continuar instruyndonos desde ese lejano satlite del planeta Jpiter, a travs del receptortransmisor que trajera de all y que dej en mi poder, con instrucciones especficas y concluyentes. Ante todo, quiero explicar el porqu del apelativo de "Muy Amado Hermano" empleado por m en varios pasajes de esta obra: es el ttulo que acostumbramos darnos los miembros de la Antigua y Soberana Orden a la que pertenecemos todo el grupo que trabaja, abnegada y firmemente, en la misin de hacer conocer a la humanidad los trascendentales mensajes de estas horas cruciales para nuestro mundo. Y quienes leyeron "YO VISITE GANIMEDES..." estarn enterados de que esa pequea y maravillosa mquina, del tamao de una simple y muy chica mquina fotogrfica moderna o de una radio a transistores, me ha servido para seguir comunicndome, a travs de ms de setecientos sesenta millones de kilmetros, con nuestro Hermano, desde los das en que dej la Tierra para siempre. De tal manera, cumpliendo estrictamente sus instrucciones, fui arreglando mis asuntos profanos para estar en condiciones de alejarme, lo ms pronto posible, de mis ocupaciones y compromisos diarios de todo orden, a fin de conseguir que mi familia pudiese cambiar de vida y de domicilio en el momento oportuno. Al escribir estas lneas han transcurrido algo ms de dos aos de la fecha en que "Pepe" abandonara definitivamente la Tierra, como se narra con lujo de detalles en mi anterior libro. En ese lapso, me prepar con todo esmero a fin de estar listo a viajar con mi esposa y mis hijos, a un lejano lugar de Asia a donde seramos conducidos en cuanto estuviramos en condiciones de olvidamos, para siempre, de la vida que, hasta entonces, habamos llevado. Esto fue lo que motiv nuestro paulatino alejamiento del ambiente que nos rodeara, y la consigna dada a nuestros Amados Hermanos mencionados en el prlogo, a fin de no ser molestados ni interrumpidos en el adiestramiento previo a nuestro viaje. As lleg el momento ansiado, y tambin, por qu no decirlo, confusamente temido -temido por nuestra an dbil contextura psquica, y la poderosa influencia de este mundo al que tantos aos de experiencia terrena todava nos una- de salir de nuestra Amrica Latina, de nuestra patria peruana, para alojarnos en un desconocido y misterioso monasterio perdido entre las nevadas cumbres de los Himalayas. Ya lo expliqu, muchas veces, al escribir "YO VISITE GANIMEDES...", cmo me senta, a cada paso, enormemente confuso, profundamente aturdido por culpa de mi atraso mental y psquico en comparacin con nuestro Hermano "Pepe"... y todo lo que l nos

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enseara, a manera de base elemental de nuestra futura preparacin, slo era un leve prlogo de lo mucho que tenamos que aprender si queramos estar en condiciones de aspirar a conocer Ganmedes. Pero nuestra ignorancia y temor fueron dominndose, poco a poco gracias a la amorosa ayuda de Pepe, que todas las semanas, sin faltar una sola y en dos das cada una, se comunicaba con nosotros a travs del mencionado aparatito. De tal suerte, seis meses despus de su partida, estbamos listos para dejar nuestro hogar, nuestras ocupaciones acostumbradas y nuestras amistades, para emprender la marcha hacia el enigmtico lugar en donde sera realizada la profunda transformacin de todo el grupo. Se me dijo que nos llevaran a un apartado valle enclavado entre las imponentes cumbres de los Himalayas, y que ese lugar era conocido solamente por muy pocos, vale decir por aquellos que han tenido el privilegio de recibir una adecuada educacin inicitica espiritual, mental y psquica, dentro de una cerrada Escuela u Orden que no figura ni en la Historia ni en los mapas... Pepe me aleccion en el sentido de no preocuparnos, mayormente, por el equipaje que sera menester, pues nuestra vida en ese sitio habra de cambiar, ntegramente, de todo lo conocido hasta entonces. Y nos previno que el viaje se efectuara en una de las astronaves que el vulgo llama "platillos voladores"... Quienes han ledo mi libro anterior, repito, estarn familiarizados con la casa de Monterrico, en la zona residencial de la capital peruana, Lima, conocida con ese nombre. Esta casa, que fuera de Pepe y desde la cual fue transportado en un OVNI cuando viaj a Ganmedes, casa que me legara y en donde viv hasta el da de nuestra partida para el Asia, ha servido, otra vez, como aeropuerto de salida en nuestro viaje al Oriente. Debo pedir perdn a mis lectores por las continuas alusiones a ese libro, pues ha de tenerse en cuenta hechos importantes que fueron referidos en tal obra y que resultaran incomprensibles a quienes leyeran estas lneas sin haber conocido los hechos narrados en el anterior trabajo. Y uno de esos hechos es el referente al jardn de nuestra casa de Monterrico, en el cual, por su amplitud, pudo descender, varias veces, una de aquellas astronaves conocidas vulgarmente como OVNI. Los que en el Per, ms concretamente en Lima, conocen aquella hermosa zona residencial, todava no poblada totalmente, y en la que existen amplias reas cubiertas de frondosos prados y magnficos jardines, sabrn, tambin, que ese lugar de la periferia urbana de la Gran Lima es visitado frecuentemente por las mquinas extraterrestres mencionadas, y tal conocimiento es comn, en particular, a los miembros de nuestra Orden que, en varias oportunidades tambin, han llegado a realizar contactos directos con OVNIS en esa zona. Por tanto, no debe extraar a nadie que la mquina encargada de conducirnos al Oriente descendiera por nosotros en nuestro propio jardn. Nuestro amigo y Hermano Pepe nos haba comunicado, con antelacin, la fecha en que vendra a llevarnos. Y lo mismo que en el caso anterior, cuando l se fue, tuvimos el tiempo suficiente para preparar nuestra partida, sin dejar en esa parte del mundo nada que pudiera ser motivo de preocupacin posterior. Todos mis asuntos personales, econmicos y sociales, fueron liquidados, a fin de no dejar atrs nada que pudiese ocasionar ulteriores preocupaciones o molestias a nadie. Y la educacin y experiencias recibidas por los mos y por m durante esos seis meses que mediaron entre la partida de Pepe y nuestro viaje de adiestramiento al Oriente, fueron suficientes para que, llegado el momento, ya no sintiramos la tremenda impresin que nos caus, en otro tiempo, la presencia de un OVNI y su descenso en nuestro propio jardn. Se nos haba prevenido, como dije, la fecha exacta en que bajaran por nosotros. Como de costumbre, la hora sera en la madrugada, cuando todo el vecindario duerme 6 roby2001@ hotmail.com

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y no hay posibilidad en esa extensa zona para intromisin de curiosos. Listos nosotros y dos Hermanos nuestros que quedaran a cargo de la casa y de algunas ltimas diligencias de Nuestra Orden, nos reunimos esa noche en una cena fraternal de despedida. Para ninguno del grupo iba a ser una novedad aquello. Tanto nuestros en territorio del Nepal; pero me dijo que nadie, en el exterior, conoce aquel sitio, pues est enclavado entre altas montaas nevadas en una zona verdaderamente inaccesible, a la que nicamente se puede llegar por el aire, con helicpteros, porque no tiene absolutamente pistas de aterrizaje, o por un pasaje secreto, a travs de la montaa, que es slo conocido por los monjes que all viven. Rosciano guard silencio. Se pase un rato por el saln, como si se concentrara en algn pensamiento muy ntimo, y de pronto, mirndome con fijeza, me dijo: -Eso est vinculado a lo "Nuestro", verdad? -S; es una rama de Nuestra Orden... -Ya... comprendo que no se puede hablar en pblico... Miramos a los dems. Mi esposa daba algunas instrucciones a la criada. Mis hijos estaban en el jardn, oteando el cielo en su afn por ver llegar al OVNI, y nuestro Hermano Pedro hojeaba una revista, cmodamente arrellanado en un silln. El reloj de pared marcaba tres minutos para las dos de la madrugada. Mi inquietud se iba acentuando. Rosciano, dando vueltas en tomo mo, volvi a sonrerse y me gui un ojo. -Ya falta poco -me dijo. En aquel momento mis hijos nos llamaron a gritos. -Hay luz en el cielo! Parece un OVNI! Todos corrimos al jardn. Efectivamente, una luz como un gran lucero se mova en el firmamento, como si viniera en direccin a nosotros. Yo sent como un ligero escalofro que me recorra la espalda. Me volv hacia Rosciano, que me tom el brazo presionndolo como para darme aliento. El corazn me palpitaba con fuerza. Mi esposa se acerc a m y me tom de la mano. Todos habamos formado un grupo junto a la puerta del comedor. La luz se acercaba a gran velocidad. Ya poda percibirse una circunferencia luminosa que pareca girar sobre s misma y que en pocos segundos lleg a colocarse exactamente sobre nosotros. Estara ms o menos a unos quinientos metros de altura, y podamos apreciar con claridad que se trataba de una gran mquina redonda rodeada por un crculo de luces parpadeantes... Comenz a descender, suavemente, y de su centro brot un poderoso haz de luz blanca-amarillenta que ilumin el jardn. Nos miramos todos en silencio. Mi esposa me apret la mano. Rosciano y Pedro me sonrean, como deseando confortarme. Yo senta un ligero estremecimiento... La astronave estaba ya a punto de tocar tierra, y los chicos gritaron: -Qu grande es el "platillo...! Les hice una sea de que guardaran silencio y esperamos. El OVNI acababa de posarse, lentamente, sobre el grass. Vimos que se abra como un mamparo en la cpula central y una escalerilla mecnica se compaeros como mi esposa, mis hijos y yo, habamos estado prevenidos y no era la primera vez que pudiramos ver de cerca un OVNI. Pero nunca habamos viajado en una de esas mquinas, y esto no dejaba de causarnos cierto desasosiego. Mi esposa y los chicos, a quienes yo haba dado intervencin en todas las sesiones en que recibamos instruccin comunicndonos con Pepe por intermedio del receptor-transmisor, estaban ya acostumbrados a cuanto se relacionaba con los OVNIS, y, aparentemente, lo que demostraban era una marcada curiosidad por conocer la astronave y a sus tripulantes. Yo -debo confesarlo-, sintiendo esa misma curiosidad, no dejaba de experimentar un ligero temor, algo 7 roby2001@ hotmail.com

