hostos: revista de letras, arte y ciencia

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aÜo 1 -- sa.n juan, p. r., septiembre 1928 núm. 1 --.-----.-..- r:U~¡A,UO.-. (.0:1(.1 1,,, (;"col." JAtcrarh" y Nosotros,-H::ya de la Torre,-HostoG y MarU,-Américo Castro,-' ,\qf"i'~r:.-. .);;1 libro de !3,..!"ciro,-Una conferencia.-Hostm; y Nosotros,- La nueva pintura mexicana,-Parerga, Debl\~sy.-Cl\estiones continentales, cartel l';;: Y;tlIu'a cosa eonsueludinaria que el primer nÚnwi'o.-Lounarevista anuncie su programa en la primera página del primer número, y como los po- 1ílicosa! trabajar su candidatura, ahuequen la voz dcfinifmdo su actitud ante los problemas y hagan !aspromc~;<¡sconsiguientes. No podemos nosotros sustraer;¡C3 a esta obligación q. impon~ la costum- bre y así, cumpliendo con ella, lanzamos hoy nues' tro mcnsaje definitorio. (Definitorio, pero-sobre todo--emocionado. ) NECESJDAD DE UNA REVISTA. Nuc:,tl'Opaís carece de un órgano de informa- ción "1'(.,,1': ¡vanV'1! \(' Iitcraria, científica, artís tica. Int::l1to3iJ;31adosen distintas épocas, no han podi- do c:o¡;h:~ner::e por bastante tiempo hasta crear un píb1ico de: lectores y suscritores', Y sin C'mbanro P30púb1ico existe, ¿Dónde está ese público? Ha- hni qnp buscarlo. Creemos ya percibir signos premonitores que ;cf:rnd('n <JlTies:;arconsoladores augurios. ~as actividac1es de nuestro viejo Ateneo, la vi- sita regu!ar de Fofesores de nuestra lengua a los tursos de cultura espai'íola de nuestra Universidad, las conferencias de Ia Cultural, la santa y conso- ladora inquietud de nuestros estudiantes, temblan- do de emoción cuando se discuten públicamente cuestiones de cultura, el numeroso público que acu- de a los sitios donde se habla de cosas del inte- l~cto, h:dican q. hay una masa dispersa, curiosa e interesada, por todo ello. ¿Será posible dar cohe- sión a toda esa masa anónima dotándola de un ór- gano de expresión e información? .Es éste, según nuestro parecer, el momento o- portuno para tratar de unificar las voluntades in- conexas ,Y echar a volar U1~ashojas impresas .. pidiéndole a nuestra gente su ayuda material y so- bre todo su soporte espiritual. El esfuerzo que es- ta revista supone sería inoperante sobre nuestro medio social si no hallamos-grande o pequeño- un grupo de amigos concordes con nuestros inte- reses coetáneos, y que presten su colaboración en- tusiasta a los fines que esta revista persigue. LO QUE SEREMOS. Será-pretende ser-nuestra revista una pla- ca pancromática donde se registren, fijas y nítidas, Bncstras preocupaciones e inquietudes del momen- lo histórico que vivimos. Reciente'mente un libro de Araquistain-Ie somos deudores agradecidos por ello-ha puesto a nuestro país en el mapa de las curiosidades del mundo hispano-parlante. Nnestra existencia problemática como pueblo ha captado alguna atención en el mundo. Existen pro- blemas antillanos. Existen problemas portorrique- ños, ¿De qué naturaleza son estos? ¿Problemas políticos? ¿Problemas sociales? En último resul- tado: problemas biológicos, y, sobre todo, proble- mas de cultura. .Luchan aquí en pie de igualdad dos de esos grandes organismos históricos, según la definición espengleriana. Nuestra alma titubea dentro del vaivén incesante de la lucha. Y no tene- rnos punto de reposo para meditar en nuestro des- tino histórico. Es un deber imperativo para nues- tra conciencia tomar parte en la liza desinteresán- donos un poco de nuestro insularismo y proyectar nuestras inquietudes en onda larga hacia el con- tinente, hacia el mundo, lanzando nuestro mensa- je radiográfico-nuestro S. O. S. clamante y vi- goroso-a nuestros hermanos de lengua de aquen- de y allende el Atlántico, sin que nos importe nin- gún "meridiano" geográfico: ni el de Madrid, ni .

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Año 1, núm. 1. septiembre de 1928. San Juan, Puerto Rico.

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Page 1: Hostos: revista de letras, arte y ciencia

aÜo 1

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sa.njuan, p. r., septiembre 1928 núm. 1--.-----.-..-

r:U~¡A,UO.-. (.0:1(.1 1,,, (;"col." JAtcrarh" y Nosotros,-H::ya de la Torre,-HostoG y MarU,-Américo Castro,-',\qf"i'~r:.-. .);;1 libro de !3,..!"ciro,-Una conferencia.-Hostm; y Nosotros,- La nueva pintura mexicana,-Parerga,

Debl\~sy.-Cl\estiones continentales,

cartell';;:Y;tlIu'a cosa eonsueludinaria que el primer

nÚnwi'o.-Louna revista anuncie su programa en laprimera página del primer número, y como los po-1ílicosa! trabajar su candidatura, ahuequen la vozdcfinifmdo su actitud ante los problemas y hagan!as promc~;<¡sconsiguientes. No podemos nosotrossustraer;¡C3 a esta obligación q. impon~ la costum-bre y así, cumpliendo con ella, lanzamos hoy nues'tro mcnsaje definitorio. (Definitorio, pero-sobretodo--emocionado. )

NECESJDAD DE UNA REVISTA.

Nuc:,tl'Opaís carece de un órgano de informa-ción "1'(.,,1':¡vanV'1!\(' Iitcraria, científica, artís tica.Int::l1to3iJ;31adosen distintas épocas, no han podi-do c:o¡;h:~ner::epor bastante tiempo hasta crear unpíb1ico de: lectores y suscritores', Y sin C'mbanroP30púb1ico existe, ¿Dónde está ese público? Ha-hni qnp buscarlo.

Creemos ya percibir signos premonitores que;cf:rnd('n <JlTies:;arconsoladores augurios.

~as actividac1esde nuestro viejo Ateneo, la vi-sita regu!ar de Fofesores de nuestra lengua a lostursos de cultura espai'íola de nuestra Universidad,las conferencias de Ia Cultural, la santa y conso-ladora inquietud de nuestros estudiantes, temblan-do de emoción cuando se discuten públicamentecuestiones de cultura, el numeroso público que acu-de a los sitios donde se habla de cosas del inte-l~cto, h:dican q. hay una masa dispersa, curiosa einteresada, por todo ello. ¿Será posible dar cohe-sión a toda esa masa anónima dotándola de un ór-gano de expresión e información?

.Es éste, según nuestro parecer, el momento o-portuno para tratar de unificar las voluntades in-conexas ,Y echar a volar U1~ashojas impresas

..

pidiéndole a nuestra gente su ayuda material y so-bre todo su soporte espiritual. El esfuerzo que es-ta revista supone sería inoperante sobre nuestromedio social si no hallamos-grande o pequeño-un grupo de amigos concordes con nuestros inte-reses coetáneos, y que presten su colaboración en-tusiasta a los fines que esta revista persigue.

LO QUE SEREMOS.

Será-pretende ser-nuestra revista una pla-ca pancromática donde se registren, fijas y nítidas,Bncstras preocupaciones e inquietudes del momen-lo histórico que vivimos. Reciente'mente un librode Araquistain-Ie somos deudores agradecidospor ello-ha puesto a nuestro país en el mapa delas curiosidades del mundo hispano-parlante.Nnestra existencia problemática como pueblo hacaptado alguna atención en el mundo. Existen pro-blemas antillanos. Existen problemas portorrique-ños, ¿De qué naturaleza son estos? ¿Problemaspolíticos? ¿Problemas sociales? En último resul-tado: problemas biológicos, y, sobre todo, proble-mas de cultura. .Luchan aquí en pie de igualdaddos de esos grandes organismos históricos, segúnla definición espengleriana. Nuestra alma titubeadentro del vaivén incesante de la lucha. Y no tene-rnos punto de reposo para meditar en nuestro des-tino histórico. Es un deber imperativo para nues-tra conciencia tomar parte en la liza desinteresán-donos un poco de nuestro insularismo y proyectarnuestras inquietudes en onda larga hacia el con-tinente, hacia el mundo, lanzando nuestro mensa-je radiográfico-nuestro S. O. S. clamante y vi-goroso-a nuestros hermanos de lengua de aquen-de y allende el Atlántico, sin que nos importe nin-gún "meridiano" geográfico: ni el de Madrid, ni

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"La GacetaLiteraria"y Nosotros

Estando ya en prensa el presente número de es-th revis: 1 ha llegado a nuestras manos un númerode ''La Gaceta Literaria", de Madrid, en cuya pri-mera página aparece una nota sobre el "raid" que efec-túa en estos momentos América Castro por tierras deAmérica. En dicha nota viene incluso un párrafo deuna (¿ supuesta?) carta que el citado profesor escribe alDirector de "La Gaceta" señor Giménez Caballero.

donde, con una frivi:>lidad descacharrante, muy lejanadel estilo epistolar de Américo Castro, se vierten unosconceptos falsos, desmedidos y carentes de buen gn~-ta, sobre nuestro país.

