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Padre Bronislao Markiewicz Huellas espirituales Buenos Aires 2003

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Padre Bronislao Markiewicz

Huellas

espirituales

Buenos Aires 2003

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Traducción Elena Clara Pruzzo

Zdzisław Urbanik Corrección Elena Clara Pruzzo Tipiado Mariana de Rivas Gustavo Raffa Diseño de la tapa Mariana de Rivas Iª Edición 2004 Imprimi potest: Padre Casimiro Tomaszewski Superior general de la Congregación de San Miguel Arcángel

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Indice Palabras liminares …..………………………………..……...…………………..……. 4 Prólogo ……………………………………………..…………………………………. 5 Los apuntes de 1866 a 1885 ………………………….……………………………….. 7 Año 1866 ……………………………………………………………………………. 9 Año 1867……………………………………………………………………………... 18 Año 1869 ……………………………………………………………………………. 25 Año 1870 ………………………………………………………………………….…. 44 Año 1871 ………………………………………………………………………….…. 46 Año 1872 ……………………………………………………………………………. 49 Año 1873 …………………………………………………………………………..… 55 Año 1874 …………………………………………………………………………..… 62 Año 1875 ………………………………………………………………………….…. 67 Año 1876 ………………………………………………………………………….…..72 Año 1877 ………………………………………………………………………..…… 79 Año 1878 ………………………………………………………………………..…… 85 Año 1879 ………………………………………………………………………….….. 91 Año 1880 ………………………………………………………………………….….. 97 Año 1881 …………………………………………………………………………... 104 Año 1883 …………………………………………………………………………..…108 Año 1884 ……………………………………………………………………………. 112 Año 1885 ……………………………………………………………………………. 115 Los apuntes de 1887 a 1891 ………………………………………………………… 117 Año 1887 …………………………………………………………………………… 119 Año 1888 …………………………………………….……………………………… 120 Año 1891 …………………………………………………………………………… 122

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Palabras liminares

Huellas espirituales muestra el fascinante camino espiritual de su autor, venerable siervo de Dios, padre Bronislao Markiewicz. Primeramente como un camino ad maiorem de un seminarista y luego el del sacerdote, pastor de almas, catequista, educador, profesor y futuro fundador de una comunidad religiosa, quien en la oración, sobre todo ante el Santísimo Sacramento, se entregó en el cotidiano y repetido amplius a Dios y al prójimo para recibir la fuerza que le reclamaban su vocación y el servicio apostólico, sobre todo de los niños y jóvenes. Este siervo, siguiendo a San Miguel Arcángel, quiso que todo fuera para la mayor gloria de Dios, y gracias al inspirador lema de templanza y trabajo pudo realizar diferentes obras de misericordia y prácticas piadosas, sobre todo de la piedad a la Santísima Virgen María por medio del rezo del santo rosario, entre otras; fue también la voz que clama para trabajar, diariamente y con determinación, por el crecimiento en la santidad. Por ello Huellas espirituales, que es la principal fuente para conocer su vida interior prenuncia el comienzo de nuestra familia religiosa y es patrimonio del carisma miguelino. Su edición, en versión española, es fruto del trabajo de los traductores, padre Zdzisław Urbanik y señora Elena Clara Pruzzo, a quienes expreso mi sincero reconocimiento. Tengo la firme esperanza de que será fuente de motivación para los aspirantes de nuestra congregación como también de fortaleza en la formación para esa batalla espiritual de todos los hermanos. También estoy convencido de que la mística de templanza y trabajo sobre la que ponen tanto énfasis estos apuntes servirá para que muchos laicos, tanto en América latina como en otras latitudes, puedan encontrar la vía de su vocación y se entusiasmen para vivir esa espiritualidad diferente para el bien del reino de Dios. Deseo a todos los seguidores de Markiewicz que, ahondando en Huellas espirituales, puedan emular esa férrea disciplina para el trabajo sobre sí mismo de este singular sacerdote que ante la presencia de Dios reconocía su fragilidad, pero que, a la vez, confiaba incondicionalmente en su gracia reconfortante y en su amor, rico en misericordia. Marki. 15 de septiembre de 2003. En el 136° aniversario de la ordenación sacerdotal del siervo de Dios, padre Bronislao Markiewicz, en el Año del Rosario y en el decimosegundo año de mi servicio como superior general de la Congregación de San Miguel Arcángel.

Padre Casimiro Tomaszewski

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Prólogo

Los apuntes espirituales del padre Bronislao Markiewicz se hallan en hojas sueltas y en su diario y son reflexiones que anotó, durante veinticinco años (1866-1885), en los retiros que hizo en Polonia con jesuitas y redentoristas. Contienen también notas de tres retiros en Italia, cuando entró en la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco (1887-1891) y otros pensamientos agregados en diferentes circunstancias de su vida. Hay palabras y frases subrayadas, tachadas o en suspenso, escritas al margen con lápiz o tinta de distintos colores; expresiones en tercera persona y otras veces en segunda. Todo esto nos dice cuán profundo e intenso fue el trabajo interior del padre Bronislao, que leía y meditaba esos manuscritos en todo momento pero aún más durante las jornadas mensuales de espiritualidad. Cada año termina, en general, con el dibujo de una cruz junto a la cual anota sus propósitos, que eran cinco. Este detalle no es novedoso porque también lo encontramos en otros escritores ascéticos, pero es importante aquí el contenido y anotaciones de cada año. Casi la mitad de los apuntes en los que hace referencia a los pensamientos de santos, padres de la Iglesia, escritores místicos y filósofos, están en latín. Desde el comienzo hasta la última página encontramos signos de su lucha interior, reproches por una entrega no siempre total, preocupación por los pobres y por un camino más amplio en la pastoral, esfuerzos para ser fiel al llamado y a la gracia de Dios y la búsqueda de un lugar propio en la Iglesia. Denotan tanto su dedicación a Dios y al apostolado, medio de la unión con El, como también sus dificultades con la gente. En medio de sus reflexiones, el lector puede advertir la incansable alusión a esa humildad que Markiewicz buscó infatigablemente, convencido de que era la principal vía para vencer el egoísmo. También, cuánta importancia daba a la administración de los sacramentos y a la oración individual. En esa incansable búsqueda de la perfección, porque sentía que había sido creado ad maiorem, la expresión amplius indica cómo, poco a poco, Markiewicz preparaba su vida para guiarse según el grito de San Miguel Arcángel Quién como Dios, que más tarde pasaría a ser parte del lema de la congregación miguelina. Es, en Polonia, el primero que pone su acento en la mística del trabajo porque éste, aunque sea el más insignificante, es la vía para cumplir con la voluntad divina y colaborar con ella en la obra salvífica del mundo. De ahí la segunda parte del lema miguelino, Templanza y Trabajo. Creo que la experiencia de Bronislao es un eco de la que viven muchos de los que buscan a Dios: pérdida de la fe, la gracia de recobrarla, la dura lucha de todos los días para ser fiel a Dios y al prójimo. Esta versión responde a las ediciones polacas Zapiski dotyczące życia wewnętrznego de los años 1953 y 2000. El mismo hecho de ser traducida por dos personas la enriquece el texto,

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que permanece fiel a las ideas que dejó el padre Bronislao. Los lectores podrán apreciar con qué minuciosidad se ha atendido a la traducción y corrección, por las que debo agradecer la desinteresada y exhaustiva colaboración de la señora Elena Clara Pruzzo. La intención ha sido, pues, que los estudiosos y seguidores de la espiritualidad del padre Bronislao Markiewicz tengan acceso al texto en su totalidad porque es la mejor fuente para conocer los movimientos de su alma. Por eso figuran hasta las frases escritas al margen de los originales y se ha añadido un comentario antes de cada año para tratar de echar luz sobre un texto que, sometido a la prisa del autor, pueda aparecer oscuro. En los años posteriores, la espiritualidad de Bronislao está reflejada en los Ejercicios

espirituales, sobre los que pesa la innegable influencia de san Ignacio de Loyola, en su diario y en otras obras que próximamente serán publicadas.

Padre Zdzisław Urbanik

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Parte I

Años 1866 - 1885

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1866

Estas notas corresponden a los últimos tiempos de la formación del seminarista Bronislao Markiewicz y revelan cómo se preparaba para este momento tan crucial que fue su ordenación sacerdotal; se basan en el texto bíblico de Mateo 11, 29 que hace hincapié en la humildad y la mansedumbre para vencer la soberbia. El joven Bronislao había ingresado al seminario cuando tenía 21 años, luego del bachillerato cursado en un colegio austríaco del Estado, donde los idiomas oficiales eran el alemán y el latín, y es en ese tiempo que sufre una profunda crisis de fe, que las ideas agnósticas, en plena arremetida, le hacen tambalear. Después de una larga lucha y una profunda confesión, las dudas dieron paso a la antigua y acendrada fe. Se recibió tardíamente, porque después de la escuela primaria no pudo continuar sus estudios por falta de recursos. Era reconocido por los sacerdotes de Premislo como una persona espiritual, de inteligencia muy despierta, emprendedor, tenaz y responsable, así que su vocación sacerdotal no fue una sorpresa para nadie. Dio ese paso sin saber bien cuánto sacrificio le exigiría esta elección, tal como él mismo lo expresó más tarde a uno de sus muy cercanos colaboradores. “Si hubiera conocido todo esto, no

sé si me habría atrevido a entrar”1. Pero estaba convencido de que al seminario no se va para obtener un cargo bien remunerado, dignidades o para hacer carrera, sino para prepararse para un servicio arduo que no redunda en beneficio propio. La Virgen María fue siempre su refugio. La vida en el seminario le brindó oportunidades para acompañar a los sacerdotes que daban misas en Premislo y en sus suburbios. Allí pudo observar cómo estaban descuidadas las distintas feligresías y trabajó para paliar esa situación. En esta etapa de su formación pasaba orando horas enteras en la capilla del seminario y dedicaba su tiempo libre a la lectura centrada en la Sagrada Escritura, los Padres de la Iglesia, la vida de los santos y obras ascéticas2. El fruto de este esfuerzo aparece en las notas inspiradas en los pensamientos de santa Teresa de Jesús, san Agustín e invocaciones a algunos santos, cuyas celebraciones, según el calendario litúrgico romano, ocurrían en las fechas cercanas al retiro. 1 Michułka, Valentín, Ksiądz Bronisław Markiewicz, Veritas, 1959, Londres, pág. 31. 2 Sarna, Ladislao, Discurso en el entierro, “Templanza y Trabajo”, 1912, Nº 2, pág. 14.

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1866

30 de agosto Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Jesús crucificado, Tú eres mi guía, que pueda contemplarte eternamente. Santa María. Virgen y Madre. Madre y Virgen. Yo nada soy. ¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad! (Qo 1, 2), fuera del amar a Dios y servir a El solo3. Al Rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén (1 Tm 1, 17). Es preciso orar siempre sin desfallecer (Lc 18, 1).

Deseo no para mí, sino para ti Jesús, todo para ti. ¡Oh, cruz de Cristo, mi delicia! Pasión de Cristo, confórtame. Creo y confío en ti. 31 de agosto Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Jesús yo nada soy. Tengo sed de vivir y respirar solamente para ti. Creo y confío que, aunque soy menos que nada, contigo y en ti puedo hacerlo todo más perfectamente. Jesús mío, misericordia. Nada para mí, todo para ti. Yo nada soy. Calla la boca, porque eres nada y menos que nada. No seré indulgente ni comprensivo conmigo mismo ni con mi concupiscencia. Cristo es todo para mí. Que el ego salga de mí, porque Cristo quiere morar allí. Padre, por las llagas y los ruegos de tu Hijo, ten piedad de nosotros. ¡Oh, san Ramón Nonato! 1° de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Yo nada soy. Yo nada, nada. Tú, todo. Confío en ti. En tus méritos, en tus oraciones, tengo todo. Padre eterno, por los méritos de tu Hijo que te glorían, por tu complacencia en ellos mírame: una verdadera miseria; que me conozca, que te conozca4; permíteme, temeroso y estremecido, permanecer siempre ante ti, contigo y en ti. Dices que eres nada, entonces, ¿por qué, hipócrita, te alarmas ante el qué dirán?, ¿por qué vacilas?, ¿por qué te entristeces cuando te menosprecian? Tú mismo dices que eres nada y que ni siquiera eres digno de un ambiente como ése; por otra parte, repara en los beneficios con que has sido alcanzado. En Dios, el Señor de todas las cosas, vives y te mueves; y El, con un corazón atravesado por espinas, abrazado por el fuego ardiente y 3 Tomás de Kempis, La imitación de Cristo, Libro I, Cap. 1; 3. 4 San Agustín, Soliloquios, Libro II, Cap. 1; 1.

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coronado con la cruz, anhela tu amor. El se une contigo más que un esposo con su esposa, que el padre con su hijo, que hermano con hermano, que amigo con amigo; porque se hace contigo todo uno; y tú, un vil desagradecido, prestas poca atención a estos favores interminables y de tan alto precio; tú, polvo y barro, entiendes sólo lo que es de la Tierra, te apegas solamente a ella y no quieres conocer estas indecibles e infinitas gracias, que nunca cesarán y nunca cambiarán. ¡Oh, sean la gloria y la alabanza al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos! Amén. Gracias a ti, Padre y Señor altísimo, que por mí a tu Hijo unigénito enviaste a la Tierra, para que sufriera tan terribles suplicios y para que mediara por mí. Por el poder de estos méritos y plegarias de Cristo, te suplico, Señor, déjame que me conozca y que te conozca, para que me despoje de mí mismo y habite en ti, y Tú en mí. Toma, Señor, mi voluntad, mi mente, mi memoria; más bien te las devuelvo, y Tú gobiérname y guíame. Tu voluntad sea mi voluntad. Jesús en la cruz, mi maestro, mi guía, mi fuerza, mi estrella entre las tormentas de mi vida. Jesús en la cruz, mi meta, ley y fuerza, todo. Tu voluntad, mi voluntad. Tú eres todo, por lo tanto, a ti las gracias y las alabanzas por los siglos. ¡Oh, san José de Calasanz!, nada soy, menos que nada. 2 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Jesús en la cruz, Tú eres mi meta, Tú eres mi ley. Virgen santísima, después de Cristo, tú eres el más eficaz y el más seguro refugio para mí. Yo nada soy; nada, nada; merezco solamente desprecio y castigo. Soy el más inútil. Lo que está en mí y es bueno, es de Dios. Dios es todo. Jesús mío, misericordia. María, Virgen y Madre, Madre y Virgen. San Joaquín, yo nada soy. Escucha lo que Dios te dice desde la cruz: ¡Tengo sed! 3 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Escapulario. ¡Oh, Jesús! ¡Oh, san Miguel Arcángel!, por los moribundos. Yo nada soy. Santa María, refugio mío después de Cristo. Jesús mío, misericordia. Jesús en la cruz. Yo nada soy. ¡Oh, Virgen de los Dolores! Santa Bronislawa, san Esteban, yo nada soy. 4 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29).

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Que nada piense, diga ni emprenda antes de preguntarte a ti, Jesús crucificado; antes de invocar a la todopoderosa ayuda de tu Madre santísima; antes de pedir la ayuda a los santos de Dios y a los espíritus angelicales. Así, ayúdame Dios, Padre celestial, por el poder de la preciosísima sangre de tu Hijo, que está sentado a tu derecha, y por su incesante mediación; por el poder de las virtudes y los méritos de tu santísima hija, la Virgen María; por el poder del amor y gloria que recibes de los espíritus gloriosos en el cielo; por el poder de tus obras y sufrimientos, Jesús, en tu paso por la Tierra. Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, ten piedad de nosotros. Jesús mío, misericordia. Virgen y Madre, Madre y Virgen soberana. Espíritus gloriosos, ¡intercedan! La gloria y la alabanza al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, por los siglos. Amén. Antes de orar procuraré la mejor disposición de espíritu; antes de comer, la sobriedad; antes de encontrarme con mi prójimo, para ver y adorar en él a Cristo; antes de hablar, para decir ni más ni menos que lo que resulte necesario y lo que exijan la necesidad y la gloria de Dios; antes de trabajar, para hacer todo según su voluntad y para complacerlo a Dios; antes del descanso y del recreo para continuar en su presencia. Jesús mío, misericordia. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, cruz de Cristo, mi delicia! Santa Rosalía, yo nada soy. 5 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Yo no soy nada, menos que nada. Jesús crucificado, permanece sin cesar en mis pensamientos, corazón, ojos, oídos y boca, porque Tú eres todo para mí: principio y fin, Dios, padre, madre, hermano, amigo y bienhechor. Yo nada soy. Jesús murió en la cruz, por mis pecados. ¡Oh, cruz de Cristo, mi delicia! Permaneceré eternamente en las heridas de Cristo. ¡Oh, dulce Jesús, que more, sin cesar, en tus santas heridas! ¡Oh, abismo de bondad y amor de mi Jesús en la cruz! Yo, con mis innumerables pecados, herí cruelmente tu cuerpo y tu alma. Que resuene, siempre, para mí: Jesús con amor, sufre y muere por mí. ¡Oh, Jesús, que mi pensamiento, mente y voluntad se ocupen solamente de ti! Déjame ir a la cruz contigo. Que la ame. ¡Oh, cruz de Cristo, mi delicia! Voy a llorar, sufrir, agradecer, voy a sentir el dolor de mis pecados que tanto daño te han infligido. Lo que considere que sea de tu voluntad, Jesús, lo diré, sin prestar atención a la opinión ajena, aunque esto pudiera parecer un acto de soberbia. Jesús mío, misericordia. Pasión de Cristo, confórtame. En tus heridas permaneceré, y de la conversación contigo, sacaré fuerza y consejo. Virgen y Madre, Madre y Virgen, santos de Dios, santos ángeles de Dios, auxílienme.

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Piensa bien, calmadamente, no te apresures; habla poco, pero bien. 6 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Jesús crucificado es el Libro de la Vida. Me arrepentiré de haber pecado y sentiré dolor de corazón por las desordenadas pasiones que padezco, porque por ellas crucifico a mi Dios. Mira sus heridas. Así, sobre toda imaginación humana, El te ama a ti, un miserable, y a cada persona. Recibe la cruz que El te impone bondadosamente. ¡Si pudieras saber cómo lo consuelas con este gesto! Para consolar el Corazón de Jesús, para endulzar sus heridas, que le infirieron tus pecados y tus desordenadas pasiones, soporta paciente y humildemente todas las humillaciones; más aún: deséalas, pídelas, porque tu soberbia, tu arrogancia y tu egoísmo le hacen sufrir más que las mismas heridas. Ten piedad de Cristo crucificado. No soy nada, menos que nada. ¡Oh, cruz, delicia mía! Deseo ser despreciado por todos, pero ayúdame, Jesús mío. Mi Dios ama enormemente a cada hombre por quien se rebajó y sufrió y tú, la más indigna de todas las criaturas, te alegras de la miseria espiritual de tu hermano y lo desdeñas; y aunque sus pecados crucifican cruelmente y sin cesar a tu queridísimo Jesús, tú, llora y ruega siempre en la oración por ti mismo, el mayor pecador y crucificador de tu Señor. No debes juzgar a ningún pecador, aun cuando se pruebe su falta; tú eres peor; nada y nada, menos que nada; por lo tanto, por ti, pecador, y por otros, ora diciendo humildemente: ¡Ay de nosotros! Que no tenga apego a mi vida y que te ame más, Jesús mío. Por tus huellas iré para asemejarme a Dios, para imitarlo, para su mayor consuelo, para darle alivio, para su infinita dignidad y por las enormes obligaciones que tengo para con El. 7 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Jesús en la cruz, Jesús en el Santísimo Sacramento, Jesús en ti y tú en El. Tú, eres nada y El todo. Todo para Jesús, porque su mayor complacencia y delicia es estar con los hijos de los hombres. En el prójimo habita Cristo. Tú, en cada persona, honra a Cristo, porque tú eres pecador. ¡Tantas veces lo agraviaste terriblemente! No seré indulgente conmigo mismo ni con mis pasiones, porque ellas crucificaron a Cristo. ¡Oh!, Señor Jesús, que me conozca, que te conozca. Yo no soy nada, menos que nada, el más pequeño de los seres irracionales. Jesús es todo para mí. Merecí parar en mal.

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A ti, Jesús mío, la gloria y la alabanza por esta oportunidad de sufrir por ti. Deseo ser despreciado, que todos me consideren inútil. Jesús, auxíliame. Jesús, quiero vivir solamente en ti y para ti. Verbo eterno, enséñame a hacer uso de las palabras. San Luis Gonzaga, intercede por mí. 8 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Los franciscanos5. ¡Oh, Jesús! Novenario, escapulario carmelitano, escapulario teatino6. Mi fuerza y mi refugio en ti, Jesús. Anhelas habitar en mí sobre toda la imaginación humana. Cristo está conmigo, Cristo está conmigo, todo lo podré, todo lo haré. ¡Oh! Virgen María, estrella del mar... yo nada soy. A ti Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, la gloria y la alabanza por los siglos, porque tu delicia, oh Dios, es estar con los hijos de los hombres. Tú, mira la cruz, mira la aniquilación de Jesús en el Santísimo Sacramento. He aquí su amor, he aquí su anhelo de unirse contigo y luchar contra el enemigo común. Aquí encontraré descanso, aquí habitaré. ¡Oh, Jesús!, me despojo de todo; me entrego a ti entero. Mis pensamientos, palabras y obras que sean tuyos. Deseo, sí, deseo para mí el sufrimiento de la cruz, pero, Jesús, soy débil, incapaz, soy un despojo. ¡Oh, María, Señora mía, Madre mía!, enséñame cómo sufrir con Jesús y para El, con amor. Que no busque otro descanso, otra delicia, otro honor sino en la cruz de Cristo, tu hijo. ¡Oh, qué pobre y miserable es el que busca descanso en esta vida! ¡Oh, cruz, delicia mía!, graba estas palabras en lo profundo de mi corazón de piedra. 9 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Cristo en la cruz es mi ideal, guía y maestro; en el Santísimo Sacramento, mi auxilio, mi fuerza y mi valentía. ¡Oh, María, socórreme! Yo nada soy y Dios es tan bondadoso conmigo. Alabado sea el santo nombre de Dios por los siglos de los siglos, por sus infinitas e indecibles gracias y beneficios. Sólo por su infinita bondad Dios pudo haberme concedido esta gracia y este

5 El padre Bronislao Markiewicz fue terciario franciscano. El mismo escribe acerca de esa circunstancia en dos oportunidades, completando un cuestionario de la curia episcopal de Premislo. Más tarde recibió del superior general de los capuchinos la facultad de admisión a la Tercera Orden de San Francisco. 6 El seminarista Bronislao Markiewicz toma diferentes signos de la gracia de Dios. Al escapulario franciscano y al carmelitano agrega también el teatino. El escapulario teatino es el escapulario de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, o sea el escapulario celestial. Por el decreto del papa Pío IX del 14 de abril de 1856, los devotos de este escapulario podrían recibir la indulgencia plenaria sin acudir a la confesión ni a la comunión, en cualquier lugar y momento con tal de que estuvieran en estado de gracia y rezaran seis padrenuestros, seis avemarías y seis glorias por las intenciones del Santo Padre.

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beneficio. Y fue a cambio de mis culpas e ingratitudes. Y ¿de dónde a mí, que venga a mirarme justo a mí, tan malvado, y me haga todo esto? A El la gloria y la alabanza por los siglos. Porque sólo busca que lo ame y lo sirva; con todo el corazón me ofrezco por entero a El. ¿Cómo no amar a tal Señor que, desde los siglos, me ama con este amor insondable y divino? 10 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Jesús crucificado, quédate siempre en mis pensamientos, siempre ante los ojos de mi alma. ¡Oh, Jesús en el Santísimo Sacramento, que mi vida, mi delicia y mi todo, sea permanecer eternamente en la herida de tu corazón! Gracias te doy, Jesús crucificado, porque me haces partícipe de la humillación y de los sufrimientos de tu cruz. Ofrezco a tu Padre, en unión con tus tormentos, todos mis dolores para la complacencia de tu santísima voluntad; Tú eres mi bondad, porque me humillaste. ¡Amplius, amplius!, digo. Sólo auxíliame, Señor. ¡Oh, Señor Jesús, que me conozca, que te conozca! Soy miseria, nada, y menos que nada, ante la grandeza y la plenitud de Dios. Que me postre, pues, sin cesar, a los pies de toda criatura, porque soy el más vil de entre los pecadores. Yo nada soy. Dios es infinito, inconcebible; se rebaja y sufre por este hijo de Adán. 11 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Jesús crucificado, mi refugio, mi fortaleza, mi todo. Jesús en el Santísimo Sacramento, mi morada, mi tesoro, mi eternidad. Contigo anhelo habitar eternamente. Una cosa pido al Señor, es lo que ando buscando: morar en la Casa del Señor todos los días de mi vida, admirar la belleza del Señor contemplando su templo (Sal 26, 4). Aquí está mi reposo para siempre, en El me instalaré, que así lo quiero (Sal 131, 14). Yo nada soy. Dichosos los mansos y humildes de corazón. ¡Oh!, Jesús, déjame conocer y sentir profundamente cómo amas Tú a mi prójimo. ¡Oh!, buen Jesús, que me conozca, que te conozca. ¡Oh!, Jesús mío, que te ame por sobre todas las cosas. 12 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Yo nada, Dios todo. ¡Oh!, Señor Jesús, que me conozca y que te conozca. Me empequeñeceré y te amaré.

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Las caídas. Sus causas. Persistencia en la lucha. Desconfianza de mí mismo y confianza en Dios, oración, repudio de mis vicios y anhelo de las virtudes que se les oponen. Jesús crucificado, quédate por siempre en mis pensamientos, siempre ante los ojos de mi alma. ¡Oh, cruz, mi delicia! Considero un bien ser humillado, para así aprender tus preceptos (Sal 118, 71). ¡Ese es mi anhelo! Yo nada soy. ¡Qué valor le da la preciosísima sangre a un alma! Madre y Virgen, Virgen y Madre, santos de Dios y santos ejércitos angelicales. Voy a examinar qué vínculo tiene la mínima obra mía con mi principio, final y con mi meta, que es Dios. Todo con un mismo fin: armonía. Todo en Dios y para El. Señor Dios, Padre Creador y Redentor mío: que dirija a ti la más pequeña obra, el movimiento menos visible, todo pensamiento y cada palabra. Así ayúdame, Jesús mío. Nada te turbe. Nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta7.

13 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Jesús crucificado, despreciado y doliente; Jesús, escondido humildemente en el Santísimo Sacramento, enséñame a ser manso, que eso es para ti, sólo para ti, porque así Tú lo deseas. ¡Oh!, Señor Jesús, que me conozca, que te conozca, que me rebaje y que te ame. Que sea considerado ignorante e inepto; quiero hablar sólo cuando haga falta y si así lo exige la situación. Que descubra, por fin, el valor que Tú le das a un alma, Señor. Que tu rescate, tan caro, quede por siempre en mi pensamiento. Que el mundo sea crucificado para mí y yo para el mundo. Yo nada soy; Jesús mío, misericordia. Dios, meta mía. Que ame tu santa cruz y por ella te alabe. ¿Cuándo sentiré y cumpliré lo que me gusta decir?: ¡Oh, cruz, delicia mía! ¡Anhelo, Jesús, anhelo ir contigo a la cruz! Soy débil, Jesús, socórreme, ten misericordia. Virgen y Madre, Madre y Virgen, santos patronos, todos los santos y santas de Dios, san Miguel Arcángel, santo Angel Custodio, todos los ejércitos vengan en mi ayuda. 14 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Escapulario, franciscanos. ¡Oh, Jesús! Santísimo Sacramento. Corazón de Jesús, seas alabado. Santo, santo. Meditación, El Angelus. La muerte es el más importante momento de la vida. Ella decide sobre toda la eternidad. Así pues, prudente y debidamente, con frecuencia pensaré en ella y me prepararé, porque puede llegar en cualquier momento; el enemigo armado se alzará contra mí: 7 Santa Teresa de Jesús, Poemas.

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turbará mi fe con la desesperación, con la soberbia, y me enfrentará a los espectros; pero sobre todo se valdrá de esa vergonzante debilidad que es mi propia arrogancia. Debo aprender bien la única estocada que debo dar en esa lucha. Repite, pues, sin cesar con tu corazón: nada soy, menos que nada; respeta a Cristo en tu prójimo; descansa en Cristo crucificado y procura amar la cruz. Yo nada soy. ¡Oh, cruz, dulzura mía, delicia mía! Todo pensamiento, cada palabra y obra, que se refieran a ti, Jesús. Que descubra y sienta cuál es el valor del alma para Dios. 15 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Yo nada, Dios todo. Cristo me ama con amor infinito, eterno y divino. Que desaparezca de mí el yo, y viva, solamente, Cristo. ¡Oh, cruz, delicia mía! Jesús crucificado, quédate presente siempre ante mis ojos; no te alejes de mí, porque pronto caeré. ¡Confío, creo y anhelo estar contigo! ¡Oh, santa cruz, el mejor y el más excelente camino! 16 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Yo nada soy, Dios todo. Peligro grande, enemigo grande. Nada eres, nada sabes, calla, mantente alerta, cuidadoso. Jesús mío, auxíliame, ilumíname. 21 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Yo nada soy, menos que nada, Dios todo. Yo soy nada. ¡Oh, cruz de la salvación! ¡Oh, cruz, mi salvación, mi delicia! Todo lo que el mundo aprecia es vanidad y mentira. Jesús, ilumíname, para que vea siempre la verdad. Voy a meditar sobre cuánta verdad y bondad hay en cada cosa y lo haré según la enseñanza del Espíritu Santo. 22 de septiembre Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Jesús en la cruz, Tú eres mi guía, Tú eres mi maestro. Yo nada, Dios todo. Yo nada soy. Quiero hacer lo que Dios, la gracia y el sano juicio mandan y no lo que exige el cuerpo. Entonces, ¡atención! ¡Oh, cruz, delicia mía, te reverencio! ¡Tú eres la más segura vía crucis! ¡Qué precio Dios le da al hombre!

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Estos son los apuntes que marcan la ya cercana ordenación sacerdotal de Bronislao Markiewicz, que tendría lugar en la catedral premislense el 15 de septiembre en la fiesta del Santísimo Nombre de María, que hoy se celebra el 12 del mismo mes, y cuyo ministro fue monseñor Antonio Monastyrski, obispo de Premislo. También hacen referencia a su primera misión sacerdotal en Harta. En su retiro en víspera de la ordenación, nos descubre un episodio que tuvo lugar el 31 de agosto del mismo año, cuando anota lacónicamente: “He visto a María”, que revela una vivencia mística. Fue un encuentro con la Virgen María, quien inspiró toda su vida y que apareció en su espiritualidad como “signo característico de la religiosidad en su familia”, como expresó una sobrina de Markiewicz8. Resuena también un eco en forma de oración, sobre la crisis de fe que vivió en la juventud. Repite incansablemente el término amplius que podemos interpretar como su deseo de amar y obedecer a Dios cada vez más profundamente, aspiración teocéntrica que reaparecería más tarde en el lema miguelino Quién como Dios. Markiewicz vivió el tiempo en que se propagaba por doquier el culto al Sagrado Corazón de Jesús; por eso es que en todas sus notas lo nombra con unción, anhela permanecer en él, por él mirar y amar la cruz y al prójimo. Una semana después de la ordenación, este nuevo sacerdote, hijo de un intendente de muchos años en el poder, llegó a su ciudad natal, Pruchnik, para su cantamisa. Los feligreses intentaron darle la bienvenida con una fiesta, a la cual se negó porque consideró que debía dedicar ese día a Dios y pasarlo en íntimo recogimiento. Era sábado, víspera de la fiesta de san Miguel Arcángel, cuando se presentó en Harta y al día siguiente celebró el primer bautismo de un niño de nombre Miguel, que anotó de su puño y letra en el libro bautismal. En esa parroquia, donde trabajó hasta el 20 de febrero de 1870, de ciento ochenta y siete niños, el padre Markiewicz bautizó a ciento cinco, el párroco cincuenta y otros tres vicarios los restantes. Las numerosas anotaciones en los libros de matrimonios y de difuntos nos hablan de su incansable voluntad de servicio. Tres nuevas capillas en los pueblos alejados de la iglesia parroquial se debieron a su iniciativa.

8 Crónica de la familia Markiewicz, pág 3.

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28 de agosto No daré ningún paso adelante sin fijarme una meta. Mi predestinación y mi fin es amar, adorar y servir a Dios, porque para esto El me creó de la nada. 29 de agosto Soy yo quien los elegí a ustedes (Jn 15, 16). No me importan la salud, la enfermedad, la fama o la humillación. Pertenezco a Dios y toda la creación fue para mí según su voluntad. Cristo desea que busque las ovejas y no me quede esperando que ellas vengan a mí. Buscaré las ovejas para Cristo que es mi máximo honor. Cuando soporto con alegría todo el desprecio del mundo cumplo el mandato de Cristo. Para vencer la tibieza espiritual debo orar, mortificarme y leer obras espirituales o meditar. Invocaré, siempre, el nombre del Señor, porque hizo en mí grandes cosas. Llevaré siempre a Cristo crucificado; meditaré diariamente con la Sagrada Escritura. Dios es grande y misericordioso. Qué grande debió ser la maldad para que, a causa de ella, Dios castigara a los mismos ángeles con el infierno eterno, y a varios hombres por pecados menores que los míos. Me cuidaré de todas las ocasiones que los propicien. Sobre todo vigilaré mis ojos y mi boca, con la gracia de Dios. Recordaré la amargura de Jesús y oraré. ¡Oh, Jesús, mi dulce recuerdo! Siempre permaneceré unido al Santísimo Sacramento con el alma y el corazón. Dios es regocijo, dulzura, tesoro y todo para mí. Es un verdadero tesoro y verdadera felicidad. Detesto cada uno de los pecados. La misericordia de Dios hizo que no me perdiera. 30 de agosto Mi pecado está siempre ante mí (Sal 50, 5). Hablaré poco, escucharé y actuaré en consecuencia. Para mortificar mi lengua he de ayunar y por Cristo aceptaré pasar por tonto antes de decir lo que no debo. En el Corazón de Jesús estará siempre el mío. Por el Inmaculado Corazón de la Virgen María adoraré a Jesús. Por el Inmaculado Corazón de la Virgen María y el Sagrado Corazón de Jesús adoraré a la Santísima Trinidad. Ojalá todos adoren a Dios por estos dos Corazones. Dame, Señor, el santo temor y el eterno dolor de mis pecados. El temor de Dios y la tristeza. Santísima Virgen y Madre, auxíliame. San Francisco de Borja, ruega por mí.

