historia cuantitativa, historia serial - chaunu, pierre
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8/19/2019 Historia Cuantitativa, Historia Serial - Chaunu, Pierre
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Primera edición en france, 1978
Primera edición en español, 1987
INTRODUCCIÓN
HISTORIA EN EL PRESENTE
Es válido que uno se plantee esta pregunta: ¿actualmente existe toda-
vía alguna forma de historia que no sea, en mayor o menor grado,
historia cuantitativa o historia serial? O bien la historia es anécdota
o
bien busca comprender, vincular, unir el pasado al presente, para
lograr una mejor aprehensión del futuro próximo, el único sobre el
cual podríamos tener algunas posibilidades de acción. En una palabra,
o
la
J es fiel a lo que fue en los orígenes, cuando Herodoto
la creó como una construcción racional del pasado, como un arte de la
memoria colectiva ('He aquí la exposición de la investigación em-
prendida por Herodoto de Halicarnaso para impedir que las acciones
realizadas por los hombres se borren con el tiempo ), o bien es un
entretenimiento nocturno. Algo legítimo, desde luego, pero diferente.
Volvamos pues a nuestro maestro. Las acciones, entiéndase, el esfuerzo
colectivo de las pequefias ciudades griegas contra la presión del Gran
Rey. . a ciudad tiene necesidad de saber, de recordar. Su porvenir
se enraíza en su pasado cercano. Además, en esta primera fase de nues-
tro padre Herodoto, aparece el tiempo y, por lo tanto, la muerte. La
historia es para el edificio del conocimiento lo que la memoria es
para nuestro espíritu: la historia es el medio que tenemos de racionali-
zar y, por lo tanto, de agizar las llegadas y salidasae [os relevos, y que
e_construir un tiempo colectivo refa
ivarnente continuo a través
de la muerte, apesarde la muerte. Después del descubrimiento de la
escritura —la historia no está ligada forzosamente a la escritura— la in-
vención y el mejoramiento de una historia racional es uno de los me-
Título original:
jores logros del espíritu humano. Desde el milagro griego, hay una
Histoire quarxtitative, histo re sérietie
1978, École des Hautes Énides en Sciences Sociales
correlación entre el progreso del conocimiento y el progreso de la his
Publicado por Libraire Arinand C olin. París
toria. Para tratar de comprender el papel de la duración, en el mo-
mento en que estamos, nada mejor que volverse hacia la historia, y
para comprender la historia como toda disciplina del espíritu humano,
nada mejor que construir su historia. Recientemente, he recordado
esto en dos libros en los que hago un esfuerzo para tratar de integrar
Av. de la Universidad. 975; 03100 México,
D. F.
la historia de la historia-conocimiento a un sobrevuelo rápido de la
ISBN 968-16-2598-6
historia-objeto. Remito, pues, a Histoire, science sociale'
y a
De l'his-
toire á la prospective
¿Cómo podría la historia jugar plenamente
su
Impreso enMéxico
papel si no diera la medida del pasado, si no prolongara muy lejos en
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II NTRODUCCIÓN
NTRODUCCIÓN
* 1965-1970, alrededor de la gran onda impugnadora de 1968, se in-
crimina nuevamente, en el plano de las ideas, al crecimiento indus-
trial. este continúa por el impulso adquirido, sin estar acompañado
ya de la justificación ideológica de los años cincuenta y de los primeros
años sesenta.
* 1970-1975, con el
colapso
demográfico del mundo occidental, el
decrecimiento demográfico del Tercer Mundo y la tímida recupera-
ción del Este, sobreviene la crisis energética del otoño de 1973 y...
la primera crisis económica importante desde 1929 y 1938.
La historia de la historia cuantitativa —digamos mejor serial— es
desde luego indisociable del mundo en el cual viven los historiadores.
La historia, en la que se emplea la décima parte del papel impreso
desde la máquina de Gutenberg, es el privilegio masivo del mundo
industrial de origen europeo. Es pues la historia del mundo indus-
trial de estos últimos años la que se sitúa como telón de fondo de la
producción historiográfica.
La historiografía de punta, o sea la historiografía cuantitativista, se
comporta, evidentemente, como todas las disciplinas más elaboradas,
lo cual quiere decir que obedece a una lógica interna. hay en ella
una revolución de la computadora, cuellos de botella, tracciones; es una
disciplina que se reactualiza a sí misma y en función de las necesidades
de las otras ciencias sociales. Si la técnica depende esencialmente de la
historia y de sus necesidades, sus problemas son, fundamentalmente,
prestados.