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imperioso, pero que se manifestaba en una nerviosidad que, a duras penas logr disimular. Mi Hermano Rosciano me observaba en silencio. Varias veces lo vi sonrer; al fin, en un aparte, me dijo: -Te noto excitado... qu te pasa, Yosip? -No s... quiz sea que anoche no pude dormir bien... T comprendes... Tantas cosas... -Es natural; para Uds. representa un cambio de vida total. -Y, no quiero que ellos se den cuenta, entiendes?... Pero cmo ser la vida en ese sitio?... dnde quedar Janlitpur? -Pepe no te ha dicho dnde queda? -Claramente, no. Slo me ha explicado que es un lugar muy apartado proyect hasta el suelo. Una figura humana, vestida con un ajustado "buzo" de aspecto metlico resplandeciente baj por ella y se dirigi hacia nosotros. - Pepe! -gritamos al unsono. En efecto, era nuestro Hermano "Pepe". Corrimos a su encuentro y lgrimas de alegra nos abrazamos todos. Estaba igual a como lo viramos la noche de nuestra despedida, en ese mismo lugar, dos aos y meses atrs. Entramos con l al comedor y all pudimos apreciar mejor la vestimenta que llevaba. Era, como ya dije, una especie de mameluco ajustado, algo as como el traje que usan nuestros hombres-rana para sumergirse. El material pareca metlico; pero demostraba una flexibilidad comparable a la ms fina tela, y sumamente brillante. Le cubra todo su cuerpo, dejando solamente el rostro descubierto, pues las manos llevaban algo as como guantes del mismo tipo. -Veo que todo est igual -coment, paseando su vista por los contornos de la que fuera su casa-. Y ahora, se empieza a cumplir mi promesa-de llevarlos a Ganmedes... Mejor dicho, a "nuestro" "REINO DE MUNT"... -Has dicho "NUESTRO" Reino? -le pregunt Rosciano. -S, Hermano; ya soy de aquel mundo... Y espero que ustedes, algn da, tambin lo sern... Pero no perdamos tiempo. Nuestros Hermanos esperan en la nave y despus de llevarlos a ustedes a Janlitpur tienen que cumplir otras misiones importantes en lugares diferentes de nuestro sistema solar. Yo he venido con ellos para acompaarlos en el viaje y darles mayor fuerza, porque todava no estn lo suficientemente preparados para desechar el infantil temor que veo en todos... Pero una vez que los hayamos instalado all, deber regresar a Ganmedes a continuar mi labor diaria. -Ya ests trabajando all? -Naturalmente; en ese mundo, como ya te haba explicado, no se conoce la ociosidad. Todos desempean algn tipo de labor... -Y cul es la tuya? -Junto con varios de nuestros hermanos de la Tierra, trasladados en otros tiempos trabajamos en un instituto que se dedica a readaptar a los que van llegando de este planeta y que necesitan un rgimen de vida especial para su completa adaptacin a ese mundo. -Son muchos los que estn llevando de ac? -Un nmero regular... pero sern ms a medida que transcurra el tiempo y se acerquen las fechas de los grandes cambios terrestres. Todos nos miramos en silencio. Pepe nos pidi ser breves. Salimos al jardn y nos aproximamos a la mquina. Era una gigantesca lenteja metlica, refulgente. Tendra irnos veinte metros de dimetro, y a travs de las ventanillas de la cpula central vimos a varias personas que nos observaban, sonrientes. 8 roby2001@ hotmail.com

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Con un emocionado abrazo y el Beso Sagrado de Nuestra Orden, me desped de mis dos Hermanos, que quedaban a cargo de la casa y de mis ltimos asuntos en el Per, y subiendo la escalerilla tras de Pepe ingresamos en la astronave. El interior era una estancia circular, amplia, Ilota de tableros de control, botones y llaves, y una serie de pantallas parecidas a nuestros televisores. All nos esperaban tres personas, vestidas en forma igual a nuestro amigo. No pareca existir gran diferencia entre aquellos seres y nosotros. Solamente los ojos, un poco rasgados y de un brillo extraordinario. Lo que ms me sorprendi fue que nos hablaron en perfecto castellano. No necesit expresar mi sorpresa: me leyeron, seguramente, el pensamiento, y el que pareca el jefe me respondi: -Podemos hablar cualquier idioma... . En seguida, se colocaron cada uno frente a un tablero de controles. No vi que movieran ninguna llave con las manos. Pero los mamparos de entrada se cerraron y se escuch un leve silbido en la mquina, y not un ligero movimiento vibratorio. Pepe me indic que nos acercramos a una ventanilla y me qued pasmado al ver que ya nos estbamos remontando con creciente rapidez. El jardn de nuestra casa y nuestros dos Hermanos aparecan como un pequeo tablero de ajedrez y dos piezas del mismo juego, y a los pocos segundos se haban confundido entre las lejanas luces de la Gran Lima, que se iban perdiendo en la distancia... A poco, slo vimos la obscuridad de la noche tachonada de estrellas. La astronave volaba sin el menor ruido y daba la impresin de que estuviera esttica en el espacio. Nos apartamos de la ventana y me puse a observar el ambiente que nos rodeaba. Era una cabina redonda, con techo enteramente abovedado y circular, como una semiesfera de una altura mxima de 2,80 a 3.00 metros, en la que estbamos cmodamente instaladas las ocho personas. Repartidos en la estancia haba cuatro sillones de aspecto metlico y rgido; pero al sentarse uno en ellos resultaban tan suaves y mullidos cual l ms confortable de nuestros mejores muebles de la Tierra. Los tableros y pantallas de control estaban ubicados equilibrada y armnicamente entre los espacios ocupados por las ventanillas, desde las que poda apreciarse la forma y extensin exterior de la mquina, que a nuestra vista apareca como una plataforma circular ligeramente convexa, en todo el contorno de la cpula central en la que nosotros bamos. Todo el aparato despeda una extraa luminiscencia que nos destacaba de la oscuridad reinante en torno nuestro. Los tres tripulantes seguan atentos a los mecanismos de control; pero, de rato en rato volteaban a mirarnos, sonrientes y amables,' con una expresin que me pareci algo paternal, como cuando los adultos, en la Tierra, observamos a los nios que juegan... -No te extrae -me dijo Pepe, sin que yo le hubiera preguntado-- para ellos somos como nios... Nos separa un milln de aos de adelanto... Lo mir en silencio. Me haba adivinado el pensamiento y as se lo dije. '' Sonri, y en sus ojos observ un brillo inusitado. -T tambin, y los tuyos, alcanzarn a conocer el pensamiento ajeno una vez que hayan ingresado a esa sociedad maravillosa, porque all no hay egosmos ni hipocresas... Desde que lleguen a Ganmedes se les ir preparando para que, un da, logren ser como ellos..-. Slo as podr cumplirse el prodigioso destino de quienes, ms tarde, sern los padres de la nueva raza que pueble una nueva Tierra, ya regenerada y lista a cumplir las promesas Crsticas... Nos miramos en silencio y de aquel fugaz aparte nos distrajo un lejano resplandor que apareca a travs de las ventanas. -Es el Sol del nuevo da. -Qu... si apenas son las dos y media de la madrugada? -Eso crees t, Yosip... Pero la hora que marca tu reloj es la del Per, en estos momentos, y te has olvidado 9 roby2001@ hotmail.com

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que volamos rumbo al Oriente y a una velocidad que nos permite hacer en minutos lo que los ms veloces aviones de la Tierra tendran que emplear muchas horas. Y estamos acercndonos a las costas de frica y en Asia es ahora de da. Nos asomamos todos a los ventanales. Los tripulantes sonrean y mi mujer, mis hijos y yo contemplamos, absortos, cmo se iba iluminando el horizonte. Pero no veamos tierra, sino un lejano mar de nubes. -Viajamos a ms de veinte mil metros de altura -nos explic Pepe-. As no nos exponemos a interferir ninguna lnea de vuelo terrestre y no nos pueden ver desde abajo. En esos pocos segundos ya era de da. Pero an nos resultaba imposible ver sobre qu regin volbamos. Quise reajustar mi reloj, y mi amigo volvi a sonrer. -Espera; ya lo hars cuando lleguen a Janlitpur. Todava falta un poco, pero la diferencia en horas sera no obstante de importancia... Nos sentamos un rato. No era que estuvisemos cansados. Era, ms bien, la impresin penosa de nuestra inferioridad. Pepe nos reanim de nuevo. Nos habl cariosamente, dicindonos que debamos tratar de acostumbrarnos con rapidez a los muchos cambios que habramos de experimentar en estos tiempos de arduo adiestramiento. Mir las pantallas de control y nos llam a las ventanillas. -Ya estamos llegando -nos dijo-. Ven esos picos nevados hacia los que nos dirigimos?... Son los Himalayas. Dentro de unos minutos estaremos descendiendo en Janlitpur. Yo mir mi reloj. Marcaba las dos y treinta y cinco: 35 minutos, solamente, desde nuestra salida del Per... Est de ms explicar la emocin que nos embargaba. Rosita me miraba, confusa, nerviosa. Mis hijos no se apartaban de la ventana. Los tripulantes tornaban a sonrer y mirarnos paternalmente. Y nuestro Hermano, leyendo, probablemente, nuestros pensamientos, nos acerc de nuevo al ventanal. El paisaje, ahora, se vea con toda claridad. Volbamos suavemente sobre una regin montaosa de impresionante belleza: grandes picos nevados contrastaban con negras laderas y profundos valles en los que, entre aterradores precipicios, aparecan algunos verdes prados. Las gigantescas moles de la ms all cordillera de la Tierra, se nos mostraban en toda su majestuosa potencia. Era un paisaje agresivo, imponente, formidable. Los milenarios glaciares y los heleros que se adentraban en el corazn de esa maraa orognica, alternaban su formidable reciedumbre con los apacibles vallecitos en algunos de los cuales distinguimos, ya, ganados pastando y poblados pequeitos. Los rayos del Sol matizaban con un concierto de luces doradas, rosas y celestes medias tintas, ese extenso panorama de rocas y de nieve. Y frente a nosotros, que ya viajbamos a marcha lenta, se divisaban las grandes moles de un conglomerado de picos al cual pareca que nos estbamos dirigiendo. -All est Janlitpur-nos explic Pepe. -La mquina segua descendiendo lentamente. Llegamos hasta aquel macizo montaoso y, al trasponer las altas cumbres nevadas, nos encontramos sobre un hermoso y profundo valle, rodeado por gigantescos farallones de roca viva, en medio del cual serpenteaba un pequeo ro de aguas cristalinas. Una recia construccin, al parecer de piedra, se levantaba no lejos del curso de agua, y un poco ms hacia la derecha se vea una moderna mansin, de estilo ingls antiguo. Entre ambas, en un amplio espacio abierto rodeado de jardines, haba un grupo de personas vistiendo blancas tnicas, que parecan esperarnos. -Hemos llegado -fue la lacnica explicacin del jefe de tripulantes. La astronave se pos lentamente sobre el grass de aquella explanada, y el mamparo de salida se abri. Pepe nos invit a salir. Nos despedimos respetuosamente de los tres tripulantes, que nos desearon una feliz estada, y bajamos por la escalerilla metlica. Yo conduca la nica valija con el escaso equipaje que llevramos, pues ya 10 roby2001@ hotmail.com

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Pepe nos haba prevenido que no bamos a necesitar de nada en ese sitio, porque all nos proporcionaran todo lo necesario para nuestra nueva vida. Ms tarde comprendimos la razn de aquella advertencia. Cerca al OVNI nos aguardaba el grupo que habamos visto desde el aire. Pepe nos present al que pareca el jefe. Era un hombre de estatura mediana, enjuto, de piel tostada y cabeza rapada ntegramente, como los monjes budistas. Sus facciones, regulares, denotaban su origen indostano y sus ojos, de mirar profundo y suave, despedan un extrao brillo. Nos salud con una reverencia y, a su vez, nos present al resto del grupo con las siguientes palabras, en perfecto espaol: -Muy amados Hermanos: Llegan hoy hasta nosotros estos nuevos Hermanos en busca de La Luz y La Verdad... Vienen de un lejano pas de Sud Amrica, y han sido previamente recomendados por este Muy Alto y Muy Amado Hermano nuestro sealando a Pepe- y esperamos que sepan corresponder a la confianza que en ellos hemos puesto, al permitirles llegar hasta nosotros. Que sean bien venidos y que puedan encontrar aqu la Paz, El Amor y La Luz que tanto anhelan yque tanto faltan en el resto de la Tierra...

