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HERRAMIENTAS, CULTIVOS Y HOMBRES ANTROPOLÓGICA DE LOS ÚTILES AGRARIOS JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ ALCANT ŬD (Universidad de Granada; Centro de Investigaciones Etnológicas "Angel Ganivet")

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HERRAMIENTAS, CULTIVOSY HOMBRES

ANTROPOLÓGICA DE LOS ÚTILESAGRARIOS

JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ ALCANTŬD(Universidad de Granada; Centro

de Investigaciones Etnológicas "Angel Ganivet")

NF.iaRAI^IF.NTr^Ŭ^ L`ITLTiVQC Y HQMRi;ES, p• 1vTi^0-

POLÓGICA DE LOS ÚTILES AGRARIOS. t

I.- El debate funcional sobre la productividad agraria, la economíamoral y la economía orgánica elude frecuentemente la introduccióndel debate específico sobre las herramientas. De hecho en los tratadosde agricultura tanto de origen romano como árabe, las herramientasestán presentes pero sólo en función subordinada a otras tareas consi-deradas centrales: estercolado, escardado, binado, recolección. Es undiscurso, por consiguiente, transversal y poco visible, ya que las herra-mientas son definidas ante todo por su condición de "útiles".

Varrón realizó en su tratado agronómico la siguiente división basa-da en la utilidad: "Se divide por tanto este estudio en dos partes, loshombres y los elementos sobre los cuales se apoyan, en cuya ausenciala agricultura es imposible; luego en tres, según que el material seavocal(debido a la voz), semivocal(debido la mitad a la voz), y mudo:vocal, donde están los esclavos; semivocal, donde están los bueyes;mudo, donde están los carros" 2. Es una taxonomía que atiende a laobjetualidad de todo lo que tiene relación con la producción agrícola,empero la distinción realizada en torno a la comunicación vocal res-ponde a la inanimidad de los aperos. Sobre estos el mismo Varrónestablece un principio sustancial de economía utilitaria: que los útilessean fabricados en casa, y que su número "varie y sea definido en fun-ción de la extensión de la propiedad" 3. Los aperos constituyen un

^ Agradezco el diálogo intelectual a propósito de estos temas al doctor Manuel Gonzálezde Molina y a la licenciada Martina López-Dobson. Parte de los argumentos que siguen fue-ron expuestos en el artículo "Cultivos y herramientas. Antropografías de la economía moralmediterránea", en: Revista de Antropología Social. Universidad Complutense, 1995, n.° 4.

z Varrón. Économie rurale. Livre prémier. París, L.es Belles Le[tres, 1978: [,17.

; Ibidem: 1.22.2.

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apéndice "mudo" en las sociedades agrarias, apéndice al cual en lamodernidad se le quiere hacer "hablar" mediante la puesta en valortipológico y estructural del sistema de los "objetos".

De otro lado, la idea de "progreso" es especialmente cara a lospromotores de las diversas revoluciones agrícolas. Empero com-probamos en las mentalidades preindustriales que tal "progreso"no siempre está en sintonía con la idea que nosotros abrigamos delmismo: "Por tanto, -escribe L.Bolens en base a los tratados deagronomía andalusíes y en particular el de Ibn al-Awwam-, en unamala tierra que exija numerosos cuidados, se sembrarán las mejo-res semillas. Estamos en el polo opuesto de la búsqueda de rendi-miento máximo fundado en una racionalización de tipo moder-no(las mejores semillas en las mejores tierras). Aquí el principiode selección puede resumirse como sigue: en las peores tierras, lostrabajos más rudos y asiduos, así como las mejores semillas paraun rendimiento medio óptimo, que realice el equilibrio entre losdefectos del suelo y las cualidades de la semilla, a costa de unalabor que soporte todo el peso de la desgracia natural" 4. Las resis-tencias a la conjunción de hombres, cultivos y herramientas enderredor de la rentabilidad, entendida como acumulación y pro-greso es un hecho. Por regla general el capital del campesino pose-ía las siguientes características: "Es limitado; toda la propiedad -aparte de la tierra- sólo consiste en una casa, algunos equipossencillos, unas pocas cabezas de ganado y las pertenencias perso-nales. La tierra, si es posible obtenerla, el ganado y las joyas feme-ninas representan las principales formas de ahorro. Las inversio-nes desempeñarán un rol relativamente secundario" 5: Latecnología es "muda", es instrumental; más interés tienen para elcampesino tradicional los animales, en cuanto inversiones. En estalógica está fundada la inexistencia de despegue tecnológico, quepretenda prescindir de hombres y animales, hasta la irrupción delas relaciones capitalistas en el campo. De ahí, que la estabilidadtecnológica sea una de las características más acusadas de las eco-nomías campesinas preindustriales.

