hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral...

12
Hombres de bien, demagogos y revolución social en la primera República Luis Alberto de la Garza * Modernización política y acciones colectivas Sin duda el problema de la modernización de la sociedad y el paso de las formas de acción prepo- líticas a las políticas de organización ha sido una preocupación central de la investigación históri- ca en los últimos años. La ruptura de viejos eiQuemas ha sido muy importante para reinter- pretar la historia, en un intento por explicar, de una manera más efectiva, sus crisis y sus actuales perspectivas de cambio. En lo que al caso mexicano corresponde, una doble visión ha dificultado la posibilidad de ex- plicamos el tipo de condiciones en que se llevó a cabo esta modernización: laprimera, se refiere a la idea de que_ una buena parte del siglo XIX es- tuvo dominada por una situación de anarquía endémica y una sucesión irracional de conflictos y cuartelazos, ilustrada entre otros casos por los ires y venires de la folklórica y turbulenta presen- cia de Antonio López de Santa Anna.La segunda, se desprende de una peculiar visión histórica que, a partir de la época de la revolución instituciona- lizada, ha identificado todo pensamiento y acción popular progresista -de manera exclusiva- con los postulados del partido en el poder. Por esta doble visión hemos perdido muchas veces la oportunidad de observar las condiciones en que se fueron gestando las formas sociales y políticas que los cambips del sistema produjeron * Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. a lo largo de nuestra historia. Por ello, una de las intenciones del presente ensayo es la de hacer un análisis de las relaciones entre diversos secto- res de la sociedad mexicana en la primera mitad del siglo XIX, esto en un periodo en que las formas de acción no pueden ser ubicadas dentro de las reglas de juel!o de una política ya estable- cida, en la medida en que se trata de una forma- ción estatal y nacional enproceso deconstrucción. Es pues, un intento por comprender los oríge- nes modernos de la acción colectiva, particular- mente urbana, su estructura y sus formas, así como el por qué no llegó a convertirse en una organización política estable. En otros términos, ¡;e trata de señalar cómo una compleja articula- ción de movimientos de masas,que pasó a la acción perfilándose como,un movimiento de cla- se no logró consolidarse en formas de participa- ción permanentes. No nos interesa por lo tanto el análisis particu- lar del grupo dirigente, sean los llamados liberales o conservadores, puesto que sus acciones por la conquista del poder han excluido, o-devaluado, del análisis a todas las formas de acción y parti- cipación colectivas sobre las cuales fue' posible la conquista de ese poder. Bajo un examen tradicional parecería, por jemplo, que el triunfo liberal a plazo, es decir su conversión en estado, fue la correcta, transparente y directa interpretación de todas las demandas colectivas. Parecería, igualmente, que fue la actividad de los políticos profesiona- 43

Upload: others

Post on 14-Mar-2020

7 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral a algunos aspectos. Sobre todo porque se quiere recoger algo específico que, por

Hombres de bien, demagogos y revolución socialen la primera República

Luis Alberto de la Garza *

Modernización política y acciones colectivas

Sin duda el problema de la modernización de lasociedad y el paso de las formas de acción prepo­líticas a las políticas de organización ha sido unapreocupación central de la investigación históri­ca en los últimos años. La ruptura de viejoseiQuemas ha sido muy importante para reinter­pretar la historia, en un intento por explicar, deuna manera más efectiva, sus crisis y sus actualesperspectivas de cambio.

En lo que al caso mexicano corresponde, unadoble visión ha dificultado la posibilidad de ex­plicamos el tipo de condiciones en que se llevóa cabo esta modernización: laprimera, se refiere ala idea de que_ una buena parte del siglo XIX es­tuvo dominada por una situación de anarquíaendémica y una sucesión irracional de conflictosy cuartelazos, ilustrada entre otros casos por losires y venires de la folklórica y turbulenta presen­cia de Antonio López de Santa Anna.La segunda,se desprende de una peculiar visión histórica que,a partir de la época de la revolución instituciona­lizada, ha identificado todo pensamiento y acciónpopular progresista -de manera exclusiva- conlos postulados del partido en el poder.

Por esta doble visión hemos perdido muchasveces la oportunidad de observar las condicionesen que se fueron gestando las formas sociales ypolíticas que los cambips del sistema produjeron

* Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

a lo largo de nuestra historia. Por ello, una delas intenciones del presente ensayo es la de hacerun análisis de las relaciones entre diversos secto­res de la sociedad mexicana en la primera mitaddel siglo XIX, esto es~ en un periodo en que lasformas de acción no pueden ser ubicadas dentrode las reglas de juel!o de una política ya estable­cida, en la medida en que se trata de una forma­ción estatal y nacional enproceso deconstrucción.

Es pues, un intento por comprender los oríge­nes modernos de la acción colectiva, particular­mente urbana, su estructura y sus formas, asícomo el por qué no llegó a convertirse en unaorganización política estable. En otros términos,¡;e trata de señalar cómo una compleja articula­ción de movimientos de masas,que pasó a laacción perfilándose como, un movimiento de cla­se no logró consolidarse en formas de participa­ción permanentes.

No nos interesa por lo tanto el análisis particu­lar del grupo dirigente, sean los llamados liberaleso conservadores, puesto que sus acciones por laconquista del poder han excluido, o-devaluado,del análisis a todas las formas de acción y parti­cipación colectivas sobre las cuales fue' posiblela conquista de ese poder.

Bajo un examen tradicional parecería, por e~

jemplo, que el triunfo liberal a la~o plazo, esdecir su conversión en estado, fue la correcta,transparente y directa interpretación de todaslas demandas colectivas. Parecería, igualmente,que fue la actividad de los políticos profesiona-

43

Page 2: Hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral a algunos aspectos. Sobre todo porque se quiere recoger algo específico que, por

44

les la liave de 1<\ ~xplicación de la conducta co­lectiva, presentando el comportamiento colectivocomo un simple acto de manipulación.

Con esto queremos señalar que si bien las másdiversas concepciones de la historia coinciden enque el hombre es el sujeto fundamental de estu­dio, también afirmamos que "toda corriente acep­ta el hecho de que el hombre hace la historia, noqueda claro a qué hombres se refiere cada una deellas; los héroes o las masas, entre quienes existeuna polarización de comprensiones. Quienes ha­cen la historia son todos los hombres, Juan y Ma­ría, burgueses y proletarios, Carlomagno y FidelCastro, masas y lídereS, campesinos y maestros,artistas y desocupados."!

