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EVITAR Después de la cuarta ronda de tequila alguien propuso el juego de "La verdad o se atreve". Pocos se atrevieron y algunos mintieron un poco. Los dueños de Attika solían reunirse para tomar cerveza y jugar cartas. Esa semana tocaba en el apartamento de Armando, quien extrañamente insistió en invitar a otras personas: la novia, la amiga o la prima... Él invitó a la de turno, turno que solía cambiar muy a menudo. Cuando llegó el momento de que Paola jugará, tratando de evitar preguntas incómodas, ella se atrevió y luego, se arrepintió. ¿A quién se le había ocurrido proponer como prueba que le diera un beso a Armando? ¿Por qué a él? ¿No podía ser a cualquier otro?... Su actitud relajada y divertida cambió, se torno rígida y silenciosa. Armando sonrió disimuladamente. Ella se negó excusándose en Martin, quien no percibió nada. Juan notó algo en Paola que interpretó como culpa, pero dejó esa idea de lado y se comió otro nacho con guacamole. Paola se hubiera atrevido, con cualquier otro, pero no con él; no con él, porque los otros podrían notar todas las ganas que se tenían.

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Se pueden escribir miles de historias en dias normales

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EVITAR

Después de la cuarta ronda de tequila alguien propuso el juego de "La verdad o se atreve". Pocos se atrevieron y algunos mintieron un poco.Los dueños de Attika solían reunirse para tomar cerveza y jugar cartas. Esa semana tocaba en el apartamento de Armando, quien extrañamente insistió en invitar a otras personas: la novia, la amiga o la prima... Él invitó a la de turno, turno que solía cambiar muy a menudo.Cuando llegó el momento de que Paola jugará, tratando de evitar preguntas incómodas, ella se atrevió y luego, se arrepintió. ¿A quién se le había ocurrido proponer como prueba que le diera un beso a Armando? ¿Por qué a él? ¿No podía ser a cualquier otro?... Su actitud relajada y divertida cambió, se torno rígida y silenciosa.Armando sonrió disimuladamente. Ella se negó excusándose en Martin, quien no percibió nada. Juan notó algo en Paola que interpretó como culpa, pero dejó esa idea de lado y se comió otro nacho con guacamole. Paola se hubiera atrevido, con cualquier otro, pero no con él; no con él, porque los otros podrían notar todas las ganas que se tenían.

LA AUDICION

Cuando conoces algo, o mejor dicho a alguien, que te gusta, tus sentidos se despiertan y tienes la capacidad de percibir cada uno de sus detalles: el tono exacto de sus ojos, las líneas casi perfectas de su rostro, el juego en la acomodación de sus dientes, el brillo de la luz impactando en el pequeño arete de su oreja. Pero al mismo tiempo es como si apagaran las luces en el resto del mundo: no escuchas voces ajenas, todo fuera de ella es oscuro y nada más existe en ese instante.Eso sintió Juan la tarde que conoció a Sofía en la audición un tanto improvisada que habían instalado en Attika para seleccionar a la nueva vocalista de la banda que querían montar.Juan no vio a nadie más esa tarde, como si estuviesen en una cápsula, en un pequeño universo, donde sólo estaban ella y él, desde su rincón, admirándole; envuelto en la ternura de sus ojos, en la dulzura de su sonrisa, en sus movimientos pausados, seguros y serenos.Luego la escuchó cantar y se enamoró para siempre.

RECUERDOS

Su mamá decía que tenía una obsesión ridícula por los pobres, que desde pequeña había tenido que luchar contra su mal gusto. Una vez, cuando tenía 18, salió con el amigo de un amigo, él sólo estuvo en la puerta de su casa por escasos dos minutos, tiempo suficiente para que al día siguiente Doña Eugenia sentenciará: Ese muchacho no me gusta, ¡tiene cara de pobre!Ahora Mariana sonríe con ese recuerdo mientras abraza a Raúl. Había terminado casada con un elegante millonario importado del viejo continente, y semanas después de la insípida luna de miel se encontró, en un supermercado del norte, con el pobre de hacia cinco años; desde entonces lo abraza cada jueves, mientras Luciano disfruta, las supuestas salidas al cine de su esposa, siendo dominado por su Maítresse.

ASESORIAS

"Si uno se robara todos los besos de los que se antoja..." pensó Martin mientras pretendía escuchar a Susana. Él le había pedido una asesoría que realmente no necesitaba; eran las 7:53 p.m. y le frustraba que aún a esa hora hubiesen tantas personas en la Facultad. Ella percibía la distancia de Martin: aunque no dejaba de mirarla era como si no la estuviese escuchando; y como no quería adivinar sus pensamientos, trató de meterse en el libro mientras le leía el caso del capítulo 3.Susana sentía cómo sus mejillas ardían y un par de veces tuvo que hacer pausas para beber agua y respirar. Se sentía absurdamente incómoda en su presencia, y aun así había pasado casi una hora en el auto esperando para verlo... "te quedaste por cuestiones académicas, no para verlo", se repetía. Los dedos de Martin levemente apoyados sobre los suyos interrumpieron sus pensamientos. Él quiso decir algo, ocho segundos después ella retiró su mano, tomó sus cosas y le deseó buenas noches. De nuevo, él quiso decir algo, y sólo susurró "Buenas noches" agachando la mirada mientras ella a sus espaldas se alejaba.Entonces escuchó su voz "...tal vez otro día, en otro lugar".

ROMPECABEZAS

Se sentó durante tres días, acompañada por dos botellas de vino, frente a la mesa de madera que era de su abuela y que suele estar en el balcón de su habitación junto a la silla coja que también heredó de ella seis años atrás.Lina encajó cada una de las mil piezas pensando sólo en las líneas y colores del rompecabezas que ilustraba un paisaje remoto al atardecer, con calles estrechas y pálidas casas de techos muy altos; una barca solitaria se mecía al fondo sobre el agua apacible y en frente dos niños jugaban al lado de una mujer que pasaba con vestido y sombrilla de color azul claro.Cuando terminó dio un vistazo bajo la mesa buscando la ficha que faltaba justo en medio del vestido azul; la buscó nuevamente sólo para satisfacer esa necesidad propia de asegurarse de las cosas una y otra vez, pero desde 113 fichas atrás sabía que el cuadro estaba incompleto. Lo contempló en silencio y sintió que también a ella le faltaba una pieza.Lo dejó sobre la mesa donde lo observaba mientras se tomaba el café en las mañanas y acariciaba a Manolo. Tres meses después conoció a María, guardó el rompecabezas en la caja original y se lo regaló a su sobrina Juliana, quien seguramente lo destrozaría tres veces antes de darse cuenta de que le faltaba la ficha azul.