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Investigacin sobre el entendimiento humanoDavid Hume

Adaptacin de la obra en la lengua original: Jonathan F. Bennett Traduccin al espaol: Carlos Zorrilla Pia

Investigacin sobre el entendimiento humanoDavid Hume

Copyright 20102015 Todos los derechos reservados. Jonathan Bennet. [Los corchetes] contienen explicaciones editoriales. Los pequeos puntos contienen material que ha sido aadido pero que puede leerse como si fuera parte del texto original. Las ocasionales balas, as como la indentacin de pasajes que no con citas, estn pensados como auxilios para la mejor aprehensin de la estructura de una oracin o pensamiento. - El volumen que es referido al inicio contena tanto el presente trabajo como la Disertacin sobre las pasiones y la Investigacin sobre los principios de la moral, los cuales fueron publicados todo juntos.] Primera versin lanzada: julio del 2004 ltima revisin: enero del 2008

ContenidoSeccin 1: Los distintos tipos de filosofa Seccin 2: El origen de las ideas Seccin 3: La asociacin de ideas 01 09 13

Seccin 4: Dudas escpticas acerca de las operaciones del entendimiento 14 Parte 2..18 Seccin 5: Solucin escptica de estas dudas 23 Parte 2..27 Seccin 6: La probabilidad 33

Seccin 7: La idea de conexin necesaria 35 Parte 2..42 Seccin 8: Libertad y necesidad 47 Parte 2..56 Seccin 9: La razn de los animales 61

Seccin 10: Los milagros 64 Parte 2..68 Seccin 11: Una providencia particular y un estado futuro 78

Seccin 12: La filosofa escptica 87 Parte 2..90 Parte 3..93

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2: El origen de las ideas

Seccin 2: El origen de las ideasTodos admitirn libremente que las percepciones de la mente cuando un hombre siente el dolor de un calor excesivo o el placer de una calidez moderada son considerablemente diferentes de lo que siente cuando ms tarde se acuerda de la sensacin, o cuando antes la anticipa en su imaginacin. La memoria y la imaginacin pueden imitar o copiar las percepciones de los sentidos, pero no pueden crear una percepcin que tenga tanta fuerza y vivacidad como aquella que estn copiando. Incluso cuando operan con el mximo vigor, lo ms que diremos es que representan su objeto tan vivazmente que casi podramos decir que lo podemos sentir o ver. Exceptuando los casos en los que la mente est alterada por la locura o una enfermedad, la memoria y la imaginacin jams pueden crear percepciones de forma tan vivaz tal que dichas percepciones sean indistinguibles de aquellas que estamos viendo o sintiendo. El pensamiento ms vivaz sigue siendo ms apagado que la ms burda sensacin. Una distincin similar corre a lo largo de las otras percepciones de la mente. Un verdadero ataque de enojo es muy diferente del mero pensamiento sobre la misma emocin. Si se me dice que alguien est enamorado, comprendo el significado de esto y me formo una concepcin correcta del estado en el que esa persona se encuentra; pero jams confundira esa concepcin con el torbellino de estar de hecho enamorado! Cuando recordamos nuestras sensaciones y sentimientos pasados, nuestro pensamiento es un espejo fidedigno que copia sus objetos fielmente; pero esto lo hace en colores que son ms dbiles y ms deslavados que aquellos con los que se vestan nuestras percepciones originales. Para poder distinguir entre las unos y las otras no se necesita ni pensamiento muy cuidadoso ni habilidad filosfica. As es que podemos dividir las percepciones de la mente en dos clases, con base en los distintos grados de su fuerza y vivacidad. Las menos fuertes y vivaces son comnmente llamados pensamientos o ideas. Las otras no tienen un nombre especfico en nuestra lengua o en la mayora de las otras, presumiblemente porque no se necesita de un trmino general para ellas salvo cuando se est haciendo filosofa. Permitmonos, pues, la libertad de llamarlas impresiones, utilizando esa palabra en un sentido ligeramente inusual. Con el trmino impresin, pues, me refiero a todas nuestras percepciones ms vivaces cuando omos o vemos o sentimos o amamos u odiamos o deseamos. stas deben ser distinguidas de las ideas, que son las percepciones ms dbiles o menos intensas de las que tenemos conciencia una vez que reflexionamos sobre [= dirigimos la mirada hacia nuestro interior sobre] nuestras impresiones. A primera vista puede parecer que el pensamiento humano es totalmente ilimitado: no slo escapa a todo poder humano y a toda autoridad como cuando un hombre pobre piensa en convertirse en rey de la noche a la maana, o cuando un ciudadano ordinario piensa en que es un rey , sino que adems no est confinado dentro de los lmites de la naturaleza y la realidad. Le es tan fcil a la imaginacin formar monstruos y unir figuras y apariencias incongruentes como le es concebir a los objetos ms familiares y naturales. Y mientras que el cuerpo debe arrastrarse laboriosamente sobre la superficie de un solo planeta, el pensamiento nos puede transportar instantneamente a las regiones ms lejanas del universo e incluso ms all. Lo que nunca ha sido visto u odo puede no

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2: El origen de las ideas

obstante ser concebido; nada est ms all del poder del pensamiento salvo lo que implica una absoluta contradiccin. Pero aunque nuestro pensamiento parece ser tan libre, cuando observamos ms atentamente encontraremos que en realidad est confinado dentro de lmites bastante estrechos, y que toda la potencia creativa de la mente consiste meramente en su habilidad de combinar, trasponer, agrandar o encoger los materiales que le son provistos por los sentidos y la experiencia. Cuando pensamos en una montaa dorada, lo nico que hacemos es combinar dos ideas consistentes oro y montaa con las que ya estamos familiarizados. Podemos concebir un caballo virtuoso porque nuestros propios sentimientos nos capacitan para la virtud, y podemos unirla con la figura de un caballo, que es un animal que conocemos. En suma, todos los materiales del pensar son derivados o bien de nuestros sentidos externos o bien de nuestros sentimientos internos: todo lo que la mente y la voluntad hacen es mezclar y combinar dichos materiales. Puesto en terminologa filosfica: todas nuestras ideas o percepciones endebles son copias de nuestras impresiones, o percepciones ms vivaces. He aqu dos argumentos que espero sean suficientes para demostrar esto. (1) Cuando analizamos nuestros pensamientos o ideas no importa qu tan complejas o elevadas sean- siempre encontramos que estn compuestas por ideas simples que fueron copiadas de sentimientos o sensaciones previas. Incluso las ideas que a primera vista parecen estar alejadas en grado mximo de ese origen resultan haber derivado de l si se les examina ms de cerca. La idea de Dios es decir un Ser infinitamente inteligente, sabio y bueno viene de extender ms all de todo lmite las cualidades de la bondad y la sabidura que encontramos en nuestras propias mentes. No importa qu tan lejos llevemos esta pesquisa, encontraremos que toda idea que examinemos fue copiada de una impresin similar. Aqullos que mantengan que esto no es universalmente verdadero, y que hay excepciones, tienen una sola manera de refutarlo pero debe ser fcil para ellos, si es que estn en lo correcto. Necesitan meramente presentar una idea que ellos crean que no fue derivada de dicho origen. Dado ese caso, depender de m, si es que pretendo mantener mi doctrina, sealar la impresin o percepcin vivaz que corresponda a la idea que ellos presentaron. (2) Si un hombre no puede tener un tipo de sensacin porque ocurre algo malo con sus ojos, odos, etc., jams tendr ideas correspondientes. Un hombre ciego no puede formarse una nocin de los colores, o un hombre sordo de los sonidos. Si alguno se cura de su sordera o su ceguera, tal que las sensaciones puedan entonces llegarle, las ideas podrn tambin llegarle; y entonces se le har fcil concebir aquellos objetos. Lo mismo pasa con alguien que nunca haya tenido experiencia de un objeto que d un cierto tipo de sensacin: un lapn o un negro no tienen nocin del sabor del vino porque nunca han tenido la sensacin dada al saborear el vino. Es similar el caso de los sentimientos internos. Muy pocas veces, si acaso, sucede que una persona nunca haya sentido o sea enteramente incapaz de algn sentimiento o emocin humanos, pero el fenmeno que estoy describiendo s ocurre de igual manera con los sentimientos, si bien en un grado menor. Una persona mansa no puede formarse ninguna idea de venganza empecinada o crueldad; tampoco puede una egosta concebir fcilmente los alcances de la amistad y la generosidad. Todos estn de acuerdo en que los seres no-humanos pueden tener muchos sentidos de los cuales no podemos tener concepcin alguna, puesto que la idea de ellos

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2: El origen de las ideas

jams nos ha sido introducida mediante la nica manera en que una idea puede entrar a la mente, a decir, a travs del sentimiento y la sensacin efectivos. (Hay, sin embargo, un contraejemplo que puede probar que no es absolutamente imposible que una idea ocurra sin su impresin correspondiente. Creo que se conceder que las varias ideas distintas de color que entran a la mente a travs de los ojos (o aquellas de sonido, que entran a travs del odo) son realmente diferentes las unas de las otras, aunque se parecen en ciertos respectos. Si eso aplica correctamente para los diferentes colores, debe aplicar igualmente para los distintos matices o tonalidades de un mismo color, tal que cada matiz produce una idea distinta e independiente de todas las dems. (Podemos crear una gradacin continua de todas estas tonalidades, yendo de un extremo a otro desde el rojo hasta el verde, donde cada miembro de la serie d paso de forma imperceptible al siguiente cambiando su tonalidad. Si los miembros de la serie inmediatamente contiguos no son distintos los unos de los otros, entonces el rojo no es diferente del verde, lo cual es absurdo.) Ahora, supngase que una persona con sentido de la vista se ha familiarizado perfectamente con colores de todo tipo, excepto por una tonalidad particular de azul (por ejemplo), con la cual sucede que jams se ha topado. Si se pone frente a l todas las tonalidades restantes del color azul, descendiendo gradualmente de la ms profunda hasta la ms clara, es obvio que se dar cuenta de que hay un espacio vaco en el lugar de la serie donde la tonalidad faltante debera estar. Esto es, se dar cuenta de que hay una distancia cualitativa mayor entre ese par de tonalidades vecinas que entre cualquier otro par vecino de tonalidades en la serie. Podr llenar el espacio vaco a partir de su propia imaginacin, produciendo en su mente la idea de esa tonalidad particular, aun si sta nunca le ha sido transmitida por sus sentidos? La mayora de las personas, creo, estarn de acuerdo en que s lo puede hacer. Esto parece mostrar que las ideas simples no son siempre, en cada instancia, derivadas de impresiones correspondientes. De cualquier manera, el ejemplo es tan singular [palabra de Hume] que apenas vale la pena considerarlo, y por s solo no constituye razn suficiente para que se altere nuestra mxima general.) As es que se tiene aqu una proposicin que no slo parece ser simple e inteligible por s sola, sino que podra adems, si se le utiliza adecuadamente, hacer que toda disputa se haga igualmente inteligible, aboliendo toda esa jerga sin sentido que por tanto tiempo ha dominado los razonamientos metafsicos. Esos razonamientos estn agobiados por tres problemas. (1) Todas las ideas, sobre todo las abstractas, son naturalmente plidas y obscuras, tal que la mente slo ejerce un dominio dbil sobre ellas. (2) Las ideas son propensas a ser confundidas con otras ideas que se les parecen. (3) Tendemos a asumir que una cierta palabra dada est asociada con una determinada idea solamente porque la hemos usado muy a menudo, incluso si al usarla no hemos tenido un significado distinto y claro para ella. En contraste con esto, (1) Todas nuestras impresiones esto es todas nuestras sensaciones internas o externas son fuertes y vivaces. (2) Las fronteras entre ellas estn puestas de forma ms exacta, y (3) es ms difcil cometer errores cuando se trata de ellas. As es que cuando llegamos a sospechar que un determinado trmino filosfico est siendo usado sin un significado o idea de fondo (como sucede tantas veces), tan slo necesitamos preguntarnos: De qu impresin se deriv esa supuesta idea? Si no se puede sealar ninguna para responder, eso confirmar nuestra sospecha de que el trmino carece de significado, esto es, de que no tiene una idea asociada a l. Trayendo de esta manera a las ideas a la luz y la claridad, podemos esperar

