"hitler compró a los alemanes". götz aly

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VÍCTOR-M. AMELA “Hitler compró a los alemanes” N ació usted en el año... –1947. –Sus padres le engendraron acabada ya la guerra, pues. –Se casaron en 1942, cuan- do Alemania ganaba, pero a mí me engendra- ron con Hitler ya muerto. ¿Por qué? –¿Qué hacía su padre durante la guerra? –Ah, ya le veo... Pues es ilustrativo, la ver- dad: como otros diez millones de alemanes, ingresó en 1937 en el Partido Nacional Socia- lista Alemán de los Trabajadores. Tenía 25 años. Fue un ingreso tardío, de hecho... –¿Por qué tardío? –¡Porque el partido nazi lo formaba gente jovencísima! La dictadura nazi fue una dicta- dura juvenil: el nazismo cargaba contra la vieja clase gobernante, considerada caduca. –¿Su padre fue nazi? –Él dice que no. Se dejó llevar, como millo- nes de alemanes... Si habla hoy con mi padre o con millones como él, le dirán que ellos eran resistentes dentro del sistema... –¿Ah, sí? –Claro: todos le dirán que hacían lo que podían para impedir que pasaran cosas más graves. Y tampoco mienten... Cuando mi pa- dre se casó era soldado, y se casó sin unifor- me: “Fue para distanciarme”, arguye hoy... –¿Qué tal era la vida de un soldado hitle- riano? –¡Se les pagaba muy bien! Sus familias, por tanto, estaban encantadas. –¿Pese a la dictadura, pese a la guerra? –Sí: Hitler compró el estómago de los ale- manes, su complacencia, favoreciéndolos no- tablemente en su bienestar económico. –¿Un soborno masivo? Eso suena muy cru- do, ¿no? –Lo he estudiado a fondo: con Hitler, los alemanes vivieron muy bien. No pasaron hambre y gozaron de ventajas que les repor- taron gran prosperidad económica. –¿Qué tipo de ventajas? –El III Reich creó subvenciones por hijos, seguro de enfermedad gratuito para jubila- dos, beneficios fiscales para familias, condo- naciones de deudas a los arios... –¿Y de dónde salía tanto dinero público? –¡Del expolio de los países ocupados! Los altos funcionarios del Banco del Reich se des- plazaban a esos países para organizar su sa- queo. Las tropas alemanas, por ejemplo, se costeaban con las riquezas del país que ocu- paban. Y los soldados enviaban a sus fami- lias montones de paquetes –exentos de toda carga aduanera– de productos adquiridos a bajo precio a los conquistados... –Claro, entraba riqueza fácil... –No es que Hitler fuese un genio de la eco- nomía: es que rapiñó media Europa... ¡y tam- bién al 5% de su propia población, es decir, a los judíos alemanes! –No se limitó a exterminarlos, pues... –Primero los expolió. ¡El provecho econó- mico espoleó el holocausto! Un dato: la ex- propiación de bienes de judíos en el año fis- cal 1938-1939 ¡aportó a las arcas del Estado alemán unos ingresos adicionales del 9,5%! –Qué barbaridad... ¿Qué sabían los alema- nes de estos abusos y crímenes? La información no circulaba como hoy..., y si oían algo tendían a pensar: “Si el Estado lo hace, correcto será”. –Entonces..., ¿tiene un pueblo la dictadura que merece? –Sí: una dictadura no se sostiene largo tiempo sin un consenso subyacente. –No olvide la Gestapo, el terror... –Prácticamente no necesitó aplicarse... hasta después de 1942, momentos en que ya podía verse que la guerra se perdía. –¿Nadie se opuso seriamente a Hitler? –Sólo algunos círculos católicos, algún obispo... ¡hasta que se puso a bendecir armas en la guerra contra la URSS! Y socialistas y comunistas se acomodaron a la situación... ¡Les complacía el anticlericalismo de Hitler! –¿Y los obreros? –Se incrementó su posibilidad de ascenso social, les creó seguridad social, los alivió de impuestos... Hitler hacía pagar a los ricos..., que, de todos modos, se forraban. Y, sobre todo: Hitler formuló una utopía de un mun- do mejor que el alemán medio creyó. –Si Hitler se hubiese sometido a eleccio- nes..., ¿las habría ganado? –¿Cómo saberlo...? En 1935, su populari- dad estaba en su apogeo. Y quizá aún hubie- se ganado hasta 1941. En 1942, ya no: el con- fort alemán declinaba... –¿Qué pasaría hoy si Alemania tuviese que devolver todo lo que Hitler saqueó? –¡El Estado alemán quebraría! Ya acaba- da la guerra, funcionarios de la Hacienda de la RDA y de la RFA (con Helmut Schmidt) quemaron las actas de aquellos expolios... –Vaya... ¿De cuánto dinero hablamos? –A fecha de hoy supondría unos 230 mi- llardos de euros. En Francia ¡robaron el equi- valente al PIB de un año! Y el patrimonio de los judíos alemanes adinerados equivalía a medio presupuesto anual de Alemania... –La actual economía alemana ¿tiene una deuda con los nazis? –Pues sí. Su aparato productivo moderno se hereda de la Alemania nazi. También Po- lonia: allí florecerá una industria en torno al campo de Auschwitz... –Con una economía tan engrasada, ¿por qué perdió Alemania la guerra? –Por el ejército Rojo, por las tropas alia- das, por los partisanos... y gracias a Dios. –¿Cómo han reaccionado los alemanes an- te esta investigación económica suya? –A mi generación le cuesta aceptar que los crímenes del nazismo se perpetraron desde el corazón de la sociedad alemana. Ellos escu- chan la vida de sus padres y no ven muchos indicios que concuerden con mi relato. Pe- ro... ya le hablé antes mi padre, ¿no? PROVECHO Un directivo del Banco del Reich, colocado en el Banco Nacional de Grecia, vendió en la Bolsa de Atenas las doce toneladas de oro arrebatadas a los judíos de Salónica: con ese oro compró dracmas, y con ellos pagó a los soldados alemanes en Grecia... Episodios como éste son los que documenta y cuantifica Aly en su estudio, publicado en ‘La utopía nazi’ (Crítica), libro explícitamente subtitulado ‘Cómo Hitler compró a los alemanes’. Leer que los jerarcas nazis actuaban menos por criterios ideológicos que recaudatorios (para, de paso, enriquecerse ellos mismos) no altera la magnitud de la vileza, sólo la ilumina con una tétrica y fría luz: la del provecho económico para el grueso de una complaciente sociedad. Alemania se mira en el espejo. DANI DUCH GÖTZ ALY HISTORIADOR ALEMÁN Tengo 58 años, nací en Heidelberg y vivo entre Berlín y Frankfurt. Soy profesor del Instituto Fritz Bauer de Frankfurt, donde dirijo una investigación sobre el holocausto. Estoy casado y tengo 4 hijos, de 36 a 26 años. ¿Política? Soy de la generación del 68, y hoy cambio mucho de voto. Soy un protestante alemán corriente y moliente 4470 1 MIÉRCOLES, 5 ABRIL 2006