Permítasen08 dudar que tales frases hayan s!!-lido de la pluma de Don América. El no tiene mo-tivos para escribir así, ni j'Uzgarnos de ese moao. B~un hombre de gr!ln talento y muy capaz par!! rlars(>cnenta de las cosas y personas que le rodean. Siem.pre, claro, en UDa carta amistosa,-privada. de estilofamiliar y en tono confidencial,-se pueden decir mu-chas banalidades pintorescas, no muy reñirlas a la vpr.dad y exactitud, pero Benas de color. las cuales p'l'e-den después ser corregiaas por 13 visión acrom{¡ticadel recibiente o por ,1aconversación rectificad ora entreamigos.

Este es el único comentario que, provisionalmcn-te-hasta tanto conozcamos más datos fidedignos-queremos hacer de las frases epistolares transcritas porel inocente y bien intencionado director de la famosa"Gaceta Literaria". ¿Qué contendrá el resto de la car-ta que tan púdica y temerosamente oculta e~ señorGiménez Canft111'1'0'Pero ¿existe la carta T ¿Porqu~ no se publica íntegra y en facsímil' Aunque singran importancia, sería un dato más para juzgar de]a alteración de visión que sufren las gentes cuandovarían de posición geográfica. Debe ser cosa oe glán-dulas endocrinas, latitudes y meridianos. (En esto demeridianos geogrÍlficos es una autoridad el Directorde La Gaceta. ¿Cuántos kilómetros de literatura lle-va recorridos ya? ¿Por qué no se da una vueltecita porel trópico T Le prometemos regalarle un taparrabos dehonor, de los que aquí usamos a diario, aunque en

la seguridad de que esta prenda sartorial: no habíade, cumplir en él función ninguna.)

Es de lamentar que la actitud incoDSll:ltade unirresponsable, venga a poner una sombra al recuer-do de la brillante loaborque tanto en nuestra cátedrauniversitaria como fuera de ella, dejó aquí el señorCastro.

Por lo que a nosotros toca-a los que formamosesta revista que él impuls6-siempre guardarpmos pa-ra él una sincera v nrofnnoa admiración a pesar detooo. 'Es lo más noble. Pero desde nuestra modesta

e inconspicua posición pensamos con tristeza que noes con chistes de peña rle café madrileño como se esti-mula a los pueblos jóvenes. máxime cuando estos sef'1H'Uentran bajo fuegos encontrados, y en lucha con-sigo mismo, pugnando por hacerse de una personali-dad sin renegar de sus antecedentes. Ese sport deecharlo todo a rodar en el momento más inoportunosólo pueden permitirselo los niños bitongos con ca-sas editoriales, revistas, periódicos y un universo depapel impreso detrás de sí, para exhibir sus payasadas.Lo hecho por "La Gaceta" no tiene diculpa. Las buena~relaciones de los hombres del Centro de Estudios Hjs-

tóricos y nuestra juventud universita.ria no pueden es-'..tar a la merced de estas arbitrariedades infantiles.

Hayadela TorreSegún carta que hemos recibido por el último co-

rreo, se nos informa que se encuentra de viaje a estepaís, Vict.or Raúl Haya de la Torre, el conocido líderuniversitario del Perú, quien anda por estas tierras deAmérica en una cruzada de noble acercamiento latino-americano.

Aquí dará varIas conferencias sobre temas políticos,"ociales y económicos.

Nuestro saludo fraternal al ilustre compañero pe-,'uano.

el de Buenos Aires, ni el de Greenwich, ni el deWashington.

Si algo nos importa sinceramente-obsesio-nantemente-es el porvenir de nuestra cultura yla internacionalidad del espíritu.

Por eso en esta primera página queremosproclamar la vigencia actual de aquellas palabrasde nuestro único gran valor interamericano-yahemos nombrado a Hostos-cuando dice:

"El' problema de ayer, de hoy y de mañana entoda la América latina es la unidad de acción, lacomunidad de vida internacional en los pueblos ygobiernos latinoamericanos".

Ese mañana de Hostos es un Hoy perento-rio, agudo, ina,plazable. Enarbolando en lo alto es-ta revista que lleva su nombre saludamos emo-cionados y alegres a todos nuestros hermanos enla lengua.

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boatos pág. 3

Hostos y MartíPor Antonio S. Pedreira

He aqui dos grandes figul'as antillauas. vÍllcula-das por el mismo pensamiento político, IIrdorosos de-fensores de la misma causa, que en un futuro no leja-no cuando se eonozca ,mejor la vida j' la ohra de Ros-tos, habrán de compartir el fallo apreciativode la posteridad. .José ,Tulián Marti (1853-1895) es

..

Eugenio Marfa de Hostos. nuestro in-signe pensador. a cuya memoria dedica-

mos esta,s páginas.

el cubano que más se aeerca a Eugenio Maria de Ros-tos (1839-IfJ03) por ser su hermano en ideales.

Hombre talent080 y desinteresado como Hostosiué también noble lH'J"(',:!!'inoque reeorrió 1a Am{,rí,"'1 en campañas hÜ:,tÚ,.jeaH,llamando con la piedradel patriotiomo en las conseieJleias dormidas de nues-tros hermanos. Como HOi'tos, se sostUYOtambién de suplullla de periodista, de su vocadón de maestro; enNew York, los dos fueron traductores de la casa Ap-pJetoll; los dos atrayeSllron tiempos difíciles aunquea veces :Uartí se amparó en representaciones diplo-máticas de algunas repÚblicas hi¡;;pano-americanas que]e pusieron a cubierto de la miseria qne escoltaba ROI;-tos.

Ambos se complementan en la perenne persecu-"ión del mismo propósito y en la activa y constantepropaganda de la causa que no admitió desesperanza:;.ni desmayos, ni alteraciones. Fortalecen por el opti-mismo de sus ejecutorias, por las prédicas del ideal,aún en las más graves crisis de la época, cuando el

imposibie y la de¡;gracia parecían poner en peligrotoda iniciativa, donde la indiferencia general amenaza-ha de tumba todo esfuerzo, donde las fuerzas contrariasy al parecer superiores a las de ellos, eran vasalladoras,donde todo movimiento revolucionario era una seguraanticipación de olvido, de fracaso o de muerte, ¡Ysin embargo". con qu,~ entusiasmo tesonero lo predi-(-aban siempre, con qué ilimitado optimismo lo man-tuvieron latente en el corazón del pueblo, a pesar de¡as persecusione¡;;,a pesar de los destierros, a pesar desus hambres, y de la ingratitud de sus conciudadanos..,!

Sí, fuerza es decirlo: aquella falta de cooperaciónque siempre encontrb Hostos en Puerto Rico, aquellanumera cómoda de rechazar sus ideas por imposibles.Ilam{¡ndolc "soñador" delirante, es la misma que con-frontó :Martí en Cuba, y que nos describe el periodis-ta m:lrlrilcño, .Jnlio Burell:

"Muchos aIios después, (de haberlo visto en Es-paIia) yo preguntaba por él a los jó\-enes dipu-t.ado¡;autonomistas de Cuba, a :\'1olltoro, a Figue-roa, a Giberga Sonreían con indulgencia,iBa h! :Marchó de Cuba... No tenía fuerza...qniso ser diputado". Xo le hicieron caso. Y allá(~IINueva York publica una hoja separat,ista,P~ro el <:'eparatismoes una extravagancia. El po-bre M.arti es hombre muerto..."i Mfl.rtí era hombre muerto! i Como lo era BOB-

tos para Puerto Rico! H08tos y Martí tuvieron lasmii>mas ideas políticas, los mismos principios liberta-clore!', los mismos escenarios para predicarlos, y lasmiEl}1(Isesperanzas para amarlos. Tocados de idéntica,'isión que el I~ibertador, ppl1saron en una confedera-ciÓn de pueblos hispano-americano!; para cuya realiza-eión era necesario en primer lugar, obtener la inde-pendellcia de las Antillas: no de Cuba, ni de Puerto Ri-co unicamente, sino de todas. "Las Tres Antillas-de-

cía M~lrtí,-han de salvarse juntas o juntas han deperecer" y ambos se fijaron en Cuba como punto prin-cipal y ventajoso a la realización de este ideal. De ahílas campañas de Hostos que ya conOQemos,de más al-cances y de mayor difusión que las de Martí.