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En los santos se manifestaba frecuentemente el temor de Dios a pesar del amor. También las potestades angelicales tiemblan de temor ante el rostro de Dios. Mi ingratitud para con Dios es grande, por lo tanto soy culpable. Cada persona es mejor que yo. ¿Por qué no me apedrean? ¿Por qué anduve tanto tiempo por esta Tierra escandalizando a la gente? No hay nada malo que no merezca; lo recibiré como castigo por los pecados. Si consumo buenos alimentos, si descanso en una cama cómoda, siempre deberé acordarme de que no lo merezco. Trataré de mantener una actitud correcta, de vigilar mi mirada y, si fuera necesario, bajaré los ojos. Te serviré, Señor, de todo corazón.

Lloraré los pecados de otros sacerdotes, especialmente los sacrílegos, para que yo mismo, con la gracia de Dios, no los cometa. Dios es la única necesidad y la única bondad. No cambiaré lo que me proponga en la meditación a no ser que por necesidad me convenza de que así debe ser. 31 de agosto Gano en cordura a los ancianos (Sal 118, 100). Soy un gran ingrato. Hubo un tiempo en que por mi culpa estuve al borde del abismo infernal9, hundido en profundas oscuridades; no conociendo a Dios gritaba: Dios, si existes, déjame conocerte; es imperioso que te conozca, que te vea, aunque sea por un momento, luego podré morir. Que quede inválido, que pierda las piernas y fuerza en las manos, con tal de que conozca la verdad y satisfaga mi alma. Renunciaré a mi salud, incluso a la vida, con tal de que me quite de encima esta cruel inseguridad y tormentos interiores. ¡Manifiéstateme, oh, Dios, tal cual eres! Que conozca la verdad, y toda mi vida me postraré ante ti, reuniré todas mis fuerzas para seguir esta verdad; no desviaré el camino conocido ni por un momento. Estoy dispuesto a no faltar a la verdad conocida y a aceptar toda clase de humillaciones; que se rían, se burlen o se mofen de mí, yo no he de inmutarme con tal de que la verdad sea justificada. Por gratitud, daré todo de mí. Por conocer por un solo momento la verdad me comprometí, para siempre, a esta gratitud. Y Tú, Señor, me beneficiaste con creces. Meneaban las cabezas frente a mí; “nada será de él”, decían. Y hasta yo pensaba lo mismo. Y Tú, bondad infinita, permitiste que te viera. Luego caí varias veces. Tú, sin embargo, no me abandonaste. ¡Oh, profundidades inconmensurables e inconcebibles de tu misericordia! Me hiciste tu hijo predilecto. Gocé de delicias y dones sobrenaturales. He visto a María10. Di consejos a los ancianos. Me pusiste por encima de otros, dándome el don del sacerdocio; como a san José, ante

9 El padre Bronislao Markiewicz describió más precisamente las circunstancias de la crisis de fe que pasó cuando era joven, que duró aproximadamente dos años. En un informe sin fecha, escrito al obispo de Premislo, José Sebastián Pelczar, deja la siguiente constancia: “Czerkawski alegaba en una circular que recomendaba que los profesores del secundario alejaran de la fe a los jóvenes más destacados ya en el tercer año. A mí me la hicieron perder en quinto […]. La recuperé un año y medio más tarde” (Correspondencia del padre Bronislao Markiewicz, Carta 187, Buenos Aires, 1996). Eusebio Czerkawski era inspector de enseñanza media. Al colegio de Premislo lo visitó dos veces por año entre 1851-1855, y una vez en 1856, 1857 y 1860. Golpeado por un estudiante en Cracovia, fue destituido de sus funciones y trasladado a la Universidad de Leópolis. 10 Markiewicz menciona esta aparición en una carta escrita a Francisco Sypowski, concejal de Cracovia (Correspondencia del padre Bronislao Markiewicz, Carta 275, Buenos Aires, 1996) y luego la relata en su testimonio para el proceso de beatificación de Juan Bosco. Ladislao Markiewicz, hermano de Bronislao, también menciona este mismo episodio en una carta fechada el 7 de octubre de 1905.

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quien te hiciste obediente, también ante mí, que soy indigno. ¡Oh, yo, miserable, sigo pecando! ¿Cómo pagar al Señor todo el bien que me ha hecho? (Sal 115, 12). Miserable, yo nada soy. Considero un bien ser humillado, para así aprender tus preceptos (Sal 118, 71). Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amplius, amplius..., con toda la creación doy todo a mi Dios. Todo lo perfecto que sea para ti, según se expresó san Luis Gonzaga. Haré todo perfectamente, porque es para Dios, el mayor bienhechor mío y la máxima bondad en sí. Nada es en vano. Amplius, amplius... No hay humillación justa para mí aquí, ni en la Tierra ni en el infierno, por todas las veces que ofendí a Dios, mi Salvador. Si considero imposible un proyecto, será solamente por mi causa y por mis fuerzas. Porque yo mismo nada bueno puedo hacer, solamente pecar, pero para la gracia de Dios nada es imposible. Rogaré al Señor y El me otorgará cada gracia. Oraré sin cesar, haré actos de fe, jaculatorias y rogaré: Dios mío, ven pronto a socorrerme (Sal 70, 12). Haré comunión espiritual varias veces al día y comulgaré según es permitido11. No fundo mis propósitos en mí, sino en la ayuda del cielo y así podré hacer obras grandes. Todo lo puedo con Aquel que me da fuerzas (Flp 4, 13). Dios me concede la humildad y la confianza en El y yo he de rezar y acudir a los sacramentos. Si después de la confesión retorno a los antiguos pecados no es prueba fehaciente de la falta de un sincero propósito de enmienda, pero sí un claro signo de ello, sobre todo cuando no les he aplicado ni remedio ni medida. Cuando los medios son los adecuados denotan una voluntad eficaz12. El que desea algo sinceramente, enseguida busca medios para conseguirlo. San Luis Gonzaga, ruega por mí, el mayor pecador. No hace mucho que caí; entonces ayuné, reiteradas veces oré ante una imagen de la Virgen, suplicándole ayuda, leí páginas espirituales, di limosna y todo fue para desenredarme del vicio. Cuando peque me postraré ante una imagen de la Virgen María rezando un avemaría para alcanzar la gracia de no caer nuevamente. El infierno bajo mis pies, ¡tantas veces lo merecí! Concédeme, Señor, el amor y el santo temor. No apartes tu mano de mí, Señor. Diariamente debe hacerse un detallado examen de conciencia. También imponerse una penitencia, por ejemplo un avemaría. Durante siete días es preciso anotar las malas acciones y es conveniente por cada pecado dar limosna en lugar de imponerse un castigo. Examen de conciencia general por las cinco llagas de Cristo.

1. Agradeceré por los beneficios que Dios concedió a mí y a toda la creación. 2. A cada hora haré examen de los pensamientos, palabras y obras. 3. Pediré el perdón y el dolor de los pecados. 4. Imploraré la indulgencia y la penitencia. 5. Haré firme propósito de enmienda y expiación. Me recomendaré al Sagrado

Corazón de Jesús.

11 En los seminarios y órdenes religiosas se permitía comulgar solamente en las mayores fiestas de la semana o en domingo. El sacerdote podía decir misa diariamente. 12 El contenido y la fecha, 31 de agosto de 1867, indican que el seminarista Markiewicz tuvo una importante conversación con su confesor respecto a la ordenación subdiaconal.

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A veces el vicio se esconde bajo una aparente virtud: Judas, que era un ladrón, protestó por los perfumes muy caros que María Magdalena había comprado para ungir los pies de Jesús. San Luis Gonzaga, ruega por mí, el mayor pecador.

Cuando uno dice amar al prójimo, ser humilde y tratar de no atraer la atención, puede estar enmascarando, bajo tal modestia, graves defectos. Sobre el infierno. Cada día invocaré al Señor: Tu terror me hace temblar, tengo miedo de tus juicios (Sal 118, 120). Aun cuando esté solo, comeré frugalmente. 1° de septiembre Sobre el hijo pródigo. Bajaré humildemente hasta el abismo del infierno, que allí todos me desprecien y condenen. Dame, Señor, la gracia de encontrar alegría en esto. No hablaré de mí mismo ni siquiera en tercera persona, sin una necesidad imperiosa, y luego me cuidaré de no pensar que sería bueno que la gente se enterara de lo que hice. Si fuera posible, ni siquiera en el juicio divino, con tal de que Dios sea alabado. Todo para la mayor gloria de Dios. Renuncio a la carne como alimento, a toda la fama del mundo, a los títulos y a toda riqueza material, a ejemplo del hijo pródigo. Para mí Dios es todo. Me basta completamente. Inmenso, infinito. Acepto para mí cualquier tarea; sólo dame, Señor, la gracia de poder cumplirla. Elegiré como temas para mis meditaciones, entre otros, los siguientes: formación espiritual propia; cómo evitar la tibieza y la falta de recogimiento, o sea la extroversión exagerada, a las que dedicaré por lo menos una hora. ¡Oh, qué bueno eres! Donde estás Tú, está tu voluntad. Voy a someter y humillar la mía. En medio de mi sed voy a acordarme de tu sed y de cómo te dieron a beber vinagre en la cruz y, durante el descanso, de tu lecho de muerte, que era la cruz. 2 de septiembre ¡Qué miserable soy! ¡Qué ingrato! Que me aplasten las montañas. No me atrevo a mirar tu rostro. Y Tú, grande y noble, me das la gracia de ser sacerdote. ¿Por qué la gente me aprecia todavía? En todo actuaré reflexivamente. También en lo que haga privadamente. Poco, pero bien. Solamente una orden explícita me dispensará y no cualquier pretexto. Sólo así. Miserable y deshonesta es mi alma. Amplius, amplius. Soy toda la miseria. ¿Por qué, Señor, amas mi miseria si tienes otros vasos? Tú eres todopoderoso. Tú puedes existir dignamente. Soy digno de todo desprecio y agravio. Qué miserable y deshonesta es mi alma. Amaré la cruz. Amaré la cruz. La pondré en mi alma y en mi cuerpo. Me alegraré con la cruz. ¡Oh, cruz santa! ¡Oh, cruz digna de adoración! ¡Oh, cruz dulce! ¡Oh, cruz divina!

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¿Es posible que pueda yo amar lo que ama Jesús? ¿Soy capaz de amar a Jesús? ¿Y cómo saber si El rechaza este amor mío o lo desea? ¿Cómo le pagaré al Señor? Jesús, te doy gracias por haber nacido en una familia pobre, que mi aspecto físico sea poco agraciado y que no posea una buena salud. Me alegro de que en el pasado dijeran de mí: “Nada será de él”. Amplius. Es delator. Amplius todavía. Es conspirador y sectario. Amplius. Traidor de la patria. Amplius. Es hipócrita y sacrílego, porque acude a los sacramentos indignamente. Amplius. Es como aquel que causó la muerte de un párroco. Amplius. Es un intrigante y está de parte de los campesinos. Está loco. Amplius. Es un canalla. Es un canalla y ladrón. Corrompe a la gente, es un estúpido, parásito y glotón. Amplius. Le gustan las bebidas. Amplius. Hay que despreciarlo, quitarle el saludo, recibirlo con el gorro puesto y volverle la espalda. Considerarlo estafador y juzgarlo. Es epiléptico. Amplius. Influye negativamente sobre las personas. Amplius. Glotón y tacaño. Al sirviente no le da de comer. Amplius. Mal educado y abandonado. Inepto, entonces debe estar entre los campesinos. Malo como el tigre. Estúpido. Fanático, hipócrita en la piedad y a esta clase de piedad arrastra a otros. Fomenta enfermizos espirituales. Corrompe a la gente y la subleva quitándole la confianza que tiene en los mayores. Se guía por habladurías. Amplius. Te lo agradezco, Señor. Estoy contento por haber sido humillado. Merecí el infierno, porque mi alma es pecadora y horrible. Ahora me entreno en el amor de la cruz. Pongo de costado el adiestramiento en otras virtudes. En el desayuno aparté un poco de pan blanco para no comerlo, y cuando quise llevarlo a la boca, me dije: mejor que sea para otro y no para mí. ¡No! La cruz ahora está en primer lugar. Luego, el amor al prójimo. 3 de septiembre Amense los unos a los otros (Jn 13, 34). Amar la cruz por el Sagrado Corazón de Jesús según su propio ejemplo. Porque actúo en el nombre de Jesús pensaré cómo actuaría El en mi lugar. El me envió para anunciar la Buena Nueva y para bautizar en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, liberando del pecado original y de los otros cometidos. Antes de actuar debo pensar cómo lo haría Jesús. Todo por el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, porque por ella se llega a Jesús. Quien actúa por el Corazón de María, que es la reina, actúa por el Corazón de Jesús. Mi estrategia será preparar minuciosamente los sermones, que deben ser breves y sinceros, para ser dichos de corazón, con entusiasmo, así como era en el campo13. Los santos daban sermones breves. San Francisco de Borja leyó solamente el Evangelio y le bastaba. Una vida de mortificación y de ejemplo ha de ser el mejor sermón.

13 El padre Bronislao Markiewicz piensa en las prácticas pastorales, cuando como seminarista acompañaba a un sacerdote en los pueblos cercanos a Premislo para dar sermones probatorios en ocasión de la misa.

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Me preguntaré: ¿Qué quiere Dios que piense en este momento? Por el Corazón de Jesús me uniré a El. Motivado por el Corazón de Jesús miraré siempre a la gente que me rodea y ya en la meditación procuraré amarla con el Corazón de Jesús. ¿Qué pensaría Jesús si alguien estuviese con El como yo ahora? Y yo soy un pecador, tal vez peor que muchos de aquellos que me chocan por su comportamiento. Por esa razón debo ser muy amable con cada uno de ellos. Para juzgar bien y prescribir remedios al prójimo, san Ignacio aconseja que cada uno vea sus propios defectos. Este, que está enfermo espiritualmente, pregunta si puedo aliviarlo y qué remedio puedo darle. Estamos siempre prontos para dar consejos, pero mejor sería que, primeramente, nos aconsejáramos a nosotros mismos. Para mí es mejor meditar la pasión de Cristo o el dolor de la Virgen María. Así aprenderé a sufrir con Jesús. Pensaré reflexivamente (dominaré la imaginación), hablaré pausadamente, comeré sin apuro y así, con prudencia, haré más cosas y con más provecho.

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En estas notas, escritas a lo largo de todo el año en que el padre Bronislao permaneció en Harta, se hace patente su deseo de hacer todo para la mayor gloria de Dios. Su indiferencia a las cosas del mundo es fruto de su espíritu teo y cristocéntrico guiado por el Espíritu Santo: Dios es todo, hay que buscarlo en la contemplación, y vivir en su presencia; pertenecer a Cristo, amar lo que El ama y verlo en el prójimo; lo demás no tiene importancia. Denotan también un amor que estuvo siempre acompañado por el temor de Dios, por la confianza en su misericordia y por el dolor de los pecados, que también estuvieron presentes en la vida y obra de san Ignacio de Loyola, cuyos ejercicios espirituales influirán notablemente sobre Markiewicz. Ese amor siempre deseaba más y más (amplius), lo que san Ignacio expresaba con el término magis. Bronislao no cesa de poner el acento sobre la sólida preparación para la catequesis y para cumplir con sus obligaciones. Cuando, como vicario, comenzó la pastoral en Harta, se propuso llevar una vida que se distinguiera por la austeridad. Por eso dio gran importancia a las meditaciones y a las prácticas penitenciales, sobre todo, a la frugalidad en las comidas. Tal fue su espíritu de fervor y de abnegación que algunos lo creyeron loco, fanático o falso, tal como lo reflejan sus pensamientos de este año. En su apostolado se nota la total entrega a los niños y jóvenes, sobre todo en la catequesis, donde innova a sus anchas. Enfoca la doctrina desde la situación social y psicológica del niño, evitando fórmulas y prácticas que ya habían perdido vigencia. A punto de abandonar Harta los niños se apiñaron alrededor de él en un vano intento de impedirle su partida. Orar muy entrada la noche ante el Santísimo Sacramento era una costumbre que nunca perdió, según lo sostiene el padre Ladislao Sarna, uno de sus amigos personales. En este año encontramos su segunda invocación a San Miguel Arcángel.

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1869 26 de febrero Todo cuanto hacen, háganlo de todo corazón (Col 3, 23). Antes de meditar voy a tener preparada la lista de propósitos que habré anotado; antes, durante y después de comer rezaré con atención y me acordaré de los demás. Mostraré siempre el rostro alegre a mis hermanos. Haré todo lo que sea agradable ante los ojos de Dios y para su gloria. Detestaré los pensamientos ofensivos como si fueran impuros. Que se haga la voluntad de Dios. 27 de febrero Considero un bien ser humillado (Sal 118, 71). Seré jornalero de ése, mi Padre, que tantas veces perdí. Serviré a toda la creación. Con mis caídas soy culpable de los pecados que cometieron quienes me rodean. 6 de marzo Todo lo que no hacemos de acuerdo con lo que creemos, es pecado (Rm 14, 23). Cada pensamiento y cada movimiento míos tendrán su razón en Dios. Por mis antiguos pecados merezco el desprecio de todos. Considero un bien ser humillado (Sal 118, 71). Amplius. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amplius, amplius, incluso el infierno. Honraré, sin miedo, a la Virgen María y Madre14. 8 de marzo Quiero hacer todo con ganas y alegría para mi Jesús. Deseo verlo en cada prójimo a quien mostraré el rostro sonriente. Jesús mío, dame la gracia de cumplir con todo esto. ¡Oh, Señora mía, Madre mía, Virgen santísima! Los sufrimientos y los dolores físicos son mi dulzura y agradable ofrenda para el Señor. ¡Oh, Jesús, que todo te ame con el corazón! 11 de marzo Mi morada está en el cielo. Por eso para mí es un motivo de alegría y no de tristeza. Tengo el cielo en el corazón, porque Jesús está en él. ¿Qué más necesitaré si lo tengo?

14 En contraposición a los jansenistas que, en 1750, comenzaron a divulgar que la devoción a la Virgen era una superstición.

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El es para mí todo. No importan Harta, Roma ni Turka, que es un infierno en la Tierra15. Lo más importante es estar en unión con Jesús y la Virgen María y amarlos. Te doy gracias, Señor, por la salud física y las mayores gracias por la del alma. El don más pequeño es para mí el más grande, porque lo recibo de tu mano omnipotente, bondadosa e infinita. Que el cielo te dé gracias por mí, que soy miserable, y como tal, me entrego por entero a tu voluntad. 12 de marzo Pon, Señor, en mi boca un centinela, un vigía a la puerta de mis labios (Sal 140, 3). De mí no hablaré ni bien ni mal, a no ser que sea indispensable. Esto está permitido a los santos y yo soy polvo, porque soy pecador. Por mis culpas y defectos la gente me mira con desconfianza y tiene razón. Lo reconozco y no quiero ser deudor de nadie. Por lo menos reconoceré la culpa y en silencio cumpliré el merecido castigo que me impone la gente. Jesús, perdóname. Ojalá la Cuaresma durara por siempre. Dulce yugo de la cruz de Cristo que llevaré siempre. A no ser que me viera forzado, según mi costumbre, comeré frugalmente. Por amor me acomodaré a los comensales. Ante los ojos del Señor soy un pésimo obrero que no es digno ni siquiera del aire que respira. 13 de marzo Por encima de todo está la voluntad de Dios y yo la cumpliré. ¡Oh! cruz fiel, la más dulce para mí. Voy a contentarme sólo con verla. Bienvenida la cruz que me ha impuesto Dios; bienvenida la amada y santa cruz. Durante la comida debo mortificar el apetito, porque mi Señor y Salvador bebió el vinagre y las hieles. 15 de marzo Otra vez más renuevo el propósito de honrar públicamente a la Virgen, aunque me respondan con desprecio y juicios adversos. Soy un gusano, soy un despreciable condenado. Pero aun así puedo ser útil a la gente. A pesar de merecer que me pisoteen Jesús está en mí. ¿Con qué le pagaré a mi Señor? 6 de abril La paz con Dios, con el prójimo y conmigo mismo. Hoy Jesús me reconcilió con el Padre. Voy a orar por mis hermanos y desearé que alaben al Señor más que yo. Las pasiones deben obedecer a la razón. Ustedes, Jesús y María, me ayudarán.

15 Es un lugar simbólico. Se supone que allí “el diablo perdió su poncho”.

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Jesús en la comunión es refugio mío, puerto mío, amparo mío, estrella en la noche. Abro los ojos a mi Dios y los tendré puestos en El. Haré lo que le complazca más a Dios. Habla, Señor, que tu siervo escucha (1 S 3, 9). Gloria y honor incesantes a la bondad altísima. 8 de abril Jesús es mi delicia, mi alimento y mi bebida. En El siempre encontraré la paz y una morada; con El podré morir en cualquier momento y en humildad aceptaré lo que viniere aunque me reconozco culpable del temor ante la muerte y de la pusilanimidad que hay en mí. Amplius, amplius, moriré. Si faltare al amor, entonces me flagelaría. Jesús dulcísimo, Virgen María, auxílienme. Señor, date prisa en socorrerme. Tú, ¡oh, Dios!, ¿por quién sufres? Por mí, que estoy reducido a la nada del infierno. 9 de abril A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados. He recibido esta autoridad a pesar de ser un miserable, un gusano. ¿Con qué le pagaré al Señor? Me humillaré y aceptaré con el mayor amor hasta lo que carezca de toda importancia; hablaré lo menos posible y por Cristo me volveré necio. 13 de abril Buen Pastor, permíteme cuidar dignamente mis ovejas. Te entregaste por mí, y yo también deseo entregarme por entero a ti y lo haré según tu voluntad. Habla, Señor y pastor, que escucharé tu voz. Siempre haré lo que te es grato. Mi alimento es hacer tu voluntad. Todo lo mejor que tengo te lo ofrezco. 17 de abril Comeré si los otros también comen, y sólo si me lo piden. Antes de orar haré por lo menos la señal de la cruz. Jesús Tú eres lo que me alimenta, lo que calma mi sed. Eres mi salvación. Que se haga tu voluntad. Según la norma comeré una sola vez al día. 21 de abril Soy un pecador que merece el infierno y, sin embargo, Jesús me trata dulcemente. ¿Con qué le pagaré por levantarme tantas veces? Recibiré el cáliz de la salvación, aceptaré ser el último, ignorado por todos, y en el día del juicio, si es posible, el menor de entre los justificados. Que se haga conmigo según la voluntad de Dios. ¡Oh, yo, el más miserable!, ¿por qué desearía ser ensalzado? Rechazaré todo pensamiento de soberbia. Voy a moderar mi apetito porque Jesús es mi alimento más deseado.

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Todo quiero hacerlo para Jesús. Soy el último de entre la gente. Sé lo que puedo recibir y con qué debo pagarle a Dios por esta gracia. Solamente Dios juzga a otros y para El dejo el juicio. A mí me corresponde conocer mi culpa. Todo lo que me causa disgusto, lo recibiré con alegría como si fuera de la mano del Amadísimo. Que muera en cualquier momento. Que viva, solamente, para mi Jesús y para María. En ellos descansaré y tendré morada por siempre. En ellos está mi descanso y mi recogimiento. 22 de abril ¿Me sirve esto para la salvación? Miraré solamente a Dios, Amor, y no a mí mismo. Jesús, líbrame de escandalizar y así te veré a ti y no las cosas de este mundo. 24 de abril Acepto sufrir permanentemente en la cruz y no bajaré de ella, no huiré a una orden, a no ser por mandato explícito. Me quedaré en “la cárcel de Przeworsk”16. Amplius, amplius, porque soy el peor y el más indigno. Jesús, sabiduría eterna, dame la gracia de ser cauteloso y a la vez osado en la pastoral. Siempre aspiraré a lo que es mejor. No perderé ni un minuto. Es un tiempo valioso. La cruz es mi gloria y mi mérito. Sólo me gloriaré en ella. Señor, no soy digno de estar contigo en la cruz, porque es demasiado honor. No podré sufrir como Tú inocentemente porque he sido motivo de escándalo. Perdóname, Señor, pero ¿cuándo descansaré enteramente en ti? 3 de mayo Dame, Señor, la sabiduría. Soy siervo de los siervos, un siervo de los más pequeños. Sufriré con alegría. Mis buenas obras las ofreceré por los difuntos. Nunca me dejaré llevar por mi suspicacia. Señor, enséñame a recibir y a aceptarlo todo. 4 de mayo Permíteme, Señor, hacer todo lo mejor posible y con la máxima devoción. Me levantaré de madrugada y con alegría soportaré el mal tiempo, porque es bueno para mí. Mi corazón está siempre unido a Jesús, en quien tengo mi descanso. Señor, ¿qué quieres que haga mejor? 11 de mayo No haré nada en vano: cada movimiento, cada palabra, incluso la obra más pequeña serán para mi Dios, Padre y Señor. Yo vivo en El y por El. Sea alabada, santa, dulcísima

16 Przeworsk, una pequeña ciudad de la diócesis de Premislo, se granjeó mala reputación por parte del clero y fue considerada como lugar de penitencia y de castigo. Los retiros organizados por el jesuita Enrique Jackowski dictados en Stara Wieś se conocían, por su marcada exigencia, como “los retiros de la cárcel de Przeworsk”.

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y salvífica cruz. ¡Ojalá ame el sufrimiento! Oraré con el mayor recogimiento y me preguntaré: ¿con quién hablo? ¡Oh, creación divina, despiértame para que alabe a nuestro Señor y Creador! Todo es vanidad, excepto alabar a Dios. En esto residen el honor, la felicidad, el provecho, el gozo, la auténtica delicia y la salvación. Jesús, que nunca te abandone. Ojalá que también otros te encuentren. Soy siervo de los siervos. Te serviré, Señor, en mis hermanos, con máxima humildad. Señora mía, Madre mía, Virgen santísima, intercede por mí. Mi corazón está en el Corazón de Jesús. Las aves con todas sus fuerzas alaben al Señor, porque yo no sé hacerlo con las mías. Soy el último, el peor, y aún peor. Gracias, Señor. Si hago algo para el Señor infinito trataré de hacerlo perfectamente, porque El es el mejor, el altísimo. Te pido que me ayudes. Señor, date prisa en socorrerme (Sal 39, 14). Bajo tu amparo me acojo, santa Madre de Dios. 13 de mayo ¡Oh, Dios que se haga tu voluntad! Que por siempre viva a oscuras. Tú, eres mi gloria. Por ti voy a orar a Jesús en el altar. Por ti adoraré a la Santísima Trinidad adonde quieras. Ojalá que te tenga, Señor. El cielo es mi riqueza, en él habitaré. Mi corazón está en el cielo, con Jesús. Voy a combatir por la Virgen María como ella, con humildad y suavidad. Jesús, que te conozca, que me conozca. ¡Oh, qué miserable soy! Que viva por siempre como un desconocido. Que me haga necio por mi Señor. Que sea amable. Que nunca sea peso para mi hermano. ¿Qué tengo en el cielo y qué en la Tierra? En todas partes está Jesús, mi Dios y mi Señor, mi Creador, mi Salvador, mi Padre. Jesús es todo para mí. Jesús dulcísimo y suavísimo. Jesús, despreciaré todo por ti. Jesús, todo te va a alabar. Yo te conoceré. Permíteme que por este conocimiento te alabe y te ame y llegue directamente a mi morada en el cielo. 20 de mayo No tomen nada para el camino (Lc 9, 3). Lávame Señor (Sal 50, 4). Amplius, amplius. Preferiré compararme con los que por causa de las debilidades fueron despreciados; éste soy yo; peor que ellos. Esto es bueno para mí. Es una verdad, ¿por qué, entonces, me entristezco? Los pensamientos maliciosos sean como impuros para mí. Sea alabada la santa cruz. Jesús mío, Tú eres para mí. Mi alimento es la humillación. Te doy gracias, Trinidad Santa. Soy la nada del infierno. Siento que soy el más indigno de tus servidores. Voy a ponerme del lado de los que van a ser reprendidos. Mucho mal, mucho escándalo por mi causa.

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Espíritu Santo: ilumina mi mente, dame la sabiduría de los santos, para que pueda alabarte a pesar de mis debilidades y malas costumbres. Elegiré lo que es de tu voluntad y no lo que gratifique mis sentidos. Tu voluntad es santísima. Cristo Jesús, permíteme hacer la santa mortificación del cuerpo. 21 de mayo ¿Qué he de hacer, Señor? Permíteme gozar de la verdadera mortificación de cuerpo y alma. Jesús haré todo para ti con alegría y bendición, para complacerte solamente a ti. Amplius, amplius. 24 de mayo Por todos los beneficios recibidos me ofrezco por entero. Cumpliré tu voluntad en agradecimiento por la dignidad sacerdotal. Mi alimento es cumplir la voluntad de mi Padre. En agradecimiento por el sacerdocio recibido rezaré cada día un padrenuestro, un avemaría y un gloria y Dios mío, ven en mi auxilio. 25 de mayo Dios está conmigo, un pecador indigno. Lo llevaré en mi corazón con la más grande devoción. Señor, cuando me venza la adversidad auxíliame, a mí, el peor, para que nunca me olvide de ti. Padre amado, dame la perseverancia. Tú no me abandonarás. 29 de mayo Voy a anunciar la muerte del Señor en mis obras durante toda la vida. Haré lo que le complace a mi Dios y no lo que me plazca a mí. Para morir con Cristo moriré al mundo. Fue bueno para mí que me humillaras. Amplius. Ojalá que no te ofenda amor mío, amado mío, Jesús crucificado. Inmaculado Corazón de María, auxíliame, para que me asemeje a ti lleno de amor de Dios, tomado y colmado por Jesús. Ojalá desarraigue para siempre la inclinación a los placeres de este mundo y la vanidad. 1° de junio Tú eres un don indecible, ¡oh, Jesús! Confórtame en mi propósito de venerar a tu Madre inmaculada, la Virgen María. Que sea necio por causa de Jesús. Te amaré con todo mi corazón, Señor, porque eres gracia indecible. Enséñame a conocer quién eres Tú y quién soy yo. Enséñame, porque nada soy y menos que nada. Te adoraré en toda la creación. Porque Tú eres mi alimento y mi bebida, no conoceré hambre ni sed. A ti, la gloria y la alabanza, siempre y en todas partes. Todo para tu gloria y verdaderamente para la mayor gloria.

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3 de junio Lo que hago y es imperfecto, que sea poco, y lo que hago con amor de Dios que sea excelente y en abundancia. ¿Qué quieres que piense, diga y haga? En Jesús tengo la vida eterna. El es la vida. Por eso habitaré en El con mis pensamientos y mis obras. Leeré la Sagrada Escritura antes que otros libros y haré que la gente la lea también. Todo, en fin, por Jesús. Jesús, auxíliame. 5 de junio Cada palabra la he de pronunciar con el mayor cuidado, porque hablo con Dios. Cuando sufra el mayor dolor dame, Señor, la gracia de sufrirlo pacientemente. Todo te alabe Señor, porque eres mi alimento diario. No tengo la menor duda de que nada es para la vida terrenal y todo para Jesús. 9 de junio Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros. Te serviré, Virgen santísima. A la tarde me impondré una amarga penitencia por mis pecados como la que Sadday impuso a Mará (Rt 1, 20). Pero me es grata esa amargura. Elegiré lo que sea contrario a mi inclinación natural. Jesús y María, mis tesoros. 10 de junio Madre purísima, dame pureza de corazón para que pueda adorar y alabar solamente a Dios. Anhelo tener un corazón sin mácula. 12 de junio Todo lo que no hacemos de acuerdo con lo que creemos, es pecado (Rm 14, 23). Siempre tendré presentes a Jesús y a María y les serviré fielmente. Madre poderosa y clemente: eres digna de toda gloria. Por lo tanto, todo lo examinaré a la luz de la fe. Hasta los movimientos de mis manos los animaré por la fe. Que se haga la voluntad del Padre celestial, por la que aceptaré todo. Cuando más dificultades sufra, más contento estaré. Todo es fácil cuando lo hago para mi dulce Jesús y por mi amada María. Amplius. 15 de junio Habla, Señor, que tu siervo escucha (1 S 3, 9). María, casa de oro en que yo, la nada del infierno y crucificado por Cristo, arda con el fuego del amor.