CAPITULO II EL MONASTERIO DE JANLITPURPepe nos haba presentado al personaje central de aquel grupo como el Muy Alto y Muy Amado Hermano Rahmojan Dumpbahar, Director Supremo del Monasterio de Janlitpur. Y en verdad qu el personaje impresionaba. Se adverta en l una mezcla de gran autoridad y de suave y paternal dulzura. Su expresin era noble y digna, su mirar penetrante pero amable, sus modales delicados y majestuosos, su voz extraamente melodiosa y a veces con inflexiones indescriptibles qu atraan al interlocutor. Todo en l desprenda grandeza, inspirando respeto y simpata. Pareca un lama, y sin embargo, no vesta como los monjes budistas. H y los dems, del grupo, usaban unas rnicas de lana blanca, sin ningn adorno apreciable. Entre ellos advertimos la presencia de una dama, al parecer europea, de cabellera rubia, ojos azules, rostro agraciado y edad indefinible. Junto a ella estaba un hombre alto, fornido, de tipo claramente sajn y modales finos, pero algo bruscos, aun cuando se desprenda de l una extraa simpata. Su rostro, con cierto aire militar, despeda franqueza y jovialidad. Los otros eran tres jvenes netamente orientales: de ojos rasgados, tez aceitunada y cabezas rapadas; daban la impresin de los monjes principiantes de cualquier lamasterio de la India. Despus de los saludos de presentacin, fuimos invitados a ingresar en la casa estilo ingls que habamos visto desde el aire. Pepe no acept. -Les ruego que me perdonen. He cumplido mi misin de acompaar hasta ac a estos mis Amados Hermanos, porque saba que hara falta mi presencia para infundirles ms nimo y confianza en este primer viaje en una nave extraterrestre. Pero no puedo abusar de la bondad de mis Hermanos Superiores que me esperan para cumplir con otra importante misin que les ha sido encomendada. Y al decir as indic la astronave, en cuyas ventanillas vimos a los tripulantes hacernos seales de despedida. . -

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-Te comprendemos, Hermano -le dijo Dumpbahar, al tiempo en que se abrazaban y se daban Nuestro Beso Sagrado-. Quiera Nuestro Divino Maestro y Seor que volvamos a vernos, alguna vez... Y puso su mano como si le impusiera un signo de Paz en la frente. Nosotros sentimos que nos embargaba una profunda emocin. Mi esposa, con lgrimas en los ojos, lo abraz y lo bes en la mejilla. Mis hijos lo besaron y yo, contenindome pan dominar mi emocin lo abrac y lo bes en la frente. Me pareci que su piel era tan caliente cual estuviese con mucha fiebre. El me sonri, enigmticamente, y al besarme, susurr: -Ya lo comprenders... ojal sea pronto! Los dems hicieron lo mismo que el Director y Pepe se encamin a la mquina, subi y penetr en su interior sin voltear. El mamparo se cerr y chorros de fuego partieron de los contornos de aquel enorme "plato" que empez a elevarse, primero con suavidad y luego, desde cierta altura, a gran velocidad, hasta que lo perdimos de vista en el luminoso cielo... *** Comenzaba, para nosotros, una nueva vida, en aquel lejano rincn del -mundo, perdido entre las solitarias cumbres nevadas de los Himalayas. Era un lugar bellsimo. Nos encontrbamos en el centro de una amplia explanada cubierta de bien cuidado csped. Al fondo, a unos doscientos metros de donde estbamos, se levantaba el recio edificio que viramos desde el aire, mezcla- de convento y fortaleza, a juzgar por su aspecto exterior, rodeado por frondoso parque. Ya poca distancia de nosotros estaba la casa estilo ingls ya mencionada. Ms all de la slida construccin de piedra del monasterio, haba una hermosa laguna formada por el riachuelo que divisamos desde el OVNI, y floridos jardines rodeaban las dos mansiones. Al acercamos a la puerta de la casa a la que nos invitara Dumpbahar, sali corriendo a recibirnos una joven de cabellos negros y ojos muy vivaces, que con marcado acento espaol nos salud disculpndose de no haber podido hacerlo antes. -Ac todos andamos ocupados, y yo quera terminar de aderezar un postre que he preparado para recibirlos adecuadamente, ya que ustedes son peruanos, y los peruanos se parecen mucho a nosotros-los espaoles. -Saban ac de nuestra llegada? -Naturalmente; nuestro Maestro nos lo haba comunicado. Y al decir esto indic respetuosamente al Director. En seguida nos pidi acompaarla para mostrarnos el alojamiento que nos tenan dispuesto. Subimos una amplia escalera que conduca a un gran hall de distribucin, enteramente amoblado al estilo Tudor, y en un pasillo aledao ingresamos a un confortable departamento. Eran dos piezas con su bao anexo. Las camas, una grande de matrimonio en una de ellas, y dos comunes en la otra, y el mobiliario no dejaban nada que desear. Como si pertenecieran a un hotel elegante de cualquier ciudad occidental. Yo le manifest mi asombro y la espaola nos explic que el local haba sido reformado, haca algunos aos bajo la direccin de un ingeniero ingls, el caballero a quien conociramos al descender del OVNI. -Pero esta parece una mansin europea antigua-coment. -Bueno, no es mucho. Dicen que fue construida el siglo pasado, dedicndola a Hogar, o Pensin, de los alumnos extranjeros. La modernizacin de los cuartos y los baos es reciente: fue realizada en los aos entre 1930 y 1935. -Y dice usted que el seor a quien acabamos de conocer dirigi estas obras? -As es... 12 roby2001@ hotmail.com

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Pero si de ese entonces ahora han pasado casi cuarenta aos, y aquel caballero no representa ms de cuarenta, o a lo sumo, cincuenta... La joven sonri. Nos mir un rato en silencio y, al fin, como si tomara una decisin algo difcil, respondi: -Es un poco extrao para quienes llegan por primera vez ac; pero ya comprendern, despus, que todos los que aqu estamos aparentamos una edad muy distinta de la que, en realidad, tenemos. Yo estaba ya ac en esa poca, y puedo asegurarlo... -Usted bromea! Si es una muchacha...! -S... una muchacha de ochenta y tres aos -exclam riendo, nuestra interlocutora. Ni Rosita ni yo tomamos en serio esas declaraciones. Al repetirle que considerbamos una broma sus palabras, cambi de expresin. -Comprendo que para ustedes resulte difcil aceptarlo; pero ms adelante habr oportunidad de probarles que nac en 1890... Ahora, tengan la bondad de arreglarse para el almuerzo. Ya deben estar esperndonos abajo. En otro momento conversaremos, porque van a tener muchas sorpresas de esta ndole... Y haciendo un gracioso mohn, sali corriendo. Mi mujer y yo nos miramos. Yo le gui un ojo. Estbamos convencidos de que la espaola bromeaba. Y dejando la valija en un rincn, nos aseamos un poco y bajamos. En el comedor, una amplia estancia estilo Tudor, contigua al gran hall de entrada, nos esperaban Rahmojan Dumpbahar, la dama rubia y el caballero ingls, junto con dos nuevos personajes: uno era un botnico israelita, y el otro, un mdico egipcio, segn las explicaciones que nos dieran en las respectivas presentaciones. Invitados por Dumpbahar nos sentamos todos a la mesa. La espaolita permaneci de pie y nos dijo que iba a servimos, que todos all se servan por turno, unos a otros y que ese da le tocaba a ella atender a sus "hermanos". La comida fue frugal. Una sopa y un guisado, muy agradables, pero enteramente vegetarianos. Notamos la absoluta ausencia de licor. Slo agua, muy fresca y cristalina. Luego, un postre en forma de torta, baada en crema de leche y de consistencia gelatinosa exteriormente. Era sabroso, pero no pudimos identificar los ingredientes. As se lo hicimos saber a la muchacha, que ya haba tomado asiento junto a nosotros. -Ah! Ese es un secreto! -exclam riendo-. Pero ya se los ensear... lo mismo que lo de mi verdadera edad. Porque nuestros nuevos "hermanos" -aadi dirigindose a los dems- han credo que bromeaba al decirles cuntos aos tena. , Todos se miraron y sonrieron levemente. El Director, que presida la mesa, nos mir profundamente y con calma, subrayando las palabras, expres: -No es broma que Maruja haya confesado tener ochenta y tres aos. Aqu todos alcanzamos edades bastante apreciables. Ese ha de ser uno de los muchos conocimientos que tendrn ustedes que aprender. Desde maana comenzaremos a educarlos en nuestras ciencias, y adentrarlos, poco a poco, en los Secretos de la Naturaleza que les han de ser necesarios para su especial adiestramiento. Por ahora, que les baste saber que conocemos el secreto de la longevidad.... *** Ms tarde, en nuestro departamento, aprovechando que disponamos de una hora para el reposo, comentaba con mi mujer las declaraciones del Maestro. Le hice ver que l haba ledo, posiblemente, el pensamiento de la joven al mencionar lo que ella nos manifestara, o se haban puesto de acuerdo para decir lo mismo, ambos. An 13 roby2001@ hotmail.com