102.° Bolens, Lucie. Agrónomos andaluces de la Edad Media. Granada, Universidad, 1994:

5 Shanin, Teodor. Naturaleza y lógica de !a economía cmnpesina. Barcelona, Anagrama,1976: 24.

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II.- Cambiemos de óptica. Trasladémonos de la funcional a laestructural. Cuando a Lévi-Strauss le preguntó Didier Eribon poraquel gran prehistoriador, etnólogo y tecnólogo que fue AndréLeroi-Gourhan, el entrevistador halló el silencio, y un reconoci-miento: estaba cerca de la manera de ver las cosas de Leroi-Gourhan 6, pero no se hablaron. Creo que el gran reto reside aúnen combinar mitología y tecnología por intermedio de la ritología.Mientras tanto, encontraremos cierta lógica en el sistema de losobjetos. Normalmente, escribió Leroi-Gourhan, existen tendenciasen las técnicas materiales, "que tienen un carácter inevitable, pre-visible, rectilíneo; empuja al silex que se tiene en la mano a adqui-rir un mango, y al bulto arrastrado sobre dos palos a dotarse deruedas". Estas tendencias han convertido a la historia de las técni-cas en un devenir temporal y lógico lineal con saltos derivados delos préstamos. "EI hecho -y esto es lo que más interesa a nuestrodiscurso-, al contrario que la tendencia, es imprevisible y particu-lar. Es en igual medida el encuentro de la tendencia con milŬoincidencias del medio, es decir, de la invención y del préstamopuro y simple de un pueblo a otro ^.

La lógica de las sociedades contemporáneas conduciría lineal-mente en teoría en la primera dirección. El salto de la Edad de laHerramienta a la Edad de la Máquina parece haber abolido en latendencia universal a la mismidad no sólo imaginaria, como yohabía estudiado hasta ahora, sino también tecnológica, las dife-rencias en el sector de la herramientas. Los manuales de agrono-mía escolar lo señalaban con nítidez: "Los progresos de la mecáni=ca han perfeccionado enormemente la construcción de los útiles oaparatos de cultivar la tierra, encaminados todos ellos a ahorrar eltrabajo del hombre, a producir mucho más con menor esfuerzomuscular y a ejecutar el trabajo con mayor perfección" 8. Es la pre-misa "lógica", más aún cuando la tecnología parece ir por delantede las ideas. El par función/estilo había sido interpretado en lamirada evolucionista de la tecnología (el "viejo estándar") como

6 Eribon, D. & Foucault, M. De cerca y de (ejos. Madrid, Alianza, 1990.

^ Leroi-Gourhan, André. E/ hombre y la materia. Evo/ución y técnica L Madrid, Taurus,1988, p.25.

8 Serra Boldú, V. Compendio de agricultura. Nociones científicas y saber popular.Barcelona, Seix&Barral,192834.

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producto de la doctrina de la necesidad. El privilegio de lo "escri-to" sobre la "objetualidad" aportó esa mirada. Hoy, sin embargo,comenzamos a contemplar también el objeto en su estructura 9.

Ahora bien, mientras que en el terreno de las ideas existennumerosos estudios sobre esa tendencia, en el de la vida materialno existen prácticamente, con seguridad por la poca o ningunaimportancia que los antropólogos otorgan al mundo de los objetos,circunscritos la mayor parte de la veces al universo folklorizantede las tipologías.

La importancia de la tecnología en el mundo agrario nos vienedada además desde su contribución a la acumulación de capital:"La agricultura -se ha escrito, y es juicio ampliamente aceptado-aparece como un sector que favorece la acumulación de los demássectores. La razón estriba en que las ganancias de productividadque tienen lugar en el sector, a consecuencia de la adopción deinnovaciones tecnológicas, se transfieren fuera del mismo vía pre-cios" ^^. Nos hallamos en teoría, pues, frente a dos tendencias con-trapuestas, a raíz de la Primera Revolución Industrial: la que con-duce a la rentabilización agraria, que lleva implícita el triunfo delmaquinismo; y la tipológica, que aún operando en niveles micro-sociológicos, conduce a la conservación y resistencia al maquinis-mo, mediante la adecuación ergonómica herramienta/hombre, enbusca de una rentabilización de la producción no tanto en térmi-nos macroeconómicos como microeconómicos. Dos movimientoscontrapuestos y complementarios a la vez, que raramente han sidopuestos en contacto. Recientemente, Wrigley expuso que en losinicios de la revolución industrial inglesa la economía agraria inte-grada, que denomina economía orgánica avanzada, mantiene eníntima relación la tecnología, la fuerza animal y el aumento de lospastos: "Cuanto mayor es la importancia relativa de los pastoscomparada con la tierra arable, más fácil es mantener una propor-ción alta de animales de tiro en relación al trabajo humano" 11. Asísencillamente se pudo generalizar el empleo del arado frente al

9 Pfaffenberger, Bryan. "Social Anthropology of Technology". In: Annual RevueAnthropology, 1992, 21: 502-506.

^^ Regidor, Jesús G. "Innovación tecnológica en la agricultura y acumulación de capital:un análisis crítico de la revolución verde". In: Revista de Éstudios Agro-Sociales, núm. 142,oc[ubre-diciembre 1987, p.8.

^^ Wrigley, E.A. Cambio, continuidad y azar. Barcelona, Crítica, 1993: 53.

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azadón, aumentando la productividad por hombre. La técnica apa-rece integrada en los inicios del despegue agrícola a otros factores.Sólo entonces, cuando se le asocie a la rentabilidad, la tecnologíacomenzará a ser valorada como una parte importante del capitalcampesino.

III.- La primera mirada agronómica sobre Santafé, en el cora-zón fértil de la vega de Granada, nos ofrece una diversidad de cul-tivos notable, tanto de aquellos orientados hacia el merŬado i_n_d„s-trial -lino y cáñamo en épocas históricas; remolacha hasta hacemuy poco; chopo y tabaco, aún hoy día-, como de los orientadoshacia el mercado local y provincial de consumo agrícola -hortali-zas, verduras, patatas, ajos, principalmente; hoy los frutales-.Siempre y ocasionalmente el cereal. Aunque como señalan loslabradores "es una crimen dedicar estas tierras al cereal".

