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Ibn Sina. Revista electrónica
semestral en Ciencias de la Salud
1
ESTILOS DE VIDA EN PERSONAL MÉDICO
Y ACADÉMICO ZACATECAS
Gabriela Ramírez Burciaga Pascual García Zamora Cristina Almeida Perales Maestría en Ciencias de la Salud Unidad Académica de Medicina Humana Universidad Autónoma de Zacatecas E-mail: [email protected]
RESUMEN
Objetivo. Conocer y comparar los estilos de vida del personal de la Clínica del ISSSTE Guadalupe y los
trabajadores de la Secundaria José Vasconcelos en Trancoso, Zacatecas. Material y Métodos. Estudio
observacional, transversal, comparativo y descriptivo, con 44 trabajadores del sector salud y 44 del
educativo. Se recabó información de estilos de vida, con las dimensiones: actividad física,
toxicomanías, sueño y descanso, alimentación y autocuidado; además de factores socioeconómicos y
culturales. Resultados. Hubo más mujeres en ambos sectores, la media de edad para el educativo fue
de 40.20 ± 0.945, más joven en el de Salud (30.50 ± 0.912 años); predominaron los casados en ambos
sectores, lo mismo que quienes cursaron estudios de posgrado, licenciatura y nivel medio superior;
los de educación alcanzaron mayor formación académica, pues sólo un 2.30 por ciento tuvieron
secundaria como único grado de estudio, a diferencia del 9.10 por ciento del otro estrato. La
prevalencia de actividad física sobrepasó el 50.00 por ciento en ambos sectores, mientras que el
sobrepeso se presentó más en el sector salud (47.70 por ciento) y algún tipo de obesidad en el grupo
educacional (20.40 por ciento). El personal de salud mostró mejores hábitos alimentarios y de
autocuidado personal, con prevención de enfermedades mediante detecciones oportunas.
Conclusiones. El ámbito laboral, conocimiento y accesibilidad a los servicios contribuyeron a una
mejor protección en trabajadores de la salud, ya que realizaron sus detecciones oportunas, mientras
su grupo comparativo lo hizo en menor medida.
Palabras clave: determinantes, estilo de vida, salud, educación.
ABSTRACT
Objective. Knowing the determinants of lifestyles Clinic staff ISSSTE workers Guadalupe and Jose
Vasconcelos High School in Trancoso, Zac. Material and Methods. Observational, transversal,
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comparative and descriptive survey, with 44 health workers and 44 of education. Information was
sought with dimensions: physical activity, addiction, sleep and rest, nutrition and self-care, plus on
socioeconomic and cultural factors. Results. More women in both sectors, the average age for
education was 40.20 ± 0.945, the youngest in Health (30.50 ± 0.912 years), married predominated in
both sectors, as well as those who were enrolled graduate, undergraduate and high school level, the
higher academic formation achieved in education as only 2.30 percent had high school as the only
degree of study unlike the other layer (9.10 percent). The prevalence of physical activity exceeded
50.00 percent in both sectors, although it appeared more overweight in the health sector (47.70
percent) and some type of obesity in the educational group (20.40 percent). Health personnel showed
better eating habits and personal self-care with prevention of disease by timely detection. Conclusions.
The workplace, knowledge and accessibility to services contributed to a better protection of health
workers, as did their timely detection while its comparison group did to a lesser extent.
Keywords: determinants, lifestyle, health, education.
INTRODUCCIÓN
La prevención de la enfermedad y promoción de la salud son dos temas de alta prioridad en las
políticas y acciones de salud pública en el mundo actual. Por lo anterior, no debe sorprender que la
conducta de las personas se relacione de manera directa con estos temas. El tiempo de sueño, los
hábitos alimentarios, la recreación, la actividad física, la abstención o consumo de alcohol o tabaco, y
la adopción de medidas de tamizaje para la detección temprana de enfermedades, entre otros
comportamientos, hacen a las personas más o menos propensas a enfermar o mantener su estado de
salud.