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no estaba conforme con aquello. Nos pareca una broma que despus nos explicaran. La espaola representaba, a lo ms, treinta aos. Su vivacidad y su frescura eran las de una muchacha. Corra y saltaba, jugueteando coma si fuera, todava, menor. Y sus ojos no denotaban", en absoluto, la menor huella de tiempo. Todos sabemos que el conjunto del rostro puede conservarse, ms o menos, hasta los cincuenta aos con determinada lozana, si la vida y las costumbres de la mujer, ayudadas por un selecto maquillaje, logran mantener el aspecto juvenil de la piel. Pero el contorno de los ojos es imposible, de no mediar una intervencin quirrgica de tratamiento esttico, que no muestre los estragos del tiempo y las arrugas que van formando la risa y los gestos diarios. En la espaola no haba la menor huella de todo eso. Era una verdadera muchacha en toda la lozana de su rostro y en la agilidad de sus movimientos. Pepe nos haba explicado, en los seis meses que recibimos instruccin preparatoria, que en Ganmedes viven varios siglos. Esto ya fue explicado por m en mi libro anterior. Pero a m se me haca duro pensar que ac en la Tierra se conociera el secreto de la longevidad. Sin embargo, Dumpbahar lo haba afirmado en el almuerzo. Y nos haba prometido que llegaramos a conocer ese secreto y otros ms. Por lo tanto, Rosita y yo estbamos bastante confusos en nuestras apreciaciones, cuando, vencida la hora, bajamos a reunimos con el ingls que nos invitara a dar un paseo por nuestra nueva morada. El nos esperaba en el hall de entrada. Salimos con mis hijos y nos dirigimos hacia la laguna frente al monasterio. Era una tarde encantadora. El sol baaba con sus vivificantes rayos todo un paisaje idlico. Estbamos en el centr de un valle de regular extensin, encerrado totalmente por las laderas casi cortadas a plomo, de las gigantescas murallas de roca formadas por los picos nevados que traspusimos en el OVNI al llegar. Pareca como si la Naturaleza hubiese querido construir un asilo inexpugnable en medio de las soledades de la formidable cadena de los Himalayas. Por donde volvisemos la vista, en todos los contornos del valle, slo veamos altsimos precipicios de rocas azules y negras en cuyas cumbres distantes brillaban las nieves perpetuas. No se distingua ningn camino ni sitio por donde se pudiese bajar. Los farallones pelados, con alturas imponentes, circundaban, totalmente aquel lugar. Y, al fondo, a nuestra derecha, como un lejano hilo de plata que brillaba al sol, descenda desde las cumbres nevadas un estrecho torrente que alimentaba el cristalino riachuelo que viramos desde la astronave, y que atravesaba todo el valle en direccin a un hermoso bosquecillo que haba en el extremo izquierdo a donde nos hallbamos. Todo el terreno, de varios kilmetros cuadrados de rea, estaba cubierto de vegetacin. -De todos estos campos sacamos nuestro alimento -nos explic el ingls-. Habrn notado ustedes que no haba nada de carne en el men. -Pero el guisado tena apariencia de carne -arguy mi esposa. -Es un preparado a base de gluten y soya, al que se le puede dar la consistencia, forma y sabor que uno desee. Producto de esos prados que ustedes estn viendo. Y al decir as nos mostraba extensos campos cuidadosamente cultivados. -Y quines se encargan de cultivarlos? -pregunt. -En realidad, casi todos participamos en su cuidado; pero son los monjes menores los que hacen la labor principal. -Los monjes menores? -S; en el monasterio viven unos treinta "hermanos estudiantes", como los que vieran junto con el Maestro, esta maana. -Y cmo hacen para entrar o salir de este valle; porque, a juzgar .por lo que veo, no hay posibilidad de subir o bajar por esos farallones?

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-Efectivamente; no hay un solo sitio por donde se pueda escalar la montaa. Pero existe una salida secreta que les ruego me perdonen el no poder revelarla, mientras el Maestro no lo autorice. -Comprendo. Y ahora, pasando a otra cosa: hace mucho que vive usted aqu? -Ms o menos unos cincuenta aos. - Vendra usted muy nio? -No; ya era ingeniero y tena cuarenta y ocho aos... Yo me re, y palmendole amistosamente el brazo, le dije que los encontraba, a todos, muy bromistas. -No bromeamos. Es verdad, aunque usted no lo crea. Ms tarde te mostrar mis documentos personales. Tengo ciento dos aos cumplidos... Guard silencio y mir a mi mujer. La expresin del hombre era impasible. No inspiraba risa ni duda. Pero slo aparentaba unos cincuenta aos, a lo ms. No quise insistir, y continuamos paseando. Los nios se nos haban adelantado y jugaban en un remanso de la corriente. Coment sobre la limpidez del agua. -Es el agua ms pura que yo he conocido en el mundo --nos explic nuestro Interlocutor-. Agua de deshielo que, en su correr milenario por este curso, no se contamina con nada, como pasa en nuestras ciudades, cada da ms cargadas de impurezas y de todos los venenos que produce nuestra mal llamada "civilizacin"...

CAPITULO III EL EXTRAO

RELATO DEL INGLS

Aquella noche, despus de una cena en la que predominaran las frutas en varias formas, y en la que el Director del Monasterio nos particip que al da siguiente comenzarla nuestra preparacin, volvimos a reunimos con nuestro compaero de la tarde, quien nos haba dicho llamarse Charles O'Connor, y que familiarmente lo trataban por Charly. A mi seora y a m nos condujo a su departamento, parecido al nuestro, con la nica diferencia que la segunda pieza la usaba l como salitaescritorio. Los chicos haban quedado en la planta baja, con la espaola, escuchando radio, y de tal modo podamos disponer del tiempo a nuestro antojo. De una gaveta del escritorio extrajo un viejo portafolio de cuero en el que se guardaba gran cantidad de documentos. Rebusc entre ellos y nos alcanz una libreta empastada, muy vieja y con algunas picaduras de polilla. Era su pasaporte. Estaba extendido en Londres, en el ao 1919, y en l constaba que Charles Richard O'Connor haba nacido en Edimburgo, Scotland, el 5 de Mayo de 1872. La fotografa, resellada, mostraba a Charly algo ms joven, pero exactamente como era en esos momentos. No caba duda... Nos mostr, tambin, una serie de documentos que probaban su condicin de ingeniero, su participacin en la primera guerra mundial de 1914-1918, en la que alcanzara el grado de capitn de ingeniera; varias fotografas de la poca vistiendo el uniform militar; cartas y diplomas de diferentes instituciones, y en un viejo y apolillado estuche, una condecoracin que result ser la Cruz de Guerra de Francia. Las pruebas eran contundentes; aquel hombre no haba bromeado ni mentido. Tena, en efecto, ciento dos aos... Sonriente, al ver nuestra expresin de asombro, nos explic la forma en que el Destino lo pusiera en contacto con Rahmojan Dumpbahar, diciendo-nos que le deba

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la vida y todo lo relacionado a su maravillosa conservacin; - -Corran los aos de la dcada del 20 -empez su narracin cmodamente arrellanado en una antigua chaiselongue.- Yo trabajaba, entonces, en la zona cercana a Bettiah, en la India, no lejos de la frontera con Nepal. Estbamos construyendo una carretera y haba hecho amistad con los lamas de un lamasterio vecino. En esos das, el Maestro era Lama y se encontraba pasando una temporada en dicho lamasterio. Instrua a toda la comunidad, que le demostraba gran respeto y veneracin. Los otros lamas me hablaban de su gran sabidura y de virtudes prodigiosas que posea. Como aquella regin agreste el lamasterio era el nico lugar habitado, yo dejaba muchas veces el campamento para pasar horas de descanso con ellos. As nuestra amistad se fue haciendo ms ntima, y el constante contacto con Dumpbahar me fue inspirando, tambin, una respetuosa admiracin por sus muchos conocimientos, la afabilidad de su trato y la poderosa influencia de su personalidad. As las cosas, un da tuvimos un malhadado accidente: al explotar una de las cargas de dinamita que deba abrir parte de un hacinamiento de rocas para el camino, un derrumbe me alcanz, cayendo bajo varas pesadas peas que me aplastaron las dos piernas. Cuando los obreros y los otros ingenieros lograron liberarme, me haba desmayado... Al volver en m estaba en la sala del hospital de campaa del campamento. Los mdicos atendan mis heridas y me haban reanimado con calmantes. Tena rotas ambas piernas y el diagnstico era sombro. A poco, me entablillaron provisionalmente, porque las heridas no permitan enyesarme. De tal manera, con los recursos de esa poca, en que no se conocan an los antibiticos, mi situacin se fue agravando. Se me infectaron ambas piernas y los mdicos hablaban de operarme. No me lo decan; pero yo me di cuenta por ciertos preparativos y por la expresin del doctor jefe, al que le exig decirme la verdad. La infeccin aumentaba y teman una gangrena. Segn ellos, no caba otro recurso que la amputacin de ambos miembros para salvarme la vida. -Comprendern ustedes -continu, despus de servirse un vaso de agua con jugo de naranja- cul sera mi estado de nimo. Me senta aniquilado. Mi desesperacin tomaba, por momentos, caracteres de furiosa demencia, llegando hasta el extremo de pedir, a gritos, que me mataran antes de dejarme invlido. Cul no sera mi desastroso estado de nimo, que me haban amarrado al catre en el temor de que atentara contra mi vida. En tales circunstancias, los lamas, que no dejaron de visitarme todos los das, me aconsejaron que no me dejara cortar las piernas. -El Gran Lama Rahmojan puede curarte -me dijeron todos ellos-. Y me explicaron cmo aqul hombre haba realizado curaciones maravillosas. Los mdicos insistan en la amputacin inmediata. Ya se presentaban los primeros sntomas de gangrena, y la situacin no admita demora. Pero yo no autorizaba la operacin, aferrado a un explicable deseo de salvar mis piernas. En esos momentos, Dumpbahar me habl. El haba estado visitndome, con los otros, pero nunca me dijo que pudiera salvarme. Recuerdo, perfectamente ese instante supremo. Estaba cayendo la tarde y los mdicos haban decidido operar al da siguiente. El Lama acababa de entrar. Yo le cont lo que roe comunicara el doctor y, con toda la fuerza de mi carcter, que no me habla amedrentado ni en las trincheras de Francia, no pude impedir que en un acceso de desesperacin se me salieran las lgrimas y llorara como una mujer... -Clmate, Hermano mo -fueron sus palabras- Si t me autorizas yo te curar... No perders tus piernas...!- Pero debes decirle a los mdicos que no permites que te toquen y que quieres, con tu propia voluntad, ser trasladado, inmediatamente, al lamasterio. En tales circunstancias no tena alternativa. El Lama me ofreca curarme. Su expresin y el tono de su voz denotaban absoluta seguridad de s mismo. Las historias 16 roby2001@ hotmail.com

