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COMUNIDAD FORAL DE NAVARRA CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009

S O L U C I Ó N D E L A P R U E B A D E A C C E S OAUTORA: Marta Monje Molina

Primera partea) Atapuerca. Complejo arqueológico situado en la sierra

del mismo nombre, sobre el valle del río Arlanzón, aleste de la ciudad de Burgos. En este lugar se han locali-zado los restos de homínidos más antiguos de Europa y numerosos datos sobre la fauna y la flora en la zonaque se remontan hasta un millón de años. El yacimientofue descubierto en 1899 mientras se llevaba a cabo laconstrucción de una línea ferroviaria. En 1976 aparecióel primer fósil humano; a raíz de este hallazgo, se pusoen marcha un proyecto de excavaciones más ambicioso,al que se incorporaron el arqueólogo Eudald Carbonell ylos paleoantropólogos Juan Luis Arsuaga y José MaríaBermúdez de Castro, que fueron galardonados en 1997con el Premio Príncipe de Asturias de InvestigaciónCientífica y Técnica.

Los hallazgos más importantes se concentran en tresyacimientos: la Trinchera Galería, la Trinchera Dolina oGran Dolina y la Sima de los Huesos. En la TrincheraGalería se ha encontrado utillaje lítico propio del Paleolí-tico Inferior. En la Gran Dolina, situada a 16 m de profun-didad, se han hallado restos del llamado Homo antece-ssor, con una antigüedad de 800 000 años; se trata de laespecie de homínido más antigua de las encontradas enEuropa. La Sima de los Huesos, un conducto vertical de13 m de profundidad localizado en la Cueva Mayor, es elyacimiento de fósiles humanos más importante jamásdescubierto. Se han localizado huesos pertenecientes a30 individuos de la especie Homo erectus con una data-ción de entre 500 000 y 120 000 años.

b) Navas de Tolosa. Localidad de la provincia de Jaén. El 16de julio de 1212 tuvo lugar en sus proximidades una bata-lla entre los almohades y un ejército formado por una coa-lición de reinos cristianos (Castilla, Aragón, Navarra). Losalmohades eran en su origen un conjunto de tribus pro-cedentes del norte de África, unificadas en un movimientopolítico-religioso —almohade procede de al-Muhawidun,«defensores de la unidad»— por Ibn Tumart en el primercuarto del siglo XII. El sucesor de Ibn Tumart, Abd al-Mumin (1130-1163), fue proclamado califa y desplazó alos almorávides en el norte de África. Ante el avancecristiano en el sur de la Península —en 1147 el rey caste-llano Alfonso VII tomó Almería—, los almohades cruza-ron el estrecho y ese mismo año conquistaron Sevilla,donde establecieron su capital. En los años siguientes,los almohades sometieron las taifas andalusíes, obli-garon a los castellanos a retirarse de Almería (1157) yaprovecharon las querellas entre los reinos cristianos en beneficio propio. En 1195 derrotaron a Alfonso VIII

en Alarcos, lo que les permitió internarse en el valle delTajo. Ante el peligro que el pueblo norteafricano supo-nía para su reino, el monarca castellano trató de estable-cer en 1197 una alianza con el reino de León medianteel matrimonio de su hija con Alfonso IX. Pidió ayuda alpapado y logró que Inocencio III proclamara la cruzadacontra los almohades. En la batalla de las Navas de Tolo-sa Alfonso VIII contó con el apoyo de los reyes cristianosde Navarra (Sancho VII, que acudió pese a sus derrotasfrente a Castilla), Aragón (Pedro II) y Portugal (Alfonso II),así como con el de caballeros de diversas órdenes mili-tares y tropas y aventureros del otro lado de los Pirineos.El reino de León no acudió debido a sus disputas conAlfonso VIII. Los almohades sufrieron una derrota aplas-tante y su ejército fue aniquilado. Su presencia quedóprácticamente borrada de la Península Ibérica. A partirde ese momento, la superioridad cristiana fue nítida y seprodujo un espectacular avance de Castilla, Portugal yAragón hacia el sur.

c) Cardenal Cisneros. Nombre con que es conocido Fran-cisco Jiménez de Cisneros, eclesiástico y político español(1436-1517). Nombrado confesor de la reina Isabel laCatólica (1492), asumió el arzobispado de Toledo en1495, cargo desde el que impulsó la reforma del clero.Mantuvo una actitud intransigente frente a la poblaciónmudéjar e impulsó las conversiones masivas, lo que pro-vocó la rebelión de las Alpujarras (1499-1502) que fueduramente reprimida. A la muerte de Felipe I, ejerció laregencia junto con el condestable de Castilla y el duquede Nájera. Desde ese puesto trató de controlar las luchasentre las diferentes facciones nobiliarias. Fernando elCatólico, tras asumir la regencia a su llegada a Castilla, le otorgó la dignidad de cardenal y le nombró inquisidorgeneral de Castilla. Intervino activamente en la políticanorteafricana (conquista de Mazalquivir y Orán). En elámbito de la cultura fundó la universidad de Alcalá deHenares (1508) e impulsó la edición de la Biblia políglo-ta complutense. A la muerte del rey (1516), ocupó denuevo la regencia hasta la llegada de Carlos I en 1517.

d) Crisis demográfica del siglo XVII. Conjunto de perturba-ciones sufridas por la población española en dicho siglo,que se vieron acompañadas, y provocaron a su vez,retroceso económico y malestar social. Este proceso for-ma parte de la llamada crisis general del siglo XVII quepadeció buena parte de Europa, especialmente la cuen-ca mediterránea. La crisis demográfica no afectó porigual a todos los territorios de la monarquía hispánica:Castilla fue el reino que más población perdió, en espe-cial la Meseta; la periferia superó con más fortuna los

Opción A

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problemas demográficos. El campo, en general, se recu-peró mejor que las ciudades de la crisis, cuya fase másintensa tuvo lugar entre 1630 y 1680. En las dos últimasdécadas del siglo se dio una recuperación, lo que permi-tió que el retroceso inicial se convirtiera finalmente en unestancamiento de la población. Hacia 1700 esta ascendía aunos ocho millones de personas, cifra levemente inferiora la registrada en torno a 1600. Los factores que provoca-ron la crisis demográfica del siglo XVII fueron los siguientes:

� Las crisis de subsistencia causadas por las malas cose-chas, que provocaron hambrunas. Especialmente dañi-na fue la que atravesó Castilla entre 1677 y 1687.

� Las epidemias, favorecidas por la desnutrición de lapoblación. La peste rebrotó con gran virulencia envarios períodos.

� La crisis económica general y la enorme presión fiscalempobrecieron al campesinado y provocaron la des-población del campo.

� Los conflictos armados: la Guerra de los Treinta Añosa partir de 1635, y las secesiones de Cataluña (1640-1652) y Portugal (1640-1668) elevaron la mortalidad,bien de forma directa o destruyendo los medios desubsistencia.

