historia regional contemporanea

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PRIMERAS JORNADAS DE HISTORIA REGIONAL COMPARADA Nacionalismo y región en el pensamiento autoritario- revisionista de Argentina y Brasil Jauregui Aníbal Méndez Liliana Stortini Julio Durante el período de entreguerras se expandieron por el mundo diversos sistemas ideológicos, a los que se ha calificado de nacionalistas de derecha. Las características que los distinguían fueron el común rechazo a la trayectoria liberal precedente, una concepción sustancialista de la Nación (con la recusación de todo aquello considerado ajeno a ese sustancia) y el reconocimiento del papel estratégico del Estado como mecanismo articulador del orden y la armonía sociales. Muchas veces sus rasgos comunes hicieron que fueran reducidos a la unidad cuando escondían diferencias cualitativas de significación. Sin embargo, tenían algo que los identificaba: todas ellas eran la expresión de una crisis de valores, de creencias, de referencias que se haría sentir, tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo, por más de media centuria. Entre estas diversas expresiones, a las que podemos definir como agrupaciones, o corrientes, de intelectuales que se influían mutuamente, encontramos a las que germinaron en la Argentina y el Brasil. La diversidad no está dada sólo por la pertenencia a dos países diferentes sino también dentro de cada uno de ellos, vemos que existían diferencias de relieve entre los intelectuales ubicados en estas corrientes. Inmersa en este espacio del mundo de las ideas de ambos países, esta ponencia bucea en aquellos aspectos del pensamiento de la derecha autoritaria argentina y brasileña específicamente relacionados al problema regional. Ya hemos sostenido implícitamente que este pensamiento se presentaba como una “ideología de Estado” 1 , cuya finalidad más ostensiva estribaba en colocar al Estado en el centro del quehacer social. Pero desde ya el fortalecimiento del Estado no era un fin en sí sino una forma de poner en evidencia la existencia de un sujeto nacional. Con obvias diferencias respecto a la antagónica concepción marxista, también era una 1 Lamounier Bolivar, “Brasil. La formación de un pensamiento político autoritario en la Primera República: una interpretación” en Desarrollo económico , n° 62, jul-sept 1976, p. 256.

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ponencia de Historia Regional Contemporánea que analiza el pensamiento autoritario en Brasil

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  • PRIMERAS JORNADAS DE HISTORIA REGIONAL COMPARADA

    Nacionalismo y regin en el pensamiento autoritario-revisionista de Argentina y Brasil

    Jauregui Anbal Mndez Liliana Stortini Julio

    Durante el perodo de entreguerras se expandieron por el mundo diversos sistemas ideolgicos, a los que se ha calificado de nacionalistas de derecha. Las caractersticas que los distinguan fueron el comn rechazo a la trayectoria liberal precedente, una concepcin sustancialista de la Nacin (con la recusacin de todo aquello considerado ajeno a ese sustancia) y el reconocimiento del papel estratgico del Estado como mecanismo articulador del orden y la armona sociales. Muchas veces sus rasgos comunes hicieron que fueran reducidos a la unidad cuando escondan diferencias cualitativas de significacin. Sin embargo, tenan algo que los identificaba: todas ellas eran la expresin de una crisis de valores, de creencias, de referencias que se hara sentir, tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo, por ms de media centuria. Entre estas diversas expresiones, a las que podemos definir como agrupaciones, o corrientes, de

    intelectuales que se influan mutuamente, encontramos a las que germinaron en la Argentina y el Brasil.

    La diversidad no est dada slo por la pertenencia a dos pases diferentes sino tambin dentro de cada uno

    de ellos, vemos que existan diferencias de relieve entre los intelectuales ubicados en estas corrientes.

    Inmersa en este espacio del mundo de las ideas de ambos pases, esta ponencia bucea en aquellos aspectos del pensamiento de la derecha autoritaria argentina y brasilea especficamente relacionados al problema

    regional.

    Ya hemos sostenido implcitamente que este pensamiento se presentaba como una ideologa de Estado1, cuya finalidad ms ostensiva estribaba en colocar al Estado en el centro del quehacer social. Pero desde ya el fortalecimiento del Estado no era un fin en s sino una forma de poner en evidencia la existencia de un sujeto nacional. Con obvias diferencias respecto a la antagnica concepcin marxista, tambin era una

    1 Lamounier Bolivar, Brasil. La formacin de un pensamiento poltico autoritario en la Primera

    Repblica: una interpretacin en Desarrollo econmico, n 62, jul-sept 1976, p. 256.

  • concepcin instrumentalista del Estado en el que ste deba fortalecerse para servir a una Nacin, de la cual era expresin suprema. Esta relevancia absoluta del objeto Estado ha sido fuertemente identificado por la historiografa brasilea con la imagen hobessiana del Leviathan. Sin ser este problema el nudo de nuestro anlisis, basta decir aqu que esta preocupacin ostensiva con el tema del poder hobessiano del Estado naca de la genuina preocupacin por identificar las races histricas del autoritarismo brasileo, claramente dominante en el perodo 1964-1985. La reflexin sobre el poder, con obvias influencias weberianas, no parta de analizar el rol poltico de las fuerzas armadas sino el monopolio del ejercicio del poder por las elites estatales dominantes desde los tiempos del Emperador. Por el contrario, en Argentina el hobessianismo ha sido mucho menos significativo como causal apuntada del autoritarismo, porque este ha sido generalmente considerado como resultado de la incapacidad de la sociedad de resolver el conflicto social dentro del marco democrtico. El nacionalismo ha sido descripto, entre otros autores por Hobsbawm, como una de las grandes invenciones del siglo XIX. La idea de invencin trae aparejada la de una creacin artificial, no espontnea, de vnculos comunes que se convierten en naturales por quienes son comprendidos por ellos. Cmo afectaba el federalismo a la construccin de este artefacto? Como los vnculos nacionales son canalizados y expresados por el Estado, el federalismo como doctrina poltica y corriente histrica subyacente, pasa a ser percibido lgicamente como un fenmeno problemtico por el grupo de inventores del pensamiento nacionalista, ya que significa dispersar el sujeto y el objeto del nacionalismo. Esto era particularmente as en la Argentina y Brasil, que recibieron al federalismo como herencia importada de los Estados Unidos. La doctrina federal parta de la compatibilizacin de dos principios, descriptos por Alexis de Tocqueville en su famoso La democracia en Amrica, de la centralizacin poltica y la descentralizacin administrativa. El problema que presentaba el federalismo sudamericano, y esto fue remarcado por los pensadores autoritarios brasileos, radicaba en que las tradiciones polticas locales llevaban a una descentralizacin poltica y administrativa, con la consiguiente prdida del sentido nacional. Hoy sabemos que - al contrario de lo que sostena la denominada teora emanacionista de la ideologa -

    las ideas no emanan de la clase social, que tienen, por lo tanto, su historia y su lgica autnomas. En ambos pases encontramos una corriente de pensadores que aparecieron en la segunda dcada del siglo

