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H I D A L G O P I N T A D O POR LOS REALISTAS
Juan HERNÁNDEZ LUNA
I. E L DEMONIO DE DOLORES
L a p r i m e r a representación histórica de H i d a l g o aparece en
l a l i teratura de los realistas, esa vasta y heterogénea produc
c ión de manifiestos, edictos, exhortaciones, bandos, procla
mas, misivas, diálogos, alegorías, sermones, discursos, periódi
cos y demás papeles que p o r exc i tat iva d e l v irrey Venegas es
c r i b i e r o n eclesiásticos y l iteratos enemigos d e l m o v i m i e n t o de
Independencia .
E n esta l i t e r a t u r a vemos f igurar como autores, entre otros,
a l A r z o b i s p o de México , a l O b i s p o de Michoacán, a l p r i m e r
canónigo de l a Iglesia M e t r o p o l i t a n a , a l deán de l a M e t r o p o
l i t a n a de México, a l capel lán de h o n o r y predicador d e l R e y ,
a l i n q u i s i d o r fiscal d e l Santo O f i c i o , a l m i n i s t r o de l a A u d i e n
c i a de México , a l rector de l a R e a l y P o n t i f i c i a U n i v e r s i d a d
de M é x i c o y a u n n ú m e r o considerable de doctores en teología
y filosofía que hacen aparecer sus escritos en forma anónima.
Se trata, como se ve, de hombres que o c u p a n puestos p r o m i
nentes e n l a sociedad de l a N u e v a España y que poseen forma
c ión univer s i tar ia y títulos académicos. T o d o s , por supuesto,
son part idar ios de l a escolástica, sistema que u n o de ellos defi
ne c o m o "filosofía sabia, sana y s a n t a " . 1
Dos imágenes de H i d a l g o es posible d i s t i n g u i r en esta l i tera
t u r a realista. U n a de ellas l a ofrecen las exhortaciones, edictos
y sermones de arzobispos, obispos y oradores sagrados, docu
mentos compuestos e n " lenguaje b u r d o y p o p u l a r " y destina
dos a penetrar en l a conciencia de las masas. L a otra l a pre
sentan producciones l i terarias de mejor ca l idad, redactadas e n
"est i lo p e i n a d o y académico" y d i r ig idas a l a gente c u l t a , 2
c o m o e l Anti-Hidalgo, e l Aristarco o los Diálogos entre Filó-
patro y Acéralo.
2 JUAN HERNÁNDEZ LUNA
Empecemos por destacar la imagen de Hidalgo de los sermones, edictos y exhortaciones. Esta imagen es, como lo ha hecho notar don Luis González Obregón, la de un "monstruo fabuloso". 3 Fray Miguel Bringas, misionero apostólico del Colegio de la Santa Cruz de Querétaro y capellán de honor y predicador del Rey, en el sermón que predicó por orden de Calleja el 7 de diciembre de 1810 en la iglesia parroquial de Guanajuato, llama a Hidalgo "cura mercenario", "abominable sacerdote", "monstruo de extraña ferocidad", "miembro espúreo del Clero", "miembro podrido de la Iglesia", "frenético delirante, desnaturalizado hombre, impío enemigo de Dios y de los hombres", que concibió el "abominable feto" de la Independencia, que lo fomentó con el "pestífero aliento de sus errores", que lo "abortó en el desgraciado pueblo de Dolores" el 16 de septiembre, "día digno de señalarse con la piedra más negra", y que, por los males que ha causado a la Nueva España, debe ser "juzgado como reo de alta traición o infidelidad a la América, a la España y a la Iglesia".4
Hidalgo era un monstruo tan peligroso, que la Gaceta extraordinaria del 28 de septiembre de 1810 publicó un edicto de don Manuel Abad y Queipo que decía:
.:. .usando de l a autoridad que ejerzo como obispo electo y goberna
dor de esta m i t r a , declaro que el referido D . M i g u e l Hidalgo y sus
secuaces, los tres citados capitanes, son perturbadores del orden pú
blico y perjuros y han incurr ido en l a excomunión del canon si quis
suadente diabolo, por haber atentado contra l a persona y l ibertad
del sacristán de Dolores, del cura de Chamacuero y de varios religio
sos del Carmen de Celaya, aprisionándolos y manteniéndolos arres
tados. Los declaro excomulgados vitandos, prohibiendo, como pro
hibo, el que ninguno les dé socorro, auxi l io y favor, bajo pena de
excomunión mayor ipso facto incurrenda.. .5
E l arzobispo de México, don Francisco Javier de Lizana y Beaumont, se encarga de ponerle alma y espíritu a este "monstruo fabuloso". E n la Exhortación que dirige a los habitantes de su diócesis para que no ayuden a la revolución que se ha iniciado en Dolores, San Miguel el Grande y Querétaro, presenta a Hidalgo como ministro de Jesucristo que lucía antes "como un astro tan brillante" por su ciencia, pero que fué "engañado por el espíritu maligno" y cayó "como otro Luzbel" por su soberbia.
HIDALGO Y LOS REALISTAS 3
E l A r z o b i s p o de M é x i c o acusa a H i d a l g o de haber cometi
d a e l pecado de l a soberbia. Esta acusación es la m i s m a que l a
teología católica hace a l ángel rebelde. L u z b e l es l a intel igen
c i a l u m i n o s a que m a q u i n a entre los querubines y serafines l a
rebeldía celestial contra D i o s . H i d a l g o es e l hombre perverso
q u e encabeza l a rebeldía de los apóstatas en l a N u e v a España.
L a soberbia contra D i o s fué e l pecado que convirtió a L u z b e l
e n d e m o n i o . L a soberbia contra l a a u t o r i d a d eclesiástica, con
t r a el M o n a r c a y e l V i r r e y , convierte a H i d a l g o e n e l demo
n i o de Dolores .