A estos factores puede añadirse la emigración a Améri-ca, que, si bien no fue decisiva, incidió especialmente enAndalucía. Por último, la expulsión de los moriscos(1609-1614) tuvo un efecto devastador en la poblaciónde algunos reinos de la monarquía hispánica. En Valen-cia, los moriscos sumaban un tercio de la población, y enAragón alcanzaban el 20 %.

e) Decretos de Nueva Planta. Legislación promulgada porFelipe V de Borbón durante la Guerra de Sucesión Espa-ñola (1701-1715) y a su conclusión, que tuvo como con-secuencia la supresión de las instituciones y privilegiosde Aragón, Cataluña, Mallorca y Valencia.

Durante la Guerra de Sucesión, los reinos orientales sehabían alineado con el pretendiente austriaco, Carlos deHabsburgo, por lo que Felipe V ordenó la promulgaciónde los Decretos de Nueva Planta en los reinos de Valen-cia y Aragón (1707), Mallorca (1715) y Cataluña (1716).Estos decretos eliminaban los fueros, las Cortes y susdiputaciones, incluida la Generalitat, los tradicionalesconcejos municipales, el cargo de Justicia Mayor de Ara-gón, el sistema fiscal y monetario propio de cada reino yel Consejo de Aragón. En su lugar se impusieron, engeneral, las leyes, instituciones y cargos por los que seregía Castilla. Los virreyes fueron suprimidos y la lenguacatalana quedó recluida a la esfera privada. Además, seeliminaron las aduanas y puertos secos que obstaculi-zaban el comercio interior.

Los Decretos respondían al deseo del nuevo rey deemprender reformas que condujesen a la uniformidadadministrativa de los diferentes reinos de la monarquíay a una mayor centralización. Sin embargo, la igualdadentre los reinos no fue total. Los orientales conserva-ron buena parte de su derecho civil, y se renunció a

imponerles el sistema fiscal castellano. En el País Vasco y Navarra se mantuvieron vigentes sus fueros y aduanas.Navarra, además conservó sus Cortes y su virrey.

Segunda partea) El gráfico muestra los resultados de las elecciones gene-

rales de noviembre de 1933 en Navarra, durante laSegunda República española. Se trata de un gráfico desectores. Representa el porcentaje de votos que alcanza-ron las diferentes fuerzas políticas que concurrieron adichos comicios por la circunscripción de Navarra. Elgráfico refleja la aplastante victoria del bloque de dere-chas, que alcanzó un 73 % del voto válido, triplicandocasi la suma del resto de los partidos participantes(27 %). El PSOE (14 %) fue la segunda fuerza política. ElPNV mantuvo cierto nivel de voto (9 %), mientras que laincidencia de los republicanos (3 %) en el electoradonavarro fue mínima.

b) A nivel nacional, las elecciones del 19 de noviembre de1933 supusieron un vuelco con respecto a la correlaciónde fuerzas existente en los dos primeros años de laSegunda República española. Este giro político fue con-secuencia de la reacción que provocó la política de losGobiernos del primer bienio —dominado por una coali-ción de republicanos de izquierda, nacionalistas y elPSOE—, dirigida por Manuel Azaña. En este período seaprobó una nueva Constitución (diciembre de 1931),que configuraba un régimen democrático, parlamenta-rio, laico y descentralizado, y se impulsó un ambiciosopaquete de reformas que afectaron a prácticamentetodos los aspectos de la vida española —agricultura, tra-bajo, educación, Ejército, cuestión religiosa, laicismo,organización territorial—.

La línea política del Gobierno Azaña (octubre de 1931-septiembre de 1933) encontró fuertes resistencias porparte de grandes propietarios, patronos, algunos ele-mentos del Ejército y de la Iglesia, además de por unamplio sector de la sociedad conservadora y católica.Este sector, poco representado en las Cortes Constitu-yentes surgidas de las elecciones de junio de 1931, aco-gió con alarma algunos episodios de cariz anticlerical(quema de conventos en mayo de 1931; expulsión delprimado de España, el cardenal Pedro Segura, un mesdespués) y la dirección adoptada por el nuevo régimenen lo referente a la cuestión religiosa (aprobación enoctubre de ese mismo año de los artículos 26 y 27 de laConstitución, que establecían una tajante separaciónentre la Iglesia y el Estado, y que provocó la dimisión delpresidente del Gobierno, Niceto Alcalá-Zamora). A ellose añadieron los conflictos surgidos con la Iglesia (Ley deCongregaciones religiosas, 1933) y el empeño laicistadel Gobierno (Ley del Divorcio, secularización de loscementerios). El Gobierno de Azaña también se enfrentóa una fuerte oposición procedente de sectores del Ejér-cito (Sanjurjada, agosto de 1932) y de los anarquistas,impulsores de varios movimientos insurreccionales en1932 y 1933 que fueron reprimidos con gran dureza.Pese a la legislación laboral aprobada por el Gobierno, el

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paro comenzó a crecer a lo largo de 1932 y 1933, y laaplicación efectiva de las leyes reformistas fue lenta einsuficiente. Esto provocó la desafección del PSOE y lacaída del Gobierno. El presidente de la República, Alcalá-Zamora, encargó a los radicales la formación del Ejecuti-vo en septiembre de 1933. Ante las dificultades con quese encontraron para formar mayorías, se convocaron laselecciones de noviembre de ese mismo año.

El vuelco electoral de 1933 se explica, sobre todo, por-que la realidad desmintió al presidente Azaña: Españaseguía siendo católica en buena parte, y su política pro-vocó la reacción y el reagrupamiento de la opinión con-servadora. El sector mayoritario de la derecha católica seaglutinó en torno a la Confederación Española de Dere-chas Autónomas (CEDA). Constituida en marzo de 1933,era un partido de masas posibilista o accidentalista encuanto a la forma de Estado, que pretendía reformar laConstitución sin abolir la República. Su líder, José MaríaGil Robles, era partidario de un régimen corporativo yautoritario (no liberal) y del restablecimiento del poderde la Iglesia. La oposición republicana conservadora seconcentró en torno al Partido Radical, después de la salidadel ejecutivo en diciembre de 1931 de los ministros perte-necientes a esta formación (su líder, Alejandro Lerroux,que ocupaba la cartera de Estado, y Diego MartínezBarrio, al frente del ministerio de Comunicaciones). Tam-bién se fueron configurando diferentes formacionespolíticas de la derecha antiliberal. Entre ellas figurabanRenovación Española (monárquicos alfonsinos), Comu-nión Tradicionalista (carlistas) y Falange Española (fascis-tas). A las elecciones de 1933, por tanto, acudió unaderecha organizada, que se presentó en coalición (laUnión de Derechas y Agrarios). La agrupación dominan-te era la CEDA, pero también incluía a los alfonsinos, alos carlistas, a los independientes agrarios y a José Anto-nio Primo de Rivera. Su programa electoral se centrabaen la supresión de la legislación del primer bienio, relati-va a las cuestiones agraria, laboral y religiosa, y en larevisión de la Constitución. Su victoria fue muy amplia: aella contribuyó la Ley electoral, que primaba la forma-ción de coaliciones, y, según algunos análisis, el votofemenino —en 1933 las mujeres votaron por primera enla historia de España—, mayoritariamente conservador.Las formaciones predominantes fueron la CEDA (115diputados) y el Partido Radical (102 diputados). El PSOE,base de la coalición gubernamental que dominó el pri-mer bienio, quedó reducido a 58 escaños, mientras quela formación de Manuel Azaña, Acción Republicana, ape-nas alcanzó un nivel testimonial (5 escaños).