"Se puede afirmar-asegura S. Figueroa-sin t.e-mor a ser por nadie desmentido, que ningún cu-bano propangandista hizo tanto por Cuba, comoel antillano Eugenio !lIaría de Hostos."Martí pasó por el Ateneo de Madrid sin dejar re-

cuerdo ni huella, Hostos sacudió a las multitudes del

Ateneo con su palabra oLímpica, demandando justicia(Pasa a la pág. 15)

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para las Antillas, apostrofando a los mismos directo-res de I:a República que se negaron después de prome-térselo, a reconocer nuestro derecho a gobernarnos. Co-nocidas son sus luchas por todas las provincias espa-ñolas, con el único pensamiento de obtener la j llsti-cia ofrecida por los republicanos de España. Agota-dos 'todos los recursos del patriotismo pacífico, abra-zó el patriotismo revolucionario, después de haber lan-zado un valiente manifiesto separatista. Esto ocurríapor el año 1868, precisamente cuando Martí se inicia-ba en su apostolado, a raiz del pronunciamiento deCéspedes que la historia de Cuba conoce con el nom-bre de Grito de Yara.-octubre 10 del 1868. Cuando

:\fartí te.Q.íadie7. años, (1863). Hostos ya pedía la in-dependencia para Cuba, sin conocerla. Entraba pues,:\Iarti, en sus uiez y seis años, cuanuo, (después dehaber jurado dedicarse a la causa de l~acual Hostosera viejo paladín) fué desterrado por un consejo deguerra a la Isla de Pinos. De aquí pasó a España dou-de termina sus estudios en 1873, mientras Hbstos seanticipaba en la propaganda política, en París, enNueva York, en las Antillas, y en las repúblicas 6'ura-mericanas.

De 1875 a 1878 encontraremos a Martí, viajan-do por Europa y América; !'uego. de periodista enMéjico donde contrae matrimonio, y mels tarde maes-tro en Guatemala, siempre combatiendo hasta que !'Il1878 al firmarse la paz del Zanjón vuelve a Cuba aabrir su bufete de abogado, y a conspirar más tardeen favor de la causa separatista. De 1869 al 1878 en-contramos a Hostos multiplicándose en la activa pro-paganda ya en Nueva York, ya en ChiJ,e.Perú, Argen-tina, Brasil, Colombia. Vene:1uela, Santo Domin~oy C1~andoen 1878. después de quince años de luchaen los preparativos de la Confederación Antmana, lesorprende en Saint Thomas el desgraciado pacto delZanjón, el gran patriota, abatido de desengaños, des-esperanzado por tan terrible golpe, ancla en SantoDomingo, funda allí su hogar. para recobrar fuerzasy vo''ver más tarde a las andadas.

Es después de ese pacto, y en su segundo destie-rro que Marti desplega la mayor actividad de su vida,dándose como nunca en cuerpo y alma a la consecu-ción de su ideal. Hombre de carácter decidido, valien-te. heroico, templado como Hostos para todas las des-gracias, fué cerebro y director del Partido Revolucio-nario cubano en Nuev.a York para el' cual redactó lashases y fué el verbo hecho carne, el espíritu hechofuego, la vida hechlt inspiración y ejemplo para susotros compatriotas que flaqueaban. Martí sostuvo elideal en momentos de crisis; va a Santo Domingo en1893 a busca!' a Máximo Gómez, ese quisqueyano extra-ordinario que libertó a Cuba, y. no conforme con Jasexpediciones de inau,rrectos que ya había enviado, cuando en el 1895 estana el último movimiento separatista

de Cuba, embarca hacia ella desde los Estados Unidos,y dos meses después muere en la batalla de Dos Rios,el 19 de mayo de 1895.

Muerte imprudente por cierto que aminora el en-tusiasmo admirativo, si descartamos el exceso de pa-triotismo que ta provocó. Tampoco Hostos como ;\:1ar-tí, se conformó con ser un cerebro de la independen-cia sino que quiso ser brazo, uniendo la acción a lasideas, como veremos más adelante. Gracias a Diosque para bien de su obra futura, el mar le puso vallas,impidiendo con el naufragio, que fuese a estorbar im-prudentemente lla trayectoria de una bala perdida. Talvez si hubiese muerto en un combate oscuro, tuvierahoy la gIol'ia que se le debe. Pero no fué así. S'n n).(,ación militar torcida por sus padres, no volvió aatraerle en sus años posteriores.

En e~as propagandas de acciones valerosas enque convergen ambos (aunque iniciados en distintasépocas) está recol1centrada la homogeneidad del pen-samiento político de estos dos hombres. No eran puer-torriqueños, ni cuban08, ni siquiera antil'anos: er;mcontinentales que peleaban por Cuba "para asegurarcon la nuestra la independencia hispanoamericana." co-mo decía ~Iartí.

"Desaparecido Martí el vidente extraordinario. yBetanees, el abnegado evangélico, Hostos resumió to'da la veneración de esos excelsos apóstoles ue la Bu~-na Nueva, que caen triunfando.'-'

En' lo que atañe a otros aspectos de sus vidas. sediferencian por cuestiones de temperamento, de estu-dio y finalidad. Martí, intransigente y exaltado, erafogoso en la palabra, centelleante en la prosa, 'írico enlos conceptos. De ahí su aspecto poético que Hostosno llegó a desarrollar. y el ritmo de su feClmda pro-ducción Jiteraria. No tuvo la clarividencia de Sarmien.

to, ni la penetración de Hostos al estudiar nuestrosprob'emas; su obra está llena de páginas momentáneas.emocionantes y febriles como su vida dinámica, que leconvierten en escritor brillante y sugestivo. Hostos,más preocupado q,ue Martí en nuestro debarajuflte so-cial, ahondó como ninguno en las raíces de nuestrosma' es, y más Maestro que Martí los expuso en una proAa serena, grave, disciplinada, sin los esmaltes propios del retardado Romanticismo ambiente.

Son páginas didácticas y hondas las suyas, llenasde la fijeza y precisión a que le obligaba la sobriedadde su método. No tenia tiempo ni condiciones para el'lirismo, aunqu.e no dejó de ensayarlo en artículos lite-rarios. Martí es más literato, Hostos, más científico.Cuando hablan en las tribunas públicas, uno conmue-ve y arrebata con la emoción desbordada en párrafoscandentes, recargados de imágenes brillantes. y el otroemociona y convence con la elocuencia de los razona-

Pasa a la página 15

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AMERICO CASTRO(Un Film y un Cuadro)

No queremos ser coleccionistas de siluetas. Del Sr.Castro, si fuéramos cineastas, haríamos una película. Leenfocaríamos por diferentes ángulos, acercándonos á élen movimiento lentísimo (fade-in) hasta el gran plano(close-up) y terminar alejándonos, dejándole esfuma-do en la lejanía (fade-out), pero, fijo ya, en lo pan-

../-

AMERICO CASTRO

cromático y cinemático del celuloide. Este sería el tra-tamiento más adecuado a su fina, movible y perspícnapersonalidad, El mismo sutil procedimiento psicológicoque Castro usÓ con Cervantes (en su libro" El Pensa-miento de Cervantes") á quien, dice el poeta GerardoDiego, que Castro sorprendió "infraganti" con la mira-da sutil, parsimoniosa, impertinente, casí diríamos me-jor, por el tacto inmediato, cauteloso, de un erudito yun filólogo pero que por encima. de sus fichas y de laspapeletas piensa y siente." Deberíamos aplicarle al Sr.Castro idéntica técnica artística, "de óptico del porme-nor", que 1a que él emplea con los clásicos "tratandode sorprender la motivación psicológica" y "llegar asu panorama interior."

De "lujo vital" califica Leo Spitzer, el notablefilólogo y psicólogo alemán, la extraordinaria inquietudy curiosidad del S'r. Castro, devolviéndole la mismafrase que el Sr. Castro había tenido en su libro "Lengua,Enseñanza, y Literatura", para definir a Antonio deNebrija. Los que somos concurrentes curiosos de suscátedras damos fe de que la frase le cae a la med)da.Lujo vital es la magistral exposición que hace de laobra clásica, comentando los textos y exponiendo el cli-ma espiritTIal, histórico, en que la obra se produce;lujosa vitalidad es su manera de exponer con movi-miento puntHlista de pincel en la mano, y el nistagml1sde 1a mirada; derroche vital es la trama ideológica, el

enlace de los temas históricos a los actuales. Y, sobretodo, de una vitalidad desbordante es la contemplacióndel conjunto, la reflexión del tema al proyectarse so'bre lbs alumnos; la reacción del espectador.

Recordamos al escribir esto un cuadro del Tiziano

que vimos hace tiempo en una colección particular:Alfonso D' Este y LauJ'a Dianti. Sobre unos árboles cercanos y un fondo de campiña azul, un caballero delRenacimiento (barba cerrada, gorguera blanca, puñosde encaje) apoya su mano izquierda sobre el hombro deuna mujer desnuda, de crenchas blondas, y con la dere-cha le muestra un espejo cuadrado en un ademán conte-nido y amoroso. La rubia veneciana se contempla a símisma en el espejo. Pero e~!espectador ve el conjuntodel cuadro, y en él, la imagen-j blanca y desnuda!-del cuadrángulo reflector: El expositor, la obra de arteexpuesta y la exposición. Asi hemos visto--no oido--a'gunas cátedras del Sr. Castro. En una composiciónde conjunto: armoniosa (color) rítmica (línea) acaba-da (marco). renacentista, como es el espíritu vivaz delSr. Castro. R. L.

Avatares.

Al cerrarse esta edición estamos aún bajo la im-presión de uno de esos grandes cataclismos históricosque hacen época en la historia ,de un pueblo. El des-tino ha desatado sus fu€rzas cósmicas y un terribleciclón ha devastado nuestro país. Nace esta revista ba-jo signo adverso. No hay lugar para literaturani para grandes ambiciones de cultura donde Ja lu-cha reviste proporciones trágicas contra el ciego ava-tal' de la natura1eza. Si en el saludo inicial saludá-bamos jocundamente a nuestros hermanos de raza,ahora, en este supremo instante, decisivo en la vidaeconómica de nuestro país, redoblamos nuestra peti-ción de auxilio y ayuda para que esta revista puedaseguir subsistiendo.