    XX y que cuestionaban el ordenamiento socioeconmico liberal dominantes en ambos pases. Sin

  • embargo es necesario hacer desde ya varias salvedades para analizar las posibles convergencias entre

    ambos. En primer lugar en Brasil, estos pensadores, cuyo antecesor puede ser Alberto Torres y sus

    expresiones ms trascendentes estuvieron representados por Francisco Campos, Alceu Amoroso Lima,

    Oliveira Viana y Azevedo Amaral, se caracterizaran por la defensa explcita de un orden poltico basado en la centralizacin y el fortalecimiento del Estado federal por medio de metodologa autoritaria. Estos

    autores se oponan a la actitud nacionalista denominada ufanista que fincaba la Nacin en las

    particularidades de la geografa y las peculiaridades de la poblacin.

    En la Argentina el nacionalismo tuvo por preocupacin principal el reconocimiento de una personalidad propia, particular, diferenciada del inmenso enjambre migratorio, que le mezquinaba una identidad reconocible en el concierto de los pueblos del mundo. Ricardo Rojas fue uno de sus precursores de esta bsqueda identitaria aunque no compartiera con sus sucesores, Leopoldo Lugones, Julio Irazusta, Carlos Ibarguren, Juan Carulla, Font Ezcurra, por citar algunos, su predileccin por los gobiernos autoritarios. Podemos entrever las diferencias entre ambos nacionalismos al observar su configuracin, esto es la

    forma en que se agrupaban las corrientes intelectuales de este sector en ambos pases. La configuracin de la derecha nacionalista en el Brasil est curiosamente dotada de tres polos:

    1. Polo cientificista de raz positivista. Aqu se congregaban intelectuales que consideraban a la realidad

    social como resultado de un fenmeno evolutivo regulado por leyes naturales. Entre ellos

    consideramos a dos autores de los ms citados: Antonio Jose do Azevedo Amaral y Franciso Jos de Oliveira Viana.

    2. Polo catlico. Este ncleo consideraba a la nacin originada en la comn pertenencia aun credo

    religioso. Este grupo giraba en torno al peridico A Ordem y al Centro Dom Vital. Sus ms conocidos representantes fueron Jackson de Figueiredo y Alceu Amoroso Lima, alias Tristo de Atade.

    3. Polo fascista.. Este est casi totalmente ocupado por el integralismo, expresin clara de la derecha

    antiliberal. Encontramos como sus principales exponentes al dirigente mximo del integralismo,

    Plinio Salgado pero tambin estn en l Miguel Reale y Gustavo Barroso. La derecha nacionalista argentina tiene una configuracin distinta:

    1. Polo catlico: aqu se reunan los intelectuales que orbitaban en torno a la revista Criterio,

    equivalente argentina de A Ordem. Julio Meinvielle, Gustavo Franceschi, Cesar Pico, Toms Casares estaban en esta lista

    2. Polo fascista entre quienes podemos ubicar a Juan Carulla, Enrique Oss. Roberto de Laferrere y

    Leopoldo Lugones.

    3. Corriente neorrepublicana. Integrada por los integrantes de La Nueva Repblica, cuyas figuras ms significativas fueron Julio y Rodolfo Irazusta, Ernesto Palacio, Mario Amadeo2.

    2 Beired Jose Luis Bendicho, Autoritarismo e nacionalismo: o campo intelectual da nova direita no Brasil

    e na Argentina (1914- 1945), Tese de doutorado apresentada ao Departamento de Histria da Faculdade

  • Creemos que el anlisis somero de las respectivas configuraciones demuestra la ausencia en Argentina de

    este componente cientificista y positivista que s est presente en el Brasil.

    Fue este sector de pensamiento el que nos parece de mayor relieve e influencia en la trayectoria del autoritarismo poltico brasileo. Por otra parte se entronca claramente con una raz ms profunda del

    positivismo que se adverta a s mismo como una tentativa de construccin de la realidad a partir de

    premisas civilizatorias indiscutibles. Valga como elemento de raigambre con la realidad el hecho de que

    de este mismo positivismo, aunque de su veta riograndense haba mamado Getlio Vargas, discpulo fiel de Julio de Castilhos.

    En la Argentina por el contrario, si inicialmente encontramos en los jvenes nacionalistas de La Nueva Repblica una clara vocacin poltica, la participacin en el golpe de Estado de septiembre de 1930 y el rumbo, decepcionante para ellos, que tomaran los acontecimientos polticos, los hicieron desistir de la militancia poltica inmediata, para dedicarse en gran medida a la investigacin histrica y social. Esta

    reorientacin de su actividad justifica el nombre de revisionismo histrico con el que se conoce a esta corriente. Aunque este nombre no haga justicia a la amplitud de sus inquietudes, revela cual era el sentido principal de su trabajo.

    ESTADO, NACIN Y REGIN EN EL BRASIL

    Desde fines del siglo pasado, se instalaba en el Brasil la pregunta sobre la identidad nacional brasilea, la

    cuestin nacional. 3. La literatura especializada insiste en mencionar como una de las caractersticas de este primer nacionalismo al ufanismo, esto es, a la vanidad nacional basada en la geografa, en el

    esplendor de la naturaleza, en el indigenismo, entre otros. Pero, como hablar de una identidad nacional, en

    un pas tan inmenso, surcado por tantos accidentes geogrficos, conviviendo humanos provenientes de

    todas las latitudes y continentes: el tup-guaran americano, el negro africano y el portugus, alemn o italiano europeo e incluso, el japons del Extremo Oriente. Cmo pensar en esa identidad cuando lo que se perciba era que predominaba claramente la diversidad?