Hubo una historia de la dinámica coyuntural como respuesta a la
crisis de 1929, exigida por la obsesión de la gran crisis y de la guerra;
hubo una historia del crecimiento sostenido y de las desigualdades
del desarrollo; hubo una historia ecologista, felibrista, una historia del
amor, del sexo, de la explosión demográfica, de la muerte, de la socia-
bilidad, de la fiesta; una historia que intenta responder a las pre-
guntas anhelantes que los medios de comunicación de masas no cesan
de plantear al cuerpo social, con un ritmo insostenible. Esta 'maximi-
zación de lo súbito , de la que se ha hablado recientemente, se vuelve
a encontrar en el hostigamiento del que es víctima la historiografía
de estos últimos quince años.
Y como toda medalla tiene su reverso, este hostigamiento favorable
a la renovación de los métodos no consiente casi la profundización
de las obras.
Una historia cuantitativista que sea testimonio del trabajo de los
historiadores al servicio de los hombres de su tiempo, un historiador
que da a conocer su recorrido a lo largo de estos últimos años, tal es
el objeto de esta incompleta recopilación. Es recomendable por sus
vacilaciones y por sus certezas. Vale más por las primeras que por éstas.
La historia serial apenas comienza. El campo que se abre ante ella es
inmenso. 'Juntos, pues, nos levantaremos y nos construiremos.
Septiembre de 1976.
IERRE
CHAUNU
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HISTOR IA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL
9
II. HISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA
SERIAL
*
ECONOMISTAS e historiadores han trabajado mucho desde hace quince
años. Esta brillante medalla tiene su reverso, puesto que, en verdad,
no se puede ganar en todos los aspectos. A despecho de una buena
voluntad proclamada, más que de una necesidad profundamente sen-
tida, para el historiador es difícil seguir inmediatamente, en todos sus
pasos y, por lo tanto, en todas sus conquistas, el flujo imperioso de la
ciencia económica. Congresos, coloquios y simposia —acontecimientos
y palabras de moda— no han derribado todas las barreras ni eliminado
todos los tabiques. Porque, en realidad, más allá de la dificultad física
—habría que decir fisiológica— donde uno encalla al querer abarcarlo
todo —y que es, en definitiva, la otra cara de nuestros éxitos—, la dife-
rencia está más en la índole que en el contenido de nuestros conoci-
mientos. Es cierto que todos tenemos conciencia de trabajar en esta
vasta sociología global del hombre en sociedad, unos con más sensibi-
lidad respecto a los plazos largos, a las estructuras cuya inmovilidad
no es más que un artificio de exposición o medio de acceso; otros, al
orden en el espacio, el economista a la matemática sutil de las leyes
del equilibrio, al álgebra de una dinámica coyuntural encajonada en
el tiempo breve del Kitchin o del Juglar. Es cierto que nosotros quere-
mos ser útiles,' ser ciencias de la acción y no solamente conocimiento
o camino de sabiduría; pero en nuestra vasta morada, las casas perma-
necen bien preservadas. Por el espesor de nuestras monstruosas biblio-
grafías, en las que hay que estar iniciado para ir con seguridad a lo
esencial, más aún por nuestros imperativos de urgencia; más que por
sistemas, por temperamentos. Abramos bien las ventanas, desde luego,
pero preservando nuestras exigencias. Si es cierto que es el punto
* Artículo publicado en los Cahiers Vil/redo Pareto
3, 1964,
pp.
165-176. Repro-
ducido con la amable autorización de la Editorial Droz (Ginebra).
1 En el capítulo 1,
sup a,
reivindicamos para la historia serial esta peligrosa pro-
posición, en la que algunos verán un retroceso: 'Una historia que se quiere útil.
Esta afirmación hará sonrcfr o escandalizará: ¿corre el riesgo, además, de ser mal
comprendida por aquellos que serán tal vez llevados a admitirla en un primer movi-
miento [. .] En la medida en que es [ ... ] fuente de sabiduría, como todo conocimien-
to? En esta perspectiva, el adjetivo sin base es pleonasmo o mentira. Una historia
[. .1
busca en los testimonios extraídos del pasado respuestas a los interrogantes mayores
de las ciencias sociales del presente.
de unión de las disciplinas adyacentes de donde brotan los mayores
descubrimientos, dentro de las desordenadas perspectivas, de inusitados
acercamientos, el historiador no gana forzosamente imitando al eco-
nomista, ni éste improvisándose como historiador. Una simple permu-
ta, en un minué mal regulado, sustituye a los profesionales por los
aficionados. Hay, pues, regresión, no progreso. En la búsqueda de
acuerdos y de adelantos necesarios, no basta con tomar el lugar del
otro. Hemos avanzado mucho desde hace tres o cuatro años: los eco-
nomistas sobre todo. Ellos aportan una obra y una reflexión. A menu-
do hemos establecido nuestras distancias con respecto a la epistemolo-
gía,2
denunciado las tentaciones peligrosas de esta mórbida Capua' y
preconizado el dejar tal responsabilidad a algunos guías. Hoy como
ayer, no pretendemos este título; sin embargo, nos parece útil precisar
en algunos puntos el modesto perfil de una perspectiva de historiador.