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2: El origen de las ideas

razonablemente resolver las disputas que se originen con respecto a si existen y cmo son. COMIENZO DE UNA EXTENSA NOTA AL PIE Los filsofos que han negado que existan ideas innatas probablemente quisieron decir meramente que todas las ideas son copias de nuestras impresiones; aunque tengo que admitir que los trminos en que se escogi expresar aquello no fueron en tal caso escogidos con el suficiente cuidado, o definidos con la suficiente precisin, como para prevenir los errores en su doctrina. Pues qu quiere decirse por innato? Si innato se toma por equivalente de natural, entonces se debe admitir que todas las percepciones e ideas de la mente son innatas o naturales, sea cual sea el sentido con que se tome esta ltima palabra, ya sea en oposicin a lo que no es comn, a lo que es artificial, o lo que es milagroso. Si innato significa contemporneo con nuestro nacimiento, la disputa parece ser frvola no tiene sentido preguntarse en qu momento comienza el pensar, ya sea antes, durante, o despus de nuestro nacimiento. Otra vez, la palabra idea parece ser tomada en un sentido muy laxo por Locke y por otros, que la usan para referirse a cualquiera de nuestras percepciones, sensaciones y pasiones, al igual que a nuestros pensamientos. Me gustara saber qu podra significar que se sentenciara que el amor propio, el resentimiento frente a los daos o la pasin entre los sexos no son innatos! Pero admitiendo las palabras impresiones e ideas en el sentido anteriormente explicado, y entendiendo por innato lo que es original o no copiado de ninguna percepcin previa, entonces podemos afirmar que todas nuestras impresiones son innatas y ninguna de nuestras ideas lo es. Francamente creo que Locke fue conducido indebidamente a tratar esta cuestin por los escolsticos [=los aristotlicos medievales] que, valindose de trminos que no definan, alargaban sus disputas sin tocar jams el punto central a la cuestin tratada. Una ambigedad y circunlocucin semejantes parecen correr a lo largo de todos los razonamientos de aquel gran filsofo, tanto en este como en la gran mayora de las dems cuestiones. FIN DE LA EXTENSA NOTA AL PIE

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3: La asociacin de ideas

Seccin 3: La asociacin de ideasLos pensamientos o ideas de la mente obviamente estn interconectados de alguna manera sistemtica: existe un cierto orden y regularidad en cmo, en la memoria y la imaginacin, una idea conduce a otra. Esto es tan claramente verdadero en nuestro pensamiento o discurso ms serios que cuando un pensamiento particular irrumpe en la secuencia regular de ideas, inmediatamente es identificado y rechazado como irrelevante. Incluso en nuestras ms locas y errantes fantasas y sueos encontraremos, si reflexionamos en torno a ello, que la imaginacin no corre enteramente segn su capricho, sino que las distintas ideas que la ocupan se siguen unas a otras de una manera hasta cierto punto regular, o siguiendo un cierto orden. Si se escribiera la conversacin ms libre y laxa que pueda darse, uno descubrira algo que la cohesionara en todas sus idas y venidas. Y, si no, la persona que rompi el hilo conductor admitira que fue gradualmente alejado del tema de la conversacin por alguna sucesin de pensamientos ordenados que secretamente haba estado teniendo lugar en su mente. Asimismo encontramos que las ideas complejas que constituyen el significado de ciertas palabras en una lengua usualmente son tambin el significado de palabras en otras lenguas, aun cuando no hay posibilidad alguna de que las lenguas se hayan influido entre s. Esto es evidencia concluyente de que las ideas simples de las cuales se conforman las ideas complejas estn ligadas por un factor o principio universal, de igual influjo sobre la humanidad entera. El hecho de que distintas ideas estn conectadas es demasiado obvio para ser pasado por alto; y sin embargo no he encontrado ningn filsofo que haya intentado clasificar o hacer un listado de todas las fuentes y tipos de asociacin. Esa tarea parece valer la pena. En lo personal, me parece que slo hay tres factores que conectan ideas las unas con las otras, a decir, la semejanza, la contigidad [=proximidad] en el tiempo o el espacio, y la causa o el efecto. No creo que vaya a haber mucha duda de que nuestras ideas estn conectadas por estos factores. Una pintura de manera natural conduce nuestros pensamientos a la cosa que est en ella plasmada; la mencin de un cuarto o habitacin naturalmente introduce comentarios o preguntas sobre los otros cuartos que pertenecen al mismo edificio; y si pensamos en una herida, difcilmente podemos abstenernos de pensar en el dolor que procede de ella. Pero ser difcil demostrar a plena satisfaccin de quien sea del lector o del autor mismo que estas tres son las nicas fuentes de asociacin entre nuestras ideas. Lo nico que podemos hacer es considerar un gran nmero de instancias en las que haya ideas conectadas, encontrar en cada caso qu las conecta, y desarrollar as eventualmente una nocin muy general de este fenmeno.1 Mientras ms casos veamos, y mientras ms atencin se ponga en ello, ms podremos quedar seguros de que nuestra lista final de principios de asociacin est completa.

Por ejemplo, el Contraste o la Contrariedad es tambin una conexin entre Ideas. Pero podra considerrsele como una mezcla entre la Causacin y la Semejanza. Cuando dos objetos son contrarios, el uno destruye al otro; es decir, causa su aniquilacin, y la idea de la aniquilacin de un objeto implica la idea de su existencia anterior.

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4: Dudas acerca del entendimiento

Seccin 4: Dudas escpticas acerca de las operaciones del entendimientoTodos los objetos de la razn o preguntar humanos caben ser divididos naturalmente en dos tipos, a saber: relaciones de ideas y cuestiones de hecho. La primera clase incluye la geometra, el lgebra y la aritmtica, y efectivamente toda demostracin que es intuitivamente o demostrativamente cierta. Que el cuadrado de la hipotenusa equivale a la suma de los cuadrados de los catetos es una proposicin que expresa cmo es la relacin entre aquellas partes del tringulo. Que tres veces cinco equivale a la mitad de treinta expresa una relacin entre esos nmeros. Proposiciones de esta clase se pueden descubrir meramente pensando, sin necesidad alguna de atender a algo que de hecho exista en alguna parte del universo. Las verdades que Euclides demostr seguiran siendo ciertas y auto-evidentes aun si jams hubieran existido un crculo o un tringulo en la naturaleza. En cambio las cuestiones de hecho, que son los objetos de la razn humana del segundo tipo, no se establecen de la misma manera; y no podemos tener bases tan slidas para considerarlas verdaderas. Lo contrario de toda cuestin de hecho sigue siendo posible, porque no implica una contradiccin y puede ser concebido por la mente tan fcil y claramente como si se ajustara perfectamente a la realidad. Que el sol no se levantar el da de maana es tan inteligible como y para nada ms contradictorio que la proposicin que el sol se va a levantar el da de maana. Por lo tanto sera una prdida de tiempo intentar demostrar [=probar de manera absolutamente rigurosa] su falsedad. Si fuera demostrativamente falso, implicara una contradiccin y entonces jams podra ser concebido de forma clara por la mente. As es que puede valer la pena y nuestro tiempo intentar contestar esto: Qu tipo de fundamentos o bases tenemos para estar seguros de las cuestiones de hecho las proposiciones acerca de lo que existe y lo que es el caso que no estn atestiguadas por los sentidos presentes o por los registros de la memoria? Es digno de notarse que ni los filsofos antiguos ni los modernos han atendido mucho a esta importante pregunta; as es que en su investigacin ir marchando a travs de terrenos difciles sin guas ni seales y eso podr ayudar a excusar cualquier error que cometa o duda que exprese. Tales errores y dudas incluso pueden ser tiles: pueden provocar en las personas una curiosidad y avidez por aprender, y pueden destruir esa infundada y poco examinada confianza que tienen ellos en sus opiniones una confianza que es la maldicin y ruina de todo razonamiento e investigacin libre. Si encontramos defectos en posturas filosficas comnmente aceptadas, eso no nos debe desanimar, sino motivarnos a intentar encontrar algo ms completo y satisfactorio de lo que hasta ahora se ha publicado. Todos los razonamientos sobre las cuestiones de hecho parecen estar basados sobre la relacin de causa y efecto, que es la nica relacin que nos puede llevar ms all de la evidencia dada por nuestra memoria y nuestros sentidos. Si se le pregunta a alguien por qu cree en cierta cuestin de hecho que no est en ese momento presente para l por ejemplo que su amigo est en ese momento en Francia te proporcionar una razn; y esta razn ser otro hecho, tal como que acaba de recibir una carta de su amigo, o que su amigo haba planeado ir a Francia. Alguien que encuentre un reloj o alguna otra mquina en una isla desierta concluir que ha habido hombres en la isla. Todos nuestros razonamientos acerca de hechos son de tal suerte. Cuando razonamos de esta manera, 14