    La Primera Guerra Mundial y la Gran Crisis desataron las pasiones nacionalistas en todo el mundo y esto

    impuls al gigante sudamericano a una bsqueda interrogativa sobre la nacionalidad, una bsqueda que fue emprendida por una gran parte de su intelectualidad, an aquella que no comparta la visin

    autoritaria y de derecha de los denominados nacionalistas. Entre ellos, el gran historiador Sergio Buarque

    de Hollanda que, con sus Razes do Brasil, inauguraba una indagacin sobre la nacionalidad a partir de los trazos culturales multidireccionales que haban definido la civilizacin brasilea. Esta ltima idea, que era al mismo tiempo el nombre de la monumental obra histrica que dirigiera, estaba aludiendo al Brasil

    de Filosofa, Letras e Ciencias Humanas da Universidade de So Paulo, sob a orientaco de Maria Ligia Coelho Prado, SP. 1996, p. 19. 3 Vase Oliveira Lcia Lippi, A questo nacional na Primeira Repblica, So Paulo, Editora Brasiliense,

    1990 y Freyre Gilberto, "A influencia poltica sobre a evoluo social, intelectual e artstica do Brasil", en Cultura Poltica,I: 5, julio 1945.

  • como un continente abarcador de una multiplicidad de contenidos.Las races del Brasil tambin estaban

    siendo procuradas por Gilberto Freyre quien en Casa Grande e senzala, situara su origen en las relaciones patriarcales de la fazenda y del engenho. Sin embargo, quienes mejor representan esta reflexin nacionalista son los pensadores autoritarios surgidos en las dos ltimas dcadas de la Primera Repblica. Estos hombres se habran de caracterizar por

    tener una relacin directa o indirecta con el Estado y esto posicin profesional reforzaba el componente

    ideolgica estatlatra fuertemente presente en su ideario. No puede sorprender entonces que esta corriente

    se inclinara abiertamente por el Estado como elemento de integracin social4. Como sntesis inicial de sus posturas, consideraban que el mal de la Repblica brasilea radicaba en el transplante al suelo brasileo

    de instituciones nacidas en otras realidades, para otras culturas polticas.

    Tal vez el ms notable de todos estos intelectuales fuera Francisco de Oliveira Viana para quien el

    paradigma de la copia estaba en la Constitucin de 1891 que buscaba desarrollar en el Brasil las instituciones del self government norteamericano. Sin embargo, en vez de esto, este constitucionalismo importado slo reforz las tendencias centrfugas subyacentes en la realidad brasilea desde el ao

    1500. La adopcin de la tcnica liberal de reforma poltica que da al pueblo la libertad de dirigir su vida colectiva degener en un Estado anarquizado y en la imposibilidad de adquirir una conciencia colectiva

    en la que se podra fundamentar el progreso de Brasil como Nacin. En consecuencia, slo una tcnica

    autoritaria de reforma poltica permitira al Estado encontrar los mecanismos que permitieran alcanzar esa

    conciencia colectiva.

    Uno de los males que trajo este liberalismo mal entendido ya que era apto para los pases anglosajones que tenan una mayor y mejor educacin poltica (an en los analfabetos - era el municipalismo. Esta tendencia a institucionalizar la autonoma de las ciudades y el poder desafiante de los caudillos locales se

    observa a lo largo de la historia pero su etapa de despegue se ubicaba en la Regencia durante la minora de Pedro II. La posterior emergencia de la provincia si bien debilit este cncer municipal, vino a crear

    otro obstculo al poder central. Los apstoles del liberalismo lo consideraban la ltima palabra del

    progreso poltico. El municipalismo, sin embargo, no sirve a la democracia, la libertad o el derecho sino

    slo a los instintos irreductibles del caudillismo local, a los intereses centrfugos del provincialismo, a la dispersin rural, a la incoherencia, a la disociacin, al aislamiento, al patriarcalismo colonial5.El peligro

    de la democracia resida principalmente en que esto iba a acentuar la disociacin regional. La ambigedad

    radica aqu en que estos fenmenos que expresaban la realidad tradicional eran considerados

    positivamente como factores identificatorios del sentir nacional, de la sociabilidad brasilea. Esta sociabilidad estaba determinada por la predominancia de un tipo antropolgico de brasileo nacido del

    aporte decisivo del hombre blanco europeo. Tanto el negro como el indgena y en este ltimo se

    separaba de P. Salgado no haban generado aportes de significacin a la civilizacin brasilea. Pero el

    hecho de existiera una tipo antropolgico (que se corresponda con un tipo psicolgico) que recorra todo su espacio continental, era el fundamento biolgico a la aspiracin nacional. La consolidacin psicolgica

    definitiva se alcanzara cuando se completara el blanqueamiento de la poblacin negra e indgena.

    4 Beired, op. cit., p. 264

    5 Oliveira Viana , Evoluco do povo brasileiro, Rio de Janeiro, Jos Olympio, 193, p. 295.

  • En que se fundaba el regionalismo, el particularismo? Obviamente en la vastedad geogrfica, a la baja densidad demogrfica y a la escasez de medios de transportes. Pero tambin en la incapacidad de la

    configuracin estatal para resolver estos problemas. Slo el gobierno central, la nica autoridad que por

    su propia naturaleza tiene inters en hacerlo, poda hacerlo a travs de la comunicacin directa el desarrollo ferroviario, la navegacin interior, por la multiplicacin de los medios de comunicacin como

    correos, telfonos, telgrafos y de la comunicacin indirecta representada por el incremento

    poblacional, el crecimiento urbano, en suma la colonizacin intensiva y sistemtica. Uno y otro apuntan a

    la eliminacin de lo que llama la fuerza del desierto6. En la prctica existe diversas comunidades, clases, grupos, regiones y ciudades que no pueden ser contenidas en un continuum social. El estudio de las personalidades regionales era el mecanismo cientfico necesario para poder aspirar a comprender el

    Brasil global. Como expresin de esta tarea, naci el famoso Populaces Meridionais do Brasil. El pensamiento autoritario se defina claramente a favor de la diferenciacin entre el pas legal y el pas real. El divorcio entre ambos haba nacido a partir de la pretensin de los constitucionalistas entre los que

    se contaba Rui Barbosa, que haban pretendido aplicar al Brasil frmulas jurdicas nacidas en otros escenarios sociales. En el Brasil de la Primeira Repblica, federalista y liberal eran casi sinnimos, ya que en la prctica la adopcin de las instituciones del republicanismo liberal significaba el fortalecimiento de

    las autonomas estaduales. As lo considera Viana refirindose a Francisco de S y la formacin del