En Navarra el llamado movimiento católico era espe-cialmente poderoso y en las elecciones de 1931 habíaconseguido una sólida mayoría (63 % de la ConjunciónCatólico Fuerista frente al 35 % de las izquierdas). Laselecciones de 1933 confirmaron de forma aplastanteese predominio. La participación electoral, un 80 %, indi-ca claramente el grado de movilización que provocóentre la opinión pública navarra la línea política seguidapor el Gobierno durante los dos años anteriores. La coa-

lición vencedora, el Bloque de Derechas, estaba integra-do por Comunión Tradicionalista (carlistas), Unión Nava-rra, monárquicos alfonsinos y diferentes organizacionescatólicas. Sus representantes lograron el copo, es decir,los siete escaños en juego: cuatro para Comunión Tradi-cionalista, uno para Unión Navarra, uno para los monár-quicos alfonsinos, uno para las organizaciones católicas.

Existían diferencias entre estas formaciones, pero todasellas compartían una serie de rasgos ideológicos: nacio-nalismo católico, defensa del Estado confesional y de lamoral católica, defensa de la propiedad privada y rechazode la lucha de clases, antiliberalismo, corporativismo,autoritarismo, reivindicación de la familia, desconfianzahacia la sociedad de masas y un difuso regionalismo res-petuoso con la unidad de España.

El carlismo era claramente mayoritario. Después de atra-vesar un período de división interna —los llamados inte-gristas se separaron en 1888 y los partidarios de Vázquezde Mella en 1919—, tras la muerte del pretendiente donJaime el movimiento se reagrupó en 1932 bajo la direc-ción de su sucesor, Alfonso Carlos, y adoptó la denomi-nación de Comunión Tradicionalista. Intransigentes en lacuestión religiosa, los carlistas eran partidarios de unamonarquía tradicional, corporativa y católica, un progra-ma que ha recibido la calificación de «utopía restrospec-tiva». Predominaban claramente en la Navarra Media.Poseían una organización armada, el Requeté, que habíacomenzado a formarse prácticamente desde la procla-mación del la República, aunque su proceso de organi-zación se aceleró a partir de 1934, y una serie de agrupa-ciones sectoriales, como las Asociaciones de Margarita,que llegaron a encuadrar 5 000 mujeres.

La Unión Navarra se constituyó en marzo de 1933. Lide-rada por Rafael Aizpún, se adhirió a la CEDA en febrerode 1934. Su ideario se basaba en la defensa del catolicis-mo, la propiedad privada «en su versión cristiana» y elregionalismo. Atrajo a ex mauristas, antiguos miembrosde la Unión Patriótica (el partido en el que se integraronlos partidarios de la Dictadura de Primo de Rivera) ymiembros de las asociaciones católicas. Recibió el apoyodel Diario de Navarra, órgano de las clases dominantesnavarras, cuyos principales representantes eran conoci-dos como el «sanedrín de Pamplona». Los monárquicosalfonsinos se agruparon, como se ha visto, en Renova-ción Española, mientras que, en lo que respecta a los sin-dicatos y asociaciones católicas, tenían un gran arraigoen Navarra.

La segunda fuerza política más votada en las eleccionesde noviembre de 1933 en la circunscripción navarra fueel PSOE. Desde 1931 la organización había tenido unaimplantación notable, sobre todo en Pamplona y LaRibera. Concurrió en solitario y los resultados constitu-yeron una decepción.

La tercera fuerza política en estos comicios fue el PNV. Aligual que los carlistas, acababa de superar la escisiónentre Comunión Nacionalista Vasca, conservadora y pre-dominante en Navarra, y el grupo de los aberrianos (la

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escisión de ANV apenas tuvo influencia en Navarra).Había concurrido a las elecciones de 1931 con las fuer-zas del Bloque de derechas, con las que compartía elrechazo al laicismo impulsado por el Gobierno Azaña.Con ellas apoyó también el Estatuto de Estella, cuyoproyecto fue presentado en septiembre de 1931 y recha-zado por el Gobierno al considerarlo «vaticanista». Apartir de ese momento, el PNV comenzó a distanciarsede las fuerzas del Bloque de Derechas. El principal motivofue la cuestión autonómica: los dirigentes peneuvistasoptaron por explorar las vías que ofrecía la Constituciónde 1931 para avanzar hacia el autogobierno. Además, seprodujo una renovación entre sus dirigentes. En 1933José Antonio Aguirre y Manuel de Irujo desplazaron a lavieja guardia aranista e iniciaron un lento viraje hacia posi-ciones demócratacristianas, más templadas y centristas.

Finalmente, en el grupo de «republicanos» que apare-cen en el gráfico se integraban el Partido RepublicanoRadical y Acción Republicana. La primera de estas for-maciones logró casi 6 000 votos, mientras que la segun-da no alcanzó los 3 000. En el grupo de «otros» se encon-traba el PCE, que logró 1 334 votos.

Tercera parteEl reinado de Alfonso XIII (1902-1931) se inició bajo elimpacto del desastre del 98. La pérdida de los últimos res-tos del imperio colonial español se sumaba al profundodescontento existente en amplios sectores de la sociedadespañola con el sistema político de la Restauración, viciadopor las prácticas corruptas del caciquismo y cerrado a buenaparte de la oposición política (movimiento obrero, naciona-lismos, republicanismo). Surgió entonces el regeneracio-nismo, un movimiento intelectual y social crítico con el sis-tema y sus prácticas políticas, que recibió el apoyo de lasclases medias. Los postulados regeneracionistas —supre-sión del caciquismo, necesidad de una reforma social, pro-teccionismo económico, fomento de las obras públicas,recuperación de la grandeza de España— fueron asumidospor los partidos dinásticos. Entre los conservadores el pri-mero en hacerlo fue Francisco Silvela, quien presidió dosgobiernos con escaso éxito (1899-1900 y 1902-1903), aun-que su máximo representante fue Antonio Maura. Los polí-ticos de la izquierda liberal también adoptaron el espíritudel regeneracionismo: Santiago Alba (que colaboró conJoaquín Costa) y José Canalejas se acercaron o se integra-ron en el ala izquierda del Partido Liberal. Será Canalejasquien, tras la experiencia conservadora de la primera déca-da del siglo XX, ensaye fórmulas de modernización del paísdesde la izquierda del régimen.