El concepto de estilo de vida se incorpora al área de la salud a mediados del siglo XX, las primeras
investigaciones realizadas desde ese campo adoptan una perspectiva médico-epidemiológica, que
olvida por completo el marco psicosocial del comportamiento y reduce el concepto a conductas
aisladas que tienen alguna repercusión sobre la salud como es planteado por Bandura, quien a través
de un modelo Socio-cognitivo, describe un proceso dinámico y continuo de recíproca influencia
entre la conducta del individuo, los factores personales (donde están consideradas las cogniciones) y
los factores ambientales.1
Esta interacción dinámica, causa última de la conducta, es denominada por el modelo como
«determinismo recíproco». Entre los factores personales que determinan el cambio de
comportamiento, toma especial relevancia la capacidad del individuo para simbolizar su proceder,
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anticipar las consecuencias, aprender a partir de la observación, tener confianza en su habilidad de
ejecución y de auto-regulación conductual, analizar y reflexionar sobre la experiencia, así como la
capacidad vicaria.2
Intervenir en los estilos de vida se convierte en una de las acciones más eficaces para lograr
beneficios a favor de su salud; por lo que el personal médico alienta con mayor frecuencia a la
población atendida, a modificar las conductas que atentan contra su bienestar. La era moderna ha
traído cambios en los estilos de vida de la población mundial, favorecidos por los medios
publicitarios, la tecnología, el ambiente laboral, el estrés, las migraciones y la transculturación, entre
otros. Estos generan en algunas ocasiones una lenta pérdida de hábitos saludables, al cambiarlos por
otros que ofrecen pocos beneficios a la salud individual y colectiva.3
La vida sedentaria, la modificación acelerada en patrones de dieta, junto con una probable
susceptibilidad genética, propia de poblaciones con origen amerindio, han impactado de forma
importante en el aumento de la prevalencia de sobrepeso y obesidad en la población mexicana y han
favorecido un incremento en la prevalencia de enfermedades crónicas asociadas con la obesidad,
como diabetes mellitus, hipertensión arterial, dislipidemias y algunos tipos de cáncer.4
El interés por conocer los estilos de vida de los profesionales sanitarios: médicos, médicas y
enfermeras, ha sido motivo de investigación en los países anglosajones y del norte de Europa. Tanto
el personal de salud como el educativo tienen la misión de multiplicar los mensajes de salud a la
población, y existen estudios que confirman un alto porcentaje de profesores afectados por una
elevado grado de estrés y de las frecuentes visitas al médico relacionadas con él por problemas de
hipertensión, insomnio, depresión y trastornos intestinales; además de beber demasiado y creerse
alcohólicos,5 estudios como los de Morfín y Hernández6, 7 también señalan la presencia de dichos
problemas.
En la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2006) existen datos alarmantes sobre la
obesidad y el sobrepeso en Zacatecas. La prevalencia de peso excesivo fue 67.30 por ciento en los
adultos mayores de veinte años de edad (71.70 por ciento para mujeres y 60.50 por ciento para
hombres). La prevalencia de enfermedades crónico degenerativas en el Estado (diabetes mellitus,
hipertensión arterial e hipercolesterolemia), por diagnóstico médico previo en ese mismo grupo de
población, fue de 5.90, 16.30 y 4.10 por ciento, respectivamente. En lo que se refiere a toxicomanías,
el 17.00 por ciento de los adultos zacatecanos de esa edad eran fumadores y 14.00 por ciento reportó
haber consumido cinco copas o más.8 La prevalencia de sobrepeso y obesidad según lo reportado
por Palacios en los trabajadores de la salud fue de 46.00 por ciento,9 mientras que en los docentes,
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según el Instituto Nacional de Salud Pública, del 80.00 por ciento, tomando en cuenta la planta total
de la SEP, esto significa que 63 mil 801 profesores/as se encuentran en esta situación.10
Lo significativo de las cifras anteriores justifica intervenir en los estilos de vida, como una de las
acciones más eficaces para la prevención de la enfermedad y la promoción de la salud; cobra
importancia especial la responsabilidad del sector salud y del sector educativo, ya que son los
encargados de aplicar las nuevas políticas y estrategias planteadas por la seguridad social; es necesario
identificar si el conocimiento que tiene su personal ha logrado impactar en sus propias actitudes,
comportamientos y prácticas de estilos de vida saludables, y más importante resulta su postura frente
a la promoción, que invariablemente se refleja en su quehacer, porque determina su accionar
cotidiano con las comunidades usuarias de sus servicios. El objetivo del presente estudio fue
describir y comparar los estilos de vida del personal de la Clínica del ISSSTE Guadalupe, conformado
por médicos, enfermeras, químicos, técnicos en salud y administrativos; y los trabajadores de la
Secundaria José Vasconcelos en Trancoso, Zacatecas categorizados en personal docente,
administrativos y técnicos en educación.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional, comparativo, transversal y descriptivo; la muestra incluyó al total
del universo, conformado por 88 trabajadores de la salud y educación de las categorías ya
mencionadas. De ese total 44 forman parte de la plantilla de la clínica de medicina familiar del ISSSTE
en Guadalupe y 44 corresponden a la Escuela Secundaria José Vasconcelos de Trancoso; se les
aplicó un cuestionario con 43 preguntas de opción múltiple sobre las siguientes variables: factores
socioeconómicos, edad, sexo, escolaridad e ingreso (salarios mínimos), la segunda parte con
preguntas sobre prácticas saludables como realizar actividad física (tipo y frecuencia), otros
referentes a la ingesta de alcohol y la frecuencia con la que se consume, sobre horas de sueño y
descanso, así como alimentación en base al plato del buen comer.