De aquí que clame e l arzobispo L i z a n a e n su Exhortación:
" ¡Miserable ! N o esperes que mis ángeles (así l l a m a l a Escri
t u r a a los sacerdotes) vayan tras de t i , c o m o aquel la m u l t i t u d
q u e arrastró e l ángel cabeza de los apóstatas en e l cielo; todos
pelearán c o n el propósito de l a M i l i c i a Eclesiástica, y n o se
volverá a oír t u n o m b r e en este r e i n o de D i o s sino p a r a eternos
anatemas/'
U n " m i n i s t r o de Satanás" que se h a b í a dejado engañar
p o r e l espíritu m a l i g n o n o p o d í a s ino engendrar u n a o b r a
diaból ica. P o r eso e l arzobispo L i z a n a l l a m a a l a revolución
de I n d e p e n d e n c i a " f u r i a i n f e r n a l " , "proyecto diabólico", i n
surrección de los "hi jos de Satanás", y e l obispo A b a d y Q u e i -
p o l a n o m b r a rebeldía de "sediciones diabólicas". A los ojos de
estos eclesiásticos realistas, l a I n d e p e n d e n c i a que a c a u d i l l a H i
d a l g o aparece como u n v e n d a v a l d e l i n f i e r n o que h a destruido
e l hermoso r e i n o de l a N u e v a España, que h a roto e l freno de
las leyes, que h a p e r t u r b a d o e l o r d e n públ ico, que h a sem
b r a d o l a d i s c o r d i a y l a anarquía, e l r o b o y e l p i l la je , e l asesi
n a t o y las venganzas, que h a i n c e n d i a d o haciendas, v i l las y
c iudades y que "os l levará i n f a l i b l e m e n t e a l in f ierno. ¡Mirad
q u é precursor d e l A n t i c r i s t o se h a aparec ido en nuestra Amé
r i c a p a r a perderos!" 6
E l d e m o n i o se había m e t i d o t a n h o n d o en el ser de H i d a l
go, que t o d o l o que tocaba era convert ido en algo diabólico.
N i s i q u i e r a a q u e l l a i m a g e n de l a V i r g e n de G u a d a l u p e , p i n
t a d a e n s u estandarte c o m o s ímbolo de l a n a c i o n a l i d a d , p u d o
escapar a l a m a n c h a d e l d e m o n i o . D e a q u í que A b a d y Q u e i -
p o d i g a e n su edicto de e x c o m u n i ó n : " E s evidente que e l
c u r a de Dolores , p i n t a n d o e n su estandarte de sedición la ima-
4 JUAN HERNÁNDEZ LUNA
gen de nuestra Señora y poniendo en él la referida inscripción, cometió dos sacrilegios grandísimos, insultando a la religión y a Nuestra Señora/ ' 7
De aquí también que un año después de haberse iniciado la Independencia, en el mes de mayo de 1811, se celebrara en la Catedral de Morelia un octavario para desagraviar a la Virgen de Guadalupe de los ultrajes que habían cometido los insurgentes. E n el último día de este octavario ( i ° de mayo), el cura del Valle de Santiago, don Antonio Camacho, dijo en su sermón:
N o , no fué l a religión, n i el amor a María Santísima lo que
obligó a los americanos a aclamarla de esta manera. E n los prime
ros, a lo menos, que dieron este grito, obraron otras causas: su i n
tento era sublevar a los pueblos, y esa invocación el medio que cre
yeron más a propósito para conseguirlo. . . ¿Qué estímulo podía
haber más poderoso para ponerlos en acción que invocar al intento
el dulce nombre de aquella Virgen de quien habían sido en todos
tiempos ciegos adoradores? N i fué menester más: a esta sola voz:
"¡Viva María Santísima de Guadalupe", los pueblos se levantan, y
repitiéndola otros como tantos ecos, la sedición, a la manera que u n
voraz incendio, cunde rápidamente por varias partes. ¡Infelices
indios, miserables labradores, desgraciados pueblos! ¡Oh, y cómo se
abusa de vuestra credulidad! 8
Pero ¿de dónde le había venido a Hidalgo y a su movimiento de Independencia ese sentido infernal, que tanto escandalizaba a obispos y arzobispos? Las ideas que habían engendrado ese espíritu provenían de la doctrina protestante de Alemania y de la filosofía antirreligiosa francesa. E n el Edicto
del Tribunal de la Inquisición se sostiene que las "ideas revolucionarias", las "erradas creencias" y los procedimientos de Hidalgo son "muy iguales, así como la doctrina, a los del pérfido Lutero en Alemania". 9 E n su Exhortación, el arzobispo Lizana dice que Hidalgo es un emisario de Napoleón, un enemigo de la religión y de la patria. " ¡ Q u é placer tendría el perseguidor de la Iglesia [Napoleón] si supiese que en la Nueva España un sacerdote [Hidalgo] había hecho tanto en su favor cuanto no han podido alcanzar sus emisarios!" Y en su Edicto, el obispo Abad y Queipo afirma que el movimiento de Independencia es un "efecto de la Revolución francesa".
HIDALGO Y LOS REALISTAS 5
P a r a estos pensadores realistas H i d a l g o es, pues, concebido
c o m o u n d e m o n i o que se h a dejado tocar p o r las creencias d e l
pérf ido L u t e r o , y l a Independenc ia c o m o u n proyecto diabó
l i c o , i n s p i r a d o en e l espíritu ant i rre l ig ioso de l a Revoluc ión
francesa.
2. E L TEÓLOGO SOBERBIO
Veamos a h o r a l a otra imagen real ista de H i d a l g o , o sea l a
q u e nos presentan fray R a m ó n Casaús en las dieciséis car
tas que c o m p o n e n su Anti-Hidalgo,10 e l canónigo M a r i a n o
Beristáin e n sus q u i n c e Diálogos entre Filópatro y Acerato 1 1
y d o n F e r m í n de Reygadas e n los veinte números de su perió
d i c o El Aristarco.12
E l p e r f i l l u c i f e r i n o , satánico y afrancesado de esta imagen
de H i d a l g o coincide con l a de las exhortaciones, edictos y
sermones, pero a m i j u i c i o está m e j o r lograda y es más intelec
t u a l , más c u l t a y más i l u s t r a d a l a que nos ofrecen estos tres
pensadores ant ihidalguistas .
A p r i m e r a vista esta i m a g e n es también monstruosa, fabu
losa. P o r q u e apenas empezamos a leer e l Anti-Hidalgo, nos
encontramos con u n subtítulo que dice: "Cartas de u n D r . me
x i c a n o a l B r . D . M i g u e l H i d a l g o C o s t i l l a , ex-Cura de Dolores,
ex-Sacerdote de Cr is to , ex-Crist iano, ex-Americano, e x - H o m -
bre, y General ís imo Capataz de Salteadores y Asesinos."