Por ello, sólo un análisis de las relaciones entrelos diversos sectores de la sociedad nos puededar la pauta de las movilizaciones colectivas, esdecir, se trata de relacionar las conductas colecti·vas-conflictivas con la estructura social qu~ lasproduce, al mismo tiempo que explicar cómo seforman y cómo se manifiestan las nuevas creen­cias e identidades de la multitud.

Nos interesa por esto subrayar aJgunos elemen­tos que nos permitan destacar la participaciónde grandes sectores de la población en los acon­tecimientos que dieron lugar a la construccióndel moderno estado mexicano. El trabajo ha sidoelaborado dando un énfasis unilateral a algunosaspectos. Sobre todo porque se quiere recogeralgo específico que, por lo general, no tiene vozpropia. Por ello estamos atenidos a los que ha­blan en su lugar,ya sea por deber moral, por in­tereses políticos, econÓmicos, ideológicos o cien­tíficos -pero intereses al fin- que reflejan supropia posición por ser ellos los que tienen la voz.

Puede sernos útil para ejemplificar lo que se­ñalamos el capítulo dedicado al popular.aguadorde la ciud~d de México del libro Los mexicanospintados por si mismos. El libro describe a losmás característicos y pintorescos personajes quehabitaban la ciudad a mediados del siglo XIX. Lafigura del aguador no podía faltar. El autor deltexto, ante la tarea de hacer una pintura de estepersonaje llama al aguador que diariamentetransporta el preciado líquido a su casa para quele cuente la vida que lleva. El aguador,sorprendi·do por el súbito interés hacia su actividad y

persona, manifiesta su incomprensión diciéndoleal amo que no entiende para qué puede servirlea una persona importante el conocimiento desu vida miserable.

pues ni lo comprenderás. Lo que te atañesaber es que tú, como mexicano, tienes quedar al público tus costumbres, tus hábitos,tus vicios, tus cualidades, todo en fin lo quete es peculiar o propio, tienes que contárse­lo al mundo entero: hasta tu estampa seha hecho adonde estás pintiparado... Ahorabien, como tú no puedes escribir, .o hacertu retrato, yo me he apropiado de esa obli­gación; pero necesito que me des aatos, queme informes de todo lo que te concierne,para poder escribir tu artículo e imprimir­le.2

Es decir, retratarlo significa describirlo tal cuales, y ante la imposibilidad de que el aguador lohaga por sí mismo, el autor se apropia de esaobligación (el decir, que tenemos una visión a­propiada de aquellos que están enajenados, pri­vados de la capacidad de hablar P9r sí mismos),por más que esta apropiación aparezca comoobjetiva al ser el aguador quien proporcione lainformación para escribir "su" artículo. Enton­ces, ello implica que aquellos que no tienen vozestán condenados a ser descritos o retratados poraquellos que la poseen y, por tanto, nosotros, es­tamos obligados a ver a estos actores a través delos que los retrataron.

Para este trabajo se utilizaron casi exclusiva­mente folletos del siglo XIX en razón de prefe­rencias y disponibilidades, a pesar de que paramuchos historiadores les resultan poco confia­bles en virtud de ciertos prejuicios tales como: a)estar elaborados en función de circunstanciasmuy concretas y en general al calor de los acon­tecimientos, por lo cual resultan, l~ mayor partede las veces, deformantes, b) por ser en general decarácter político propagand ístico y ello significaque son engañosos, parciales y que alteran in­tencionalmente la verdad d'e los hechos, c) porser su mayor parte documentos anónimos, locual no nos permite atribuirles una paternidadsegura al ser escritos precisamente con la finali-

Page 3: Hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral a algunos aspectos. Sobre todo porque se quiere recoger algo específico que, por

dad de ocultar a sus autores, y d) por su posturadeclaradamente partidista e ideológica, entendidaen su dimensión de falsa conciencia.

A pesar de estas supuestas limitaciones lashemos preferido por coincidir con José Revuel­tas en que "la ideología no es metafísica niextrasensible. La ideología es una totalidad con­creta, operante, activa que tiene sus raíces sóli­damente establecidas en el compuesto social"3o también, como lo expresara alguna vez MarcelBloch, porque la mentira deliberada es igualmenteun dato histórico.

Confesarnos entonces, de principio, que mu­chas de las citas del trabajo fueron seleccionadasde acuerdo a la -posibilidad de que nos pudieranhacer oír, de entre el concierto de la anarquía,aquella voz que no tiene, por lo general, sonidopropio.

La ruptura de la tradición

Una serie de preguntas sobre el proceso de trans­formación de la sociedad mexicana de la primeramitad del siglo XIX encuentra todavía hoy mu­chas posibilidades de ser investigada. Entre ellaspodríamos mencionar como ejemplos ¿De quémanera se constituyeron las bases sociales delestado nacional? o ¿cómo logró una minoría li­beral imponerse a una masa que no los entendía,ni estaba de acuerdo con ella? ¿Por Qué se conso­lidó un estado liberal y laico, en un país de masasfanáticas y con tendencias retrógradas? ¿Cómoexplicar que una mayoría católica y conservado­ra no fuese capaz de oponerse a los designios deaquella minoría?

Una pregunta del propio siglo XIX fue la de siel país estaba o no preparado para la democraciay para el establecimiento de las instituciones li­berales. A pesar de que la respuesta fue y siguesiendo negativa para muchos historiadores,4ésta y aquellas --con sus particularidades- seacabaron imponiendo aunque a la manera de una"democracia bárbara".