Otro aspecto a considerar fue la frecuencia con la que se realizaban pruebas para detecciones
oportunas de enfermedades como hipertensión arterial, diabetes, dislipidemias, cáncer cérvico-
uterino y mamario, al igual que sobre cáncer de próstata, entendido lo anterior como autocuidado
personal, también se preguntó sobre la valoración que se tiene respecto a su salud (buena, regular o
mala). Por último se calculó el Índice de Masa Corporal (IMC) para ubicarlos en peso normal,
sobrepeso u obesidad, como resultado de los estilos de vida saludables o no.
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RESULTADOS
Datos sociodemográficos De las 88 encuestas aplicadas, 61 correspondieron al sexo femenino y 27 al masculino. Se
categorizaron en: sector salud, constituido por profesionales y administrativos y sector educativo,
conformado por docentes y administrativos. En lo que se refiere a los primeros, 31.80 por ciento
fueron médicos, 19.80 personal de enfermería, 6.80 químicos y 9.60 por ciento técnicos en salud, en
tanto que 31.90 por ciento correspondieron a los administrativos; en el otro sector, 72.70 por ciento
perteneció a los maestros y sólo un 27.30 por ciento al área administrativa.
La prevalencia del sexo femenino fue mayor en ambos sectores, 70.50 por ciento en el sector
salud y 68.20 por ciento para el educativo, en el que la media de edad se ubicó en 40.2 años, con una
desviación estándar de ± 0.945 y un rango de 23 a 58 años, mientras que el sector salud constituyó el
grupo más joven, con un rango de 23 a 55 años y una media de 30.5 ± 0.912 años. En cuanto al
estado civil (Figura 1), en ambos conjuntos el mayor porcentaje fue para los casados, con 72.70 por
ciento en los trabajadores de salud y 63.60 en el sector educativo. En éstos hubo comparativamente
mayor porcentaje de divorciados (13.60 por ciento). El nivel educativo contó con variaciones
comparativas no muy marcadas. Las personas con estudios de posgrado conformaron un 18.20 por
ciento en el educativo y 20.50 en salud.
Actividad física y alimentación En ambos sectores la mitad o más cumple con los parámetros establecidos por la Organización
Mundial de la Salud, OMS para la actividad física, ya que 54.60 por ciento del sector educativo realiza
ejercicio moderado e invierten en él de 120 a 180 minutos semanales, en tanto que 50.00 por ciento de
los trabajadores de la salud se encuentran en esta misma condición; sin embargo, la presencia de
sobrepeso y obesidad es general y relevante, como lo demuestran las cifras del IMC (Figura 1), donde
los trabajadores de la educación acumulan más obesidad en sus distintos grados (20.40 contra 15.90
por ciento), pero los trabajadores de la salud aparecen con mayor sobrepeso que ellos (47.70 contra
38.60 por ciento).
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FIGURA 1 DIAGNÓSTICO DEL IMC
Otro factor que contribuye a un inadecuado IMC es la alimentación, lo que hace necesario tomar en
cuenta las cantidades y frecuencia con las que se consumen los diferentes grupos de alimentos, según
lo establece la NOM-043-SSA2-2005.11 Con base a lo anterior se destaca que en ambos sectores un
alto porcentaje no dispone de una alimentación saludable, ya que sólo un 11.40 por ciento del sector
educativo cumple con los estándares establecidos y un 88.60 por ciento no lo hizo; en el caso del
sector salud un 27.30 por ciento se alimenta con lo recomendable y en cambio un 72.70 por ciento no
(Figura 2), lo cual se refleja con las marcadas elevaciones de su peso corporal.
