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C O N F I (N) A D O S

REFLEXIONES Y VIVENCIAS

EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO

Y DE CORONAVIRUS

HERMINIO OTERO (COORD.)

GRUPO ASTUDILLO66

13 al 25 de abril de 2020

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Astudillo, agosto de 2016. En el mismo sitio, cincuenta años después…

Participantes [PRIMERA EDICIÓN] [SEGUNDA EDICIÓN] [TERCERA EDICIÓN]

ÁNGEL FERNÁNDEZ ARTIME, RECTOR MAYOR BERNARDO ALONSO ALONSO JESÚS ÁLVAREZ PRADA, JERÓNIMO ANDRÉS DE LA RED JUAN ARCE VIDAL JOSÉ ANTONIO ASTORGA PLAZA CASIMIRO BODELÓN SÁNCHEZ EMILIANO CABEZÓN MERINO FAUSTO CASAS GARCÍA JESÚS Mª CASTAÑO DE LEÓN RAFAEL CASTRO GUERRA SDB CARLOS MANUEL CELADA OLMEDO SDB MANUEL ÁNGEL CELADA OLMEDO ÁNGEL DÍAZ FUENTES JOAQUÍN EGOZCUE ALONSO SDB MANUEL FEIJOO FERNÁNDEZ MANUEL FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ SDB SENÉN FERNÁNDEZ LÓPEZ JAVIER FERNÁNDEZ PEREIRA GLORIA GALÁN AGUADO VICTORINO GARCÍA ÁLVAREZ FRANCISCO GARCÍA FRAILE SDB CARLOS GARCÍA GEIJO HERMENEGILDO GONZÁLEZ SANTOS SDB ESTEBAN GRIJALBO OBESO FEDERICO IBÁÑEZ PÉREZ SDB ELEUTERIO LOBATO GONZÁLEZ SDB CARLOS LÓPEZ GUTIÉRREZ

LAURENTINO LÓPEZ REDONDO ALONSO ETELVINO LOZANO LOZANO ISIDRO LOZANO LOZANO SDB AURORA Y ROBERTO MACHO MERCEDES MANUEL GARCÍA EUSEBIO MARTÍNEZ AGUADO SDB PEDRO MERAYO MÉNDEZ JAIME MORO BENITO HERMINIO OTERO MARTÍNEZ MODESTO OVEJERO GARCÍA SDB ABILIO PANERO FERNÁNDEZ HORACIO DE PAZ VUELTA JOSÉ PEDROSA CHINCHILLA ÁNGEL C. PELLITERO SANTOS SDB BENITO PÉREZ HENARES JOSÉ RAMÓN RODRÍGUEZ LAGO EPIGMENIO RODRÍGUEZ LOZANO ALFREDO ROSCALES OLEA VIRGILIO RUBIO LÓPEZ JUANJO RUIZ HUSILLOS SDB JOSÉ MARÍA SANTAMARÍA JAMBRINA ÁNGEL SEGOVIA LARGO ÁNGEL TÉLLEZ SÁNCHEZ SDB JOSÉ ANTONIO UÑA SEIJAS JERÓNIMO VALLADARES CASTRO MATÍAS VALLEJO ROMERO PURI YÁÑEZ BOSQUE

Publicación en PDF Primera edición: 17 de abril de 2020 / Segunda edición: 20 de abril de 2020 Tercera edición: 25 de abril de 2020 © de los autores Coordinación y edición: Herminio Otero. Grupo Astudillo66 Dibujo de portada: Agustín de la Torre Madrid, alrededor de la Pascua de Resurrección de 2020

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C O N F I (N) A D O S Confinados pero confiados… Y cada uno de un color, con una vida

detrás, con un dolor oculto o bien visible, con unas experiencias vitales palpables… y con una esperanza manifiesta.

Estamos confinados en casa desde el 13 de marzo de 2020. Y estamos confiados en que saldremos adelante con más impulso vital. Y con más esperanza, aunque ahora mismo –escribo el 17 de abril– el dolor es inmenso: entre los 19.130 que han perdido la vida diagnosticados por COVID-19, reconocidos oficialmente hasta ahora en España, no figuran al menos 11.360 usuarios de residencias de mayores y centros de discapacitados o con síntomas compatibles con esta enfermedad, ni otros miles de personas que han muerto en sus casa. ¡Un inmenso dolor!

El día de Pascua se me ocurrió que también nosotros podíamos dar nuestro testimonio de confinamiento y esperanza. Lo propuse al grupo… y este es el resultado: 40 colaboraciones en tres días –como una gran resurrección colectiva– en las que reflejamos reflexiones y vivencias desde nuestro confinamiento exterior e interior… ¡40! ¡Esto sí que es una cuarentena… en la que ha participado el mismo Rector Mayor! ¡Gracias!

El papa Francisco, en su primera entrevista sobre la crisis mundial causada por el coronavirus al escritor y periodista británico Austen Ivereigh, publicada en España por ABC (8.04.2020), resumía cuatro días antes de que surgiera la idea de esta publicación colectiva: «Resérvense para mejores tiempos porque entonces recordar esta crisis nos ayudará».

También nosotros queremos recordar lo que ahora estamos viviendo para crecer después en esperanza. Y para eso lo ponemos por escrito. Además de leerlo ahora, será bueno recordarlo cuando haya pasado todo esto para actuar en consecuencia.

Muchas gracias a todos por el esfuerzo, sobre todo sabiendo que a muchos –según decíais– no se os da esto de escribir. Y lo habéis hecho muchos. Y lo habéis hecho con una rapidez imprevista.

Aunque todos tuvimos una formación inicial común, el resultado, lógicamente, es multicolor. El jesuita Jesús Garrido, creador de Padres y Maestros, me comentaba hace ya casi 30 años que el noviciado tiene una influencia de unos diez o doce años… y después aparece lo que llevá-bamos de la familia. ¡Aquí aparecen 40 retratos de cada uno de nosotros!

Y os anuncio que, al hilo de este trabajo, otra idea de publicación colectiva me ha venido a la mente –y al corazón–. Solo falta que pase a las manos. Pero, por ahora, la dejamos para septiembre. Porque, como cantábamos en Medina, “cuando llegue septiembre, todo será maravillo- so”. Esperamos. Confinados durante algún tiempo pero siempre confiados.

Herminio Otero Grupo Astudillo66

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Nota a la tercera edición

El viernes 17 de abril lanzamos la primer edición de esta obra colectiva con 40 participantes, que en solo tres días prepararon su colaboración. Queríamos haber llegado al menos a 24 y lo superamos con creces... y con rapidez. Tres días más tarde sacamos la segunda con cinco participantes más; algunos de ellos no habían participado nunca en el grupo, pero nos dejaron su testimonio muy valioso. Y tuvimos que preparar una tercera para los confinados en los pueblos y algunos otros que no se habían podido sumar o que nunca habían participado en nuestro grupo: son diez más. Y lanzamos esta tercera edición el 25 de abril, ocho días más tarde de la primera y un día antes de que los menores de 14 años puedan salir a la calle a jugar y permanecer en el espacio de un kilómetro alrededor de su domicilio.

Seguimos confinados, pero confiados.

¡Gracias a todos por vuestra colaboración!

Madrid, 25 de abril

de 2020

10 de abril de 2020:

Celebración del Viernes

Santo en La Fontana

(León), recordando

también a los

salesianos fallecidos

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DOLOR, SERENIDAD Y ESPERANZA

Ángel Fernández Artime Rector Mayor de los salesianos

Me preguntan cómo estoy viviendo el confinamiento. Respondo con mucho gusto, sobre todo sabiendo que los destinatarios de la iniciativa de este libro digital son amigos cercanos al carisma de Don Bosco, y muchos de ellos personas del mundo de la educación, del acompañamiento, del mundo del trabajo con jóvenes. En definitiva, me siento muy en casa con vosotros

Lo hago como salesiano de Don Bosco por más que mi servicio sea ahora el del Rector

Mayor. Y tengo un mensaje doble que decir.

Primero: Mi confinamiento, aún en lo pesado que tiene, es mucho más llevadero seguramente que el de la gran mayoría de quienes me van a leer por el hecho de que no vivo en una casa pequeña de 80 metros cuadrados, como lo hacen, por ejemplo, otros miembros de mi familia. También yo tengo mi familia, mis padres, mis seres queridos, pero no vivo con ellos ahora, sino que vivo en una casa salesiana grande donde los espacios son también grandes. Sabemos que eso lo convierte en más impersonal pero lo hace también más oxigenante en algunos momentos, y esta terrible pandemia es uno de ellos… Puedo pasear por un patio; no es muy grande pero puedo pasear y hacer algo que me permite salir de entre

las cuatro paredes.

En ese sentido tengo que decir –y lo digo con un poquito de vergüenza– que tengo más suerte que muchísima gente, porque intuyo lo duro que debe ser encontrarse en 60, 70, 80, 90 metros cuadrados, estar allí dos semanas, tres semanas, cuatro semanas…

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trabajando desde casa teniendo a veces con niños pequeños.

Realmente es muy duro y créanme que puedo entenderlo.

Al mismo tiempo, tengo que decir que, en mi caso, como en el de muchos docentes –aunque ahora yo no ejerzo la docencia–, y en el caso de tantísimas personas del mundo de la escuela, del trabajo educativo y pastoral, el trabajo se ha multiplicado o al menos se ha duplicado como para muchos de vosotros. El motivo: todos estamos interactuando mucho más.

En mi caso, cuando estoy aquí, en la sede de Roma, gran parte de mi trabajo es el trabajo de escucha, de correspondencia, de respuesta… y ahora se ha multiplicado de un modo vertiginoso. En ese sentido también siento que es cansado. Pero hay una parte en la que he de deciros que estoy muy muy golpeado, muy sensible ante esta realidad del coronavirus: primero, porque mi corazón salesiano y mi sensibilidad me llevan a estar pendiente todos los días de lo que sucede en el mundo, especialmente en algunos países y, sobre todo, allí donde hay presencias de la familia salesiana. Todos los días recibo noticias del mundo salesiano, y todos los días recibo alguna

noticia dolorosa.

En ese sentido me golpea mucho ver cuántos salesianos han fallecido víctimas del coronavirus. En el momento en el que estoy compartiendo esta información con todos ustedes, 18 de abril, son 47 los salesianos fallecidos, más algunos otros que, por su edad, sin duda han fallecido también con esas posibilidades, pero no entran en el cómputo oficial porque no les han hecho la prueba. Me han golpeado mucho algunas zonas de la congregación, muy especial-mente España en la inspectoría de Santiago el Mayor de Madrid, Italia, en las inspectorías de la Lombardía y el Piamonte, y también en Austria. En ese sentido estoy viviendo estos dos meses con dolor:

con serenidad pero con un humano dolor.

Y tengo que añadir que, quizás por mi sensibilidad y por mi servicio, pienso muchísimo no solo en las casas salesianas sino también en las familias de quienes se están quedando sin trabajo, en las tremendas dificultades económicas que nos amenazan… Pero no pienso solamente en la macroeconomía de las naciones sino en aquello que golpea mucho más, que es la macroeconomía traducida en la microeconomía: el padre de familia que no tiene trabajo y la familia que son cuatro y tienen que vivir con 600 euros… En este sentido vivo con serenidad pero con dolor esta pandemia.

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Y por último, no sería salesiano y creyente –y creyente y salesiano– si no dijera que vivo esta situación con esperanza, en el sentido de que creo que nuestro Dios siempre ha estado y está a nuestro lado en todos los momentos de la historia en los que hemos tenido fuertes tragedias. Corremos el peligro de echarle a Dios la culpa mediante ese mecanismo fácil de la fragilidad humana, pero una mirada mínimamente lúcida nos lleva a decir que, con Dios o sin Dios, estas cosas siempre seguirán ocurriendo. Pero Dios está nuestro lado para darnos esa fuerza en nuestro gestionar como humanos que somos lo que nos toca vivir. Y lo digo con esperanza y lo vivo con esta mirada que me viene como creyente del tiempo

pascual y de la resurrección.

Y por último, albergo otra esperanza: todos preguntan qué podrá suceder en el futuro, si aprenderemos algo, si no… No lo sé, pero yo no quisiera que, después de esto, todo se tradujera en una carrera de vértigo para recuperar todo lo que no hemos podido vivir

en estos meses. Ojalá se traduzca también en humanidad-

Así lo veo y así os lo deseo.

Recibid un saludo muy cordial.

Ángel Fernández Artime Rector Mayor de los salesianos

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HERMANOS SALESIANOS

Bernardo Alonso Alonso

Doctor en Teología. Fue profesor del IES Beatriz Galindo de Madrid. [Ver currículo en http://www.alonsofia.com/curric.htm]

Hemos nacido y crecido en la fraternidad universal de los hijos de Dios, en la donación generosa de nuestra vida, recibida como don gratuito, a repartir para todos igual, solo más a los más pobres y

necesitados.

En el ámbito de nuestras comunidades, hermanos para siempre, vivimos como partícipes de otras muchas fraternidades en red, conexionadas en vivo por entre por todos los pueblos de todas las culturas. Estando enclaustrados en Astudillo o entre los pinos de Medina, abrimos nuestras ventanas a compartir los cielos de Venezuela, Japón y Senegal o Zaire. Es la Humanidad abierta del

cristiano salesiano, vivida en Don Bosco.

Desde que salimos de nuestros pueblos o, en mi caso, desde la recién estrenada estación de Zamora hace 62 años, con Vitín y Narciso, fuimos encenizados con la carbonilla del tren atravesando los 99 túneles hasta Orense para llegar a Allariz, por hatillo la maleta de cartón que duró hasta Salamanca, quince años después. Yo mismo he convivido y conmorido en más de veinte ciudades de tres continentes con más de diez mil destinatarios, como digo, de 6 a 66 años, ocupado solo en repartir lo recibido, en sembrar sin mirar el surco atrás, sin esperar a ver crecer la semilla. Nuestro devenir personal lo tomamos como un proceso de impregnación comprometidos con nuestros destinatarios que no tomamos como nuestros sino nosotros de todos.

Esto lo ha propiciado nuestro sentido de familia extendida sin limitaciones, de humanidad solidaria.

Hemos vivido solos encarnados en todos. Soledad comunitaria, también yo mismo ahora, que utilizo, pero no necesito las redes sociales para sentirme unido a Chavarín y a Nadia en Tlaquepaque a Manolo en Roma, a Felipe en la Pagoda [desde este curso, en la

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Procura], a las intrépidas hermanas salesianas en la Kafubu, A Tony

en las Viñas, a mosén Joan y a Juanito en el Carmelo de Barcelona.

Una especia yo solo añadiría a la receta de nuestra formación. Hemos aprendido que existía el mal solo al estudiar libros de moral y solo para perdonar, no para detectarlo, denunciarlo y combatirlo. Pero el mal es enemigo del bien, y no se rinde por sí mismo; se

propaga implacable y cruel, como este virus.

Se nos ha inculcado hacer el bien, decir la verdad, pero no hemos ejercitado la lucha contra mal y la mentira. Quizá por eso nos ha pillado a traición desprevenidos ante este virus, biológico y social, que hoy se ceba en nosotros y, como un huracán, sacude y desgarra una gran rama de nuestro árbol esparciendo al viento sus frutos ya maduros.

Hijos y herederos de mártires héroes, nunca supimos de sus verdugos. Don Lucas Pelaz [nuestro padre maestro] contaba el fervor de los hermanos a quienes llevaba los últimos sacramentos en checas antesala de las cunetas y no pescudábamos de que hubiera asesinos, admirábamos el riesgo que sorteaba y eludía mentar a los

agentes del mal.

Y es que estamos hechos para el bien. De cada uno de mis hermanos me digo que es la mejor persona con quien he vivido, siga en pie o haya sido llamado por Dios. Eugenio, Modino, Eusebio, Egozcue, Isidro, mirando hacia arriba en los más próximos. Ángel de Carabanchel y más Ángel del Vaticano, en los más jóvenes. Nuestros padres don Rubuano, don Agustín Benito, don Emilio Corrales, Salvador, tan mejores que como los no nombrados, cada

uno la mejor persona con quien he convivido.

Me afloran los nombres a borbotones y todos los siento personalmente en el pico de la curva de la excelencia. Hechos de bondad maciza, amasados y esculpidos en el trabajo, la entrega abnegada, la alegría.

Porque congelo las imágenes de nuestra vida, y siempre se fijan en una sonrisa, o una risa a carcajadas, y es que hemos sido felices, y hemos dado felicidad. Se nos contagió la alegría desde niños zamoranos vecinos de los Bloques, o venidos de Rabiche, o la plaza los Ciento, con aquella farándula gloriosa de coadjutores en el oratorio de la Universidad Laboral de Carlos Pinilla: don Orestes, Germán, con los que siempre asocié a Machado y Cayetano, por nombrar solo algunos.

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Vivimos como eremitas comunitarios, anacoretas en el mundo. Pobres que solo tienen para dar, castos para solo querer, obedientes para la misión encomendada y asumida. Humildes orgullosos de lo recibido y entregado. Fecundos para criar todos los hijos de Dios.

Nuestra planta solo pudo crecer desde el vivero de nuestra familia natural, mis padres Jesús y Eufemia, mi hermana mayor, mi hermano, las tres pequeñas, la abuela Carmela, todos en un piso de 40 metros cuadrados donde ya no caben los hijos de los hijos de mis hermanos.

Sigo descifrando una fichita que se me confió con un lema, tautología o revelación sublime: “Si el vivir solo de Dios te lleva a la vida de Dios solo, solo la vida de Dios solo te procura el vivir solo de Dios”, para los demás. Esta es la clave. Concentración personal para la efusión universal, un retiro que es un vuelo a cielo abierto.

Los hermanos que nos preceden ahora, son fruto maduro, que

se entrega, para rebrotar.

Feliz de ser salesiano para siempre, agradecido a Dios y a los

hermanos, que espero me esperen un poquito más.

Bernardo Alonso Alonso

Villarrín de Campos (Zamora), 15 de abril de 2020

Bernardo con los profesores del "Institut St. François de Sales" de Lubumbashi (Zaire) (1994)

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SESENTA AÑOS SON MUCHOS AÑOS

Jesús Álvarez Prada Fue Director del colegio Las Nieves, de Madrid

Sesenta años son mu-chos. Pero más son setenta y cinco, y, más todavía, cien.

Quienes rondamos estas edades hemos sido educados por quienes entonces ya habían llegado o estaban a punto de hacerlo.

Ellos, con sus palabras, en el patio, en la clase, en su quehacer diario…, nos acom-pañaron hasta impregnarnos de lo salesiano: la salesianidad.

En reiteradas ocasiones, los Directores de Centros me pedían exsalesianos para hacerse cargo de la Dirección de su centro. Y no fallaron… Su estilo, su dedicación, su impronta, su cercanía, su buen quehacer, su sistema de prevención… son envidiados por quienes no tuvieron la suerte de ser

educados por Don Bosco.

Debemos sentirnos unos privilegiados por ello y unirnos más

para que la trasmisión sea más nítida y de banda más ancha.

* * *

Estamos viviendo tiempos difíciles y siendo protagonistas de acontecimientos extraordinarios que ponen a prueba nuestra consistencia como personas.

Estar “confinado” es algo temporal, aunque yo, como paciente de parkinson, ya estoy familiarizado con las limitaciones físicas propias de la enfermedad y el confinamiento impuesto por ella.

Jesús, en su despacho, el día que escribió esto

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Al contrario que a las personas activas, este confinamiento me reduce la ansiedad y la incertidumbre de enfrentarme cada día a

lo desconocido.

No significa para mí carecer de libertad, ni cambiar las creencias o criterios que rigen mi vida, que siguen siendo los mismos.

Cada época tiene su propio y particular devenir y todas, absolutamente todas, una verdad a la que someterse: todos morimos.

Esta verdad, que nadie pone en duda, puede ayudarnos a realizar una buena tarde de San Isidro limpia de sangre, sudor,

lágrimas… y Covid-19.

También en esto Don Bosco supo educarnos. Porque, aunque esta situación sea nueva y conlleve más lágrimas que lo que hemos vivido antaño, la actitud debe ser la misma; debemos más que nunca asirnos a ese espíritu mariano [María Auxiliadora] de darnos al que lo necesita, de olvidarnos de nosotros para hallarnos en los demás y no dejar que la tormenta nos impida ver el resplandor del Sol. Estos tiempos, que nos son nuevos, no lo son sin embargo para la Historia.

¡El mismo Don Bosco vivió en tiempos del cólera!

Animo a todos a usar este filtro, el ‘filtro mariano’, pues sin duda en momentos como este los valores salesianos pueden servirnos como boya de mar para mantenernos a flote en la tormenta. Y ojalá que, tras el diluvio, todo renazca y que nuestra solidaridad se haya multiplicado, llegando a todos los rincones de la Tierra, pues esto, amigos, será lo único que permanezca cuando nos hayamos ido.

La libertad será mañana.

Jesús Álvarez Prada Majadahonda (Madrid), 13 de abril de 2020

Jesús con su mujer, Alicia, en su casa

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TODOS SEREMOS MEJORES EN EL FUTURO

Jerónimo Andrés de la Red

Vicario de la parroquia San Saturnino. Alcorcón (Madrid)

Amigo Herminio: Aquí te envío [por wuasap] estos apuntes [sobre cómo estoy viviendo eta situación de reclusión y todos sus alrededores].

1. Aspecto existencial: Una sensación de impotencia, limitación, falta de libertad, agobio, finitud, sorpresa, enfado, malestar... Una vez más he vuelto a valorar el famoso dicho latino Carpe diem. La provisionalidad de la

vida humana es nuestro telón de fondo.

2. Aspecto sociológico: Una sensación de torpeza y politización y manipulación por parte de los gobernantes de la nación. Ante el dolor de tantas familias y tantos muertos, algunos han preferido sus intereses personales. Pero también está la cara positiva de todos los que están arriesgando su vida por los enfermos y por la sociedad. Es admirable y hasta heroico el espíritu de nuestros sanitarios. Y admirable también la actitud de la ciudadanía española con sus aplausos, colaboración, comprensión, creatividad, entusiasmo,

paciencia, ilusión y sufrimiento.

Jerónimo de Andrés, asistente de 4ºB, el primero por la derecha de la fila de “los superiores” (1963-1964)

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3. Aspecto religioso y eclesial: Como creyente he valorado mucho mi fe cristiana y el sentido de la trascendencia. Dios no castiga, Dios nos ama, Él sabe bien lo que nos pasa, camina con nosotros en la historia. Así que la oración se convierte en esperanza y fortaleza. Dios Padre providente cuida de nosotros. En situaciones como está toma su fuerza para mí el lema de mi ordenación sacerdotal: Veni, Domine

Jesu.

La confianza en María Auxi-liadora ha llenado y llena todos estos días como nos enseñó Don Bosco. Me he sentido muy identificado con todo lo que la Iglesia hace en esta situación, como institución y cristianos en solitario... Así que a esperar y que pase pronto está mala pesadilla. Y espero que todos seremos mejores en el futuro.

Que todo os vaya todo bien, amigos.

Un abrazo.

Jerónimo Andrés de la Red

23 de abril de 2020

Nota del editor De don Jero podemos recordar mucha vida que algún día se escribirá. Y su entusiasmo contagioso, que cuajó en el lema “Misioneros con María” (MCM), con himno propio: “Misioneros con María / donde tengo yo mi enseña y mi ilusión…”. El bueno de don Martín dijo aquello de “Ni emecés ni historias”… cuando no habíamos estudiado lo suficiente por estar en otros asuntos… Y Virgilio Rubio me recuerda que, al marcharse don Jero de Cambados a Teología, siendo clérigo y tal vez asistente de su curso, al finalizar el curso 64-65, le cantaron una canción de despedida. La música, de origen escocés, era como la de “Canción de despedida”, canción que los integrantes del Movi-miento Scout de habla española usan para despedirse. Había lógicamente unas estro-fas alusivas a su estancia y su forma de ser, tras de las cuales se repetía el estribillo:

"Adiós digamos todos, entonando la canción. Don Jero ya se marcha, le decimos nuestro adiós. Don Jero ya se marcha, le decimos nuestro adiós".

Herminio Gil, JERÓNIMO ANDRÉS y Alfredo Roscales

en Alcorcón, en 2017

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A PROPÓSITO DEL COVID-19

Juan Arce Vidal Ginecólogo. Barcelona

Desde mi refugio en Sant Feliù de Codines, cumpliendo escrúpulo-samente todas las normas del confinamiento, me doy cuenta de que tienes tiempo para todo...,

hasta para pensar.

Los humanos tenemos un grave problema: a pesar del cerebro que hemos desarrollado, olvidamos con mucha facilidad lo que para nosotros es la Historia, y esta se repite periódicamente; no aprendemos o no queremos

aprender.

Estoy totalmente de acuerdo en que el cuidadoso lavado de manos es el principal recurso para evitar el contagio del Coronavirus. En el año 1847 un ginecólogo húngaro demostró que el lavado de manos con agua clorada disminuía la terrible enfermedad de la fiebre puerperal, causante de muchas muertes maternas después del parto. El llegó a intuir que había “algo” en los cadáveres que pasaba a las parturientas cuando los médicos atendían un parto después de estar haciendo autopsias o prácticas con cadáveres. Su mérito consintió en pensar en microorganismos antes de que Pasteur demostrara su existencia en 1862. Su desgracia fue que nadie le hizo caso y murió loco en un

manicomio. Su nombre Ignasz Semmelweis.

Por varias vías me ha llegado que la novela más buscada estos días es La peste, de Albert Camus, publicada en 1947. La leí en 1968, en pleno Mayo francés, y me impactó. Narra la historia de una epidemia de peste bubónica en la ciudad de Orán. Ahí se puede ver la reacción de la gente, los políticos que intentan ocultarlo, los que no se lo creen o no lo entienden, los que intentan aprovecharlo como negocio y los que se sienten responsables como el Dr. Rieux, que, a pesar de tener a su mujer enferma de cáncer y enviarla al extranjero para hacerle pruebas que allí no le pueden hacer, decide quedarse porque se siente obligado como médico a atender a los afectados.

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Cuando la gente empieza a ver ratas vivas otra vez, sabe que la epidemia acabó y lo celebran como si todo hubiera sido un sueño. Es entonces cuando alguien dice: “La bacteria estará oculta durante un tiempo, pero, cuando menos se la espere, volverá a

aparecer”.

A pesar del pesimismo que destila la

novela, hay una frase que no se puede olvidar: “En el ser humano hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”.

Causa alegría la respuesta de la gente con sus aplausos a los sanitarios que dejan maltrecho su físico y se juegan el contagio o la muerte... Son los mismos maltratados por las administraciones públicas, con sus recortes suicidas sobre la sanidad y que a algunos los obligó a marcharse al extranjero. Médicos compatriotas que están en primeras líneas de investigación... en el extranjero. Enfermeras, muy bien formadas en nuestros hospitales, que trabajan en Inglaterra o en Suecia. Médicos a los que se denegó jubilarse a los 70 años, a

pesar de que hacían falta.

¿Nos valdrá de algo el enterarnos de la mala gestión que se ha

llevado en Sanidad para cambiar las cosas?

En plena discusión de quién lo hace peor entre los políticos de nuestro país, me llega la nota del jefe de la oposición portugués que se ofrece para colaborar con el Gobierno en todo lo que haga falta. Con una advertencia a los bancos: si en el año 2020 y 2021 tienen beneficios similares a estos últimos años, es que no hemos aprendido nada.

Ver Barcelona libre de contaminación en tan solo 15 días sin tráfico nos lleva a la conclusión de que vamos al desastre por este camino que llevábamos.

¿Cuánto tienen que esperar los coches eléctricos y el abandono de utilizar los fósiles como mecanismo de energía?

La hija mayor de Juan le lleva provisiones

para el confinamiento

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Hace muchos años, un español especialista en alimentación dijo que, si lo que le damos de comida a los cerdos y a las vacas lo comiéramos nosotros, estaríamos mejor alimentados y con menos contaminación por las purinas y demás. ¿Alguien le hizo caso? Su nombre, Francisco Grande Covián.

¿Necesitamos tantos políticos y tienen que estar tan bien remunerados?¿Para qué queremos el Senado? ¿Por qué no se hacen intocables los presupuestos de Sanidad y Educación?

Defender todo lo que se ha iniciado en investigación para conseguir una vacuna contra el Covid-29, de lo contrario me temo que en diciembre lo volvemos a tener por aquí.

Juan Arce Vidal Sant Feliù de Codines (Barcelona), 13 de abril de 2020

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LA RECETA DEL CEMENTIÑO

José Antonio Astorga Plaza Fue cocinero del Meliá Castilla. Madrid

Superiores de Cambados (1962-1963). Fila de arriba: los coadjutores citados

El 11 de octubre de 1961 llegué a Cambados con mi madre desde Verín. Ella regresó al día siguiente con don Tomás Díez en el autobús que había llevado al grupo de los mayores de Allariz para hacer segundo en Cambados. Yo me quedé ya en la cocina como

aspirante a coadjutor.

Desde ese día hasta que salí en 1971 desde el Centro Don Bosco de León, estuve de hecho recluido en la cocina la mayor parte del tiempo. Puedo decir que fue un confinamiento real, pero muy voluntario, que continué después como cocinero en el Meliá Castilla

de Madrid. Por eso ahora puedo llevar bien cualquier confinamiento.

En estos días en que estamos en casa tranquilos y relajados y con tiempo para pensar, he visto la foto –enviada al grupo– de los superiores de Cambados del curso 1962-1963, de los cuales tengo muy grato recuero.

Hoy he estado recordando a los de la última fila: los coadjutores que, con su esfuerzo y lucha, eran un ejemplo cada uno en sus quehaceres.

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• Don Luis Ordóñez, que, con su decaúve, iba a Cambados a hacer las compras y traía el correo o nos llevaba al médico a Pontevedra o a hacer el carné… Y su famoso albariño.

• Don Manuel Nóvoa en la cocina, del que tanto aprendí, y que

tenía que hacer la comida para más de 300.

• Don Elías Cosgaya, que tan buena hortaliza y maíz producía en la finca del pazo y en la de las Concheiras y tan bien llevaba la granja de los cerdos y patos…

• Don Antonio Estébanez, que nos cuidaba en la enfermería del pazo y llevaba la lavandería y la ropería.

• Don Ulpiano Pérez, que nos arreglaba el calzado y los balones

de fútbol y preparaba los postres y las meriendas.

