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¡¡¡Hola!!!
¿¿??
Ya lo se, me lo han dicho en casa bastantes veces, “esta no es forma de
presentarse”, pero no lo puede evitar, tengo un espíritu bastante juvenil, creo.
Así que empezaremos de nuevo.
¡Buenos días! Perdonadme que me presente de improvisto, sin avisar, pero
me gustaría que me conocieras un poco y especialmente a la gente que trabaja
conmigo.
Aquí van algunas pistas sobre mí: nací muy lejos de aquí, soy un tipo bastante
fuerte, aguanto casi cualquier cosa, cuando me ven los yogurines (ya te
explicaré quienes son) se alegran mucho, soy capaz de recorrer grandes
distancias llevando grandes pesos,…
¿Todavía no sabes quien soy?
……………
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……………
¡¡¡Soy Hércules!!! ¡¡Este no, el otro!!
¡¡Si, este soy yo!!.
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No te he engañado,
Mi nombre exacto es Lockheed
Hércules C-130, nací en los EE.UU. allá
por el año 1954, así que tengo ya mis
55 añitos. Mi principal misión es el transporte táctico y el reabastecimiento en
vuelo a mis yogurines. Puedo llevar más de 20.000 kg de carga, una velocidad
de crucero de 540 km/h y muchos datos más con los que no voy a aburrirte.
Seguro que en Internet encuentras mucha información mía, así que te animo a
buscarla.
Lo que quiero es contarte mi vida en un maravilloso país: España y
concretamente dentro de mi querido Ejercito del Aire, a los que yo llamo “mis
hombres de azul”.
Llegué a la base de Zaragoza el 18 de diciembre de 1973. Mi destino en
España, fue nada menos que en el Ala 31 (antes el 301
Escuadrón). No te puedes imaginar el frío que pasé los
primeros días, pero sobre todo recuerdo el cariño con
que me trataron. Y no solo mis hombres de azul, sino
toda la ciudad de Zaragoza, ya soy un “mañico”
auténtico. Me he integrado tanto, que desde hace muchos años mis pilotos
cambiaron el pañuelo de vuelo reglamentario en el Ejército del Aire, por el
clásico "cachirulo" maño, utilizado fundamentalmente en las fiestas del Pilar. Y
me queda superchulo. ¿A que sí? ¡Soy la envidia de mis compañeros de otros
países!.
Desde ese día he sido la columna vertebral del Mando de Transporte gracias a
mi capacidad para despegues y tomas de tierra en espacios de terreno cortos y
sin preparar, llevando grandes volúmenes de personal y material bélico.
Tendrías que ver la cara de la gente que está en tierra cuando me ve aterrizar
en pequeñas pistas, sin apenas preparar, pero allá voy yo y aparte de mucha
polvareda, levanto gestos de admiración al ver que deposito en el suelo mi
preciosa carga, con la misma suavidad y precisión con la que ponemos un
bebé en su cuna. Algún día seguro que
harán una versión mía que me permita
aterrizar en un portaaviones, y eso sería
increíble. O como diría Bart Simpson
¡¡¡Mola!!! (Todo se andará).
Una de mis principales tareas y actuaciones es de apoyo a los despliegues de
las unidades aéreas, a la cooperación con los Ejércitos de Tierra y Mar y la
participación en las misiones humanitarias de España acudiendo a lugares
asolados por catástrofes
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Si te has fijado en los escudos de mi Escuadrón de vuelo, me llaman
cariñosamente Dumbo. Será porque soy buena gente y muy fuerte como un
elefante, y lo que es mejor el lema que tengo "lo que sea, donde sea y
cuando sea".
Este lema refleja claramente lo que soy y lo
que se me pide. Hasta ahora creo que lo he
cumplido a rajatabla y allí donde se me ordena
que vaya, voy sin dudarlo, no importa lo lejos
que sea, que haya dormido poco o que no me
guste mucho lo que me piden, haga frío o calor. Pero mi lema se cumple al pie
de la letra.