La desaparición de algunos de estos cultivos, como el lino y elcáñamo, trajeron consigo atrofias tecnológicas; así por ejemplo elbanco de desgranar lino ha desaparecido absolutamente. Los últi-mos testimonios del cultivo del lino nos vienen de la gente deedad: "Se décía que lo mejor era ir a ver el lino por la mañana y ala novia por la tarde. Por la mañana el lino estaba hecho un primorcon sus flores blanco-azuladas, y a la tarde mustio; a las mujeres lespasaba al revés. El lino y el cáñamo desaparecieron por la presen-cia de los tejidos sinténticos, y también porque tienen mucho tra-bajo. El lino se recogía a mano como el esparto; primero se hacíanmanos, luego se hacían manás, y con las manás mañas. Las mañasde entre dos kilos y dos kilos y medio de peso se cajaban en gru-pos de doce para hacer haces. Se Ilevaban a la alberca donde, tantoel lino como el cáñamo, se cocían durante 18 0 20 días, cuidandotambién de que no se pasasen. Luego se extendían como si fuesenabanicos para que se secaran; a eso se le llamaba bailar el cáñamo.Cuando estaba seco se volvían a hacer mañas, y finalmente semajaban. Esto se hacía en unos bancos con una hendidura en elcentro. AI lino se le daba con una especie de raqueta de tenis quellamábamos espadones, por eso se le Ilama espajarlo". Para reco-ger el cáñamo, que no se hacía a mano, se empleaba una hozmenos curva que las empleadas actualmente para el trigo, el taba-co y el desbroce de acequias. Ni que decir tiene que hoy resulta

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imposible encontrar un banco de desgranar lino ni un espadón, yseguramente tampoco una hoz para el cáñamo.

La riqueza instrumental se pone de manifiesto en los diferentestipos de hoces, escardillos, azadas, amocafres, etc. especializados entareas y cultivos diferentes. El principio de la diversidad instru-mental presidía la tecnología. Así por ejemplo, entre las hoces sedistinguen las de filo, para mondar y limpiar, y la más conocida parasegar; los amocafres pueden ser de colapato, con la boca ancha, uti-lizados en el cultivo de las habas, y de punta, que sirven para hacerarroyos; el bieldo se emplearía para limpiar las cuadras; las rrcane-cillas con siete dientes se emplearían para el rastrojo. La azada ten-dría por función escarbar; el azadón de peto sería empleado paraarrancar los olivos. Desde el punto de vista lexicográfico cada ins-trumento tiene sus partes singularizadas mediante nombres parti-culares: la junta de la azada y el palo, el castillo; la punta del amo-crafre y de la azada, el gavilán, etc. El método "palabras y cosas"empleado por los dialectólogos ha dado buenos resultados en esteterreno, si bien sólo desde el punto de mira lingiiístico, y ocasio-nalmente tipológico. La lógica sigue ausente de las tipologías'Z.

Ciertos cultivos de gran tradición, como el chopo, siguen estandopresentes en la vega santafesina. No han desaparecido como otros cul-tivos industriales -lino y cáñamo-, ligados a los usos marítimos de lacosta andaluza y atlántica. Sin embargo se ha operado una mutacióndel tipo de árbol: ha desaparecido el clásico álamo negro del pasado,de lento crecimiento -unos veinte años de promedio- que exigíahachas bien templadas para cortarlos y hoces para la limpia de ramas.Desaparecidos los "negrillos" como suelen ser llamados popularmen-te, fueron sustituidos por los "sabucos", que son chopos de rápido cre-cimiento -entre cinco y siete años- y de madera blanda. Los primeroseran empleados en la construcción de barcos, y posteriormente en lade edificios como vigas y en el mobiliario, y los segundos, en la fabri-cación de embalajes y de pasta de papel. Las herramientas empleadasen la fase intermedia entre la tradicional de los "negrillos" y la actualde la mecanización, que emplea genéricamente la sierra eléctrica conpreferencia a cualquier otro instrumento, está la del "sabuco", des-brozado con hoces y hachas de herrero con un toque específi-

12 ALUAR, MANUEL ET ALII. Atlas lingiiístico y etnogrúfico de Andalucía. Granada,Universidad, CSIC, 1961-1973.

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co. La técnica de la poda permitía el crecimiento enderezado delchopo. Las hoces de filo eran menos curvadas que las estandarizadasy se ataban a un largo palo; sobre todo tenían que ser menos pesadasque las usuales ya que el palo aumentaba considerablemente su peso.El hacha para desbrozar de la corteza y también de las ramas presen-taba una de sus caras en ángulo de noventa grados. Aquí no se ha pro-ducido un abandono de cultivo, pero sí una transformación del mismoy un cambio microtecnológico.