Este m i s m o escritor real ista sostiene en l a carta p r i m e r a de
su escrito q u e H i d a l g o se h a i d o desespañolizando, descristia
n i z a n d o , descatolizando, deshumanizándose y degradándose
hasta caer e n u n estado de espantosa i g n o r a n c i a , de estupidez
y de b a r b a r i e parecido a l de los cafres o caribes, y que seme
j a n t e estado de degradación es el q u e l o h a i m p u l s a d o a em
p r e n d e r l a l o c u r a de l a revolución de Independencia .
E l abuso del ministerio de l a d iv ina palabra ha puesto el sello a
tu espantosa ignorancia, y por grados te ha ido reduciendo al estado
de estupidez y barbarie en que puede hallarse el cafre o caribe más
idólatra y sanguinario, que sólo ve dentro de sí l a imagen del robo
y asesinato, que sólo siente impulsos para cometerlos, y que con
sangre humana se saborea y deleita solamente como tigre avezado a
bebería (p. 6 2 4 ) .
6 JUAN HERNÁNDEZ LUNA
Hidalgo, según este pensador realista, se ha colocado, con su revolución, fuera del mundo de la hispanidad, ha dejado de ser español, hombre civilizado, cristiano, católico y se ha convertido en un cafre, en un bárbaro. De aquí que en su carta nona lo llame
B r . Allóphilo o extranjero, y b á r b a r o . . . , ente que no es de
nuestro linaje en sus procederes. . . , ente que parece ser enxerto
monstruoso de los animales más d a ñ i n o s . . . , Allóphilo u n i v e r s a l . . . ,
universalísimo Allóphilo, respecto de todo género humano, indigno
de toda sociedad, vitando en toda población, execrable en las cua
tro partes del m u n d o . . . Eres y serás verdadero Allóphilo en e l mis
m o sentido con que l a Santa Escritura en el griego usa esta voz para
significar a los extranjeros bárbaros y a los philisteos, enemigos de
Dios y de los hombres (pp. 6 5 3 - 6 5 4 ) .
No cabe duda que esta imagen de Hidalgo da sensación de monstruosa, de fabulosa, y en esto se asemeja también a la de los edictos, sermones y exhortaciones. Pero ¿no será ella tan sólo la corteza, el aspecto externo del Hidalgo que presentan estos pensadores realistas? Con semejante manera de ver a Hidalgo, ¿no sucederá lo mismo que decía Alcibíades de Sócrates, que era como esos Sueños que los artífices "representan sentados, con siringas o flautas, y que, al abrirlos por la mitad, dejan ver dentro estatuas de dioses"? Alcibíades conocía muy bien a Sócrates, por eso pudo decir, con conocimiento de causa, que su vida era por fuera la de " u n sátiro desvergonzado" y por dentro la de un santuario esculpido con estatuas "divinas y doradas", "bellas y adorables".1 3
. Estos realistas conocían también a Hidalgo, ya que tuvieron trato personal con él. Por eso conviene examinar por dentro a este "Allóphilo universal", a este monstruo desespañolizado y descristianizado, a ver si encontramos en su intimidad un santuario intelectual, esculpido con estatuas divinas y adorables.
Quien lea con atención y sin prejuicio partidista a los pensadores antihidalguistas tendrá que convenir en que no todo lo que escribieron en contra del iniciador de la independencia fué negativo, sino que, muy a su pesar, dejaron escapar algunos juicios positivos.
E l primero de estos juicios, sobre el que quiero llamar la atención, está contenido en los Diálogos entre Filópatro y,
HIDALGO Y LOS REALISTAS 7
Acerato. E n e l diálogo sexto de este d o c u m e n t o se sostiene
l a s iguiente conversación (p. 709):
Hasme dicho varias veces que no es lo mismo ser doctor que ser
docto. Y a es cosa averiguada que el C u r a Hida lgo no es doctor,
como él se ha l lamado, o como otros han querido titularle. Pero
de contado dicen los que le conocen que es hombre sabio . . . Mas
advertid que Luzbel fué el más sabio de los ángeles, y no dexó de
ser por eso el pr imer diablo, y que A d a m , el más sabio de los hom
bres, envolvió a su posteridad en u n mar de miserias. Así pues, H i
dalgo podrá ser hombre doctísimo, y querer precipitarnos ahora en
u n abismo de males. Los más grandes heresiarcas han sido por lo
común de muchas letras y de gran ingenio; a M a h o m a y Napoleón
nadie les ha tenido por idiotas: también el Ant i-Cristo será u n
s a b i o . . .
H i d a l g o , pues, n o es el doctor, pero sí e l docto y hasta e l
doctísimo; es e l h o m b r e sabio, e l h o m b r e de muchas letras y de
g r a n i n g e n i o , semejante en esto a L u z b e l , a A d á n , a M a h o m a ,
a N a p o l e ó n ; es e l h o m b r e sabio, s in el t í tulo correspondiente
de l a R e a l y P o n t i f i c i a U n i v e r s i d a d de M é x i c o y s i n e l consen
t i m i e n t o o f i c i a l de a q u e l i lustre claustro; es e l h o m b r e sabio,
p o r q u e l a gente que l o conocía b i e n y entendía de sabiduría,
es t imaba q u e l o era; es e l docto a secas,, o sea, como e x p l i c a e l
D i c c i o n a r i o de l a A c a d e m i a Española, e l que " a fuerza de es
tudios h a a d q u i r i d o más conocimientos que los comunes u ord i
n a r i o s " .
E l segundo j u i c i o pos i t ivo se l o debemos a d o n Fermín de
Reygadas. E n el n ú m e r o 5 de El Aristarco, nos dice (pp. 7 6 6 -
767) : H i d a l g o es u n " l i b e r t i n o de c iencia p a g a n a " y los l iber
tinos suelen burlarse de los discursos que se f u n d a n e n l a r e l i
g ión, en e l evangelio, en las verdades reveladas y en e l temor
a D i o s :
pero a esta clase de sabios de ciencia pagana es necesario prevenirles:
eme l a h u m a n a sabiduría que no debe su origen a las verdades re
veladas, no es otra cosa que necedad; que el hombre naufraga en
el laberinto de sus propias luces si no las sujeta a la luz eterna de l a
religión, que es l a única antorcha que enseña el camino del acierto
y el medio de no precipitarse en el abismo del e r r o r . . . E l mismo
oráculo d iv ino tiene dicho también que la sabiduría se funda en el
temor de Dios; y de aquí se infiere una verdad que no admite con
tradicción, y es l a de que no puede ser verdadero sabio el que no
teme a Dios.
