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Histeria Colectiva: Amenaza a la democracia Por: Jennifer A. Flórez Paramo Los seres humanos tenemos poder, éste poder es limitado, lo que nos lleva a pensar en la gran diferencia que existe entre el poder y el deber. Algunos filósofos han pensado que a la hora de tomar decisiones, el poder es lo dominante, dentro de la teoría del pensamiento político, algunos pensadores como Nicolás Maquiavelo, Jean Bodin y Thomas Hobbes, entre otros, han legitimado de forma teórica estrategias políticas antitéticas, las cuales se han utilizado para la conservación el poder político y estabilidad de regímenes represivos. De acuerdo al pensamiento de Maquiavelo, la falta de criterio político, que se resume en la poca capacidad de juicio, ha convertido de manera lamentable a los seres humanos en seres manipulables, siendo éstos el blanco perfecto para maniobras psicosociales. En sus propias palabras: los hombres en general juzgan más por los ojos que por las manos ya que a todos es dado a ver, pero palpar a pocos: cada uno ve lo que pareces, pero pocos palpan lo que eres y estos pocos no se atreven a enfrentarse a la opinión de muchos, que no tienen además la autoridad del Estado para defenderlos. Son innumerables las estrategias políticas para conservar el poder. En Maquiavelo, vemos que la hipocresía, entendida como la capacidad de actuar según los intereses propios, es la mayor característica de un gobernante, a quien ninguna consideración moral debe preocuparlo: El príncipe debe tener un ánimo dispuesto a moverse según le exigen los vientos y las variaciones de la fortuna y no alejarse del bien, si puede, pero saber entrar en el mal si se ve obligado. En este sentido, le aconseja cuidar su reputación para mantener la adhesión del pueblo. Ninguna consideración moral debe preocuparlo. De igual manera, para Bodín la soberanía del Estado se traduce en poder absoluto y perpetuo en cabeza del gobernante, quien debe asegurar la supervivencia del Estado. Es preferible la más fuerte tiranía a la anarquía. Es así como, el Estado

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Page 1: Histeria colectiva

Histeria Colectiva: Amenaza a la democraciaPor: Jennifer A. Flórez Paramo

Los seres humanos tenemos poder, éste poder es limitado, lo que nos lleva a pensar en la gran diferencia que existe entre el poder y el deber. Algunos filósofos han pensado que a la hora de tomar decisiones, el poder es lo dominante, dentro de la teoría del pensamiento político, algunos pensadores como Nicolás Maquiavelo, Jean Bodin y Thomas Hobbes, entre otros, han legitimado de forma teórica estrategias políticas antitéticas, las cuales se han utilizado para la conservación el poder político y estabilidad de regímenes represivos.

De acuerdo al pensamiento de Maquiavelo, la falta de criterio político, que se resume en la poca capacidad de juicio, ha convertido de manera lamentable a los seres humanos en seres manipulables, siendo éstos el blanco perfecto para maniobras psicosociales. En sus propias palabras: los hombres en general juzgan más por los ojos que por las manos ya que a todos es dado a ver, pero palpar a pocos: cada uno ve lo que pareces, pero pocos palpan lo que eres y estos pocos no se atreven a enfrentarse a la opinión de muchos, que no tienen además la autoridad del Estado para defenderlos.

Son innumerables las estrategias políticas para conservar el poder. En Maquiavelo, vemos que la hipocresía, entendida como la capacidad de actuar según los intereses propios, es la mayor característica de un gobernante, a quien ninguna consideración moral debe preocuparlo: El príncipe debe tener un ánimo dispuesto a moverse según le exigen los vientos y las variaciones de la fortuna y no alejarse del bien, si puede, pero saber entrar en el mal si se ve obligado. En este sentido, le aconseja cuidar su reputación para mantener la adhesión del pueblo. Ninguna consideración moral debe preocuparlo.

De igual manera, para Bodín la soberanía del Estado se traduce en poder absoluto y perpetuo en cabeza del gobernante, quien debe asegurar la supervivencia del Estado. Es preferible la más fuerte tiranía a la anarquía. Es así como, el Estado es la idea de Dios que se realiza. Ésta concepción mística del Estado implica una subordinación total del hombre y de la sociedad a la idea estatal y fue retomada por varios pensadores como Hobbes por ejemplo, y políticos de regímenes represivos.

Al analizar estos planteamientos, se llega a la consideración de que la histeria colectiva, ha sido utilizada estratégicamente como herramienta de dominación política por parte de los gobiernos represivos, los cuales usan la violencia al y para suprimir todas las libertades civiles y políticas. Entendiendo La histeria colectiva como el fenómeno socio psicológico que comprende la manifestación de los mismos o similares síntomas histéricos por más de una persona, es provocada por una situación de estrés colectivo, que es la reacción estimulada por cobertura mediática en torno a un asunto social.

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Vale la pena aclarar, que la histeria colectiva tiene un origen psicológico y se desencadena en masa generando evidentemente comportamientos colectivos. Por ello, cuando es premeditadamente liberada, dichos comportamientos son esperados, pues responden a un interés en particular, en especial, dentro del ámbito político.