Muchos trabajos han señalado y analizado elpapel de las masas populares en la revolución deIndependencia, y a muchos sigue sorprenuiendolo violento de la explosión con su aparente ca-

rencia de efectos, así como la pretendida desa­parición de estas masas hasta la igualmente tur­bulenta revolución de 1910. Pienso que alcontrario de estos supuestos, la revolución deIndependencia produjo efectos profundamentetransformadores en la estructura social y que lalucha popular continuó en diversas form-as, -allado de los grupos que estaban dispuestos a ab­sorberlas de acuerdo a sus metas políticas y asus requerimientos sociales. Si bien, parece evi­dente que fueron más las circunstancias que lasconvicciones -cosa por otra parte común a casitodas las grandes revoluciones- las que llevarona los insurgentes mexicanos a aliarse con las ma­sas trabajadoras, el hecho mismo de qué éstas lossiguieran dio a este proceso su peculiar conteni­do popular.

El testimonio de Manuel Abad y Quipo sobreque el cura Hidalgo seducía a los indios y los per­suadía de ser dueños y seDares de la tierra, da unaidea de cómo la ideología criolla sólo pudo serabsorbida porque ya había un campo preparadopreviamente, en que los indios y las castas creíantener derecho a las tierras yana pagar tributos.

En uno de sus trabajos, Mariano Otero señalalas ,características de este campo ya preparado,en los siguientes términos:

La clase más numerosa, la excluida de todobeneficio social, la Que sentía sobre sí elpeso de la injusticia y de la opresión, y encuya mayor parte existían profundos re­cuerdos de odio y venganza estaba sin dUl1.¡1

en extremo dispuesta a lanzarse a una luchaque su valor salvaje y la miseria de su vidano la hacía temer puesto que veía en ellala ocasión lisonjera de vel/gor SI/S agral'iosy de mejorar Sil condiciólI... El levanta­miento en masa de esta población. sus fuw­res y :ms rapíJias ftil'ron muy pronto laspruebas de las palabras que acababan de oír:pero aislada e ignorante no podía movers{'por sí sola y nceesitaba que una parte di',sus amos la exeitasl' eont.ra la ¿,Ira: aSI- su­cedió.Esta parte eran las l'lases que sent ian lalll­bién el tlaro ¡WSO dl' las prahihiciol1l's. losmOlloflol íos y l'xaccilllH's d(' la corll' q lll'

Page 4: Hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral a algunos aspectos. Sobre todo porque se quiere recoger algo específico que, por

46

le unpedía el progreso de sus intereses ma­teriales y su ele\,ación a la participación delpoder.Todas estas clases, pues, se lanzaron a la lu·cha en defensa de sus propios intereses ypor sus íntimas convicciones. Del otro ladoestaban los primeros funcionarios civiles...el alto clero, los religiosos notables de lasordenes monásticas, los comerciantes queejercen el monopolio... y así se entabló unalucha de los privilegiados contra la libertad,del extranjero contra el patricio, de la opu­lencia contra la miseria, en fin, de los pocoscontra la multitud que acabó por triunfardespués de' un combate ob:..tinado y san­griento.s

Fuesen sus intereses o sus convicciones, comoseñala Otero, esta dirigencia se encontraba asfi­xiada por una estructura en donde la riquez,­quedaba en las manos de unos pocos, y aunquefuese un grupo deseoso de imitar o sustituir alas clases s.periores, sólo la movilización de lasmasas le permitiría alcanzar las metasdeseadas.

El que esta misma diligencia estuviese todavíaguiada, en gran parte, por los valores de las viejasélites, no 'e impidió establecer con las masas uncontacto 'que siempre se les había escapado aaquéllas. Esta sensibilidad frente a fuerzas y sec­tores sociales inferiores no podía más que crear,a la larga, nuevas instituciones y nuevos valoresculturales y políti<~os. El movimiento popularinsurgente fue reprimido de manera por demáFviolenta, pero como todo movimiento sofocadeen sangre, sirvió para preparar la conciencia re·volucionaria sin la cual no es posible transformarel poder constituido.

El proceso revolucionario de la independencia,en su espontaneidad, no permitió el desarrollode un proyecto real de cambios, pero dejó unaherencia ~bigua y contradictoria:, por una par­te, el gran miedo a la movilización popular in­hibiría muchos intentos posteriores de apelara ella; por la otra, algunos sectores descubriríanque sólo manteniendo su influencia sobre ellaera posible crear nuevos canales que permitieranconducir y controlar dicha movilización. Es decir,que la participación popular en la independencia

dejó en claro el dilema de asUInll' lo que ella te­nía de progresivo o de detener el proceso detransformación política y social de la vieja,estruc­tura colonial.

De esta manera, la guerra de independenciaayudó a derribar, por la fuerza, a un sistema so­cial anquilosado y en crisis. Pese a todas suslimitaciones, incrementó de golpe la movilidadpolítica y social, anteriormente reducida a unaélite dependiente de la metrópoli, por más quefuese más vertical que horizontal.

Es incluso probable 'que el último residuo del"vértigo revolucionario" entre los grupos despo­seídos de la-ciudad'de México se haya manifes­tado en la orquestada -pero sin duda popular­proclamación de Agustín de Iturbide como em­perador, P,ues hay muchos testimonios de quepm;a el pueblo era el libertador de la patria. Sucaída ponía el primer obstáculo a la vieja aspira­ción realista por restaurar el orden social o deimponer el viejo ideal criollo de que "todo sigacomo está, menos con los gachupines". Al mis­mo tiempo, la desaparición del imperio posibilitóla construcción de un orden político diferenteque hizo posible el reparto del poder e;Qtre n~­vos grupos.

La configuración de la modernidad

Escogimos deliberadamente una colección de fo­lletos que podemos etiquetar como conservado­res o retr(>grados, según se les- quiera ver,6 por­que en ellos aparece la idea de que hubo unmundo pacífico o casi idílico, un' orden socialinmutable o, en palabras de la época, unaorganización -soéial "monumento de Sabiduría"que se encontraba a punto de desplomarse pormotivos ajenos a la Naturaleza. La visión que sedesprende de estos folletos es, en bUena medida,la, de una concepción aristocrática (que nosigni­fica que los hombres lo sean) y decadente. Ellonos ofrece, en cierto sentido, una mayor claridaddel cambio ya que, al ser como la del Gatopardouna visión de hombres a caballo entre dos mun·dos a disgusto con uno'y con el otro, no ocultanel temor y desencanto que la transformacion dela realidad les produce.