8 JUAN HERNÁNDEZ LUNA
Según este juicio, Hidalgo es también el sabio, sólo que la sabiduría que posee no está fundada en el evangelio, en el temor de Dios. Su sabiduría es la de un libertino, una sabiduría prohibida que se identifica con la necedad y la herejía. Hidalgo no es un verdadero sabio, porque no profesa la sabiduría de los sabios realistas, pero es un sabio, y esto es lo verdaderamente importante.
De los dos juicios anteriores se desprende que Hidalgo es, por una parte, el docto, el sabio; y, por la otra, el docto o sabio que posee una "ciencia pagana" y una sabiduría prohibida. De aquí que sea menester indagar en qué era docto Hidalgo y por qué la sabiduría que sus enemigos le atribuían tenía el carácter de prohibida.
Del trato dado a Hidalgo en estos escritos polémicos, se desprende que se le juzgaba docto en teología. Cuando se refieren a él, para censurarlo, lo llaman "catedrático de teología" , "teólogo y canonista", "teólogo de nuevo cuño" , "fino teólogo", aunque también "teólogo de la herradura de Mr. de la Br ié" , "bachiller teólogo", "pésimo teólogo".
E l más enconado de estos tres detractores, el autor del Anti-Hidalgo, va más allá del simple trato de teólogo y reconoce que efectivamente es un docto en teología. E n su carta séptima (p. 644) recuerda que Hidalgo fué catedrático de teología en el Colegio de San Nicolás, y declara que enseñó con aplauso la Suma teológica de Santo Tomás .
¿No eres tú, señor bachiller, el que enseñaba la Suma teológica
de Santo Tomás en el Colegio de San Nicolás con algún aplauso,
aunque no tan merecido como los menos hábiles de tu provincia
ponderaban, dando con sus elogios desmedidos pábulo a esa soberbia
que enteramente te ha precipitado en el abismo de las maldades más
atroces.. . ?
E n la misma carta séptima el autor dice que Hidalgo logró con sus lecciones de teología seducir a sus oyentes, consiguiendo arrastrar a la revolución una "gran porción de larraguistas y bachilleres de todas clases y condiciones". Esto indica que la teología que enseñaba Hidalgo tenía un carácter militante y activo. N o es aventurado afirmar que la revolución de Dolores comenzó a germinar en aquellas lecciones de teología. Desde
HIDALGO Y LOS REALISTAS 9
s u cátedra, H i d a l g o p r e p a r a b a u n a "masa i n m e n s a " de pro
sélitos.
L a teología tomista fué l a que H i d a l g o utilizó como instru
m e n t o ideológico p a r a transformar el régimen c o l o n i a l de
entonces. E n esto reside s i n d u d a u n o de los aspectos más o r i
ginales de H i d a l g o , p o r q u e en l a N u e v a España había enton
ces muchos teólogos y muchos catedráticos de teología que
profesaban l a teología tomista y enseñaban a sus a lumnos con
forme a l a Suma teológica, pero u t i l i z a b a n esta d o c t r i n a p a r a
just i f icar y conservar e l o r d e n de l a C o l o n i a ; en cambio , H i
dalgo empleó esa m i s m a ideología para transformarlo. D e aquí
q u e su detractor se pregunte sorprendido (p. 644):
¿Es ésta de ahora l a teología que antes aprendiste, y enseñas hoy
l a que en aquel tiempo enseñaste? ¿O se podrá decir de t i lo que
de Volter [sic], que aprendía en Santo Tomás los argumentos hasta
las soluciones exclusive para impugnar el dogma y la moral , sin fati
garse en buscar nuevos sofismas, sacando de la misma triaca el vene
no de su irreligión e inmoralidad? ¿Imitas este método para seducir
mejor?
T a l parece ser e l paradój ico p a p e l que j u g ó l a filosofía de
Santo T o m á s e n el m o v i m i e n t o de Independencia , pues H i d a l
go, docto en teología tomista, d a a esta d o c t r i n a u n sentido
histórico d is t into . P o r eso con justa razón su detractor vuelve
a preguntarse: "¿Será posible que u n bachiller teólogo haya
v e n i d o a i n t e n t a r deshacer los pr imeros c imientos de l a so
c iedad h u m a n a , a u t o r i z a n d o unos delitos que los mismos pa
ganos m i r a b a n c o n h o r r o r y sus leyes castigaban c o n r i g o r
extremo?" U n docto e n teología tomista que h a i n i c i a d o u n a
revolución p a r a deshacer los c imientos católicos en que des
cansaba l a sociedad c o l o n i a l , y q u e h a sabido sacar de esa
teología los p r i n c i p i o s p a r a just i f icar esa revolución, eso es
H i d a l g o . D e ahí e l rasgo p r o h i b i d o , pagano, que v e n en l a
sabiduría que profesa.
Este carácter proviene, según los realistas, de l pecado de l a
soberbia. H i d a l g o es u n teólogo que h a b i e n d o a p r e n d i d o y
enseñado l a teología tomista , se dejó d o m i n a r p o r l a soberbia,
i n c u r r i e n d o e n e l m i s m o pecado de L u z b e l .
E n su carta p r i m e r a , fray R a m ó n Casaús presenta a H i -
10 JUAN HERNÁNDEZ LUNA
dalgo como un escolástico poseído de la soberbia luciferi-na (p. 6 2 4 ) :
T e conocí antes como u n escolástico sombrío, taymado y sofista;
orgulloso siempre quando pisabas l a arena l iteraria; y siempre mor
daz y de mala fe cuando manejabas las armas de la escuela. A l g u
nos desde entonces auguraban de t i que serías perverso, si hallabas
circunstancias que ofrecieran i m p u n i d a d al desfogue de tu soberbia
luciferina.