Y a pesar de todo eso, tenían tiempo para preparar los sainetes y teatros. O, en las grandes fiestas, levantarse temprano, ir a misa a la capilla del pazo de la Merced, donde nos decía la misa a nosotros solos don Rosendo Sendino, para, a continuación, preparar los churros con chocolate para el desayuno. O hacer, a primeros de diciembre, la matanza de doce cerdos y una vaca para hacer chorizos, que tanto juego daban para hacer la comida. La matanza duraba unos cinco días y todos trabajaban en ello. Y a mediados de enero lo volvían a repetir con otros doce cerdos y otra vaca.

Por eso, cuando años después trabajé en el restaurante La Fragata del Meliá Castilla, llegaban los alumnos de la escuela de hostería de la Casa de Campo, de Tres Cantos y de Las Rozas y se extrañaban de que yo había empezado la cocina en el pazo de Serantellos con una magnífica huerta y, sobre todo, de que las primeras herramientas que me dio don Manuel Nóvoa fue un tronzador, un hacha y una vara larga con un gancho… para ir a buscar leña y piñas al bosque, porque la cocina era de leña. Todos miraban como no entendiendo, ya que las cocinas han cambiado mucho y hoy tenemos cocinas de gas ciudad con hornos que hacen de todo y se regulan para cocer y asar, y traen un libro de instrucciones. No hay problema ninguno. Sin embargo aquellas cocinas de leña y carbón eran muy buenas en su tiempo, pero, cuando les daba por no tirar a causa de las tormentas, había que estudiar porque la necesidad era mucha y las soluciones pocas.

De las cocinas de leña y carbón pasamos a las de gasoil hasta llegar a las de propano. Entonces ya cambió todo y ahora, en estos

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tiempos de reclusión, no tenemos que encender la leña para cocinar.

Tenemos todo a nuestro alcance.

También entonces esta-bamos todos de alguna ma-nera confinados. Y nuestra salida, especialmente a partir de la primavera, era a la Roca para la merienda cena, en la que comíamos… el cemen-tiño. Por eso quiero recordar su receta. El cementiño no es más que una ensalada campera y muy refrescante en verano. Los ingredientes son:

patatas cocidas, huevos cocidos, verduras frescas, tomate, pepino, pimiento rojo y verde, cebolla, bonito en aceite, aceitunas… Todo

ello, cortado en trozos y sazonado con aceite de oliva, vinagre y sal.

El único ingrediente especial que lleva el cementiño es algo propio de Cambados: el traqueteo del carro, conducido por una vaca, que iba desde el colegio a la playa. Cuando se bajaban las marmitas y cacerolas, la comida se había reducido a un poco más de la mitad de lo que habíamos llenado y formaba una masa apelmazada que todos cariñosamente la llamaban cementiño. Pero después de una tarde de playa, daba energía y motivada para hacer las famosas

veladas en la Roca.

Ahora estoy confinado en casa. ¡Y qué puedo hacer si no puedo hacer otra cosa! Yo salgo a la compra y hago la comida… para Flori y para mí. Y tengo tiempo para pensar en aquellos tiempos duros pero muy bien aprovechados, que tanto nos han servido a todos.

José Antonio Astorga Plaza Madrid, 15 de abril de 2020

Nota del editor

José Antonio Astorga me ha traído hasta casa –vivimos a doscientos metros– unos papeles escritos a mano, que casi no llegan a mis manos porque la policía aparcó en la puerta del garaje de mi casa en el momento en que él llegaba. Hubo de recular y tuvimos que bajar la basura para poder recogerlos. En esos papeles estaba lo aquí trascrito y hay otros cinco folios con recetas que algún día podemos hacer llegar: Lentejas estofadas con verdura, Potaje de verdura, Lubina Cambados, Merluza xeitosa y, como postre, Huevos al plato y Copa de natillas cuajadas…

Cocina de Cambados: “Chana", Federico Vallejo, José

Antonio ASTORGA y Manuel Nóvoa

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REFLEXIONES DESDE LA SOLEDAD

Casimiro Bodelón Sánchez Psicólogo clínico. León

Mirando la parte positiva que podemos obtener de los tiempos difíciles, de las situaciones de ansiedad y angustia, como estas provocadas por la pandemia del coronavirus, yo confieso públicamente que la muerte, agazapada al lado de mi cama en el hospital, me hizo tomar conciencia más precisa de mí mismo.

Resulta difícil aceptar tanta desgracia, tanta soledad como un posible bien; pero cuando el mundo, nuestro mundo, se nos mueve bajo los pies, hasta hacernos perder el equilibrio básico, nos aterrorizamos, nos desintegramos.

Como profesional de la psicología y psicoterapeuta me paro a pensar, pero les aseguro que no tengo, no tenemos, respuestas mágicas, a pesar de nuestro conocimientos de la psicología profunda. Con todo, me atrevo a reflexionar en voz alta, como autoterapia y por si mis reflexiones pueden ayudar a algunos a relajar

tanta angustia y tanta tensión.

Los profesionales de la psyke acompañamos a nuestros clientes en el difícil y tenebroso buceo de la intimidad dolorida o a punto de reventón. Muchas veces ya llegamos tarde o no sabemos encontrar el sedante adecuado; otras, por suerte, conseguimos que

el paciente reoriente su brújula vital.

Confieso mi enorme gratitud a todos mis pacientes, porque de ellos he aprendido algo en cada sesión, en cada encuentro. Soy un afortunado por haber contado con muchos colegas maestros y con cientos de niños, adolescentes, adultos y ancianos que me han enseñado, sin ellos saberlo, a moverme con serenidad en tan procelosas aguas. Gratitud, pues, a todos.

Casimiro, ya en casa y con la insignia de AA. AA. de Don Bosco,

o salesiano emérito, como le dicen sus antiguos alumnos

de Orense

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El filósofo Sören Kierkegaard, autor de El concepto de angustia, fue un existencialista angustiado, que se agarraba a la vida con uñas y dientes, pues para él lo vital era la existencia, la realidad de cada persona concreta. Pues este hombre angustiado, pisando tierra firme, escribió: “…arriesgarse en el sentido supremo, es precisamente tomar conciencia de sí mismo”.

Yo, amigos lectores, en mis largas, casi eternas, horas de aislamiento hospitalario, rodeado de dolor y de heroicos sanitarios, he pasado mucha angustia, muchas estrecheces anímicas y respiratorias, y todo ello me llevó a tomar mayor conciencia de mi soledad, conciencia de lo que supone sentirse solo, aislado, ¿abandonado?, no eso no, pues nunca me faltó el cariño, la voz amiga, si bien sufriente de las heroínas que lucharon a brazo partido, hasta su extenuación, por salvarme a mí y a todos los enfermos del hospital.

Pero en tales circunstancias aprendí en carne propia la importancia de no dejar a tu vecino, desahuciado y que pedía quejoso, casi sin aliento, la muerte, porque no le llegaba oxígeno a sus pulmones. Yo luché con médicos y enfermeras por levantar su ánimo, por distraer su mente jurándole que no le dejaría solo; le puse música con el móvil de marchas militares que le gustaban, al recordarle su estancia en las milicias, mientras yo marcaba el paso marcial en la habitación para mover mi cuerpo atado al gotero.

Yo comprobé que mi compañero Vicente, al relajarse, se dormía y respiraba a buen ritmo, hasta dejar sorprendida a la Doctora, que veía con asombro la saturación oxigenante del paciente al borde del desahucio. Y Vicente, hoy está como yo, su compañero, en su casa, en familia, lleno de vida, abuelo, esposo y padre, bien superados los 80. Venció el virus con ayuda de sus heroicos ángeles sanitarios que le cuidaron con mimo y con la compañía cercana del amigo que ahuyentó su angustiante soledad, la puñalada que mata

implacable al débil o al bajo en defensas.

Durante el aislamiento pude tomar conciencia clara de mi fragilidad, pero también de mi capacidad para insuflar aire de esperanza y vida a un compañero desesperanzado, porque ambos nos aupamos, nos arropamos en nuestra pobreza y debilidad. Ambos

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tiramos con fuerzas sumadas por nuestras carretas atascadas y ambos remontamos la cuesta que solos nunca

habríamos podido subir.

Esta experiencia vital que hoy puedo contar me ha llevado a la autorreflexión, al encuentro conmigo mismo y he descubierto que yo y tantos otros de mi entorno, de esta sociedad compartida, vivimos en una rutina empobrecedora que nos vacía y aborrega, nos vuelve pasivos, haciéndonos creer inútiles y solo receptores de ayuda misericordiosa, hasta olvidar nuestras muchas capacidades y potencias. Nos han hecho creer que la pasividad es buena, que la vida se acaba al jubilarse, que no valemos nada y debemos estar quietos y callados. ¡Qué error y qué despilfarro de potencialidades! Estamos alienados. Tenemos que recuperar el valor de los ancianos, cargados de vida y experiencia vital, para insuflar valores y nueva vida a esta sociedad anestesiada, borracha, alocada, insensata. Los mayores no somos carga, somos árboles añosos, capaces de producir sombra benéfica a pequeños, jóvenes y adultos. Somos útiles en vida, hasta el último aliento.

La sociedad que creíamos avanzada, en pleno siglo XXI, en esta crisis se ha venido a tierra como un castillo de naipes y a partir de ahora hemos de repensar tantos valores olvidados y educar, reeducarnos todos, porque íbamos por camino equivocado, a gran velocidad y mirándonos al ombligo, cada uno al suyo, olvidando que el ombligo es recuerdo de relación, ligazón profunda con los otros, próximos y no tan próximos.

Hemos perdido humanidad, hemos perdido ternura. A mí el virus me ha ampliado la familia, los afectos, la gratitud. Cuando salí del hospital llorando como un niño me dolía no poder abrazar a mis cuidadores y llevarme la dirección de médicos, enfermeras, auxiliares para expresarles cuanto les debía. Ellos en su heroísmo se sentían satisfechos y pagados con la victoria conseguida. ¡Con qué poco se

contentan, los que se merecen todo!

He reaprendido que la vida, si no es para compartirla y para ayudarnos desinteresadamente, no es vida, sino pura vaciedad.

Casimiro en la escalera de Las Salinas

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Muchos lectores que no hayan hecho autorreflexión de cuanto nos está sucediendo y de cuanto nos espera en un futuro inmediato, podrían aplicarse como un diagnóstico cercano a su realidad vital

estas palabras proféticas del angloamericano Thomas. S. Eliot:

“Somos hombres huecos, somos hombres presuntuosos que juntos yacemos ¡Pobres molleras llenas de paja! Figura sin forma; sombra sin color; fuerza paralizada, gesto sin movimiento.”

Poemas, 1925

Necesitamos repensarnos, repensar nuestras actitudes, nuestros valores. Necesitamos más cercanía y menos barreras ideológicas. La vaciedad nos convierte en “muchedumbre solitaria”. Tenemos que salir de nuestra pasividad inducida y aceptada, de nuestra apatía. Tenemos que recuperar la responsabilidad olvidada; como seres humanos y sociales somos responsables de cuanto y cuantos nos rodean y debemos elegir para gobernarnos a los mejores, a los más honrados y honestos, nunca a psicópatas narcisos, que solo piensan en su ego insatisfecho e irredento.

Casimiro Bodelón Sánchez

León, 11 de abril de 2020

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Y TODO PASARÁ…

Emiliano Cabezón Merino

Fue profesor en el colegio San Francisco de Asís. Valladolid

Las Grandes Enseñanzas están hoy más accesibles y con un nivel de comprensión mayor. Nos falta dar el paso definitivo. Los sabios griegos nos manifestaron: “Conócete a ti mismo y conocerás a Dios y al Universo”. Sócrates decía: “Solo es útil el conocimiento que nos hace mejores”. Otros nos dicen: “Acércate a ti mismo”, “todo está en tu interior”. Jesús nos habla de que “la verdad os hará libres”…

Hay infinidad de enseñanzas, recogidas por las religiones, otros maestros y sabios, tradiciones de la espiritualidad de la humanidad, que nos ayudan a encajar en nuestra vida, desde un punto más profundo e interior, lo que nos sucede: catástrofes, muertes y virus que asolan la Humanidad y que siempre las ha habido: en el 1918 ya se usaron masivamente mascarillas.

Ante estos acontecimientos importantes surge un gran victimismo, miedo y culpa, y responsabilizamos a los poderes que nos gobiernan y a miles de cosas; pero pocas veces nos preguntamos las cuestiones fundamentales: ¿De dónde vienen realmente? Hay enseñanzas en la humanidad que dan guías y claves. Jesús nos dice que uno de los peores males es la ignorancia. Hay multitud de citas que nos llevan al interior, no desde el exterior.

Se trata de interpretaciones personales y cada uno tiene las suyas y sus formas de vivir según sus creencias, dogmas y verdades adquiridas. Pese a todo, seguimos llevados por la gran masa. Se constata hoy día que cada vez hay más personas que evalúan, comprenden y conectan consigo mismas y transforman la perspectiva de los acontecimientos, originando esta ola de interiorización, generosidad y donación que conecta con el hermano logrando esa unidad que somos.

A la postre, Covid-19 despierta nuestros miedos, que nos paralizan, nos ahogan, nuestras creencias nos atan, nos llevan a graves extremos y a enfrentarnos con los demás creyendo que nuestra verdad es la única. Hoy día se va encontrando gente abierta que no está enganchada a Matrix, que va despegándose de medios

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televisivos, que leen. La Física Cuántica ha constituido un avance extraordinario que desde la década de 1920 está creando gran avance en la Humanidad tanto a nivel tecnológico como de pensamiento. Una de las cosas importantes que nos enseña es a ver el Universo desde otra perspectiva, ampliando nuestra capacidad mental de comprender, enseñándonos que hay infinitas posibilidades

de interpretar y en la que nosotros somos los protagonistas.

Se trata de descubrir y recorrer el camino de búsqueda de la profundidad de las cosas sin quedarse en lo que se ve, que no es la realidad, sino solo apariencias. La vida como un continuo caminar, un río que cambia cada instante, y un progreso hacia un propósito. Así surgen las verdaderas preguntas fundamentales de las enfermedades, acontecimientos, muerte y Dios. Cuando te enfrentas

a ellas, ya no son extrañas y pasan a ser compañeras de viaje.

Estos momentos del Coronavirus, año 2020, se puede interpretar de muchas formas. Cada persona puede interpretarlo, como individuo que es, con sufrimiento, miedo, desgracia, muerte… Se alega que estamos manipulados, causas aparecen por doquier, lo que nos lleva a entrar dentro de la gran masa, entrando en el victimismo de siempre, en las culpas y en otras actitudes negativas que nos debilitan. Pero también podemos dar otros pasos:

1/ El primer paso nos toca darlo siempre a nosotros: es necesario observar, hacernos las debidas preguntas según nuestros conocimientos, pararse y entrar en nuestro silencio. Ser nosotros los protagonistas, tomar nuestras interpretaciones y, desde un punto más interior (no desde lo que se manifiesta), decidir si optamos por tener paz o miedo, infelicidad, sufrimiento… Nadie quiere esta opción, pero nos adentramos siempre en ella cayendo en una trampa que tiene consecuencias y no nos deja aprender lecciones.

2/ Nuestra forma de pensar tiene mucho que ver con lo que atraemos, tenemos y vivimos, con lo que queremos ver y cómo. Ni vemos ni escuchamos, mandando balones fuera. Estamos y seguimos dominados por la eterna actividad de querernos entretener, por el consumo, por las relaciones con otros, arrastrados por diferentes estados de ánimo cuya causa desconocemos, y ni nos preocupamos, disfrutando de una vida que nos lleva, pero no es la Vida con mayúsculas… No vivimos, ni observamos, atrapados en nuestra realidad sin poder huir o tener la suficiente conciencia para vivir, sin estar en el ahora, sin disfrutar de este momento, sin ser los protagonistas de nuestra propia película, atrapados en nuestra mente, llevados por “la loca de la casa” que decía santa Teresa de la

imaginación.

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3/ Podemos apaciguar nuestra mente, relajarnos. La Tierra es un ser vivo, ejemplo para nuestras vidas, y está reponiéndose. Como ella, nos podemos sumir más en nuestro silencio, depurarnos, hacer que nuestras buenas semillas afloren para poder dar su fruto. Puedo abrazar la vida desde ese interior silencioso, trabajar mis sentimientos para que mis actuaciones sean más coherentes, siendo el protagonista de mi propia vida, logrando aceptarme y mejorar mi bienestar.

4/ Formularnos preguntas que no solemos cuestionarnos en otros momentos… ¿Quién es tu verdadero enemigo? Tu mente sin domar, pero puede ser tu verdadero amigo; si la entrenas con sabiduría, no tiene límite. La vida te está dando un toque para que seas más consciente de lo que eres, para que dejes las ilusiones que te ciegan, la soberbia. Ve más allá de lo que pensabas y creías. Comprende las cosas superfluas que tomabas en serio y no tienen tanta importancia. La vida te estaba retirando cosas que tienes; no escuchabas ni estabas en ello; ahora puedes ir acercándote y darte dones; cuando dejes de quejarte y empieces a aceptar y a agradecer, podrás ver. En tu situación de inconsciencia, cabreo, conflictos, errores, que no te dejan avanzar, aprender. Agrandado por tus temores que están en la sombra (es decir, en tu inconsciencia), afloran en tu vida, se repiten

porque no eres consciente, como decía G. Carl Jung.

5/ Estas son situaciones para tranquilizarte, para hacer las cosas que más quieres, para que te des cuenta de lo que te rodea. Cuando transformas tu mente y te haces dueño de tu situación, la vida comienza a ser y aparecer más maravillosa. Todo pasará… y así podremos vivir con más capacidad y evolución. Son momentos difíciles, pero hemos salido de otras situaciones; sabemos salir y tenemos la capacidad para ello. Tenemos que manifestar coraje y sacar esos conocimientos elevándonos y buscando razones transcendentales en nuestro interior ante el dolor o la muerte. Haz que tu vida valga la pena, camina maravillándote. Vive como los grandes magos, sabiendo que esta no es tu realidad, que es como un sueño, pero aprovecha el sueño y juega. Armoniza y vive el presente, este momento que se te regala, sabiendo que es pasajero y te diriges a tu verdadero hogar.

6/ Es preciso seguir las leyes fundamentales del Universo. Ya H. Trismegisto nos habla de la ley del mentalismo, la ley de causa y efecto en que en este mundo dual estamos inmersos. Seguimos preguntando: ¿Cuál es la causa de esta situación? ¿A qué se debe? Hay miles de respuestas que están en nosotros mismos y lo que hemos creado con nuestro pensar. No podemos seguir el camino

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viciado de culpar a los demás de lo que nos pasa. Ese juego es tan antiguo como la Humanidad reflejado claramente en la Biblia donde la culpa siempre la tiene otro: Adán se la echa a Eva, Eva a la serpiente, y al final somos capaces de echársela a Dios, por ejemplo, por este mundo que no nos gusta y no comprendemos.

7/ Mirémonos a nosotros mismos, nuestra ignorancia, incomprensión, inercia. Vivimos el pasado continuamente y nos proyectamos al futuro. Por tanto, no somos conscientes del presente; no pasamos por la vida normalmente, solo cuando tenemos desgracias, muertes, enfermedades, situaciones como la que vivimos, hacemos un parón. No seamos robots. Aceptemos de una vez la vida, vivamos mirándonos a nosotros mismos; somos lo suficientemente conscientes de que la labor empieza por nosotros,

lo de afuera es nuestra proyección.

Examinemos esas inquietudes, esos deseos que a veces nos quitan la paz; intentemos estar bien con nosotros y con el Universo y así estaremos bien con los demás; intentemos no juzgar. La verdadera labor está en nosotros. Todo es perfecto y maravilloso cuando lo sabes, cuando estás preparado para soltar y ves con la visión de tu Ser. Nos empeñamos en cambiar el mundo, los demás. Epicúreos, Jung, Dostoievski, Einstein. Einstein, nos vienen a decir que, si no te gusta el mundo que vives, cambia tu forma de verlo y el

mundo cambiara. Está en ti la clave.

Antonio Nozal (exjugador de fútbol en el Valladolid), Francisco Martín Sánchez y EMILIANO

CABEZÓN en Medina hace unos años

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Todo nos sirve para avanzar. La vida no se para y menos en las dificultades, que es cuando reaccionamos. Son medios de entrenamiento y la vida nos los pone, para sacarnos de nuestro encasillamiento, de la pobre visión, haciéndonos evolucionar para estar entrenados y progresar. Todo está cambiando continuamente, solo hay una verdad absoluta: nada es permanente, todo a nuestro alrededor tiene un significado y nos muestra el progreso y el despertar de nuestro desarrollo personal, espiritual. La respuesta a los acontecimientos y a lo que sucede está en nosotros; pon tu impronta personal eligiendo el modo como nos afectan las situaciones. No fabriquemos falsos dioses para que hagan nuestra labor. Otras personas, debido a las pandemias y pestes, recapacitaron contribuyendo a un avance de la sociedad.

Los malos momentos son sacudidas que nos hace reaccionar, que nos sacan de nuestra inercia. Son el renacer de acontecimientos que aportan un crecimiento personal, ser más creativos, bienestar personal y de quienes nos rodean. Comencemos a creer, unidos a la naturaleza, solidarios, empezando por nosotros; si no tienes no puedes dar, frenando abusos para lograr una limpieza interior y exterior. Creemos más equilibrio, un sistema inmunológico más fuerte, con nuestra actitud positiva, fluyendo con la vida, cambiando nuestra manera de pensar en los demás, sin juzgar; validando a las personas independientemente del trabajo, su físico…, valorando más a los que nos rodean. Son momentos heroicos: de las personas que están desprendiéndose de posesiones, que están junto al necesitado aportando amor y cariño con su tiempo y vida.

Podemos avanzar y alejarnos del miedo inconsciente, valorando la vida, estando en presencia, cogiendo las riendas de nuestro comportamiento, reforzando nuestra energía mental con actitudes de bondad y amor que refuercen nuestra salud y nuestro interior, llevándonos por caminos más consciente e integrando a Dios, pero desde una nueva visión, en la que nos encontramos cerca de Él como verdaderos Hijos de Dios.

Importante es abrazar la muerte, que no sea un tabú; abrazar el momento, Covid-19, las muertes en silencio, conscientes de la vida. Quizá no es tan duro si uno se prepara y se despoja de deseos, falsos dioses, falsas interpretaciones, y consigue llegar a lo más valioso, que es nuestro espíritu unido a los demás y a la voluntad de Dios, que no nos abandonará jamás. El Amor de Dios. La vida tiene

su punto culminante en la muerte, que nos hace crecer, evolucionar.

Emiliano Cabezón Merino Valladolid, 14 de abril de 2020

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CARTA A UN AMIGO DEL COLEGIO

Fausto Casas García

Fue formador de Recursos Humanos y Prevención Laboral en Iberdrola. Bilbao.

Querido amigo:

Te envío un saludo muy cordial desde mi casa, donde estoy viviendo estos días una situación muy extraña de confinamiento obligado, que me hace recordar de una manera especial alguna época ya muy remota de nuestro internado en colegios tan queridos para nosotros como Medina, Allariz, Cambados y sobre todo Astudillo.

Fueron años llenos de juventud e ilusión, que hacían olvidar el “obligado confinamiento institucional” en medio de una vida dedicada al estudio, a la disciplina y a la formación religiosa.

Hoy, después de tantos años, aquí estoy en casa con mis seres queridos ocupando mis horas en hobbies y pasatiempos, soñando en que muy pronto este maldito coronavirus me autorice a salir de casa y disfrutar de esa libertad que pocas veces valoro tanto como en este

momento.

Creo que esta es una magnífica ocasión para valorar positivamente cosas tan sencillas y cotidianas y bonitas como dar un paseo, subir al monte, ir a la playa, etc., y olvidar hechos tan duros como la pérdida de un ser querido, que desgraciadamente se están

produciendo.

Pero bueno quiero buscar la parte positiva del momento sonriendo a la vida pues hay personas muy queridas a nuestro alrededor, como son nuestros nietos y nietas –yo tengo dos–, que con su cariño nos hacen vibrar emocionados para seguir adelante

con ilusión.

Nada más, amigo. Te deseo lo mejor.

Un abrazo

Fausto Casas García (636988440)

Bilbao 15 de abril de 2020

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UNA REALIDAD TREMENDA

Jesús María Castaño de León

Fue Director Comercial de Idiomas en Santillana. Madrid

Queridos compañeros del grupo Astudillo66:

Antes de nada, feliz Pascua de Re-

surrección a todos.

Herminio nos ha propuesto una iniciativa muy atractiva a la que uno no puede resistirse. Yo no soy una persona muy dada a escribir; prefiero la comunicación hablada pero, en esta

circuns-tancia, lo voy a hacer.

Hemos pasado una Cuaresma y una Semana Santa conviviéndola con una realidad tremenda. Este forzoso confi-namiento nos ha obligado a todos a reflexionar mucho –al menos a mí– sobre la vida

y la muerte, y sobre nuestra debilidad humana.

Yo la he vivido –la estoy viviendo– de una manera intensa y un tanto dramática. La enfermedad del Covid-19 ha afectado a mi hijo Pablo. No sabemos dónde la contrajo pero él había viajado a China y a Frankfurt a distintas ferias relacionadas con su trabajo. La ha pasado en su casa pero con síntomas serios y durante más de 15

días. No me detengo en los detalles. Ahora está bien y recuperado.

Semanas más tarde mi mujer Ofelia [hermana de José Ramón Rodríguez Lago] tuvo que ser ingresada de madrugada con un cuadro severo de insuficiencia respiratoria. La llevaron en ambulancia y ha estado cinco días en el hospital Ramón y Cajal. Le hicieron dos veces las pruebas del coronavirus y resultaron negativas, pero la analítica y las placas determinaron que sufría una embolia pulmonar, un trombo alojado en el pulmón izquierdo… En fin, un susto tras otro. Afortunadamente está ya en casa recuperándose.

Aparte de estos temas familiares, he recibido con mucha tristeza el fallecimiento de superiores y compañeros salesianos,

sobre todo Antonio Pérez Alén, Miguel Martín y Jesús Macho.

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Durante este tiempo me he comunicado con varios compañeros del grupo como José Ramón, Herminio, Ángel Téllez, Senén, Manuel Merayo, Juan Arce, Pereira, etcétera.

Y ya en el plano espiritual he vivido la Semana Santa viendo la misa en la televisión, rezando el Rosario y le-yendo. Seguía las homilías del papa Francisco y leía las hermosas reflexiones que nos enviaba Ángel Téllez. Y el resto de tiempo, televisión, prensa digital e información permanente. También ejercicio físico para mantenerse en forma. He conseguido adelgazar…

Bueno, nada más. Solamente quiero desear que después de tantos años sigamos teniendo vivos los recuerdos y los afectos.

Un abrazo para todos y ánimo. De nuevo, feliz Pascua de

Resurrección

Jesús Mª Castaño de León

Madrid, 15 de abril de 2020

Jesús en Cambados (1964) [Foto Mena]

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“EL ESPÍRITU DE CAMBADOS”

Rafael Castro Guerra SDB

Director de la comunidad salesiana de La Fontana. León

En la historia de la España salesiana, Cambados ocupa un lugar de privilegio para centenares, para miles de personas que disfrutamos años inolvidables que forjaron y modularon el crecimiento de lo que ha sido nuestro recorrido vital. Por la “pose” de la foto ya habréis adivinado quién os saluda y hasta os habrá traído al oído el tono de su voz atiplada. Naturalmente, soy Rafael, salesiano desde hace 60 años, “cura” desde hace 50, amigo –así lo creo– de todos los destinatarios de este recordatorio.

Agradezco, de verdad, a nuestro diablejo juguetón Herminio el que me haya sugerido compartir con vosotros recuerdos que, sin duda alguna, nos son comunes, porque han sido y continúan siendo bagaje de nuestras respectivas historias, tan distintas, pero tan cercanas, por haber bebido savia común, aunque no fuera más que algunos años de nuestra vida. Esa savia común es la que yo llamo en expresión un tanto abusiva el “espíritu de Cambados” .

Porque no sé qué ha tenido y tiene nuestro paso por esta hermosa casa salesiana que ha dejado en todos nosotros un poso de nostalgia positiva que ha sido capaz de convertir nuestros recuerdos, al encontrarnos por los caminos de la vida, en factor de alegría y comunión fraterna. Así, al menos, lo percibo y vivo yo cuando, por circunstancias muy diversas: celebraciones, visitas, encuentros fortuitos, onomásticos y hasta funerales… he tenido la ocasión de daros un fuerte y caluroso abrazo. (A ver si logro hacerlo a los que todavía no me ha cabido la suerte de hacerlo en el grupo).

Leeré con mucho gusto todas vuestras notas, seguro que llenas de detalles concretos y experiencias joviales y agradables unas, y un tanto “fastidiosas”, otras: son la trama de nuestra pequeña o gran historia. Y, ciñéndome un poco al período en que pude coincidir con

"Crispulín"

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vosotros en Cambados (años 1963-1966 ), me aventuro a hablar de

algo que para mí fue y es muy importante.

Era el período que, en clave salesiana, llamamos “trienio”, o sea, “la mili” en clave civil. De hecho, tuve que ir a tallarme al cuartelillo de la Guardia Civil de Cambados ese primer año de trienio. Recuerdo que éramos una comunidad numerosa, comandada por Benito Bercedo, director, Rosendo, Martín Gómez, Antonio Pérez, Javier de Andrés, don Vicente, don León Cartosio, Luis Ordóñez, don Pedrito, Ulpiano, Elías, Estébanez, Medina y los 7 magníficos que currábamos como los que más: Rudesindo, Chomón, Laureano, Pablo Bartolomé, Jerónimo, José Luis Barrio y el menda lerenda. La mayor parte de vosotros estabais en 4º curso. Al año siguiente se incorporaron Joaquín Nieto, Isidro Lozano, Ángel

Carvajal…

Cada uno éramos hijos de nuestros respectivos padres/ma-dres, pero el ambiente (la relación salesianos jóvenes-aspirantes) era extraordinariamente cordial y participativo: clases, deportes, fiestas, teatros, sobremesas, carteleras, encomiendas de servicio de la casa,

excursiones…

¿Os acordáis de mi “Crispulín”? Allí estabais muchos de vosotros. Yo era feliz, intentando haceros felices a vosotros. Los tiempos eran tiempos de “autoridad”, pero lo eran también de cercanía y amistades sinceras. Fue el momento del afianzamiento de mi vocación salesiana. Creo que os quería a los jóvenes y que los jóvenes me correspondíais con vuestro afecto y amistad. Amistad que sigue y seguirá siempre.