    Estado de Acre, en una regin carente de las condiciones mnimas para el establecimiento de un gobierno

    propio, por su aislamiento, reciente incorporacin a la federacin brasilea, escasa poblacin y abundancia aventureros. Fui liberal - deca S en un reconocimiento postrero de su error en aquel

    momento. a impresso que me do estes construtores de Constituces de uma congregaco de logiciens, que raciocinam sobre expresses tcnicas do Direito Pblico como matemticos sobre sinais algbricos7. La inclusin de la masa de la poblacin en estas instituciones liberales importadas slo haca agravar sus

    carencias. En principio, todos estos autores despreciaban la democracia y exageraban los males que

    podran provenir del ejercicio del sufragio. Viana considera que temos utilizado, con excessiva prodigalidade o sufrgio universal8. La visin de la poltica era de que el sufragio deba ser manejado por ciudadanos capaces de manejar este rgimen. Para Brasil la experiencia haba demostrado que incluso en las municipalidades la democracia nunca funcion correctamente. En la realidad, slo haban

    gobernado las oligarquas. El pueblo-masa nunca gobern verdaderamente. En la etapa republicana se

    intent el gobierno democrtico del pueblo masa, a travs de la constitucin de gobiernos municipales, estaduales y central por la eleccin directa y por el sufragio universal, agravando los males del

    6 Oliveira Viana, Evolucoop.cit. p. 309. Es notable que estas preocupaciones se encuentran en la

    misma lnea que haba recorrido Sarmiento en el Facundo y aunque otorgndole a este regionalismo un

    factor de disociacin. Pero esta disociacin era un factor de retraso econmico, aunque es lgico suponer

    que la preocupacin no estaba en el desarrollo econmico privado sino en la economa como fundamento de la comunidad nacional presidida por el Estado.

    7 Viana Oliveira, , Instituces polticas brasileiras, Niteri, EDUFF, 1987, p. 24.

    8 Viana Oliveira, Instituces, p. 139.

  • federalismo. Un anlisis sensato de la realidad llevaba a que: o sufrgio universal e o sufrgio igual anticientfico quando aplicado sistemticamente a nosso povo9.Desde esta perspectiva, la nocin de Pueblo Soberano, que tanto atraa a figuras como Rui Barbosa, eran generalidades abstractas, intiles a la

    hora de operar en la construccin de un aparato poltico eficiente. La Repblica, organizada por la Constitucin de 1891 crea una historia de veinte particularidades, correspondientes a otros tantos miembros de la Federacin10. Se supona que estas particularidades

    provenan de las diferencias de conformacin fsica, cultural y econmica de cada Estado, cuya expresin

    jurdica ser la constitucin estadual. Ahora bien, Oliveira Viana nos advierte que quien busque originalidad en las constituciones escritas de cada uno de los estados no va encontrar, salvo la de Rio

    Grande del Sur, ms que un modelo predominante comn a todas ellas. Y en ellas se advierte la tendencia

    a reforzar los poderes del Ejecutivo en detrimento de las cmaras legislativas y los municipios. En consecuencia, al interior de cada una de estas unidades federativas exista un proceso de centralizacin que se proyecta sobre el espacio nacional. Desde el punto de vista de su configuracin jurdica, los Estados federales brasileos slo presentan una uniformidad que desmiente la pretensin de justificar la autonoma sobre las diferencias de personalidades jurdico - polticas. Los males se agravan si a este mar de autonomas se agregaban las dificultades de circulacin que opona

    la geografa al contacto humano y que no haban sido salvados por una limitada red ferroviaria y

    caminera. La conclusin obligada era que el Brasil precisaba de un Leviathan benvolo capaz de fraguar

    los elementos dispersos de la nacionalidad y de orientar al pueblo insuficientemente alcanzado por la nacionalidad.

    La oposicin de los dos Brasiles, el real y el legal, que realizaba Oliveira Viana, se repeta en Plnio

    Salgado, mximo dirigente del integralismo, quien vuelve a recusar la importancia de la ley, pero

    partiendo de un cierto voluntarismo romntico que recordaba al ufanismo precedente. Ante el Brasil letrado de los polticos, los juristas, los cientficos, los comerciantes y los industriales se yergue : O outro Brasil, dos aglomerados municipais, das populaces disseminadas pelo imenso territorio, das massas proletarizadas, dos bandos sertanejos esse procede do sculo XVI; o Brasil individualista, aventuroso, fetichista por ndole, acomodatcio s injunces patricarcais ou imperativos caudilhescos11. Una caracterstica singular del pensamiento de Salgado era su indigenismo que remembraba los caminos

    recorridos por Jos de Alencar en su reconocimiento del tup como el fundador de la cultura brasilea.

    Curiosa y contradictoriamente, esto no le impeda realzar los valores de la colonizacin portuguesa. .

    Esta lectura de una realidad dicotomizada se encuentra con el grave problema de que aquello que es al mismo tiempo reserva de la nacionalidad, esto es aquello que se encontraba alejado de las grandes ciudades, era al mismo tiempo la fuente de mayor parcelamiento del poder poltico. Esta contradiccin era

    reconocida por Salgado al indicar que los caracteres negativos del pueblo brasileo consistan en su

    carcter emprico, personalista, estadualista y municipalista12. Estos desvos de la personalidad colectiva hacan que no se pudiera confiar plenamente en este povo-crianca que segn la ingenua visin de

    Salgado, slo poda ser guado por un gua mesinico. Salgado construye una representacin de la nacin

    9 Viana Oliveira, Instituces. p. 140.

    10 Viana (1937) 303.

    11 Salgado Plnio, Psicologia da Revoluco, Rio de Janeiro, Jos Olympio, 1935, p. 162.

    12 Salgado Plnio, Despertemos a Nacao, Rio de Janeiro, Jos Olympio, 1935, p. 135.

  • que se basaba en el irracionalismo, el sentimentalismo, la xenofobia y el ruralismo, articulados en una

    concepcin poltica autoritaria13. Precisamente el reconocimiento de la trascendencia de las tradiciones

    rurales determinaba un punto problemtico al no ser una sino muchas.

    Estaba claro que no era esta la visin del nacionalismo que cultivaban autores como Oliveira Viana y Azevedo Amaral, que se respaldaban en la ciencia y en el positivismo. Pero a pesar de estas diferencias,

    ellos compartan con Salgado, ms volcado al voluntarismo y al romanticismo, y con otros, la conviccin

    de que la nacionalidad brasilea an estaba ms o menos inconclusa, que deba ser acabada de construir

    con los materiales que le legaba el pasado. Azevedo Amaral fue el que sostuvo ms firmemente la idea de que la Nacin se encontraba en el futuro y slo poda ser el fruto del progreso tanto poltico como

    econmico. Su adaptacin original de la teora del progreso parta de una consideracin francamente

    negativa de la colonizacin portuguesa. El Estado lusitano era visto como un parsito transatlntico, cuya

    burocracia viva de la succin del trabajo y las riquezas coloniales14. De esta forma, la historia brasilea era la de una sociedad en busca de la erradicacin de los elementos exticos que le haban trabado el

    acceso al encuentro con su razn de ser.