Durante el tiempo que llevo en España, no he parado de trabajar y de cumplir
con mi deber, tanto dentro como fuera.
Todavía recuerdo con orgullo una de mis primeras misiones, en junio de 1979,
y eso que llevaba pocos años destinado en España. Me mandaron nada menos
que a Managua (Nicaragua). Teníamos que
evacuar a nuestros compatriotas y a todo el
personal civil que lo necesitase sin importar la
nacionalidad. Así que sin dudarlo, cruzamos el
charco, menos mal que no me da miedo el agua,
ya que fue un viaje de mas de 8.500 km. en línea recta. Fueron diez días de
trabajo duro e intenso, donde evacuamos a unas 1.500 personas. En algunos
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vuelos transportamos a casi 200 personas (¡¡el doble de nuestra capacidad
normal!!), pero los españoles (que conste que me considero uno de ellos)
somos así, con decirte que después de algún incidente, el único avión que
quedó para esta misión fue el nuestro. Con eso te puedes dar una idea de lo
complicado que fue el trabajo, pero nuestro lema se cumple a rajatabla.
A partir de aquí no he parado de recorrer el mundo en misiones de ayuda,
misiones de apoyo, transportando material, medicinas, personal, etc. Creo que
he estado en todos los sitios posibles e imaginables. Miraré mi agenda, pero
creo que solo me falta Australia.
Hay una de estas misiones que me marcó de una forma
terrible. Donde pude comprobar la crueldad del ser
humano en algunos momentos de su historia. Tuve que
ir a Ruanda, con la misión de apoyar a la Fuerza Aérea
Belga en labores de evacuación. Nos encontramos con
un país cuya situación era catastrófica con una guerra civil sangrienta que
enfrentaba a dos etnias: Hutus y Tutsis. Las imágenes que ví mientras
sobrevolaba este país me conmovieron hasta el último de mis circuitos. Muchas
de estas imágenes quedaron plasmadas en la película “Hotel Ruanda” y en los
miles de fotos y documentales que hicieron los corresponsales allí
desplazados. En esta zona tuvimos que demostrar nuestra capacidad de
aterrizar en sitios muy pocos preparados, en especial en uno llamado Butare,
creo que se llamaba así, y que era poco más que un claro en mitad de la selva.
Gracias a que soy lo que llaman un buen avión y mis pilotos eran gente muy
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preparada, y sobre todo motivada, conseguimos evacuar al personal que nos
esperaba. Todavía siento un escalofrío cuando recuerdo como las copas de los
árboles pasaban a pocos metros de mi fuselaje, tanto en el aterrizaje como en
el despegue. Todo un subidón de adrenalina.
A pesar de todo ello, no era capaz de entender lo que estaba pasando en ese
país y en la masacre que se estaba realizando. Así que “haciendo de tripas
corazón”, cumplimos con nuestra misión lo mejor que pudimos, con la máxima
celeridad y eficacia, transportando a las personas y el material necesario.
Espero que nunca lo vuelva (volvamos) a ver, ni vuelva a suceder algo tan
terrible.
No todas las misiones que he realizado
han sido tan duras como esta que te
acabo de comentar. Mi vida profesional se
ha desarrollado en torno al transporte de
personal y material, en ayudas en zonas
con catástrofes naturales, apoyo a la Cruz
Roja, en misiones de Naciones Unidas, en zonas con conflicto bélicos,…
Muchos de estos vuelos los tuve que hacer a baja cota, por precaución, ya que
en algunas zonas en conflicto, no suelen respetar a los aviones que llevábamos
ayuda humanitaria, ni les importaba nuestra nacionalidad y además los SAM
portátiles tienen mucho, pero que mucho, peligro.
Bueno, hasta ahora he hablado solo de mí, pero yo no sería nada sin mi piloto
y su tripulación. Ahora mi piloto es el Comandante Lamas, él es el que
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realmente manda. Yo a fin de cuentas soy la máquina, un conjunto de tornillos,
chapas y circuitos, pero él decide cuando, donde, a qué altura, a qué hora,.. en
fin, todo. Gracias a su pericia hemos podido culminar con éxito todas las
misiones y sobre todo con seguridad.