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que de l me refirieran los otros lamas llevaban a mi afana una luz de esperanza. En cambio los mdicos del campamento haban decidido operarme, porque en esos tiempos, en que an no exista el transporte areo, el viaje hasta Calcuta, la capital del ese entonces Imperio de la India, resultaba absolutamente imposible en tal situacin. Una lucha tremenda se oper en mi alma. Pero estaba seguro que nuestros galenos carecan de recursos y conocimientos para evitar la amputacin. Eso significaba o la muerte o la invalidez... Contra la oposicin unnime de mis mdicos, exig ser trasladado al Lamasterio. Se me trat de loco y se me amenaz con operarme a la fuerza. Ellos crean que no haba otro camino. Pero una energa insospechada renaci en m y el resultado de la rpida lucha entre la ciencia occidental, vencida por el Destino, y la luz de la esperanza, fue que, esa misma tard, con las ltimas luces del crepsculo, hiciera mi ingreso en el viejo lamasterio, sobre una camilla y en hombros de varios de mis amigos los lamas... -No quiero cansarlos -nos dijo Charly- con los detalles de mi tratamiento, ni los mtodos, para m extraos, a que se me someti all. Baste decir que, en cuanto ingres, me condujeron a una pobre celda, pero muy limpia y con los enseres precisos para poder reposar en una amplia cama moderna. Rahmojan me quit, inmediatamente, todos los vendajes. Me inspeccion detenidamente las heridas. Hizo llevarse todo cuanto hasta entonces entablillara y cubriera mis piernas rotas y, despus de lavar cuidadosamente las partes afectadas con un agua caliente que le trajera otro lama en una reluciente vasija de cobre, me pidi relajar todos los msculos y prepararme a dormir. Con asombro vi que no me aplicaba ningn medicamento. Me miraba profundamente y sus ojos parecan despedir un brillo extrao. Una especie de sopor se apoder de m y me qued dormido... No s cunto dur mi sueo... Me senta transportado por los aires a travs de las montaas y alguien, a quien no poda ver, me conduca de la mano. As llegamos, volando, a un hermoso valle en donde ingresamos en un viejo edificio de piedra. All nos esperaban otros hombres vestidos con tnicas blancas, iguales a las que usamos en este lugar... Y entonces, pude reconocer en el que me guiaba a Rahmojan Dumpbahar. Sin embargo, lo vea ahora rodeado por un extenso nimbo luminoso. Todo su cuerpo brillaba como un Sol, y su rostro, resplandeciente, se acerc a m y me sopl con suavidad en la frente... Me despert. Estaba de nuevo en la celda del lamasterio a donde me condujeron. A mi lado se encontraba Rahmojan y a los pies de la cama estaba el lama que haba servido de ayudante. Sent que los dolores de las piernas haban desaparecido y que las tena cubiertas con una tela muy blanca y algo como una masa tibia y pegajosa me las envolva totalmente. Era de noche, pues a' travs del tragaluz del cuarto se apreciaba el cielo estrellado. -Te sientes mejor- me pregunt. -S... parece que me dorm. -Efectivamente: ras dormido dos horas que te hacan mucha falta. Ahora debers tomar un poco de aliment y volvers a dormirte, para que maana ests mejor. -Qu es lo que tengo en las piernas...? -Un emplasto de tierra y yerbas especiales. Pero no te preocupes. Maana estars mejor y pronto podrs levantarte y caminar. -Caminar...! -S; antes de un mes podrs hacerlo. Hubiera sido posible en menos tiempo; pero tienes varias fracturas que deben soldar slidamente. Si no hubieras perdido tanto tiempo con los tratamientos de tus mdicos, habramos podido economizar casi quince 17 roby2001@ hotmail.com

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das. Pero no importa. Lo principal es que curars, y volvers a caminar como si no hubiera pasado nada... Est de ms decir que me sent confuso y asombrado. Sin embargo, tal como el Lama lo anunciara, un mes despus estaba dando mis primeros pasos por los jardines del Lamasterio... - Una vez restablecido, acept la invitacin que me hizo Dumpbahar para visitar este monasterio. El deba regresar ac, y yo lo acompa. Los mdicos del campamento no daban crdito a lo que vean. No tuvieron ms que rendirse a la evidencia de los hechos. Y yo, con el Maestro y dos jvenes estudiantes del lamasterio, iniciamos el largo viaje, en muas, hasta este lugar. -Y cmo pudieron llegar, si parece que estamos rodeados de precipicios? -inquir yo, tmidamente. -Por el camino secreto que ya conocern ustedes, oportunamente. En esos tiempos an no se conocan los helicpteros. Tena que usarse, forzosamente, esa va. Ahora poseemos una de esas mquinas, que est guardada en el edificio central. Yo me ocupo de su cuidado y manejo cuando es necesario:.. Y, a propsito, no est de ms que les diga que, cuando llegamos en ese viaj, por primera vez, mi sorpresa fue muy grande al reconocer todos estos sitios como los que viera en el sueo famoso, la noche que me internaron en aquel lejano lamasterio... -Cuando Usted lleg exista ya esta casa? -S; pero era algo distinta. Despus hemos modificado algunas secciones. Las habitaciones que ahora ocupamos eran muy viejas y no tenan baos, como las antiguas casonas inglesas. -La seorita espaola nos dijo que Usted haba modernizado todo esto. -As es; todos estos departamentos fueron cambiados. Las alcobas conservaban un estilo propio del siglo XVIII, y algunas ya empezaban a sufrir los estragos del tiempo. - Tiene muchos aos esta mansin? ^ -Yo le calculo casi dos siglos. Nuestra Hermana Nancy, la dama que ustedes conocieron al llegar, me asegur, -una vez, que haba sido construida a principios del siglo pasado, por un arquitecto ingls que vivi ac muchos aos. -Entonces todo esto es muy antiguo. -S; el edificio del Monasterio data de la Edad Media... -Pero quines y por qu levantaron esta casa en un lugar tan lejano? O'Connor guard silencio. Nos mir un rato, pensativo, y al fin repuso. -Hay cosas que slo nuestro Maestro puede contestar. Lo que les he narrado es algo que me pertenece. Lo dems, si ustedes me perdonan, preferira que se lo pregunten a l... Callarnos un rato. Pero mi curiosidad no estaba satisfecha. -Disculpe otra pregunta: La seorita espaola nos dijo que ella lo habla visto trabajar a Usted en esta obra... -Es cierto. Ella y My Lady estaban aqu cuando yo vine. -My Lady...? -S: la seora inglesa a quien llamamos Nancy... Es de origen noble, aunque nunca habla de ello. Parece que no le agrada hablar de su pasado. Pero el Maestro me dijo, una vez hace tiempo, que haba pertenecido a la Corte de la Reina Victoria. -De la Reina Victoria!... Mucho ms de un siglo! -As parece... aunque tambin esos asuntos no me incumben... Comprendimos que el ingeniero no quera o no poda, hablar. Ya nos dijo, anteriormente, que l slo explicaba lo que a s mismo le pasara. Y por no ser imprudentes optamos por levantarnos. 18 roby2001@ hotmail.com

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-La noche avanza y maana estamos citados por Dumpbahar fue nuestra excusa-. Mucho le agradecemos tan interesantes informes, y confiamos en que, ms adelante, podremos conversar mucho... -As lo espero... y les ruego perdonar que no pueda darles mayores datos. Con el tiempo conocern y podrn comprender mejor muchas cosas... Aqu se aprende a cultivar la discrecin v el silencio.

CAPITULO IV NUESTRA PRIMERA CLASE CON EL LAMAAquella noche dorm poco. La conversacin con el ingls y nuestra cita del da siguiente con el Lama, nos tena nerviosos a Rosita ya m. Tantas novedades en tan corto lapso eran bastantes para que nuestro cerebro diera vueltas y vueltas a todos los sucesos, verdaderamente extraos para nosotros. As, con las primeras luces del alba, nos levantamos. Una gran curiosidad nos embargaba por saber qu hablaramos con el Maestro, y esperamos, nerviosos, que llegara la hora en que nos citara al Monasterio. El desayuno consisti de yogurt, leche de cabra y unas frutas. Rodeamos la mesa Chafly, Manija la espaola, la dama inglesa, que ahora, vesta un sacn oriental y pantalones adems de un gran sombrero de paja estilo chino, el judo, el egipcio y nosotros. Los dos ltimos hablaban poco. Sus conocimientos del castellano eran casi nulos. En cambio Nancy lo hablaba con fluidez y nos estuvo explicando que ella cuidaba de los jardines, ayudada por un joven monje. Y en efecto, terminado el refrigerio, sali para ocuparse de su labor. Cada uno del grupo desempeaba una misin determinada: O'Connor tena a su cargo una pequea fbrica en que se elaboraban ciertos artculos para el consumo general de todos los que all vivan. El israelita y el egipcio trabajaban en el campo, y la espaola cuidaba de la casa y de la alimentacin, Nosotros, mientras nos dirigamos al viejo edificio, comentamos qu labor nos ira a tocar en el reparto de actividades de la colonia. Cuando llegamos a la puerta principal del Monasterio, sali a recibirnos un monje de edad avanzada. Con ademanes respetuosos, nos condujo hasta un amplio saln escuetamente amoblado al estilo hind. Nos pidi, en ingls, que tuviramos la bondad de esperar unos instantes, y penetr por una puerta del fondo. Pasaron unos minutos. La puerta se abri y Rahmojan Dumpbahar vino a nuestro encuentro. -Me agrada ver que son puntuales. Vengan conmigo para mostrarles nuestra morada -y haciendo una venia nos invit a los cuatro a pasar a la otra estancia. Era una sala bastante amplia. Una gran chimenea de piedra guardaba los rescoldos humeantes de brasas mortecinas. Grandes anaqueles rodeaban el contorno de las paredes, y en ellos haba una enorme cantidad de libros y documentos de distintas clases: Viejos rollos de manuscritos, seguramente muy antiguos; volmenes de diferentes tamaos empastados en amarillentos pergaminos; y tambin otros cuyos relucientes lomos denotaban contener obras recientes. Una gran mesa-escritorio, cubierta de documentos, y un confortable silln de cuero y ebanistera tallada en negro, eran el sitial del Maestro, en una de las esquinas de la habitacin. Y un juego de cmodos y mullidos confortables de cuero, de puro estilo Reina Victoria, completaban el mobiliario de aquel despacho. -Veo que es usted aficionado a los estilos ingleses -coment.