Eso es lo que me ha llevado a escribiros este saludo cordial en estos tiempos de confinamiento. Pero la mente ha sido libre y, entre las múltiples tareas que a pesar de la reclusión he de resolver cada día, he podido volar a aquellos tiempos en que todos éramos más jóvenes y disfrutar con los recuerdos que ahora os regalo, a la vez

que pienso en el futuro que espero y deseo mejor para todos.

Un fortísimo abrazo.

Rafael Castro Guerra SDB León, 16 de abril de 2020

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CONFINADO EN MI COMUNIDAD EN MEDIO DE LA URBANIZACIÓN

Carlos Manuel Celada Olmedo SDB

Administrador del Centro Don Bosco de Villamuriel del Cerrato y gestor del Albergue Salesiano Santa María, de Astudillo

(Palencia)

El 9 de marzo de 2020 sale en el periódico la noticia del primer infectado en la provincia de Palencia: se trata del director del Centro Don Bosco de Salesianos de Villamuriel de Cerato, que da positivo en el control del coronavirus después de unos días confinado en su casa de Dueñas como medida de prevención tras haber asistido junto con su Equipo Directivo a una reunión en León, la semana anterior. Los otros miembros del Equipo Directivo, al enterarse que habían estado en contacto con otros participantes en aquella reunión de León que dieron positivo, también se habían puesto en comunicación constante con el Servicio de Vacunas y Sanidad de Palencia, manteniendo el control de temperaturas y síntomas y llevando vida de trabajo normal en el colegio, al no darse síntomas y bajo la vigilancia del departamento

sanitario.

Un servidor, como salesiano de esta comunidad de Villamuriel, llevo la administración del Centro, junto con la de la Comunidad y, a mayores, la atención de gestión del Albergue Salesiano Santa María de Astudillo, que es una presencia que también atiende nuestra Comunidad Salesiana. Formo parte del Equipo directivo y no participé en aquella reunión de León por el tema en exclusivo de Educación y Gestión académica.

El jueves, tres días antes del lunes en que se anunció por parte de las Autoridades Educativas y Sanitarias el cierre de los Centros Educativos, el Equipo Directivo se puso en contacto con todas las familias y profesores, y el viernes ya no vinieron al colegio alumnos ni profesores.

Con mis hermanos salesianos que dan clase en el Colegio empezamos el tiempo de control y seguimiento por el departamento de Vacunas de Palencia de la temperatura y comunicación por e-mail de los controles diarios. El resto de la Comunidad, formado por los

Carlos con Nicolás Ruiz

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jubilados y mayores, lleva su vida normal y, para preservarlos, nos propusimos un horario de comidas en dos turnos, guardando en los espacios reglamentados, tenemos nuestra oración en la iglesia amplia. Comenzamos la cuarentena confinados en la Comunidad en medio de la Urbanización Virgen del Milagro en Villamuriel.

Llevo ocho años en esta comunidad. Desde que se cierra la Comunidad de Astudillo por la reorganización de la Inspectoría, pasan tres hermanos a formar parte de esta comunidad, a la que yo también me incorporo como administrador después de haber estado seis años como administrador en La Coruña-San Juan Bosco y colaborador en el Servicio Pastoral del Calvo Sotelo y parroquias cercanas. La comunidad seguirá atendiendo a la Familia Salesiana de Astudillo y todo el servicio pastoral con las parroquias de Astudillo y entorno. Aquí caigo yo, astudillano, motivándome el Inspector: “Tendrás cariño por tu pueblo”. Y se me encomienda la gestión de la Casa de Astudillo, como venía realizando la comunidad en la atención del albergue con capacidad para 110 literas para los grupos de niños y jóvenes que venían solicitándolo, principalmente durante los fines de semanas, vacaciones y campamentos, y hospedaje habitual con una veintena de habitaciones.

La comunidad quiere seguir atendiendo desde Villamuriel los grupos de la Familia Salesiana, la floreciente y animosa Asociación de AA. AA., el grupo de Salesianos Cooperadores, Asociación de María Auxiliadora, el Oratorio y el brillante y artístico Coro Rondalla Don Bosco que acompaña la eucaristía de todos los domingos para el pueblo y familias del Astudillo salesiano. Se continúa el servicio pastoral de domingo y lunes a las Clarisas y a la Residencia San José de las Hijas de la Caridad. Se continúa con la colaboración pastoral en la Diócesis con la ayuda a la parroquia de Astudillo y de las

parroquias cercanas, hasta un numero de siete con un único párroco.

Desde este día del confinamiento oficial, nos quedamos en casa. Con todo el dolor del alma, no nos podemos acercar a Astudillo. No se celebran las eucaristías, se cierra el Albergue y Hospedaje…

Estamos en casa grande con jardín y espacioso patio, a puerta contigua, en comunidad de nueve hermanos, atendidos en lo primario y esencial por una de la dos señoras de cocina y limpieza, que se turnan, realizando una recortada jornada para dejar la comida preparada y se marcha cuando el primer turno de comida de los jubilados baja al comedor; acabado este turno, bajan los cuatro hermanos que han estado por teletrabajo y videoconferencias

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siguiendo las clases y el contacto con los alumnos en sus casas. Nos toca hacer las tareas de fregado, limpieza de escaleras y pasillos. Como administrador, me toca la compra y, con mis guantes y mascarilla, me acerco con la furgoneta al Cash, lo más un día por semana, dejando a diario la compra del pan y tirar la basura. Cosas de la casa. Se alternan estas labores con tiempo de oficina y de contabilidad y seguimiento de la correspondencia y de la emisión de trasferencias y pagos según necesidades. Los hermanos están con lectura y noticias, y alguno puede pasear alrededor de la casa o hacer

alguna caminata midiendo los patios.

A las ocho de la tarde y, siguiendo el aplauso nacional para los sanitarios, servicios logísticos, de seguridad y atención a la ciudadanía en este estado de alarma, el joven y emprendedor director de la Obra Salesiana, [Santi Domínguez], lidera el momento en que todos los balcones y ventanas de los edificios que rodean nuestra casa vibran emocionados en aplausos, hace sonar por los altavoces del patio la canción “Resistiré” . Los primeros días se encendían lucecitas y focos en todo el entorno y, cuando se adelantó el resplandor del sol, empezamos a lucir flamantes banderas blancas, que mecidas por el viento o movidas al ritmo de la canción unen a las familias de nuestra urbanización, acabando con un ánimo y la bendición de Dios y de María Auxiliadora para todas las familias por parte del director, unido al aplaudo general. Es un espectáculo todas las ventanas de los 19 altos bloques por un lado, y pisos y chalets por el otro, rodeando nuestra casa: nos sentimos familia, amigos, más hermanados con quienes compartimos esta sonrisa de la tarde en medio de nuestro confinamiento.

Hemos tenido nuestros atípicos Ejercicios Espirituales, en casa, un tiempo programado con el mensaje del tema de mañana y de tarde, oración comunitaria en la amplia iglesia de María Auxiliadora, moderna, de ladrillo, presidida por una artística estatua esculpida en cedro del artista Ortega Bru. Fue un tiempo de paz y así preparamos la Semana Santa. De nuevo el emprendedor y

Algunos miembros de la comunidad de Villamuriel.

Carlos, el segundo por la derecha

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dinámico director de la comunidad Salesiana, denominada “Villamuriel-Astudillo-Palencia”, teniendo que llegar a todos sus grupos de la Familia salesiana junto con las familias de los alumnos, de las familias de la urbanización y de los grupos del Centro juvenil y Grupo Scouts…, organizó la emisión en directo de la “Eucaristía en familia” por el canal YouTube, con gran número de conectados. Se empezó haciéndolo todos los domingos y el 24 de mes en conmemoración de María Auxiliadora, y se continuó con las celebraciones de la tarde de Jueves Santo y Viernes Santo, la Vigilia de Pascua y Día de Pascua, que fueron muy seguidas. Y se continuó con la emisión por las redes sociales, también de la bendición y sermón para una procesión en tirolina entre los bloques del centro de la urbanización, seguida con máximo respeto y emoción: la procesión del Encuentro, deslizando suavemente la Cruz-Cristo desde un extremo y, en el otro, la imagen de María.

Las familias hacen llegar su comentario, emocionadas, de que toda esta atención pastoral y popular les está uniendo mucho. Hasta continúan con un bingo por altavoces al mediodía, recibiendo los regalos de la tarta de la panadería y de tiendas o hasta las medallas de María Auxiliadora que ofreció el director, siendo muy aplaudido y con un “Viva María Auxiliadora”, y de otros muchos como premios. Según la previsión de la Autoridad, ya está nuestro director coordinando las múltiples sugerencias que le van llegando de jóvenes, de familias, de Familia Salesiana y apoyos del Ayuntamiento…, preparando la Romería del 1 de mayo, que tanto cariño y entusiasmo suscita en Palencia, Villamuriel, Astudillo y

entorno, esta vez, en un formato para “En casa”.

Este tiempo “En casa” nos está haciendo sentir cercanos a las familias, y queremos que todos se encuentren bien, a gusto y “como

en casa”, que así reza nuestro lema inspectorial para este curso.

Todos estamos bien, el director del colegio recibió la confirmación de estar curado y no tuvo que ir al hospital, no conocemos casos de personas de nuestro entorno sufriendo la enfermedad. Nos llena de dolor la muerte de tantos y tantos, hermanos salesianos, amigos y familiares, que se han ido a la casa del Padre, sin despedidas, y rezamos por ellos y les recordamos cada

día en nuestra eucaristía comunitaria.

Damos gracias a Dios y a María Auxiliadora por su bendición y auxilio.

Carlos Manuel Celada Olmedo, Salesiano En Villamuriel de Cerrato, a 24 de abril de 2020

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LEVADURA Y HARINA

Manuel Ángel Celada Olmedo

Fue Ingeniero técnico de Inyección en Visteón España. Medina de Ricoseco (Valladaolid)

Esta pandemia nos ha acentuado la vida de familia. Todas las horas del día compartiendo con la mujer y/o hijos.

Disponemos de mucho tiempo. Necesitamos hacer cosas para no caer en abandonos, en kilos excesivos de peso, en aburrimientos.

Pensamos: ¿Por qué? Y, luego, una vez que todo esto pase, ¿qué?

Recordamos, visitamos álbumes y ojeamos fotos.

Decidimos porque somos valientes: "Podemos con todo".

Apostamos por wasap: “Hemos hecho tal postre o empanada".

Y contestamos: " Y yo más "

Y decidimos de nuevo: levadura y harina. ¿Y... por qué no si somos manitas? Y nos vamos a las cocinas de casa. Y recordamos...

Ya en los años 60, en nuestra época de aspirantes, hacíamos "cocinas".

Sí, levadura y harina me ha hecho recordar en Cambados.

Ya con mis 15 años, un día me tocó "Cocinas" con don Luis Ordoñez. Siempre le recuerdo y recordaré tan vivo y jovial.

A las siete de la mañana y muerto de sueño, pero abiertos los ojos de ilusión, me presento junto a don Luis para ayudarle en la cocina.

Él ya tenía en lo alto de los fuegos dos ollas grandes de aluminio donde preparar la leche del desayuno en una y, en la otra,

el agua con la carne del cocido para el mediodía.

–Manuel –me dice–, ahí tengo las dos ollas con la leche y el agua. Cuando sean las ocho y cuarto, echas los garbanzos estos en la olla del agua. Tú no te preocupes, que te dejaré la olla destapada del agua, y la olla de la leche, como ya estará caliente, la dejo con la

tapa puesta. Así no podrás equivocarte.

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¿Equivocarme?... Todo sucedió conforme a lo previsto. Dieron en el reloj las ocho y cuarto y, efectivamente, allí en lo alto de los fogones estaban las dos ollas y una de ellas tapada.

Yo, que no podía presumir de estatura –con razón aparecía en las primeras filas de las fotos grupales–, no llegaba a ver el contenido de las ollas y, habiendo llegado la hora convenida, introduje los garbanzos en la olla

destapada… y a esperar su guiso.

La mañana iba viento en popa.

A las 8 y media tocan a desayunar y... Recuerdo:

–Vamos, Manuel –me dice de nuevo don Luis–, ayúdame a llevar la olla de la leche a la mesa al pie del montacargas, para empezar a repartir la leche en las jarras de servir.

Y... ¡sorpresa! Empezó a aparecer la leche con los garbanzos. ¡Tierra, trágame! A la carrera nos tocó colar toda la leche y recuperar los garbanzos.

Y sigo recordando a don Luis que me decía:

–Manuel, no te preocupes, que tú no tienes la culpa, que la culpa es mía. No caí en la cuenta de dejar la olla bien tapada para no

habernos equivocado.

¡Genio y figura, pura bondad, la de don Luis!

Se puede decir que recordar es la base para vivir el presente y afrontar el futuro, al menos, con algún conocimiento. Ahora, levadura y harina. Entonces, hace 55 años, leche y garbanzos.

Feliz confinamiento y un abrazo.

Manuel Ángel Celada Olmedo Sanxenxo, 19 de abril de 2020

2º de Filosofía en Medina (1968-1969)

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¿PROGRESO ADECUADAMENTE?

Ángel Díaz Fuentes Fue maestro de Educación Primaria en Madrid, Getafe y Valdemoro.

Responsable de Medios Informáticos (RMI) y Secretario del CEIP Pedro López de Lerena, Valdemoro (Madrid).

Coordinador del grupo "Estudiantes Salesianos 1956-1965"

Después de la inesperada experiencia de mi hospitalización y cuarentena, motivadas por haber sido afectado por síntomas leves del coronavirus o COVID-19, así como por el confinamiento actual, puedo reflejar, a petición amable de Herminio, unas ideas o reflexiones que me iban y venían "como mariposas" en la habitación especial del hospital y que también han continuado en mi aislamiento personal dentro de

casa. Las expongo de casi de forma esquemática.

1. La vida

Un don del Creador y de los padres, cuya importancia no agradezco ni aprecio ni valoro convenientemente, pues pienso que voy a vivir muchos años, así porque sí; aunque no cuide mi cuerpo con una sana alimentación y un adecuado ejercicio físico.

He sentido mucho que el coronavirus se haya llevado la vida de muchos padres y abuelos, en ocasiones, por falta de medios

sanitarios y sin poderse despedir de sus allegados.

2. La familia

La vida actual no me facilita tanto la relación con los miembros de mi familia, con mis parientes, como cuando vivía de pequeño en nuestro pueblo, ya que estamos separados por kilómetros de distancia y de ocupaciones que nos llenan las horas de cada día y dificultan la relación física entre nosotros y, a veces, la relación telefónica o telemática produciendo un distanciamiento, tal vez, involuntario. Solo en casos puntuales de celebraciones o defunciones parece que resurge y se reactivan tanto los sentimientos

como las relaciones familiares.

También advierto que la relación con los miembros de mi propia familia (esposa e hijos) está un poco debilitada por el ajetreo diario, la dedicación a actividades varias, el uso de la televisión y del móvil, el mantenimiento de la unión, motivación y coordinación del grupo de compañeros y amigos de internados salesianos a través de Internet...

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3. Los amigos

Los amigos forman esa otra "familia elegida", escogida libre y voluntariamente, que son un importante apoyo, consejo, reprensión y ayuda en la vida diaria. Ocurre algo parecido a la familia "de nacimiento": también no lo cuido ni me relaciono con ellos como me gustaría por la distancia y la vida acelerada que llevamos en este mundo globalizado en el que priman los intereses económicos y de prestigio social. Sin ellos me parecería quedar como huérfano y, probablemente, no apreciaría la necesidad de buscar nuevas relaciones sociales, nuevas amistades.

Desde el año 2003 en que pude contactar con varios compañeros y amigos de los años de internado en los Aspirantados y Seminarios Salesianos, he vuelto a revivir los aspectos principales de aquella "vida familiar al estilo salesiano", cuya práctica se realiza en cada comida periódica u ocasional y en cada encuentro anual que, desde entonces, animo y coordino dentro del grupo "Estudiantes Salesianos 1956-1965", cuyo noviciado se desarrolló en Mohernando (Guadalajarra) durante el curso 1961-62. Para mantener el contacto, animación y coordinación con sus miembros, comencé usando el correo electrónico, después el blog y la red social WhatsApp, habiendo dejado de usar Facebbok y Twitter porque su mantenimiento me ocupaba mucho tiempo, que tengo

limitado por otras actividades.

Me produjo una gran satisfacción poder reunir el día 18 de abril de 2015 en el Colegio Salesiano de Arévalo a 111 compañeros de 8

Encuentro en Arévalo (18 de abril de 2015), organizado por "Angelillo"

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grupos diferentes, de mayor y menor edad que el nuestro, en un Encuentro Conjunto de Estudiantes Salesianos con motivo del Bicentenario del Nacimiento de Don Bosco. Tuvimos la ocasión de reencontrarnos no solo con compañeros y amigos; sino también con superiores o profesores de los años de formación en los internados salesianos.

4. La educación

La educación, en sus facetas humanística y religiosa, la recibí durante los años de internado en los Aspirantados y Seminarios Salesianos de Zuazo de Cuartango (Álava), Arévalo (Ávila), Mohernando (Guadalajara) y Guadalajara, capital, durante mis etapas de niño, adolescente y joven. Recuerdo y valoro la "vida familiar al estilo salesiano", la alegría, el trabajo y el esfuerzo, la esmerada presentación de los trabajos (con limpieza y letra caligráfica o, al menos, clara y ligada), las variadas materias de conocimientos, la práctica de la memoria (con poemas y obras de teatro), la música (aprendiendo a tocar instrumentos y participando en el coro y en las zarzuelas), el teatro, las fiestas (especialmente de María Auxiliadora, Don Bosco y Domingo Savio), las comidas especiales y las sobremesas, las carteleras publicitarias, el deporte, los paseos, "las notas" o calificaciones mensuales, las manualidades, los juegos de mesa, la educación en "buenas maneras", las meditaciones, los momentos de oración, la devoción a María Auxiliadora y Don Bosco, "los cargos" mensuales... Reconozco que no se puede juzgar y valorar justamente aquella vida y la formación recibida en una época preconciliar (antes de la aplicación de la doctrina del Vaticano II) y predemocrática con la mentalidad de hoy, pues las circunstancias y mentalidad social son muy diferentes. Destaco y me quedo siempre con lo bueno.

Confieso que la práctica religiosa la he tenido bastante descuidada, sobre todo, hasta que comencé los encuentros anuales con los compañeros y amigos de los años de internados salesianos. Valoro la importancia de cuidar el espíritu y la relación con la divinidad que dé como fruto la caridad o ayuda a nuestro semejantes, así como el cuidado del medio ambiente en beneficio de todos.

5. El diálogo

Practico y considero el diálogo como medio de relación con cualquier persona, especialmente con la familia y los amigos; pero reconozco que hay momentos en que cuesta mantener la serenidad y el equilibrio. Hecho de menos la falta de diálogo sereno y con mente abierta entre personas allegadas y, sobre todo, a nivel político. Pienso que la verdad sobre cualquier aspecto de la vida y sobre la mejor forma de solucionar sus asuntos o problemas no es propiedad de ninguna

En Zuazo, 1957

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persona, en particular, pues todos podemos aportar algo valioso para conseguirla.

6. El optimismo

Aunque he tenido muchos momentos de pesimismo durante los años de trabajo, sin embargo, tanto en mi internamiento en el hospital como en la cuarentena y confinamiento actual, he procurado que el optimismo acompañe mis sentimientos y pensamientos, pues lo considero muy importante y necesario para una vida sana y equilibrada.

7. La lectura, el cine, el teatro, la música, la zarzuela y la ópera...

Estimo y siento que debo dedicarles más atención buscando una distribución más racional del tiempo, pues enriquecerán la parte espiritual de mi persona.

8. La sociedad actual

No me encuentro satisfecho con la actual sociedad española porque, influenciada, muchas veces, por las proclamas de los partidos de izquierda, no ha sido capaz de combinar los valores sociales antiguos con los nuevos que han aparecido en el período democrático, dejándolos al albedrío de cada persona, sin buscar un consenso o acuerdo. Siento que no se valoran adecuadamente ni se cuidan ni se promueven.

El valor exagerado del dinero, de las posesiones, de los gastos en compras (vehículo, vacaciones, ropa y calzado, fiestas...) predominan en la sociedad yendo en detrimento de la salud, la tranquilidad, la alegría, el respeto del medio ambiente...

9. La globalización y el cuidado responsable del Planeta

Con ocasión de esta pandemia del coronavirus que padecemos en el mundo presente, también me han venido a la mente ideas como estas: el mundo está globalizado en muchos órdenes de la vida, el Planeta no está siendo bien usado ni tratado, y las personas y naciones no pueden actuar libremente por su cuenta porque todo lo que hagamos repercutirá en las demás y en la sostenibilidad del Planeta.

Si hago una evaluación personal de los puntos expuestos, debo reconocer que "no progreso adecuadamente" y que necesito mejorar, como la sociedad española y el mundo en que me toca vivir. Estoy "Confi(n)ado" en que puedo mejorar con mi esfuerzo personal y la ayuda de la familia, los amigos y la Providencia. En este tiempo de Pascua de Resurrección durante el mes de abril, me propongo "resucitar" un 'Angelillo' mejor.

Ángel Díaz Fuentes (alias 'Angelillo') Valdemoro (Madrid), 23 de abril de 2020, Día del Libro

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GUSTAR DE LA ACOGIDA FRATERNA

Joaquín Egozcue Alonso SDB Doctor en Filosofía. Administrador de la obra salesiana

de la Fundación Masaveu. Oviedo

La dulce insistencia, pero insistencia, de Herminio me ha ayudado a expulsar los restos de las aguas del Leteo que inmovilizan y hacen perder la memoria de lo vivido.

Me encuentro como Jonás en la playa donde ha sido vomitado por el monstruo, tratando de desembarazarse de sus babas, porque ha sido devuelto a Nínive, donde tendrá que anunciar la salvación.

Empiezo con el recuerdo de mi comunidad actual. Ahí tenéis una instantánea. No están todos los que son –falta Pedro Aller–, ni son todos los que están: José Luis Rubio, el primero por la izquierda cambió de tarea hace ya dos años al menos, y Modesto Ovejero, implicado también en esta pandemia global, está actualmente ayudando a nuestros hermanos enfermos en la comunidad de León

Santiago el Mayor, la antigua sede inspectorial.

Todos los demás somos, y cinco quedamos para contarlo. Al lado del director, Fernando Domenech, están Tirso a su derecha y Emilio a su izquierda, ambos con 94 años.

José Luis Rubio, JOAQUÍN EGOZCUE, Modesto Ovejero, Tirso Álvarez, Fernando Domenech, Emilio

Mata, Avelino Uña y Melchor Lobato. Pascua de Resurrección de 2016

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Tirso y Avelino [Uña], que está sentado entre Emilio Mata y a Melchor Lobato, nos han dejado. Primero cayó Avelino, el que pensábamos indestructible, el faro y guía del colegio, el que resolvía cualquier problema y encaraba las situaciones más difíciles y a veces odiosas. Después el inefable Tirso, maduro parecía ya para la siega, tierno viejecito que poco a poco parecía ganarse el cielo.

La foto refleja la cena del día de Pascua de 2016 y está hecha en Salamanca, donde la comunidad empezaba un paseo que llegaría por el sur hasta las minas de Río Tinto. Expresa, pues, un momento feliz, una especie de ideal de comunión. Por eso la he incluido en esta nota.

Yo, ahora, transcurrido el tiempo de pasión y oscuridad, la vuelvo a ver como signo de verdad y promesa de comunión, dominada ya la incertidumbre y el temor a la muerte que he gustado en este no acabado aun tiempo de tinieblas.

Me toca ahora, acompañado y sostenido por mis hermanos,

gozar por un momento de las delicias del amor fraterno.

Como ya sabéis, por experiencia, toda vida en común tiene sus momentos de dificultad, sus perfiles más duros y cortantes y no es raro que nos hiramos con ellos y entre nosotros. Yo ahora puedo gustar de la acogida fraterna de un modo como antes no había probado. Son las ventajas del herido que vuelve a casa, del hijo reencontrado, del hermano que se llegó a creer perdido.

El pasado viernes 10 de abril, el Viernes Santo, llegaba a casa en ambulancia desde el HUCA (Hospital Universitario Central de Asturias). Fue entonces cuando me enteré que había estado todo el tiempo de mi internamiento en ese hospital, porque mis ensoñaciones me colocaban en otro que ni debe existir.

No fue la única novedad. Al llegar, Fernando y mis hermanos me fueron poniendo al corriente de lo ocurrido: UCI, intubación, sedación, tremendamente grave… Me fui enterando así de lo que “de verdad” había ocurrido. Me extrañó también que me dijeran que había transcurrido un mes desde que entré hasta que salí del citado hospital. No solo no sabía dónde había estado, sino tampoco qué

tiempo había pasado allí.

Sin espacio ni tiempo, sólo con una experiencia subjetiva interior bastante agitada, lejana de las intervenciones médicas, experimenté ese “punto donde se dividen alma y espíritu” (Heb 4,12) entre ensoñaciones más o menos disparatadas, de modo que he vuelto a este mundo con la tarea de esclarecer lo vivido con lo

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“objetivamente” contrastado. Una tarea que en estos momentos no me urge, quiero descansar y coger fuerzas, pero que pacientemente espera su momento.

Las últimas noches me propuse hacer algo. Creí que tenía que impulsar un cambio en nuestro modo de vivir.

En cuanto llegué a casa, fue lo primero que traté de formularme para poder formularlo a otros. Llegué a escribir un papel que ahora no me parece bien madurado, pero que encuentro formulado en varias de las intervenciones del papa Francisco comparando el virus Covid-19 de la pandemia global con el virus peor de la indiferencia y el egoísmo.

Ese es el cambio que hemos de encarar con resolución; si no, el virus nos habrá ganado dos veces y las que se replique.

Joaquín Egozcue Alonso

Oviedo, 20 de abril de 2020

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QUE ESTO TERMINE PRONTO

Manuel Feijoo Fernández,

Fue maestro en el CEIP Seis do Nadal. Vigo

Estimados amigos y compañeros durante los años de 1960 a 1968: Vivo habitualmente en Vigo, pero ahora estoy con mi mujer en Barracel, a tres kilómetros de Nigueiroá, donde yo nací, y a uno y medio de Rosén, el pueblo de Juan Arce, de Xinzo de Limia (Orense).

Gracias a Dios, nos cogió el confinamiento aquí, en la segunda residencia, porque los 28 habitantes ni usamos guantes ni mascarillas salvo cuando vamos a la compra a Allariz o a Xinzo.

Todos tenemos una finca de cultivo y, con el pretexto, salimos todos los días incluso por los alrededores, disfrutando de este hermoso paisaje y del trino de los pájaros: jilgueros, mirlos, cuco, ruiseñores… Al grupo que tenemos en Vigo les mandamos fotos de plantas ornamentales y árboles frutales en flor porque imaginamos cómo es vivirlo entre cuatro

paredes.

Desde desde el 68 perdí el contacto con casi todos excepto con Arce, Camilo de Allariz, Salvador Álvarez y pocos más. Casi me es imposible identificaros en la foto de Cambados que me envió [José María Santamaría] Jambrina.

Bueno, ya hablaremos más cuando disponga del ordenador ya que quedó en Vigo.

Un fuerte abrazo y que esto termine pronto.

Manuel Feijoo Fernández Barracel (Orense), 25 de abril de 2020

Manuel Feijoo “confinado” en Barracel (Orense)

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CONFI(N)ADOS… EN LAS CATACUMBAS

Manuel Fernández Fernández SDB Psicólogo. Catacumbas de San Calixto. Roma

Una gran devota de la Virgen (ADMA) me comunicó hace semanas, via Whatsapp: “Don Manolo, María Auxiliadora lo ha sacado a tiempo de Oviedo. Ha sido un milagro de Ella”. Se refería esta buena amiga a que, tras el mes de vacaciones que nos dan en invierno en Las Catacumbas [de San Calixto, en Roma], el 17 de febrero cogí el avión de regreso a Roma [después de estar unos días en la comunidad de Masaveu, donde el virus afectó a todos los componentes de la comunidad.] Realmente, quien me hizo regresar sano y salvo fue el billete prenotado de RyanAir (50 euros ida/vuelta).

La verdad, es ciertamente angustioso –yo lo viví, momento a momento, desde aquí– constatar cómo, de siete salesianos de mi previa comunidad de Oviedo-Masaveu, dos murieron (Tirso Gallego y Avelino Uña) y los otros cinco se contagiaron del Covid-19. Todo comenzó el 29 de febrero al regreso de una reunión de profesores en León, justo doce días después del supuesto milagro-rescate de la Virgen.

Siguiendo recomendaciones del Estado italiano, la Santa Sede cerró, sine die, Las Catacumbas de San Calixto. Los 17 Hermanos quedamos confi(n)ados en nuestra bellísima finca-residencia, un auténtico Parque Natural de dos kilómetros de longitud. Nuestra vida es normal; prácticamente seguimos como antes del cierre, exceptuado el contacto con los visitantes y las precauciones y recomendaciones generales, como salir, visitar, acompañar, etc. Lógicamente todo ello está anulado y controlado.

Lo que no quedó excluido –solo los alocados ideológico-psicológicamente han caído en la trampa– fue el consiguiente pavor-angustia ante situaciones tan simples como una simple tos, una

En las catacumbas… exteriores

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respiración azorada o unas décimas arriba en el termómetro. No me excluyo, sobre todo por mi prolongado catarro nasal que me está haciendo el principal consumidor de pañuelos desechables. Respiraciones, 12/13 por minuto, no más; 20 minutos de respiración profunda aguantada… “Senti, Don Mànuel (con acento en la à), per l’età, ci siamo persone in rischio”. ¿Quién no se angustia así, quien quiere morir en Babilonia, lejos de la Tierra Prometida de Canaán, y del “bollu preñau” y la sidra de Oviedo?

Estando en Cambados (primero de Aspirantado, 1953-54), el Sr. Ordóñez nos pringaba –hoy sería crimen de lesa majestad– con un poco de aguardiente (aquella sí era fuerte, ¡carallo!), antes de ir a la cama, para pasar la gripe. Me pregunto si no sería este un buen antivirus también hoy; hay paisanos míos que lo aseguran. De todos modos, el equivalente italiano, la grappa, no creo que tenga las mismas virtudes curativas.

Personalmente, antes de dormir, en mi oración personal, me

hago preguntas que no dejan de calar profundo en mi alma:

–Ay, Manoliño, e si te chegara come pasou a outros, terías valor

en abondo.