Todavía recuerdo el enfado que se cogió, cuando lo mandaron a transportes.
Me miraba de reojo y andaba un poco mosqueado conmigo. “Después de tanto
esfuerzo, aquí estoy con este barrigón”.
¡¡¡Eso fue lo que dijo!!!
Y me dolió, vaya que si me dolió. Me dolió, pero lo entendí. Después de una
muy dura preparación en la Academia General del Aire, ya era bastante difícil
entrar, y una vez dentro, a estudiar muchas horas: Matemáticas, Física, Inglés,
Legislación, Historia, Técnicas de Vuelos, Sistema de armas,….Aquí no valen
eguir con su vida militar. los suspensos si quieren s
Aparte de esto, una completa preparación militar,
física y psicológica. Vamos, que no paraban en todo
el día. Y como guinda en el pastel, la instrucción de
vuelo.
Tenías que haber visto su cara el primer día que se montó en el E-26 Tamiz,
acompañado de su Instructor. Se bajó con la cara
un poco verde, pero superó el miedo y siguió
adelante Allí aprendió a volar “solo”, a hacer alguna
pirueta, volar en formación y realizar muchas
maniobras. Pasada esta fase, la cosa se fue complicando y ahora le tocaba
volar en un CASA c-101, un reactor de fabricación española (¡¡¡Los mismos
que utiliza la patrulla acrobática Águila!!!) y los ejercicios y maniobras se
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complican enormemente. Pero también los superó y con muy buena nota.
Ya solo quedaba el último escalón. Aquí se establece una selección entre los
alumnos para especializase en Caza y Ataque, Transportes o Helicópteros. La
mayoría quiere quedarse en Caza y Ataque,
parece que les “mola mucho” eso de volar a
toda pastilla, en un avión estilizado, ágil,
bonito, delgadito,…, lo que ellos llaman el F-
18, pero para mí son los “yogurines”, que van
siempre presumiendo de tipito y fanfarronean (con cariño) cuando nos
sobrepasan a toda velocidad.
No son mala gente, aunque alguno se lo tiene un poco creído.
En el fondo, creo que a mi Comandante Lamas lo que realmente le gustaba era
optar por Trasportes, pero no se atrevía a reconocerlo públicamente, así que,
aunque superó todas las pruebas y ejercicios, al final optó por volar conmigo.
¡¡Y no se equivocó!!
Juntos volamos a muchos sitios, compartimos horas felices y tristes, pero al
llegar la noche, nos acostábamos satisfechos por el deber cumplido. Tenemos
anécdotas miles, pero no te preocupes, no te las contaré todas, además
algunas pertenecen a nuestra “parcelita interior y privada” que no nos gusta
contar.
Ahora cuando vemos a los “yogurines” adelantarnos, sonreímos, nos
saludamos con un balanceo de las alas y pensamos “¡Ya nos esperaras!”. ¿Por
qué? Es muy sencillo. Nosotros también estamos equipados para abastecer a
los demás aviones en vuelo (somos muy completitos como puedes ver), así
que esperamos y al rato, vemos que vuelven y se ponen detrás de nosotros a
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esperar que nuestras mangueras les lleve el preciado combustible. Parece que
me estoy metiendo con ellos, pero no es así, nos llevamos muy bien y
trabajamos juntos. Además, nos necesitamos
los unos a los otros para poder realizar a la
perfección nuestro trabajo. Todos aquí somos
necesarios.
Nos gusta nuestro trabajo, de hecho somos como un reflejo de España, ya que
con nosotros han volado:
Asturianos de braveza, vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría y castellanos de alma, labrados como la tierra y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos, nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno, gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza, aragoneses de casta, murcianos de dinamita frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería señores de la labranza,…
VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN
(Miguel Hernández)
¡¡Sorprendido!! Eso mismo me pasó a mí cuando oí recitar esto a mi
Comandante. Es una persona bastante culta, como casi todos ellos. Recuerda
que tienen una sólida formación, no solamente la militar y la relacionada con
los aviones. De hecho el Comandante Lamas, pensó que estos versos de
Miguel Hernández, se tendrían que haber ampliado, ya que ahora vienen con
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nosotros: argentinos, peruanos, bolivianos, … españoles del otro lado del
charco. No es por cotillear, pero creo que hizo algún intento de ampliar estos
versos, pero nunca me los enseñó.