Page 5: Hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral a algunos aspectos. Sobre todo porque se quiere recoger algo específico que, por

Este grupo decadente observará el orden socialrelajadot pero acostumbrado a élt por ser el sUYOtllamará a los otros con su nombre' según elanden régime colonial (utilizados todavía poralgunos estudiosos): de un ladot la aristocraciatla gen te decente o de razón, los hombres de bientes decirt aquellos que tienen la voz y por lo mis­mo cUf:ntant en su doble sentido de describirlas cosas y de importancia social. Por el otro,los sin razón, la plebet los indiost los léperos, lospayos, los aspirantes, los de frazada, los humildes,las castas... t es decir, todos aquellos que no cuen·tan y que están comprendidos en el lenguaje delanciene régime como el "tercer estado". ''Tercerestado" en el que se encuentra un confuso comoponente burgués, pero que, dadas las condicionesde la herencia colonial y su pretendida incapaci­dad para establecer y desarrollar el capitalismo,seguiremos llamando por comodidad clases me·dias, letradoSt progresistas, liberales, etcétera.

¿Quiénes son para estos hombres de bien losculpables del desorden, los causantes de la anar­quía y de la destrucción del orden social? Enun primer momento fueron las "hordas desen­frenadas, los proletarios, el vil populachot laindiadat la hez de la sociedad"t dirigida por unpuñado de insurgentes iriesponsables. Masasque produjeron un terremoto -de aquellos quese dan de vez en cuando en una topografía so­cial tan contrastante y endémicamente sísmica­en el corazón del sistema colonial y del que yano se recuperaría a pesar de que su agonía fuese ta los ojos de sus enemigost más bien prolonga­da.'

Terminada la guerra de independencia, sonaquellos a los que en ocasiones se atreven a lla­mar por su nombre: los revolucionarios, los queimpiden la conservación del orden social "here·dado de nuestros mayorestt y pret~nden destru­irlo a toda costa; todos aquellos que no tienenpropiedad son los que quieren:

colocarse en los puestos públicost hombressin educación, ni capacidad, ni pudor, de­magogost una facción desoladora... en gue·rra sostenida contra la nación por bandidosy fascinerosos.(como Vicente Guerrero, elcual) a pesar de su ineptitud ypúblicas de-

pravaciones se atrevió a subir a la supremamagistratura... vagos malentendidos que ala sombra del desorden, buscan el modo de,vivir a costa del que trabaja.s

Son igualmente culpables aquellos que envene·nan al pueblo, las mentes de los buenos mexica­líos y que se empeñan

en desmoralizar al pueblo católicot lo mis­mo que sucedió en Francia en tiempos desu revolución: allá hubo un Robespierretun Voltaire, un Maratt un Condorcet yMirabeau que se emplearon con sus plumasa disponer los ánimos de aquella cristianí·sima nación. Comenzaron por· reformar el.clero que decían estaba relajadot se queríalo mismo aquÍt nacionalizar sus rentas y po·nerlas bajo la tutela del gobierno, para lograrcon ello ir quitando la religión .tan anti~a

de su nación. 't9

Los enemigos puest son los que sin tener nada,sin más motivos que combatir por lo que merecerespeto y que se han salvado de la destrucciónde una guerra sangrientat hombrest por eJemplotcomo Lorenzo de Zavalalo

falaz t intrigantet sin carácter, inconsecuen­te... habiendo asaltado el gobierno del esta­do más opulentot se ha rodeado de satélitesque le circundan... jóvenes atolondradost le­trados de nuevo cuño que se le unieron adpanem lucrandum t porque con el hambreno se juegat payos insignificante~ clérigosapóstatas e ignorantísimo~ y en fin la hezdel pueblo. Por eso han criado algunas pro­ducciones de su propia calañat por eso fo­menta a los fascinerosost disimula horrendoscrímenes, apadrina a los léperos.mi

Un problema interesante, aún no resueJtot esel de saber si todos los partidos utilizaron alos mismos grupos en sus enfrentamientos y c.uá­les eran las diferencias en su manejo. Sin embargosabemos que los moderados o aquellos que notenían fuertes convicciones políticast utilizaronla influencia de los radicales para acelerar cier-

47

Page 6: Hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral a algunos aspectos. Sobre todo porque se quiere recoger algo específico que, por

·H~

tos procesos y a pesar de que muy frecuente­mente su vacilante políti<;a les hacía dar marchaatrás, siempre se mantenían ciertas conquistaslogradas per la actuación de los segundos.

De hecho, y tomando sólo la imagen anterior,no es difícil observar que la descripción de loshombres sobre los que tenía influencia Zavalapodría aplicarse igualmente a la que transcribi­mos enseguida con respecto a los hombres deSanta Anna y que se repetirán periódicamentehasta el ocaso del político veracruzano.

Son una caterva de jóvenes libertinos, ocio­sos, sin patrimonio, ni modo de vivir y de­seosos de .'figurar para asegurar su suh.<;isten­cia... son otros quienes por su entendimientoligero les gusta siempre la novedad. Sonaquellos que no contentos con su mezqui­na suerte, aspiran a mejorarla por cuales­quiera medios, y han aprendido por la expe­riencia que el mejor camino para llegar a lafortuna es el de la revolución. Son otrosque han tenido un corazón ambicioso y ca­reciendo de medios y habilidad parahenchir sus arcas a poca costa y trabajo,desean el desorden para aprovecharse deél, son los descontentos que juzgándosedignos del precio o del empleo que solici­tan, no ven cumplidos sus deseos, y deseanvengarse de quienes creen que han tenidoparte en no poder alcanzar su solicitud. Sonen fin, los hombres perversos, acostumbra­dos a vivir del trabajo ajeno, que juzga verseen los puestos de que por su educación,conocimiento, saber, méritos y costumbresestán muy distantes. 12

Por último, er.. sus Memorias de mis tiempos, 13

Guillermo Prieto, testigo del ambiente social deaquella época, escribió una opinión semejante:

Respecto a la cosa pública, que era por en­tonces lo menos de mi cuidado, oía comoentrecortados rumores de Santa Anna yGómez Farias que ocupaban alternativa­mente el poder, como dos empresarios decompañías teatrales, el uno con su comitivade soldados balandrones e ignorantes, ta-

hures y agiotistas desaliñados y el otro conalgunos eminentes liberales, pero con sucauda de masones, de patrioteros anárqui­cos y de gente de acción que era un hormi­guero de demonios.