Ambicionamos, a pesar de todo, convertirJa enuna llama espiritual de perenne serenidad filosófica.Y la fi10sofía será siempre el único recurso que tienen]os hombres para no perecer y luchar contra el destinomismo.

El segundo número, para el cual tenemos abun-dante material acumulado no sabemos cuando se pu-blicará. Ello depende de que la reconstruceÍón econó-mica de todo el país permita un margen para su sos-tenimiento. De todos modos, este número será como unacta que levantamos sobre el estado actual: del pen-samiento juvenil de Puerto Rico. en las vísperas deuna catástrofe.

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El LibrodeBalseiroPor Vicente Oéigel-Polanco

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EL VIGIA II.-Unamuno, Pérez de Ayala, HernándczCatá.-Por José A. Balseiro.-Editorial

Mundo Latino. Madrid.

La lectu¡ra del segundo volumen de ensayos críticos de.José A. Balseiro- prosa limpia, análisis penetrante,valoración ponderada- nos dejó un interrogante aflor de labios. ¿Por qué se excluye a Pío Baroja deesta visión panorámica de nuestra novela contempo-ránea T ¿Falta de simpatía por la obra barojiana? 0-lo que nos parece más razonable-¿ conciencia de queno q,u.eda margen inédito para una nueva interpreta-ción del insigne vasco?

Porque a un espíritu tan comprensivo como el de Bal-seiro no puede escapar la significación altísima de Pío:Baroja. La labor novelesca de Unamuno es un simpleacontecimiento literario, una corroboración de su ac-titud espiritual. Sin sus novelas, permanecería íntegro.Ellas no alteran el ritmo de su pensamiento. Baroja,por el contrario, es casi el 50 por ciento de la novelaespañola contemporánea. Sin la aportación de su inge-nio hubieran permanecido ignorados rincones trascen-dentales del alma hispánica. Esta prominencia de laobra barojiana ha movido a casi todos los exégetas delespíritu español a estudiarla detenidamente. Y en es-ta misma largueza con que se han enjuiciado las no-velas de Baroja y la estrecha atención que han mere-ciclolas del creador de tAbel Sánchez, nos parece sor-prender el factor determinativo de esta incursión de ElVigía por novelas y nivolas unamunescas.

Y, en verdad, Balseiro ha logrado enfocarlas acer-tadamente. Todo concurre a imprimir a este ensayoearácter definitivo: simpatía honda, espíritu compren-sivo, perspicacia en el análisis, certeza en el detalledefinidor, criterio avalorado por extensas lecturas cos-mopolitas.

La contradi-cción,aspecto fundamental de la viday la obra de Unamuno, es objeto de una glosa alumbra-da de sagaces observaciones. "Su voz, apunta Balseiro,no es melódica. Entra en ella más de un acento. Es

voz bachiana, polifónica. El cerebro de Unamuno se-meja parlamento en sesión permanente. Brotan de éllos discursos más encontrados y las opiniones menosconciliable¡:;.Como una de los amigos <leStello,-en laobra de Alfred de Vigny-Unamuno puede repetir:"Je ne s¡¡is pas tonjouf8 a. m= opiuiou".

Espíritu eminentemente creador, Unamuno enri~quece el patrimonio de la. litera.tura narrativa con unaaportación valiosa:" la nivola. Las nivolas no son nove-las ni obras de teatro, "aunque-afi rma Balseiro-vi-ven más cerca del teatro que de la novela por su dina-mismo funcional y hasta por el precipitado de espí-dtu que las mueve. Como las piezas dramáticas, sonesquemáticas. El procedimiento es más enérgico queen las novelas. Su arquitectura enjuta comprime, ne-cesariamente, la trama. La acción es rápida., directa.Pero las separa del arte teatral la demasía y la longi-tud de ~osmonólogos, el frecuexte conceptismo, el cam-bio repet.ido de lugar de acción y la presencia actiyade su creador".

Es altamente justiciero el capítulo intitulado"Unamullo, Pirandello, Conl'ad y una teoría de Bel'-nard Shaw". En él se comprueba que corresponde alnovelista español la originidad de haber enunciado yp~asmado en sus ficciones diversas teorías y manerasrstéticas, muy en boga actualmente. Tales, la del per-sonaje en busca de autor (Pirandello), realizada porUnamuno en Niebla desde 1914: la de que el autorncaba por ser juguete de sus ficcio~es (J oseph Conrad),expuesta por Augusto Pérez, uno de los personajes deNiebla, y la de falta de plan definido en la creaciónde una obrn estéticn (Bernard Shaw), ya expresada porUnamuno en aquel diálogo entre Víctor y Augusto(Niebla) que comienza: "Mi novela no tiene argumen-to, o mejor dicho, será lo que vaya saliendo. El argu-mento se hace él solo".

El procedimiento valorador de Balseiro, tal co-mo se refleja en estos ensayos sobre Unamuno, Pérezde Ayala y Hernández Catá, dista de la crítica espe-culativa. No es el teorizante que toma la obra enjui-ciada como punto de partida para inquisiciones esté-ticas o filosóficas. Gusta, por el contrario, de~analizorla obra en SlJ propio ambiente. En verdad, hay másanálisis que especulación. Re]ata sucintamente la tra-ma novelesca; puntualiza el personaje logrado; ubicaen zona aparte el que es mera añagaza literaria; defi-ne el estilo, y, en torno a la significación del libro,ppunta ju ¡ciosas observaciones.

El segundo volumen de EL VIGlA es un hito deavanzada en la evolución espiritual de Balseiro. Más(.onciencia artística, más hondura de pensamiento, cer-tera la apreciación, ponderado el entusiasmo y anchot!}crit6rin.

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UnaConferenciadedonAméricoCastroPor Luis Villaronga

Bella conferencia la dictada por don AméricoCastro CJ1la Fundación Cal'negie. Bella por su forma(le seJ1l:illaeleganein, bella por su hondo contenido es-pirituhl. El tema no pocHa ser más atrayente: "Dios,el homhre y el universo en la Edad M,edia". Temapara los amantes de la filosofía, la literatura y el ar-te, sobre todo cuando ha de scr explayado por un ma-estro en quien de manera tan admirable ensamblanel artista literario y el fi!ósofo. y allá nos fuimos an-helosos de ver enfrentarse con r1 coneepto del Cosmosla turbada conciencia de la Eclad Media. ¿'l'urbada,hemos dicho? Esa vulgari¡:ada opinión del mundo me-(lioeval es precisamente lo que ha discutido don Amé-rica Castro en su confercncia. Porque lo que el ilus-tre conferenciante intentó y lo logro cumplidflmente-fue hncer. una revisión de la R(lnrl Media.

p

Esta" I"evisio!lt's h ist/JI.j(.as SOII muy ~1ecesarias,son, además, !Lna empresa justiciera. Guillermo Fe-rrero ha prohndo en uno de Sl18Í1ltimos lihros queTiherio no fué e] monstruo que pÍllbUl los text{)s es-colares y que Mesalina no fué tan mesa!in& como ge-neralmente se cree. De igual modo, \Vells ha demos-trado que e] imperio romano (con perdón del signore~russo]jni) no se merece todas las pl\lmas que sobreS1\ inmenso sarcófago ha depositado la humanidaden el <'urso de los siglos.

Don Américo Castro nos ha dado una visión nue-

va de ]a Edad Media. No es este período el oscuro yy medroso paréntesis que scpara la grandeza de laAntiguedad del esplendor del Henacimiento. La Edad)1edia, tiene por el contrario, su grandeza y su esplen-dor. El Papa y e] Emperador eran las cabezas visiblesde aquel vasto mundo. El Papa. era la jerarquía supre-ma de aquella Ciuilad de Dios que puso en supremasletras San Agustín. El Emperador era el árbitro dela Ciudad terrena. Constituía el sacro imperio unasorprendente estructuración social y jurídica. Una per-fee.ta trabazón de orden jurídico ligaba las inst.itu-ciones y los individuos. En aquella sociedad cadacual ocupaba su sitio; el sitio que le correspondía. Eldeber era un concepto profundamente arraigado enlas diversas clases sociales.

El conferenciante ha ilustrado aquella noción ju-rídica imperante con bellas evocaciones de la literatu-ra épica. El Cid, por ejemplo, ante la afrenta que leinfirieron los Infantes de Carrión flagelando a sus es-posas, las hijas del héroe, no se revuelve en espanto-sa cólera, no echa bufidos, no coge su espada y va avengar el agravio. El Cid remite su venganza al 1ll0-

narca. .h:l monarca quiso aquellos matrimonios, el re-parará la grave ofensa. Y así suceue. Ante una asam-[¡lea el Cid comparece y formula su queja y en el com-bate judicial de rigor se limpia la honra. De Gonza.lode Berceo ha citado el pasaje del sacristán pecador cu-ya alma se disputan, en curioso pleito la Virgen yel diablo. Del seÜor feudal nos ha dado un retrato

JIlás humano, más noble; algo distinto al terrible vio-lador de doncellas y de justicias.