Todos estos españoles han volado con nosotros, desde la época en que la
“mili” era obligatoria y los teníamos que llevar a su destino, desde el pueblo
más recóndito de Ávila hasta su destino. Sus caras eran un poema, muchos de
ellos en su vida habían montado en un avión y yo fui su primer contacto con el
aire. Todavía me recuerdan con cariño cuando hablan de sus “batallitas” de la
mili con otros compañeros.
Ahora leemos mucho, especialmente Historia. Queremos comprender que es lo
que pasa en este mundo convulso, con nuevos
países que surgen en Europa, con un Oriente
enigmático y desconocido para nosotros…. No
sé si algún día lo entenderemos, pero si los
conocemos un poco mejor, si comprendemos su
historia, nos será más fácil ayudarles.
Me estoy yendo por las ramas, ya lo sé, pero soy un avión y mi mente vuela.
Espero no haberte aburrido, así que volveré sobre mis pasos.
Con el Comandante Lamas he recorrido toda España. ¿Qué parte me gusta
más? Me gustan todas, y no me llames pelota. En Gran Canaria y en el resto
de las islas, hemos disfrutado de la playa y las cervecitas a la orilla del mar,
aparte de la imponente figura del Teide; en Sevilla, aparte de sus fiestas, nos
hemos reído con su sentido del humor; en Barcelona hemos visto como ha ido
creciendo, mejorando y hemos saltado de alegría con cada medalla ganada en
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los Juegos Olímpicos, desde una situación privilegiada; en Bilbao hemos visto
florecer sus magníficos edificios y su desarrollo cultural; y así con cualquier
trocito de esta piel de toro.
Pregúntame por cualquier lugar de España y allí he estado y disfrutado de su
compañía y hasta alguna vez he compartido su pena y llorado con ellos, como
me pasó con los tinerfeños después de la tormenta tropical Delta en 2005.
Esto en España, pero fuera, hemos trabajado mucho y
creo que muy bien. Ya te he comentado algún caso, no
te aburriré contándote todos. Pero allí donde se ha
necesitado a España, de los primeritos en ir hemos sido
los “Dumbo” y lo digo con orgullo, con mucho orgullo.
Hemos echado una mano cuando los Huracanes George y Match; estuvimos
presentes en la guerra del Golfo; con el Destacamento ICARO hemos dado de
“beber” mediante reabastecimiento en vuelo, más de nueve millones de litros
de combustible; con el Destacamento ALTAIR hemos colaborado en la
reconstrucción de Irak; con el Destacamento MIZAR apoyamos a los soldados
españoles en Afganistán; y así un largo
etcétera en inundaciones, terremotos,
tsunamis. Allí donde había un conflicto o una
necesidad, España mandaba a sus soldados,
y los primeros nosotros, llevando bomberos,
personal médico, soldados, víveres, medicinas,...
Quizás estés un poco sorprendido al leer todo esto, ya que no nos has visto en
la tele. Un tipo tan gordo y grande tiene que aparecer seguro en el Telediario.
No nos gusta la publicidad. Nosotros venimos a trabajar, pero si te fijas en
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alguna de las entrevistas que les hacen a nuestros soldados, verás que de
fondo, en una esquinita aparece “mi estilizada figura” y seguro que verás a
muchos soldados currando a mi alrededor descargando víveres, medicinas,…
Hasta el Comandante Lamas y su tripulación echan una mano, para que todo
vaya más rápido y poder hacer otro viaje. De todos estos vuelos y misiones,
salimos un poco “tocados en el corazón”.
