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HOMILIA CON TOVIO DEL TRIDUO DE LA VERA CRUZ DE VILLACARRILLO D. MARIANO CABEZA PERALTA PARROQUIA EL SALVADOR DE BAEZA

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Homilia pronunciada por D. Mariano en el triduo de la Vera Cruz de Villacarrillo

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HOMILIA CON TOVIO DEL TRIDUO DE LA VERA CRUZ DE VILLACARRILLO

D. MARIANO CABEZA PERALTA

PARROQUIA EL SALVADOR DE BAEZA

DIVINA MISERICORDIA

TRIDUO DEL CRISTO DE LA VERA CRUZ DE VILLACARRILLO

“Bendito sea Dios que nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza

viva”

Hermano Mayor y Junta de gobierno de la Real Archicofradía del

Santísimo Cristo de la Vera Cruz y nuestra Señora del Rosario.

Devotos Cofrades,

Hermanos todos en la fe en Cristo Resucitado.

Permitidme que agradezca a vuestro Párroco D. Andrés el haber contado

conmigo en esta semana, tanto para acompañar con la reflexión y el

aliento a los matrimonios que cumplen aniversarios de plata y oro, como a

los fieles cristianos de esta noble villa que os preparáis en solemne triduo

para celebrar las fiesta de vuestro patrón, el Santísimo Cristo de la Vera

Cruz.

Y más en este domingo II de Pascua, de la Divina misericordia, fiesta

instituida por Juan Pablo II, domingo en el que ha sido felizmente

beatificado el que fue rostro de la sonrisa y el amor de Dios, el Beato Juan

Pablo II.

Para mí siempre es un gozo y un honor poder experimentar los

sentimientos religiosos de un pueblo que mira a Nuestro Señor Jesucristo

y a la Bendita Madre con ojos de fe, vida y esperanza.

Así es vuestra mirada hacia los santos patronos, la Vera Cruz y la Virgen

del Rosario.

Decía San Pedro en la segunda lectura:

“Bendito sea Dios que nos ha hecho nacer de nuevo…”

Las fiestas patronales son un nacer de nuevo porque se hace un ejercicio

de memoria.

Los que vivís aquí recordáis otros años, otras experiencias. Recordáis a los

que están fuera y no podrán venir al pueblo. Recordáis a los que ya se

fueron y emprendieron el camino hacia Dios. Además los recordaréis con

mucho agradecimiento, a vuestros padres, a vuestros abuelos, porque

ellos os enseñaron a amar al Santísimo Cristo de la Vera Cruz, cuando os

traían de pequeños y os decían: mira, el Señor, tírale un beso.

Recuerdo también para los que están fuera, tantos hijos del pueblo que

habrán tenido que emigrar para buscar un futuro mejor y que cuando

llegan estas fechas, vuelven aquí aunque sea mentalmente y con el

corazón.

Nacer de nuevo a aquel año del Señor de 1411 cuando de las manos de un

piadoso sacerdote salió a golpe de gubia y oraciones la bendita imagen del

Santísimo Cristo de la Vera Cruz.

Qué júbilo para Villacarrillo cuando aquel 2 de mayo recibió la sagrada

imagen entre las lágrimas de los devotos y las lágrimas del cielo que

acababan con la sequía prolongada. Lumbres y luz en la noche para quien

es la luz del mundo que rompe las tinieblas del pecado.

Han pasado 600 años de aquel acontecimiento pero han pasado sólo eso,

los años, los siglos, las personas concretas. Porque por mayo florido y

hermoso, en la Pascua viva del Señor Resucitado, cada año puntualmente

llegando el 2 de mayo encendéis luminarias y el túnel del tiempo se abre

para hacer fiesta por vuestro patrón el día 3 de mayo.

Los mismos sentimientos de antaño, los mismos rostros de fe, de

esperanza, de súplica, de confianza, las mismas lágrimas, el mismo amor

de hijos agradecidos.

La Santa Misa y el Señor procesionando por las calles y bendiciendo a sus

devotos con los brazos de par en par en la cruz, con el corazón abierto por

un amor que es eterno como Dios, por un perdón que no tiene límites.

Con qué razón podemos decir las palabras del salmo 117: “Dad gracias al

Señor porque es bueno porque es eterna su misericordia”

Puedo entenderos bien, hermanos, porque he sido párroco durante ocho

años de la Parroquia del Santísimo Cristo de la Yedra.

Imagen que salió de las mismas manos que vuestro patrón y en la misma

época, también cumple, en este caso la Cofradía 600 años.

La devoción al Señor de la Yedra no sólo de la comarca sino de muchos

lugares, el testimonio de los múltiples milagros y favores concedidos, las

promesas y miles de exvotos en agradecimiento, dan idea de cuánta fe

alimentada por la serena imagen de Cristo muerto que da la vida por

nosotros.

Así que estamos unidos por una misma fuente y una misma tradición que

nos hace aún más hermanos en el Señor a Baeza y Villacarrillo.

Las imágenes no son mudas. Las imágenes hablan, tienen palabra y

expresión, porque a quien representan es la Palabra, el Verbo hecho carne

en las entrañas purísimas de nuestra patrona del Rosario.

Y hoy el Señor de la Vera Cruz, de la Verdadera Cruz, nos ha hablado.

Nos ha deseado la paz, la Vera Paz, esa que ahuyenta la inquietud, la

ansiedad de este mundo, el mar revuelto interior de la incertidumbre, de

los miedos, de las esclavitudes.

Cuánto necesita nuestro mundo y cada uno de nosotros esa paz que

procede sólo de Dios. El beato Juan Pablo II, hombre de paz, lo decía con

toda claridad: no habrá paz en el mundo si falta Dios, si el hombre se

empeña en apartar a Dios lo más que conseguiremos será la ausencia de

guerra pero esto no es la paz.

El Señor Resucitado confirma nuestra fe con la presencia del Santo

Espíritu. Nada de dudas, nada de desconfianzas como Tomás. Qué mas

prueba necesitamos que la Divina Misericordia de nuestro Dios. Dejarnos

guiar e iluminar por el Santo Espíritu, abandonarnos en la manos de Dios,

qué bien nos enseña la Virgen María esa lección magistral en su propia

vida.

El Señor Resucitado nos llama a ser sus testigos, a salir de nosotros

mismos buscando a los demás. El amor es entregado, el amor se derrama,

se desborda buscando a los hermanos.

El testigo de Cristo Resucitado es antorcha, luminaria en la noche que

ilumina y prende a otros el fuego divino del Amor.

Así te quiere tu Cristo de la Vera Cruz, en este domingo de la Divina

Misericordia, en estas fiestas patronales, en tu vida de cada día.

Te quiere feliz, seguro, firme, en paz con él y con los demás.

Te quiere con fe, con esperanza, con amor.

Te quiere testigo, entregado, servicial, activo.

600 años pasando el testigo con la llama votiva de la fe, ahora os toca a

vosotros queridos hermanos, es vuestro tiempo, es vuestra historia,

felicidades y aprovechadla bien.

Que el Señor de la Vera Cruz os bendiga con abundancia y que la Virgen

del Rosario, ejemplo y modelo de creyente, interceda por vosotros.

Que así sea.