La wpar.c;vn d.°, vtr^v$ ^iilil'v'^vS i.íililo t'.i tabal.l) y lá rŬ lllolaCh^l "d

partir de la segunda mitad d'el siglo XIX permitieron introducirnuevas herramientas y nueva tecnología en la vega granadina. Enespecial la remolacha y su procesamiento en la propia vega trajoconsigo la aparición de industrias de transformación y la puesta enrelación del labrador con la idea de progreso técnico e industrial.El surgimiento de cosechadoras, trilladoras, etc. no incidió, noobstante, sobre estos nuevos productos. EI tabaco para ser sem-brado tenía que serlo a mano, haciendo los agujeros para su culti-vo con un dedo. Con la remolacha ocurría lo mismo: para recolec-tarla había que romper los terrones con un rrcazo, o recogerlas conun pico de dos punzones. EI tabaco precisaba ser recogido rom-piendo igualmente las porras con una herramienta llamada espuer-tecilla. Otro cultivo que alcanzó notoriedad en los años setenta,cuando la remolacha comenzaba a decaer, fue el ajo, que tambiénprecisaba ser sembrado a mano. El algodón, que dependiendo delos tamaños de las propiedades, hubiera podido ser mecanizado,sin embargo no tuvo aceptación, seguramente por lo extremo delclima. Por consiguiente la mecanización de la vega no fue todo loespectacular que la cercanía de las industrias, y del sentido del pro-greso que ellas simbolizaban, harían suponer. Lógicamente otrasrémoras se añadieron a las de los propios cultivos: el tamañomedio de las propiedades, el multifundismo, y la compleja red deregadíos. La relación entre el campesino y la tierra siguió pasandopor la mediación de las herramientas, y estas conservaron la medi-da humana.

IV.- El utillaje agrícola hasta la aparición de la fabricaciónindustrial de los útiles, tuvo su centro de construcción, invención yventa en las herrerías. Santafé, deducimos por la matrícula indus-

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trial de 1848, sólo poseía un herrero, además de un solo carpinte-ro que en buena lógica serviría de complemento a la herrería.Supuesta la existencia real de uno o dos herreros, a ellos habríande remitirse todos los labradores y jornaleros que quisiesen pro-veerse de herramientas, sin viajar hasta Granada.

El control en el acceso a la profesión tenía un carácter gremial,lo que explica la poca relevancia numérica de los herreros. Asícuando en 1782, un oficial del arte de la herrería santafesino deci-de solicitar al Cabildo la autorización para instalarse por cuentapropia, adjunta el informe favorable de su antiguo maestro, en lossiguientes términos: "Certifico(...) que Joseph Fernández de Solarha estado en mi casa trabajando en dicha facultad [albeitería yherrería] a tiempo de un año y que está hábil y suficiente enella(...), y a efecto de buscar mayor fortuna por no poder mante-ner a su familia con el jornal que le daba pasa a otras partes dondele convenga" 13. La profesión de herrero ha sido siempre minorita-ria, y en relación con ese carácter restringido el proceso de crea-ción e invención de las herramientas estuvo plenamente controla-do por muy pocas personas. Aún hoy día en Santafé sólo puedehablarse de la existencia de dos herreros en ejercicio: uno payo,Paco (a)Ahumahierros, y otro gitano, el "Caninas". El controlsobre la producción de instrumentos de estos últimos es no obs-tante ya muy limitada, por la irrupción de las herramientas estanda-rizadas de fabricación industrial. No ocurrió así en épocas históricaspretéritas, en las que conocemos por una amplia literatura antro-pológica que el herrero ocupó un rol central en la vida de los pue-blos, por el control tecnológico que su arte conllevaba. MirceaEliade, les llamó "señores del fuego", equiparándolos a los alqui-

mistas.De los tres herreros actuales de los que se nos habla en

Santafé, el más anciano está jubilado. Es gitano y padre de uno delos otros dos herreros. Su fama profesional es notable, sobretodo entre los jornaleros. Éstos celebran su arte como el mejor engrado superlativo. "Este Gabrié -dice un jornalero- es un hombrehonrao, y hacía las mejores herramientas que usted pueda imagi-

nar. Vivía en una choza al lado de una finca mía en Belicena.

13 Archivo Municipal de Santafé. Leg.674, pieza 87.

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Usted le hace una prueba a un amocafre de la "Bellota" [la marcaestándar más afamada] y verá que se mella a la primera. Pero éllos hacía dale que te pego en el "yunco"; los enfriaba en la ace-quia que pasaba al lado; aquello si que era acero". Además,Gabriel como todos los herreros intervenía en el proceso de con-servación de las herramientas, remendándolas una vez se hubie-sen deteriorado por el paso del tiempo: en particular les hacía unaboca nueva, cortando el trozo gastado de la herramienta y aña-diéndole otro nuevo.

Gabriel Muñoz Maya, que se llama el patriarca se enorgullecede su oficio y buen hacer, siendo plenamente consciente del apre-cio que genera entre sus antiguos clientes. Su orgullo son los 87años cumplidos, los díez hijos, sesenta nietos y la herrería. La pro-fesión, asegura, le viene de muy antiguo a Ŭu familia, y en laactualidad la ejercen dos de sus hijos, uno de ellos en Belicena."Mis herramientas eran de todas clases -asevera-; lo hacía todo. Leponía mucho talento: me fijaba en una herramienta de fábrica queme traían y la hacía igual; bueno mejor, porque estudiaba si pesa-ba mucho o poco para hacerla mejor. También inventé algunascosas. Por ejemplo, entonces el tabaco se cortaba, y yo me dí cuen-ta de que era mejor romper la porra del tabaco, y saqué espuerte-

cillas para romperlas". El orgullo lo hace extensivo a su condiciónde herrero militar con graduación -teniente-; nivel alcanzado porsu participación como herrero en las fuerzas de orden público dela II República. "El carnet de teniente me lo dieron por mi talen-to". Palabra que repite con frecuencia. Otros labradores celebrana determinados herreros de la vega de Granada por su capacidadde inventar modelos de rotabastos, y otros instrumentos tecnoló-gicamente avanzados.