FIGURA 2
ALIMENTACIÓN
0.00% 10.00% 20.00% 30.00% 40.00% 50.00%
Sector Salud
Sector Educativo
2.30%
4.50%
6.80%
2.30%
6.80%
13.60%
47.70%
38.60%
34.10%
40.90%
2.30%
0%
Bajo peso
Normal
Sobrepeso
Obesidad I
Obesidad II
Obesidad III
0% 20% 40% 60% 80% 100%
Sector Salud
Sector Educativo
72.70%
88.60%
27.30%
11.40%
Saludable
No saludable
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Consumo de tabaco y alcohol En el uso de sustancias tóxicas no existe una prevalencia alta con el hábito de fumar, sólo un 13.60
por ciento tiene esta adicción en el sector salud y 11.40 por ciento del sector educativo (Figura 3). Es
importante mencionar que se consideró como fumadora a la persona que lo ha hecho diariamente
durante el último mes y esto incluye el consumo de cualquier cantidad de cigarrillos, incluso uno. En
la población encuestada de salud el mayor porcentaje que se obtuvo fue para uno o dos cigarrillos
diarios, con el 6.80 por ciento, mientras que los educadores alcanzaron un 4.50 por ciento; en ambos
grupos se admitió haber fumado siete o más cigarrillos en un 2.30 por ciento.
Con relación al consumo de bebidas alcohólicas, se tomó como parámetro que cualquier persona
que consuma más de 280 gramos de alcohol entre los varones y 168 gramos en las mujeres
semanalmente, se considera bebedor de riesgo; lo anterior permitió ubicar en esta categoría a un
porcentaje de 11.40 para ambos sectores. Cabe mencionar que una porción considerable en ambos
sectores no respondió a la pregunta de si toma o no (un 20.50 por ciento en el sector salud y un 29.50
en el educativo). El tipo de bebida más consumido, fue la cerveza.
FIGURA 3
PREVALENCIA DE TOXICOMANÍAS
0% 20% 40% 60% 80% 100%
Sector Salud
Sector Educativo
0.00%
6.80%
86.40%
81.80%
13.60%
11.40%
20.50%
30%
34.10%
20.50%
45.50%
50.00%
Bebidas alcohólicas. Sí
Bebidas alcohólicas. No
Bebidas alcohólicas. No contestó
Fuma. Sí
Fuma. No
Fuma. No contestó
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Horas de sueño El 59.10 por ciento señaló dormir de seis a siete horas en promedio, un 38.70 por ciento mencionó
haber tenido problemas para dormir y señalaron como causas principales las preocupaciones y el
miedo en el sector salud; en el mismo sentido, pero en el sector educativo, un 45.50 por ciento
respondió que dormían de ocho a nueve horas promedio, de los que 40.90 por ciento habían
presentado también dificultad para conciliar el sueño alguna vez por las mismas razones que los
anteriores (preocupaciones y miedo).
Autocuidado En el autocuidado personal de salud, los resultados marcaron una clara diferencia entre ambos
sectores, pues se manifestaron más las conductas saludables en el sector salud, lo cual puede estar
relacionado con la accesibilidad a los servicios presentes en su entorno laboral que las favorecen; la
mayoría se había realizado de manera puntual, sus detecciones oportunas sobre cáncer cervico-
uterino y mamario, así como de hipertensión arterial y diabetes mellitus, a diferencia de su grupo de
comparación, donde una alto porcentaje refiere nunca realizar estas acciones.
Al respecto, las trabajadoras de la salud en un 29.50 por ciento se realizan citología cérvico-vaginal
cada año, el 25.00 por ciento cada seis meses y sólo un 6.80 por ciento dijo nunca habérsela
practicado; en el otro sector se registró un 18.20 por ciento de mujeres que nunca se han sometido a
este examen y sólo un 20.50 por ciento admitió aplicarse anualmente esta prueba de tamizaje,
también útil para diagnosticar infecciones de transmisión sexual.