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suponemos que el hecho presente est conectado con aqul que inferimos a partir de l. Si no hubiera nada que ligara los dos hechos, la inferencia de uno a otro sera totalmente endeble. Escuchar el sonido de alguien hablando racionalmente en la oscuridad nos asegura que existe la presencia de otra persona. Por qu? Porque tales sonidos son efectos de la constitucin humana, y estn ntimamente ligados o conectados a ella. Todos nuestros dems razonamientos de este tipo, si se les considera detalladamente, resultan estar basados en la relacin de causa y efecto. La cadena causal que va de la evidencia a la conclusin de la cuestin de hecho puede ser corta o larga. O puede ser que la conexin causal entre ellas no sea directa sino colateral como cuando uno ve luz e infiere calor, no porque ninguno de los dos cause al otro, sino porque ambos son los efectos colaterales de una nica causa, a decir: el fuego. As, si queremos entender la base y fuente de nuestra confianza acerca de cuestiones de hecho, debemos descubrir cmo llegamos a saber sobre causas y efectos. Me atrevo a afirmar, como verdadero sin excepcin, que el conocimiento sobre las causas nunca se adquiere a travs del razonamiento a priori, y que siempre viene de haber encontrado en nuestra experiencia que determinados objetos particulares estn constantemente asociados el uno con el otro. [Cuando Hume est discutiendo sobre causa y efecto, su palabra objeto frecuentemente incluye sucesos tanto como cosas.] Presntesele un objeto a un hombre cuya habilidad e inteligencia sea tan grande como se quiera; si el objeto es de tal clase que sea totalmente nuevo para l, ningn estudio de sus cualidades perceptibles le permitir descubrir ninguna de sus causas o efectos. Adn, incluso si sus habilidades de razonamiento fueran perfectas desde el principio, no pudo haber inferido a partir de la transparencia y fluidez del agua que poda ahogarse en ella; o a partir de la luz y el calor del fuego que ste lo poda quemar. Las cualidades de un objeto que se le presentan a los sentidos jams revelan las causas que produjeron el objeto ni los efectos que ste tendr; tampoco puede nuestra razn, sin ayuda de la experiencia, llegar a cualquier conclusin acerca de la existencia real y de las cuestiones de hecho. La proposicin de que las causas y efectos son sujetos de ser descubiertos no por la razn sino por la experiencia ser libremente admitida (1) con respecto a objetos sobre los cuales nos acordemos haber estado alguna vez completamente sin conocimiento de ellos; pues en esos casos nos acordamos de cuando ramos completamente incapaces de decir qu procedera de tales objetos. Presntesele dos piezas lisas de mrmol a un hombre que no tiene conocimientos de fsica no podr saber que los pedazos se mantendrn juntos de tal forma que ser muy difcil y requerir mucha fuerza separarlos tirando de cada uno directamente en sentidos opuestos, mientras que ser fcil separarlos si se les desliza el uno sobre el otro, uno para un lado y el otro para el otro lado. (2) Tambin los eventos que no se adecuan mucho al curso normal de la naturaleza son fcilmente aceptados como cosas que slo puede conocerse mediante la experiencia; y nadie piensa que la explosin de la plvora, o la atraccin de un imn, podran llegar a ser descubiertas por medio de argumentos a priori esto es, simplemente pensando sobre la plvora o los imanes, sin traer a colacin nada que haya sido aprendido en la experiencia. (3) De igual forma, cuando consideramos que un efecto depende de una maquinaria intrincada, o una estructura secreta de partes, no dudamos en atribuir todo nuestro conocimiento de ello a la experiencia. Nadie afirmara poder ofrecer la razn ltima por la cual la leche o el pan son nutritivos y provechosos para el hombre pero no as para un len o un tigre.

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Pero esta misma proposicin que las causas y efectos no pueden ser descubiertas por la razn puede resultar menos obvia cuando se le aplica a eventos del tipo (1) con el que hemos estado familiarizados toda nuestra vida, (2) que son muy semejantes o acordes al curso general de la naturaleza, y (3) que se supone que dependen de las simples cualidades perceptibles de los objetos y no de alguna estructura secreta de partes. Somos susceptibles de imaginar que podemos descubrir estos efectos meramente con la razn, sin experiencia alguna. Creemos que si hubiramos sido trados repentinamente al mundo, podramos haber sabido de inmediato en ese instante que cuando una bola de billar golpea a otra provocar que esta ltima se mueva saberlo con certeza, sin tener que ensayarlo con las bolas de billar. Y es que qu gran influencia ejerce el hbito! Cuando ms fuertemente acta, no slo esconde nuestra natural ignorancia, sino que incluso se tapa l mismo; justo porque el hbito funciona de manera tan potente, no nos damos cuenta en lo absoluto de que est funcionando. Si todava no se est convencido de que absolutamente todas las leyes de la naturaleza y operaciones de los cuerpos se pueden conocer exclusivamente por medio de la experiencia, hay que considerar lo siguiente. Si se nos pide que digamos cules van a ser los efectos de un objeto, sin que consultemos experiencias pasadas del mismo, cmo podra la mente realizar dicha tarea? Debe inventar o imaginar algn evento tal que sea efecto del objeto; y claramente esta invencin tiene que ser enteramente arbitraria. La mente jams puede encontrar el efecto en la causa supuesta, no importa qu tan cuidadosamente la examinemos, porque el efecto es totalmente diferente de la causa y por lo tanto nunca puede ser descubierto en ella. El movimiento en la segunda bola de billar es un evento distinto de aquel del movimiento en la primera bola, y no hay nada en el movimiento de la primera que siquiera d indicios o sugiera el movimiento de la segunda. Una piedra que se levante al aire y que sea luego desprovista de soporte cae inmediatamente; pero si consideramos la situacin a priori encontraremos que no hay nada que genere la idea de un movimiento hacia abajo por parte de la piedra en vez de uno hacia arriba o en cualquier otra direccin. Tal como el imaginar o inventar un efecto particular por primera vez es arbitrario si no se basa en la experiencia, lo mismo sucede con el supuesto vnculo o conexin entre causa y efecto el vnculo que los ata el uno al otro y que hace imposible que esa determinada causa tenga cualquier otro efecto que el que tiene. Supngase, por ejemplo, que veo una bola de billar que se mueve en lnea recta hacia una segunda: incluso si sucediera que el contacto entre ambas me llegara a sugerir la idea de un movimiento de la segunda bola, que no hay cientos de eventos distintos que puedo concebir que se sigan de esa causa? No podra ser que ambas bolas permanecieran inmviles? No podra la primera bola rebotar justo de regreso en la direccin desde la cual lleg, o rebotar en alguna otra direccin? Todas estas suposiciones son consistentes y concebibles. Por qu entonces deberamos preferir slo una de ellas que no es ni ms consistente ni ms concebible que el resto? Nuestros razonamientos a priori nunca revelarn una razn o base que justifique dicha preferencia. Dicho en pocas palabras, todo efecto es un evento distinto de su causa. As es que no puede ser descubierto en la causa, y la primera invencin o concepcin a priori de l tiene que ser totalmente arbitraria. Adems, incluso despus de sugerido, el vnculo que tiene con la causa debe seguir apareciendo como arbitrario, porque muchos otros efectos posibles deben parecer tan consistentes y naturales como l desde el punto de vista de la

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razn. As es que no hay ni la ms mnima esperanza de alcanzar conclusiones sobre las causas y efectos sin la ayuda de la experiencia. A ello se debe que ningn cientfico razonable haya jams presumido conocer la causa ltima de algn proceso natural, o pretendido mostrar claramente y a todo detalle qu es lo que est implicado en la causacin de cualquier efecto en el universo. Se est de acuerdo en que lo ms que puede hacer la razn humana es hacer ms simples los principios que gobiernan los fenmenos naturales, reuniendo para ello muchos efectos particulares bajo unas cuantas causas generales, a partir de razonar mediante analoga, experiencia y observacin. Pero si intentamos descubrir las causas de estas causas generales, estaremos perdiendo nuestro esfuerzo. Estos orgenes y principios ltimos estn completamente vedados a la investigacin humana. Probablemente las causas y principios ms profundos que llegaremos a encontrar en la naturaleza son los cuatro siguientes: la elasticidad, la gravedad, la cohesin de partes tal que hace la diferencia entre una piedra y un montn de polvo, y la comunicacin del movimiento por medio del impacto como cuando una bola de billar le pega a otra. Seremos ya afortunados si luego de un trabajo cuidadoso podemos explicar fenmenos particulares a partir de estos cuatro, o algo cercano a ellos. La filosofa del tipo natural perfecta [=la fsica perfecta] slo aplaza un poco nuestra ignorancia; tal como la ms perfecta filosofa de tipo moral o metafsico [=la ms perfecta filosofa, en el sentido que se le da al trmino en el siglo veintiuno] sirve solamente para ensearnos aun ms cun ignorantes somos. De tal forma que los dos tipos de filosofa eventualmente nos conducen a una visin de la ceguera y debilidad humanas una visin que nos confronta en cada esquina a pesar de nuestros intentos de rehuirle. Aunque la geometra es merecidamente famosa por la exactitud de sus razonamientos, cuando se le trae al auxilio de la fsica no puede conducirnos al conocimiento de las causas ltimas, por tanto curando la ignorancia de la que he estado hablando. Todas las ramas de la matemtica aplicada funcionan sobre la suposicin de que la naturaleza opera de acuerdo a ciertas leyes establecidas; y se utilizan razonamientos abstractos o bien para ayudarle a la experiencia a descubrir dichas leyes o bien para dilucidar de qu manera las leyes aplican en casos particulares en los que la exactitud de la medicin es relevante. He aqu un ejemplo. Se trata de una ley del movimiento, descubierta por medio de la experiencia: la fuerza de cualquier cuerpo en movimiento es proporcional a su masa y a su velocidad; o sea que se puede lograr que una fuerza de magnitud pequea se sobreponga al obstculo ms grande si se consigue disear una mquina que aumente la velocidad de la fuerza hasta que sta supere a su antagonista. La geometra nos ayuda a aplicar esta ley mostrndonos cmo deben ser la forma y el tamao de cada una de las partes de la mquina que se construya para tal propsito; pero la ley en s es algo que conocemos exclusivamente a partir de la experiencia, y no hay razonamiento abstracto o grupo de razonamientos abstractos que nos puedan acercar un paso ms a su conocimiento. Cuando razonamos a priori, considerando algn objeto o causa meramente tal cual se le presenta a la mente e independientemente de cualquier observacin de su comportamiento, ste jams nos podra incitar a pensar ningn objeto distinto, como por ejemplo su efecto. Aun menos nos podra mostrar la inquebrantable conexin entre ellos. Una persona necesitara ser sumamente perspicaz para descubrir por medio de un

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razonamiento, sin haber jams experimentado los efectos del calor y el fro, que el primero produce cristales mientras que el segundo produce hielo!