En 1964, después de algunos esfuerzos de armonización, economistas e
historiadores siguen empleando las mismas palabras en sentidos dife-
rentes y, muy particularmente, la expresión clave de historia cuantita-
tiva. Es, incluso, una querella. Por encima de las palabras, la confusión
está en los métodos, un poco en las mentes. El progreso, además, supo-
ne un uso perfecto y, por lo tanto, una asimilación de la experiencia.
Es necesario, en verdad, detenerse en las palabras.
A la cabeza de una obra capital3
—de cuyos méritos y eventuales
peligros no se hablará nunca suficientemente— uno de los mis brillan-
tes economistas de nuestro tiempo (uno de los más brillantes, pero
además uno de los más cercanos a la historia y sus problemas), Jean
Marczewski abre el debate en términos muy vivos. Si no en la forma,
siempre cortés, sí en el fondo, ya que rechaza —o al menos se preocupa
poco acerca de ellos— treinta y cinco años de esfuerzos que los histo-
riadores de la economía creían haber guiado hasta aquí en el sentido
Capítulo 1,
supra.
3 En el tomo primero, de julio de 1961, en los cuadernos de la colección
Histoire
quanhilative de l'conomie française de l' Institut de Science Economque Appliquée,
de la cual se han anunciado 11 volúmenes y aparecido 3; t. 1; J. Marczewski, Histoire
quanttative. But et méihodes;
J.-C. Toutain, Le produit de l'agriculture française
de 1700
a 1958: 1: Estimation du produit au xvm sicle
(N. 115, Serie AF, julio de
1961, Cahiers de l' ISEA 44, 224 pp.);
t. II; J.-C. Toutain, Le produit de l'agricul-
ture française de 1700 a
1958: II: La croissance (N. 115 , Serie AF, ti.
2,
julio
de 1961, Cahiers de l'ISEA, 287 pp.);
t. III: J.-C. Toutain,
La populatian de la
France de 1700 a
1959 (Prólogo de J. Marczewski. N. 133, enero de 1963, Serie AF,
n. 3, x
254 pp.).
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HISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL
de una aproximación cuantitativa al pasado. Palabras de director de
escuela o palabras de inventor, se apresuran todos a reconocer, que se
propone marcar a su altura la inflexión decisiva. Con la reflexión, en
cambio, la condena va muy al fondo, pues la obra que sigue pasa por
alto los 35 años de esfuerzos de los 'historiadores económicos clá-
sicos ; esta historia anecdótica con pretensión estadística habrá, pues,
trabajado en vano. Los avances de los historiadores no habrán servi-
do para nada. Sus resultados no han parecido susceptibles de ser cifrados
para ajustarse al molde de una contabilidad nacional regresiva, feliz-
mente propuesta. Ante su paso, un poco lento, se habrá preferido una
vuelta pura y simple a las caprichosas evaluaciones de fines del si-
glo xix, extrapoladas de los tratadistas' del Antiguo Régimen. El odre
es nuevo, ciertamente, pero el vino es demasiado viejo y se echó a
perder desde hace mucho tiempo. No juzguemos con tanta prisa. Sería
tan poco hábil, por parte del historiador, rechazar el gran esfuerzo,
Fructífero en tantos aspectos, del equipo Marczewski, como fue tal vez
precipitado para los economistas del equipo Marczewski, rechazar el
auxilio de la experiencia de la historia económica clásica.
En la introducción, en forma de manifiesto, que abre la serie de la
historia cuantitativa de la economía francesa, Jean Marczewski expre-
sa su posición de esta manera:' 'El término
historia cuantitativa
es to-
davía poco conocido. En la medida en que ha sido empleado [princi-
palmente por E. Labrousse y F. Braude], precisa una nota], lo fue en
un sentido que no es el que nosotros desearíamos darle [. . .], los histo-
riadores modernos recurren cada vez más frecuentemente a la teoría
económica [. . .} El uso creciente de las estadísticas confiere a algunos
de estos análisis un aspecto cuantitativo. 5
Esta introducción de lo cuantitativo en la historia económica tradi-
cional sigue siendo sin embargo tímida y fragmentaria.
Las estadísticas utilizadas por los historiadores económicos sirven
esencialmente para caracterizar una estructura en un momento dado,
para ilustrar una evolución durante un periodo o para expresar una
Op. cit., N.
115, Serie AY, n. 2, p.
n s.
Tres nombres y cuatro obras son citadas en la nota (p.
iv : Le salaire de
François Simiand (1932),
La crise y l'esquisse
de Erriest Labrousse (1944
y
1933),
el Essai
de Alexandre Chabert (1945), cuatro libros sobre los precios de desigual
importancia.
El esquisse y La crise
se destacan claramente; el Salatre
ha tenido
menos importancia que las modestas
Recherches anciennes a nouvelies y, en cuanto
al
Essai
de Chabert, ha provocado bastantes reservas serias. Dos esfuerzos cuantita-
tivistas son ignorados aquí, salidos uno y otro del esfuerzo piloto de los historiadores
de los precios, . .. la demografía histórica, la construcción de los índices de actividad.
HISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL
1
dependencia entre dos o varias series de hechos. Ahora bien, por im-
portantes que sean, estas aplicaciones de la estadística no constituyen
una modificación fundamental de los métodos tradicionales de la his-
toria económica. Mejoran, por cierto, el conocimiento de las relaciones
particulares y, por eso mismo, aumentan el poder de análisis de la his-
toria económica. Pero no son capaces de cubrir las lagunas de la infor-
mación bruta, no eliminan sino muy parcialmente el carácter sub-
jetivo de la elección de los hechos retenidos y casi no amplían la
capacidad de síntesis de los historiadores que se sirven de ellas. Por
último, la última palabra es expresada: una historia económica que
utiliza la estadística y las estadísticas no es 'cuantitativa' mientras su
gestión básica, es decir, la elección de los hechos por retener, no se ha-
ga según métodos cuantitativos, y mientras las conclusiones a las que
llegue no se presten a una expresión cuantitativa integral .
Dicho de otra manera, no hay historia cuantitativa más que en una
reconstrucción del pasado según el modelo de la contabilidad nacio-
nal. Cuantitativa y circular, puesto que toda variación en una colum-
na del balance repercute necesariamente sobre el conjunto del sistema.
La historia cuantitativa a la que aspiran los economistas podría, por
consecuencia, definirse como contabilidad nacional regresiva, historia
cuantitativa global, incluso historia cuantitativa circular.
Así definida, la empresa es seria.
6 Merece, indiscutiblemente, el es-
fuerzo y los créditos que, un poco en todas partes, le han sido consa-
grados. El historiador, siendo incluso un mal juez, no pondrá en duda
que los modelos de contabilidad nacional constituyen hoy en día uno
de los mejores logros de la descripción económica. Obtener para un
pasado cercano, o incluso lejano, a fuerza de interpolar y extrapolar,
una prolongación en el tiempo de las grandes series constitutivas del
J. Marczewski hace rápidamente el historial de la historia cuantitativa global
(op. cit., pp.
XL, xu). Recuerda la nota pionera de Simon Kuznets. El voto, en
1950, de la International Association jor Research in Income and Wealth.
¿Ha sido bien visto el informe? Se ha subrayado el papel de las dificultades de
la readaptación inmediatamente después de la primera Guerra Mundial
y,
más par-
ticularmente, de la crisis de estructura de 1929 en el montaje de una investigación
sistemática en el ámbito de la historia de los precios, la primera historia serial; las
dificultades de la readaptación, inmediatamente después de la segunda Guerra Mun-
dial, y la corta depresión en vísperas de la reactivación de la guerra de Corea, pa-
recen haber jugado el mismo papel, durante este segundo nacimiento de la historia
cuantitativa. Nosotros cuestionamos solamente que Ja segunda sea más importante
que la primera. La innovación de los años treinta no es de la misma importancia que
el mejoramiento propuesto hoy dentro de la línea de los congresos anuales de la
IAmw.
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ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL
ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL
3
modelo es, a la vez que deseable, hasta cierto punto posible. Una histo-
ria que estuviera en condiciones de responder totalmente a esta exi-
gencia de la reflexión económica, merecería plenamente el título de
ciencia auxiliar de la economía, lo cual es para nosotros el signo de un
ascenso. Ella se inserta dentro de la definición que proponíamos, ha-
ce ya varios años, en la conclusión provisional de nuestra Séville et
I'Allantique,T
de una historia útil, esclarecedora del presente; de una
historia elevada al rango modesto de ciencia auxiliar, auxiliar de las
otras ciencias del hombre, esas ciencias políticas de la acción que son,
a su vez, servidoras de la historia.
A esta forma de historia, proponemos no llamarla cuantitativa, sino
serial. Fernand
Braudel,S
en el brillante ensayo que nos ha hecho el
honor de dedicar a nuestro modesto trabajo, nos lo ha testimoniado
recientemente.
Ayer hubiéramos podido dudar. Hoy, la duda no es posible. Será
cómodo decir historia serial, cuando, dentro del orden de lo cuantita-
tivo, nosotros los historiadores deseemos diferenciar nuestra gestión
del esfuerzo de nuestros amigos los economistas, en vías de remontar
el tiempo.