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"No es que Hitler fuese un genio de la economía: es que rapiñó media Europa... ¡y también al 5% de su propia población, es decir, a los judíos alemanes! (...) Primero los expolió. ¡El provecho económico espoleó el holocausto! Un dato: la expropiación de bienes de judíos en el año fiscal 1938-1939 ¡aportó a las arcas del Estado alemán unos ingresos adicionales del 9,5%! (...) La información no circulaba como hoy..., y si oían algo tendían a pensar: “Si el Estado lo hace, correcto será”."

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Page 1: "Hitler compró a los alemanes". Götz Aly

VÍCTOR-M. AMELA

“Hitler compróa los alemanes”

Nació usted en el año...

–1947.–Sus padres le engendraron

acabada ya la guerra, pues.–Se casaron en 1942, cuan-

do Alemania ganaba, pero a mí me engendra-ron con Hitler ya muerto. ¿Por qué?

–¿Qué hacía su padre durante la guerra?–Ah, ya le veo... Pues es ilustrativo, la ver-

dad: como otros diez millones de alemanes,ingresó en 1937 en el Partido Nacional Socia-lista Alemán de los Trabajadores. Tenía 25años. Fue un ingreso tardío, de hecho...

–¿Por qué tardío?–¡Porque el partido nazi lo formaba gente

jovencísima! La dictadura nazi fue una dicta-dura juvenil: el nazismo cargaba contra lavieja clase gobernante, considerada caduca.

–¿Su padre fue nazi?–Él dice que no. Se dejó llevar, como millo-

nes de alemanes... Si habla hoy con mi padreo con millones como él, le dirán que elloseran resistentes dentro del sistema...

–¿Ah, sí?–Claro: todos le dirán que hacían lo que

podían para impedir que pasaran cosas másgraves. Y tampoco mienten... Cuando mi pa-dre se casó era soldado, y se casó sin unifor-me: “Fue para distanciarme”, arguye hoy...

–¿Qué tal era la vida de un soldado hitle-riano?

–¡Se les pagaba muy bien! Sus familias,por tanto, estaban encantadas.

–¿Pese a la dictadura, pese a la guerra?–Sí: Hitler compró el estómago de los ale-

manes, su complacencia, favoreciéndolos no-tablemente en su bienestar económico.

–¿Un soborno masivo? Eso suena muy cru-do, ¿no?

–Lo he estudiado a fondo: con Hitler, losalemanes vivieron muy bien. No pasaronhambre y gozaron de ventajas que les repor-taron gran prosperidad económica.

–¿Qué tipo de ventajas?

–El III Reich creó subvenciones por hijos,seguro de enfermedad gratuito para jubila-dos, beneficios fiscales para familias, condo-naciones de deudas a los arios...