Parte 2 Pero no hemos encontrado todava una respuesta aceptable a la pregunta que inicialmente formul. Cada solucin da pie a nuevas preguntas que son tan difciles de responder como lo era la primera, y que nos conducen a nuevas investigaciones. A la pregunta: Cul es la naturaleza de todos nuestros razonamientos sobre cuestiones de hecho?, la respuesta apropiada parece ser que estn basados en la relacin de causa y efecto. Cuando subsecuentemente se pregunta: Cul es el fundamento de todos nuestros razonamientos sobre causa y efecto?, podemos contestar con dos palabras: la experiencia. Pero si persistimos con las preguntas, y as preguntamos: En qu se basan las inferencias provenientes de la experiencia?, eso da pie a una cuestin que puede ser incluso ms difcil. Los filsofos con todo y sus aires de poseedores de una sabidura superior son puestos a prueba por aquellas personas que persisten haciendo preguntas, expulsndolos de cada esquina a la que retroceden, y finalmente conducindolos a algn dilema peligroso [=una eleccin entre dos alternativas que parecen ser igualmente incorrectas]. La mejor manera para evitar esa situacin tan vergonzosa es no presumiendo saber demasiado desde un principio, as como encontrando la dificultad del asunto nosotros mismos antes de que sta sea esgrimida contra nosotros como una objecin. De esta manera podemos en cierto sentido sacar mrito y provecho incluso de nuestra ignorancia! En esta seccin me conformar con algo fcil, ofreciendo solamente una respuesta negativa a la pregunta que plante acerca de sobre qu es que estn basadas las inferencias de la experiencia. sta es: incluso despus de haber tenido experiencia sobre las operaciones de causa y efecto, las conclusiones que de esa experiencia extraemos no estn basadas en el razonamiento ni en ningn proceso del entendimiento. Intentar explicar y defender esta respuesta. Se debe admitir que la naturaleza ha mantenido todos sus secretos lejos de nosotros, y que nos ha permitido conocer slo unas pocas cualidades superficiales de los objetos, escondiendo los poderes y energas sobre los cuales la influencia de los objetos de hecho depende. Nuestros sentidos nos informan acerca del color, el peso y la consistencia del pan; pero ni los sentidos ni la razn pueden jams informar acerca de las cualidades que le permiten al pan nutrir al cuerpo humano. La vista y el tacto nos dan una idea del movimiento de los cuerpos; pero nada podemos saber acerca de la asombrosa fuerza que mantiene a un cuerpo perpetuamente en movimiento si jams choca ste con otros cuerpos. A pesar de esta ignorancia de las fuerzas y poderes2 naturales, siempre asumimos que las mismas cualidades sensibles [=cualidades que pueden ser vistas o sentidas o escuchadas, etc.] tendrn los mismos poderes secretos, y esperamos que tengan tambin los mismos efectos que en nuestra experiencia pasada los hemos visto tener. Si se nos da una cosa con el color y la consistencia del pan que hemos comido en el pasado, no dudamos si repetir o no el experimento de comerlo, esperando confiadamente que nos nutrir y sostendr. Eso es lo que hacemos cada maana en la mesa al desayunar:2

La palabra poder est aqu usada en un sentido laxo y popular. Si se usara de forma ms precisa el argumento cobrara ms fuerza. Ver Seccin 7.

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experimentamos a cada bocado con una cosa que parece pan, comindonosla! Me gustara saber cul es la base que sostiene este proceso de pensamiento. Todos estn de acuerdo que las cualidades sensibles de una cosa no estn conectadas con sus poderes secretos de alguna manera sobre la que podamos tener conocimiento, de tal forma que la mente no es conducida a una conclusin sobre su conjuncin regular y constante a travs de algo que conozca sobre su naturaleza. Lo nico que la experiencia pasada nos puede decir, directamente y con seguridad, es aquello que tiene que ver con el comportamiento de los objetos particulares que se observ, y en el tiempo particular en que se les observ. Mi experiencia directa y certeramente me informa que ese fuego en ese momento consumi al carbn; pero nada dice sobre el comportamiento del mismo fuego unos cuantos minutos despus, ni de aqul de otros fuegos en cualquier momento. Por qu se debera extender esta experiencia a momentos futuros y a objetos distintos, que por cuanto sabemos pueden meramente parecer semejantes? eso es lo que quiero saber. El pan que anteriormente com me nutri; esto es: un cuerpo con tales y cuales cualidades sensibles tuvo en aquel cierto tiempo tales y cuales poderes secretos. Pero se sigue de ello que otros panes me nutrirn necesariamente en otros tiempos, y que las mismas cualidades perceptibles deban siempre ir acompaadas por los mismos poderes secretos? No parece seguirse de forma necesaria. En todo caso, debe admitirse que en un caso como este la mente extrae una conclusin; da un cierto paso, pasa por un proceso de pensamiento o inferencia, y ste debe ser explicado. Estas dos proposiciones estn muy lejos de ser las mismas: He encontrado que tal y tal objeto siempre ha tenido tal y tal efecto. Preveo que otros objetos que parecen ser similares tendrn efectos similares. La segunda proposicin siempre es inferida de la primera; e incluso si se quiere conceder que es correctamente inferida. Pero si se insiste que la inferencia se hace por medio de una cadena de razonamiento, retar a quien as lo hace a que seale cul es dicho razonamiento. La conexin entre esas proposiciones no es intuitiva [i.e. la segunda no se sigue de la primera de manera auto-evidente e inmediata]. Si la inferencia se llevara a cabo a travs de la sola razn, tendra que ser con ayuda de un paso intermedio. Pero cuando intento pensar cul podra ser ese paso intermedio, me veo derrotado. Aquellos que sostienen que realmente existe y que es el origen de todas nuestras conclusiones sobre cuestiones de hecho nos deben una explicacin de qu es lo que es. Mas no han dado ninguna explicacin de ello, lo cual tomo por evidencia de que ninguna puede ser dada. Si muchos filsofos capaces y agudos intentan descubrir una proposicin que los conecte o un paso intermedio a travs del cual el entendimiento pueda efectuar esta inferencia de efectos pasados a futuros y fallan, entonces mi perspectiva negativa acerca de esto eventualmente se tomar por absolutamente convincente. Sin embargo, puesto que la cuestin es todava nueva, el lector puede no confiar suficientemente en sus propias capacidades y habilidades como para concluir que slo porque no puede encontrar un cierto argumento eso quiera decir que ste no existe. En tal caso, necesito enfrentarme a una tarea ms difcil que cualquiera de las que hasta ahora he llevado a decir, recorrer todas las ramas del conocimiento humano, una por una, para mostrar que ninguna de ellas puede darnos el argumento buscado. Todos los razonamientos pueden ser separados en dos tipos: (1) razonamientos demostrativos, o aquellos que conciernen a la relacin entre ideas, y (2) razonamientos de tipo factual, o razonamientos probables; en otras palabras: que conciernen a las

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cuestiones de hecho y a la existencia. Parece evidente que en (2) no est involucrado ningn argumento demostrativo; ya que no hay una contradiccin patente en la suposicin de que el curso de la naturaleza va a cambiar tal que un objeto que se parece a otros sobre los cuales hemos tenido experiencia vaya a tener efectos diferentes o contrarios a los de aquellos otros objetos del pasado. Que no podra clara y distintamente concebir que la nieve que cae de las nubes pueda saber salada o sentirse caliente? Hay algo ininteligible en suponer que todos los rboles van a acrecentar su follaje en diciembre y a perder sus hojas en junio? Ahora, si algo es inteligible y puede ser concebido claramente, entonces no implica ninguna contradiccin y luego jams puede ser probado falso por medio de ningn argumento demostrativo o razonamiento abstracto a priori. As es que si hay argumentos que justifiquen el que confiemos en nuestra experiencia pasada y el que la constituyamos como estndar de nuestros juicios futuros, esos argumentos slo pueden ser probables; es decir que tienen que ser del tipo (2) que concierne a cuestiones de hecho y existencia real, para ponerlo en trminos de la clasificacin que ofrec. Pero el razonamiento probable, si lo describ con precisin, no nos puede dar el argumento que buscamos. De acuerdo a mi caracterizacin, todos los argumentos que tienen que ver con la existencia estn basados en la relacin de causa y efecto; nuestro conocimiento sobre esa relacin se deriva enteramente de la experiencia; y en la extraccin de conclusiones a partir de la experiencia se est ya suponiendo que el futuro ser como el pasado. De tal forma que si intentamos probar esta suposicin por medio de argumentos probables, i.e. argumentos sobre la existencia, es obvio que se est procediendo circularmente, tomando como cierta aquella misma cosa que se busca probar. En realidad, todos los argumentos provenientes de la experiencia se basan en las similitudes que encontramos entre objetos naturales que nos conducen a pensar que los efectos de los objetos sern tambin similares. Aunque slo un tonto o un loco retara la autoridad de la experiencia o la rechazara como gua de la vida humana, de cualquier modo quiz a un filsofo se le pueda permitir que cuestione qu de la naturaleza humana le confiere esa poderosa autoridad a la experiencia y hace que saquemos provecho de las similitudes que la naturaleza ha establecido entre distintos objetos. Nuestras inferencias de la experiencia se reducen todas a esto: De causas que parecen similares esperamos efectos similares. Si esto se basara en la razn, podramos extraer la conclusin de igual manera luego de una sola instancia o caso, que luego de un curso prolongado de experiencias. Pero no es as como de hecho son las cosas. Nada hay ms similar que los huevos; y con todo nadie espera que todos sepan igual! Cuando llegamos a sentirnos seguros de saber qu va a resultar de un evento particular, es tan slo porque hemos tenido experiencia de muchos eventos de esa clase, todos con los mismos efectos. Ahora, dnde est aquel proceso de razonamiento que infiere de una sola instancia una conclusin que no haba sido inferida de un centenar de instancias previas del mismo tipo que la presente? Lo pregunto tanto por mor de la informacin como por suscitar dificultades en la cuestin. Yo al menos no puedo encontrar no puedo imaginar ningn razonamiento de esos. Pero estoy dispuesto a aprender, si alguien me puede ensear. Puede decirse que de un nmero de experiencias uniformes inferimos una conexin entre las cualidades sensibles y los poderes secretos; pero esto parece suscitar la misma dificultad con palabras diferentes. Se sigue teniendo que preguntar en qu proceso o