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-Me agradaban, en efecto... He vivido muchos aos en Inglaterra y Escocia; adems, no olvides que Nuestra Augusta Orden es de all... Nos invit a sentarnos y, pasendose por el cuarto, comenz a hablar en tono mesurado como si fuera midiendo sus palabras: -Comienza para ustedes una etapa importantsima en sus vidas. No tomen a mal si les digo que les falta mucho para alcanzar el nivel requerido por nuestros Hermanos Mayores de Ganmedes. Deben tener en cuenta que una de las muchas virtudes que habrn de practicar es la de la sinceridad. Entre nosotros estamos acostumbrados a ser francos. Y si he de conseguir que progresen con rapidez, tengo que hablarles, siempre, sin ambages. Nuestro Muy Amado Hermano "Pepe" me ha pedido que los prepare cuidadosamente para que podis estar en condiciones de viajar a ese mundo antes que otros. Y eso es lo que voy a hacer. -Perdone, Maestro -me atrev a interrumpirlo-; Ha sido usted muy amigo de Pepe? -Nos conocemos hace mucho: l estudi ac largos aos, mucho antes de que nosotros llegramos a comunicamos con los habitantes de ese otro mundo sideral al que ahora pertenece. Esta fue la escuela de que te hablara cuando te explic que haba estado un largo tiempo en el Oriente. De ese entonces han pasado ya casi cuarenta aos... -Perdone, Maestro, fue la poca en que Usted cur al ingeniero O'Connor? -Poco despus. Cuando traje al Hermano O'Connor acababa yo de venir de un largo viaje por Europa... Mas, dejemos por ahora, esos detalles1, y volvamos a ustedes. Ac se aprende muchas cosas; pero lo principal, en esta escuela, como todo lo relacionado con la Orden, igual que lo exigido por Ganmedes, es cuanto se relaciona con la evolucin moral del ser. De nada vale acumular conocimientos, avanzar en el camino de la Sabidura, develar secretos de la Naturaleza y del Cosmos, si nuestra Alma no se purifica, si nuestro YO SUPREMO no se ennoblece y se eleva en la "escala" de los eternos e inmutables valores de la VIDA... Qu lograramos con acumular conocimientos, con aplicarlos a la obtencin de poderes, despertando las facultades dormidas en nuestra maravillosa "mquina corprea" integral si nuestra psiquis, nuestro "cuerpo astral" o Alma, no se ha despojado de todas sus impurezas, de todo el lastre ancestral que lo arrastra hacia los ms bajos niveles de existencia expresados en las mltiples formas de deseo, de pasiones y ambiciones equivocadas que llevan al hombre comn hacia los tristes terrenos de la animalidad inconsciente?... Sera cuerdo y aceptable adiestrar a un ser en el conocimiento y aplicacin d secretos del Cosmos, si aquel ser no es preparado, previamente, para hacer un buen uso de esos nuevos instrumentos que la sabidura progresiva le va dando...? En caso contrario, no equivaldra a proporcionar a un nio armas mortferas para que jugase con la inconsciencia de un irracional...? El Lama call. Nos miraba profundamente. Nosotros guardbamos respetuoso silencio. Yo senta como si esa mirada me llegara hasta lo ms hondo de m mismo. Cual si fueran rayos que penetrasen en la intimidad de mi conciencia. -Por todo eso -continu- es que dedicaremos la mayor parte del tiempo a cultivar la pureza del Alma. Y ello slo se consigue trabajando sobre el pensamiento y la voluntad, las dos grandes palancas de todo el desarrollo y la evolucin del hombre. Y, al decir hombre, no piensen que me refiero, nicamente, al sexo masculino... Estoy hablando en forma genrica: al hombre en su sentido de especie humana, hombre y mujer, porque en estos estudios, de la transformacin del Alma, las diferencias sexuales no cuentan. Lo que educamos es al ser interno, al YO INMORTAL, y se no tiene sexo... Ustedes recibirn las lecciones en el curso de su diario vivir junto a nosotros. No sern clases separadas como en las aulas comunes de un colegio 20 roby2001@ hotmail.com

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mundano. Al entrar en esta "escuela" han ingresado a una escuela superior: a la Gran Escuela de la VIDA, en donde aprendern, da tras da, con la palabra y el ejemplo, cmo se transforma un Alma y cmo se reforma un cuerpo... En vuestras mentes leo, ahora, que os preocupa la idea, curiosa, de conocer la verdad sobre los Hermanos que acabis de encontrar en esta casa. Esa curiosidad infantil que os embarga, tambin tendr que ser controlada por cauces adecuados a un perfecto y equilibrado dominio de todo vuestro "yo" interior... -Perdn, Maestro -me atrev a decir, aprovechando de la pausa que l hiciera-; pero sera exagerado preguntarle sobre la asombrosa longevidad de que aqu se habla, y que hemos podido comprobar conversando con O'Connor? -No, en absoluto. Es uno de los aspectos comunes a nuestra preparacin integral. Y an cuando, para los profanos, pueda resultar extrao o maravilloso, los que aqu viven se acostumbran a considerar dicho tema como la cosa ms natural. Incluso al correr los das y los meses, vern ustedes que una parte de la enseanza general se dedica a la conservacin de toda nuestra Fisiologa para conseguir que esta maravillosa mquina de nuestro cuerpo se mantenga en las ms ptimas condiciones... Los hombres comunes en ese mundo que llaman, equivocadamente, "civilizado", se matan antes de tiempo, envejeciendo por culpa de su ignorancia... -Y todos los que viven ac siguen el mismo rgimen de vida? -Todos. -Entonces sta es una colonia de inmortales -Inmortales, no. Pero s, longevos... -Y todos van a ser llevados a Ganmedes? -No. Aqu estamos preparando para ese mundo, hasta ahora, solamente a tres monjes estudiantes, los que ustedes vieron conmigo al llegar. Ustedes cuatro y los dos Hermanos ltimos, el israelita y el egipcio, que fueron trados no hace mucho. O'Connor, Maruja y Nancy hace muchos aos que viven conmigo. Estn encariados con todo esto y no quieren abandonarme. Ya les ha explicado "Pepe" que a Ganmedes no llevan a nadie contra su voluntad, y yo tengo mucho por hacer, todava, en la Tierra... El tono de sus ltimas palabras nos pareci enigmtico. Guardamos unos segundos de silencio. Yo volv a preguntar: -El ingeniero nos ha dicho que la seora inglesa era noble...que haba estado en la Corte de la Reina Victoria... -Es verdad. Yo la conoc all... Volvimos a mirarlo con expresin asombrada. El sonri. Se acerc a Su escritorio y de una gaveta extrajo un cartapacio lleno de papeles. Entre muchos documentos amarillos por el tiempo, sac una vieja foto. Pero no era una fotografa sino un antiguo daguerrotipo firmado y fechado en 1875. Representaba a la reina Victoria de Inglaterra y llevaba la firma y sello real de la soberana, con la siguiente dedicatoria: "Al distinguido Maestro, Lama Rahmojan Dumpbahar". Est de ms decir que nos quedamos mudos. Pensamos que, en 1875, una soberana europea haba dedicado especialmente un retrato suyo a aquel hombre; esto, lgicamente, denotaba que el Lama, en esa poca ya era un hombre digno de recibir un favor real de tal naturaleza... entonces cuntos aos tena el Maestro...? El, leyendo seguramente nuestro pensamiento, sin que pronunciramos una sola palabra, respondi: -S, tengo muchos aos... a medida que pase el tiempo conocern nuevos detalles de mi vida. Ya les he dicho que en esta escuela se aprende muchas' cosas, y tambin se tienen muchas sorpresas. -Y la seora inglesa est con ustedes desde entonces? 21 roby2001@ hotmail.com

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-La conoc desde esos aos, pero se uni a nosotros mucho despus, a la muerte de su esposo. Es una historia larga y triste. Sufri mucho y estaba al borde de la muerte, mas la Providencia quiso que yo pudiera ayudarla, como a otros, y, con el correr del tiempo, su Destino la trajo hasta aqu. De esos das han pasado sesenta aos... Volvimos a callar, todos. El Lama guardaba en su escritorio los papeles, y nosotros nos mirbamos absortos. Esa dama representaba, a lo ms, unos cincuenta aos, llenos de vigor y alegra, y, en verdad, sobrepasaba, largamente, un siglo. Dumpbahar torn a clavar la vista en nosotros. Sonri enigmtico, tom asiento en uno de los amplios sillones y con voz lenta y mateando las palabras continu: -No me extraa vuestra turbacin. Es natural en quienes por vez primera se enfrentan a tales hechos. Pero recordad que no es sobrenatural, que ya, en otros tiempos, como lo narra la Biblia hubieron hombres en la Tierra que alcanzaron muchos siglos de existencia. Ese es uno de los conocimientos comunes a la civilizacin que hay en Ganmedes. Nuestra Augusta Orden ha estado en contacto con ellos, a travs de Nuestro Supremo Tringulo. Comprendo que algunas de estas cosas no hayan sido de vuestro conocimiento, por lo mismo que sabis, o sea que los secretos de todo nivel van siendo revelados a los diferentes miembros de Ella segn van adelantando en su graduacin. Nuestro Hermano "Pepe" ya lo conoca antes de ponerse en contact con la tripulacin del OVNI, Por eso le fue ms fcil todo lo dems. A vosotros tambin os llegar a ser familiar, todo ello en su oportunidad. Y a muchos, en distintos lugares de la Tierra, Nuestra Orden les est enseando lo mismo, con idnticos propsitos. Nada es nuevo, bajo el SOL. Slo que se necesita estar "maduro"... Y para alcanzar la "madurez" debemos aprender, estudiar, esforzarnos. La vida es una gran escuela, ya lo he dicho, y en ella hay que trabajar, luchar por conquistar las cumbres gloriosas de la LUZ, de la VERDAD y del AMOR... El triunfo no es de los ociosos ni de los pusilnimes. La victoria, como en los campos de batalla, se gana con esfuerzo, con valor y sacrificio. Quienes quieran ganar los laureles de la Gloria, han de merecerla... Y en la larga senda de la Vida, las cumbres luminosas de la MONTAA slo se alcanzan con el largo peregrinaje de su Sendero, que no es de rosas sino de espinos, y con el esfuerzo heroico que hacen, dentro de s mismos, quienes desean dejar de arrastrarse como gusanos por la tierra, para volar como guilas en demanda d las cumbres... Ustedes, como otros, han prometido trabajar en esa forma. Ahora tendrn que demostrarlo. Tendrn que empearse en cultivar, a cada paso, y cada da las virtudes que iluminan el "Yo interno"; esas cualidades que en todos hay latentes; pero que muchos dejan de mirar, porque han sido deslumbrados por los fulgores engaosos de un mundo de falsedad, de avaricia, de lujuria y de crueldad... Para dejar de ser gusano, rastrero y debilsimo, fcil de aplastar a cada instante, debe estudiarse, debe ejercitarse la voluntad y el pensamiento. Es preciso enfocar las metas luminosas de la VERDAD y EL AMOR, porque sin AMOR no puede entenderse la VERDAD, y si no comprendemos la VERDAD y no abrimos nuestros ojos espirituales a LA LUZ, jams podremos alcanzar la SABIDURA que nos abre las puertas de la PERFECCIN... Pensad bien, hermanos mos, en estas palabras que ahora os digo: Sin AMOR no hay LUZ, ni VERDAD ni PERFECCIN. Deberis aprender a Amar, no como entiende la mayora de los humanos el amor. No con ese amor sofisticado que a muchos conduce ala animalidad. No con eso que, en estos tiempos est llenando las arcas de caudales para quienes comercian con la sensualidad y los vicios. No con esas bacanales a las que concurren, por millones, seres con formas humanas pero con almas bestiales... Recordad que, los mismos animales, en su irracionalidad, slo 22 roby2001@ hotmail.com