Recuerdo especialmente un día, después de
un largo viaje cruzando medio mundo, en el
que llevábamos un importante cargamento
de ayuda humanitaria. Al aterrizar estábamos
todos agotados. Mientras otros soldados de
la Base descargaban el avión, nosotros pensábamos en darnos una buena
ducha (bueno, yo no, soy un avión y a mi me esperaba una reconfortante
revisión) y descansar para estar en forma en el viaje de vuelta a España. Vimos
una larga fila de personas que iba aumentando por minutos, pero en medio de
ese impresionante y silenciosa fila, a mi tripulación les llamó la atención una
mujer de mediana edad, con un carrito de bebé,
oxidado, con la tapicería de color indefinible, con
las ruedas bailando en un inestable equilibrio y a
punto de caerse. Se acercaron a ese grupo
silencioso, que los miraba con una mezcla de
respeto y admiración, hasta llegar a la altura de ese pequeño carrito de bebé.
Dentro había una niña de dos o tres meses (eso les pareció), aunque su ropa
era algo grande para ella y no conjuntada precisamente. Con ese impulso que
tienen los adultos, le hicieron carantoñas. Sorprendentemente no lloró, y eso
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que les pasaba siempre cuando se acercaban a un bebé, con su uniforme de
vuelo y su gesto un poco serio, que lloraban a moco tendido.
Sólo les miraba. Les miraba con sus grandes ojos oscuros y de pronto esbozó
una sonrisa. Una sonrisa, como diciendo “Gracias por haber venido de tan lejos
a echarnos una mano a mi y a mi mamá”. Un escalofrío
recorrió el cuerpo de estos hombres curtidos en cientos
de vuelos y experiencias. En ese momento
comprendieron el verdadero sentido de su misión y de su
trabajo en el Ejercito del Aire, que no sólo era defender a
España de cualquier peligro, sino en nuestro nombre
luchar en cualquier parte por un mundo mejor. Así que sin decirse nada entre
ellos, pero movidos por un misterioso impulso, se olvidaron de su cansancio, de
sus largas horas de vuelo, de … Dios sabe cuantas cosas más, dieron media
vuelta y se dirigieron nuevamente hacia donde estaba yo y sin mas, empezaron
a descargar una caja tras otra, como si en ello les fuese la vida. Y eso era lo
que estaban haciendo, dar vida. Cada caja depositada en el suelo y repartida
titud, era VIDA. Durante los interminables minutos que duró
esta tarea, no pudieron por menos que pensar en su familia,
en sus hijos, que aquí en España, estaban en una cama
confortable, con buena calefacción, una nevera llena y con
casi todo aquello que pudieran desear. Nadie habló en este
tiempo. Con la última caja, volvieron su vista a esa fila
humana, buscando ese carrito descolorido. Ya no estaba. Habían vuelto a su
casa con su preciada carga. Ellos ya podían descansar, pero deseando que
pronto pudiesen volver a volar, llegar a casa, besar a su familia y contarles a
entre toda esa mul
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todos lo importante que era su trabajo, como pudieron ver ese día en esa carita
de grandes ojos oscuros.
Pero de todas las experiencias que hemos tenido por todo el mundo, la que
peor llevamos, la que nunca hemos podido superar ninguno de nosotros, es
cuando oímos este Himno, porque para mí es un Himno:
Cuando la pena nos alcanza, del compañero perdido.
Cuando el adiós dolorido, busca en la fe su esperanza.
En tu palabra confiamos con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz.
Canción "La muerte no es el final"
(Cesáreo Gabaraín, adaptación militar de Tomás Asiaín)
Cuando este Himno suena, ya sabemos que nuestro viaje de vuelta a España
es muy duro, ya que se canta en honor a los militares caídos en acto de
servicio y a nosotros nos toca llevarlos a casa, a España. Aquí he visto a todos,
Oficiales, Suboficiales, Tropa,…..
………..
………..
Me he quedado sin palabras.
Estoy en blanco desde hace mucho rato.