Clásica combinación internacional de revolu­cionarios y arribistas que se valían de todo tipode instrumentos y medios para destruir el ordensocial establecido y que, fracaSada la tumultuosaguerra revolucionaria, pretendían seguir el cami­no de la organización. En un primer momento ladesarticulación propició la organización· de laslogias masónicas, las "nefastas inven~iones delos impíos", sobre todo aquella de los yorki­nos,14 jacobinos o sansculottes, fundada por losdirigentes de la baja democracia, los campeonesdel ejército de los descamisados.

Aparato misterioso, ceremonias secretas, ju­ramentos excecrables han hecho creer alvulgo que los masones son algo bueno, poraquella propensión que tienen a veneraraquello que no entienden y se les presentade un modo importante y misterioso.! s

En contraposición, la logia escocesa, estable·cida formalmente en México por las tropas quevinieron con Juan O' Donoju, se distinguió des­de el principio por la participación mayoritaria delos llamados hombres de bien, los cuales, co­mo en España, se organizaron --entre propie­tarios, aristócratas, comerciantes y la oficiali­dad del ejército- para llevar a cabo sus proyectosde transformación reformista liberal, al mar­gen de las masas.

La condición social de sus miembros y sus ten­dencias reformistas desde arriba, se identificanmejor con la tradición del despotismo ilustrado,que con los nuevos planteamientos democráticosde los republicanos. La descripción que hizo Jo­sé María Luis Mora de uno de estos personajes,Pedro Celestino Negrete, ilustra claramente suposición con respecto al cambio social:

•amante de la libertad por inclinación y prin­cipios, se irritaba por no encontrar sinodesórdenes en las masas que no la procla-

Page 7: Hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral a algunos aspectos. Sobre todo porque se quiere recoger algo específico que, por

maban sino por sentimiento, y que en razónde su ninguna educación tampoco podíanacertar con los medios de lograrla. Estoprodujo en él su indisposición habitual paracon los insurgentes, que en el momento deltriunfo, lo hacía no pocas veces proceder aejecuciones sangrientas.1

6

El elitismo de los escoceses, su política mode­rada y conciliadora y su lejanía de las capas po­pulares, condujeron a los radicales y populistas afundar su propia logia

enseguida aparecieron los hermanos de ...con su memorable Poinsett (de memorablememoria) fundando el malhado rito deYork... desde el cual se hicieron como que­rían los negocios públicos inventando paraquitar sospechas y hacer más fáciles susproyectos, que el nombre yorquino no eraotra cosa que el nombre del patriotismo ver­dadero y defensores de los derechos de nues­tJ;a patrIa. Al oír tan embelesadores nombr~con empeño volaron de todas las clases ainiciarse en las filas perversas de York, lle­gando el entusiasmo al extremo que hastalos de fr~ada se llamaban yorquinos y avoz en cuello decían: 'soy yorquino'.17

Al testimonio ya elocuente de la popularidadde la logia y de su rápida propagació~ entre di­versos sectores sociales, así como de las enormesposibilidades de participación que esta secta ma­sónica ofrecía, agreguemos el juicio expresadoen otro folleto -cuyo autor posiblemente seaLorenzo de Zavala-, en el que se señala que fueen el año de 1825 cuando se formaronlas logiasyorquinas, las cuales se pensaba darían cuerpo al"partido popular" que enfrentaría a los escoce­ses aristócratas. Las logias se fundaron en todoslos estados de la flamante federación

y se abrió la puerta al pueblo que entrabacon fanatismo. Al principio se reducíanlao;; tenidas a las ceremonias del rito, y a tr¡¡­tar sobre obras de beneficencia y funciones,pero después se convirtieron en juntas enque se discutían los asuntos públicos. Las

elecciones, los proyectos de ley, las resolu­ciones del gabinete, la colocación de emple­os, de todo se trataba en la gran logia, endonde concurrían diputados, ministros,senadores, generales, eclesiásticos, goberna­dores, comerciantes y toda clase de perso·nas que tenían alguna influencia. ¿Quépodía resistir a una resolución tomada enuna sociedad semejante?18

Esto implicaba que en un primer- momentolos demagogos encontrarían en las logias la mane­ra de incorporar de una -forma más racional ypolítica la enorme fuerza potencial de las masas,y_con ello se abría el sistema político a una par­ticipación más extensa de los grupos pupulares,fundamentalmente urbanos, disponibles y movili·zables, sin aquellos inconvenientes que la parti­cipación masiva y tumultuosa de las clases subal­ternas habían causado en el periodo de la revo­lución de Independencia.

A pesar de que estos intentos no llegaron a de­sarrollars~ del todo -primero, por la prudenciade una buena parte del sector progresista quetenía demasiado fresco el recuerdo de la guerrarevolucionaria, y segundo, por la posibilidad deun nuevo desbordamiento de la fuerza popularen los considerados terribles acontecimientos de1828-19 ellos no dejan de ser extremadamentesignificativos de la manera en que se fueron en·tretejiendo toda una serie de nuevas relacionessociales y políticas que anticipan las formas departicipación y de control popular en años pos­teriores.

De nuevo, es la conciencia de la gente decentela que nos permite observar, en su_crítica, losinstrumentos utilizados para cambiar la socie·dad, y que ésta no sólo cambiaba, sino que enmuchos aspectos estos cambios fueron irreversi­bles, pues a través de ellos los llamados "advene­dizos~' se infiltraron paulatinamente en loscanales de la movilidad social, minando así laposibilidad de mantener cerrado el sistema.

Todo el bienestar que se esper!ba de la in­dependencia no se logró, la· revoluciónenvolvió nuestras esperanzas en la espesaactividad de las tinieblas, y muchos de los

49

Page 8: Hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral a algunos aspectos. Sobre todo porque se quiere recoger algo específico que, por

50

autores de aquella disfrutan hoy tranquila­mente de sus rapiñas y sus maniobras. 20

Insistimos en que a pesar de que se trata deuna forma de ascenso vertical, el periodo incre­mentó de golpe la movilidad social, haciendo po­sible la aparición en la escena política de los"igualados", palabra que en México se usaba (yaún se usa) con un sentido peculiar. Con él sehace referencia a las clases subalternaS cuandotratan de comportarse o alcanzar a los que so­cialmente se encuentran arriba, y cuya aplica­ción posee una connotación más peyorativa quela del término tradicional de snob.