Los partidarios del progreso tecnológico del siglo XVIII pensa-ron en la necesidad de recoger el máximo de información sobre lasdiversas profesiones, para difundirlas mediante la lectura, sustitu-yendo al aprendizaje gremial. En estos manuales se explicaba todolo conocido respecto a la metalurgia, siguiendo a los conocimien-tos las apreciaciones útiles: "Se deduce entonces -se lee en unmanual francés de 1774- de lo que acaba de ser dicho, que el colorde la fuente, su dureza y su fragilidad, no dependen más que delgrado de fusión a que es sometido, y de su enfriamiento más o

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menos pronto" 14. Un siglo después en pleno optimismo industria-lista, la mayor parte de los manuales sobre tecnología agraria eindustrial se expresaban en los similares términos, incluso máscontundentes: "Los adelantos en la industria dando cada vezmayor impulso á los descubrimientos humanos, llevan consigo unperfeccionamiento general en todas las artes mecánicas, quedejando de seguirse por procedimientos puramente empíricos,trasmitidos y aprendidos por la imitación y el ejemplo, necesitanreglas coleccionadas, casi leyes, en virtud de las cuales, y sin másque un corto aprendizaje para familiarizarse con el uso de los ins-trumentos, que no se enseña en los libros, se pueda llegar a la per-fección, sin ser indispensable, como en tiempos anteriores, unestudio práctico, largo y penoso,al cabo del cual se encuentra elobrero en disposición solamente de verificar los trabajos que havisto hacer, pero estando obligado á sufrir otro nuevo aprendizaje,si se quiere dedicar á trabajos del mismo oficio" 15. Por este siste-ma, extendido pedagógicamente, se esperaban obtener mejoresherramientas, liberadas del conservadurismo tecnológico del arte-sano, y nuevas invenciones, al descargar al individuo de costososaprendizajes.

La alta consideración tecnológica que la herrería entre todaslas profesiones artesanales poseyó en tiempos anteriores, no secorrespondió, como es bien conocido, con un alto estatus social;muy al contrario, su ejercicio conllevaba liminalidad, aun estandoen el centro de la producción y reproducción social. La honorabi-lidad profesional la confiere, de otro lado, el trabajo del hierro,del acero; y el momento justo de su elaboración: "El temple delacero es el todo -reflexiona Gabriel-. Tiene su punto justo. Si nollegas la herramienta se romperá, si te pasas no podrás hacerle elfilo bien y la herramienta no será buena tampoco. Será cuando elacero esté temblando el momento de golpearlo en el yunque". Elmomento creador del herrero, tan similar al de la alquimia, enno-blece la profesión de herrero. No así otras tareas subalternas queel herrero realiza para subsistir, pero las cuales procura negar.

'^ M.Jars. l^oyages métallurgiques ou recherches et observations sur !es mines et forges defer... Lyon, 1774, voLl, f.19.

'S Manuel González Martí. Manual de/ vidriero, plomero y hojalatero. BibliotecaEnciclopédica Popular Ilustrada. Madrid, 1881.

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Entre éstas sobresale la calderería. Gabriel la ejerció, pero no le

agrada que Ŭe lo recuerden; sin embargo, al nieto de pocos añosque pululaba en nuestro alrededor le parecía lo más importante:"Mi abuelo hacía bafles [badiles] para las mujeres, y adornos chi-cos de cobre, juguetillos también". De la herramienta "noble" alos instrumentillos feminizados, normalmente de cobre, y a loscacharos de la necesidad doméstica: "Yo hice también muchassartenes, y cuando hubo que cortar la chapa de los coches, unastijeras para cortarla".

Y continúa Gabriel con dignidad y orgullo profesional: "Yo pocohe salido a vender; venían a mi taller, siempre tenía mucho trabajo.Me acostaba en ocasiones muy tarde trabajando. Es un trabajoentregado, pero a mí siempre me gustó. Pensaba mucho en inventarcosas nuevas". La herrería no aparece, pués, tan estática como senos quiso hacer ver en la época del mayor optimismo histórico pro-ductivo. El herrero reproduce una tipología estandar, pero a la vezestá en diálogo con las necesidades funcionales de los cultivos. En elcaso de Gabriel, él mismo subraya que su valor estaba en el "talen-to", y que el talento se traducía en inventiva, en las posibilidades deeludir el estandar, logrando una optimización de las fuerzas físicashumanas aplicadas a la rentabilización del trabajo agrícola.

V.- Mas la rentabilización tiene para el herrero no sólo un hori-zonte productivista. La eficacia y durabilidad de la herramienta lasinterpreta como rentabilidad. Sus herramientas eran y son máscaras que las de fabricación industrial, pero resultan más renta-bles, porque son más eficaces y duraderas. Por ejemplo, las tierrasde Santafé, de vega, irrigadas con facilidad, son "blandas" en com-paración con las de otras zonas. Las herramientas, por ello debenser ligeras de peso; el peso de más no añade eficacia, al contrariola resta. Sin embargo, como nos señaló un ferretero santafesino,las marcas de fábrica en sus modelos estandarizados han adoptadoel criterio de elaborar herramientas tipo sólo para tierras duras. Elamocafre o la azada de la "Bellota" pesa más que el fabricado porlos herreros locales; prefieren los labradores, en justa consecuen-cia, los instrumentos fabricados en las herrerías. Alguién deforma taxativa nos aseguró que el "Ahumahierros" vende todoslos amocafres del pueblo.