–Home, pois, eu pensó que sí, pero inda me quedan cousas por facer”.

Pues la cosa no está para bromas ante esta que alguno ha llamado “peste de reciclaje de material obsoleto” (léase viejos).

¿Tendrá base científica eso de que los viejos hemos de dar paso a los jóvenes y, así, ahorrar a la SS? El caso es que es justamente lo que está pasando. Es incluso real que, ante el conflicto ético, los respiradores se asignan preferentemente a los que construirán el futuro; al igual que, ante una emergencia, primero los niños…

Para dar término a mi reflexión, a pesar de todo, quiero proclamar, como humano y cristiano mi actitud optimista frente a este enemigo invisible a los ojos, pero que asusta, angustia, contagia y mata, a pesar de las medidas y de la labor científica.

• No es la primera ni será la última peste que azota la humanidad. Pero en el 2020, estamos más pertrechados para combatirla –tras pagar el diezmo, eso sí–, y la solidaridad, generosidad e incluso heroísmo se palpan cada segundo. Revolcándonos reflexiblemente en la historia, todo ello es muy digno de consideración.

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• Las “cabezas pensantes” de todo el mundo nos guían por este camino de optimismo, comenzando por el Papa, escritores, filósofos, periodistas… (Dios confunda a los escasos locos de atar). Y el lema Obámico “Yes, we can” ¡se siente, se siente…!

• Nos queda, a todos, una reflexión vital: ¿Realmente somos conscientes –a nivel personal, grupal, político, científico, económico…– de nuestra fragilidad como raza, como

estructura social, como planeta, etc.?

• Necesitaremos todos, especialmente aquellos que nos guían en cualquiera de los campos citados, un esfuerzo religioso-filosófico responsable, con la mirada puesta en lo fundamental, es decir, en la persona humana y en su felicidad. Sin olvidar que el azar cuenta (cf. la novela de Dan Brown El origen, sobre

la Ley de la Entropía).

Realismo y optimismo, alegría-dolor, vida-muerte, hombre-natura, tierra de tu maceta balconera–cosmos…, todo se puede y se debe conjugar razonablemente.

“Yes, we can”, señores usufructuadores todos del Planeta

Tierra.

Pmanolito

Roma, 13 de abril de 2020

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TODO EL TIEMPO PARA VIVIR

Senén Fernández López

Fue Director de Relaciones Institucionales de editorial Oxford. Madrid

El 23 del pasado mes de febrero mi mujer y yo decidimos dar una vuelta por Salamón, mi pueblo, que varios de vosotros ya conocéis. Era un buen momento del año para comenzar a poner en marcha la huerta y el jardín de la casa, podar los manzanos, ciruelos, algún cerezo, rosales, y liquidar los topillos que todo lo estropean durante el invierno…

Las noticias alarmantes del coronavirus en China y la llegada de este a la zona del Véneto italiano eran una invitación bastante clara para recluirse preventivamente en la Montaña Oriental leonesa antes de que el virus llegará definitivamente a la capital de España, pero no lo hicimos. Volvimos a Madrid el domingo, día 1 de marzo, porque el día 2 tenía que visitar a mi neumólogo por mis revisiones del cáncer de pulmón que, como muchos de vosotros sabéis, he tenido.

Esa semana del 1 al 8 de marzo fue la semana de las dudas, de la improvisación e incertidumbre, de las sospechas y desconfianzas, de las decisiones posiblemente mal tomadas, de empezar a pensar que había que hacer previsiones y provisiones puesto que lo que se estaba acercando tenía muy mala pinta.

En la mañana del día 8 de marzo decidimos venirnos a una casa de campo a unos 50 kilómetros de Madrid. Las personas de riesgo, como es mi caso: corazón y pulmón, debemos protegernos.

Y esto hemos hecho y seguimos haciendo.

Estamos, no puedo decir encerrados, pero sí limitados por la valla de la parcela y tenemos todo el tiempo del mundo para pensar, para analizar, para intentar comprender, para ponderar hechos, actitudes e intenciones, y también, cómo no, para rezar, pedir perdón

y perdonar.

La etapa salesiana de nuestra niñez y juventud ha vuelto definitivamente a nuestra jubilación y ojalá nos acompañe el resto de nuestra vida. Yo creo que los lazos de afecto, de cariño, de verdadera hermandad entre todos nosotros nunca han dejado de existir.

Senén con Felicísimo Sueiro en 2019

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Cuando éramos niños y jóvenes aprendimos, metabolizamos y pusimos en valor en nuestras vidas el sistema preventivo de Don Bosco. Seguro que para todos nosotros la prevención y la prudencia se transformaron en norma de vida. Fuimos varios los que, cuando abandonamos la congregación en distintos sitios –Madrid, León Valladolid–, siempre permanecimos en contacto conservando los ideales y las formas de hacer las cosas aprendidas en nuestros años de formación.

He recordado muchas veces a lo largo de mi vida, y este año por supuesto también, la Semana Santa de nuestro último año de aspirantes en Cambados y aquella hora santa de nuestra madrugá particular acompañando al Señor en el gran momento del sí definitivo al Padre en Getsemaní. Hoy, en esta situación, la idea magistral de Herminio es volvernos a encontrar con muchos más de nosotros mismos que habitualmente no lo hacemos y compartir sentimientos ideas y hechos de nuestras propias vidas.

He repasado las fotografías de cuando éramos aspirantes, del noviciado, filosofía y trienio. Os aseguro que, al veros, os siento como mis compañeros de siempre, como mis verdaderos amigos, que, aunque ha pasado mucho tiempo, cuando nos encontramos se produce una emoción de auténtico respeto y cariño entre nosotros.

Me considero un afortunado y doy gracias a Dios por todos y cada uno de vosotros por haber formado parte de mi vida. No es bienvenido el Corona pero sí he de admitir y reconocer que nos está ayudando a no despistarnos y a centrarnos poco a poco en aquello que decía el tío Pablo de Remolina, primo carnal de mi abuela Ro:

“A mí solo me preocupa hacer bien las cosas para pasar al otro lado”.

Enfrascados en esta tragedia, me supone diariamente un gran empacho, y mi mujer ya ha tenido dos crisis de ansiedad y mucho insomnio a cuenta de tanta desgracia. Pero vivir en plena naturaleza durante cerca de un mes y medio ha sido también una oportunidad que apenas conocía mientras ocupaba mi vida hasta ahora con tanta actividad en la ciudad. El reencuentro con mucho tiempo libre, la ausencia de ruidos y de coches, la gran oportunidad de volver a degustar la reflexión y la soledad significó una nueva realidad para

comenzar a hacer cosas distintas y más despacio.

Ver amanecer, ver por dónde sale y por dónde se pone el sol cada día en las montañas de Navacerrada, observar el crecimiento de los días en plena primavera… es una delicia natural. Hecho de menos a mis dos hijos y a mis cuatro nietos de 3 a 5 años. Lo mismo

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que echo de menos a mis otros cuatro hermanos y sus familias con

los que hablo todos los días.

Quiero recordar expresamente –y hacerlo con vosotros– a los compañeros de curso (Enrique Hernando, Juan López, Domingo de Anta, Francisco Castañeda, Julián Fernández, Miguel Martín, Jesús Macho) y a los salesianos conocidos por mí que han fallecido recientemente (Antonio Pérez Alén y Teófilo Oreja). Que descan-sen todos en paz.

Me parece también que es el momento oportuno, una vez mas, de agradecer sus esfuerzos y desvelos por nosotros a todos los que han sido nuestros profesores y superiores a lo largo de nuestro periodo de formación y que hoy tienen acceso a este foro: Paco Chomón, Paco García, Ulpiano, Felisín el de Astudillo, Eleuterio,

Jerónimo Andrés y tantos otros…

Estoy, como casi todo el mundo, preocupado al contemplar cómo funciona nuestra España hoy. Seguramente tengamos lo que

merecemos. Que Dios nos ayude a salir de esta difícil situación.

Un abrazo a todos.

Senén Fernández López Caraquiz (Guadalajara), 15 de abril de 2020

Jesús Castaño, Herminio Otero, Mons. Julio Parrilla, José Ramón R. Lago y SENÉN Fernández,

cantando todos el Andiamo compagni

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UN RECORDATORIO DE NUESTRA FINITUD Javier Fernández Pereira

Doctor en Filosofía. Fue director del IES Fernando de Rojas, de Salamanca

La retórica persuasiva de Herminio me ha puesto en la tesitura de escribir algo sobre la situación de pandemia que vivimos. En mi opinión, no tenemos suficiente distancia todavía para tener un análisis que vaya más allá de obviedades o generalidades, de modo que aquí doy cuenta de algunas de mis perplejidades.

No hace mucho, ha habido otras pandemias provocadas por virus letales (Ébola, SARS, Gripe-A, etc.). Las hemos conocido pero no las hemos sufrido. ¡Ah, pero ahora la cosa cambia! El covid-19 ha atacado también al mundo rico y desarrollado, al mundo que más provecho sacó de la globalización económica y tecnológica, que se creía inmune a estas catástrofes tercermundistas. Pero un virus estratégico ataca siempre por el flanco más débil: ancianos y ya enfermos. De pronto, también nosotros descubrimos que tenemos un subsuelo, unos bajos fondos, pero no los veíamos ni nos

preocupaban.

Las reflexiones políticas y económicas, filosóficas y teológicas, humanitarias y sensibles de todo tipo se han disparado. Cuando otros lo sufrían, nosotros seguíamos a lo nuestro. Ahora parece que el mundo tal como lo conocemos se vendrá abajo.

¿Servirá esto para que nos reconciliemos como humanidad? ¿El miedo nos hará renunciar a la libertad en favor de una seguridad

tipo “un mundo feliz” de A. Huxley?

La utopía tecnológica habla de la persona como un cíborg, como un potente microprocesador en el que lo importante no es el cuerpo sino la combinación de datos en el cerebro que un día se podrán almacenar en un disquete durante años y conectarlos de nuevo para estar vivo en el siguiente milenio. Es una metáfora de lo que se conoce como poshumanismo. Claro que esto sería para unos pocos privilegiados que se lo pudieran pagar, aunque curiosamente eso nunca se dice, dándose por supuesto que toda la humanidad irá por esos derroteros.

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En todo caso, la pregunta es: ¿Para qué? ¿Merece la pena esperar un futuro que será una mera prolongación del presente? Y sobre todo, ¿encontraremos así, por fin, el auténtico sentido de la

existencia humana?

Algunos han dicho que el Covid-19 será la puntilla del capitalismo. No lo creo, pero ya desde la caída de Lehman Brothers muchos economistas y no economistas consideran urgente una reforma profunda de este sistema depredador e injusto que nos ha alienado entre nosotros.

El inmenso poder técnico que está desarrollando la humanidad, en sí beneficioso, no ha ido acompañado de un progreso moral paralelo.

Por otra parte, el Covid-19 está siendo un recordatorio de nuestra finitud, lo que significa tomar conciencia de nuestros límites, lo que nos enfrenta a nuestros miedos y temores, pero también suscita la compasión que despierta la solidaridad con el sufrimiento común que nos une.

Un nuevo desvelamiento de nuestra contingencia radical es una invitación a revisar nuestra escala de valores y reorientarla a lo realmente importante, tanto desde la perspectiva individual como social y política. Esperemos que así sea.

Javier Fernández Pereira

Salamanca, 15 de abril de 2020

En las esquinas: Antonio González G., director de la escolanía, y Javier F. Pereira

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DESDE EL CORAZÓN

Gloria Galán Aguado Profesora del colegio Príncipe Felipe. San Sebastián de los Reyes

Querido Herminio:

Me pides que te regale una carta escribiendo cómo estoy viviendo estos días de con-finamiento... Y no resulta nada fácil porque, a pesar de tener apa-rentemente todo el tiempo del mundo..., me falta el sosiego y la calma en medio del torbellino de vivencias que esta situación supone. Pero paso a dar rienda suelta a mis palabras...

Lo vivo con incredulidad. Cuando abro los ojos por la mañana me parece estar viviendo un sueño..., que no es real llevar tantos días, no ver a nadie por la calle, no oír los coches. ¿Es verdad esto que está pasando?, me

pregunto.

Lo vivo con agobio. Muchas horas al día luchando con los medios informáticos para tratar de dar las clases on line, eso que se ha puesto ahora de moda y que desde un despacho se ve tan fácil... Pero me faltan esos pequeños detalles, esas miradas, esas caras de alegría o de no entender nada, ese comentario tan expresivo que espontáneamente se le escapa a algún alumno...

Lo vivo con preocupación y con el deseo de que no les alcance el virus ni a mi familia ni a mis amigos ni a las personas más cercanas.

Lo vivo con inquietud, tratando de gestionar en la distancia alguna ayuda para que les llegue a las familias con las que trabajamos como voluntarios de Cáritas.

Lo vivo con angustia. Por no saber cómo lo están pasando Los Amigos de la Calle de Sant’Egidio Madrid..., a los que acompañá-bamos y llevábamos la cena una noche a la semana.

Lo vivo con tristeza ante la muerte en soledad de dos personas queridas. Antonio Cano Moya, párroco en San Atanasio y en San

Gloria con su hijo Samuel

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Juan María Vianney, periodista, poeta..., pero sobre todo amigo cercano. Callado, siempre presente, amigo de los sencillos y de lo sencillo... que nos hacía descubrir, una y otra vez, que “solo se ve bien con el corazón”, que “lo esencial es invisible a los ojos” como decía el Principito. Y Juan de Dios Martín Velasco, sacerdote también, filósofo, estudioso de las religiones... pero sobre todo lúcido y con gran capacidad para expresar con palabras sencillas la riqueza de la experiencia religiosa más profunda. Con él, el misterio de Dios

se hacía más cercano y presente.

Lo vivo con rabia e impotencia por no haber podido despedir a estos dos amigos y no haber podido abrazar a sus familiares y

amigos. Es la imagen más cruel e inhumana de esta pandemia.

Lo vivo repitiéndome a mí misma las palabras que pronunció el papa Francisco en su oración del 26 de marzo: “Convertir en algo bueno lo que nos sucede”.

Y desde entonces...

Vivo tratando de disfrutar con el trino de los pájaros que me despierta cada mañana y antes no oía.

Vivo tratando de trasmitir ánimo y tranquilidad a mis alumnos, agradeciendo sus mensajes de cariño y recordando momentos memorables que dan sentido a la profesión que tantos años llevo desarrollando... “Ahora todo concuerda”, me dijo un alumno, de repente y emocionado, después de una explicación. Se había producido el “milagro” cotidiano de la educación.

Vivo agradeciendo las noticias que me llegan de los compañeros que siguen al pie del cañón en Sant’Egidio y en Cáritas.

Vivo dando “gracias a la vida” por tantas personas que se han cruzado en mi camino y que ahora “están de otra manera” con palabras de Julián [Herreras], con su presencia ausente. El gran

misterio de la vida.

Vivo uniéndome al dolor de tantas familias que sufren.

Vivo con alegría y deseando hacer y recibir llamadas, videollamadas, whatsapps..., experimentando que no estamos solos, que la familia y los amigos ahí están, estamos, de forma

incondicional.

Vivo esperando que lleguen las 8 de la tarde, “la hora de las palmas”, como dice mi amiga Isabel [hermana del fallecido Antonio Cano]... Rito que nos une a tantas personas... y que es muestra de

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lo más profundo de nuestro ser, de nuestra fragilidad y del deseo de

bien que nos habita.

Vivo... A veces solo sobrevivo... y entonces rezo con las palabras de Julián:

Desde mi desaliento, desde la impaciencia que me crispa, desde mi postración desesperada, desde la rabia contenida,

hacia ti lanzo mi grito de angustia.

Dame una brizna de esperanza.

Desde este pozo ciego, donde el ángel oscuro atenaza el vuelo, desde mis contradicciones más íntimas y dolorosas, desde mis escisiones más sangrantes, hacia ti sube mi grito.

Dame una brizna de esperanza.

Desde el ombligo del ser donde el miedo nos agarra y la fiera del dolor se enquista, donde canta el ser más hondo, donde atizamos las llamas más vivas, donde anidan las pérdidas irreparables, “hacia ti sube mi sofocado lamento”.

Dame una brizna de esperanza.

Déjame un resquicio por donde penetrar tu piel, abrir la corteza de tu ser y otear y adivinarte. Acaríciame con el rescoldo último de tu luz pura. Dame tan solo una brizna de tu misterio,

una brizna de esperanza.

Dame una brizna de esperanza.

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Esto es lo que ha salido... Una cosa es segura: es real y hecho desde el corazón.

Un abrazo.

Gloria Galán Aguado [Esposa de Julián Herreras, fallecido el 18 de octubre de 2003] Alcobendas, 15 de abril de 2020

20 de marzo de 1982: Boda de Julián y Gloria, rodeados de amigos: Joaquín Suárez, Victorino García,

Silvestre Llamas, JULIÁN HERRERAS, Fernando Vázquez, Isidro Escudero, Carlos López, Epigmenio

Rodríguez, Jerónimo Valladares, José Ramón R. Lago, Víctor Morán, Jesús Zan y Herminio Otero

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ESPERAMOS TIEMPOS MEJORES

Victorino García Álvarez

Fue docente en el IES Universidad Laboral (El Bosco) y Rey Fernando (Ciudad de Zamora). Zamora

Estoy confinado en el pequeño pueblo de Antoñán del Valle, en la provincia de León. El día 14 de marzo, cuando empezó, todo salí de León para pasar los 15 días de cuarentena que se suponía que iba a durar lo del coronavirus, y aquí estoy 45 días después, y suma y sigue.

La verdad es que lo llevo muy bien porque, al estar en una casa de pueblo, puedo moverme con bastante libertad por la casa y la huerta que tengo detrás, con árboles frutales y pajaritos haciendo nidos. Por eso mi caso no tiene

nada de particular.

Lo que me ha producido pena son las noticias que llegaban de la antigua inspectoría de León con la muerte de algunas personas conocidas, como Avelino Uña, que hizo que noviciado conmigo; otros, como Cayetano y Tirso, también tuve en el pasado buena relación con ellos; hasta que ha llegado la noticia de que Graciano, que es de Acebes del Páramo, muy cerca de aquí, había superado la enfermedad…

Este retiro obligado me recuerda los ejercicios espirituales que hacíamos en la vida salesiana, con la diferencia de que aquellos duraban una semana reflexionando y ahora vamos por dos meses y seguimos reflexionando. Es curioso comprobar que aún en estos tiempos, cuando aparece una desgracia colectiva como esta pandemia, suele aparecer gente que recurre a vírgenes y santos –cómo a santa Bárbara cuando truena– con oraciones, novenas o cosas por el estilo para que nos libren del mal. Seguimos con la idea

El nieto de Victorino tiene a quién parecerse

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del Dios tapagujeros y que nos saque las castañas del fuego. No hay nada más que ver los wasaps para comprobarlo. En fin, yo solo creo en el Dios que me mostró aquel Galileo que murió un viernes por la

tarde preguntando por Dios.

Lo que más echo de menos es la ausencia de contacto con las personas cercanas, como los cafés por las mañanas en León con los compañeros de la época de Cambados y al nieto, que no puedo verlo con solo tres meses que tiene. Es lo más difícil de llevar.

Pero bueno, siendo positivos, seguimos vivos y dando gracias a Dios por ello. Y esperamos tiempos mejores en los que podamos vernos y charlar de nuestras cosas pasadas y presente.

Ánimo y un abrazo para todos

Victorino García Álvarez Antoñán del Valle (León), 24 de abril de 2020

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LO QUE SIENTO Y VIVO EN ESTE TIEMPO DE PANDEMIA

Francisco García Fraile SDB Misionero de la Misericordia. Santiago de Compostela (Coruña)

Cuando uno vive con sosiego espiritual y procura vivir con la vida centrada en Dios, la nueva situación que origina esta pandemia del coronavirus no altera esencialmente mi vida. No obstante, esta pandemia ha frenado el ritmo de la normalidad y, sorprendentemente, nos envuelve en un aislamiento social y de silencio propicio para pararme, organizar mi tiempo, poner al día asuntos pendientes, leer y dedicar más tiempo a la oración, como escucha al Señor Jesús que me habla, como la mejor ayuda en momentos especiales, concen-trándome en valores esenciales.

A través de informaciones variadas, hermanos salesianos fallecidos, muertes en números sorprendentes por su cuantía, me formulo alguna pregunta que me ayude a percibir lo que puede acontecer o cómo quisiera que sea el comportamiento social, cuando

todo esto pase…

Siento el dolor, angustia y sufrimiento de tantas personas, de muchas familias que experimentan el desgarrón afectivo sin apenas despedida humana y familiar. Y, por encima de todo, se me hace presente de manera destacada y estimulante la solidaridad y la colaboración de muchos ciudadanos, el personal sanitario, las fuerzas de orden público, el ejército y la institución eclesial que están

a la altura.

Y, ante tanto dolor, sufrimiento y muerte, mi pensamiento se despierta preguntón: ¿Estoy contra el virus o es el virus contra mí mismo? Tal vez… sea yo contra mí mismo. ¿Me preocupo debidamente de los demás? ¿Forma parte de mis intenciones la ayuda efectiva? ¿Soy empático con su sufrimiento? Yo estoy en casa y vivo de lujo. ¿Y los que no tiene casa? ¿Y los que trabajan en primera fila: sanitarios, capellanes, etc.? ¿No poseo una dosis

significativa de indiferencia?

Paco con José Antonio

Astorga en Medina (1968)

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He rezado más de lo acostumbrado personal y comu-nitariamente. Hemos celebrado una novena especial, oración comunitaria nocturna especial… Dios aprovecha nuestra generosa oración para enviar abundantes gracias a toda la humanidad. Basta que siga amando frente al dolor. Él se encarga del resto. A mi edad, ochenta y cinco años y medio, desde una perspectiva pastoral ¿qué puedo hacer? He de estar atento a no caer en la indiferencia. Se infiltra en nuestra vida y cambia nuestra forma de actuar y ver a los demás. Esta pandemia es sutil, peligrosa y hasta la puedo olvidar viviendo encantado en este mundo de indiferentes afortunados.

Decía Moltmann, ha- ce ya algún tiempo, que la característica cultural más peligrosa de nuestro tiempo era la apatía, es decir, la indiferencia, el déficit de pasión. Una indiferencia que se manifiesta en tres tipos de fenómenos rela-cionados entre sí:

• El olvido del sufrimiento

ajeno.

• La ausencia de

compasión.

• Y la incapacidad de

padecimientos.

Y esto es así, si vivimos entre muchas “pasioncillas” y poca “Pasión”, en un mundo de muchos deseos a ras de tierra y a nivel de egocentrismo y materialismo. La fe en Dios, vivida a las duras y a las maduras, me está llamando a ser persona apasionada de Dios y su Reino.

Inmerso en este mundo de mal, dolor y muerte, misterio de fe, me hace creer y confiar en Dios Padre bueno, Amor, Creador, que no castiga, que es bueno y misericordioso, cuyo oficio es acoger y perdonar, que se compadece de los que sufren.

Eso No me resuelve teóricamente el problema del mal y sufrimiento en este mundo, sino que, a través de sus llagas de crucificado y resucitado, me abre un horizonte nuevo de esperanza, iluminando mi vida, mi muerte y Resurrección.

Paco en Santiago de Compostela en la actualidad

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Por eso, veo a Jesús en la persona de las víctimas, los médicos, los sanitarios que los atienden, los científicos que trabajan por descubrir medicinas y vacunas para sembrar salud y vida. Tal vez

nos ayude a todos a descubrir a Dios donde no lo esperábamos.

Desde la Pascua, el Señor Jesús nos envía a Galilea, la Galilea de los gentiles, a la vida, a un mundo herido para comunicar su presencia liberadora, para “vendar corazones desgarrados, consolar a los afligidos”, tejer lazos de comunidad y fraternidad.

Desde la Pascua, aunque parezca que todo sigue igual, nada será lo mismo. Con la pandemia, se ha paralizado el despilfarro, el consumismo, la pasión por el dinero, la seguridad total en el desarrollo científico y el poder y, experimentando que un virus ha puesto este mundo patas arriba, volviendo a la normalidad será más fácil comprender que la vida es más bella y feliz cuando amamos, cuando compartimos, cuando perdonamos, cuando alejamos resentimientos y tenemos a Dios en el corazón.

Paco García Fraile SDB Santiago de Compostela, 15 de abril de 2020

"Filósofos” en Medina (1966-1969), donde Paco fue director (1966-1969)

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NECESITAMOS PERSONAS CON INTELIGENCIA

Carlos García Geijo Fue profesor de Química en el IES Salvador Dalí de Leganés

Viniendo de Herminio, no solo no puedo negarme a su petición, sino que es una satisfacción, aunque dudo que yo pueda dar ideas interesantes.

El enclaustramiento: Al principio lo tomé con curiosidad, con cierta tranquilidad. Pronto establecí unas rutinas diarias, nada estrictas, eso sí, como a tal hora levantarse, hora de paso ligero por el pasillo…, y así la mayor parte del día.

Hubo que sacrificar el café en el Ratito, donde ya te conocen y te ponen la ración de churros cuando te ven entrar por la puerta y saludas a algún conocido. ¿Qué será de ellos? Solo tengo el teléfono del bar. ¿Cuándo volveré a verlos?.

El tiempo pasa ocupado entre los quehaceres de la casa, la marcha diaria de 45 minutos por el pasillo y mucha y variada lectura y poca tele. He comprobado que es bueno tener más de una lectura

simultánea por lo de la variedad.

Lo duro empieza cuando, a los pocos días del confinamiento, empiezas a conocer los primeros casos de amigos, las primeras hospitalizaciones: una amiga nuestra con quien me chateo todos los días, y su hija, y el hijo de otro amigo… Y entonces vas conociendo el rostro auténtico de este virus maligno, lo duro de la medicación, las dudas de si saldrán adelante… Afortunadamente estos amigos lo van

superando, aunque están aislados en sus casas.

Pasan los días, te adaptas a tu rutina… Pero a lo que no te adaptas es a los números: crecen los infectados, los muertos…Y no tardas en saber de la muerte de algunos mayores cercanos, como alguna madre o padre de conocidos.

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¿Cómo me siento? Estoy muy preocupado porque no veo coordinación entre las autoridades. En circunstancias especiales el timón lo tienen que llevar los expertos…

Tendría que haber más profesionales de la sanidad que políticos. Hacen falta personas con experiencia, con facultades, con inteligencia.

Esto es lo que creo.

Carlos García Geijo

Madrid, 13 de abril de 2020

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TIEMPO DE RETIRO

Hermenegildo González Santos SDB Secretario del colegio salesiano de Cambados (Pontevedra)

Ayer, con un telefonazo, Herminio me sugirió la posibilidad de unas líneas sobre estos días, o..., en fin: que escriba algo. Pues eso

estoy haciendo.

Aquí, en Castrelo-Cambados –por donde todos estuvisteis algún año de vuestra vida–, el virus se está notando poco (¡qué bien!), pero no es oro todo lo que reluce. La situación de nuestra casa es una maravilla: desde el pórtico, aparece un valle verdeante y silencioso, unos densos viñedos y, aunque sea distanciados, podemos pasear y dar un vuelta por esto parajes, aunque sea con la debidas distancias. También las distancias en casa son un incordio...

Bueno, el tiempo es tiempo de "retiro", que va pasando más lento de lo que parece por las malas noticias salesianas nos ido llegando y nos hacen pensar. Nos han dejado muchos hermanos. La edad es un denominador común… y se nos acerca.

Uno de los fallecidos es un compañero de curso de Teología, un músico de sensibilidad admirable, compositor y muy buena persona: José María García Méndez. Era el actual secretario inspectorial. ¡Una pena!

Pasando a otra cuestión: suelo leer todo lo que aparece en el correo del grupo, también estos días. No conozco a todos los que escriben, pero me parece muy interesante todo. Puede que sea digno

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de destacar las colaboraciones de personajes de nombre y de renombre, además de los sabrosos comentarios de muchos de los componentes del equipo...

Una de las cosas que más me han gustado últimamente ha sido lo referente a la música. Me han encantado especialmente los tres responsorios de T. L. de Vitoria, acompañados de las correspondientes partituras. He impreso las partituras y he escuchado la música. ¡Ha sido algo delicioso! Y no por la belleza coral del siglo XVI, no. Lo más emotivo tiene que ver con los recuerdos que las voces evocaban: compañeros, situaciones...

Otra belleza musical magnífica: la versión vocal del primer

movimiento de la Primavera de Vivaldi. Oro molido.

Gracias a todos por esos envíos.

Y no sigo. Otra vez será.

Desde Castrelo-Cambados, que también ha sido y es vuestra casa, un afectuoso saludo.

Gildo González Santos Castrelo-Cambados, 15 de abril de 2020

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HOMO DEUS

Esteban Grijalbo Obeso

Ingeniero de minas. Fue Director General

de Encore Computer España. Madrid.

ESTEBAN GRIJALBO, “Chinchi” Pedrosa y Juanjo R. Husillos, “amigos avilesinos"

Desde que Yuval Harari escribió Sapiens no he dejado de seguirle, lo que no es tarea baladí, ya que sus tres libros hasta el momento (Sapiens, Homo Deus, y 21 lecciones para el siglo 21) totalizan, mal contadas, unas 1.500 páginas.

Si Sapiens es la historia de ayer, Homo Deus pretende ser una historia de mañana: la biotecnología, la nanorrobótica y la inteligencia artificial alimentada por el big data nos permitirán alcanzar un estatus de semidioses casi inmortales. Harari aventura incluso que seremos auténticos dioses, en el sentido de que seremos capaces de crear

vida de la materia inerte.

Stephen Hawking no veía el futuro de la humanidad en esta dirección; más bien pronosticaba que la raza humana podría ser exterminada, pero hay un punto de conexión entre ambos, ya que Harari ve el futuro no como un paso más de la evolución, sino el origen de un nuevo género en que sapiens daría paso a una especie

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de ciborg y la progresiva desaparición de nuestro género, como sucedió con todas las formas de homí-nidos previas a sapiens.

A veces, comentando estas ideas con amigos, me he lamentado: qué pena no ser una generación más joven para ver y vivir el futuro que vislumbramos.