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Yo, siervo de todos, doy gracias a Dios por la mortificación del cuerpo. ¿Qué le ofreceré a mi Cristo que viene al encuentro conmigo? ¡Salve, cruz santísima, que seas la más dulce para mí! Quiero entregarme por entero al amor de Dios, porque Jesús por entero se sacrificó por mí. Mi corazón lo tendré puesto siempre en el Corazón de Jesús y en el de María. Criaturas todas, ayúdenme a alabar al Señor, mi Dios. Dame, Señor, la sabiduría para descubrir tus obras. 17 de junio Reina de los mártires, ruega por nosotros. Dame, Señor, la santa paciencia. Mi alimento es el cumplimiento de la voluntad del Altísimo. Que se haga su santa voluntad. Tan cerca de mí estás Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento, como creo que también estás en mí, que soy tan pobre. En la Eucaristía pondré siempre mi pensamiento y mi amor. Deseo solamente a mi Jesús, y a nadie más. Antes de dar un paso le pediré consejo. Diré solamente lo que Jesús me permita. Si Jesús ama con infinito amor a toda criatura, ¿por qué yo no voy a apreciarla, como corresponde? En cada persona te adoro, Jesús. Lo que es más amargo, es mejor, porque es para la mayor gloria de Dios y el más abundante premio para mí. 19 de junio Y dejándolo todo, le siguieron (Lc 5, 11). Jesús será mi delicia, mi anhelo y mi esperanza, mi honor y mi gloria. En El habitaré siempre. A El le hablaré. En El pensaré. Por Jesús haré todo. Deberán odiarme y despreciar aún más mi persona, porque soy la nada del infierno. ¡Jesús, enmienda el mal que he cometido y que escandaliza! Soy pecador, por eso merezco desprecio y castigo. 22 de junio En la duda primero te preguntaré a ti, Señor, sobre todo antes de recibir alimento. Anhelo que Tú mismo seas mi delicia. En ti mismo descansaré. 27 de junio Pon, Señor, en mi boca un centinela, un vigía a la puerta de mis labios (Sal 140, 3). Soy polvo y ceniza. ¡Fuera, padre de la mentira! Perseveraré en la oración con el más grande fervor, Dios y Señor, para que, presuroso, corra en ayuda de mi prójimo. Porque soy polvo, soy el peor e indigno de tan grandes gracias. ¡Tantos escándalos y los sigo cometiendo por mis propias flaquezas! Dame sabiduría, Señor. Dame, también, la fuerza y el fuego de tu amor, aviva mi fervor. Que me vuelva necio por ti, Señor. Que enmiende los escándalos. Déjame abrazar la cruz con amor. ¡Oh, santa mortificación del cuerpo! Por mi soberbia me parezco al demonio.

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San Miguel, intercede por mí. Angel de mi guarda, ora por mí. ¿Cuándo dejaré de entristecerte? ¡Oh, Jesús, María! Jesús, María. Jesús María. Jesús María. Jesús y María. 3 de julio17 Come con educación lo que te pongan delante (Si 31, 16), moderando de vez en cuando el apetito18. Vos me

habéis enseñado que me acerque a tomar los alimentos cual si fueran medicamentos19. Han de consumir como si estuvieran ante el rostro de Dios, como si Cristo fuera partícipe de sus banquetes20. No como servidores

del estómago, sino como deben hacerlo dignos siervos de Dios21. Los justos se alegran alborozados ante Dios, y saltan de alegría (Sal 67, 4). Ojalá recuerde cómo Jesús ha comido con los apóstoles; cómo El en el Santísimo Sacramento, a nosotros, indignos, nos alimenta con su Cuerpo. En la duda, elegiré aquello que no despierte mi apetito. Jesús mío, misericordia. Emprenderé las mayores obras no apresuradamente sino después de una profunda deliberación. Amplius, amplius. Fue bueno para mí que me humillaras. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amplius, amplius, incluso el infierno. Estos son los alimentos y bebidas que más prefiero. Mas ¿cuándo, Señor, me concederás la gracia de que no hable de mí mismo? 6 de julio Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, ¡pues lo somos! (1 J 3, 1). Señor, que me convierta en necio con tal de que se haga tu voluntad. Concédeme tu sabiduría y la de los santos. Reflexionaré cada palabra antes de decirla. Todo para la gloria de Dios. Antes de un sermón me reconoceré el peor de todos. Recibí muchos dones. Nací de nuevo después de haber recibido el perdón de mis pecados y prometí servir a Dios de todo corazón. ¡Oh, yo, el más miserable de los hijos vivientes! Concédeme un discernimiento correcto. Dame un espíritu sencillo como el de la paloma, para que te conozca y me conozca. Practicaré el silencio y sólo comeré un poco de pan. Todo para todos. Enséñame, Señor, a ser moderado. Libre del pecado y entregado al servicio a Dios (Rm 6, 22), me haré su hijo. 7 de julio 17 Las observaciones sobre las comidas encuentran su explicación después del 3 de julio, que era un sábado, día dedicado por Bronislao al ayuno. 18 San Clemente de Alejandría. 19 San Agustín, Confesiones, Libro 10, Cap. 31; 44. 20 San Juan Crisóstomo. 21 San Basilio.

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¡Oh, yo, la nada del infierno! En los pecados ocultos está mi condena, y por ellos tantas veces la merecí. Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy (1 Co 15, 10), que es una gracia inconmensurable. Porque tanto me han perdonado es que tanto debo amar. 10 de julio Así predicamos el Evangelio, no buscando agradar a los hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones (1 Ts 2, 4). Cumpliré la voluntad de Dios y mis obligaciones con el mayor cuidado. Dame espíritu de fervor para las obras, dame la santa mortificación del cuerpo. Soportaré habladurías y desprecios para vencer mi vanidad. Anhelo y busco la alegría en tiempo de tribulación y desgracia. No voy a complacer mi mente con las cosas de este mundo. ¡Salve, santa cruz, deseada desde hace mucho tiempo! Amén, Jesús. 13 de julio En efecto, todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios (Rm 8, 14). Siempre tendré dirigidos los ojos hacia Jesús; en El tengo mi riqueza, mi delicia, mi camino, mi sabiduría, mi ejemplo. Todo lo encontraré en El. Antes de leer un texto profano doblaré mis rodillas, oraré a mi Dios y avivaré mi recta intención. Fuera de Jesús no hay otra delicia. Auxíliame. Dirigiré mis pensamientos según la voluntad divina. 15 de julio Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal. Dios todopoderoso. Dios, bondad suprema. Ante cada persona te proclamaré humildemente y me subordinaré a todos. 17 de julio Jesús crucificado, crucifica mi corazón. Castigaré cada pecado durante el examen de conciencia o meditación. ¡Oh, yo, el más miserable de todos! Tal seré por mis obras. Seré coherente en los pensamientos y en las obras. No quiero pecar. Jesús, humildísimo, permíteme despreciarme a mí mismo. Amaré la humillación. Yo, la nada del infierno. 19 de julio Cada prójimo y yo somos morada de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo. Respetaré mi cuerpo, al prójimo y, sobre todo, a las almas piadosas. Jesús lavó los pies, Jesús se humilló, ¿y yo?

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20 de julio Así, pues, el que crea estar en pie, mire que no caiga (1 Co 10, 12). Soy pecador. ¡Tantas veces pequé! Personas mejores que yo me rodean. Me humillaré. Voy a comer frugal y despaciosamente, y muy poco pan. Soportaré mansamente las tribulaciones y las amarguras. En Jesús tengo mi seguro descanso. Siempre tendré la voluntad de Dios ante mis ojos. La acepto porque así lo desea Jesús. Gloria al Padre y salvación a los pecadores. Donde está tu tesoro, ahí estará también tu corazón (Lc 12, 34). Jesús es mi tesoro y está en el cielo y en el Santísimo Sacramento. 21 de julio Jesús es mío. En El pongo mi corazón en cada instante. En El me refugiaré en cada tentación. Jesús, dame la gracia de amarte cada vez más. 22 de julio Jesús lloró sobre mí; por eso yo también lloraré y lo amaré con toda mi alma. 23 de julio Señor, no apartes tu mano de mí (Sal 73,11). Amaré a Jesús y en El a cada persona. Jesús, permíteme amar tu cruz. Que se haga en mí tu voluntad. Tú eres mi delicia. Tu voluntad es mi alimento. 31 de julio Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Soy sordo a las inspiraciones de Dios. Soy mudo, porque no lo alabo. Corro tras las vanidades y mi mente se deja llevar por naderías. Jesús, sáname, limpia mis oídos con el fuego del Espíritu Santo; desata mi lengua para que te alabe (Lc 1, 64). Me humillaré sin cesar, porque soy sordo, mudo y ciego y sólo la gracia de Dios me sostiene. Que crezca conociéndome a mí y a ti. Que me conozca, que te conozca. La mejor ganancia es crecer en humildad. Las humillaciones y los agravios son el mejor alimento para mí. Jesús, dame la gracia del ánimo para soportarlos. ¿Soy acaso humilde? Seré prudente antes de alabar a alguien. No halagar pero tampoco ofender. Amaré a todos sinceramente. Déjame, Señor, sentir de todo corazón que soy el más pequeño de todos. Yo nada soy, y solamente la gracia de Dios actúa en mí. Soy menos que nada. Entonces ¿por qué mi espíritu se rebela cuando me agravian? No hay aquí

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ningún agravio injusto para mí. Soy la nada del infierno. Allí recibiera dignidad y gloria. Sin embargo, aquí la gente es clemente e indulgente conmigo. Jesús, abre mis ojos para que, resignada y merecidamente, sufra el desprecio. Debo extirpar la pereza espiritual. 2 de agosto ¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? (Mt 26, 40). Fui nada. Luego, en un tiempo, sin mérito alguno, llegué a ser persona: me volví pecador y caí en la nada; peor aún. ¿De qué me puedo enorgullecer? ¿Recibí algo? ¿De qué soy dueño? Dios omnipotente me ha creado, ha tenido compasión de mí y miles de veces me ha perdonado. Me ha elegido para sacerdote. ¿Cuándo he sido digno de todo esto? ¿Qué le daré al Señor a cambio? Me diré siempre: fui nada, nada soy por mí mismo y todo en mí lo hace Dios. Estaría atado al pecado, y tal vez en el infierno, si no fuera por Dios. Todas las tardes meditaré sobre esto con Jesús en el Huerto de los Olivos. Confío en ti, Jesús, que me das la gracia y la fuerza de oración. 3 de agosto Por ser servidor de la Buena Nueva Dios me ha ennoblecido. Por eso con Jesucristo crucificado trabajaré duramente, lo llevaré en mi corazón y lo proclamaré. ¡Qué grande es mi dignidad! ¿Qué podré ofrecerte, Jesús? Me esconderé, así como Tú lo hiciste en el Santísimo Sacramento. Deseo ser el último, el más pequeño. Que me desprecie la gente. En esto encontraré gloria. Jesús, por tu santa cruz, gracias por mi vida que no es digna de ti. 7 de agosto Dije, digo y diré: buscaré a Jesús. Si lo encuentro y lo poseo, todo lo demás se volverá barro. ¿Por qué desfallezco ahora y me siento tan azorado? (Sal 43, 5). ¿Por qué estás contenta alma mía? ¿Será por Jesús? No sufriré y nada diré si me desprecian. No diré nada inconveniente del otro a menos que me lo exija a quien le corresponda saberlo. Jesús, aleja de mí la dureza. Crucificaré esos pensamientos. Soy el peor, nada, menos que nada. Me gloriaré solamente en Jesús, por El y con El. ¡Jesús, auxíliame! Mi fin inmediato es el servicio a Dios en la pureza de corazón y santidad y mi propósito último es llegar a la vida en el reino de Dios22. Ahora, en cambio, ustedes han sido liberados del pecado y sirven a Dios (Rm 6, 22-23). Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado todavía lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a El, porque lo veremos tal cual es (1 J 3, 2-3). Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? (Mt 16, 26). 22 San Juan Casiano, Conferencias.

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Nos hicisteis para vos, y nuestro corazón anda desasosegado hasta que descanse en vos23. Sacó a su pueblo con alegría, a sus elegidos en medio del júbilo. Les dio la tierra de los paganos, les dio por herencia los bienes de los pueblos (Sal 104, 43-44). Por eso volveré a tomar mi trigo a su tiempo y mi vino en la vendimia, retiraré mi lana y mi lino con que cubría su desnudez (Os 2, 11). El pecado es el mayor obstáculo para ese fin. 11 de agosto El número de los pecados que pesan sobre mí es infinito, como la arena del mar. Pero un solo grano es como la piedra del molino y parece inmovilizarme. ¡Oh, indecible paciencia de Dios! Volví a mis propios vómitos, como un perro; retorné al barro como un cerdo lavado. Que todos me desprecien, porque me lo merezco. Yo, imagen de Dios, me parezco a las bestias mudas (Sal 48, 13). 12 de agosto Nadie es bueno, sino sólo Dios (Lc 18, 19). Soy débil y mi espíritu está afligido. Soy la más miserable de todas las criaturas, y todas las naciones son como nada ante Dios (Is 40, 17), a quien yo serviré de todo corazón en lágrimas y conmoción. Rezaré el breviario con máxima atención. Cada día oraré por N..., y mis buenas obras las ofreceré por los difuntos para que ellos intercedan por N... . Mi delicia es Jesús y no los alimentos ni las bebidas. 14 de agosto ¡Oh, bondad infinita! Todo el corazón y el amor debo elevarlos a Dios. Fuera de El todo me parece nada. El es omnipotente, todopoderoso, mi creador, defensor, redentor, administrador, pastor, médico, salvador y santificador. El siempre acude en mi auxilio. ¿Por qué me ama tanto? ¿Desde cuándo lo merezco? Todo lo he recibido gratuitamente, todo para este enemigo del Señor. Sol y estrellas ¿por qué alumbran a este enemigo del Señor? ¡Tierra!, ¿por qué no me tragas? Merezco nuevos tormentos y sufrimientos. ¡Oh, mi necedad! ¿Qué mejor cosa puedo darle al Señor? ¿Qué le ofreceré? Conoceré mi necedad y me alegraré en tiempo de mi penitencia y cuando me desprecien. Mi corazón está en el cielo: allí tengo mi descanso y mi alegría, porque están mis seres más amados24. Señor, pesada es mi cruz, gimo y lloro, pero la llevaré porque ésa es tu voluntad. ¡Oh, Dios querido, bondad suprema!

23 San Agustín, Confesiones, Libro 1, Cap. 1. 1 24 En julio de 1862 murieron tres hermanas del padre Bronislao Markiewicz: Domicela, el 4 de julio (15 años); Paulina, el 29 de julio (23 años); Celestina, el 31 de julio (18 años).

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16 de agosto He pecado y torcido el derecho, pero Dios no me ha tratado según mi culpa (Jb 33, 27). No quiero ofender a la bondad infinita, antes preferiría ser condenado al infierno. Soportaré todo con paciencia. Dominaré la concupiscencia y me acercaré a la verdadera bondad. ¡Oh, Jesús y María, ojalá los ame con todas mis fuerzas! 17 de agosto La muerte fue prescrita una sola vez. Recibí a Cristo y por El haré todo. Auxíliame, Señor. Me humillaré hasta el fin. 18 de agosto La muerte es segura. Ahora mismo puedo morir, puedo perder los bienes de este mundo: felicidad, riqueza, placeres, honores... Las penas y el desprecio son mi anhelo. Jesús es mi meta. 19 de agosto En cada lugar me espera el desprecio y el juicio. El diablo me acusa siempre. Me complaceré en Jesús durante mis largas y profundas meditaciones. 20 de agosto Santa María, ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. San Bernardo, intercede por mí para que me alimente ascéticamente. Santa Teresa, ruega por mí, para que siempre, y en todas partes, elija lo que es mejor. San Juan Berchmans, san Francisco Salesio, santo Tomás, procuren para mí la gracia de hacer todo lo más perfectamente posible. Para que ame la oración. Jesús, María. 23 de agosto Señor ¿qué quieres que haga ante los enemigos que me atacan? Recuerdo el salmo 34, 5: Sean como paja ante el viento, acosados por el ángel del Señor. Pero yo también, como ellos, dejo que la vanidad y la concupiscencia me sacudan en el mismo momento que busco refrenarlas con el sufrimiento. Deseo hacer todo perfectamente para mi Dios, porque del barro me hizo a su imagen y me elevó al sacerdocio.

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24 de agosto Soy polvo que lleva el viento. Hago tanto como los difuntos si se levantasen. Por eso siempre estaré en la presencia de Jesús. Puedo morir para el mundo y para todos. Purificaré mi intención en la sangre de Jesús, antes de cada acción. Así lo quiero, porque ésa es la voluntad de Dios; lo quiero porque así lo desea Jesús. 25 de agosto Mane thecel phares. En el día del juicio ¿para quién serán mis inconclusas obras que serán contadas, pesadas y repartidas; el cuerpo que caerá en la corrupción y el alma que irá al encuentro con Dios? Todo para Dios. 26 de agosto Señor, permíteme alegrarme con el juicio que viene. ¿Qué gano con la eternidad? Que la gente me condene. Someteré el cuerpo al alma, porque un día me presentaré ante el rostro de Dios. 30 de agosto Serviré a los ángeles del Señor y a los hombres redimidos con la preciosísima sangre de nuestro Señor que los ama. Ellos me besan las manos, a mí, indigno. Haré todo lo que pueda, y Tú, Señor, ilumíname y auxíliame, porque soy la máxima debilidad. 1° de septiembre ¡Oh, Jesús mi delicia! Amplius hasta la muerte. Estaré siempre en la presencia del Señor. ¿Quién es peor que yo? ¿Quién merece tanto desprecio como yo? Merecí el infierno y en este mismo momento podría pecar si no fuera por la gracia de Dios. Por Cristo voy a ser obediente a cada persona. San Luis Gonzaga es mi protector. 15 de septiembre Dios es todo para mí. Soy el peor de todos. En Dios encuentro gozo. La amargura de este mundo será el alimento, la bebida y la bondad que anhelo más. Permíteme, Jesús, habitar y descansar en tu Corazón, y estar verdaderamente sereno hasta en medio de las tormentas de la pasión. Que nunca prevalezca mi voluntad. 16 de septiembre Merecí el infierno. Jesús líbrame, auxíliame. Ahora, que es llegado el tiempo, amaré.

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21 de septiembre Quedaré en paz con todos. Si vuelvo al mal sólo me espera el infierno. Jesús te amaré. Buscaré toda amargura. Seré humillado hasta la muerte. Soy el peor. Merecí toda clase de aversiones, humillaciones y odios, porque cometí actos que escandalizaron a mis hermanos en Cristo, porque pequé tantas veces. Recibiré a los pequeños y les daré mi tiempo, que no será en vano porque ellos son como los ángeles de la Tierra y me harán conocer la inocencia, la sencillez y la humildad. ¡Que sea manso y humilde! 6 de octubre Cuidaré mis pensamientos. Dirigiré todo a Jesús porque todo lo recibí de El gratuitamente. No hablaré de mí ni de mis asuntos. 10 de octubre Estén alertas, no sea que se endurezcan sus corazones en los vicios, borracheras y preocupaciones de la vida y, de repente, los sorprenda este día (Lc 21, 34). Cuando uno, con esfuerzo, practica una virtud, el desagrado pasa y la virtud queda, pero de un placer vergonzoso el placer pasa y la vergüenza queda. Si no quieres que esta torpe concupiscencia te domine, acuérdate de que la carne, para engañarnos, habla con la voz de la naturaleza y así nos conquista más fácilmente y parece exigir una satisfacción merecida y decente. Dios ilumina el espíritu, el espíritu la mente y la mente a los sentidos. 11 de octubre Seré limpio en el alma, santo, sin mancha, irradiando una luz de pureza e inmaculado. En Jesús encontraré la santidad y en El estaré siempre. En su sangre lavaré mis manchas. En los sacramentos seré lavado y quedaré más blanco que la nieve (Sal 50, 9). Con las virtudes de castidad, humildad y amor edificaré en mí una casa para Dios. La humildad, es decir, la confesión frecuente será la base; el amor será la mezcla que fragua; Jesús Eucaristía será el arquitecto a quien siempre volveré; las fuerzas constructoras serán la mente y la voluntad; la Virgen María será la estrella de la noche, auxiliadora, sostén y vida de todos, esperanza, confianza, consuelo y dulzura. Ella será el modelo de perfección al que tendré siempre presente ante mis ojos. 12 de octubre La Virgen María, mi Madre, me escucha con cariño y alegría. Ningún familiar, ningún amigo me ama de este modo. En la desgracia, en la duda, en la tristeza y en la tentación, acudiré a ella, refugio de los pecadores.

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28 de octubre Pásenme pasteles de pasas. Reanímenme con manzanas porque estoy enferma de amor (Ct 2, 5). Señor, o morir o padecer25. Hijas de Jerusalén, les ruego por las gacelas…que no despierten ni molesten a mi amor, hasta cuando quiera (Ct 2, 7). Crea en mí, oh Dios, un corazón puro (Sal 50, 12). Mortificando la carne venceré lo que exigen mis sentidos. Alejaré mi corazón de los honores practicando la humildad. No me ataré a los lazos familiares. Someteré mi voluntad a la de los superiores. Buscaré en todo a Dios, y le confiaré mi naturaleza, mis inclinaciones y mis esfuerzos en medio de esta renuncia. Jesús llena mi corazón, porque El es su dueño. 8 de noviembre Primeramente recibiré el alimento espiritual que me confortará para dominar mi cuerpo. En cuanto a la gula tendré en cuenta lo prescripto: la cantidad, la calidad, el modo, el tiempo y lugar. No exageres en el banquete. Comprende el comportamiento de tu prójimo mirándote a ti mismo. Come con educación para que no te rechacen (Si 31, 14-16). Sé primero en dejar de comer, por buena educación, y no seas insaciable, para no chocar (Si 31, 17). A estómago sobrio, sueño saludable; uno se levanta temprano y está bien despierto. Sé moderado en todas tus acciones y nunca caerás enfermo (Si 31, 20). La embriaguez enfurece al necio hasta el escándalo, disminuye sus fuerzas y le provoca heridas (Si 31, 30). 15 de noviembre Daré al necesitado lo que me pida, si lo tengo, no para sacármelo de encima sino por amor; me interesaré por su vida y, si está a mi alcance, lo encaminaré hacia la penitencia. Al pecador lo corregiré. Yo soy el culpable cuando la gente no cumple los compromisos que tiene para conmigo. Recordaré esto y procuraré enmendar los errores cometidos, que fueron ocasión de escándalo. La vestimenta eclesiástica, la sotana o hábito, es lo más indispensable y con respecto a los zapatos un par en verano y uno en invierno son más que suficientes. Jesús vive en mí. Aquí seré amable y hospitalario. Hace tiempo debería estar en la tumba y en el infierno. Jesús, ayúdame. Virgen María, ven en mi auxilio. 16 de noviembre Tres o más veces por semana voy a prepararme para la catequesis y todos los días leeré algo que inspire mis sermones. Antes de confesar me nutriré del pensamiento de san

25 Santa Teresa de Jesús, El libro de la vida, Cap. 40, 20.

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Alfonso de Ligorio26. Trataré de que la buena intención preceda al obrar. Aceptaré lo que es contrario a mi voluntad. Voy a estudiar con la mayor dedicación para encontrar solaz y satisfacer mi sed de conocimiento. Haré examen de conciencia de todos mis actos.

26 Se refiere a La práctica del confesor.

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Hay solamente tres páginas manuscritas que dejó el padre Bronislao en este año mientras cumplía los compromisos en la catedral de Premislo, a la que fue destinado como vicario en febrero. Su traslado, en medio del año escolar, fue para él un reconocimiento personal y le dio más oportunidades en el servicio apostólico en esa ciudad, hoy en día fronteriza con Ucrania. Pero aún en esas pocas líneas trasluce su profunda vida interior y el enorme deseo de lograr la mayor perfección por medio de los consejos evangélicos. Testimonios de otros sacerdotes dan cuenta de que Markiewicz practicaba penitencias, como dormir sobre una tabla y usar cinturón de mortificación, entre otras, para revestirse del “hombre nuevo”. Estas prácticas pierden brutalidad sólo cuando son llevadas a cabo por amor a Dios como doloroso medio de purificación. El intenso servicio pastoral en la parroquia y en una cárcel, de la que fue capellán, le ocupaban todo el tiempo. A las 5, no bien despuntaba el día, ya empezaba a confesar, porque él creía que así era como la voz del buen pastor y daba oportunidades para que los fieles fueran perdonados de sus culpas27. El otro sacramento que celebraba con suma devoción era la Eucaristía, a la cual llamaba “tesoro y delicia de la Iglesia”. Sólo después de haber cumplido con sus obligaciones, de vuelta en casa, daba gracias a Dios por el día vivido.

27 Michułka, Valentín, Ks. Bronisław Markiewicz, Veritas, 1959, Londres, pág. 39.

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10 de febrero Jesús Eucaristía es mi delicia, mi señor, mi Dios y mi tesoro. Jesús es todo para mí. De mañana y de tarde tomaré un poco de leche con pan enmantecado, excepto cuando reciba huéspedes, a quienes atenderé cordialmente, pero sin entrar en ociosas conversaciones. 13 de mayo Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). 17 de junio Dios es Amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios (1 J 4, 16). 2 de septiembre Jesús me ha enviado a anunciar el reino de Dios (Lc 9, 2). Nada quiero poseer sino a Cristo y a éste crucificado y anunciar el Evangelio a los pobres con la unción que se merece la palabra de Dios. Si vuelvo de la aldea a la medianoche pasaré el tiempo meditando hasta la madrugada. Antes de la medianoche puedo, también, aprovechar para preparar el sermón que daré en la ciudad, donde hay más gente mayor que en la aldea. Cada día, según mi regla, voy a leer libros durante 15 minutos. A las 21:45 haré una preparación remota para la meditación de las 4 horas, al levantarme. Así podré combatir mi pereza espiritual. A mediodía haré un examen de conciencia particular. Comeré sólo lo necesario, una vez al día según mi norma; de mañana tomaré solamente leche y una pequeña porción de pan; de noche, nada. A los mendigos no los despediré sin darles una limosna. Recibiré a los huéspedes y no escatimaré dinero para las visitas. Nada haré en vano; cada palabra, cada acto, para la mayor gloria de Dios. Procuraré hacer lo que me parezca mejor. Rechazaré todo tipo de pereza. Prefiero morir antes que pecar. Amaré a Jesús con el amor de la Virgen María, y a María con el amor de Jesús. Por la fe y no por la razón llegamos a aceptar las verdades de Dios. La primera obligación de un discípulo de Jesús es someter la razón a la obediencia de la fe. Pero la razón nos predispone a esta obediencia. Sin la razón que, por supuesto, tiene sus límites, es imposible tener fe. Ella es un don de Dios y un rayo, que nos es dado y nos ha de servir para abrirnos el camino hacia la fe; y cuando se desvía del camino recto, vaga y se pierde en las oscuridades del error y de la incredulidad28.

28 Massillon, Juan Bautista, obispo de Clermont, famoso por su elocuencia.

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1871

Los pocos apuntes que escribió el padre Bronislao Markiewicz son del recogimiento de cuatro días en Łańcut (20 al 24 de marzo) y de otros cuatro en Stara Wieś (29 de agosto al 2 de

septiembre), lugares donde los jesuitas tuvieron sus casas religiosas. Vemos el efecto de las conferencias cuando menciona que querría imitar a san Francisco de Borja, un jesuita. Luego en el libro Sobre la elocuencia predicadora le dedica a este santo más espacio y después en “Templanza y Trabajo” (N° 10, 1902) lo ubica entre los grandes santos a los que llama “nuestras estrellas guías”. Al terminar los ejercicios espirituales, acompañado por el maestro de novicios de Stara Wieś, Enrique Jackowski, hizo el camino de regreso a Premislo. ¿Será en ese viaje que Markiewicz eligió al padre Enrique como su director espiritual? Bronislao trabaja para la mayor gloria de Dios que le impone una continua dación de sí mismo y un asemejarse a El por medio de la confesión frecuente, los días de espiritualidad y prácticas de la templanza; por la discreción y el respeto hacia los demás y por poseer la humildad en tercer grado. En su apostolado responde al llamado que venía de los pueblos cercanos de Premislo, donde no había escuelas y donde los chicos desocupados pasaban la mayor parte del tiempo en los extensos prados suburbanos. Para este joven sacerdote era un desafío ocuparse de ellos y darles la catequesis. Allí, pues, les enseñaba las oraciones y les explicaba qué era el pecado e intentaba llevarlos por el recto camino. En una palabra: los encaminaba hacia Dios. El mismo recordó esas experiencias pastorales en Premislo, cuando escribió en una carta a uno de sus más cercanos colaboradores: “En Premislo trabajé dos veces con gran éxito. Allí todos me conocen. Visité cárceles, hospitales, cuarteles y casas particulares. Caminé sin cesar por once pueblos pertenecientes a la parroquia y celebré la liturgia en sus capillas e iglesias ortodoxas”. (Carta a Francisco Kołodziej, 4-X-1906.)

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1871 20 de marzo Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). La pereza es un pecado capital por el cual se rechaza el gozo que viene de Dios y se cae en la sensualidad, en el desenfreno y en la vanidad. Los remedios son: oración ferviente, examen de conciencia particular y firme propósito de enmienda con humilde confianza en el auxilio de Dios. Pidan y se les dará (Mt 7, 7). 21 de marzo No comprometeré mi accionar en nada que me ofrezca dudas. Leeré cautelosamente libros que parezcan tener poco valor. He de hacer una jornada espiritual el 25 de cada mes, con dos meditaciones por lo menos. Pues mi pecado yo bien lo conozco (Sal 50, 5), sobre todo los pecados que escandalizan. Mortificaré sin piedad mi cuerpo para recordar mis pecados y para que los escandalizados tengan la misericordia de Jesús. Deseo imitar a san Francisco de Borja. Yo, un pecador con múltiples hechos escandalosos, dañé a muchas almas. Lo que soy ahora es por la gracia de Dios; lo que hago ahora, lo hago gracias a El, porque por mí vienen solamente el mal y el pecado. De todo corazón quiero actuar perfectamente, con confianza en Dios, diciendo siempre: por mí nada, todo viene de Dios. Responderé a las preguntas con propiedad pero concisamente. Jesús, auxíliame. Preguntaré solamente lo que sea necesario; también escucharé cuanto haga falta. Mejor será cuando escuche más de lo que hable, y aplicaré esta regla para la confesión. Amplius. Considero un bien ser humillado (Sal 118, 71). Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amplius, amplius hasta la muerte. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito (Mt 11, 26). 24 de marzo La paz interior, el equilibrio del carácter y la dulzura permanente son las virtudes que debo practicar contra el abatimiento. Me dominaré para no mostrar cambios de humor y para no ser impaciente. Aunque la tormenta azote el corazón, por fuera reinará la paz; aunque las pasiones estén al rojo vivo, hablaré tranquilamente; y la boca deberá callar cuando pareciera querer gritar. San Luis Gonzaga es mi protector. 31 de agosto Lo tengo bien merecido. La mansedumbre. Para fortalecerme espiritualmente acudiré a la confesión ordinaria. Señor, date prisa en socorrerme.

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1° de septiembre Cumplir las reglas de san Ignacio que se refieren a la alimentación apropiada. Si me embargan sentimientos confusos durante la meditación, entonces me propondré practicar la virtud que más me cuesta, contra la cual aparecen más tentaciones. Cuando el hierro está al rojo vivo, entonces hay que trabajarlo. Volver al propósito una y otra vez hasta que sea firme. Cuando más sea así, mejor será. Continuamente invocaré al Señor: Señor, date prisa en socorrerme, no apartes tu mano de mí; ¡Oh, Jesús y María! Siempre estaré en el Corazón de Jesús, en el cual pondré cada respiro, mirada, palabra, movimiento y obra. Todo por Jesucristo. El que está más recogido y unido a Cristo, éste es más justo, tiene más méritos ante el Señor, hará más obras y por él Dios será más glorificado en la Tierra y en el cielo. Procuraré sólo tener presente a Dios, estar en recogimiento y buscar la unión con Cristo. Solamente por Jesús una ofrenda es grata a Dios. Solamente en unión con Cristo podemos agradar a Dios. Me recogeré en el Señor, en el Corazón de Jesús y en la permanente oración. La santa cruz y Cristo crucificado estarán ante mis ojos. En la mesa recordaré la sed de Jesús, cómo El tomó el vinagre. En el descanso, cómo la cruz fue su cama. Antes de iniciar una lectura preguntaré a Dios si es su voluntad que la haga. Mortificaré y contendré mi curiosidad. En cada situación buscaré o por lo menos desearé la cruz. Lo que es más amargo para mí agrada más a Dios, bondad suprema, y es por eso que cumpliré su voluntad y llevaré la cruz diariamente, porque ha hecho en mi favor cosas grandes (Lc 1, 49). Abrazo con alegría la santa cruz. La mortificación del cuerpo asegura una vida santa. Jesús pobre, humillado, obediente y crucificado, es digno de ser buscado e imitado. 2 de septiembre Amaré la cruz. Haré siempre la meditación sobre la pasión de Jesús.