Es por eso, que ésta se ha convertido en el paradigma de los gobiernos represivos modernos, ya que origina de forma premeditada una fragmentación social, explicada en el pánico construido en torno a los temores y/o sentimientos de los individuos. Ya no se necesita la dominación directa, basta con la fragmentación social que, entre otras causas, se explica en el pánico construido en torno a la seguridad ciudadana tema muy sonado en los últimos años, o en otro caso la histeria colectiva generada por el nacionalsocialismo en Alemania.

Pongamos por caso el fenómeno del nazismo en Alemania a mediados del siglo pasado. Vemos como Hitler consolidó la esperanza del pueblo alemán y organizó el Partido Alemán Nacional Socialista, conocido como el partido Nazi. Las clases populares, y en especial la clase media, que fueron afectadas por la Primera Guerra Mundial, apoyaron el nazismo, por que vieron en este movimiento la posibilidad de que Alemania volviera a ser una potencia estable económica, política y socialmente. Todo esto se logró en una fuerte campaña antisemita, que catalogaba a los judíos como los culpables de la crisis económica y los “intrusos” que se apoderaban de los dineros de los alemanes cargada de una gran publicidad sugestiva y un discurso atrayente, racista y expansionista que prometía el surgimiento de una gran nación.

Por otra parte, la inmadurez política y la ausencia de un juicio crítico da como resultado una influencia política en Latinoamérica que favorece de manera mediática el surgimiento de líderes individuales que concentran el poder en ellos y no le apuestan al fortalecimiento de organizaciones que defiendan la indiferenciación entre el Estado y el sistema político.

Es así como el ciudadano es objeto de campañas profilácticas, campañas de miedo civil, que ponen en alerta a los individuos y así prepararlos psicológica, física y emocionalmente, siendo éste el objetivo claro de la histeria colectiva que es la satisfacción de los intereses político particulares. Campañas antidrogas, anti alcohol, anti velocidad, anti inseguridad, antitabaco, antiaborto, campañas contra el sida, contra el dengue, contra el cólera, contra la gripe, contra el Ántrax, contra la contaminación ambiental, contra el cáncer, contra las arrugas, contra el mal aliento. Campañas preventivas que precipitan la guerra en tiempo de paz, hasta que la paz se hace imposible, lo qué explica por qué en los periódicos, en la radio, en la televisión, se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad cada nuevo día.

Por otro lado, La información policial, pensada por sus potenciales relatos de control social, aporta considerablemente a los discursos hegemónicos los cuales

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son sugestivos y exagerados. De allí que las noticias sobre hechos ‘policiales’ expresen la necesidad de vigilancia y de ‘mano dura’ y justifiquen prácticas y políticas de exclusión, lo que nos podría recordar una frase muy famosa hace ya ocho años: “Mano firme, corazón grande”.

Un elemento importante, son los estudios de cultura política en la región como Latinobarómetro o el Barómetro de las Américas, que vienen señalando que el miedo a la inseguridad promueve la aparición practicas ilegítimas contrarias al estado de derecho como respuestas desesperadas contra la inseguridad, las que irían desde la reducción de derechos y libertades, militarización de la seguridad, hasta ejecuciones (falsos positivos), linchamientos, violación a otras soberanías y otro tipo de comportamientos extralegales, poniendo en grave riesgo la democracia y sus instituciones.

Al mismo tiempo, los discursos sobre seguridad y justicia, que se alimentan del miedo a la inseguridad y del sentimiento de impunidad, desvían fatídicamente las políticas sociales, las cuales tienen como fin garantizar los derechos económicos, sociales y culturales de la población en América Latina.

Es indiscutible, pues negar que la histeria colectiva es un arma bastante pesada pero al igual exageradamente silenciosa. Somos presa día a día de estrategias maquiavélicas y somos conducidos inescrupulosamente a las sendas de la manipulación mediática. Estrategias políticas como la ésta, que son utilizadas por grupos de poder para garantizar su estabilidad, alejan indiscutiblemente a una sociedad justa y equitativa, concebida como el sueño de la humanidad.

Es claro que la problemática aquí analizada no es de fácil solución, pero si es una voz denunciante frente a lo que no es muy visible. De hecho, es importante que el debate acerca de estas estrategias de dominación no se caiga. Vivimos en una sociedad donde la publicidad domina nuestras vidas y al ser esta dominada con fines políticos también va a estar dominado nuestro futuro y para esto no ocurra, se necesitan seres humanos más consientes. Por lo tanto, educación es una vía a mejorar las condiciones de ignorancia del pueblo, que ciega a los individuos frente a la realidad.

Finalmente, terminamos como empezamos, algunos filósofos han pensado que a la hora de tomar decisiones, el poder es lo dominante, pero como alguna vez escuché en la película de mi superhéroe favorito, todo gran poder lleva a una gran responsabilidad, y el poder es la ley y ni siquiera el gobernante más sabio puede prescindir de la ley, ya que ésta tiene una cualidad impersonal que ningún hombre puede alcanzar. Tal como lo manifestó Aristóteles la ley es la razón desprovista de pasión y actúa a favor del interés público.