No se trataba de imponer una sociedad igua­litaria, que no se desarrolló ni siquiera en revo­luciones más radicales, pero el reclamo porla igualdad más el establecimiento de institu­ciones de carácter liberal, sirvieron a los llama­dos demagogos del "tercer estado" para ir ensa­yando nuevas formas de legitimidad del sistemarepublicano que, pese a todo, se estaba impo­niendo.

Una de las más típicas, ya desarrollada durantelos últimos años del virreinato, fue la manipula­ción del voto ciudadano. Las masas urbanas conderecho a la participación electoral fueron copta­das para favorecer la elección de los progresistas,quienes casi siempre ganaban en condicionesnormales:

a los haraganes y léperos se les ha distribui­do dinero, y a uno que otro miembro de lacompañía, dígalo usted maestro, que la ins­titución (la logia) es verdaderamente ca­ritativa... Aguarde usted que ahora que hagomemoria de que oí decir a unos léperos,allá va el Señor Esteva aquél del pañueloblanco en la cabeza es; dijeron que habíavisitado las asillas desde la madrugada paraver si los de la facción estaban bien apode­rados de ellas... luego que los ministrilesveían a un pobre hombre de frazada queiba a votar, se llegaban a él, le registrabanlas listas, si no era de su gusto se las toma­ban y rompían; a muchos los llenaban deinjurias, y a otros les ponían un real en lamano y vete con Dios.21

La misma publicación y difusión de los fo·lletos de carácter político, en algunos momen­tos cruciales, constituyó una importantísimaforma de propaganda, pues, "gritados por losmuchachos" causaban mucha agitación en laciudad, al decir de los contemporáneós. Fueen varias ocasiones a través de ellos que se .ex­tendió un conjunto de ideas que los hombres debien juzgaron, por lo general, la causa de que"la chusma se insolentase" al creer que siendociudadanos libres se les debía de prestar obe­diencia.

Sería exagerado afirmar que mediante estapropaganda las masas urbanas fueron adquirien­do una conciencia revolucionarla, pero es indu­dable que el sentimiento de ser hombres libreslos convertía en importantes protagonistas en losdisturbios y rebeliones, desde el momento enque éstas ofrecían una oportunidad, así fuesemomentánea, de convertirse en mandantes; yestas oportunidades se presentaron casi siempreen los momentos en que las necesidades de cam­bio de los progresistas requería de una partici·pación social más amplia.

Frente a ello, es natural el terror de los aris­tócratas ante la libertad de imprenta, la difusiónde las ideas liberales y sobre todo, aríte la posi­bilidad de que se estableciera la tolerancia reli­giosa, pues no existían, según sus puntos devista, mejores instrumentos de control social queaquellos que daba la religión:

destruida! la religión ya no hay gobierno,los hombres obedecen por ella y por ellase cumple con Dios y con los hombres...penetrados los hombres de su religión, secostendrán (sic) de robar y aborrecer asus semejantes, cesará la envidia que nosdevora, se penetrarán de que algunos nosdeben mandor y que todos debemos obe­dec~r. 22

El temor, entonces, no sólo fue natural sinotambién justificado por los mismos aconteci­mientos. Así se entiende nfejar la intransigenciade los.-amigos del '~retroceso", como los llamaraMora, en su defensa del conjunto de las institu­ciones religiosas

Page 9: Hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral a algunos aspectos. Sobre todo porque se quiere recoger algo específico que, por

últimamente se ha negado la abnegacióndel hombre y la paga de los diezmos por)varios autores, para llevar a cabo sus mirasmalditas de hacer que la nación abjure desu religión y entre en cisma... a nosotrostoca evitar en nuestro suelo las tristes esce­nas de los años de 1792 y 93 que asolarony llenaron de espanto a la Francia.23

Esta imagen de temor al radicalismo revolu­cionario se generaliza en la época entre aquellosque soñaban con la restauración del antiguo ré·gimen y de quienes d~aban encontrar los meca­nismos de un sistema liberal expurgado de efectosrevolucionarios; lo encontramos, lo mismo en­tre los campeones de la Santa Alianza que entrelos moderados de la restaurada monarquía fran­cesa. Respecto al caso mexicano, habría que a­gregar, además, el pánico que. dejó entre lospropietarios la participación popular en la guerrade indep~dencia: las vías revolucionarias ha­bían abierto una posibilidad alucinante de des­trucción del orden tradicional. Los intentos porevitar esa posibilidad, de un lado, y aquellosotros por conducirla y racionalizarla a través dela creación de un partido popular, reflejaron unamás de las tension~ altamente cargadas quecaracterizaron la· primera mitad del siglo XIX me­xicano.24

Son estas tensiones explosivas que intentanmantener o modificar la estructura de aquellasociedad las que explican, en buena medid~. laaparente anarquía del periodo. La.agitación polí­tica. el aspirantismo, la empleomanía. las posibi­lidades de ascenso social y de redistribución dela riqueza en una sociedad como aquélla, eranposibles solamente a través, precisamente, de loque se ha denominado "la anarquía". .

En el folleto titulado Esta es la verdad pelada,tan pícaro es Bustamante como Pedraza y SantaAnna25 se describe maravillosamimte el tipo decondiciones que hicieron posible la generaliza­ción de los cambios:

es muy fácil principalmente en un pueblocomo el nuestro, en el que abundan más losociosos que los ocupados, los libertinos quelos de rígidas costumbres, los zánganos

que los labiorosos, y en una palabra, dondelos aspirantes se han aumentado cada díacon los descontentos en proporción a las re­voluciones que nos han agitado y de los ade­lantos que han adquirido los que siguen eltorrente revolucionario.

Pero el torrente revolucionario exige la parti­cipación de amplios grupos sociales, dispuestos acontribuir al cambio ya dejarse dirigir poraque­lIos que tienen una mayor conciencia de losobjetivos de la revolución, y a su vez, significaque quienes la fomentan, están dispuestos a.em­plear los resortes de la participación de las ma­sas, ofreciendo posibilidades de cambio a quieneslos siguen.