Leyendo oportUJlos párrafos del Infante don J ul1n:Manuel, el conferenciante nos pone de manifiesto aque-lla fe en la divinidad que encendía 10i!corazoncs deamor reverente y fervoroso: la DiviniJaJ presidiendotodas las cosas y de cllya gloria da testimonio ]a hermo-sura de la creación. Nobles inquietudes espirituales q. seconcretan ell las es<.:uelasde lIominalistas y realistas;IJquellos, considerando que no hay más que cuerpo,forman en definitiva un sistema sensualista. estos des-,cubriendo, tras las manifestaciones, las esencias, lle-van los espíritus al idealismo y al misticismo.

.Esa misma capacidaJ de fe y de amor impulsabaa los hombres a las grandes disciplinas del saber. ElHey Sabio abarca todas las ciencias de su tiempo. Consu poderosa inteligencia realiza illgente labor enciclo-pedista. Guillermo de Ockam emula, en Francia, algmn monarca español legando a la posteridad nume-rosos escritos de carácter político-eclesiástico, de lógi-ea y de filosofía.

En la última parte de su admirable conferenciael señor Castro corrobora su elogio de la Edad .:\Iediacontrastándola con estos modernísimos tiempos en quevivimos. Y aquí aparece el hombre inactual que es donAmérico Castro. Todo humanista ilustre, todo pensa-dor auténtico, todo artista sensitivo y generoso, tieneque ser inactual. Es enorme el déficit espiritual, queacusa nuestra época. No existen hoy jerarquías ni unorden jurídico que dé coherencia al cuerpo social. Noexiste la legendaria noción del deber. Tocas las cosas

rstán trastocadas. No hay fe ni amor. No h,lY e!1t!.l-siasmo. Las religiones, puramente litÚrgic3s. no influ-yen para liada en nuestras vidas. Sólo p~nsamo.) el!estos tiempos (palabras textuales) "en ~l ;\Utom(.vilFord y el aeroplano." ¿Dónde están hoy las ~SCIl'!a~(le hombres? ¿Dónde están las plazas socráticas, losjardines, los huertos, las Academias, los Liceos dondese enseña a los hombres cómo se debe vivir?

Un poro de noble pasión y otro poco de fina iro-nía pone el cQnferenciante al contrastar ambas épocas

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10 cts. HOSTOS' 10 el,;.

revista de letras, arte, ciencia.

Editor y redactor: Emilio R. Delgado.

REdacción: Luis Villaronga, Sofía Megwinoff. Jo!;é Villa.ronga, Noel Llorens, Rubén del Rosario, R. La-

val1dero, V, Geigel Polanco, M. lliveraMatos, Juan A. COl"l'etjer.

Apartado 520, San Juan, P. R.

HOSTOSy NOSOTROSPORMANUELRIVERAMATOS

Hostos será el nombre ideal que auspiciará losdestinos d~ e3ta revista. Ninguna figura mÍLs egregiay luminoi;a que la del penslHlor autillallo para servirde emblema a nuestros propósitos cuJturalc,.;. Eu ,,1presente, Hostos es casi un símholo pnra la jU\'eU:IHIpensante de América que sc nutre de su rica vCIHlimi¡1ideológiea.

Hubo ulla época en que el autor (le "1\loral So-,)ial" vivió casi de¡;o-onoeidoJJal'¡1los jJuel'lol'l'i(JlH'ilOs,Se cumplía aquella ley que parece ser morbo de IIIwstraraza: glorificar los grandes vivos cnando son los gra li-des muertos, como dijera un escritor llominicano. S'¡11f'll1bargo, hoyes imposible trazar la historia del pensa-miento hispanoamericano sin insertar la obra hostosia-na, tan respetable y profunda como la de Bello y Sar-miento. Pocos espíritus americanos han vivido en unatEnsión más dolorosa hacia lo ideal que TIostos, t~Ura\"ida fué una jornada redentora en pro <le la cuJtnl'n,el pl'ogre.<;oy las aspiraciones libertarías de estos Ime-blos humillados por el despotismoco]onial.En su vi<lano sabemos qué admirar mÚs, si el conteuido ideolÚg-i-eo de su obra o el dinamismo heroico de] combatiente.Vivió para prn;:¡¡l' eOIlhondul'll y lnehar con dcnuedo porla justicia y la libertad humana. Por un extremo, Hos-tos confina con Rodó, por el ot.ro pertenece a esa din¡¡~-tin gonora de liherta(lores que cierra su ciclo heroico('on el insigllc Martí. Hoy e,'ocanlOs con un earilio casifilíal la figura (lel ~fae.<;tro,cuya vida es \I:nfaro i(h'nlhacia el cual f'nfilamos la proa visionaria de nuestrosespíritus.

En muchas ocnsionl'~ l¡¡'!1loSinsi.';(;i(logohrc 111llI'-gencia de que l¡¡ juventud ns:l'ma una ac!ituel (lefini-toria frente a los problemas del país. Vivimos una eradesintegradora en que to(lils 'as fuerzas sociales, mora-les y políticas se dispersan en direrciones opuestas;

históricas. Oyr-ndole siente uno la añoranza de los tiem-pos viejos.

Un largo aplauso, cordial, efusivo, ha acogido las11limas palabras irónicas de] ilustre maestro. El pÚ-blico era muy escogido y se apretujaba a la entrada

hostos

nuestra energía vita1 se atomizn, í';(' di:;ipa inÚtilmente

en gestos y actividades estériks; urge por Iv ranto uua

il1teg1'ación de ideales y actitudes. l'adecemos una d~';¡)-

l'ientación que impide fijar J¡IS \'olumad!'" ,~n IIlt Uh,jé-

tívo determinado. Ya nuestro pueblo a pena" ticlle ('011-

J'iauza en sí mismo, ni fe en lo:> illeah',:. Xo l':'el'lno,,; el1

IIll('stros hombl'c,:, Bi PIl 1I:llla. Lo,: intel'es('': II\;\S Jilez-

lluinos pa l't'(','\l "el' lus Ílllieu" múrile.s dl' Ulll',,!ra ,,~ i,-

teBeia insn:1ar; odiamos cl patl'iorisllw ¡)(¡¡'qnp ~'n 11\1erecmos en la virtu:1lidad de esa ftWI'Z:I 1\!dl'n!ol"a. 1.:1'

mu]titu<les caminan indiferente!';, dis.!,::l'l'~¡Ill.ts. .'on lllU

docilidad rebaJíeg"1l carente,: de 1.: e¡ol'i'!!'í:l unilil';¡ l'

Ü1tegl'llclol'a ti.. un ¡<ll.ai, 11tI('!'!'a lIi;'; <1" l'<' ¡!lHI10s ,;Upl'-

riores qu'e JIlo\'i'icPII la lIill:'l1l1i\':I .1(' :-.u,; ,:,'n¡ililipII10',

No creemos el mOlllen,o op01'1 uno P;II':1 Iiqllicl:t l' ¡'P"POII-

"ahil¡da(]¡.(:. ~~Úlo C'\'t'e1I10S t¡l1i' l'.- lh'I'(''iari:: una I't':l<'-

<:i('1I yigol")';;;: (le 1'11('rz;", n\l('\'a,: que o)i'0I1~~':l!l\i;I:! 1;:11'1\"¡-:I I'~' ('OP!¡':J(';Ún n (..~tn :1\'¡lL'!I:.I1.! (~!Ii' ~I!!.!\';L¡/i¡ .:¡~i

q ti ¡la,' I)I"('''¡ ":L, »osihi1 itli;,l,'.; do' 1'11(.1.'0. y,) mf' ;1\','11-

turo ¡¡ ell!!'ir <¡Uí' e,: 11,,\",";:11':",.,! L' ;'1\"':11.:,1 ,'! iIllPt'I';¡'ti\'o llr la l'I'IJ('"<lí:1. !kh,.Jdía ('n (d ':('lIt ¡,lo 01" \'111\',.1'

" 1'(',I:IUI',lI' 0" l"a10n." aril'llIatiyos tiC' !:1 \'itl:1. Xo tran-

si!!i,' ('0'1 la illjn'iljpia, !li tolpral' qUi' 10'; ,l,'Olllt,¡-i!lli"!I'

tos 1I'anSC'III'I'i1n cOlno 1':111. si!! Ir"e..'!' ;"'I!! i!' 1:, i:il'O!'fo¡

mirlad dI' lltlf'stros e.~:.íl'ij,,,. /.\ 1l!\'il'",¡,'i' !jUI' ""ll'P¡"¡'"

Irlo nuc!';tro. tI(',:creítlo v p,w('pti..,o. YlIl.'!\"n ;1 ll'lh'r ('011'

fianza en sí mismo l' !'l' ":! ';',.; 1i,.J.I¡\)!'~'-: lJ"(' ':l' ('oni:lgí,'

(le entusiai'lI1o }10:' ,,') id:'al (.ua'quil'l'il. Es pn.,.iso qlll'

111»: ca<;emos COIltt'na idea .r tengamo..; cría ('11('!tl. l'()

JllO diría Unnml1no, "El bOJllbJ't! no ¡¡¡",de "¡,,ir p!el':l-ll1«:'nte~i !lO Ilay a!g'o rapaz de llenar Sil espÍl'itu ha~!:1el punto de (le~ear morir por ello", I1lí:1deo ,'tp!!:11~' G:F-s('L Por 1';:0ql1Cl'emo~ al'tua1izar una figura roUlO Ro;:.tos, tan repleta (le i(lea1i"lI10, c1e lIobleza y dI' "ihradoJ'11energía.