Para evaluar la detección oportuna de enfermedades específicas en los varones, se indagó sobre la
determinación de los niveles de antígeno prostático sanguíneo en la población que cumplía los
criterios de edad establecidos por la Asociación Americana de Urología (AUA), es decir, en mayores
de 40 años. En el sector salud sólo un 2.30 por ciento mencionó hacérsela anualmente, situación que
es más preocupante en el sector educativo, ya que el mismo porcentaje señaló practicarse este
examen cada dos años.
Dentro de la detección de enfermedades crónico degenerativas, el personal del sector salud en su
mayoría se mide la presión arterial cada seis meses (59.10 por ciento) y un 72.70 por ciento se somete
a una glicemia capilar en ayuno cada año; en cambio el sector educativo no tiene como hábito la
realización de estos exámenes, ya que el 50.00 por ciento nunca ha llevado a cabo una medición de
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presión arterial y en muy similar magnitud (54.50 por ciento) nunca se han practicado un glicemia
capilar (Figura 4).
FIGURA 4
DETECCIÓN OPORTUNA DE HIPERTENSIÓN Y GLUCOSA
Valoración del estado de salud En una mayor medida los entrevistados se consideraron con un estado de salud bueno, ya que la
valoración la fundamentaron en la ausencia de enfermedades; así lo expresó un 63.60 por ciento del
sector salud y un 61.40 por ciento del educativo. En ambos estratos hubo una porción que no
contestó a esta pregunta (Figura 5); también se evidenció que sólo entre los maestros y
administrativos del sector educativo hubo la opinión de una mala condición sustentada
principalmente en la presencia de obesidad secundaria a una alimentación no saludable (2.30 por
ciento). En este mismo sector también se tuvo una mayor noción de una situación saludable como
«muy buena» (11.40 por ciento).
En el caso del sector educativo la mayoría de los encuestados mencionó además que considera su
salud «como un medio» (28.60 por ciento) es decir que al gozar de buena salud se puede alcanzar
cualquier objetivo; a diferencia del sector salud donde la mayoría (38.60 por ciento) considera su
salud «como un fin» es decir el objetivo principal es alcanzar la salud por encima de todo.
0% 20% 40% 60% 80%
No contestó
Nunca
Recomendable
No recomendable
No contestó
Nunca
Recomendable
No recomendable
Hip
erte
nsi
ón a
rter
ial
Glu
cosa
9.10%
13.60%
77.30%
0.00%
4.50%
15.90%
78.00%
6.80%
11.00%
50.00%
38.60%
0.00%
13.60%
54.50%
29.50%
2.30%
Sector Educativo
Sector Salud
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FIGURA 5
CÓMO CONSIDERAN SU ESTADO DE SALUD
CONCLUSIONES
El presente estudio proporciona una visión general de la prevalencia de autocuidado y estilos de vida
saludables, el conocimiento y los beneficios sobre la práctica de los mismos que existe en ambos
sectores; arrojó como resultado que disponer de información sobre las enfermedades y su
prevención, no es suficiente para producir cambios de conducta que las prevengan, por lo cual existe
una amplia área de oportunidad para trabajar en este terreno, no sólo en estos grupos, sino en la
población en general.
El perfil sociodemográfico de las poblaciones en estudio (sector educativo), coincide con lo
registrado por Couceiro, ya que encontró mayor presencia de mujeres con un 65.00 por ciento, en
tanto que los varones constituyeron un 35.00 por ciento.12 Esto corrobora la feminización por la que
han transitado estos ámbitos de producción de servicios. El grado de instrucción académica de
mayor prevalencia en ambos sectores fue la licenciatura, lo cual coincide en el caso del sector salud
con lo reportado por Luján Méndez y Serna Vela. También con lo referente a la situación conyugal,
donde al igual que este estudio, la mayoría refirió estar casada, sin duda tal situación se corresponde
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70%
Sector Salud
Sector Educativo
9.10%
11.40%
63.60%
61.40%
20.50%
20.50%
0.00%
2.30%
6.80%
4.50%
No contestó
Malo
Regular
Bueno
Muy bueno
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a su vez con lo que ocurre en la población general, donde el conjunto económicamente activo
cuenta con una pareja estable.13
En la prevalencia de estilos de vida saludables o no saludables, se destaca que a pesar de que los
sujetos de estudio no fueron poblaciones eminentemente sedentarias, ya que más del 60.00 por
ciento señaló realizar actividad física de treinta a 60 minutos por lo menos dos a tres veces a la
semana, existe una alta presencia de sobrepeso y obesidad entre los trabajadores de ambos sectores,
que se encuentra alrededor del 60.00 por ciento.