–¿Y de dónde salía tanto dinero público?–¡Del expolio de los países ocupados! Los

altos funcionarios del Banco del Reich se des-plazaban a esos países para organizar su sa-queo. Las tropas alemanas, por ejemplo, secosteaban con las riquezas del país que ocu-paban. Y los soldados enviaban a sus fami-lias montones de paquetes –exentos de todacarga aduanera– de productos adquiridos abajo precio a los conquistados...

–Claro, entraba riqueza fácil...–No es que Hitler fuese un genio de la eco-

nomía: es que rapiñó media Europa... ¡y tam-bién al 5% de su propia población, es decir, alos judíos alemanes!

–No se limitó a exterminarlos, pues...–Primero los expolió. ¡El provecho econó-

mico espoleó el holocausto! Un dato: la ex-propiación de bienes de judíos en el año fis-cal 1938-1939 ¡aportó a las arcas del Estadoalemán unos ingresos adicionales del 9,5%!

–Qué barbaridad... ¿Qué sabían los alema-nes de estos abusos y crímenes?

–La información no circulaba como hoy...,y si oían algo tendían a pensar: “Si el Estadolo hace, correcto será”.

–Entonces..., ¿tiene un pueblo la dictaduraque merece?

–Sí: una dictadura no se sostiene largotiempo sin un consenso subyacente.

–No olvide la Gestapo, el terror...–Prácticamente no necesitó aplicarse...

hasta después de 1942, momentos en que yapodía verse que la guerra se perdía.

–¿Nadie se opuso seriamente a Hitler?–Sólo algunos círculos católicos, algún

obispo... ¡hasta que se puso a bendecir armasen la guerra contra la URSS! Y socialistas ycomunistas se acomodaron a la situación...¡Les complacía el anticlericalismo de Hitler!

–¿Y los obreros?–Se incrementó su posibilidad de ascenso

social, les creó seguridad social, los alivió deimpuestos... Hitler hacía pagar a los ricos...,que, de todos modos, se forraban. Y, sobretodo: Hitler formuló una utopía de un mun-do mejor que el alemán medio creyó.

–Si Hitler se hubiese sometido a eleccio-nes..., ¿las habría ganado?

–¿Cómo saberlo...? En 1935, su populari-dad estaba en su apogeo. Y quizá aún hubie-se ganado hasta 1941. En 1942, ya no: el con-fort alemán declinaba...

–¿Qué pasaría hoy si Alemania tuviese quedevolver todo lo que Hitler saqueó?

–¡El Estado alemán quebraría! Ya acaba-da la guerra, funcionarios de la Hacienda dela RDA y de la RFA (con Helmut Schmidt)quemaron las actas de aquellos expolios...

–Vaya... ¿De cuánto dinero hablamos?–A fecha de hoy supondría unos 230 mi-

llardos de euros. En Francia ¡robaron el equi-valente al PIB de un año! Y el patrimonio delos judíos alemanes adinerados equivalía amedio presupuesto anual de Alemania...

–La actual economía alemana ¿tiene unadeuda con los nazis?

–Pues sí. Su aparato productivo modernose hereda de la Alemania nazi. También Po-lonia: allí florecerá una industria en torno alcampo de Auschwitz...

–Con una economía tan engrasada, ¿porqué perdió Alemania la guerra?

–Por el ejército Rojo, por las tropas alia-das, por los partisanos... y gracias a Dios.

–¿Cómo han reaccionado los alemanes an-te esta investigación económica suya?

–A mi generación le cuesta aceptar que loscrímenes del nazismo se perpetraron desdeel corazón de la sociedad alemana. Ellos escu-chan la vida de sus padres y no ven muchosindicios que concuerden con mi relato. Pe-ro... ya le hablé antes mi padre, ¿no?

P R O V E C H OUn directivo del Banco del

Reich, colocado en el Banco

Nacional de Grecia, vendió en

la Bolsa de Atenas las doce

toneladas de oro arrebatadas a

los judíos de Salónica: con ese

oro compró dracmas, y con

ellos pagó a los soldados

alemanes en Grecia... Episodios

como éste son los que

documenta y cuantifica Aly en

su estudio, publicado en ‘La

utopía nazi’ (Crítica), libro

explícitamente subtitulado

‘Cómo Hitler compró a los

alemanes’. Leer que los jerarcas

nazis actuaban menos por

criterios ideológicos que

recaudatorios (para, de paso,

enriquecerse ellos mismos) no

altera la magnitud de la vileza,

sólo la ilumina con una tétrica

y fría luz: la del provecho

económico para el grueso de

una complaciente sociedad.

Alemania se mira en el espejo.

DANI DUCH

G Ö T Z A L YHISTORIADOR ALEMÁN

Tengo 58 años, nací en Heidelberg y vivo entre Berlín y Frankfurt.

Soy profesor del Instituto Fritz Bauer de Frankfurt, donde dirijo una

investigación sobre el holocausto. Estoy casado y tengo 4 hijos, de 36

a 26 años. ¿Política? Soy de la generación del 68, y hoy cambio

mucho de voto. Soy un protestante alemán corriente y moliente

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