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argumento se basa dicha inferencia. Dnde est el paso intermedio, las ideas interpuestas, que unan proposiciones que son tan diferentes la una de la otra? Se est de acuerdo en que el color, la consistencia y otras cualidades sensibles del pan no parecen estar inherentemente conectadas con el los poderes secretos del ser nutritivo y poder sostener la vida. Si lo fueran, podramos inferir dichos poderes secretos de un primer encuentro con esas cualidades, sin ayuda de una experiencia previa prolongada; y eso contradice tanto lo que todos los filsofos creen, como los meros hechos. Comencemos por pensarnos en nuestro estado natural de ignorancia, en el que nada sabemos de los poderes e influencia de ninguna cosa. Cmo es que la experiencia cura esta ignorancia? Todo lo que hace es mostrar que ciertos objetos similares tuvieron efectos similares; nos ensea que esos objetos particulares tuvieron tales y cuales poderes y fuerzas en esos momentos particulares. Cuando se nos presenta un objeto nuevo con cualidades perceptibles similares esperamos poderes y fuerzas semejantes y buscamos un efecto similar. Esperamos, por ejemplo, que algo con el color y la consistencia del pan nos nutrir. Pero eso sin duda es un movimiento de la mente que necesita ser explicado. Cuando un hombre dice: He encontrado en todos los casos (o instancias) pasados tales y cuales cualidades sensibles en conjuncin con tales y cuales poderes secretos, y luego procede a decir: Cualidades sensibles similares siempre estarn conjuntadas con poderes secretos similares, no es culpable de incurrir en una tautologa; estas proposiciones no son para nada las mismas. Se podra decir: La segunda proposicin se deriva de la primera; pero se tiene que admitir que la inferencia no es intuitiva [=no se ve a primera vista que es vlida] y no es tampoco demostrativa [=no puede ser seguida a travs de una serie de pasos tal que cada uno de esos pasos puede verse que es vlido a primera vista]. Qu tipo de inferencia es entonces? Calificarla de experimental es presuponer el punto que est en cuestin; pues todas las inferencias de la experiencia se basan sobre la presuposicin de que el futuro ser semejante al pasado, y de que poderes similares estarn combinados con cualidades sensibles similares. Tan pronto como se plantea la sospecha de que el curso de la naturaleza puede cambiar, tal que el pasado deja de ser gua para el futuro, toda experiencia se vuelve intil y no puede soportar ninguna inferencia o conclusin. As es que ningn argumento proveniente de la experiencia puede sostener esta semejanza entre el pasado y el futuro, porque todos los argumentos de este tipo se basan sobre la presuposicin de dicha semejanza. No importa con qu tanta regularidad el curso de las cosas se haya dado en el pasado, ese hecho por s solo no prueba que el futuro vaya a ser tambin regular. De nada sirve que se presuma haber aprendido la naturaleza de los cuerpos a partir de la experiencia pasada. Su naturaleza secreta, y consecuentemente todos sus efectos y su influencia, puede cambiar sin cambio alguno en sus cualidades sensibles. Esto sucede a veces con respecto a algunos objetos: por qu no podra pasar con respecto a todos los objetos y todo el tiempo? Qu lgica, qu proceso argumentativo te pone a salvo de ello? Podra decirse que no me comporto como si tuviera dudas acerca de esto; pero eso reflejara un malentendido acerca de por qu estoy planteando las preguntas que planteo. Cuando estoy considerando cmo voy a actuar, quedo suficientemente confiado de que el futuro ser como el pasado; pero en tanto filsofo con una disposicin de mente inquisitiva no voy a decir escptica quiero saber en qu se basa esa confianza. Nada de

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lo que he ledo, ni investigacin alguna que haya hecho, ha podido hasta ahora disipar la dificultad de la que hablo. Qu cosa mejor puedo hacer que presentar la dificultad al pblico, incluso si no albergo gran esperanza de que se me vaya a dar una solucin? As al menos estaremos concientes de nuestra ignorancia, aun si no incrementamos nuestro conocimiento. Sera inexcusablemente arrogante pretender decir que porque yo no he encontrado cierto argumento, tal argumento realmente no existe. Incluso si hombres sabios a lo largo de muchos siglos han buscado algo sin ser capaces de encontrarlo, quiz aun entonces sera precipitado concluir confiadamente que el asunto debe sobrepasar el entendimiento humano. Aunque examinemos todas las fuentes de nuestro conocimiento y concluyamos que no son adecuadas para dilucidar un tema determinado, podramos sospechar todava que la lista de las fuentes puede no ser exhaustiva, o que nuestro escrutinio de las mismas puede no ser correcto. Con respecto a nuestro tema presente, sin embargo, tenemos razones para pensar que mi conclusin es ciertamente correcta y que no soy arrogante en creerlo. Es seguro que los campesinos ms ignorantes y estpidos, incluso los infantes, en efecto, incluso las bestias salvajes, mejoran por medio de la experiencia y aprenden acerca de las cualidades de los objetos naturales gracias a que observan sus efectos. Cuando un nio ha sentido dolor por tocar la flama de una vela, tendr cuidado de no acercar su mano a ninguna vela, y esperar un efecto similar de cualquier causa que sea similar en su apariencia. Si se sostiene que el entendimiento del nio ha llegado a esta conclusin a travs de un proceso argumentativo, es entonces justo de mi parte que exija que se presente ese argumento, y quien lo haya sostenido no tiene excusa alguna para no hacerlo. No puede decir que el argumento lo ha eludido por ser muy complejo y difcil, ya que acaba de decir que a un mero nio le resulta fcil! As es que si duda por un momento, o si despus de una reflexin produce un argumento intrincado y profundo, acabara en efecto habiendo abandonado su postura en esta disputa: habra hecho tanto como admitir que no es a travs del razonamiento que nos vemos conducidos a suponer que el futuro se parecer al pasado y a esperar efectos similares de causas aparentemente similares. sa es la proposicin que buscaba sentar en la presente seccin. Si estoy en lo correcto, no pretendo que sea un gran descubrimiento. Si me equivoco con respecto a ello, entonces s hay un argumento de pasado a futuro que me era familiar mucho antes de que fuera sacado de mi cuna, y que sin embargo ahora no puedo descubrir. Qu investigador tan retrgrada debo ser!

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Seccin 5: Solucin escptica de estas dudasLa pasin por la filosofa, como aquella por la religin, implica un cierto peligro. Aunque apunta a corregir nuestro comportamiento y aniquilar nuestros vicios, puede acabar si no se le maneja adecuadamente exhortndonos meramente a continuar en direcciones que estamos naturalmente dispuestos a seguir. Podemos proponernos alcanzar la sabidura y la firmeza filosficas, y llegar a sentirnos satisfechos con los placeres de la mente en tanto distintos de aquellos del cuerpo, y sin embargo conducirnos mediante la misma razn lejos de toda virtud y gozo social, terminando as con una filosofa (como aquellas de Epicteto y otros estoicos) que no es sino un sistema refinado del egosmo. Mientras meditamos en torno a la banalidad de la vida humana, y centramos nuestros pensamientos en la naturaleza vaca y transitoria de las riquezas y los honores, quiz lo que en realidad hacemos es encontrar excusas para nuestra ociosidad, tratando de obtener el apoyo de la razn a nuestra perezosa reticencia de ocuparnos en el mundo. Sin embrago, un tipo de filosofa parece no correr mucho riesgo de caer en esta desventaja, ya que no une fuerzas con ninguna pasin desordenada de la mente humana, y no se puede mezclar con ninguna de nuestras inclinaciones o tendencias naturales; y sa es la filosofa escptica. Los escpticos hablan siempre de la duda y de suspender el juicio, del peligro de decidir precipitadamente, de mantener las investigaciones intelectuales dentro de lmites estrechos, y de renunciar a toda elaboracin terica que no permanezca en contacto con la vida cotidiana y la prctica. As es que su filosofa es tan contraria como se puede a la ociosidad de la mente, su arrebatada arrogancia, sus grandilocuentes pretensiones, y su supersticiosa credulidad. Esta filosofa tiene un efecto de propagacin de la humildad en todas las pasiones salvo en el amor por la verdad; y eso nunca puede ser exagerado. Puesto que esta filosofa es casi siempre inofensiva e inocente, es sorprendente que tantas veces se le haya criticado y se le haya estigmatizado como libertina, profana e irreligiosa. Quiz la misma caracterstica que la hace tan inocente tambin le granjea el odio y el resentimiento. No fomenta ningn sentimiento ni hbito malo, de forma que no tiene muchos partidarios; pero s se opone a muchos vicios y necedades, razn por la cual tiene tantos enemigos! Cuando intenta limitar nuestras inquisiciones sobre la vida cotidiana, esta filosofa no corre el riesgo de ir demasiado lejos y minar los razonamientos que usamos en la vida cotidiana, insistiendo de ms con sus dudas hasta el punto de destruir toda creencia y accin. La naturaleza siempre mantendr sus derechos, y prevalecer sobre cualquier razonamiento abstracto. Esto es: continuaremos pensando y actuando de las maneras en que nuestra naturaleza humana nos lo dicta las maneras que nos son naturales sin riesgo alguno de ser desviados de estas consideraciones filosficas. Por ejemplo, en la seccin precedente mostr que cuando sea que razonemos a partir de la experiencia, estaremos dando un paso que no est soportado por ningn argumento o consideracin intelectual; pero esos razonamientos experienciales son la base de casi todo el conocimiento que tenemos, y no hay forma de que se les deseche a causa del descubrimiento de que no pueden ser justificados por argumentos. Si no somos conducidos argumentativamente a hacer inferencias de la experiencia pasada, debemos ser llevados por algo que sea igualmente poderoso alguna otra fuerza que tendr poder