En la primera década del siglo XX, Antonio Maura personifi-có la renovación del Partido Conservador. En 1902 fue nom-brado ministro de Gobernación y, posteriormente, presidióel Gobierno en dos ocasiones, conocidas, respectivamente,como el Gobierno Corto (1903-1904) y el Gobierno Largo(1907-1909). Su programa político, denominado maurismo,se puede resumir en los siguientes puntos:

� Conservadurismo católico de masas. La sociedad españo-la, mayoritariamente católica y conservadora, debía movi-

lizarse para expresar su opinión frente a las pretensionesde la izquierda de crear un Estado laico.

� Conexión de la monarquía con la realidad social. Erapreciso implantar un corporativismo social de caráctercatólico, es decir, un sistema político en el que estuvie-ran representados los ciudadanos por corporaciones.Para ello, había que acabar con el caciquismo, que con-trolaba las elecciones; este sistema de voto no representa-ba a la sociedad española. En esa línea, Maura promovióuna reforma de la Administración local, que no se llevó acabo, y de la Ley Electoral, que tuvo escasos efectos.

� Incorporación de otras fuerzas políticas al sistema, enconcreto, el catalanismo conservador, cuyo máximorepresentante era la Lliga Regionalista. Fundada en 1901y liderada por Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó, suobjetivo era lograr cierto grado de autonomía adminis-trativa. Para ello, Maura impulsó el proyecto de una Leyde Administración Local que permitía la formación demancomunidades; sin embargo, no se llegó a aprobar.Además, los conflictos con el Gobierno (asalto a la revistaCu-cut, Ley de Jurisdicciones de 1906) alejaron las posibi-lidades de acuerdo.

� Desarrollo de una política exterior expansionista enMarruecos para olvidar la derrota de 1898 y ofrecer unnuevo objetivo a los militares, que se habían convertidoen un poderoso grupo de presión. Durante el gobiernode Maura se aprobó la construcción de una escuadranaval y comenzaron las operaciones bélicas en el nortede África (1909); ambas medidas incrementaron los gas-tos estatales y el déficit.

Mientras se sucedían los intentos regeneracionistas del Par-tido Conservador durante la primera década del siglo XX,creció el malestar social y se registró un avance de las fuer-zas políticas que se encontraban fuera del sistema: naciona-listas, republicanos y movimiento obrero. La tensión con elGobierno del liberal Moret, que había promulgado en 1906la Ley de Jurisdicciones, por la que los delitos contra lapatria y el Ejército serían juzgados por tribunales militares,condujo a la constitución de Solidaritat Catalana, una coa-lición de partidos antidinásticos, que aglutinó desde repu-blicanos federales hasta carlistas y obtuvo unos resultadosespectaculares en las elecciones de 1907. También hubo pro-testas obreras (huelga general de 1902 en Barcelona) ylos anarquistas persistieron en su campaña de atentados,como el que se llevó a cabo durante la boda de Alfonso XIIIy Victoria Eugenia de Battemberg en 1906. La implicaciónespañola en Marruecos agudizó este clima de descontentosocial, que cristalizó en julio de 1909 con el estallido en Bar-celona de la Semana Trágica. La represión del Gobierno ylas campaña contras las cinco ejecuciones dictadas provo-caron la dimisión de Maura en octubre de 1909. El reyencargó la formación de Gobierno a José Canalejas, líderdel Partido Liberal, quien trató de impulsar su propio pro-grama de reformas.

José Canalejas fue presidente del Gobierno entre 1910y 1912. Durante su mandato renovó el programa liberal,admitiendo el intervencionismo del Estado en la econo-

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mía y la sociedad, la reforma social, la separación de la Igle-sia y el Estado y la democratización del régimen. Entre suslogros cabe mencionar la Ley de Mancomunidades (apro-bada en 1913 tras su muerte), que permitió el nacimientode la Mancomunidad de Cataluña (1914). Se abordó tam-bién la cuestión religiosa, expresada en la voluntad deCanalejas de separar Iglesia y Estado, mediante la «ley delcandado» de 1910 (que prohibía la entrada en España denuevas órdenes religiosas extranjeras) y la tolerancia conlas manifestaciones públicas de religiones no católicas. Eldirigente liberal reprimió con rigor la nueva oleada de huel-gas (1911-1912), empleando para ello al Ejército. Ennoviembre de 1912 Canalejas fue asesinado en Madrid porun anarquista.

Los proyectos de renovación «desde arriba» de Maura yCanalejas fracasaron en buena medida. A pesar de queambos políticos lograron implantar algunas reformas, nopudieron integrar en el sistema a las fuerzas políticas de laoposición. Tampoco fueron capaces de atajar la división delos partidos dinásticos. Aunque entre 1907 y 1912 hubocierta continuidad en los gobiernos, que contrastaba con lainestabilidad del período anterior (once cambios de gabi-nete entre 1902 y 1907), la división interna en los partidosConservador y Liberal resurgió en la década siguiente. Ladesunión de ambos partidos dificultó la gobernabilidad delpaís: ningún líder político pudo obtener un respaldo sólidoen la delicada coyuntura provocada por la gran Guerra y larevolución bolchevique.

Opción B

Primera partea) Andelos. Ciudad vascona romanizada situada en el tér-

mino municipal de Mendigorría (Navarra Media), en lamargen derecha del río Arga. El asentamiento más anti-guo data de la Edad del Hierro (siglos IV-III a. C.). Su roma-nización se inició en el siglo II a. C. y alcanzó su época demayor florecimiento a lo largo de los siglos II y III d. C.Citada por Plinio el Joven y Ptolomeo, Andelos fue unpunto de enlace en la vía de comunicación que uníaCaesaraugusta (Zaragoza) y Pompaelo (Pamplona). Seconservan restos de su cardo y decumano, así como dife-rentes puntos de interés (antigua lavandería-tintorería,casa de Baco) y vestigios de un notable sistema hidráuli-co (presas, acueducto, arqueta de distribución o caste-llum aquae). También tienen importancia el mosaicotitulado El triunfo de Baco, que se conserva en el Museo deNavarra, y una placa de bronce con una inscripción dedi-cada al dios Apolo. El asentamiento estuvo habitadohasta mediados del siglo XV.

b) Camino de Santiago. Ruta de peregrinación religiosa aSantiago de Compostela, adonde, durante la Edad Media,acudieron numerosos creyentes a rendir culto al apóstolSantiago. Según la tradición, el apóstol había evangeli-zado Hispania y recibido sepultura en dicha ciudadgallega. La veneración del sepulcro de Santiago, que seinició en el siglo IX, se convirtió en uno de los principa-les puntos de peregrinación del Occidente europeo enel primer cuarto del siglo XI. Los reyes castellano-leone-ses y navarros favorecieron el paso de los peregrinosmejorando los caminos y construyendo hospederías yhospitales. Las principales rutas fueron la de Roncesva-lles, la de Somport y, ya en la Baja Edad Media, la de Irún-Tolosa. El Camino de Santiago se convirtió además enuna vía de intercambio comercial y cultural con Europa.Por esta ruta penetraron la arquitectura románica y lasreformas eclesiásticas, propagadas por las órdenes reli-giosas procedentes de Francia: la Orden Benedictinareformada o Cluniacense, con centro en la abadía deCluni (los llamados, por su hábito, «monjes negros»), y

la Orden Cisterciense (los denominados «monjes blan-cos»), fundada en la abadía de Citeaux. También favorecióel desarrollo de las ciudades y el surgimiento de unaclase burguesa dedicada a las actividades mercantiles. ElCamino de Santiago fue declarado por la UNESCO Patri-monio de la Humanidad en 1993.