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1872

El retiro del 28 de agosto al 4 de septiembre el padre Markiewicz lo hizo, como de costumbre, en Stara Wieś. En las notas de este tiempo encontramos un horario de ejercicios piadosos, muchos propósitos de orar, de cumplir con el rezo del oficio divino y de hacer visitas al Santísimo Sacramento, entre otros. En este tiempo de reflexión toma muy en serio la posibilidad de trabajar en una escuela y anota sus vivencias al respecto. Constata que la escuela, a pesar de las clases de religión, no responde a las necesidades reales de la persona. Aparece su particular forma de anotar los propósitos del retiro con el fondo de una cruz dibujada. Cada propósito se refería a una herida de Cristo. Menciona también el cinturón y la flagelación, prácticas penitenciales a las que se sometía. En este año estalló una epidemia de cólera que azotó el país entero. En Premislo la muerte hacía su cosecha y el miedo se apoderó de todos. En los hospitales no había lugar y los profesionales no daban abasto con el excesivo trabajo. Conoció muy de cerca esta situación porque fue capellán de un hospital y de la cárcel. Una noche, cuando volvió de atender a los enfermos, le comentó al obispo lo que pensaba acerca de la epidemia: “Si diéramos de comer a la gente disminuiría la enfermedad”. Fue así que gracias a él, se formó un comité de ayuda que comenzó organizando una olla popular. El vicario de la catedral, en persona, visitaba a los enfermos, y no sólo les administraba los sacramentos, sino que limpiaba su casa, les preparaba la comida y los ayudaba en el aseo corporal porque en la mayoría de las casas se encontraban familias enteras postradas. Era tiempo de prueba y, a la vez, de misericordia. La gente, agradecida, lo llamó “el ángel consolador”. Este fue uno de los escenarios donde quedó palmariamente probada su capacidad para entregarse a los demás sin pensar en sí mismo. El otro, de no menor trascendencia, fue la cárcel. A los presos los llamaba “los más pequeños e infelices”. No todos eran culpables de su infortunio. La mayoría no conocía a Cristo ni había oído acerca de los diez mandamientos. “Un par de años fui amigo y garante de esos pobres y testigo de sus conversiones”, escribió después29. Como en Harta, los libros parroquiales de la catedral de Premislo testimonian, una vez más, su infatigable tarea y celo apostólico.

29Markiewicz, Bronisław, Tres palabras a los ancianos de la nación.

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1872 6 de marzo No morir, sino sufrir30 porque Dios es amor supremo. 28 de agosto Considero un bien ser humillado (Sal 118, 71). De todo corazón serviré a Dios y estaré pronto a la voz de su palabra sea para dulzura o amargura. Antes de la meditación me voy a humillar ante la majestad del Altísimo teniéndolo presente. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amplius, amplius, porque todo es para mi Jesús. ¡Salve, santa cruz, dulce sufrimiento para Jesús! 29 de agosto Me elegiste, Señor, de entre muchos, y yo soy gran pecador. He de tomarte en mis manos cada día, recibirte en mi corazón y alimentar a otros con tu Cuerpo. Me humillaré sin cesar. Me humillaré, me humillaré, y me regocijaré cuando venga sobre mí la humillación o la cruz. Cada mañana haré una meditación que comenzaré con un acto de contrición y de pureza como fue en tiempos de mi conversión. En aquel entonces dije que daría mi vida si conociera la verdad por un momento. Y ahora estoy tan cerca de Jesús, yo un miserable pecador. ¡Qué grande es mi miseria y qué infinita es la misericordia de Dios! Este abismo está marcado por mis pecados. Jesús no te enojes conmigo. Daría la vida con tal de evitar un pecado, aunque sea venial. 30 de agosto Deberé cumplir minuciosamente las reglas de san Ignacio referentes a la alimentación apropiada. Una vez al día comeré y, si es posible, prescindiré del desayuno. Soy indiferente a cómo, dónde y cuándo moriré, aunque fuera hoy. Soy indiferente a qué pasará con mi cuerpo pecador después de la muerte, aunque eso atemorice a los demás, con tal de que Tú, Señor Jesús, seas alabado; que me desprecien también después de la muerte. El mundo no es mío y hoy mismo puedo dejarlo. Nada me ata a él.

30 Lema de santa María Magdalena de Pazzi.

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31 de agosto Soy una herramienta muy débil, frágil, oxidada, pesada, casi inútil, pero una herramienta en tus manos, que es lo que importa. ¿Por qué, Jesús, me miraste? Tú me amas, Dios infinito. El Señor me hizo su hijo predilecto e inmaculado en el bautismo. Yo mismo me contaminé. Satanás me pisoteó varias veces, pero el Corazón de Jesús misericordioso me recibió y limpió muchas más. Y al limpiarme con la gracia abundante del sacerdocio me fortaleció y afirmó. ¡Oh, dulce Corazón de Jesús! Tú, por mí, estás coronado de espinas. ¡Ya basta de herirte con mis pecados! Ya que tu gracia es infinita, me entrego a tu plena disposición. ¡Destrúyeme! ¡Ponme en el último rincón!, lo tengo bien merecido. Rompe conmigo las rocas duras y las piedras, lo acepto porque quiero solamente lo que Tú deseas, Señor. Quiero así como Tú quieres, no deseo ni más ni menos, sino lo que es de tu voluntad. Tú quieres que el Padre celestial sea alabado por mí. ¡Qué bondad increíble! Tú deseas mi amor, mi corazón miserable y quieres alzarlo y llevarlo a tu Corazón. Tengo miedo, pero obedezco. Me pongo todo entero en tu Corazón divino, me entrego a ti para que Tú dispongas de mí; porque sé en quién tengo puesta mi fe (2 Tm 1, 12). Mi Jesús dulcísimo, siempre me consideraré tu inútil herramienta, ésa que los diablos pisotearon miles de veces y que, sin embargo, está en tu Corazón divino. Aunque me aniquiles, Señor, confiaré en ti y te serviré por siempre por tu gracia, porque por mí nada puedo. Te serviré, Rey soberano, según tu Corazón; siempre me humillaré; con valentía y silenciosamente enfrentaré las situaciones, porque todo es para ti, Señor omnipotente; te entregaré toda mi vida, debiéndote todo. Me abrigaré de amor con el servicio al prójimo y así podrán reconocer que soy tu discípulo. 1° de septiembre No soy digno de tener en mis manos al Señor, que por madre tuvo a la humilde e inmaculada Virgen María. No soy digno de llevar a Jesús, que cuidaba el humilde san José. ¡Qué bondad del Señor que permite que yo lo sirva! Por lo tanto, El quiere que imite las virtudes de la Virgen María y de san José. Ellos son santos y yo... Desde su trono de fuego el soberbio Satanás disemina sus cómplices por todo el mundo: por las ciudades, pueblos, casas, e incluso tienta a los que están ante el Santísimo Sacramento. Los tienta para entregarse a las riquezas y los placeres; para procurar fama, ser admirados y recibir honores, para que se amen a sí mismos y pongan el propio ego en lugar de Dios. Jesús, humilde Señor, desde su bajo trono enseña de otra manera. El llama a poseer espíritu humilde; a desear ser despreciado y a humillarse ante uno mismo. Jesús, no permitas que me separe de ti. Por la gracia del Corazón de mi Jesús, por la intercesión de su Madre María, haré una meditación diaria de una hora, con preparación en la tarde anterior, y el oficio matutino, siempre antes de la misa. Prefiero llegar tarde a la iglesia que omitir la meditación.

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Después de la misa haré acción de gracias durante diez minutos; la gente que me necesita puede esperar porque mi salvación está en primer lugar. Alrededor de las 11 o las 14 horas el examen de conciencia particular y el general al atardecer durante 15 minutos. No hablaré de mí ni bien ni mal. Seré natural. Para prestar libros, fijaré un día: por ejemplo, un miércoles. Todas mis oraciones y ejercicios piadosos serán la mayor mortificación, por encima de cualquier ayuno. Jesús: ya que me permitiste formular estos propósitos déjame cumplirlos. Solamente en ti tengo puesta mi esperanza, por la intercesión de la Virgen María, porque soy tu herramienta más débil. No puedo hacer nada de bueno por mí mismo, solamente cosas malas. En tu Corazón me refugio para siempre, porque Tú lo ordenas. Te estoy escuchando. 2 de septiembre No lloren por mí, lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos (Lc 23, 28). Lloraré primero por mis pecados con lo cual alegraré el Corazón de Jesús entristecido, y luego por los pecados de los hijos que engendré por el bautismo, el sacramento de la Penitencia, la proclamación de la palabra de Dios y la oración, en la cual intercedo por todo el mundo31. En la meditación matutina y examen de conciencia lloraré solamente por mí, por mis hijos espirituales y por Jesús. Por fin, lloraré con amor por el entristecido Corazón de mi Señor Jesús. No me dispensaré de estos ejercicios piadosos. Jesús y María, nuestra Madre, vengan en mi auxilio. Durante la misa hice el propósito de hacer los retiros anuales en Stara Wieś32. Hoy no pude meditar, sentí sequedad; también por estar enfermo recé negligentemente el rosario. Lo hice pero me invadía el pensamiento de hacer una consulta médica y no lo rechacé enseguida. Esos son los castigos por los deberes y asuntos mal cumplidos. Sin embargo, hice propósito de acordarme antes del sermón de que Jesús no hizo bajar el fuego sobre los samaritanos, quienes lo recibieron mal, y con Judas habló amablemente durante la última cena. Luego, en la cruz, oró por los perseguidores. Voy a reprender a otros con humildad, porque yo mismo caigo y debo cuidarme para no caer peor que ellos. Al final del sermón clamaré, apelaré y mandaré, audazmente, en el nombre de Jesús, quien tiene poder en la Tierra y en el cielo, usando expresiones como: les ordeno, los exhorto, los obligo, los condeno, los rechazo33. Una misión parroquial es la mayor misericordia de Dios para mis fieles. Oraré fervorosamente, celebraré la misa con todo mi corazón, miraré a Jesús en el Santísimo Sacramento con intención pura, libre de pecados veniales y con fe ferviente;

31 En una carta a monseñor Andrés Szeptycki, obispo de Premislo, el padre Bronislao Markiewicz escribe: “Desde el año 1863, cada día, después de comulgar, rezo por todas las naciones, especialmente por los pueblos hermanos del Norte” (Correspondencia del padre Bronislao Markiewicz, Carta 278, Buenos Aires, 1996). 32 En este pueblo el padre Markiewicz los hizo durante diez años. La última vez que estuvo allí fue en el año 1883. Luego con los redentoristas en Mościska, cerca de Premislo, y también durante su permanencia en Italia. De regreso de ese país, ya en Miejsce Piastowe, siempre mantuvo contacto con los jesuitas de Stara Wieś. 33 Este particular modo suyo de dar sermones lo recordaban los fieles de Miejsce Piastowe.

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tendré viva la presencia de Dios. Estoy listo, Señor, para toda clase de sequedad espiritual con tal de que no venga por mi culpa y que me des la gracia de sobrellevarla hasta el final. Si hablan mal de mí no reaccionaré, más bien me alegraré. El que lloró sus propios pecados y los de otros comprenderá a Jesús sufriente en el Santísimo Sacramento o a la Virgen María. Un hombre que no es comprensivo tiene poco fuego del amor de Dios. Una reflexión después de la meditación y el examen de conciencia son para mí mayor peso que el cinturón de mortificación34, el miserere35 o los ayunos. Así que me mortificaré para el Corazón de Jesús. Preparas ante mí una mesa a la vista de mis enemigos (Sal 22, 5). Oh, saludable hostia, que abres la puerta del cielo; en los ataques del demonio danos la fuerza, concédenos el auxilio, porque nos encadena una guerra36. Toda la gente procuraba tocarle porque salía de El una fuerza que sanaba a todos (Lc 6, 19). La sangre del cordero señalará las casas donde están ustedes. Al ver esta sangre yo pasaré de largo, y ustedes escaparán a la plaga mortal mientras golpeo a Egipto (Ex 12, 13). Y se oyó una voz celestial que decía: Este es mi amado (Mt 3, 17). He visto a Dios cara a cara (Gen 32, 31). 3 de septiembre Los apóstoles, pescando sin Jesús, trabajaban y no pescaban nada, y cuando a su palabra echaron las redes ocurrió un milagro. Y yo debo hacer así, sin perder las buenas intenciones. Hacer todo para el Corazón de Jesús porque El así lo quiere, y silenciosamente, como El a la hora de las curas milagrosas. Que lo hagan los que en el sacramento de la Penitencia o por un sermón fueron sanados; quienes fueron consolados por mi palabra. Yo me callaré y ni siquiera me atreveré a hacer observaciones, como, por ejemplo: “Miren, qué cambio logran en la parroquia”. Solamente agradeceré en silencio y me humillaré, porque soy una herramienta inútil. Las lágrimas, consuelos, gracias y conversiones tal vez vinieron por la intercesión de una mendiga; tal vez Jesús me los concedió gratuitamente por mi oficio sacerdotal. La gente ora por mí, porque se escandaliza de mis debilidades y porque ve cuánto me falta. Haré todo lo mejor posible, administraré la confesión, diré la misa y el breviario con atención. Sólo con decir misa y el breviario con atención podría ser un sacerdote santo. Trabajaré despacio, en silencio, pero minuciosamente. Hablaré poco, pero bien. Cuando intento animar a los que me rodean, Satanás me susurra: “No cuentes ese chiste porque se alegrarán”. Pero siempre que la intención, obra o fin sean buenos podré decirle al diablo: ¡Vete de aquí, Satanás!, porque por esto Jesús será glorificado y yo alegraré a la gente. 34 En Miejsce Piastowe se conserva un cinturón de alambre preparado para apretar más el cuerpo en caso de que hiciera falta. Markiewicz practicó esta forma de penitencia hasta su muerte. 35 El miserere es una sinécdoque. Se trata de aplicar la flagelación mientras uno reza el Salmo 50. 36 Santo Tomás de Aquino. O Salutaris hostia.

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Por la intercesión de san Luis Gonzaga: – Me uniré al humildísimo Corazón de Jesús. No diré ni una palabra de mí y cuando me elogien haré oídos sordos, porque no a mí sino a Jesús la gloria y para mí la humillación. La humildad, el amor y la unión los tendré en Jesús. Estoy preparado para toda clase de humillaciones, porque las merezco. Amplius, amplius. Recíbeme a mí, tu más inútil herramienta. – Voy a perfeccionarme. Haré cada cosa de todo corazón, porque todo es para Jesús: el breviario y las oraciones con atención profunda y con las manos dobladas piadosamente. Después de la misa haré una acción de gracias por lo menos durante diez minutos. Rezaré el rosario a la Santísima Virgen María. Maldito el que ejecuta con flojera el trabajo que el Señor le ha encomendado (Jr 48, 10). – Seré tan fervoroso como para estar listo para morir en cualquier momento por un alma redimida con la sangre de mi Señor. Me prepararé bien para oír confesiones y para dar sermones. – Aborreceré la vanidad con la mayor mortificación del cuerpo y haciendo meditación y examen de conciencia general y particular. – Despreciaré el placer terrenal. Según lo aconseja san Ignacio comeré despacio y, como me lo he propuesto, a la mañana. Cumplir la voluntad de Dios es mi alimento. Haré meditación matutina de una hora37.

37 El padre Bronislao coloca los cinco propósitos finales junto a una cruz que dibujó y cada uno de ellos responde a una herida del Crucificado:

1. Cerca de la herida del corazón: herramienta inútil. 2. Cerca de la herida de la mano derecha: perfección. 3. Cerca de la herida de la mano izquierda: fervor. 4. Cerca de la herida del pie derecho: aborrecimiento de la vanidad. 5. Cerca de la herida del pie izquierdo: aborrecimiento de los placeres.

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1873

Este fue el segundo año del compromiso pastoral del padre Bronislao en Premislo y cuando terminaron las clases viajó a Stara Wieś, para un retiro que comenzó el 17 de julio. En aquellos días se preguntaba cuál sería su destino en el próximo año lectivo, que empezaría el 1° de septiembre, inspirado como estaba por la idea de entrar en una orden religiosa. En Stara Wieś advirtió la presencia de varios hombres ilustres de la Compañía de Jesús. Uno de ellos era el joven, posteriormente misionero y beato, Juan Beyzym (1850-1912) que en Stara Wieś, como enfermero, atendía a los afectados por el cólera. En Premislo el padre Bronislao sufrió por la pauperización generalizada, el debilitamiento de la fe y otros efectos desastrosos causados por el racionalismo. En la lucha contra estos males quiso comprometer a amplias esferas de la sociedad, sobre todo a los intelectuales. Aún en medio de tales circunstancias nacían círculos de abstemios que abarcaban todas las capas sociales y edades. La renovación religiosa trajo nuevas celebraciones paralitúrgicas (Flores de Mayo, Rosario Viviente), la realización de misiones y retiros populares. También en esa época aparecieron hermandades como las del Sagrado Corazón de Jesús y del Escapulario. Profundamente marcado por esta situación quiso prepararse para enfrentarla y en octubre abandonó Premislo con la esperanza de obtener en Leópolis el título de doctor en filosofía, dedicarse a la docencia y refutar el corriente prejuicio de que la ciencia y la fe eran inconciliables. Por eso anotó el 21 de julio: “Procuraré cumplir la voluntad de Dios, guiado por mi

razón iluminada por la fe”. Ingresó a la Facultad de Filosofía de la Universidad de Juan Casimiro, cuyo decano era Eusebio Czerkawski, responsable en gran medida de la crisis de fe que viviera en su juventud. No pudiendo olvidar esa dolorosa etapa de su vida, Bronislao, desde su condición de alumno confronta abiertamente con él y, decepcionado por el ambiente nihilista, decide abandonar los estudios. En Leópolis vivió en la casa de su hermano Estanislao, residencia que duró solamente un año, porque al siguiente se inscribiría en la Universidad Jagellónica de Cracovia.

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1873 17 de julio ¿Qué he de hacer, Señor? (Hch 22, 10). Enséñame a cumplir tu voluntad, Tú, que eres mi Dios (Sal 142, 10). 18 de julio Premislo, Leópolis o Turka... me dan por igual, soy indiferente a quiénes serán mis compañeros y a qué condiciones encontraré. Siempre aplicaré la norma del amor al prójimo, y a los que me causaren disgustos también los amaré y rezaré por ellos así como lo enseña Jesús: amen a sus enemigos (Mt 5, 44). Así me armaré de paciencia y tal vez los convertiré y se cumplirá en mí la voluntad de Dios. Diré al padre director todo lo que guarde en mi corazón38. Le pediré que rece por mí. Oraré para que sea iluminado y me pueda mostrar la voluntad de Dios. San Francisco, san Ignacio y san Luis Gonzaga: rueguen por mí. Confieso mi culpa, mi gran culpa. Yo ni siquiera soy digno de servir a Dios y debería estar en el infierno. Estoy sucio ante los ojos de Dios; cuánta podredumbre, cuántas pasiones capaces de originar miles de pecados y confundir a tantas personas. ¿Qué he de hacer, Señor? Haré lo que me mandes. ¿Quién convertirá mis ojos en manantial de lágrimas? (Jr 8, 23). Mi pecado está siempre ante mí (Sal 50, 5). 19 de julio Los espíritus malos y Adán fueron condenados por un solo pecado. Ellos no conocieron a Jesús como yo; tampoco recibieron tantos beneficios. Dame, oh, Dios, la gracia de conocer y aborrecer mis acciones desordenadas y mis pecados y de enmendarlos; de poder conocer y abominar el mundo, su vanidad, que nada significa ante tus ojos; su triple concupiscencia, que son los placeres de los sentidos, la apetencia de los bienes terrenos y la afirmación de sí mismo. Todo esto es caldo de cultivo y ocasión de pecado. ¡Tantas veces merecí el infierno! Es una necedad pecar para luego merecer el infierno. Siempre me acordaré de todas las veces que he estado cerca de él. Ya hice bastante mal y ahora que Dios misericordioso me salvó, quiero vivir de otra manera: cada pensamiento, cada palabra, cada movimiento y cada obra será para El, para agradecerle. Me mortificaré, al menos interiormente, por mis pecados. Elegiré lo que es más desagradable. 38 Es probablemente el padre Enrique Jackowski, jesuita.

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Estoy listo para entrar en una orden apenas Jesús mismo me dé sus señales y me propongo servirlo en total pobreza, entregado enteramente a los superiores39. Hoy veo que la voluntad de Dios es que sea sacerdote diocesano, pero entregado por entero al Señor. Así que haré por año un retiro de ocho días con los jesuitas; me confesaré todas las semanas, y manifestaré oficialmente al obispo que no aceptaré honores ni de las autoridades civiles ni eclesiales, a excepción de los del oficio vinculado al trabajo y de los que me otorgue el derecho de simple ciudadano. Una vez más pediré por escrito al obispo permiso para estudiar en una facultad, pero acataré lo que él decida. Pediré siempre a Dios que me dé la gracia de considerar a cada persona mejor que yo porque soy un gran pecador y he de preocuparme por esto. Jesús y María eran humildes y yo soy soberbio. 20 de julio El niño Jesús nació para nosotros porque era humilde. Jesús, pequeño y humilde, ya no puede ser más pequeño sino en la Eucaristía donde se rebajó infinitamente. Debo procurar ser humilde. He de ser soldado de las huestes de Jesús y me entrenaré en su ejército regular. Esa es la voluntad de Dios. Jesús escuchaba y hacía preguntas a los maestros de la Ley, porque ésa fue la voluntad de su Padre. Escucharé a los sabios laicos según la voluntad de Dios. Jesús vivió obedeciendo a sus padres (Lc 2, 51). Yo también obedeceré toda mi vida a mis superiores. Jesús enseñaba cómo ser humilde y quiere que yo lo sea. Satanás envió a los malos espíritus por el mundo para que indujeran a los hombres al pecado. Yo en un tiempo fui un mal espíritu. Enséñame, Señor, a ser pobre de espíritu y a no estar atado a las cosas de este mundo. 21 de julio He de renunciar a los bienes materiales, al prestigio, y trabajar desinteresadamente; no he de desear ser estudioso, porque Jesús fue tomado por necio y en el templo escuchaba a los sabios; cuando no entienda las disposiciones de mis superiores no opondré mis razones. En cosas buenas he de contener la voluntad, aun cuando estuviese convencido de que mi opinión fuera la más acertada. Los padres de Jesús no comprendieron la iniciativa de su hijo (Lc 2, 42-50) y a pesar de que la opinión de ellos fuera diferente, El siguió su camino. Y yo como sacerdote diocesano procuraré, con frecuencia, cumplir la voluntad de Dios, según mi razón iluminada por la fe, aunque esto no concuerde con el parecer de los superiores, con tal de que no me oponga a su explícita voluntad. Jesús fue obediente y yo lo seré también. Desearía que Jesús me hablara explícitamente a través de mis superiores. Pero Jesús no quiere verme en una orden religiosa. 39 Markiewicz pensó en los jesuitas y en el año 1873 intentó ingresar a la Compañía de Jesús. Sin embargo su solicitud no fue aceptada.

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Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra (Mt 5, 5), es decir, ganarán la gente. Jesús recomienda mucho esa virtud, indicándose a sí mismo como ejemplo: aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). En la Virgen María, además de la pureza, esa virtud brilla. Por eso decimos: haznos mansos y puros. Pediré siempre a la Virgen esta virtud. Cuando me golpeen en una mejilla presentaré la otra; cuando me arrebaten un vestido les daré mi abrigo (Mt 5, 39-40), si me piden que los reemplace en el servicio no aceptaré la ofrenda, para estar más disponible trabajando en la Iglesia. Todo lo haré sin recibir dinero. Tengo suficientes medios para mi sostenimiento. 22 de julio Seré justo ante mi adversario, sin dar pábulo a habladurías, para no difamar ni murmurar contra él. No revelaré debilidades ni pecados de otros, porque si así lo hiciere revelaría los míos. Jesús es el ejemplo para mí. El actúa y está en cada católico que vive en estado de gracia. Lo que hago, lo hago por El y con El. Me formaré siguiendo el ejemplo de Jesús, aunque me exponga a la burla, aunque haga de mí una caricatura. El espíritu de Cristo y su Corazón son ejemplos para mí y actuaré en consonancia con ellos. Ahora no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (Ga 2, 20), El hace el bien que yo hago. No soy yo quien ora sino es Cristo quien dice: Padre nuestro que estás en el cielo. Jesús crece en mí con los años y detrás de cada obra buena. Procuraré con todas mis fuerzas mantener la morada de Jesús en mí, limpia y ordenada (mi corazón puro), adornada de virtudes y por la mortificación. Tendré hambre y sed de justicia. Nunca estaré contento conmigo y siempre lloraré mis pecados. Donde está Cristo, allí hay paz. Traeré la paz a los que me rodean. Nunca seré parcial. Reprocharé lo que deba ser reprochado para mantener la paz y la concordia entre los hermanos. Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme (Sal 50, 12). ¿Cuándo iré a ver el rostro de Dios? (Sal 42, 3). La Virgen María, Madre de Jesús, me recibió a mí, el peor pecador y siervo de su Hijo; me puso bajo su estandarte, para que en la mayor pobreza espiritual, de acuerdo a mi actual estado y cargo, sufriendo toda clase de indigencias y desprecios, pueda imitar al divino Corazón de Jesús. Ella también me prometió apoyo para que, sin pecar, pudiera soportar todo eso en su honor y para mayor gloria de Dios. A Dios sean dadas las gracias. Tengo que ser la sal de la Tierra y la luz del mundo; una ciudad en lo alto de la montaña (Mt 5, 13-14), en la cual se refugie la gente ante un ataque del enemigo (Nm 35, 12); he de brillar con la luz de Cristo, sobre todo con la mansedumbre y el corazón humilde, la fe y el amor, que son virtudes de Jesús, para que Dios tenga por ello la gloria y no yo. Para que en cada lugar donde esté queden huellas de mis obras, como las que deja la sal. Para que no ocurra un pecado menor elegiré incluso algo que me perjudique, sin vacilar siquiera. Por mi Dios elegiré la pobreza y no la riqueza; antes bien las persecuciones, el desprecio y las dificultades que la tranquilidad, el respeto y una vida cómoda, y todo esto para parecerme a Cristo doliente. No morir, sino sufrir, porque Jesús sufre siempre

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y ahora su divino Corazón es traspasado con las espinas y con la lanza; con las espinas de nuestros pecados y con la lanza de nuestros delitos. ¿Cómo puedo alegrarme cuando está triste mi soberano, mi señor, mi Dios, mi creador, mi amor, mi más querido amigo, mi padre, mi bienhechor, mi amado desde los siglos, mi todo? Dios es todo para mí; no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (Ga 2, 20). Sufrir y ser crucificado con Cristo hasta la muerte es mi destino; aunque esta muerte venga al final de los tiempos. No morir, sino sufrir, porque Cristo sufre hasta el final de los tiempos. Señor, dame la gracia necesaria para que pueda soportar esta pasión y sufrimiento. Jesús, confórtame. Virgen María, auxíliame. 23 de julio Los discípulos de Jesús, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: Es un fantasma. Pero al instante les habló Jesús diciendo: ¡Animo!, no teman, soy yo (Mt 14, 26-27). La fe en que me envía Cristo, me permitirá soportar y vencer todo lo malo. Cuanto más me sacudan las tormentas, tanto más cerca de mí estará Jesús. Nada malo me pasará, porque Jesús piensa en mí y me cuida amorosamente, con tal de que yo no me olvide de su gesto. Y si un día, ¡que Dios me guarde!, olvido y tambaleo, entonces gritaré detrás de san Pedro: ¡Sálvame, Señor! (Mt 14, 30). Aunque otros se hundan y desaparezcan, yo no me perderé si creo, llamo e invoco a Jesús. Las tormentas pasarán y Jesús se acercará a mí de manera especial y me consolará. Cuando subieron a la barca, cesó el viento (Mt 14, 32). Pedro, que tuvo más fe caminaba sobre las aguas y los otros que no la tenían no pudieron hacerlo. El pidió y clamó a Jesús, quien le concedió esa gracia de caminar sobre el mar. Otros no la pidieron y no la obtuvieron. Yo quiero creer como san Pedro, y cada día clamaré como él: Señor, si eres Tú, mándame ir hacia a ti sobre las aguas. Jesús le dijo: ¡Ven! Pedro bajó de la barca y se puso a caminar sobre las aguas para llegar a Jesús (Mt 14, 28-29). Y yo dejaré Premislo golpeado por las tormentas y remaré mar adentro confiado enteramente en la palabra de Jesús, que me dice: ¡Ven! He de procurar ser considerado por todos como torpe, inútil, hombre de pocas virtudes, el más pequeño y el peor, tal como me considero yo mismo. Soy nada y menos que nada, y deseo ser considerado tal por todos. Todo mi mérito en realidad no es mío, sino de Dios, que me miró. No quiero que la gente me considere mejor de lo que soy en realidad. No quiero que la gente me alabe por algunas obras buenas que el Señor hace por mí, para no ser ladrón de la gloria que merece Dios, porque esas obras no son mías. Que Dios sea alabado por sus obras y que yo sea despreciado. No me afectarán la humillación o el desprecio, porque no merezco nada más. Nada nuevo me alcanzará. Merezco ser despreciado por todos. ¡Oh, Jesús, mi Dios!, déjame sentir todo esto en mi interior y yo no pronunciaré palabra, a no ser que el compromiso que tengo exija que defienda mi prestigio. En mi conciencia estaré tranquilo, particularmente ante los sacerdotes, aunque piensen cualquier cosa de mí. Ellos no van a escandalizarse como puede hacerlo la gente sencilla.

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Jesús, con su amor divino e infinito, amó hasta el extremo a todos los pecadores, a todos los que estaban en el mundo y también a mí, el mayor pecador, en la Eucaristía que instituyó (Jn 13, 1). El no dejó de amarnos, y yo en agradecimiento me ofrezco para todo trabajo y acepto toda clase de humillaciones. Dame, Señor, la gracia para que pueda sobrellevarlas. Haré que todo vuelva a su orden según tu Corazón, según tu voluntad. No rechazo ninguna dificultad ni desprecio, porque soy el peor y el más torpe de los hombres. Jesús, me sacrificaré por ti. Ilumíname, Señor, con tu sabiduría para que conozca tu voluntad. Siento la soberbia en la Tierra y los ataques de mi enemigo contra la humildad, la pureza, la prudencia y la fidelidad; así la bestia me indica dónde está mi mayor debilidad. Por lo tanto siempre vigilaré en esos momentos, mortificaré y refrenaré mi soberbia con actos de humillación y con gusto aceptaré toda ocasión para hacerlo. Cuando encuentre obstáculos y dificultades en el cumplimiento de mis propósitos, Jesús con la cruz a cuestas me fortalecerá. Como el Cirineo iré detrás de El, que me da el ánimo y la voluntad para actuar. Pues es Dios quien, por su benevolencia, realiza en ustedes el querer y el actuar (Flp 2, 13). Aunque se levanten paredes delante de mí, las voy a atravesar si Jesús me lo pide y me ayuda. No me van a arredrar ni las adversidades ni la injuria, aunque fuera condenado por la gente como el mismo Jesús fue condenado y contado entre los ladrones. Jesús habló poco y yo lo imitaré, tanto más cuanto que soy culpable y he ofendido a la gente, a quien no puedo reprocharle su desconfianza. 24 de julio Jesús, después de infinito sufrimiento, resucitó en un cuerpo glorioso y en gloria, y consoló, de manera especial, a María Magdalena. Si El me considera digno de consuelo, que se haga su voluntad. Y yo, preparado para las tareas que me han sido encomendadas, el más torpe pecador, reconozco que no soy digno de ninguno. Estoy dispuesto a aceptar tristeza, desprecio, y a que me consideren necio; todo eso por mis pecados. Creo firmemente que Jesús bondadoso y rico en misericordia me consolará pronto, aunque no soy digno de esa gracia porque lo hago sufrir. Cuando resucite me asemejaré a El. Todavía no llegó el tiempo en que me alegre con El por mis obras. Me basta que mi Rey y Dios, Cristo Jesús, reciba el honor y la alabanza. Te damos gracias, Señor, por tu gran gloria. Sabemos que mientras caminamos en fe y no en visión (2 Co 5, 6), gozamos de Cristo por fe y tenemos la esperanza de llegar a la gloria con El. Alégrense en el Señor (Flp 3, 1). Alégrense con la esperanza. Lo seguiré a Jesús adonde me llame; seré pobre con el pobre y me entregaré totalmente. Si es posible me libraré del amor de toda criatura, y mi sentimiento lo dirigiré al Creador y a su creación según su santísima y divina voluntad. No deseo para mí ni ventajas ni títulos, ni fama ni riqueza, ni la tranquilidad del mundo. Mis facultades del

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cuerpo y del alma las ofreceré a Jesús para los niños y el prójimo como sacerdote diocesano que soy. Por ahora, con todo entusiasmo, seré profesor del colegio, porque ese cargo está vacante. Allí debo hacer lo que haría Jesús, quien me dio tantos beneficios, que actúa por mi bien y el de todas las criaturas, que me hizo parte de su ser, su templo, porque es bondad infinita y la mayor perfección. Por El remaré mar adentro en la barca frágil que es esta vida. El estará conmigo40. 25 de julio Obedeceré al obispo, seré prudente, humilde y casto y tendré fe. No dejaré de humillarme. Haz, Señor, que reconozca que soy el peor de todos.

40 Los últimos propósitos del retiro de este año los consignó en este orden:

1. Cerca de la herida del corazón: obediencia. 2. Cerca de la herida de la mano derecha: prudencia. 2. Cerca de la herida de la mano izquierda: fe. 4. Cerca de la herida del pie derecho: humildad. 5. Cerca de la herida del pie izquierdo: castidad.

