homo tecnologicus

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En busca de las preguntas correctas Existe un modo de poner a la tecnología en el centro de los debates, como si se tratara de un sujeto social autónomo capaz de establecer, por sí mismo, tendencias y patrones de comportamiento. Visto así, este supuesto sujeto se constituye en fuente inagotable, tanto de promesas como de amenazas. Es así como se han planteado, en particular durante los últimos treinta años, disyuntivas no carentes de dogmatismo, ya sea en torno de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación - ¿nos comunican más o nos aíslan más? -, de las nuevas terapéuticas - ¿nos curan mejor o sólo prolongan artificialmente nuestros padecimientos? - , de la indagación genética - ¿esperanza de vida o riesgo de manipulación? -, y muchas otras antinomias similares. Disyuntivas que, probablemente, podrían resumirse en una: La tecnología ¿nos libera o nos somete? Creemos que es la pregunta correcta pero con el sujeto equivocado. No es la tecnología a la que deberíamos interpelar, sino al humano que la produce, la gestiona y la administra; a nosotros mismos como sociedad. El conocimiento libera, pero también puede enceguecer. Entonces, la búsqueda de las preguntas correctas no es solamente una travesía científica, sino también ética y, especialmente, política, en el más jerárquico de los sentidos de este término. “El porvenir siempre conllevará riesgo, azar e incertidumbre, pero también implicará la capacidad creadora, el desarrollo de la comprensión y de la bondad, y una nueva conciencia humana” ha planteado Edgar Morin. Las preguntas, entonces, deben dirigirse no al objeto tecnológico sino a esa conciencia, porque de ella nacen las acciones colectivas que consolidan o que desafían paradigmas de poder, de control, de asignación de recursos, de justicia, de inclusión, de derechos y obligaciones. Y también de conocimiento. Es en este campo donde la Universidad debe tomar la delantera y promover en toda su complejidad el debate sobre los fines de la investigación, su resultado social, los errores e ilusiones que puede engendrar, los usos y aplicaciones que nos mejoran como sujetos sociales y los que nos estancan en el rol de usuarios ciegos. Desde que aprendimos a encender y gestionar el fuego los humanos supimos que éramos capaces de cambiar el curso natural de los acontecimientos. El fuego cambió nuestros hábitos de alimentación, prolongó nuestra jornada de actividad más allá de la puesta del sol, extendió nuestro territorio hacia lugares más fríos y nos protegió de las fieras. Ese gigantesco hito tecnológico es algo de lo que no podemos renegar por causa de los estragos y hecatombes, sociales y ambientales, producidos mediante el uso del fuego, porque sin tal herramienta no habría existido lo que conocemos como cultura y civilización. No es el fuego, somos nosotros. No es la tecnología sino las decisiones lo que debe ponerse bajo escrutinio. Al debatir sobre los escenarios de la sociedad del conocimiento y sus alcances en términos de inclusión y equidad, la Universidad Pública provee un espacio para que el Homo Tecnologicus desarrolle, a la par, sus destrezas y su conciencia responsable.

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Homo Tecnologicus

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  • En busca de las preguntas correctas

    Existe un modo de poner a la tecnologa en el centro de los debates, como si se tratara

    de un sujeto social autnomo capaz de establecer, por s mismo, tendencias y patrones

    de comportamiento. Visto as, este supuesto sujeto se constituye en fuente inagotable,

    tanto de promesas como de amenazas.

    Es as como se han planteado, en particular durante los ltimos treinta aos,

    disyuntivas no carentes de dogmatismo, ya sea en torno de las nuevas tecnologas de

    la informacin y la comunicacin - nos comunican ms o nos aslan ms? -, de las

    nuevas teraputicas - nos curan mejor o slo prolongan artificialmente nuestros

    padecimientos? - , de la indagacin gentica - esperanza de vida o riesgo de

    manipulacin? -, y muchas otras antinomias similares. Disyuntivas que,

    probablemente, podran resumirse en una: La tecnologa nos libera o nos somete?

    Creemos que es la pregunta correcta pero con el sujeto equivocado. No es la

    tecnologa a la que deberamos interpelar, sino al humano que la produce, la gestiona

    y la administra; a nosotros mismos como sociedad.

    El conocimiento libera, pero tambin puede enceguecer. Entonces, la bsqueda de las

    preguntas correctas no es solamente una travesa cientfica, sino tambin tica y,

    especialmente, poltica, en el ms jerrquico de los sentidos de este trmino.

    El porvenir siempre conllevar riesgo, azar e incertidumbre, pero tambin implicar la

    capacidad creadora, el desarrollo de la comprensin y de la bondad, y una nueva

    conciencia humana ha planteado Edgar Morin. Las preguntas, entonces, deben

    dirigirse no al objeto tecnolgico sino a esa conciencia, porque de ella nacen las

    acciones colectivas que consolidan o que desafan paradigmas de poder, de control,

    de asignacin de recursos, de justicia, de inclusin, de derechos y obligaciones.

    Y tambin de conocimiento.

    Es en este campo donde la Universidad debe tomar la delantera y promover en toda su

    complejidad el debate sobre los fines de la investigacin, su resultado social, los

    errores e ilusiones que puede engendrar, los usos y aplicaciones que nos mejoran

    como sujetos sociales y los que nos estancan en el rol de usuarios ciegos.

    Desde que aprendimos a encender y gestionar el fuego los humanos supimos que

    ramos capaces de cambiar el curso natural de los acontecimientos. El fuego cambi

    nuestros hbitos de alimentacin, prolong nuestra jornada de actividad ms all de la

    puesta del sol, extendi nuestro territorio hacia lugares ms fros y nos protegi de las

    fieras. Ese gigantesco hito tecnolgico es algo de lo que no podemos renegar por causa

    de los estragos y hecatombes, sociales y ambientales, producidos mediante el uso del

    fuego, porque sin tal herramienta no habra existido lo que conocemos como cultura y

    civilizacin.

    No es el fuego, somos nosotros. No es la tecnologa sino las decisiones lo que debe

    ponerse bajo escrutinio. Al debatir sobre los escenarios de la sociedad del

    conocimiento y sus alcances en trminos de inclusin y equidad, la Universidad Pblica

    provee un espacio para que el Homo Tecnologicus desarrolle, a la par, sus destrezas y

    su conciencia responsable.

  • (Editorial del n49 de la revista Encrucijadas, tema central Homo Tecnologicus)