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Attilio BARTOLI LANGELI, Historia del alfabetismo y método cuantitativo, "SIGNO. Revista de Historia de la Cultura Escrita" 3 (1996) Universidad de Alcalá de Henares, pp. 87-106. HISTORIA DEL ALFABETISMO Y MÉTODO CUANTITATIVO' Attilio Bartoli Langeli Universitá degli Studi di Perugia SUMARIO I. Historia cuantitativa y disciplinas de la escritura.- II. Logros y límites de la historiografía del alfabetismo.- III. Del alfabetismo a los alfabetismos.- IV. Ejemplos de fuentes y cuestiones de método. I. HISTORIA CUANTITATIVA Y DISCIPLINAS DE LA ESCRITURA 1. El adjetivo "cuantitativo" evoca, en nuestros ámbitos de investigación y en otros próximos, esa auténtica aventura de la historiografía contemporánea que ha recibido el nombre de historia cuantitativa, historia serial o -generalizando la etiqueta que se dio una escuela, la de Chicago- cliometría. De cualquier forma como se la denomine, y con todas las variantes que la diferencian, la historia cuantitativa es la consecuencia del éxito que tuvieron en los años cincuenta aquellas historias especializadas que se ejercitaban por su propia naturaleza sobre series, sobre datos numéricos: la historia económica (en particular la "nueva historia económica") y la demografía histórica. Estas experiencias permitieron demostrar experimentalmente el valor de la cuantificación como instrumento de análisis histórico. Convertidas en disciplinas líderes para buena parte de la historiografía de la Edad Moderna, alentaron la expansión, a menudo controlada, en ocasiones aventurada, de los procedimientos ' N.T.: La edición italiana, con el título Storia dell'alfahetismo e storia della scrittura. Qitestioni di método, fue publicada en "Annali della Facoltá di Lettere e Filosofía. 2. Studi Storico-Antropologici", volumen XXVI, nueva serie volumen Xll (1988/1989) pp. 215-237. Posteriormente ha sido publicado también en italiano en "Anuario de Estudios Medievales" 21 (1991) pp. 347-367; edición a partir de la cual se ha hecho la presente traducción, teniendo en cuenta que el autor ha introducido en ella información complementaria, dado el tiempo transcurrido desde su primera redacción. Traducción a cargo de José V. Boscá Codina y M'' Luz Mandingorra Llavata (Universitat de Valencia).

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Attilio BARTOLI LANGELI, Historia del alfabetismo y método cuantitativo, "SIGNO. Revista de Historia de la Cultura Escrita" 3 (1996) Universidad de Alcalá de Henares, pp. 87-106.

HISTORIA DEL ALFABETISMO Y MÉTODO CUANTITATIVO'

Attilio Bartoli Langeli Universitá degli Studi di Perugia

SUMARIO I. Historia cuantitativa y disciplinas de la escritura.- II. Logros y límites de la historiografía del alfabetismo.- III. Del alfabetismo a los alfabetismos.- IV. Ejemplos de fuentes y cuestiones de método.

I. HISTORIA CUANTITATIVA Y DISCIPLINAS DE LA ESCRITURA

1. El adjetivo "cuantitativo" evoca, en nuestros ámbitos de investigación y en otros próximos, esa auténtica aventura de la historiografía contemporánea que ha recibido el nombre de historia cuantitativa, historia serial o -generalizando la etiqueta que se dio una escuela, la de Chicago- cliometría. De cualquier forma como se la denomine, y con todas las variantes que la diferencian, la historia cuantitativa es la consecuencia del éxito que tuvieron en los años cincuenta aquellas historias especializadas que se ejercitaban por su propia naturaleza sobre series, sobre datos numéricos: la historia económica (en particular la "nueva historia económica") y la demografía histórica. Estas experiencias permitieron demostrar experimentalmente el valor de la cuantificación como instrumento de análisis histórico. Convertidas en disciplinas líderes para buena parte de la historiografía de la Edad Moderna, alentaron la expansión, a menudo controlada, en ocasiones aventurada, de los procedimientos

' N.T.: La edición italiana, con el título Storia dell'alfahetismo e storia della scrittura. Qitestioni di método, fue publicada en "Annali della Facoltá di Lettere e Filosofía. 2. Studi Storico-Antropologici", volumen XXVI, nueva serie volumen Xll (1988/1989) pp. 215-237. Posteriormente ha sido publicado también en italiano en "Anuario de Estudios Medievales" 21 (1991) pp. 347-367; edición a partir de la cual se ha hecho la presente traducción, teniendo en cuenta que el autor ha introducido en ella información complementaria, dado el tiempo transcurrido desde su primera redacción. Traducción a cargo de José V. Boscá Codina y M'' Luz Mandingorra Llavata (Universitat de Valencia).

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de la cuantificación y medición. Ideológicamente la tendencia era justificada por la posibilidad que ofrecía de recuperar para el conocimiento histórico no sólo a los protagonistas sino también a los individuos anónimos, no sólo los acontecimientos espectaculares sino también los fenómenos de fondo, repetitivos, de masa.-

La "revolución cuantitativa" que se derivó de la misma es el fenómeno más llamativo de la historiografía mundial en el tercer cuarto de este siglo, junto con la "nouvelle histoire" -a su vez deudora de otra reconocida hegemonía disciplinar, la de las ciencias humanas. La combinación de las dos direcciones guarda relación con la historia cuantitativa de las mentalidades, etiquetable con la fórmula de Chaunu del "quantitatif au troisiéme niveau".' La agregación de ambas tuvo el efecto de neutralizar las oposiciones a una y a otra; oposiciones que ahora, triunfantes, proclaman el retorno a lo narrativo, lo político, lo biográfico.

Pero los hechos son estos. Medición y cuantificación han alcanzado, e incluso influenciado, todos los campos de la investigación histórica. El interés por la medición se aplica a todos los fenómenos que son de algún modo seriables, susceptibles de constituirse en series homogéneas. El punto problemático de la operación reside en la posibilidad de seriación de los datos. Si la seriabilidad está en las cosas, ex parte obiecti, la historia cuantitativa tiene un sentido intrínseco, no por superioridad programática, sino como forma de conocer mejor la realidad. La cantidad es una dimensión real de los fenómenos históricos; Braudel habla del "peso de los números"". Respecto a los fenómenos mensurables en sí mismos, la historia cuantitativa pierde todo carácter de declaración de principios y asume, como le corresponde, el papel de un procedimiento historiográfico ni mejor ni peor que los otros, aplicable a determinados objetos y no a todos. Consiguientemente y por fortuna, hoy es posible hablar de ello sin estar obligado a militar en las filas de uno u otro frente.

2. En los ámbitos de la investigación vinculados a la escritura manuscrita -concretamente en los estudios de Paleografía, Diplomática y Codicología- se han desarrollado en el último cuarto de siglo numerosas experiencias de "medición". No se puede afirmar con seguridad que ninguna de ellas haya sufrido una influencia directa y consciente de la historia cuantitativa. La Paleografía y la Codicología han trabajado habitualmente con catálogos y repertorios, lo que naturalmente conlleva operaciones seriales, en tanto que presentan o constituyen series de unidades

- Es suficiente remitir a G. BARRACLOUGH, History, en Temlancesprincipales de la recherche dans les sciences sociales et humaines. II: Sciences anthropologiques et historiques ..., Paris-Tlie Hagiie 1977, especialmente cap. III.

' P. CHAUNU, Un nouveau champ pour í'histoire sérielle: le quantitatif au troiséme niveau, en Melantes ¿i l'lwnneur de Ferdinand Braudel, II: Méthodologie de í'histoire et sciences humaines, Toulouse 1973, pp. 105-125.

" F. BRAUDEL, Civilisation matérielle et capitalisme (XVe-XVIIIe siécle). I, Paris 1967, cap. I Le poids des nombres.