Las luces de todos los pueblos del universoni son justas ni profundas, y como 10[; hom­bres son atraídos por las cosas según la pro­porción que tienen con su inteligencia ocon sus intereses. Santa Anna se atrae a lamultitud de nuestros pueblos, y a muchosque no pueden llamarse pueblo, porque a­comodándose a las pasiones que conocemás vivas en los mexicanos los halaga y losreduce... Este ha resuelto a los débiles ypoco reflexivos a decidirse a su favor, y de­terminado a los aspirantes y descontentos amover a estas masas. Milita todavía otrarazón, y es que no hay hombre que menosescrupuloso sea para consentir y autorizartoda clase de crímenes con tal de que el quelos cometa le sirva con las armas o le puedaser de alguna utilidad. Los robos, los asesi­natos, los adulterios, todo género de vengan­zas son permitidos y aun premiados entrelas tropas con tal de que se vistan con elbuen celo por su causa. Santa Anna no quie­re más que mantenerse en la {Jnarqu{a rodea­do de perversos que estar tranquilo alabadode los hombres justos, moderados y pacífi­cos. ¿Faltará quien aumente las filas de susbatallones? Y cómo no se aumentaráncuando es tan pródigo en dar e·mpleos y as~censos a los que le ayudan. 26

Si nos atenemos al viejo señalamiento de Abad

51

Page 10: Hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral a algunos aspectos. Sobre todo porque se quiere recoger algo específico que, por

52

y Queipot de Humboldt, y de otros muchos au­torest sobre que la sociedad mexicana de finesdel siglo XVIII y principios del XIX era una so­ciedad polarizada en dos campos extremos,violentamente enfrentadost sin medianías, es in·dudable que una de las tareas fundamentalespara transformarla era precisamente la de abrircanales de participación que dieran oportunidadal desarrollo de las medianías del "tercer estado."

La revolución de Independencia abriría for­mas para lograrlo muy diversas de las señaladaspor hombres como Queipo, pero en cierto sentidomás acordes con la re~idad que,;aquéllas experi­mentadas por la política reformista del despotis­mo ilustrado, pensadas desde arriba y desdeafuera. El fracaso de esta política frente a la re·sistencia de las élites, abriría el camino a la inde­pendencia, pero tambiént paradójicamente, a latransformación de una sociedad que se quería

Notas1 Noemí Hervitz, Luis Alberto de la Garza, "Pensar

históricamente", Revista ae la Universidad, ,agosto 1980.lo VVAA, Los mexicanos pintados por sí mismos,

México, Edición de M. Murguía, 1855. Todos los subra­yados de las citas son míos, salvo indicación contraria.

3 José Revueltas, México: Democracia bárbara, Mé­xico, Era, 1983, p. 31.

4 Trabajos rl!cientes como el de L.B. Perry, Juárezand Díaz: Machin Politics in Mexico, señala por ejemplo:"The basic truth was that liberals were a numericalminority, holding power on a theory of majority rule.Conservative were also a minority, but tpey included cla­sses' ---especial1y c1eregy- that .could potentiaJly influen­ce the masses more effectively than could the liberals".Ello contrasta notablemente con una ya vieja observacióndel prim~r cónsul prusiano en Méx:co, Carlos Koppe,quien al oír las lamentaciones ~e un clérigo sobre la inse­guridad política del país, escribe que el mismo clérigo lecomentó que "la influencia del clero no llegaba tan lejoscomo vulgarmente se creía". C. Koppe, Carlas a la patria,México, UNAM, 1955, p. 126.

s Mariano Otero, "Ensayo sobre el verdadero estadode la cuestión social y política que se agita en la Repúbli·ca Mexicana, 1842, en Ensayos sobre las clases socialesen México, México, Ed. Nuestro Tiempo, 1968, p. 39,

6 Los folletos utilizados corresponden a los añoscomprendidos entre 1828 y 1834, pero se han utilizadotambién y posiblemente extrapolado, de años anterioresy posteriores, es decir, elaborados pn condiciones al~o di­ferentes a las de aquel sexenio y entremezcladas sin unriguroso orden cronológico.

mantener sin cambios. La "era de Santa Arma" ode sus revolucionest por confusas, inconsecuen­tes o arbitrarias que nos parezcantestaban dentrode la lógica de los acontecimientos.

Los santanistas, cOlpO aquí han sido descri·tos, no tenían ideas profundas, ni luchaban,porlo generalt por una causa ideológica precisa, pe­ro junto con aquellos que concebían un proyec­to de cambiot por vagas que nos resulten a veceslas ideas del "partido popular", coincidían enlos finest utilizándose mutuamente con toda lasecuela de avances y retrocesos que representóesta transformación y a pesar de la impacienéiaque deboraba a muchos de los segundos pordemoler dicho orden. Pero, por precaria quefuese t sólo esta alianza podía modificar efec­tivamente aquella sociedadt como a la larga, ycon todos los ajustes que se hicieront quedaríademostrado.

El privilegiar este sexenio se debió a 'que considera­mos que en él se presentan las características fundam'en­tales de lo que más tarde se llamaría el periodo de laanarquía. El final del primer gobierno repubiicano (1824­1828) con Guadalupe Victoria como presidente, señala,luego de un intento de transacción entre los grupos, ladinámica de los enfrentamientos y las tendencias que sedesarrollarían en los años siguientes: la manipulaciónelectoral y popular, las rebeliones militares, cuartelazos;la rivalidad entre las logias masónicas y la fragilidad delequilibrio que conduciría a la búsqueda de formas insti- ,tucionales y duraderas.