Ciertos silencios valen más que largos discursos. En su introducción a
la historia cuantitativa, Jean Marczewski propone esta definición:
9 El
objeto tradicional de la historia es el estudio
y
la explicación de los
hechos localizados en el tiempo y en el espacio. Aplicada a los hechos
económicos, la historia se dedica a dar cuenta de la evolución de las
estructuras, a describir los modos de producción, a apreciar los resul-
tados obtenidos desde el punto de vista del bienestar material de las
poblaciones y del poder político o militar de los estados .....Esta defi-
nición es, al mismo tiempo, restrictiva
y
ambiciosa. Va en seguida a
lo particular. Me parece más razonable, cuando se plantea el problema
del conocimiento histórico, recordar primeramente que él es, más
que un objeto, un método. La historia es, esencialmente, conocimien-
to mediato o, si se prefiere, el arte de utilizar los restos. Ella depende,
pues, de testimonios casi siempre involuntarios y de su conservación.
Desde este punto de vista, no hay entonces una historia cuantitativa
que se oponga a una historia cualitativa. Frente al testimonio surgido
París, SEVPEN,
1955-1959, 7,353
pp., t
VIII 2 bis,
p.
1957.
8
Fernand Braudel, Pour une histoire serielie: Séville et l'AtTanique (1504-
1650) , Annales ESC 3,
1963
s
pp.
541-553.
Marczewski, op. cit., N.
115, p. in.
del pasado —ya sea que este testimonio se apoye en un hecho no inme-
diatamente mensurable o sobre una medida y un balance cifrado—, no
hay más que un método o, mejor, un conjunto de métodos —creados
con sensatez— que permiten una probabilidad más o menos grande
de fidelidad y de precisión.1
Sobre este punto no hemos progresado
sensiblemente desde nuestros maestros los benedictinos de San Mauro.
La historia cuantitativa retiene el dato medido, de preferencia, cuyo
justo valor apreciaban raramente los historiadores del siglo xTx. Una
historia en busca de medidas que no ponderara suficientemente cada
uno de los datos recogidos no seria sino una mala historia con pre-
tensión cuantitativa. Y peor aún para la reflexión económica. Pero una
vez constituida la serie, el testimonio parece multiplicarse. La serie es
susceptible de ser tratada con los procedimientos probados del análisis
matemático. Se vuelve posible, entonces, añadir al testimonio directo
de los documentos, el testimonio indirecto de las exigencias de coheren-
cia de la serie constituida Las confrontaciones, que en el modelo
de contabilidad nacional aplicado al pasado se hacen horizontalmente
—en razón de la tosquedad y de la rigidez del modelo solicitado no
pueden hacerse de otra manera—, en la hipótesis de series aisladas ele-
gidas en razón de su riqueza, de su significación y de su densidad
—luego, de su precisión y su nerviosismo—, se establecen en el tiempo,
a lo largo del flujo aislado, y no ya de un flujo al otro.
Algunas de las ventajas reivindicadas por la historia cuantitativa glo-
bal las había experimentado ya la historia económica tradicional, im-
pulsada al estadio de las asociaciones complejas de las series más se-
guras.
La verdadera mutación, en historia, se ubica menos, sin duda, en el
nivel de la aplicación de los modelos de contabilidad nacional, que en
10
Cada vez que hemos tenido que defender )a causa de la historia cuantitativa ante
los historiadores, insistimos sin fa lta en Fa unidad profunda de la historia en tanto
método de conocimiento del pasado
(Séville et l'4t1antique, op. cit., p.
1957). La
historia es de todos modos un conocimiento mediato. No se nos podrá pues proponer ,
decíamos en nuestra defensa de un cuantitativo fragmentario, en verdad, pero serial,
la superioridad de los métodos probados de )a historia tradicional, en nombre de lo
que hay que llamar cF complejo del dato inmediato, ya que todo conocimiento del
pasado es necesariamente, por naturaleza, arficiaF. Hemos recurrido bastante a estos
métodos tradicionales para que se sueñe con reprocharnos el ignorarlos o, peor aún,
el despreciarlos.
Y no obstante, en cada ocasión que ha sido posible, hemos añadido al
testimonio directo del documento, el testimonio indirecto de Ta serie constituida .
U
Según métodos tomados de la crítica histórica tradicional
y
que Ernest L3brousse
ha sabido adaptar a la constitución de las series estadísticas regresivas de la era
preesadfsica.
