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“HUNOSA un referente tecnológico”
Por Ramón Madera Fernández
Buenas tardes Señoras y Señores.
Para mi es una enorme satisfacción participar en este acto de nombramiento de
INGENIERO LAUREADO a Vicente Luque con el que he compartido muchos años de
actividad profesional, como colaborador en HUNOSA y muchos más como amigo.
Dado el prestigio de la RAI creo que todos los Laureados que han precedido a Vicente
Luque en su nombramiento lo han sido con todo merecimiento, pero lo que sí puedo
asegurarles es que el caso de Vicente me parece un acierto total.
En mi experiencia, cuando un Ingeniero de Minas inicia su andadura profesional en una
gran empresa minera está en disposición de desarrollar dos oportunidades. Una le
permitirá ampliar su etapa académica completando conocimientos que no se imparten
en las Escuelas y la otra porque el tamaño de la empresa le puede permitir,
normalmente, orientar su actividad profesional en función de sus aptitudes y
preferencias. El éxito de Vicente Luque es que supo aprovechar excepcionalmente, en
HUNOSA, ambas oportunidades.
La primera oportunidad se le presentó, aun antes de terminar la carrera, colaborando
en un macroestudio que se había encargado a varias empresas como AUXIESA y
SOFREMINES, con el fin de definir el futuro de una HUNOSA en la que se integraban
hasta 19 empresas menores. Vicente pudo conocer así el enorme alcance del problema
y las dificultades con que se iba a enfrentar la nueva empresa. Luego, en su trabajo
diario comprobaría, sin duda, las diferencias entre un trabajo de gabinete y la dura
realidad de la mina, al ver que las hipótesis previstas no acababan de alcanzarse.
La segunda oportunidad permitió a Vicente dedicarse a la Tecnología minera, actividad
para la que demostró unas grandes cualidades y cuyo desarrollo le llevó a ser un
referente nacional e internacional.
Quizás uno de los capítulos más conocido de su trabajo, dentro de esa Tecnología, sea
el de su decisiva participación y liderazgo en el problema de la Mecanización del
arranque de carbón.
Hablar hoy, en la era de la robótica, de mecanizar el arranque puede sonar bien
extraño, pero hay que situarse en las circunstancias y condiciones en que Vicente tenía
que enfrentarse, allá por el año 1971, con el problema.
La primera condición la determinaba el yacimiento con que la Geología había castigado
a HUNOSA. Un yacimiento de capas de carbón, verticales, estrechas y absolutamente
irregulares, muy distinto al de nuestros vecinos europeos e, incluso, a otros
yacimientos nacionales. Por eso, después de más de cien años de minería del carbón
en España, las pruebas de arranque con la rozadora rusa TEMP-1 que, bajo la dirección
y supervisión de Vicente, se iniciaban en la capa 3 del Pozo San Nicolás, además de
arriesgadas, significaban la apuesta por un concepto verdaderamente innovador.
Pero, a mi juicio, había otra condición, digamos psicológica, que también dificultaba
estos intentos innovadores. Me refiero a la cultura minera, ya centenaria, que
consideraba a los Picadores y el martillo neumático como único método fiable para el
arranque del carbón, cultura de la que, en aquel momento, participaban una mayoría
de Técnicos medios e Ingenieros de HUNOSA, lo que representaba una dificultad casi
mayor que la del yacimiento.
El ensayo de arranque con rozadora en una capa vertical, sufrió todas las dificultades
imaginables en el inicio de un experimento en un medio tan extraño, además de
incidentes resueltos, afortunadamente sin daños personales, gracias a la experiencia
de alguno de los participantes. Sin embargo, Vicente seguía convencido de que el
incremento de la mecanización del arranque era una de las soluciones para la
continuidad, siquiera renqueante, de la explotación de un yacimiento tan complicado
como el de HUNOSA.
La trayectoria de Vicente se enriqueció con la beca del INI para el estudio de la
explotación de capas verticales en las cuencas del Ruhr en Alemania y en la rusa del
Donbass.
Si su estancia en esta última resultó más fructífera por el tipo de su yacimiento, lo fué
mucho más porque las autoridades rusas reconocieron que con Vicente se
inauguraban los contactos con España, a nivel científico y técnico desde la terminación
de la Guerra Civil. De este modo, a partir de su informe sobre los resultados de su
estancia, se inició una colaboración, cada vez más estrecha, entre HUNOSA y el
Ministerio del carbón de la URSS que culminó con la firma entre ambas partes, el año
1976, de un “Acuerdo de cooperación económica y científico-técnica”.
Aunque el número de las explotaciones con la rozadora TEMP-1 y su versión más
potente, la KONSOMOLETS, se habían ido incrementando, Vicente creyó necesaria la
mejora de esas máquinas, por lo que bajo su dirección y supervisión se diseñó y
construyó la rozadora HUNOSA-1 y posteriormente la HUNOSA-2, mucho más robusta
y cuyo tamaño la hacía más versátil y adaptable al tipo de explotaciones a que estaba
destinada.
Precisamente el Acuerdo de Cooperación antes mencionado nos permitió invertir el
sentido comercial con las rozadoras de modo que, a mí personalmente, me cupo la
satisfacción de, en unos de mis viajes a Moscú, firmar la venta de las primeras
HUNOSA-1. Además el acuerdo, gestado con los contactos de Vicente, permitió un
constante intercambio de técnicos entre ambas partes, cuyo momento culminante, fue
la visita a HUNOSA del propio Ministro del carbón de la URSS, Sr. Suslov.
El paso siguiente en los procesos de Mecanización era el intento de desarrollo de la
Mecanización integral de las explotaciones. Los equipos de Vicente apostaron por dos
métodos: la entibación autodesplazable y el arranque por subniveles.