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La duración es un criterio todavía más importante si cabe,sobre todo históricamente, antes que se produjera la "tractori-zación" del mundo rural. La duración estaba unida al pago querecibía el herrero; sus herramientas eran y son más caras que lasestándar: "Hombre -continúa Gabriel-, yo tenía que cobrar máspor las herramientas que las de tienda, porque tenía más trabajo. Loque ocurre es que me las iban pagando poco a poco. Lo Ŭ herre-ros de la vega nos conociamos todos; nos veíamos de vez encuando, en algún bar, y tomabamos unas copas juntos. Aunqueno fijabamos unos precios iguales, estabamos enterados de loque cobraban los otros. La calidad de cada herrero es muyimportante". La calidad la otorgaba el temple, la adecuación delinstrumento para su uso, y la posibilidad de realizar reparacio-nes cuando estuviesen desgastadas. Cada elemento tiene supunto de calidad; el temple: "Cuando un amocafre da chispas algolpear la tierra es que no es bueno". De las azadas: "Lo másimportante es el "castillo" [nervio central de la azada que la unecon la junta del palo] que es donde se hace la fuerza. Si no estábien hecho el castillo al hacer palanca se rompe la azada". Las"bocas" eran un recurso para prolongar la vida de la herramien-ta, sustituyendo los filos gastados.

^ La duración y el peso eran los mejores argumentos paraganarse una clientela. Gabriel asegura que todos, ricos y pobres,acudían por igual a su taller. A1 poco matiza su generalización:"Los mejores clientes eran los jornaleros porque tenían que ir atrabajar y llevar sus herramientas, y si se les rompían quedabanparados, y los patronos o capataces les decían que no volvieranal día siguiente. Por eso procuraban Ilevar una buena herra-mienta".

Los jornaleros antiguos en la misma dirección celebran lasherramientas de herrero: "A lo mejor te costaba un azadón cua-renta duros y tu ganabas doce pesetas al día. La herramientas deGabrié eran caras, aunque yo creo que a la larga él no ganaba unduro. Les ponía una señal, una doble SS, para que se supiera quelas había fabricado él. Pero eran las mejores, sin lugar a dudas.Con una herramienta de Gabrié podías partir una igual de laBellota, palabra". En compensación de su alto precio los cam-pesinos tenían la posibilidad de poderselas comprar a crédito.

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VI.- "Con las herramientas hay que tener cuidado; hay quesaber manejarlas, si no te hieres. La "joz" [hoz] del tabaco, porejemplo, es una hoz con la que te puedes afeitar, si la manejas malpues..." El conocimiento técnico del manejo de los instrumentosmás elementales de labranza lleva consigo su adecuación al traba-jador. En primer lugar, por su seguridad; en segundo lugar, por larentabilidad que el labrador espera obtener de su contratación:"Es muy importante saber de qué mano se es. Se puede ser deizquierda o de derecha, o de las dos. Eso es como quien escribe deuna manera o de otra. Bueno, se aprende con las dos, pero hay quetener cierta predisposición, porque si no aprender resulta imposi-ble. Para determinados trabajos se ha buscado en la plaza gentedel izquierdo y del derecho". "A mí- tercia un jornalero apodado"El Caballo"- me han dicho en ocasiones: búscate otro compañe-ro de las dos manos. A los de las dos manos se los emplea para lasviñas y para levantar arroyos. Las hoces tienen que ser distintaspara los que son la mano izquierda, o los que son de la derecha".

Destreza y adecuación ergonómica de la herramienta al traba-jo, en la que se incluye el peso: he ahí la clave que complementa larentabilidad, fundada en la duración.

Nos confiesa un dependiente de la ferretería más antigua delpueblo -unos cincuenta años desde su establecimiento, antes secompraban las herramientas de fábrica en Granada-, que hoy díalos labradores buscan sobre todo en la tienda asesoramiento paracomprarlas. "Les tenemos que explicar; por ejemplo, que esteamocafre no es malo por el hecho de que no suene. Lo que sí sue-len exigir es que sea marca "Bellota". Pero para determinados ins-trumentos, como la bineta, el escardillo y algún otro, siguen prefi-riendo los fabricados por los herreros de aquí por su menor peso.Otros instrumentos, como son las azadas anchas no las fabrica"Bellota"; tampoco se fabrican ya las herramientas de arrancar lasmalas hierbas, porque con los herbicidas ese problema ya no exis-te. Y es que el campesino no puede pagar tantos jornales, y tieneque ahorrar en mano de obra". Lo que por contra suele ocurrir esque instrumentos con ciertas dificultades de fabricación técnicapara los herreros locales, como las hoces con dientes, fuesenadquiridas incluso en épocas pretéritas en las ferreterias deGranada.

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Además, observa el ferretero: "Los que compran herramientasson la gente mayor; jóvenes se ven muy pocos. Creo yo que eso esdebido a que los jóvenes se dedican más a los tractores, o simple-mente no van al campo". Todos los informantes repiten insistente-mente el consabido argumento de que al campo no quiere ir a traba-jar nadie, que los jornales no son muy altos, y que la gente prefierecobrar el paro. No obstante, a tenor de la actual recesión económicase nos asegura que "ahora comienza a verse alguna gente joven tra-bajando en el campo". Esta deserción juvenil de las tareas agrícolas,y en particular de la tecnología tradicional, si siguiera una progresiónaritmética llevaría a la obsolencia de los útiles tradicionales y a sudesaparición. Cosa nada probable, si hemos de tener en considera-ción el feedback triangular cultivos/campesinos/técnicas.