Desde 1I08'1'OS. la .iu"l'1Jtt;.l echar:1 al aire 1nsYO('('s (le su e~píl'itu. fUl'rtp<.;y \'ihl'alltp~ ('omo 11l1arla-

rinada. A;:pil'amo;: a !'J'Oypl'tar Ince;: 11I1<'"n;:!';obr,! el pa-110ramn y¡tí:]: quel'emos sacudir la pasiyidai/ ahÚ~i('n.

la inercia infeeunda de pste pueblo que parel'e entu-mN,i(lo para las neti"icln(les su¡wl'iol'p;,: ,1('1 I':;píl'it 11.Anhelamo¡.; inye\'ta l' <:IUIg-J'ejoyen y g-enero;:a en e;:-te ol'g-anismo que parece caducar prematurnmenfl'.n08'rON serÚ ulJa antena cl'édil qllP r('('O!!l'i'¡í to.l:\;.;

la~ "ibr¡¡eiones de la hora, 11]1:1atalaya que ote(' los ho-rizontes lejanos tlOllr1ese g-esta el pOITpnir, Rel'emos ex-

pectadores sen<;ibi1iz¡¡rlos (londe hallen simpática r('-sonancia todos los !¡¡ti(lM (1<:> !:1 cll1tnr:l moderna. As-

piramos, pues, a harer ohra de l'!'eaciím ~. (le Yi(la,sÜ'hrc toclo. ohra de vioa perdurable. . .

del salÓn de conferencias, 1\I:ls o mello;~ 1:1 mitnd cll'

la concurrencia se componía de (13m:18. Y el nrt i,ot;1.

l~l filósofo y el tipo raucásico (le negra barba ('e1'l'ada~' sabios ojos que hay en el señor Castro se 11:1n!le-nido todas las hellas sonrisas de la noche.

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LANUEVAPINTURAMEXICANA(JACOBAROJAS)

Con las escuelas lle pinturas a~ aire libre y el es-l' í l'ji II fj11L'('.~I;¡.';\'~cuela~ esi Ún iJdUtrallflo a los pintoresde In IltW\'iI generación, surgen el arte mexicano de larevolue:iÓn y lIlHt plástica escncia1'mente mexicana. Hay,('8 rirl'to, ]a ohra y el pl'ecedenÜ1 de lo;; pilltol'e~ revolu-('ionarios. precursora ue esta hoy snrgente; pero la dr

".-::...1 ,,,Ú.' q. una oLla sllbstaneia]men(e revoluciona-"". sUI'g-ida de ]a n'\ \Ú\ciÚn ,1' nuh'i(l:t por ella, es una,,!, .1 j"',.L:,~'i',.:it':l J'l'\'olnrionaria. tl'anscl'ihiendo esce-

Leñador

na" que encierran una crítica aeel'ba e implaeable eontl'¡\

ht~ e'ases e instituciones que la re\'oluciÓu combate,exaltando SLS heehos y figuras culminantes y sirviendo('on fiel lealtad sus ideales. 'ral, preminentemente, lo~fl'escos de C:emente Orozeo en la, Preparatoria y los df'Diego RiveJ':\ en la Secretaría (le Educación.

~h1 l':::I':i',r!'O. p:ll':t elJo~ y pa I'a esa generación, lal'eVOllleiÓn se encierra aun en una actitud militante, y.!,I;':..q!(,::ltH.!!ie. ('11 un impel'ati\'o de edif'icancia revo-

lucionaria. Para las nnevas generacione.<;, sur~idas en elperíodo construdivo (le la revoluciÓn, cunndo ésta ha-hí:! <'Ip:tdo yn un l,~tado (le eoneic>nl.in J'evolueionnria

e imprimía sus realidades categóricas en la vida mexi-dUUI, !a revolucionaria es una realidad viviente que ha

determinado y creado un clima y una atmósfera, y que.por lo mismo, pesa determinantcmente sohre los indi-viduos, y en 108 vínculos y relaciones qlle existen entreel individuo y el medio.

El levantamiento económico del indio y su: incor-

porariÓn a la vi,la mexirann. significan y vienen a repre-sentar el resurgimiento, después de cuatro siglos de im-;¡otpllC'iH, que lo fueron, posiblemente, de

energías y de ímpetus acn:mulados, de las posibilidadesy el ¡¡eerbo fecundo de las razas indígenas. Tanto es así,y con tal vigor y ufanía se produce este resurgimiento,que en las escuelas de pintura al aire l~bre, que estándando a :Méxicouna óptima y maravillosa hornada deartistas, 100alumnos que producen obras de mayor ori-ginalidad. de emoción y sensibilidad mÚs aguda y pe-netrante, en las cu.ales brilla el más claro destello per-sonal, son los indios, y las escuelas que más se destacanpor su vigor y originalidad, aquellas en las cuales predo-mina, o priva totalmente, el elemento indígena. comoocurre, especia'\mente, en las escuelas de los Reyes, Tlal-pam y Xochimilco.-El criollo prolluee segÚn afinida-(!f..,de sensibiJidael y ele emoción, históricamente ago-t:1\la8. apnradas hasta la máxima saturación, si bien,/,roducii'ndose en estas escuelas, gracias a los principiospedagÓgieos en que se apoyan, que impulsan y avivan,;! cs!ímu'k) creador, por encima de todo- con una cer-tl'1'Horiginalidad inuividual. El indio, por t'l contrario.('.ya" facultades creadoras y cuyoacerho 110han podido]tl'oducir:<eni manifestarse en el transcurso de cuatro-('ientos aíios, ahora. al desplegarse, ~e abre con un vigortal, que nos reve~a los ímpetus avasalladores de una cu-riosidad y n.n raudal emotivo completamente inéditos,del torlo vírg'enes, que arrancan del panorama de la vi-lla desiellos ue una originalidad sorprendente.

Sin disputa alguna, el arte de la muchachada in-dígena de las escuelas de pintura al aire libre, es elfruto de más valor y más destacado que la revoluciónha dado en el campo artístico, valioso y revelador, por-que crea una. plástica propiamente revolucionaria, y alpropio tiempo, porque con ella surge un nuevo caudalde emoción, de una originalidad artística maravillosay completamente virgen.

Elocuente testimonio de la existencia y el surgi-miento de esta nueva. plástica, son la obra y la persona-lirlad de Jacoba Rojas, de la escuela de Churubusco.-.Tncoba Rojas tiene dierisiete años y hace tres ingre-só ~n la Escue1a que dirige el entusia8mo fervoroso deAlfredo Ramos :M:artínez.Sus primeras telas son revela-doras, y en ellas, apenas iniciándose, se refleja tolla lafuerza y el ímpetu de su formidable temperamento: usade} color con plena conciencia y sabia intujción, de sus\'nlores plá¡;ticos, de su función expresiva, y dentro delas limitaciones y la medida que le imponen}a propiaexig'encia del hecho plástieo, usa de él exaltándolo a sumás aJlta expresión, elevándolo a la máxima potencia ya su plenitud. Con ello se evidencian sus dotes y suformidable temperamento de pintora: porque, en reali-

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parergapor angel valbuena prat

U'na bella página que 'nos ha e1ttregado para elprimer número de esta revista el nuevo catedrátt".<;odeliteratura de 'nuestra Universidad, Angel Valb.uorw.Prat. "H o,<;tos"tiende ambas manos fraternas a,l jovencatedráJico y le recibe cordialmente cdlnO uno de losnuestros.

(}lOSI1S(1 la Odisea-La Odisea es, ante todo, elpoema del 1'.1ar.Es preciso ver~e, en la nave, bajo eldelo teñido con los rubíes del poniente, y rodeado deagua con reilejos de nácar, para comprenderlo. Es un],oema de sal marina y nevosidad de espuma. El, y nin-guno- el mar de VirgiHo es mitológico, y el de Ca.moes un puente para la Tierra estilizada de la islaVenus-o y en él, la inmensidad. Parece que el au-tor de la Odisea sentía un mar más extenso y gran-dioso que el Mediterráneo. En sus versos vibra -adi-vinándose- la voz del Océano.

Odiseo simboliza el hombre del continente, la cul-tura de] continente. Importa poco su procedencia. Loque vemos en él, es una insaciable vitalidad, que nopuede encerrarse en una isla. Abandonará la moradade Calipso y de Circe. Al llegar a Itaca deseará vol-ver a vagar. La pequeñez de la Tierra rodeada de mar,no ]e basta. Nos hace ver ]a tragedia del hombre de]11tierra firme. constreñido en el peñasco.