No sé como expresar con palabras los sentimientos que están en el corazón de
todos los presente en este doloroso momento, así que terminaré esta parte de
mi experiencia como integrante del Ejercito del Aire con un fragmento que se
lee en estos momentos y que creo que definen realmente estos sentimientos: Un tipo genial Página nº 14
Lo demandó el honor y obedecieron, lo requirió el deber y lo acataron;
con su sangre la empresa rubricaron con su esfuerzo la Patria redimieron
Bueno, tengo que recomponerme y seguir adelante. Tenemos una misión que
cumplir. ¿Te acuerdas?: "lo que sea, donde sea y cuando sea".
También tenemos momentos agradables y reconfortantes, y no solo me refiero
a cuando cumplimos con éxito una misión. En este caso me refiero a una muy
agradable visita que tuvimos hace unos meses.
Vino nada menos que ¡¡¡nuestro Rey!!!.
Quería visitar nuestra Base de Zaragoza y ¿a
que no sabes que avión eligió?. Si piensas en
los “yogurines”, te equivocas. Se vino conmigo.
Mi comandante y su tripulación estaban
encantados (yo, ni te cuento como estaba), sobre todo cuando le vimos vestido
con el uniforme del Ejército del Aire y una cazadora de vuelo, y sin mucho
preámbulo le dijo a mi comandante, para sorpresa de todos, que quería llevar
los mandos del avión.
Un honor, todo un honor para el comandante Lamas, para mí y para toda la
tripulación.
Un viaje inolvidable, donde demostramos alguna de nuestras habilidades como
el reabastecimiento en vuelo de dos cazas F-18, que repostaron 800 litros de
combustible a unos 15.000 pies de altura en unos cuatro minutos, a través de
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una manguera que les mandamos. Y para remate, nuestro Rey presenció el
salto que efectuaron, desde unos 7.000 pies, nueve paracaidistas de la EADA
(Escuadrón de Apoyo al
Despliegue Aéreo). Todo un
espectáculo. Hay que tener valor
para saltar desde tan alto, que
estamos hablando, para que me
entiendas, de un salto a 2.100 metros de altura. ¡impresionante!
Después de este magnifico viaje con el Rey, le enseñamos también nuestra
Base y especialmente el simulador de aterrizajes que sirve para que los pilotos
practiquen las tomas de tierra, especialmente en la localidad afgana de Qala i
Naw, donde España tiene una Unidad de Reconstrucción Provincial (PRT)
Como ves, mi vida en España y con el Ejercito del Aire es muy completa. No
me puedo quejar ni decir que sea aburrida.
Creo que hemos cumplido y cumpliremos bien nuestro trabajo.
Para terminar, en la tranquilidad de mi hangar, por las noches, si me preguntas
cómo me gustaría que terminase siempre nuestro trabajo. Pues con una simple
frase:
“Señores, MISIÓN CUMPLIDA, nos volvemos a casa”.
Esta es nuestra mayor recompensa, el trabajo bien hecho.
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A modo de despedida.
En estas líneas hemos tratado de rendir un pequeño homenaje al Ejército del
Aire, que desde el cielo cuida a España y a nosotros y por si fuese poco, sacan
horas para intentar ayudar "lo que sea, donde sea y cuando sea”.
Lo hemos personalizado en uno de sus aviones, el Hércules; quizás un gran
desconocido, pero importantísimo por su gran versatilidad y capacidad de
trabajo, y que está y estará en todas aquellas partes del mundo donde sea
requerida la presencia de España, transportando personal, ayuda humanitaria,
o simplemente correspondencia para nuestros soldados en el extranjero. No
obstante, nos hubiera gustado tener más líneas, y hablar de todas esas
personas (Oficiales, Suboficiales, Tropa, etc), hombres y mujeres de España,
que con su trabajo silencioso como mecánicos, controladores aéreos, técnicos
de mantenimiento, expertos en NBQ, técnicos de todo tipo, sin cuya
colaboración sería imposible que nuestros aviones surquen el aire en misiones
de vigilancia, defensa y ayuda, aunque creemos que de alguna manera están
presentes en estas líneas.
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