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Las fechas consignadas por el padre Bronislao Markiewicz nos hablan de su retiro en Stara Wieś, donde, después de un año de estudios en Leópolis que no le satisficieron y que fueron para él un verdadero sacrificio, delibera acerca de si entrar o no en la Compañía de Jesús. Escribe que Jesús tiene motivos para quejarse de él, porque no le da los frutos que espera. Los votos religiosos le parecían ser la vía que lo conduciría a la cima. Pero el apostolado era un valle sagrado donde debía seguir pastoreando las ovejas. Trata de resolver este dilema a través de una personal experiencia mística que vivió en el año 1863. Sin embargo, los confesores le aconsejan recurrir a la lectura bíblica. Obediente anota: “Estas imágenes de los misterios de Dios son más seguras y mejores que las inseguras imágenes de revelaciones

privadas”. Discierne y se convence de que debe seguir como diocesano porque así también puede vivir diariamente los consejos evangélicos. Se nota su deseo de ser humilde y ocultarse del mundo con tal de que lo conozcan Jesús y María. La reflexión predominante de este año es Jesús, bondad suprema. En el trabajo sobre sí mismo prima el esfuerzo por ser prudente, guiarse con recta intención, orar más y cumplir los propósitos que anotó junto a la cruz. En expiación por habladurías se somete a penitencias. En otoño, a comienzos del período universitario, Markiewicz se trasladó a la Universidad Jagellónica de Cracovia para estudiar literatura antigua y moderna, historia y pedagogía. Vivía en la casa de los padres capuchinos, a tres cuadras de la universidad.

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1874 21 de julio Jesús tiene motivos para quejarse de mí, porque no le doy los frutos que espera. Para complacerlo me entregaré por entero solamente a El. Todo para mayor gloria de Dios. Debo convencer mi razón y acordarme bien de que he de glorificar, alabar y servir a Dios. 22 de julio Me parece que a ninguno de los bienes que he recibido de Dios me he ceñido tanto como a mi propia voluntad, pero de ella también quiero hacer ofrenda. Elegiré, siempre, lo que más contraríe a mi naturaleza. Seré indiferente a todo con tal de que Dios sea alabado. Por lo tanto me abriré totalmente ante el director espiritual para conocer la voluntad de Dios. Estoy dispuesto a toda clase de humillaciones. Dedicaré todo el tiempo al Señor y aceptaré cada servicio, cualquiera y adonde sea, porque así es justo, bueno y necesario. ¿Por qué soy tan frío para con Dios que me alzó sobre los ángeles? 23 de julio Tanta devastación en el cielo la causó un solo pecado, y otro más trajo tristes consecuencias sobre millones de gente: ¡Oh, qué terrible! Preferiré toda suerte de humillaciones, sufrimientos y hasta la muerte con tal de no consentir siquiera un solo pecado. Mi pecado está siempre ante mí (Sal 50, 5). Debo llorar por dos pecados, pero no sé por cuál más, porque el segundo fue cometido con mayor conocimiento y después de haber recibido mayor gracia, y, lo más terrible, después de la gran resurrección y de haber recibido tantos beneficios. Repudio mis pecados y procuraré con todas mis fuerzas no cometerlos más. Los evitaré, si no es por amor, por lo menos por miedo a ser condenado. ¡Tantas veces merecí suplicios eternos! 24 de julio Júzgame, Señor, aquí en la Tierra. Tu temor me hace temblar, tengo miedo de tus juicios (Sal 118, 120). Mis obras están divididas en dos géneros: yo elegiré el que más te complazca. Volveré a mi primer fervor cuando haga meditación y examen de conciencia, sobre todo el particular. El Rey supremo me llama para que libre una batalla bajo sus órdenes. Le agradezco infinitamente que se haya dignado mirarme a mí, un miserable pecador. Me entrego a su

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completo servicio, incluso en medio del hambre, intemperie, dificultades o de cualquier persecución. Cuanto más me aflija en este servicio, tanto mayor provecho para mí; cuanta mayor pobreza y miseria, mejor será; cuanto más desprecio, más honores para mí; porque todo es para Dios perfecto y bondad suprema que tanto me benefició. Aunque tenga que mendigar, no te abandonaré en esta misión que me das. Yo, indigno, he sido elegido para el servicio de los apóstoles. Nuestras armas son el amor, la humildad, la paciencia, la fidelidad a la cruz, la oración y la omnipotente ayuda de Dios. Amense los unos a los otros (Jn 13, 34). Debemos vencer. Nuestro lema es: Jesús, bondad suprema. En El, por El y para El lucharé. 25 de julio Cuando deliberaba la Santísima Trinidad acerca de cómo redimir al género humano, el que era Palabra sustancial del Padre se ofreció para salvarnos y se ha anonadado a sí mismo inconcebible e infinitamente. María, una doncella de Nazaret, al ver la terrible corrupción del mundo, rogó humildemente a Dios que escogiera a la Madre del Salvador. La gracia divina vino sobre ella que con humildad dijo: Que así sea. Y yo, el más miserable de entre todos, estoy listo para decir: si Tú, Señor, me eliges, que así sea. El Señor se aniquiló por mí y, en abandono, bajó del cielo a la Tierra. Yo, miserable, ¿qué podré hacer para El? Estoy dispuesto a volver en humillación a la pastoral parroquial; estoy listo para entrar en una orden religiosa a la que me había resistido diciendo que no tenía vocación, como si hubiera sido confirmado por Dios; estoy listo para seguir llevando, en absoluta entrega, la cruz que había tomado hace un año. Ilumíname, Señor y Dios. Hago propósitos para actuar a ocultas del mundo, si fuera posible, con tal de ser conocido sólo por Jesús y la Virgen María, su santísima Madre. Mencionaré mi nombre solamente cuando sea necesario y esté entre gente desconocida. Desde el principio los suyos no lo recibieron a Jesús, quien no hizo milagros ni tampoco se manifestó como quien era. Yo, miserable pecador, me propongo imitarlo renunciando a mí mismo; practicaré la humildad de corazón, es decir, anhelaré ser despreciado. Jesús durante treinta años fue desconocido y trabajó como un simple artesano. He de avergonzarme por buscar la estima de la gente, cuando mi divino Salvador se contentó con tan poco reconocimiento. 26 de julio A las cosas del Padre celestial, que es el bien supremo, debo entregarme por entero, sin fisuras, aunque me exponga al ridículo del mundo y me enfrente a difíciles situaciones. En cuerpo y alma perseguiré este fin. Como pobre y despreciado deseo servir al Señor. No hablaré de mí con benevolencia, a menos que el director espiritual lo permita. Tampoco ante él mismo hablaré en mi favor, a menos que me pregunte y que ello se imponga después de una profunda deliberación. Seguiré a Jesús dejando todo. Le serviré con gusto, viviendo pobre y humillado.

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27 de julio Lo tengo bien merecido, porque he pecado; es justo y provechoso, porque con nada mejor puedo servirle a Dios; es digno, porque la mayor suerte es imitar a Jesús y deliberadamente buscar el desprecio de los semejantes. Así lo haré con la gracia de Dios. Veo ante Dios que para mí, actualmente, es mejor ser sacerdote diocesano que religioso, porque en ese estado puedo practicar también los consejos evangélicos, incluso con mayor mérito, porque mayores son las dificultades. En cuanto a seguir en la pastoral o ser profesor dejo la decisión a criterio de mi director espiritual, aunque yo optaría por lo segundo. Si el director espiritual dijera que no le parece atinado lo que yo pienso, enseguida iré a una parroquia. Es preferible para mí ser sacerdote diocesano, porque veo en el mundo requerimientos a los que no podría responder desde una orden religiosa; veo lugares y gente a los que no llegaría desde el convento. Debo obedecer la inspiración de Dios. La obediencia a mis superiores y, sobre todo, al confesor y al director espiritual, será para mí obediencia religiosa. Hasta ahora en mi vida sacerdotal no desobedecí a mis superiores ni a los directores espirituales y siempre, antes de cada asunto importante, les pedí consejo o permiso. Creo que el Señor me seguirá dando su gracia, ya que me ilumina para que continúe en el estado que llevo. He pensado, por segunda vez durante este retiro, entrar a la mejor orden y no es que sienta una especial inclinación interior a este estado santo, sino que mi razón me indica que así sería más fácil para mí poner en práctica los consejos evangélicos. Mas Dios me dijo: Mi gracia te basta (2 Co 12, 9), permanece como sacerdote diocesano. Reconozco, Señor, que soy indigno de que me llames al estado religioso que en la Iglesia, por sus votos, es uno de los caminos de perfección. El Señor envió, expresamente, a sus apóstoles. Qué suerte tener esa seguridad que el mismo Dios envía. Veo que hay una urgente necesidad de que los mejores sacerdotes vayan a las escuelas, pero no estoy seguro de que el Señor me envíe allí. ¿Quién me lo va a decir? Si lo supiera estaría seguro de su ayuda y aunque tengo pocas aptitudes y soy imperfecto, confiaría en que por mediación de su gracia podría cumplir con todo lo que se me encomiende. Las lágrimas que regaron el suelo durante un sacrificio que sean una prueba para ti, Señor, de que acepto tu propuesta. Seas alabado, por siempre, Señor. 28 de julio ¿Quién te consuela, Señor, en tu desolación en el Huerto de los Olivos? Aceptaré mi soledad y la traición de la gente como una gracia. Reconoceré mis pecados y los de otros en espíritu de amor porque quiero parecerme a ti. Sentí soledad y prometí a Jesús aceptarla en sumisión. Tal vez la sentí por no haber rechazado con fuerza mi pecado de vanidad, como por ejemplo: Te doy gracias porque no soy como los demás (Lc 18, 11). Señor, si ésa es tu voluntad, estoy dispuesto a que me desprecien y abandonen, y hasta a soportar en silencio la ingrata compañía de alguien hasta la muerte. Pero dame, Señor, la gracia de mortificarme y te la agradeceré.

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Por amor a ti, Jesús, nada es difícil para mí, pero dame, sobre todo, la gracia de despreciarme y de que otros me desprecien, con tal de que Tú, Señor, y tu santísima Madre estén conmigo. Estoy preparado para el abandono, burlas y ultrajes por ti y porque los merezco. Tú, a pesar de no merecerlos, sufriste infinitamente más por mí, el más miserable de todos, ¡oh!, Señor mío y Dios mío. 29 de julio Me despreciaré y buscaré que otros también lo hagan. Seré prudente y no hablaré sin previa reflexión. Oraré humildemente y con fe, meditando una hora y haciendo un examen de conciencia particular. Tendré la más pura intención, es decir, de que todo sea para Jesús y nada para la patria ni para otros ni para mí. Trabajaré tenaz e incesantemente para aceptar la voluntad de Dios y perfeccionaré la mortificación exterior que me permita el confesor. El miércoles, el viernes y el sábado me flagelaré41; además, el viernes comeré sólo una vez al día42. En horas de dificultad, el gozo de Jesús y de sus amigos después de la Resurrección serán ánimo y alivio para mí. Estas imágenes de los misterios de Dios son más seguras y mejores que las de las confusas revelaciones privadas. En ese misterio buscaré consuelo cuando venga la hora de la tribulación. Un Viernes Santo en la Iglesia y cincuenta días de la Resurrección del Señor son una imagen de la infinita generosidad de Dios. Pero, para poder tomar parte en esos gozos del Señor, primero hay que llevar la cruz y toda la vida celebrar el Viernes Santo, que ante la eternidad es menos que un día. Por Jesús me es dulce cada cruz y cada sufrimiento, que aceptaré con fervor no solamente porque El me prometió gozos sino porque lo amo de todo corazón y sé que es la bondad suprema que contiene todas las otras bondades. Después del almuerzo y la cena haré siempre adoración al Santísimo Sacramento. Cada día rezaré por lo menos un misterio del rosario y cada sábado cinco misterios. Me diste todo, Señor, me amaste desde la eternidad, me creaste, me otorgaste infinitas gracias. Si te es agradable te devuelvo todo de mis manos impuras y mi corazón, también impuro. A cambio no quiero nada, sino tu amor y tu gracia. Pero este pedido me avergüenza porque siento profundamente que no soy digno ni de tu amor ni de tu gracia. Te lo pido porque me lo exiges. ¡Qué miserable soy! Yo mismo empiezo a repudiarme. Dame, pues, la gracia de conocer toda mi maldad.

41 El padre Jackowski, que practicaba la autoflagelación, le permitió al padre Bronislao Markiewicz, ante su insistencia, practicar esta dura disciplina. 42 El padre Bronislao Markiewicz anotó los últimos propósitos del retiro junto a la cruz:

1. Cerca de la herida del corazón: humillación. 2. Cerca de la herida de la mano derecha: prudencia. 3. Cerca de la herida de la mano izquierda: oración. 4. Cerca de la herida del pie derecho: pura intención. 5. Cerca de la herida del pie izquierdo: trabajo.

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1875

En los apuntes del padre Bronislao, en retiro en Stara Wieś, se trasluce la devoción a la Eucaristía y un profundo respeto por la misa. También se nota cómo crece en su corazón el espíritu de penitencia como fuerza renovadora del hombre. Anota los propósitos junto a la cruz que dibujó y hace promesas de recordarlos, sobre todo en las visitas al Santísimo Sacramento, y de cumplirlos fielmente. Lo hirieron las corrientes antirreligiosas en las dos universidades de Leópolis y de Cracovia pero, a pesar de ello, inició otro año de estudios que interrumpió a finales de octubre de 1875, cuando fue trasladado a Gać. Aquí, una tarde de noviembre, en esta comunidad de fieles que durante muchos años no tuvo párroco por ser vicaría, el repique de las campanas dio cuenta de la llegada de un nuevo pastor, cuyos primeros pasos fueron dirigidos a la iglesia para presentarse a Jesús, y cuyo primer sermón se tituló Yo soy el buen Pastor (Jn 10). Conocer sus ovejas fue el principal esfuerzo en su trabajo pastoral. Es por eso que iba casa por casa para encontrarse con ellas y aplicar apropiados remedios. También en Gać el padre Markiewicz declaró la guerra al alcoholismo y fundó la llamada Hermandad de la Abstinencia; por medio del ajedrez atrajo a la juventud, ayudó a los agricultores en la rotación de cultivos y árboles frutales y fundó la Mutual de Agricultores.

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1875 31 de agosto He de servir al Señor con mi mente, mi voluntad y con todas mis fuerzas, porque me ha creado. Hablar imprudente y orgullosamente fue la causa de mi alejamiento del camino de la salvación. Cuántas gracias, que otros no conocen, me concedió el Señor. Tengo que tratar a todos por igual y sin favoritismos. Honores y humillaciones serán lo mismo para mí, para no caer en la soberbia clerical. Recibí beneficios, talento y gracias como la Eucaristía, un pedazo de pan, la familia, las amistades, y también desagrados y afrentas. Me humillaré, como en otro tiempo, antes de cada meditación y ejercicio piadoso diciendo: no soy digno ni siquiera de estar en la presencia del Señor. 1º de septiembre Poco pero bueno. Si me es posible haré de rodillas todos los ejercicios piadosos, especialmente la meditación de una hora y un profundo examen de conciencia. Después, lo que haga será lo mejor y con mucha bendición de Dios. Me llamaron diablo y veo que fue poco. ¡Qué irracional fue que me cuidara tanto! Mi pecado está siempre ante mí (Sal 50, 5), decía David y yo ¿por qué no lloro? Pediré permiso para no decir misa mañana y tal vez el viernes. Dios, bondad suprema, es digno de todo amor. No lo quiero ofender con lo que sea contrario a su santidad y perfección. 2 de septiembre Merecí el infierno y así perdí lo poco que tenía. Ahora soy mil veces miserable. Lo que he hecho y aún poseo debo agradecérselo solamente a Dios. Soy nada. Soy peor que los malos espíritus. Dios me dio todo y yo lo perdí; me lo dio de nuevo y de nuevo lo perdí. Dios es infinitamente perfecto, por lo tanto merece que lo sirvan con toda dignidad, con todas las fuerzas, en detrimento de la propia vida cuando cabe la certeza de que hemos hecho peligrar nuestra salvación. Vuelvo al antiguo estilo de vida, mortificado y modesto. Doy gracias a Dios porque no me rechazó y no me arrancó como a la higuera estéril. Me humillaré en cada ocasión, me descubriré in fraganti y me avergonzaré. Jamás expondré la deshonestidad ajena a no ser que ello sea imperioso y sólo después de una muy larga reflexión. 3 de septiembre Aunque desde el fondo de mi corazón luchaba para ser sincero más de una vez me rebajé ante los otros sólo para atraerme su atención. Fui castigado por mi soberbia y caí

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en graves pecados, según la materia seguramente mortales; luego en habladurías, en la frialdad de la oración y de los ejercicios piadosos. Este es el cuarto día en que nada siento durante la oración, a excepción de lo que me dice el director espiritual, por quien Dios me ha señalado todo lo que aquí he escrito. Pero ¿cómo sentir el dolor de los pecados y cómo llorar a través de él? Enviaste a tus mensajeros muy lejos, y los hiciste bajar hasta el Seol (Is 57, 9). Nunca mencionaré los disgustos sufridos; de quienes me los han causado hablaré favorablemente y cada vez que se presente la ocasión les mostraré agradecimiento y amor porque algunos terminaron siendo mis bienhechores. Siempre tendré presente que no soy nada por mí mismo, más bien menos que nada, porque soy tan pecador como el mismo Satanás. Cualquier bien que se diera a través de mí lo hizo Dios y si yo le fuera fiel en todo se darían muchos más. Mucho me ha perdonado el Señor Jesús, por lo tanto con mayor amor y fervor le serviré y haré penitencia. Me confesaré con la debida preparación. 4 de septiembre Te seguiré, Jesús, adonde me mandes, renunciando a todo. Te serviré en la pobreza según mi estado de vida si ésta fuera tu voluntad; dejaré los bienes de la casa parroquial a mis sucesores o a mis familiares si fueran de su propiedad. Si un día, por la voluntad de Dios debo ser trasladado, sólo llevaré conmigo los libros y objetos que, para mis sucesores, carezcan de valor. Veo mayor gloria de Dios estando en el mundo. Que tenga yo menor gloria en el cielo, con tal de que Jesús sea más alabado. Por otro lado es más difícil luchar solo en el mundo que en un orden cerrado43. Cristo, a pesar de su condición divina, tomó la condición de hombre. Me alegraré por la gracia de Dios si me consideran pecador. Cada día, sobre todo durante la meditación a la mañana, ofreceré a Dios un corazón arrepentido y me humillaré. Fue bueno para mí que me humillaras (Sal 118, 71). Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Considero un bien ser humillado. 5 de septiembre Señor, te ofrezco mi persona para todo; aunque me suspendan yo actuaré según tu voluntad. Ahora mi principal compromiso es el bien de las almas que me fueron encomendadas. El tiempo que me sobre lo dedicaré al estudio y a escribir artículos sobre la cosa pública y, especialmente, sobre la docencia. En la casa me ayudará siempre un varón, quien también servirá la mesa. Viviré en una habitación modesta contigua a la iglesia, a no ser que mi salud u otros acontecimientos exijan lo contrario. Primero me dedicaré al estado espiritual de mis feligreses, luego al templo y, al final, a la mejora de los edificios parroquiales. ¡Oh, qué gracia servirte a ti, Señor, en total pobreza! Si ésa es tu voluntad estoy dispuesto a cumplirla. Santísima Virgen, ruega por mí para que tenga la certeza de cuál 43 Markiewicz probablemente sabía que iba a ser destinado a la pastoral, lo cual sucedió en octubre del mismo año, cuando empezó el primer trimestre del tercer año de estudios.

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será mi futuro lugar y mi patriarca44. Señor, si me permites, a mí, miserable pecador y el peor de los demonios, servirte en este estado, me brindarás un beneficio tal que nunca podré compensar. Fue tu voluntad que yo pudiera, antes y ahora, servir como sacerdote diocesano. Consideraré una gracia especial si me conduces a una orden religiosa. Aún no soy digno de ella, como algunos no son dignos de la gracia del sacerdocio. 6 de septiembre Para mantenerme en el primer grado de humildad debo confesarme semanalmente, hacer meditación diaria y examen de conciencia particular, a no ser que por fuerza mayor deba suprimirlos. En los primeros años del sacerdocio jamás los omití, aun sometido a dificultades extraordinarias, y ahora prometo seguir la misma vía. Las humillaciones a que el Señor nos somete a través de la gente, son el más apropiado castigo por nuestros pecados. Nosotros hemos despreciado a Dios cometiéndolos; es justo pues que seamos humillados por la gente y los demonios, lo que es muy provechoso para nuestra salvación, porque así llegamos a la humildad y a conocernos a nosotros mismos. Ningún santo estuvo libre de ellas. Si el mismo Jesús las sufrió, nosotros debemos imitarlo. Jesús lavó el polvo de los pies de Pedro antes de darle la Eucaristía. Yo, para comulgar, también debo procurar estar libre de pecados, hasta de los veniales. Mi mayor oficio es celebrar la santa misa y no alcanzaré otra dignidad superior ni en este mundo ni en el cielo. ¡Ay de aquel sacerdote que aprecia más otras cosas! Incluso el Papa debe ponerla en primer lugar, por la cual estamos por encima de los ángeles y de la Virgen María. Santísima Virgen, Madre de Dios, ruega por mí, para que oficie dignamente este santo sacrificio. Visitaré diariamente el Santísimo Sacramento de mañana, al mediodía y por la tarde. Si hablara jactanciosamente de mí y mal del otro, entonces, si el padre director me lo permitiese, me flagelaría. Recibiré las humillaciones como castigo por mis grandes pecados y las uniré a las de mi dulcísimo Señor. No me quejaré ante nadie y en silencio soportaré todo. Jesús está abandonado en las escuelas, adonde iré a consolarlo si puedo abrirme paso45; en caso contrario, estaré unido a El con el corazón y oraré cada día por ellas. ¡Qué gran cosa es sufrir desprecios y tribulaciones como los que soportó Jesús! Señor, te agradezco por esta gracia. Estoy listo para las flagelaciones. 44 El padre Bronislao Markiewicz está buscando el maestro por excelencia, que luego encontrará en don Bosco. 45 Como efecto de la primera repartición de Polonia en 1772, Premislo fue sometida al dominio de Austria, que ponía infinitos obstáculos de naturaleza legal, administrativa y política para que un sacerdote pudiera ser profesor en una escuela. El padre Bronislao, para poder alcanzar sus metas, hubiera debido estudiar cuatro años en la Academia Teológica de San Agustín en Viena y rendir múltiples exámenes en comisión. Otro camino para llegar al objetivo que deseaba era obtener el doctorado en filosofía.

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7 de septiembre Agradeceré a Dios especialmente por la gracia de las humillaciones que me da. Con Cristo he de resucitar de los pecados y no pecar más. Me humillaré continuamente como Pedro y Magdalena teniendo presente mi vida pasada. A menudo, especialmente durante la meditación, evocaré en mí el dolor de los pecados. Si es tu voluntad, Señor, iré nuevamente a la escuela y soportaré todo tipo de humillaciones por mis pecados, y por amor a ti. Siento que por toda la eternidad no podré expiar mis grandes culpas y solamente tu infinita misericordia, Señor, y tu dulcísimo Corazón, me animan y consuelan. Haré frente a la sequedad en la oración y soportaré cualquier fracaso en espíritu de penitencia por mis pecados. Merezco todo tipo de desprecio, humillación y cruces por mis delitos. Por amor a Jesús, mi Señor, quiero recibir todo eso con todo el corazón como algo justo, necesario, redentor y lo uniré a la gloria de Dios. Si me quejara o murmurara de cualquier mal sería lo más impropio de mi parte. A aquellos por quienes sufra disgustos, tengo que considerarlos como mis mayores bienhechores y pensaré en cómo agradecerles con un servicio, un beneficio o, por lo menos, con una dulce oración. Haré durante una media hora, y a veces hasta una hora, acción de gracias después de misa. Me reprocharé a cada paso por mis pecados. El 25 de cada mes leeré estos propósitos como lectura espiritual. – Me rebajaré, porque soy nada. Soy nada, menos que nada y te entrego todo mi corazón, porque así lo mandas Tú; además, no tengo otra cosa para darte. Con esto he de trabajar incluso a despecho de mi propio prestigio antes de entrar en el cielo. – Siempre hablaré con previa reflexión y sobre todo no hablaré mal de otros; en caso contrario me flagelaré. – Haré los siguientes ejercicios piadosos: una hora de meditación, quince minutos de examen de conciencia y visita al Santísimo Sacramento dos veces por día. – Tendré la más pura intención y haré todo para mayor gloria de Dios, para el Corazón de Jesús y no para otros, ni siquiera para la patria. – Trabajaré incansablemente según la voluntad de Dios. Me flagelaré los miércoles, viernes y sábados46.

46 El padre Markiewicz anotó, junto a la cruz, los últimos propósitos del retiro:

1. Cerca de la herida del corazón: no soy nada. 2. Cerca de la herida de la mano derecha: prudencia. 3. Cerca de la herida de la mano izquierda: oración. 4. Cerca de la herida del pie derecho: mayor gloria de Dios. 5. Cerca de la herida del pie izquierdo: trabajo.

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Desde el 29 agosto al 5 de septiembre el padre Bronislao dedica todo su tiempo y sus fuerzas para hacer una revisión de su vida. Las notas de este tiempo de recogimiento, y algunas de las reflexiones de este año, escritas en otros momentos, nos hablan abiertamente de que su intención era ser humilde y unirse a Jesús a cualquier precio. Se puede notar cuánto amor, delicadeza, discreción y respeto tuvo con sus feligreses a pesar de las inclinaciones que, como el juego y el alcoholismo, desintegraban familias enteras dejando por doquier huérfanos y abandonados. Es el tiempo de su entrega en Gać como vicario cooperador, primeramente, y como párroco después, desde el 23 de marzo de 1876, gracias a sus gestiones, cuando esa vicaría fue elevada a parroquia. Pero permaneció allí solamente un año y medio.

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29 de agosto Hasta ahora obedecí fielmente las disposiciones de mis superiores y así fue mejor para mí. Señor, estoy listo para todo, pero indícame claramente tu voluntad. Hace falta que me mortifique. Necesariamente debo aspirar a mayor perfección que los laicos, porque recibí más gracias. 30 de agosto Consideraré como castigo por mis pecados todas las cruces y ofensas más punzantes que me causaren los demás y desearé que me pesen por largo tiempo. Oraré para que Dios no lo considere como su pecado, porque ellos son instrumento de su justicia. Confieso que recibo castigos hasta por la más pequeña infidelidad. Los pecados son un mal temible. No quiero ofender a Dios ni siquiera con el menor de ellos. ¡Qué inmensa es la bondad de Dios que me permite vivir! 31 de agosto Si tuviese que honrar a la Santísima Virgen o al cielo, un pecado, por venial que fuese, siempre sería un terrible agravio e infinita ofensa a Dios. ¿Cómo tengo que vivir en este mundo para no ofender a Dios con ningún pecado? Haré meditación y examen de conciencia como en los primeros años; preferiré morir que cometer un pecado, aunque sea el más pequeño; tendré presente el Corazón de Jesús coronado por espinas; buscaré, sobre todo, el reino de Dios y seré indiferente a las cosas de este mundo; también me entristeceré menos y no murmuraré. La soberbia es mi pecado capital y raíz de todas mis caídas. El humilde no cae. Me humillaré más, me humillaré profundamente. Por la mortificación llegaré a la humildad, que es la cumbre de la mortificación y será un fin y la mortificación un medio. 1º de septiembre Es necesario que vuelva a la antigua convicción de hacer meditación durante una hora, incluso los domingos y las fiestas. Debo mortificarme por dentro y por fuera, inclusive crucificarme día y noche. Trabajaré sin reparar en nada, me humillaré, me avergonzaré y agradeceré a Dios por estas gracias. Elegiré siempre lo que sea contrario a mi voluntad y a mis sentidos. Voy a perseguirme a mí mismo, mi mayor enemigo; no me tendré lástima jamás y me diré: lo tienes bien merecido. Me alegraré de mi tormento y agradeceré a Dios.

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Dios, por su gran amor y misericordia, manda sobre mí castigos, desgracias, vergüenzas y fracasos, porque yo no me someto a las mortificaciones, especialmente a las interiores, que son necesarias para todos pero más para mí. Sea alabado por los siglos porque me los da bondadosamente a pesar de que yo no los tengo en cuenta como debería. Me someteré a la justicia de Dios. Si me hubiera castigado yo solo, El no me habría juzgado. Desde ahora en adelante, con la gracia de Dios, trabajaré sin reparar en nada. Dios me da salud y fuerzas, pero no me da éxito ni tranquilidad, porque quiere curarme de mi soberbia haciéndome ver que nada sé, que sólo con el pensamiento nada puedo y me exige templanza al hablar. San Doroteo se entristecía porque nadie lo perseguía y porque no pasaba por las dificultades en el camino del reino de Dios. Yo sé que pocos son mis tormentos y sé que merezco peor trato, hasta el fracaso absoluto. Por amor a Jesús, mi Señor, recibiré resignadamente todas las cruces como algo justo, necesario, salvífico y las uniré a la gloria de Dios. Quejarme del mal sería lo más impropio de mi parte. A aquellos por quienes sufra disgustos, debo considerarlos mis mayores bienhechores y pensaré en cómo agradecerles con un servicio, un beneficio o, por lo menos, con una dulce oración. Debo imitar a Dios. Cuando el mundo se quedaba en la oscuridad, Dios no lo castigó, no lo repudió sino que, en el amor, se le acercó y envió un ángel a María. Se hizo más humilde que ella y la amó. La humildad fue una condición necesaria para que la Virgen fuera digno instrumento en las cosas de Dios y para que pudiera expresar su excelente fíat. Cuando logre ser humilde como para responder a la importante y gran obra en la escuela, entonces Dios se servirá de mí en ese lugar. Así que me rebajaré más todavía y el Señor derramará la sabiduría, la luz y la fuerza para que cumpla ese compromiso que también es una tarea divina que requiere de gente con humildad. 2 de septiembre Soportaré con espíritu de humildad y sin quejarme ante nadie todas las pruebas, ingratitudes y ultrajes de los feligreses y de aquellos que dependen de mí, como un merecido castigo por mis pecados que, en comparación, será muy modesto. Si es imprescindible reprenderé a otros después de haber rezado y lo haré con suma delicadeza. Me acercaré a los notables para que conozcan quién soy, para mortificarme y avergonzarme porque soy inepto, a pesar de que me avergüence que lo descubran. Primero cuidaré mi alma y luego a las demás. No abandonaré las meditaciones, exámenes de conciencia ni otros oficios piadosos. Que el mundo piense de mí cualquier cosa. Mi primer compromiso es cuidar de mí mismo. Debo ser el manantial cuyas aguas, símbolo de la gracia, nunca se agotan. Uniré la mortificación con la prudencia y la intención de servir diez años en una parroquia de cien mil almas, aunque la vida se me vaya en ello. También debo ser firme, porque el que da un paso atrás en estos propósitos retrocede más de lo que jamás imaginaría.