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homologas. La misma irreducible "diversidad" de las escrituras manuscritas no impide, al contrario, estimula tratamientos de algún modo aritméticos. Los datos morfológicos son sometidos a menudo a un procedimiento de este tipo: en primer lugar, la identificación, después l'expertise comparativa (frecuencias, variaciones y similitudes), finalmente la disposición en series más o menos representativas cuantitativamente -de este procedimiento ha ofrecido una demostración Gilissen'-. Por muy sofisticados que sean los procedimientos matemáticos*" o las técnicas de laboratorio^ utilizadas, ello no implica, es más, frecuentemente hay que negar su vinculación con la historia cuantitativa. Se trata de métodos cognoscitivos no específicamente relacionados con la misma.

Más evidente es la adhesión a la problemática cuantitativa en la posición de un Clanchy, por ejemplo cuando afirma que "the number of writes and charters extant (in either origináis or copies) is the best measure of writing activity avaliable" (el subrayado es mío), aunque a menudo ponga de relieve su inadecuación." Nos encontramos, como es evidente, en el ámbito del uso de la escritura, en concreto del uso documental: un capítulo del libro consiste en la medición de la "proliferation of documents". La terminología utilizada por Clanchy y los objetivos cognoscitivos que se propone podrían ser interpretadas como el indicio de una naciente "diplomática cuantitativa". Sin embargo, no se sobrepasa el nivel de una propuesta individual, de la que se esperan los resultados en el plano de la propia orientación de la disciplina.

Antes de hablar de una auténtica tendencia -difundida, consciente, afirmada-cuantitativa, hay que observar todo lo que ha sucedido y sucede en la Codicología. También aquí se reconocen algunos predecesores, interesados sobre todo por los libros de época antigua y tardo-antigua.' Pero el mérito de la fundación de la codicología cuantitativa, no obstante algún avance precedente,'" es indudablemente de Carla Bozzolo y Ezio Ornato, de quienes subrayamos sólo la adopción, justificada a todas luces, de términos ("población de libros" y similares), principios y métodos derivados

^ L. GILISSEN, Analy.se et évolution des formes graphiques. en "Anuario de Estudios Medievales" 21 (1991) pp. 323-346.

'' Véase como ejemplo G. COSTAMAGNA, Paleografía latina. Comunicazione e técnica scrittoria. en Introduzione alio studio della storia. Milano 1970, pp. 395-440; después en ÍDEM, Studi di paleografía e di diplomática, Roma 1972, pp. 123-174.

' Obviamente hay que remitir a la obra colectiva Les teclmiques de lahoratoire dans l'étude des manuscrits, Paris 1974 (y a la crítica de A. PRATESI, en "Scrittura e civiltá" 1 (1977) pp. 199-209).

" M. CLANCHY, From memory to written record. England 1066-1307, London 1979, p. 14. •' Por lo menos C.H. ROBERTS, The Codex, en "Proceedings of the British Academy" XL (1954)

pp. 169-204 (datos sobre la cantidad respectiva de rollos y códices entre los siglos II y IV d.C); A. PETRUCCI, Scrittura e libro neliltalia altomedievale. I: // .ie.sto secólo, en "Studi medievali", ser. 3, X (1969) fase. 2, pp. 157-213 (datos sobre textos y escrituras de los libros italianos del siglo VI).

'" O. KRESTEN, Statistische Methoden der Codicologie hei der Datierung von griechischen Handschriften der Spatrenaissance, en "RiJmische Historische Mitteilungen" XIV (1972) pp. 23-63.

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de la Sociología y la Demografía." Queda por recordar la objetiva concordancia de esta línea de investigación con todo lo que la historiografía francesa del "quantitatif au troisiéme niveau" había producido en lo relativo a los libros impresos.'

3. Pero hablar de las relaciones entre historia de los fenómenos de escritura e historia cuantitativa conduce necesariamente a los escribientes. Quiénes y cuántos son los que escriben, en suma, el alfabetismo es un tema que no puede ser eludido por quien hace historia de la escritura y de los productos escritos. Así al menos opinaba Petrucci en 1969' cuando invitaba a considerar, junto con la función de la escritura "la diffusione sociale della scrittura, intesa genéricamente come pura e semplice capacita di scrivere al piú basso livello, cioé come percentuale numérica degli individui che in ciascuna comunitá sonó in grado di adoperare attivamente i segni dell'alfabeto" (el subrayado es mío).

De este modo entraban en el perímetro de la Paleografía el alfabetismo, aunque no fuera nombrado, y con él una cierta dosis de cuantitativismo. La "diffusione sociale della scrittura" era inmediatamente percibida y propuesta como un dato mensurable, cuantificable. En este punto no se advierte una influencia del método serial, puesto que el alfabetismo en sí mismo es una categoría sociológica y demográfica, y por tanto intrínsecamente mensurable. La propuesta de Petrucci ganaba interés por la aproximación entre un dato evidentemente cuantitativo y un factor por definición cualitativo como la función de la escritura.

La primera aplicación de la propuesta de 1969 tuvo lugar en la lección de la Settimana di Spoleto de 1971, relativa a la escuela altomedieval.'" Petrucci presentó un "censo" de los capaces-de-escribir para los siglos VII y VIII, basándose "sulle sottoscrizioni autografe ai documenti originali e sul loro rapporto numérico rispetto a quelle non autografe". Los resultados del trabajo son expuestos con un reiterado recurso a cifras absolutas y porcentuales. En la página 324 el signo % aparece unas quince veces. Es superfino recordar dos cosas: que la tentativa era en gran medida, casi provocativamente original, y que en el texto quedaban expresadas todas las cautelas y advertencias que venían al caso.

Diez años después Petrucci volvió, con Cario Romeo, sobre el tema del

" Investigación en este campo: Pour une histoire du livre inanuscrit au Moyen Af>e. Trois essais de codicologie quantitative, Paris 1980, seconda edizione 1983; declaraciones programáticas: Pour une codicologie experiméntale, en "Scrittura e civiltá" VI (1982) pp. 263-302 y. más brevemente, Vers une aproche "sociologique" du livre medieval, en "Gazette du livre medieval" 1 (1982) pp. 7-9; proyecto de investigación: Un programme d'étude quantitalifdu livre medieval [Quanúcaá], ibid., 6(1985) pp. 7-13.

'• Se piensa sobre todo en los dos volúmenes al cuidado de F. FURET sobre Livre et société dans la France du XVIIIe siécle, Paris 1965 y 1970.

" Artículo citado en la nota 9, pp. 157-159. '* A. PETRUCCI, Libro, scrittura e scuola, en La scuola nell'Occidente latino dell'alto medioevo,

15-21 abril 1971, Spoleto 1972, I, pp. 313-337, especialmente 321-325.

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alfabetismo altomedieval (el término figura en el título del trabajo).'' El método no cambia respecto a la lección de Spoleto: censo de las suscripciones en los documentos originales, registro de los escribientes (nuevamente "al fine di studiare la dijfusione della capacita di scrivere a qualsiasi livello", p. 54), identificación de las tipologías gráficas. Pero la parte dedicada a los escribientes presenta solo un par de cifras, absolutas y no porcentuales; se habla de "componenti", "fosee", "gruppi", determina­dos de manera aproximada; se insiste no sólo sobre los números, sino también sobre la caracterización social de los suscriptores y del mundo alfabetizado que ellos, de algún modo, representan.

Por lo tanto ha cambiado algo. Los mismos autores del trabajo citado son conscientes de ello al reivindicar una metodología "cualitativa" frente a la "cuantitati­va" utilizada en la conferencia de 1971; pero aducen como causa de la elección un hecho objetivo (el cambio en la relación entre documentación y alfabetismo testimonial entre los siglos VIII y IX) y no un principio metodológico. ¿Sólo por motivos de necesidad?. Veremos. En cualquier caso el punto de partida de nuestro discurso es que la enunciación del alfabetismo como problema paleográñco, a finales de los años sesenta, se produce mediante la asunción de aquel alfabetismo que precisamente entonces se iba imponiendo como problema /itJíon'ográfico. Petrucci, por muy peculiares que fueran sus objetivos, no perseguía sino investigaciones dirigidas a medir la dimensión cuantitativa del segmento alfabetizado en un lugar geográfico o social y en un período determinado, y eventualmente a valorar los cambios que ese segmento experimenta en el tiempo: exactamente el mismo tipo de investigación que se iba afirmando en la Historia Moderna.

II. LOGROS Y LÍMITES DE LA HISTORIOGRAFÍA DEL ALFABETISMO

1. La historiografía del alfabetismo ha conocido un auténtico boom en los años setenta. Los momentos del proceso están muy condensados en el tiempo. Todavía en 1968 R.S. Schofield lamentaba, con actitud casi pionera, la inadecuación de los objetivos respecto al tema tratado;'* pero al año siguiente aparecían juntos un importante artículo programático de Lawrence Stone' y un trabajo de ambiciosa síntesis, tan ambiciosa que ningún otro lo intentó durante mucho tiempo, de Cario M.

'' A. PETRUCCI y C. ROMEO, Scrittura e alfabetismo nella Salerno del IX secólo, en "Scrittuia e civiltá" VII (1983) pp. 51-112, especialmente 55-63.

"' R. SCHOFIELD, The Measurement of Literacy in Pre-industrial England, en Literacy in Traditional Societies, ed. J. Goody, Cambridge 1968, pp. 311-325, especialmente 312.

" L. STONE, Literacy and Education in England 1640-1900, en "Past and Present" 42 (1969) pp. 69-139.

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Cipolla.'* Después ha tenido lugar una llamativa proliferación de estudios relativos al tema. En el repertorio bibliográfico preparado por Harvey J. Graff en 1981, la sección "Historical literacy studies" cuenta casi con doscientos títulos, que en su mayor parte se remontan, precisamente, a los años setenta.''* Aún en 1981 el mismo Graff publicaba una antología de ensayos sobre alfabetismo y desarrollo social: " los trabajos, por orden, habían sido publicados en 1979, 1975, 1968 (Eisenstein, sobre el impacto de la imprenta), 1973, 1978, 1977, 1979, 1977, 1977, 1973, 1977, 1979, 1979, 1976, 1976.

Este rápido desarrollo debe mucho al impulso de los historiadores anglosajo­nes, y en particular al grupo de Cambridge, dedicado a la historia de la población y de las estructuras sociales (constituido en 1964). En ámbito inglés, basta recordar a Stone, la historia de la literacy no era más que un aspecto de la gran actividad desarrollada sobre temas de educación y cultura popular, con particular atención al tránsito de la Revolución industrial. Menos decisiva se muestra la, con todo, importante influencia ejercida por las investigaciones de la antropología histórica -aquí el nombre a recordar es el de Jack Goody-.

Contemporáneamente o con escasa diferencia de tiempo, el tema atraía a la nueva historiografía francesa, aunque siguiendo un camino diferente. En este caso los estímulos procedían de una importante tradición de estudios, por una parte relativos a la historia de la escuela en sentido institucional, y por otra, a la historia del libro y de la imprenta. La experiencia de un Furet, que ha llegado junto con Ozouf a Lire et écrire,^^ después de Uvre et société, es clarificadora. Pero para Francia no hay que olvidar el largo bagaje de polémica y discusión ideológica, vinculado a las investiga­ciones sobre historia de la alfabetización desde la época (finales del s. XIX) del recteur Maggiolo, quien se hallaba firmemente decidido, con sus encuestas estadísti­cas, a revalorizar el sistema de instrucción del Antiguo Régimen en detrimento de las novedades revolucionarias.

Otras historiografías, por decirlo de forma un tanto esquemática, seguían su ejemplo. En algunas ocasiones las investigaciones pueden haber estado influidas por ciertas peculiaridades de las historias nacionales respectivas -piénsese en los estudios de Johansson sobre Suecia-. Puesto que no se nos permite alargarnos excesivamente, remitimos a las múltiples revisiones y discusiones que constelan el panorama de la historiografía sobre el alfabetismo a lo largo de este decenio, por ejemplo la de Rab

" C.M. CIPOLLA, Literacy and Development in the West, Harmondsworth 1969. Sólo en 1987 se publicará, por la Indiana University Press, The Legacies of Literacy. Continuities and Contradiction.<! in Western Culture and Society de Harvey J. Graff.

" H.J. GRAFF. Literacy in History. An Interdisciplinary Research Bibliography, New York & London 1981, pp. 84-124.

™ Literacy and Social Development in the West: a reader, ed. H.J. Graff, Cambridge 1981. ' F. FURET y J. OZOUF, Lire et écrire. L'alphahétisation des Frangais de Calvin a Jules Ferry,

2 volúmenes, Paris 1977. Los volúmenes sobre Livre et société han sido citados en la nota 12.

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Houston, ^ o la muy problemática, y con una fuerte tensión interpretativa y teórica, de Antonio Viñao Frago; ^ porque parece característica de los años ochenta la encarnizada reflexión, absolutamente generalizada, sobre la gran masa de datos y apuntes acumulados a lo largo de los setenta.

Nos ha parecido útil aislar algunas generalidades de la producción historiogra-fica dedicada al tema del alfabetismo en la Edad Moderna, producción que por lo demás, es inútil decirlo, requeriría una valoración mucho más articulada.

2. Para ser comprendido como dato sociológico y demográfico, el alfabetismo debe ser el resultado de la suma de múltiples alfabetismos individuales; sólo así resulta mensurable. Por tanto, el material de base del historiador del alfabetismo consiste en series homogéneas y continuadas de indicadores de las habilidades individuales. En la práctica se trata de series de firmas, como se encuentran, por ejemplo y sobre todo, en los registros de leva y en los registros de estado civil; o bien, pero sólo en determinados países, en declaraciones suscritas por colectividades completas -sobre estas ha fundamentado su propia investigación David Cressy "*-. Sólo las firmas de ámbito burocrático tienen la cualidad de indicador universal, standard y directo que por primera vez Schofield" juzga indispensable para construir una historia del alfabetismo.

Sobre las firmas se ha discutido mucho y se continúa discutiendo. Hay quien se muestra escéptico sobre la capacidad informativa de las mismas, insistiendo en su naturaleza de testimonios aislados y repetitivos; y declara la imposibilidad de establecer una ecuación automática entre la competencia del firmar y la competencia del escribir y/o leer. En efecto, las mismas razones que recomiendan la utilización de las series de firmas pueden ser esgrimidas para desaconsejarla. Pero basta ser consciente de ello para evitar caer en una ingenuidad o un atrevimiento inconvenien­tes. Sin olvidar las otras posibilidades que las suscripciones burocráticas ofrecen para un análisis de tipo sociológico: habitualmente van acompañadas de útilísimas informaciones sobre la profesión, residencia, edad, familia del firmante.

De todo ello se deduce que, una vez establecido el tipo de fuente a utilizar, inmediatamente se hace necesario establecer unos límites cronológicos. La historia del alfabetismo es factible sólo para época moderna, a partir de la disponibilidad en todos los lugares de aquellos "indicadores universales, standard y directos" mencionados. Para los casos de Inglaterra, Francia y Suecia se puede empezar a trabajar desde los siglos XVl-XVII; pero por lo que se refiere al caso de Italia se dispone de series

" R. HOUSTON, Literacy and Society in the West 1500-1850. en "Social History" VIII (1983) pp. 269-293.

" A. VIÑAO FRAGO, Del analfabetismo a la alfabetización. Análisis de una mutación antropológica e historiográfica, en "Historia de la educación" 3 (1984) pp. 151-189 y 4 (1985) pp. 209-226.

" D. CRESSY, Literacy and the social order. Reading and writing in Tudor and Stuart England, Cambridge 1980.

" The Measurament of Literacy, p. 319, ver nota 16.

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continuadas y sistemáticas de suscripciones sólo desde 1806, cuando la legislación napoleónica impuso a contrayentes y testigos firmar las actas de matrimonio.

Una argumentación de este tipo, perfectamente lineal -del objeto alfabetismo a las fuentes idóneas para conocerlo al término post quem- conduce a una consecuencia paradójica. El alfabetismo es un dato constitutivo de todas y cada una de las sociedades que conocen y usan una escritura alfabética: en todas, sin discriminaciones geográficas ni cronológicas, hay quien la conoce y usa y quien no la conoce y no la usa. Pero en el plano historiográfico, la extensión del alfabetismo sufre un corte neto: a este lado es cognoscible, al otro no. No se da historia del alfabetismo para las épocas pre-estadísticas. La bibliografía editada por Graff, citada antes, lo demuestra con claridad.

Es conveniente articular la relación entre disponibilidad de las fuentes y desarrollo de un movimiento historiográfico. Las fuentes sólo lo son desde el momento en que se decide utilizarlas como tales. El alfabetismo ha comenzado a estar en boga desde un tiempo a esta parte. Desde el momento inicial, no ha influido tanto un interés por el tema en sí mismo, como un interés por las sociedades del Antiguo Régimen en general y en particular por algunas coyunturas históricas decisivas y su "influencia": la Reforma, la época de las Revoluciones (industrial, americana, francesa). Una vez consolidado a partir de esta impronta inicial, el estudio del alfabetismo se ha delimitado un espacio propio, se ha impuesto como compartimento especializado de la Historia Moderna y de la Historia Social. Este desarrollo podría explicar un fenómeno interpretativo de cierta importancia.

3. El alfabetismo es visto por sus historiadores como punto central, pero no como punto final, justificativo de su investigación. La fortuna historiográfica del alfabetismo reside en el descubrimiento de su funcionalidad como instrumento para observar otros fenómenos, como indicador de una realidad distinta a sí mismo. Los estudios de historia del alfabetismo son casi siempre trabajos sobre las relaciones del alfabetismo con otras cuestiones diversas: alfabetismo y educación (Stone), y desarrollo (Cipolla, Graff), y orden (Cressy)... Graff, en su Literacy in History, distingue en el conjunto de la producción relativa al tema tres filones principales: las relaciones del alfabetismo con determinados grupos y funciones socio-profesionales, con la instrucción y el sistema escolástico, con la estructura económica y la fenomenología social (actitudes religiosas, estabilidad política, elevación de las condiciones de vida, fertilidad, violencia rural, mentalidad tecnológica, etc.). En 1969 Stone, por su parte, había identificado siete factores correlativos a los niveles de alfabetización: la estratificación social, los niveles de ocupación, la religión, las teorías del control social, los comportamientos demográficos y familiares, la organización económica y productiva, las teorías y las instituciones políticas.

Si el alfabetismo ha despegado como tema historiográfico lo debe a su propia polivalencia. Se trata de una "variable dependiente", que presenta curvas de desarrollo perfectamente comprensibles, no de una variable independiente, oscilante e inestable. Naturalmente, guarda relación con la cultura, la literatura, la mentalidad, la economía.

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la antropología, las instituciones, la tecnología, la semiótica.... Ciertamente la complejidad misma del alfabetismo determina su poliédrica funcionalidad heurística. Pero hay que cuestionarse en qué medida esta complejidad es percibida, salvaguarda­da, valorada por la historiografía aquí considerada.

La impresión es que el alfabetismo estadístico, el que resulta del tratamiento de las series de firmas, es considerado un objeto pobre, banal, poco significativo en sí mismo, y que encuentra fuera de sí su propia justificación interpretativa. Ténganse en cuenta las investigaciones dirigidas a un objeto verdaderamente próximo al alfabetismo, la instrucción escolástica. Resulta las más de las veces que el alfabetismo -entiéndase: la capacidad de firmar- es el fiel reflejo del curriculum escolástico de una persona. Es suficiente, o así lo parece, medir el exacto desfase cronológico para afirmar que la difusión, entre los adultos, de la capacidad de firmar equivale a la dimensión social de la instrucción primaria. No discuto si este procedimiento es correcto o erróneo. Pongo de relieve tan sólo que el estudio del alfabetismo es considerado como una especie de atajo o de trampolín para llegar al conocimiento de un objeto distinto, juzgado más significativo.

Tengo presente un trabajo entre los mejores, el de Daniele Marchesini de 1985. * En él se pueden leer muchas e importantes páginas sobre las situaciones de uso de la escritura en el contexto observado, es decir, sobre algunos de los llamados "indicadores indirectos" (y ni siquiera standard ni universales) del alfabetismo; pero su tratamiento completo es instrumental, sirve para demostrar la validez del indicador-firma. En él se adopta una clasificación formal de las firmas según el grafismo y la capacidad escrituraria declarada, que es lo mejor que puede desear quien trabaja sobre este tipo de material. Pero tal esquema interpretativo es aplicado (previa verificación experimental, aunque esa no es la cuestión) para determinar los niveles de instrucción de los firmantes. En suma, incluso en los trabajos más ricos y rigurosos se advierte una subordinación del alfabetismo a fines cognoscitivos externos, aún cuando sean próximos.

III. DEL ALFABETISMO A LOS ALFABETISMOS

1. El verdadero problema consiste en la concepción estadística, demográfica del alfabetismo y en la subsiguiente necesidad de recurrir a indicadores "universales, standard y directos" como las firmas. En estas condiciones la complejidad del alfabetismo se reduce a la rígida alternativa sí/no. En su vertiente de recogida de datos, la historia del alfabetismo es una historia cuantitativa bastante simple. Por muy

^ D. MARCHESINI, Lafatica di scrivere. Alfabetismo e sottoscrizioni matrimonian in Emilia tra Sette e Ottocento, en // catechismo e la grammatica. I: Istruzione e contralto sociale nell'area emiliana e romagnola nel '700, al cuidado de G.P. Brizzi, Bologna 1985, pp. 83-169. Un anticipo en Sposi e scolari. Sottoscrizioni matrimonian e alfabetismo tra Sette e Ottocento, en "Quaderni storici" 53 (1983) pp. 601-623.

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articuladas que sean las descripciones (según los sexos, las profesiones, los niveles de renta, la residencia, etc.) se basan siempre en una división en dos grupos: los que sabían, y los que no sabían escribir, o mejor dicho firmar. De ello se deriva una historia en blanco y negro. El blanco del alfabetismo es el contrario del negro del analfabetismo. Así, los dos términos son de una complementariedad perfecta (la suma es siempre 100) que se pueden utilizar indiferentemente: es lo mismo intitular "El alfabetismo en X en el siglo Y" o "El analfabetismo en X en el siglo Y". Es pura tautología: si analfabetismo, evidentemente, es no-alfabetismo, alfabetismo es no-analfabetismo. Es cierto que se han introducido categorías más matizadas; pero el área gris de frontera se encontrará designada bien con el término de semialfabetismo, bien con el término de semianalfabetismo. Es una cuestión de gustos, como entre la botella medio llena y la botella medio vacía.

La imagen de la historia en blanco y negro sirve para pasar del plano metodológico al ideológico (planos, como se sabe, perfectamente comunicantes). La aplicación generalizada y dualista del método cuantitativo es a la vez el resultado y el soporte de una ideología optimista del alfabetismo, de lo que Graff -un autor prolífico que especialmente en este campo ha ofrecido importantes contribuciones- llama el mito del alfabetismo. ^ La idea recurrente del vínculo entre alfabetización y desarrollo, la obvia atribución al alfabetismo de una cualidad positiva por sí misma frente a lo negativo del analfabetismo justifica la investigación cuantitativa, que a su vez otorga justificación a la idea de partida. La cual inevitablemente describe un crecimiento progresivo de los niveles de alfabetismo: las excepciones son coyunturales. De generación en generación el área alfabetizada no hace sino expandirse: tanto es así que hoy las estadísticas oficiales dan para los países del mundo industrializado cifras que rondan el cien por cien. Reina aquí como en todas partes una idea que Petrucci ha identificado como matriz de la febvriana Naissance du Livre.^

Bien entendido, nadie propugna un retorno a la oralidad pre-homérica; existen óptimas razones para exaltar la escritura y el alfabetismo. Se trata sólo de comprender lo improductivo que resulta el uso en historiografía de categorías conceptuales compactas y por ello abstractas. Entre ellas, indudablemente, se encuentra el alfabetismo todo blanco, como nos lo muestra la aproximación cuantitativa o, si se prefiere, como las fuentes a las que se ha decidido recurrir nos obligan a representar­lo.

La polémica tiene sus exigencias, y se debe claramente reconocer que la asunción del alfabetismo estadístico a objeto de análisis histórico se ha cumplido con inteligencia, no se ha dormido nunca en los laureles, ha dado resultados conspicuos. A menos que se parta de un escepticismo apriorístico hacia la historia serial, el juicio sobre investigaciones de este tipo deberá versar sobre la validez y flexibilidad de las

" H.J. GRAFF, The Literacy Myth. Literacy and Social Structure in the Nineteenth-Century City, New York-San Francisco-London 1979; pero véanse también sus numerosas intervenciones críticas.

' A PETRUCCI, Per una nuova storia del libro, introducción a L. FEBVRE y H.-J. MARTIN, La nascita del libro [1958], Roma-Bari 1977, pp. V-XLVIII, especialmente XVI-XVIII.

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técnicas analíticas, sobre la capacidad interpretativa, sobre la validez de las categorías utilizadas en cada una de ellas. Se será muy crítico con Cressy,^ pero de buen grado se reconocerán los méritos de otros muchos. Mi objetivo es discutir la opinión -esta sí dominante- de que el único alfabetismo posible sobre el que se puede hacer historia sea este alfabetismo: estadístico, burocrático, todo-blanco, bloqueado, opuesto al analfabetismo..., orientando en esa dirección la elección y el uso de las fuentes. Existen otras perspectivas, capaces de restituir al objeto la complejidad y riqueza que le son propias. Para legitimarlas bastan algunas consideraciones elementales de mérito y de método.

2. Ante todo la cuestión del cuadro cronológico conectada a la cuestión de las fuentes. Para las épocas pre-estadísticas el alfabetismo no es de ningún modo un objeto incognoscible. No es mensurable en términos absolutos, pero se puede valorar su sentido y su cualidad mediante instrumentos interpretativos necesariamente distintos de los estadísticos, pero no por ello más pobres o superficiales. En el trabajo histórico sobre alfabetismo antiguo y medieval el handicap (aparente) de las fuentes se ha revelado como una ventaja, capaz de influir positivamente en las investigaciones cuantitativas y en el mismo concepto historiográfíco de alfabetismo.

Han sido sobre todo investigaciones en ámbito antiguo y medieval -es inútil dar muchos nombres y difícil dar pocos: Havelock, Cavallo, Grundman, Petrucci, Clanchy, Báuml- las que han aclarado cómo las variaciones diacrónicas del alfabetismo no hay que juzgarlas sólo en términos de mera ampliación y contracción del área social alfabetizada. Existen mutaciones más significativas y profundas. Se refieren al estatuto social del alfabetismo, a las funciones que se atribuyen a los productos escritos y a sus diversas tipologías, a la relación entre competencias "activas" (del escribir) y "pasivas" (del leer), a aquello que se lee y se escribe. Por ejemplo en la Italia del Quinientos se produjo un amplio crecimiento de la alfabetización primaria y, en perfecta correspondencia, un constreñimiento global de las reglas de la cultura escrita; de manera que a la ampliación del número de los alfabetizados se opuso una restricción de los usos de la escritura. "

El dato numérico, la división en dos, no bastan por sí mismos para comprender al alfabetismo. Quien desee una confirmación extrema de ello debe observar un fenómeno singular, pero no excepcional, como el que ha ilustrado recientemente Duccio Balestracci ' para el siglo XV: dos cuadernos de cuentas, de

^' Cf. A. PETRUCCI, David Cressy: sull'alfabetismo in Inghilterra, en "Quaderni storici" 51 (1982) pp. 1129-1133.

" Cf. A. BARTOLI LANGELI, Culture grafiche e competenze testuali nel Quattro-Cinquecento italiano, en Retorica e classi sociali, Padova 1983, pp. 83-94; Scrittura e popólo nella Roma barocca 1585-1721, al cuidado de A. Petrucci, Roma 1982.

" D. BALESTRACCI, La zappa e la retorica. Memorie familiari di un contadino toscano del Quattrocento, Firenze 1984; cf. A. BARTOLI LANGELI, en "Bullettino senese di storia patria" XCII (1985) pp. 380-386.

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memorias domésticas, producidos por un analfabeto. El titular, un campesino toscano, no sabe escribir y por ello cada vez pide a su interlocutor o a una tercera persona que registre en el cuaderno una rápida anotación de memoria. Pese a la dificultad aparentemente insuperable de su incompetencia gráfica, el cabeza de familia lleva a cabo el registro escrito de los asuntos domésticos porque lo considera una necesidad respecto al comportamiento social dominante. Paradójicamente el dominio del alfabetismo, de la relación activa con lo escrito, se extiende más allá de sus propios límites. Límites que, por lo tanto, no son tan nítidos como para permitir divisiones rígidas.

Del mismo modo, tan significativas como sus dimensiones son las diferencias y desniveles que atraviesan el área social alfabetizada. El alfabetismo no es en absoluto una categoría compacta, es decir, definida por uniformes capacidades técnicas y usos prácticos; es por el contrario un universo plural. La característica principal del área alfabetizada no es la homogeneidad sino su contrario. No sólo porque allí se ponen a confronte objetivamente competencias y habilidades distintas, sino porque en sociedades complejas -como son las sociedades alfabetizadas, según el modelo de Goody y Watt' - la escritura, los productos escritos, las instituciones de la escritura son instrumentos de selección en el proceso de producción y distribución de la cultura. Aquí se ven los resultados que habíamos denominado ideológicos de la vocación normalizadora y dualista mostrada por la historia cuantitativa del alfabetismo. No se trata simplemente de invertir el signo ideológico del mito del alfabetismo; se trata más bien de sustituir aquella concepción, al menos historiográficamente improductiva, por una concepción realista, es decir diferenciada, del alfabetismo.

Sólo en estas condiciones el alfabetismo se convierte en un punto ventajoso de observación para conocer y hacer conocer una sociedad. El alfabetismo es un aspecto de lo social merecedor de atención por sí mismo. Toda sociedad puede ser descrita en el espejo, por así decir, de la escritura, con tal que el espejo reproduzca y no deforme la realidad. Así, el estudio del alfabetismo es una operación historiográficamente significativa por sí misma, que encuentra su razón de ser, su justificación, en sí mismo, no en otro lugar.

3. Nuestra propuesta insiste en los dos aspectos que constituyen el trabajo histórico: el objeto y el método. Por lo que respecta al primero, una buena fórmula podría ser: del alfabetismo a los alfabetismos. En cuanto al segundo el discurso no es reductible a la fórmula, por lo demás sugestiva, "de lo cuantitativo a lo cualitativo", aunque la parábola de Petrucci revisada en el parágrafo 3 puede ser explicada con una conversión de este tipo. Afrontémoslo desde el lado de las fuentes.

Los tres requisitos exigidos a los indicadores de alfabetismo, según Schofield, son: universales, standard, directos. Esquemáticamente, se considera posible renunciar

" J. GOODY y I. WATT, The Consequences ofLiteracy, en Literacy in Traditional Societies (citado en la nota 16), pp. 27-68.

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tranquilamente al primero, no tomar como discriminante al segundo, y mantener y valorar el tercero. La renuncia a lo universal, a la ambición de medir estadísticamente el alfabetismo demográfico no comporta en absoluto la eliminación a priori de la instancia cuantitativa; al contrario, permanece presente en el sentido de que el objetivo no puede ser más que el conocimiento de los fenómenos de escritura difundidos, amplios, que involucran a la entera sociedad de los escribientes y de los no-escribien­tes. Se trata de observar el mayor número posible de situaciones (no importa si standard o heterogéneas) de uso de la escritura; por ello, hay que concentrar la atención sobre los productos escritos, describirlos con la ayuda de un instrumental analítico lo más sistemático y penetrante posible, aprovechar todos los recursos heurísticos, para de este modo conocer cultural y socialmente a los escribientes. Esta es la razón por la cual de los tres requisitos arriba mencionados, es el tercero -indicadores directos- el que mantiene para nosotros una importancia determinante. A todo ello se ajusta el "atteggiamento sanamente pragmático, empírico" sugerido por Cardona: "attestarsi puntigliosamente... su un'accezione estremamente concreta dello scrivere, proprio in quanto produzione di segni grafici"; "osservare direttamente le varíe situazioni e analizzarle nel loro complesso"."

En este punto se sitíía con fuerza la instancia "cualitativa". Es esta instancia la que plantea la necesidad de tratar lo mejor posible los indicadores directos del alfabetismo: es decir, los testimonios gráficos producidos por los individuos escribientes de un grupo social dado -escribientes no en cuanto profesionales de la escritura, sino sólo en cuanto capaces de escribir y obligados (por circunstancias particulares, por presiones globales, por voluntad personal) a recurrir a esta capacidad. Entre los testimonios gráficos se encuentran sin duda las firmas, aunque con las limitaciones que conlleva su naturaleza de inscripción estandarizada y simplificada. Por lo tanto van en nuestra misma dirección aquellos estudiosos que han clasificado las firmas analizadas según los niveles de habilidad que muestran, en suma, según su cualidad. "

Pero, ciertamente, sería preferible disponer de fuentes que presentaran numerosos textos autógrafos de una cierta longitud y articulación, de modo que los escribientes puedan denominarse autores de un texto y no ejecutores de una mera secuencia de signos. Pues bien, es precisamente esa época pre-estadística, que en apariencia no merecería entrar en el dominio de la historia del alfabetismo la que ofrece un buen número de fuentes con esas características. Los escribientes no constituirán una muestra "universal" o representativa de la totalidad, en absoluto, a no ser que el observador no tenga otra ambición que describir una situación específica

'•' G.R. CARDONA, Introduzione a La scrittura: funzioni e ideología, en "La ricerca folklórica" 5 (1982) pp. 3-7; los pasajes citados en las pp. 3 y 5.

''' En primer lugar J. QUENIART, Culture et sacíete urbaínes dans la France de l'Ouest au XVIIIe síécle, Paris 1978, especialmente pp. 31-40 (anteriormente en la "Révue d'histoire moderne et contemporaine" XXIV (1977) pp. 3-27); luego al menos Marchesini, citado en la nota 26, especialmente pp. 94-100.

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sin pretensiones modelizadoras.

IV. EJEMPLOS DE FUENTES Y CUESTIONES DE MÉTODO

1. Las fuentes de las que cabe hablar aquí se refieren a dos períodos. Uno es la alta Edad Media, con la práctica de las suscripciones autógrafas de los testigos en las chartae y en los plácitos; el otro es el período entre los siglos XIV y XVI, que marca el retorno de una autografía (en lengua vulgar) de tipo documental después del eclipse debido al triunfo de \afides notarial. Quizá sea lícito establecer una relación entre autografía difundida y debilidad del notariado: en el primer caso, la intervención directa de los testigos tiene como fmalidad suplir la insuficiencia probatoria de los redactores; en el segundo, el escrito autógrafo se ha hecho necesario por la multiplicación de las exigencias de escritura, a las que el notariado por sí sólo no es capaz de hacer frente. Entre ambos períodos existen de hecho tres siglos de omnipresencia y omnipotencia notarial, en los que la única práctica autógrafa que se desarrolla en campo documental es la del notario redactor.

De los documentos altomedievales se sabe ya mucho, tratando de ellos ex professo la Diplomática; en el parágrafo 1.3 he recordado los dos ensayos principales en los que dichos documentos han sido utilizados para el estudio del alfabetismo. Mayor atención merecen las fuentes italianas más tardías. Los siglos XIV y XV, en Italia, conocen una fuerte difusión de la práctica autógrafa. Se escribe con finalidades prácticas (registros de contabilidad y de memoria, de familia, de taller, de empresa); se escriben libros para leerlos; se escribe, en fin, para atestiguar, para declarar públicamente la identidad y voluntad personales. El último caso se produce con tal frecuencia que permite reconocer la formación de un estatuto colectivo del alfabetismo individual. El "escribir por uno mismo" es reconocido como forma de legitimación del individuo. Casi siempre, la intervención autógrafa consiste en una declaración amplia, libre, no burocrática. El ejemplo más importante y conocido -pero nunca tratado o estudiado desde nuestro punto de vista- está representado por las "pórtate" de los catastros toscanos: en primer lugar el de Florencia (1427-1486), al que siguen los de otras muchas ciudades del Dominio mediceo. Mi experiencia, sin embargo, se refiere a algunos documentos peruginos. En Perugia han sido encontradas tres "declaraciones autógrafas colectivas": una petición suscrita por 84 parroquianos de San Fiorenzo del año 1445; un compromiso suscrito por 92 "livellari" de la misma parroquia, de 1457; finalmente, y en especial, las inscripciones de un millar de ciudadanos a una cofradía religiosa, entre 1487 y 1542 (ms. 3106 de la Biblioteca Comunale Augusta de Perugia).

De la última fuente -la llamada matrícula del Santo Annello- he tratado en otras ocasiones junto con mi colega Giovanna Casagrande, que la descubrió y me la mostró. Aquí enunciaré tan sólo algunas reflexiones metodológicas con las que trato de formalizar el concepto de cultura gráfica y definir los procedimientos de análisis

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de las escrituras individuales.'' Aunque se adecúan a ese documento en concreto, tales reflexiones pretenden alcanzar una cierta relevancia general.

2. El concepto de cultura gráfíca puede ser definido como el punto clave del encuentro entre la historia de la escritura, entendida disciplinarmente, y la historia del alfabetismo; si se prefiere, entre la aproximación cualitativa y la aproximación cuantitativa. Es, de hecho, el más preciso instrumento interpretativo que ia Paleografía está en grado de prestar al análisis de aquel alfabetismo en plural al que nos referíamos: la Paleografía, bien entendido, en su acepción técnica y especialmente en su cualidad historiográfica.

Tal cualidad historiográfica, interpretativa, se deriva de una situación de hecho. En el pasado, en mayor medida que en el presente, la escritura a mano poseía un alto grado de organicidad en las situaciones individuales y colectivas. El aprendizaje, el uso, la difusión, las funciones, los productos, las mismas formas de la escritura, constituían elementos de un conjunto orgánico, a su vez unido a las condiciones, exigencias, diferencias culturales y sociales. De aquí la posibilidad de analizar los tipos y las formas de las escrituras individuales en cuanto indicadores de otra realidad. (Como se ve, utilizo la Paleografía de manera instrumental; dejo a otros la tarea de juzgar).'*

Todo ello es tanto más cierto si nos enfrentamos a situaciones de multigrafis-mo:" es decir, situaciones en las que coexisten varios tipos de escritura usual, correspondientes a diversos curricula de alfabetización y a determinados referentes sociales.

Es precisamente el caso de los siglos XV y XVI en Italia. Existe una escritura usual muy difundida, la mercantesca, que se forma como escritura práctica, documental, de los sectores empresariales (de los "mercanti"), para convertirse con el paso del tiempo en la escritura de los sectores artesanales, de la gente de cultura técnica y vulgar, de las escuelas de abaco y de los talleres. A ella se contraponen, en el ámbito de los grupos sociales de cultura escrita más consolidada y articulada (por ejemplo, bilingüe), varios tipos de grafías de raíz esencialmente profesional o culta. Entre ellas, a finales de siglo, surge la itálica, que en su etapa inicial es denominada "cancelleresca": una escritura de génesis humanística que es asumida institucionalmen-te como escritura de uso por parte de los sectores intelectuales y burocráticos.

" Los he formulado para el ensayo Scrittura e parentela. Autografia collettiva, scritture personali, rapporti familiari in una fonte italiana quattro-cinquecentesca, Grafo, Brescia 1989 ("La ricerca folklórica. Testi", 4).

" Como han hecho A. PRATESI, Paleografía in crisi?, en "Scrittura e civiltá" III (1979) pp. 329-337; S. ZAMPONI, Paleografía e storia sacíale, en Paleografía diplomática codicologia e storia sociale, Perugia 1985 (ciclostilado), pp. 17-31.

" La categoría se debe a A. PETRUCCI, Funzione della scrittura e terminologia paleografica, en Palaeographica diplomática et archivistica, Studi in onore di Giulio Battelli, Roma 1979, pp. 3-30, especialmente 21-23.

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La doble orientación de las escrituras usuales en la Italia de esa época ha sido identificada e interpretada por Petrucci en un artículo fundamental de 1978:'" "fundamental" porque ha establecido, no obstante algunas tentativas precedentes (suyas y de Marichal), un método de análisis adecuado a las escrituras personales, espontáneas, corrientes, no sujetas a los procedimientos paleográficos tradicionales. Los criterios que propongo, parcialmente distintos de los utilizados por Petrucci, son tres: los dos primeros, que en realidad consisten en un solo juicio, conciernen a las formas (en el sentido preciso de las formas alfabéticas) de la escritura, mientras que el tercero se refiere a los escribientes, a las personas y al acto de escribir:

a) el tipo de la escritura. La Paleografía tiene, entre otras, la tarea de describir las características formales que identifican las variantes de la escritura manuscrita, clasificarlas y determinar los ámbitos de uso;

b) la tipicidad de la escritura. El status cultural del escribiente se deriva también de la mayor o menor adhesión de su escritura a los modelos "normales" (si existen) de una variante gráfica utilizada. Una escritura fuertemente tipificada remite a un estructurado curriculum de educación gráfica, una escritura mixta o indiferencia-da deja ver caminos de alfabetización más accidentales;

c) la habilidad del escribiente. Nos referimos con ello a elementos como la capacidad de ejecución, el control motriz de la mano y el control manual de la pluma, el hábito de escribir, el grafismo y similares; e incluso (si la fuente lo permite) factores que no atañen a la morfología gráfica: presencia de elementos de ordenación y signos diacríticos, uso de abreviaturas, ortografía, características de la lengua escrita, y en fin, competencias propiamente textuales.

Cada uno de los tres planos de análisis prevé una clasificación relativamente constante. Según el tipo, se reconoce de cada escritura la variante, el modelo de referencia más o menos próximo. Según la tipicidad, se encuentran escrituras puras (que reproducen fielmente el modelo de referencia), y mixtas, personales o indiferenciadas. Según la habilidad de los escribientes, las realizaciones individuales identifican los niveles profesional, usual, elemental, así como mayores o menores capacidades lingüísticas o textuales. Naturalmente, debemos partir de un esquema, de otro modo no es posible contar (sí, contar) y formar grupos, categorías, clases; pero no debe resolverse en la homologación forzada de los fenómenos. En la escritura manuscrita cada fenómeno es una variante.

3. El modelo expuesto más arriba es válido como ejemplo, que naturalmente debe ser adaptado a los documentos que se analizan en concreto. El problema es establecer un método de valoración formal que haga posible extraer de las situaciones examinadas la más amplia gama de informaciones que forman parte del patrimonio

" A PETRUCCI, Scrittura, alfabetismo ed educazione gráfica nella Roma del primo Cinquecento: da un libretto di conti di Maddalena pizzicarola in Trastevere, en "Scrittura e civiltá" II (1978) pp. 163-207.

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técnico y léxico de la Paleografía (escrituras elementales de base, modelos de educación gráfica, polos de atracción, variantes equivalentes...), por lo demás en una dirección que definiría de historia social de la escritura. Citaré algunas de ellas.

- Los patrimonios gráfico-culturales presentes en la colectividad observada. Su eventual referencia social y profesional. Las mutaciones que tales fenómenos sufren en el curso del tiempo. -En el caso del Quattro-Cinquecento italiano, el elemento que permite organizar el panorama, bastante plural por no decir anárquico, de las escrituras de uso es el bipolarismo entre mercantesca e itálica. Bipolarismo que se hace manifiesto sólo en aquellas realizaciones de mayor calidad y tipificación; pero para muchas escrituras personales la reducción a uno u otro polo es una operación sutil, a veces desesperada. Estas escrituras irreductibles, o difícilmente reductibles al sistema bipolar plantean un problema no tanto en el plano de las tipologías gráficas (un paleógrafo tiene muchos recursos) cuanto en la h'nea arriba definida de la referencia social y profesional. Para que sea lícito hablar de escrituras de status, las deducciones que se hagan atendiendo a la relación con el status del escribiente serán legítimas sólo en presencia de grafías formadas y bien reconocibles. Sea como sea es ciertamente significativo que la documentación perugina muestra una progresiva inversión de las proporciones entre los dos sistemas: se parte (1487) de una fuerte prevalencia de la mercantesca, se llega (1542) a la primacía de la itálica. El significado del fenómeno reside en la instauración de una jerarquía de los valores gráficos, y en la consiguiente reducción del vínculo entre tipología gráfica y status tan característico del Quatrocento.

- Los puntos débiles de la sociedad de los escribientes: los comportamientos de los semialfabetizados, la delegación de escritura.- Así mismo, en este perfil interesa tanto describir comportamientos como captar los cambios de tendencia que se verifican en el tiempo. El proceso que he verificado para los siglos XIV y XV merece la misma brillante fórmula acuñada por Guglielmo Cavallo para los desarrollos tardo-antiguos: dal segno incompiuto al segno negato?'' Frente a la exuberante presencia de grafías y textos de baja, quizá pésima calidad que se verifica en su inicio, con el Quinientos la franja de los escribientes más inhábiles muestra una perdida de autonomía, de capacidad del uso activo de la escritura. Crece la intervención de los escribientes delegados y se debilita la intervención autógrafa de los semialfabetizados, la mayoría de los cuales, por lo tanto, está ahora marginada de la jerarquía de los valores gráfico-textuales. En cuanto al fenómeno de los escribientes-para-otros, bien conocido a partir del interés que por ellos ha mostrado y continúa mostrando Petrucci, fuentes italianas tardomedievales de este tipo son de un valor extremo sobre todo desde dos puntos de vista: los modos, los procedimientos de la delegación como práctica difundida pero diferenciada, lo que es visible en las diversas realizaciones concretas de la escritura delegada; las relaciones entre delegante y delegado, tema sobre el que

•" Así se titula el trabajo con el que Cavallo participa en el volumen Alfabetismo e cultura scritta citado en el elenco bibliográfico que aparece al tlnal del texto.

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podría alargarme en exceso. Diré cuando menos que es reduccionista, y tal vez inexacto, utilizar los casos de delegación sólo para determinar el analfabetismo del delegante.

- Escrituras y escribientes. Censo de los escribientes, identificación de su condición humana y social, relación con los comportamientos y las tipologías gráficas.- Sobre este argumento, de historiografía típicamente relacional, no pueden más que darse indicaciones genéricas. Las informaciones disponibles sobre los escribientes no son todas las que se quisieran, y a veces son las que menos se desean. Indudablemente hay que llevar a cabo la investigación, y puede proporcionar datos vinculados a la escritura: residencia, actividad, riqueza... Pero no ofrece menores resultados el examen intrínseco de la fuente. Se ha aludido al interés también sociológico de la relación de delegación; añádanse elementos (legibles con bastante facilidad o francamente explícitos en la fuente) como las relaciones de parentesco entre escribientes, la autoconsciencia mostrada -en la grafía, en la formulación del texto, en la connotación de su propia intervención- por cada uno de esos escribientes, los caracteres de la devoción y de la religiosidad personales (tratándose de inscripciones a una cofradía). En otras palabras, no incidiría demasiado sobre la relación entre alfabetismo y estratificación social. ¿Es necesario encontrar relaciones unívocas de causa/efecto, paralelismos inmediatos entre uno y otro plano para que se legitime una historia social de la escritura?. Lo que importa es reconocer en las prácticas de escritura -incluida su exclusión- un componente real y significativo de lo social. Son estos los aspectos que dan sustancia y cuerpo al estudio histórico del alfabetismo: no ya una abstracta medición de capacidades alfabéticas, sino una verificación y descripción de los usos individuales y colectivos de la escritura.'"'

4. Las declaraciones de Perugia, los catastros toscanos y también otros documentos italianos de ese tipo son la vertiente colectiva, como se decía, de una praxis difundida de la autografía. Los individuos singular o colectivamente interesados por un hecho cualquiera "se muestran", se presentan mediante la escritura personal. La relativa estandarización formular que comportaba el valor público de la autografía no anulaba el margen de libertad de escritura dejado a los escribientes. Esta práctica, típica de la Italia urbana del Cuatrocientos, es el antecedente de las firmas "moder­nas". A pesar de algunas persistencias, se verifica en el tiempo una especie de reducción, de contracción: cuanto más libre y rica (al menos potencialmente) es la autografía tardomedieval, tanto más concentrada y conformista es la autografía moderna. En la Edad Moderna es la firma, pura y simple, la que marca el estatuto público del individuo. El alfabetismo personal se convierte en el trámite de la relación entre el "subdito" y las instituciones; pero es un alfabetismo reducido a la mínima expresión. Surge la sospecha de que exista una relación entre la sociedad del Antiguo

^ En este parágrafo he retomado en muchos puntos lo que ya había escrito en los artículos citados en las notas 30 y 35.

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Régimen y este proceso de reducción. (Y sea como fuere, una vez realizada una exploración adecuada, serán valoradas las situaciones locales).

Es precisamente esta la razón por la cual las series "modernas" de firmas obtienen aquellos requisitos de "indicadores universales, standard y directos" que, por sí mismos, deberían permitir un estudio realmente exhaustivo del alfabetismo. Estas series en efecto aparecen como el signo de una identidad sin variaciones, uniforme, homologada. ¿No es este un ulterior elemento de limitación de su valor como fuente?. Y confiar a ellas la reconstrucción histórica del alfabetismo ¿no equivale a una especie de renuncia programática?.

Sin duda la situación del historiador del alfabetismo medieval es mucho más feliz que la del historiador del alfabetismo moderno. El medievalista trabaja sobre franjas sociales tan específicas que se representan tan sólo a si mismas; debe limitarse a describir situaciones determinadas. El modernista, teniendo a su disposición el indicador-firma, considera obligatorio y al mismo tiempo justificado, el deber de inferir de él trends de conjunto; lo que le lleva a sobreestimar y, paradójicamente, empobrecer la fuente. Los auspicios, totalmente banales, son que la experiencia de unos sea útil a los otros -y viceversa, naturalmente. Por lo demás, el encuentro ya se ha producido, al menos en la historiografía italiana. Nos estará permitido creer que este encuentro ha tenido lugar porque ha sido promovido por los paleógrafos. Parece precisamente que los estudios paleográficos han madurado tal conocimiento de las relaciones entre escritura y sociedad, una visión tan amplia de los hechos de escritura, como para situarse como factor impulsor de una sección, aunque sea pequeña, del trabajo histórico. Lo que resulta un gran cumplido, pero también un modo de reivindicar para el trabajo disciplinar el derecho de inventarse continuamente nuevos límites, objetos, relaciones.

Este texto se remonta a 1987. Nace de la experiencia de investigación promovida y coordinada por Armando Petrucci y por mí mismo, a partir del Congreso de Perugia de 1977 (Alfabetismo e cultura scritta nella storia della societá italiana, Perugia, 1978; parcialmente en "Quaderni Storici" 38 (1978) pp. 437-700), y que ha tenido continuidad en el seminario permanente «Alfabetismo e cultura scritta», que ha publicado entre 1979 y 1991 once números de Notizie, en dos series. En esta sede se encontrarán muchas intervenciones de sus dos redactores y de otros autores, que tratan los mismos temas afrontados aquí, lo que hace superfluo remitir puntualmente a cada una de ellas. Las referencias bibliográficas, naturalmen­te, han envejecido. Desde 1987 hasta hoy la situación ha cambiado. Me limito a citar algunos títulos, sin valorar cuánto y de qué forma han incidido sobre lo que yo he escrito. En 1987 tuvo lugar en Salerno el congreso Sulle vie della scrittura. Alfabetizzazione, cultura e istituzioni in etá moderna (actas: Edizioni Scientifiche Italiane, Napoli 1989); allí se pueden leer muchos ensayos de interés general. Una buena síntesis es la de R.A. HOUSTON, Literacy in early modern Europe. Culture and education 1500-1800, Longman, London-New York 1988. Los ensayos metodológicos de H.J. Graff han sido recopilados por él en The Labyrinths of Literacy. Reflections on Literacy past and presen!. Palmer, London-New York-Philadelphia 1987. Por lo que respecta a la Historia Moderna española sobre alfabetismo, en la que Antonio Viñao Frago ocupa un primer plano, ha sido publicada la ejemplar monografía de P. L. MORENO

Page 20: Historia del Alfabetismo y Método Cuantitativo - CORE · SIGNO 3 (1996) 89 homologas. La misma irreducible "diversidad" de las escrituras manuscritas no impide, al contrario, estimula

106 ATTILIO BARTOLI, HISTORIA DEL ALFABETISMO . . .

MARTÍNEZ, Alfabetización y cultura impresa en Lorca (1760-1860), Universidad de Murcia, 1989.

Pero la historiografía española ha avanzado mucho, tanto que hoy disfruta de una posición de vanguardia en este ámbito de la investigación: véase, además del monográfico que aparece en el número 21 del "Anuario de Estudios Medievales" (1991), cuando menos el reciente volumen Escribir y Leer en Occidente, edición a cargo de A. Petrucci y F.M. Gimeno Blay, Valencia 1994. También en Italia han sido publicadas obras de gran interés: Istruzione, alfabetismo, scrittura. Saggi di storia dell 'alfabetizzazione in Italia (sec. XV-XIX), a cura di A. Bartoli Langeli y X. Toscani, Franco Angeli, Milano 1991; y las actas del congreso sobre Pratiche di scrittura epratiche di lettura nell'Europa moderna (Erice, 17-22 settembre 1989), a cura di A. Petrucci, en "Annali della Scuola Nórmale Superiore di Pisa. Classe di Lettere e Filosofía", ser. III, XXIII (1993) pp. 375-823. Hay que señalar también la apertura de la vertiente contemporánea, como resultado del trabajo de la Federazione degli archivi della scrittura popolare, que desde 1987 organiza regularmente congresos en Rovereto: véanse, al menos, las actas del primero. Per un archivio della scrittura popolare, en "Materiali di lavoro. Rivistadi studi storici", Rovereto 1987, pp. 3-206.

Actualizaciones concretas: los trabajos de A. Petrucci y de éste con C. Romeo, citados en las notas 14 y 15 han sido publicados de nuevo, junto con otros (sobre Milán y Bérgamo, Lucca, Pisa y Roma; sobre las suscripciones en los plácitos judiciales y sobre problemas generales) en "Scriptores in urbibus". Alfabetismo e cultura scritta nell 'Italia altomedievale, II Mulino, Bologna 1992. Daniele Marchesini, casi respondiendo a mi solicitud expresada a la altura de la nota 26, ha conseguido la "emancipación" de su objeto de estudio respecto a toda hipoteca interpretativa: // bisogno di scrivere. Usi della scrittura nella Europa moderna, Laterza, Roma-Bari 1992. Mi trabajo, citado en la nota 35 ha aparecido además en la obra colectiva Istruzione, alfabetismo, scrittura. Saggi di storia dell 'alfabetizzazione in Italia (sec. XV-XIX), (vid. supra).

De la revista "Alfabetismo e cultura scritta" aparece en 1988 la nuova serie, editada por II Baggatto de Roma.

RESUME Les développements récents, tres spectaculaires et rapides, des recherches sur

l'alphabétisme á l'époque moderne, sont une des conséquences de la «révolution quantitative» qui a caracterisé l'historiographie moderne des années soixante. On propose, en méme temps, une expérience dans le cadre de la paléographie et des codex. On envisage l'exigence d'une convergence entre les deux significations, de maniere á adapter la nécessité de la quantification (exigence permise, mais limitée) avec la méthodologie, caractéristique des études paléographi-ques orientées vers la connaissance de la culture graphique des scribes.

SUMMARY The recent very spectacular and quick developments of research about literacy in the

modern ages are one of the conséquences of the «quantitative révolution» that has characterised the present historiography of the sixties. Nowadays, we propose an experiment within the palaeographic and codicological field. We observe the existence of a common tendency between both senses to match the need of quantification (this requirement is most probably licit, but also limited) with the typical methodology of the palaeographic studies oriented towards the knowledge of the copiers graphic culture (del A.E.M.).