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ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL
ISTORIA CUANTITATIVA
O HISTORIA SERIAL
5
el nivel más general de la constitución sistemática de series auxiliares
de las ciencias del hombre. Tenernos una historia demográfica que es,
en gran parte, demografía histórica regresiva; asistimos a una revolu-
ción en el orden de la historia espiritual, por la penetración en el
pasado de los modelos de la sociología de la práctica religiosa . . . La
mentalidad colectiva puede ser cifrada, por consiguiente, cuando se ha
echado mano de las buenas series documentales, dando lugar a una
psicología colectiva regresiva.1 2
La historia, ciencia auxiliar, da así a
las ciencias del hombre del presente este espesor en el tiempo que,
cuando está verdaderamente integrada, constituye el sustituto más se-
guro de una imposible experimentación. Surgida del estudio sistemáti-
co de los precios inmediatamente después de la crisis estructural de
1929, conducida por historiadores con prudencias de historiadores
—lentitudes, dicen los economistas—, conducida con el respeto escru-
puloso por las estructuras originales del pasado; proveedora, pues, de
series estadísticas que parecen a las ciencias del hombre del presente
difícilmente enlazables, se ha constituido, sin embargo, en una forma
conquistadora de historia. Ella ha jugado, en todas partes, lo colectivo
contra lo individual, lo general contra lo anecdótico; ha utilizado am-
pliamente problemárias tomadas de las otras ciencias del hombre, ha
pretendido estar integrada en una vasta sociología del hombre en so-
ciedad, sin renunciar, en absoluto, no obstante, a los métodos y el espí-
ritu de la más vieja de las ciencias del hombre: la historia. Surgida del
sector estrecho de los precios, ha ganado otros sectores de la economía
del pasado, con una predilección por las corrientes internacionales de
cambio fácilmente mensurables; surgida de la economía, su espíritu
gana, lentamente, todos los otros ámbitos del hombre en su pasado.
Esta historia, que todavía ayer gustaba de llamarse cuantitativa, en la
medida, sin duda, en que la elección que hace al reconstruir las activi-
dades del pasado se efectúa según el criterio histórico interno de la
importancia relativa de los hechos estudiados, en relación con las es-
tructuras del pasado, por una parte, y con la riqueza y precisión de la
documentación, por la otra, emplea un material estadístico cuya rique-
za y sutileza son considerables: tiene la posibilidad, en consecuencia,
de un análisis muy fino dentro del tiempo. Paradójicam ente, esta
historia serial —démosle, en adelante, este nombre que no se presta a
anfibología— encuentra, más allá de los ritmos largos, el tiempo corto
12
Algunas reflexiones en H. y P Chaunu: Le climat de s rapports fran co-cspag-
nols á Cádiz dans la seconde rnoitié du XVII sic1e. Histoire s&ielle el psychologie
collcctivc, problcme de rnéihodc en:
Mélanges Bataillon,
Burdeos, 1962,
pp.
19-29.
del cual hacen sus delicias los historiadores tradicionales y la dinámica
económica. Mientras, la nueva historia cuantitativa enfoca la corrien-
te
,* se consagra a interminables trazados lineales de crecimiento que
deben mucho a la ilusión de un material inadecuado.
¿Frente a una historia serial de los historiadores, una historia cuanti-
tativa de los economistas? ¿Está verdaderamente ahí la ruptura? Ante
la carencia de los historiadores, su incapacidad de proveer a la econo-
mía del material estadístico que esperaba, un material tranquilo en el
prolongamiento lineal y sin sorpresas de las estructuras de la Edad
Nueva, los economistas se han abastecido a sí mismos. No contentos
con decir claramente lo que querían, han comenzado a construir un
cuadro, a la vez sorprendente y seductor, de la economía francesa des-
de 1700 hasta nuestros días.
Seductor, porque existe y no tenemos nada comparable, Jean-Claude
Toutain ha logrado la hazaña de reunir sobre la Francia del siglo
xviii
una masa de evaluaçiones que conocíamos, por cierto, antes que él,
pero que nadie había logrado relacionar, en primer lugar, y luego
ordenar. Allí donde veinte historiadores, preocupados por la dificul-
tad, habrían tardado veinte años, Jean-Claude Toutain, con escasos
medios, sólo ocupó tres. Uno admira la hazaña técnica, uno se siente
agradecido por la importante movilización de evaluaciones, dudosas
pero útiles. Sobre todo, uno comprende mejor lo que permitiría obte-
ner el empleo de todos los datos estadísticos seguros, penosamente
establecidos por generaciones de trabajo de historiadores económicos
tradicionales, siguiendo el modelo de la economía nacional.
Dicho de otra manera, el modelo propuesto por Jean Marczewski,
experimentado por Jean-Claude Toutain y alimentado en las verda-
deras fuentes de la historia serial, permitiría transformar la hazaña
en -auténtica superación dialéctica. Apresurémonos a agregar que es-
tamos lejos de la realidad.
Seductor, pero sorprendente. El progreso indiscutible en la concep-
tualización de una problemática es costosamente pagado con una fan-
tástica regresión en el orden del material estadístico empleado. De
verdad, el manifiesto de Jean Marczewski hace época; la obra de Jean-
Claude Toutain es honorable y útil. Sólo su yuxtaposición es lamen-
table. Las inteligentes compilaciones de Toutain son aplastadas por -las
ambiciones, gigantescas, del manifiesto; el plan de trabajo a largo plazo
Trend en
ci original. [T.]
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ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL
ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL
7
de Jean Marczewski es traicionado por la realización apresurada que
propone.