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Llevaré una vida recoleta como la de Jesús durante treinta años. El vivió largo tiempo escondido y, con ese ejemplo, quiso significar que jamás deberíamos adelantarnos a los hechos y sí esperar con humildad las señales de la voluntad de Dios. De haberlo querido, El hubiera podido admirar al mundo desde muy niño. Dios no me habla directamente, porque soy soberbio y, por lo mismo, indigno de este acercamiento. Siempre le rezaré al Sagrado Corazón de Jesús para recibir la gracia de ser pobre de espíritu y, si esto complace a su divina majestad y El quiere elegirme y aceptarme, también para que me acepte en mi pobreza actual. Luego oraré para poder soportar oprobios y afrentas, para imitarlo mejor, y para que el daño que los demás me infieren no sea pecado para ellos y ofensa a Dios. Por motivos del tercer grado de humildad, y para que sean iguales o mayores la alabanza y la gloria de la divina majestad, deseo y elijo identificarme totalmente con Jesús, de tal manera que quiera más pobreza con Cristo pobre; que quiera oprobios con Cristo oprobiado, y desee más ser tenido por vano y loco por Cristo, a quien tuvieron por tal, que por sabio y prudente en este mundo47. 3 de septiembre Hasta ahora serví a dos señores. De hoy en adelante, con la gracia de Dios, prometo remediar esta disposición. A la mañana haré, de buena gana, una hora de meditación, incluso los domingos y fiestas. Antes del mediodía, examen de conciencia particular de quince minutos. Oración antes y después de comer. Después de almorzar visita al Santísimo Sacramento y lectura espiritual del Salterio durante quince minutos y, al caer el sol, del cuerpo paulino. Por la tarde visita al Santísimo Sacramento, un misterio del rosario, oficio de lectura, preparación remota a la meditación, examen de conciencia general. Tres veces a la semana (lunes, miércoles y viernes) leeré una página de la teología moral. Cada semana me confesaré en Łańcut y, si es posible, con el mismo confesor; haré jornada de espiritualidad mensualmente y retiro anual de ocho días; en el tiempo libre estudiaré filología. Recitaré el breviario atenta y piadosamente después de haberme preparado con anticipación. Lo haré unido a Jesús y a la Iglesia. Así conseguiré múltiples gracias para mis feligreses. Tal vez los fracasos y caídas en mi parroquia se dieron porque habré recitado negligentemente el breviario. Pediré a Dios que me dé la gracia de no ser tibio, porque ese estado es peor y más peligroso que el de un abandono total y porque es más difícil romper con él. Si a lo largo del año me descubriera en semejante disposición, enseguida reflexionaré sobre las causas y me levantaré con la gracia de Dios. Satanás procura inducir primeramente a la tibieza en la misa, en la administración de sacramentos, en el breviario, en la meditación y en el examen de conciencia, y luego a abandonar el camino de la virtud y a dejar de hacer todo lo que debemos. Así sobrevienen el marasmo espiritual, la inercia, la ceguera y el oscurecimiento ya que no vemos la cima a la que tendemos. La frecuente causa de esa tibieza proviene de la falta de temperancia, de ocuparse de las cosas exteriores, a veces con un apego que agota las

47 San Ignacio de Loyola, Ejercicios espirituales, Anotación 167.

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facultades y fuerzas del alma, y que deja poco tiempo para los asuntos de la salvación. Dame, Señor, más prudencia para no caer en la tibieza. Como toda opulencia daña, la templanza y la prudencia deben ser el espíritu de cada asunto. El orden es también de vital importancia, por eso lo impondré en mi vida, para que aquello a lo que me dedique y entregue con entusiasmo no sea fruto de la improvisación. La mayoría de los buenos sacerdotes y, sobre todo, de los jóvenes, yerran porque no buscan ni piden a Dios por la santa prudencia que ni siquiera en mí ha brillado. Pediré por esas dos virtudes. Antes que atender a los asuntos del prójimo velaré por mi propia alma, a menos que una situación apremiante exija invertir ese orden que impone la prudencia. Debo tener en cuenta que la mayor dificultad para practicar la humildad se dio cuando los otros me rodearon. La gente puede pensar de mí lo que quiera, con tal de que no sea pecado para ella y que Dios sea alabado. Pongo la humildad en primer término, es decir, la templanza interior contra la vanidad y antes de procurar prestigio más me valdría ganar en prudencia. Cuando uno es un tibio está contento de sí mismo y cree que puede permanecer en el bien y llegar al cielo; lo demás no importa. Que nunca me complazca a mí mismo sino a Dios. Hasta ahora no lo entendí así. Confiaré en Dios cuando me alcancen las tormentas de este mundo y me refugiaré en el Corazón de Jesús en cada dificultad y tristeza. Me humillaré ante El y rogaré por la paciencia y la ayuda de la siguiente manera: en el dulce Corazón de Jesús, mi esperanza y ánimo. Su poder y fuerza son grandes y la bondad, infinita. El parece dormir pero está a mi lado y responde de inmediato. El Señor permitió que me golpearan las adversidades para enseñarme cómo he de poner en El toda mi confianza, para probarme y mostrarme que nada puedo por mí mismo. Pero para que tenga puesta la esperanza en El primero he de tener fe. Debo clamar y orar con fe para que el Señor me escuche y así lograr la calma. Auxíliame, Señor, y aumenta mi fe. Jesús exige de sus discípulos, a quienes envía a proclamar la Buena Nueva, que sean humildes y se mortifiquen. Lo mismo exige de mí. 4 de septiembre Después de cada misa haré propósitos al Padre celestial de que prefiero sufrir humillaciones, miseria y persecuciones antes que ser honrado con tal de que todo sea para la mayor gloria de Dios. Prefiero ser pobre y sin techo y que todo y todos se opongan a mis deseos. Tomo estas cruces con intención de expiar mis grandes pecados, mi soberbia actual y para asemejarme al Señor. Mi corazón, los reconocimientos y todo lo que más aprecio lo entrego, aunque imperfectamente, al Sagrado Corazón de Jesús. A las 6 horas recitaré el breviario por toda la Iglesia, sobre todo por mis ovejas. Cuidaré para cambiar los verbos del singular al plural. Haré lo mismo en otras de mis oraciones. La misa es mi oficio más importante. Sufro, Señor, por el poco amor que brindé a mis semejantes y por lo poco que oré por ellos.

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Mi acción de gracias después de la misa la haré de la siguiente manera: – Acto de admiración: Señor, ¿quién como Tú? (Sal 34, 10). – Acto de adoración: Entremos y adoremos postrados de rodillas (Sal 94, 6). – Acto de amor: Amo al Señor (Sal 114, 1). – Acción de gracias: Engrandezcan conmigo al Señor (Sal 33, 4). – Acto de petición: ¡Oh, Dios! escucha mi súplica (Sal 53, 4). – Acto de ofrecimiento: Por Jesús me ofrezco al Padre celestial; renunciaré completamente a mí mismo y procuraré complacer solamente al Señor, lo haré sinceramente y sin mezquindades. Recíbelo Señor. Por los méritos y las virtudes de Jesús te diré con todas mis fuerzas: Padre, te amo por El y con su Corazón.

¿Qué he de hacer, Señor? (Hch 22, 10). Estoy a tus órdenes (Sal 107, 2). Mis propósitos de hoy son consagrarme al Señor, vivir en espíritu de fervor, de recogimiento y de renuncia a mí mismo; hacer que toda mi vida sea una acción de gracias. La tibieza es el principal obstáculo en mi vida espiritual y aparece por falta de una apreciación apropiada sobre mi vocación; por falta de una fe viva, las cosas no las aprecio como son ante los ojos de Dios y del Corazón de Jesús; por ejemplo, la misa, el valor del alma de mi feligrés, que debo apreciar más que mis comodidades y riquezas (1er grado), más que la fama y los honores (2do grado), más que la vida (3er grado), más que la salvación que es un don (4° grado que es el estado de las almas puras). Lo haré ya y sin demoras, porque es para Dios. El entusiasmo lo entenderé como el santo fervor. En las meditaciones, y siempre, aborreceré los pecados veniales y mortales, sean propios o ajenos, por amor al entristecido Corazón de Jesús. Cuando me arrodille para la meditación avivaré el dolor de mis pecados y me humillaré. Dios no concederá gracias al hombre soberbio, porque éste las despreciará y, en lugar de gloriar a Dios, las usará para vanagloriarse. Era lo que yo hacía. Señor, perdona. Quiero soportar las ingratitudes y desprecios, durante toda la vida, hasta los de mi propia muerte, porque merezco mayor rebajamiento y para complacer a Jesús y semejarme a El. Llevaré mis pequeñas cruces con Simeón de Cirene y con el buen ladrón para expiar mis culpas y para complacer el Corazón sufriente de mi Señor. Tengo obligación de enseñar debidamente a mis feligreses que, por el 4° mandamiento, me deben amor, respeto y obediencia; porque aquel que pone en evidencia a su padre, lo examina y codicia sus bienes, no lo respeta; el que no da a su padre lo que le prometió en privado y públicamente, éste no recibirá la bendición y tampoco la parroquia. Espero que el Señor no me castigue como a Helí por mi negligencia y por no ser más severo con los que yerran. 5 de septiembre El tercer grado de humildad comporta desear por amor a Dios que otros me consideren el peor, con tal de que no tengan pecado por ello y que Dios sea alabado.

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Para alcanzar la prudencia pondré en primer lugar la santificación de mi alma mediante el cumplimiento de los propósitos del retiro y, en segundo, los de la salvación de los hombres. Mortificación: no morir sino sufrir. Siempre actuaré contra mi voluntad. Con Cristo me crucificaré en cuerpo y alma.48

48 Los últimos propósitos del retiro:

1. Cerca de las heridas del corazón y de la mano izquierda: tercer grado de humildad. 2. Cerca de la herida de la mano derecha: prudencia. 3. Cerca de las heridas de los pies: templanza.

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En Stara Wieś, entre los días que van del 18 al 26 de octubre, Markiewicz hace otro retiro. Formula varios propósitos para practicar la humildad y la amabilidad; para ver la voluntad de Dios en las decisiones de los superiores y para vencer sus debilidades, sobre todo la soberbia y el enojo. Sigue luchando contra la concupiscencia y para cumplir los compromisos del celibato. Y es en esta ocasión que siente con más fuerza que nunca el llamado a la vida religiosa. Recibe, sorpresivamente, un nombramiento como párroco de Błażowa, cargo que cumple desde el 23 de agosto del 1877 al 20 de octubre de 1882. También en esta parroquia con ocho mil almas, declaró la guerra contra el alcoholismo. Le era difícil comprender por qué ese hombre polaco que en la Cuaresma ni fumaba ni comía carne no podía contra la vodka. Rogó a los parroquianos que no sirvieran bebidas alcohólicas en las fiestas de bautismo y de primera comunión, y animó a la gente a que acudiera frecuentemente a la mesa del Señor. La obediencia, que se hace virtud, cumple un rol muy importante en su vida. Por eso somete su propia voluntad a la divina cumpliendo las disposiciones de los superiores.

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1877 19 de octubre He de liberar mis sentimientos de todas las ataduras de este mundo y depositarlos en el Creador para cumplir su voluntad. No sólo por la mente sino también por la voluntad y la caridad conoceré a Dios, mi Creador, y así podré edificar al prójimo. Todas las criaturas me sirven por la gracia de Dios para que por ellas pueda alabar a su Creador. En este espíritu adiestraré mi voluntad por medio de los ejercicios piadosos. Al pecado, que es materia de mi frecuente confesión sacramental, debo arrancarlo en primer lugar como a la raíz de otras culpas. Mi rostro se enrojece de vergüenza por la culpa49, porque reconozco que actué indignamente contra mi vocación. 20 de octubre Dios es más misericordioso conmigo que con los ángeles, los primeros padres y mucha gente. Qué bueno es el Sagrado Corazón de Jesús que no sólo no me castigó por mis múltiples pecados sino que diariamente me llama a la mesa sagrada. 21 de octubre La concupiscencia es la raíz de todos mis vicios; contra ella van dirigidos todos mis ejercicios piadosos, sobre todo la meditación de una hora y el santo rosario, exceptuados los domingos y las fiestas. Nada puedo esperar de mí, porque nada soy y la gracia de Dios actúa en mí haciéndolo todo. Diariamente agradeceré en la misa y en la meditación por esta gracia y haré jaculatorias a Dios y al Sagrado Corazón de Jesús. El que descuida el temor de Dios no puede perseverar

largo tiempo en la virtud, porque muy pronto caerá en los lazos del demonio50. La mujer es para mí más amarga que la muerte, ella es para el hombre una trampa (Qo 7, 26). 22 de octubre Ya que se comenzó a caminar con la cruz no se debe volver atrás ni arrojarla a la vuelta de la esquina51. Debo cuidar la gracia de Dios, evitar cada peligro y ocasión próxima de perderla porque sin ella no puedo más que caer en el pecado. Sin ella tampoco puedo confiar en mí mismo y menos hacer nada para la vida eterna; por eso siempre debo implorarla. Estén despiertos, para no caer en tentación (Mt 26, 41).

49 Frase de la secuencia de misa de difuntos, Dies irae, El día del juicio. 50 Tomás de Kempis, La imitación de Cristo, Libro XXIV, Cap. 24; 6. 51 Tomás de Kempis, La imitación de Cristo, Libro III, Cap. 56; 5.

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23 de octubre A la contrición de un corazón se impone la mortificación del espíritu y del cuerpo. Por eso debo procurar el arrepentimiento, sobre todo durante la meditación, y unirlo a múltiples asuntos míos. Evocaré en mi mente lo que había pedido a Dios: conocer la verdad y luego morir. La conocí y la conocí entera; la abracé y me alimenté con ella en la Eucaristía, aunque, a veces, indigna y sacrílegamente. ¿Por qué no morí en aquel entonces? ¿Por qué no dejé este mundo después de haberla conocido y haber alcanzado el arrepentimiento? Perdóname, Señor, con tu misericordia. Tu justicia es poderosa e infinita. Miles de veces merecí el infierno, pero a pesar de ello, tus méritos infinitos, tus sufrimientos, tus tormentos y tus obras, a mí, indigno pecador, me concedieron el perdón. Y si ahora me honras con tan alta dignidad en tu Iglesia en lugar de otorgársela a otros mejores que yo es para que tu santísima misericordia brille y sea alabada en mí por siempre. Todo el cielo cantará himnos eternos de alabanza, porque yo, el más miserable, no soy capaz de hacerlo. Ahora comprendo que los sufrimientos y humillaciones que soportaste en este mundo fueron para que tu santa justicia e infinita misericordia se manifestaran de igual manera. A Lucifer, que fue príncipe de los ángeles, lo amaste más que a otros ángeles; a los primeros padres también; sin embargo en el pecado se alejaron de ti y fueron castigados; y si yo tantas veces experimenté tu infinita misericordia fue por los innumerables méritos de tu Hijo unigénito y de su Sacratísimo Corazón. Por eso debo amarlo eternamente. Soportaré todo por Cristo, mi Señor, y nada me será difícil; estoy dispuesto para sobrellevar todo, aunque sean las cargas más dolorosas; nada para mí será pesado; me ofrezco enteramente a El sin reservas. Ojalá no salga de mí ninguna queja a causa de la cruz que llevaré con humilde obediencia y paciencia y agradeceré a Dios que me consideró digno de llevarla. Amaré profundamente al Sagrado Corazón de Jesús porque a El mismo debo entregar mi cruz, porque aún no ardo en el infierno y he sido beneficiado con infinitos favores y gracias. ¡Oh, dulcísimo e indecible Corazón de mi Jesús!, siento profunda vergüenza porque a pesar de recibir tantas gracias, tantas veces te abrumé con mis pecados. Te suplico, pues, humildemente, ¡ojalá muera antes de ofenderte otra vez! Madre de la misericordia, intercede por mí. La peor parte de mi naturaleza es la inclinación a la ira y a la concupiscencia. Debo estar alerta porque el diablo procura arrancar de mí las virtudes que se les oponen. Antes de cada paso he de pedir la gracia de Dios, ya que sólo con ella podré hacer algo merecedor para la vida eterna. Seré obediente, sin vacilar, a los mandamientos de Dios, a los preceptos de la Iglesia y a las órdenes de los superiores sobre las cuales no opinaré cuando no sea necesario. Seré prudente cuando trate un asunto con ellos. No emitiré juicios repentinos porque sus órdenes deben responder a un motivo justo y apropiado y obedeceré aunque crea descubrir alguna impropiedad en ellas. También practicaré rigurosamente el ayuno.

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24 de octubre Seré pobre de espíritu y agradeceré por la austeridad en que vivo al Sagrado Corazón de Jesús, cuyas promesas cumpliré todos los meses. Pediré al Padre celestial por la intercesión del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen María en cada misa, meditación, rosario y en otros momentos la gracia de soportar desprecios y ultrajes, para mi crecimiento, según la voluntad de Dios y para imitar más y mejor al Sagrado Corazón de Jesús. Que otros perdonen mis escándalos, que tanto daño hicieron. Con resignación escucharé las injurias de mis feligreses y colaboradores y luego, con dulzura, les responderé; a los primeros les impartiré una enseñanza y a los otros les mostraré el amor unido a la humildad confesando mis errores, mi inclinación al mal y reconociendo la paciencia que me tienen y les pediré perdón. Debo llevar una vida perfecta, porque existen obstáculos para mi futura vida religiosa en castidad, pobreza y obediencia; no obstante, no dejaré de orar para que Dios, un día, me permita entrar en ella, porque es el camino de perfección. Si entro en una orden y retrocedo, nada perderé de ese tiempo, incluso tendré mejor provecho porque habré mostrado mi disponibilidad a Dios y para esa peculiar consagración en la Iglesia. 25 de octubre Mi misa diaria, el breviario y todas las acciones estarán acordes con las intenciones del Sagrado Corazón de Jesús. Pediré por mis feligreses que causaron escándalos; por el perdón de mis pecados y la perseverancia hasta el fin; por la vocación al camino de perfección y por una permanencia en la pureza; por los padres, hermanos, hermanas, familiares y amigos; por el Papa, la Iglesia, el obispo, sus perseguidores, las congregaciones religiosas, los jesuitas; por el sínodo provincial; por los hermanos de otras confesiones; por la concordia; por los que me pidieron oraciones; para conseguir el tercer grado de humildad; por la unión con Cristo en esta vida, la conversión de los infieles, los bienhechores, los adversarios, las escuelas, la muerte de los santos mártires, los moribundos, los fieles difuntos, por la sabiduría y la paciencia y para alcanzar el espíritu de oración. Prefiero confesarme día a día y exponerme a la mayor vergüenza que acercarme al altar con la conciencia intranquila. Antes de emprender una obra he de pedir la gracia, porque sólo inspirado por ella y motivado por las jaculatorias y las obras podré hacer algo bueno. Haré las oraciones con el personal de servicio. Despediré inmediatamente al que robe, tal cual estipula el contrato. No pediré ni enviaré nuevos libros sin que me avisen previamente. Pediré a los vicarios que atiendan la oficina parroquial por media hora, después del almuerzo. Si es posible les entregaré las escuelas. Haré visita pastoral anual y el vicario irá a Łęki. Rogaré en la meditación diaria para ser discreto con mis proyectos. Hablaré bien de mis feligreses justificando sus errores ante mí y ante los demás. Me confesaré a menudo en Borek. Llamaré a mis familiares para un retiro en casa. A menos que mediara un compromiso anterior no invitaré a nadie este año para las vacaciones, por las restricciones que impone la pobreza generalizada.

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Iré al correo muy de vez en cuando, a menos que haya un asunto urgente, un compromiso o una fiesta. No visitaré Barycz. A la finca iré una vez por semana o menos. Nunca negaré a los sacerdotes vecinos una homilía o misa si me las piden, a no ser que mediara un impedimento grave o estuviese enfermo. En el adviento avisaré de qué manera las mujeres deben hacer visitas a los sacerdotes y a la finca, es decir, acompañadas; de todos modos mejor que las hagan los varones y las mujeres se ocupen de otros menesteres. Traeré a mi cuarto una o dos imágenes del Sagrado Corazón de Jesús. En la fiesta de Todos los Santos hablaré del diezmo y de los alquileres. En el día de ayuno de mañana tomaré una taza de café y dos bocados de pan; a la tarde, dos cucharones de sopa caliente y una taza de té. 26 de octubre Los ángeles del cielo se alegran por un pecador que se convierte, porque ven a la luz de la gloria la misericordia y la bondad de Dios, que son su primer atributo porque Dios es Amor. Jesús me perdonó más que a María Magdalena, porque siendo sacerdote lo ofendí más. Porque recibí más debo amarlo más. En Jesús, mi Dios, tendré la paz y la libertad en presencia de la gente. Como María Magdalena lo encontraré, en su Sacratísimo Corazón, en el Santísimo Sacramento y en la comunión espiritual, porque El es mi amado. Jesús, cuando pidió a los discípulos que le dieran algo de comer, mostró el amor de padre y la confianza que tuvo a los hombres. El quiere que lo ame con el mismo amor. Los santos que más lo conocieron confiaron en El siendo humildes, mostrando permanentemente el dolor de los pecados y amándolo como a su Señor, Creador y Salvador santísimo. La dulzura celestial de los cánticos es muestra de la inspiración excelsa dada a los hombres. En el Corazón de Jesús encontraré respuesta a la pregunta de cómo debo proceder con El, que puede darme la gracia para imitarlo más perfectamente. En la oración adoptaré una posición natural y tendré el corazón puro, lleno de amor filial, de entrega humilde, de la noción de que nada soy. Amaré a Dios más de lo que le temeré. Procuraré ingresar en la congregación de los resurreccionistas. Yo mismo tengo afición al rito oriental y a las misiones, aunque mejor observar la regla, agregar lo que se pueda del espíritu de san Ignacio en las instrucciones y directorio, para no perder nada del espíritu primitivo sino más bien enriquecerlo. Así que oraré por mi triple vocación a la vida religiosa a no ser que Dios me dé otro cargo de la misma naturaleza. Cuando salde todas mis deudas, ése será el signo de que puedo entrar en una orden, a menos que antes pueda trabajar, como me había propuesto, para el bien de las escuelas. Lucharé contra la concupiscencia cultivando meditaciones, oraciones, rosarios, ayunos, penitencias, ejercicios piadosos y frecuentes confesiones y evitando ocasiones próximas de pecado, y así revelaré mi humildad. Antes de cada actuación clamaré: ¡Señor, ven pronto a socorrerme! (Sal 70, 12). Cuando vaya a visitar el Santísimo Sacramento adoraré a Jesús Eucaristía que está en todas las iglesias y capillas católicas y ortodoxas. Me

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flagelaré diariamente durante un avemaría y el Salmo 129, rezado tres veces antes de misa o de las vísperas. Gracias a Dios porque todo lo bueno que hay en mí y en toda la creación es un don suyo; por eso prometo renunciar a toda atadura a las criaturas y a su amor, y veré y amaré toda la bondad que en Dios tiene su fuente. Todo lo relacionaré con Dios. “Recibe, Señor, toda mi libertad, lograda con el desapego de todos y de todo, mis pensamientos, mi mente y mi voluntad. Con tu amor y tu gracia seré suficientemente rico”52. Bregaré por Jesús y por amor a Dios por medio del fervor, y las obras y renunciaré al amor de las criaturas. Seré obediente a los superiores, es decir, al obispo y al confesor y guardaré silencio. Me cuidaré para no perder la humildad y procuraré que me desprecien, ultrajen y que sufra por amor a Jesús para complacerlo y asemejarme a El. Una vez por semana me confesaré y mortificaré diariamente mi cuerpo, es decir, me flagelaré. Rezaré todos los días durante una hora y diré el santo rosario53.

52 Oración de entrega de san Ignacio de Loyola. 53 Los últimos propósitos del retiro los escribió de la siguiente manera junto a una cruz:

1. Junto a la herida del corazón: trabajo. 2. Junto a la herida de la mano derecha: obediencia. 3. Junto a la herida de la mano izquierda: temor. 4. Junto a las heridas de los pies: oración.

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Ya en el primer día del retiro, en su mente y en su corazón se hace presente la parroquia de Błażowa. El padre Bronislao vio cómo la gente corría tras los placeres del mundo, era presa fácil de la codicia y se comportaba de manera harto soberbia. También conoció las causas de sus propias debilidades y caídas y les opuso la oración, frecuente confesión, fidelidad a los compromisos y trato respetuoso con la gente. Las notas presentan muchas tachaduras, subrayados y frases agregadas al margen de las páginas. Una vez más está latente el llamado a la vida religiosa. El sentido de esta batalla para ser religioso o diocesano es alcanzar la santidad y vivir en el espíritu de Cristo. Es nombrado vicedecano de Strzyżów. Como en las anteriores parroquias, también en Błażowa todas las energías, fuerzas y preocupaciones del padre Markiewicz estaban dirigidas a la mayor gloria de Dios y a la salvación de los hombres por medio de métodos pastorales que le eran propios y cuya eficacia había podido comprobar. Inspirado en la fe sencilla del pueblo lo invita a meditar la historia de la salvación por medio del rosario, a leer libros piadosos, a renunciar al alcohol y a trabajar por el bienestar individual y de la comunidad.

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27 de julio Hemos de servir solamente a Dios y cumplir siempre su voluntad. Unos sirven al mundo y otros a sí mismos y éstos hacen caso a su propia voluntad y a su ego y, aunque hacen verdaderos esfuerzos, éstos sólo están destinados a su propio enaltecimiento. Por eso no tienen amigos. Defienden tenazmente sus opiniones, manifiestan una supuesta firmeza de voluntad, les gusta destacarse, ser los primeros y entrometerse en cualquier conversación. Los que sirven al mundo estiman en poco los valores espirituales, por eso corren tras honores y vanagloria. Están pendientes de las opiniones ajenas y tienen por dios a su propio yo. Los que más proliferan son los esclavos de su carne, hombres para quienes Dios está por debajo de su inclinación a los placeres. 28 de julio El fundamento de la vida espiritual es la fe en que el hombre creado por Dios debe servirle solamente a El. Sentiré el dolor de los pecados y tendré presente, también después del retiro, de cuán profundamente ofendí a Dios. Si quiero perseverar en el bien deberé practicar incansablemente una vida virtuosa. Las normas principales he de memorizarlas bien y ponerlas profundamente en el corazón. Me rebajaré ante Dios primero, y luego ante los demás. Yo no soy nada, menos que nada y tantas veces menos que nada por todas las veces en que pequé mortalmente y a pesar de lo cual tanta gracia recibí, yo, sacerdote. Reconozco que lo que es bueno en mí y lo bueno que sucede por mí no me pertenece y no me vanagloriaré de ello. Mantendré firme mi voluntad y todo lo haré con la gracia de Dios. Por El nada me será difícil, y en este espíritu predicaré siempre. Son causas de caída las siguientes: descuido de la oración frecuente; huida de la cruz en busca de comodidad y tranquilidad; abandono del examen de conciencia; falta de apertura ante el director espiritual; confesión poco frecuente; entregarse a los asuntos del mundo y olvidarse de Dios y de la propia santificación. Haré lo que me pide Dios y no más. El retiro sirve para impregnarse más con los principios de la fe y luego practicarlos. Después es preciso permanecer constantemente en ellos para no caer. No basta conocerlos, entenderlos y memorizarlos sino ponerlos en el corazón, es decir, fortalecer con ellos la mente, la voluntad y el espíritu. Hay casos en que uno hace retiro sólo para elegir el camino a seguir. No es tan importante en qué grado uno se impregne sino con qué lo hace, por ejemplo, con la lectura espiritual, contemplación, meditación, sermones y conversaciones o, también, con algunas jaculatorias.

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Fue de gran beneficio para mí cuando en la meditación sentí el dolor de los pecados, cuando me rebajé y pedí ser humillado con expresiones como amplius, amplius; fue bueno para mí que me afligieras, amplius, amplius. Debo renovar audazmente esa antigua práctica y no tener en cuenta las dificultades porque con la gracia de Dios y firme voluntad todo lo puedo. No hablaré de mí, ni mal ni bien, ni tampoco de las personas que me ofendieron. Seré pudoroso en mis miradas. Si el padre espiritual me lo permite me flagelaré diariamente y me levantaré tan temprano como lo hice en los primeros años de sacerdocio y, después de cumplir con los ejercicios piadosos, me dedicaré a los trabajos fuera de casa. Mis motivos para humillarme serán el aborrecimiento de mi alma pecadora (los santos prefirieron caminar sobre las brasas calientes que ver a Lucifer, y yo soy peor que él), y la memoria del infierno que merecí tantas veces por mi desordenada inclinación al pecado. Si Dios me retira su gracia pecaré mortalmente. 29 de julio El espíritu de oración, la pureza, la digna celebración de la misa con más frecuencia, la confesión sincera una vez por semana y la enmienda durante el mes, preparan para una muerte serena. 30 de julio Con la gracia de Dios, después de la cosecha, entregaré el cargo de párroco y me pondré a disposición del obispo. Entregaré la mitad de mis bienes a mis padres y la otra la dispondré para pagar las deudas. Hablaré con las mujeres a puertas abiertas y no arreglaré asuntos con ellas en la casa, a no ser en presencia de otras personas. No permitiré que me besen la mano y las confesaré solamente en el confesionario sin mirarlas. Después de cumplir los ejercicios piadosos visitaré a mis feligreses. Pasadas las 21 horas no trabajaré arreglando asuntos parroquiales en la oficina, ya que antes los habré sometido a la decisión del padre espiritual, para que él decida sobre ellos. La Santísima Trinidad volviendo sus ojos misericordiosos hacia mí, que me desvío del camino recto, me redimió. ¡Oh, bondad indecible e inconcebible! El ángel visitó a la Virgen, llena de gracia e inmaculada. Y a mí, pecador, debería visitarme Lucifer. No obstante los ángeles siempre me acompañan. El mismo Jesús viene a mí, cada día, a pesar de que, como Judas, lo traicioné. ¡Oh, qué grande es el amor de Jesús! ¡Qué amoroso el Corazón de Jesús! ¡Qué consuelo para mí! El ángel anunció a la anciana Isabel que concebiría a Juan el Bautista y lo mismo sucede conmigo, envejecido en los pecados, vicios y pereza y que, sin embargo, por la gracia de Dios puedo ser grande en palabras y en obras, con tal de que responda a cada inspiración suya: heme aquí Señor, tu siervo, que se cumpla tu voluntad en todo. Daré

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grandes frutos, como Isabel, porque nada es imposible para Dios. Seré poderoso en palabras y en obras (Lc 24, 19). La humildad pondrá remedio a mi vida anterior porque sólo el amor todo lo puede. Así que debo ir audazmente tras las huellas de Jesús. Ella une más a la gente y complace más a Dios que una vida pura pero no humilde. Así fue con la vida de muchos santos, porque pocos puros e inmaculados entran en el reino de Dios. He crecido como cedro del Líbano, como ciprés de las montañas de Hermón (Si 24, 13), porque para Dios nada es imposible y por eso debo ser fiel a su gracia. 31 de julio Dejaré el cargo de párroco después de la cosecha. Entregaré la mitad de mis bienes a mis padres y a mi hermana y la otra la invertiré para pagar las deudas. Una vez cumplidos estos asuntos, si el obispo no acepta mi renuncia, iré a explicarle personalmente mis motivos y haré un retiro para examinar de nuevo si tengo o no inclinación para ingresar a una congregación. Renunciaré, con restricción de no recibir ningún cargo, porque no siento vocación de párroco ya que, como tal, siento que me alejo de Dios; para no estar vinculado a nada ni a nadie antes de entrar trataré de resolver mis diferencias con los arrendatarios. No obstante, organizaré un retiro para mis feligreses. Escribiré en estos términos: “Después de haber reflexionado, orado y meditado larga y profundamente ante Dios y haber escuchado el consejo de mi piadoso director espiritual, solicito humildemente que me libere inmediatamente del oficio de párroco en Błażowa y me haga vicario en cualquier parroquia, excepto en Błażowa, y sin residir en una casa parroquial”. Si estas aclaraciones no bastan estaré dispuesto a presentarme ante su excelencia para dar cuenta del asunto […]. Cada mañana pediré durante la misa el espíritu de oración, la pureza y la humildad en tercer grado, es decir, vocación religiosa, y que sepa callar y me alegre cuando me rebajen. Evitaré cada ocasión de pecado e incluso su menor apariencia, aunque caiga en el ridículo. Seré benévolo e indulgente con los sacerdotes, hasta el límite. De nadie hablaré mal, antes bien ensalzaré lo que es bueno, y ante las indirectas guardaré silencio. 1° de agosto Antes de recitar el breviario o de hacer una oración, por ejemplo el rosario, prepararé mi alma, pediré por el perdón de mis pecados y por alcanzar la castidad perfecta. Mi mortificación o la cruz de cada día será vivir en castidad, es decir, moderar la vista y los demás sentidos y someterme a la flagelación porque una ocasión, una distracción, una imprudencia, una tentación, bastan para caer en el abismo del pecado. Debo de ser santo y buscar los medios adecuados que me impulsen al servicio para Cristo. Quiero y busco ser humillado para crecer en la humildad. Seré modesto en las miradas, me recogeré en Dios, evitaré conversaciones a solas con mujeres, hablaré poco de mí y de las debilidades de los demás. El que es infiel en lo

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poco, también lo es en lo mucho. Repetiré la siguiente jaculatoria: Fue bueno para mí que me humillaras (Sal 118, 71). Amplius. Me alegraré de las humillaciones que sufrí y de las que recibo. No me enojaré con nadie que me humille, más bien lo elogiaré y beneficiaré. No me ensalzaré ante los demás. Un sacerdote humilde es campo fértil para la virtud y el que es soberbio lo es para todas las maldades. La soberbia es madre de múltiples pecados y desnuda de la gracia. No basta una obra o una virtud sino que hay que tener constantemente el espíritu de Cristo, eso es, espíritu de pobreza, abnegación, mortificación del cuerpo, humildad, amor; abrigarse con Cristo y con frecuente oración y unión con El y llevar siempre su cruz, ejercitarse en la virtud, estar unido a El por medio de la oración y de las obras. Por eso es necesaria la soledad, renunciar a los lazos familiares, ayunar y mortificar el cuerpo y aprovechar cada ocasión para hacerlo. Responderé a las tentaciones inmediatamente, con firmeza y desprecio, sin vacilación, sin temor y no pensaré en las antiguas. Enmendaré el mal por medio de los sermones escritos, sobre todo cuando procure convencer a la gente para las obras y las prácticas que testimonien el amor de Jesús, la enmienda, el dolor de los pecados y la penitencia. Me levantaré a las 4 de la madrugada y después del aseo matinal haré la adoración ante el Santísimo Sacramento, la acción de gracias y la meditación hasta las 5:45; seguiré con la misa u horas intermedias y atenderé el confesionario. Después de la misa destinaré 15 minutos a la acción de gracias para terminar los ejercicios piadosos, es decir, meditación y hora intermedia a las 9 horas. Primero velaré por mi santificación y mi salvación porque un hombre piadoso hará cien veces más que el que no lo es. Por la mañana haré ejercicios piadosos, inclusive los domingos. Si es necesario interrumpiré las confesiones para cumplir con ese propósito antes de la misa solemne. Oraré antes de administrar el bautismo, la confesión y otros oficios. No mucho pero bueno. Levantaré o bajaré la vista mientras absuelva y cumpliré con todas las oraciones prescritas para la absolución. Después del almuerzo haré media hora de recreo. Al terminarlo, camino a la escuela, rezaré el rosario; sólo miraré al frente porque los ojos modestos edifican; tampoco conversaré con las mujeres, a no ser que sean pobres, minusválidas o abandonadas. No haré visitas a excepción de las de enfermos y abandonados. Trataré de volver a la casa a las 21 horas para hacer examen de conciencia, preparación para la meditación y me flagelaré. Luego me retiraré para descansar y poder levantarme muy temprano al otro día y, si hay visita, me disculparé. Jesús es signo de contradicción porque los caminos de Dios no son los de los hombres. Bienaventurados los pobres de espíritu, los que lloran… (Mt 5, 3-12). Así lo quiero yo. 2 de agosto Observaré la castidad vigilando mis propias miradas y seré cuidadoso en las conversaciones aunque caiga en el ridículo; no permitiré que besen mi mano. No confesaré a las mujeres fuera del confesionario ni arreglaré asuntos con ellas a no ser que estén en compañía de otra persona y a puertas abiertas. Practicaré el tercer grado de humildad, es decir, no me justificaré ante habladurías y después de la cosecha

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renunciaré al cargo y evitaré entrar en conversaciones que giren alrededor de mí. A las preguntas impropias las contestaré lacónicamente. Hablaré poco, pero con propiedad. No me sobrevaloraré y apreciaré a los demás, cuyos errores justificaré. Trataré de destacar siempre la bondad de mis adversarios. Mis ejercicios piadosos, que terminaré entre las 4 y las 9, serán los siguientes: oración de una hora, lectura espiritual, examen de conciencia general y particular, rosario, visita al Santísimo Sacramento, flagelaciones, preparación remota a la meditación, confesión semanal, comunión espiritual, unión con Cristo y las jaculatorias como: ¡Oh, Virgen, sin pecado concebida! Seré prudente. Primero procuraré mi santidad y no haré más de lo que exija la voluntad de Dios. Si soy tentado abandonaré el confesionario y enviaré a otro en mi lugar54. Pediré por cuatro gracias en la misa, la meditación, el examen de conciencia, durante la acción de gracias, después de misa y durante todo el día, y después de confesar. Trataré de evitar juicios erróneos, frutos de mi imaginación, tanto los pasados como los actuales y futuros. 3 de agosto Después de habérsenos concedido una gracia sentimos y disfrutamos de la paz, la tranquilidad, la sencillez de la vida, y de la fe y del amor, es decir, nos abrimos a todo. El reglamento, porque el orden lleva al cielo, el recogimiento y el estudio son tres fundamentos de la vida espiritual para los sacerdotes. El hombre apostólico es un hombre de oración, unido siempre a Cristo por medio de las jaculatorias, peticiones y visitas al Santísimo Sacramento; es un hombre de abnegación diaria que lucha contra las pasiones y cuya voluntad sufre y soporta las injusticias; es un hombre de trabajo, cuyos actos tienen que servir de ejemplo. No seré cómplice de ningún mal bajo ninguna circunstancia. Me guardaré de no caer porque el pecado es una infinita ofensa a Dios. Huiré de situaciones que susciten ocasiones de pecados, porque ésa es la voluntad divina a la que me entrego totalmente.