c) Expulsión de los judíos. Medida decretada por losReyes Católicos para conseguir una mayor unidad reli-giosa en sus reinos y evitar su influencia, consideradanegativa, sobre los llamados conversos, judíos que sehabían convertido a la fe cristiana. En marzo de 1492 se ordenó la expulsión de todos los judíos de Castilla y dela Corona de Aragón que no accedieran a bautizarse en elplazo de cuatro meses. Podían vender sus bienes y lle-várselos en forma de letras de cambio, pero estaba pro-hibido sacar oro, plata, monedas, armas y caballos. Anteel decreto de expulsión, muchos prefirieron bautizarse;se ha cifrado en unos cien mil los judíos que abandona-ron Castilla y la Corona de Aragón con destino a Navarray Portugal (de donde también fueron expulsados entre1496 y 1498). El destino final de los judíos que salieronde la Península (sefardíes) fue el norte de África, Flandes,Italia y el Imperio turco. La medida respondía a los senti-mientos de la población castellana de la época y fue unamanifestación de la voluntad de los Reyes Católicos deutilizar la religión para fines políticos. La expulsión, sinembargo, debilitó la vida urbana y la actividad comer-cial, sectores en los que los judíos habían desempeñadoun papel de importancia en los siglos anteriores.

d) Encomiendas. En la Edad Media, cesiones de carácterseñorial por las que los reyes castellanos concedían a lasórdenes militares (y, a su vez, estas a los comendadores)el control de determinados territorios, castillos o villas,con sus respectivas rentas, e incluso la jurisdicción civil ycriminal, a cambio de su defensa contra los musulmanes.En el siglo XVI, la institución se trasplantó a las Indiaspara controlar su mayor «riqueza», los nativos. Inicial-mente, la mano de obra indígena se distribuyó de formaespontánea (repartimientos). A partir de las Leyes de

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Burgos (1512) se estableció el sistema de encomiendas:se asignaba un grupo de indígenas a un encomendero,quien, a cambio de su trabajo y del pago de tributos, secomprometía a alimentarlos, cristianizarlos y respetarlos.

El régimen de encomiendas provocó tales abusos quedesde ciertos sectores de la Iglesia se alzaron voces deprotesta. Entre las denuncias destacaron las del domini-co andaluz y antiguo encomendero Bartolomé de lasCasas. Como consecuencia de estas quejas, la Coronaaprobó las Leyes Nuevas (1542), que suprimían la enco-mienda e introducían reformas para evitar abusos. Estasnormas fueron recibidas con hostilidad por los enco-menderos; en Perú incluso estalló una revuelta armada.La Corona se vio obligada a ceder y se llegó a una solu-ción de compromiso reduciendo la encomienda a un tri-buto. La encomienda se abolió, en casi toda la Américaespañola, en el siglo XVIII.

e) Despotismo ilustrado. Política absolutista impulsadapor algunos monarcas en el siglo XVIII cuyo objetivo erafortalecer el centralismo estatal frente a los grupos privi-legiados del Antiguo Régimen y propiciar un crecimien-to de la producción de riqueza en sus reinos para mejo-rar el bienestar de los súbditos. Su ideario se resumía enla máxima «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo». Eldespotismo ilustrado era, por un lado, racional y contra-rio al tradicionalismo, es decir, ilustrado, e inmovilista yantidemocrático por otro, ya que no pretendía cambiarla estructura jerárquica de la sociedad ni alterar el siste-ma político absolutista. Los rasgos fundamentales deesta forma de gobierno fueron la lucha contra ciertastrabas de origen feudal que imposibilitaban la libertadeconómica, la uniformización fiscal, la política de coloni-zación y desarrollo de zonas pobres, el regalismo frenteal poder de la Iglesia, la creación de ejércitos estatales y elimpulso de la educación y la actividad cultural. Entrelos monarcas europeos que impulsaron el despotismoilustrado figuran Federico II de Prusia, Catalina II deRusia y Carlos III en España.

Segunda partea) El texto es un fragmento de las Memorias del político

liberal Antonio Alcalá Galiano, en el que se reproduce laProclama del Ejército de Cádiz, hecha pública días des-pués de que el 1 de enero de 1820 el teniente coronelRafael del Riego sublevara a su batallón en Cabezas deSan Juan y proclamara la Constitución de 1812. De estaforma, Riego dio inicio a un pronunciamiento cuyosresultados se hicieron sentir al cabo de dos meses, cuan-do Fernando VII decidió aceptar la Ley Fundamental deCádiz, dando paso al llamado Trienio Liberal. El manifies-to es una fuente histórico-política de carácter primario.

Antonio Alcalá Galiano (1789-1865) tuvo una interven-ción importante en la preparación y ejecución de aque-lla asonada; de hecho, su obra es una de las principalesfuentes sobre el episodio. Durante el Trienio Liberal per-teneció al grupo de los liberales exaltados y, en 1823,partió al exilio en el Reino Unido. Evolucionó hacia posi-ciones más templadas y a su regreso a España se opuso

a las políticas de Mendizábal, otro de los organizadoresdel pronunciamiento de Riego. Posteriormente, AlcaláGaliano se sumó a los moderados y, en 1865, Narváez lenombró ministro de Fomento. Como escritor se dedicó ala literatura, al derecho y a la historia. Póstumamente sepublicaron Recuerdos de un anciano y Memorias.

La Proclama del Ejército de Cádiz se hizo pública el 6 deenero de 1820 en Puerto de Santa María. La firma, queno se reproduce en el texto, es del coronel Felipe deArco Agüero —Jefe del Estado Mayor de los subleva-dos—, quien rubricó el documento «en ausencia delgeneral en jefe» del pronunciamiento, el coronel Anto-nio Quiroga. Su contenido estaba dirigido a tranquilizara los sectores moderados de la opinión pública. En pri-mer lugar, se asegura que el pronunciamiento en favorde la Constitución de 1812 no pretende atentar contralos derechos de Fernando VII sino salvar a la nación, y almonarca, de la ineptitud de su Gobierno. A continua-ción, se caracteriza al movimiento mediante una triplenegación y una declaración de buenas intenciones: elejército no quiere atentar contra la propiedad, no seharán innovaciones, no existe espíritu de sedición; alcontrario, el ánimo de los sublevados está guiado por el patriotismo y el deseo de felicidad para la patria.Seguidamente, se apela al pueblo español para que elijaentre volver a «sus pasadas glorias» apoyando la asona-da o hundirse en un «abismo de ignominia». El textoconcluye ponderando las esperanzas que «la Europaentera» tiene puestas en España, el único país del ViejoContinente, al margen de Francia, donde se había ins-taurado una Constitución liberal.