Este feedback y la conservación de instrumentos tradicionales seencuentra favorecido por el carácter conservador de los labradoressantafesinos. Luis Morell, un ingeniero agrícola de principios de sigloque promocionó la modernización técnica en el horizonte del progre-so de la Vega granadina, planteó que ese carácter conservador era unaremora para introducir cambios1ó. La conservación de las técnicas tra-dicionales lleva a mantenerse alerta, á la vez que escépticos, frente alos nuevos cultivos: "Mire, ahora hay unos en Belicena que estánmetiendo un tipo de ciruela blanca que dicen que se da bien aquí.Pero yo que sé..." Es la respuesta frente a las innovaciones en los cul-tivos. En otras ocasiones la queja tiene que ver con las posibilidadesde haber introducido cultivos ultramarinos; confesaba con ciertapesadumbre un labrador: "Me fuí a Brasil y luego a Argentina. Allíhabía unas cebollas más pequeñas que las de aquí, pero que durabanun año sin pudrirse a pesar de la calor. Si las hubieramos traído a lavega nos hubieramos hecho ricos". El desdén por las innovacionesquedó manifiesto en la interrupción de otro labrador: "Yo sí traje unabolsa de cebollas, se la dí a mi cuñado y no sé que hizo con ellas..."

La pérdida de los conocimientos técnicos es una pérdidapráctica, derivada de la temprana escolarización juvenil, y delos nuevos horizontes que ofrece la escuela. El empleo de ins-trumentos agrícolas era un aprendizaje temprano y progresivo,que identificaba las edades del individuo con el aprendizaje:

16 MORELL y TERRY, Luis. Estudio sobre las causas de la decadencia de la agrlcu/tura en!a provincia de Granada y medios para regenerarla. Granada, 1888.

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"Yo fuí al campo -afirmaba un labrador- con once años, y mi

padre me decía anda vez delante aunque sea quitando las

malas hierbas". En sí mismo llevaba consigo una gradación del

tipo de instrumento: según su peso, peligrosidad, conocimien-

to necesario para manejarlo, y"hombría". Esta última, la

"hombría", se relaciona fundamentalmente con el peso y las

dificultades para su manejo: "La azá de pala ancha era para

cuando había hombres; hoy nadie es capaz de levantar una azá

de esas". También con la especialización profesional: los rega-

dOCCS.

Los instrumentos empleados en Santafé, por tanto, puedenser clasificados idealmente en un eje de coordenadas de cuatrodimensiones, en el que cada eje agrupe respectivamente la evo-lución técnica de los objetos, el grupo social de uso, el factorgeneracional y la evolución de los cultivos. A1 introducir varia-bles evolutivas y estáticas nos permitirá en el futuro con laayuda tridimensional de algunos programas informáticos, apre-hender los objetos tal como pretendía Ludwig Wittgenstein.Léase: "La configuración de los objetos forma el estado decosas. En el estado de cosas los objetos está unidos entre sícomo los eslabones de una cadena. En el estado de cosas losobjetos se comportan unos con otros de un modo y maneradeterminados. La estructura del estado de cosas es el modo ymanera como los objetos se interrelacionan en él. La forma esla posibilidad de la estructura" ^^. Esta lógica tautológica deWittgenstein a propósito de los objetos, de la forma y la estruc-tura, abre el camino en mi opinión, para salir de la comprensiónevolutiva de los objetos, para remitirnos al campo más concre-to y más abstracto a la vez del diálogo interno de las formas,comprendiendo las estructuras, no en profundidad metafóricasino en contigtiidad metonímica. Así podremos concluir que latecnología agraria no es un apéndice de la economía rural, sinouno de sus constituyentes internos con un diálogo ergonómico,de rendimientos, social, en contigiiidad, cual "sistema de losobjetos" que diría Baudrillard.

p.23.^r WITTGENSTEIN, Ludwig. Tracmrus Logico-Philosophicus. Alianza, Madrid, 1987,

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VIL- Estamos hablando de sociedades hasta cierto punto esta-bles en su devenir. La aparición de la industrialización en la Vegade Granada no supuso un cambio tecnológico esencial, y el pasode la edad de la herramienta a la edad de la máquina no creógrandes distorsiones sociales, es decir masas de hombres sin tie-rra. A1 contrario permitió el aumento de la concentración demo-gráfica de la Vega. Por ello, panegiristas del progreso como elingeniero Luis Morell, u eruditos locales como Ortíz de Villajos,eran francamente partidarios de la introducción de novedadestecnológicas, fuesen agrícolas en sentido estricto o sencillamentede prógreso urbano. EI horizonte no podía ser otro que el opti-mismo histórico.

Bueno será establecer el estado de ánimo de los labradores de laVega en la actualidad. Según un agricultor de Fuente Vaqueros,pueblo colindante con Santafé, están "desesperados", ya que noencuentran cultivos alternativos a los tradicionales, hoy sin merca-do o con este muy reducido. En demasiadas ocasiones tierras cele-bradas por su fertilidad son sembradas de choperas, de alfalfa yhasta de olivos. De las choperas se dice que resisten en el mercadoporque su madera, empleada en la fabricación de cajas para frutas,no pudre los productos como el plástico. Cada vez hay más chope-ras, en perjuicio de los campos sembrados, ya que las sombras queproyectan aquellas plantaciones perjudican a los cultivos. La alfal-fa se emplea en la cría del ganado estabulado. Los olivos, cultivotípico de secano, también puesto que comienza a ser más rentableque los cultivos clásicos. En todo caso, se suele exponer este últimocaso para ejemplificar el mal estado de la agricultura de la vega,obligada a cultivar productos de secano. "En otros tiempos las tie-rras de vega eran de vega, y eso estaba muy claro frente al secano.Hoy ponen en regadío hasta el desierto, y esa distinción no es acer-tada. A ello hemos de añadir que la Unión Europea hace una polí-tica agrícola global, que llegado el momento entra en directa com-petencia con los productos locales. EI ejemplo más próximo quetenemos en Fuente Vaqueros es el de los ajos, que aquí siempre secriaron muy bien; ahora se exporta una variedad de muy buenavista, pero insípida, las "ajas", que vienen fundamentalmente deChina. Con ello arruinan el mercado, al no ser nuestra mano deobra competitiva. Por eso algunos labradores de la Fuente se han