Pero este insignificante, invisible, ni siquiera con vida propia, virus que se ha colado en nuestras vidas nos ha traído de nuevo a la cruda realidad, y también ha sido tema de charlas en estos días de forzada reclusión, incluso filosóficas: ¿Cómo podemos estar pensando en convertirnos en dioses cuando un miserable virus, sin ni siquiera saberlo, sin ni siquiera intentarlo conscientemente, porque ni tiene inteligencia ni tiene consciencia, es capaz de poner en jaque en solo cuatro meses a toda la humanidad? Un microorganismo intracelular doblega a la humanidad justo en el momento en que parecía que estábamos en un estadio de la evolución del homo sapiens al homo Deus. ¿Habrá sido este el último ridículo de soberbia en que cae el ser humano?

Harari también preveía que algo como esto era posible, pero su

respuesta, o mejor, su apuesta, era que saldríamos reforzados.

Esa es también mi postura, así que, en unos meses volveremos

a ilusionarnos con ser dioses…

Esteban Grijalbo Obeso Madrid, 15 de abril de 2020

Estaban Grijalbo, en el centro, en 5º en Cambados

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LA ESPERANZA QUE NOS QUEDA Federico Ibáñez Pérez SDB

Secretario del colegio salesiano de La Coruña

COVID-19 tambalea los cimientos del mundo que nos habíamos construido muy a nuestra medida

No cabe duda que la irrupción del Covid-19 en nuestro mundo occidental está haciendo tambalear las columnas de nuestras seguridades, incluidas las de la propia Iglesia. El hombre occidental estaba vislumbrando una larga vida, casi inmortal en el plazo de unos treinta, tal vez cuarenta años: en alguno de los libros de Yuval Noah Harari, que Herminio nos invitó a leer, podemos encontrar esta afirmación. No es el único. Hoy este autor israelí ya se muestra más cauto al afirmar que nuestro mundo es hoy mucho más frágil: ante este virus «me he aislado completamente en mi casa» –afirma en una de las últimas entrevistas que le han hecho–; no obstante, es un historiador con visión optimista.

La esperanza es lo que hoy no debemos de perder. «La esperanza es como el sol, que arroja todas las sombras detrás de nosotros», dice Samuel Smiles. Esta virtud tan cristiana y salesiana la tenemos metida hasta la médula desde que entramos en un ambiente salesiano.

«Nunca chovera tanto que non amizase»: nunca llovió tanto que no escampase. En A Coruña este es un dicho muy popular que

nos anima en días que parece que nunca va a dejar de llover.

Desde aquí vimos muy lejano el virus allá en enero o febrero, no digo ya en octubre o noviembre cuando nos vacunábamos de la posible gripe de este invierno. ¿Quién se acuerda ya de la gripe de este año?

Cuando llegó el primer contagiado de Madrid, alguien que venía con la idea de presentarse a una entrevista de contrato por parte de Inditex, escuchamos la noticia con curiosidad y algo de preocupación, aunque no excesiva. Pocos días después aparecieron algunos más que no guardaban relación con este primero y el número siguió

incrementándose hasta el día de hoy.

El viernes, 13 de marzo, ya vinieron muy pocos alumnos al colegio y tan solo por la mañana; por la tarde quedaba un pequeño

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grupo. A partir de entonces el colegio clausuró todas las actividades presenciales; asimismo el centro juvenil y las demás plataformas sociales. Posteriormente se cerró también la iglesia parroquial y las

distintas actividades.

Aquí seguimos en cuarentena, saliendo tan solo para lo más imprescindible: médicos, farmacia…

Al ser una comunidad numerosa –somos 15–, hemos establecido dos turnos de oración comunitaria y de comidas.

Tenemos la suerte de contar con un pabellón de deportes y patio externo para poder hacer algo de ejercicio físico.

Van relajándose la tensión y preocupación de los primeros días y vemos la situación con más optimismo y esperanza de poder superarla.

Desde nuestra residencia contemplamos el paseo de las playas de Riazor y el Orzán totalmente desiertos. Las gaviotas y algún perro paseando a su dueño pasan de vez en cuando; así y todo, poco.

A día de hoy, 14 de abril, ya se ve algo más de movimiento; se conoce que la gente va tomando confianza.

Por supuesto, cada día, a las 8 de la tarde nos unimos al aplauso y los pequeños conciertos de cinco a diez minutos que se nos ofrecen en la plaza Zalaeta, vecina a nuestro colegio.

«El Coronavirus ha puesto de “rodillas” a un mundo “lleno de soberbia”», resumió el cardenal salesiano Óscar R. Maradiaga. Esta afirmación nos ha hecho caer en la cuenta de lo tranquilos que vivíamos en el primer mundo, ajenos a tantos virus que asolan el tercer y cuarto mundos y que son el “pan de cada día” allí, aparte del hambre, la falta de agua potable, las muertes infantiles… Estas otras pandemias no vacían nuestras calles, parques, plazas, colegios, iglesias… Tal vez por esto no nos sentimos tan implicados.

No cabe duda, todo esto va a suponer un cambio en la educación, en la catequesis, en la predicación, en la vivencia de la fe. Si no cambiamos a una fe más adulta, habremos perdido una oportunidad que no sé cuándo volverá a repetirse.

Pero «la oscuridad y la muerte no tienen la última palabra. Con Dios nada está perdido», nos recuerda el papa Francisco. Esta es la esperanza que nos queda y que realmente vale la pena.

Federico Ibáñez Pérez SDB A Coruña, 14 de abril de 2020

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CONFINADO CON CORONAVIRUS Eleuterio Lobato González SDB

Vicario de la antigua casa inspectorial. León

Estas cosas del COVID-19…, confieso que a los principios me parecía una saturación de los medios. Pronto pasé por días muy amargos viendo sin ver cómo hermanos –hasta 21 han fallecido en el último mes en la actual inspectoría de Santiago el Mayor– eran “cazados por la trampa del cazador”, uno, otro y otro… Y sin despedida ni “responso”. Sí que, con la cabeza gacha, interiorizaba: “¡Dios! ¿Qué hemos hecho?”. Y, con mis hermanos de comunidad, rezaba y rezo:

“Tú (Dios) que eres el consuelo en la fatiga y el apoyo en la debilidad, por la intercesión de la Santísima Virgen María y todos los santos,

quita todo mal de nosotros”.

No se me ocurre culpar a Dios, sino admirar el misterio de la creación, del cosmos, de la vida y de la Redención. En la sencillez salesiana he recordado a María Auxiliadora su presencia animadora cuando Don Bosco y sus chicos se arriesgaron a cuidar de los enfermos del cólera…

Finalmente, el Jueves Santo –¡oh, el amor fraterno, Cuerpo y Sangre que se entrega por vosotros!– dos ángeles vestidas de blanco (nuestra cariñosa enfermera del Centro médico se llama María de los Ángeles) nos hicieron la prueba del coronavirus.

–¡Eleuterio –me dijo maternalmente–, das positivo; tienes que

hacer cuarentena!

Si ya antes cumplía las normas del confinamiento, ahora, con más disciplina, aunque no soy sintomático. ¡Cómo me presta oír unos golpecitos a la puerta de la habitación para que recoja la comida y luego dejar la bandeja sobre la banqueta! Al final del día, me sirven

la prensa.

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La verdad es que no me llega el tiempo para “hacer los deberes”. Madrugo menos, rezo el Oficio Divino y unas cuantas oraciones de la mañana, dedico bastante tiempo a la lectura y a la reflexión, visiono documentos y mensajes de internet (¡Madre mía, cuántos documentos, cartas, reflexiones, retransmisiones, conferencias, etc.!) y dedico bastante tiempo a contestar llamadas telefónicas y hacer algunas. Lo llamo apostolado de la comunicación. Además, puedo ordenar y desempolvar mucho material que esperaba este “santo advenimiento”, sea de libros, de apuntes, de armarios y maletas, y todo tipo de “propiedades”.

He leído un libro de la CCS, Las visitas de María. Salvo algunas ambientaciones geográficas e históricas, no me ha gustado. He leído también –consejo de un obispo en internet– el Libro de Job con detenimiento y profundidad. Con este tipo de lecturas, el tiempo de oración, la meditación, etc., aunque no de manera oficial, estoy

haciendo unos provechosos “Ejercicios Espirituales”.

La doctora Amor, nuestra sabia, bondadosa y encantadora médico de cabecera, me autoriza a hacer algún paseíto por el jardín

Eleuterio en 1970 con los clérigos Marino Bartolomé, Horacio de Paz, Luis Castaño,

Federico Ibáñez y Herminio Otero

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con mascarilla y guantes. Estos días son buenos. ¡Qué idílico escuchar los pitidos del solitario mirlo desde la copa del pino, observar el revoloteo, las carantoñas y el beber de las torcaces y las tórtolas, los poses desconfiados de las urracas, la cercanía de las cigüeñas y de los cuervos, amén de otros pajarillos persiguiendo mariposas y mosquitos, o las abejas recolectando el polen y néctar del romero y de los frutales en proceso de floración. Debido a tímidas lluvias, la naturaleza presenta su alfombra verde. Hay vida.

También me ha permitido participar en los Oficios de Semana Santa y de la Eucaristía diaria, pudiendo compartir la alegría de la Pascua en reglamentaria distancia. Pascua, paso de la muerte a la vida. Gozo con el remonte de Graciano sobre su batalla contra el coronavirus, y lo mismo de Felisín, ingresado, o de Modesto, ya de

alta.

Eleuterio Lobato González León, 14 de julio de 2020

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NO ME SIENTO SOLO

Carlos López Gutiérrez

Fue maestro de Taller en la especialidad de Moldes y Reproducciones en el Ciclo Superior de Escultura. Escuela de Arte de Valladolid

El pasado 13 de marzo, al poder trabajar mi hija desde casa, decidimos recluirnos en Tudela de Duero. Con algunas provisiones, varios libros y una tarjeta para internet, estábamos servidos. Y desde hace diez días estoy físicamente solo, al tener que incorporarse mi hija al trabajo en un laboratorio para analizar los test virales. Pero no me siento solo. Me siento tan unido o más si cabe a mis hijas, que les toca estar en primera línea de fuego (la otra es pediatra en Zaragoza) y, al mismo tiempo, privilegiado por participar de la amistad de tantos antiguos compañeros, brindando saludos y buenos

deseos, porque nos tenemos presentes.

Vivo aislado y consciente de esta tragedia humana que vivimos como una pesadilla: nos toca de cerca con personas queridas o familiares de amigos, pero nos vemos obligados a vivirlo en la distancia.

Me exaspera la situación que vivimos en el país, con un porcentaje altísimo de políticos por número de habitantes y kilómetro cuadrado, quizá uno de los más elevados del mundo, con poca preparación y un montón de privilegios que se han asignado a sí mismos.

Frente a ello me enorgullece enormemente comprobar la actitud de quienes trabajan con tan pocos medios de protección, arriesgando seriamente su salud y la cantidad de admirables

ejemplos de solidaridad.

Carlos con Alegría, su mujer ya fallecida en 2017

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Estos días tengo la sensación de haber perdido el control del tiempo cronológico. Y, consciente de ello, no me importa. Se asocian y mezclan vivencias de diferentes momentos, incluso a veces no distingo con claridad dónde termina un sentimiento y dónde comienza la razón.

El otro día me acordaba de las canciones Libertad sin ira, del grupo Jarcha, y Canción de libertad, de Labordeta, que enarbolábamos como bandera y que reivindicábamos como objeto sagrado de conquista y afirmación social y personal. Y ahora hemos renunciado libremente a esa libertad, pero nunca a la de seguir

siendo nosotros mismos.

De igual forma, este enclaustramiento me recordó aquellos Ejercicios Espirituales programados, con largas horas de silencio y meditación, como oportunidad de revisión y mejora personal. Ahora también estamos obligados a vivir otros ejercicios solos o acompañados, pero esta vez sin guion ni programa.

Creo que, a pesar de la gravedad en cuanto a salud y economía se refiere, no nos limitamos a entretenernos para pasar los días lo

mejor posible.

Creo también que, frente a la manipulación informativa dirigida por este gobierno, al igual que la naturaleza se renueva con fuerza, este tiempo de Pascua me sirve para salir renovado y ser mejor persona.

Creo, finalmente, que cada día es un regalo, donde en el algún momento se me presentará la oportunidad de ser agradecido, o de animar a mis hijas para que estén bien y no se preocupen por mí, de defender el buen hacer acompañado a ser posible de una sonrisa, de promocionar la generosidad, o de pasar de ciertos temores para expresar abiertamente lo que pienso y, sobre todo, lo que siento. Un abrazo a todos.

Carlos López Gutiérrez

Tudela de Duero (Valladolid), 14 de abril de 2020

Carlos, en el atril, en la fiesta de Don Bosco. Valladolid, 2020

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DESCANSE EN PAZ

Laurentino López Redondo

Fue director de la oficina de proyectos informáticos de Caja España. León

“Oigo, patria, tu aflicción y escucho el triste concierto que forman tocando a muerto la campana y el cañón…”

Bernardo López García

Así se despidió marzo 2020, con el coronavirus mandando, las urgencias abarrotadas, las ucis colapsadas, las funerarias atascadas, el 112 ocupado, los sanitarios de toreros, el pueblo confinado, el

mundo con miedo y sin respuesta.

Todos en horario de 7x24.

Una calle de Villaturiel (León)

Así me contaron mis paisanos [de Villaturiel (León)] el regreso de un hijo del pueblo, víctima del coronavirus, para su entierro: Daniel Redondo Redondo, sacerdote. Operario amigo y compañero de

Ángel [Téllez]. Descanse en paz.

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Sin toque de campana, entró el coche fúnebre con sus restos por las vacías y silenciosas calles del pueblo, despacio, muy despacito, a paso de procesión, en silencio… “¡No puede ser que esté muerto! Si hablamos el domingo con él… Sin duda viene dormido”.

Avanzó empujado por una fuerza que no es de este mundo hasta la casa que le vio nacer. Allí, tras las ventanas, estaba su familia desarmada. De pronto se abrió la ventana de arriba y alguien

arrojó un ramo de rosas mientras gritaba:

–No te olvidaremos. ¡¡Te queremos, Daniel!!

Tomó aire y siguió la marcha.

Así le vieron en horizontal. Él, que era un varal.

Solo, sin séquito, entre campos de cereal y tierras listas para la siembra, enfiló camino del descanso. Él, que toda su vida fue sembrador, se marcha en plena faena y sin despedirse.

Solo, solo tres personas, ¡ni uno más!, le esperaban y

presenciaron el momento.

Así me lo contaron, y yo me recreaba con la escena de Aquiles

arrastrando el cuerpo de Héctor entre las tropas troyanas.

Que Dios Padre le tenga en su gloria.

Laurentino López Redondo

Castrillo del Condado (León), 15 de abril de 2020

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¿CONFINADO? ¡NO! MALHUMORADO…, ESPERANZADO

Alonso Etelvino Lozano Lozano Fue profesor de Lengua y Literatura Española

en el IES Legio de León

Las noticias llegan tarde a Las Grañeras, si llegan. Llevo aquí 40 días no confinado, sino gustosamente retirado, y como dice fray Luis de

León:

“Despiértenme las aves con su cantar sabroso no aprendido; no los cuidados graves, de que es siempre seguido el que al ajeno arbitrio está atendido. Vivir quiero conmigo; gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo…”.

No siento el confinamiento porque, en el pueblo, el aislamiento es natural: hay muy poca gente y es muy difícil encontrarse con alguien. El aislamiento me permite cultivar otras actividades que en la ciudad me resultarían imposibles: hago de albañil, practico la carpintería, restauro, cuido las abejas, leo… En definitiva, no me aburro. Así que…

¿Confinado? ¡NO! Malhumorado, enfadado, cabreado ante tanta incompetencia, tanta palabrería y tomadura de pelo, tanta improvisación, tanta incoherencia y tan poco sentido común. Y esto parece no tener remedio. Decía Thomas Hobbes, en Leviatán:

“El sentido común y la imaginación no están sujetos a la absurdidad. La naturaleza en sí no puede errar, pero como quiera que los hombres se exceden en el hablar… Porque las palabras son el cómputo de los hombres sabios, con el cual deben ser estimados; pero son la moneda de los necios.”

¿Confinado? ¡NO! Apenado, triste, dolido ante tantas muertes, algunas de personas allegadas y queridas para mí y para los componentes del grupo Astudillo 66. Y no puedo dejar de citar muy

Alonso Etelvino en Las Grañeras en

2019. Esto sí que es "florido pensil..."

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especialmente a Antonio Pérez, nuestro profesor de Literatura en Cambados (“He aquí el tinglado de la antigua farsa…”), a Cayetano Álvarez, a Pedro García, a Manuel Machado, al señor Ivo y a otros salesianos a los que nos unen tantas cosas. Algo hicieron con nosotros, pues seguimos gratamente marcados por los valores que ellos supieron inculcarnos.

¿Confinado? ¡NO! Preocupado por lo que ha de venir: El paro, la falta de libertad de expresión, las relaciones sociales, la economía, la evolución de la pandemia… Algunos creen que lo sucedido en épocas pasadas proporciona una base para predecir el futuro; otros se limitan a verificar simplemente las proposiciones. ¿Aprenderemos

la lección? ¿O tal vez estaremos condenados a repetir la historia?

¿Confinado? ¡NO! Esperanzado, confiado en la ciencia y sobre todo en Dios. Ante la realidad de la muerte, mi madre solía decir: “Una debemos, y hay que aceptarlo con la alegría que nos proporciona nuestra fe”.

“No os entristezcáis como los que no tienen esperanza”, dice san Pablo. Para nosotros, creyentes, no hay desgracia que sea desgracia total, ni tristeza que sea del todo tristeza, ni muerte que sea de verdad muerte.

Cuidémonos y confiemos.

Alonso Etelvino Lozano Lozano Las Grañeras (León), 24 de abril de 2020

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ANUNCIO POR PALABRAS Tríptico al viento en el mes de marzo

Isidro Lozano Lozano SDB Profesor de Literatura. Vigo

...Mi virus, mi corona,

está en el corazón, no en la cabeza...

..." Y no hallé cosa en que poner los ojos,

que no fuese recuerdo de su VIDA".

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I

PROBLEMAS DE VISIÓN (A raíz de una operación de cataratas)

"Poco a poco se fue acostumbrando

a aquel horror inmenso y terrible". (Viktor Frankl).

Su error estaba en la mirada. Aquella mañana descubrió que el ser humano esquiva las miradas hacia dentro, rehúye mirar directamente al sol y por qué con facilidad mira para otro lado. Un signo inesperado llamó a las puerta de su corazón, ya que un trasplante irreflexivo le había desenfocado la mirada. Y recordó que solo se ve bien con el corazón. Clavó los ojos en sus entrañas y su vida entera sonó a vacío, porque estaba repleta de oscuridad. Los días ahondaron su negrura y la nostalgia afloró en su historia como una peste olvidada, como un guiño eterno del entorno. Y, lleno de añoranza, no supo dónde poner sus ojos... Un destello imprevisible trajo la luz a su mirada. Comprendió que sin luz los ojos se vuelven ciegos y que de nada sirve mirar este sol que apaga las estrellas. Le parecía suficiente que aunque reconociera su presencia, era lógico dejar que brillara a su antojo, que cada quien siguiera el paso de su historia. Había que mirar para otro lado o para el suelo. Era su fulgor tan profundo que no quiso reconocer la luz que precisaba existencialmente. Y, ciego de nostalgia, no supo dónde poner sus ojos... Desconcertado, extendió su mirada a diestro y siniestro. Vio la gente entretenida en ficciones, engaños y apariencias; aquella experiencia no daba sentido a sus vidas, sino que semejaba cuentos revividos y mal narrados. Y observó que no vemos las cosas como son,

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sino que las vemos como somos. Se acercó a sus hermanos para contar sus problemas de visión y descubrió, como una sorna de tintes apocalípticos, que todos estaban desnudos. Y, huérfano de hermandad, no supo dónde poner los ojos... La historia, especialista en poner las cosas en su sitio, está llamando a las puertas de su corazón de carne, ahora que, perdida la mirada, anhela, gime y busca..., porque "no halla dónde poner los ojos, que no sea imagen de la muerte".

II

PROBLEMAS DE LECTURA (Tal vez enfermos de dislexia)

..." Y no hallé cosa en que poner los ojos,

que no fuese recuerdo de la muerte". (Quevedo).

Ya se ha ido Pedro, Machi y Avelino; nos dejó Maxi, Cayetano y Tirso. Se fueron Ivo, Félix y Florencio; Ángel, Fidel y Pablo a Jesús y a Pepiño precedieron; sumad también a PAI, Tomás, Antonio, Nicolás con Teófilo, con Toño y José María García Méndez... ¡Cuántos amigos nos dejaron! Como grandes testigos de la vida se han ido en soledad, abrazando el silencio de los días y rezando el rosario de sus horas, llenos de juventud acrisolada por arte, por contagio y por esencia... Aprendieron del día a dejar paso a la luz de las estrellas, y en el amanecer han recobrado, con gozo y esperanza, el esplendor de su luz.

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Las llaves en la puerta, la sonrisa y la broma en los pasillos del corazón; la sensible cojera en la ventana, tejida de alfileres de colores, y la sonrisa y la retranca y los rosarios para todos los días y el regalo infinito de su tiempo... Hoy duele su vacío, esta suma de ausencias por sorpresa; huele a balcón cerrado, a soledad de claustro sin palomas, a hogar sin niños, sin familia..., porque fueron al parque los abuelos diciendo no volver para la cena. La dislexia atenaza corazones y, una vez más, necesitamos aprender a leer la vida. Del diccionario de las horas ha desaparecido para siempre el triste nombre de la muerte; las campanas redoblan por la vida y por cuantos regresan a su casa. En un lugar del corazón, espera la familia, con la alegría puesta, el regreso feliz de los abuelos. Sus alas tiende la vida sobre un paisaje de muerte como homenaje... a cuantos se nos fueron. ..." Y no hallé cosa en que poner los ojos, que no fuese recuerdo de su VIDA".

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III

PROBLEMAS DE CORAZÓN (Viejas historias del corazón)

"En el corazón tenía la espina de una pasión.

Logre arrancármela un día: ya no siento el corazón." (Antonio Machado).

Eran días para la angustia y el recuerdo. Las horas se tiñeron de nostalgia y de soledad y los ojos se perdieron tras el acechante muro que lleva desde el primer día esperando, sin prisas y sin pausa... hasta en la primavera de la vida. Puse los ojos en la calle que, a voces, comunicaba su desierto. Hasta las palomas huyeron al compás del viento de otra canción y las gaviotas se perdieron en la altura, más allá de la mirada... Y mi historia, por necesidad y por defensa, en búsqueda de lo esencial, se centró en el corazón, en el corazón inmenso de los que se aman sin saberlo. Volví a recordar que solo se ve bien con el corazón, y que en un corazón grande hay espacio para todos; mientras que en un corazón vacío no hay espacio para nadie. Soñé, una vez más, que mi virus, que mi corona, está en el corazón, no en la cabeza, y que los que de corazón se quieren con el corazón se hablan. Soñé, acaso la vida es sueño, que, cuando mi voz calle definitivamente, de corazón a corazón seguiremos conversando, porque al irte tú mi corazón se fue contigo; por eso te digo que si tus ojos irrumpieran en mi corazón, encontrarías tu nombre escrito en cada esquina. Ahora, ya lo sabes, mi corazón late al ritmo de tu mirada. Volveré lo antes que pueda, decías: cuida de mi corazón que lo he dejado contigo. Por la calle, más silencio que ausencia, paseaban los ecos de tu voz perdida, débil, pesarosa;

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de ventana en ventana vibraban los corazones y sus palabras eran gracias, venceremos, resistiré: el corazón volvía a exhibir razones, incomprensibles para las mentes

y quedaban desterrados por decreto los infartos. Nada o todo había cambiado. El patio seguía saturado de soles y viento, las palomas al compás de otra canción y las gaviotas perdiendo altura, más cerca de tus ojos... Pero mi historia buscó anhelante el corazón vivo de los que se aman, aun sin saberlo. "En el corazón tenía la espina de una pasión. Logré arrancármela un día: solo siento el CORAZÓN".

Isidro Lozano Lozano Vigo, 26-28 de marzo de 2020 Poema II: actualizado el 13 de abril de 2020

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FALLECIDO A CAUSA DEL COVID-19

Aurora y Roberto Macho

Hijos de Jesús Macho, exdirector del Colegio Lope de Vega de

Madrid. Fallecido el 30 de marzo de 2020

Jesús Macho en su jubilación, recibiendo el homenaje de la AMAAB junto a sus hijos

NO TE HE PODIDO DECIR ADIÓS

Papá: Llevo días queriendo escribirte para darte ánimos porque estabas cansado para hablar y los mensajes no los leías.

Esta mañana nos hemos visto por videollamada y no estabas para decir adiós, pero mira, horas más tarde me llaman del hospital para decirme que fuéramos a despedirte, y que sepas que hemos ido: han ido Roberto y Héctor, pero tu ya te habías marchado. No has estado solo nunca y hoy tampoco porque, aunque no hayamos podido darte la mano en tu último aliento, has formado parte de nuestro corazón cada minuto y cada segundo desde que no te vemos. Lo mejor del día era cuando nos llamabas y te veíamos por

videollamada. ¡Vaya con el virus de mierda este!

Solo te puedo dar las gracias por ser el mejor padre del mundo, porque siempre hemos sido tu prioridad y jamás nos has dado de lado.

Gracias por enseñarnos el significado de familia que nos has dado, que mamá y tú lo habéis reconfigurado y mejorado. Porque no,

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no somos una familia convencional, pero pocas habrá tan unidas

como nosotros.

No te he podido decir adiós, pero es que no te lo voy a decir nunca, porque no te vas a ir nunca jamás de mi casa y de mi vida. Ojalá te me aparezcas como una vez me prometiste y como te habría gustado que se te hubiera aparecido tu madre.

Si pudieras ver toda la gente que te quiere, alucinarías. Tú, una persona humilde que nunca ha alardeado de lujos ni de nada, práctico en toda tu esencia, incluso desde el hospital has dejado todo atado.

Tu nieta no se va a olvidar nunca de ti. No te preocupes, que de eso nos encargamos Víctor y yo: que su "Abo" va a estar en su vida siempre.

Papá, te quiero con todo el corazón. Y no te preocupes, que los tatos y yo te vamos a honrar como te mereces cuando se pueda.

Hasta mañana, como nos has dicho hoy.

Aurora Macho

“¡HASTA MAÑANA!”

Papa: Te escribo ahora que sé que pudimos cumplir tus últimos deseos… Siempre me has enseñado que este paso que has dado ahora para adelante es algo natural y que, tras el siguiente paso, están esperándote las personas que siempre nos han querido y por infortunios de la vida han tenido que abandonarnos antes de lo que

nos hubiera gustado.

Gracias a esas enseñanzas puedo estar un poco tranquilo sabiendo que estarás a buen recaudo pudiendo ver de nuevo a todos nuestros seres queridos, besando a tus padres, a los que me hubiera encantado conocer, y a los padres “políticos” que quisiste tanto como a los tuyos, abrazando a tus hermanos que dieron tu mismo paso años atrás, a José, a Emilia, a Pilar, a Uti, a Ecia, a Manuel, a Julián, a Modesto, a Jesús y a los dos que dieron ese paso prematuramente. Incluyo a todos porque sé que todos ellos, de sangre y postizos, eran especiales para ti y nunca has hecho

distinción de clases.

A este lado, has encogido el corazón a multitud de personas, familiares, amigos, antiguos compañeros y alumnos a los que has siempre tocado el corazón gracias a tu buen hacer. Quiero que estés tranquilo porque vamos a estar bien. Allí donde fuiste dejaste buenos

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recuerdos, y es en esos recuerdos en los que vivirás siempre en

nosotros.

Sé que siempre cuidarás de todos los tuyos, al igual que siempre nos has contado cómo tu mami ha cuidado siempre de ti toda la vida. Ven a vernos siempre que quieras. Nuestras casas y corazones estarán siempre abiertas para ti; eso sí, no nos des ningún

susto, jeje.

Gracias por haber estado a nuestro lado siempre, por haber unido a la familia, por haber luchado por todos, por enseñarnos que hay que cuidarnos los unos a los otros… Que sepas que tu último paso en este lado nos ha unido aún mas que antes. Dadas las circunstancias, no hemos podido velarte como nos hubiera gustado, pero todos y cada uno a los que tocaste el corazón han hecho lo que tú siempre has enseñado en estos momentos, pensar en sus mejores recuerdos a tu lado.

Para tus 6 hijos, porque sé que desde que entraron en tu vida nuestras parejas han sido unos hijos más, has sido un referente como persona, enseñándonos que con una mirada, una sonrisa, un beso o cualquier gesto de amor se puede decir “te quiero” lo mismo que con las palabras. Ahora que te alejas de nosotros, y sin poder mirarnos a la cara, aunque verbalmente lo dijéramos poco, quiero decirte que te hemos querido, te queremos y te querremos siempre al igual que tú lo has hecho siempre.

Has sido tan bueno que has sido casi un padre y amigo para muchos de tus sobrinos, los que siempre te querrán con locura igual que te han querido hasta ahora.

Ahora más que nunca es cuando echamos de menos tus abrazos, y por las horribles circunstancias en que estamos no hemos podido dártelos en persona, tu “¡Hasta mañana!” será siempre para

nosotros el mejor de los abrazos que nos has dado.

Date muchos paseos con la Naru, que seguro que estaba esperando como una loca; pasea con ella por el río, por la pedriza y alrededor del castillo de tu pueblo. Cuida mucho de ella.

Hasta mañana, papá.

Roberto Macho

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¿ESTAREMOS APRENDIENDO ALGO?

Mercedes Manuel García

Doctora en Química Cuántica. Profesora de Química del colegio marista San José del Parque. Madrid

Día 9 de marzo: llega el anuncio “Se cierran los colegios”. Y los que somos docentes en activo sabemos que todo se ha puesto patas arriba.

Al día siguiente todavía van los alumnos al colegio y lo único que me piden es: “Por favor, ven a la clase y danos un poco de serenidad”.

Les dije y expliqué dos palabras: “Tranquilidad y responsabilidad”. Y quedaron tranquilos… y manifestaron su

agradecimiento.

Y desde entonces, ahí seguimos intentando calmar ánimos y buscando cómo acallar inquietudes de alumnos y de familias.

Pero está también la cara b, que igualmente hay que contarla. Es la gran pregunta: ¿Y ahora qué y cómo hacemos?

Y empieza un tiempo sin horas –o todas las horas del día son insuficientes– para preparar trabajos que los alumnos van a tener que presentar, para subirlos a la plataforma que estábamos utilizando ya en el colegio, para contestar correos, para hacer reuniones por whatsapp con los otros coordinadores de los departamentos y

consensuar un trabajo en común…

Y pasan los primeros días y las familias se empiezan a poner nerviosas y piden más, y mas, y mas… porque ellos tienen que teletrabajar, porque sus hijos van a perder el curso, porque otros colegios ya hacían… ¿O porque había que tener “controlados y

aparcados” a sus retoños?