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sobre nuestras vidas al menos en tanto la naturaleza humana permanezca como hasta ahora es y ha sido. Valdra la pena explorar qu es lo que esa otra fuerza es. Supngase que una persona muy inteligente y pensativa arribara de pronto a este mundo; inmediatamente observara que un evento le sigue a otro, pero eso sera todo lo que podra descubrir. No podra mediante ningn razonamiento alcanzar la idea de causa y efecto, porque (primeramente) los poderes particulares por los cuales todas las operaciones naturales son llevadas a cabo jams son percibidos por los sentidos, y (en segundo lugar) no hay ninguna razn para concluir que un evento causa otro tan slo porque lo precede. El hecho de que ocurran juntos puede ser arbitrario y casual, sin conexin causal alguna entre ellos. En pocas palabras, mientras dicha persona no tuviera ms experiencia, no podra razonar sobre ninguna cuestin de hecho, ni estar seguro de cosa alguna que no le fuera inmediatamente presente a su memoria o a sus sentidos. Ahora supngase que nuestra persona acumula ms experiencia, y que vive lo suficiente en el mundo para observar objetos o eventos similares ocurrir de forma conjunta constantemente; qu conclusin saca ahora de esta experiencia? Inmediatamente infiere la existencia de un objeto a partir de la presencia del otro! Pero, toda su experiencia no le ha dado ninguna idea o conocimiento del poder secreto mediante el cual un objeto produce al otro; ni tampoco pudo haberlo trado a la extraccin de esta inferencia ningn proceso del razonamiento. Pero se da cuenta que no puede evitar hacerla: y no ser disuadido de ella incluso si se convence de que no hay soporte intelectual para la inferencia. Hay algo ms que est operando, obligndolo a llevarla a cabo. Es la costumbre o el hbito. Cuando estamos predispuestos a actuar o pensar de una cierta manera, no porque se le pueda justificar con el razonamiento o mediante un proceso del entendimiento sino porque nos hemos comportado o pensado de la misma manera muchas veces en el pasado, decimos que esta predisposicin es el efecto de la costumbre. Al usar esa palabra no pretendemos estar dando la razn bsica de la predisposicin. Todo lo que estamos haciendo es sealar una caracterstica fundamental de la naturaleza humana que nadie negar que est ah, y que es bien conocida por sus efectos. Quiz eso es lo ms lejos que podemos llegar. Quiz, eso es, no podemos descubrir la causa de esta causa, y debemos contentarnos con ella como lo ms profundo que podemos ir en la explicacin de las conclusiones que sacamos de la experiencia. La habilidad de ir as de lejos nos debera satisfacer; si nuestras facultades no nos pueden llevar ms lejos, no deberamos quejarnos por ello. Al menos tenemos aqu una proposicin muy inteligible y quiz adems cierta: Despus de la conjuncin constante de dos objetos calor y flama, por ejemplo, o peso y solidez el puro hbito nos hace esperar uno cuando experimentamos el otro. En efecto, esta hiptesis parece ser la nica que podra explicar por qu sacamos de mil instancias una inferencia que no podemos sacar de una sola instancia que es exactamente igual que cada una de esas mil. La razn no es as. Las conclusiones que saca tras considerar un crculo son las mismas a las que llegara luego de examinar todos los crculos del universo. Pero no hay hombre que habiendo visto solamente un cuerpo moverse luego de ser empujado por otro, pudiera inferir que todo cuerpo se mover luego de una colisin similar. Todas las inferencias derivadas de la experiencia, por tanto, son efectos de la costumbre, y no del razonamiento.

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COMIENZO DE UNA VASTA NOTA AL PIE Los escritores muchas veces distinguen entre la razn y la experiencia, tomando como enteramente diferentes los razonamientos de cada tipo. Los argumentos de la razn se piensa que resultan puramente de nuestras facultades intelectuales, las cuales establecen principios de la ciencia y la filosofa considerando a priori la naturaleza de las cosas, examinando los efectos que deben seguir de su operacin. Los argumentos de la experiencia se supone que derivan enteramente de los sentidos y la observacin, a travs de los cuales aprendemos qu es lo que efectivamente ha resultado a partir de la operacin de objetos particulares y podemos inferir de esto cules van a ser sus resultados en el futuro. Por ejemplo, las limitaciones y ataduras del gobierno civil y una constitucin legal pueden ser defendidas haciendo uso de la razn, la cual reflexionando en torno a la gran fragilidad y corrupcin de la naturaleza humana ensea que ningn hombre puede ser confiado de forma segura con una autoridad ilimitada; o haciendo uso de la experiencia y la historia, que informan de los enormes abusos que en toda poca han resultado del exceso de tal autoridad. La misma distincin entre razn y experiencia se mantiene en todas nuestras discusiones sobre la conducta de la vida. Mientras que se confa y sigue al hombre de estado, general, mdico o mercader experimentado; el novato sin prctica, no importa qu tan talentoso pueda ser, es despreciado y hecho de lado. La gente dice que la razn puede permitirle a uno hacer estimaciones plausibles de qu ser probable que se siga de un xtipo de conducta en una y-tipo de situacin, pero toman a la razn como insuficiente si no est ayudada por la experiencia. Slo la experiencia (sostienen) puede darle estabilidad y certeza a los resultados alcanzados por la razn a partir del estudio y la reflexin. No obstante, aunque esta distincin es universalmente aceptada, tanto en la vida prctica como en la investigacin intelectual, yo no dudo en decir que est bsicamente equivocada, o al menos que es superficial. Si examinamos (1) argumentos como aquellos que he mencionado, que supuestamente no involucran nada salvo el razonamiento y la reflexin, resulta que dependen de algn principio general que se basa nicamente en la observacin y la experiencia. La nica diferencia entre ellos y (2) las mximas que comnmente se cree que vienen de la pura experiencia es que (1) no pueden ser establecidos sin cierto proceso del pensamiento alguna reflexin sobre lo que hemos observado, de tal suerte que se diluciden sus detalles y se trace sus consecuencias mientras que en (2) el evento experimentado es exactamente como el que predecimos en la nueva ocasin. Se puede llegar al miedo de que si liberramos a nuestros monarcas de las ataduras de la leyes stos se convertiran en tiranos a partir de (2) nuestro conocimiento de la historia de Tiberio o Nern; o a partir de (1) nuestra experiencia del fraude o la crueldad en la vida privada, la cual tras poco pensar podemos tomar como evidencia de la corrupcin general de la naturaleza humana y del peligro de depositar demasiada confianza en la humanidad. En cada caso, el fundamento ltimo para el miedo al que llegamos es la experiencia. Cualquier hombre, no importa qu tan joven e inexperimentado, habr sido llevado por su experiencia a muchas verdades generales acerca de los asuntos humanos y la conducta de la vida; pero ser propenso al error al ponerlas en prctica, hasta que el tiempo y posterior experiencia hayan ampliado el alcance de estas verdades y le hayan enseado cmo aplicarlas. Talentoso como pueda ser, aun as es probable que pase por alto algunos aspectos aparentemente menores de una situacin pero que en realidad sean

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cruciales para las conclusiones que debera extraer y para cmo debera actuar. Cuando llamamos a alguien un razonador o pensador inexperimentado, lo nico que queremos decir es que no ha tenido mucha experiencia. FIN DE LA VASTA NOTA AL PIE La costumbre, pues, es la gran gua de la vida humana. Exclusivamente ella es quien hace que nuestra experiencia nos sea til, y nos hace esperar que secuencias o eventos futuros sean como aquellos que se han presentado en el pasado. Sin la influencia de la costumbre, seramos absolutamente ignorantes de cualquier cuestin de hecho que est ms all de lo inmediatamente presente a los sentidos y la memoria. Nunca sabramos qu medios debiramos adoptar para alcanzar nuestros fines; no podramos emplear nuestros poderes naturales para producir ningn efecto deseado. Sera el fin de toda accin y casi toda actividad terica. Debo sealar, empero, que aunque nuestras inferencias provenientes de la experiencia nos llevan ms all de nuestra memoria y nuestros sentidos, y nos dan seguridad sobre cuestiones de hecho que sucedieron en lugares distantes y tiempos remotos, cualquier inferencia de ese tipo debe comenzar con un hecho que s est presente en los sentidos o en la memoria. Un hombre que encontrara en un pas desierto los vestigios de edificios magnficos concluira de eso que el pas tuvo mucho tiempo atrs habitantes civilizados; pero sin la experiencia inicial no hubiera podido inferir eso nunca. Aprendemos sobre los eventos de pocas pasadas por la historia; pero para hacer eso debemos leer los libros que dan la informacin, y llevar a cabo inferencias de un reporte a otro, hasta que finalmente llegamos a los testigos presenciales y los espectadores de aquellos eventos distantes. En corto: si no empezramos con algn hecho que est presente a los sentidos o la memoria, nuestros razonamientos seran meramente hipotticos; y no importa qu tan fuertes los enlaces particulares pudieran ser, la cadena completa de inferencias no tendra nada que la sustentara, y no podra ser usada para arribar al conocimiento de ninguna existencia real. Si pregunto por qu alguien cree cualquier cuestin de hecho particular de la que me hable, esa persona me tendr que dar alguna razn; y esta razn ser algn otro hecho conectado con aqul en el que cree. Pero no se puede proceder de esta manera por siempre: eventualmente tendr que llegar a un hecho que tenga presente o bien en la memoria o bien en los sentidos y si no, tendr que admitir que la creencia a la que se suscribe no tiene fundamento en lo absoluto. Qu concluiremos de todo esto? Algo que est bastante alejado de las teoras usuales de la filosofa, y que sin embargo es muy simple: Todas las creencias sobre cuestiones de hecho o existencia real se derivan meramente de algo que est presente en la memoria o en los sentidos, y de una asociacin habitual de eso presente con alguna otra cosa. O en otras palabras: Habiendo encontrado en muchos casos que dos clases de objetos la flama y el calor, la nieve y el fro siempre han ido juntas, y sucediendo que se nos presente con una nueva instancia de flama o nieve, el hbito de la mente la lleva a esperar calor o fro y a creer que el calor o el fro existen en ese momento y que se les experimentar si uno se acerca ms. Esta creencia es el resultado inevitable de situar la mente en tales circunstancias. Que nuestra mente reaccione de esa manera en esas circunstancias es tan ineludible como que sintamos amor cuando se nos otorgan beneficios, u odio cuando se nos lastima deliberadamente. Esas operaciones del alma son

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un tipo de instinto natural, el cual no puede ser ni producido ni tampoco prevenido por ningn razonamiento o proceso del pensamiento. Llegados a este punto podramos permitirnos razonablemente detener nuestras investigaciones filosficas. En la mayor parte de las cuestiones, no podemos dar un solo paso ms; y en todas las cuestiones se debe eventualmente parar, luego de las pesquisas ms incansables y profundas. Pero aun as nuestra curiosidad ser perdonable, quiz recomendable, si nos conduce a subsiguientes investigaciones, y nos hace examinar con ms cuidado y precisin la naturaleza de esta creencia, y de la conjuncin habitual de la cual se deriva. Eso nos puede traer a algunas explicaciones y analogas que darn satisfaccin al menos a aquellos que aman las ciencias abstractas y disfrutan de las especulaciones que, por ms precisas que sean, pueden todava retener un grado de duda e incertidumbre. Para los lectores cuyo gusto es distinto del descrito: la Parte 2 de esta seccin no va dirigida a ellos, y puede ser pasada por alto sin perjuicio a la comprensin del resto.