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ido a sembrarlos a Marruecos. Antiguamente había años mejores yaños peores, pero ahora el campo está siempre mal..." Este razo-namiento, común a toda la Vega de Granada, antaño productiva yhoy consagrada a la especulación urbanística, a la reconversión deterrenos de calificación agraria en urbanizables, o a la puesta enbarbecho subvencionado, trae como consecuencia inmediata laobsolencia del sistema de los objetos, que por su poco valor plásti-co, recorren el camino directo de la eliminación, y de la no sustitución.EI mercado en su actual configuración debe llevar a cortn plazo ala atrofia completa del sistema de trabajo que atravesó sin dema-siado quebranto la edad de la máquina. Ello en definitiva para losmás pesimistas señala el fin del trabajo, y de la moral y de la técni-ca, que habrían surgido interconectadas en el Neolítico, con los pri-meros agricultores. Otros factores exógenos contribuyen a esa"desmoralización"; recordemos simplemente un titular de diario:"La mitad de la renta de los agricultores cordobeses proviene deayudas de la Unión Europea"(Diario Córdoba, 14-II-96).

En otro orden de cosas, pero muy relacionado con lo anterior,se puede observar que ya en Francia las técnicas agrícolas sonobjeto de nostalgia en los Museos de Artes y tradiciones popula-res, así como en los del patrimonio industrial. Es el tránsito de losútiles, como son comúnmente denominados los aperos de labran-za, a los objetos, como son conceptuados y clasificados en elmundo de la museografía. Hoy es cuando la "evolución" está pro-duciendo paradójicamente una obsolencia, una atrofia, y porende una interrupción, eliminando de los útiles el valor de uso, yremarcando el de cambio, cuando lo posea el útil por su extrañe-za o belleza, a través de círculos de coleccionistas, chamarileros yanticuarios. Este tránsito subraya el lugar que todos los pueblos yculturas han otorgado a los útiles u objetos en el mundo de lamitología. Señala J.Vansina que las sociedades africanas de laselva, cazadoras-recolectoras o en los primeros estadios de laagrarización, otorgan una relevancia especial al utillaje en losmitos y cosmogonías; la desforestación así lo exigía 18. Su utilidadincluso está más remarcada por aquel mecanismo señalado por

18 Vansina, Jan. "L'homme, les for@ts et le passé en Afrique". In: Annales, ESC, 1985, n°6,pp.1316-1317.

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Baudrillard, el de la disfunción objetual, que segrega a la ritologíaa los objetos no funcionales: "Las capas sociales menos favoreci-das(campesinos, obreros), los `primitivos' no saben qué hacer conlo viejo y aspiran a lo funcional". Ahora bien, añade Baudrillard,aunque "el objeto ya no tiene función, posee una virtud: es unsigno" 19. La tecnología es "muda" en el sentido varroniano peroa la vez es central a la actividad económica de las sociedades reco-lectoras -cazadoras y agrícolas; el sistema de los objetos, donde seinserta hoy la tecnología agraria desaparecida o en fase de estar-lo, habla y tiene un exceso de significación objetual, al haber per-dido su carácter de "útil".

Si los sistemas tecnológicos son definidos como "sistemas deacciones intencionalmente orientados a la transformación de obje-tos concretos para obtener de forma eficiente un resultado útil" 20,el momento tecnológico presente ha culminado la "desmoraliza-ción" de la agricultura hasta tanto no consiga el productor apro-piarse de la tecnología para a su vez controlar la realidad. Es elcaso extremo de Expo-Almería, una feria de innovaciones en elcampo de la tecnología agraria, dirigida al sector de los productosextratempranos cultivados en invernaderos, que está controladahasta en los más mínimos detalles por multinacionales del sector.El agricultor del Campo de Dalías, antaño labrador pobre de otraszonas de la montaña mediterránea que emigró a los invernaderospara mejorar su nivel de vida, está preso de las semillas adecuadasal combate de las nuevas plagas, de los fertizantes, del riego porgoteo, por ordenador, etc, que las multinacionales agroalimenta-rias ponen a su alcance en estricto papel de usuarios. La impresiónque ofrece Expo-Almería es cuando menos lastimosa, ya que elagricultor mediterráneo devenido empresario agrícola al no con-trolar la tecnología sólo adquiere de esta las instrucciones de uso.Frente a este presente se alza la figura nostálgica del agricultor quecontrolaba en plenitud sus "útiles", a los que solía considerar,como señalaba Varrón, "mudos".

^y Baudrillard, Jean. E/ sistema de /os objetos. México, Siglo XXI, 1981, 6°, p.93.

20 Quintanilla, Miguel A. "Las virtudes de la racionalidad instrumental". In: Anthropos,95/96,1989:95.

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