E l mismo autor, en su carta séptima (p. 644), habla de Hidalgo como de un escolástico luciferino que ha exaltado la lógica por encima de todas las ciencias y artes sabidas y por saber y que ha tenido la habilidad de aplicarla sutilmente en la preparación de la revolución de Independencia:
A l f in sé de positivo tus planes, máximas, razones y miras para
lo porvenir. U n a feliz casualidad me ha proporcionado por varios
papeles tuyos originales, y saber de boca de algunos presos, tus más
íntimos confidentes, tu modo de pensar y de discurrir, quando
los animabas a esta conspiración. Resulta de todo, que los argumen
tos para apoyarla y promoverla en último análisis se reducen a los
siguientes, sacados de las Súmulas que aprendiste y enseñaste en el
colegio. Siendo desde entonces sut i l ló (gi)co, ahora has hecho
l a más suti l aplicación de aquella arte ló(gi)ca, que para t i vale
por todas las ciencias y artes sabidas y por saber, especialmente por
el arte de la g u e r r a . . . [Y, así], creyéndote tú el más sabio y bene
mérito de cuantos habitan l a Nueva España, [has querido renovar
con tu grito de guerra la] locura del soberbio Luzbel , escalar el f ir
mamento e i r a arrojar de su trono a l Altísimo.
Pero ¿qué fué lo que indujo a Hidalgo a cometer el pecado de soberbia? Fué el contagio de las doctrinas antirreligiosas de ios enciclopedistas franceses y de las ideas de la Revolución francesa. E n los escritos polémicos de estos detractores de H i dalgo, constantemente se le acusa de leer a Voltaire, Rousseau, Diderot y Raynal, así como de imitar sus doctrinas y de querer aplicarlas en la Nueva España. E n cuanto al contagio con las ideas de la Revolución francesa, no sólo se dice que Hidalgo es u n "hijo espiritual de Francia y de Napoleón", sino que en el diálogo séptimo entre Filópatro y Aceraio se asegura que u n emisario de Napoleón visitó a Hidalgo y en esa visita se planeó la revolución de Independencia. Como pruebas de semejante afirmación se muestran varios documentos, entre ellos
HIDALGO Y LOS REALISTAS u
urias estampas en las que se ve " u n a Á g u i l a p i n t a d a que quiere
despedazar a u n L e ó n " , d i c i e n d o que esa estampa s igni f ica " e l
Á g u i l a M e x i c a n a q u e r i e n d o despedazar a l generoso L e ó n de
E s p a ñ a " ; unas "monedas de o r o " de los Bonaparte que se ase
g u r a fueron repartidas en Querétaro, San M i g u e l y otros pue
b los ; y unos apuntes p a r a proclamas y "planes p a r a r e p a r t i r
las haciendas de l a b o r entre los que sigan las Vanderas de l a
R e b e l i ó n " . Se añade en e l m i s m o diálogo séptimo que tales
objetos son las "prendas que ese emisar io dejó a H i d a l g o en
señal de la a l ianza que v i n o a establecer con él, de parte de
N a p o l e ó n " (pp. 712-713).
H i d a l g o es, pues, p a r a los pensadores realistas u n h o m b r e
soberbio. Y me parece que estos pensadores v ieron, mejor que
n a d i e , l a esencia i n t e l e c t u a l de H i d a l g o . D i g o "esencia inte
l e c t u a l " , p o r q u e ellos reconocen en H i d a l g o u n sabio, u n teó
l o g o , u n dialéctico, u n h o m b r e de letras. L a esencia de l a c u l
t u r a que poseía, l o que e l l a encerraba, e l sentido que tenía, era
p a r a los realistas soberbia luciferina, esto es, rebeldía, discor
d i a , atentado contra D i o s . H i d a l g o es u n inte lectual "conde
n a d o " y " e n d e m o n i a d o " . E s t a definición d e l i n i c i a d o r de
nuestra I n d e p e n d e n c i a resulta hoy u n acierto a l a luz de las
concepciones que l a filosofía h a hecho de l hombre que se de
d i c a a las faenas d e l pensamiento.
Así , p o r e jemplo, e l maestro José Gaos h a señalado u ñ a
"armonía preestablecida entre l a filosofía y l a soberbia" .
E n ambas se dan las mismas notas capitales. Intelectualidad: la
filosofía es cosa de Saber; l a soberbia, conciencia de superioridad in
telectual. Sustancialidad salvadora: la filosofía busca lo sustancial
salvador y piensa encontrarlo en l a soberbia sustancialidad y salva
ción en sí. Abstracción: l a filosofía es abstracción intelectual y vital;
l a soberbia, distanciadora, aisladora. Principalidad superior y domi
nante, que es, en suma, l a definición, idéntica, de una y otra. E n
f i n , extremosidad trascendente de lo humano, y metafísica, que se
patentiza en el carácter definitivo y absoluto del saber de los p r i n c i
pios y de estos mismos, en los elementos divinos y demoniacos del
fenómeno de la soberbia en su modal idad apical.1 4
Y e n su Invitación a filosofar e l maestro García Bacca sostiene
q u e "ser filósofo es ser y estar condenado" , "es nacer condena
d o a p e r p e t u i d a d a l trabajo forzado de pensar". E l filósofo
JUAN HERNÁNDEZ LUNA
"se condena por endemoniado; o más delicadamente,.. .el filósofo nace condenado a vivir endemoniado". Por ello el filósofo está amenazado de una "tragedia externa": la de "correr el peligro de ser condenado a muerte". 1 5 H a habido tiempos en que ser filósofo equivalía a ser condenado a muerte: así los tiempos de Sócrates y los llamados "santísimos tiempos de la Inquisición". Los de Hidalgo fueron también tiempos en que ser filósofo equivalía a correr el peligro de ser condenado a muerte. Hidalgo en la literatura de los realistas aparece como el retrato típico del filósofo que ha hecho de su vida una "condenación vital", como un ser que ha nacido para vivir endemoniado. Por eso Hidalgo, cuando se le mira a la luz de estas ideas que armonizan filosofía y soberbia, es el filósofo mexicano por excelencia de nuestro siglo xvín, el hombre que hizo del filosofar una tarea vital, una forma de vida, un estilo de existencia. T a l me parece la primera estatua bella y adorable que se oculta tras de esa máscara de "monstruo fabuloso" con que Hidalgo aparece disfrazado en los libelos de los realistas.