Parte 2 Nada es ms libre que la imaginacin del hombre; y aunque est confinada al acervo original de ideas provistas por los sentidos internos y externos, tiene un poder ilimitado para mezclar, combinar, separar y dividir esas ideas en todas las variedades de ficcin y visin [=de cualquier manera que pueda ser descrita o representada]. Puede inventar una secuencia de eventos con toda la apariencia de realidad, asignarles un tiempo y espacio particular, concebirlos como si realmente estuvieran sucediendo, y representrselos a s misma con tanto detalle como lo podra hacer con cualquier evento histrico que con la mayor certeza creyera que realmente hubiera sucedido. Cul es entonces la diferencia entre una ficcin as y la creencia? No es esta: Hay una idea especial que est unida a toda proposicin sobre la que asentimos y en cambio a ninguna de las que consideramos como ficticias. La razn por la cual esa explicacin es falsa es porque la mente tiene autoridad sobre todas sus ideas, de tal forma que si esta idea especial existiera, la mente podra unirla voluntariamente a cualquier ficcin y consecuentemente de acuerdo a esta explicacin sera capaz de creer cualquier cosa que quisiera creer; mientras que nos damos cuenta por la experiencia cotidiana que no es cierto que pueda. Podemos juntar la cabeza de un hombre al cuerpo de un caballo mediante la unin de pensamientos; pero no podemos optar por creer que un animal de ese tipo haya realmente existido en algn momento. Se sigue que la diferencia entre la ficcin y la creencia reside en algn sentimiento que va de la mano de la creencia y no de la ficcin un sentimiento que no depende de la voluntad y no puede ser mandado de acuerdo al gusto. Debe ser causado por la naturaleza, como todos los otros sentimientos; y debe surgir de la situacin particular en la que se encuentre la mente en ese momento particular. Cuando un objeto se le presenta a la memoria o a los sentidos, inmediatamente lleva a la imaginacin por la fuerza del hbito a concebir el objeto que usualmente va unido a l; y esta concepcin viene con un sentimiento que es diferente de cualquier cosa que acompaa a las fantasas sueltas de la imaginacin. Eso es todo lo que hay con respecto a la creencia. Porque puesto que no hay ninguna cuestin de hecho que creamos tan firmemente que no podamos concebir

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lo contrario, no habra una diferencia entre la concepcin frente a la cual asentimos y aquella que rechazamos como falsa si no hubiera algn sentimiento que las distinguiera. Si veo una bola de billar desplazarse hacia otra en una mesa lisa, puedo fcilmente concebir que se detenga al contacto. Esta concepcin no implica una contradiccin; y sin embargo se siente muy diferente de aquella otra concepcin por la cual me represento la colisin seguida de la transmisin de movimiento de una bola a la otra. Si tratramos de definir este sentimiento, lo encontraramos difcil si no es que imposible de hacer; semejante a la dificultad de definirle la sensacin de fro o la pasin de la ira a alguien que jams ha experimentado esos sentimientos. Creencia es el nombre apropiado y verdadero de este sentimiento; y todo el mundo conoce el significado de este trmino porque todos tienen creencias todo el tiempo y por tanto estn concientes del sentimiento que representa. De cualquier modo, vale la pena que intentemos describir el sentimiento, con la esperanza de explicarlo mejor con la ayuda de ciertas analogas. Con ese fin, ofrezco lo siguiente: La creencia no es nada sino una concepcin de un objeto ms vvida, intensa, fuerte, firme y estable que cualquiera de las que la imaginacin por s sola pudiera lograr. Esta variedad de trminos cinco de ellos! puede parecer no filosfica, pero est pretendida meramente para expresar el acto por el cual la mente despliega las cosas reales o aquello que tomamos por cosas reales como ms presentes para nosotros que aquello que tomamos por ficcin, haciendo que pesen ms en el pensamiento y dotndolos de una mayor influencia sobre las pasiones y la imaginacin. Suponiendo que estemos de acuerdo sobre la cosa, es intil discutir acerca de los trminos. La imaginacin tiene autoridad sobre todas sus ideas, y puede unirlas, mezclarla y variarlas de todas las maneras posibles. Puede concebir objetos ficticios con todas las circunstancias de tiempo y espacio. Puede desplegar esas ficciones en cierto sentido frente a nuestros ojos, en su verdadera apariencia, tal como hubieran podido existir. Pero esta facultad imaginativa jams puede por s sola producir una creencia; y eso hace evidente el hecho de que las creencias no consisten en ninguna naturaleza u orden especial de ideas, porque la imaginacin no tiene lmite alguno con respecto a eso, sino ms bien en el modo de su concepcin y en su sentir para la mente. Admito que es imposible explicar perfectamente este sentimiento o modo de concepcin. Podemos utilizar palabras que expresen algo cercano a ello como he estado haciendo; pero su nombre apropiado y verdadero, como mencionamos anteriormente, es creencia un trmino que todo el mundo entiende suficientemente en la vida ordinaria. Y en la filosofa no podemos ir ms all de afirmar que la creencia es algo sentido por la mente que distingue las ideas del juicio de las ficciones de la imaginacin. Las dota de ms peso e influencia, hace aparecer de mayor importancia, fortalece en la mente, y constituye en los principios rectores de nuestras acciones. Por ejemplo, en este momento escucho la voz de una persona que conozco, el sonido aparentemente proveniente del cuarto contiguo. Esta impresin de mis sentidos auditivos inmediatamente conduce mi pensamiento a la persona en cuestin y a todos los objetos que lo rodean. Me los represento como existiendo en este preciso momento, con las mismas cualidades y relaciones que anteriormente he sabido que poseen. Estas

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ideas se apoderan de mi mente de una manera mucho ms fuerte y firme de lo que lo haran ideas de algo que s que es ficticio, como por ejemplo un castillo encantado. Son muy diferentes en su sentir, y tienen una influencia de todo tipo mucho ms fuerte en lo relativo al producir placer o dolor, alegra o tristeza. Consideremos, entonces, esta doctrina en todo su alcance y aceptemos que el sentimiento de la creencia no es nada sino una concepcin que es ms intensa y firme que las concepciones que son meras ficciones de la imaginacin, y este modo de concepcin surge de la conjuncin constante del objeto con algo que est presente en la memoria o en los sentidos. No ser difcil, pienso, encontrar otras operaciones de la mente anlogas a la de la creencia (segn esta explicacin suya), y reunir esos fenmenos bajo principios aun ms generales. [Ver la nota sobre principio en la pgina 2.] Ya mencion que la naturaleza estableci conexiones entre ciertas ideas particulares, y que en cuanto alguna se presenta a nuestros pensamientos inmediatamente introduce a su correlativa i. e. la idea que la naturaleza ha conectado con ella y conduce nuestra atencin hasta ella por un movimiento suave e imperceptible. Estos principios naturales de conexin o asociacin se reducen a tres bsicos, a decir: semejanza, contigidad [=proximidad] y causacin. Estos tres son los nicos lazos que unen nuestros pensamientos y que generan aquella secuencia de pensamiento o discurso regular que acontece en todos los seres humanos en mayor o menor grado. Surge ahora una pregunta sobre la cual depender la solucin de la presente dificultad. Suceder con cada una de estas relaciones que, cuando un objeto se le presenta a los sentidos o a la memoria, la mente no slo sea conducida a la concepcin de su correlativo, sino que adems llegue a tener una creencia sobre l, es decir una concepcin suya ms estable y fuerte de lo que de otra manera hubiera podido alcanzar? Esto parece ser lo que sucede cuando las creencias surgen de una relacin de causa y efecto. Si tambin sucede con las otras dos relaciones o principios de asociacin, entonces se le establecer como una ley general vlida para todas las operaciones de la mente. Como primer experimento relevante, veamos que cuando observamos la pintura de un amigo ausente, nuestra idea de l evidentemente se aviva por la semejanza de la pintura con l, y que cualquier sentimiento que nuestra idea de l nos produce, ya sea de alegra o tristeza, adquiere nueva fuerza y vigor. Este efecto se produce mediante la operacin conjunta de una relacin de semejanza y una impresin presente. Si la pintura no se le parece, o si al menos no se pretendi como imagen suya, no lleva nuestro pensamiento a l en lo absoluto. Y cuando tanto la pintura como la persona estn ausentes, aunque la mente puede pasar del pensamiento sobre uno a aquel sobre el otro, siente que su idea de la persona se debilita por esa transicin, en lugar de fortalecerse. Nos produce placer ver la pintura de un amigo cuando sta se nos presenta delante de nosotros; pero cuando no se nos presenta preferiramos considerarlo de forma directa que considerarlo a travs de una cosa que guarda semejanza con l pero que est distante y oscura. Las ceremonias de la religin Catlica Romana pueden pensarse como instancias de este fenmeno. Cuando a los devotos de esa supersticin se les reprocha las ceremonias tan ridculas que su religin les pide, generalmente se defienden replicando que sienten el buen efecto que las posturas y movimientos y acciones que llevan a cabo tienen, avivando su devocin e intensificando su fervor, los cuales decaeran si estuvieran dirigidos meramente a objetos distantes e inmateriales como lo es Dios. Nos

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representamos los objetos de nuestra fe, dicen, en pinturas e imgenes perceptibles; y la inmediata presencia de esas imgenes hace a los objetos ms presentes para nosotros de lo que podran ser a travs de la mera contemplacin intelectual. Los objetos perceptibles tienen siempre una influencia mayor sobre la imaginacin de lo que cualquier otra cosa pudiera tener, y prontamente transmiten esa influencia a las ideas con las que se relacionan y a las que se parecen. Todo lo que inferir de estas prcticas y estos razonamientos es que el efecto de la semejanza en avivar ideas es muy comn; y puesto que en todo caso tanto una semejanza como tambin una impresin presente deben estar operando, contamos con suficientes ejemplos empricos que soportan el principio anterior. Podemos aadir fuerza a esos ejemplos usando otros de una clase distinta, implicando los efectos de la contigidad as como los de la semejanza. Es seguro que la distancia disminuye la fuerza de toda idea, y que mientras ms nos acerquemos a un objeto incluso si nuestros sentidos no nos lo muestran su influencia sobre la mente llega cada vez ms a ser como la influencia de una impresin sensorial inmediata. Pensar sobre un objeto de inmediato transporta a la mente a las cosas que le son contiguas; pero es slo la presencia efectiva de un objeto la que transporta a la mente con mayor vivacidad. Cuando me encuentro a unas cuantas millas de mi casa, cualquier cosa que tenga que ver con ella me toca ms de cerca que cuando estoy a doscientas ligas de ella, aunque incluso a esa distancia el reflexionar sobre cualquier cosa que sea aledaa a mis amigos o familiares naturalmente produce una idea de ellos. Pero en casos como ste, ambos objetos de la mente aquello desde lo cual es conducida y aquello a lo cual es conducida son ideas y no el tipo ms vvido de percepciones que llamamos impresiones. Aunque existe una fcil transicin entre ellas, esa transicin por s sola no puede darle a ninguna de las dos una vivacidad mayor de la que las ideas tienen; y la razn de eso es que en estos casos no hay ninguna impresin presente que est operando.3 Nadie puede dudar que la causacin tiene la misma influencia que las otras dos relaciones, semejanza y contigidad, tienen. A las personas supersticiosas les gustan las reliquias de los santos por la misma razn por la cual les gusta tener pinturas o imgenes a decir, para avivar su devocin y para darles una concepcin ms ntima y fuerte de aquellas vidas ejemplares que desean imitar. Ahora, es evidente que una de las mejores reliquias que un hombre devoto puede procurarse sera algo hecho por un santo; y si las vestimentas y los muebles del mismo son considerados bajo esta luz, es porque alguna vez estuvieron a su disposicin y fueron movidos y afectados por l. Eso nos permite considerarlos como efectos imperfectos del santo; imperfectos porque l no caus su existencia, sino que meramente fue causa de que pasaran por varias vicisitudes mientras estuvieron bajo su posesin. Estn conectados a l a travs de una cadena de3