    Cassiano Ricardo, de origen integralista y ms tarde integrado al Estado Novo como intelectual orgnico del rgimen, tambin pretenda hallar un punto de partida sobre el que se fundaba el Brasil y lo hall en

    la bandeira. Estas huestes de colonizadores, aventureros y descubridores de nuevas tierras, tena la virtud de poder juntar como haz explicativo, la unidad y la diversidad de los Brasiles. Los bandeirantes con su despliegue y su afn colonizador permitieron ampliar el espacio para el desarrollo de las relaciones sociales e intertnicas. En su libro cumbre, La marcha hacia el oeste, Ricardo nos muestra a la bandeira como el gran elemento unificador del Brasil en oposicin a los otros dos componentes bsicos de la

    sociabilidad brasilea, la sociedad agraria del litoral, de la Casa Grande y la Senzala de Gilberto Freire, y

    de la sociedad pastoril, relatada por Oliveira Viana en Poblaciones meridionales del Brasil. Ricardo considera a la bandeira con un contradictorio sentido de expansin y unificacin al mismo tiempo, sirviendo entonces al proyecto de un Estado fuerte como el que se propona en el rgimen varguista. La

    bandeira es un fenmeno esencialmente urbano, democrtico y popular que nace en la ciudad de So

    Paulo y se irradia por el centro, oeste y sur del pas. El caudillo de la bandeira slo organiza su ejrcito en la ciudad y cuenta siempre con el asentimiento de todos sus integrantes15.

    EL REVISIONISMO HISTORICO ARGENTINO Y LA CUESTION REGIONAL

    En el clima cargado de incertidumbre de las dcadas del 20 y del 30, un grupo de destacados intelectuales, periodistas, polticos y docentes argentinos comenzaron a bucear en el pasado las razones histricas de la crisis del espritu colectivo para terminar construyendo una visin histrica confrontativa con la por ellos denominada historia oficial. Los hermanos Rodolfo y Julio Irazusta, Ernesto Palacio, Jos M. Rosa, Juan P.

    13 Beired, op. cit., p. 267.

    14 Azevedo Amaral, Aventura poltica do Brasil, Rio de Janeiro Jos Olympio, 1935, p.70.

    15 Ricardo Cassiano, La marcha hacia el oeste, Mxico, FCE, 1956. p 482

  • Oliver y Ricardo Font Ezcurra entre otros (sin olvidar otros precursores como Manuel Glvez y Carlos Ibarguren), constituyeron el llamado Revisionismo Histrico Argentino que se expres a travs de artculos, libros y de la obra de difusin realizada a travs del Instituto de Investigaciones Histricas Juan M. de Rosas (1938) y de la revista publicada por esta institucin. Este grupo, tras aplaudir el golpe de Estado de septiembre de 1930, cay rpidamente en la decepcin, debido al giro de los acontecimientos que derivaron en la restauracin del rgimen oligrquico conservador, al cual identificaban con la entrega del pas a los intereses extranjeros. Alejados de la participacin poltica, la historia se convierte as en un campo de batalla poltica para incidir en un presente cada vez ms amenazador. Pero a diferencia de lo que suceda por entonces en el Brasil, lo que estos intelectuales pretendan discutir era la historiografa oficial sobre la organizacin nacional, cuyos hitos fundamentales fueron Bartolom Mitre y Vicente F. Lpez. Esta tarea como hito la publicacin de La Argentina y el Imperialismo Britnico de los hermanos Irazusta, del ao 1934, meses despus de la firma del pacto Roca - Runciman entre la Argentina y Gran Bretaa, acuerdo que en el contexto de la crisis mundial consolidaba la influencia del capital britnico en el pas. Esa indagacin del pasado encontr, en el perodo gobernado por Rosas (1829-1852), un parntesis frente a una poltica antinacional ya iniciada en la primera dcada independiente y continuada despus de ser derrocado en 1852. Para los revisionistas, si bien la Revolucin de Mayo de 1810 haba iniciado el proceso emancipatorio, esa libertad tuvo como costo la prdida de la independencia econmica.16 El momento clave de la historia independiente dejaba de ser Mayo y se trasladaba a la poca en que la soberana nacional, la autoridad, el rechazo a las pretensiones de las grandes potencias, la fe en nuestros valores y creencias haban encontrado a su paladn: Rosas. Pero en la Argentina el nacionalismo consideraba que la Nacin era un dato anterior a la propia independencia. Esa nacin ms que tener sus races en el antiguo Virreinato del Ro de la Plata, era el Virreinato mismo, jurisdiccin de la patria, espacio que a partir de 1810, pese a que sus componentes tendan a la unidad, haba sido disgregado por la accin negativa de los dirigentes porteos enfrentados con los caudillos federales y por la injerencia de Brasil y de Gran Bretaa. As, el Alto Per, el Paraguay y la Banda

    16 Rosa, Jos M., Defensa y prdida de nuestra independencia econmica, Buenos Aires, Huemul, 1967,

    p. 13

  • Oriental parecan ya perdidos e incluso provincias litoraleas como Entre Ros y Corrientes eran atradas para separarse del cuerpo nacional17. Tambin encontramos aqu la oposicin, ya vista en el Brasil, entre las dos naciones que conviven, las dos Argentinas - aunque no se le diera esta definicin - representadas en este caso por la tradicin y por las leyes. Esta oposicin representaba en esencia, un ataque al liberalismo poltico y econmico, considerado como una doctrina extraa introducida en el pas por los doctores de Buenos Aires, en contra de los intereses del resto del territorio y de la verdadera esencia nacional. As, la primera representaba la libertad, la segunda el sometimiento al extranjero. Una identificada con los caudillos descendientes de los conquistadores espaoles, la otra con los doctores y comerciantes, miembros de una nueva aristocracia de origen dudoso. En esencia, la primera remita a la imagen del verdadero nacionalismo presente en los pueblos del interior, la segunda a la entrega del patrimonio nacional, perpetrada por Buenos Aires. Como podemos apreciar, en las premisas que justifican la oposicin entre tradicin y leyes, sobrevuela el tema del regionalismo. En este contexto el problema regional se presenta bajo la forma del enfrentamiento entre Buenos Aires, unitario y liberal y las provincias, que preservaban las genuinas tradiciones nacionales. Para Ernesto Palacio, por ejemplo, los caudillos regionales eran los representantes de la resistencia nacional frente a los embates de las ideas e intereses de lo no nacional. Gracias a ellos Las provincias, (), permanecan alejadas de tales controversias de facciones, conservando su estabilidad y un verdadero orden substancial, incompatible con el puramente formal al que aspiraba la oligarqua metropolitana.18Valorizando as al interior, se valorizan tambin los poderes locales responsables del orden y la estabilidad en las provincias, remarcando asimismo el contraste con la situacin de Buenos Aires, donde la lucha de las distintas facciones genera anarqua e inestabilidad. Para Palacio los caudillos provinciales encarnaban las libertades comunales en las circunstancias especiales de la guerra, de independencia y civil de un interior, donde los revisionistas ubican ese respeto por las libertades comunales proveniente de la costumbre hispnica y donde el orden es impuesto a las masas por los caudillos federales, autnticos