3 . E L CAUDILLO DE LA "CLASE INDIANA"
L a máscara de difamación y de desprestigio con que los pensadores realistas desfiguraron la verdadera personalidad de Hidalgo no sólo ha impedido ver su esencia intelectual, sino también su recio perfil de reformador agrario.
E n casi todos los documentos de la literatura realista se alude a este rasgo de su personalidad, pero sobre todo en el Anii-Hidalgo, en los Diálogos entre Filópatro y Acerato y en el Aristarco.
Una lectura maliciosa permite descubrir que este aspecto de la personalidad de Hidalgo se ve a través de una tesis racista, que podría llamarse de acendrado españolismo. Para los autores de esos documentos la Nueva España es sólo la prolongación de España. Las denominaciones de gachupines y criollos les parecen "distinciones odiosas", "nombres ignominiosos" que no deben seguirse pronunciando, pues sólo existen españoles. E n el diálogo séptimo entre Filópatro y Acéralo se lee (p. 714):
HIDALGO Y LOS REALISTAS 13
Españoles se l laman todos los vasallos del Rey de España, con la
única distinción de ser unos castellanos, otros navarros, otros arago
neses: pues llámense españoles también los vasallos que el Rey tiene
en las provincias de la América. A más que ésta es l a Nueva Espa
ña; y con razón y con justicia y con derecho debemos todos los que
nacimos aquí llamarnos españoles.
Y e n e l d iá logo segundo (p. 698) se insiste en que n o hay
q u e usar los nombres de gachupines y criollos, porque son
feos. D i "español de acá", "español de allá", o d i "español europeo",
"español americano". O si quieres puedes decir también "español
nuevo" y "español antiguo", porque también se l lama en propio y
decoroso estilo "castellano viejo" a l que nació en Castilla l a Vieja,
y "castellano nuevo" al que es natural de Casti l la l a Nueva; pero
"gachupín" y "cr io l lo" destiérrese ya de nuestras bocas.
Consecuencia de ta l tesis es l a exaltación que hacen estos
pensadores d e l régimen c o l o n i a l creado y consol idado p o r l a
d o m i n a c i ó n española durante tres siglos. H a b l a n de este régi
m e n c o m o de u n a E d a d de O r o , de u n a Jauja. B a j o esta edad
d o r a d a de trescientos años, l a N u e v a España "descansaba feliz
mente e n los brazos de l a paz" , sus hijos v iv ían como a r r u l l a
dos e n las "dulces esperanzas de l a P a t r i a M a d r e " , saboreando
las "del ic ias de l a just ic ia , de l a f e l i c i d a d y de l a re l ig ión"
(p.695). H a y a l comienzo d e l diálogo p r i m e r o entre Fi lópatro
y A c e r a i o u n m o m e n t o en que u n o de los interlocutores pre
g u n t a a l q u e acaba de presentarse l l o r a n d o a las puertas de su
casa: " ¿ Q u é h a sucedido?" " ¿ Q u é h a de ser? Q u e e l c ie lo se h a
cansado de que seamos los americanos los hombres más felices
de todo e l orbe ." Es que en " T i e r r a a d e n t r o . . . , en S. M i g u e l ,
e l p u e b l o de Dolores" , h a hecho estallar l a "chispa i n f e r n a l
de l a r e v o l u c i ó n " contra l a M a d r e España que en "trescientos
años sólo h a derramado en esta N u e v a España las dulzuras y
las del icias d e l sosiego públ ico, de l a obedienc ia más senci l la ,
de l a f i d e l i d a d más generosa" (p. 695).
E l que h a y a v is i tado los pueblos de l a N u e v a España con
"ojos fi lósofos" —se dice en e l d iá logo decimocuarto—, tiene
q u e c o n v e n i r en que vivían antes de estallar l a revolución
c o m o u n a " f a m i l i a d e l Siglo de O r o " : dedicados felizmente a
las " labores d e l campo, a l corte de maderas y leña, a hacer e l
carbón, a c u l t i v a r las huertas y hortal izas y a surt i r a las v i l las
14 JUAN HERNÁNDEZ LUNA
y ciudades de víveres y bastimentos", sólo pensando en "obedecer a sus curas y gobernadores, respetando con el más profundo acatamiento los nombres de la Religión y del Rey", "contentos con su suerte, alegres en su trabaxo", "sin ambición, sin soberbia, sin embidia, y baxo de sus xacales, con sus consortes e hijos, cultivando por sí mismos en los ratos desocupados sus pegujalitos de maíz, frijol, chile, haba, alberjón; criando sus cerdos, pabos y gallinas, y muchos sus bacas, sus obejas, sus burros, muías y aun caballos; mientras que las mugeres hilaban el algodón y la lana y tegían sus mantas, paños y ceñidores" (p. 735).
Don Fermín de Reygadas escribe en el número 3 del Aris
tarco (p. 760) que el esplendor de esta Edad de Oro colonial se había extendido hasta el mundo de las artes y las letras:
L a Nueva España en estos últimos años había logrado entre las
naciones cultas de Europa una consideración respetable por los si
guientes talentos que producía: u n Gama, u n Bartolache, u n Álzate,
u n Velázquez de León, u n P o r t i l l o y otros muchos hijos de l a es
clarecida Minerva del Reyno, fueron unos genios americanos a cuyo
respeto tributaron veneración los más egregios sabios de Europa.
L a tesis de que sólo existen españoles "de allá" y "de acá" , porque lo que distingue a un español es su condición de ser
vasallo de el Rey de España, así como la declaración de que durante la Colonia los habitantes de estas tierras formaban una familia de la Edad de Oro, permite a estos pensadores realistas situar a Hidalgo fuera del mundo de la hispanidad,
que a su juicio representa el mundo más civilizado de la tierra. Hidalgo, al no querer ser vasallo del Rey de España, al negarse a obedecer su autoridad, no ha hecho otra cosa que rebelarse contra la civilización hispana y emprender una revolución en contra de los intereses de los blancos, o sea de los grupos de españoles y criollos que representan esta civilización en la Nueva España.