Es del
todo inadmisible, por último, que se haya adoptado tal ac-
titud de menosprecio, sin duda más inconsciente que voluntaria, con
respecto al gigantesco esfuerzo realizado por los historiadores de la
economía. ¿Qué significa una población con base en evaluaciones,
cuando se trabaja en todas partes desde hace años sobre el estado civil
antiguo, . . la utilización exclusiva de las peores fuentes rechazadas
desde hace casi un siglo por la historiografía seria, cuando se tienen
tantos datos seguros, ya extraídos de las estadísticas no elaboradas de
las antiguas administraciones? Y, puesto que se trabaja con respecto
a Francia, ¿por qué haber desdeñado el magnífico abanico de monogra-
fías regionales elaboradas por requerimiento y bajo la dirección de
Ernest Labrousse, el maestro indiscutido de la historia estadística en
Francia?
Sería demasiado fácil, volviendo a considerar punto por punto los
ejempl
er. propuestos, mostrar sus debilidades. Otros, que incluso lo
harán mejor, se ocuparán
de ello; pero es más
fácil destruir que cons-
truir. Hay, a pesar de toda, por aquí y por allá, ingenuidades cho-
cantes: entre otras,
ue atribuye a la Lorena, anexada en 1766,
24 200 km
2 (N. 115, p. 24) por simple adición de los cuatro departa-
mentos, olvidando pura y simplemente el buen cuarto de la provincia
progresivamente incorporado del siglo xvi al xvii, una sobrestimación
general de los efectos de la guerra
3
.
n alineamiento asombroso
de las fuentes más heterogéneas. Quesnay, Expilly, Grivel,
Young,
Lavoisier,
La Feuille du Cultivateur. . . ,
se asemejan al vizconde
d'Avenel, quien se autoconfería una autoridad que nada respaldaba.'
No vamos a evocar a Jenofonte
1 5
para explicar el sistema de rotación
de cultivos. Sobre este punto nuestros colegas geógTafos han hecho
un
enorme trabajo que informaría más y mejor.
Pero detengamos ahí nuestras críticas. Cualquier historiador, y con
mayor razón un historiador de Francia —algo que nosotros no somos—,
podría alinear algunas decenas de páginas de ellas sin quitar nada al
13
Invasiones debidas a las guerras de Luis XIV (s
i
c.), sangría de hombres debida
a las guerras de Napoleón,
obre este punto la inexactitud se alía a un punto
de vista muy tradicioa1.
14 s
por lo menos asombroso que J.C. Toutaiii, cuando acepta tener ca cuenta
los trabajos de los historiadores, detenga prácticamente su bibliografía en los auto-
res de fines del siglo xix. Desde Lcvasscur y d'Avcncl, e l trabajo de los historiadores
merece, sin embargo, más que ser aludido una vcz en la introducción
' N. 115, p. 42.
mérito de la compilación propuesta. Esta yuxtaposición de fuentes
mediocres, que habíamos hecho mal en rechazar globalmente, merece
más que un encogimiento de hombros. La tendremos en adelante bajo
nuestros ojos. Está en todas nuestras bibliotecas y no dejaremos de
recurrir a ella para llenar los blancos que quedarán siempre al término
de nuestro paciente esfuerzo de elaboración estadística.
Y
es allí, evidentemente, donde reside el malentendido. Blandiendo
un excelente formulario de ciencia del hombre, este admirable mo-
delo de contabilidad nacional, los economistas impacientes quieren
que se le alarguen desmesuradamente las columnas. Sin preguntarse
mucho cómo. Es el problema de las fuentes, sin formularse incluso,
en e l plano nacional, la pregunta que se impone. Admirable mo-
delo de contabilidad nacional, por cierto. La elección vale para varios
siglos, pero de manera desigual. Excelente para el siglo xix, cuando el
fenórneqo nación toma, sólo para Europa, las dimensiones cancerosas
que conocemos. Pero en el siglo xviii, y con tanta más razón cuanto
niás se retrocede en el tiempo, cuando fronteras económicas y fron-
teras políticas . . . esas fronteras blandas, imprevisibles, que se desva-
necen complejamente, no coinciden nunca, el marco nacional no es
más que un mal menor, cuyo valor hay que cuidarse de mistificar
Marco nacional, en verdad, pero que se debe
relativizar. Cuántas veces,
todavía hoy, las fronteras del Estado son más engañifa que realidad.
Para América Latina, la demostración no es necesaria; la misma Amé-
rica del Norte conoce extraordinarios desniveles en el sur de la
M ason
Dixori Une .. .
pero en nuestra vieja Europa, ¿qué decir de las dos
Italias, incluso de las dos Francias? La problemática de contabilidad
nacional y, pronto, una contabilidad de los grandes conjuntos, deben
paliar los peligros de nuestros Estados mistificadores.
Primer correctivo, pues el modelo de contabilidad nacional en la
reconstrucción del pasado sólo es una aproximación entre otras. Debe
ser
cada vez más asociado con dos procederes paralelos, conforme nos
remontarnos en el tiempo; múltiples aproximaciones regionales sobre
un modelo por precisar de contabilidad regional, algunas aproxima-
ciones espaciales: el Mediterráneo o el Atlántico son tan reales como
Francia o España en el mundo de los siglos
XVI
y xvii.