    17 Irazusta, Julio, Ensayo sobre Rosas y la suma del poder, en Ensayos histricos, op. cit., pp. 63-64; Font

    Ezcurra, Ricardo, La unidad nacional, Buenos Aires, La Mazorca, 1944, pp. 82-83 18

    Palacio Ernesto, Historia de la Argentina, Buenos Aires, Pea Lillo, 1975, libro I, p. 304

  • aristcratas, descendientes de los conquistadores espaoles. 19 Qu es eso, sino una referencia elptica al regionalismo, a los poderes regionales? El federalismo no era otra cosa que la forma tradicional hispnica que se rebelaba contra el centralismo de la antigua capital virreinal. Sin embargo, las diversas regiones no tenan capacidad para articularse entre s en un proyecto colectivo por que sus ciudades capitales se vinculaban slo en el sometimiento a una autoridad comn, en la comunidad de intereses para la defensa contra el salvaje y en la mayor o menor facilidad de las comunicaciones Esta herencia era la que dificultaba que la confederacin se armara espontneamente.20

    El proyecto constitucional de Rivadavia (1826) fracas segn Ricardo Font Ezcurra, por la falta de cohesin poltica y territorial de esos aos y por las soberanas locales que se negaban a delegar en el poder central la capacidad de conducirlas. Cada caudillo se consideraba libre e independiente... Esta era la causa principal de la anarqua y de la permanente guerra civil. Era necesaria la disciplina y el sometimiento a la ley y a la autoridad pero Rivadavia careca tanto de la razn como de la fuerza. Esta ltima, imprescindible para eliminar la anarqua, encontrar su instrumento en la dictadura de Rosas.21 No slo se aplicara contra la pretensin unitaria de sofocar las autonomas provinciales, sino contra las ambiciones personales de los mismos caudillos, ya que la omnipotencia de ambas tradiciones haba impedido, segn Font Ezcurra, dar al antiguo virreinato la cohesin nacional propia que soaron los hombres de Mayo... Rosas una la suma del poder pblico y la delegacin de las relaciones exteriores que unidas a su ascendiente sobre los caudillos terminaba por consolidar la unin de las provincias en el Pacto Federal de 1831 (firmado por Buenos Aires, Santa Fe, Entre Rios

    19 Ahora bien todas esas modalidades transmitidas de generacin en generacin, Qu eran sino

    cultura?...Esas modalidades polticas tradicionales, manifestaciones de una cultura tres veces secular en nuestro suelo, constituyeron el alma de nuestro federalismo. Su sentido no era barbarie, sino tradicin, repetimos. Tradicin de libertades comunales y de inspiracin hispnica y catlica a que los pueblos obedecan. No fue tampoco un fenmeno de masas, como se ha pretendido, sino de minoras dirigentes y se encarn en caudillos militares porque las circunstancias eran de guerra. Estos caudillos militares provenan por lo dems, salvo alguna excepcin, de la mejor prosapia, muchos descendientes de conquistadores y encomenderos; algunos, de autntica estirpe real. Si las masas los seguan es porque eran los jefes. Palacio Ernesto, op.cit., libro I p. 306/7 20

    Pero as como haba intereses afines, los haba contradictorios entre una ciudad y otra y entre los diferentes grupos... es decir entre representantes de los poderes civil, militar y espiritual, con toda la gama de combinaciones entre los trminos. Estas ciudades, imbuidas del orgullo de su libertad, tenan su enemigo natural en el gobernante que vena de afuera, que se aceptaba a regaadientes (cuando se aceptaba) y que generalmente deba pactar, para sostenerse en el poder con algunos de los partidos locales y usar todos los expedientes de la ms refinada poltica... A las tensiones locales y regionales se aada otra constanteel clsico resquemor con tras la capital del Virreinato Palacio Ernesto, op. cit., libro I, p. 305/6. 21

    Font Ezcurra, Ricardo, La unidad nacional, Buenos Aires, La mazorca, 1944 pp. 169-174 y 184-185

  • y, ms tarde Corrientes), y, por otra parte, la personera nacional en el campo internacional. Tambin Irazusta insista en el estado de conflictividad previo a la llegada de Rosas, al tratar el conflicto entre los caudillos del Litoral. A Estanislao Lpez lo haca aparecer en una posicin intermedia entre el centralismo porteo y Artigas, ya que pretenda consolidar exclusivamente su autonoma provincial. 22 El proyecto revisionista reivindicaba el federalismo por representar la respuesta nacional ante las iniciativas ilustradas Ahora bien, el problema se plantea a la hora de definir el federalismo del centro poltico rioplatense, la provincia y la ciudad de Buenos Aires. El anlisis de este problema lo emprende Carlos Ibarguren, para quien el federalismo porteo representaba las fuerzas genuinas de la provincia, representadas por algunos de los hombres ms importantes de la poca como los Anchorena, Aguirre, Arana, Terrero, Garca Zuiga y Lezica que eran quienes podan sujetar las pasiones peligrosas que animaban a la plebe. Ambos, pueblo y oligarqua se alzaban contra la poltica unitaria puesta en prctica por Bernardino Rivadavia y su partido unitario en la dcada de 1820 que haba herido dos puntos sustanciales del alma popular: el amor del porteo a su provincia (por la federalizacin de la provincia) y el sentimiento religioso que dominaba en la sociedad. Vemos que para este autor el federalismo tena connotaciones religiosas ya que a partir de las reformas seculares rivadavianas El clero se incorpor en masa a las filas federales. En las provincias la oposicin contra los unitarios fue formidable, se agrup en torno de la bandera que enarbolaron los caudillos en defensa de las autonomas provinciales amenazadas y de la religin catlica agredida.23 El Pacto Federal de 1831 ( a la Liga del Litoral se le haba sumado el resto de las provincias) apareca entonces como el punto de partida de una organizacin nacional que no necesitaba de un instrumento constitucional para dar cohesin poltica al pas. La organizacin emprica (constitucin consuetudinaria segn Irazusta) se impona as a una organizacin definitiva (constitucional) ya que daba primaca a la realidad del pas y no a las veleidades institucionalistas de la minora liberal. Rosas impona el vnculo