Pero si Hidalgo se ha pronunciado contra los españoles de allá y de acá, ¿cuál es el grupo racial o clase social cuyos intereses él defiende y representa? E n el número nueve del Aristarco, don Fermín de Reygadas presenta a Hidalgo como el caudillo de la clase indiana, clase que forma la masa de los ejércitos insurgentes y que ha sido arrastrada a la revolución
HIDALGO Y LOS REALISTAS
c o n la promesa de que se le restituirán las tierras que le per
tenecen y q u e los españoles y cr iol los le h a n usurpado. H e
a q u í l a estupenda caracterología que este pensador real ista
hace de l a clase i n d i a n a y de los móviles que H i d a l g o uti l izó
p a r a l a n z a r l a a l a R e v o l u c i ó n (p. 777)*
M u y pocos son los indios civilizados que abriga esta América
septentrional: l a otra parte mayor de estos naturales está abismada
en una espantosa ignorancia de las obligaciones del hombre social
y religioso: aislados en sus pueblos y baxo el gobierno pedáneo dé
otros indios viejos del mismo lugar, rudos y viciosos, no piensan en
otra cosa que en vegetar, sin que l a ambición de los honores mode
rados n i l a eternidad les merezca u n regular cuidado. Ellos siembran
y preparan el pan de maíz que comen: las mugeres h i l a n y texen el
tosco vestido que las cubre: surten las poblaciones inmediatas de
gente de razón con leña, carbón y alguna otra corta industria a
que se dedican en su terreno, trabajo que no les embaraza tener
una v ida ociosa: mas el sujetarse a ilustrar su alma con ideas de
civi l idad y catolicismo, es u n negocio repugnantísimo a su vo
luntad viciada con las libres costumbres de sus hogares. Su i n c l i
nación a apoderarse de las tierras de sus vecinos es tan vehemente
quanto están imbuidos en que todo el suelo americano les perte
nece y las demás clases de individuos se lo han usurpado: su h i
pocresía quando ruega es tan temible como su insolencia quando
se atumulta en sus pueblos: jamás agradece u n beneficio n i per
dona u n agravio: jamás obsequia sin objeto injusto o interesado
que le anime: por qualquiera ventaja que se ofrezca a sus pasiones
dominantes está pronto a exponerse al mayor peligro: e l tiempo
futuro para él está siempre oculto tras el bastidor del tiempo
presente: su desconfianza y vo lubi l idad lo constituyen u n hom
bre inútil para amigo: el que le engaña y protege para sus usur
paciones, ése lo disfruta y lo reduce a casi su esclavo.
" C o m o H i d a l g o conocía este carácter de ellos m u y b i e n ,
n o es extraño que contara con su fuerza p a r a ver i f icar l a usur
pac ión del r e y n o " (p. 778). E n efecto, los i n d i o s
fueron señalados para formar la masa de sus exércitos y el apa
rato portátil que debía cubrir a los sediciosos. Ellos fueron enga
ñados con l a esperanza de darles l a posesión o señorío del país;
esperanza que, lisongeando su ambición favorita de tierras, los
lleva a la muerte sin que su falta de reflexión los desengañe de
que obran contra sí y en favor de sus perversos seductores (p. 777).
F r a y R a m ó n Casaús ve también con c l a r i d a d los móviles
agrarios que pers iguen H i d a l g o y l a clase indiana. E n sus
i6 JUAN HERNÁNDEZ LUNA
cartas contra Hidalgo lo describe (p. 632) hablando a sus compañeros de conspiración de la necesidad de precipitar la revolución, haciéndoles ver que, una vez declarada, los " indios" y "rancheros" lo seguirían "excitados" con el cebo de apropiarse los "caudales, haciendas, casas, muebles y vestidos de los europeos", y que para quitar a los indios y rancheros "e l miedo a la otra vida", pensaba llevar en el estandarte de la Independencia la imagen de la Virgen de Guadalupe, "pues aunque él no creía en esas vulgaridades del culto",
tenía por indispensable ganar por este medio al populacho, calmar
sus remordimientos, decirles que l a Virgen le pidió l a t i lma a
J u a n Diego para darles a los indios en pago toda l a tierra que
pisen y quisieran arrebatar; y que l a imagen de Guadalupe es hoy
más poderosa y valiente para la reconquista que él emprendía,
que lo fué la imagen de los Remedios para l a conquista hecha por
los europeos.
El mismo fraile atribuye a Hidalgo un plan revolucionario dirigido a "apropiarse los bienes de ochenta mil españoles europeos que hay en la Nueva España" y a "enredar y enfurecer los millones de indios", "ofreciéndoles tierras" (pp. 658-
660). Agrega que, en favor de este plan, Hidalgo predica un "derecho nuevo natural y de gentes" que enseña que el "ranchero y peón" podrán "arrojar de su propiedad.. . al señor que los mantiene", porque estas haciendas las usurparon los extranjeros a los indios, y que si los españoles quieren "posesiones anchas", que las "busquen en la mar, si lo consienten los peces, o en la región dicha de fuego, o en los planetas, si no hay allí otros habitantes más antiguos" (p. 6 6 5 ) ; y que para conquistar prosélitos, Hidalgo hizo a los indios en el Monte de las Cruces la promesa "de que los militantes baxo sus estandartes guadalupanos, si morían peleando, resucitar ían triunfantes a los tres días, e irían a encontrarse (en 12
de diciembre, día de Nuestra Señora de Guadalupe) sentado baxo solio, repartiendo tierras y trojes, magueyales, muladas y boyadas" (p. 6 7 3 ) .
E l autor de los Diálogos entre Filópatro y Aceraio también abunda en alusiones a estos móviles agrarios que han lanzado a Hidalgo y a la clase indiana a la revolución. Pinta a Hidalgo como un "clérigo espadachín", como un "sacerdote
HIDALGO Y LOS REALISTAS 17
cargado de armas", como u n " c u r a capi taneando i n d i o s " y
"saqueando casas y haciendas" (p. 697) , y presenta e l m o v i
m i e n t o como u n a revolución agraria d i r i g i d a c o n t r a los ha
cendados españoles: " D i c e n que esta revolución de T i e r r a -
d e n t r o es contra los españoles, p o r q u e somos nosotros los due
ños de l a t i e r r a " (p. 7 0 6 ) .