Celia, Merche, Herminio y Javier Ángel

en San Juan de Gaztelugatxe. 1919

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Así que también se ponen en marcha las clases online. Y qué bien, porque nos vemos y de nuevo, los alumnos –yo estoy con los de Bachillerato– no demandan contenidos: ellos están trabajando de manera autónoma y lo están haciendo muy bien; solo quieren que alguien les ayude a calmarse, les dé una palabra de ánimo, les diga que no sabe resolver sus dudas pero que se resolverán, que tenemos

que ser pacientes, que lo están haciendo muy bien…

Y en medio de tanta actividad no se hacen los días largos; al contrario, falta el tiempo, pero yo saco un huequito para mirar y pensar y dar gracias a Dios.

Nosotros somos afortunados: estamos bien, ninguno hemos cogido el coronavirus –que sepamos–, vivimos días de familia que, aunque nunca habíamos dejado de hacerlo (Javier Ángel y Celia son mayores y empiezan a hacer su vida y a veces los horarios no coinciden tanto como nos gustaría), ahora es mas fácil estar y vivir juntos. Obligado, pero más fácil. Y tenemos de todo o, mejor, nos sigue sobrando mucho, porque lo esencial es muy poco y ahora toca valorarlo: la familia, los amigos, o sea, los que nos queremos y a

quienes queremos y nos quieren.

Pero no puedo dejar de pensar en cuántos niños no podrán conectarse online a sus clases… Pero si no tienen para comer, ¡qué les vamos a pedir! O tienen solo un ordenador y son varios trabajando desde casa o estudiando. Y me entristece profundamente que este virus vaya a conseguir que la brecha y la desigualdad vaya a ser cada vez mayor. ¿Quién dará a esos niños las oportunidades que tienen otros?

Dos correos de dos alumnas me afianzan en que estamos centrándonos en algo que no es importante. Una me habla de que ha muerto su abuela. El correo me sabe a llanto, el dolor de Laura –18 años– es inabarcable: pasaba los veranos con ella, no pudo despedirse, no pudo acompañarla, a ella que siempre estuvo a su lado para todo. Le digo que su abuela sigue estando a su lado, aunque no la vea y le digo que su abuela no estuvo sola. Le digo que recuerde al Papa en la Plaza de San Pedro: nunca estuvo tan solo y nunca tan acompañado. Así su abuela, porque toda la familia estaba con ella, tal vez más unidos a ella que si hubieran tenido la oportunidad de la presencia. Y que le haga un homenaje, que cada vez que la invada la tristeza recuerde un momento feliz con la abuela y vuelva a reír por las dos. Me vuelve a escribir. Pocas palabras: “No

sabes lo que me ayudas. Gracias”.

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Y otra alumna me escribe después de la oración de Papa y me dice que me ha recordado mucho porque el Papa ha hablado de que nos creíamos grandes y un virus nos ha hecho pequeños. “Y tú nos había dicho –me escribe– que éramos una civilización con pies de barro, o mejor, con pies de virus”. Y de nuevo, una palabra; “¡Gracias!”

Y entonces empiezo a decir en las reuniones del colegio que no, que los contenidos no son importantes, que le pongamos sentido común, que en la vida de un chaval perder dos meses de colegio no va a ser nada, que tenemos que centrarnos en lo esencial: que ganen en humanidad, que sean agradecidos, que sean solidarios, que… Y me dicen que sí, pero que siga pensando en qué mas vamos a hacer para que no pierdan contenidos… ¿Estaremos aprendiendo algo?

Y me cuesta salir a la ventana a las 8 de la tarde. No porque no quiera agradecer: tengo bastantes padres de alumnos en primera línea como médicos, me comunico con ellos por correo, algunos me han contado que ya están contagiados, les agradezco y les digo que estaremos eternamente agradecidos… Pero el ritual de las ocho me parece un poco circo. Y desgraciadamente ayer me confirmé en ello cuando veía esos mensajes que estaban recibiendo algunos sanitarios de que se vayan de sus viviendas para no contagiar a sus

vecinos… ¿Estaremos aprendiendo algo?

Y llega la Semana Santa y con ella la Luz y la Vida y la convicción de que aprenderemos algo: que no somos tan grandes como creíamos, que un pequeño virus nos puede derrumbar, que un compañero nos puede volver a poner la zancadilla o decirnos que nos alejemos a más de un metro… No importa, siempre podremos mirar al Resucitado y dejarnos querer por Él.

Mercedes Manuel [Esposa de Herminio Otero]

Madrid, 14 de abril de 2014

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CONFIADOS

Eusebio Martínez Aguado SDB Director de la Casa Salesiana Santiago el Mayor. León

Confiados: Es la única opción humana-

mente viable.

Seguros de recibir el anuncio de paz: La única opción divinamente viable.

La presencia de dolor fuerte y cercano descubre posibilidades no imagina-

das.

Son seis los her-manos salesianos de mi comunidad fallecidos en este espacio breve de tiempo. Te envío el video que han hecho para recordarlos. [Se envía en correo aparte. Y conviene leer los correos de esos día en el Grupo Astudillo66].

Conforme van pasando los días, uno recuerda “lo que pasó”; y al ritmo de un tiempo que trascurre seco y esperanzado, voy

recordando personas, y gestos, y lugares:

• Félix Cantón: 43 años en Venezuela.

• Cayetano Álvarez: Fallece dos días antes de cumplir los 90.

• Maxi Asenjo: apenas unos meses en esta casa; vino de Lugo.

• Antonio Pérez: ¡Ha muerto un santo! No es un titular ni una

exageración; es una realidad constatada a lo largo de estos

años.

• Ivo Díez: “Señor Ivo”: me hubiese gustado presenciar la

entrada de Ivo en el cielo… ¡Lástima de video!

• Ángel Neila: Vino hace dos años del Paseo Extremadura de

Madrid.

Eucaristía con niños en la parroquia burgalesa

de la Santa Cruz (2005)

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Al ritmo de la celebración litúrgica de la Semana Santa aparecían imágenes. En los momentos que he vivido, me ha correspondido, con mis hermanos de comunidad, estar: stabat mater

dolorosa iuxta crucem lacrimosa: stabat.

¿Y ahora? Pues en la Galilea de la resurrección:

• Félix García (Felisín de Astudillo): Estuvo dos semanas grave

en el hospital, y ahora está en casa y reaccionando

positivamente. Cuando le preguntamos cómo está, él contesta:

“¡Mubien!” (todo junto).

• Graciano Vidal: Estuvo en el hospital en situación muy grave;

está ya en casa y progresa muy adecuadamente.

Y seguimos en esta casa: antigua casa inspectorial y ahora Casa Salesiana Santiago el Mayor.

Un saludo para todos. El leer vuestros testimonios, y el que yo os ofrezca mi experiencia, me hace pensar que, después del virus, todo va a ser más grupal, más social, más comunitario, más amistoso… hasta llegar a vivir la alegría de “ya no os llamo siervos sino amigos”.

Seguimos estando, sostenidos por la ternura de la madre que

supo estar junto a la cruz y hoy es, ¡es la Auxiliadora de nuestra fe!

Un abrazo.

Eusebio Martínez Aguado León, 20 de abril de 2020

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DEDICARME MÁS A LA GENTE

Pedro Merayo Méndez

Fue jefe de equipo en Auxini y Copisa. Central nuclear de Trillo

Allá por el dos de marzo me desplacé a Ponferrada para unos controles médicos rutinarios. Me acompañó mi mujer, Jovi, para hacer los suyos. Terminé mis consultas y me volví para Trasona (Asturias): tenía que pasar una noche con nuestra nieta Carla. Mi hijo Alberto, padre de Carla, no quiso que quedara y me hizo regresar a Ponferrada, pues mi mujer había quedado allí, que es donde tenemos nuestra residencia.

Seguimos confinados como todos. Lo llevamos bien. Mi mujer sale una vez a la semana para hacer las compras esenciales; tenemos todo necesario en un radio de cien metros.

Paso el rato leyendo las noticias; escucho mucho al Papa: admiro la preocupación que tiene por la gente; hago cursos de

Pedro Merayo en Balboa (Lugo) en agosto de 2019

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fotografía y dedico mucho tiempo elaborando el árbol genealógico de

la gente de mi pueblo natal, Villaverde de la Abadía (León).

El motivo de estar mi familia en Asturias es debido a mi vida laboral. Pasé los últimos años allí; estuve con empresas auxiliares que hacían el mantenimiento de Arcelor Mittal, Antigua Ensidesa. “En Llaranes, que pertenece a Avilés, estuvieron los salesianos enseñando a los hijos de los trabajadores de Ensidesa, hoy Arcelor Mittal”. Hoy lo salesianos siguen en Avilés; he estado en el Colegio

varias veces.

Mis trabajos dedicados al mantenimiento industrial recurrió, entre otros lugares, en cementeras de Holanda, Suiza y Barcelona, en la central nuclear de Almaraz (Cáceres) como auxiliar técnico, y en la de Trillo en Guadalajara ya en la zona más vigilada del reactor nuclear. En Tenerife la casualidad hizo que me encontrara con un salesiano con el que había coincidido en la Almunia de Doña Godina. Pasamos muchos momentos juntos pues estuve unos dos años montando un molino de cemento y seguí en el mantenimiento de la fábrica Cementos Teide.

De este coronavirus ya hay mucho escrito. Todavía me parece un sueño del que no acabo de despertar. Espero sacar algo bueno: dedicarme a compartir más con la gente que esté a mi lado.

Aprovecho para dar las gracias a toda la familia Salesiana por todo el bien que estuvo y está haciendo a la juventud, en la cual me incluyo. Espero que todo lo que nos está enseñando este COVID-19 haga un mundo en el que se comparta todo lo bueno que tonemos. Y ojalá tengamos más bienes públicos, que son las que nos sacarán

de estos malos momentos.

Pedro Merayo Méndez Ponferrada, 20 de abril de 2020

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“A SU SOMBRA NOS COBIJAREMOS”

Jaime Moro Benito

Fue técnico de organización y funcionario del Gobierno Vasco. Bilbao

Todos los que pasamos por Medina del Campo tenemos grabado en nuestra mente el bonito cuadro de Cristo pintado por Vela Zanetti que presidía en nuestra capilla. Ahora se encuentra en el Colegio Salesiano de Villamuriel de Cerrato (Palencia).

Recuerdo que, con motivo de alguna celebración, se hacía un concurso de varios días poniendo “pie” o comentando bien una foto, bien un cuadro… Un día, el tema de dicho concurso era el citado cuadro. Ese día yo escribí:

“Mientras sigues mirando al cielo, mantén, Señor, tus brazos abiertos; a su sombra nos cobijaremos durante la ardiente siega”.

En estos días de obligado confinamiento y de pérdidas irreparables necesitamos más que nunca cobijarnos a la sombra de “Alguien” que nos proteja. Ahora, quizás más que nunca vemos nuestra debilidad y dependencia.

Mis recuerdos van ahora hacia tantos conocidos que han caído estos días tras una vida de sacrificio y ayuda a la Comunidad Salesiana y a sus propias familias.

Permitidme un recuerdo muy especial para Jesús Macho y su familia. Jesús vivirá siempre a muy pocos kilómetros de mi pueblo. Le recordaré.

Cuadro de Enrique Segura que estaba en Medina

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Ahora, desde Bilbao, en mis rutinarios paseos por el pasillo, como palentino y “terracampino” (de Tierra de Campos) que soy, añoro las llanuras interminables, los campos de cereales, las mañanas frescas y los atardeceres dorados de mi Castilla.

El día que pueda lo gozaré y lo apreciaré más… De momento, segui-remos soñando…

Y, para terminar, continuaré con mi “palentinismo” y propongo un acerca-miento imaginario a ese Cristo del Otero que en nuestra casa desde niños veíamos por la ventana mientras

jugábamos o estudiábamos.

Y en estas horas difíciles y duras:

• Seguiremos mirando al Cristo del Otero.

• Seguiremos admirando la grandeza del universo.

• Seguiremos acordándonos de tantos compañeros

buenos que tenemos al lado.

Jaime Moro Benito

Bilbao, 24 de abril de 2020

Jaime Moro en Villaumbrales,

su pueblo de Palencia

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“TRABAJANDO ME LO PASO BIEN”

Herminio Otero Martínez Fue gerente Global de Catequesis de PPC. Madrid

Al principio de nuestra confinamiento colectivo, que comenzó el 13 de marzo de 2020, me comentó Senén:

–Nosotros, que tenemos desde hace tiempo experiencia de la vida monástica, podremos

llevar bien esta reclusión.

Y yo pensé: “Es verdad”.

De hecho, yo, que he salido mucho y que me movido bastante en los últimos 40 años, he pasado también tiempos reclusión importante durante ese mismo tiempo. Solo necesito metro y medio cuadrado de mesa y una tapia de libros alrededor. Ahora la tapia está por delante, en la pantalla del

ordenador, que en vez de aislar nos abre al mundo.

Esto viene de lejos. Recuerdo cómo, en primero, en Astudillo, hacia final de curso, paseábamos en silencio por el patio aprendiendo los pueblos de España…, que años más tarde he podido recorrer. Pero estábamos recluidos más allá de las salidas a la huerta, a Cristo Torre o las yeseras de los alrededores. Y en el noviciado, dimos más de siete vueltas a Astudillo en los paseos vespertinos sin entrar en el pueblo, como Gedeón en Jericó, y –decíamos– Astudillo seguía sin caer… Vivimos siempre en espacios cerrados aunque amplios (Cambados, Medina, Salamanca –los que tuvimos la suerte de estar allí–), lo que facilitó la intensa relación entre nosotros que aún perdura.

Yo he tenido la suerte de disfrutar de grandes épocas de reclusión. Por eso a mí no me cuesta nada estar aislado –y no me siento como tal– si estoy con quienes quiero. Solamente aspiro a

seguir con ellos: esa, y no otra, es mi única preocupación.

Si además puedo trabajar desde casa, como ha sucedido hasta ahora mismo, lo hago con gran satisfacción, y ninguna otra cosa me provoca turbación. “Yo trabajando me lo paso bien”, resumí en una

Herminio, en buena compañía: 75 aniversario de la CCS

(16 de abril de 2019)

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grabación de empresa hace años. Y así sigue siendo. Es un vicio como otro cualquiera, que espero que Dios me permita conservar durante mucho tiempo.

Pongo como ejemplo el trabajo intenso que ha supuesto esta publicación, llevada a cabo en muy pocos días. Ha sido a la vez una gozada al poder hablar con tantos, escuchar a algunos, animar a

todos y alentar a los más dubitativos.

El resultado aquí esta. Para que quede constancia de su origen,

transcribo al final cómo fue la propuesta. [Ver documento al final].

¿Y el coronavirus ese? Mi última salida a la calle fue a la reunión del Consejo de la revista Misión Joven, de los salesianos, el 10 de marzo. Por la mañana habíamos suspendido el desayuno de trabajo en la Vaguada, pues las noticias de contagios se iban extendiendo sordamente (ya habían pasado las infaustas manifestaciones del 8 de marzo). Y por la tarde yo no había acudido a la reunión creyendo que era el día siguiente. Pero al final llegué a tiempo. En esa ocasión éramos solo cuatro y fuimos muy efectivos. Decidimos los temas de cada número de 2021 y terminamos con una cena. Siempre estuve al lado del Director y comiendo del mismo plato… Y, cinco días después, me entero de que él andaba con fiebre y sospechaba que estaba contagiado. Nunca pensé en estarlo yo, pero pasó la noche y amanecí con un malestar inespecífico que podría ser gripe o vete a saber qué y que me hizo sospechar en un posible contagio. Fue tan leve y benigno que no llegó encender en mí o en mi familia ninguna alarma, pero me llevó a plantearme cómo sería una situación más problemática y a pensar en quienes han estado graves y han pasado por grandes dificultades para recuperarse o en quienes han muerto.

Como estoy acostumbrado a afrontar las cuestiones cuando lleguen y no antes, no le di más importancia, pero entiendo el dolor y preocupación de los afectados. Y sufrí con las noticias que me

llegaban de muertos: más de doce personas conocidas.

Mientras tanto, aquí seguimos confinados, pero confiados. Y yo, además, sin aburrirme. Como, además, todos esperamos que el mal les toque a otros y confiamos en que nosotros saldremos ilesos, seguimos esperanzados y contentos mientras el dolor no nos toque

directamente o de cerca. Eso también os deseo a todos.

Herminio Otero Martínez Madrid, 17 de abril de 2020

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Propuesta de la publicación CONFI(N)ADOS Para la mayoría de nosotros, este año se cumplen los sesenta años de nuestra llegada a un colegio salesiano. Y propongo una celebración inicial especial. (Habrá tiempo para otras, por ejemplo en Medina). […] Todo esto [diversas publicaciones aparecidas] me ha movido a haceros una propuesta: ¿Por qué no preparamos nosotros una publicación sencilla que enviaremos al final a todos en PDF y que quede como testimonio de este confinamiento obligado? Podríamos hacerlo así. Extensión: Cada uno escribe lo que desee (es suficiente con media página o con una, o incluso con una reflexión más breve. Mejor que no sean más de dos páginas). Tema: Podemos abordar algo relacionado con el confinamiento: cómo vivirlo, o cómo lo hemos vivido, alguna noticia que nos haya hecho pensar o que nos haya emocionado, alguna noticia familiar, algún pensamiento o planteamiento sobre ello... Una sugerencia: se puede partir de alguna vivencia de nuestra formación, sea en Astudillo/Medina/Celanova, Allariz, Cambados, noviciado en Astudillo, /Medina, trienio quienes lo hicieron, Salamanca: una anécdota, una frase, una persona, un hecho… Y desde ahí, relacionarlo con la actualidad. Envío: Podéis enviarlo a mi correo (no al del grupo): herminio.otero@telefonica.net. Mi teléfono: 609267686 (Si alguien tiene otro, que lo borre: era el del trabajo). Que me lo diga y yo le llamo. Fecha: ¿Qué tal si lo tenemos para la octava de Pascua? Por eso sería bueno que en tres o cuatro días me lo enviarais.. Yo daré cada día cuenta de los que he recibido para… envidia y acicate de los demás. Modo de envío: en un archivo en Word. Sería bueno enviar una foto adjunta (no en el texto en Word), ya sea actual o de época. Si alguien no tiene posibilidad de escribirlo, que me lo envíe en un fichero de voz y yo lo trascribo. Participantes: Todos estáis invitados, incluso lo que no participáis habitualmente en el grupo pero sí leéis los correos. Y cuando digo todos estoy pensando en todos, que sé que hay muchos que lo pueden hacer. Estoy pensando especialmente en Eleuterio y Paco García, ojalá Ulpiano y, de nosotros, además de los habituales, en muchos… que ahora no pongo aquí. Tendré que invitarles personalmente. Y espero que no haya menos de 24. Título. Si no hay otra propuesta puede ser Confi(n)ados. Edición: Yo me encargaré de editar y preparar la publicación y convertirla en PDF. Espero vuestras reacciones… y respuestas.

Quede aquí como constancia de lo que fue el origen. Y la amenaza

es seria: Después de esta experiencia, esto no puede terminar aquí…

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LLENO EL CORAZÓN DE AMOR

Modesto Ovejero García SDB

Encargado de enfermos en la antigua casa inspectorial. León

Los días van pasando y el corazón se dirige al que nos creó. Llevo un mes confinado en la Casa de Santiago el Mayor. El corazón no se me nubla, los ojos se me abren como si no lo hubiera hecho nunca… ¿Qué pasa?

“No tengas miedo estás a mi lado, tienes lo más importante: mi vida que te abraza. ¿No tienes fuerzas? Tengo los brazos abiertos; acércate, daremos un paseo juntos y disfrutaremos del gran Amor que nos tenemos”.

Señor, mi mente es flojilla, mis brazos temblorosos, pero te tengo a mi lado y disfruto de tu compañía… No necesito muchas comunicaciones externas, necesito

que me hables, necesito tu Amor.

Me preguntarás qué quiero. Pues sí. Sabes que estar confinado

implica un momento que se une al otro y la pregunta es: ¿Por qué.

Ya sabes, Señor, lo duro que es que te encuentres confinado y que un día tras otro te comuniquen que el hermano con el que compartías vida nos ha dejado. Mi corazón sangra, pero pienso: “Te has pasado un pelín”. Pienso en cada hermano de los que nos han dejado: Cayetano Álvarez, Maxi Asenjo, Ángel Neila, Felix Cantón, Ivo Díez, Antonio Pérez… estén disfrutando de la Paz y el Amor que tú nos comunicabas… Perdóname, pero el dolor es duro,

cambia mi existencia.

Ha pasado un mes. Esperaba que el coronavirus hubiera pasado. En una conversación que tuve con mi doctor de cabecera le comuniqué que me encontraba bien y esperaba que en breve pudiera salir a pasear externamente… Me comunicó que lo hiciera con mascarilla y guantes, pero antes pasaron dos de sus compañeras comprobándonos si dábamos positivo o negativo al virus.

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La comunicación inmediata es que al menos cinco de los que residimos aquí somos positivos: estamos pasando la pandemia, por lo que hemos de tener mucho cuidado para evitar que los hermanos puedan seguir un proceso psicológico deprimente y entrar en el caos del dolor. Ya hemos sufrido bastante.

Mi corazón piensa en positivo y en volver a trabajar con jóvenes que expresen su sentir y nos muestren el calor que da una vida de entrega como aquella carta que impulsó a dedicarme a personas que

dieron su vida a los jóvenes y que han sido fieles hasta el final.

Quisiera volver a recibir otra carta como la del 20 de octubre de 2019 que decía sobre nuestra comunidad: “Comunidad de León. Es una comunidad de alegría, abrazos, sonrisas donde comparten Amor”. Todo lo contrario a sentirse solos.

Es la segunda vez que vengo aquí y tengo la misma sensación.

Y estoy agradecido de poder participar en esto tan maravilloso que es la vida salesiana.

Sentir la paz que nace dentro del pecho y acaba iluminando la mirada.

Gracias. Aquí me siento como en casa, lleno el corazón de Amor para luego devolverlo al mundo.

Modesto Ovejero García SDB

León, 14 de abril de 2020

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EL CONFINAMIENTO DE UN ALCALDE

Abilio Panero Fernández

Alcalde de Alija del Infantado (León)

Va a hacer cinco años que estoy como alcalde de Alija del Infantado (León), con mayoría absoluta por segunda vez dentro del Partido Popular. En este municipio hay 709 personas durante el invierno, pero en el

verano nos juntamos cerca de 3.000.

Antes de nada envío un saludo a todos mis compañeros, a tanta gente que hace muchos años que no veo pero que recuerdo con cariño. He visto a Víctor y a Herminio Gil con frecuencia pero no muchas más. Me alegro mucho de saludaros y poder relacionarme con vosotros por este medio en este tiempo de confinamiento.

Yo estoy viviendo el confinamiento con sentimientos encontrados. En primer lugar con un sentimiento de sufrimiento, porque, desde la ventana de mi posición de alcalde, ves lo que está sufriendo muchísima gente de este pueblo, como de toda España y del mundo entero. Y, sobre todo, mi gente, que está aquí conmigo.

Tenemos una dificultad enorme al ver gente sola, gente mayor que está en sus casas todavía porque no ven la posibilidad de entrar en la residencia que tenemos en el pueblo para 50 internos. Por otra parte, hay gente más joven pero con una pensión muy pequeña y que viven solos: los hijos están fuera –en Alemania o en otros países– y se encuentran solos. Y ahora están muy preocupados, pues también hay contagiados con la enfermedad del Cobid-19. Llevamos 11 muertos en el pueblo. Los que se han muerto son gente ya mayor,

que estaban en la residencia internos.

Y por otro lado con un sentimiento de alegría al ver a tanta gente que se entrega a manos llenas a ayudar a sus paisanos y a sus amigos. Los internos de la residencia se encuentran solos. Los enfermeros y quienes los cuidan los ven cuando pueden, pero ellos se encuentran solos, ya que la familia no puede entrar: lo tiene totalmente prohibido. Y aunque haya gente voluntaria del pueblo que

Abilio Panero, alcalde de Alija,

en una inauguración en 2018

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va a cuidarlos, a vestirlos, a mimarlos…, no es lo mismo que ver a un hijo a un hermano o a un familiar directo. Desde la alcaldía hemos realizado diversas gestiones. En primer lugar hemos puesto una información al público muy exhaustiva de todo lo que es esta enfermedad, de los riesgos que la gente corre al no respetar las normas y a dónde han de acudir en caso de necesidad, cómo se han de cuidar, qué síntomas tienen que anotar ellos mismos, qué teléfonos han de tener a mano. Además hemos puesto las banderas de todos los edificios públicos a media asta, como en el Ayuntamiento, en el colegio y en el Centro Cultural. Hemos hecho grupos de personas que se prestan voluntarios para ayudar a esta gente que está sola. Por otro lado, nos hemos dedicado a desinfectar las calles con tractores de labradores voluntarios, y luego grupos de personas con mochilas al hombro para los contenedores, las paradas del autobús o en las tiendas. También hemos acudido a Protección Civil de la Delegación del Gobierno y han desinfectado la residencia, el consultorio, el Ayuntamiento, el cuartel, el tanatorio, la farmacia. Hemos hecho repartos de material que hemos solicitado a la Diputación, sobre todo de comida para que lleven a la gente anciana y con pocas posibilidades

Yo estoy confinado también pero en realidad voy al Ayuntamiento todos los días a las 6 de la mañana y me marcho a las 4 de la tarde, siempre que no tengamos que salir fuera a otros pueblos o a León. Estamos confinados pero tengo clara conciencia de que me debo a nuestra gente. Cuando me muevo por otras localidades cercanas, llevo un permiso por si me para la Guardia Civil para que vean que me muevo por motivos de mi cargo. Esta mañana me ha llamado un diputado muy amigo mío del Partido Popular:

–Me han dicho qué vas cada mañana a las 6 al Ayuntamiento, que estas todo el día de casa en casa y visitando la residencia, el consultorio y todo lo demás… No quiero que lo hagas porque eres

una persona de riesgo. Vete a la una y hazlo todo por teléfono.

Yo, después de estar en los Salesianos fumaba, pero dejé de fumar porque tengo EPOC en uno de los pulmones. Él sabe que soy de alto riesgo y no quiere que haga lo que hago, pero yo me debo a mi gente. La formación que tuvimos en los Salesianos ayuda a ello. La educación que recibimos es el motor que nos lleva a entregarnos y a darnos a los demás. Como Don Bosco, que estaba dedicado a los niños y a otra serie de personas, nosotros lo llevamos también

hoy en nuestro ADN: entregarnos a los demás… a Dios gracias.

Abilio Panero Fernández (Transcripción de una entrevista)

Alija del Infantado (León), 17 de abril de 2020

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OPORTUNIDAD PARA LA REFLEXIÓN

Horacio de Paz Vuelta

Fue operario de Caixabank y creador de Gestidret. Barcelona

Respondiendo a la invitación de Herminio, ahí va mi modesta apor-tación, aunque, viendo el rico, pulcro y denso lenguaje que manejáis los que escribís habitual-mente en el grupo, tengo un cierto temor a “desentonar”, lo que no quedaría nada bien en un amante de la música.

Hablamos del confi-namiento. Pues bien, ca-sualmente estaba leyendo un libro del cardenal Robert Sarah que seguramente conocéis, titulado La fuerza del silencio. Me resulta un buen compañero de viaje en esta travesía del confinamiento junto con la lectura del evangelio de san Juan en el capítulo 16. Sobre el

evangelio de San Juan volveré más tarde.

Por sacar algo positivo de esta situación especial que nos toca padecer, el libro del señor cardenal me está resultando de gran ayuda. El silencio, el silencio interior sobre todo, es un gran aliado para la reflexión, y la ocasión nos la pintan calva en un mundo acostumbrado al ruido permanente y a la carrera por llegar el primero. “La sociedad actual –escribe R. Sarah– no sabe estar callada, vive en permanente monólogo y considera el presente un vil objeto de consumo”. Tenemos una buena oportunidad para la reflexión serena y sin prisas, para reanimar valores quizás en desuso, como el diálogo que se abre con la escucha, la convivencia que sabe ceder el paso al vecino, limar asperezas, aflojar tensiones... Reflexionar sobre el compromiso con nuestro iguales, empezando por los más próximos. Reflexionar para reponer la gratuidad en nuestra sonrisa, la mirada que invita a compartir sin contraprestaciones,

En otro orden de cosas, más práctico, se me ocurre hablar de reorganización, no ya de ideas, ideales, o valores. Podemos hablar de reorganización de nuestro entorno de trabajo, apuntes y

Horacio de Paz, confinado en su casa

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anotaciones… A mí me ha venido muy bien para hacer aquello que

un día tras otro vas dejando para mejor ocasión.

Decía al principio que también me sorprendió el confinamiento con la lectura del evangelio de san Juan. Allá por el capítulo 16, cuando Cristo anuncia a los apóstoles: “Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver” (Jn 16,16). Y más adelante, en el mismo capítulo, versículo 33: “En el mundo tendréis sufrimientos, pero confiad, yo he vencido al mundo. Pues esta es nuestra esperanza, mi esperanza. Tendremos sufrimientos, ya los tenemos, pero… No temáis. Yo he vencido al mundo”. Y nosotros con él. Esta es, repito, mi esperanza. Así lo siento, así lo vivo, así lo creo

y así os lo participo.

Para terminar, haré mías aquellas palabras de un célebre personaje: “Prefiero dejar de hablar y parecer ignorante, que seguir hablando y demostrároslo”.

Un abrazo a todos.

Horacio de Paz Vuelta Barcelona, 15 de abril de 2020

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ALGO INVISIBLE E INESPERADO

José Pedrosa Chinchilla Fue analista de sistemas en Arcelor. Avilés y Gijón

Creo firmemente que somos parte de una red de vida más profunda –de la que somos solo una hebra– que incluye toda la biosfera. Creo firmemente que formamos parte de una holarquía evolutiva: fisiosfera (materia), biosfera (vida) y noosfera (mente) (del griego noos (νόος ), inteligencia, y esfera (σφαῖρα), conjunto de seres vivos dotados de inteligencia) en orden creciente, por no entrar en detalles mínimos como, por ejemplo, las holarquías propuestas en su día por Popper, Hegel y otros. En este camino de evolución es seguro, seguro, que se llegará al nivel del Orden

profundo, Esfera Divina o Teos. Mas, eso es otra historia.