    22 Font Ezcurra, Ricardo, op. cit., pp. 100, 169-174 y 184-185; Irazusta, Julio, Estanislao Lpez o el

    autonomista por antonomasia, en Ensayos Histricos, Buenos Aires, Eudeba, 1968., p. 90 23

    Ibarguren, Carlos, Juan Manuel de Rosas, Su Vida, Su Tiempo, Su Drama, Librera La Facultad de Juan Roldn y CIA, Buenos.Aires,1930, pp. 137/8.

  • nacional a las provincias logrando una unidad estrecha y permanente lo que haba resultado finalmente en la Confederacin Argentina 24. Como se ha visto, Rosas resuma en su persona los ideales del revisionismo. Ser el defensor de la tradicin y la libertad frente a los doctores y las leyes, el paladn del federalismo frente al unitarismo encarnado en la elite ilustrada de Buenos Aires y en ltima instancia, el que mantendr en pie la integridad de la nacin frente a la prepotencia extranjera. Pero por sobre todas las cosas, ser aquel caudillo federal que, a pesar de haber nacido en la provincia enemiga, sabr oponerse a sus comprovincianos ilustrados y garantizar la unidad nacional, conciliando los intereses del poder local que l mismo representaba, con los de las provincias del interior. En los escritos de los revisionistas se reitera el tema tpico de los doctores, de los demagogos intelectuales enfrentados a los hombres de accin, como Rosas. Los primeros, burgueses advenedizos e inescrupulosos defensores de los intereses de la aristocracia mercantil. Los segundos descendientes de la aristocracia colonial, paladines de la tradicin y la libertad. Con Rosas se repite aquella idea que hemos visto en el revisionismo de la identificacin entre federalismo y tradicin, es decir entre el federalismo y la libertad de los pueblos, que oportunamente hemos sealado al considerar perodos anteriores. Al mismo tiempo, esta afirmacin nos remitir una vez ms, aunque de manera subrepticia, al asunto regional. En efecto, el mismo podr vislumbrarse en la referencia a los deseos de Rosas de conciliar autonoma con unidad, ante el peligro de la desintegracin perseguida por los unitarios, quienes a travs de su accionar, no hacan otra cosa que exacerbar en forma permanente el localismo provincial.

    Rosas encarnaba la lucha aparentemente contradictoria del federalismo contra la desintegracin. Esto lo llevaba a la bsqueda del equilibrio entre los dos principios que aparecan enfrentados en ese momento: autonoma y unidad. Para ello Rosas necesitaba la Dictadura, justificada hasta en sus aspectos ms repudiables Cmo reprocharle que haya sido a veces duro, si l consideraba esta dureza necesaria? En esas ocasiones es casi seguro que tena razn y que las ejecuciones capitales que orden para salvar la patria asumieron un carcter de sacrificio de sangre ineludible y casi diramos sacramental.25 Pero este carcter

    24 Font Ezcurra, Ricardo, op. cit., p. 191 y ss. ; Irazusta, Julio, Ensayo sobre Rosas y la suma del poder

    en Ensayos 1968, pp. 58 y ss. 25

    Palacio Ernesto, op. cit., libro I, p. 339/340

  • dictatorial no lo converta en un tirano de aldea. Rosas asuma la condicin paradjica de ser al mismo tiempo un gobernante local y nacional, hecho que quedara comprobado con la ley de Aduanas de 1835 que rega para el mbito provincial pero tena por funcin favorecer las industrias del interior en el mercado bonaerense. Para Julio Irazusta, Rosas apareca cumpliendo un doble papel: dictador y unificador. Ambos roles se complementaban y justificaban ya que tenan como objetivo el evitar la disgregacin territorial y el poner orden interno para sostener la unidad nacional frente a la amenaza extranjera. Rosas se converta as en un dictador clsico al estilo de Cesar, Tiberio, Cromwell y Napolen, similar a ellos en la dedicacin al trabajo, la participacin personal en cada medida adoptada y en la severidad represiva . Irazusta lo comparaba tambin con Bismarck y Cavour, los grandes unificadores de naciones en el siglo XIX, pero que a diferencia de Rosas haban visto facilitada su obra por el apoyo de una burguesa liberal y por una poltica no agresiva de las grandes potencias. Rosas enfrentado a una burguesa enemiga del pas haba logrado, por medio de la violencia pero tambin de la razn, la viabilidad de la nacin.26. Esto adquira una significacin fundamental desde la lectura hecha en clave revisionista. Rosas se ha transformado en una autoridad nacional, imponindose a las autoridades locales, algo que los unitarios, a pesar de sus proclamadas intenciones no haban conseguido. Rosas, representante del caudillismo y de la montonera, adquira ese carcter especial de lder nacional por haber enfrentado en dos oportunidades la intervencin de las dos grandes potencias del momento, Inglaterra y Francia, estimulada por la conspiracin de los unitarios. Fue este conflicto con las grandes potencias el que explicara la cada final del gobierno rosista, a la que colaboraron los traidores como Urquiza y el imperio brasileo 27.. La traicin urquicista era tanto ms grave cuanto ella colaboraba seriamente con el objetivo de disolver o disgregar la confederacin que tan dificultosamente Rosas haba logrado mantener28. En cuanto a la referencia a la cuestin

    26 Irazusta, Julio, Introduccin, en Ensayos, pp. 12-13

    27 El gobierno del general Rosas cay por obra de los poderes nacionales y extranjerosque se haban

    coaligado para combatirle. Correspondi parte principalsima, en este suceso, al Imperio del Brasil, cuya poltica, que tenda a la realizacin de sus fines nacionales, utiliz todos los medios que se hallaban a su alcance... Tocle al general Justo Jos de Urquiza, favorecer las intenciones del Imperio, capitaneando a las fuerzas brasileas, orientales y del litoral argentino, que tramaron el derrocamiento de Rosas. Garcia Mellid Atilio, Montoneras y caudillos en la historia argentina, Buenos Aires, EUDEBA, 1985, p. 51.

