homilÍa

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HOMILÍA Hech 6, 1-7 Salmo 32, 1-2. 4-5. 18-19 Jn 6, 16-21 La descripción de la comunidad, que hacía el libro de los Hechos, es el sueño que albergaban los primeros cristianos. Representaba el ideal, pero no era una fotografía de lo que ocurría. Juntos, por ejemplo, compartían el ideal de que todo lo tuvieran en común y que nadie pasara necesidad. La realidad era más conflictiva que los ideales. De hecho, los discípulos grecoparlantes se quejan contra los hebreoparlantes, por algo mucho más serio: éstos no atienden a las pobres viudas de aquéllos. Y esto genera una discusión que fractura a la comunidad. Hay conflicto. Pero, ¿qué es lo que hace que este conflicto se llegue a resolver? Pues, precisamente, el hecho de que todos participan de la misma visión soñada y todos quieren hacerla cada vez más real. No hay cosa peor que perder los sueños comunitarios. Perdido el sueño, se pierde la esperanza de construir una comunidad más evangélica. Se tira la toalla y se justifica esta postura, diciendo que no hay que ser idealistas y que esto no da más de sí. El sueño ha dejado de convertirse en ideal tensional que tira de las voluntades hacia arriba y hacia el centro. Se nos olvida lo más profundo de nuestra vida, la vocación, nuestro llamado de parte de Dios a forjar su Reino. Frente a esa postura, hay que mantener el deseo de crecer. Hay que recuperar el propio atractivo carismático. Hay que vencer la mediocridad y el miedo a la noche cerrada y al viento fuerte, que puede golpearnos. Hay que escuchar la voz de Jesús que nos dice: SOY YO, NO TEMAN. Hay que adherirse a Él personal y colectivamente. Hay que dejarse moldear por Él. Y hay que decir testarudamente que, con la fuerza de la resurrección, otra comunidad es posible.

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HOMILAHech 6, 1-7Salmo 32, 1-2. 4-5. 18-19Jn 6, 16-21

La descripcin de la comunidad, que haca el libro de los Hechos, es el sueo que albergaban los primeros cristianos. Representaba el ideal, pero no era una fotografa de lo que ocurra. Juntos, por ejemplo, compartan el ideal de que todo lo tuvieran en comn y que nadie pasara necesidad. La realidad era ms conflictiva que los ideales. De hecho, los discpulos grecoparlantes se quejan contra los hebreoparlantes, por algo mucho ms serio: stos no atienden a las pobres viudas de aqullos. Y esto genera una discusin que fractura a la comunidad. Hay conflicto. Pero, qu es lo que hace que este conflicto se llegue a resolver? Pues, precisamente, el hecho de que todos participan de la misma visin soada y todos quieren hacerla cada vez ms real. No hay cosa peor que perder los sueos comunitarios. Perdido el sueo, se pierde la esperanza de construir una comunidad ms evanglica. Se tira la toalla y se justifica esta postura, diciendo que no hay que ser idealistas y que esto no da ms de s. El sueo ha dejado de convertirse en ideal tensional que tira de las voluntades hacia arriba y hacia el centro. Se nos olvida lo ms profundo de nuestra vida, la vocacin, nuestro llamado de parte de Dios a forjar su Reino. Frente a esa postura, hay que mantener el deseo de crecer. Hay que recuperar el propio atractivo carismtico. Hay que vencer la mediocridad y el miedo a la noche cerrada y al viento fuerte, que puede golpearnos. Hay que escuchar la voz de Jess que nos dice: SOY YO, NO TEMAN. Hay que adherirse a l personal y colectivamente. Hay que dejarse moldear por l. Y hay que decir testarudamente que, con la fuerza de la resurreccin, otra comunidad es posible.