Odiseo no es clásico. No se limita en piedra nifll estrofa. La contencióñ es uno de los rasgos delclasicismo eterno. Pero él necesita el mar inmenso yla tierra entera. Con un criterio histórico diríamos

que más que griego, Odiseo es un alma fenicia. Su-perando los colores de lo circunstancial, diremos me-jor que es un espíritu romántko situado en una eta-pa de] clasicismo. Con ]a Odi.<;ease llega a las novelas deviajes bizantinos; con ellas al contentamiento con elmundo interior y los reinos de ultratumba del Arte de laEdnd Media. a los viajes y conquistas de los siglos

.xV Y X VI; con e!lo al Henacimiento, a] movimien-to mi'lscosmopolita de la historia.

Frente al hombre del continente, tres figuras fe-l1Ielljnas simbolizan el espíritu de la isla- tres dis-tintos aspectos de la isla-: Calipso, el ensueilo; Cir-('e. e] engaño; Penélope, la intimidad.

Calipso y Circe sienten la pequeñez de su peda-zo de tierra; les falta mucho para sentirse felices;desean ampliar su vida. Por eso r.etienen al hombre(11'1continente. con él su mundo menor se hará uni-,verso. Ambas coinciden en querer conquistar para síal aventurero. Pero Calipso-- la noble diosa de lahermosa cabellera- no posée más artes que su belle-za y su tel'l1ura. Es la deidad del ensueilo; el espíri-tu de la isla de Venus que cantará- renacentistamen-te- Camoes. Cuando Ulises escapa de su red de oro--sólo entretenido, no ret~nido-- en su alma queda unagota de tristeza.

Circe es la hechicera. Sus armas, el engaño y eltrastorno. Lo que en Calipso es sólo fina coquetería,Circe ,convierte en traición y maldad.

Calipso hace a los hombres más humanos: Circelos convierte en fieras.

Entre una y otra, Penélope se contenta con I!\lSpeÍlas y sus bosques rodeados de mar; es la esposabuena, que hace de su hogar un microcosmos de de-]i('jas y encantos. Con ella, la intimidad, el interior,]a maternidad.

Pero Ulises no se sacia con lo uno ni con lo otro.

Deshace las hechicerías de Circe y se desprende de loscahellos áureos de Calipso. y tampoco se contenta conla illtimidad. Todavía -canto XXIII de la Odisea-ha de reconer nuevas tierras. El mundo de las islas

es pequeño. Buscará en las aguas un reino sin fronte-ras. "Y la muerte le llegará del mar."

DEBUSSYI¡aboratorio químico, labor fina y pacientede extracción, poesía, sutiles espiralesde notas, surtidores de luces siderales,música depurada. música evanescente.Colibríes tornasolados, fantasíade una noche de rizos azules y bermejos,desfile de faroles, zarabanda de espejos,arte de Uneas raras, celeste geometría.

"' \

Alquimista moderno, busca un oro de estrellas-diríase un gnomillo que habita en una llama-,a sus ojos se hace y deshace el pentagramaen penumbras heridas por verdosas centellas.

Ejércitos de soles, paisajes policromos,simbologíd única, musical gongorismo,se flota en el ambiente como un micro-organismoque anestesian aromas de minúsculos pomos.

Evaristo RIBERA CHEVREMONT

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CuestionesContinentalesPor AntenorOrrego

j~J\ verdad, es aventurado pl'emollizal' ¡,(ohre:0 quelomienza a devenir. Preconcebir la hiRtoria es como

fJl'('('olH'ebirel JHlcimiento de una criatura. Pero, es¡¡r('(.isoarmarse de valo!' y, sobre todo, armarse de in-I tI¡(~i(,".110 para pronosticar, sino para descubrir. Sino (.s posihle conocer al hombre entel'o a través delniÜo. ereo que, a veces, es posible seÜalar algunos de~u;; ra¡:;gose¡;enciales. El primer vagido de la criaturaalumbrada encierra todo el misterio de sus posibilida-(les. pero orurre que estamos (~iegospara reconocerlas1,01'la torpidez de nuestra inteligencia. No hay queo1\'idnr (¡l:P I:na cuJtura es destino, es decir, realidadpotpncial tanto como es azar y lihertad. Cojamos es-la re:I!i!bd ell potencia y completemos la e('uación conla !ihertnd. No creo que haya otl'a clase rle adivina-(.ión o proIlÓ¡.¡tico.

Euru!'a ha creado una cultura eRencialmente ra-,';ollalistn. Nada defiue mejor eRta cultura que la Es-('o!Ústica .r el arte gótico, en que la vida se esclavizaa J¡¡ enkequ ia y al arquetipo racional. La Summa'(\'oIÓgi(.a y la iglesia gótica no sólo son la Edad Me-dia, SOIlla Europa de todas las edades. Cultura dia-J~etica <¡tiCtomn la vida por el testuz y ]a mancorna.La li¡l'ratlt:';¡ pastoril o bucúlica que fal8ifica el campoincrustándo!o en el salón. Los lihros de cahallerías

que exaltan un honor y una justicia delirantes; sensi-b)p!'O",pirüU'('11icos,hazañosM, al'l'ancándolos del fluir10ti!1iano. Atala y Heneé, el F.austo y Werther, ro-manticismo que se olvida de la realidad. Versal1es y1'1,,¡g'lo de 01'0 francés. Paraíso artificial y literatura"fin du siecle". Torre de marfil, alm.enada y de puen-fi' levadizo como el Medioevo.

Por último, y lo más importante, filosofía queentroniza a la razón sobre el pensamiento. Se filoso-fa para (.onstruir sistemas racionales. I~a razón no esun simple vehículo, es la protagonista. (Recordemoslo" postula(lm dI? la Revolución Francesa.) La Teo-iogía no tanto busca a Dios sino ]a razón de Dios.Xo hasta que pxista el hombre, es preciso probar que(.xislr. :Ko ha"ta ~a intuición de la verdad, sino la. dis-cusión de eHa. su racionalizaci6n. El hombre no secontenta ('n saberse poseedor de una verdad, no le sa-tisface el monÓlog-o,es fuerza imponerla a los otros,(.,. preciso pl r1Úílogo. r~a dia1éctj¡'a, sobre todo.

En América esta cultura se descompolle y se pu-dre. El calco servil pone de manifiesto la aberTaci6ndel sistema que estaba oculta. Al paRar a América

¡¡~piel'den las de;icadezas y excelenciasy resaltan lasmonstruosidades.

Este choque tenía que original' una tremendareacción. El pudridero fecunda la planta nueva. Esta-mos ante el albor de una nueva cultura. ¿Cuál seráésta 1

Ya lo he dicho, es aventurado preconcebirla. Sinembargo rastreemos sus posibilidades.

Por hoy e; rasgo saltante es la restitución de larazón a su papel de intermediaria del pensamiento.Se trata de vitalizar la razón, es decir, de colocarlal'n su justo encaje funcional. Es el viejo pensamien-to de que se debe razonar para vivir, pero no vivirpara razonar. Es cuestión de la sensibilidad del hom-

bre en un 1lI0111entode la historia. El europeo sintió\'ivamente la necesidad de vivir en un m~ndo perfec-to, libre de las contingencias de la materia y de lavida. Este mundo lo creó sirviéndose de la razón. Es-

te fué su raciolla!ismo; raeionalismo que presidió to-do el curso de su cultura, hasta en las épocas en queparece que más lo negaba.

El prototipo de la cultura occidental o europeaha sido y es la cultura francesa; mesurada, elegante,racional, brillante, armoniosa. "IJe drolt ", palabraque expresapl'ofun,]amene el respeto del francés a laley, a lo consagrado, a lo racional. Descartes llega a ex-plicarse el mundo y a justi1lJcar la vida y la ultravi-da con solo el auxilio de la razón. Otro caso singulary corroborante es Spinoza.

Jamás el arte de razonar llegÓ a una agudezatan maravillosa, a una vitalidad tan grande. Pasma,como un hombre sin salirse de su gabinete en('uentralas solucior;es fundamentales de la vida. (Leverrierdeseubre un planeta sin alzar los ojos al cielo.)

Cuando empleo la palabra deformar y falsificarno es que quiera expresar un sentimiento despecti-vo. Lo hago por método o claridad verbal. No hayque olvidar que hablo como americano y que, al ex-presarme tengo por fuerza que usar los recu:rsos o pa-labras del amhiente espiritual, de la perspectiva demí raza o estirpe. No hay otro camino para dar unaversión o impresiÓnde la cultura occidental a travésde un americano o novomundano. Por desgracia o,¡,or fp!i('idad --falta averiguado todavía- el hom-hre carece de la suficiente objetividad para ser juez

(Pasa a la pág. 14)

Page 12: Hostos: revista de letras, arte y ciencia

pág. 12 hostos

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LA NUEVA PINTURA MEXICANA....

"¡nenede la. página 9

uad, el color no es para Jacoha Rojas un elementopintoresco, sin valor propio, expresivo de~'eua.! U"tlsintasa y sin control, con tal de conseguir efeCtuismos vi-sr:.ales sensualmente halagadores: es por el contrario,motivo de una inteligente especulación, medido y pou-derado. con un valor expresivo y plástico concreto ydeterl1liJladamente propio, adquiriendo con c110.en su~telas, una vigorosa y clara elocuencia.