¿Y por qué no tratar una aproximación a la economía atlántica de
los siglos
XVI, XVII,
xviii,
en
forma de contabilidad espacial? El obje-
tivo es ambicioso, no más desesperado a
priori
4ue el del solo marco
nacional, en el caso particularmente afligente de la Francia m oderna,
tan disminuida en razón de los insalvables avatares de sus archivos.
-
8/19/2019 Historia Cuantitativa, Historia Serial - Chaunu, Pierre
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38
ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL
ISTORIA CUANTITATIVA O HISTORIA SERIAL 9
En verdad, nuestros apresurados economistas habrán subestimado
una de las barreras más fundamentales del conocimiento histórico. La
de la era preestadística,1 6
que hemos señalado después que nuestros
maestros. Ella se ubica en fechas diferentes, entre fines del siglo xviii
y mediados, en líneas generales, del siglo xix, para los sectores privile-
giados de la Europa atlántica en proceso de expansión sobre el Atlán-
tico Norte .y la afortunada América. Más allá de las estadísticas, para
un tiempo más o menos largo, de dos, tres, incluso cuatro siglos en la
Italia privilegiada, la era preestadística, para la cual subsiste una parte
de las medidas de base que ningún servicio ha elaborado, permite al
historiador constructor de índices de actividad una larga y paciente
indagación que prolonga verdaderamente, más allá del punto inicial
falsamente fatídico de las estadísticas publicadas del siglo xix, una
aproximación cifrada, en realidad menos cautivadora pero a menudo
aún más segura, más precisa que las que dan directamente las estadís-
ticas generales del siglo xix.
El material que proporciona, al precio de un gran esfuerzo, la his-
toria serial, es un material de veras costoso, pero de calidad. No tiene
nada que ver con las groseras e ilusorias evaluaciones con las que
siempre es posible llenar las columnas de un modelo de contabilidad
cualquiera. En verdad, lo uno no impide lo otro. Se puede aun evaluar
cuando los archivos no permiten rellenar las columnas del modelo; se
puede también evaluar cuando el trabajo histórico se hace esperar
demasiado; pero es prudente evaluar lo incierto partiendo de lo cierto.
Renunciar a utilizar un logro modesto sólo se explica en el primer
impulso de una empresa inteligente y nueva; ya no se justificaría en el
futuro.
En verdad, el intento de historia cuantitativa global de nuestros
colegas economistas es un intento válido para el siglo xix. Más que
obra de historiador es obra de economista. Es revelador que Simon
Kuznets, el padre espiritual de la empresa, no haya pasado nunca más
allá de
186917
en sus brillantes esfuerzos, para la tan privilegiada
América. En estas condiciones, se trata de una clasificación diferente
de un material estadístico existente, ya elaborado en un 9.5 por ciento.
Cuando el intento alcanza el siglo xviii, es decir cuando se vuelve
histórico, o cambia de ritmo o fracasa. O bien adopta el ritmo pru-
dente de los constructores de índices de actividad,1 8 o bien rellena,
cueste lo que cueste, sus columnas, recurriendo ampliamente a la
imaginación. Obrando así, contribuye a enmascarar la realidad. No
avanza, retrocede. Nos da, sobre la base de pendientes lineales grose-
ramente dibujadas —que la producción agrícola se hubiera incremen-
tado de 1700 a 1958, se ponía un poco en duda antes del modelo de
contabilidad nacional—, una vista a manera de bloque fijo y tosco
de la economía antigua. Enmascara una de las principales oposicio-
nes de amplitud (en duración o en desviaciones relativas) de las eco-
nomías nuevas en relación con las economías antiguas.
El éxito de la historia cuantitativa en su proceso de anexión del
siglo xix al modelo de contabilidad nacional está, en adelante, casi
con seguridad logrado. El fracaso para el siglo xviii y con mayor razón
para los tres o cuatro siglos de la era preestadística, es casi c ierto, a
menos que ocurra una radical modificación de método. En una pala-
bra, la historia cuantitativa de los siglos xvi, xvii, xviii, debe elegir
entre regresión o superación dialéctica. Tal superación pasa por la
historia serial, no por el recurso sistemático a las evaluaciones bastas,
pues la historia no es exactamente la del vizconde dAvenel, así como
la economía política ya no es la de jean-Baptiste Say.
'°
Nuestro artículo: 'Les échanges entre l'Amérique espagnole et les ancieris
mondes aux XVIe, XVIIe et XVIIIe sicIes ,
Inforinaton historíque. 5 1960
pp.
207.216.
1 7
National Production since 1869,
Nueva York, National Bureau of Economic
Research,
1946.
8
Su ritmo es tanto más lento cuanto que sus medios materiales son casi nulos.