Tras su regreso al finalizar la Guerra de la Independencia,Fernando VII dio un golpe de Estado al promulgar enValencia (4 de mayo de 1814) un decreto que anulabatodas las reformas aprobadas en las Cortes de Cádiz,incluida la Constitución de 1812. Al decreto siguió la deten-ción de los políticos liberales más importantes y la diso-lución de las Cortes a la fuerza. A continuación, el rey res-tableció las instituciones de 1808: se restauraron losconsejos y la Inquisición, así como la jurisdicción señorialy sus privilegios, y se suspendió la desamortizaciónemprendida en 1813. En los años siguientes, la monarquíaabsoluta debió enfrentarse a una serie de graves proble-mas. En primer lugar, se produjo una gran inestabilidaden el Gobierno. Los ministros eran relevados continua-mente, debido a la influencia de la camarilla real y a laincapacidad de gobernar con un sistema político obsole-to en un momento especialmente delicado. La situaciónde la Hacienda estatal se vio agravada por la Guerra de laIndependencia y el proceso de emancipación de los terri-torios americanos. La secesión de las antiguas coloniasprivaba a la Corona de unos ingresos fundamentales, difi-cultaba las relaciones comerciales y el desarrollo de laindustria, y obligaba al Estado a efectuar un gastoextraordinario para reunir tropas que sofocaran las rebe-liones que allí estallaban (en 1815 se envió un cuerpoexpedicionario dirigido por el general Pablo Morillo). Eraimposible imponer un sistema tributario que garantizara

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al Estado los ingresos necesarios sin alterar los privilegioseconómicos y sociales de los diferentes grupos, y el apoyode estos (nobleza, clero) al monarca se resintió.

Mientras tanto, los liberales sufrieron una dura repre-sión. Al no poder expresarse públicamente, recurrieron ala conspiración y a la rebelión militar. La conspiraciónse canalizó a través de sociedades secretas como lamasonería, mientras que la rebelión militar se expresóen los pronunciamientos, que fueron frecuentes en elsiglo XIX.

En 1815 se promulgó un decreto que ordenaba la reu-nión de un cuerpo expedicionario de 35 000 soldadospara reforzar el ejército enviado a las colonias ese mis-mo año. Sin embargo, no había barcos con que transpor-tarlo, por lo que se iniciaron gestiones con Rusia paraadquirir una flota. El acuerdo, firmado en 1817, fue ges-tionado por la camarilla del rey al margen de los minis-tros de Estado, Hacienda y Marina. La flota llegó a Cádizen febrero de 1818; los ocho navíos adquiridos se encon-traban en un estado lamentable y no estaban en condi-ciones de navegar. Se produjo un gran escándalo y el zarenvió tres navíos más en mejores condiciones. Mientrastanto, el ejército se fue concentrando lentamente en tor-no a la ciudad de Cádiz. En 1819 sus efectivos eran deunos 15 000 hombres. Existía entre sus filas un descon-tento general porque la mayoría de sus miembros habíancumplido el servicio militar en la Guerra de la Indepen-dencia y habían sido alistados a la fuerza; además, se encontraban sometidos a unas difíciles condicionesde vida. En este contexto, actuaron entre la oficialidadlas logias masónicas. Dentro del grupo de agitadores seencontraban personajes que posteriormente seríanpolíticos importantes, como Francisco Javier Istúriz, Eva-risto San Miguel, Juan Álvarez Mendizábal y el propioAntonio Alcalá Galiano.

La idea de iniciar un pronunciamiento ganó adeptosen el ejército y se organizó una conspiración. Además, enCádiz existía una tradición liberal desde la celebraciónde las Cortes que promulgaron la Constitución de 1812y la burguesía comercial de la ciudad se veía perjudica-da por la situación en las colonias. Desde algunos secto-res se consideraba que la instauración de un régimenliberal en España ayudaría a sofocar el movimiento inde-pendentista.

El jefe del Ejército, el conde de La Bisbal, se integró en laconspiración pero, a punto de ser descubierto, decidiómantenerse fiel a Fernando VII y en julio de 1819 (trai-ción del Palmar) detuvo a los principales cabecillas. Antesde ser reemplazado por el conde de Calderón, La Bisbalrealizó nuevos nombramientos, entre ellos, el de Rafaeldel Riego como comandante del Segundo Batallón deAsturias. Durante la Guerra de la Independencia, en laque alcanzó el grado de capitán, Riego había sidohecho prisionero e internado en Francia, donde entró encontacto con las ideas liberales. En 1817 había sido des-tinado al cuerpo expedicionario, con el grado de tenien-te coronel pero sin mando en tropa.

Pese a las detenciones de julio, la conspiración siguió sucurso dirigida por sus miembros más jóvenes y exalta-dos, y bajo la jefatura teórica del coronel Quiroga. Mien-tras tanto, una epidemia de fiebre amarilla obligó a dis-persar las tropas y aislar los acantonamientos. A lo largodel otoño de 1819, Riego estrechó su relación con Álva-rez Mendizábal y Alcalá Galiano, y con ellos acordó endiciembre de 1819 el plan militar para llevar a cabo elpronunciamiento; no se tomó ninguna disposición conrespecto al programa político. Alcalá Galiano redactóuna proclama para el coronel Quiroga, quien debía hacer-se con el control de Cádiz. Esta falta de coordinacióndejó en el aire la orientación política que debía adoptarel movimiento insurreccional.

El 1 de enero de 1820 Riego sublevó a su batallón en LasCabezas de San Juan (Sevilla) y firmó un bando en elque se proclamaba la Constitución de 1812. Poco des-pués, el coronel Quiroga realizó un ataque sobre Cádiz,pero no pudo hacerse con el control de la ciudad. Segúnafirma en sus memorias Alcalá Galiano, no estaba previs-ta la proclamación de la ley fundamental gaditana, con-siderada excesivamente radical para un sector de losparticipantes en la conspiración. La iniciativa de Riegoobligó a sus compañeros a hacer pública la Proclama delEjército de Cádiz para tratar de dar seguridades sobre el carácter moderado del pronunciamiento. El día 7 se pro-dujo el acuerdo entre los conspiradores y Quiroga fueratificado como general en jefe de la empresa. A lo largode las semanas siguientes, la situación no se resolvió afavor de ninguna de las partes: las fuerzas leales al reyno atacaron a los sublevados y estos se concentraron entorno a Cádiz.

El movimiento comenzó a perder fuerza y a finales deenero Riego inició una expedición al frente de una colum-na de 1 500 hombres para tratar de reanimar la subleva-ción. Durante más de un mes recorrió Andalucía y Extre-madura sin apenas encontrar muestras de simpatía. Lasdeserciones fueron masivas y al finalizar el periplo, enmarzo, solo contaba con 200 hombres. Sin embargo, laineficacia del Gobierno en la represión de los subleva-dos propició la organización de conspiraciones en otroslugares de España y, a finales de febrero y principios demarzo, la situación de indefinición se rompió en favorde los constitucionales. Estallaron insurrecciones militaresen varias ciudades, y el movimiento cobró nueva vida.Como las tropas destinadas a reprimir el levantamientotambién se mostraron favorables a los sublevados, Fer-nando VII decretó la liberación de los detenidos pormotivos políticos y abolió la Inquisición. El 9 de marzojuró la ley fundamental gaditana y un día después publi-có el manifiesto que contenía su famosa propuesta:«Marchemos francamente, y yo el primero, por la sendaconstitucional».