7 Es bien conocida la diferencia del primer periodode la independencia mexicana del resto de la AméricaLatina por la amplia participación de las masas populares,que desbordó los intentos criollos por obtener el papelde los peninsulares. La culminación de la independenciasería sin embargo obra de quienes habían combatido a larevolución, pero en alianza con los viejos grupos insur­gentes, por io cual el establecimiento del Imperio y losintentos por mantener el viejo orden fueron cuestiona­dos desde el principio. Durante los primeros años de lavida independiente hubo un gobierno monárquico conregencia; un emperador (lturbide); una presidencia cole­giada y una República federal con cuatro presidentes ydos vicepresidcht.es en funciones ejecutivas (GuadalupeVictoria, Vicente Guerrero, Manuel Gómez Pedraza, An·tonio López de Sant.a Anna, Anastacio Bustamante y Va­lentín Gómez Farías respectivamente), de los cuales sólóel primero pt«.lo concluir su periodo de gobierno.

s Melchor Múzquiz, El Gobernador del Estado a los

Page 11: Hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral a algunos aspectos. Sobre todo porque se quiere recoger algo específico que, por

propietarios y demás habitantes del mismo, Toluca, Im­prenta del Gobierno, 1830.

9 Arma, arma mexicanos, que la religión peligra, Mé­xico, Imprenta de Tomás Uribe y Alcalde, 1833.

10 Zavala fue un personaje representativo del gruporadical. Electo en 1822 diputado al primer congreso,participó desde entonces en las actividades políticas enuna forma destacada. Además de parlamentario fue go­bernador del estado de México, Secretario de Hacienda,diplomático y periodista. Hombre de gran actividad se leatribuye la fundación de la logia yorkina y de haber sidoel cerebro que llevó a Guerrero a la presidencia en 1828como autor de la revolución de la Acordada. El no habersido testigo presencial de la violencia revolucionaria, quetanto espantó a muchos hombres de la época, explicatal vez su fácil relación con las clases populares que parti­ciparon en los acontecimientos de 1828 y que culminar9ncon el saqueo del Parián.

11 Clamores de los mexicanos a su presidente electo,México, Imprenta de Tomás Uribe y Alcalde, 1833.

12 Esta es la verdad pelada, tan pícaro es Bustamantecomo Pedraza y Santa Anna, Tres partes, Tercera parte,p.4

13 Guillermo Prieto, Memorias de mis tiempos, 1828­1852, 2 vol., México, Librería de Bouret, 1906, vol. 1,p.94.

14 Las logias jugaron en esa época un papel muy im­portante en la actividad política de los diversos grupos.El hecho mismo de la falta de proyecte., acabados y ladesarticulación social de los primeros años propició laausencia de organizaciones partidistas, dando a las logiassu papel singular. De hecho no se trataba, en su inicio, deorganizaciones al margen de la ley, ni perseguidas o ver­daderamente secretas a la manera en que éstas habíansurgido en algunos países europeos. Por ello al ser prohi­bidas en 1828, ya habían permitido a los grupos susprimeras formas de organización e identificación de ob­jetivos. Su papel posterior seguiría siendo muy importan­te, pero su carácter no tendría ya el sentido de gestaciónde organizaciones políticas que las habían marcado ensus primeros años.

15 Gran Logia nación mexicana, y pira de los yorki­nos, México, Oficina de Alejandro Valdés, [s.d.]

16 José Y.J{aría Luis Mora, Méjico y sus revoluciones.París, 1836, vol. IV, pp. 437 -438.

17 Arma, arma mexicanos. .., cit.18 Juicio imparcial sobre los acontecimientos de Mé­

xico en 1828 y 1829, New York, C.S. van Winkle, Cor­ner Wall & Broad-St. Reimpreso en México, Oficina deGalván a cargo de Mariano Arévalo, 1830, pp. 10-11.

19 Las elecciones de 1828 para el segundo periodo

presidencial estuvier:on caracterizadas por la división delos progresistas, quienes no se pusieron de acuerdo en lacandidatura. Un grupo más popular proclamaría a Vicen­te Guerrero, mientras que otro de moderados presentaríala candidatura de Manuel Gómez Pedraza ante el temorde que ganasen los extremistas. El proceso fue bastanteagitado, al final triunfaron los partidarios de Pedraza an­te la indignación de los guerreristas. Su derrota ocasionópoco después una sublevación militar encabezada porSanta Anna, seguida por una revuelta cívico-militar en laciudad de México conocida como revolución de la Acor­dada, durante la cual fue saqueado e incendiado el mer­cado del Parián. Resultado de ella fue la renuncia dePedraza y la elección de Guerrero a la presidencia de laRepública.

20 Múzquiz, op. cil. También Guillermo Prieto señalaesta situación, al relatar un baile característico de la"efase media": "La concurrencia era por demás hetero­génea y peculiar. Los parientes cercanos de la Condesay el hijo sacrílego del comendador, la niña beatita convocación de monja y el vástago de los héroes de la .1cor·dada cuyo padre, curtidor, se hizo rico en el saqueo y sehombreaba con Pepe del Río y con Farías". op. cit., v. 1,p.148.

21 Diálogo entre un barbero y su marchante sobre laselecciones primarias celebradas el día 20 de aRosto, Mé­xico, Imprenta a cargo de Martín Rivera, 1826.

22 Arma, arma mexicanos. .. , cit.23 [bid.24 El gobierno de Vicente (iuerrero fue derrocado

por una coalición de los hombres de bien, a través delpronunciamiento del Plan de Jalapa por las tropas del vi­cepresidente Anastacio Bustamante. La poi ítica represivay los intentos por. reestructurar el viejo orden provocóuna rebelión en su contra que terminó con su salida de lapresidencia que había usurpado. Por los Convenios deZavaleta se encargó a Gómez Pedraza "terminar" superiodo de gobierno; las nuevas elecciones favorecieronuna inicial alianza: Santa Anna-Ciómez Farías, que daríaorigen al primer ensayo reformista bajo la dirección delsegundo. El corto e intermitente periodo de gobierno deGómez Farías ocasionó una serie de sublevaciones en sucontra por part~ de aquellos que se postulaban comodefensores de la "religión y los fueros". Este fue sin dudael momento más interesante por lo que respecta a laradicalización del conflicto en el que se gestaban losgrupos, y también por Jo que se refiere a los límites delreformismo en la primera mitad del siglo.

25 Esta es la verdad pelada.•. cit., tercera parte,p.5.

26 [bid., p. 6.

53

Page 12: Hombres de bien, demagogos y revolución social en la ... · elaborado dando un énfasis unilateral a algunos aspectos. Sobre todo porque se quiere recoger algo específico que, por

54