Cicern escribi: Ser slo una caracterstica de nuestra naturaleza o se deber a alguna clase de error el que nos mueva ms la vista de lugares en los que hemos odo que hombres notables pasaron su vida que el or acerca de sus acciones o el leer sus obras? En efecto, estoy conmovido ahora mismo; ya que me acuerdo de Platn, quien (nos han dicho) fue el primero en sostener discusiones en este lugar. Y estos pequeos jardines no slo conjuran su memoria; parecen poner al hombre mismo frente a m. [Luego vienen algunos otros comentarios acerca de la asociacin del lugar con otras personas, a quienes nombra el interlocutor.] Tal es el poder de sugestin que tienen los lugares. No es arbitrario que el entrenamiento de la memoria se base sobre esto. Cicern, De Finibus, libro 5, seccin 2.

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consecuencias ms corta que cualquier otra cosa testimonios humanos, lpidas, registros escritos, etc. por medio de la cual aprendamos la realidad de su existencia. Supngase que nos encontramos al hijo de un amigo que lleva mucho tiempo muerto o ausente; es evidente que este objeto (el hijo) revivira instantneamente su idea correlativa (a decir, la idea de nuestro amigo) y evocara en nuestro pensamiento todas las pasadas familiaridades y ratos ntimos con el amigo, en colores mucho ms vvidos de lo que de otro modo nos hubieran aparecido. ste es otro fenmeno que parece demostrar el principio anteriormente mencionado. Ntese que en cada uno de estos fenmenos la persona cree que el objeto correlativo de hecho existe o existi. Sin eso, la relacin no tendra efecto. La influencia de la pintura requiere que creamos que nuestro amigo haya alguna vez existido. El estar cerca del hogar jams puede suscitar nuestras ideas del hogar si no creemos que ese hogar realmente existe. Ahora, afirmo que esta creencia, donde llega ms all de la memoria o los sentidos, es de un tipo semejante y surge de causas semejantes que la transicin de pensamiento y vivacidad de concepcin que he estado explicando. Cuando arrojo un trozo de madera seca al fuego, mi mente de inmediato es conducida a un pensamiento de ste como combustible que aviva el fuego, no como algo que lo extingue. Esta transicin de pensamiento de la causa al efecto no viene dado por la razn. Su origen exclusivo son el hbito y la experiencia. Y puesto que comienza a partir de un objeto que est presente para los sentidos cuando veo el trozo de madera adentrarse en el fuego, hace la idea o concepcin de la flama ms fuerte y vvida de lo que sera en cualquier ensoacin suelta de la imaginacin. Esa idea de la flama creciente adviene inmediatamente. El pensamiento se mueve instantneamente hacia ella, y le transmite toda la fuerza de concepcin que viene de la impresin presente para los sentidos. Puede suceder por accidente que cuando se me presenta una copa de vino mis siguientes ideas sean las de herida y dolor; pero no sern tan fuertes como hubieran sido si se me hubiera presentado una espada apuntando a mi pecho! Y qu hay en todo este asunto que cause tan fuerte concepcin ms all de un objeto presente y una transicin habitual a la idea de otro objeto, que hemos estado acostumbrados a conjuntar con el original? Esto es todo lo que hace nuestra mente en todas nuestras inferencias respectivas a cuestiones de hecho y existencia; y es satisfactorio haber encontrado algunas analogas mediante las cuales puede explicarse. En todos los casos, la transicin de un objeto presente le da fuerza y solidez a la idea relacionada hasta la cual se ha hecho la transicin. Aqu, entonces, hay un tipo de armona preestablecida [Frase de Hume, copiada de Leibniz] entre el curso de la naturaleza y la secuencia de nuestras ideas; y aunque los poderes y fuerzas por los cuales se rige la naturaleza nos son enteramente desconocidos, encontramos que nuestros pensamientos y concepciones han ocurrido en un orden paralelo al orden de los eventos imperante en las otras operaciones de la naturaleza. Esta correspondencia ha sido alcanzada por el hbito, que tan necesario es para la supervivencia de nuestra especie y para la regulacin de nuestra conducta en toda circunstancia y ocurrencia de la vida humana. Si no se hubiera dado el caso de que la presencia de un objeto instantneamente suscitara la idea de objetos que comnmente estn unidos con l, todo nuestro conocimiento hubiera estado restringido a la estrecha esfera de nuestra memoria y nuestros sentidos; y jams hubiramos sido capaces de adecuar nuestros medios para nuestros fines, o de emplear nuestros poderes naturales para obtener buenos resultados y evitar los malos. Aquellos que se deleitan con el

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descubrimiento y contemplacin de causas ltimas [=que haya propsito en la naturaleza] tienen aqu mucho que admirar y de lo cual maravillarse. Aqu hay un punto que todava confirma ms la teora que he ofrecido. Esta operacin de la mente en la que inferimos efectos similares de causas similares, y viceversa, es tan esencial para nuestra supervivencia que probablemente no poda haber sido confiado a las falaces deducciones de nuestra razn. Pues la razn es lenta en sus operaciones; muy poco de ella aparece en la infancia temprana; y en el mejor de los casos incluso en los adultos es extremadamente susceptible de equivocarse y caer en el error. Ms acorde a la sabidura ordinaria de la naturaleza que tan necesario acto de la mente quedara asegurado por algn instinto o tendencia automtica, la cual puede ser infalible en sus operaciones, presente desde el momento en que la vida y el pensamiento primero aparecen, e independiente de todas las laboriosas deducciones del entendimiento. Tal como la naturaleza nos ha enseado el uso de nuestras extremidades sin darnos conocimiento de los msculos y los nervios por los cuales se mueven, as tambin ha implantado en nosotros un instinto que conduce nuestro pensamiento a lo largo de un curso correspondiente al curso que ha establecido entre los objetos externos aunque somos ignorantes con respecto a aquellos poderes y fuerzas sobre los cuales depende totalmente este curso regular y esta sucesin de objetos.

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Seccin 6: ProbabilidadIncluso si no existiera en el mundo cosa alguna como el azar, nuestra ignorancia sobre la causa real de cualquier evento tiene el mismo efecto sobre el entendimiento, y genera la misma clase de creencia y opiniones que genera el conocimiento acerca del azar.4 Ciertamente puede darse el caso de que el resultado de una determinada situacin sea probable porque las posibilidades de que suceda sean mayores a las posibilidades de que no lo haga; y la probabilidad es mayor y la creencia o asentimiento correspondiente ms fuerte en proporcin a qu tanto esas posibilidades superen a aquellas de que el resultado no suceda. Si un dado estuviera marcado con dos puntos en cuatro de sus lados y con tres puntos en los dos lados restantes, entonces sera ms probable que cuando el dado fuera lanzado terminara cayendo de tal forma que mostrara un dos en su cara superior y no un tres. Si tuviera mil lados, con 999 de ellos marcados con dos puntos y el ltimo marcado con tres puntos, la probabilidad de que saliera dos sera aun mucho ms alta, y nuestra creencia de expectacin de ese resultado sera ms firme y segura. Este proceso de pensamiento o razonamiento puede parecer obvio y trivial, pero ofrece mucho sobre lo cual pensar para aquellos que lo miran con suficiente atencin y cuidado. Parece claro que cuando la mente mira hacia el futuro para precisar qu resultado se originar del lanzamiento de un dado de este tipo, considera igual de probable que salga cada uno de los lados del dado. Y sta es justamente la naturaleza del azar: que todas las alternativas que comprende sean totalmente iguales. Pero la mente, dndose cuenta que un nmero mayor de alternativas (de lados resultantes) involucra un suceso (que salga el dos) y no el otro (que salga el tres), se ve arrastrada con ms frecuencia al primero de los dos, y tiene presente ste ms a menudo al examinar las distintas posibilidades y eventualidades sobre las cuales depende el resultado final. Esta situacin en la que varias anticipaciones de un suceso concurren engendra inmediatamente por un mecanismo inexplicable de la naturaleza el sentimiento de creencia, y hace que aquel suceso resultante aventaje a su antagonista, apoyado por un nmero menor de alternativas y que por tanto surge con menos frecuencia en la mente. Aunque lo he llamado inexplicable, puede hasta cierta medida darse cuenta de este mecanismo u operacin si se acepta que la creencia no es sino una representacin o concepcin de un cierto objeto ms fuerte y firme que aquella que acompaa las meras ficciones de la imaginacin. La combinacin de los muchos atisbos del mismo suceso a lo largo de la consideracin de muchas alternativas (o lados resultantes) imprime ms intensamente en la imaginacin la idea de este suceso, le presta mayor fuerza y vigor, hace ms eficaz su influjo sobre las pasiones y las afecciones de la mente, y, en una palabra, engendra la confianza o seguridad que constituye la naturaleza de la creencia y la opinin. Con la probabilidad de causas la situacin es la misma que con la probabilidad del azar. Algunas causas son totalmente uniformes y constantes en su produccin de un particular tipo de efecto, sin que se haya encontrado jams instancia alguna en que hayan fallado o sido irregulares en su operacin. El fuego siempre ha quemado, y el agua siempre ha ahogado a toda criatura humana. La produccin de movimiento porLocke divide todos los argumentos en demostrativos y probables. Bajo esta perspectiva, debemos decir que slo es probable que todos los hombres deban morir o que el sol se levantar el da de maana, puesto que ninguna de estas dos cosas puede ser demostrada. Pero para adecuar nuestro lenguaje al us