Se inició así el Trienio Liberal (1820-1823). Tras la inva-sión de los Cien Mil Hijos de San Luis, Riego, convertidoen un héroe de los liberales exaltados, trató de resistir enAndalucía. Fue hecho prisionero por los absolutistas yejecutado en la plaza de la Cebada de Madrid el 7 de

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noviembre de 1823. La pena de muerte dictaba que sucuerpo fuese desmembrado y sus restos repartidos pordiferentes puntos de la geografía española; finalmente,estas disposiciones no se llevaron a cabo.

b) Rafael del Riego se pronunció para restaurar la Constitu-ción de 1812, instaurar un régimen liberal y poner fin alos gobiernos absolutistas. Lo hizo, al parecer, inspiradopor Álvarez Mendizábal y al margen de un sector de losconspiradores, encabezados por Alcalá Galiano y Quiro-ga, quienes pretendían un cambio en la línea política delos gobiernos de Fernando VII y la instauración de unrégimen político más moderado que el que establecía laley fundamental gaditana, considerada en la épocaexcesivamente radical. Alcalá Galiano describió a Riegoen sus Memorias como un hombre impulsivo, de inteli-gencia superficial y poseído por una «constante sed degloria». Posiblemente, este juicio desfavorable esté con-dicionado por la evolución política posterior del políticoliberal hacia posiciones moderadas. Riego era un esla-bón más en la cadena conspiratoria, pero su iniciativa ysu valor lo convirtieron en un héroe y un símbolo, nosolo entre sus partidarios y detractores en España, sinoen la América española y en Europa.

El 1 de enero de 1820, Riego inició su pronunciamientocon su propia proclama, no la que reproduce AlcaláGaliano en sus Memorias. Con ella intentó aprovecharpara sus propios fines las penosas condiciones materia-les en que se encontraban los miembros del ejércitoexpedicionario. Para movilizar a los soldados bajo sumando, les anunció que la oficialidad había decididotomar las armas por el bien de la patria y de las tropas, ypara impedir que se produjese su embarque; solo ensegundo lugar indicó las razones políticas que guiabansu acción: el establecimiento en España de un «Gobier-no justo y benéfico que asegure la felicidad de los pue-blos y de los soldados». Con respecto a las condicionesen que iba a realizarse el viaje a las colonias, hizo saber asus hombres que este se realizaría en «buques mediopodridos, aún no desapestados y con víveres corrompi-dos», y que quienes lograsen llegar en esas condicionesa su destino sucumbirían a los rigores del clima de lascolonias. La solución a los males descritos era la instau-ración de un «Gobierno paternal» amparado por unaConstitución que asegurara los derechos de todos losciudadanos. Durante aquellos días, Riego emitió otrosllamamientos en los que proclamó sus objetivos políti-cos. Además de las razones citadas, apeló al espíritu desacrificio y al amor a la patria y a la libertad. Posterior-mente, aceptada la Constitución de 1812 por Fernando VII,en marzo de 1820 envió al monarca una carta en la quese felicitaba por el cambio de actitud de este, le recordabael carácter patriótico de su levantamiento y le declaraba elrespeto más profundo como rey constitucional.

Tercera parteDurante los primeros años de la Dictadura, la resistencia alGobierno franquista fue muy escasa, ya que la oposición sehallaba muy desunida. En los últimos años de la Segunda

Guerra Mundial y en la posguerra (coincidiendo con el aisla-miento a España impuesto por la ONU), el antifranquismocobró cierto impulso. Sin embargo, nunca llegó a convertir-se en un peligro serio para Franco, pues la oposición inte-rior, que actuaba en la clandestinidad, tenía pocas posibili-dades de triunfo frente al poderoso aparato represivo delfranquismo. Los principales grupos de oposición en estaépoca fueron:

� Los republicanos en el exilio. Estaban muy desunidospero mantuvieron ciertas instituciones republicanas, aun-que cada vez más debilitadas. Se intentó crear una insti-tución común, la Alianza Nacional de Fuerzas Democráti-cas (ANFD, 1944). Sin embargo, siempre se aisló a loscomunistas, a pesar de constituir uno de los grupos másactivos en la oposición al régimen de Franco. Los socialis-tas favorables a Indalecio Prieto abandonaron a los repu-blicanos para aproximarse, sin éxito, a una soluciónmonárquica. Los anarquistas y, en especial, la CNT perdie-ron toda su influencia histórica.

� Los Borbones. Tras la muerte de Alfonso XIII en 1941,quedó como heredero al trono su hijo Juan, conde deBarcelona, quien había intentado unirse a las tropas fran-quistas al inicio de la Guerra Civil. Después de la victoriaaliada en la Segunda Guerra Mundial, Juan de Borbónoptó por reivindicar una transición hacia la monarquíaconstitucional, presionando a Franco para llegar a unacuerdo a través del cual este le cediera el poder (Mani-fiesto de Lausana, Suiza, 1945). Tras la aprobación de laLey de Sucesión, aceptó que su hijo Juan Carlos fueraeducado en España bajo los principios del Movimiento,lo cual implicaba que se convertía en sucesor de Franco.

� Los maquis. Las guerrillas del interior de España estuvie-ron lideradas, sobre todo, por comunistas y, en menormedida, por anarquistas que habían combatido en laGuerra Civil y, en ocasiones, en la resistencia contra elnazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Los comu-nistas llegaron a organizar, sin éxito, la invasión del vallede Arán (Lérida) con 4 000 hombres armados. La lucha delos maquis decayó a partir de 1952.

En la década de 1950 comenzó en el interior de España lalenta reconstrucción de una auténtica oposición cuyo cen-tro principal se estableció en el interior del país y no en elexilio. Las protestas se canalizaron a través de los siguientescauces:

� La universidad. Los primeros conflictos relevantes se ini-ciaron entre el SEU (Sindicato Español Universitario, deideología falangista) y los estudiantes que lo rechazaban.El más grave de estos incidentes se produjo con motivode las elecciones para delegados de curso celebradas enfebrero de 1956; tras una pelea que se saldó con unfalangista herido por arma de fuego, se llevó a cabo ladetención de un grupo de jóvenes considerados subver-sivos. Los incidentes provocaron una purga general en laque fueron destituidos el ministro de Educación, JoaquínRuiz-Giménez, y los rectores de las universidades deMadrid y Salamanca, Pedro Laín Entralgo y Antonio Tovar,respectivamente.

