homilÍa en la santa misa con los seminaristas

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  • 8/4/2019 HOMILA EN LA SANTA MISA CON LOS SEMINARISTAS.

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    SANTA MISA CON LOS SEMINARISTAS

    HOMILA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

    Catedral de Santa Mara la Real de la Almudena de Madrid

    Sbado 20 de agosto de 2011

    Seor Cardenal Arzobispo de Madrid, Venerados hermanos en el Episcopado,

    Queridos sacerdotes y religiosos, Queridos rectores y formadores, Queridos

    seminaristas, Amigos todos:

    Me alegra profundamente celebrar la Santa Misa con todos vosotros, que aspiris a sersacerdotes de Cristo para el servicio de la Iglesia y de los hombres, y agradezco lasamables palabras de saludo con que me habis acogido. Esta Santa Iglesia Catedral deSanta Mara La Real de la Almudena es hoy como un inmenso cenculo donde el Seorcelebra con deseo ardiente su Pascua con quienes un da anhelis presidir en su nombrelos misterios de la salvacin. Al veros, compruebo de nuevo cmo Cristo siguellamando a jvenes discpulos para hacerlos apstoles suyos, permaneciendo as viva lamisin de la Iglesia y la oferta del evangelio al mundo. Como seminaristas, estis encamino hacia una meta santa: ser prolongadores de la misin que Cristo recibi delPadre. Llamados por l, habis seguido su voz y atrados por su mirada amorosaavanzis hacia el ministerio sagrado. Poned vuestros ojos en l, que por su encarnacines el revelador supremo de Dios al mundo y por su resurreccin es el cumplidor fiel desu promesa. Dadle gracias por esta muestra de predileccin que tiene con cada uno devosotros.

    La primera lectura que hemos escuchado nos muestra a Cristo como el nuevo ydefinitivo sacerdote, que hizo de su existencia una ofrenda total. La antfona del salmose le puede aplicar perfectamente, cuando, al entrar en el mundo, dirigindose a suPadre, dijo: Aqu estoy para hacer tu voluntad (cf. Sal 39, 8-9). En todo buscabaagradarle: al hablar y al actuar, recorriendo los caminos o acogiendo a los pecadores.Su vivir fue un servicio y su desvivirse una intercesin perenne, ponindose en nombrede todos ante el Padre como Primognito de muchos hermanos. El autor de la carta a losHebreos afirma que con esa entrega perfeccion para siempre a los que estbamosllamados a compartir su filiacin (cf.Heb 10,14).

    La Eucarista, de cuya institucin nos habla el evangelio proclamado (cf. Lc 22,14-20),es la expresin real de esa entrega incondicional de Jess por todos, tambin por los quele traicionaban. Entrega de su cuerpo y sangre para la vida de los hombres y para elperdn de sus pecados. La sangre, signo de la vida, nos fue dada por Dios como alianza,a fin de que podamos poner la fuerza de su vida, all donde reina la muerte a causa denuestro pecado, y as destruirlo. El cuerpo desgarrado y la sangre vertida de Cristo, esdecir su libertad entregada, se han convertido por los signos eucarsticos en la nuevafuente de la libertad redimida de los hombres. En l tenemos la promesa de unaredencin definitiva y la esperanza cierta de los bienes futuros. Por Cristo sabemos queno somos caminantes hacia el abismo, hacia el silencio de la nada o de la muerte, sino

    viajeros hacia una tierra de promisin, hacia l que es nuestra meta y tambin nuestroprincipio.

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    Queridos amigos, os preparis para ser apstoles con Cristo y como Cristo, para sercompaeros de viaje y servidores de los hombres. Cmo vivir estos aos depreparacin? Ante todo, deben ser aos de silencio interior, de permanente oracin, deconstante estudio y de insercin paulatina en las acciones y estructuras pastorales de laIglesia. Iglesia que es comunidad e institucin, familia y misin, creacin de Cristo por

    su Santo Espritu y a la vez resultado de quienes la conformamos con nuestra santidad ycon nuestros pecados. As lo ha querido Dios, que no tiene reparo en hacer de pobres ypecadores sus amigos e instrumentos para la redencin del gnero humano. La santidadde la Iglesia es ante todo la santidad objetiva de la misma persona de Cristo, de suevangelio y de sus sacramentos, la santidad de aquella fuerza de lo alto que la anima eimpulsa. Nosotros debemos ser santos para no crear una contradiccin entre el signoque somos y la realidad que queremos significar.

    Meditad bien este misterio de la Iglesia, viviendo los aos de vuestra formacin conprofunda alegra, en actitud de docilidad, de lucidez y de radical fidelidad evanglica,as como en amorosa relacin con el tiempo y las personas en medio de las que vivs.