La prevalencia de sedentarismo fue mayor a la expuesta por Gutiérrez Montilla,14 para el sector
salud en un 23.76 por ciento y no existe diferencia significativa con Díaz Cisneros,15 quien refiere al
sector educativo con un 24.00 por ciento. Esto resulta un problema relevante, si se tiene en cuenta
que la Organización Mundial de la Salud considera que el estilo de vida sedentario repercute en las
diez principales causas de mortalidad y morbilidad en el mundo; así lo refiere en el estudio sobre la
Carga Global de Enfermedad,16 donde estima que la inactividad física representa la octava causa de
muerte mundial y supone el 1.00 por ciento de la carga total de enfermedad medida como DALY’s
(Disability Adjusted Life Years), o años de vida ajustados por discapacidad.17
Por su relación con enfermedades mortales, el consumo de tabaco ha sido un tema largamente
estudiado, y se ha señalado a esta adicción como una importante causa de mortalidad prematura, lo
que resulta alarmante; sin embargo la prevalencia del uso de sustancias tóxicas en este estudio, fue
menor a lo encontrado por Pérez, quien la reportó arriba del 30.00 por ciento en el personal de salud,
a pesar de algunas voces que insisten en que estos trabajadores fuman más que la población en
general.18 En cuanto al sector educativo son alentadores los resultados obtenidos en el presente
estudio, ya que difieren de manera muy positiva del estudio hecho por Giménez Juan, donde la
prevalencia de fumadores fue de 33.00 por ciento, porcentaje que queda muy por encima del 11.40
por ciento obtenido en el presente trabajo.19
Respecto a los estudios que se deben realizar periódicamente para vigilar el estado de salud se
encontró un pobre control para la detección oportuna de cáncer prostático, lo cual permite
establecer que la mayoría de los hombres investigados carece de una cultura en prevención. El
estudio mostró que laborar en un centro de atención primaria para la salud (clínica del ISSSTE), cuyo
objetivo principal es la promoción a la salud y la prevención de enfermedades, contribuye en gran
medida a asumir estas prácticas por el personal de salud que en él laboran; no así en la mitad de los
docentes quienes nunca se han realizado ningún tipo de detección oportuna, lo que nos indica que es
una población en riesgo por sus costumbres no saludables.
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No cabe duda que el ámbito laboral, el conocimiento y la accesibilidad a los servicios contribuyen
en gran medida a implementar acciones preventivas o de beneficio a la salud; de ahí que las
diferencias encontradas se hacen evidentes de manera favorable en los trabajadores del sector salud;
contrariamente al grupo educativo, donde quizá la falta de visión sobre las consecuencias de los
malos hábitos y el hecho de no atribuir el valor adecuado a su salud, los coloca en desventaja y pone
en evidencia los estilos de vida no saludables que practican, motivo por el que tal vez no impacten
en sus educandos, ya que de acuerdo con la teoría de Bandura resalta lo trascendental que es el
aprendizaje por observación o imitación.20
Los factores culturales, la etapa de la vida en que se ubican los encuestados y la condición de su
estado civil, juegan un papel importante, ya que la percepción del riesgo y autocuidado se clarifica
con el paso de los años, pues las experiencias permiten tener mayor conciencia.21 Se ha encontrado
también que el contexto laboral en el sector educativo juega un papel determinante en estos estilos
de vida no saludables, ya que carece del hábito de la actualización de los conocimientos científicos
que les permita conocer los riesgos a su salud y fomentar sus factores salutogénicos.22
Otro dato importante obtenido en este trabajo, es haber descubierto que el uso y frecuencia de
sustancias no saludables es menor a los registrados en la mayoría de los estudios referidos en los
antecedentes; sin embargo, ambos sectores incurren en acciones contrarias a las que intentan
transmitir. Como conclusión se considera de suma importancia concientizar a los trabajadores de la
salud y la educación, respecto a las ventajas que tiene fomentar un estilo de vida sano, empezando
por ellos mismos; así como incorporar los elementos necesarios para que ambos grupos dejen de
conceptualizar los hábitos y costumbres en forma aislada de las consecuencias, puesto que tal
consideración no les permite evaluar integralmente su repercusión en la generación de las
enfermedades, sino tomarlo como patrón cultural inocuo de conducta diaria.
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