Lo que sí es cierto es que una evolución superior proviene cronológicamente de una inferior; perogrullada: la biosfera de la fisiosfera, la noosfera de la biosfera, y en ello estamos, en plena evolución hasta alcanzar el grado supremo del Ser que en su día

teorizó Parménides, por ejemplo.

En este sentido, pienso que el Kosmos, con mayúsculas, abarca al cosmos, con minúsculas (o fisiosfera ), al bios (o biosfera ), al nous (o noosfera ) y al teos (teosfera o dominio divino), donde ninguno de ellos es más fundamental que los demás, eso creo. Llegaremos así a una «unificación aprehensiva», como pontificaba Whitehead, en la que todas las situaciones reales anteriores participarían en una holarquía de abrazo. Un vasto potencial morfogenético ejercido por el Kosmos que tira sobre la evolución desplegándola sucesivamente en olas de mayor complejidad. Un ímpetu de todas las cosas de regreso al Espíritu, amor lo llamaba Whitehead, o la amable persuasión de Dios hacia la unidad. Así que, solo un reduccionista sería lo suficientemente atrevido como para afirmar que la noosfera no es sino un giro más de la biosfera, cuando es palpable que sin la noosfera ni habría conceptos lingüísticos

autorreflexivos ni cálculos matemáticos ni lógica formal ni poesía.

Cierto, cuando se trata de procesos lineales, el análisis reductivo funciona razonablemente bien, pero en fenómenos de índole más compleja, contradictorios y no lineales, las leyes de la lógica formal no logran formular verdades universales, válidas “en

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todos los mundos posibles”, sino que son, como Engels explicó, de aplicación bastante limitada. Así que, toda teoría que ignore la naturaleza dialéctica de la realidad material –que utilice conceptos rígidos y fijos– fallará en sus predicciones experimentales. Es evidente, la materia tiene un carácter dinámico y los cambios y las interacciones son esenciales en cualquier proceso de la Naturaleza.

A este procedimiento se le llama razón dialéctica, un proceso universal dirigido a conocer y plasmar la realidad de un modo que no deje nada fuera de sí; por consiguiente es razón tanto de la ciencia como de la libertad y realidad humana. Pero, dicho esto, si violamos las posibilidades que nos ha otorgado la biosfera, esta se desharía de nosotros como si fuéramos un montón de pulgas, y no se sentiría peor después de hacerlo.

Y al hilo de esto, un pensamiento: “El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza, pero es una caña pensante. No hace falta que el universo entero se alce en armas para aplastarlo; un vapor, una gota de agua bastan para matarlo. Mas, aún cuando el universo lo aplastara, el hombre seguiría siendo más noble que lo que lo mata, puesto que él sabe que muere y sabe la ventaja que el universo tiene sobre él. El universo nada sabe de ello”, decía Blaise Pascal.

La pandemia que sufrimos, es el tema, al margen de teorías de la conspiración, podría ser un arañazo de Gaia –la biosfera– tal y como Lovelock insinuó. Es así, con el maltrato a la biosfera, como, sin danos ni siquiera cuenta, algo invisible e inesperado llegó y recolocó todo a su antojo. Nos robó la vida que presumíamos y lo más profundo de los sentimientos; no quiero saber su nombre, pero no creo que sea solo una invención de la naturaleza. Dicen que es frío e impertérrito; dicen que no tiene alma ni corazón; dicen que no lleva pensamientos en su interior, pero que allí por donde pasa va dejando un sifón de recuerdos, de males y pesadillas; dicen que no se apiada de nosotros, los humanos, pero que tampoco sufre por aquello que no siente. Dicen muchas cosas de él, pero temen pronunciar su nombre, Covid-19, tal es el temor.

Solo trasmitimos respeto a algo que no conocemos. ¿Quizás miedo? Sí, el miedo, la aprensión, que de todos se apodera ante lo

desconocido.

¡Un abrazo a este inmejorable grupo!

José Pedrosa Chinchilla Salinas, Castrillón (Asturias), 15 de abril de 2020

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CELEBRAR LA VIDA EN PRIMAVERA

Ángel C. Pellitero Santos SDB Fue profesor de Inglés. Comunidad salesiana. Cambados

Un saludo a los componentes del grupo Astudillo 66 y a los

añadidos.

La verdad es que en las actuales circunstancias no me apetece nada escribir, pero haré un esfuerzo, después del empujón que me ha dado Senén esta mañana.

Desde la ventana de mi habitación estoy viendo el progreso de la primavera, día a día, como nunca lo había visto o no me había fijado tanto. Un mes largo de confinamiento me ha dado la oportunidad de ver desde las primeras yemitas de las viñas hasta una tupida sábana de verdor.

Para los que no se hayan pasado por Cambados en el último lustro, que sepan que no queda ni un rincón sin postes de cemento o

Comunidad de Cambados, en la misma escalera, muchos años después: J. R. Pacheco,

Rafael Barreales, Honorio Rodríguez, Secundino Rguez, Poncho García, Carlos Lorenzo Barata,

Gildo Glez, ANGEL PELLITERO y Manuel Cachaldora.

Honorio es hermano de Filiberto Rodríguez, muerto recientemente en Angola.

Carlos L. Barata, que estuvo con nosotros en Cambados, pasó 46 años

en Brasil

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acero en todo el valle del Salnés para sostener las guías del albariño. Es todo un privilegio poder contemplar este espectáculo cada día. Me siento privilegiado pensando en la cantidad de gente hacinada en pequeñísimos pisos. Ha coincidido parte del confinamiento con el tiempo de Pascua (se decía Pascua florida). Este brotar de la primavera en todo su apogeo es la mejor metáfora de la

Resurrección.

Desde las primeras comunidades seguidoras de Jesús de Nazaret hasta nuestros días, es –sin dudas– el centro y piedra angular de la fe cristiana, tal como lo expresó taxativamente Pablo de Tarso a la comunidad griega de Corinto, renuente a creer en la resurrección de los muertos: «Si Cristo no resucitó, vacía es nuestra predicación, vacía es también nuestra fe» (1 Corintios 15,14).

Este tiempo de pandemia pasará y veremos tiempos mejores. Esta plaga dará paso a una primavera sin fin, porque Dios es el Dios de la vida, que nos asegura el final feliz de la Resurrección. La muerte física no tiene la última palabra. Dios nos promete una vida y vida en abundancia, que no depende de las situaciones externas (Juan

10,10).

Os invito a que en esta primavera celebréis la vida. Deseo de todo corazón que el “bicho” se aleje de vuestro entorno y que un

nuevo ciclo primaveral esté lleno de bendiciones.

Ángel Pellitero Santos Cambados 20 de abril de 2020

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¡VIVA LA VIDA!

Benito Pérez Henares

Fue administrativo de la Fábrica de Armas. Palencia

En este tiempo de con-finamiento hemos dedicado el tiempo a cultivar diversas aficiones. Y hemos tenido tiempo para reflexionar sobre las consecuencias de la pandemia que estamos padeciendo. Por un lado, la crisis económica y por otro, ha hecho su aparición una realidad determi-nante: la vida (el valor de la vida). Difícil equilibrio si queremos ponerlo en la balanza.

Ya sabemos que la economía traerá duros ajustes pero, como en anteriores ocasiones, se irá recu-

perando.

En el otro platillo de la balanza está nada menos que el valor de la vida. A diario, estamos asistiendo a las noticias de personas fallecidas, citadas como un mero número escueto y frío, y yo no me resisto a escucharlo estoicamente. Y surgen en mí algunas preguntas: ¿Tan triste final merecían estas personas? ¿Cómo se ha valorado tan poco la vida de nuestros mayores?

Y así podríamos seguir.

Sin duda, el esfuerzo de sanitarios, organismos civiles y de ayuda humanitaria y tantos otros son un ejemplo para toda la sociedad y bien merecen el aplauso que todos los días les dedicamos.

Quizás, abrumados por los acontecimientos, estamos entretenidos en otras cosas y no prestamos atención a lo principal. Por eso, debemos reaccionar y decidir personalmente y como sociedad, aunque no sea fácil, qué sentido queremos dar a nuestra vida. Y actuar en consecuencia, porque, si no lo hacemos nosotros,

otros lo harán por nosotros.

Benito en su casa el día en que escribió

la colaboración

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Yo, que voy cruzando desde hace algún tiempo,, el umbral de esta década prodigiosa de los 70, ya no tengo tiempo para escuchar cantos de sirena.

Por eso quiero despertarme cada mañana dando gracias por la vida, asomarme a la ventana y caminar de nuevo, tarareando :

"Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba,

disfruta las cosas buenas que tiene la Vida... "

Por eso brindo alto y claro, y digo: ¡Viva la vida!

Benito Pérez Henares Palencia, 15 de abril de 2020

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CRONOLOGÍA DE UN ENCIERRO

José Ramón Rodríguez Lago Fue profesor de Electrónica en FP Virgen de la Paloma

y de Tecnología en el IES Jaime Vera. Madrid

El 3 de marzo aterrizamos Ana y yo en Madrid, después de pasar 15 días por Miami y el parque nacional de las Everglades. La prensa hablaba de 110 infectados en España, la mayoría importados.

El lunes 9, comenzamos las obras de remodelación de nuestra vivienda. La situación en España comenzaba a preocupar: 500 infectados y 17 muertos en un día. En Italia ya estaban en pleno auge. Y el lunes 16 entra en vigor el decreto de alarma y los albañiles se van

hasta que el temporal escampe.

Total, que nos vemos con la nevera y el microondas en una habitación, media casa desman-telada y azulejos y sacos de arena y

cemento esparcidos por doquier.

El primer movimiento fue de pavor, pero pronto se impuso nuestra experiencia de campistas. Se puede vivir con mucho menos. Y nosotros disponíamos de una buena calefacción, agua, alimentos, wifi… No teníamos derecho a quejarnos. Otros tenían que afrontar el

encierro en situaciones muchísimo más precarias.

Distribuimos los espacios disponibles y organizamos una rutina no escrita. Por las mañanas cada uno se dedica a sus actividades. Ana en la habitación lee, consulta las redes sociales… y yo, en el salón, estoy enfrascado en un curso de programación de la Universidad Carlos III. Para la comida preparamos platos sencillos en el microondas o descongelamos otros elaborados previsoramente. Y para hacer la digestión, la película del oeste de Telemadrid. Después, tiempo de lectura, algo de gimnasia y a las 8 pm a aplaudir a todos los que se desviven por nosotros. Tras la cena, noticias deprimentes

José Ramón en Cayo Hueso (USA)

en febrero de 2020

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de los telediarios, peli de Netflix o de alguna cadena y a descansar

de nuestra “azarosa” vida de encierro.

En ningún momento me he sentido angustiado por el Covid-19. Tomamos precauciones. Solo salimos los sábados a comprar, con guantes, mascarilla y evitando a la gente. Soy consciente de que, a pesar del cuidado que tengamos, podemos infectarnos. Por lo que vemos por la tele y por la experiencia de una vecina, lo que me más impone es la soledad que se vive en caso de que tengan que

hospitalizarte.

El sentimiento de soledad siempre ha sido mi “bestia

negra”. Y cuando hablo de soledad, es esa soledad existencial, que podemos experimentar viviendo en una comunidad religiosa o rodeado de gente… Tengo necesidad de la presencia física de otra persona, que me quiera y a la que quiera.

Me acaban de comunicar que ha fallecido un vecino, muy mayor, que estaba en una residencia. La muerte, que se aproxima. No me gustaría morirme aún. Tengo proyectos que realizar. Pero no me da miedo. He tenido una existencia feliz, tanto en mis años de salesiano como en mi vida de familia. Si se pudiera resetear la vida y comenzar de nuevo, sin duda emprendería el mismo camino, tratando de evitar algún que otro tropezón. Sencillamente, me siento en paz. Y esperanzado. Abierto al futuro, sea cual sea.

José Ramón Rodríguez Lago Madrid, 15 de abril de 2020

Ana y José Ramón en las Bahamas. Febrero de 2020

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VIENDO PASAR EL VIRUS DESDE MI SILLA DE RUEDAS

Epigmenio Rodríguez Lozano

Fue funcionario en la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) Madrid. Extirocinante de Llaranes (Avilés) y Masaveu (Oviedo)

Invitado por los Reyes (!) al Auditorio Nacional, a celebrar la Pasión de Johann Sebastian Bach, sentado en mi silla de ruedas pienso en la fatalidad que el coronavirus trae a gran parte de la humanidad, con la que me siento en amarga solidaridad. Herminio: Te traslado un recuerdo escrito de aquellas fechas que guardo como si de un diario se tratase. Mi interlocutor ni siquiera es conocido físicamente, así que ruego a los compañeros del grupo que lo hagan propio.

Querido José:

Porque supongo que eres tú quien me aconsejó no acudir al evento aquel de Auditorio Nacional el día 6 de marzo [de 2020]. Pues “déjame que te cuente, limeño”, como diría deliciosamente María Dolores Pradera en La Flor

de la Canela.

Al final fui al Concierto de la Pasión según San Mateo de J. S. Bach, con una interpretación internacional programada por la Fundación Excelentia. Y es que la cosa tiene su intrahistoria. Como era mi regalo de Reyes, yo había sacado las entradas cuando ni siquiera hablaba del citado virus (un asunto de un rincón de China, y eso quedaba muy lejos). Cuando la cosa se fue “haciendo viral”, le propuse no acudir y darlas por perdidas, al no haber aparecido ningún “valiente” en el blog que se hiciese cargo de ellas. También me dijo que no era “moco de pavo” para tirarlas así como así y que la cosa del bichito no era para tanto (¡Entonces se hablaba de paranoia y seguían

preparándose las manifestaciones del 8M!).

Así que fuimos, eso sí, no en transporte público, como habíamos pensado en un principio para llevar la silla [de ruedas] eléctrica, sino en nuestro vehículo particular con la silla manual, contando con encontrar plaza libre en aparcamiento reservado para minusválidos. Cuando llegamos a la mencio-nada plaza, al ver que tenía los intermitentes puestos, nos pusimos en paralelo

Epigmenio en el centro) jugando al tute "perrero"

con Juan, Licinio y Félix Matilla.

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para preguntar si iba a salir. De malos modos (ni siquiera bajó el cristal), con un gesto hosco nos señaló lo que supuse sería la tarjeta del estacionamiento. Me extrañó ese comportamiento en una persona que lucía, aunque apenas perceptible, la tirita del clergyman (resalto esto por lo que diré al final si tienes la paciencia de leerme hasta el final). Bueno, pues después de dar una vuelta a los alrededores, nos metimos en el parking, y como no había plazas en el primer sótano, hubimos de bajar al segundo, confiando que hubiese ascensores, pero ¡quiá!; menos mal que un empleado se ofreció a empujar la silla –conmigo encima y mis 80 kilos– rampas arriba hasta la explanada de entrada.

Y, bueno, ya estamos dentro, en la localidad reservada para minusválidos y acompañante (2º anfiteatro). Dan la señal de comienzo de la función, cierran las puertas, se apagan las luces y... ¡voilà!, el que teníamos sentado delante rompe a toser de una manera incontenible, a lo que mi mujer rebusca en su bolso-saco un caramelo antitusígeno. En el descanso, con los agradecimientos, nos confiesa que no sabe lo que le había sucedido, que le surgió de repente. A lo que yo, por quitar hierro a la situación, mencioné que yo notaba mucha corriente por la cabeza, y que me había puesto la visera –él lo tomó a risa pues es de los que llevan la cabeza rapada como una bola de billar–. Supongo sería el aire acondicionado, aunque no vi por más que

busqué, el origen o rejilla.

Y llegamos a la segunda parte de la función, en la que observo movimientos sorpresivos de entrada y salida hacia el fondo del anfiteatro (a mí me habían acomodado junto a la puerta). Por fin, seis acomodadores jóvenes bajan a un anciano –no tendría menos de 80 años– y lo sientan en una silla de ruedas: en un momento que volví la cabeza, pude ver que estaba completamente pálido y con los ojos cerrados y la cabeza inclinada a un lado. Desde que tuve el ACV [accidente cerebrovascular], estas cosas me

impresionan más si cabe.

Terminado el concierto, salimos los primeros para poder coger el ascensor e ir a buscar el coche antes de que se pusiese en movimiento aquella masa –el auditorio con sus más de dos mil espectadores estaba lleno o casi–. Le dije a mi mujer que me dejase al abrigo de las corrientes de entrada del aire frío –serían sobre las diez de la noche–. Así que allí estuve pasando revista a todos los que salían, ¿y sabes a quién vi? Pues al supuesto curita de la tirita que ocupaba la plaza reservada para minusválidos, rodeado de sendas señoronas, ninguno de los tres parecía minusválido, discapacitado o como quieran llamarlo. Tampoco vamos a pensar mal; a lo mejor lo llevaban oculto...

¡Tiritas a mí!

Tan solo vi una mascarilla en los que salían; claro que, por las pintas, bien podía ser por otra razón... Entonces, ¿mereció la pena? Claro que sí, aunque no correría el riesgo otra vez una vez sabido lo que hoy sabemos, y que tú me aconsejabas.

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Allí pude comprobar, en otro orden de cosas, el verdadero sentimiento religioso de Bach en esta aria:

Oh, hombre, llora tu gran pecado

por el cual Cristo dejó el seno de su Padre

y descendió a este mundo. De una “Virgen dulce y pura” (!)

nació para nosotros,

Él quiso ser mediador...

Y bueno, preguntaréis: ¿Cogisteis el virus o no? A lo que no sé qué responderos, porque pasarlo, creemos que lo hemos pasado, aunque leve; pero, si tras estar posteriormente en urgencias, a las que me llevaron en ambulancia por una infección que yo atribuyo a que me dejó sin defensas, donde estuve rodeado de contagiados del Covid 19, y no se me pegó…, pues a lo mejor tengo cierta inmunidad.

Os deseo lo mejor. Un abrazo “virtual”.

Epigmenio Rodríguez (Epy) Madrid, 20 de abril de 2020

Nota del editor Epy envía esta colaboración, “escrita como pasatiempo con su chispa de humor” y dirigida a un tal José que, por ser un nombre más común, bien pudiera ser el de los compañeros del grupo. “Esta fue mi experiencia personal: yo era el que la viví desde mi silla de ruedas. Quiero pensar que he ‘pasado’ lo del Covid-19, muy leve y en casa a base de paracetamol. De hecho, creo que lo pude coger en el Auditorio Nacional que menciono en el texto”.

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UNA AUTÉNTICA CUARENTENA

Alfredo Roscales Olea

Fue funcionario del Parque Móvil del Estado

Bueno, chicos, si no hay más remedio, haremos de tripas corazón y me pongo a decir cómo estoy pasando el confinamiento, que para mí ya es una auténtica cuarentena, pues yo comencé dos semanas antes de lo oficial y ya llevo mucho más de cuarenta días en casa.

Desde enero no voy al pueblo [Almazán, Soria] y tengo allí las rosas abandonadas, pero

las recupero cuando recuerdo los cumpleaños.

En casa hago mi tabla de gimnasia como aquellas que hacíamos en el patio, en

Cambados: “Agáchate y vuélvete a levantar…”

Recorro con la escoba todos los recovecos de la casa y, luego, el polvo con una bayeta, luego los cristales..., como si estuviera haciendo alguno de los cargos en el cole. Aunque yo no hice muchos cargos, pues nunca salí de la primitiva casa de Cambados, el pazo. Fue allí donde estuve todo el tiempo de los cargos, arriba, en la sala de la cristalera, antes de la enfermería, que es donde estaba la peluquería. Yo tenía el cargo de peluquero desde Allariz, donde me enseñó Vicente Ruiz, de Alar del Rey, el de la camiseta a rayas de la foto de El Breñal. Recuerdo que el primero que cayó en mis manos fue Ángel Pellitero. Pobrecito…, se le caían unos lagrimones... Él no se acuerda, pero a mí nunca se me olvidará. ¡Qué trasquilones! Y creo que a Etelvino le enseñé a cortar el pelo, no sé si en el Noviciado… Y yo seguí de peluquero hasta mi final en Medina en el 68. Y seguí cortando el pelo

en la mili, en Villanubla.

Si alguien quiere, puedo cortárselo ahora, que lo vamos necesitando. A mí nadie me corta el pelo. La única vez que fui a la peluquería fue el día de la boda. Me lo corto yo. Lo único, que ya no utilizo las tijeras. Al principio me lo cortaba a navaja…, pero ahora ya

no, porque no me fío de mí mismo.

Y mientras tanto, aquí estamos y aquí seguimos esperando el final del confinamiento.

Alfredo Roscales Olea Madrid, 23 de abril de 2020

Alfredo Roscales con Felisindo Suiero

en Cacabelos en el verano de 2019

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MI FAMILIA SALESIANA

Virgilio Rubio López

Fue técnico administrativo en Tabacalera. Madrid

Evidentemente la pan-demia del coronavirus, el estado de alarma y el con-siguiente confinamiento en nuestras casas a todos nos han trastocado y han alterado nuestras vidas. Cada cual tiene sus circunstancias y sus maneras o métodos de llevarlo disciplinadamente a efecto; incluso tendrá, también en cada caso, sus consecuencias o alteraciones. Supongo que en estos escritos o colaboraciones que se nos han pedido se reflejarán, tanto más si, como ya conozco, colaborará en esta tarea algún compañero que ha pasado por el hospital afectado por el virus y afortunadamente lo ha

superado.

Me permito, sin embar-go, señalar que mi confina-miento ha sido algo especial asimismo por ser doble: por decisión gubernativa –como todos– y al tiempo por prescripción médica tras una operación efectuada precisamente en

los días más aciagos en los hospitales a causa de dicha pandemia.

Me diagnosticaron un cáncer de próstata y se fijó la cirugía para el pasado día 23 de marzo, con mes y medio de anticipación, pues debía transcurrir este período de tiempo entre la biopsia ya realizada y el momento de la operación. Los que ya conocían (muy pocos) el diagnóstico trataban de restar importancia al tema, me hablaban de experiencias propias o ajenas y me daban ánimos. Así iba transcurriendo el tiempo de espera cuando hizo acto de presencia lo

Virgilio en su casa en 2016

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inesperado: el virus, el estado de alarma (14 de marzo) y el

confinamiento.

La situación, claro, ya no era la misma. ¿Seguiría adelante la operación? ¿Se suspendería? Y de llevarse a cabo, los riesgos consiguientes no solo ya por la operación en sí, sino los de coger allí el temido contagio. Decidí seguir adelante si los propios médicos no cancelaban la intervención. El día 21, sábado y por la noche, me llama el urólogo y me indica que por problemas (sin más explicaciones) el 23 no puede tener lugar la operación, pero que se pasa al 25.

Aumenta, lógicamente, mi inquietud. Mientras tanto, por el correo del Grupo Astudillo66 y por otros medios regionales me llegan las tristes noticias del contagio y varios fallecimientos de salesianos de la Inspectoría de León (como antes nosotros simplificábamos) y, el primero de ellos, de mi compañero de noviciado Avelino Uña.

En estos casos la familia es la que resuelve, decide y acompaña, pero el confinamiento lo ha complicado todo. Mi hija mayor y mis dos nietas residen en A Coruña, pero no van a poder venir, y no solo por el confinamiento: el marido de mi hija es médico y en esta situación no puede faltar en su trabajo y las niñas no pueden quedarse solas. Mi hija mediana vive en un pueblo cercano a Madrid, pero –aparte del confinamiento– se encuentra con fiebre y acatarrada; en consecuencia, no debe asistir a la operación. Mi mujer tiene alergias y asma: bajo ningún concepto debe aparecer por el

hospital. Al final, claro, le toca a mi hijo acompañarme en el hospital.

Sé que en estas circunstancias (y más con el dichoso confinamiento) nadie más puede ayudar, pero sí dar ánimos en momentos en que piensas que en el quirófano puede pasar de todo y las ideas más negras afloran en la mente durante la víspera y ante la llegada de la noche. Así que a última hora de la tarde (en contra de lo que algunos hacen: ocultar estas situaciones personales y que nadie se entere) mando un correo al Grupo anunciando la inminente intervención quirúrgica en el que yo considero el peor momento.

Pese a la hora, son muchos e inmediatos los correos de apoyo y las llamadas de los componentes del Grupo ofreciendo ánimos, buenos deseos y oraciones. La verdad, lo agradezco, me reconforta y anima. Siento que, además de la propia, tengo otra familia: los antiguos compañeros del mío y de otros cursos, anteriores o posteriores: podría hablarse, resumiendo, de mi familia salesiana.

No sé si me estoy alargando mucho. Quiero, no obstante, hacer un exordio o explicación. Yo dejé los salesianos al finalizar segundo

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curso de Filosofía en Medina. Mi salida estaba prevista y pactada con el entonces Director. Sin embargo, la intervención inoportuna y desafortunada de quien estaba por encima precipitó y malogró una salida sentida y dolorosa. Desde entonces no tuve contacto ni guardé relación con los salesianos durante muchos años, salvo con los tres o cuatro más amigos (y un cruce de cartas con el entonces Consiliario Nacional de Antiguos Alumnos, don Luis Valpuesta). Unos años después escribí y presenté por dos veces a concurso mi novela Alborada y ocaso. Aunque tuve dos premios, la obra ni llegó a publicarse ni prácticamente nadie tuvo conocimiento de ella.

Tras muchos años en un cajón, animado por mi mujer, por unos amigos y porque a los editores de "Edición Personal" les entusiasmó y me la alabaron, la autopubliqué en el año 2001. Tampoco entonces llegó a círculos salesianos, y yo seguía sin relación alguna con salesianos.

Con motivo del fallecimiento del familiar de un componente del Grupo, [Julián Herreras], al asistir al funeral casi por casualidad, conocí (reconocí) a varios de los fundadores de este Grupo, entonces mucho más reducido. Herminio me metió en el Grupo. Asistí primeramente a un Encuentro en Arévalo y ahí me reencontré con muchos de mis antiguos compañeros de este Astudillo66, pero también del Grupo Cambados y de otros Grupos, como Estudiantes Salesianos 56/65 (coordinado por Angelillo) y otros de Burgos,

Palencia, el País Vasco...

A este encuentro sucedieron otros posteriores en Ávila, León, Valladolid, Palencia, Astudillo, Ponferrada. Hoy tengo amigos en todos ellos, fueran antes o no conocidos o de mi curso. Incluso yo he convocado ya dos encuentros aquí en Madrid con compañeros de mi último curso. Estoy encantado y agradecido. Alborada y ocaso ha servido a veces de puente en la relación con algunos y de recuerdo

y añoranza de aquellos años para muchos.

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Como dije antes, a todos los considero mi familia salesiana, aunque la mayoría ya no siguieron en la Congregación. Como bellamente escribe mi amigo y compañero nuestro el poeta

Heliodoro Bermejo:

"Remembranza hoy, amigos que hurga siempre en cenizas y rescoldos, ha hermanado al azar, como la estrecha retina de los ojos, nuestros pasos, y el oscuro fantasma del olvido retrocede esta vez, cede la privanza al retorno del pájaro extraviado

de la amistad".

Y concluyo el relato inicial. La operación me dicen que salió bien, el postoperatorio y la convalecencia están siendo bastantes buenos. Estoy animado. Y, durante el obligado confinamiento, las llamadas de compañeros y los correos del Grupo ocupan buena parte de mi tiempo enclaustrado. Incluso últimamente y con las recientes incorporaciones al Grupo sigo conociendo y aumentando los amigos

que, antes o después, pasaron por colegios salesianos.

De momento, sin síntomas de coronavirus ni mi hijo ni yo y con mis mejores deseos y ánimos para los afectados (que, según últimas

noticias, los hay) y sus familias. Muchas gracias a todos.

Virgilio Rubio López Madrid, 13 de abril de 2020

C. García Geijo, Senén Fdez., VIRGILIO y J. A. Astorga en el Ondiñas en 2016

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VIACRUCIS CAMINO AL VIALUCIS

Juanjo Ruiz Husillos SDB

Párroco de San Antonio de Padua. León

Ya sabéis que lo mío no es latín. Años atrás estudié el Rromanó-Kaló, la lengua de los gitanos, que en Valladolid aprendí y ayudé a estudiar a los jóvenes gitanos de La Esperanza. Como digo, no es el latín, pero no he encontrado mejor título a la realidad que estoy viviendo estos días de encierro.

El último acto en la parroquia fue el viernes 13 de marzo: un viacrucis y la eucaristía. Se cerraron las puertas y todavía no se han abierto al público, ni sabemos cuándo se abrirán. Teníamos ilusión de inaugurar este año el vialucis el domingo

de Pascua.

Os hablo de esto porque es la misión que llevo a cabo hoy en día. Una parroquia pequeña con 5.000 habitantes, gente sencilla de clase media-baja, con muchos gitanos, que vienen solo por ayuda social de Cáritas y otras entidades.

Hace unos años, Mino Cerezo Barredo, sacerdote claretiano, 35 años en América Latina y al que se conoce como el “Pintor de la Liberación”, nos pintó seis grandes tablas sobre el texto “Jesús pasó

haciendo el bien” para el retablo de la iglesia.

Hace unos meses, hablando con él, le presenté el reto de pintar un “Vialucis” sobre la Resurrección de Jesús, las apariciones, yo digo mejor "experiencias de encuentro de Jesús con distintas personas". Y al final de 2019 ya las había pintado.

Todo este rollo para deciros que durante este tiempo de encierro, que he aprovechado para ponerme al día en muchas cosas, he montado el vialucis en la parroquia. Han sido varios días para

Juanjo con el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal,

en Oviedo, en 2004

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colgarlo en la pared del fondo de la iglesia, al lado del Cristo

resucitado.

La realidad en esos días era muy dura: iban dejándonos hermanos salesianos muy cercanos. Cayetano, por ejemplo, con quien había hablado unos días antes. Y yo estaba sin saber si tenía o no el dichoso virus, siendo diabético, con hipertensión y los 71 años, todas las papeletas para haber iniciado mi viacrucis. Y con Cayetano, siguieron Machi, Ivo, Pedro, Tirso…

Con esta realidad en mi pensamiento, en mi cabeza y en mi corazón, yo me encuentro colgando cuadros de Jesús vivo y resucitado encontrándose con Magdalena, Pedro y Juan, los dos de Emaús, los apóstoles y María… Terrible contraste que me hacía sufrir. Las muertes eran muchas y dolorosas. Nos juntábamos a desayunar o comer y esperábamos noticias. Las noches eran dormir a medias: eran las muertes de mis hermanos y la vida resucitada de Jesús con ellos, conmigo…, pero prevalecían las muertes, desapariciones físicas de hermanos; los cuadros de Jesús vivo y resucitado… eran cuadros.