El primero se desarrolló mediante la adaptación del diseño de una empresa alemana al
yacimiento de HUNOSA. Esto exigió de Vicente y su equipo de colaboradores la
aplicación de toda su experiencia y conocimientos. El resultado final fue la
ASTURFALIA, entibación autodesplazable de inmejorables prestaciones, en capas de
carbón verticales, pero desgraciadamente con una limitada utilización en HUNOSA
dada la irregularidad de dicho yacimiento.
En paralelo, la explotación de las capas de carbón más anchas siempre representaban
dificultades especiales. Se necesitaba personal muy experto, Picadores, y su grado de
riesgos era muy elevado.
Como solución se inició la explotación del método definido como Subniveles. A Vicente
y los equipos de Mecanización se les presentaba un nuevo problema: adaptar la
utilización de los minadores, máquinas de avance de galerías en carbón, desconocidas
en la minería de HUNOSA y que exigían, además, unos sistemas de electrificación y de
control de grisú muy rigurosos, como la desgraciada experiencia de años muy
posteriores vino a demostrar.
Es bien conocida la enorme importancia que, en las minas de carbón, tiene el control
de la atmósfera en los lugares de trabajo que afecta directamente a la seguridad y que,
en consecuencia es uno de los principales objetivos de los departamentos Técnicos.
Vicente y sus equipos dedicaban mucho trabajo a esta tarea y así surgió, en
colaboración con AITEMIN, el SISCOM-1 y posteriormente el SISCOM-2, que permitían
un control permanente de los datos de la atmósfera y su monitorización, lo que, a su
vez permitía su detallado análisis posterior.
El sistemático y continuo desarrollo de las redes eléctricas y de comunicación en el
interior de las minas de HUNOSA, junto con el de la introducción de los cálculos por
ordenador, a partir de los años 70, permitieron a HUNOSA ser pionera en su aplicación
al cálculo de redes de ventilación y los movimientos del terreno con sus efectos de
subsidencia superficial y en este tema Vicente no solo actuaba de coordinador sino y
sobretodo de animador en una tarea tan innovadora.
En el año 1978, Vicente fue nombrado vocal de la “Comisión del Grisú y la Seguridad
minera”, donde trabajó muy activamente en la elaboración del Reglamento de normas
básicas de Seguridad Minera.
Precisamente ese mismo año, Vicente creó en HUNOSA el Centro de Cálculo de
Ventilación. Este Centro permitió resolver sin dificultad los complejos proyectos de
ventilación que exigía la integración de varios de los Pozos mineros.
Atención especial le mereció, también, el grave problema de los fenómenos
gaseodinámicos que en las minas de 4ª categoría, zona de Aller, provocaban
desprendimientos súbitos de grisú causa de numerosos accidentes muy graves. El
control remoto y permanente de la evolución de las cantidades de grisú, en estas
minas, alivió los problemas de forma sustancial.
Su enorme experiencia en estos temas, tanto nacional como internacional, fueron la
causa de su nombramiento, en 1982, como vocal del “Grupo, Ventilación, Grisú y otros
gases de mina” del Órgano Permanente de la Seguridad y Salubridad en las minas de la
CEE y del de 1985 como Experto de los Grupos de trabajo Explotación y Ventilación del
programa de investigación de la CECA.
Una parte de los trabajos desarrollados por Vicente en HUNOSA se encauzaban a
través de proyectos financiados por la propia empresa o por instituciones como
CAYCIT, el IGME o los programas de investigación CECA de la Comisión Europea.
Afortunadamente el enorme caudal de conocimientos y experiencias que Vicente iba
acumulando no se transmitían a sus colaboradores solamente por vía oral sino que
quedaban recogidos en sus numerosos artículos y publicaciones que en número
superior a veinte se refieren a temas tan variados como: “El grisú, su origen y
desprendimiento con estudio especial de los desprendimientos instantáneos” o “Tajo
experimental completamente mecanizado sobre una capa con 80º en el Pozo Sotón de
HUNOSA.
Pero, para mí, su gran contribución a las publicaciones sobre Tecnología Minera fue su
“Manual de Ventilación de Minas”, publicado en 1988 por AITEMIN, con la
colaboración del IGME y revisado en 2005 y que, si a mi juicio, constituye un texto
imprescindible para cualquier Ingeniero que necesite profundizar en el complicado
problema del cálculo de la red de ventilación de una mina, su reconocimiento a nivel
general es tal que a la unidad de resistencia del paso del aire en las labores mineras, se
denomina, en castellano “luque”, frente a “murgue”(FR) o “weisbach”(D).
Con este breve repaso de la decisiva actuación de Vicente como profesional de
HUNOSA, podrán comprender, fácilmente, que, cuando en el año 1987, siendo yo
Consejero Delegado de HUNOSA, me comunicó su decisión de incorporarse a la
Comisión de las Comunidades Europeas, me dí cuenta de que la empresa no perdía
solo un Ingeniero, sino un caudal de conocimientos y experiencias verdaderamente
insustituibles. Sin embargo, una decisión tan meditada y con un futuro tan abierto solo
merecía mi apoyo incluso como amigo.
Afortunadamente, con su marcha a la Comunidad no se acabaron, ni los contactos, ni
la colaboración que Vicente siguió prestando a HUNOSA, tanto a través de consejos
concretos, como facilitando el acceso a temas relacionados con el mundo del carbón.
Quizás esa tensión continua y compartida con el trabajo, en HUNOSA, ha sido la que
tanto a él, como a mí nos ha impedido considerarnos nunca jubilados y mantener
nuestras respectivas actividades profesionales.
Desde aquella HUNOSA tan importante y muchas veces tan desconocida e
incomprendida, Vicente, gracias por todo.
Muchas gracias.