54 Los últimos propósitos del retiro los escribió de la siguiente manera junto a una cruz:

1. Cerca de la herida del corazón: castidad. 2. Cerca de la herida de la mano derecha: tercer grado de humildad. 3. Cerca de la herida de la mano izquierda: ejercicios piadosos. 4. Cerca de la herida de los pies: prudencia.

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El padre Bronislao Markiewicz hace su retiro en Stara Wieś entre el 22 y el 29 de julio. El borrador de una nota que escribió para el obispo se refiere al tan buscado lugar en la Iglesia y nos habla de que su dilema vocacional seguía latente. Al respecto consulta al padre Mariano Morawski, superior provincial de los jesuitas. Siente la miseria y la fragilidad humanas como sacerdote, a punto tal que se cree el peor de todos y subraya esta condición por haber recibido más beneficios y poseer más conciencia de los hechos. Sigue como párroco en Błażowa. Junta dinero para la construcción de una nueva iglesia y de un centro de salud.

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1879 22 de julio Me apuré, no me demoré en cumplir tus mandamientos (Sal 118, 60). He de servir al Señor para que se cumpla su voluntad y no importen las humillaciones ni los honores. Gracias te doy, Señor todopoderoso y bondadoso, porque me hiciste sacerdote. Pero siento que con muy poco respondí a esa vocación. Haz de mí lo que mejor te parezca. Estoy dispuesto a todo. Confío en tu misericordia y en que me des la gracia de vencer mi amor propio y me ayudes a cumplir tu santísima voluntad siempre y en todo lugar. En el Corazón de Jesús y de María tengo puesta mi esperanza y mi ánimo. Así lo quiero, así lo deseo, y lo que me falta, te ruego que Tú lo suplas55. Quiero servirte a ti en este lugar donde estoy y de la manera en que Tú, Señor y Padre, esperas de mí. 23 de julio Todo pecado es una infinita ofensa al santísimo y bondadosísimo Padre y Señor pero el mortal de un sacerdote es injustificable, es un terrible sacrilegio y una infinita ingratitud. Señor, ésta es la verdad y no la puedo negar. Si afirmara otra cosa, Tú te pondrías en contra de mí y ya no habría nadie que me pudiera defender. ¿Qué he merecido por mis pecados, sino el infierno o el fuego eterno?56 Te doy gracias, Señor, de que por medio de tu gracia haya conocido que soy peor que el más indigno de mis feligreses, incluso peor que aquel al que pude despreciar. Tanta luz, tantas gracias y tantos pecados; sacrilegio, ingratitud y pecados injustificables. 24 de julio Nunca seré esclavo de mi cuerpo. Meditaré sobre la muerte para reconocer la nada del cuerpo y sobre el juicio final, para conocer la debilidad y fragilidad de nuestro espíritu, para vencer concupiscencia y soberbia. Antes de confesarme me dispondré como si fuera para ese juicio. Gracias, Señor, porque me diste tanto tiempo para prepararme para el juicio. Mi vida será una constante preparación porque ese día serán juzgadas hasta las justicias. Virgen santísima, auxíliame. Leeré el capítulo 14 de La imitación de Cristo para aplastar mi soberbia. Por ejemplo: ¡Oh, cuán poco y bajamente debo juzgarme a mí mismo! ¡En qué pobre consideración debo tener lo poco de bueno que tal vez haya hecho! ¿Cómo puede engreírse con inútiles alabanzas el corazón que está de verdad sujeto a Dios? Ni el mundo entero hará ensoberbecer al hombre subyugado por la Verdad; ni moverá, por mucho que lo alaben, al que ha puesto toda su esperanza en Dios57. ¡Tantas veces fui hijo pródigo!

55 Tomas de Kempis, La imitación de Cristo, Libro III, Cap. 10; 4. 56 Ibídem, Libro III, Cap. 52; 1. 57 Tomas de Kempis, La imitación de Cristo, Libro III, Cap. 14; 3, 4.

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25 de julio Al principio, en el medio y al final de cada meditación, despertaré el dolor de mis pecados, pediré por la humildad y la templanza y prometeré cumplir esos propósitos con firme oración y con la ayuda de Dios. Luego, durante todo el día, buscaré modos de ejercitar estas virtudes. No he de olvidar que cuando salde mis deudas deberé servir al Señor en absoluta pobreza. Mientras tanto no desearé oficio mejor ni dignidades ni estudios y permaneceré en este servicio según la voluntad de Dios. Desearé ser humillado como antes, por amor a El. Me alegraré por eso y nunca murmuraré porque la obediencia basta. 26 de julio El 25 de agosto pediré a mis dos hermanos la condonación de mis deudas. Si me responden favorablemente se lo comunicaré a mi padre. Después de la cosecha y nueva siembra venderé lo que se pueda. Alrededor de la Navidad tal vez se ordenen los asuntos que preparo y entonces me iré a Stara Wieś. Si la respuesta es desfavorable escribiré antes de que se convoque el consistorio y viajaré directamente a Italia. Iré adonde pueda servir mejor a Dios. Me entrego pronto, animada y alegremente, a la voluntad de Dios. Si me convocan para otro cargo lo aceptaré cuando haya podido pagar todo. Y luego sí podré ingresar a una orden religiosa. Autorizaré a hacer uso de mis confesiones y de otras que se refieran a mí. El reverendo An... dijo que verdaderamente no me veía como jesuita. También coincidió con él el padre M..., quien dijo que se opondría. No obstante, el padre Enrique Jackowski quiso apoyarme y él mismo entabló un diálogo conmigo durante el retiro. Yo, sin embargo, quiero que sea visible la voluntad de Dios y por eso escribo todo y estoy pronto a dar más explicaciones al respecto. Madre santísima, auxíliame. San Luis Gonzaga, ruega por mí. San Ignacio y san Francisco, intercedan por mí para que sea admitido. Si, a veces, se omite un ejercicio espiritual prescrito por ayudar al prójimo, esta falta se podrá reparar fácilmente. Pero si habitualmente se lo hace por pereza o negligencia, esto constituye una culpa y muy pronto se experimentará el daño de este descuido. Esforcémonos cuanto podamos porque ni aún así podremos escapar fácilmente a las faltas58. 27 de julio Despertaré frecuentemente el dolor de los pecados. Es justo que me desprecien. Nadie podrá expiar un pecado cotidiano que denigra infinitamente a Dios hasta los últimos tiempos y merece que los demonios lo persigan en el infierno y que todo el cielo lo desprecie, si no domina su soberbia y con paciencia alcanza la humildad, que es fundamento de todas las virtudes y que pone a Dios en el corazón. Cuando soporte pacientemente el desprecio haré el mayor sacrificio, signo de imitación de Cristo. Sin humildad, sin humillaciones, no encontraré a Jesucristo ni con

58 Tomas de Kempis, La imitación de Cristo, Libro I, Cap. 19; 3.

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oraciones ni ayunos ni lágrimas ni vigilias. Por lo tanto buscaré y me regocijaré en el menosprecio. 28 de julio Haz, Señor, de mí lo que te complazca. Castígame y abrásame, pero ten piedad del bien de la Iglesia santa y del clero por los que siempre oraré. Por los pecados castigaré mi cuerpo siempre y sin desmayos. Ofreceré a cambio los sufrimientos y sobre todo las humillaciones. Prepararé bien los sermones y si puedo los escribiré. Entregaré la oficina al padre Pilszak. Dios defiende al humilde. Haré penitencia según los pecados. Las lágrimas no alcanzarán para pedir su perdón, y es por ello que están siempre delante de mí. Rezaré el miserere después de misa. Por medio de las meditaciones me inspiraré en verdades y preceptos para animarme en el momento de la tribulación: jamás sufriré por lo que debo a Dios, porque aunque pudiera soportar durante cien años todas las adversidades posibles ¿qué sería esto comparado con la bondad infinita de que soy acreedor? Nunca podré sufrir tanto como Cristo sufrió por amor a mí. Nunca podré sufrir tanto cuanto merezco por mis pecados porque ¿qué puedo perder más que el infierno que merecí? He de soportar, en silencio, las pequeñas y diarias contrariedades para poder aceptar luego con serenidad los golpes de la adversidad. Si debo enfrentar un obstáculo meditaré en lo profundo de mi corazón alguna de las anteriores normas que escojo como guías. 29 de julio Sé que por cada mortificación que ofrezco a Dios en imaginación, mente, vista, habla, voluntad, en soportar pacientemente las habladurías, y por cada dificultad, por ejemplo estar arrodillado, tendré recompensa. Deseo sufrir y regocijarme en ello. No morir, sino sufrir. Lo haré en espíritu de humildad para reconocer la autoridad; de penitencia por mis pecados y de amor para imitar y ayudar a Jesús. Meditaré durante una hora, luego me dedicaré a la lectura espiritual y examen de conciencia. Mortificaré mis ojos, evitaré largas conversaciones con mujeres y no recibiré a las que conozco si están solas. Antes de confesarme me examinaré exhaustivamente. Dios, por la infinita bondad y amor que nos mostró, merece ser amado. Su bondad y amor por mí son eternos. Hace mil ochocientos años yo era nada espiritualmente y barro corporalmente, y Dios me amó y derramó su sangre en la cruz por mi salvación. Antes de ser creado fui nada. El me amó tan profundamente que creó la Tierra como hábitat para mí, y el cielo como morada eterna. Desde la eternidad Dios siempre pensó en mí, me amó, decidió morir por mí y hacerme partícipe de todos sus bienes, riquezas y felicidad. ¡Qué milagro de amor! La bondad y el amor de Dios son benévolos y potentes en el misterio de la encarnación. He aquí una parábola: un servidor robó a su señor una fortuna y fue sentenciado a condena perpetua si no la devolvía. Entonces apareció un hombre rico, que,

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compadecido, vendió todo lo que tenía para rescatar al condenado. Por este maravilloso gesto, él quedó en la miseria, debió empezar de nuevo, estudiar un oficio y ganarse el pan con el sudor de su frente. La bondad y el amor de Dios son pacientes y clementes para conmigo. He aquí que se abre la tierra y aparece el infierno con miles de almas condenadas. No obstante, Cristo desciende del cielo y de esas almas elige una, le devuelve la vida y le da todo el tiempo para que se arrepienta. ¿Quién puede comprender la profundidad de ese amor? Ese hombre, como otros más, mereció la pena del infierno; no obstante, sólo él, de entre tantos que no sintieron la gracia de Dios y no tuvieron tiempo para la penitencia, fue sacado del infierno. Allí hay millones de almas que cometieron menos pecados que yo, recibieron menos gracias que yo, vivieron menos en la inercia. Y yo vivo, gozo de la gracia y misericordia de Dios. Dios merece ser amado por el infinito amor y bondad con que siempre nos acompaña. Poseer a Dios significa alcanzar el mayor de todos los deseos. Para el alma que abandonó el cuerpo, nace una luz sobrenatural y gracias a ella el alma reconoce que Dios es la mayor bondad, la única y suprema felicidad. Esa luz inspira un deseo tan inconmensurable para aprovechar de esa única bondad, de esa suprema felicidad, que su pérdida es el mayor castigo del infierno. Ese deseo lo cumple Dios, que la une firmemente a sí mismo y se funde con ella de tal manera que toda el alma goza de la profundidad de la divinidad. Poseer a Dios significa contemplarlo y amarlo. No hay siquiera un momento en toda la eternidad en que un alma no asista a nuevos milagros de la omnipotencia de Dios. Poseer a Dios significa vivir una felicidad rebosante que es igual a la que vive el mismo Dios. Una pequeña gota de ella alcanzaría para colmar a los condenados que padecen el tormento de la duda con la mayor felicidad, a los elegidos y a todas las criaturas a pesar de que sean más que los granos de arena del mar. En una palabra, esos gozos son tan grandes que alcanzan para complacer al mismo Dios que está lleno de la infinita felicidad. Poseer a Dios significa ser amado por El con un amor interminable. Dios tiene en cuenta al alma que ama como a su prole, a quien desea conceder toda clase de bienaventuranzas, y no como a un objeto. Poseer a Dios significa vivir tan largamente como vive El y ser feliz como El lo es. ¡Oh, Jesús y María! Estén despiertos y orando (Mt 26, 40). Estar despierto: observaré fielmente el orden del día. En la meditación diaria a las 5 horas pediré al Espíritu Santo observar fielmente el orden que establezco y que, cuando me confiese o haga examen de conciencia, tenga claro si lo he respetado. A las 6 iré a la iglesia para cumplir con la misa, las horas medias, confesión y otros asuntos. A las 12, examen de conciencia particular. Después del almuerzo, lectura, y a las 14, vísperas; a las 16, matutinum, y a las 17, estudio de teología moral durante media hora; a las 18, asuntos de hacienda o la preparación del sermón; a las 21, descanso. Estaré poco fuera

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de casa y haré breves visitas a los laicos. No jugaré a las cartas a no ser que se dé una circunstancia extraordinaria. No beberé sino una copa de vino. Con las mujeres tendré trato distante, no las miraré, y a algunas no las recibiré nunca a no ser que vengan acompañadas. Hablaré reflexivamente y con benevolencia de los ausentes. Estar orando: nunca prescindiré del examen de conciencia ni de la meditación diaria de una hora y cada semana me ajustaré a esos propósitos. Prepararé a tiempo los sermones, por escrito si fuera posible, y los terminaré con actos de amor o de dolor por los pecados. Leeré sólo durante media hora los diarios. Las meditaciones las intercalaré con dolor por los pecados y con actos de amor. Observaré recogimiento de espíritu y tendré presente a Dios haciendo jaculatorias o, mejor como antes, actos de humildad y de comunión espiritual. Visitaré el Santísimo Sacramento si la iglesia está abierta y si paso por allí. Trataré de que cada acción mía sea precedida por una buena intención. Leeré a Tomás de Kempis. Sostendré el espíritu de oración siempre, sobre todo durante la misa y el breviario; tenderé a la máxima pureza bajo la protección de la Santísima Virgen y de san Luis Gonzaga. Cada viernes leeré estos propósitos. El 25 de cada mes haré jornada de espiritualidad.

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1880

Las notas son del retiro del 11 al 18 de octubre y contienen muchas referencias a los pensamientos de san Alfonso, san Francisco de Asís, san Ignacio, san Gregorio y san Agustín, generalmente en latín. Cita por ejemplo seis veces a san Alfonso, cuya espiritualidad profundizó cuatro años más tarde en otro retiro y de quien anota un texto cuya espiritualidad ya se hace notar y que se resume en: Desear a Dios es amarlo con todo el corazón. Con la pregunta: “¿Qué he de hacer, Señor, para saber?” se plantea su futuro.

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1880 11 de octubre No agradecí a Dios por haberme creado y con ello mostré mi ingratitud. ¡Oh, qué suerte vivir en este mundo para conocer y adorar al Señor tan bueno y santo y así encontrar la salvación! En el mundo y entre sus criaturas es como podré alcanzar mi propia salvación o mi propia condenación. Si los abandonara para ocuparme sólo de mí estaría falseando el mandato de Dios y también me condenaría. Debo tener más en cuenta la oración, la meditación y otros ejercicios piadosos. ¿De qué me sirve salvar a los demás e ir yo al infierno? Pero el que quiere buscar su gloria fuera de mí, deleitarse en algún bien terrenal, no será confirmado en la verdadera alegría ni tendrá gozo en su corazón porque padecerá múltiples obstáculos y angustias59. Los que por tu amor desprecien todo deleite terrenal, encontrarán los dulcísimos consuelos del Espíritu Santo60. ¿Qué he de hacer, Señor? (Hch 22, 10), para saber. Enséñame a cumplir tu voluntad, Tú que eres mi Dios (Sal 142, 10). Ojalá me guíe según los ejercicios espirituales de san Ignacio. La primera intención será servir a Dios que es el fin, y por último, si nos es dado recibir algún beneficio, aceptarlo siempre y cuando este beneficio sea un medio más para alcanzar el fin61. Dice san Agustín que si alguien quiere ser amigo de Dios ahora mismo puede serlo62 y nada es tan bueno que ser tal y esto complace a Dios. Siempre debemos y podemos cumplir su voluntad y ni siquiera los que duermen o agonizan están eximidos de esta ley. En vano viven los que se preocupan solamente por su propia salvación con conversaciones y meditaciones, y descuidan el servicio a Dios, a quien debemos servir con el corazón y de cuya infinita bondad depende nuestra salvación. Recibiré todo de Dios, sin siquiera murmurar, porque es mi Señor quien lo ordena. No apegaré mi corazón a ninguna criatura, a ninguna dignidad y a ningún lugar. Cuando mi razón, iluminada por la fe, me indique cuál es la voluntad de Dios, iré dondequiera El me llame. 12 de octubre Solamente gracias a la gran misericordia de Dios no fui castigado por mis repetidos pecados. Lo que ocurrió con los ángeles que desobedecieron a Dios una sola vez, así sucedió con el primer hombre y con tantos que padecen tormentos en el infierno.

59 Tomás de Kempis, La imitación de Cristo, Libro III, Cap. 9; 2. 60 Ibídem, Libro III, Cap. 10; 5. 61 San Ignacio de Loyola, Ejercicios espirituales, Anotación, 169. 62 San Agustín, Confesiones, Libro VIII, Cap. 6; 15.

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Serviré al Señor y soportaré los peores tormentos. Amplius, amplius. Doy infinitas gracias a la misericordia de Dios porque vivo. Me apuré, no me demoré en cumplir tus mandamientos (Sal 118, 60). Volveré a la meditación y al examen de conciencia diarios como fue al principio de mi sacerdocio. Soy el peor de todos mis hermanos en Cristo, así que es justa mi humillación. Fue provechoso para mí que me humillaras (Sal 118, 71). Amplius, amplius. Cuando no está animado por un buen espíritu el pobre cuerpo gime. Pediré humildemente al Señor que me dé el espíritu de arrepentimiento y diré con el profeta por comida me das amargura, y lágrimas abundantes por bebida (Sal 79, 6). El pecado es un mal grande, cuando lo castiga el Señor y Padre bondadoso con el infierno. Te doy infinitas gracias porque me miraste con amor. ¡Oh, Señor!, concédeme la gracia de tener un corazón arrepentido para que expíe mis pecados aquí en la Tierra y no merezca el infierno. 13 de octubre Todo placer del mundo es vano. Dame, Señor, el arrepentimiento perfecto para que nunca te ofenda y pueda ser digno de una muerte serena. Virgen María, intercede por mí para que sienta el dolor de mis pecados veniales, los aborrezca y nunca más ofenda con ellos a Dios. Preferiría morir que mentir. Iré con confianza a mi Señor, le confesaré mis pecados en espíritu de arrepentimiento y dolor y, como penitencia, cumpliré lo que El me mande, aunque tenga que renunciar de inmediato. 14 de octubre Te agradezco, profundamente Señor, que, a pesar de tantos pecados, a mí, indigno, Tú me hayas llamado a tu viña para que sea servidor de la salvación del pueblo y tu soldado. Te serviré y estoy pronto a todo, pero dame la gracia. Virgen María, auxíliame. Dios para salvar al mundo miró a una doncella y servidora inmaculada que cumplía fielmente todos sus mandamientos y que hizo votos de servirle en pureza, que llevó una vida recóndita, silenciosa, y en purísima intención, para complacer a Dios. Si he de ser un vaso escogido por Dios debo cumplir fielmente todos sus mandamientos, sobre todo el voto de castidad, servirle en silencio, sin ostentación, sin esperar ni reconocimientos ni premios en este mundo. Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Actuaré con un corazón manso, eso es, con intención de alabar a Dios y no para ensalzarme.

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Virgen santísima y tú, san José, concédanme la prístina gracia de amar a nuestro Salvador para que soporte en el espíritu de penitencia y abnegación la adversidad, porque todo es por El. Un humilde Jesús de doce años se presentó en medio de los doctores para enseñarles que era el Mesías. Yo también tengo que ser humilde para poder enseñar con provecho. Madre santísima, haz que nunca pierda a Jesús, que siempre lo ame y le sirva día y noche porque El es la bondad suprema. Dame, Señor, la gracia de buscar el desprecio y el silencio solamente por ti y no porque no me atraigan el mundo o las gentes. Juan Bautista, por ser humilde y practicar la mortificación y la castidad, mereció que Jesús se le acercara en el desierto y le pidiera que lo bautizara. Yo no poseo esas virtudes, y, sin embargo, el buen Jesús se humilló ante mí cuando se entregó tantas veces a mi poder en el altar. Dame, Señor, la santidad que exige la dignidad de mi estado. Señor, si haces algo bueno por mí que sea para tu gloria, porque ella es tuya, y yo solamente soy capaz de apropiarme de ella. Por tu gracia, soy lo que soy (1 Co 15, 10). Por nosotros mismos no tenemos la fuerza para hacer el bien ni siquiera para tener buenos pensamientos. Nuestra capacidad viene de Dios (2 Co 3, 5). Nuestras obras le pertenecen a El. Nuestras debilidades no deben privarnos del coraje. Si caemos, a pesar de nuestros buenos propósitos y promesas, no perdamos la esperanza. El demonio usará todas sus fuerzas para que seamos presa de la desconfianza, para enredarnos en mayores pecados e inducirnos a la desesperación. En esta situación, más que nunca, pongamos nuestra esperanza en Dios y la memoria de nuestras faltas nos ayudará a abandonarnos por entero a su misericordia. Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman (Rm 8, 28). Fue bueno para mí que me humillaras (Sal 118, 71), fue para mi bien, para que aprendiera a ser humilde. He pecado y torcido el derecho, pero Dios no me ha tratado según mi culpa (Job 33, 21). La gente confiesa ser pecadora y digna de todo desprecio, pero en lo íntimo de su corazón cree lo contrario. Así, cuando recibe ese desprecio su amor propio se rebela. El hombre verdaderamente humilde no tiene ni emite un juicio bueno de sí mismo y anhela que los otros hagan lo mismo. Algunos, al caer se enojan, sufren y es así como cometen aún más errores. San Luis Gonzaga decía que el demonio pesca en aguas turbias. La inquietud por nuestras imperfecciones viene del orgullo y del amor propio. Al comprobarlas hemos de humillarnos y aborrecer los pecados, pero sin ira y, luego, refugiarnos en el Señor esperando de El la ayuda necesaria para no pecar más. Un hombre verdaderamente humilde y manso nunca pierde la paz en medio de los cambiantes acontecimientos de la vida. 15 de octubre

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Tantas veces llevé el estandarte de Lucifer...63, Señor, perdona. Haz que los que por mi causa ahí han caído en lo mismo, regresen a ti. Te doy infinitas gracias. Te serviré con todas mis fuerzas hasta el último respiro. San Francisco de Asís dice que el primer paso para servir a Dios es no querer mandar, el segundo es la entrega absoluta y el tercero, soportar pacientemente los agravios. En las humillaciones, sé paciente (Si 2, 4). Cuando te ultrajen no te irrites, recibe la humillación como justo castigo por tus pecados, porque quien ha ofendido a Dios merece peor castigo que éste, es decir, ser aplastado por los demonios. El que se irrita cuando lo reprenden denuncia la soberbia y por eso debe humillarse ante el Señor y pedirle que arranque de su corazón este germen del pecado mortal. Somos lo que valemos ante los ojos de Dios. Debe darnos por igual que nos reprendan o elogien con tal de que el Señor nos mire con ojos amorosos. Y El lo hace si nosotros, por amor a El, soportamos resignadamente desprecios y humillaciones. Diré a Jesús sacramentado: Señor, soy pobre y nada tengo para ofrecerte. Recibe honor de este desprecio que sufrí. Aceptaré libremente, como un enfermo, el remedio salvífico por la gracia de Jesús misericordioso. A la mañana, y no en otro tiempo, haré meditación de una hora sin interrupción, y a la tarde examen de conciencia. Huiré de las tentaciones. Hablaré breve y decididamente con las mujeres. Tomaré vino en ocasiones de excepción y en poca cantidad. San Alfonso dice que es una gran felicidad ser despreciado por amor a Jesús, porque así el hombre recibe el mayor honor que pudiera imaginar, porque Dios procede con él como si fuera con su propio hijo. Si los insultan por el nombre de Cristo, felices ustedes; porque el Espíritu de gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre ustedes (1 P 4, 14). Debo imperativamente desear amar a Dios. Dice san Bernardo que cuando uno desea poseer beneficios más abundantes para complacer a Dios es un preclaro signo de estar en gracia. Los pecados cometidos no deben disminuir la confianza en Dios, porque El no se acuerda de lo que hizo el hombre, sino que tiene en cuenta lo que quiere ser. El que no siente el deseo de ser santo deberá pedirlo y lo recibirá. Ese santo deseo unido al amor complace a Dios. ¿Qué súbdito puede honrarse con la amistad de su rey? El mismo deseo de la amistad con Dios lleva a la realeza. Para complacer a Dios cumpliré todo, misa, confesiones, enseñanzas y oraciones. Aunque no tenemos pecado que remuerda la conciencia tenemos algo que merece ser flagelado64. Al haber sufrido humillaciones los santos desean ser humillados. Siendo pobres se alegran de su propia pobreza. En una palabra: quieren lo que es la voluntad de Dios y gozan de una paz inquebrantable. Si en todo buscas la voluntad de Dios, ¿por qué preocuparte por la salud? 63 San Ignacio de Loyola, Ejercicios espirituales, Meditación de dos banderas, Anotaciones, 136-145. 64 De los comentarios de san Agustín sobre los salmos.

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Heme aquí, Señor, que soy tu servidor, que se cumpla tu voluntad; gobiérname y todo lo que me pertenezca según tu parecer, yo lo aceptaré. Depositen en El todas sus preocupaciones, pues El cuida de ustedes (1 P 5, 7). Cincuenta veces por día se ofrecía santa Teresa a Dios. Yo, como sacerdote, asumí el compromiso de ser santo, así que debo crecer en santidad. Orar siempre sin desfallecer (Lc 18, 1), porque todo el que pide recibe (Mt 7, 8). Concédeme,

Señor, tu amor y tu gracia y seré suficientemente rico65. Oraré por la gracia y espíritu de amor tras san Agustín: Oyeme, escúchame, atiéndeme, Dios mío, Rey mío, Padre mío, mi honor, mi luz, mi vida. Escúchame, escúchame, escúchame. Ahora te amo a ti solo, a ti solo sigo y busco. Sana y abre mis ojos. Recibe, te pido, a tu fugitivo; basta con mis servicios a tu enemigo. Haz que sea puro, perfecto y conocedor de tu sabiduría66. Virgen santísima, intercede por mí, ruega por mí por tus méritos. Concédeme, Señor, tu amor y tu gracia y seré suficientemente rico. Me avergüenzo porque, por ser soberbio, pedí un milagro y, en cambio, perdí muchas gracias. Por eso no llegué al mayor grado de humildad y al estado de perfección. Ahora, haciendo penitencia, serviré a mi Señor y le pediré que me guarde en el primer grado de humildad y luego me permita subir al segundo. En la misa y antes de decir el breviario oraré para alcanzar un nuevo grado de perfección. Por la castidad, humildad, paciencia y trabajo seré más exigente, porque las virtudes otorgan la mayor seriedad y dignidad. Rezaré el rosario prescrito y haré una novena a la Inmaculada Concepción de la Virgen María. 16 de octubre De ninguna persona me expresaré despreciativamente porque yo soy el más indigno. Me ocuparé solamente de la parroquia sin escatimar gastos y esfuerzos para levantarla y lo haré por amor a mi Señor que hizo y hace en mí maravillas y por la expiación de mis pecados, porque fui motivo de escándalo [...]. Jesús oró postrado, rostro en tierra, y sus gotas de sudor se convirtieron en gotas de sangre. Dios encarnado en humildad ante Dios Trino y Uno. ¡Qué gran misterio! ¡Qué gran amor! Mi mayor acción de gracias será hacerlo todo por el Sacratísimo Corazón de Jesús y por el Inmaculado Corazón de María. ¡Oh, Virgen Dolorosa!, te pido por la muerte de tu Hijo y por tus lágrimas que cubras nuestros corazones con la púrpura de los dolores de tu corazón. 18 de octubre ¡Oh, Señor, por tu resurrección, ten piedad de mí! ¡Oh, Virgen santísima, por el gozo que viviste por la resurrección de tu hijo, intercede por mí! ¡Oh, Jesús, que persevere

65 San Ignacio de Loyola, Oración de entrega. 66 San Agustín, Soliloquios, Libro I, Cap. I.

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hasta el final! Debo rezar sin cesar por el amor, la perseverancia, la fidelidad y otras gracias. Oh, Señor, por tu ascensión, dame la gracia y el amor, déjame perseverar y serte fiel hasta el final de mi vida. Sosténme, Señor, que no caiga. Necesito tu gracia antes de cada trabajo y la pediré antes de comenzar una obra. Madre santísima, auxíliame e intercede por mí. Cuando dé una limosna pensaré si otro sacerdote no hubiera dado más que yo. Si ayudo a una persona que aprecio me preguntaré si son válidos los motivos de este gesto y qué haría otro en mi lugar.

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Este es uno de los años en que el padre Bronislao fue párroco en Błażowa. En diciembre parte para el retiro de Stara Wieś. Cuando se leen sus apuntes parece que la Tierra no vio peor pecador que él y, sin embargo, un colaborador dio testimonio a favor de su párroco. Elogió su prudencia, su perseverancia y su ejemplar laboriosidad. Mientras estaba entregado de lleno a las actividades que podrían mejorar la vida espiritual y social de sus parroquianos recibió el nombramiento como profesor en el seminario diocesano de Premislo y el 25 de octubre del 1882 dio la primera disertación homilética. Habló desde su experiencia pastoral y los alumnos en seguida comprendieron que el efecto de un sermón no dependía de lindas palabras sino de la gracia; como él mismo dijera, “una vida de mortificación y de ejemplo ha de ser el mejor sermón”. Fue un nuevo descubrimiento, generador de nuevos proyectos. Confiesa que ser profesor en el seminario le facilitó “romper con el mundo”, porque empezaban a pesarle los cargos honoríficos. En 1882 no dejó notas y es porque todos sus esfuerzos los concentró en las disertaciones para los seminaristas y en su libro Sobre la elocuencia predicadora, que terminó en 1884.