I g u a l que Casaús, este pensador a f i r m a que H i d a l g o u t i
lizó a l a V i r g e n de G u a d a l u p e p a r a sublevar a los i n d i o s y
lanzarlos a esta revolución agraria, argumentándoles que los
"hacendados y propietar ios europeos" querían entregar este
r e i n o a unos herejes y que l a imagen de G u a d a l u p e sería
quemada. Entonces, escribe este realista, los indios pregun
taron: "¿Quiénes son esos traidores? —Los mismos españoles
(respondió el astuto C u r a ) , esos blancos, esos que t ienen las
tierras y las haciendas, esos que os h a n usurpado vuestras tie
rras, vuestros montes y vuestras aguas. ¡Mueran, p u e s ! . . . "
(P- 735) •
Sostiene este m i s m o autor que l a revolución a g r a r i a de
H i d a l g o y de l a clase indiana se debe a l a i n f l u e n c i a de l a R e
volución francesa. E n e l d iá logo séptimo se h a b l a de u n a
entrevista entre e l general francés D a l m i v a r , emisario de N a
poleón, y e l c u r a H i d a l g o , y se asegura que d icho general le
entregó "planes p a r a r e p a r t i r las haciendas de labor entre los
q u e sigan las vanderas de l a rebel ión" , y apuntes p a r a proc la
mas en las que se " p i n t a r a a los i n d i o s con q u a n t o h o r r o r se
p u e d a l a i n j u s t i c i a y crueldades con que los españoles con
q u i s t a r o n . . . Se les dirá q u e t i e n e n usurpada su t i e r r a . . . Se
les ofrecerá q u i t a r l a d e l poder de los usurpadores y r e p a r t i r l a ,
y l ibrar los d e l yugo q u e los o p r i m e . . . " (pp. 713-714).
U n c a u d i l l o de l a clase indiana,, de los peones y rancheros,
d i r i g i e n d o u n a revolución agraria p a r a recobrar las tierras ro
badas a sus antepasados y disfrutadas durante trescientos años
p o r u n a minor ía de terratenientes españoles, cuyos pr iv i leg ios
h a b í a n s ido sostenidos y protegidos p o r los gobiernos v i r r e i n a
les: ta l es l a i m a g e n de H i d a l g o y de l a revolución de Inde
p e n d e n c i a que se puede sacar de estos documentos ant i -h i -
dalguistas, c u a n d o se les estudia con cierta m a l i c i a . S i n ser
marxistas, estos pensadores v i e r o n c o n c l a r i d a d el carácter de
l u c h a de clases (o de razas) que en e l f o n d o movía a l a revo-
i8 JUAN HERNÁNDEZ LUNA
lución iniciada en Dolores. Hidalgo no es más que el instru
mento mediante el cual la clase indiana trata de recuperar
sus derechos de posesión de tierras arrebatadas por los espa
ñoles a partir de la Conquista. Esta imagen de reformador
agrario o de revolucionario agrarista que denuncian entre
insultos estos pensadores realistas en sus escritos, es la otra
estatua "bella y admirable" de Hidalgo que se esconde en el
interior de ese "monstruo fabuloso" de los edictos, sermones,
exhortaciones y demás papeles que propalaron por todos los
ámbitos de la Nueva España los enemigos de Hidalgo y del
movimiento de Independencia.
N O T A S
1 Josef Mar iano B E R I S T Á I N , Censura a l "Discurso contra el fanatismo
y l a impostura de los rebeldes de Nueva España, por D . Fermín Rey-
gadas", apud J . E . H E R N Á N D E Z Y D Á V A L O S , Colección de documentos para
la historia de la guerra de Independencia, t. 2, México, 1878 (abreviaré
en adelante: H D ) , doc. núm. 258, p. 740.
2 L u i s G . U R B I N A , La vida literaria de México y la literatura mexi
cana durante la guerra de la Independencia, ed. y pról. de Antonio
Castro L e a l , México, 1946, p. 73.
3 L u i s G O N Z Á L E Z O B R E G Ó N , Prólogo al Hidalgo íntimo del D r . D . José
M . de la Fuente, pp. 15-16.
4 Diego M i g u e l B R I N C A S , "Sermón predicado el 7 de diciembre de
1810 en la Iglesia parroquial de Guanajuato, por orden de D . Félix
María Calleja", en la Antología del Centenario, P r i m e r a parte, México,
1910, pp. 129-147.
5. Jesús G A R C Í A G U T I É R R E Z , José B R A V O U G A R T E , J u a n B . I G U Í N I Z , Dic
tamen sobre las excomuniones del Cura Hidalgo, T o l u c a , 1953, p. 7.
6 Exhortación del limo. Arzobispo de México, doctor don Francisco
Javier de Lizana y Beaumont, a los habitantes de su diócesis, para que
no ayuden a Hidalgo en la revolución (24 de septiembre de 1810).
.7 Edicto del limo. Obispo de Michoacán, don Manuel Abad y Quei-
po, en el que se excomulgó a los jefes de la insurrección y a los que le
siguieron (24 de septiembre de 1810).
8 Apud Jesús G A R C Í A G U T I É R R E Z , " H i d a l g o y l a V i r g e n de Guadalupe" ,
en Ábside, febrero de 1940.
9 Edicto del Tribunal de la Inquisición, en el cual citó al señor Hidal
go para que compareciera a responder a los cargos que se le hacían y
excomulgó a todos los insurgentes.
10 El Anti-Hidalgo, Cartas de un doctor mexicano al Sr. Hidalgo, en
H D , t. 2, doc. 256, p p . 624-695.
HIDALGO Y LOS REALISTAS 19
11 Diálogos entre Filópatro y Acercio, en H D , t. 2 , doc. 2 5 7 , pp. 6 9 5 - 7 4 0 .
12 El Aristarco, Publicación semanaria refutando el manifiesto del
Sr Hidalgo, en H D , t. 2, doc. 2 5 9 , pp. 7 5 2 - 8 1 5 .
I B J u a n D a v i d G A R C Í A B A C C A , "Introducción filosófica" al Banquete
de Platón, Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana,
México, 1 9 4 4 .
14 José G A O S , Dos ideas de la filosofía, México, 1940, pp. 40-41.
i"> J u a n D a v i d G A R C Í A B A C C A , Invitación a filosofar, México, 1 9 4 0 ,
p p . i - 2 9 .