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� Las huelgas obreras. Se convocaron huelgas obreras,acompañadas a veces de boicots populares, aprovechan-do la existencia de los sindicatos verticales, es decir, prac-ticando la oposición desde dentro de los cauces oficiales.Destacaron las huelgas de 1951, iniciadas en Barcelona enmarzo de ese año con un boicot popular contra la subidade las tarifas de los tranvías durante el cual los ciudada-nos se negaron a utilizar estos vehículos; a esta acciónsiguieron una huelga general en la misma ciudad, quefue secundada en abril en el País Vasco, y la huelga blan-ca de Madrid. Durante el bienio 1956-1958 se reproduje-ron las huelgas en el País Vasco, Madrid y Barcelona,como protesta contra la inflación; en ellas empezaron asurgir comisiones espontáneas de obreros para negociarcuestiones concretas.

A partir de mediados de la década de 1960, la oposición alrégimen se incrementó y empleó nuevas formas de lucha,especialmente en el interior del país, ya que el antifranquis-mo del exilio pasó a un segundo plano. La oposición tuvodiferentes manifestaciones:

� La protesta obrera. Se canalizó a través de sindicatos noreconocidos por el régimen que, sin embargo, empeza-ron a tener una influencia decisiva. El más importante fueComisiones Obreras (CC OO). Surgió entre 1962 y 1966 envarias regiones españolas y dentro de la propia organiza-ción sindical vertical del franquismo. Las huelgas obreras,a partir de 1967, pasaron a ser cotidianas, en particular enAsturias, Vizcaya, Guipúzcoa, Barcelona y Madrid. A partirde 1973, la conflictividad social fue muy intensa. A las rei-vindicaciones de carácter laboral se incorporaron, ade-más, las de contenido político. Estos factores hicieronque CC OO se aproximara al PCE, el partido obrero másfuerte y organizado de la oposición. Junto a CC OO desta-có también, desde 1960, la Unión Sindical Obrera (USO),organización de orientación centrista y cristiana. La UGTno recuperó parte de su influencia hasta 1976.

� La protesta universitaria. Los conflictos volvieron a esta-llar en 1965 en la Universidad de Madrid y se convirtieronen una revuelta permanente que obligó al Gobierno adeclarar el estado de excepción en 1969. Los estudiantesencontraron el apoyo de numerosos profesores, entre losque destacaron Enrique Tierno Galván, José Luís LópezAranguren y Agustín García Calvo, que fueron expulsadosde sus cátedras. También alcanzó influencia, a partir de1972, el movimiento de los profesores contratados nonumerarios (PNN o penenes). El movimiento estudiantilsintonizó con diferentes organizaciones políticas clan-destinas, especialmente el Frente de Liberación Popular(FLP), también conocido como «Felipe», el PCE y, en Cata-luña, el PSUC.

� Los movimientos vecinales y ciudadanos. Se trataba deasociaciones clandestinas de vecinos que se concentra-ban en las barriadas obreras y populares de grandesurbes como Madrid y Barcelona. Comenzaron por reivin-dicar para sus barrios infraestructuras básicas, pero deri-varon en la protesta política exigiendo democracia ycambio.

� La Iglesia católica. Imbuida en parte del espíritu moderni-zador del Concilio Vaticano II (1962-1965), se distanciódel régimen. Proliferaron las declaraciones de la jerarquíacatólica contra el franquismo, sobre todo entre el clerovasco y catalán. También mostró una actitud crítica haciael sistema el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, arzo-bispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopalespañola. Algunos sacerdotes y religiosos (los llamados«curas obreros») colaboraron con el movimiento obrero yel Partido Comunista de España (PCE).

� La oposición política tradicional. Se renovó desde el inte-rior del país. Estaba liderada por el PCE, partido dirigidodesde 1960 por un veterano de la Guerra Civil, SantiagoCarrillo. La estrategia del PCE, conocida como eurocomu-nismo, consistió en fomentar la unidad de clases contrael franquismo y la «reconciliación nacional», rompiendocon el comunismo soviético. En Cataluña, la actividadcomunista fue encabezada por el PSUC. El PSOE no serenovó hasta 1972, cuando los grupos sevillano (FelipeGonzález, Alfonso Guerra), vasco (Nicolás Redondo, Enri-que Múgica) y madrileño (Pablo Castellanos) se hicieroncon el control del partido, situación que se ratificó en elCongreso de Suresnes (Francia, 1974), cuando fue des-bancado Rodolfo Llopis (líder socialista en el exilio). Losnuevos dirigentes trasladaron la dirección del PSOE aEspaña y eligieron como líder a Felipe González. Ambospartidos, PCE y PSOE, dirigieron distintas «coalicionesdemocráticas unitarias» de oposición: la Junta Democrá-tica (1974) —formada por el PCE, socialistas de TiernoGalván, CC OO y monárquicos juanistas—, y la Plataformade Convergencia Democrática (1975) —constituida por elPSOE, UGT, PNV y otros grupos nacionalistas catalanes ydemocristianos—.

� El incremento del terrorismo. La organización terroristamás importante fue ETA (Euskadi ta Askatasuna, Euskadi yLibertad). En la práctica, esta organización derivó hacia elindependentismo radical y el leninismo, y llevó a caboasesinatos (desde 1968), secuestros y chantajes a empre-sarios en una autodenominada lucha armada contra lasautoridades de España y Francia que impedían, según suvisión, la libertad del pueblo vasco. Aparecieron otras orga-nizaciones terroristas de extrema izquierda, como el Fren-te Revolucionario Antifascista y Patriótico (FRAP) y losGrupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre(GRAPO), constituidos ambos en 1975. La extrema dere-cha (Guerrilleros de Cristo Rey), por su parte, organizóconstantes provocaciones y atentados presionando paraque el régimen no cediese a las reivindicaciones de laoposición.

Ante la oposición, la única respuesta fue la represión. Losjuicios, encarcelamientos y ejecuciones fueron respaldadospor normas como la Ley de Responsabilidades Políticas(1939), que afectaba a todos aquellos que hubiesen desem-peñado algún cargo en la Segunda República; la Ley para laSupresión de la Masonería y el Comunismo (1940); la Leypara la Seguridad del Estado (1941), y la Ley de Represióndel Bandidaje y el Terrorismo (1947). En 1963 se creó el Tri-

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bunal de Orden Público (TOP). Los consejos de guerra y lasejecuciones se convirtieron en escándalos en el ámbitointernacional. Así sucedió con el fusilamiento del dirigen-te del PCE, Julián Grimau (1963); el proceso de Burgos, ins-truido contra ETA (1970); y el proceso 1001, en el que se juz-gó a dirigentes de CC OO (1973). En 1974 se produjo laejecución del anarquista Salvador Puig Antich y, en sep-

tiembre de 1975, tuvieron lugar las últimas ejecuciones lle-vadas a cabo durante el franquismo (tres militantes delFRAP y dos de ETA). Los ajusticiamientos provocaron unaoleada de protestas internacionales; en respuesta, el régi-men organizó la última de las manifestaciones de reafirma-ción en la Plaza de Oriente (Madrid), contra la «injerenciaextranjera».