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1881

9 de diciembre El efecto de un ejercicio piadoso no depende de los sentimientos sino de someter la inteligencia y la voluntad por medio de la fe a Dios y de acordarse de que el hombre fue creado para servir a Dios. El cargo que tengo, el compromiso con la Iglesia y los feligreses, son distintos medios que si me acercan a Dios son nobles. Debo ser indiferente a mi cargo, a si estoy sano o no, a si tengo oportunidad de trabajar o no, a si estoy o no en medio de la gente que amo, con tal de que el Señor sea glorificado. Iré dondequiera, me encerraré en una celda y me ocultaré de la gente si de esta manera sirvo mejor al Señor, lo alabo y no lo ofendo. Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado a llevar a cabo su obra (Jn 4, 34). Abro mis ojos porque Dios lo quiere así. Seré indiferente a quedarme aquí o no y no me ataré a las personas por quienes sentí afecto. Pondré todos mis esfuerzos para que la parroquia tenga un buen pastor después de mí y para que todos obtengan la gracia de Dios. Aborrezco la riqueza y los honores me avergüenzan. Dios quiera que pueda desprenderme de todo, devolverlo o repartirlo y seguir a Jesús. Madre de Dios, concédeme lo que es para la mayor gloria de Dios y para mi salvación. Si es la voluntad de tu Hijo que yo continúe siendo párroco, que así sea; pero no me niegues, Señor, la gracia. 10 de diciembre Creo que tengo más culpa que Lucifer y Adán, y que soy peor que muchos condenados. Mi rostro enrojece de vergüenza por la culpa. No me perdí para toda la eternidad porque Dios fue misericordioso conmigo. El pecado es aberrante porque es contrario a los atributos divinos: santidad, bondad y pureza. También la gente lo aborrece, como a un calumniador que entra en un grupo. Soy peor que muchos de mis feligreses, peor que todos juntos. Mis pecados son muchos y son la misma ingratitud ante Dios, que me ha creado; son la mayor necedad porque por un vano placer puede perderse la eternidad. Prometo, de hoy en adelante, evitar el pecado como al mal supremo. Bien merecí que sufran mis sentidos el fuego que arde y que no extermina, el tormento de perder a Dios, al cielo, a los santos y a la felicidad que es inimaginable. En las

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sagradas heridas de Cristo está mi esperanza. Doy gracias a Dios por su misericordia porque me esperó, me dio tiempo, fuerza y modos para hacer penitencia. 11 de diciembre Madre santísima, ruega por mí para que reciba el perdón de mis pecados. San José, intercede por mí. San Estanislao Kostka y Angel de mi Guarda, rueguen por mí. Todos los santos rueguen por una buena muerte para mí y para mis familiares. De hoy en adelante prometo servir a Dios como lo hice en los primeros años de mi sacerdocio. Me espera un juicio seguro. ¿Qué haré, yo miserable, con tantas culpas? Mi esperanza está solamente en el dulcísimo Corazón de Jesús, que me ayudará a cambiar mi vida y enmendar el mal que he cometido. El pecado venial es un mal grande y es una ofensa a Dios. Cometí miles y miles de pecados veniales y también mortales. ¡Oh, cuán grande es mi miseria! Pero mayor es la misericordia de Dios. ¡Qué bueno eres, Señor, no te ofenderé nunca jamás! La tibieza se manifiesta en el rechazo a la oración, a los ejercicios piadosos, al examen de conciencia y a trabajar inspirado en la recta intención y es causa de mis caídas. Solamente con la oración, sobre todo al Sagrado Corazón de Jesús, podré volver al antiguo fervor. 12 de diciembre San Pedro cayó porque descuidó la oración y se expuso a las tentaciones. Por eso debo volver a hacer meditación de una hora. 13 de diciembre Jesús fue hallado en el templo. ¡Cuántas veces lo perdí para luego llorar amargamente! Tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando (Lc 2, 48). Los mayores y los ancianos deben recibir respeto. Porque todo el que cumpla la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre (Mt 12, 50), y mi Señor. Feliz la que te dio a luz y te amamantó. Felices, pues, los que escuchan la palabra de Dios y la observan (Lc 11, 27-28). Dichosos los siervos a quienes el señor, al venir, encuentre despiertos. Yo les digo que El mismo se pondrá el delantal, les hará sentarse a su mesa y los servirá (Lc 12, 37). En una hora de oración aprenderé más que en un día de lectura. ¿Qué puede enriquecer más que un diálogo con la sabiduría eterna? Me rebajaré y oraré, y el Señor me perdonará y me enaltecerá.

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14 de diciembre ¿Cuántas veces traicioné a Dios, formé parte de sus enemigos y actué contra El? ¡Qué gracia que me recibiera de nuevo y me permitiera luchar con el estandarte blanco de Cristo! En espíritu de pobreza y humillación iré dondequiera y haré lo que El me mande. Haré meditación de una hora, examen de conciencia general y particular, rezaré el rosario y me dedicaré a la lectura espiritual para desenraizar mi pereza. Los diocesanos y los religiosos debemos luchar para conseguir títulos académicos. Debemos tomar partido por la ciencia y ser ejemplo para los laicos que, a veces, nos miran con desprecio; debemos estar preparados para organizar escuelas donde sea. Creo que debo abordar públicamente ese asunto. Abandonaré la parroquia lo más pronto posible para apoyar con más fuerza la causa de la educación que siempre fue, es y será asunto de vital importancia. El hombre común no da importancia a este problema. Dios todopoderoso se entregó a los ángeles y a las almas santas como si fuera su jornalero y como prueba de ello los servirá por ser hijos del Altísimo. Todos ustedes son dioses (Sal 81, 6). Así Dios enseña que el primero sea el servidor de todos. Siendo El superior a todos en cuanto a la dignidad y majestad se entregó a todos en humildad. Siento un profundo dolor en el corazón por mis pecados y prometo ir detrás de Jesús, en humildad y pobreza más que en dignidades y riquezas. 15 de diciembre Tu amor, Señor, es inconcebible. A pesar de mi traición me sigues dando tu cuerpo como alimento y me permites que te sustituya en el altar. Por tu agonía dame, Señor, la gracia de la oración, la humildad y la perseverancia hasta el final, y también un gran amor por ti y por el prójimo. 16 de diciembre Jesús es hermano, hermana, madre, servidor, súbdito, no solamente en el cielo sino también en la Tierra. ¿Cuál de los hermanos, hermanas, hijos, servidores o súbditos morirá por el otro? Pocos son los que entregarían su vida por Dios. Jesús hizo, hace y hará más de lo que dijo, porque su bondad y su misericordia son inconmensurables. Después del retiro comenzaré a cumplir lo que me he propuesto con la gracia que he recibido y lo que me falta lo pediré. Oraré antes de cada obra y seré fiel a las inspiraciones de Dios, porque un día Jesús me juzgará. El que renuncia a los placeres terrenales conoce los gozos espirituales. Por medio de los sacramentos y las oraciones he de purificarme de mis impulsos e inclinaciones terrenales. Cuidaré los más mínimos detalles, esto es, evitaré los pecados veniales y después de caer volveré a levantarme. La perseverancia será mi aliada.

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Dios es perfectísimo, santísimo, sapientísimo, omnipotente, justísimo. Nosotros, los hombres, para llegar a la perfección debemos hacerlo de a poco, porque Dios es perfección entera. Por ella El es digno de ser amado de todo corazón. Todo para la mayor gloria de Dios y honor de la Santísima Virgen María.

1883

Ni el trabajo en la parroquia ni los compromisos de profesor de teología pastoral y homilética en el seminario mayor de Premislo, cargos que cumplió en los años que van de 1882 a 1886, le impidieron al padre Bronislao Markiewicz su propio cuidado espiritual. En julio fue a un retiro y sus reflexiones de propósito remarcan la idea de que la mejor obra del hombre es imitar a Cristo. Por eso se promete seguir al Maestro en pobreza, humildad, silencio y trabajo. El sacerdocio para él era orar y amar, porque el servicio sacerdotal y la cruz son como dos manos unidas para alabar a Dios. Su enseñanza homilética y pastoral, con la que inspiraba a los futuros pastores, se resume en el siguiente pensamiento: “El predicador polaco ha de tener en cuenta las condiciones polacas y no sólo su idioma”67.

67 Markiewicz, Bronislao, Sobre la elocuencia predicadora, pág. 304.

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1883

3 de julio Las criaturas son un instrumento para llegar a la gloria de Dios y, para poder alcanzarla, no me apegaré a ellas. Espero que mi trato con ellas sea para la gloria de Dios y que me ayuden a llegar a la meta. Elijo ser olvidado y despreciado con tal de que Dios sea alabado en mí. Soy deudor ante Dios por las gracias que me ha dado a mí como persona, como cristiano y como sacerdote. No soy yo quien hace favores a Dios sino El a mí, que soy su servidor. 4 de julio No soy digno de vivir por los pecados que cometí y por las gracias que desaproveché. Gracias a Dios porque existo y tengo tiempo para hacer penitencia. Los que no supieron sobrellevar las tentaciones se pervirtieron y fracasaron. No hay comunidad religiosa tan santa ni lugar tan apartado donde no se encuentren tentaciones y adversidades. Muchos frente a las tentaciones intentan huir, pero, a veces, tropiezan con ellas más gravemente. No podemos vencerlas totalmente con la fuga. Con la paciencia y la verdadera humildad nos haremos más fuertes que todos los enemigos. El origen de todas las tentaciones perversas es la falta de estabilidad espiritual y la escasa confianza en Dios [...] el hombre inconstante y que desiste de su buen propósito es tentado de diversas maneras [...] de todas maneras hay que vigilar, sobre todo al principio de la tentación68. Yo recibí más gracias que otros santos, como san Juan Cancio o san Estanislao. Ellos eran más vulnerables a la gracia de Dios y yo fui menos dócil. Y a pesar de perder tantas gracias, recibí nuevas y, además, un cargo. Por mis pecados, Señor, me faltarán lágrimas. Soy una criatura descastada, indigna de tu mirada. 5 de julio Señor, que el tiempo vuelva atrás. Pues mi pecado yo bien lo conozco (Sal 50, 5). En cada momento de mi vida me acordaré de mis pecados. Durante el examen de conciencia y la meditación agradeceré por los futuros beneficios. Me acordaré del pecado y lloraré como san Pedro. 6 de julio Padre, pequé contra Dios y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo (Lc 15, 21). Agradeceré siempre a Dios por la salvación de todos los hombres y la mía. 7 de julio

68 Tomás de Kempis, La imitación de Cristo, Libro I, Cap. 12; 2-3. 5.

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Pediré por la pobreza de espíritu y para ser indiferente a qué pensará o dirá la gente de mí. No me importa lo que uno u otro juzgue de mí con tal de que Dios me juzgue favorablemente. Elegiré lo que es más humilde. Actuaré por medio de la gente para que por mis obras se conozca que yo soy solamente un jornalero y que el autor principal es bien otro. Por eso de mí y de mis asuntos hablaré lo estrictamente necesario. La Virgen María y José pasaron toda su vida inadvertidos, y aunque sus obras fueron pequeñas ante los ojos de los hombres para los de Dios fueron grandes. Poco, pero profundo. Inspiraré en mí la rectitud de intención y el amor ferviente en cada obra. Todo lo haré para Jesús. El que me siga no caminará en tinieblas (Jn 8, 12). Son palabras de Cristo que nos exhortan a imitar su vida y sus ejemplos, si queremos ser verdaderamente iluminados y liberados de toda ceguera interior. Por eso nuestra máxima preocupación debe ser meditar la vida de Jesucristo. La enseñanza de Cristo es superior a la de todos los santos y quien posee su espíritu encontrará en ella un maná escondido. Pero acontece que muchos, aunque escuchen con frecuencia el Evangelio, sienten poco deseo de practicarlo, porque no sienten el espíritu de Cristo. Por lo tanto, el que quiera comprender y saborear plenamente las palabras del Maestro debe asimilar toda su vida a la de Cristo. ¿De qué te sirve discutir profundamente de la Trinidad si no eres humilde, y por lo tanto, no agradas a la Trinidad?69 Haré un examen de conciencia particular inspirado en las virtudes de la Virgen María. Anotaré detalladamente mis faltas y caídas diarias y cuando las examine estaré en condiciones de conocer mis propios vicios. De lo contrario sería como tener un gran ejército y enviarlo a la batalla en grupos pequeños y desordenados. Debo conocer exactamente contra qué y contra quién debo luchar, y con qué fuerzas golpear sobre la parte más peligrosa. Por ejemplo, la pereza y la vanidad. Anotaré, también, las manifestaciones de estos dos hábitos. Si alguna no es evidente veré cuál prevalece; por ejemplo, el deseo de ser el primero u ostentar. Seguiré las huellas de mi Maestro en humildad, pobreza, trabajo y silencio. Siento mucho haberlo abandonado tantas veces. Por eso, ofrezco sus infinitos méritos, sobre todo el sacrificio del altar que se está celebrando en el mundo. Seré cuidadoso con la gente como lo indica la ascesis y para eso me valdré del examen de conciencia general y particular, de la meditación de una hora cuando esté en Błażowa, y de quince minutos, en Premislo. 8 de julio La mejor elección es seguir a Jesús. En la Iglesia hay un Papa, vicario de Cristo, cardenales y patriarcas, arzobispos y obispos, dignatarios y prelados, párrocos y vicarios, religiosos y laicos. Si alguien aspira a ser obispo, desea una hermosa obra (1 Tm 3, 1), porque desea un oficio de pastor y testigo de Cristo. Jesús dijo a los hijos de Zebedeo: A mí no me corresponde concederles que se sienten a mi derecha o a mi izquierda (Mt 20, 23).

69 Tomás de Kempis, La imitación de Cristo, Libro I, Cap. 1; 1-3.

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Dios llama para su servicio en cada estado: El viento sopla donde quiere, y tú oyes su voz (Jn 3, 8). El estado que más imita a Cristo es el más perfecto. El que quiere ser el primero, debe hacerse el esclavo de los demás (Mt 20, 26). En cualquier estado se puede buscar la perfección y en medio de la gente hay más oportunidades. Cristo, san Juan Bautista, la Virgen María y san José no hicieron votos religiosos. Supongo que el arzobispo tiene atendibles razones para no permitirme entrar en una congregación. Bienaventurado el que entiende lo que es amar a Jesús. Si en todas las cosas buscas a Jesús, ciertamente

lo hallarás70. Para amar la cruz hay que orar y meditar diariamente. 9 de julio Para amar la cruz hay que meditar porque sólo con oraciones no basta. Cristo lleva la cruz por mí, porque ningún santo puede expiar mis pecados. Agradeceré un lugar en el cielo.

70 Tomás de Kempis, La imitación de Cristo, Libro II, Cap. 7; 3.

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1884

En las notas de este año vemos la importancia que Markiewicz daba a Cristo en la Eucaristía, que era centro de su vida, con mirada al misterio de la Cruz y la Resurrección. Meditando sobre ellas descubrimos su adhesión al amor que se manifestó en total entrega al Señor y al cumplimiento de su voluntad. En Mościska, cerca de Premislo, en una casa de los redentoristas donde hizo los retiros de 1884 y 1885, se conserva un manuscrito del año 1884 del padre Bernardo Łubieński a cargo del ciclo de conferencias, titulado “Retiro para un sacerdote piadoso”. Este retiro, que empezó el 22 de julio y terminó el 29 del mismo mes, le hace descubrir la riqueza de la enseñanza de san Alfonso. El padre Bernardo dictó quince disertaciones y siete de ellas trataron del amor de Dios. El eco de la misma resuena en las primeras palabras de los apuntes de este año: “Según san Alfonso el amor es el alma de todas las virtudes”. En noviembre, al ser liberado del cargo de párroco de Błażowa, fue designado como formador de seminaristas y capellán de las hermanas carmelitas descalzas, quienes, al ser expulsadas de Posnania, fundaron en Premislo, en este mismo año, un monasterio. Gracias a estos nuevos compromisos pudo organizar retiros en varias comunidades religiosas de mujeres, asesorar a los seminaristas cuando daban clases de catequesis y visitar las capillas con ellos.

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1884 El amor es la vida de todas las virtudes71. 22 de julio Santa Teresa vio un lugar preparado para ella en el infierno. Cada sacerdote por su vocación y su oficio debe ser fervoroso. No seré tibio y cada día oraré al Señor para poder amar más fervorosamente. Merecería el infierno si no escapara de las garras de la tibieza. Cumpliré, con máxima dedicación, con el breviario, las meditaciones y otros ejercicios piadosos. Lucharé por arrancar de mí las pasiones y me entregaré a Dios, por entero, para volar hacia El libre de las ataduras de este mundo. Callaré cuando sufra un disgusto y contestaré a las preguntas sin prisa y cortésmente, sólo lo que sea necesario y después de una larga reflexión. No abandonaré ningún ejercicio piadoso. Haré todo minuciosamente, rezaré el rosario y una vez por semana me confesaré. 23 de julio Todos los días haré meditación durante una hora y leeré sobre el amor de san Francisco de Sales72. Un lugar marcado de cruces y humillaciones como éste, es signo de la voluntad de Dios que no hallaré dos veces. Diré siempre que todo lo que hago lo hace Dios. 24 de julio Si uno se muestra arrepentido y caritativo pero continúa viviendo en pecado, esto es índice de que nada se quiere cambiar de verdad, sea debido a una mala formación, a una visión de la vida y sus valores que no es la correcta, o a una tendencia al vicio muy marcada. Todo el mal que nos hace la gente nada es en comparación con las penas que merecemos ante Dios. Aceptaré las humillaciones y así podré alcanzar la humildad. Merecí el infierno, por lo tanto también el desprecio de la gente. 25 de julio Necesito mortificarme ahora, porque la mortificación allana el camino para el amor de Dios. Primero debo limpiar el recipiente y luego llenarlo con agua. En particular, es necesaria la mortificación interior, por ejemplo la de mi voluntad. A veces es bueno

71 San Alfonso de Ligorio. 72 Se refiere a la obra “Tratado del amor de Dios”.

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prescindir de un proyecto que puede ganar el aplauso. Imploraré por la rectitud de intención antes y durante cada asunto importante, porque así cumplo la voluntad de Dios y lo complazco. Me acordaré de mis pecados para no ser juguete del demonio. Quien ha pecado una sola vez que esté alerta porque la mente cede a las imaginaciones impuras y deseos ardientes y la carne se rebela furiosa. Dice el Concilio de Trento que es necesario orar y hacer meditación para permanecer en el bien. Antes de cada decisión me acordaré de mis faltas y trabajaré en silencio, sin que se sepa, teniendo en cuenta únicamente la complacencia de Dios. Como un sacrificio perenne antes de decir misa me entregaré a Dios. Oren, cada día, por la perseverancia, dijo san Roberto Belarmino. Oren, oren, oren, dijo Santa Teresa de Jesús. Jesús mío, misericordia. 26 de julio El sacerdote debe orar primero y proclamar la palabra de Dios después. Prometí por un año una meditación diaria de media hora a la mañana y media a la tarde y sólo el confesor podrá dispensarme de ella. Empezaré con una oración las clases que doy en el seminario mayor. El último día de cada mes haré jornada espiritual. 27 de julio La misa es el centro de mi vida, por ella y por la comunión puedo dar gloria a Dios y así alcanzar más méritos. 28 de julio Uniré la petición por el amor y la perseverancia, porque esta última sería ineficaz si yo cayera en el pecado y perdiera el amor. Oraré diariamente para perseverar en el amor. 29 de julio Rezaré un misterio del rosario por día y cada año; antes de la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, una novena. Aceptaré con alegría cada propuesta de un sermón en honor de la Virgen. Trataré de cumplir fielmente la voluntad de Dios. En el breviario, la misa y las meditaciones oraré diariamente por la constancia en el amor y por la fe ferviente en el Santísimo Sacramento. Pondré mi total confianza en los méritos de Jesucristo y en la protección de la Virgen María73. 73 El padre Bronislao anota los últimos propósitos del retiro junto a una cruz:

1. Arriba de la cruz: oraré diariamente para perseverar en el amor. 2. Junto a la herida del corazón: cumpliré perfectamente la voluntad de Dios. 3. Junto a la herida de la mano derecha: pediré por la fe en el S.S. 4. Junto a la herida de la mano izquierda: confiaré firmemente en los méritos de Jesucristo y en la protección

de la Virgen María.

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1885

Durante el retiro en Mościska, entre el 26 de octubre y el 2 de noviembre, lo avivaba un ardiente deseo de imitar a Jesús por medio de la castidad, la humildad, la aceptación de la cruz y el amor por la gente. Toda esa lucha aparece reflejada en las notas. El tema central que aparece es el misterio escatológico unido al amor y a la confianza en Dios. Markiewicz, entusiasmado con este tema, escribe casi al final de sus días de recogimiento que san Alfonso perfeccionó su retiro. Este año marca un hito en la vida del padre Markiewicz. Fue el del último retiro antes de dejar la patria, porque a fines de noviembre solicitó que el obispo de Premislo lo autorizara a viajar a Italia para entrar en la orden de los teatinos, cuyo espíritu de servicio a los enfermos y pobres era tan afín a su propia inclinación. Se detuvo por poco tiempo en su casa en Roma y luego partió para Turín. Este sacerdote, pastor con experiencia, publicista y profesor en el seminario, a los 43 años de edad, el 30 de noviembre se encontró con don Bosco.

5. Junto a la herida de los pies: por la tarde volveré a rogar para perseverar en el amor.

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1885

26 de octubre Renovaré cada día mi propósito de entregarme a Dios en el memento, meditación y visita al Santísimo Sacramento y después del examen de conciencia y misa. 27 de octubre Trataré cada asunto con la mejor disposición, porque es para Dios. Si se me presentase la necesidad de ser trasladado, me entregaría a la decisión del confesor y le obedecería en todo y hasta me ceñiría con una promesa. He de precisar bien el tiempo para el descanso. Suspenderé todos los asuntos que no son de mi incumbencia y a los que no puedo dar respuesta. Una vida en penitencia es prueba de que Dios está con nosotros, que es el mayor misterio. Practicaré penitencia. 28 de octubre He de imitar a Jesús practicando la máxima pureza de conciencia, la mayor comprensión para con el prójimo, justificando sus faltas y soportando piadosamente los agravios, ultrajes, difamaciones y humillaciones y así crucificarme con El. 29 de octubre Volveré al antiguo estilo de mortificación en cosas pequeñas. Todo lo viviré como si fuera el último momento de mi vida; así oraré, diré misa, cumpliré con mis obligaciones y con los requerimientos del prójimo. Con Cristo estoy crucificado (Ga 2, 19). 30 de octubre Varias veces al día me preguntaré qué haría Jesús en mi lugar. Ni para el infierno ni para el cielo cumpliré tu voluntad, aunque me costara mucho, sino porque eres amor puro y porque sufriste en la cruz por amor74. 31 de octubre 74 Santa Teresa de Jesús, Glosa.

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Seré fiel en lo poco. Cada semana me propondré obedecer al director espiritual para actuar mejor y no perder tiempo; me confesaré con el padre Bernardo Łubieński y si él no está lo haré con el padre Clemente Baudiss o con el padre R... [...]. Hablaré poco. El 1° de enero daré un sermón sobre la gracia santificante. 1° de noviembre Será atinado terminar el tratado “La educación de los pequeños”, y luego la disertación con B... Sin embargo, este último caso lo dejo en manos de mi director espiritual. San Alfonso aconseja que durante un retiro se dé una conferencia sobre la oración, porque la oración es todopoderosa, necesaria y ennoblecedora. Sugiere también hablar a la gente mundana sobre la muerte, unir los terribles temas de las postrimerías con la misericordia de Dios para proclamar a Cristo entero. Así enseñaron los Papas y los Concilios y, de esta manera, no se forman personas irresolutas, no se les hace caer en desesperación y duda, porque Dios no es solamente justicia sino sobre todo amor, y el amor actúa con más eficacia y más firmeza. La Novena de Navidad de san Alfonso de Ligorio contiene el mejor alimento espiritual para la segunda semana del retiro porque enseña cómo ser pobre, humilde y a amar. San Alfonso mejoró mi retiro. Ya que el hombre no amó a Dios con amor puro a pesar de que El por su esencia era digno de tal amor, Jesucristo con su amor infinito lo compromete a que lo ame por agradecimiento. 2 de noviembre Por encima de todo debo ser pobre. Se asemeja más a Dios el que necesita menos y da más al prójimo. Jesús se hizo pobre y se anonadó a sí mismo por mí y yo debo hacer lo mismo por El. También seré obediente con los superiores. Viviré casta, pobre y pacientemente, y sobrellevaré los agravios. No juzgaré ni de pensamiento ni de palabra, eso es, seré humilde. Durante los retiros leeré sobre las virtudes de los santos y no sobre sus vicisitudes75. San Alfonso de Ligorio aconseja leer sobre la vida de los santos después del almuerzo. 75 El padre Bronislao Markiewicz anota los últimos propósitos del retiro junto a una cruz que dibuja:

1. Junto a la herida del corazón: obediencia. 2. Junto a la herida de la mano derecha: pobreza. 3. Junto a la herida de la mano izquierda: castidad. 4. Junto a la herida del pie izquierdo: paciencia. 5. Junto a la herida del pie derecho: humildad.

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Parte II

1887 a 1891

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Estada en Italia (1887 – 1891)

No son muchos los datos sobre la estada del padre Markiewicz en Italia, pero permiten descubrir su disponibilidad, la apertura al nuevo llamado de Dios y la vocación para la vida religiosa. Markiewicz no partió con la intención de quedarse allí definitivamente sino para vivir una espiritualidad nueva y difundirla en Polonia. No conocemos detalles del encuentro con don Bosco, pero el 17 de febrero de 1902 Markiewicz nos descubre un pequeño secreto de ese hermoso día, cuando dijo a los miembros de la Sociedad Templanza y Trabajo: “A algunos de ustedes puede parecerles que todo lo que hay en Miejsce Piastowe es casual. Ni mi partida para Italia ni mi encuentro con don Bosco ni mi regreso a Polonia ni la construcción de la Casa de Educación fueron casuales. Por voluntad de Dios fue hecho todo eso”76. Hizo los votos en manos de don Bosco y jamás olvidó los compromisos asumidos en ese momento. Se consideró heredero de las ideas que el santo de Turín dejó a todos sus hijos y fue fiel a ellas hasta el último momento de su vida y permaneció ligado a él para siempre. Tanto es así que, al regresar a su país en el año 1892, pone en práctica sus ideas y comienza una nueva etapa. Es, sin duda alguna, el primer salesiano en tierra polaca. A pesar de que desde el 19 de diciembre de 1897 no formaba parte de la congregación salesiana, permaneció fiel al patrimonio que recibió durante cinco años en Italia, que tomó al pie de la letra y que, con todas sus fuerzas, atesoró hasta el final de su vida. Aunque podemos decir que de seguro su vocación no fue salesiana, en ese ambiente plural de la comunidad de don Bosco tuvo muchas oportunidades de acceder a otras culturas, a otras personas y mirarlas en ese espíritu de amplius que tantas veces repetía. Un eco de este esfuerzo se hace notar en los apuntes de este tiempo. 76 Michułka, Valentín, Ksiądz Bronisław Markiewicz, Veritas, 1959, Londres.

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1887 17 de marzo Cuando se editó mi libro Tres palabras a los ancianos de la nación yo creí ver un signo de que mi entrada en la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco complacería a Dios. Por eso, sea la gloria para El. En el noviciado hice más por mi patria que durante todos los años anteriores. Ahora mis oraciones y sacrificios por Polonia pueden más. Tengo el firme propósito de permanecer en el camino elegido y de respetar totalmente la voluntad de los superiores, es decir, de Dios, porque El actúa por ellos. 18 de marzo Es una imprudencia hablar de mí, porque disto de ser perfecto. Hay otros temas para tratar. Cuando alguien me elogie opondré algo que me humille. 19 de marzo San José, intercede por mí para que reciba la gracia de amar a Dios y de alegrarme cuando me ignoren, me desprecien o se burlen de mí. 20 de marzo ¿Cuándo te veré, Señor? Me regocijo porque eres grande, omnipotente, infinitamente bueno e indeciblemente feliz. ¡Que me baste tu felicidad! 23 de marzo Dios me obedece cada día en la misa, así que yo le obedeceré en mis superiores. 24 de marzo No confiaré en mí mismo. Pues Dios es quien, por su benevolencia, realiza en ustedes el querer y el actuar (Flp 2, 13). Sean sobrios y estén despiertos, porque su enemigo, el

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diablo, ronda como león rugiente, buscando a quien devorar (1 P 5, 8). Por este motivo practicaré la castidad.

1888 28 de agosto Como religioso debo ser indiferente tanto a los agravios como a los elogios y comportarme como si fuera ciego, sordo y mudo. Esa es la santa indiferencia. 29 de agosto Debo practicar constantemente la humildad y el amor al prójimo y cuidar mi aspecto personal como forma de respeto a los que me rodean. 30 de agosto El espíritu de Don Bosco aspira al olvido de uno mismo por amor a Dios y al prójimo. Quienes están a nuestro cuidado a menudo se nos oponen; por eso en tales casos es preciso callar, soportar con paciencia agravios, sospechas, difamaciones, ultrajes, mostrar amor y resignación y renunciar al propio yo. Y si no aceptan de buen grado lo que les ofrecemos, otros deben ocuparse de ellos. 1° de septiembre Contra la tibieza opondré el espíritu de oración, eso es, meditación, jaculatorias, examen de conciencia diario, retiros mensuales, frecuente y exhaustiva confesión, como si fuera la última, y abrir el corazón ante el superior [...]. 2 de septiembre Somos hijos de don Bosco y, como tales, seguidores de sus virtudes: humildad y piedad al Santísimo Sacramento. Debemos cuidar que la gula no sea causa de la ruina de las congregaciones; no buscar ni comodidades ni provechos para los familiares sino a Jesucristo y el bien de la congregación; no murmurar, no hablar mal de otros, no criticar agresivamente y no sembrar discordias; evitar el ocio y las diversiones, que son trampas mundanas; estar abierto a los superiores en la confesión y fuera de ella para no cometer sacrilegio, porque la víbora se oculta en el pasto. La humildad debe ser fundamento de cada persona y de nuestra congregación. No vanagloriarse jamás de lo que se hace para Dios.

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Don Bosco piensa que quien hace bien los retiros mensuales, puede estar seguro de salvarse. Al principio de mi sacerdocio les di a los retiros anuales de ocho días más importancia porque pensé que servirían para sostenerme en el camino virtuoso, y es por eso que prometí hacerlos cada año. Para obtener provecho de un retiro se debe hacerlo bien, profundamente, con toda la fuerza de voluntad y aunque cueste mucho se ha de procurar el silencio en tres moradas: mente (pensamientos: no ocuparlos pensando en los otros); corazón (sentimientos: no apegarse a ninguna persona por más agradable que nos resulte su compañía); boca (palabras: no conversar, sino orar piadosamente y pedir con toda confianza por las gracias que se necesitan). No leer para memorizar, anotar sólo para meditar. Escuchar atentamente las charlas. Reflexionar detenidamente cada paso. Hacer examen de conciencia exhaustivo.

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1891 30 de septiembre Cuidarse de no sembrar cizaña, eso es, no murmurar, no juzgar, no quejarse. El que se queja abruma a los demás y a sí mismo y el que lo escucha es cómplice de la culpa. Hablaré bien de los que me rodean, y de otros solamente cuando sea necesario. Lo contrario sería causa de discordia en la congregación. Ignorancia y falta de prudencia son las primeras causas de la murmuración, pero el hombre sabio es comprensivo. Desconfío del que se guía por un solo libro. Los teólogos que deliberan deben tener unidad en asuntos fundamentales, libertad para elegir en los dudosos, y amor en todo. Lo peor es la ironía. 1° de octubre Quiero amar a Dios con todo mi corazón, amplia y profundamente. Deseo que surja una nueva congregación, mejor aún, que sean muchas y que Dios sea alabado por ellas más que por la mía; que llame nuevas naciones para su servicio y que haga más que por medio de la nación polaca. Deseo que aparezcan muchos santos en mi nación pero me alegraría que fuera alabado también por otras naciones, porque lo que complace al Sacratísimo Corazón de Jesús debe alegrarme a mí. La mansedumbre expresa mejor que nada la virtud de Cristo. He aquí la humildad oculta y silenciosa. El que es menos conocido y más despreciado, incluso después de la muerte, éste es el más humilde, y basta que se conozcan sus obras en el juicio final [...]. Orar humildemente. Cuanto más nos humillemos confiando, el resultado será mayor. Hay que actuar sin llamar la atención y a través de otro y a éste adjudicarle el principal mérito y a uno el más insignificante; pero ayudar a todos con todo el corazón para que amen y adoren más a Dios. Ayudar con oración y consejo, es decir, con palabra y obra y dejar que otra persona sea quien guíe, y nosotros sólo sus colaboradores. De esta manera hasta los superiores estarán en actividad. Y cuando nosotros ocupemos su lugar actuaremos sobre todo por nuestros subordinados y trataremos de pasar inadvertidos.

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Reconozcamos sus obras, trabajo y dedicación y reconozcámonos como siervos inútiles. Orando cada día por la mansedumbre y el amor generoso, los salesianos podrán educar verdaderamente esa pléyade de jóvenes que entrará a otras congregaciones, antiguas y nuevas, en diferentes naciones del mundo. Dios sobre todas las cosas, sobre los intereses de las congregaciones, patria, familia y los propios. Orar para que estas palabras se cumplan. Cuando se acerque una persona de otra nación que no conozca el idioma, debemos hablar en su propia lengua y acomodarnos a su nivel. Eso es una demostración de amor generoso. Si procura entrar en la congregación un joven rico, capaz y bueno, enviémoslo a la congregación que sea más apropiada para él. Eso es parte del amor, que no pone en juego intereses espurios. Cuando escuchemos sobre las gracias y obras grandes que suceden en otros lugares, alabemos por ello a Dios y deseemos que haya más aún, con tal de que Dios sea alabado. Desear que Dios reciba la gloria solamente de nuestra parte sería una mezquindad de nuestro corazón.