Han pasado unas semanas. Iniciamos la Semana Santa. Han sido celebraciones comunitarias íntimas, sin mucho jaleo, evangelio puro y duro con la realidad del coronavirus que también es dura, pero ya más asimilada; cuando nuestros gobernantes están a otros intereses, es lógico que se den muertes y muertes…; cuando a algunas personas les importa más lo personal que lo social o

comunitario, es lógico el contagio y las posibles muertes y muertes.

Jesús vivo y Resucitado no vuelve a esta tierra ni entra de nuevo en la historia humana, ni está en los cuadros. Jesús vivo y resucitado está a nuestro lado, si lo buscamos;

Jesús vivo y Resucitado inaugura el camino de la Vida con

mayúscula, el camino del vialucis, nuestro camino como creyentes.

Juanjo Ruiz Husillos SDB

Párroco de San Antonio de Padua. León

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CON PACIENCIA Y ESPERANZA

José María Santamaría Jambrina

Fue montador de componentes eléctricos ADB (Hitachi). Córdoba

Compañeros:

Deseo compartir con vosotros la experiencia de este confinamiento a causa del Covid-19. Tanto mi mujer como yo estamos viviéndolo de una forma positiva y cristiana.

Vivimos nuestra fe en una comunidad neocatecumenal dentro de nuestra parroquia y esto hace que pongamos a Dios en nuestras vidas y nos tomemos este acontecimiento con paciencia, esperanza

y confianza en Él.

José María con su mujer, Ana, en el 40 aniversario

de su matrimonio (2018)

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A pesar de ver que la muerte nos rodea, estamos fortalecidos por Dios y los hermanos de nuestra comunidad, junto con nuestro párroco. ¿Si Dios es el autor de nuestras vidas, qué miedo vamos a tener? La muerte ha sido vencida por él; porque está resucitado y nos espera en la Vida Eterna.

Como ahora no podemos asistir a la Eucaristía, la vemos en la televisión y, como al igual que nos cuidamos el cuerpo con todas las medidas necesarias; también lo hemos hecho para alimentar

nuestras almas.

Dos sábados y el domingo de Ramos fui caminando hasta nuestra parroquia durante una hora para traer la comunión a nuestra

casa y así fortalecernos con ella.

Nos comunicamos con nuestro hijo y familia por videollamada y así sabemos que se encuentran bien. Nuestro hijo está muy expuesto a este virus porque trabaja a domicilio con personas discapacitadas y mayores. Por eso tiene que utilizar las medidas necesarias de protección; pero él se siente también fuerte porque sabe que cuenta con Dios y nuestras oraciones.

Deseo a todos los compañeros que os encontréis bien; confiad en Dios y María Auxiliadora.

Rezamos por todos.

Un abrazo para todos y mucho ánimo.

José María Santamaría Jambrina Córdoba, 14 de abril de 2020

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LECCIONES DEL CONFINAMIENTO

Ángel Segovia Largo Fue asesor técnico de la Inspección Educativa de Santiago

y coordinador de todos los CRA de Galicia

“Todos y siempre podemos aprender, todos y siempre podemos enseñar”. Este era el lema-pegatina de nuestra escuela de adultos del barrio de Vista Alegre de Avilés, convencidos profundamente de que enseñamos lo que aprendemos.

Pues bien, la actual situación de confinamiento nos induce a aprender algunas lecciones que posteriormente guíen las tareas de la enseñanza.

Ángel Segovia en Castro Leboreiro (Portugal) preparando el Camino Miñoto Ribeiro

de Santiago

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A modo de ejemplo, indico algunas lecciones que estamos

aprendiendo o reforzando en estos largos días:

• Es imprescindible disponer de buenas infraestructuras y po-tentes servicios públicos (especialmente de sanidad y educación), que garanticen la cobertura universal a todas las personas en condiciones dignas de equidad, incorporando las

aportaciones de las iniciativas y empresas privadas.

• La educación para la Paz y el Desarrollo no es una actividad-asignatura complementaria más del currículo. La educación en valores, esos que tanto estimamos en estos días, no pueden ser considerada como algo secundario en la educación formal de todos los centros educativos.

• El estado de alarma ha puesto de manifiesto, una vez más, las diferencias sociales, económicas y educativas, como se evidencia en la brecha digital, que dificulta la igualdad de la educación on line. La digitalización no es una opción más o menos interesante, sino una necesidad vital, como el agua y la electricidad en nuestras viviendas.

• Necesitamos revisar nuestras prioridades y los correspon- dientes presupuestos. La ciencia en general y las investí-gaciones específicas deben ocupar un lugar mucho más importante en la asignación de los recursos humanos y materiales, porque la ciencia es la herramienta que mejor garantiza preventivamente nuestra salud física, mental y social. Aunque hay algunos que no aprenden ni con una pandemia universal.

Ángel Segovia Largo Santiago de Compostela, 15 de abril de 2020

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PUDO “SER NO”, PERO FUE “QUE SÍ”

Ángel Téllez Sánchez SDB Doctor en Teología. Párroco de San Juan Bosco. Madrid

14 de abril de 2020, año 46 de mi vida salesiana-sacerdotal

Querido Jesús: En tu Pascua nací al sacerdocio; a su calor he querido crecer; hoy, con corazón agradecido, te lo voy a recordar para, así, seguir caminando a tu luz… hasta que la novedad sin fin de tu Palabra de Vida me sumerja en la vida sin fin, sin límite. En la

Vida del Amor y de la plenitud del ser.

Al hacerlo en este tiempo de confinamiento, quiero tener presentes a tantas personas como sufren a causa de la pandemia; que se dejen iluminar por ti: enfermos, familiares, sanitarios, cuida-dores… Y pido tu Luz eterna para cuantos

nos han dejado.

Recordarás, mejor que yo, que a finales de ese invierno de 1974 entré en una crisis no muy prolongada: ¿Para qué ordenarme de sacerdote si lo que quiero ser es un pedagogo de la Religión? La decisión de no ordenarme se la comuniqué a mis padres. No supe su reacción, porque, una vez más, su delicadeza y respeto a mis decisiones vocacionales eran

muy claras para ellos. ¡Es de agradecer y mucho!

Se lo comuniqué a mi director espiritual, el bueno de Antonio González, y con él lo dialogué. Su capacidad de escucha y su actitud para facilitar la empatía con él fue importante. Esto hizo, que, dada mi timidez, yo hablara con franqueza y confianza con él. No recuerdo la duración, ni tampoco las sesiones. Pero sí quedaron grabadas en mí sus reflexiones y aclaraciones, para yo mismo clarificarme más y más. Ahí quedó todo. La cercanía, la amistad y el acompañamiento

seguirían.

Un buen domingo de “esos del teologado” me dirigí a misa a una parroquia del barrio Garrido, creo recordar. Lo hice en compañía

Ángel celebra la Pascua en la parroquia

de Paseo Extremadura, Madrid. 2020

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de Jesús Barrio, tal vez Alfonso o Gildo. Jorge no, porque iba a Cabrerizos. Parece ser que por entonces yo estaba libre de animar eucaristías. El caso es que el sacerdote que la presidía era “viejo”. Mantuvimos una breve conversación Jesús (Barrio) y yo sobre el particular. No sé si en mi exterior, pero sí en mi interior me hice este razonamiento:

–Merece la pena ordenarse de cura, aunque solo sea para que la gente que va a misa vea a un cura joven...

Esta motivación, que puede parecer débil, no lo era, porque llevaba toda la carga de reflexión serena hecha con Antonio y, me imagino, que también la oración.

Algo empezó a cambiar en mí. Era una mañana soleada de las de Salamanca, y otro Sol brilló en mi interior y me llegó a calentar el corazón. Y mi razonamiento fue distinto: pues sí, voy a tener en cuenta lo que me dijo Antonio y voy a pedir la ordenación.

¡Alegría para todos! Muy especial para mis padres y familia más

cercana. Inicié el camino de vuelta hacia la Pascua del 14 de abril.

Ese día fue un día grande, dentro de la sencillez que yo me había programado. No recuerdo del proceso de preparación, sí la conversación que mantuve con el Obispo que nos ordenó, que mucho me ha servido a lo largo de estos cuarenta y seis años. Ya

antes, pero más en este día, dentro de mí nació un deseo:

Quiero celebrar cada eucaristía con la novedad y fervor del primer día. Quiero que sea sentida para mí y para la gente. Quiero que sea el centro de mi vida

y de mis “prácticas religiosas”.

Y todo porque en ella celebramos la muerte y resurrección de Jesús. Y la resurrección es “algo fundamental” que he descubierto gracias también a Miguelín [Miguel Rodríguez], mi querido y apreciado profesor de Escritura, que ya en primero de teología me

animó muchísimo a “gustar” la Palabra de Dios.

De todas formas, querido Jesús, yo entonces no alcanzaba a comprender –aunque lo sabía– la importancia que tiene asumir en la vida que “tu resurrección fue la de un crucificado”. Corría el peligro, tal vez por ser “jovenzuelo”, de silenciar la realidad de la cruz y de los

crucificados.

Ya por la tarde del Domingo de Pascua, después de haber compartido mucho con los amigos, los antiguos alumnos y compañeros, nos encaminamos hacia Fuente el Sol, vía Medina del

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Campo, con una buena tormenta de fondo. Y al pasar cerca de Las Salinas reviví la tormenta que nos había acompañado, a mis padres y a mí, el día que por primera vez fui al aspirantado salesiano de Las Salinas, donde conocí al gran Cayetano, hoy de feliz memoria. Desde el cielo me seguirá, pues la pandemia provocó su marcha cargado de años, de experiencia y de vida salesiana ejemplar. Ahora

“vive la nueva vida de la resurrección”.

Para ese lunes nuevo de Pascua yo no quería nada especial. La misa y una sencilla invitación, que fue acompañada por un buenísimo vino blanco “Viejo Medina”. Eso sí, la primera misa fue muy preparada. Había nacido al sacerdocio ordenado al calor de la Pascua. Y vaya sí celebré la muerte y resurrección de Jesús en mí pueblo y con la gente de mí pueblo, acompañado también de algunos

filósofos de Las Salinas.

Al hacer memoria quiero, de nuevo, proyectar mi deseo de seguir caminando, fiel al Amor primero, al Señor de la Vida, que me llamó para compartirla y hacerla crecer. También quiero que sea agradecimiento para tanta gente con la que me he encontrado (sobre todo niños y jóvenes, estudiantes de Magisterio, educadores y animadores cristianos…). Con toda esta gran familia he podido celebrar la Eucaristía de forma “sentida” y creativa.

Hoy, en vísperas del 14 de abril, me siento “casi, casi como entonces” y los tres ejes de la Palabra, la Eucaristía y la Resurrección quiero que sigan siendo orientadores y dadores de sentido de mi vida. Y deseo que los avances que he hecho sean para el bien de los demás. Los fallos, que han sido muchos, que tu Espíritu me los perdone y trasforme en ilusión renovada por seguir corriendo en esta carrera, consciente de que “sé de quién me he fiado”.

Pido la ayuda de san Juan XXIII y de Mamá Margarita y su hijo, Don Bosco: para que sea sencillo y con corazón pastoral, para que tenga entrañas de misericordia, ilusión y esperanza renovada y activa, para que mi condición “filial” se acreciente. Y que al Buen Padre, que lo hizo posible y me amó desde toda la eternidad, le sienta cada día, lo descubra, lo escuche, lo acoja y lo comunique con el

testimonio y con la palabra “oportuna y adecuada”.

Gracias, querido Jesús. No me despido de ti, pero sí te envío un saludo para la pareja de padres que me vieron nacer: Guadalupe y Eusebio. ¡Siempre contigo!

Ángel Téllez Sánchez

Parroquia San Juan Bosco, Paseo Extremadura. Madrid 13 de abril de 2020

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HUELLAS INDELEBLES

José Antonio Uña Seijas

Fue director del colegio Balmes de Móstoles (Madrid)

Verano 1964. Atrás queda Cambados, parte de nuestro corazón: compañeros, superiores… (“No es más que un hasta luego para volvernos a ver”), Galicia querida… (“Adiós ríos, adiós fontes, adiós regatos pequenos…”: Rosalía en boca del Sr

Ordóñez).

Nos adentramos en Castilla, mi Castilla, la Castilla donde nací:

“Bajo un sol de fuego canta la chicharra, mientras en la tierra lucha el segador… Es Castilla yunque que forja el acero del alma de un pueblo sufrido y viril.” (Cancionero Medina canta)

Llegamos a Astudillo. El padre Lucas Pelaz nos espera. Somos muchachos de 17-18 años. Somos arcilla blanda, fácil de modelar en la espiritualidad salesiana y en los grandes principios evangélicos. Aquel hombre, anciano, de pequeña estatura física, pero de gran talla humana y espiritual, se encargaría de ello. ¡Cuántos gratos recuerdos! ¡Cuántos silencios y meditaciones! ¡Cuántas fiestas con sobremesa y rondalla! ¡Cuánto amor y fe! ¡Cuántas, finalmente,

huellas indelebles en el alma!

* * *

Hoy, abril de 2020, tengo 73 años. Como vosotros, queridos amigos, he pasado por muchas crisis (en el sentido etimológico de krinein: decidir, analizar meticulosamente), pero las fuertes convicciones que aquellos educadores sembraron en mí todavía permanecen. Se suele decir que lo que mal empieza, mal acaba; podemos añadir, por el contrario, que lo que bien empieza… Recuerdo una frase latina que D. Lázaro Revilla, en Celanova, nos

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ponía para aprender a traducir los plurales neutros: “Male parta, male dilabuntur”. O sea, las cosas mal engendradas, mal se desarrollan y, al contrario: “Bene parta, bene dilabuntur”.

En estos días de confinamiento y, ante el fallecimiento de personas como mi recordado compañero y paisano Miguel Martín, he reflexionado mucho. Estoy enormemente agradecido a todos vosotros que desde el encuentro que tuvimos el día de la fiesta de Don Bosco, me habéis incluido en este grupo de familia de la que nunca he renunciado y a la que debo todo lo que soy: la familia de Don Bosco, la familia salesiana.

Hoy pido que mi fe sea como la de aquel joven novicio de 17 años porque “si no cambiáis y no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18,1-5), que recordamos en la fiesta de Don Bosco. Desde la cima de esta fe “todas las cosas y los acontecimientos de la vida adquieren una nueva claridad, un nuevo sentido, todo es más claro, más hondo más amable. Hasta la muerte comienza a ser inteligible y aceptable” (Mons. Fernando Sebastián CMF, Carta abierta a un ateo militante).

Por todo ello, hoy día de Pascua, me uno en abrazo profundo de amistad y gratitud a todos vosotros y digo al Señor:

“In te, Domine, speravi; non confundar in aeternum”: "En ti, Señor, he confiado; no me veré defraudado para siempre".

José Antonio Uña Seijas

Madrid, 12 de abril de 2020 (Pascua de Resurrección)

Rondalla del noviciado (1964-1965): Dirige Fernando Peral.

Arriba: Jesús Barrio, Fausto Casas, Miguel Ángel G. Valbuena,

José Antonio Uña. En el centro: Fernando Gómez, Juan Arce

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ENTERRAR A LOS MUERTOS

Jerónimo Valladares Castro

Fue educador del hogar Ciudad Príncipe Felipe de la Diputación de Pontevedra

Llevo jubilado desde 2015 y he vivido en Pontevedra durante toda mi vida laboral. Nací en La Mata del Curueño (León), pueblo del que Julio Llamazares habla en El río del olvido, y al que vuelvo en vacaciones de verano, en Semana Santa y en otros momentos. Y nunca creí que tendría que volver a él en soledad, como lo he hecho, ni vivir lo que he vivido durante este confinamiento, que yo he tenido

que romper.

El día 10 de marzo, Viernes Santo, salí desde Galicia para mi pueblo. Fui a enterrar a mi hermana, que había muerto en León. Ella estaba en León, en la residencia de los Ancianos Desamparados, junto al Corte Inglés, y permaneció cinco días en el hospital antes de morir. Viví la situación con mucho dolor, pues no podías ir a verla, no te dejaban acercarte ni nada. Solo pude hablar con ella dos veces y pude acordar lo que teníamos que hacer. Dolor y soledad. Tuve que vivir la situación incómoda de tener que ir solucionando todo y hacer el papeleo a través del wasap y del teléfono. No pude despedirme de ella.

Yo hice un poder a quienes realizaban todos los trámites de defunción y firmé un certificado conforme les autorizaba a hacer la incineración, que no se hizo en León, pues no había sitio. Tuvieron que ir a otro lugar y después ellos me entregaron las cenizas en casa. Yo las recogí, pedí unas flores y, el 12 de abril, día de Pascua, salí

con las cenizas de mi hermana hacia el pueblo.

Camino de La Mata, con las cenizas de mi hermana en el coche, me invadía la añoranza de la tierra de nacimiento, a la que yo he regresado permanentemente. Cuando regreso a mi pueblo me siento con los pulmones cargados y el ánimo arriba al ver el valle con los chopos, y la montaña siempre ahí arriba…, que te da un subidón contemplarla. Para mí es siempre señal de plenitud.

Por contraste, ese día yo me sentía como en una niebla: la niebla de la pandemia esta y de la situación que vivimos… Una niebla que me invade el ánimo y, cuando iba para allá, viendo los chopos, me traía el recuerdo de La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, y de las situaciones tan penosas, tan duras y tan difíciles de llevar que, en

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otros momentos, hace más de medio siglo, tuvieron que vivir nuestros

antepasados.

Y tuve también otros sentimientos: me sentía como un zorro, como un animal salvaje o silvestre. Te encuentras con que vas caminando solo, buscando que nadie te vea… Vas como perdido, sin que nadie te pueda echar una mano… Vas como si estuvieras haciendo algo que no es legal ni normal, como si fueras un huido de la justicia que anda por ahí… Tienes que ir en soledad a guardar las cenizas de un ser querido. En soledad y con los medios que simplemente te da la naturaleza: las flores del campo y unas ramas verdes…

En el entierro estuvimos ella y yo solo. Llevé sus cenizas, yo solo, a la llevé a la huerta donde estaban enterradas las cenizas de otra hermana. También el cementerio, donde están enterrados mis padres, estaba clausurado.

Viví ese momento en ese

lugar de forma muy especial.

Y regresé hacia mi lugar de origen. Regrese con el sentimiento de decir está cumplido, está hecho. Y tenía una cierta tranquilidad: “Bueno, ya reposa tranquila”. Y entendí lo que significa la obra de misericordia de “enterrar a los muertos”.

Para mí, que es una alegría recorrer toda esa zona, pues me encanta, en esta ocasión experimenté un contraste vital: vas de aquí para allá, vas por la carretera, vas conduciendo a toda velocidad, te sientes solo porque no había casi ni gente, llegas allá, más soledad porque no puedes acudir a nadie… Y al final queda un poco de alivio cuando has cumplido con tu deber aunque sea en una soledad muy inhumana y antisocial.

Jerónimo Valladares Castro (Transcripción de una entrevista) Pontevedra, 25 de abril de 2020

Jerónimo enterró a sus hermana en soledad

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INFORMACIÓN Y SANIDAD

Matías Vallejo Romero

Fue director del C. P. Conde de Santa Marta de Babío. Madrid

Desde los primeros días de febrero y especialmente desde que fue declarado el estado de alarma, he recibido cientos..., miles de whatsapps cuya temática (¿adivináis?) es, naturalmente, la pandemia que estamos pa-deciendo y, sobre todo, el confinamiento que está

limitando nuestros movimientos.

Todos los he leído, pero muy pocos se han salvado de ir directamente a la papelera.

Algunos de estos whatsapps eran chistes con más o menos gracia, otros eran canciones mejor o peor entonadas y la mayoría eran textos sin fuente verificable ("reenviado" ) cuyo contenido, en teoría informativo, pronto derivaba en " sucia política" interesada.

Estos últimos eran "informaciones" tendendes a desinformar y su contenido, casi invariablemente, tendía a mentalizar al posible lector de los errores cometidos tiempo ha en o con la sanidad o de los errores en que actualmente se empecinan los políticos. (“A toro

pasado todos somos Manolete”).

Tras la lectura de cada uno de estos mensajes "desin-formativos" que me llegaban, pensaba en quienes los enviaban y, más aún, en los gestores de los mismos. Y me decía a mí mismo: ¿Pensarán que la gente es tonta ?

Mi respuesta, como no podría ser de otra forma, es clara: “Evidentemente que no”. Pero sí es cierto que en esta sociedad donde solo nos preocupa lo inmediato, donde el titular es más importante que el desarrollo de la noticia, donde es difícil encontrar unos minutos para la meditación, donde la recompensa para un investigador es mísera en comparación con la que reciben los "vendehumos" que aparecen en la tele, por todo eso, confundimos

muchas veces información con opinión.

Sé que no es fácil en muchas ocasiones discernir entre una y otra. Por eso, cada día es más necesario un sistema educativo que prepare desde niños a pensar por sí mismos, a utilizar las múltiples herramientas que la sociedad de la información pone a

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nuestra disposición. En resumen, a que sepamos vivir según nuestros propios

criterios.

Cambiando de tercio, como se suele decir, también he reflexionado durante estos días sobre el hecho de aplaudir a los sanitarios a través de ventanas y balcones. No digo que no se lo merezcan, sino todo lo contrario. Pero sí me viene a la mente la estadística de médicos, enfermeras, auxiliares... que cada año son vejados y maltratados en sus consultas. Por eso, espero que, cuando todo esto termine, nadie, nadie, nadie tenga la más mínima tentación de insultar, cuando no agredir físicamente, a los sanitarios a los que

ahora aplaudimos.

Y termino con las palabras de un whatsapp salvado del olvido dirigido a esos a los que desde todos los medios, desde todas las

instituciones llaman ahora héroes:

"Dejaréis de ser héroes cuando la gente no tenga miedo. Dejaréis de ser héroes cuando a los políticos les interese.

Ahora sois carne de cañón; por eso os llaman héroes".

Senderos de gloria, 1957

Matías Vallejo Romero Madrid, 13 de abril de 2020

Matías Vallejo en Cangas de Onís, germen de España

(2018)

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CUANDO PASE TODO ESTO

Puri Yáñez Bosque

Fue enfermera. Hospital Clínico. Salamanca

Cuando pase todo esto, si alguien me pregunta cómo he vivido el tiempo que llevamos de confinamiento, tendré que decir que, hasta ahora, está siendo una experiencia totalmente positiva.

Yo ya había vivido un confinamiento voluntario durante los meses que estuvo Fernando tan pachucho. Durante ese tiempo pasé muchas horas de soledad y sufrimiento, con un total aislamiento social y con un futuro bastante oscuro. En aquel momento solo miraba de puertas hacia adentro. Ahora subo las persianas por la mañana y contemplo Gredos nevado y la primavera arribando con fuerza. Hago una respiración profunda y me digo: “Otro día mas de regalo”.

Puede parecer una incoherencia, pero me siento tan contenta de cuidar de mi familia sin prisas, sin carreras, sin presiones, sin otras obligaciones que estar pendientes entre nosotros de las necesidades del otro. Despertar por la mañana y ver cómo van brotando los árboles, los pájaros con su sinfonía mañanera...; la lluvia en los cristales…. Ayudar a mi madre [de 87 años] a vestirse…; desayunar sin prisa… Hacer una tabla de gimnasia del youtube o bicicleta estática… No estar pendiente del coche o el autobús…; no tener citas pendientes de ningún tipo… Coser por placer….; leer y releer despacio, saboreando una poesía o trasnochando con una apasionante novela…; o escuchando a Juan Diego Flórez en El barbero de Sevilla.

Afortunadamente solo tengo que encender el ordenador y buscar a lo que me interesa. Internet me permite viajar y seguir aprendiendo.

Me satisface enormemente estar con mi madre, cuidando de su higiene, de su comida, de su conversación. Me parece un regalo

Puri y Fernando Vázquez en Cuéllar, en 2017

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inmenso poder disfrutar de estas pequeñas cosas que no apreciábamos porque íbamos corriendo. Ahora las saboreo despacio y me producen gran placer.

Afortunadamente nadie de mi familia, hasta ahora, ha sufrido la infección del coronavirus. De lo contrario mi vida sería totalmente distinta. Estoy muy pendiente de las noticias del hospital y de mis compañeros que lo están pasando fatal. Me angustia pensar en las personas que están muriendo en soledad. Me cansa el bombardeo de la prensa y me irrita la estupidez de algunos políticos. Pero me recuerdo a mí misma que nada de todo eso depende de mí.

La vida en este momento solo me pide modificar pequeños hábitos y a cambio me regala tiempo y la posibilidad de compartir y disfrutar estas pequeñas cosas con mi familia. No pierdo la esperanza de que esto se vaya a arreglar antes o después. Porque, como dice mi madre, “siempre que llueve, escampa”.

Puri Yáñez Bosque

[Esposa de Fernando Vázquez] Cabrerizos (Salamanca), 14 de abril de 2020

Final

Como resumen, os invito a todos a ver este video.

Y a preguntarnos: ¿Cuál es nuestra motivación?

https://youtu.be/Y4QgeWaWhcM

Y recuérdalo con frecuencia:

“Estás en casa. Estás en familia. Estas con vida. Celébralo”.

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ÍNDICE

PRESENTACION: Confi(n)ados 3 ÁNGEL FERNÁNDEZ ARTIME, Dolor, serenidad y esperanza 5 BERNARDO ALONSO ALONSO, Hermanos salesianos 8 JESÚS ÁLVAREZ PRADA, Sesenta años son muchos años 11 JERÓNIMO ANDRÉS DE LA RED, Todos seremos mejores en el futuro 13 Juan Arce Vidal, A propósito del Covid-19 14 JOSÉ ANTONIO ASTORGA PLAZA, La receta del cementiño 18 CASIMIRO BODELÓN SÁNCHEZ, Reflexiones desde la soledad 21 EMILIANO CABEZÓN MERINO, Y todo pasará 25 FAUSTO CASAS GARCÍA, Carta a un amigo del Colegio 30 JESÚS Mª CASTAÑO DE LEÓN, Una realidad tremenda 31 RAFAEL CASTRO GUERRA SDB, “El espíritu de Cambados” 33 CARLOS MANUEL CELADA OLMEDO SDB, Confinado en mi comunidad

en medio de la urbanización 35 MANUEL ÁNGEL CELADA OLMEDO, Levadura y harina 39 ÁNGEL DÍAZ FUENTES, ¿Progreso adecuadamente? 41 JOAQUÍN EGOZCUE ALONSO SDB, Gustar de la acogida fraterna 45 MANUEL FEIJOO FERNÁNDEZ, Que esto termine pronto 48 MANUEL FERNÁNDEZ SDB, Confi(n)ados… en las catacumbas 49 SENÉN FERNÁNDEZ LÓPEZ, Todo el tiempo para vivir 52 JAVIER FERNÁNDEZ PEREIRA, Un recordatorio de nuestra finitud 55 GLORIA GALÁN AGUADO, Desde el corazón 57 VICTORINO GARCÍA ÁLVAREZ, Esperamos tiempos mejores 61 FRANCISCO GARCÍA FRAILE SDB, Lo que siento y vivo

en este tiempo de pandemia 63 CARLOS GARCÍA GEIJO, Necesitamos personas con inteligencia 66 HERMENEGILDO GONZÁLEZ SANTOS SDB, Tiempo de retiro 68 ESTEBAN GRIJALBO OBESO, Homo Deus 70 FEDERICO IBÁÑEZ PÉREZ SDB, La esperanza que nos queda 72 ELEUTERIO LOBATO GONZÁLEZ SDB, Confinado con coronavirus 74 CARLOS LÓPEZ GUTIÉRREZ, No me siento solo 77 LAURENTINO LÓPEZ REDONDO, Descanse en paz 79 ALONSO ETELVINO LOZANO LOZANO, ¿Confinado? ¡NO!

Malhumorado…, esperanzado 81 ISIDRO LOZANO LOZANO SDB, Anuncio por palabras.

Tríptico al viento en el mes de marzo 83 AURORA Y ROBERTO MACHO, Fallecido a causa del Covid-19 89 MERCEDES MANUEL GARCÍA, ¿Estaremos aprendiendo algo? 92 EUSEBIO MARTÍNEZ AGUADO SDB, Confiados 95 PEDRO MERAYO MÉNDEZ, Dedicarme más a la gente 97 JAIME MORO BENITO, “A su sombra nos cobijaremos” 99 HERMINIO OTERO, “Trabajando me lo paso bien” 101 MODESTO OVEJERO GARCÍA SDB, Lleno el corazón de amor 104 ABILIO PANERO FERNÁNDEZ, El confinamiento de un alcalde 106 HORACIO DE PAZ VUELTA, Oportunidad para la reflexión 108 JOSÉ PEDROSA CHINCHILLA, Algo invisible e inesperado 110 ÁNGEL C. PELLITERO SANTOS SDB, Celebrar la vida en primavera 112 BENITO PÉREZ HENARES, ¡Viva la vida! 114

144

JOSÉ RAMÓN RODRÍGUEZ LAGO, Cronología de un encierro 116 EPIGMENIO RODRÍGUEZ LOZANO, Viendo pasar el virus

desde mi silla de ruedas 118 ALFREDO ROSCALES OLEA, Una auténtica cuarentena 121 VIRGILIO RUBIO LÓPEZ, Mi familia salesiana 122 JUANJO RUIZ HUSILLOS SDB, Viacrucis camino al vialucis 126 JOSÉ MARÍA SANTAMARÍA JAMBRINA, Con paciencia y esperanza 128 ÁNGEL SEGOVIA LARGO, Lecciones del confinamiento 130 ÁNGEL TÉLLEZ SÁNCHEZ SDB, Pudo “ser no”, pero fue “que sí” 132 JOSÉ ANTONIO UÑA SEIJAS, Huellas indelebles 135 JERÓNIMO VALLADARES CASTRO, Enterrar a os muertos 137 MATÍAS VALLEJO ROMERO, Información y sanidad 139 PURI YÁÑEZ BOSQUE, Cuando pase todo esto 141 Madrid, 25 de abril de 2020

Y ahora, después de 41 días, comienza para algunos el tiempo de la mascarilla

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R E S U C I T A D O S

12 de abril de 2020: Celebración de la Vigilia Pascual en La Fontana (León),

fecha del origen de CONFI(N)ADOS