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hacen uso del sexo para fines de preservacin de la especie, y en condiciones de instinto natural que cumple una misin divina de la Naturaleza... No como tantos seres humanos., la mayor parte de nuestra humanidad, que usan del sexo como medio de diversin, hasta llegar a los ms abominables excesos y a las ms repugnantes aberraciones... No, Hermanos mos, eso no es amor, como no es amor, tampoco, halagar, favorecer, darle la mano al prjimo, cuando tales acciones han de producirnos beneficio, aun cuando ste sea, solamente, en vanidad... Por eso os dije al comienzo, que la preparacin para Ganmedes, como la que se hiciera hacia un paraso, debe comenzar, de todos modos, por la transformacin moral de cada uno. Es un adiestramiento para el camino de la pureza y del Amor, sin los que toda otra disciplina espiritual seria estril... El Lama call. Nos mir largo rato en silencio y, levantndose, extrajo de un anaquel un pequeo libro. -Tomad. En este librito hay pensamientos que os ayudarn a meditar., De ahora en adelante, cuando no estemos juntos en las distintas clases que os ir dando, esta obrita puede seros de suma utilidad. Muy particularmente cuando, no teniendo nada que hacer, podis caer en la peligrosa ociosidad, que muchas veces atenta contra la tranquilidad y la pureza de nuestros pensamientos... Cuando no tengis nada en qu ocuparos, o que pueda distraer, constructivamente vuestro pensamiento, recurrid a la lectura de estas mximas. Ellas os darn motivo y tema para entretener esos ocios... y, ahora, os voy a mostrar-algunas partes de este viejo edificio. Abri una pequea puerta al costado de la chimenea, y penetramos a un largo y umbroso corredor. Al fondo, una puerta entreabierta dejaba escapar intensa luz: Entramos. Era otra enorme sala iluminada profusamente con pantallas fluorescentes. Todo en su interior, contrastaba enteramente con el vetusto edificio al que perteneca esa estancia. Las paredes y techo estaban retocados y pintados todo de blanco. Grandes mesas cubiertas de retortas, alambiques, tubos de ensayo y frascos, amn de otros aparatos no familiares para m, nos indicaron que se trataba de un amplio laboratorio. Dos jvenes monjes, de cabeza rapada, trabajaban en un extremo, vigilando el funcionamiento de un aparato de vidrio de regular tamao. Y en otra mesa, nuestro amigo O'Connor anotaba en una libreta los resultados que indicaba una pantalla de control. Los tres vestan blancos delantales y todo ese ambiente nos dio la impresin de encontrarnos en un moderno hospital o algo por el estilo. Al vernos entrar, Charly detuvo su trabajo. Rahmojan le dijo que quera que furamos conociendo nuestra nueva morada. -Pues aqu me tienen -coment risueo el ingls-. Esta es mi "fabriquita", como les haba dicho. De aqu salen varias de las cosas que usamos en nuestra alimentacin, y tambin lo que nos ayuda a conservamos jvenes... -y maliciosamente, nos gui un ojo. El Maestro sonri paternalmente. -Ya conocern todo, poco a poco... Recin llegan y no los vamos a abrumar con novedades que han de comprender a su debido tiempo. Y dando un paseo por el laboratorio, se detuvo ante un aparato parecido a un alambique, pero con una serie de tubos y piezas que yo no conoca, en las que circulaba, lentamente, un lquido rojo. -Esto tiene estrecha relacin con la longevidad que1 tanto os impresiona -dijo el Lama, sealando ese lquido- Ms tarde os explicar en qu consiste... Salud con la mano al ingeniero y a sus ayudantes, y salimos por una puerta lateral. Daba a un patio interior, rodeado por arqueras de piedra y una serie de puertas en los portales. -Son las celdas de nuestros Hermanos -explic. 23 roby2001@ hotmail.com

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Atravesamos el patio e ingresamos en otro corredor. Al fondo haba una gran puerta de bronce. La abri con una vieja llave que colgaba de un gancho en la pared, y nos invit a entrar. Era un local muy amplio, con techo abovedado y aspecto de templo. La penumbra que reinaba en el slo nos permiti ver, al fondo, algo as como un ara sobre la que arda la mortecina llama de una lmpara de bronce. Cuando nuestros ojos se hubieron acostumbrado, percibimos a ambos lados, junto a las desnudas paredes de piedra, dos hileras de bancas. Sobre un pedestal, en uno de los rincones al fondo, arda suavemente un trozo de incienso en un pebetero de bronce finamente cincelado. Ninguna imagen, pintura o decoracin especial se vea en ese lugar. Sobre un estrado, exactamente detrs del ara en que arda la lmpara de aceite, haba un gran silln a manera de trono, y a un costado, sobre una mesilla alta y enteramente de bronce labrado, un aguamanil de cobre con su correspondiente jofaina. Todas esas piezas denotaban una-respetable antigedad, y a la tenue y movediza luz de la llama que alumbraba desde el ara, ofrecan un aspecto de mstico recogimiento. Las sombras y el silencio, el perfume del incienso y la luz mortecina de la lmpara votiva nos impresionaron. Sentimos que una" respetuosa uncin se apoderaba de nosotros, e instintivamente, nos persignamos. El Lama nos contempl sin decir nada. Luego, en tono baj y suave, nos explic que aquel era el santuario en donde hacan sus oraciones y meditacin. Salimos lentamente. Volvi a cerrar con llave y, regresando al patio central, nos dijo: -Hoy han visto ustedes los principales compartimientos de esta mora-' da. Por ellos han discurrido las vidas de varios centenares de hombres que buscaron la paz y la superacin a travs de varios siglos. Su influencia ha quedado como impregnada en las viejas piedras de estos muros, y cuando hayan transcurrido algunos meses, podrn ustedes darse cuenta de que esa huella nos alcanza a todos con el tiempo...

CAPITULO V LAS CLAVES DE LA LONGEVIDADCorrieron los das bamos acostumbrndonos, lentamente, a la nueva vida en ese lejano rincn del mundo, perdido entre las solitarias cumbres de los Himalayas. Era todo tan distinto a lo que hasta entonces conociramos, a lo que nos haba rodeado, tantos aos, en medio de una humanidad a la que, ahora, slo nos comunicaba, parcialmente, las noticias de la radio instalada en el hall central del "Hogar", como llamaban nuestros compaeros a la casa en que viva nuestro reducido grupo. En verdad, Janlitpur era algo inconcebible para quienes estuvieron acostumbrados a la turbulenta vida de la civilizacin occidental. Mientras en ese mundo que dejramos reinaba la premura, la agitacin y la intranquilidad; la angustiosa lucha del diario bregar por los diferentes intereses; el tormentoso torrente de las pasiones en pugna y las turbulentas corrientes encontradas que llevan a los hombres a perseguirse y matarse como fieras... aqu, en el suave silencio de este paisaje idlico, entre las frondas con perfumes de flores y de hierba fresca, o ante la mansedumbre de las cristalinas aguas de la fronteriza laguna, o en la penumbra de los claustros conventuales y las salas de estudio del viejo monasterio, reinaban una paz y una tranquilidad hasta entonces no encontradas en ninguna parte. Era una comunidad en la que la confianza, la amistad sencilla y desinteresada, la camaradera franca y espontnea, se hacan presente en los menores detalles de la

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diaria convivencia. Qu distintas las noticias que a veces, escuchbamos por radio, de todo lo que, ahora, estbamos viviendo!... Al otro lado de las imponentes murallas de roca y de nieves que nos circundaban, se debata una humanidad enloquecida, torturada por sus mismas pasiones, perseguida por su propia avaricia y crueldad, por su insano egosmo y su falaz hipocresa... Guerras y traiciones, persecucin y muerte... En cambio, entre nosotros, comprobaba a cada paso el deseo de una mutua y recproca cooperacin; de un afectuoso alternar de los unos y tos otros; de un olvido, al parecer ya sincero y efectivo, de las comunes preocupaciones y de los comunes prejuicios que tanto hacen sufrir en todas partes. No podra referirme, an, a los miembros orientales de esa comunidad monstica, por no estar yo en condiciones, todava, de penetrar en la vida ntima del monasterio. Pero me basta observar al pequeo grupo de los que habitbamos en el "Hogar". Y siendo tan diferentes unos de otros, encontraba en todos un verdadero deseo de agradar, de cooperar y de comunicarse mutuamente la alegra que cada uno pareca experimentar. El ingls, que me pareciera brusco al conocerlo, era un hombre franco, sencillo, campechano; servicial y pronto a prestar ayuda en lo que fuese menester. La espaola, jovial, alegre y bulliciosa como una castauela de su patria, se haba convertido en la inseparable compaera de mi mujer a la que estaba iniciando en lo secretos culinarios de la dieta vegetariana que a todos nos servan. Y Nancy, la antigua dama de la Reina Victoria, de quien nos contara Dumpbahar que en esos tiempos haba sido sumamente orgullosa y que haba estado a punto de suicidarse, en su juventud, por dramticos sucesos y traicin de su marido, era, tambin, simpatiqusima. Muy medida y cuidadosa en su trato; pero el tiempo y las lecciones del Maestro la haban transformado. Ella misma lo deca sin entrar en pormenores de su vida pasada, que tambin nosotros respetamos, narraba a menudo interesantes ancdotas y buscaba, siempre, temas alegres y conversaciones amables, como si estuviese deseando, en todo instante, alejar posibles recuerdos pesarosos. -Quiero gozar del perfume de mis flores, y que ellas nos halaguen, por igual a todo el grupo, sin que nunca, puedan hincarnos sus espinas... -deca, con frecuencia, al discurrir por los jardines. En cuanto al egipcio y el judo, siendo relativamente nuevos aqu, se les notaba como nios recin ingresados a una casa extraa. Ambos hablaban ingls correctamente y en esa forma nos comunicbamos; slo Maruja, que hablaba poco ingls, tena dificultad de entenderse con ellos. Pero su bondad y cario se los demostraba en toda forma. Rahmojan les estaba dando clases de castellano, y me haba pedido ayudarlo en tal sentido. Por ello, procurando ensearles nuestro idioma, me estaba familiarizando da a da con los dos. Se trataba de magnficos muchachos. Uno de 30 y el otro de 38 aos, resultaban ac la prueba viva de la falsedad de nuestras convicciones polticas y religiosas que, al otro lado del mundo, arrastraban a la masa de sus pueblos a perseguirse y matarse a cada instante... En cambio, en Janlitpur, esos dos hombres trabajaban como hermanos y se sentan hermanos... As me lo dijeron muchas veces. Y la prueba era que haban sido trados, como nosotros, por un OVNI para ser adiestrados, tambin, para Ganmedes... As estaban las cosas, cuando una maana, el Maestro me invit a dar un paseo .por el campo. Rosita y los muchachos se entretenan, con la espaola, en arreglar y asear la casa, y los dems estaban en sus respectivas ocupaciones. Fuimos bordeando la laguna, y continuamos junto al riachuelo en direccin hacia el extremo del valle por donde descendan de las cumbres los hilos de plata de los arroyuelos que alimentaban ese curso de agua. Llegados al lugar, Rahmojan se detuvo ante los matorrales de un