    Nadie elige el contexto ni a los destinatarios de su misin. Cada poca tiene susproblemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarloscon amor y realismo. Por eso, en cualquier circunstancia en la que se halle, y por duraque esta sea, el sacerdote ha de fructificar en toda clase de obras buenas, guardando paraello siempre vivas en su interior las palabras del da de su Ordenacin, aquellas con lasque se le exhortaba a configurar su vida con el misterio de la cruz del Seor.

    Configurarse con Cristo comporta, queridos seminaristas, identificarse cada vez mscon Aquel que se ha hecho por nosotros siervo, sacerdote y vctima. Configurarse conl es, en realidad, la tarea en la que el sacerdote ha de gastar toda su vida. Ya sabemosque nos sobrepasa y no lograremos cumplirla plenamente, pero, como dice san Pablo,corremos hacia la meta esperando alcanzarla (cf. Flp 3,12-14).

    Pero Cristo, Sumo Sacerdote, es tambin el Buen Pastor, que cuida de sus ovejas hastadar la vida por ellas (cf.Jn 10,11). Para imitar tambin en esto al Seor, vuestro coraznha de ir madurando en el Seminario, estando totalmente a disposicin del Maestro. Estadisponibilidad, que es don del Espritu Santo, es la que inspira la decisin de vivir elcelibato por el Reino de los cielos, el desprendimiento de los bienes de la tierra, laausteridad de vida y la obediencia sincera y sin disimulo.

    Pedidle, pues, a l, que os conceda imitarlo en su caridad hasta el extremo para con

    todos, sin rehuir a los alejados y pecadores, de forma que, con vuestra ayuda, seconviertan y vuelvan al buen camino. Pedidle que os ensee a estar muy cerca de losenfermos y de los pobres, con sencillez y generosidad. Afrontad este reto sin complejosni mediocridad, antes bien como una bella forma de realizar la vida humana engratuidad y en servicio, siendo testigos de Dios hecho hombre, mensajeros de la altsimadignidad de la persona humana y, por consiguiente, sus defensores incondicionales.Apoyados en su amor, no os dejis intimidar por un entorno en el que se pretendeexcluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principalescriterios por los que se rige la existencia. Puede que os menosprecien, como se suelehacer con quienes evocan metas ms altas o desenmascaran los dolos ante los que hoymuchos se postran. Ser entonces cuando una vida hondamente enraizada en Cristo se

    muestre realmente como una novedad y atraiga con fuerza a quienes de veras buscan aDios, la verdad y la justicia.

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    Alentados por vuestros formadores, abrid vuestra alma a la luz del Seor para ver si estecamino, que requiere valenta y autenticidad, es el vuestro, avanzando hacia elsacerdocio solamente si estis firmemente persuadidos de que Dios os llama a ser susministros y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo las disposiciones de laIglesia.

    Con esa confianza, aprended de Aquel que se defini a s mismo como manso yhumilde de corazn, despojndoos para ello de todo deseo mundano, de manera que noos busquis a vosotros mismos, sino que con vuestro comportamiento edifiquis avuestros hermanos, como hizo el santo patrono del clero secular espaol, san Juan devila. Animados por su ejemplo, mirad, sobre todo, a la Virgen Mara, Madre de lossacerdotes. Ella sabr forjar vuestra alma segn el modelo de Cristo, su divino Hijo, yos ensear siempre a custodiar los bienes que l adquiri en el Calvario para lasalvacin del mundo. Amn.

    ANUNCIO DE LA PRXIMA DECLARACIN DE SAN JUAN DEVILA,

    PRESBTERO, PATRONO DEL CLERO SECULAR ESPAOL, COMODOCTOR DE LA IGLESIA UNIVERSAL

    Queridos hermanos:

    Con gran gozo, quiero anunciar ahora al pueblo de Dios, en este marco de la SantaIglesia Catedral de Santa Mara La Real de la Almudena, que, acogiendo los deseos delSeor Presidente de la Conferencia Episcopal Espaola, Eminentsimo CardenalAntonio Mara Rouco Varela, Arzobispo de Madrid, de los dems Hermanos en elEpiscopado de Espaa, as como de un gran nmero de Arzobispos y Obispos de otraspartes del mundo, y de muchos fieles, declarar prximamente a San Juan de vila,presbtero, Doctor de la Iglesia universal.

    Al hacer pblica esta noticia aqu, deseo que la palabra y el ejemplo de este eximioPastor ilumine a los sacerdotes y a aquellos que se preparan con ilusin para recibir unda la Sagrada Ordenacin.

    Invito a todos a que vuelvan la mirada hacia l, y encomiendo a su intercesin a losObispos de Espaa y de todo el mundo, as como a los presbteros y seminaristas, paraque perseverando en la misma fe de la que l fue maestro, modelen su corazn segn lossentimientos de Jesucristo, el Buen Pastor, a quien sea la gloria y el honor por los siglosde los siglos. Amn.

    Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana