historia de un niÑo

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Page 1: HISTORIA DE UN NIÑO

Librepensadores Sueltos Prod. El Niño Trabajador

AVISO: ESTE RELATO ESTÁ BASADO EN HECHOS REALES, CONSTATADOS Y CERTIFICADOS POR MUCHAS PERSONAS DE DISTINTA ÍNDOLE, EDAD Y LUGAR DE NACIMIENTO.Erase una vez un niño muy muy muy trabajador que vivía con su familia en un pisito por la zona de Pacífico. El niño trabajador no daba a basto con las numerosas tareas que tenía que ir haciendo a lo largo del día... limpiar el baño, poner lavadoras, tender lavadoras, de color, de blanco, de colores oscuros, comprar el periódico, comprar el pan, comprar elementos de alimentación varios, poner el lavavajillas, vaciar el lavavajillas, barrer el suelo de la cocina después de comer, fregar el suelo de la cocina después de comer, fregar cacharros (porque por supuesto la mitad de ellos, según la teoría de su madre, no se pueden meter en el lavavajillas. Digo yo que para algo está ¿no?), hacer la cama, colocar la habitación, ahuecar los cojines del sofá, también los que no son del sofá, limpiar el cristal de la mesa del salón y muchas más tareas propias no tanto por su sexo sino por su condición de hijo menor de familia opresora que mejor no voy a seguiros relatando porque entonces me moriría de viejo antes de poder terminar este post. En conclusión unas labores domésticas prácticamente incompatibles con la vida en sociedad que un niño de la edad de 17 años (aunque muy muy maduro) necesita para su perfecto desarrollo físico pero aún más importante, psicológico. Tras esas largas jornadas de duro trabajo la única recompensa que recibía el pobre chaval era la comida (que gracias a Dios o a los conocimientos culinarios de su madre estaba bastante buena). Pero la pesadilla (si es posible algo peor a lo relatado anteriormente) llegó en un largo día de verano. Resulta que mientras el niño oprimido trabajaba su madre le dijo "hoy voy a hacerte conejo al ajillo en el horno", el niño aunque exhausto saltó de alegría y se le endulzaron los ojos pese a que aún le quedaba un par de horitas más de trabajo en casa. El trabajador niño comió y comió conejo al ajillo pero eso no fue suficiente para compensar la paliza que le llegaría a la hora de limpiar la cocina y peor aún, ¡EL HHHHORRRRNNNNNOOOO!!!! (El conejo al ajillo desprendió aceite que cayó al fondo del horno mientras se hacía. Su madre al sacar el conejo del horno observó como salía más humo del normal, fruto de que el aceite que caía al fondo del horno se quemaba produciendo humo. Entonces ella optó por poner el horno a máxima potencia para que desintegrara el aceite y luego sólo hubiera que recoger sus restos carbonizados, pero oh casualidades de la vida que el aceite restante al quemarse produjo una humareda densísima que se impregnó no sólo en la ropa de la familia y en las paredes de la cocina sino que también en el cristal del horno por lo que se hacía imposible visualizar cualquier alimento que se estuviera haciendo en el horno.)De esta forma su madre le dijo al pobre niño trabajador y oprimido que sacara la vaporeta y se pusiera a limpiar el cristal del horno (además del resto de la cocina, esta si sin vaporeta). Tras varias horas de frotar y frotar, con magulladuras en los dedos y manos y el cristal del horno reluciente el pobre niño decide echarse un poquito en la cama. Es despertado a voz en grito “¡No seas chapucero!, ¿no has visto acaso que se te ha quedado un pequeña, milimétrico e inapreciable línea de grasilla detrás del mueble de la cocina el cual es imposible mover? (Tampoco quiero mentiros, no fue exactamente así, pero algo parecido)”. El niño se levanta y acude corriendo y sin rechistar a la cocina para complacer a su madre a toda costa (¡¡no seais mal pensados coño!! esque depende de ella su existencia) cuando le llaman por teléfono, (pese a su difícil vida social consigue mantener alguna esporádica relación con sus iguales) lo cogen desde distinta habitación a la vez madre e hijo trabajador cuando ella empieza a decir a su amigo lo mal y poco que hace las cosas... Pobre chaval.