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pequeo bosquecillo a cuyo fondo se divisaba una gran oquedad en la pared rocosa del elevado faralln. -Todo este tiempo -me dijo- te he instruido sobre la necesidad de gobernar nuestras pasiones, de transformar nuestros instintos y deseos, de controlar todos los impulsos de nuestra psiquis para convertirnos en los dueos y seores de nosotros mismos; para no ser tteres de las circunstancias ni del prjimo; para vencer todas las tendencias hacia el mal, y practicar el bien... Hemos ido analizando cmo destruye el mal y cmo construye el bien, porque el BIEN y el MAL son fuerzas ciegas que coexisten en el Universo y que pueden influir sobre nosotros segn nosotros estemos preparados para recibirlas. .. Les he enseado, tambin a ustedes, que todas las fuerzas del Cosmos nos afectan, en una u otra forma, segn como nosotros nos encontremos en esa "escala" simblica del sueo de Jacob, que va ustedes conocen, que significa el Camino de la Evolucin... Por tanto, las fuerzas del BIEN o del MAL influirn sobre cada uno en la medida en que cada ser se encuentre ms o menos cerca o ms o menos lejos de los peldaos inferiores de la mencionada "escala". Esto significa -ya ustedes tambin lo conocen,- que cada -escaln o nivel representa un grado menor o mayor de adelanto o atraso en la milenaria marcha hacia el Progreso... La frmula sapientsima de Hermes Trismegisto: "Como es Arriba es Abajo" se cumple en todo el Universo, o sea que lo ms nfimo es como lo ms grande, y que todo en el Universo y en el Cosmos marcha desde lo ms pequeo y primitivo, hasta lo ms grandioso y supremo... Y siendo las fuerzas del MAL el resultado de la imperfeccin primita va en sus ms amplios alcances, y siendo las fuerzas del BIEN, la resultante de la sublimacin de valores en el otro extremo del Cosmos y de la Vida, o sea el simbolismo de la Escala de Jacob", el problema se reduce a ir subiendo los peldaos de la escalera, esforzndonos por alcanzar los niveles superiores que cada uno, paso a paso, nos aleja de las fuerzas inferiores, o del MAL, y nos acerca a las fuerzas superiores, o del BIEN... Pero en este trabajo, que alegricamente parece tan sencillo, entra el juego de todas las fuerzas del Cosmos, o sea las infinitas influencias de todo orden que nos rodean, constantemente, en el curso de la Vida, tanto material, como psquica y espiritual. Por eso es necesario cuidar, prolijamente, cuanto se relacione con nuestra evolucin. No podemos llegar con rapidez a la Perfeccin, si no estamos debidamente preparados, si no contamos con las armas e instrumentos adecuados a la eterna lucha hacia el progreso; si no sabemos cuates son esas armas y cmo usarlas. T, al ser miembro de Nuestra Antigua Orden, sabes ya cuanto se relaciona con la marcha de la Evolucin, los niveles o Planos de la Vida y la Ley de Pluralidad de Existencias o de la reencarnacin... Pero te falta mucho, todava, para conocer los secretos de la Naturaleza y los medios de que Esta se vale para ayudamos a subir en la simblica escalera... Y muchos de esos secretos se refieren a la mejor conservacin y cuidado de nuestro cuerpo fsico, porque no hay que olvidar que somos un todo integral, un conjunto homogneo y maravilloso de cuyo mejor o peor funcionamiento somos ntegramente responsables. la mayora de la gente, el hombre comn de las ciudades y los campos, en mundos atrasados, an como es el nuestro, ignora en su totalidad, cmo somos, cmo estamos formados, de dnde venimos y a dnde vamos... Cmo debemos portarnos y tratarnos si queremos vivir bien y ser felices... Si queremos avanzar en la escala del progreso, y si deseamos alcanzar las cumbres luminosas de la FELICIDAD y de la SUPERACIN... Y por esa ignorancia, desde los ms remotos tiempos nuestra humanidad ha sufrido y sufre, muchas veces intilmente... porque muchos sufrimientos son tiles cuando se conoce la verdad oculta de ellos... pero el que est

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ciego y sordo todava, ni puede ver el abismo que lo acecha ni puede or las voces de alarma que lo prevengan contra el mismo... Y entre los muchos elementos que nos sirven de prevencin, de ayuda y proteccin en nuestra marcha, est la forma como alimentamos y cuidamos nuestro cuerpo. Pues esta mquina maravillosa, como toda mquina material, requiere de cuidados y necesita combustibles adecuados. Si a cualquier mquina de acero la tratamos mal, no le damos el combustible adecuado, ni nos preocupamos por el lubricante que requiere, esa mquina marchar mal, se descompondr y terminar por destruirse o malograrse... Nos extraa que nuestro cuerpo, una mquina finsima, responda mal si la tratamos mal y no la alimentamos con los elementos adecuados para su normal funcionamiento...? Mientras l hablaba habamos ido avanzando, paso entre paso, por el bosquecillo. Ahora estbamos frente al gran boquern que se adentraba en la pared rocosa del faralln. El Lama hizo una pausa, y mostrndome aquella oquedad me dijo que lo siguiera. Penetramos en una especie de tnel que se anchaba hasta formar una espaciosa caverna. Rahmojan prendi una linterna que trajera consigo y el recinto apareci enteramente cubierto de estalactitas y estalagmitas que brillaban con diferentes coloraciones al ser iluminadas. El espectculo era bello en verdad. Las formas cristalinas se adentraban en el corazn de la montaa perdindose en la obscuridad del fondo. El ambiente estaba saturado de humedad y un fro intenso me oblig a arroparme nuevamente con la gruesa tnica que me quitara en el trayecto por los templados rayos del sol. -Slo estaremos un rato -me dijo el Maestro-. He querido mostrarte este lugar para que veas algo que te va a interesar. Mira... Y dirigi la luz de la linterna hacia un rincn. All se vea un pequeo charco de agua en medio de unas peas cubiertas por un musgo negro, y en todo el terreno aledao a esos pedruscos crecan unas plantas raquticas, de hojas carnosas de color azul obscuro, parecidas a los cactus. -No las toques -me advirti-; son venenosas. Aun al tacto pueden irritar la piel en forma grave... De esta planta sale el elixir que viste hace un tiempo en nuestro laboratorio. Aunque parezca absurdo: su jug venenoso es transformado en un extracto que ayuda a conservar y prolongar la lozana y juventud de los tejidos de todo nuestro cuerpo... Para cosecharlas hay que trabajar con pinzas, hasta el momento de su neutralizacin... Pero si esto tiene especial importancia como coadyuvante en todo el proceso, lo principal consiste en el gnero de vida, costumbres y alimentos que se empleen. Las claves de la longevidad podran ser aplicadas por todos los seres. Pero en este mundo son muy pocos los que saben lograrlas, pues implican sacrificios, disciplinas y fortaleza de espritu y de voluntad que no todos llegan a aceptar. Salgamos, y por el camino seguir hablndote de este secreto milenario... Los rayos del sol volvieron a confortarme. La cueva, con toda la belleza de sus estalactitas, me haba causado una impresin penosa. Y la explicacin acerca de esas plantas me haba intrigado. Mi estado de nimo no pas inadvertido para el Lama, Con una sonrisa burlona y su acostumbrado tono paternal, me recomend activar mis esfuerzos por sobreponerme a las emociones. -Quien no pueda dominar sus emociones, jams podr avanzar en los terrenos de la superacin personal y de la transmutacin del YO SUPREMO. Y quien no logre ser el dueo absoluto de su ser interno, de su psiquis, no puede pretender el triunfo en la conquista d la perpetua juventud... Mucho pueden hacer ciertos alimentos, ciertas dietas y esa esencia de la planta que le acabo de mostrar... Pero la clave principal de este proceso est en nuestra alma...Aunque pueda parecerte exagerado, segn el alma 27 roby2001@ hotmail.com

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de cada uno, segn e1 estado y funcionamiento de nuestro "Cuerpo Astral" o Alma, as ser la marcha y los resultados posteriores en la evolucin del cuerpo fsico. Todos los metafsicos, los conocedores de los planos superiores de la vida, saben cmo y por qu las partes espirituales y fludicas de todo el conjunto de nuestro YO, Influyen, actan y modifican en las partes materiales, por la misma razn que en los mundos invisibles a partir de la Cuarta Dimensin, se planifican, dirigen y vivifican todos los hecho y las cosas del mundo material... Si tenemos en cuenta esta verdad esotrica, no nos ser difcil comprender que nuestros pensamientos y acciones puedan influir decisivamente en la fisiologa y desarrollo de toda nuestra vida orgnica. Las emociones, ideas y pasiones actan directamente sobre todos y cada uno de los rganos de nuestro cuerpo fsico. Este es un hecho ampliamente conocido. Todos sabemos que, por ejemplo: un violento acceso de ira o de terror puede producir un colapso cardaco. Y es comn el caso en que un gran temor o un gran susto devengan en trastornos del aparato digestivo y urinario. Muchas personas delicadas del hgado, acusan sntomas comunes de excitabilidad nerviosa y hasta caracteres irascibles coincidentes con crisis hepticas y reversiblemente, determinadas emociones fuertes pueden motivar trastornos en dicho rgano... La gama de relaciones entre lo visible y lo invisible es infinita. Por eso, la base de un adiestramiento hacia la longevidad radica en nuestra parte psquica... Si dejamos que nuestros pensamientos, nuestras formas de idear y de actuar, sean violentos, depravados, venenosos, estamos cargando de venenos mentales y fludicos nuestro organismo. Es como si echramos limaduras de hierro en el lubricante de un motor, o si mezclramos el combustible con substancias neutralizantes y ajenas a la combustin. Malograramos por completo ese motor... As tambin, malogramos, a cada instante, el normal funcionamiento de todos los rganos de nuestro cuerpo, segn introduzcamos en l elementos fsicos o psquicos inapropiados. Y esto es lo que hace, cada da, la generalidad de los humanos... Caminbamos, otra vez, junto al riachuelo. El Lama se detuvo, contempl un rato las vertientes iluminadas por el Sol y dijo, como si hablara consigo mismo: -Qu lindo espectculo... tenemos el agua ms pura que se podra desear... Miles de aos han sido lavadas esas rocas por las aguas de deshielo de las cumbres, y ac no hay nada ni nadie que enturbie o contamine esta corriente. -Permtame, Maestro; cmo es posible que vivan esas plantas en la obscuridad de la caverna? -Es una especie que no pertenece a este mundo. Fue trada por Hermanos Superiores de aquel otro astro que tuvieron comunicacin con Nuestra Orden desde hace ms de tres siglos. Ya t sabes, y lo has dicho en tu libro, que los habitantes de Ganmedes vinieron muchas veces, en distintas pocas, a visitar y ayudar a determinadas personas o pueblos. Sabes tambin, que Nuestra Orden es muy antigua... Mi Maestro me explic lo mismo, y me ense lo que yo les enseo a Uds... Esas plantas fueron tradas en envase hermtico, pues la luz del sol las malogra por completo. As tambin, tenemos que sacarlas de la cueva cuando se necesita cosechar una parte. Bastan pequeas cantidades de los carnosos tallos para la produccin del elxir, porque st