    28 En la coalicin de 1851, el enemigo obtena sus objetivos de desmembrar a la Repblica Argentina y

    despojarla de la soberana sobre sus ros y grandes fracciones de territorio, a cambio de su apoyo militar a

  • regional y los poderes locales, la misma volver a aparecer en un contexto fundado en el ataque a Urquiza, detrs de cuya figura se alineaban una vez ms los enemigos de la tradicin y la nacionalidad, es decir, los villanos unitarios. Como podemos apreciar entonces, el localismo, como asunto secundario vuelve a ser utilizado por los revisionistas. En efecto, si bien es cierto que, buscando demonizar al enemigo liberal y al mismo tiempo reforzar el discurso nacionalista, centran su atencin en la supuesta ingenuidad de Urquiza frente al accionar de los unitarios, el tema de los poderes locales no es abandonado debido a que resulta particularmente til a los propsitos del revisionismo. Urquiza pasaba a ser efectivamente en un hombre de accin, un tpico caudillo federal pero por sus

    debilidades personales, fcil de ser arreado hacia la causa de los enemigos de la confederacin. As se presentaba una historia donde las pasiones y las debilidades individuales adquiran una relevancia

    decisiva. Con su actitud Urquiza puso en peligro la unidad de una Nacin, que es bueno recordar, exista

    como realidad precedente tanto a l como a Rosas

    Lo expuesto nos remite entonces al destino que los revisionistas reservaban a los lderes e intereses econmicos locales en el esquema de poder: el de permanecer subordinados a la autoridad nacional, siempre y cuando sta fuera representativa de los verdaderos intereses nacionales, lejanos por cierto a los del liberalismo y sus representantes

    PALABRAS FINALES

    Fcil es deducir despus de la lectura de las pginas precedentes que el regionalismo se ubicaba en un lugar conflictivo para el nacionalismo de derecha, autoritario y revisionista histrico, de Argentina y Brasil de entreguerras. Esta conflictividad surga simplemente a partir de la propia lgica del nacionalismo que aspiraba a amalgamar los retazos de comunidades yuxtapuestas que vivan bajo la sombra de un mismo Estado y a diferenciar esa amalgama de las otras que habitan el universo. En este ltimo aspecto el regionalismo tena necesariamente un lugar positivo por el hecho de que apareca como un lugar de refugio de la tradicin frente a la innovacin proveniente del exterior. En un sentido, la identidad nacional de cara al mundo era construida por los nacionalistas con materiales localistas. Sin embargo, estas tradiciones localistas en la medida que aspiraban a hacer valer el aislamiento y las distancias para afianzar su aspiracin a la

    aun partido interno, el cual aceptaba el pacto que implicaba la obtencin del poder, a costa de tamaa

    humillacin nacional y contra la voluntad de la mayora de los compatriotas. Palacio Ernesto, op. cit.,

    libro II, p. 126.

  • autonoma poltica frente al Estado central, se convertan en una amenaza para la constitucin definitiva de la Nacin o, lo que para ellos era lo mismo, del Estado Nacional. En esta construccin, pasado y presente se presentaban trazados en una recta sin solucin de continuidad - por fidelidad sin duda a la idea de que la Nacin era una sustancia sin tiempo - por lo que la historia resultaba capital para el armado de un discurso de innegable incidencia sobre la coyuntura poltica inmediata. Por un lado es muy plausible lo afirmado por Beired en el sentido de que la cuestin nacional en ambos pases presenta una gran asimetra29. Por una parte, en el Brasil la construccin era un proceso en curso. Evidentemente, el problema del regionalismo era mucho ms acuciante en el Brasil de aquella hora. La amenaza que cerna sobre la comunidad este regionalismo sera, como es sabido, el alimento del autoritarismo varguista. Los intelectuales autoritarios apostaban a un gobierno fuerte que hiciera frente a las veleidades de las oligarquas estaduales. As, en esta situacin poltica, el reconocimiento de un papel activo de las tradiciones locales, de la especificidad de sus personalidades, se podra confundir con la defensa de las prerrogativas locales en materia jurdica y poltica. En la Argentina, la nacionalidad segn nuestros nacionalistas haba sido construida en la etapa colonial pero haba sido alienada en la etapa independiente. Las provincias y las oligarquas provinciales haban aceptado desde las presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda la subordinacin al poder central de Buenos Aires. Si para los revisionistas la nacin exista por lo menos desde 1810, la cuestin regional y el papel de los

    caudillos en la historia argentina pareciera de inclusin compleja en el proceso, en tanto, si bien los caudillos eran defensores de los valores tradicionales hispanocatlicos y de un orden paternalista que rescataba los intereses provinciales frente al centralismo porteo, esta dicotoma que explicaba las guerras

    civiles de las primeras dos dcadas de vida independiente de la Argentina, se desvaneca con el acceso de

    Rosas al gobierno.

    En funcin de lo sealado, si el revisionismo ha hecho un alegato explcito en defensa del federalismo, lo realiz en tanto contendiente contra el centralismo liberal y como expresin de una tradicin colonial de la cual derivaba nuestra idiosincrasia. Pero ese conflicto terminante entre dos posiciones ideolgicas no necesit para estos autores de una mayor profundizacin de los fundamentos polticos y econmicos del federalismo argentino y de los problemas regionales. En efecto, esta dejaba de ser el modelo de organizacin constitucional que reconoca la autonoma provincial o el movimiento a

    favor de esa autonoma y se converta, por medio de argumentos absolutamente

  • forzados, en una apuesta a favor del Estado fuerte, del culto al jefe, de la especificidad cultural nacional.

    Para terminar, estas reflexiones nos colocan ante la necesidad de repensar la cuestin regional sin el velo paralizante del nacionalismo que de alguna manera se impuso como metodologa de anlisis histrico en todo el mundo. El regionalismo nos permite avanzar sobre los espacios multinacionales como los comprendidos por Rio Grande del Sur, Uruguay, y la Mesopotamia Argentina cuyos vnculos comunes se mantuvieron,

    pasando por arriba de las fronteras nacionales. Contra la voluntad de muchos, el nacionalismo y la nacin se haban convertido en autoritarismo metodolgico.

    29 Beired Jose Luis Bendicho, op.cit., p.288.