Desde que se inicia por los caminos del arte, Ja-coba se da a él con todos sus ímpetuJS y su pasión, yconsigue reflejar de una manera viva y fiel, sus emocio-nes. Ya en sus primeras telas vacilantes, por deficien-cias en el manualismo y en el uso de 108procedimientospictóricos. consigue, no obstante, U11agran eficacia ex-presiva y una ~an elocuencia plástica. Y es que su tem-peramento, fuerte y vigoroso, )e permite captar y asi-milar, penetrando en ella, la emoción que se encierra enel espectáculo qlre se posa ante sus ojos, porque cuandopinta. no pretende ni se propo11etransmitirnos una sen-sación puramente visual, física, epidérmica. Hay en suvisión una vida emocional substanciosa, pIctórica (le

expre¡;;ión,y a través de aque~.1a,vivificado por Sl1vi-gor temperamental, el paisaje y la vida se humanizan.porque, frente a este escenario, cuando nuestra artistapretende traducir y expresar plásticamente sus emocio-"JWR.se proilu<,erntre eUa y la realidad una uni¡lad ,i-tal. una síntesis, en la cual su temperamento se impo-ne y triunfa, dándonos de la vida una visión humanísi-roa, de ~na efectiva y vigorosa plasticidad.

E'w im¡.;erativo de plaslicidarl e>1..posiblemellti!,io que Laee tan sumamente intere:4ante y valioso el ar-lr de .Jacoha Rojns. SUlO¡obras son siempre la rcve'a-('j,',n y expl'esiÚn de nna emoción esencial y ,i,a, y lalI1:1teria pl:'u:;tj('a,en l'umrlimiento de su fl1neión ex-presiva, Re eleva a la más alta elocuencia y calidad.

IJas últimas telas que ha pintado Ja<,obason de unpositivo valor artístico. En eHas, y a través de todas su;:obras y su evolución, no es posible descubrir '¡:n solomoment" de simulación, de arguicismo, de virtuosismoo de falsedad. Todas sus obras son de una gran hone...;-tid:1I1,(le una suprema sinceridad, y en eUas, su tempe-ramento se refleja y produce por medio de una materiadensa, sabiamente especulada y ponderada, cuya fun-ción expre.<;ivase cump1'econ plenitud de sentido )' ile,alores.

J acoba Rojas, con ~USdecisiete años, es el mejorfruto que hasta hoy han producido las escuelas de pin-tura al Jlire libre, y una de las más interesantes figurasdel nuevo arte revolucionario mexicano. La sinceridad

1"plpnjtnd expresiva de sus telas, su humanismo, fruto yeXIJl'(~siónde su capacidad emocional y de su vigor temperamental, son prueba clara de las posibilidades que se{'ncierran en este resurgimiento indígena mexicano, que.frente a la inquietud estéril y ociosa de occidente. pro-duce 'm arte genuinamente original porque mana ileuna fuente y un caudal de emociones completamentenuevas, por sus orígenes y sus manifestaciones. por suracia'.smo y la virginidad de sus creaciones.

MARTI CAS'ANOVAS

Mexico, Sept. de 1928.

Page 13: Hostos: revista de letras, arte y ciencia

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viene de la página 11¡Ultes que autor y actor. Por lo demás, es sabio y Vl-tHI amar su límite para no dispararse fuera de si mis-mo haciéndose trizas.

En este ensayo me he esforzado en comprender

a Europa, aunque se de antemano que n.o p\OOdo n¡ipot!t'é "nI" nUlH'a como un europeo. Lo mismo le ocu-

rrirá al {,Ul"OpCOmn respc('to a América. Son dos sen-s;hilidHdp~. ~iT1nó contrapuestas, por lo menos, dilltin-bu;.

En ética y en estética el amerieal10 está en elpunto opuesto al europeo. Por lo general, salvo rarasgenialidades, no se comprenden ni se comprenderánnunca. Dudo mucho que un europeo culto pueda com-prender en sil justo valor vital el pensamiento deVasconcelo¡.;y la e:>tétil'H(le César Vallejo, pongamospor caso. En América misma no se les comprendeen lo que tiene de valoración eterna. Y es que en Améri-('fl hay dos Améri(.as: la América Europea que ha asi-milado la cultura occidental y que, como he dicho,es pudridero de el1a, y la América Americana que co-mienza a revelarse en fuertes y claros temperamen-tos, Entre ambas hay una incomprensión absoluta.un abismo insalvable y trágico.

Donde se juzga mejor la incapacidad ética deleuropeo es en Kietzche, asi "omo en Spengler resal-ta más que en cua~quier otro, la servidumbre del pen-samiento a la razón.

Nietzche de tan fino sentido estético, al llegar a

la ét.ica la confunde con la moral o, mejor. COIIlasmorales. Nietzche es incapaz de concebir el sentidoético vital y et.erno del hombre; en cambio i1nali7.acon extraordinaria penetración la moral hist.órica, la111ol'al pomo fenómeno consuetudinario. Llega, enton-ces, a un excepticismo negativo, aunque de "Así ha-hlaha Zamhusta" se desprenda un cierto sentido éti-co de la dda sin quererlo, El menos racionalista delos filósofos europeos, esta infieionado de un raciona-lismo que acaba por rOIH111cirloa la locura.

Nunc.a una cultura, como la europea, dejó máselementos a la que le sucede en la historia. Hay, sinembargo, ciertos matices sutiles que América no hacomprendido ni comprenderá nunca. Empero esta in-('omprcw;ión jamás alcanza "la distancia abismática(¡Ue hay por ejemplo, entre la cultura oceicJental ~.las (~ultul'H8antiguas. Con todo, esta incomprensiónes profundamente trágica porque coexisten ambas en\lB momento dado y uentro de una misma raza. No(;1<cuestión de preparación, es ('uestión de aptitud odl' sensibilidad. Lo que se llama la América jo\'en e!':Europa vieja y descompuesta. Para asistir con más.H'uidad a la \'ejez de Europa es mejor est.ar 611Amé-rica.

Pero hay un hecho innegable, :. es que ninguna('ultura ha influido más en otra qua 111europea. Esun mentis rotundo a la teoría de los ciclos ~errado¡;;

(~intrasferihles de Spengler.

Trnjillo (Perú)

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hostos pág. 15

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I

viene de la página 3HOS'J.'OS y MARTI.....

mientos leposados, firmes, incontrovertihles. Martí esel o)'(ldor; Hostos el conferenciante.

No solamente Martí cede a Hostos en la medita-

,'ión. en e' or(h'n eonceptivo. en la lógica de los ra-zonamientos, sino también en las clarividencias delestadista y en la total comprensión de los problemassociales .Yconstitucionales de Hispanoamérica. Prepa-rado por los serios estudios de su ad01'escencia, por ladetenida y perspicur. ohservación de su ju.ventud nóma-da. por su contextura moral y su amor a la investiga-ción, dejó Hostos una obra perdurable, llena de prove-:'ho,,:\~Ol'ien1:\..iones. 1\fartí ('eoe a H ostos en ~tas cam-

p.añas civilizadoras, porque Hostos fué más educa-dor, m¡ís analista, más razonador que él. Pero Hostoscede a Martí en sencillez, en c01~r, en expresión entursiasta y <,ontagiosa: era un maestr& de la prosa.

Martí. que tampoco conocía el odio, a pesar de losperros que le mordían las plantas, fué, civismo hecho'lef'ión, el director patriótico de las muchedumbres,e1caudiHo encendido en ,sagradas rebeldías, que aúnreconociendo ('la falta de preparación del pueblo, ladificultad de n'Uestras guerras de independencia, ylo lento de su eficacia" en un arranque de lamenta-

ble patriotismo fué a dar su vida en uefensa de suidea!.

Así. estos dos hombres que apuraron amargos sa-crificios sin conocer el pesimismo. Espírit.us conscien-tes de :;'11deber, amaron a España en todos sus eleva-,1"" il"I""'fos P:II':1('omhat.irla tcnllzmente en uno: en

el po1ítico. Admiraban lo grande, lo noble, lo digno qu'!existe en la RepÚblica Norteamericana, sin rlejar dI:'critiear sus deficienciasy sus errores. Al'par que seña-laban para ejemplo sus instituciones democráticas y suadmirable armonía económica y política, advertían alpueblo de sus nocivas infJ.uendas en otros aspectos yde su reciente pol,ítica de expansión que tanto les preo-l'lIpnh'l pOI' amell:1z¡)(lora. Sus pl'ofecías se van cum-pliendo. No predicaban hostilidad ni odio: señ,al;abanadvertían, despertaban con alertas cívicos. ~S'e quierementes más amplias y mejor encausadoras de la opi-nión pública?

Tales fueron estos dos l<uchadores, fuertes, con-ductores de pueblos, sembradores de a1truismos relam-pl1gueantef', incansables y recios, indoml1bles v vale-roso.':, dignos de perpetuarse en bronce, a cuya som-bra inspiradora debiera ejercitarse la juventud de Amé-rica.

(Fragmentos de un estudio,) .

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Page 16: Hostos: revista de letras, arte y ciencia

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más de la mayor comodidad'entrafiada en' una ~8'silenciosa, exel1ta de rpidos y trepidaciones. : ..,.;

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El .artido c:iomp.

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